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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACION

ENRIQUE GUZMAN Y VALLE


Alma mater del Magisterio Nacional

FACULTAD DE EDUCACIÓN INICIAL

MONOGRAFIA
FILOSOFÍA DE SANTO TOMAS DE AQUINO
INTEGRANTES
CHAMBI TUANAMA, DIANA ELENA
ACAPANA SAMANIEGO, ERIKA ZULEMA
ANCCASI CASAVILCA, LILIAN
DOCENTE:
OSCAR AGRADA

LIMA – PERÚ
2017

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACION
ENRIQUE GUZMAN Y VALLE
Alma mater del Magisterio Nacional

FACULTAD DE EDUCACIÓN INICIAL

MONOGRAFIA
FILOSOFÍA DE SANTO TOMAS DE AQUINO

INTEGRANTES
CHAMBI TUANAMA, DIANA ELENA
ACAPANA SAMANIEGO, ERIKA ZULEMA
ANCASSI CASAVILCA, LILIAN

DOCENTE:
OSCAR AGRADA

LIMA – PERÚ
2017

3
Este trabajo está dedicado
para mis padres que con su apoyo y
esfuerzo me brindan las posibilidades
para seguir adelante en mis estudios,
además a los maestros que nos
brindan conocimientos nuevos y para

4
los futuros alumnos que puedan tomar
de guía esta monografía

INDICE

INDICE............................................................................................................................................ 5

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 7

CAPÍTULO I .................................................................................................................................... 9

Contexto Histórico..................................................................................................................... 9
1.1. Antecedentes .......................................................................................................... 10
1.2. Su época .................................................................................................................. 10
1.3. Influencia Posterior ................................................................................................. 11
CAPÍTULO II ................................................................................................................................. 14

Vida y obras de santo Tomas de Aquino ................................................................................. 14


2.1. Biografía ...................................................................................................................... 15
2.2. Primeros años .............................................................................................................. 15
2.3. Años de encierro ......................................................................................................... 17
2.4. Años de Esplendor ....................................................................................................... 18
2.5. Últimos años................................................................................................................. 23
2.6. Obras de santo tomas de Aquino ................................................................................ 25
CAPÍTULO III ................................................................................................................................ 10

Filosofía de santo Tomas de Aquino ....................................................................................... 10


3.1. Razón y fe ..................................................................................................................... 11
3.2. Teoría Del Conocimiento .............................................................................................. 12
3.3. Metafísica Tomista ....................................................................................................... 14
3.4. Teología Tomista .......................................................................................................... 18
3.5. Antropología y psicología ............................................................................................. 25

5
2.6. Ética y Política............................................................................................................... 28
BIBLIOGRAFIA .............................................................................................................................. 32

6
INTRODUCCIÓN

Dentro del presente trabajo monografico se dara a conocer parte del contexto historico ,

vida , antecedentes, aportes , obra como los mas grandes momentos que se da en

diferentes lugares basandonos en la edad media como todo lo relacionado sobre Santo

Tomas de Aquino uno de los grandes pensadores de todos los tiempos, el cual elabora

un sistema de saber de índole mas aristotelica tratando de hacer al cristianismo el

heredero de las mas altas formas del pensamiento antiguo

Tomás de Aquino es el maestro del orden, el gran sistematizador de la filosofía

cristiana. Si a esto unimos su carácter tranquilo, podríamos pensar que tuvo una vida

también tranquila, dedicada al estudio y alejada de las tensiones y luchas que

caracterizan la Baja Edad Media. Sin embargo, Tomás de Aquino sufre todos esos

conflictos, muy a su pesar, tanto a nivel familiar (su familia ve como se esfuma su sueño

de colocarlo al frente de la poderosa abadía benedictina de Montecasino y lo secuestra y

encierra en su casa) como de la Iglesia oficial que ve como sospechosa y herética la

proximidad de Tomás de Aquino a Aristóteles.

En su actividad docente despertó el interés y admiración de los estudiantes,

entusiasmados por la novedad de su método y sus opiniones, y, … las intrigas de los

maestros (los seglares, porque Tomás de Aquino era monje; los monjes, porque Tomás

de Aquino era demasiado joven).

Especial rechazo recibió de los averroistas y de la corriente agustiniana que

mostraba abiertamente su desprecio por los monjes de las órdenes mendicantes y, en

especial, por Tomás de Aquino y su posición innovadora, tan próxima a Aristóteles.

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Los libros de Aristóteles estaban prohibidos hasta que no fueran corregidos y

… era evidente la proximidad de Tomás de Aquino a Aristóteles. (Dicho sea de paso, la

mayoría de las tesis corregidas eran de Averroes y no de Aristóteles, pero eso no lo

sabían los censores).

Al margen de todo esto, Tomás de Aquino se ocupó y preocupó por elaborar un

sistema de pensamiento que conciliara la autoridad de “el Filósofo” con la teología

cristiana. Y, a pesar de todos los problemas, lo consiguió. Por eso se entiende el

prestigio que alcanzó su pensamiento, con todas las presiones, ataques y controversias

con las que tuvo que ejercer su labor este hombre bonachón, tranquilo y reservado.

Es el creador del sistema filosófico cristiano que más ha influido en Occidente y

el autor más importante en la enseñanza de la Iglesia. A partir del s. XV su Suma

Teológica se convierte en el libro de texto de todas las universidades y escuelas

cristianas.

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CAPÍTULO I

Contexto Histórico

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1.1. Antecedentes

La espesa red de razones históricas, políticas, soles y religiosas que explican la

aparición y desarrollo del feudalismo en Europa, figuran en la base de disgregación

sufrida por la cultura Eclesiástica en el siglo XII. La aparición de centros teológicos

aislados entre sí, y cada uno de ellos sujetos a las influencias políticas del medio en que

se desarrollaban constituyen el antecedente inmediato de la que vivió Santo Tomas de

Aquino. Esta disgregación que desmiente en la practica el carácter católico, es decir,

universal, que la iglesia reclamaba contribuyo al surgimiento de múltiples herejías, a la

difusión de gruesos (y, vistos desde la perspectiva de hoy, pintorescos) errores

teológicos. Paralelamente, esa provincialización de la cultura (no solo de la cultura

eclesiástica por cierto) impidió que durante una largo periodo que Europa recobrara la

inmensa herencia de las civilizaciones de la antigüedad y, muy especialmente, la

tradición del pensamiento filosófico griego. Así, cuando el joven estudiante Tomas de

Aquino, ya convertido en monje dominico, llega a París, su primer deslumbramiento es

el saber árabe y griego que recibe de Alberto Magno. No se trataba de un saber que

resultara absolutamente desconocido para Tomas de Aquino; la tradición filosófica

occidental y oriental había pasado a ser su patrimonio de un reducido estamento de

nobles europeos, del que su familia formaba parte. Rescatar a Aristóteles para el

pensamiento católico, hacer cristianismo el heredero de las más altas formas del

pensamiento antiguo, fue desde entonces el destino de Tomas de Aquino acepto y llevo

hasta sus últimas consecuencias.

1.2. Su época

La historia intelectual de Santo Tomas de Aquino constituye una sucesión de

batallas contra enemigos en lo que el error teológico y filosófico viste a menudo ropajes

exóticos y ejecuta contorsiones febriles. Los maniqueistas y los averooistas, los cataros

10
y los albigenses, son solo algunos enemigos con los que se enfrentó. El mundo en el que

vivió y trabajo el Doctor Angélico “estaba embrollado por innumerables tomos que

probaban, mediante la lógica, miles de cosas que solo pueden ser conocidas por Dios”,

dice agudamente Chesterton. Como reacción contra las impurezas teológicas y contra

los compromisos de la iglesia con los poderosos, durante la primera juventud de Santo

Tomas proliferaban en Europa las ordenes de medicamentos franciscanos y

dominicanos. Para poder ingresar en la orden de los dominicanos, Santo Tomas tuvo

que vencer la oposición de su familia; y las reglas de humildad y de laboriosidad de los

dominicos, Santo Tuvo que vencer la oposición de su familia; y a la regla de humildad

y la laboriosidad de los dominicos permaneció invariablemente fiel, incluso cuando se

convirtió en una de las personalidades más influyentes del orbe cristiano. Consejero

teológico del papa, consejero mundano de varias cortes reales y principescas, el Doctor

Angélico postuló que el papel de la iglesia no consistía solamente en promover la

salvación eterna de las almas sino en impulsar una ordenación más racional y de justa

de la sociedad humana. Esto puede parecer hoy una parte integrante e indisociable del

pensamiento cristiano, pero no lo era ciertamente en el ciclo XIII, una época inquieta,

cambiante, alumbrada por el estallido de súbitas tormentas sociales, políticos y

religiosas muy difíciles de salvar.

1.3. Influencia Posterior

Tras la muerte de Santo Tomas de Aquino, los dominicos tomaron sobre si la

responsabilidad de defender al tomismo; en 1309, la orden reconoció a tomas de Aquino

como doctor de los dominicos, en un momento en que, arrebatados por la lucha contra

los averroístas, algunos sectores de la iglesia no dudaban en colocar ciertas obras del

Doctor Angélico entre las condenables por excesivamente aristotélicas. En la etapa de

Contrarreforma, la iglesia en pleno descubrió en Santo Tomas un artesanal perdurable e

11
inagotable de Argumentos y de procedimientos dialecticos. El siglo XV constituyo una

etapa de gran florecimiento tomista; uno de los principales impulsores de este

florecimiento fue el francés J. Capreolo, que defendió la doctrina contra los ataques de

los agustinianos, de los escotistas y de los nominalistas. Otros de los méritos de

Capreolo fue su intento de mantener pura la enseñanza del teólogo, limpiándola de las

adherencias inevitables de los periodos de controversia. En el siglo XVI la influencia

del pensamiento tomista quedo reflejada en la obra de Tomas de Vío, el primero que uso

como libro de texto la Suma teológica para la enseñanza oficial de esa disciplina. La

necesidad de oponer a la reforma un cuerpo de doctrina sólido e indiscutiblemente

ortodoxo devolvió a la obra de Santo Tomas su plena vigencia durante el siglo XVI. La

declaración de Tomas de Aquino como doctor de la iglesia, realizada en 1567 por Pío

V, no hizo sino sancionar oficialmente ese hecho. Fue esta una época de auge para el

tomismo.

Los grandes centros del tomismo fueron, a partir de entonces, las universidades

de Bolonia, Douai, Lovaina. Salamanca y Alaca. Las décadas finales del siglo XVI y

comimenzos del siglo XVII fueron escenario de la aparición de un grupo de grandes

teólogos tomistas españoles: Francisco de Vitoria, Melchor Cano, Bratolome de

Medina, Domingo Bañez.

El tomismo, junto con el conjunto de la eclosiastica, pasó a un segundo plano

con el surgimiento de las corrientes racionalistas y cientifistas en Europa. Tuvo que

esperar hasta mediados del lsiglo XIX para poder recuperar su vitalidad. Una vez mas,

para enfretarse a un oponente que se ponia en tela de juicio las razones profundas de la

iglesia, esta se vio obligada a recurriri al gran pensador medieval.Del acuerdo cultural

de la iglesia, Santo Tomas parecio el mas cercano a los escritores católicos que

intentaron la renovacion acolastica e pleno ascenso del capitalismo, del racionalismo

12
administrativo y del emperismo mercantil. En e se rescate del impulso tomista jugo unm

papel importate del nucleo formado alrededor del Civilita catolica, junto con los grupos

de tomista de la universidad gregoriana de Roma, entre otros. El movimiento fue algo

difuso hasta que Leon XIII, en su enciclica Aeterni Patris(1879),propuso a Santo Tomas

como el mas seguro mentor del movimiento tendente a renovar el pensamiento del

catolicismo. E n ese aspecto destacó la actividad de la universidad de Lovaina.

La influencia de Santo Tomas en la filosofia contemporanea es patente en el

existencialismo heideggeranio, en la sociología de A. Forest, J. Pieper, M Nedoncelle y

otros; el neopositivismo de I. M. Bochenski y F. C. Copleston intenta rescatar no tanti la

letra como el espiritu del tomismo. En la actualidad, dos especialistas en el

pensamiento medieval, Jacques Maritain y E. Gilson, son dos los tomistas de mayor

prestigio.

13
CAPÍTULO II

Vida y obras de santo Tomas de Aquino

14
2.1. Biografía

Se conocen los acontecimientos principales de su vida, pero los biógrafos

difieren en cuanto a algunos detalles y fechas. Henry Denfile falleció antes de poder

cumplir su proyecto de escribir una vida crítica del Santo. El amigo y alumno de

Denfile, Dominic Prümmer, O. P., profesor de teología en la Universidad de Friburgo,

Suiza, se encargó de la obra y publicó el "Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis, notis

historicis et criticis illustrati"; y el primer fascículo (Toulouse, 1911) ya ha aparecido,

dando la vida de Santo Tomás por Peter Calo (1300), publicado ahora por primera vez.

Tolomeo de Lucca… dice que cuando murió el santo, se dudaba sobre su edad exacta

(Prümmer, op. cit. 45). Normalmente se da el fin de 1225 como el momento de su

nacimiento. El P. Prümmer, basándose en Calo, cree que 1227 es la fecha más probable

(op. cit., 28). Hay un acuerdo general en que su muerte ocurrió en 127

2.2. Primeros años

Nace en el Castillo de Rocca Secca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225. Es el

último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos, una familia noble (cerca de

Aquino, en Italia). Hijo del conde de Landulfo Aquino y Magdalena Teodora, su madre,

Condesa de Teano. Su familia estaba emparentada con los Emperadores Enrique VI y

Federico II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. Calo cuenta que un santo

ermitaño predijo su carrera, diciéndole a Teodora antes de su nacimiento: "Entrará en la

Orden de los Frailes Predicadores, y su conocimiento y santidad serán tan grandes que

en vida, no se encontrará nadie que le iguale". (Prümmer, op. cit., 18). A los cinco años,

según las costumbres de la época, fue enviado a recibir su primera formación con los

15
monjes Benedictinos de Monte Casino. Diligente en sus estudios, desde muy pequeño

se observó su buena disposición para la meditación y la oración, y su maestro se

sorprendió al oírle preguntar repetidas veces: "¿Que es Dios?” .Era alto, grueso, bien

proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y

mucha delicadeza de sentimientos.

Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes

Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de

estudios. Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso,

meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo

aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Estudió en el monasterio benedictino de Monte Cassino y en la Universidad de

Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de

la muerte de su padre. En el año 1244 tomó el hábito de la Orden de Predicadores.

Alrededor del año 1236, le enviaron a la Universidad de Nápoles. Calo dice que

el traslado se hizo por iniciativa del Abad de Monte Casino, quien escribió al padre de

Tomás

que un chico de su talento no debe ser dejado en la sombra (Prümmer, op. cit.,

20). En Nápoles, sus maestros fueron Pietro Martín y Petrus Hibernos. El cronista dice

que pronto superó a Martín en gramática y fue transferido a Pedro de Irlanda quién le

formó en Lógica y ciencias Naturales. Las costumbres de la época dividían Filosofía y

Letras en dos cursos: el Trivium, que cubría Gramática, Lógica y Retórica; el

Quadrivium, que se componía de Música, Matemática, Geometría y Astronomía...

Tomás repetía las lecciones con mayor profundidad y lucidez que sus maestros. El

corazón del joven se había conservado puro en medio de la corrupción que le rodeaba, y

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decidió abrazar la vida religiosa. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e

inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad.

Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. Entre 1240 y 1243 recibió el hábito

de la Orden de Santo Domingo, atraído y dirigido por Juan de San Julián, un conocido

predicador del convento de Nápoles. La ciudad estaba asombrada al ver a un noble

joven como él tomar el hábito de un pobre fraile. Su madre, con sentimientos de alegría

y tristeza a la vez, se apresuró a ir a Nápoles a ver a su hijo. Los Dominicos, temiendo

que se lo llevaran, le enviaron hacia Alemania, aunque su destino final sería París o

Colonia.

2.3. Años de encierro

Teodora convenció a los hermanos de Tomás, que eran soldados del Emperador

Federico y viajan acompañados de un escuadrón de militares, para que capturaran al

novicio cerca del pueblo de Aquependente y le recluyeron en una prisión del castillo

familiar de San Juan de Rocca Secca. Aun así no logran quitarle el hábito de dominico,

durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había

elegido.

Allí estuvo detenido casi dos años, mientras sus padres, hermanos y hermanas

hacían todo lo posible para destruir su vocación. Sus hermanos incluso tendieron

trampas a su virtud. El tiempo en cautiverio no fue perdido. Su madre empezó a ceder

tras los primeros impulsos de ira y tristeza; se les permitió a los Dominicos

proporcionarle nuevos hábitos, y con la ayuda de su hermana obtuvo algunos libros las

Sagradas Escrituras, la Metafísica de Aristóteles y las "Sentencias" de Pedro Lombardo.

Tomás aprovechó el tiempo para aprenderse de memoria muchísimas frases de la Biblia

y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que

después él explicará muy bien en la Universidad.

17
Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle

la idea de seguir de religioso, le envíen a una mujer de mala vida para que lo haga

pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer,

amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así

él logra vencer las pasiones de la carne demostrando su santidad. Si este joven no

hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor

de la Iglesia. Hacia el fin de su vida, Santo Tomás le confió a su fiel amigo y

compañero, Reinaldo de Piperno, el secreto de un favor especial que recibió entonces.

Cuando echó a la tentadora de la habitación, se arrodilló y ardientemente imploró a Dios

que le concediera la integridad de mente y cuerpo. Cayó en un sueño ligero, y mientras

dormía, dos ángeles se le aparecieron para asegurarle que su oración había sido

escuchada. Le ciñeron un cinturón, diciendo: "Te ceñimos con el cinturón de la

virginidad perpetua." Y desde ese día en adelante jamás experimentó el más leve

movimiento de la concupiscencia.

Tras año y medio o dos en prisión, sea porque su madre se dio cuenta de que la

profecía del ermitaño se cumpliría o bien porque sus hermanos temían las amenazas de

Inocencio IV y Federico II, fue puesto en libertad (1945) bajándolo en un cesto a los

brazos de los Dominicos que se admiraron al darse cuenta de que durante su cautiverio

"había progresado tanto como si hubiera estado en un studium generale"

2.4. Años de Esplendor

Tomás enseguida hizo sus votos, y sus superiores le mandaron a Roma.

Inocencio IV examinó con atención los motivos que le llevaron a entrar en la Orden de

Predicadores, le despidió con una bendición y prohibió cualquier interferencia en su

vocación. Juan el Teutón, cuarto Maestro General de la Orden, llevó al joven estudiante

a París.

18
Discípulo del más sabio Padre Dominico de ese tiempo, Alberto Magno, junto a

quien estudió en París entre 1245. Alberto fue nombrado regente del nuevo studium

generale en 1248, erigido aquel año por el Capítulo General de la Orden permitiendo a

Tomás enseñar bajo su autoridad como Bachiller, es a su maestro a quien debe la

influencia más penetrante de su formación. Al principio los compañeros no imaginaban

la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las

discusiones le pusieron de apodo: "El buey mudo". Pero un día uno de sus compañeros

leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. Alberto al

leerlos les dijo a los demás estudiantes: " Llamamos a este joven un buey mudo, pero su

mugido doctrinal un día resonará hasta los confines del mundo". Y así sucedió en

verdad después.

Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: "La ciencia de Tomás es

muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la

Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el

rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía.

Durante su estancia en Colonia, probablemente en 1250 a los 27 años, fue

ordenado sacerdote por Conrado de Hochstaden, arzobispo de esa ciudad. Durante toda

su vida, con frecuencia predicó la Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus

sermones se caracterizaban por su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes

referencias bíblicas. En 1251, el Maestro General de la Orden, aconsejado por Alberto

Magno y Hugo de San Caro, nombró a Tomás Bachiller (subregente) del studium

Dominico en París. Este nombramiento puede considerarse como el principio de su vida

pública, ya que su enseñanza rápidamente llamó la atención tanto de profesores como de

alumnos. En 1252 comienza a impartir clases de Teología en la Universidad de París y

19
en otras ciudades europeas como Roma, Bolonia y Nápoles. Sus clases de teología y

filosofía son las más concurridas de la Universidad. Y en la Universidad es tan grande el

prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme

discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos

aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo

que él dice es aceptado por todos sin excepción.

Sus deberes consistían principalmente en explicar las "Sentencias" de Pedro

Lombardo, y sus comentarios sobre ese texto teológico le proporcionaron el material y

en gran parte, en esquema general para su obra magna, la "Summa Theologica". En el

transcurso del tiempo, se le ordenó prepararse para el Doctorado de Teología por la

Universidad de París, pero aplazaron la concesión del título por una disputa entre la

universidad y los frailes. El conflicto, en su origen una disputa entre la universidad y las

autoridades civiles, surgió tras un incidente con la guardia de la ciudad que resultó en un

estudiante muerto y otros tres heridos. La universidad, celosa de su autonomía, exigía

una satisfacción que le fue negada. Los doctores cerraron sus facultades, juraron

solemnemente que no las abrirían hasta ver satisfechas sus demandas y decretaron que

en futuro a nadie se le conferiría el título de doctor a menos que jurase seguir la misma

línea de conducta en circunstancias similares. Los Dominicos y Franciscanos, que

habían seguido enseñando en sus escuelas se negaron a hacer el juramento exigido, y de

aquí surgió un amargo conflicto que estaba en su punto álgido

Cuando Santo Tomás y San Buenaventura estaban preparados para recibir sus

doctorados. Guillermo de San Amour extendió la disputa más allá del tema original,

atacó violentamente a los Frailes, de los que estaba evidentemente celoso, y les negó su

derecho a ocupar cátedras en la universidad. Contra su libro "De periculis novissimorum

temporum" (Los peligros de los Últimos Tiempos) Santo Tomás escribió el tratado

20
"Contra impugnantes religionem", una apología de las órdenes religiosas. Se licenció en

teología en París, en 1256, regresando a Italia donde se dedicó a la enseñanza. Sus

primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos

años más tarde. El libro de Guillermo de San Amour fue condenado por Alejandro IV

en Anagni, el 5 de octubre de 1256 y el Papa ordenó que los frailes mendicantes fueran

admitidos al doctorado.

Por estas fechas, Santo Tomás también combatió un libro peligroso, "El

Evangelio Eterno". Las autoridades universitarias no obedecieron inmediatamente;

fueron necesarias la influencia de San Luis IX y once Breves papales para lograr de

nuevo la paz. Santo Tomás recibió su doctorado en teología. La fecha que dan la

mayoría de sus biógrafos es la del 23 de octubre de 1257. Su tema fue "La Majestad de

Cristo". Su texto, "Él riega los montes desde sus aposentos: del fruto de sus obras se

sacia la tierra" sugerido, según se cree, por un visitante celeste, fue profético de su vida

futura. La tradición cuenta que San Buenaventura y Santo Tomás recibieron el

doctorado el mismo día y que hubo una "lucha" de humildad entre los dos amigos para

ver quién sería nombrado primero. El papa Alejandro IV le llamó a Roma en 1259,

donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal, por siete años recorre el país

predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para

jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.

Regresó a París en 1268, y enseguida llegó a implicarse en una controversia

con el filósofo francés Siger de Brabante y otros seguidores del filósofo islámico

Averroes.

Su primera obra importante fue “Scriptum super quatuor libris Sententiarum

Magistri Petri Lombardi" (escrita aproximada- mente entre 1254 y 1259), que consiste

21
en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia,

“Sententiarum libri quatuor” (Cuatro libros de setencias) del teólogo italiano Pedro

Lombardo. En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra

portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y

doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo

que se haya escrito en la Iglesia Católica. En Italia la gente se agolpaba para escucharle

con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar

acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la

Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.

El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del

Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pangelingua y el Tantumergo y

varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo

Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras

oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventura fue

rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más

hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la

Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: "Tomás, has hablado bien de

Mi. ¿Qué quieres a cambio?". Y el santo le respondió: "Señor: lo único que yo quiero es

amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".

El papa Urbano IV le adjudicó la reorganización en Roma de las enseñanzas de

los dominicos, volviendo a París en 1269 para enseñar en su Universidad. Consiguió ser

admitido en el plantel de profesores de la Universidad parisina, pese al rechazo

suscitado hacia los profesores de las Ordenes mendicantes, junto a San Buenaventura.

Regresó a Nápoles en 1273.

22
No sorprende leer en las biografías de Santo Tomás que frecuentemente se

abstraía y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su vida estos momentos de éxtasis se

sucedían con mayor frecuencia. Una vez en Nápoles, en 1273, tras completar su

tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron levitar en éxtasis, y oyeron una

voz que venía del crucifijo del altar que decía: "Has escrito bien de mí, Tomás, que

recompensa deseas?". Tomás respondió, "Nada más que a ti, Señor". Se dice que esto

se repitió en Orvieto y París.

Y el 6 de diciembre de 1273, dejó su pluma y no escribió más. Ese día,

durante la Misa, experimentó un éxtasis de mucha mayor duración que la

acostumbrada; sobre lo que le fue revelado sólo podemos conjeturar por su respuesta

al Padre Reinaldo, que le animaba a continuar sus escritos: "No puedo hacer más. Se

me han revelado tales secretos que todo lo que he escrito hasta ahora parece que no

vale para nada". La Summa Theologica había sido terminada solo hasta la pregunta

90 de la tercera parte.

Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial,

y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la

causa por la cual ya no escribía más, exclamó: "Es que, comparando con lo que vi en

aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa".

2.5. Últimos años

Tomás comenzó su preparación inmediata para la muerte. Gregorio X, habiendo

convocado un concilio general a celebrar en Lyon el primero de mayo de 1274, invitó a

Santo Tomás y San Buenaventura a participar en las deliberaciones, ordenó al primero

traer al concilio su tratado "Contra errores Graecorum" (Contra los Errores de los

23
Griegos). Intentó obedecer y salió a pie en enero de 1274.

Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te

recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma.

Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la

Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente". Murió el 7 de marzo de

1274 a la edad de 49 años.

Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos

fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se

celebra en este día su fiesta. Ojalá repitamos frecuentemente aquella oración bíblica

que Santo Tomás le decía al Señor, para pedirle el don de la Sabiduría. Dice así: "Oh

Dios misericordioso: envíame la Sabiduría que asiste junto a Ti. Mira que soy un ser

débil, demasiado pequeño para lograr conocer qué es lo que más te agrada a Ti. Sin la

sabiduría que procede de Ti, no seré estimado en nada. Contigo está la sabiduría que

te asistió cuando creabas el mundo, la sabiduría que nos enseña qué es lo más grato a

tus ojos y lo que más nos conviene hacer. Envíame tu sabiduría desde el cielo para

que me asista en mis trabajos y me ilumine qué es lo que más te agrada en cada

momento. Que ella me guíe prudentemente en todas mis obras" Amén.

La magnífica capilla erigida en 1628 fue destruida durante la revolución

francesa y su cuerpo trasladado a la iglesia de San Sernin, donde reposa hasta el día

de hoy en un sarcófago de oro y plata, que fue solemnemente bendecido por el

Cardenal Desprez el 24 de julio de 1878. El hueso mayor de su brazo izquierdo se

conserva en la catedral de Nápoles. El brazo derecho, donado a la Universidad de

24
París y original- mente conservado en la Capilla de Santo Tomás de la iglesia

Dominicana, se guarda actualmente en la iglesia Dominicana de Santa María sopra

Minerva en Roma a donde llegó tras la revolución francesa.

Calo dio una descripción de la apariencia del santo: dice que sus rasgos se

correspondían con la grandeza de su alma. Era alto y corpulento, erguido y bien

proporcionado. Su tez era "como el color del trigo nuevo": su cabeza era grande y

bien formada y era algo calvo. Todos los retratos lo representan con porte noble,

meditativo, dulce y a la vez fuerte. San Pío V proclamó a Santo Tomás Doctor de la

Iglesia en 1567. En la Encíclica "Aeterni Patris" del 4 de agosto de 1879 sobre la

restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró "príncipe y maestro de

todos los doctores escolásticos". El mismo ilustre pontífice, mediante una Breve del 4

de agosto de 1880, le designó patrono de todas las universidades, academias y

escuelas católicas de todo el mundo.

Trabajos de Tomás de Aquino

La obra de Tomás de Aquino es extraordinaria, tanto en número como en

profundidad filosófica y teología. Se ha dicho que muy pocos filósofos o teólogos han

logrado escribir esa cantidad de trabajos, de tan alta calidad, en el periodo de tiempo

que utilizo Aquino: un poco menos de tres décadas.

2.6. Obras de santo tomas de Aquino

 Obras escritas o iniciadas durante su estancia en París (1252-1259):

25
o "De ente et essentia". (Sobre el ente y la esencia) .Escrito en París antes de ser

maestro en Teología, o sea, antes de marzo de 1256. Una pequeña obra fundamental

para conocer la teoría del ser de Sto. Tomás.

o "De principiis naturae". (Sobre los principios de la naturaleza). Consideraciones sobre

la naturaleza basadas en los libros I y II de la Física de Aristóteles.

o "De Veritate". (Cuestión disputada sobre la verdad).

o "Suma Contra Gentiles". (Comenzada en París)

 Obras escritas durante su estancia en Italia entre los años 1259-1268:

o "De Potentia". Cuestión disputada sobre la potencia. (Comenzada en Roma).

o "De Malo". Cuestiones disputadas sobre el mal. (Roma).

o Comienza la "Suma Teológica".

o "De Spiritualibus Creaturis". (Sobre las criaturas espirituales).

o "Sententia super De Anima". (Comentario al "De Anima" de Aristóteles).

 Obras escritas en París, entre los años 1269-1272:

o "Sententia libri Politicorum". (Comentario a la "Política" de Aristóteles).

o "Sententia super Metaphysicam". (Comentario a la "Metafísica" de Aristóteles).

o "Sententia super Meteora". (Comentario a los "Meteoros" de Aristóteles".

o De unitate intellectus contra Averroistas". (Sobre la unidad del intelecto contra los

averroístas).

o "Quodlibet" 3, 4, 5, 6 y 12.

o "Sententia super Physicam". (Comentario a la "Física" de Aristóteles).

o "Sententia super Peri hermenias". (Comentario a la obra de Aristóteles "Sobre la

26
interpretación").

o "Sententia libri Ethicorum". (Comentario a la "Ética Nicomáquea" de Aristóteles).

o "De aeternitate mundi contra murmurantes". (Sobre la eternidad del mundo contra los

murmurantes).

o "Epistola ad comitissam Flandriae (de regimine judaeorum)". (Sobre cómo los

príncipes cristianos deben tratar a los judíos).

o "De sortibus". (Sobre el azar).

o "De substantiis separatis (o De angelis)". (Acerca de las sustancias separadas, o

Acerca de los ángeles).

o Comienza la 3ª Pars de la Suma Teológica.

 Obras escritas en Nápoles entre los años 1272-1274:

o Santo Tomás escribe la parte restante de la 3ª Pars de la Suma teológica.

o "Sententia de caelo et mundo". (Comentario al "De Caelo et Mundo" de Aristóteles).

o "Sententia super libros De generatione et corruptio- ne". (Comentario al "De

generatione et corruptione" de Aristóteles).

27
CAPÍTULO III

Filosofía de santo Tomas de Aquino

10
3.1. Razón y fe

La relación del cristianismo con la filosofía viene determinada, ya desde sus inicios, por el

predominio de la fe sobre la razón. Esta actitud queda reflejada en el "Credo ut intelligam" de San

Agustín, tributario en este aspecto del "Credo quia absurdum est" de Tertuliano, y que se transmitirá a lo

largo de toda la tradición filosófica hasta Santo Tomás de Aquino, quien replanteará la relación entre la fe

y la razón, dotando a ésta de una mayor autonomía.

No obstante, también santo Tomás será, en este sentido, deudor de la tradición filosófica cristiana,

de carácter fundamentalmente agustiniano, aceptando el predominio de lo teológico sobre cualquier otra

cuestión filosófica, así como los elementos de la fe que deben ser considerados como imprescindibles en

la reflexión filosófica cristiana: el creacionismo, la inmortalidad del alma, las verdades reveladas de la

Biblia y los evangelios, y otros no menos importantes que derivan de ellos, como la concepción de una

historia lineal y trascendente, en oposición a la concepción cíclica de la temporalidad típica del

pensamiento clásico.

Sin embargo, esa relación de dependencia de la razón con respecto a la fe será modificada

sustancialmente por santo Tomás de Aquino. A lo largo del siglo trece, el desarrollo de la averroísmo

latino había insistido, entre otras, en la teoría de la "doble verdad", según la cual habría una verdad para

la teología y una verdad para la filosofía, independientes una de otra, y cada una con su propio ámbito de

aplicación y de conocimiento. La verdad de la razón puede coincidir con la verdad de la fe, o no. En todo

caso, siendo independientes, no debe interferir una en el terreno de la otra. Santo Tomás rechazará esta

teoría, insistiendo en la existencia de una única verdad, que puede ser conocida desde la razón y desde la

fe.

Sin embargo, reconoce la particularidad y la independencia de esos dos campos, por lo que cada

una de ellas tendrá su objeto y método propio de conocimiento. La filosofía se ocupará del conocimiento

de las verdades naturales, que pueden ser alcanzadas por la luz natural de la razón; y la teología se

ocupará del conocimiento de las verdades reveladas, de las verdades que sólo puede ser conocidas

11
mediante la luz de la revelación divina. Ello supone una modificación sustancial de la concepción

tradicional (agustiniana) de las relaciones entre la razón y la fe. La filosofía, el ámbito propio de

aplicación de la razón deja, en cierto sentido, de ser la "sierva" de la teología, al reconocerle un objeto y

un método propio de conocimiento. No obstante, santo Tomás acepta la existencia de un terreno "común"

a la filosofía y a la teología, que vendría representado por los llamados "preámbulos" de la fe (la

existencia y unidad de Dios, por ejemplo). En ese terreno, la filosofía seguiría siendo un auxiliar útil a la

teología y, en ese sentido, Sto. Tomás se refiere a ella todavía como la "criada" de la teología.

Pero, estrictamente hablando, la posición de santo Tomás supondrá el fin de la sumisión de lo

filosófico a lo teológico. Esta distinción e independencia entre ellas se irá aceptando en los siglos

posteriores, en el mismo seno de la Escolástica, constituyéndose en uno de los elementos fundamentales

para comprender el surgimiento de la filosofía moderna

3.2. Teoría Del Conocimiento

La explicación del conocimiento

Sto. Tomás no se ocupó específicamente de desarrollar una teoría del conocimiento, del modo en

que se ocuparán de ello los filósofos modernos. Al igual que para la filosofía clásica, el problema del

conocimiento se suscita en relación a otros problemas en el curso de los cuales es necesario aclarar en qué

consiste conocer. En el caso de santo Tomás esos problemas serán fundamentalmente teológicos y

psicológicos. No obstante, la importancia que adquirirá el estudio del conocimiento en la filosofía

moderna hace aconsejable que le dediquemos un espacio aparte.

Todo nuestro conocimiento comienza con los sentidos; siguiendo la posición aristotélica al

respecto, santo Tomás, habiendo rechazado las Ideas o formas separadas, estará de acuerdo con los

planteamientos fundamentales del estagirita. El alma, al nacer el hombre, es una "tabula rasa" en la que

no hay contenidos impresos. Los objetos del conocimiento suscitan la actividad de los órganos de los

sentidos, sobre los que actúan, produciendo la sensación, que es un acto del compuesto humano, del alma

12
y del cuerpo, y no sólo del alma como pensaba Platón. Para que haya conocimiento es necesario, pues, la

acción conjunta de ambos, por lo que la posibilidad de una intuición intelectual pura, que ponga

directamente en relación el intelecto y el objeto conocido, queda descartada.

Santo Tomás seguirá la explicación del conocimiento ofrecida por Aristóteles. El objeto propio

reconocimiento intelectivo es la forma, lo universal; pero esa forma sólo puede ser captada en la

sustancia. Por lo tanto, es necesaria que la sustancia, la entidad concreta e individual, sea captada

mediante los sentidos, para poder ofrecer al entendimiento su objeto propio de conocimiento. Esta

actividad primaria es realizada por los sentidos, quienes, en colaboración con la imaginación y la

memoria, producen una imagen sensible ("phantasma") de la sustancia, que sigue siendo una imagen

concreta y particular; sobre esa imagen actuará el entendimiento agente, dirigiéndose a ella para abstraer

la forma o lo universal, la "especie inteligible", produciendo en el entendimiento paciente la "species

impressa" quien, a su vez, como reacción producirá la "species expressa", que es el concepto universal

o "verbum mentis". El proceso de abstracción consiste, pues, en separar intelectualmente lo universal, que

sólo puede ser conocido de esta manera. La consecuencia es la necesidad de tomar como punto de partida

la experiencia sensible en todo conocimiento. También en el conocimiento de las cosas divinas, por lo

que Sto. Tomás adoptará el método "a posteriori" en su demostración de la existencia de Dios a través de

las cinco vías.

Al igual que para Aristóteles, pues, el objeto del verdadero conocimiento es la forma, lo universal,

y no lo particular: de la sustancia concreta: conocemos la forma, no la materia, que en cuanto materia

prima resulta también incognoscible. Por lo demás, aunque el punto de partida del conocimiento sea lo

sensible, lo corpóreo, su objeto propio es la forma, lo inmaterial. ¿Qué ocurre entonces con aquellas

sustancias no materiales? Para Sto. Tomás está claro: no es posible tener en esta vida un conocimiento

directo de ellas (los ángeles y Dios). El conocimiento de estas sustancias sólo se puede obtener por

analogía, en la medida en que podamos tener un conocimiento de los principios y de las causas del ser.

13
3.3. Metafísica Tomista

La metafísica tomista. Los elementos aristotélicos

La "Suma Teológica" se considera la obra cumbre de santo Tomás, quien comienza en ella su

discurso planteando el problema teológico de la existencia de Dios, pasando a continuación al tratamiento

de otras cuestiones de carácter teológico y, posteriormente, al estudio del ser creado. Es una buena prueba

del valor de la reflexión teológica en el conjunto del pensamiento tomista. No obstante, la demostración

de la existencia de Dios y otras cuestiones teológicas están sometidas a determinados presupuestos

metafísicos que es necesario conocer y que constituyen el punto de partida de su filosofía. La mayor parte

de la metafísica tomista procede de Aristóteles, aunque también hay elementos procedentes del

platonismo agustiniano y de la filosofía árabe, como veremos a continuación.

Al igual que para Aristóteles, para Sto. Tomás la metafísica es la ciencia del "ente en cuanto ente"

y, como tal, la ciencia de las primeras causas y principios del ser. Al igual que Aristóteles aceptará, pues,

la teoría de las cuatro causas, la teoría de la sustancia y la teoría del acto y la potencia. Pero la necesidad

de conciliar el aristotelismo con el cristianismo le llevará a introducir una nueva estructura metafísica,

utilizada ya por Avicena: la de la distinción entre esencia y existencia. Además, recurrirá a las teorías

platónicas de la participación, de la causalidad ejemplar y de los grados del ser.

La teoría de las cuatro causas

En el libro I de la Metafísica, luego de haber identificado el verdadero saber con el conocimiento

de las causas del ser, Aristóteles nos presentaba las cuatro causas de las que ya nos había hablado en la

Física. Santo Tomás de Aquino aceptará y adoptará la formulación aristotélica de la teoría de las cuatro

14
causas: la causa material, aquello de que está hecha una cosa; la causa formal, lo que es una cosa; la causa

eficiente, el agente que la produce; y la causa final, el para qué de una cosa.

La teoría de la sustancia

Igualmente la sustancia es identificada con la entidad concreta y particular, constituida por un

compuesto indisoluble de materia y forma. En cuanto tal, es el modo privilegiado de ser, el sujeto en el

que inhieren los accidentes, las formas de ser que no son sujeto sino que se dan en un sujeto. Acepta, por

lo tanto, la misma ordenación de las categorías accidentales que Aristóteles: cantidad, cualidad, relación,

lugar, tiempo, posición, estado, acción y pasión. ¿Es posible la existencia de sustancias que no estén

compuestas de materia y forma? Ha de serlo, si se pretende conciliar la filosofía aristotélica con la

revelación, que se refiere, al menos, a dos de ellas: los ángeles y Dios. Pero será preciso recurrir a otros

elementos metafísicos no aristotélicos, como veremos posteriormente, para poder explicar su posibilidad.

La teoría del acto y la potencia

También con Aristóteles compartirá la distinción entre ser en acto y ser en potencia. Por ser en

acto se refiere, con Aristóteles , a la sustancia tal como en un momento determinado se nos presenta y la

conocemos; por ser en potencia entiende el conjunto de capacidades o posibilidades de la sustancia para

llegar a ser algo distinto de lo que actualmente es. Un niño tiene la capacidad de ser hombre: es, por lo

tanto, un niño en acto, pero un hombre en potencia. Es decir, no es un hombre, pero puede llegar a serlo.

Junto con las dos teorías anteriormente citadas dispone santo Tomás de todas las estructuras metafísicas

necesarias para dar cuenta de la realidad física, del mundo, pero no de Dios, por lo que se verá forzado a

recurrir a una nueva estructura metafísica de procedencia no aristotélica: la de esencia y existencia.

Metafísica. La teoría de la esencia y la existencia

Claustro de la abadía de Fontenay, de la orden cisterciense, en Bourgogne, Francia, construida en

1118 por San Bernardo

La metafísica aristotélica conduce a una interpretación del mundo difícilmente conciliable con el

cristianismo: el mundo es eterno y está compuesto de una multiplicidad de sustancias que, en cuanto
15
tales, tienen la misma entidad. ¿Cómo conciliar la eternidad del mundo con la creación? ¿Cómo conciliar

la identificación del ser con la sustancia con la afirmación de que hay una sustancia suprema, y

radicalmente distinta de todas las demás? La distinción que ya había establecido Avicena entre la esencia

y la existencia será la respuesta que buscará santo Tomás: además de las estructuras anteriormente

citadas, y basada especialmente en la teoría del acto y la potencia, habrá que distinguir en cada sustancia

la esencia de la existencia. La esencia está respecto a la existencia como la potencia respecto del acto. Lo

que una cosa es, su esencia, puede ser comprendido independientemente de que esa cosa exista o no; e

independientemente de su existencia o no, la esencia se mantiene inalterable siendo lo que es.

Por ejemplo, comprendemos lo que es un hombre independientemente de que existan o no

hombres, y lo mismo con cualquier otra sustancia. La esencia sería, pues, una cierta forma de ser en

potencia: para existir tendría que ser actualizada por otra entidad que le diese la existencia, ya que nada

puede ser causa de su propia existencia. Por lo tanto, todas las cosas que existen son un compuesto de

esencia y existencia. En ese sentido son contingentes, es decir no tienen en sí mismas la necesidad de

existir, pueden existir o no existir. ¿De dónde les viene, pues, la existencia? Ha de proceder de otras

sustancias que exista eminentemente, es decir, de una sustancia cuya esencia consista en existir y sea, por

lo tanto, un ser necesario: Dios. Se establece así una distinción o jerarquía entre los seres: los

contingentes, los que recibe su existencia; y el ser necesario, aquel en que la esencia y la existencia se

identifican.

Todo aquello que no está incluido en el "concepto" de una esencia debe llegarle del exterior y

adaptarse a ella, ya que una esencia no puede ser concebida sin sus partes esenciales. Por tanto, toda

esencia o "quiddidad" puede ser captada por la razón sin que la existencia lo sea igualmente. Yo puedo

comprender lo que es un hombre o un fénix e ignorar si uno u otro existen en la naturaleza de las cosas.

Está claro que la existencia es algo muy distinto de la esencia. [...] Luego todo lo que conviene a una

cosa, o se deriva de los principios de su naturaleza (como la capacidad de reír en el hombre), o bien
16
proviene de un principio extrínseco, como la luminosidad de la atmósfera depende del sol. Es imposible

que la existencia de una cosa proceda de su naturaleza o de su forma, es decir, proceda a título de causa

eficiente. En ese caso, una cosa se convertiría en su propia causa, se produciría a sí misma, lo cual es

imposible. Es necesario que toda realidad, en la que la existencia es distinta de la esencia, haya recibido

de otro esta existencia."("De ente et essentia, c.5)

La concepción de la esencia se modifica con respecto a la concepción aristotélica: para Aristóteles

la esencia venía representada exclusivamente por la forma; para Sto. Tomás la esencia de los seres

contingentes comprende también la materia, y la esencia de los seres espirituales se identifica

exclusivamente con la forma, ya que carecen de materia. Se establece pues una separación radical entre

Dios y el mundo, haciendo del mundo una realidad contingente, es decir, no necesaria, y que debe su

existencia a Dios, único ser necesario. Por lo demás, en la medida en que la existencia representa el acto

de ser se establece una primacía de ésta sobre la esencia. Esta identificación del ser con la existencia le

permitirá a Sto. Tomás hablar de seres constituidos por formas puras, como los ángeles y Dios,

distinguiéndose en que los ángeles reciben también la existencia de Dios. Le es posible, entonces, admitir

sustancias inmateriales, lo que desde una posición estrictamente aristotélica resultaría difícilmente

sostenible.

Los elementos platónicos de la metafísica tomista

La distinción entre la esencia y la existencia podría bastar para dar una explicación jerárquica de

la realidad, partiendo de Dios como ser necesario. Sin embargo santo Tomás recurre a la teoría

neoplatónica de los grados del ser, estableciendo una jerarquía que va de los seres inanimados a Dios,

pasando por los seres vegetativos, los sensitivos y los racionales, en el mundo material, y por los ángeles

en las esferas celestes.

Recurre también a las teorías platónicas de la participación y la causalidad ejemplar: los seres

contingentes reciben la existencia de Dios, por lo que su existencia participa de alguna manera de la

existencia de Dios, el único ser necesario, lo que conduce a Sto. Tomás a similares dificultades a las que

17
la teoría de la participación había conducido a Platón, aunque ahora en un plano más estrictamente

teológico.

La consideración de Dios como causa ejemplar, teorizada por San Agustín, según la cual las Ideas

de todas las cosas están en la mente de Dios, es parcialmente aceptada por santo Tomás, a través de su

interpretación "analógica" del ser. En la medida en que todas las sustancias reciben la existencia de Dios,

el ser no les pertenece propiamente sino que lo tienen por analogía con Dios; y lo mismo ocurre con las

demás perfecciones.

3.4. Teología Tomista

La tradición teológica y el tomismo

Santo Tomás se encontrará con un relativamente amplio desarrollo del pensamiento filosófico

(aún al servicio de la fe) y con una nueva explicación de la realidad (el aristotelismo) que se había

desarrollado en Europa recientemente y era conocida como "averroísmo latino". Hasta entonces la

filosofía occidental se había mantenido en el marco de la tradición platónica, en un intento continuado de

fusión del platonismo con el cristianismo, mediatizado por la versión dada ya por San Agustín. Santo

Tomás romperá parcialmente con dicha tradición adoptando el aristotelismo como base de su

pensamiento filosófico.

Romperá también con la tradición al adoptar una nueva postura respecto a las relaciones entre

razón y fe. La filosofía no será concebida ya como la simple "criada de la teología". Es cierto que la

verdad es una, pero para Sto. Tomás no es menos cierto que la razón tiene su propio ámbito de aplicación,

autónomo, dentro de esa verdad única, al igual que ocurre con la fe. Y, cada una en su dominio, es

soberana. Establece, pues, una distinción clara entre razón y fe, entre filosofía (dominio de la razón) y

teología (dominio de la fe) tanto en virtud de su método, como por su objeto de estudio y su ámbito de

aplicación. Pero tampoco excluye la colaboración entre ambas, y aún una cierta sumisión de la razón a la

18
fe en las cuestiones en que la razón no pueda definirse.

Así, tanto la adopción del aristotelismo como su concepción de la naturaleza de la relación entre

razón y fe, conducirán a Sto. Tomás al desarrollo del "realismo filosófico", replanteando de un modo

radicalmente nuevo numerosas cuestiones que hasta entonces se habían considerado ya decididas.

La existencia de Dios

Por lo que respecta la existencia de Dios Sto Tomás afirma taxativamente que no es una verdad

evidente para la naturaleza humana, (para la razón,) por lo que, quienes la afirmen, deberán probarla. La

existencia de Dios, nos dice, es evidente considerada en sí misma, pero no considerada respecto al

hombre y su razón finita y limitada. Tanto es así que ni siquiera las diversas culturas o civilizaciones

tienen la misma idea de Dios (judaísmo, islamismo, cristianismo, politeísmo...) e, incluso, ni siquiera

todos los hombres pertenecientes a la misma cultura poseen la misma idea de Dios. Y esto es un hecho

ante el que no cabe discusión. Con ello pretende recalcar tanto la importancia del tema como la

legitimidad de solicitar una garantía de la razón, independientemente de lo que afirme la fe. Si la

existencia de Dios no es una verdad evidente para nosotros es necesario, pues, que sea demostrada de un

modo evidente para la razón, de un modo racional, en el que no intervengan elementos de la Revelación o

de la fe.

Pero ¿Qué tipo de demostración hemos de elegir? No podemos partir de la idea de Dios, ya que

eso es precisamente lo que se trata de demostrar, lo que se trata de conocer. Tampoco podemos recurrir a

la demostración "a priori ", puesto que esta demostración parte del conocimiento de la causa, y de él llega

al conocimiento del efecto: pero Dios no tiene causa. Sólo nos queda, pues, partir del conocimiento que

proporciona la experiencia humana, de los seres que conocemos, tomados como efectos, y remontarnos, a

través de ellos, a su causa, es decir, argumentando " a posteriori ".

Siendo tal la posición de Sto. Tomás comprendemos por qué criticará duramente el argumento
19
ontológico y rechazará su validez. El argumento anselmiano toma como punto de partida la idea de Dios

como ser perfecto, pero tal idea, dice Sto. Tomás, procede de la creencia, de la fe, y no tiene por qué ser

aceptada por un no creyente. Pero además, el argumento de San Anselmo contiene un paso ilegítimo de lo

ideal a lo real: pensar algo como existente no quiere decir que exista en la realidad. La existencia pensada

no tiene más realidad que la de ser pensada, la de estar como tal en nuestro entendimiento, pero no fuera

de él. Para Sto. Tomás la existencia sólo puede ser alcanzada si partimos de la existencia y argumentamos

a partir de ella. Y la única existencia indudable para nosotros es la existencia sensible. Por ello

desarrollará sus cinco pruebas de la existencia de Dios a partir siempre de la experiencia sensible, la

primera pero no la única forma de experiencia que el hombre conoce

Las cinco vías de la demostración de la existencia de Dios

En la "Suma Teológica", primera parte, capítulos 2 y 3, encontramos formuladas las cinco pruebas

tomistas de la demostración de la existencia de Dios, (conocidas como las "cinco vías"), que se exponen a

continuación:

Primera vía

Movimiento: nos consta por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero todo lo

que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible hemos de admitir la

existencia de un primer motor no movido por otro, inmóvil. Y ese primer motor inmóvil es Dios.

La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los

sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro,

ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En

cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al

acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el

fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es

posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a
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cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia

es, a la vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil,

como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro.

Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro. Mas

no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría

motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben

del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario

llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.

Segunda vía

Eficiencia: nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí mismas, ya

que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Además, tampoco

podemos admitir una serie infinita de causas eficiente, por lo que tiene que existir una primera causa

eficiente incausada. Y esa causa incausada es Dios.

La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un

orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues

en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar

indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas,

la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida

una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni

la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente

primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por

consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.

Tercera vía

Contingencia: hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son necesarios; si
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todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo que deben tener su causa,

pues, en un primer ser necesario , ya que una serie causal infinita de seres contingentes es imposible. Y

este ser necesario es Dios.

La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así.

Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres

que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es

imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser

hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en

que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no

existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue

imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa

evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos

forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad

en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al

tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo

que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de

la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.

Cuarta vía

Grados de perfección: observamos distintos grados de perfección en los seres de este mundo

(bondad, belleza,...) Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la

comparación, un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y ese ser supremo es Dios.

La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que

unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas

cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas Según su diversa proximidad a lo máximo, y

por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo
22
que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que

es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que

en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente,

según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su

bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios.

Quinta vía

Finalidad: observamos que seres inorgánicos actúan con un fin; pero al carecer de conocimiento e

inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser inteligente. Luego debe haber un ser

sumamente inteligente que ordena todas las cosas naturales dirigiéndolas a su fin . Y ese ser inteligente es

Dios.

La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de

conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que

siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se

comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de

conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el

arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya

éste llamamos Dios.

La teología de la creación

Respecto al tema de la creación Sto. Tomás, a pesar de la raíz aristotélica de su pensamiento,

seguirá la tradición agustiniana, conciliándola con su explicación de la estructura metafísica

esencia/existencia. Según ella todos los seres se compones de esencia y existencia, excepto Dios, en quien

la esencia se identifica con la existencia. Sólo Dios, por lo tanto, es un ser necesario, pues sólo él debe su

existencia a su propia esencia: su esencia es existir. Los demás seres reciben la existencia del ser

necesario, ya se trate de seres materiales o inmateriales.

23
Al igual que el resto de los filósofos medievales tributarios de la tradición cristiana Santo Tomás

afirmará la creación "ex nihilo", es decir, la creación del mundo mediante un acto de Dios totalmente

libre, radical y originario. La nada no representa una materia informe preexistente, sino la inexistencia

absoluta; y no puede tomarse como la causa de la creación, pues ésta es sólo obra de Dios. El mundo

tampoco es creado por "emanación" necesaria de la naturaleza divina (Plotino): Dios no está sujeto a

ninguna necesidad, sino que crea libremente.

Cuando decimos que por la creación alguna cosa ha sido hecha de la nada, esta preposición "de"

no designa ninguna causa material, sino que señala solamente un orden, como cuando se dice: de la

mañana nace el mediodía, lo cual significa que tras la mañana llega el mediodía. Es necesario, sin

embargo, suponer que esta preposición "de" puede envolver en su significación la negación que expresa

la palabra "nada" o, por el contrario, estar incluida en ella. En el primer caso, el orden sigue afirmado

(pero sólo desde el punto de vista del lenguaje y de sus deficiencias), y se señala el orden de sucesión

(puramente imaginario) entre aquello que es y el no-ser anterior. Si, por el contrario, la negación incluye

la preposición, entonces el orden es negado y el significado es el siguiente: tal cosa está hecha de nada, es

decir, no está hecha de ninguna cosa; como si dijéramos que ese hombre habla de nada, para expresar que

no hay tema en su discurso. Estos dos sentidos se identifican cuando decimos que por la creación una

cosa cualquiera está hecha de la nada. En el primer sentido, esta preposición "de" señala un orden de

sucesión; en el segundo se trata de una relación con una causa material, y esta relación es negada. (Suma

Teológica, l, 45, 1.)

El mundo podría no haber sido creado, o haber sido creado de otro modo, tal como había

defendido ya San Agustín, admitiendo incluso la creación de un mundo que a nosotros pudiera parecernos

absurdo y en el que 2 y 2 fueran 5. Por lo demás, en cuanto a saber si la creación ha tenido lugar en el

tiempo Sto. Tomás afirma que la razón no puede zanjar esa cuestión, ya que tanto la tesis como la

antítesis son indemostrables para la razón. Se adhiere, por ello, a lo que manifiesta la Revelación: que la

creación tuvo lugar en el tiempo.

24
Por último, en cuanto al problema del mal en el mundo, afirma que Dios lo ha permitido (tanto el

físico como el moral) para obtener un beneficio mayor: la libertad de la voluntad y el perfeccionamiento

del mundo.

3.5. Antropología y psicología

La antropología y la psicología de Tomás de Aquino

También la concepción del ser humano en Sto. Tomás está basada en la concepción aristotélica. Pero, al

igual que ocurre con los otros aspectos de su pensamiento, ha de ser conciliada con las creencias básica

del cristianismo: la inmortalidad del alma y la creación. El ser humano es un compuesto sustancial de

alma y cuerpo, representando el alma la forma y el cuerpo la materia de dicha sustancia. Frente a la

afirmación de algunos de sus predecesores de que existen en el ser humano varias formas sustanciales,

como la vegetativa y la sensitiva, Sto. Tomás afirma la unidad hilemórfica del ser humano, que constituye

una unidad en la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que informa inmediata y

directamente a la materia prima constituyendo el compuesto "hombre".

Del mismo modo que Aristóteles había concebido la existencia de una sola alma en el ser humano, que

engloba las funciones vegetativa y sensitiva, santo Tomás afirma que esa única alma es la que regula

todas las funciones del "hombre" y determina su corporeidad.

Es evidente, por otra parte, que lo primero por que el cuerpo vive es el alma, y como la vida se manifiesta

por operaciones diversas en los diversos grados de los seres vivientes, aquello por lo que primariamente

ejercemos cada una de estas funciones vitales es el alma. Ella es, en efecto, lo primero que nos hace

nutrirnos y sentir y movernos localmente, como también entender. Este primer principio de nuestro

entendimiento, llámasele entendimiento o alma intelectiva, es, por lo tanto, la forma del cuerpo, y esta

demostración es de Aristóteles en el tratado Del alma, lib. 2, tex. 24. (Suma Teológica, I, C. 76, a. 1)
25
El alma se sigue concibiendo, pues, como principio vital y como principio de conocimiento, pero se

rechaza la interpretación platónica de la relación entre el alma y el cuerpo, en el sentido de que Platón

había atribuido al alma, y no al ser humano, esas funciones vitales y cognoscitivas, mientras que la

interpretación hilemórfica de santo Tomás le llevará a atribuir esas funciones al "hombre": es el ser

humano, el individuo, el que vive y conoce, el que razona y entiende, el que imagina y siente. Todo ello

es imposible sin tener un cuerpo, por lo que éste ha de pertenecer al "hombre" con el mismo derecho que

le pertenece el alma.

La relación del alma y el cuerpo es una relación natural, no una situación forzada y antinatural, según la

cual estaría el alma en el cuerpo como el prisionero en la celda. No se puede interpretar la

interdependencia entre la alma y el cuerpo como un castigo para el alma, en contra de lo que los

neoplatónicos afirmaban , y que dio pie al desarrollo de algunas herejías basadas o inspiradas en el

gnosticismo, como la de los cátaros.

No obstante, dada la necesidad de explicar la inmortalidad del alma, santo Tomás afirmará que en ella

existe ciertas facultades que le pertenecen como tal, y que no dependen para nada de su relación con el

cuerpo. Otras pertenecen al compuesto "hombre" y no pueden ser ejercidas, por lo tanto, sin el cuerpo.

Por supuesto, la intelección es una facultad que le pertenece al alma incluso en su estado de separación

del cuerpo, en cuanto tiene como objeto de conocimiento no los cuerpos, sino el ser. La facultad de su

potencia del alma puede ser clasificadas en tres grupos jerárquicamente relacionados: las facultades o

potencias vegetativas, las sensitivas y en las racionales.

Tenemos, pues, una clasificación similar a la aristotélica. No se trata de tres tipos de alma, sino de tres

facultades o potencias de la misma alma racional. En sus funciones vegetativas el alma se ocupa de todo

lo relacionado con la nutrición y el crecimiento. En sus funciones sensitivas el alma regula todo lo

relacionado con el funcionamiento de los sentidos externos, así como la imaginación y la memoria,

actividades que se corresponde en las funciones del alma vegetativo de los animales. En sus funciones
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racionales santo Tomás distingue como facultades propias del alma el entendimiento (agente y paciente)

y la voluntad, con la que trata de explicar el deseo intelectual, quedando el sensitivo explicado por las

funciones sensitivas del alma. A pesar de que todas ellas proceden de la misma alma racional, se pueden

distinguir "realmente" entre sí, dado que tienden a aplicarse a distintos objetos (para Sto. Tomás, la

definición de una facultad o de la ciencia viene dada por el objeto al que se aplica, su objeto formal).

Quizá la novedad más significativa con respecto a Aristóteles sea el tratamiento que hace santo Tomás de

la voluntad. Por su misma naturaleza es la voluntad está orientada al bien en general, es decir, la

felicidad, la beatitud. ¿Quiere eso decir que el "hombre" está inevitablemente determinado en su

comportamiento? No, dice Sto. Tomás, ya que el "hombre" dispone del libre albedrío para elegir su

conducta. El libre albedrío no es algo distinto de la voluntad, sino la voluntad misma en el ejercicio de la

elección de los medios para conseguir su fin, la capacidad por la que un "hombre" es capaz de juzgar

libremente, en cuanto a la elección de los medios que le permiten alcanzar el fin de su conducta.

Para Aristóteles, dada la imposibilidad de existencia de formas separadas, la inmortalidad del alma queda

descartada, en contra de lo que afirmaba Platón. Se discute si Aristóteles aceptaba o no una cierta

inmortalidad del entendimiento y, en ese caso, si la inmortalidad afectaría a la sustancia individual o a la

forma universal. Los averroistas latinos entendieron que la inmortalidad afectaba a la forma universal,

afirmando la existencia de un único entendimiento agente, común a todos los seres humanos. Santo

Tomás afirmará, por el contrario, la inmortalidad individual.

¿Es compatible esta afirmación con el hilemorfismo? Sto. Tomás defenderá la inmortalidad del alma

apoyándose en su inmaterialidad, (el alma es inmaterial, luego no es corruptible, luego es inmortal, un

argumento similar al que ya había utilizado Platón en el Fedón), y en el ansia de inmortalidad del

"hombre": un deseo de inmortalidad implantado por Dios que no puede ser vano.

Puede todavía deducirse una prueba del deseo que naturalmente tiene cada ser de existir según su modo
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de ser. El deseo en los seres inteligentes es consecuencia del conocimiento. Los sentidos no conocen el

ser sino en lugar y tiempo determinados; pero el entendimiento los conoce absolutamente y en toda su

duración; por esta razón todo ser dotado de entendimiento desea, por su naturaleza misma, existir

siempre, y como el deseo natural no puede ser vano, síguese que toda sustancia intelectual es

incorruptible. (Suma Teológica, I, C. 75, a. 6.)

2.6. Ética y Política

También la teoría moral de santo Tomás está fundamentalmente basada en la ética aristotélica, a

pesar de que algunos comentadores insisten en la dependencia agustiniana de la moral tomista. Parece

obvio que, en la medida en que San Agustín es el inspirador de buena parte de la filosofía medieval ejerza

cierta influencia, como se puede observar en la metafísica y la teología, en el pensamiento de santo

Tomás; pero no hasta el punto de difuminar el eudemonismo aristotélico claramente presente en , e

inspirador de, la ética tomista.

La Ética

Siguiendo, pues, sus raíces aristotélicas Sto. Tomás está de acuerdo con Aristóteles en la

concepción teleológica de la naturaleza y de la conducta del hombre: toda acción tiende hacia un fin, y el

fin es el bien de una acción. Hay un fin último hacia el que tienden todas las acciones humanas, y ese fin

es lo que Aristóteles llama la felicidad. Santo Tomás está de acuerdo en que la felicidad no puede

consistir en la posesión de bienes materiales, pero a diferencia de Aristóteles, que identificaba la felicidad

con la posesión del conocimiento de los objetos más elevados (con la teoría o contemplación), con la vida

del filósofo, en definitiva , santo Tomás, en su continuo intento por la acercar aristotelismo y

cristianismo, identifica la felicidad con la contemplación beatífica de Dios, con la vida del santo, de

acuerdo con su concepción trascendente del ser humano.

En efecto, la vida del hombre no se agota en esta tierra, por lo que la felicidad no puede ser algo
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que se consiga exclusivamente en el mundo terrenal; dado que el alma del hombre es inmortal el fin

último de las acciones del hombre trasciende la vida terrestre y se dirige hacia la contemplación de la

primera causa y principio del ser: Dios. Santo Tomás añadirá que esta contemplación no la puede

alcanzar el hombre por sus propias fuerzas, dada la desproporción entre su naturaleza y la naturaleza

divina, por lo que requiere, de alguna manera la ayuda de Dios, la gracia, en forma de iluminación

especial que le permitirá al alma adquirir la necesaria capacidad para alcanzar la visión de Dios.

La felicidad que el hombre puede alcanzar sobre la tierra, pues, es una felicidad incompleta para

Sto. Tomás, que encuentra en el hombre el deseo mismo de contemplar a Dios, no simplemente como

causa primera, sino tal como es Él en su esencia. No obstante, dado que es el hombre particular y

concreto el que siente ese deseo, hemos de encontrar en él los elementos que hagan posible la

consecución de ese fin. Santo Tomás distingue, al igual que Aristóteles, dos clases de virtudes: las

morales y las intelectuales. Por virtud entiende también un hábito selectivo de la razón que se forma

mediante la repetición de actos buenos y, al igual que para Aristóteles, la virtud consiste en en un término

medio, de conformidad con la razón. A la razón le corresponde dirigir al hombre hacia su fin, y el fin del

hombre ha de estar acorde con su naturaleza por lo que, al igual que ocurría con Aristóteles, la actividad

propiamente moral recae sobre la deliberación, es decir, sobre el acto de la elección de la conducta.

La misma razón que tiene que deliberar y elegir la conducta del hombre es ella, a su vez, parte de

la naturaleza del hombre, por lo que ha de contener de alguna manera las orientaciones necesarias para

que el hombre pueda elegir adecuadamente. Al reconocer el bien como el fin de la conducta del hombre

la razón descubre su primer principio: se ha de hacer el bien y evitar el mal ("Bonum est faciendum et

malum vitandum"). Este principio (sindéresis) tiene, en el ámbito de la razón práctica, el mismo valor que

los primeros principios del conocimiento (identidad, no contradicción ) en el ámbito de la teórica. Al estar

fundado en la misma naturaleza humana es la base de la ley moral natural, es decir, el fundamento último

de toda conducta y, en la medida en que el hombre es un producto de la creación, esa ley moral natural

está basada en la ley eterna divina. De la ley natural emanan las leyes humanas positivas, que sean
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aceptadas si no contradicen la ley natural y rechazadas o consideradas injustas si la contradicen. Pese a

sus raíces aristotélicas vemos, pues, que Sto. Tomás ha conducido la moral al terreno teológico, al

encontrar en la ley natural un fundamento trascendente en la ley eterna.

La política

Respecto a la política santo Tomás se desmarca de la actitud adoptada por San Agustín al

considerar la existencia de dos ciudades, la de Dios (Jerusalén) y la terrestre (Babilonia), identificadas,

respectivamente, con la Iglesia y con el Estado pagano. La ciudad de Babilonia es considerada por San

Agustín como el resultado de la corrupción del hombre por el pecado original; mientras que la ciudad de

Jerusalén, la ciudad celestial representaría la comunidad cristiana que viviría de acuerdo con los

principios de la Biblia y los evangelios. Las circunstancias sociales y la evolución de las formas de poder

en el siglo XIII, especialmente los problemas derivados de la relación entre la Iglesia y el Estado, llevarán

a Sto. Tomás a un planteamiento distinto, inspirado también en la Política aristotélica, aunque teniendo en

cuenta las necesarias adaptaciones al cristianismo.

Para Sto. Tomás la sociedad, siguiendo a Platón y a Aristóteles, es el estado natural de la vida del

hombre. En cuanto tal, el hombre es por naturaleza un ser social nacido para vivir en comunidad con

otros hombres; pero ya sabemos que Sto. Tomás asigna al hombre un fin trascendente, por lo que ha de

reconocer un papel importante a la Iglesia en la organización de la vida del hombre. Del mismo modo que

había distinguido entre la razón y la fe y, aun manteniendo su autonomía, concedía la primacía a la fe

sobre la razón, por lo que respecta a la sociedad, aun aceptando la distinción y la independencia del

Estado y la Iglesia, aquél ha de someterse a ésta, en virtud de ese fin trascendente del hombre. El Estado

ha de procurar el bien común, para lo cual legislará de acuerdo con la ley natural. Las leyes contrarias a la

ley natural no obligan en conciencia (por ejemplo, las contrarias al bien común, o las dictadas por

egoísmo). Las leyes contrarias a la ley divina deben rechazarse y no es lícito obedecer las, marcándose

claramente la dependencia de la legislación civil respecto a la legislación religiosa.

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Respecto a las mejores formas de gobierno, santo Tomás sigue a Aristóteles, distinguiendo tres

formas buenas y tres formas malas de gobierno que son la degeneración de las anteriores. Aunque la

monarquía parece proporcionar un mayor grado de unidad y de paz, Sto. Tomás tampoco descarta las

otras formas de gobierno válidas, y no considera que ninguna de ellas sea especialmente deseable por

Dios.

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BIBLIOGRAFIA

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Tomás de Aquino.

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Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1987. Ensayo introductorio sobre el pensamiento

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