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Salió la a, salió la a
no sé a dónde va (bis)
a comprarle un regalo a mi mamá
La Farolera tropezó
a comprarle un regalo a su mamá
y en la calle se cayó
Salió la e, salió la e y al pasar por un cuartel
no se a dónde se fue (bis) se enamoró de un coronel.
fui con mi tía Marta a tomar té
Alcen las barreras
fue con su tía Marta a tomar té
para que pase la Farolera
Salió la i, salió la i de la puerta al sol
y yo no la sentí (bis) Subo la escalera
fui a comprar un punto para ti y enciendo el farol.
fue a comprar un puntico para mí
A la media noche
Salió la o, salió la o me puse a contar
y casi no volvió (bis) y todas las cuentas
fui a comer tamales y engordó me salieron mal.
fue a comer tamales y engordó
Dos y dos son cuatro,
Salió la u, salió la u cuatro y dos son seis,
y que me dices tú (bis) seis y dos son ocho
salí en mi bicicleta y llegué al Perú y ocho dieciséis,
salió en su bicicleta y llegó al Perú y ocho veinticuatro,
y ocho treinta y dos.
A, e, i ,o, u, a,e Ay, niña bendita,
A, e, i, o, u me arrodillo en vos.
A, e, i, o, u, i, o
A, e, i, o, u Arroz con leche
no le agrada. Mantantiru-Liru-Lá! Le
pondremos de princesita. Mantantiru-Liru-
Lá! Ese oficio sí le agrada, Mantantiru-Liru-
Lá! Celebremos todos juntos.
la gallina turuleca
REFRANES
Quiero llevarme de ti
Un collar de golondrinas,
Yo soy puro guatemalteco Para poder recordar
Y me gusta bailar el son, De tus noches tan divinas
Con las notas de la marimba
También baila mi corazón Bella ciudad sin igual
Que a tus calles iluminas,
Cuando bailo con mi Maria Cuando empieza anochecer
Hasta un grito me sale así ¡ ayayay¡ Millares de golondrinas
Que reculas son las inditas
Cuando las veo bailar el son Cuando se ven las palmeras
Con sus faldas levantaditas Belleza como ninguna
Van taconeando con suave rumor Las golondrinas anidan
Para contemplar la luna
Para bailar indita mía
Yo voy palmeando alrededor Escuintla, ciudad de palmeras
Para gritar con una mano Escuintla, ciudad de mi querer;
Tomo el sombrero y lo hago así Admiro, ver como juguetean
Las golondrinas,
Yo ya me voy, me voy cantando No te puedo olvidar
Me voy gritando lejos de aquí
CHICHICASTENANGO
Te canto a ti mi Guatemala
Tierra querida donde nací.
NOCHES DE ESCUINTLA
2.- Vive en el desierto, mata a las
personas, debajo de las piedras, muy bien
Hay una indita retebonita se acomoda. (El alacrán)
en Chichichichicastenango,
que cuando beso su boca chiquita,
en Chichichichicastenango,
siento que el alma se me esta quemando,
en Chichichichicastenango.
Hay indita ven hacia acá 3.- Con su risa mañanera toda la playa
que tu boca quiero besar, alborota, pescadora y marinera. (La
gaviota)
solamente las estrellas indiscretas nos han
de mirar;
más celosas al ver nuestro amor
poco a poco se habrán de apagar
y el romance solamente tus ojos habrán de
alumbrar.
adivinanzas
1.- Mi picadura es dañina, mi cuerpo
insignificante, pero el néctar que yo doy os 4.- Viajeras somos de negros vestidos,
lo coméis al instante. (la abeja) debajo de las tejas hacemos los nidos. (Las
golondrinas)
7.- Zorra le dicen, ya ves, aunque siempre 10.- Tiene dientes y no come. Tiene cabeza
del revés, se lo come el japonés y plato y no es hombre. (El ajo)
muy rico es. ¿Qué es? (El arroz)
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol
con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó
con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada.
Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se abrió una gran
puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: "sigue haciendo magia".
Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se encendió dentro del árbol una luz que
alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por
eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras mágicas
LA PRINCESA DE FUEGO
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes
falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con
quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y
regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas
enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y
sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad,
mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y
también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se
llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan
enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de
regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos.
Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la
arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella
misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo
importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la
piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó
con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos
trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola prensencia
transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla
cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como
había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus
días
EL COHETE DE PAPEL
Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y dispararlo hacia la luna, pero
tenía tan poco dinero que no podía comprar ninguno. Un día, junto a la acera descubrió la caja
de uno de sus cohetes favoritos, pero al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño
cohete de papel averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó a preparar un
escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles de todas las formas y colores,
y se dedicó con toda su alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas
para crear un espacio de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final fue tan
magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, hasta que un
compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular escenario, le propuso cambiárselo
por un cohete auténtico que tenía en casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el
cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de menos su cohete
de papel, con su escenario y sus planetas, porque realmente disfrutaba mucho más jugando
con su viejo cohete. Entonces se dio cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con
aquellos juguetes que él mismo había construido con esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando creció, se
convirtió en el mejor juguetero del mundo.
- ¡Oh, Gran Mago! ¡Ha ocurrido una tragedia! El pequeño Manu ha robado el elixir con el
hechizo Lanzapalabras.
- ¿Manu? ¡Pero si ese niño es un maleducado que insulta a todo el mundo! Esto es terrible..
¡hay que detenerlo antes de que lo beba!
Pero ya era demasiado tarde. Manu recorría la ciudad insultado a todos solo para ver cómo
sus palabras tomaban forma y sus letras se lanzaban contra quien fuera como fantasmas que,
al tocarlos, los atravesaban y los transformaban en aquello que hubiera dicho Manu. Así,
siguiendo el rastro de tontos, feos, idiotas, gordos y viejos, el mago y sus ayudantes no
tardaron en dar con él.
- ¡Deja de hacer eso, Manu! Estás fastidiando a todo el mundo. Por favor, bebe este otro elixir
para deshacer el hechizo antes de que sea tarde.
- ¡No quiero! ¡Esto es muy divertido! Y soy el único que puede hacerlo ¡ja, ja, ja, ja! ¡Tontos!
¡Lelos! ¡Calvos! ¡Viejos! - gritó haciendo una metralleta de insultos.
- Tengo una idea, maestro - digo uno de los ayudantes mientras escapaban de las palabras
de Manu- podríamos dar el elixir a todo el mundo.
- ¿Estás loco? Eso sería terrible. Si estamos así y solo hay un niño insultando, ¡imagínate
cómo sería si lo hiciera todo el mundo! Tengo que pensar algo.
En los siete días que el mago tardó en inventar algo, Manu llegó a convertirse en el dueño de
la ciudad, donde todos le servían y obedecían por miedo. Por suerte, el mago pudo usar su
magia para llegar hasta Manu durante la noche y darle unas gotas de la nueva poción
mientras dormía.
Manu se despertó dispuesto a divertirse a costa de los demás. Pero en cuanto entró el
mayordomo llevando el desayuno, cientos de letras volaron hacia Manu, formando una ráfaga
de palabras de las que solo distinguió “caprichoso”, “abusón” y “maleducado”. Al contacto con
su piel, las letras se disolvieron, provocándole un escozor terrible.
El niño gritó, amenazó y usó terribles palabras, pero pronto comprendió que el mayordomo no
había visto nada. Ni ninguno de los que surgieron nuevas ráfagas de letras ácidas dirigidas
hacia él. En un solo día aquello de los hechizos de palabras pasó de ser lo más divertido a ser
lo peor del mundo.
- Será culpa del mago. Mañana iré a verle para que me quite el hechizo.
Pero por más que lloró y pidió perdón, era demasiado tarde para el antídoto.
- Tendrás que aprender a vivir con tus dos hechizos: lanzapalabras y
recibepensamientos. Bien usados podrían ser útiles…
Manu casi no podía salir a la calle. Se había portado tan mal con todos que, aunque no se lo
dijeran por miedo, en el fondo pensaban cosas horribles de él y cuando esos pensamientos le
tocaban eran como el fuego. Por eso empezó a estar siempre solo.
Un día, una niña pequeña vio su aspecto triste y sintió lástima. La pequeña pensó que le
gustaría ser amiga de aquel niño y, cuando aquel pensamiento tocó la piel de Manu, en lugar
de dolor le provocó una sensación muy agradable. Manu tuvo una idea.
- ¿Y si utilizara mi lanzapalabras con buenas palabras? ¿Funcionará al revés?
Y probó a decirle a la niña lo guapa y lo lista que era. Efectivamente, sus palabras volaron
hacia la niña para mejorar su aspecto de forma increíble. La niña no dijo nada, pero sus
agradecidos pensamientos provocaron en Manu la mejor de las sensaciones.
Emocionado, Manu recorrió las calles usando su don para ayudar y mejorar a las personas
que encontraba. Así consiguió ir cambiando lo que pensaban de él, y pronto se dio cuenta de
que desde el principio podría haberlo hecho así y que, si hubiera sido amable y respetuoso,
todos habrían salido ganando.
Tiempo después, las pociones perdieron su efecto, pero Manu ya no cambió su forma de ser,
pues era mucho mejor sentir el cariño y la amistad de todos
EL ELEFANTE FOTÓGRAFO
Había una vez un elefante que quería ser fotógrafo. Sus amigos se reían cada vez que le oían
decir aquello:
- Qué tontería - decían unos- ¡no hay cámaras de fotos para elefantes!
- Qué pérdida de tiempo -decían los otros- si aquí no hay nada que fotografíar...
Pero el elefante seguía con su ilusión, y poco a poco fue reuniendo trastos y aparatos con los
que fabricar una gran cámara de fotos. Tuvo que hacerlo prácticamente todo: desde un botón
que se pulsara con la trompa, hasta un objetivo del tamaño del ojo de un elefante, y
finalmente un montón de hierros para poder colgarse la cámara sobre la cabeza.
Así que una vez acabada, pudo hacer sus primeras fotos, pero su cámara para elefantes era
tan grandota y extraña que paracecía una gran y ridícula máscara, y muchos se reían tanto al
verle aparecer, que el elefante comenzó a pensar en abandonar su sueño.. Para más
desgracia, parecían tener razón los que decían que no había nada que fotografiar en aquel
lugar...
Pero no fue así. Resultó que la pinta del elefante con su cámara era tan divertida, que nadie
podía dejar de reir al verle, y usando un montón de buen humor, el elefante consiguió
divertidísimas e increíbles fotos de todos los animales, siempre alegres y contentos, ¡incluso
del malhumorado rino!; de esta forma se convirtió en el fotógrafo oficial de la sabana, y de
todas partes acudían los animales para sacarse una sonriente foto para el pasaporte al zoo.
LEYENDAS
La leyenda del maíz
Cuenta la leyenda, que los indios Aztecas veneraban al dios Quetzalcóatl (que significa
Serpiente Emplumada). Antes de la llegada de aquel Dios, ellos se alimentaban de raíces y
animales que cazaban, pero no podían comer aquel nutritivo maíz debido a que estaba
escondido detrás de las montañas. Los Dioses intentaban separar estas altas montañas
utilizando su fuerza, pero no pudieron lograrlo. Los Aztecas fascinados por aquel
maíz, pidieron ayuda al dios Quetzalcóatl, pero él no quiso usar la fuerza, sino la inteligencia y
la astucia, así que se transformó en una hormiga negra y se encaminó a las montañas
acompañado a una hormiga roja, dispuesto a conseguir el maíz para su pueblo. Durante el
camino, hubo muchas dificultades y muchos momentos que requirió de mucho esfuerzo al
Dios, sin embargo, Quezalcóatl logró subir las montañas tras muchas horas de viaje, y cuando
llegó a su destino, cogió con sus mandíbulas un grano maduro de maíz e inició nuevamente el
tedioso regreso hacia su pueblo. Cuando por fin llegó, él entregó el grano a los Aztecas que
después, plantaron la semilla y con el pasar del tiempo y cuando el maíz estuvo listo para la
cosecha, por fin el pueblo pudo alimentarse de este rico alimento. A partir de aquel momento,
los Aztecas veneraron a Quetzalcóatl declarándolo Dios amigo de los Hombres y aquel Dios
que les trajo el preciado Maíz. El pueblo fue próspero y feliz para siempre
Leyenda de la Llorona
Cuenta la historia de la Llorona que, hace mucho vivía una Mujer junto a sus tres hijos, ellos
vivían bien y eran felices, hasta que en una noche de invierno, ocurrió algo terrible. El padre
de los niños, regresó después de muchos años de haberlos abandonado. Ellos habían vivido
muy feliz sin él sin este mal hombre, siempre paraba gritando y en borracheras, sin olvidar
que siempre los castigaba sin sentido, así como también se metía con la Madre. La Mujer
siempre rezaba para que este hombre no regrese, pero lastimosamente regresó. Cuando llegó
este hombre, de una patada tiró la puerta y gritó por qué no lo habían recibido. Los niños muy
espantados se escondieron. La Madre se enfrentó a su Esposo con tal de defender a sus hijos
pero lamentablemente, ella fue golpeada y se desmayó por varias horas. Cuando ella
despertó, lo primero que hizo fue buscar a sus hijos, pero al buscarlos por toda la casa, no los
encontró ni a su Esposo. Muy desesperada, salió fuera de la casa y corrió bajo la tormenta
llorando y gritando el nombre de sus hijos por varios días, meses, años, pero nunca los
encontró. La Llorona Un día, tras buscarlos por mucho tiempo, la Madre murió de tristeza.
Tampoco se supo nada de los niños, ni mucho menos de aquel hombre que se los llevó.
Desde ese entonces, el espíritu de esta Madre no descansa y todas las noches se le oye llorar
y lamentar por los alrededores de los pueblos buscando a sus hijos. Las mujeres que logran
oír los lamentos y gritos de la Llorona, corren asustadas rápidamente tras sus hijos para
esconderlos de ella, por qué si los encuentra, se los puede llevar para siempre.
Hace mucho, en un lugar llamado Tampu Tocto, salieron los Hermanos Ayar con sus esposas:
Ayar Manco y Mama Ocllo; Ayar Cachi y Mama Cora; Ayar Uchu y Mama Rahua y Ayar Auca
y Mama Huaco, en camino de tierras fértiles para fundar el Cuzco. Los hermanos Ayar Manco,
Ayar Uchu y Ayar Auca tenían envidia de su hermano Ayar Cachi, quien era muy fuerte. Un
día, tras mentiras, Ayar Cachi fue encerrado por sus hermanos en una Cueva. Al ver que no
podía salir, Ayar Cachi dio gritos tan fuertes que logró sacudir la tierra, abrir las montañas y
agitar los cielos. Los demás hermanos y esposas, siguieron su camino, hasta que de pronto
llegaron al monte Huanacauri donde hallaron un ídolo de piedra del mismo nombre. Los
hermanos ingresaron al lugar de adoración de ese ídolo con mucho temor, pero Ayar Uchu
desafió al ídolo al brincar sobre su parte posterior, el Ídolo como castigo, lo petrificó de
inmediato sin antes, aconsejar a sus hermanos continuar con el viaje y que celebren en su
memoria, el "Huarachico" (ceremonia de iniciación hacia la adultez). Siguiendo los Hermanos
sus caminos, Ayar Auca fue a explorar una zona cercana, hasta que de pronto, le salieron
unas alas y voló hacia el lugar conocido como la Pampa del Sol. Cuando aterrizo en esta, se
convirtió en piedra. La leyenda de los Hermanos Ayar Ayar Manco acompañado por sus
cuatro hermanas, continuo valientemente su camino hasta que llegó al Cuzco donde encontró
buenas tierras, luego, clavó su bastón hasta que de pronto se hundió con facilidad, lo cual era
una buena señal. Así, Ayar Manco, ahora Manco Capac, fundó el Cuzco a lado de su esposa
y construyó un templo al dios Sol, al que llamó Inticancha.
El Tunjo
Cuenta la leyenda, que el Tunjo es representado como un muñeco de oro. Algunos dicen que
son pequeños ídolos simbólicos o divinos de los "Pijaos"; otros dicen que fueron dioses o solo
ofrendas para sus dioses o sus caciques. El Tunjo aparece por las noches en forma de un
Bebé inofensivo llorando por las grandes calles, en el cruce de los bosques, de una quebrada,
por las ruinas, casas abandonadas o en los ríos. Si alguien cae presa del Tunjo, le dará un
buen susto pero nada grave. A cambio de esto, lo enriquecerá con fortunas misteriosas. Si la
supuesta "víctima" ignora al Tunjo, este supuesto "niño" abandonado, lo seguirá (o montará si
el tipo va en caballo) y le dará un terrible susto de la cual para poder librarse, tendrá que
correr o rezar.
La Leyenda del Unicornio
Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo en épocas remotas, salvajes y fantásticas
criaturas vivían y andaban libres por doquier. Una que se destacaba de todas por su belleza,
era el Unicornio, una criatura con apariencia de caballo de color blanco, barba de chivo, patas
de antílope y un cuerno en la frente. Este ser era perseguido constantemente debido a sus
grandes poderes curativos mágicos y más, por el poder de la juventud eterna. Pero a pesar de
eso no era fácil de capturar, ya que era muy rápido y ágil. Una de las únicas maneras de
capturar a un Unicornio, era recurriendo a los encantos de las inocentes doncellas de corazón
puro, a las que los Unicornios se acercaban ingenuamente atraídos por su pureza y gustaban
de apoyar su cabeza en los regazos de ellas. Cuando estaban distraídos, eran atrapados de
inmediato por los ambiciosos Cazadores que les cortaban los cuernos haciéndolos morir por
la falta de este. La Leyenda del Unicornio Se dice que con el pasar del tiempo, fueron
desapareciendo y extinguiéndose todos los Unicornios, hasta hoy en día, que sólo es una muy
bien recordada leyenda.
Cantos de cuna
ESTRELLITA DÓNDE ESTÁS
“Estrellita dónde estás, me pregunto quién serás. Estrellita dónde estás, me pregunto quién
serás. En el cielo o en el mar, un diamante de verdad. Estrellita dónde estás me pregunto
quién serás (BIS)”.
NANA DEL ELEFANTE
“Nana del elefante, nana chiquita… sueña que tiene alas, suaves… finitas… Que juega entre
las nubes cruzando el cielo, que juega a la escondida con los luceros. Nana del elefante que
está durmiendo, como sueña que vuela duerme sonriendo. (BIS)”.
ARRORRÓ MI NIÑO
“Arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo de mi corazón. Este niño lindo se quiere dormir
y el pícaro sueño no quiere venir. Este niño lindo que nació de noche, quiere que lo lleven a
pasear en coche. Este niño lindo ya quiere dormir, háganle la cuna de rosa y jazmín. Arrorró
mi niño, arrorró mi sol, duérmete pedazo de mi corazón. (BIS)”.
CALLA PEQUEÑO
“Duérmete niño, duérmete ya… que viene el coco y te llevará. Duérmete niño, duérmete ya…
que viene el coco y te comerá”.