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Habla un exorcista

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Habla un exorcista

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Habla un exorcista

ÍNDICE

Presentación 7
Introducción 11
Centralidad de Cristo 17
El poder de satanás 23
Apéndices
La visión diabólica de León XIII 37

Los dones de Satanás 39


Los exorcismos 43
Los afectados por el maligno 55
Apéndice
¿Miedo del diablo? Responde santa Teresa de Jesús 67

El punto de partida 69
Las primeras «bendiciones» 81
Cómo se comporta el demonio 95
El testimonio de un afectado 105
Efectos del exorcismo 115
Agua, aceite y sal 123
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso
Exorcismos de las casas 129
escrito del editor. T odos los derech os reservados
El maleficio 135
T í tulo orig inal: U n esorcista racconta Algo mas sobre la magia 151
© G abriele A monh , 19 9 0 ¿Quien puede expulsar a los demonios? 161
© Ediz ioni D eh oniane, R oma, 19 9 0 La cenicienta del Ritual 173
© por la traducció n, J uan C arlos G entile V itile, 19 9 8
O Editorial P laneta, S . A . , 19 9 S
C ó rceg a, 2 7 3 -2 7 9 , 0 8 0 0 8 B arcelona ( Españ a)
Apéndices
D iseñ o de la colecció n: P ati N ú ñ ez El pensamiento de san Ireneo 183
R ealiz ació n de la cubierta: D epartamento de D iseñ o de Editorial P laneta Un documento vaticano sobre la demonología 186
I lustració n de la cubierta: detalle de “ L a ex pulsió n de los diablos de A rez z o» , Una pastoral por reconstrwr 191
pintura mural de G iotto, I g lesia S uperior de S an F rancisco de A sí s

P rimera edició n; enero 19 9 8


Apéndices
D epó sito L eg al B . 3 5 7 -19 9 8
Un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe 199
I S B N 8 4 4 8 0 2 3 5 5 -1 Para los incompetentes es peligroso atacar al demonio 200
I S B N 8 8 -3 9 6 4 3 3 4 -4 editor Ediz ioni D eh oniane, R oma, edició n orig inal Conclusión 203
C omposició n: Eotocomposició n A . P arras Plegarias de liberación 209
I mpresió n: L iberduplex , S . L .
Encuademació n: S ervé is G raf ics 10 6 , S . L .
P rinted in S pain • I mpreso en Españ a

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Habla un exorcista

Much os eruditos se dedican h oy al estudio de los fenó menos correspondientes a los que se
producen en los suj etos demonopá ticos, fenó menos cuya obj etividad fuera de lo normal reconocen
francamente, y por eso los h an clasificado científicamente con el té rmino de paranormales. N o
PRESENTACIÓN

Me es muy grato formular aquí algunas observaciones para predisponer a la lectura del negamos en absoluto los progresos de la ciencia; pero va contra la realidad, continuamente
libro del padre Gabriele A morth , desde h ace varios añ os valioso ayudante mío en el ex perimentada por nosotros, ilusionarse con la idea de que la ciencia pueda ex plicarlo todo y
ministerio de ex orcista. A lgunos episodios aquí reseñ ados los h emos vivido j untos y j untos querer reducir todo mal só lo a causas naturales.
h emos compartido las preocupaciones, las fatigas y ¡ as esperanz as en ayuda de tantas S on muy pocos los estudiosos que creen seriamente en la posibilidad de intromisió n de potencias
personas que sufren y que h an recurrido a nosotros. ex trañ as, inteligentes e incorpó reas como causas de ciertos fenó menos. T ambié n es escaso el
Me place en gran manera la publicació n de estas pá ginas tambié n porque, en estos ú ltimos nú mero de mé dicos que, ante casos de enfermedades con sintomatologías desconcertantes y
decenios, a pesar de que se h a escrito much o en casi todos los campos de la teología y la resultados clínicamente inex plicables, se planteen serenamente la eventualidad de tener que
moral cató lica, el tema de los ex orcismos h a estado poco menos que olvidado. vé rselas con pacientes de esta otra clase. Much os de é stos apelan, en semej antes casos, a F reud
Q uiz á sea por esta escasez de estudios e intereses por lo que, todavía h oy, la ú nica parte del como a su propio h ierofante. P or eso, frecuentemente reducen a estos desgraciados a situaciones
R itual que aú n no h a sido actualiz ada segú n las disposiciones postconciliares es precisamente todavía peores; mientras que su acció n, de acuerdo con la de un sacerdote ex orcista, podría
la que concierne a los ex orcismos. resultar tambié n en esos casos enormemente bené fica.
S in embargo, la importancia del ministerio de « ex pulsar a los demonios» es grande, como Con brevedad y claridad, el libro del padre A morth pone al lector directamente en contacto con
se desprende de los E vangelios, de los Hech os de los A pó stoles y de la h istoria de la I glesia. la actividad del ex orcista. A un cuando la obra sigue un h ilo ló gico de desarrollo, no se detiene en
Cuando san P edro fue conducido, por inspiració n sobrenatural, a la casa del centurió n premisas teó ricas ( ex istencia del demonio, posibilidad de la posesió n física, etc.) ni en conclusiones
Cometio con el fin de anunciar la fe cristiana a aquel primer puñ ado de gentiles, é l, para doctrinales. P refiere que h ablen los h ech os, poniendo al lector frente a aquello que un ex orcista ve
demostrar que D ios h abía estado verdaderamente con J esú s, subrayó de manera muy y h ace. S é cuá nto aprecia el autor a los h ombres de I glesia, depositarios privilegiados del poder
concreta la virtud que h abía manifestado al liberar a los poseídos por el demonio ( cf. A c. 10 , conferido por Cristo de ex pulsar a los demonios en su nombre. P or eso confío en que este libro
1-38 ) . E l E vangelio nos h abla a menudo, con narraciones concretas, del poder ex traordinario pueda h acer much o bien y sirva de estímulo a otros estudios en el mismo á mbito.
que J esú s demostró en este campo. S i al mandar a su Hij o U nigé nito al mundo el P adre h abía Padre Candido Amantini
tenido la intenció n de poner fin al reino tenebroso de S ataná s sobre los h ombres, ¿ qué modo
má s elocuente h abría podido emplear N uestro S eñ or para demostrarlo?
L os libros santos nos garantiz an que S ataná s ex presa su poder sobre el mundo tambié n en
forma de posesiones físicas. E ntre las potestades propias que J esú s quiso transmitir a los
apó stoles y a sus sucesores puso repetidas veces de relieve la de ex pulsar a los demonios
( cf. Mt. 10 , 8 ; Me. 3, 15 ; L e. 9, 1) .
N o obstante, si bien D ios permite que algunas personas ex perimenten vej aciones
diabó licas, las h a provisto de poderosas ayudas de diversas clases: h a dotado a la I glesia de
poderes sacramentales muy eficaces para este menester. P ero tambié n, contra esa nefasta
actividad de S ataná s, D ios h a elegido como antídoto permanente a la S antísima Virgen, por
aquella enemistad que é l sancionó desde el principio entre los 2 adversarios. L a mayoría de
los escritores contemporá neos, sin ex cluir a los teó logos cató licos, aunque no niegan la
ex istencia de S ataná s y de los demá s á ngeles rebeldes, son propensos a subestimar la
entidad de su influencia sobre las cosas h umanas. T ratá ndose ademá s de influencia en el
campo físico, el descré dito es considerado como un deber y una demostració n de sabiduría.
L a cultura contemporá nea, en su conj unto, considera como una ilusió n de é pocas primitivas
atribuir a agentes distintos de los de orden natural la causa de los fenó menos que acaecen a
nuestro alrededor.
E s evidente que la obra del maligno se ve enormemente facilitada por esta postura, sobre
todo cuando la comparten precisamente aquellos que, por su ministerio, tendrían el deber de
impedir su malé fica actividad. T omando como base, en cambio, las S agradas E scrituras, la
teología y la ex periencia cotidiana h abría que pensar tambié n h oy en los poseídos por el
diablo como en una legió n de infelices, en favor de los cuales la ciencia puede muy poco, aun
cuando no lo confiesa con sinceridad. D iagnosticar prudentemente una demonopatía —así
podría llamarse toda mala influencia diabó lica— no es imposible, en la mayor parte de los
casos, para quien sepa tener en cuenta la sintomatología propia con que se manifiesta
h abitualmente la acció n demoníaca.
U n mal de origen demoníaco, aun de poca monta, se muestra ex trañ amente refractario a
cualquier fá rmaco comú n; mientras que unos males gravísimos, estimados incluso como
mortales, se atenú an misteriosamente h asta desaparecer del todo gracias a socorros de
orden puramente religioso. A demá s, las víctimas de un espíritu maligno se ven como
perseguidas por una continua mala suerte: sus vidas son una sucesió n de desgracias.

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Habla un exorcista
E n conclusió n, me h e esforz ado en estas pá ginas en colmar una laguna y presentar la cuestió n
baj o todos sus aspectos, pese a la brevedad que me h e prefij ado para poder llegar a un mayor
nú mero de lectores. Me propongo profundiz ar má s en pró x imos libros y espero que otros escriban
INTRODUCCIÓN

Cuando el cardenal U go P oletti, vicario del papa en la dió cesis de R oma, me confirió con competencia y sensibilidad religiosa, de modo que el tema sea tratado con la debida riquez a,
inesperadamente la facultad de ex orcista, yo no imaginaba qué inmenso mundo se abriría a que en los siglos pasados se h allaba en el campo cató lico y que ah ora só lo se encuentra en el
mi conocimiento y qué ingente nú mero de personas acudiría a mi ministerio. A demá s, el protestante.
encargo me fue conferido inicialmente como ayudante del padre Cá ndido A mantini, pasionista D igo tambié n que no me detengo a demostrar ciertas verdades que supongo aceptadas y que ya
muy conocido por su ex periencia como ex orcista, que h acía que acudieran a la E scala S anta h an sido tratadas suficientemente en otros libros: la ex istencia de los demonios, la posibilidad de
menesterosos de toda I talia y a menudo tambié n del ex tranj ero. É sta fue para mí una gracia las posesiones diabó licas y el poder de ex pulsar a los demonios que Cristo h a concedido a aquellos
verdaderamente grande. U no no se convierte en ex orcista por sí solo, sino con grandes que creen en el mensaj e evangé lico. S on verdades reveladas, claramente contenidas en la B iblia,
dificultades y a costa de inevitables errores en perj uicio de los fieles. profundiz adas por la teología y que constantemente enseñ a el magisterio de la I glesia. He preferido
Creo que el padre Candido era el ú nico ex orcista en el mundo con treinta y seis añ os de ir má s allá y detenerme en lo menos conocido, en las consecuencias prá cticas que pueden ser ú tiles
ex periencia a tiempo completo. Y o no podía tener mej or maestro y le estoy agradecido por la a los ex orcistas y a cuantos deseen ser informados sobre esta materia. S e me perdonará alguna
infinita paciencia con que me orientó en este ministerio, totalmente nuevo para mí. repetició n de conceptos fundamentales.
T ambié n h ice otro descubrimiento: que en I talia h abía muy pocos ex orcistas, y poquísimos Q ue la Virgen I nmaculada, enemiga de S ataná s desde el primer anuncio de la salvació n ( Gen. 3,
de ellos preparados. A ú n peor es la situació n en otras naciones, por lo cual me encontré 15 ) h asta el cumplimiento de é sta ( A p. 12) y unida a su Hij o en la luch a por derrotarlo y aplastarle
bendiciendo a personas llegadas de F rancia, A ustria, A lemania, S uiz a, E spañ a e I nglaterra, la cabez a, bendiga este trabaj o, fruto de una actividad agotadora que desarrollo confiado en la
donde —a decir de los solicitantes— no h abían conseguido encontrar un ex orcista. ¿ I ncuria de protecció n de su manto maternal.
los obispos y los sacerdotes? ¿ Verdadera y auté ntica incredulidad sobre la necesidad y A ñ ado algunas observaciones a esta edició n ampliada. N o preveía que la difusió n del libro sería
eficacia de este ministerio? E n todo caso, me sentía encaminado a desarrollar un apostolado tan vasta y rá pida como para requerir que en poco tiempo se sucedieran nuevas ediciones. E s una
entre personas que sufrían much o y a las que nadie comprendía: ni familiares, ni mé dicos, ni confirmació n, a mi parecer, no só lo del interé s del asunto, sino tambié n del h ech o de que
sacerdotes. actualmente no ex iste ningú n libro, entre los cató licos, que aborde los ex orcismos de manera
L a pastoral en este sector, h oy, en el mundo cató lico, está del todo descuidada. A ntes no completa, aunque concisa. Y esto no só lo en I talia, sino en todo el mundo cató lico. E s un dato
era así y debo reconocer que no es así h oy en algunas confesiones de la reforma protestante, significativo y penoso, que denuncia un inex plicable desinteré s o, quiz á , auté ntica incredulidad.
en las que los ex orcismos se practican con frecuencia y provech o. A gradez co los numerosísimos elogios recibidos, las manifestaciones de aprobació n,
Cada catedral debería tener un ex orcista como tiene un penitenciario; y tanto má s especialmente
numerosos deberían ser los ex orcistas cuanto má s necesarios fuesen: en las parroquias má s por parte de otros ex orcistas, entre las cuales la má s grata h a sido la de mi « maestro» el padre
populosas, en los santuarios. Candido A mantini, que h a reconocido mi libro como fiel a sus enseñ anz as. N o me h an llegado
E n cambio, ademá s de la escasez del nú mero, los ex orcistas son mal vistos, combatidos, críticas como para tener que realiz ar modificaciones; por eso, en esta nueva edició n só lo h e h ech o
les cuesta encontrar h ospitalidad para ej ercer su ministerio. S e sabe que los endemoniados a ampliaciones que h e estimado significativas para un mayor ah ondamiento en el tema tratado, pero
veces aú llan. E sto basta para que un superior religioso o un pá rroco no quiera ex orcistas en no h e h ech o correcciones. Creo que tambié n las personas o las clases sociales sobre las que h e
sus locales: vivir tranquilo y evitar cualquier griterío vale má s que la caridad de curar a los tenido que h ablar h an comprendido la recta intenció n de mis observaciones y no se h an ofendido
poseídos. T ambié n el autor de esta obra h a debido recorrer su calvario, si bien much o menos por ellas. He tratado de prestar un servicio del má s amplio alcance, posibilitado por la prensa, del
que otros ex orcistas, má s meritorios y solicitados. E s una reflex ió n que invito a h acer, sobre mismo modo que en mi actividad trato día a día de ofrecer un servicio a cuantos recurren a mi
todo a los obispos, que en nuestro tiempo son a veces escasamente sensibles a este ministerio de ex orcista.
problema, al no h aber ej ercido nunca este ministerio, el cual les está , sin embargo, confiado P or todo doy gracias al S eñ or. P ermítaseme añ adir algo má s, con motivo de la dé cima edició n
a ellos en ex clusiva: só lo ellos pueden ej ercerlo o nombrar ex orcistas. ( 1993) . D ebo reconocer que en estos 2 ú ltimos añ os algo h a cambiado: se h an publicado
¿ D e dó nde sale este libro? D el deseo de poner a disposició n de cuantos esté n interesados importantes documentos episcopales, h a aumentado el nú mero de ex orcistas, varios obispos
en este asunto el fruto de much a ex periencia, má s del padre Candido que mía. Mi intenció n practican ex orcismos y nuevos libros se h an sumado a los míos. A lgo se está moviendo. N o me
es ofrecer un servicio en primer lugar a los ex orcistas y a todos los sacerdotes. E n efecto, atribuyo el mé rito de ello, pero señ alo los h ech os.
igual que todo mé dico clínico h a de estar en condiciones de indicar a sus pacientes cuá l es el Concluyo con un conmovido recuerdo del padre Candido A mantini, a quien el S eñ or llamó a su
especialista al que deben recurrir en cada caso ( un otorrino, un ortopeda, un neuró logo...) , lado el 22 septiembre 1992. E ra el día de su onomá stica; a los cofrades que le felicitaban les dij o
así todo sacerdote debe poseer ese mínimo de conocimientos para comprender si una sencillamente: « L e h e pedido a san Cá ndido que h oy me h aga un regalo.»
persona necesita o no dirigirse a un ex orcista. N acido en 1914 , a los 16 añ os entró en los pasionistas. P rofesor de S agrada E scritura y de Moral,
Hay otro motivo, por el que varios sacerdotes me h an alentado a escribir este libro. E ntre se prodigó sobre todo en el ministerio de ex orcísta a lo largo de 36 añ os. R ecibía de 60 a 8 0
las normas dirigidas a los ex orcistas, el R itual les recomienda que estudien « much os personas cada mañ ana, y escondía su cansancio detrá s de un rostro sonriente. S us consej os a
documentos ú tiles de autores acreditados» . menudo resultaban inspirados. D e é l dij o el padre P io: « E l padre Candido es un sacerdote segú n el
A h ora bien, cuando se buscan libros serios sobre este asunto se encuentran muy pocos. coraz ó n de D ios.»
S eñ alo 3. E stá el libro de monseñ or B alducci: I l diavolo ( P iemme, 198 8 ) ; es ú til por su parte E l presente libro, aparte de los defectos, que deben atribuírseme a mí, sigue testimoniando su
teó rica, pero no por la prá ctica, en la cual es deficiente y presenta errores; el autor es un ex periencia de ex orcista, en beneficio de cuantos está n interesados en la materia. Y é ste es uno de
demonó logo, no un ex orcista. E stá el libro de un ex orcista, el padre Matteo L a Grú a: L a los motivos por los cuales lo h e escrito y me alegró much ísimo su j uicio sobre la fidelidad a su larga
pregh iera di liberaz ione ( Herbita, P alermo, 198 5 ) ; es un volumen escrito para los grupos de ex periencia.
R enovació n, con el obj etivo de guiar sus plegarias de liberació n. Hay que mencionar tambié n
el libro de R enz o A llegri: Cronista aü ' inferno ( Mondadori, 1990 ) ; no es un estudio Gabriele A morth
sistemá tico, sino una colecció n de entrevistas llevadas a cabo con ex trema seriedad y que
narran los casos límite, los má s impresionantes, seguramente verídicos, pero que no reflej an
la casuística ordinaria que debe abordar un ex orcista.

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Habla un exorcista
E merge claro tambié n el poderío del demonio: J esú s le llama « el príncipe de este mundo» ( J n.
14 , 30 ) ; san P ablo lo señ ala como « dios de este mundo» ( 2 Cor. 4 , 4 ) ; J uan afirma que « el mundo
entero yace en poder del maligno» ( 1 J n. 5 , 19) , entendiendo por mundo lo que se opone a D ios.
S ataná s era el má s resplandeciente de los á ngeles; se convirtió en el peor de los demonios y en su
CENTRALIDAD DE CRISTO

T ambié n el demonio es una criatura de D ios. N o se puede h ablar de é l y de los ex orcismos j efe. P orque tambié n los demonios está n vinculados entre sí por una estrech ísima j erarquía y
sin ex poner antes, al menos de forma esquemá tica, algunos conceptos bá sicos sobre el plan conservan el grado que tenían cuando eran á ngeles: principados, tronos, dominios... E s una
de D ios en la creació n. D esde luego no diremos nada nuevo, pero quiz á abriremos nuevas j erarquía de esclavitud, no de amor como ex iste entre los á ngeles, cuyo j efe es Miguel.
perspectivas a algunos lectores. Y resulta clara la obra de Cristo, que h a demolido el reino de S ataná s y h a instaurado el reino de
Con demasiada frecuencia solemos pensar en la creació n de un modo equivocado, h asta el D ios. P or eso poseen una particularísima importancia los episodios en los que J esú s libera a los
punto de dar por descontada esta falsa sucesió n de h ech os. endemoniados: cuando P edro resume ante Cornelio la obra de Cristo, no cita otros milagros, sino
Creemos que un buen día D ios creó a los á ngeles; que los sometió a una prueba, no se sabe só lo el h ech o de h aber curado « a los oprimidos por el diablo» ( A c. 10 , 38 ) . E ntonces
bien cuá l, y del resultado de ella surgió la divisió n entre á ngeles y demonios: los á ngeles se comprendemos por qué la primera facultad que J esú s confiere a los apó stoles es la de ex pulsar a
vieron premiados con el paraíso; los demonios, castigados con el infierno. los demonios ( Mt. 10 , 1) ; lo mismo vale para los creyentes: « Y estas señ ales acompañ ará n a los
L uego creemos que, otro buen día, D ios creó el universo, los reinos mineral, vegetal, animal que crean: ex pulsará n demonios en mi nombre...» ( Me. 16, 17) . A sí, J esú s cura y restablece el
y, por ú ltimo, al h ombre. A dá n y E va en el paraíso terrenal pecaron, obedeciendo a S ataná s y plan divino, malogrado por la rebelió n de una parte de los á ngeles y por el pecado de los
desobedeciendo a D ios. E n este punto, para salvar a la h umanidad D ios pensó en enviar a su progenitores.
Hij o. P orque debe quedar bien claro que el mal, el dolor, la muerte, el infierno ( o sea, la condenació n
N o es é sta la enseñ anz a de la B iblia ni la de los santos padres. Con semej ante concepció n, eterna en el tormento que no tendrá fin) no son obra de D ios. U nas palabras sobre el ú ltimo punto.
el mundo angé lico y la creació n son aj enos al misterio de Cristo. L é ase, en cambio, el pró logo U n día el padre Candido estaba ex pulsando a un demonio. Hacia la conclusió n del ex orcismo, se
al E vangelio de san J uan y lé anse los 2 h imnos cristoló gicos que abren las E pístolas a los volvió a aquel espíritu inmundo con ironía: « ¡ Vete de aquí; total, el S eñ or te h a preparado una
E fesios y a los Colosenses. buena casa, bien calentita! » A lo que el demonio respondió : « T ú no sabes nada. N o es É l ( D ios)
Cristo es el primogé nito de todas las criaturas; todo fue h ech o por é l y para é l. N o tienen quien h a h ech o el infierno. Hemos sido nosotros. É l ni siquiera h abía pensado en ello.» E n una
ningú n sentido las disputas teoló gicas en las que se pregunta si Cristo h ubiera venido sin el situació n aná loga, mientras interrogaba a un demonio para saber si tambié n é l h abía colaborado en
pecado de A dá n. É l es el centro de la creació n, el que compendia en sí a todas las criaturas: la creació n del infierno, oí que me respondía: « T odos h emos contribuido.»
las celestiales ( á ngeles) y las terrenales ( h ombres) . E n cambio, sí se puede afirmar que, a L a centralidad de Cristo en el plan de la creació n y en su restablecimiento, ocurrido con la
causa de la culpa de los progenitores, la venida de Cristo adquirió un significado particular: redenció n, es fundamental para entender los designios de D ios y el fin del h ombre. D esde luego, a
vino como salvador. Y el centro de su acció n está contenido en el misterio pascual: mediante los á ngeles y a los h ombres se les h a otorgado una naturalez a inteligente y libre. Cuando oigo que
la sangre de su cruz reconcilia a D ios con todas las cosas, en los cielos ( á ngeles) y en la me dicen ( confundiendo la presciencia divina con la predestinació n) que D ios ya sabe quié n se
tierra ( h ombres) . salvará y quié n se condenará , por lo cual todo es inú til, suelo responder recordando 4 verdades
D e este planteamiento cristocé ntrico depende el papel de toda criatura. N o podemos omitir seguras contenidas en la B iblia, h asta el punto de h aber sido definidas dogmá ticamente:
una reflex ió n respecto de la Virgen María. S i la criatura primogé nita es el Verbo encarnado,
no podía faltar en el pensamiento divino, antes de cualquier otra criatura, la figura de aquella D ios quiere que todos se salven;
en la que se llevaría a efecto tal encarnació n. D e ah í su relació n ú nica con la S antísima nadie está predestinado al infierno;
T rinidad, h asta el punto de ser llamada, ya en el siglo u, « cuarto elemento de la trinidad J esú s murió por todos;
divina» . R emitimos a quien quiera profundiz ar en este aspecto a los 2 volú menes de y a todos se les conceden las gracias necesarias para la salvació n.
E manuele T esta: Mana, té rra vergine ( J erusalé n, 198 6) .
Cabe h acer una segunda reflex ió n acerca de la influencia de Cristo sobre los á ngeles y los L a centralidad de Cristo nos dice que só lo en su nombre podemos salvarnos. Y só lo en su
demonios. S obre los á ngeles: algunos teó logos creen que só lo en virtud del misterio de la nombre
cruz los á ngeles fueron admitidos en la visió n beatífica de D ios. Much os santos padres de la podemos vencer y liberarnos del enemigo de la salvació n. S ataná s.
I glesia h an escrito interesantes afirmaciones. P or ej emplo, en san A tanasio leemos que Hacia el final de los ex orcismos, cuando se trata de los casos má s fuertes, los de total posesió n
tambié n los á ngeles deben su salvació n a la sangre de Cristo. R especto a los demonios, los diabó lica, suelo recitar el h imno cristoló gico de la E pístola a los F ilipenses ( 2, 6-11) . Cuando llego a
E vangelios contienen numerosas aseveraciones: a travé s de la cruz , Cristo derrotó al reino de las palabras: « de modo que, al oír el nombre de J esú s, toda rodilla se doble, en el cielo, en la
S ataná s e instauró el reino de D ios. P or ej emplo, los endemoniados de Gerasa ex claman: tierra, en el abismo» , me arrodillo yo, se arrodillan los presentes y, siempre, tambié n el
« ¿ Q uié n te mete a ti en esto, J esú s, Hij o de D ios? ¿ Has venido aquí a atormentarnos antes endemoniado se ve obligado a arrodillarse. E s un momento fuerte y sugestivo. T engo la impresió n
de tiempo? » ( Mt. 8 , 29) . E s una clara referencia al poder de S ataná s con el que Cristo acaba de que tambié n las legiones angé licas nos rodean, arrodilladas ante el nombre de J esú s.
progresivamente; por eso aú n dura y perdurará h asta que se h aya completado la salvació n,
porque h an derribado al acusador de nuestros h ermanos ( A p. 12, 10 ) . P ara profundiz ar en
estos conceptos y en el papel de Mana, enemiga de S ataná s desde el primer anuncio de la
salvació n, remitimos al h ermoso libro del padre Candido A mantini: I l mistero di María
( D eh oniane, N á poles, 1971) .
A la luz de la centralidad de Cristo se conoce el plan de D ios, que creó todas las cosas
buenas « por é l y para é l» . Y se conoce la obra de S ataná s, el enemigo, el tentador, el
acusador, por cuyo influj o entraron en la creació n el mal, el dolor, el pecado y la muerte. Y
de ah í se desprende el restablecimiento del plan divino, llevado a cabo por Cristo con su
sangre.

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Habla un exorcista
volvieron malos por su culpa.» Q uien suprime a S ataná s suprime tambié n el pecado y dej a de
entender la obra de Cristo.
Q ue quede claro: J esú s venció a S ataná s a travé s de su sacrificio; pero ya antes lo h iz o
EL PODER DE SATANÁS

L as limitaciones de orden prá ctico que me h e fij ado de antemano en este libro no me mediante su enseñ anz a: « P ero si yo ex pulso a los demonios por el dedo de D ios, es señ al de que el
permiten profundiz ar en lemas teoló gicos de sumo interé s. P or eso só lo continú o apuntando reino de D ios ya h a llegado a vosotros» ( L e. 11, 20 ) . J esú s es el má s fuerte que h a atado a
someramente las cuestiones, como ya h e h ech o en el capítulo anterior. Ciertamente, un S ataná s ( Me. 3, 27) , lo h a desnudado, h a saqueado su reino, que está a punto de llegar a su fin
ex orcista como el padre Candido, h abituado desde h ace treinta y seis añ os a h ablar con los ( Me. 3, 26) . J esú s responde a aquellos que le advierten sobre la voluntad de Herodes de matarle:
demonios, y poseedor de una profunda y segura base teoló gica y escriturística, está en « I d y decidle a ese z orro: " Mira, h oy y mañ ana seguiré curando y ech ando demonios; al tercer día
perfectas condiciones para formular h ipó tesis sobre temas acerca de los cuales la teología del acabo" » ( L e. 13, 32) . J esú s da a los apó stoles el poder de ex pulsar a los demonios; luego ex tiende
pasado h a preferido decir « nada sabemos» , como el pecado de los á ngeles rebeldes. S in dich o poder a los setenta y dos discípulos y, por ú ltimo, se lo confiere a todos los que crean en é l.
embargo, todo lo que D ios creó tiene un diseñ o unitario, por lo que cada parte influye sobre E l libro de los Hech os dej a testimonio de có mo los apó stoles siguieron ex pulsando a los
el conj unto y cada sombra tiene una repercusió n de oscuridad sobre todo el resto. L a teología demonios despué s de la venida del E spíritu S anto; y así continuaron los cristianos. Y a los má s
será siempre defectuosa, incomprensible, mientras no se dedique a poner de manifiesto todo antiguos padres de la I glesia, como J ustino e I reneo, nos ex ponen con claridad el pensamiento
cuanto se refiere al mundo angé lico. U na cristología que ignora a S ataná s es raquítica y cristiano acerca del demonio y del poder de ex pulsarlo, seguidos por los demá s padres, de los
nunca podrá comprender el alcance de la redenció n. cuales cito en particular a T ertuliano y a O rígenes. B astan estos cuatro autores para avergonz ar a
Volvamos a nuestro raz onamiento sobre Cristo, centro del universo. T odo h a sido h ech o tantos teó logos modernos que prá cticamente no creen en el demonio o no h ablan para nada de é l.
por é l y para é l: en los cielos ( á ngeles) y en la tierra ( el mundo sensible con el h ombre a la E l Concilio Vaticano I I insistió con eficacia sobre la constante enseñ anz a de la I glesia. « T oda la
cabez a) . S ería h ermoso h ablar só lo de Cristo; pero iría contra todas sus enseñ anz as y contra h istoria h umana está penetrada de una tremenda luch a contra las potencias de las tinieblas, luch a
su obra, por ello nunca llegaremos a comprenderlo. L as E scrituras nos h ablan del reino de iniciada en los orígenes del mundo» ( Gaudíum et S pes 37) . « E l h ombre, tentado por el maligno
D ios, pero tambié n del reino de S ataná s; nos h ablan del poderío de D ios, ú nico creador y desde los orígenes de la h istoria, abusó de su libertad levantá ndose contra D ios y anh elando
señ or del universo; pero tambié n del poder de las tinieblas; nos h ablan de h ij os de D ios y de conseguir su fin al margen de D ios; rech az ando reconocer a D ios como su principio, el h ombre
h ij os del diablo. E s imposible comprender la obra redentora de Cristo sin tener en cuenta la transgredió el orden debido en relació n con su ú ltimo fin» ( Gaudíum et S pes 13) . « P ero D ios envió
obra disgregadora de S ataná s. a su Hij o al mundo con el fin de sustraer, a travé s de é l, a los h ombres del poder de las tinieblas y
S ataná s era la criatura má s perfecta salida de las manos de D ios; estaba dotado de una del demonio» ( A d Gentes 1, 3) . ¿ Có mo logran entender la obra de Cristo aquellos que niegan la
reconocida autoridad y superioridad sobre los demá s á ngeles y, a su parecer, sobre todo ex istencia y la activísima obra del demonio? ¿ Có mo logran comprender el valor de la muerte
cuanto D ios iba creando y que é l trataba de comprender pero que, en realidad, no entendía. redentora de Cristo? S obre la base de los tex tos de las E scrituras, el Vaticano I I afirma: « Con su
E l plan unitario de la creació n estaba orientado a Cristo: h asta la aparició n de J esú s en el muerte, Cristo nos h a liberado del poder de S ataná s» { S acrosanctum Concilium 6) ; « J esú s
mundo, ese plan no podía ser revelado en su claridad. D e ah í la rebelió n de S ataná s, por crucificado y resucitado derrotó a S ataná s» ( Gaudium et S pes 2) .
querer seguir siendo el primero absoluto, el centro de la creació n, incluso en oposició n al D errotado por Cristo, S ataná s combate contra sus seguidores; la luch a contra « los espíritus
designio que D ios estaba realiz ando. D e ah í su esfuerz o por dominar en el mundo ( « el mundo malignos continú a y durará , como dice el S eñ or, h asta el ú ltimo día» ( Gaudium et S pes 37) .
entero yace en poder del maligno» , 1 J n. 5 , 19) y por servirse del h ombre, incluso de los D urante este tiempo cada h ombre h a sido puesto en estado de luch a, pues es la vida terrenal una
primeros progenitores, h acié ndolo obediente a é l contrariando las ó rdenes de D ios. L o prueba de fidelidad a D ios. P or eso los « fieles deben esforz arse por mantenerse firmes contra las
consiguió con los progenitores, A dá n y E va, y contaba con lograrlo con todos los demá s asech anz as del demonio y h acerle frente el día de la prueba ( ...) E n efecto, antes de reinar con
h ombres, ayudado por « un tercio de los á ngeles» , que, segú n el A pocalipsis, le siguió en la Cristo glorioso, terminado el curso ú nico de nuestra vida terrenal ( ¡ no ex iste otra prueba! ) ,
rebelió n contra D ios. compareceremos todos ante el tribunal de Cristo para rendir cuentas cada uno de lo que h iz o en su
D ios no reniega nunca de sus criaturas. P or eso tambié n S ataná s y los á ngeles rebeldes, vida mortal, bueno o malo; y al llegar el fin del mundo saldrá n: quien h a obrado bien a la
incluso en su distanciamiento de D ios, siguen conservando su poder, su rango ( tronos, resurrecció n de vida; y quien h a obrado mal, para la resurrecció n de condena» ( cf. L umen Gentium
dominios, principados, potestades...) , aunque h acen un mal uso de é l. N o ex agera san 4 8 ) .
A gustín al afirmar que si D ios le dej ara las manos libres a S ataná s, « ninguno de nosotros A unque esta luch a contra S ataná s concierne a todos los h ombres de todos los tiempos, no h ay
permanecería con vida» . A l no poder matarnos, trata de h acernos sus seguidores, buscando duda de que en ciertas é pocas de la h istoria el poder de S ataná s se h ace sentir con má s fuerz a,
nuestra confrontació n con D ios, del mismo modo que é l se opuso a D ios. cuando menos a nivel comunitario y de pecados mayoritarios. P or ej emplo, mis estudios sobre la
He aquí entonces la obra del S alvador. J esú s vino « para desh acer las obras del diablo» ( 1 decadencia del I mperio romano me h icieron poner de relieve la ruina moral de aquella é poca. D e
J n. 3, 8 ) , para liberar al h ombre de la esclavitud de S ataná s e instaurar el reino de D ios ello es fiel e inspirado testimonio la Carta de P ablo a los romanos. A h ora nos encontramos al mismo
despué s de h aber destruido el reino de S ataná s. P ero entre la primera venida de Cristo y la nivel, debido al mal uso de los medios de comunicació n de masas ( buenos en sí mismos) y tambié n
parusía ( la segunda venida triunfal de Cristo como j uez ) el demonio intenta atraer h acia é l a al materialismo y al consumismo, que h an envenenado el mundo occidental.
tanta gente como puede; es una luch a que lleva a cabo por desesperació n, sabié ndose ya Creo que L eó n X I I I recibió una profecía sobre este ataque demoníaco concreto, como
derrotado y « sabiendo que le queda poco tiempo» ( A p. 12, 12) . P or eso P ablo nos dice con consecuencia de una visió n a la cual nos referimos en un apé ndice de este capítulo ( vé anse pp. 37-
toda sinceridad que « nuestra luch a no es contra la carne y la sangre, sino contra [ ...] los 4 1) .
E spíritus del Mal [ los demonios] que está n en las alturas» ( E f. 6, 12) . ¿ D e qué modo el demonio se opone a D ios y al S alvador? Q ueriendo para sí el culto debido al
P reciso tambié n que las E scrituras nos h ablan siempre de á ngeles y demonios ( aquí me S eñ or y remedando las instituciones cristianas. P or eso es anticristo y antiiglesia. Contra la
refiero en particular a S ataná s) como seres espirituales, sí, pero personales, dotados de encarnació n del Verbo, que redimió al h ombre h acié ndose h ombre, S ataná s se vale de la idolatría
inteligencia, voluntad, libertad e iniciativa. S e equivocan completamente aquellos teó logos del sex o, que degrada al cuerpo h umano convirtié ndolo en instrumento de pecado. A demá s,
modernos que identifican a S ataná s con la idea abstracta del mal: esto es una auté ntica remedando el culto divino, tiene sus iglesias, su culto, sus consagrados ( a menudo con pacto de
h erej ía, o sea que está en abierta contradicció n con lo que dice la B iblia, con la patrística y sangre) , sus adoradores, los seguidores de sus promesas. D el mismo modo que Cristo dio poderes
con el magisterio de la I glesia. S e trata de verdades nunca impugnadas en el pasado, por lo concretos a los apó stoles y a sus sucesores, orientados al bien de las almas y los cuerpos, así
cual carecen de definiciones dogmá ticas, salvo la del I V Concilio lateranense: « E l diablo S ataná s da poderes concretos a sus secuaces, orientados a la ruina de las almas y a las
[ S ataná s] y los otros demonios fueron por naturalez a creados buenos por D ios; pero se enfermedades de los cuerpos. A h ondaremos en estos poderes al h ablar del maleficio.

7
Habla un exorcista
O tro apunte sobre una materia que merecería un tratamiento má s profundo: tan sino que, precipitados en el infierno, los entregó a las prisiones tenebrosas, reservá ndolos para el
equivocado como negar la ex istencia de S ataná s es, segú n la opinió n má s ex tendida, afirmar j uicio» ( 2 P e. 2, 4 ) .
la ex istencia de otras fuerz as o entidades espirituales, ignoradas por la B iblia e inventadas T ambié n los á ngeles tendrá n un aumento de gloria por el bien que nos h acen; por eso es muy ú til
por los espiritistas, por los cultivadores de las ciencias ex ó ticas u ocultas, por los seguidores invocarlos.
de la reencarnació n o los defensores de las llamadas « almas errantes» . N o ex isten espíritus ¿ Q ué trastornos puede causar el demonio en los h ombres mientras está n vivos? N o es fá cil
buenos fuera de los á ngeles, ni ex isten espíritus malos fuera de los demonios. L as almas de encontrar escritos que traten de este asunto, tambié n porque falta un lenguaj e comú n, en el que
los difuntos van inmediatamente al paraíso, al infierno o al purgatorio, como fue definido por todos esté n de acuerdo. Me esfuerz o entonces en especificar el sentido de las palabras que uso
2 concilios ( L yó n y F lorencia) . L os difuntos que se presentan en las sesiones espiritistas, o las aquí y en el resto del libro.
almas de los difuntos presentes en seres vivos para atormentarlos, no son sino demonios. Hay una acció n ordinaria del demonio, que está orientada a todos los h ombres: la de tentarlos
L as rarísimas ex cepciones, permitidas por D ios, son ex cepciones que confirman la regla. N o para el mal. I ncluso J esú s aceptó esta condició n h umana nuestra, dej á ndose tentar por S ataná s.
obstante, reconocemos que en este campo no se h a dich o la ú ltima palabra: es un terreno N o nos ocuparemos ah ora de esta nefasta acció n diabó lica, no porque no sea importante, sino
aú n problemá tico. E l mismo padre L a Grú a h abla de varias ex periencias vividas por é l con porque nuestro obj etivo es ilustrar la acció n ex traordinaria de S ataná s, aquella que D ios le
almas de finados a merced del demonio y h a planteado algunas h ipó tesis de ex plicació n. consiente só lo en determinados casos.
R epito: es un terreno aú n por estudiar a fondo; me propongo h acerlo en otra ocasió n.
A lgunos se asombran de la posibilidad que tienen los demonios de tentar al h ombre o E sta segunda acció n puede clasificarse de 6 formas distintas.
incluso de poseer su cuerpo ( nunca el alma, si el h ombre no quiere entregá rsela libremente) 1. L os sufrimientos físicos causados por S ataná s ex ternamente. S e trata de esos fenó menos que
a travé s de la posesió n o la vej ació n. S erá bueno recordar lo que dice el A pocalipsis ( 12, 7 y leemos en tantas vidas de santos. S abemos có mo san P ablo de la Cruz , el cura de A rs, el padre P ió
ss.) : « D espué s h ubo una batalla en el cielo: Miguel y sus á ngeles luch aron contra el dragó n. y tantos otros fueron golpeados, flagelados y apaleados por demonios. E s una forma en la que no
E l dragó n y sus á ngeles pelearon, pero no pudieron vencer, y ya no h ubo lugar para ellos en me detengo porque en estos casos nunca h ubo ni influencia, interna del demonio en las personas
el cielo. A sí, pues, el gran dragó n fue ex pulsado, aquella serpiente antigua que se llama afectadas ni necesidad de ex orcismos. A lo sumo, intervino la < 9ració n de personas que estaban al
D iablo y S ataná s ( ...) fue precipitada en la tierra, y sus á ngeles fueron con é l precipitados.» corriente de cuanto ocurría. P refiero detenerme en las otras cuatro formas, que interesan
E l dragó n, al verse arroj ado a la tierra, se dio a perseguir a la « muj er envuelta en el sol como directamente a los ex orcistas.
en un vestido» de la que h abía nacido J esú s ( está clarísimo tambié n que se trata de la 2. L a posesió n diabó lica. E s el tormento má s grave y tiene efecto cuando el demonio se apodera
S antísima Virgen) ; pero los esfuerz os del dragó n fueron vanos. « S e dedicó , por tanto, a de un cuerpo ( no de un alma) y lo h ace actuar o h ablar como é l quiere, sin que la víctima pueda
h acer la guerra contra el resto de la descendencia de ella, contra los que observan los resistirse y, por tanto, sin que sea moralmente responsable de ello. E sta forma es tambié n la que
preceptos de D ios y tienen el testimonio de J esú s.» má s se presta a fenó menos espectaculares, del gé nero de los puestos en escena por la película E l
D e entre los numerosos discursos de J uan P ablo I I sobre S ataná s, reproduz co un pasaj e de ex orcista o del tipo de los signos má s vistosos indicados por el R itual: h ablar lenguas nuevas,
lo que dij o el 24 de mayo de 198 7 durante una visita al santuario de S an Miguel A rcá ngel: demostrar una fuerz a ex cepcional, revelar cosas ocultas. D e ello tenemos un claro ej emplo
« E sta luch a contra el demonio, que distingue con especial relieve al arcá ngel san Miguel, es evangé lico en el endemoniado de Gerasa. P ero que quede bien claro que h ay toda una gama de
actual todavía h oy, porque el demonio sigue vivo y activo en el mundo. E n efecto, el mal que posesiones diabó licas, con grandes diferencias en cuanto a gravedad y síntomas.
h ay en é ste, el desorden que se h alla en la sociedad, la incoh erencia del h ombre, la fractura S ería un grave error fij arse en un modelo ú nico.
interior de la cual es víctima, no son só lo consecuencias del pecado original, sino tambié n E ntre much as otras, h e ex orciz ado a dos personas afligidas de posesió n total; durante el ex orcismo
efecto de la acció n devastadora y oscura de S ataná s.» permanecían perfectamente mudas e inmó viles. P odría citar varios ej emplos con fenomenologías
L a ú ltima frase es una clara alusió n a la condena de D ios a la serpiente, como nos es muy diversas.
narrado en el Gé nesis ( 3, 15 ) : « Haré que tú y la muj er seá is enemigos, lo mismo que tu 3. L a vej ació n diabó lica, o sea trastornos y enfermedades desde muy graves h asta poco graves,
descendencia y su descendencia. S u descendencia te aplastará la cabez a.» pero que no llegan a la posesió n, aunque sí a h acer perder el conocimiento, a h acer cometer
¿ E l demonio está ya en el infierno? ¿ Cuá ndo se produj o la luch a entre los á ngeles y los acciones o pronunciar palabras de las que no se es responsable. A lgunos ej emplos bíblicos: J ob no
demonios? S on interrogantes a los que no se puede responder sin tener en cuenta al menos sufría una posesió n diabó lica, pero fue gravemente atacado a travé s de sus h ij os, sus bienes y su
dos factores: que estar en el infierno o no es má s una cuestió n de estado que de lugar. salud. L a muj er j orobada y el sordomudo sanados por J esú s no sufrían una posesió n diabó lica total,
Á ngeles y demonios son puros espíritus; sino la presencia de un demonio que les provocaba esos trastornos físicos. S an P ablo, desde luego,
para ellos la palabra « lugar» tiene un sentido distinto que para nosotros. L o mismo vale para no estaba endemoniado, pero sufría una vej ació n diabó lica consistente en un trastorno malé fico:
la dimensió n del tiempo: para los espíritus es distinta que para nosotros. « P or lo cual, para que yo no me engría por h aber recibido revelaciones tan maravillosas, se me h a
E l A pocalipsis nos dice que los demonios fueron precipitados sobre la tierra; su condena dado un sufrimiento, una especie de espina en la carne [ se trataba evidentemente de un mal
definitiva aú n no se h a producido, si bien es irreversible la selecció n efectuada en su físico] , un emisario de S ataná s, que me abofetea» ( 2 Cor. 12, 7) ; por tanto, no h ay duda de que el
momento, que distinguió a los á ngeles de los demonios. T odavía conservan, por tanto, un origen de ese mal era malé fico.
poder, permitido por D ios, aunque « por poco tiempo» . P or eso apostrofan a J esú s: « ¿ Has L as posesiones son todavía h oy bastante raras; pero nosotros, los ex orcistas, encontramos un
venido aquí a atormentarnos antes de tiempo? » ( Mt. 8 , 29) . E l j uez ú nico es Cristo, que gran nú mero de personas atacadas por el demonio en la salud, en los bienes, en el trabaj o, en los
asociará a sí mismo su cuerpo místico. D e tal modo debe entenderse la ex presió n de P ablo: afectos...
« ¿ N o sabé is que nosotros j uz garemos a los á ngeles? » ( 2 Cor. 6, 8 ) . Q ue quede bien claro que diagnosticar la causa malé fica de estos males ( o sea comprobar si se
E s por este poder que aú n ostentan por lo que los endemoniados de Gerasa, volvié ndose a trata de causa malé fica o no) y curarlos, no es en absoluto má s sencillo que diagnosticar y curar
Cristo, le rogaban « que no les mandase volver al abismo. posesiones propiamente dich as; podrá ser diferente la gravedad, pero no la dificultad de entender y
Como h abía allí [ ...] una gran piara de cerdos paciendo, los espíritus le rogaron que les el tiempo oportuno para curar.
permitiera entrar en ellos» ( L e. 8 , 31-32) . Cuando un demonio sale de una persona y es 4 . L a obsesió n diabó lica. S e trata de acometidas repentinas, a veces continuas, de
arroj ado al infierno para é l es como una muerte definitiva. P or eso se opone tanto como pensamientos obsesivos, incluso en ocasiones racionalmente absurdos, pero tales que la víctima no
puede. P ero deberá pagar los sufrimientos que causa a las personas con un aumento está en condiciones de liberarse de ellos, por lo que la persona afectada vive en continuo estado de
de pena eterna. S an P edro es muy claro al afirmar que el j uicio definitivo sobre los demonios postració n, de desesperació n, de deseos de suicidio. Casi siempre las obsesiones influyen en los
aú n no h a sido pronunciado, cuando escribe: « D ios no perdonó a los á ngeles que pecaron, sueñ os. S e me dirá que é stos son estados morbosos, que competen a la psiquiatría. T ambié n para

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Habla un exorcista
todos los demá s fenó menos puede h aber ex plicaciones psiquiá tricas, parapsicoló gicas o
similares. P ero h ay casos que se salen completamente de la sintomatología comprobada por
estas ciencias y que, en cambio, revelan síntomas de segura causa o presencia malé fica. S on
diferencias que se aprenden con el estudio y la prá ctica.
5 . E x isten tambié n las infestaciones diabó licas en casas, obj etos y animales. N o me
ex tiendo ah ora sobre este aspecto, al que aludiremos má s adelante en el libro. B á steme fij ar
el sentido que doy al té rmino infestació n; prefiero no referirlo a las personas, a las que, en
cambio, aplico los té rminos de posesió n, vej ació n, obsesió n.
6. Cito, por ú ltimo, la suj eció n diabó lica, llamada tambié n dependencia diabó lica. S e
incurre en este mal cuando nos sometemos deliberadamente a la servidumbre del demonio.
L as 2 formas má s usadas son el pacto de sangre con el diablo y la consagració n a S ataná s.
¿ Có mo defendernos de todos estos posibles males? D igamos en seguida que, aunque
nosotros la consideramos una norma deficiente, en sentido estricto los ex orcismos son
necesarios, segú n el R itual, só lo para la verdadera posesió n diabó lica. E n realidad, nosotros,
los ex orcistas, nos ocupamos de todos los casos en que se reconoce una influencia malé fica.
P ero para los demá s casos distintos de la posesió n deberían bastar los medios comunes de
gracia: la oració n, los sacramentos, la limosna, la vida cristiana, el perdó n de las ofensas y el
recurso constante al S eñ or, a la Virgen, a los santos y a los á ngeles. Y es en este ú ltimo
punto donde deseamos detenernos ah ora.
Con gusto cierro este capítulo sobre el demonio, adversario de Cristo, h ablando de los
á ngeles: son nuestros grandes aliados; les debemos much o y es un error que se h able tan
poco de ellos.
Cada uno de nosotros tiene su á ngel custodio, amigo fidelísimo durante las 24 h oras del día,
desde la concepció n h asta la muerte. N os protege incesantemente el alma y el cuerpo;
nosotros, en general, ni siquiera pensamos en ello. S abemos que incluso las naciones tienen
su á ngel particular y probablemente esto ocurre tambié n para cada comunidad, quiz á para la
misma familia, aunque no tenemos certez a de esto. P ero sabemos que los á ngeles son
numerosísimos y deseosos de h acemos el bien much o má s de cuanto los demonios tratan de
perj udicarnos.
L as E scrituras nos h ablan a menudo de los á ngeles por las varias misiones que el S eñ or les
confía. Conocemos el nombre del príncipe de los á ngeles, san Miguel: tambié n entre los
á ngeles ex iste una j erarquía basada en el amor y regida por aquel influj o divino « en cuya
voluntad está nuestra paz » , como diría D ante. Conocemos asimismo los nombres de otros
dos arcá ngeles: Gabriel y R afael. U n apó crifo añ ade un cuarto nombre: U riel. T ambié n de las
E scrituras tomamos la subdivisió n de los á ngeles en nueve coros: dominaciones, potestades,
tronos, principados, virtudes, á ngeles, arcá ngeles, querubines y serafines. E l creyente sabe
que vive en presencia de la S antísima T rinidad, es má s, que la tiene dentro de sí; sabe que
es continuamente asistido por una madre que es la misma Madre de D ios; sabe que puede
contar siempre con la ayuda de los á ngeles y los santos; ¿ có mo puede sentirse solo, o
abandonado, o bien oprimido por el mal? E n el creyente h ay espacio para el dolor, porque
é se es el camino de la cruz que nos salva; pero no h ay espacio para la tristez a. Y esta
siempre dispuesto a dar testimonio a quienquiera que le interrogue sobre la esperanz a que le
sostiene ( cf. 1 P e. 3, 15 ) .
P ero está claro que tambié n el creyente debe ser fiel a D ios, debe temer el pecado. É ste es
el remedio en el que se basa nuestra fuerz a; tanto es así, que san J uan no vacila en afirmar:
« S abemos que todo el nacido de D ios no peca, porque el Hij o de D ios le guarda y el maligno
no le toca» ( 1 J n. 5 , 18 ) . S i nuestra debilidad nos lleva a veces a caer, debemos
inmediatamente levantarnos ayudá ndonos de ese gran recurso que la misericordia divina nos
h a concedido: el arrepentimiento y la confesió n.

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Habla un exorcista
Como se ve, los pontífices tuvieron presente con much a claridad la tremenda presencia de S ataná s: la
intenció n añ adida por P ío X I apuntaba al centro de las falsas doctrinas sembradas en nuestro siglo y
que todavía h oy envenenan la vida no só lo de los pueblos, sino de los mismos teó logos. S i luego las
APÉNDICES

disposiciones de P ío X I no h an sido observadas, es culpa de aquellos a quienes h abían sido confiadas;


La visión diabólica de León XIII

Much os de nosotros recordamos có mo, antes de la reforma litú rgica debida al Concilio Vaticano I I , desde luego, se integraban perfectamente en los acontecimientos carismá ticos que el S eñ or h abía
el celebrante y los fieles se arrodillaban al final de la misa para rez ar una oració n a la Virgen y dado a la h umanidad mediante las apariciones de F á tima, aun siendo independientes de ellas: a la
otra a san Miguel arcá ngel. R eproducimos aquí el tex to de esta ú ltima, porque es una h ermosa saz ó n F á tima todavía era desconocida en el mundo.
plegaria que todos pueden rez ar con provech o:
L os dones de S ataná s
S an Miguel arcá ngel, defié ndenos en la batalla; contra las maldades y las insidias del diablo sé T ambié n S ataná s concede poderes a sus devotos. A veces, como el auté ntico embustero que es, los
nuestra ayuda. T e lo rogamos suplicantes: ¡ que el S eñ or lo ordene! Y tú , príncipe de las milicias destinatarios de tales poderes no comprenden inmediatamente su procedencia o no quieren
celestiales, con el poder que te viene de D ios, vuelve a lanz ar al infierno a S ataná s y a los comprenderla, demasiado contentos con esos dones gratuitos. A sí puede suceder que una persona
demá s espíritus malignos que vagan por el mundo para perdició n de las almas. tenga un don de presciencia; otros, só lo ponié ndose ante un folio de papel en blanco con una pluma
en la mano, que escriban espontá neamente pá ginas y má s pá ginas de mensaj es; otros tienen la
¿ Có mo nació esta oració n? T ranscribo lo publicado por la revista E ph emerides L iturgicae en 195 5 impresió n de poder desdoblarse y que una parte de su ser puede penetrar en casas y en ambientes
( pp. 5 8 -5 9) . incluso lej anos; es muy corriente que algunos oigan « una voz » que a veces puede sugerir oraciones y
E l padre D omenico P ech enino escribe: « N o recuerdo el añ o ex acto. U na mañ ana el S umo P ontífice otras veces cosas completamente distintas.
L eó n X I I I h abía celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra, de agradecimiento, como era P odría continuar con la lista. ¿ Cuá l es la fuente de estos dones especiales? ¿ S on carismas del E spíritu
h abitual. D e pronto, le vi levantar ené rgicamente la cabez a y luego mirar algo por encima del S anto? ¿ S on regalos de procedencia diabó lica? ¿ S e trata má s sencillamente de fenó menos
celebrante. Miraba fij amente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. metapsíquicos? E s preciso un estudio o un discernimiento realiz ado por personas competentes para
A lgo ex trañ o, grande, le ocurría. establecer la verdad. Cuando san P ablo estaba en T iatira, le sucedió que continuamente le seguía una
« F inalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero ené rgico ademá n, se levanta. S e le ve esclava que tenía el don de la adivinació n y con esta peculiaridad suya procuraba much o dinero a sus
encaminarse h acia su despach o privado. L os familiares le siguen con premura y ansiedad. L e amos. P ero era un don de origen diabó lico que desapareció inmediatamente despué s de que san P ablo
dicen en voz baj a: " S anto P adre, ¿ no se siente bien? ¿ N ecesita algo? " R esponde: " N ada, nada." A l h ubo ex pulsado al espíritu maligno ( A c. 16, 16-18 ) .
cabo de media h ora h ace llamar al secretario de la Congregació n de R itos y, dá ndole un folio, le A título de ej emplo, reproducimos algunos pasaj es de un testimonio firmado por « E rasmo de B ari» y
manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿ Q ué contenía? L a oració n publicado en R innovamento dé lo S pirito S anto en septiembre de 198 7. L as observaciones entre
que rez amos al final de la misa j unto con el pueblo, con la sú plica a María y la encendida corch etes son nuestras.
invocació n al príncipe de las milicias celestiales, implorando a D ios que vuelva a lanz ar a S ataná s « Hace algunos añ os h ice el ex perimento del j uego del vaso sin saber que se trataba de una forma de
al infierno.» espiritismo. L os mensaj es utiliz aban un lenguaj e de paz y h ermandad [ advié rtase có mo el demonio
E n aquel escrito se ordenaba tambié n rez ar esas oraciones de rodillas. L o antes escrito, que sabe enmascararse baj o apariencias de bien] . D espué s de algú n tiempo fui investido de ex trañ as
tambié n h abía sido publicado en el perió dico L a settimana del clero el 30 de marz o de 194 7, no facultades precisamente en L ourdes, mientras desempeñ aba mi misió n [ tambié n este detalle es digno
cita las fuentes de las que se tomó la noticia. P ero de ello resulta el modo insó lito en que se de destacar: no ex isten lugares, por má s sagrados que sean, donde el demonio no pueda
ordenó rez ar esa plegaria, que fue ex pedida a los obispos diocesanos en 18 8 6. Como confirmació n introducirse] .
de lo que escribió el padre P ech enino tenemos el autoriz ado testimonio del cardenal N asalli R occa » T enía las mismas facultades que en parapsicología se definen como ex trasensoriales, es decir:
que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en B olonia en 194 6, escribe: clarividencia, lectura del pensamiento, diagnó sticos clínicos, lectura del coraz ó n y la vida de personas
« L eó n X I I I escribió é l mismo esa oració n. L a frase [ los demonios] " que vagan por el mundo para vivas o difuntas y otros poderes. A lgunos meses má s tarde se añ adió otra facultad: la de anular el
perdició n de las almas" tiene una ex plicació n h istó rica, que nos lú e referida varias veces por su dolor físico con la imposició n de manos, aliviando o eliminando el estado de sufrimiento; ¿ era quiz á la
secretario particular, monseñ or R inaldo A ngelí. L eó n X I I I ex perimentó verdaderamente la visió n llamada pranoterapia?
de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad E terna ( R oma) ; de esa ex periencia » Con todos estos poderes no me era difícil h ablar con la gente; pero despué s de los encuentros esa
surgió la oració n que quiso h acer rez ar en toda la I glesia. É l la rez aba con voz vibrante y potente: gente quedaba aturdida por lo que yo le decía y con un sentimiento de profunda turbació n porque la
la oímos much as veces en la basílica vaticana. N o só lo esto, sino que escribió de su puñ o y letra condenaba por los pecados cometidos, ya que los veía en su alma. P ero, leyendo la palabra de D ios,
un ex orcismo especial contenido en el R itual romano ( edició n de 195 4 , tít. X I I , c. I I I , pp. 8 63 y me daba cuenta de que mi vida no h abía cambiado en absoluto. S eguía siendo fá cil presa de la ira,
ss.) . E l recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rez aran a menudo ese ex orcismo en sus lento para el perdó n, propenso al resentimiento, susceptible ante la ofensa. T enía miedo de cargar
dió cesis y parroquias. É l, por su parle, lo rez aba con much a frecuencia a lo largo del día.» con mi cruz , tenía miedo de la incó gnita del futuro y de la muerte.
R esulta interesante tambié n tener en cuenta otro h ech o, que enriquece aú n má s el valor de « D espué s de una larga peregrinació n y tormentosos pesares, J esú s me orientó h acia la R enovació n.
aquellas oraciones que se rez aban despué s de cada misa. P ío X I quiso que, al rez arlas, se h iciese A quí h e encontrado algunos h ermanos que h an rogado por mí, y h a resultado que lo que me h abía
con una especial intenció n por R usia ( alocució n del 30 j unio 1930 ) . E n esa alocució n, despué s de sucedido no era de origen divino, sino fruto del maligno. P uedo testimoniar que h e visto la potencia
recordar las oraciones por R usia a las que h abía instado tambié n a todos los fieles en la festividad del nombre de J esú s. He reconocido y confesado mis pecados del pasado, me h e arrepentido, h e
del patriarca san J osé ( 19 marz o 1930 ) , y despué s de recordar la persecució n religiosa en R usia, renunciado a toda prá ctica oculta. E stos poderes h an cesado y h e sido perdonado por D ios; por eso le
concluyó como sigue: estoy agradecido.»
« Y a fin de que todos puedan sin fatiga ni incomodidad continuar en esta santa cruz ada, N o olvidemos que tambié n la B iblia nos proporciona ej emplos de idé nticos h ech os ex traordinarios
disponemos que esas oraciones que nuestro antecesor de feliz memoria, L eó n X I I I , ordenó que los realiz ados por D ios o el demonio. A lgunos prodigios que Moisé s, por orden de D ios, realiz a delante del
sacerdotes y los fieles rez aran despué s de la misa, sean dich as con esta intenció n especial, es faraó n, son realiz ados tambié n por los magos de la corte. He aquí por qué el h ech o en sí, tomado
decir, por R usia. D e lo cual los obispos y el clero secular y regular tendrá n cuidado de mantener aisladamente, no es suficiente para ex plicarnos la causa cuando se trata de fenó menos de esta índole.
informados a su pueblo y a cuantos esté n presentes en el santo sacrificio, sin dej ar de recordar a A ñ ado que con frecuencia las personas afectadas por trastornos malé ficos poseen « sensibilidades»
menudo lo antedich o» ( Civittá Cattolica, 1930 , vol. I U ) . particulares: entienden inmediatamente si una persona está imbuida de negatividad, prevé n
acontecimientos futuros, a veces tienen una notable tendencia a querer imponer las manos a

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Habla un exorcista
personas psíquicamente frá giles. O tras veces tienen la impresió n de poder influir sobre los
acontecimientos del pró j imo, augurando el mal con una perversidad que sienten en sí mismas,
casi con prepotencia. He visto que es preciso oponerse a todas estas tendencias y vencerlas para
poder llegar a la curació n.

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Habla un exorcista
presencia demoníaca ni ninguna necesidad de ex orcismos. P ero señ alemos asimismo el peligro
opuesto, que h oy es muy frecuente y, por tanto, má s de temer: el peligro de no saber reconocer la
presencia malé fica y omitir el ex orcismo cuando, en cambio, es indispensable. He coincidido con todos
LOS EXORCISMOS

« A los que creyeren les acompañ ará n estas señ ales: en mi nombre ex pulsará n los demonios» los ex orcistas a los que h e interrogado en reconocer que nunca un ex orcismo innecesario h a h ech o
( Me. 16, 17) : este poder que J esú s confirió a todos los creyentes conserva su plena validez . E s un dañ o ( la primera vez , y en los casos dudosos, todos h acemos uso de ex orcismos muy breves,
poder general, basado en la fe y la oració n. P uede ser ej ercido por individuos o comunidades. E s pronunciados en voz baj a, que pueden ser confundidos con simples bendiciones) . P or este motivo
siempre posible y no requiere ninguna autoriz ació n. P ero precisemos el lenguaj e: en este caso se nunca h emos tenido motivos de arrepentimiento, mientras que, en cambio, h emos debido
trata de plegarias de liberació n, no de ex orcismos. arrepentirnos de no h aber sabido reconocer la presencia del demonio y h aber omitido el ex orcismo en
L a I glesia, para dar má s eficacia a ese poder conferido por Cristo y para salvaguardar a los casos en que su presencia se h a manifestado má s tarde, con signos evidentes y de manera much o
fieles de embrollones y magos, h a instituido un sacramental particular, el ex orcismo, que puede má s arraigada.
ser administrado ex clusivamente por los obispos o los sacerdotes ( por tanto, nunca por laicos) P or eso repito, sobre la importancia y el valor de los signos, que bastan pocos y dudosos para que
que h an recibido del obispo licencia específica y ex presa. A sí lo dispone el D erech o canó nico ( can. se pueda proceder al ex orcismo. S i durante é ste ya se advierten otros signos, ló gicamente h abrá que
1172) que nos recuerda tambié n có mo los sacramentales se valen de la fuerz a de impetració n de ex tenderse cuanto se considere necesario, aunque el primer ex orcismo sea administrado con relativa
la I glesia, a diferencia de las oraciones privadas ( can. 1166) , y có mo deben ser administrados brevedad. E s posible que durante el ex orcismo no se manifieste ningú n signo, pero que luego el
observando cuidadosamente los ritos y las fó rmulas aprobadas por la I glesia ( can. 1167) . paciente refiera h aber notado efectos ( en general son efectos bené ficos) de relevancia segura.
D e ello se deduce que só lo al sacerdote autoriz ado, ademá s de al obispo ex orciz ante ( ¡ oj alá los E ntonces se toma la decisió n de repetir el ex orcismo; si los efectos continú an, sucede siempre que,
h ubiera! ) , corresponde el nombre de ex orcisla. E s un nombre h oy sobredimensionado. Much os, tarde o temprano, se manifiestan signos tambié n durante el ex orcismo. E s muy ú til observar el
sacerdotes y laicos, se llaman ex orcistas cuando no lo son. desarrollo de los signos, siguiendo la serie de los distintos ex orcismos. A veces esos signos
Y much os dicen que h acen ex orcismos, mientras que só lo h acen plegarias de liberació n, cuando disminuyen progresivamente: es una señ al de que h a empez ado la curació n. O tras veces los signos
no h acen incluso magia... E x orcismo es só lo el sacramental instituido por la I glesia. E ncuentro siguen un crescendo y se dan con una diversidad del todo imprevisible: ello significa que está
equívocas y engañ osas otras denominaciones. E s ex acto llamar ex orcismo sencillo al introducido aflorando enteramente el mal que antes permanecía oculto, y cuando h a aflorado del todo, só lo
en el bautismo y ex orcismo solemne al sacramento reservado a los ex orcismos propiamente entonces comienz a a retroceder.
dich os. A sí se ex presa el nuevo Catecismo. P ero considero erró neo llamar ex orcismo privado o P or lo antedich o se entenderá cuan necio es esperar a que h aya signos seguros de posesió n para
ex orcismo comú n a una prez que no es en absoluto un ex orcismo, sino só lo una plegaria de practicar el ex orcismo; y es igualmente fruto de total inex periencia esperar, antes de los ex orcismos,
liberació n y que así debe ser llamada. aquella clase de signos que la mayoría de las veces se manifiestan só lo durante los mismos, o
E l ex orcista debe atenerse a las oraciones del R itual. P ero h ay una diferencia respecto de los despué s de ellos, o a continuació n de toda una serie de ex orcismos. He tenido casos en que h an sido
demá s sacramentales. E l ex orcismo puede durar unos pocos minutos o prolongarse varias h oras. necesarios añ os de ex orcismos para que el mal se manifestase en toda su gravedad. E s inú til querer
P or eso no es necesario rez ar todas las oraciones del R itual, mientras que, en cambio, se pueden reducir la casuística en este campo a modelos está ndar. Q uien tiene má s ex periencia conoce con
añ adir much as otras, como el propio R itual sugiere. seguridad las má s variadas formas de manifestaciones demoníacas. P or ej emplo: a mí y a todos los
E l obj etivo del ex orcismo es doble. S e propone liberar a los poseídos; este aspecto lo ponen de ex orcistas que h e interrogado nos h a sucedido un h ech o significativo. L os tres signos indicados por el
relieve todos los libros sobre la cuestió n. P ero, antes aun, tiene un fin de diagnó stico, con R itual como síntomas de posesió n: h ablar lenguas desconocidas, poseer una fuerz a sobreh umana y
demasiada frecuencia ignorado. E s verdad que el ex orcista, antes de proceder, interroga a la conocer cosas ocultas, se h an manifestado siempre durante los ex orcismos y nunca antes. Habría sido
persona misma o a sus familiares para cerciorarse de si ex isten o no las condiciones para del todo estú pido pretender que estos signos se verificaran por anticipado, para poder proceder a los
administrar el ex orcismo. P ero tambié n es verdad que só lo mediante el ex orcismo podemos ex orcismos.
darnos cuenta con certez a de si h ay intervenció n diabó lica o no. T odos los fenó menos que se A ñ adamos que no siempre se llega a un diagnó stico seguro. P uede h aber casos ante los cuales nos
produz can, por ex trañ os o aparentemente inex plicables que sean, pueden encontrar en realidad quedamos perplej os. T ambié n porque, y son los casos má s difíciles, en ocasiones nos encontramos
una ex plicació n natural. T ampoco la suma de fenó menos psiquiá tricos y parapsicoló gicos es un ante suj etos que sufren a la vez males psíquicos e influencias malé ficas. E n estos casos es muy ú til
criterio suficiente para el diagnó stico. S ó lo mediante el ex orcismo se adquiere la certez a de que el ex orcista cuente con la ayuda de un psiquiatra. E n varias ocasiones el padre Candido llamó al
encontrarse ante una intervenció n diabó lica. profesor Mariani, director de una conocida clínica romana de enfermedades mentales, para que
E n este p.unto es necesario adentrarnos un poco en un tema que, por desgracia, no es ni asistiera a sus ex orcismos. Y otras veces fue el profesor Mariani quien invitó al padre Candido a su
siquiera aludido en el R itual y es soslayado por todos aquellos que h an escrito sobre este asunto. clínica para estudiar y eventualmente colaborar en la curació n de algunos de sus enfermos.
Hemos afirmado que el ex orcismo tiene, ante todo, un efecto diagnó stico, sea comprobar la Me dan risa ciertos sabih ondos teó logos modernos que señ alan como una gran novedad el h ech o
presencia o no de una causa malé fica de los trastornos o una presencia malé fica en la persona. E n de que algunas enfermedades mentales pueden ser confundidas con la posesió n diabó lica. Y lo mismo
orden cronoló gico este obj etivo es el primero que se alcanz a y al cual se apunta; en orden de h acen ciertos psiquiatras o parapsicó logos: creen h aber descubierto A mé rica con semej antes
importancia el fin específico de los ex orcismos es liberar de las presencias malé ficas o de los afirmaciones. S i fueran un poco má s instruidos sabrían que los primeros ex pertos en poner en guardia
trastornos malé ficos. contra este posible error fueron las autoridades eclesiá sticas. D esde 15 8 3, en los decretos del S ínodo
P ero es muy importante tener presente esta sucesió n ló gica ( primero la diagnosis y luego el de R eims, la I glesia h abía advertido contra este posible equívoco, afirmando que algunas formas de
tratamiento) para valorar correctamente los signos a los que el ex orcista debe atenerse. Y sospech osa posesió n diabó lica podían ser sencillamente enfermedades mentales. P ero entonces la
digamos inmediatamente que revisten much a importancia los signos antes del ex orcismo, los psiquiatría no h abía nacido y los teó logos creían en el E vangelio.
signos durante el ex orcismo, los signos despué s del ex orcismo, el desarrollo de los signos en el A demá s del diagnó stico, el ex orcismo tiene un fin curativo: liberar al paciente. Y aquí comienz a un
transcurso de los distintos ex orcismos. camino que a menudo es difícil y largo. E s necesaria la colaboració n del individuo, y é ste much as
N os parece que, aunque sea indirectamente, el R itual tiene un poco en cuenta esta sucesió n, veces está incapacitado para darla: debe rez ar much o y no lo consigue; debe acercarse con
desde el momento que dedica una norma ( nú m. 3) a poner en guardia al ex orcista a fin de que no frecuencia a los sacramentos y en much as ocasiones no lo logra; tambié n para ir adonde está el
sea fá cil creer en una presencia demoníaca; pero luego dedica varias normas a poner en guardia ex orcista para recibir el sacramento debe a veces superar impedimentos que parecen insuperables.
al mismo ex orcista contra los distintos trucos que el demonio pone en acció n para ocultar su P or todo esto tiene much a necesidad de ser ayudado y, en cambio, en la mayoría de los casos, nadie
presencia. A nosotros, los ex orcistas, nos parece j usto e importante estar atentos a no dej arse alcanz a a comprenderle.
embaucar por enfermos mentales, por ch iflados, por quienes, en resumen, no tienen ninguna

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Habla un exorcista
¿ Cuá nto tiempo es preciso para liberar a alguien afectado por el demonio? É sta es R ecordemos el ej emplo de san B ernardino de S iena, que, como conclusió n y recuerdo de sus
verdaderamente una pregunta a la que nadie sabe responder. misiones populares, convencía a las familias para que pusieran sobre la puerta de casa un medalló n
Q uien libera es el S eñ or, que actú a con divina libertad, aun cuando desde luego tiene en cuenta con las siglas del nombre de J esú s ( J HS : J esú s Hominem S alvator, J esú s S alvador de los Hombres) .
las oraciones, especialmente si se las dirigen con la intercesió n de la I glesia. E n general, podemos Varias veces' se me h a h ech o palpable la eficacia de las medallitas llevadas encima con fe. S i incluso
decir que el tiempo necesario depende de la fuerz a inicial de la posesió n diabó lica y del tiempo h ablá semos só lo de la medalla milagrosa, difundida en el mundo en much os millones de ej emplares
transcurrido entre é sta y el ex orcismo. Me ocurrió el caso de una much ach a de catorce añ os, despué s de las apariciones de la Virgen a santa Catalina L abouré ( ocurridas en P arís en 18 30 ) , y si
afectada desde h acía pocos días, que parecía furiosa: pateaba, mordía, arañ aba. B astó un cuarto h ablá semos de las prodigiosas gracias obtenidas por esa simple medallita, no acabaríamos nunca.
de h ora de ex orcismo para liberarla completamente; en un primer momento se h abía caído al Much os libros tratan directamente este asunto.
suelo como muerta, h asta el punto de h acer recordar el episodio evangé lico en que J esú s liberó a U no de los episodios mas conocidos de posesió n diabó lica, reseñ ado en varios libros por la
aquel j oven con quien los apó stoles h abían fracasado. D espué s de pocos minutos de recuperació n, documentació n h istó ricamente ex acta que nos h a transmitido los h ech os, es el referente a los dos
la niñ a corría por el patio, j ugando con su h ermanito. h ermanos B urner, de I llfurt ( A lsacia) , que fueron liberados con una serie de ex orcismos en 18 69.
Con todo, los casos como é ste son rarísimos, o bien se producen si la intervenció n malé fica es P ues bien, un día, entre los numerosos despech os del demonio, tenía que h aber volcado la carroz a
muy ligera. L a mayoría de veces el ex orcista tiene que vé rselas con situaciones enoj osas. P orque que transportaba al ex orcista, acompañ ado por un monseñ or y una monj a. P ero el demonio no pudo
ah ora ya nadie piensa en el ex orcista. E x pongo un caso típico. U n niñ o manifiesta signos llevar a cabo su propó sito porque, en el momento de la partida, h abían dado al coch ero una medalla
ex trañ os; los padres no profundiz an, no le dan importancia, piensan que cuando crez ca todo se de san B enito, con ñ nes protectores, y el coch ero se la h abía puesto devotamente en el bolsillo.
arreglará . T ambié n porque inicialmente los síntomas son leves. L uego, al agravarse los R ecuerdo, por ú ltimo, los cuatro pá rrafos que el Catecismo de la I glesia cató lica dedica a los
fenó menos, los padres comienz an a dirigirse a los mé dicos: prueban con uno, luego con otro, ex orcismos. L eídos sucesivamente, ofrecen un desarrollo bien trabado.
siempre sin resultados. U na vez vino a verme una much ach a de diecisiete añ os que ya h abía sido E l 5 17, h ablando de Cristo redentor, recuerda sus curaciones y sus ex orcismos. E l punto de partida
visitada en las principales clínicas de E uropa. A l final, por consej o de algú n amigo o sabelotodo, son los h ech os de J esú s.
nace la sospech a de que no se trata de un mal debido a causas natumles, y se sugiere recurrir a E l 5 5 0 afirma que el advenimiento del reino de D ios marca la derrota del reino de S ataná s; se
algú n mago. D esde este momento, el dañ o inicial se duplica. S ó lo por casualidad, a consecuencia reproducen las palabras de J esú s: « S i yo ex pulso a los demonios por virtud del E spíritu de D ios,
de quié n sabe qué sugerencia ( casi nunca debida a sacerdotes...) , se recurre al ex orcista. P ero ciertamente h a llegado a vosotros el reino de D ios.» É ste es el obj etivo final de los ex orcismos: con la
entretanto h an pasado varios añ os y el mal está cada vez má s « arraigado» . J ustamente el primer liberació n de los endemoniados se demuestra la total victoria de Cristo sobre el príncipe de este
ex orcismo h abla de « desarraigar y poner en fuga» al demonio. E n este punto se necesitan much os mundo.
ex orcismos, a menudo practicados durante añ os, y no siempre se llega a la liberació n. L os 2 pá rrafos siguientes evocan el doble desarrollo de los ex orcismos: como un componente del
P ero repito: los plaz os de tiempo son de D ios. bautismo y como poder de liberació n de los poseídos.
A yuda much o la fe del ex orcista y la fe del ex orciz ado; ayudan las oraciones del interesado, de su E l 1 237 nos recuerda que, puesto que el bautismo libera del pecado y de la esclavitud de S ataná s,
familia, de otros ( monj as de clausura, comunidades parroquiales, grupos de oració n, en particular en é l se pronuncian uno o varios ex orcismos sobre el catecú meno, que renuncia ex plícitamente a
esos grupos que h acen plegarias de liberació n) ; ayuda much ísimo el uso de los correspondientes S ataná s.
sacramentales, oportunamente usados para los obj etivos indicados por las oraciones de E l 1 673 afirma que, mediante el ex orcismo, la I glesia pide pú blicamente y con autoridad, en
bendició n: agua ex orciz ada o al menos bendita, aceite ex orciz ado, sal ex orciz ada. P ara ex orciz ar nombre de J esucristo, que una persona o un obj eto sea protegido contra la influencia del maligno o
agua, aceite y sal no es preciso un ex orcista; basta un sacerdote cualquiera. P ero h ay que buscar sea sustraído a su dominio. E l ex orcismo aspira a ex pulsar a los demonios o a liberar de las
a uno que crea en ello y que sepa que en el R itual ex isten esas bendiciones específicas. L os influencias demoníacas.
sacerdotes que saben de estas cosas son rara avis; la mayoría no las conocen y se ríen en la cara D estaco la importancia de este pá rrafo, que colma 2 lagunas presentes en el R itual y en el D erech o
del solicitante. Volveremos a h ablar de estos sacramentales. canó nico. E n efecto, no h abla só lo de liberar a las personas, sino tambié n a los obj etos ( té rmino
S on de fundamental importancia la frecuentació n de los sacramentos y una conducta de vida gené rico, que puede comprender casas, animales, cosas, conforme a la tradició n) . A demá s, aplica el
conforme al E vangelio. E s palpable el poderío del rosario y, en general, del recurso a la Virgen ex orcismo no só lo a la posesió n, sino tambié n a las influencias demoníacas.
María; es muy poderosa la intercesió n de los á ngeles y los santos; son ú tilísimas las
peregrinaciones a los santuarios, los cuales son a menudo lugares elegidos por D ios para la
liberació n preparada por los ex orcismos. D ios nos h a prodigado una enorme cantidad de medios
de gracia: depende de nosotros h acer uso de ellos. Cuando los E vangelios narran las tentaciones
de Cristo por obra de S ataná s, nos dicen có mo siempre J esú s rebate al demonio con una frase de
la B iblia. L a palabra de D ios es de gran eficacia, como tambié n lo es la plegaria de alabanz a. ya
sea la espontá nea, ya sea, en particular, la bíblica: los salmos y los cá nticos de alabanz a a D ios.
A un con todo esto, la eficacia de los ex orcismos impone al ex orcista much a h umildad, porque le
h ace palpable su nulidad: quien obra es D ios. Y somete tanto al ex orcista como al ex orciz ado a
duras pruebas de desaliento; los frutos sensibles son con frecuencia lentos y fatigosos. E n
compensació n, se perciben grandes frutos espirituales, que ayudan en parte a comprender por
qué el S eñ or permite estas dolorosísimas pruebas. S e avanz a en la oscuridad de la fe, pero
conscientes de que caminamos h acia la luz verdadera.
A ñ ado la importancia protectora de las imá genes sagradas, ya sea sobre la persona, ya sea en
los lugares; en la puerta de casa, en los dormitorios, en el comedor o en el lugar donde suele
reunirse la familia. L a imagen sagrada recuerda no la idea pagana de un talismá n, sino el
concepto de imitació n de la figura representada y de protecció n que se invoca. Hoy me ocurre a
menudo entrar en casas en las que sobre la puerta de acceso destaca un buen cuerno roj o y,
mientras doy vueltas para bendecir cada h abitació n, encuentro muy pocas imá genes sagradas. E s
un grave error.

13
Habla un exorcista

Hiz o falta el cine para volver a despertar el interé s por el tema. R adio Vaticana, el 2 febrero 1975 ,
entrevistó al director de la película E l ex orcista, W illiam F riedk in, y al teó logo j esuita T h omas
B emingan, que actuó como asesor durante la filmació n. E l director afirmó que h abía querido narrar un
LOS AFECTADOS POR EL MALIGNO

A menudo me preguntan si son much os los afectados por el maligno. E n principio, creo que una h ech o tomado del argumento de una novela; que, a su vez , se inspiraba en un episodio
vez má s se puede citar la opinió n del j esuíta francé s T onqué dec, conocido ex orcista: « Hay un verdaderamente acaecido en 194 9. S obre si se trataba de una verdadera posesió n diabó lica o no, el
grandísimo nú mero de infelices que, aun no presentando signos de posesió n diabó lica, recurren al director prefirió no pronunciarse y decir que eso era un problema de los teó logos y no suyo.
ministerio del ex orcista para ser liberados de sus padecimientos: enfermedades rebeldes, E l padre j esuíta, ante la pregunta de si aqué lla era una de las h abituales películas de terror o algo
adversidades y desgracias de toda especie. L os endemoniados son muy raros, pero aquellos distinto, optó decididamente por la segunda h ipó tesis. B asá ndose en el enorme impacto que tuvo la
infelices son legió n.» película sobre el pú blico de todo el mundo, afirmó que, aparte de ciertos detalles espectaculares, la
E s una observació n que sigue siendo vá lida si se considera la gran diferencia entre los película trataba con much a seriedad el problema del mal. Y despertó el interé s por los ex orcismos, ya
verdaderos afectados y aquellos que piden una palabra segura al ex orcista sobre el olvidados.
amontonamiento de sus desdich as. P ero h oy es necesario tener en cuenta much os factores ¿ Có mo se puede caer en los trastornos ex traordinarios causados por el demonio? P rescindo de los
nuevos que no ex istían cuando el padre T onqué dec escribía. Y son estos factores los que me h an trastornos ordinarios, o sea de las tentaciones que afectan a todos. U no puede caer con culpa o sin
llevado a la ex periencia directa de que el nú mero de los afectados h a aumentado enormemente. ella, segú n los casos. P odemos resumir los motivos en 4 causas:
U n primer factor es la situació n del mundo consumista occidental, en el que el sentido por permisió n de D ios;
materialista y h edonista de la vida h a h ech o que la mayoría perdiera la fe. Creo que, sobre todo porque se es víctima de un maleficio;
en I talia, una buena parte de la culpa corresponde al comunismo y al socialismo, que con las por un estado grave y recalcitrante de pecado;
doctrinas marx istas h an dominado en estos añ os la cultura, la educació n y el espectá culo. E n por frecuentació n de personas o lugares malé ficos.
R oma se calcula que a la misa dominical acude aprox imadamente el 12 por ciento de los
h abitantes. E s matemá tico: donde decae la religió n, crece la superstició n. D e ah í la difusió n, 1. P or permisió n de D ios.
especialmente entre los j ó venes, de las prá cticas de espiritismo, magia y ocultismo. A ñ á dase a Q ue quede bien claro que nada ocurre sin el permiso de D ios. Y que quede igualmente claro que
ello la bú squeda del yoga, el z en y la meditació n trascendental: prá cticas todas basadas en la D ios no quiere nunca el mal, pero lo permite cuando somos nosotros quienes lo queremos ( por
reencarnació n, en la disolució n del ser h umano en la divinidad o, en todo caso, en doctrinas h abé rsenos creado libres) y sabe obtener el bien tambié n del mal. E l primer caso que consideramos
inaceptables para un cristiano. Y ya no es preciso irse a la I ndia para entrar en la escuela de un tiene como característica que no interviene en é l ninguna culpabilidad h umana, sino só lo una
gurú : se lo encuentra un» a la puerta de casa; a menudo con esos mé todos, de apariencia inocua, intervenció n diabó lica. D el mismo modo que D ios permite h abitualmente la acció n ordinaria de
se llega a estados de alucinació n o de esquiz ofrenia. A ñ ado la difusió n, como manch a de aceite, S ataná s ( las tentaciones) , concedié ndonos todas las gracias para resistir y obteü iendo de ello un bien
de sectas, much as de las cuales con una directa h uella satá nica. para nosotros si somos fuertes, así D ios tambié n puede permitir a veces la acció n ex traordinaria de
D istintas cadenas de televisió n muestran escenas de magia y espiritismo. S e encuentran libros S ataná s ( posesió n o trastornos malé ficos) para que el h ombre ej ercite la h umildad, la paciencia y la
sobre estos temas h asta en los quioscos, y el material para la magia se difunde incluso con la mortificació n.
venta por correspondencia. A esto h ay que sumar varios perió dicos y espectá culos de terror en los P odemos, por tanto, recordar 2 casos que ya h emos tomado en consideració n: cuando h ay una
que al sex o y a la violencia se suma frecuentemente un sentido de perfidia satá nica. L uego está la acció n ex terna del demonio que causa sufrimientos físicos ( del estilo de los golpes y las flagelaciones
difusió n de ciertas mú sicas masivas que arrastran al pú blico h asta la obsesió n. Me refiero en sufridos por el cura de A rs o por el padre P io) ; o cuando se permite una verdadera vej ació n, como
particular al rock satá nico, del que se h ace inté rprete P iero Mantera en su librito S atana e lo h emos dich o respecto de J ob y san P ablo.
stratagemma delta coda ( S egno, U dine, 198 8 ) . I nvitado a h ablar en algunas escuelas superiores, L a vida de much os santos nos presenta ej emplos de esta clase. E ntre los santos de nuestra é poca
se me h a h ech o palpable la gran incidencia de estos veh ículos de S ataná s sobre los j ó venes; es cito a dos beatificados por J uan P ablo I I : el padre Calabria y sor María de J esú s Crucificado ( la
increíble lo difundidas que está n en las escuelas superiores y medias varias formas de espiritismo primera á rabe beatificada) . E n ambos casos, sin que h ubiera ninguna causa h umana ( ni culpa por
y magia. E s ya un mal generaliz ado, incluso en los centros pequeñ os. parte de las personas afecladas, ni maleficios h ech os por otros) , h ubo períodos de verdadera posesió n
T ampoco puedo callar có mo demasiados h ombres de I glesia se desinteresan totalmente de diabó lica, en los cuales los dos beatos dij eron c h icieron cosas contrarias a su santidad y sin tener
estos problemas, dej ando a los fieles ex puestos y sin defensas. Considero que h a sido un error ninguna responsabilidad de ello, porque era el demonio el que actuaba sirvié ndose de sus miembros.
eliminar casi completamente los ex orcismos del rito del bautismo ( y parece precisamente que
tambié n P ablo VI era de esta opinió n) ; considero un error h aber suprimido, sin sustituirla, la 2. Cuando se sufre un maleficio.
oració n a san Miguel arcá ngel que se rez aba al fin de cada misa. Considero sobre todo una T ampoco en este caso h ay culpa por parte de quien es víctima de este mal; pero h ay un concurso
carencia imperdonable, de la cual acuso a los obispos, h aber dej ado que se ex tinguiese toda la h umano, o sea una culpa h umana por parte de quien h ace o quien ordena a un mago el maleficio. D e
pastoral ex orcística: cada dió cesis debería tener al menos un ex orcista en la catedral; debería ello h ablaremos má s ampliamente en un capítulo aparte. A quí me limito a decir que el maleficio
h aber uno en las iglesias má s frecuentadas y en los santuarios. Hoy al ex orcista se le ve como un ex iste: perj udicar a otros a travé s de la intervenció n del demonio. P uede realiz arse de much as
ser raro, casi imposible de encontrar; en cambio, su actividad posee un valor pastoral maneras distintas: atadura, mal de oj o, maldició n... P ero digamos inmediatamente que el modo má s
indispensable que secunda la pastoral de quien predica, de quien confiesa y de quien administra utiliz ado es el del h ech iz o; añ adamos tambié n que el h ech iz o es la causa má s frecuente que
los demá s sacramentos. encontramos en aquellos que está n afectados por la posesió n o por otros trastornos malé ficos. N o sé
L a j erarquía cató lica debe entonar fuertemente el mea culpa. Conoz co a much os obispos verdaderamente có mo se pueden j ustificar esos eclesiá sticos que dicen que no creen en los h ech iz os;
italianos, pero só lo conoz co a algunos que h ayan practicado ex orcismos, que h ayan asistido a y aú n menos puedo ex plicarme có mo está n en condiciones de defender a sus fieles cuando se ven
ex orcismos y que sientan adecuadamente este problema. N o dudo en repetir lo que h e publicado afectados por estos males.
en otra parte: si un obispo, despué s de una solicitud seria ( no por parte de un desequilibrado) , no A lguien se maravilla de có mo D ios puede permitir estas cosas. D ios nos h a creado libres y nunca
toma medidas personalmente o por medio de un sacerdote delegado, comete un pecado grave de reniega de sus criaturas, ni siquiera de las má s perversas; luego, al final, cuadra sus cuentas y da a
omisió n. A sí nos encontramos en la situació n de h aber perdido la escuela: en el pasado, el cada uno lo que h a merecido, porque cada uno será j uz gado segú n sus obras. E ntretanto, podemos
ex orcista instruía al nuevo ex orcista. P ero volveré sobre este asunto. h acer buen uso de nuestra libertad y obtenemos mé ritos por ello; podemos utiliz arla mal y obtenemos
condena por ello. P odemos ayudar a los demá s y podemos h acerles dañ o con much ísimas formas de

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Habla un exorcista

tropelía. P ara citar una de las má s graves: puedo pagar a un asesino para que mate a una trastorno malé fico ( pero muy probablemente no tenía nada de este tipo) , se vuelve a casa con un
persona; D ios no está obligado a impedirlo. A sí, puedo pagar a un mago, a un bruj o, para que verdadero maleficio. A menudo nosotros, los ex orcistas, tenemos que afanarnos much o mas para
realice un maleficio contra una persona; tampoco en este caso D ios está obligado a impedirlo, aun desh acer la obra nefasta de los magos que para curar el trastorno inicial.
cuando, de h ech o, much as veces lo impide. P or ej emplo, quien vive en gracia de D ios, quien rez a A ñ adiré que, much as veces, tanto h oy como en el pasado, la posesió n diabó lica puede ser confundida
má s intensamente, está much o má s salvaguardado que quien no es practicante o, peor aú n, vive con las enfermedades psíquicas. T engo gran estima por esos psiquiatras que tienen la competencia
h abitualmente en estado de pecado. profesional y el sentido de los límites de su ciencia y saben reconocer h onradamente cuá ndo un
Citemos, por ú ltimo, una verdad que repetiremos a su debido tiempo: el campo de los h ech iz as y paciente presenta sintomatologías que no cabe englobar en las enfermedades científicamente
de los demá s maleficios es el paraíso de los embrollones. L os casos verdaderos son un reconocidas. E l profesor S imone Morabito, psiquiatra residente en B é rgamo, h a afirmado tener
pequeñ ísimo porcentaj e respecto de las falsedades que reinan en este campo. E ste terreno, pruebas de que much os considerados como enfermos psíquicos eran en realidad poseídos por
ademá s de prestarse con gran facilidad a los engañ os, se presta tambié n much ísimo a las S ataná s, y h a logrado curarlos con la ayuda de algunos ex orcistas ( vé ase Gente, nú m. 5 , 1990 , pp.
sugestiones, a las fantasías de las mentes dé biles, por lo cual es importante que el ex orcista esté 10 6-112) . Conoz co otros casos aná logos, pero quiero detenerme sobre urna en particular.
en guardia, pero que tambié n lo esté n todas las personas con sentido comú n. E l 24 abril 198 8 , J uan P ablo I I beatificó a un carmelita españ ol, el padre F rancisco P alau. E s una
figura muy interesante para nosotros, pues, en los ú ltimos añ os de su vida, P alau se dedicó a los
3. U n estado grave y recalcitrante de pecado. endemoniados. Había adquirido un h ospicio en el que acogía a los afectados por enfermedades
A h ora nos ocupamos de la causa que, por desgracia, en los tiempos en que vivimos, está en mentales. L os ex orciz aba a todos: los que estaban endemoniados, se curaban; los que eran
crescendo, por lo que tambié n lo está el nú mero de las personas afectadas por el demonio. E n el enfermos, quedaban como tales. N aturalmente fue muy combatido por el clero. E ntonces viaj ó a
fondo, el verdadero motivo es siempre la falta de fe. Cuanto má s falta la fe, tanto má s aumenta la R oma 2 veces: en 18 66 para tratar de estas cosas con P ío X ; en 18 70 para conseguir que el Concilio
superstició n; es un h ech o, por decirlo así, matemá tico. Creo que el E vangelio nos presenta un Vaticano I restableciese en la I glesia el ex orcismo como ministerio permanente. S abemos có mo fue
ej emplo emblemá tico de ' ast* en la figura de J udas. E ra ladró n; quié n sabe cuá ntos esfuerz os interrumpido aquel concilio; pero la ex igencia de restaurar este servicio pastoral sigue siendo urgente.
h iz o J esú s para reprenderle y corregirle, y recibió a cambio só lo rech az o y obstinacien en el vicio. N os consta que subsiste la dificultad de distinguir a un endemoniado de un enfermo psíquico.
Hasta que llegó al colmo: « ¿ Cuá nto me dais si os entrego a J esú s? Y ellos señ alaron el precio: 30 P ero un ex orcista ex perto está en condiciones de entenderlo má s que un psiquiatra; porque el
monedas de plata» ( Mt. 26, 15 ) . Y así leemos aquella frase tremenda, durante la ú ltima cena: ex orcista tiene presentes las distintas posibilidades y sabe detectar los elementos de diferencia; la
« S ataná s entró en su coraz ó n» ( J n. 13, 27) . mayoría de las veces, el psiquiatra no cree en la posesió n diabó lica, por lo cual ni siquiera tiene en
N o h ay duda de que se trató de una verdadera posesió n diabó lica. cuenta esta posibilidad. A ñ os atrá s el padre Candido ex or-ciz aba a un j oven que, segú n el psiquiatra
E n el estado actual de ruina de las familias, h e conocido casos en que las personas afectadas que lo h abía tratado, estaba afectado de epilepsia. I nvitado a asistir a un ex orcismo, este mé dico
vivían estados matrimoniales desordenados, con el agravante de otras culpas; se me h an aceptó .
presentado muj eres que h abían cometido varías veces el delito de abortar, ademá s de otras Cuando el padre Candido puso la mano sobre la cabez a del j oven, é ste cayó al suelo, presa de
faltas; h e estado ante personas que, ademá s de perversiones sex uales aberrantes, cometían actos convulsiones. « ¿ Ve, padre? S e trata evidentemente de epilepsia» , se apresuró a decir el mé dico. E l
de violencia; y h e tenido varios casos de h omosex uales que se drogaban y caían en otras culpas padre Candido se inclinó y volvió a poner la mano sobre la cabez a del j oven. É ste se levantó de golpe
relacionadas con la droga. E n todos estos casos, me parece casi inú til decirlo, la vía de la curació n y permaneció de pie, erguido e inmó vil. « ¿ Hacen esto los epilé pticos? » , preguntó el padre Candido.
só lo empiez a a travé s de una sincera conversió n. « N o, nunca» , respondió el psiquiatra, evidentemente perplej o ante aquel comportamiento.
N i que decir tiene que los ex orcismos continuaran h asta la curació n del j oven, que durante añ os h abía
4 . F recuentació n de personas y lugares malé ficos- Con esta ex presió n h e querido englobar la sido vapuleado por medicinas y tratamientos que no h abían h ech o otra cosa que perj udicarle. Y es
prá ctica o la asistencia a sesiones espiritistas, magia, cultos satá nicos o sectas satá nicas ( que precisamente aquí donde tocamos un punto delicado: en los casos difíciles, el diagnó stico requiere de
tienen su apogeo en las misas negras) , prá cticas de ocultismo... frecuentar magos y bruj os; un estudio interdisciplinario, como apuntaremos en las propuestas finales. P orque los que pagan los
ciertos cartomá nticos. T odas ellas son formas que ex ponen a la persona al peligro de incurrir en errores son siempre los enfermos, que en no pocos casos se h an visto arruinados por tratamientos
un maleficio. T anto má s cuando se quiere contraer un vínculo con S ataná s: ex iste la consagració n mé dicos erró neos.
a S ataná s, el pacto de sangre con S ataná s, la frecuentació n de escuelas satá nicas y el A precio much o a los h ombres de ciencia que, aunque no sean creyentes, reconocen los límites de su
nombramiento como sacerdote de S ataná s... P or desgracia, especialmente desde h ace 15 añ os, ciencia. E l profesor E milio S ervadio, psiquiatra, psicoanalista y parapsicó logo de fama internacional,
se trata de actividades que van en aumento, casi en ex plosió n. h iz o interesantes declaraciones a R adio Vaticana el 2 de febrero de 1975 : « L a ciencia debe detenerse
E n cuanto al recurso a magos y similares, presento un caso muy corriente. U no padece un mal ante aquello que sus instrumentos no pueden comprobar y ex plicar. N o se pueden señ alar
rebelde a cualquier tratamiento, o bien ve que todas las cosas que emprende le salen mal; cree ex actamente estos límites: no se trata de fenó menos físicos. P ero creo que todo científico consciente
que h ay algo malé fico que le bloquea. A cude a un cartomá ntico o a un mago, que le dice: « U sted sabe que sus instrumentos llegan h asta un cierto punto y no má s allá .
tiene un h ech iz o.» Hasta aqui el gasto es poco y el dañ o es nulo. P ero a menudo viene la « R especto de la posesió n demoníaca, só lo puedo h ablar en primera persona, no en nombre de la
continuació n: « S i quiere que se lo quite, se necesita 1 milló n de liras» o aú n má s. E ntre los ciencia. Me parece que en ciertos casos la malignidad, lá destructividad de los fenó menos, posee un
much os casos que se me h an presentado h e tenido noticia de la cifra má x ima de 4 2 millones. S i la aspecto tan particular, que ciertamente ya no se puede confundir esta clase de fenó menos con los
propuesta es aceptada, el mago o el cartomá ntico pide algo personal: una foto, una prenda que el h ombre de ciencia, por ej emplo el parapsicó logo o el psiquiatra, puede apreciar en los casos
íntima, un mech ó n de cabellos, o algú n pelo, o un fragmento de uñ a. E n este punto el mal ya está tipo poltergeist u otros. P ara poner un ej emplo, sería como comparar a un ch iquillo respondó n con un
h ech o. ¿ Q ué h ace el mago con los obj etos pedidos? E stá claro: magia negra. sá dico criminal. Hay una diferencia que no se puede medir con un metro, pero es una diferencia que
Me interesa asimismo h acer una precisió n. Much os caen porque saben que ciertas muj ercitas se puede advertir. E n estos casos creo que un h ombre de ciencia debe admitir la presencia de fuerz as
« está n siempre en la iglesia» ; o porque ven el despach a de los magos tapiz ado de crucifij os, de que ya no son gobernables por la ciencia y que la ciencia como tal no está llamada a definir.»
vírgenes, de santitos o de retratos del padre P io. A demá s, les dicen: « Y o só lo h ago magia blanca;
si me solicitaran h acer magia negra, me negaría.» P or magia blanca suele entenderse quitar los
h ech iz os; la magia negra es para realiz arlos. P ero, en realidad, como no se cansaba de repetir el
padre Candido, no ex iste magia blanca y magia negra: só lo ex iste la magia negra, pues toda
forma de magia es un recurso al demonio. A sí, el desventurado, si antes tenía un pequeñ o

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Habla un exorcista

APÉNDICE
¿ Miedo del diablo?
R esponde santa T eresa de J esú s
Contra los miedos inj ustificados al demonio, reproducimos una pá gina de santa T eresa de
Á vila, tomada de su Vida ( capítulo 25 , 20 -22) . E s una pá gina alentadora, a menos que
seamos nosotros quienes abramos la puerta al iem» mo...
« P ues si este S eñ or es poderoso, como veo que lo es, y sé que lo es, y que con sus
esclavos los demonios —y de ello no h ay que dudar, pues es fe—, siendo yo sierva de este
S eñ or y R ey, ¿ qué mal me pueden ellos h acer a mí?
¿ P or qué no h e de tener yo fortalez a para combatirme con todo el infierno? T omaba una cruz
en la mano y parecía verdaderamente darme D ios á nimo, que yo me vi otra en breve tiempo,
que no temiera tomarme con ellos a braz os, que me parecía fá cilmente con aquella cruz los
venciera a todos; y ansí dij e: —A h ora venid todos, que siendo sierva del S eñ or, yo quiero ver
qué me podé is h acer.
» E s sin duda que me parecía me h abían miedo, porque yo quedé sosegada, y tan sin
temor de todos ellos, que se me quitaron todos los miedos que solía tener, h asta h oy:
¡ J orque aunque algunas veces los vía, como diré despué s, no les h e h abido má s casi miedo,
antes me parecía ellos me le h abían a mí. Q uedó me un señ orío contra ellos, bien dado del
S eñ or de todos, que no se me da má s de ellos que de moscas. P aré cenme tan cobardes que,
en viendo que los tienen en poco, no les queda fuerz a.
» N o saben estos enemigos derech o acometer, sino a quien ven que se les rinde, o cuando
lo permite D ios para má s bien de sus siervos, que los tienten y atormenten. P luguiese a S u
Maj estad temié semos a quien h emos de temer y entendié semos nos puede venir mayor dañ o
de un pecado venial que de todo el infierno j unto, pues es ello ansí. Q ue espantados nos train
estos demonios, porque nos queremos nosotros espantar con otros asimientos de h onras y
h aciendas y deleites; que entonces, j untos ellos con nosotros mesmos, que nos somos
contrarios, amando y queriendo lo que h emos de aborrecer, much o dañ o nos h ará n; porque
con nuestras mesmas armas les h acemos que peleen contra nosotros, puniendo
en sus manos con las que nos h emos de defender.
• É sta es la gran lá stima. Mas si todo lo aborrecemos por D ios y nos abraz amos con la cruz
y tratamos servirle de verdad, h uye é l de estas verdades como de pestilencia.
E s amigo de mentiras y la mesma mentira; no h ará pacto con quien anda en verdad. Cuando
é l ve escurecido el entendimiento, ayuda lindamente a que se quiebren los oj os; porque si a
uno ve ya ciego en poner su descanso en cosas vanas, y tan vanas que parecen las de este
mundo cosa de j uego de niñ os, ya é l ve que é ste es niñ o, pues trata como tal, y atré vese a
luch ar con é l una y much as veces.
• P lega el S eñ or que no sea yo de é stos, sino que me favorez ca S u Maj estad para entender
por descanso lo que es descanso, y por h onra lo que es h onra, y por deleite lo que es deleite,
y no todo al revé s; ¡ y una h iga para todos los demonios! , que ellos me temerá n a mí. N o
entiendo estos miedos: ¡ demonio, demonio! , donde podemos decir: ¡ D ios, D ios! y h acerle
temblar. S í, que ya sabemos que no se puede menear si el S eñ or no lo permite.
¿ Q ué es esto? E s sin duda que tengo ya má s miedo a los que tan grande le tienen al demonio
que a é l mesmo; porque é l no me puede h acer nada, y estotros, en especial si son
confesores, inquietan much o, y h e pasado algunos añ os de tan gran trabaj o, que ah ora me
espanto có mo lo h e podido sufrir. ¡ B endito sea el S eñ or, que tan de veras me h a ayudado! »

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Habla un exorcista
fenó menos de este gé nero durante las bendiciones ( así llamo siempre a los ex orcismos) , no antes.
Con frecuencia se denuncian comportamientos ex trañ os o violentos. U n síntoma típico es la
aversió n a lo sagrado: personas que de golpe dej an de rez ar, cuando antes lo h acían; que ya no
EL PUNTO DE PARTIDA

U n día un obispo me telefoneó para recomendarme que ex orciz ase a cierta persona. Mi ponen un pie en la iglesia, ante la que se manifiestan sentimientos de rabia; a menudo blasfemias
primera respuesta fue decirle que se ocupara é l de nombrar un ex orcista. Me repuso que no y violencia contra las imá genes sagradas. Casi siempre se añ aden comportamientos asocíales y
conseguía encontrar a un sacerdote que aceptase el encargo. P or desgracia, esta dificultad es rabiosos h acia sus familiares o los ambientes que frecuentan. L uego se observan ex travagancias de
general. A menudo los sacerdotes no creen en estas cosas; pero si el obispo les ofrece h acer diversa índole.
de ex orcistas, sienten que les caen encima los mil diablos y se niegan. He escrito much as N i que decir tiene que, cuando alguien llega al ex orcista, ya h a pasado por todos los ex á menes y
veces que se enfada má s al demonio confesando, o sea arrebatá ndole las almas, que tratamientos mé dicos posibles. L as ex cepciones son rarísimas, por esto el ex orcista no tiene
ex orciz ando, que es sustraerle los cuerpos. Y aú n má s rabia se le causa predicando, porque dificultad para que le transmitan la opinió n del mé dico, los tratamientos realiz ados y los resultados
la fe germina de la palabra de D ios. P or eso un sacerdote que tiene el valor de obtenidos.
predicar y confesar no debería tener ningú n temor a ex orciz ar. E l otro punto que suele verse afectado es la boca del estó mago, inmediatamente debaj o del
L é on B loy escribió enardecidas palabras contra los sacerdotes que se niegan a realiz ar esternó n. T ambié n allí se pueden comprobar males lacerantes y rebeldes a los tratamientos; una
ex orcismos. característica típica de las causas malé ficas se tiene cuando el mal suele desplaz arse: ora a todo el
L as reproduz co de I l diavolo, de B alducci ( P iemme, p. 233) : « L os sacerdotes no usan casi estó mago, ora a los intestinos, ora a los ríñ ones, ora a los ovarios... sin que los mé dicos
nunca su poder como ex orcistas, porque carecen de fe y tienen miedo, en sustancia, a comprendan las causas de ello ni se obtenga provech o con los fá rmacos.
disgustar al demonio.» T ambié n esto es verdad; much os temen represalias y se olvidan de Hemos afirmado que uno de los criterios de reconocimiento de posesió n diabó lica nos lo
que el demonio ya nos h ace todo el mal que el S eñ or le permite: ¡ con é l no ex isten pactos de proporció na el h ech o de que las medicinas son ineficaces, al contrario de las bendiciones. E x orcicé
no beligerancia! Y el autor continú a: « S i los sacerdotes h an perdido la fe h asta el punto de no a Marco, afectado por una fuerte posesió n. Había estado ingresado durante much o tiempo y h abía
creer ya en su poder para ex orciz ar y no h acer uso de é l, este h ech o supone una h orrible sido mach acado con tratamientos psiquiá tricos, especialmente electroch oques, sin que nunca
desventura, una atroz prevaricació n, como consecuencia de la cual son irreparablemente tuviera la menor reacció n. Cuando le indicaron una cura de sueñ o, le suministraron durante una
abandonadas a sus peores enemigos las supuestas h isté ricas que llenan los h ospitales.» semana somníferos que h abrían dormido a un elefante; é l nunca llegó a dormirse, ni de día ni de
P alabras fuertes, pero ciertas. E s una directa traició n al mandamiento de Cristo. noch e. Caminaba por la clínica con los oj os desorbitados, como un imbé cil.
Vuelvo a la llamada de aquel obispo. L e dij e con franquez a que, si no encontraba P or fin llegó al ex orcista e inmediatamente empez aron los resultados positivos.
sacerdotes, estaba obligado a ocuparse é l personalmente. Me respondió , con candida T ambié n la fuerz a ex traordinaria puede ser un signo de posesió n diabó lica. U n loco en el
ingenuidad: « ¿ Y o? N o sabría ni por dó nde empez ar.» A lo cual respondí con la frase que me manicomio puede ser mantenido quieto con la camisa de fuerz a. U n endemoniado, no; lo rompe
dij o el padre Candido cuando me encontraba en mis comienz os: « E mpiece por leer las todo, incluso cadenas de h ierro, como dice el E vangelio sobre el endemoniado de Gerasa. E l padre
instrucciones del R itual y rece en favor del solicitante las oraciones prescritas.» Candido me narró el caso de una much ach a delgada y aparentemente dé bil; durante los
É ste es el punto de partida. E l R itual de los ex orcismos empiez a reproduciendo 21 normas ex orcismos, apenas podían mantenerla quieta entre 4 h ombres. D estroz ó toda ligadura, incluso
que el ex orcista debe observar; no importa que estas normas fuesen escritas en 1614 ; son anch as correas de cuero con las que intentaron suj etarla. U na vez , atada con grandes cuerdas a un
directrices llenas de sabiduría que podrá n ser ulteriormente completadas, pero que aú n somier de h ierro, rompió parte de los h ierros y en otra parte los dobló en á ngulo recto.
tienen pleno vigor. D espué s de h aber puesto en guardia al ex orcista para que no crea Much as veces el paciente ( o tambié n los demá s, si se ve afectada una familia) oye ruidos ex trañ os,
fá cilmente en la presencia del demonio en la persona que se presenta, proporciona una serie pasos en el corredor, h ay puertas que se abren y se cierran, obj etos que desaparecen y luego
de normas prá cticas, tanto para reconocer si se trata de un caso de verdadera posesió n como reaparecen en los sitios má s diversos, golpes en las paredes y en los muebles. S iempre pregunto,
sobre el comportamiento que el ex orcista debe observar. para buscar las causas, cuá ndo empez aron esas molestias, si se las puede relacionar con un h ech o
P ero el desconcierto del obispo ( « N o sabría ni por dó nde empez ar» ) es j ustificado. U n concreto, si el interesado h a asistido a sesiones de espiritismo, si h a ido a ver a cartomá nticos o
ex orcista no se improvisa. A signar tal misió n a un sacerdote es un poco como poner en magos y, en caso positivo, có mo h an ido las cosas.
manos de una persona un tratado de cirugía y luego pretender que vaya a practicar E s posible que, a sugerencia de algú n conocido, se h aya abierto la almoh ada o el colch ó n del
operaciones. Much as cosas, demasiadas, no se leen en los tex tos, sino que se aprenden só lo interesado y se h ayan encontrado allí los obj etos má s ex trañ os: h ilos de colores, mech ones de
con la prá ctica. P or eso h e pensado en poner por escrito mis ex periencias, dirigidas por la cabellos, traz as, astillas de madera o de h ierro, coronas o cintas atadas de una manera
gran ex periencia del padre Candido, aun sabiendo que lo conseguiré de manera muy apretadísima, muñ ecas, formas de animales, grumos de sangre, guij arros...; son frutos seguros de
deficiente: una cosa es leer y otra ver. P ero igualmente escribo cosas que no se encuentran h ech iz os.
en ningú n otro libro. S i los resultados del interrogatorio son tales que h acen sospech ar la intervenció n de una causa
E n realidad, el punto de partida es otro. Cuando se presenta, o nos es presentada por malé fica, se procede al ex orcismo.
parientes o amigos, una persona para ser ex orciz ada, se comienz a por un interrogatorio P resento algunos casos; naturalmente, en todos los episodios que reseñ o a continuació n modifico
orientado a comprender si h ay motivos raz onables para proceder al ex orcismo, de lo cual los nombres y cualquier otro elemento que pudiera llevar a reconocer a las personas. P ara algunas
só lo puede obtenerse un diagnó stico, o bien si tales motivos no ex isten. P or ello se empiez a bendiciones vino a verme la señ ora Marta, acompañ ada de su marido. Venían de lej os y con no
por estudiar los síntomas que la propia persona o los parientes denuncian, y tambié n las poco sacrificio. D esde h acía much os añ os Marta estaba en tratamiento con neurólogos, sin ninguna
posibles causas. mej oría.
S e empiez a por los males físicos. L os 2 puntos afectados má s a menudo son la cabez a y el D espué s de algunas preguntas, vi que podía proceder al ex orcismo, si bien ya h abía sido
estó mago, en caso de influencias malé ficas. A demá s de los dolores de cabez a agudos y ex orciz ada por otros, pero sin provech o. A l principio cayó al suelo y parecía privada de
refractarios a los calmantes, puede h aber, especialmente en los j ó venes, una repentina conocimiento. Mientras yo avanz aba en las plegarías introductorias, de vez en cuando se
cerraz ó n al estudio: much ach os inteligentes y que nunca h an tenido dificultades en la lamentaba: « ¡ Q uiero un verdadero ex orcismo, no estas cosas! » A l comienz o del primer ex orcismo,
escuela, de golpe ya no consiguen estudiar y la memoria se les reduce a cero. E l R itual que empiez a con las palabras: « E x orciz o te» , se calmó , satisfech a; estas palabras le h abían
señ ala, como signos sospech osos, las manifestaciones má s vistosas: h ablar corrientemente quedado claramente impresas en los ex orcismos anteriores. L uego comenz ó a lamentarse de que le
lenguas desconocidas o comprenderlas si las h ablan otros; conocer cosas lej anas y h acía dañ o en los oj os. A ctitudes todas las suyas no propias de los poseídos. Cuando regresó las
escondidas; demostrar una fuerz a muscular sobreh umana. Como ya dij e, só lo h e encontrado veces siguientes, yo no podía reconocer si mi ex orcismo le h abía producido algú n efecto o no. P ara
mayor seguridad, antes de despedirla definitivamente, la acompañ é una vez a ver al padre

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Habla un exorcista
Candido: despué s de ponerle la mano sobre la cabez a, é l me dij o inmediatamente que allí el la presencia de un mé dico. A veces, para mantener suj eta a la endemoniada, la recostaban sobre
demonio no tenía nada que ver. E ra un caso para psiquiatras, no para ex orcistas. una larga mesa; ella se agitaba y de vez en cuando se caía al suelo; pero en el ú ltimo tramo de la
P ierluigi, de 14 añ os, era alto y corpulento para su edad. N o podía estudiar, era la caída disminuía la velocidad como si una mano la sostuviera, por lo cual nunca se h acía dañ o.
desesperació n de sus profesores y compañ eros, con ninguno de los cuales conseguía estar de D espué s de h aber trabaj ado en vano toda la tarde y la mitad de la noch e, los ex orcistas decidieron
acuerdo; pero no era violento. U na de sus características era que cuando se sentaba en el desistir. A la mañ ana siguiente, el padre Candido estaba ex orciz ando a un niñ ito de 6 o 7 añ os. Y el
suelo, con las piernas cruz adas ( é l decía que « h acía el indio» ) , ninguna fuerz a conseguía diablo que estaba dentro de aquel niñ o comenz ó a burlarse del padre: « E sta noch e h abé is
levantarlo, como si se h ubiese vuelto de plomo. D espué s de varios tratamientos mé dicos sin trabaj ado much o pero no h abé is conseguido nada. O s la h emos j ugado. ¡ Y o tambié n estaba allí! »
resultado, lo llevaron al padre Candido, quien comenz ó a ex orciz arlo y apreció una verdadera E x orciz ando a una niñ a, el padre Candido preguntó al demonio có mo se llamaba. « Z abuló n» ,
posesió n. O tra de sus características: no era pendenciero, pero con é l la gente se ponía respondió . A cabado el ex orcismo, mandó a la pequeñ a a rez ar delante del sagrario. L legó el turno
nerviosa, gritaba, no dominaba los nervios. U n día estaba sentado con las piernas cruz adas de otra niñ a, igualmente poseída y tambié n a este demonio el padre Candido le preguntó el
en el rellano de su casa, en el tercer piso. L os demá s inquilinos subían y baj aban por las nombre. « Z abuló n» , fue la respuesta. Y el padre Candido: « ¿ E res el mismo que estaba en la otra?
escaleras, le sacudían para que se fuera de allí, pero é l no se movía. E n un momento dado, Q uiero una señ al. T e ordeno en nombre de D ios que vuelvas a la que h a venido antes.» L a niñ a
todos los inquilinos del edificio se encontraron a la vez en la escalera, en los distintos emitió una especie de aullido y luego, de golpe, se calló y se quedó calmada.
rellanos, y aullaban y gritaban como obsesos contra P ierluigi. A lguien llamó a la policía; los E ntretanto, los asistentes oyeron que la otra ch iquilla, la que estaba rez ando, proseguía aquel
padres del much ach o llamaron al padre Candido, que llegó casi al mismo tiempo que los aullido.
policías y ya se h abía puesto a ch arlar con el ch ico para convencerlo de que entrara en su E ntonces el padre Candido ordenó : « R egresa aquí de nuevo.» I nmediatamente la primera niñ a
casa. P ero los policías ( 3 much ach otes bien plantados) le dij eron: « A pá rtese, reverendo; reanudó su aullido, mientras la otra volvía a rez ar. E n episodios como é ste la posesió n es evidente.
estas cosas son para nosotros.» Cuando trataron de mover a P ierluigi, no consiguieron D el mismo modo es evidente por ciertas respuestas profundas, especialmente dadas por niñ os.
desplaz arlo ni un milímetro. A sombrados y ch orreando sudor, no sabían que h acer. A un ch ico de 11 añ os el padre Candido quiso formularle preguntas difíciles cuando se reveló en é l
E ntonces el padre Candido les dij o: « Q ue todos vuelvan a sus casas» ; y en un instante se la presencia del demonio. L e preguntó : « E n la tierra h ay grandes científicos, altísimas inteligencias
h iz o un completo silencio. que niegan la ex istencia de D ios y vuestra ex istencia. ¿ T ú qué dices a esto? » E l niñ o respondió en
L uego añ adió : « A h ora baj ad un tramo de escalera y observad.» L e obedecieron. seguida: « ¡ Q ué va, altísimas inteligencias! ¡ S on altísimas ignorancias! » Y el padre Candido añ adió ,
P or ú ltimo dij o a P ierluigi: « Has estado muy bien: no h as dich o ni una palabra y los h as con la intenció n de referirse a los demonios: « Hay otros que niegan a D ios conscientemente, con su
tenido a todos a raya. A h ora vuelve a entrar en casa conmigo.» L e cogió de la mano y é l se voluntad. ¿ Q ué son para ti? »
levantó y le siguió , muy contento, adonde le esperaban sus padres. Con los ex orcismos E l pequeñ o poseído se puso en pie de un salto y gritó con furia: « F íj ate bien. R ecuerda que h emos
P ierluigi logró una considerable mej oría, pero no una total liberació n. querido reivindicar nuestra libertad incluso delante de é l. L e h emos dich o que no para siempre.»
U no de los casos má s difíciles que recuerdo es el de un h ombre, en otro tiempo muy E l ex orcista apremió : « E x plícamelo y dime qué sentido tiene reivindicar la propia libertad delante
conocido, que durante much os añ os fue bendecido por el padre Candido. T ambié n yo fui a de D ios, cuando separado de é l tú no eres nada, como no soy nada yo. E s como si en el nú mero 10
bendecirlo a su casa, de la que no se podía mover. L e h ice el ex orcismo; no dij o nada ( tenía el 0 quisiera emanciparse del 1. ¿ E n qué se convertiría? ¿ Q ué h aría? T e ordeno en nombre de D ios:
un demonio mudo) y no noté ni la menor reacció n. Cuando me fui, se produj o una reacció n dime, ¿ qué h as h ech o de positivo? Vamos, h abla.»
violenta. S iempre ocurría así. E ra viej o y quedó totalmente liberado j usto a tiempo de acabar E l otro, lleno de maldad y de miedo, se retorcía, babeaba, lloraba de un modo terrible e
con serenidad sus ú ltimas semanas de vida. inconcebible en un niñ o de 11 añ os, y decía: « ¡ N o me h agas este proceso! ¡ N o me h agas este
U na madre estaba abrumada por las ex travagancias que notaba en un h ij o suyo: en ciertos proceso! »
momentos se enfadaba, lanz aba alaridos desatinados blasfemaba y luego, cuando recobraba Much os se preguntan si se puede tener la seguridad de h ablar con el demonio. E n casos como
la calma, no recordaba nada de su comportamiento. N o rez aba y nunca h abría aceptado é stos, no h ay duda.
dej arse bendecir por un sacerdote. U n día, mientras el h ij o estaba en el trabaj o y, como de O tro episodio. U n día el padre Candido ex orciz aba a una much ach a de diecisiete añ os, campesina,
costumbre, h abía salido vestido con su mono de mecá nico, la madre h iz o bendecir las ropas acostumbrada a h ablar en dialecto, por lo que conocía mal el italiano. E staban presentes otros dos
con la correspondiente oració n del R itual sacerdotes que, cuando la presencia de S ataná s se manifestó , no se cansaban de h acer preguntas.
A l regresar del trabaj o, el h ij o se quitó el mono sucio y se cambió sin sospech ar nada. A los E l padre Candido, mientras seguía rez ando las fó rmulas en latín, mez cló palabras en griego:
pocos segundos se quitó la ropa con furia, casi se la arrancó de encima, y se volvió a poner el « ¡ Cá llate, dé j ala en paz ! » I nmediatamente la much ach a se volvió h acia é l: « ¿ P or qué ordenas que
mono de trabaj o sin decir nada; ya no h ubo manera de que se pusiera aquellas ropas me calle? ¡ D íselo má s bien a estos 2 que no paran de interrogar! »
bendecidas; las distinguía perfectamente de las demá s de su pequeñ o guardarropa que no E l padre Candido h a h ech o preguntas much as veces al demonio en personas de todas las edades;
h abían sido bendecidas. E ste h ech o demostraba má s la necesidad de practicar ex orcismos pero le gusta ex plicar el interrogatorio a los niñ os, porque resulta má s evidente que no dan
sobre aquel j ovencito. respuestas al alcance de su edad; por eso es má s segura la presencia del demonio. U n día le
D os h ermanos j ó venes recurrieron a mis bendiciones, angustiados por molestias de salud y preguntó a una ch iquilla, de 13 añ os: « 2 enemigos que durante la vida se h an odiado a muerte y
ex trañ os ruidos en la casa, por los cuales se veían molestados sobre todo a ciertas h oras fij as terminan ambos en el infierno, ¿ qué relació n tienen entre sí, al h aber de estar j untos durante toda
de la noch e. A l. bendecirles noté una leve negatividad y les di los oportunos consej os sobre la la eternidad? » He aquí la respuesta: « ¡ Q ué tonto eres! A llá abaj o cada uno vive replegado sobre sí
frecuentació n de los sacramentas, la plegaria intensa, el uso de los tres elementos mismo y desgarrado por sus remordimientos. N o ex iste ninguna relació n con nadie; cada uno se
sacramentales ( agua, aceite y sal ex orciz ados) y los invité a volver otro día. D el encuentra en la soledad má s absoluta, llorando desesperadamente por el mal que h a h ech o. E s
interrogatorio resultó que esos inconvenientes h abían comenz ado cuando sus padres h abían como un cementerio.»
decidido llevar a vivir con ellos al abuelo, que se h abía quedado solo. E ra un h ombre que
blasfemaba continuamente, imprecaba y lo maldecía todo y a todos. E l aflorado padre
T omaselli decía que a veces basta un blasfemo en casa para ech ar a perder a una familia con
presencias diabó licas. E ste caso era una prueba de ello.
U n mismo demonio puede estar presente en varias personas. L a much ach a se llamaba P ina;
el demonio h abía anunciado que, a la noch e siguiente, se h abría ido. E l padre Candido, aun
sabiendo que en estos casos los demonios casi siempre mienten, se h iz o ayudar tambié n por
otros ex orcistas y pidió

18
Habla un exorcista
h ay otros demonios y cuá ntos, cuá ndo y có mo el maligno entré en ese cuerpo, cuá ndo saldrá de é l. S i
la presencia del demonio obedece a un maleficio, se interroga de qué modo h a sido h ech o tal
LAS PRIMERAS «BENDICIONES»

E s ú til usar un lenguaj e eufemístico ante esta clase de pacientes. A los ex orcismos los llamo maleficio. S i la persona h a comido o bebido cosas malé ficas, debe vomitarlas; si se h a escondido
siempre bendiciones; a las presencias del maligno, una vez comprobadas, las llamo negatividades. algú n h ech iz o, h ay que llevarle a decir dó nde se encuentra, para quemarla con las debidas
Y es una ventaj a que las oraciones sean en latín. E sto obedece a que no se deben usar lenguaj es precauciones.
alarmistas, que podrían ser contraproducentes, causando sugestiones engañ osas. E stá n aquellos D urante el curso de los ex orcismos, si h ay uaá presencia malé fica, é sta emerge poco a poco o, en
que tienen la manía de tener un demonio; se puede estar casi seguro de que no tienen nada. P ara ciertos casos, con ex plosiones imprevistas. E l ex orcista adquirirá paulatinamente conocimiento de la
su mente confusa, el h ech o de recibir un ex orcismo puede convertirse en una prueba segura de fuerz a y la gravedad del mal: si se trata de posesió n, de vej ació n, o de obsesió n; si es un mal de poca
que tienen un demonio; y ya nadie se lo quitará de la cabez a. Cuando aú n no conoz co bien a las monta o si está fuertemente arraigado. E s difícil encontrar tex tos que ofrez can ex plicaciones claras
personas, insisto en decir que doy una bendició n, aunque h ago un ex orcismo; much as veces doy sobre este campo. Y o uso el siguiente criterio: si una persona, durante los ex orcismos ( nó tese que
sencillamente la bendició n del R itual sobre los enfermos. é ste es el momento en que el demonio se ve má s forz ado a salir al descubierto, cuando es
E l sacramental completo incluye largas oraciones introductorias seguidas de tres ex orcismos pro- constreñ ido por la fuerz a del ex orcismo; é l puede atacar a la persona tambié n en otros momentos
piamente dich os: son distintos, complementarios, y siguen una sucesió n ló gica h acia la liberació n. pero, generalmente, de modo menos grave) , si, decía, la persona entra completamente en trance, por
N o me importaba é poca en que fueron escogidos ( 1614 ) ; es un h ech o que son fruto de una lo cual si h abla es el demonio el que h abla por su boca, si se agita es el demonio el que se sirve de
ex periencia directa, muy prolongada. sus miembros, y al final del ex orcismo el individuo no recuerda nada de cuanto h a ocurrido, entonces
Q uien los escribió ( A lcuino) los ex perimentó perfectamente, sopesando la repercusió n que tenía se trata de posesió n diabó lica, o sea que la persona tiene un demonio dentro, que de vez en cuando
cada frase sobre personas endemoniadas. Hay alguna pequeñ a laguna, a la que el padre Candido actú a con sus miembros. S i, en cambio, durante los ex orcismos, una persona, aun temendo algunas
puso inmediatamente remedio; y yo con é l. P or ej emplo, falta una invocació n mañ ana. E n cada reacciones que revelan la acometida demoníaca, no pierde del todo el conocimiento y al final recuerda
uno de los tres ex orcismos la h emos añ adido, sirvié ndonos de las palabras empleadas en el incluso vagamente aquello que h a sentido o h ech o, entonces es vej ació n diabó lica: no h ay un diablo
ex orcismo de L eó n X I I I . P ero son pequeneces, dado que se remontan como mínimo a los siglos I X fij o dentro del cuerpo de la persona, sino un diablo que de vez en cuando la ataca y le provoca
yX . trastornos físicos y psíquicos. P ero no siempre es así.
Y a h e dich o que el ex orcismo puede durar pocos minutos o varias h oras. L a primera vez que se A quí no me detengo a h ablar de la tercera forma ( ademas de la posesió n y la vej ació n) , que es la
ex orciz a a una persona, aunque uno se dé cuenta desde el principio de que presenta obsesió n diabó lica: pensamientos obsesivos invencibles que atormentan sobre todo de noch e, pero a
negatividades, es preferible ser breves: alguna oració n introductoria y uno de los tres ex orcismos; veces de modo permanente. N ó tese que en todos los casos el tratamiento es el mismo: oració n,
en general, elij o el primer» ; que da tambié n la oportunidad de la sagrada unció n. E l R itual no sacramentos, ayuno, vida cristiana, caridad, ex orcismos.
h abla de ello, como no h abla de much as otras cosas que mencionaremos; pero la ex periencia nos Me detengo má s bien a considerar algunos trastornos de cará cter general que pueden indicar una
h a enseñ ado ( inspirá ndonos en la unció n que se h ace en el rito del bautismo) que es muy eficaz el causa malé fica, aun cuando no siempre se trata de este mal: no son suficientes para un diagnó stico,
uso del ó leo de los catecú menos en las palabras: « S it nominis tui signo famulus tuus munitus.» E l pero pueden ayudar a formularlo.
demonio trata de esconderse, de no ser descubierto, para no ser ex pulsado, por ello puede L as negatividades, o sea los demonios, tienden a atacar al h ombre en 5 puntos, de modo má s o
suceder que las primeras veces manifieste poco o nada su presencia. P ero luego la fuerz a de los menos grave segú n la causa: en la salud, en los afectos, en los negocios, en las ganas de vivir y en el
ex orcismos lo obliga a salir al descubierto. Y ex isten varios modos de az uz arlo; tambié n la unció n. deseo de morir.
E l R itual no precisa la posició n que debe asumir el ex orcista: h ay quien está de pie y quien
sentado, quien a la derech a y quien a la iz quierda del poseído, o detrá s. E l R itual só lo precisa que, E n la salud.
a partir de las palabras « E cce crucem D omini» , se ponga un ex tremo de la estola sobre el cuello E l maligno tiene el poder de provocar males físicos y psíquicos. Y a h e mencionado los 2 males má s
del paciente y que el sacerdote mantenga su mano derech a sobre la cabez a. N osotros h emos visto comunes, en la cabez a y en el estó mago. E n general, é stos son males permanentes.
que el demonio es muy sensible en los cinco sentidos ( « entro por ah í» , me dij o una vez ) y sobre O tros males son pasaj eros, a menudo afectan incluso só lo durante el ex orcismo. S e trata de bubones,
todo en los oj os. E ntonces el padre Candido y sus discípulos solemos apoyar ligeramente dos grietas, cardenales... E l R itual sugiere h acer sobre ellos la señ al de la cruz y rociar con agua bendita.
dedos sobre los oj os y alz ar Much as veces h e comprobado la eficacia incluso de poner encima de ellos só lo la estola y presionar
J os pá rpados en determinados momentos de las oraciones. Casi siempre sucede que, en los casos con una mano. Varias veces me h e visto ante casos de muj eres que h an venido a verme inquietas
de « esencia malenca, los oj os se quedan completamente en blanco; cuesta ver si es así y a veces porque estaban a punto de ser operadas de quistes en los ovarios: así resultaba de los dolores y la
se necesita la ayuda de la otra mano para ver dó nde está n las pupilas: si arriba o abaj o. ecografía.
L a posició n de las pupilas es significativa de la especie de los demonios así como de los D espué s de la bendició n, cesaban los dolores; tras una nueva ecografía, los quistes ya no aparecían y
trastornos. no volvía a h ablarse de operació n. E l padre Candido vivió una rica casuística de males graves
E n los numerosos interrogatorios, los demonios se h an clasificado siempre segú n una doble desaparecidos gracias a sus bendiciones; incluso tumores en el cerebro, de los que los mé dicos
distribució n inspirada en el capítulo 9 del A pocalipsis: si las pupilas está n arriba, se trata de estaban seguros. N aturalmente estas cosas pueden practicarse só lo sobre aquellas personas que
escorpiones; si está n abaj o, se trata de serpientes. L os escorpiones tienen como j efe a L ucifer tienen nogal i v idado y de las cuales puede sospech arse que el mal depende del maligno.
( nombre quiz á no bíblico, pero arraigado en la tradició n) ; las serpientes tienen corno j efe a
S ataná s, que manda tambié n a L ucifer ( pero el demonio podría ser el mismo) y a todos los E n los afectos.
demonios. Hago notar que la palabra « diablo» en la B iblia no tiene un sentido gené rico como E l maligno puede dar tensió n nerviosa y mal h umor incontenibles, especialmente con las personas
demonio, sino que indica siempre y só lo a S ataná s; otro nombre de S ataná s es B elcebú . P ara que má s nos quieren. A sí, rompe matrimonios, desh ace noviaz gos, suscita disputas con voces
much os. L ucifer es tambié n sinó nimo de S ataná s; no me detengo a profundiz ar en esta cuestió n; destempladas y estré pito en familias es las que, en realidad, todos se quieren; y siempre por motivos
segú n mi ex periencia, se trata de dos demonios distintos. fú tiles. T runca las amistades; da a la persona afectada la impresió n de que no es grata en ningú n
L os demonios son muy reacios a h ablar; h ay que obligarles y só lo lo h acen en los casos má s gra- ambiente, de que se la evita, de que debe aislarse de todos. I ncomprensió n, no amor, vacío afectivo
ves, las de verdadera y auté ntica posesió n. E n ocasiones son espontá neamente muy locuaces: es total, imposibilidad de casarse. T ambié n é ste es un caso muy corriente: cada vez que se inicia una
un truco para distraer al ex orcista de la necesaria concentració n y, ademá s, para evitar responder relació n de amistad que podría desembocar en amor, o incluso cuando h a h abido una declaració n
a las preguntas ú tiles, cuando son interrogados. E n el interrogatorio es muy importante atenerse ex presa, de golpe todo se esfuma sin motivo.
a las reglas del R itual: no h acer preguntas inú tiles o de curiosidad, sino preguntar el nombre, si

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Habla un exorcista
E n los negocios. ex plicaciones del padre Candido se mostró convencida, pero, en realidad, no era así. U n día, mientras
I mposibilidad de encontrar trabaj o, incluso cuando se llega a la casi certez a de lograr un puesto; la h ij a confiaba a la madre sus continuas tentaciones de suicidarse, esa madre indigna le h iz o una de
no ex isten motivos o son absurdos. sus h abituales escenas: « E res una maj adera, no vales para nada, ni matarte sabes. ¡ I nté ntalo! » , y al
O bien personas que encuentran trabaj o, pero luego lo dej an por motivos banales; con dificultad decir esto abrió la ventana. L a h ij a se arroj ó al vacío y murió en el acto. É ste es el ú nico caso de
encuentran otro, pero luego ni siquiera se presentan a é l o lo abandonan tambié n, con una suicidio que le ocurrió al padre Candido por parte de una persona a la que estaba bendiciendo. P ero
ligerez a que a los parientes les parece inconsciencia o anormalidad. He visto a familias muy resulta má s que evidente la culpa de la madre, que ya tenía otras culpas por la situació n en que se
acaudaladas caer en la má s negra miseria por motivos h umanamente inex plicables. A veces se encontraba su h ij a.
trataba de grandes industriales a los que, de golpe y por motivos inex plicables, todo h a Hemos aludido a la duració n de los ex orcismos y a la imprevisibilidad del tiempo necesario para
comenz ado a írseles a pique; otras veces, grandes empresarios h an empez ado, de repente, a conseguir la liberació n. E s muy importante la colaboració n activa del suj eto; pero, a veces, a pesar de
cometer errores burdos, como para llevarles a acabar con un montó n de deudas; en otras contar con ella, só lo se alcanz a alguna mej oría, no la curació n. U n día el padre Candido estaba
ocasiones, comerciantes que dirigían tiendas abarrotadísimas h an visto de pronto có mo nadie ex orciz ando a un much ach o grande y gordo, de esos que h acen sudar al ex orcista porque requieren
ponía el pie en su comercio. E n síntesis, se h a tratado de la imposibilidad de encontrar cualquier tambié n un gran esfuerz o físico. A veces parece que se libra una verdadera luch a. D esde el principio
trabaj o, o bien del paso de la normalidad econó mica a la miseria, de un trabaj o intenso al paro. Y aquel j oven le h abía dich o al padre Candido: « N o sé si es bueno que h oy me ex orcice; tengo la
siempre sin motivos raz onables. impresió n de que le h aré dañ o.» E n efecto, h ubo una auté ntica luch a entre los 2, con resultado
incierto sobre quié n h abía prevalecido. L uego, de golpe, aquel j oven se derrumbó y durante un rato
E n las ganas de vivir. tambié n el padre Candido cayó encima de é l. Me decía sonriendo: « S i alguien h ubiese entrado en
E s ló gico que los males físicos, el aislamiento afectivo, el fracaso econó mico, empuj en a un aquel momento, no h abría entendido quié n era el ex orcista y quié n el poseído.» L uego el padre se
pesimismo y que la vida se vea só lo con matices negativos. S igue una especie de incapacidad recuperó y terminó el ex orcismo. D espué s de algunos días recibió un mensaj e del padre P ió : « N o
para el optimismo o al menos para la esperanz a; la vida aparece totalmente negra, sin posibilidad pierda el tiempo y las fuerz as con ese j oven. E s un esfuerz o inú til.» C« n su intuició n, que le venía de
de salida, insoportable. lo alto, el padre P ió h abía entendido que en aquel caso no conseguiría nada. Y los h ech os confirmaron
E n el deseo de morir. sus palabras.
E s el punto final que el maligno se probone: h acer llegar a la desesperació n y al suicidio. Y me Q uisiera añ adir una observació n: la posesió n diabó lica no es un mal contagioso, ni para los parientes,
interesa decir inmediatamente que cuando uno se pone baj o la protecció n de la ni para quien asiste a ella, ni para los lugares en que se desarrollan los ex orcismos. E s importante
I glesia, incluso con una sola bendició n, este quinto punto queda ex cluido. P arece que se revive lo decirlo con claridad, porque a menudo nosotros, los ex orcistas, nos vemos con grandes dificultades
que el S eñ or respondió al demonio respecto de J ob: « E stá bien, h az con é l lo que quieras, con tal para encontrar lugares donde administrar este sacramental. Y much os rech az os dependen
de que respetes su vida» ( J b. 2, 6) . Y o podría contar una serie de episodios en los que, con precisamente del miedo a que el local quede « infestado» .
intervenciones que tienen algo de milagroso, el S eñ or salvó del suicidio a ciertas personas. E s necesario que al menos los sacerdotes sepan que la presencia de los poseídos y los ex orcismos
Much os, cuando ex ponía estos cinco puntos, se encontraban plenamente inmersos en ellos, practicados sobre ellos no dej an ninguna secuela sobre los lugares ni sobre las personas que los
aunque con distintas fases de gravedad. Me interesa repetir que estos maj es pueden ser h abitan.
consecuencia de una presencia malé fica, pero tambié n pueden tener otras causas: no bastan por E n cambio, debemos temer al pecado; un pecador encallecido, un blasfemo, puede h acer dañ o a su
sí solos para llegar a la conclusió n de que una persona está poseída o infestada por el maligno. familia, al ambiente de trabaj o y a los lugares que frecuenta.
R eseñ o algunos casos, que elij o no entre los h ech os má s clamorosos que me h an sucedido sino entre
S obre el quinto punto, deseo de morir e intentos de suicidio, al ser el aspecto má s grave, quisiera aquellos que son típicos y má s corrientes.
reseñ ar al menos 2 ej emplos. U na much ach a de 16 añ os. A rma María; estaba angustiada porque desde h acía algú n tiempo le iba
Me ocupé del caso de una enfermera profesional que, en fase de crisis aguda, sin capacidad de mal en los estudios ( en el pasado nunca h abía tenido dificultades) y oía en su casa ex trañ os ruidos.
soportar má s, h iz o un raz onamiento del todo disparatado. D ebía realiz ar una transfusió n de Vino a verme acompañ ada por sus padres y su h ermana. L a bendij e y noté algunos pequeñ os signos
sangre. de negatividad. L uego bendij e a la madre, que acusaba algunos trastornos. E n cuanto le puse las
P ensó : « I nyecto otro grupo sanguíneo; el enfermo muere, a mí me detienen y así me refugio en manos sobre la cabez a, dio un gran alarido y se desliz ó h asta el suelo desde la silla en la que estaba
la cá rcel.» Hiz o cuanto se h abía propuesto, completamente segura de que h abía usado otro grupo sentada. Hice salir a las dos h ermanas y continué el ex orcismo, asistido por el marido; noté una
sanguíneo para la transfusió n. S e dirigió a su cuartito, a la espera de ser detenida. P ero las h oras negatividad much o má s fuerte que en la h ij a. P ara A nna María me bastaron 3 bendiciones: era un
pasaban en vano. L a transfusió n h abía ido muy bien ( no se sabe có mo) y la enfermera ya só lo caso dé bil y fue inmediatamente remediado. P ara la madre se necesitaron algunos meses, con un
pensó en arrepentirse de su estupidez . ritmo de una bendició n por semana, y se curó completamente, much o antes de lo que h ubiera podido
Giancarlo, un guapo much ach ote de 25 añ os, parecía lleno de salud y de vivacidad. E n cambio, prever por sus reacciones a la primera bendició n.
tenía un « inquilino» que le atormentaba de manera atroz . L os ex orcismos le daban un poco de A Giovanna, una señ ora de unos 30 añ os, madre de 3 h ij os, me la envió su confesor. A cusaba dolores
alivio, pero demasiado poco. U na tarde decidió acabar con todo, como ya h abía intentado otras de cabez a, de estó mago y desvanecimientos. S egú n los mé dicos estaba sanísima. P oco a poco salió
veces. fuera el mal, o sea la presencia de 3 demonios, cada uno de los cuales h abía entrado en ella como
Caminó a lo largo de las vías de una importante línea fé rrea, llegó a una amplia curva y se tendió consecuencia de h ech iz os, en 3 ocasiones distintas de su vida. E l h ech iz o má s fuerte se lo h abía
sobre los ríeles de una de las 2 vías. Con la ú nica ayuda de un saco de dormir, resistió en esta h ech o una much ach a que, antes del matrimonio de Giovanna, aspiraba con veh emencia a casarse con
incó moda posició n durante 4 o 5 h oras. P asaron varios trenes, en ambas direcciones, pero todos el novio de é sta. E ra una familia de intensa devoció n y así los ex orcismos se vieron facilitados; dos
por las vías de al lado. Y ningú n maquinista o ferroviario advirtió su presencia. demonios salieron bastante pronto, mientras que el tercero fue má s reacio. S e necesitaron casi 3
É ste es el h ech o: me es imposible dar una ex plicació n natural del mismo. añ os de bendiciones, con un ritmo de una por semana.
L e pregunté al padre Candido si, en una ex periencia tan larga como la suya, tuvo casos mortales D espué s de una cita, vino a verme Marcella, una much ach a muy rubia de 19 añ os, de aire presumido.
en personas a las que é l bendecía. T uvo só lo uno y me lo contó . U na much ach a romana, reducida S ufría dolores de estó mago lacerantes y de un temperamento que no conseguía dominar, ni en su
a una grave situació n a causa de una posesió n total del maligno, h abía empez ado a ir a verle para casa ni en su trabaj o: daba respuestas ofensivas, á cidas, sin poderse refrenar. S egú n los mé dicos, no
ser ex orciz ada. Y a comenz aba a obtener algú n provech o, si bien tenía much as dificultades para tenía nada. E n cuanto le puse las manos sobre los pá rpados, al comienz o de la bendició n, se le
combatir las tentaciones de suicidio. T ambié n su madre fue un día a ver al padre Candido; era una pusieron los oj os completamente en blanco, con las pupilas apenas perceptibles abaj o, y estalló en
muj er que creía que su h ij a era una « maj adera» y le h acía continuos reproch es. A nte las una carcaj ada iró nica. A penas tuve tiempo de pensar que aquello era S ataná s cuando de pronto oí

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Habla un exorcista
que me decían: « S oy S ataná s» , con una nueva carcaj ada. P oco a poco Marcella intensificó su vida Considero que se deben valorar con much o respeto los distintos mé todos y ex periencias. L a verdad de
de prá ctica religiosa, se h iz o constante en la comunió n, en el rosario cotidiano y en la confesió n un h ech o, o de un tipo de reacció n, o la eficacia de un mé todo, no disminuye aun cuando se trate de
semanal ( ¡ la confesió n es má s fuerte que un ex orcismo! ) . E x perimentó una progresiva mej oría, una particularidad vinculada a un determinado ex orcista y no comprobable por otros.
salvo algú n paso atrá s cuando afloj aba el ritmo de oració n, y se curó al cabo de só lo 2 añ os.
Giuseppe, de 28 añ os, vino a verme acompañ ado por su madre y su h ermana. I nmediatamente
advertí que só lo h abía venido para complacer a los suyos. Hedía intensamente a h umo; tomaba
drogas y tambié n las vendía, blasfemaba. E ra inú til h ablar de oració n y de sacramentos. T raté de
disponerle de la mej or manera para que aceptase de buena gana mi bendició n. É sta fue
brevísima: el demonio se manifestó inmediatamente de modo violento, y corté en seguida.
Cuando le dij e a Giuseppe lo que tenía, me respondió : « Y a lo sabía y estoy contento así; con el
demonio estoy bien.»
N o le h e vuelto a ver.
S or Á ngela, aunque j oven, ya estaba reducida a una situació n lastimosa cuando vino a verme:
casi no conseguía h ablar, tanto menos rez ar. S ufría evidentemente en todo el cuerpo, no h abía
parte de ella que no mostrara sufrimiento. L e resonaban en la cabez a continuas blasfemias y a
menudo se oían ruidos ex trañ os, que tambié n las demá s h ermanas percibían. E l origen de todas
sus desdich as estaba en la maldició n ( y quiz á el h ech iz o) de un sacerdote indigno; sor Á ngela
ofrecía todos sus sufrimientos por el bien de su congregació n. D espué s de much as bendiciones, de
las que obtuvo algú n provech o, fue trasladada a otra ciudad. E spero que h aya encontrado otro
ex orcista para proseguir la obra de liberació n.
E ntre los casos tremendos de h ech iz os de toda una familia, describiré uno. E l padre,
comerciante muy acreditado, se vio de golpe sin pedidos, por motivos inex plicables. T enia los
almacenes llenos de mercancías pero ningú n cliente daba señ ales de vida. U na vez , cuando h abía
logrado colocar una cierta cantidad, el camió n encargado de retirar la mercancía se averió
repetidamente, sin llegar a destino, por lo cual el contrato fue anulado. E n otra ocasió n, en que
con gran fatiga h abía logrado concertar una venta, llegó el camió n, pero nadie consiguió levantar
la persiana del almacé n; tambié n ese negocio se esfumó . U na h ij a casada, por aquella misma
é poca, fue abandonada por su marido, y a la otra h ij a, en vísperas de la boda, cuando ya estaba
lista la casa y completamente amueblada, la plantó su novio sin ex plicaciones. A demá s h abía
trastornos de salud y ruidos en la casa, como casi siempre sucede en estos casos. N o se sabía por
dó nde empez ar. T ambié n aquí, ademá s de las acostumbradas recomendaciones sobre la oració n,
la frecuentació n de los sacramentos y una vida cristiana coh erentemente vivida, comencé por
bendecir a todos los miembros de la familia. L uego ex orcicé y celebré la misa en la vivienda y en
los lugares de trabaj o del padre. L os resultados empez aron a ser evidentes despué s de un añ o y
prosiguieron con constancia, aunque como si fuese en cá mara lenta. ¡ Verdaderamente suponen
duras pruebas de fe y perseverancia!
A ntonia, una much ach a de 20 añ os, vino acompañ ada por su padre, que era pastelero. D esde
h acía muy poco, la h ij a h abía asumido el aspecto de una vidente: oía voces ex trañ as, no lograba
dormir ni trabaj ar; el padre h abía empez ado a sufrir dolores de estó mago que los mé dicos y las
medicinas no lograban calmar. Cuando bendij e a la h ij a, vi que se trataba de una ligera
negatividad; le dij e que podía salir airosa con pocas bendiciones, salvo sorpresas. E n cambio,
cuando bendij e al padre, é ste entró completamente en trance, aunque permaneció mudo y no
h iz o ninguna locura. A l despertarse, vi que no se h abía dado cuenta de nada. E ntonces recomendé
a la h ij a que no le dij era a su padre nada de lo que h abía ocurrido, para no espantarle, pero que
volvieran los 2 otro día. E n casa la h ij a no supo abstenerse y se lo dij o todo; el padre se asustó de
h aber entrado en trance y fue... a ver a un mago. S é , a travé s de la persona que me los h abía
enviado, que está n mal los 2, pero no h an vuelto a verme. He tenido contacto otras veces con
personas que, desalentadas por la lentitud de la curació n, se h an dirigido a magos, con pé simas
consecuencias. D ios nos h a creado libres; tambié n somas libres de h undirnos.
Como conclusió n de este capítulo me interesa precisar un h ech o: cada ex orcista posee sus
ex periencias que, a veces, son irrepetibles, o sea que no encuentran confirmació n por parte de
otros ex orcistas. N o me asombra que algunos ex orcistas se h ayan quedado perplej os, sobre todo
en cuanto a la que h e ex puesto en la primera parte sobre la posició n de los oj os, el dolor de
cabez a o de estomago; h abría podido ex poner otros h ech os que me ocurren constantemente. S on
reacciones advertidas siempre o casi siempre por el padre Candido y que siguen repitié ndose con
sus discípulos. Continú an siendo verdaderas aunque no encuentren confirmació n en la ex periencia
de otros ex orcistas.

21
Habla un exorcista
Much as veces se esfuerz a por parecer indiferente; pero, en realidad, sufre y continú a sufriendo
cada vez má s, h asta que se llega a la liberació n.
A lgunos poseídos permanecen inmó viles y silenciosos, reaccionando só lo con los oj os, si son
CÓMO SE COMPORTA EL DEMONIO

D igamos inmediatamente, para empez ar, que el demonio h ace lo imposible para no ser provocados.
descubierto, que es muy parco en palabras, que busca todos los caminos para desalentar al O tros se agitan y h ay que suj etarles para que no se h agan dañ o;
paciente y al ex orcista. otros se lamentan, especialmente si se presiona la estola sobre las partes dolientes, como indica el
P ara mayor claridad, distingamos su comportamiento en 4 fases: R itual, o bien h aciendo sobre ellas la señ al de la cruz o rodá ndolas con agua bendita.
antes de ser descubierto; S on pocos los furiosos, y estos deben ser suj etados bien fuerte por personas que ayudan al
durante los ex orcismos, ex orcista o por los parientes.
poco antes de la ex pulsió n y E n cuanto a h ablar, generalmente los demonios se muestran muy reacios. P recisamente el R itual
despué s dé la liberació n. advierte que no se h agan preguntas por curiosidad: sugiere preguntar só lo sobre lo que es ú til para
A dvirtamos tambié n que nunca h ay 2 casos iguales. E l comportamiento del maligno es muy la liberació n.
variado e imprevisible. L o que escribimos aquí só lo se refiere a algunos de los aspectos má s L o primero que debe preguntarse es el nombre; para el demonio, tan poco dado a manifestarse,
frecuentes de esa conducta. revelar su nombre es una derrota; y, cuando lo h a dich o, se muestra siempre reacio a repetirlo en
todos los ex orcismos siguientes.
1. A ntes de ser descubierto. L uego se pide al maligno que diga cuá ntos demonios está n presentes en ese cuerpo. P ueden ser
E l demonio causa trastornos físicos y psíquicos, por lo que la persona afectada recibe much os o poeos, pero siempre h ay un j efe, el indicado por el primer nombre. Cuando el demonio
tratamiento mé dico sin que nadie sospech e el verdadero origen del mal. A veces los mé dicos tiene un nombre bíblico o dado por la tradició n ( por ej emplo: S ataná s o B elcebú , L ucifer, Z abuló n,
tratan los trastornos largamente, probando varias medicinas, que siempre resultan Meridiano, A smodeo...) , se trata de « peces gordos» , má s duros de vencer. P ero la dificultad
inadecuadas; por ello lo h abitual es que el paciente cambie varias veces de mé dico, proviene tambié n en gran manera de la fuerz a con que un demonio se h a apoderado de una
acusá ndoles de no entender su mal. Má s difícil es el tratamiento de los males psíquicos; persona. Cuando h ay varios demonios, el j efe es siempre el ú ltimo en irse.
much as veces los especialistas no encuentran nada ( esto ocurre con frecuencia tambié n para L a fuerz a de la posesió n resulta asimismo de la reacció n del demonio a los nombres sagrados. E n
los males físicos) y la persona pasa a los oj os de sus familiares por « maj areta» . U na de las general, tales nombres no son ni pueden ser pronunciados por el maligno: « É l» indica a D ios o a
cruces má s pesadas de estos « enfermos» es la de que no son comprendidos ni se les cree. J esú s; « E lla» indica a la Virgen. O tras veces dicen: « tu j efe» o « tu señ ora» , para indicar a J esú s o
Casi siempre ocurre que, tarde o temprano, tras h aber llamado en vano a las puertas de la la Virgen.
medicina oficial, esas personas acuden a curanderos o, lo que es peor, a magos, S i, en cambio, la posesió n es menos fuerte y el demonio es de alto rango ( repitamos que los
quiromá nticos o h ech iceros. Y así los males aumentan. demonios conservan el rango que tenían cuando eran á ngeles, como tronos, principados,
N ormalmente quien recurre al ex orcista ( por sugerencia de algú n amigo; rarísimas veces por dominaciones...) , entonces es posible que pronuncien el nombre de D ios y el de la Virgen j unto con
sugerencia de sacerdotes) , ya h a h ech o el recorrido de los mé dicos, h a perdido totalmente la h orribles blasfemias.
confianz a en ellos, y la mayoría de las veces ya h a visitado a magos o similares. L a falta de Much os creen, quié n sabe por qué , que los demonios son locuaces y que, si uno va a asistir a un
fe o al menos el h ech o de no ser practicantes, añ adido a la gran e inj ustificable carencia ex orcismo, el demonio dirá en pú blico todos sus pecados. E s una creencia falsa; los demonios son
eclesiá stica en este campo, h acen comprensible tal comportamiento. L a mayoría de las veces reacios a h ablar y cuando son locuaces dicen cosas insulsas para distraer al ex orcista y para
es una auté ntica casualidad la que h ace conocer la ex istencia de los ex orcistas. esquivar sus preguntas. P uede h aber algunas ex cepciones.
T é ngase presente que el demonio, incluso en los casos de posesió n total ( en los que es é l U n día el padre Candido h abía invitado a asistir a sus ex orcismos a un sacerdote que se j actaba de
quien obra o h abla, sirvié ndose de los miembros del desventurado) , no actú a continuamente, no creer en ellos. A quel sacerdote se comportaba con un aire casi de desprecio, con los braz os
sino que alterna su acció n ( llamada, en general, « momento de crisis» ) con períodos de cruz ados, sin rez ar ( como deben h acer siempre los presentes) y con una sonrisa iró nica. E n un
reposo má s o menos largos. S alvo los casos má s graves, la persona puede atender a sus momento dado el demonio se volvió h acia é l: « T ú dices que no crees en mí. P ero crees en las
compromisos de estudio o de trabaj o de manera que parece normal, aun cuando, en realidad, muj eres, en ellas sí que crees; ¡ y có mo crees! » A quel desdich ado, a la ch ita callando y caminando
só lo ella sabe a costa de qué esfuerz os. h acia atrá s, llegó a la puerta y puso pies en polvorosa.
E n otra ocasió n el demonio reveló los pecados para desalentar al ex orcista. E l padre Candido
2. D urante los ex orcismos. estaba bendiciendo a un guapo much ach o, que tenía dentro de sí a un animalaz o má s grande que
A l principio el demonio h ace todo lo posible para no ser descubierta o al menos para ocultar é l. F ue
la gravedad de la posesió n, si bien no siempre lo consigue. Constreñ ido por la fuerz a de los precisamente el demonio el que trató de desanimar al ex orcista: « ¿ N o ves que pierdes el tiempo
ex orcismos, a veces es inducido a manifestarse desde la primera oració n; otras veces se con é ste? E s uno que no rez a nunca, es uno que frecuenta..., es uno que h ace...» , y así una larga
necesitan má s ex orcismos. R ecuerdo a un j oven que, en la primera bendició n, só lo h abía serie de h orribles pecados. A cabado el ex orcismo, el padre Candido trató de convencer a aquel
dado algunos indicios sospech osos; entonces pensé : « E s un caso fá cil; salgo del paso con j oven, con buenas maneras, de que h iciera una confesió n general. P ero é l no quería saber nada.
esta bendició n y alguna má s.» L a segunda vez se puso furioso y, desde aquel momento, yo F ue necesario llevarle casi a la fuerz a a un confesonario; y allí se apresuró a decir que no tenía
no empez aba el ex orcismo si no me acompañ aban 4 h ombres robustos para suj etarle. nada de que acusarse.
E n otros casos, debe madurar la h ora de D ios. « ¿ P ero no h iciste tal cosa tal día? » , le apremió el padre Candido. Y é l, ató nito, h ubo de admitir su
T engo presente a una persona que h abía visitado a varios ex orcistas, incluido yo, sin que culpa. « ¿ Y no h iciste acaso tambié n tal cosa? » , y el lafeliz , cada vez má s confuso, h ubo de
advirtieran nada particular. P ero cuando por fin el demonio se manifestó como lo que era, se reconocer uno por uno todos los pecados que el padre le recordaba, valié ndose de las declaraciones
procedió regularmente, con la frecuencia que es necesaria para liberar a los poseídos. del demonio. A l final se llegó a la absolució n. Y aquel j oven se fue aturdido: « ¡ Y a no entiendo nada!
E n ciertos casos, ya a la primera o la segunda bendiciones el demonio demuestra toda su ¡ E stos curas lo saben todo! »
fuerz a, que varía de una persona a otra; algunas veces esta manifestació n es progresiva: h ay O tras preguntas que el R itual sugiere conciernen a cuá nto tiempo h ace que el demonio se
afectados que cada vez parece que presentan males nuevos. U no tiene la impresió n de que encuentra en aquel cuerpo, por qué motivo y similares. Hablaremos en su momento de có mo h ay
todo el mal que guardan dentro h a de salir poco a poco para poder eliminarlo. que comportarse en caso de h ech iz os: qué preguntas deben h acerse y có mo actuar. P ero digamos
E l demonio reacciona de muy distintas maneras a las oraciones y ex h ortaciones. inmediatamente que el demonio es el príncipe de la mentira. P uede muy bien acusar a una persona

22
Habla un exorcista
u otra para provocar sospech as y enemistades. L as respuestas del demonio deben sopesarse transmitir a la persona poseída su misma desesperació n; é l se siente acabado, con poco tiempo
much o. para vivir, ya no está ni siquiera en condiciones de raz onar correctamente, y transmite a la persona
Me limito a decir que, en general, el interrogatorio del demonio tiene escasa importancia. P or la impresió n de que todo está acabada, que su vida h a llegado al ñ nal, y se acentú a en ella la
ej emplo, much as veces el demonio, cuando se veía muy debilitado, respondía a preguntas convicció n de que h a enloquecido. Cuá ntas veces estas personas le preguntan desconsoladamente
sobre la fech a de su al ex orcista: « ¡ D ígame francamente si estoy ch iflado! »
salida, y luego no salía en absoluto en aquella fech a. U n ex orcista con la ex periencia del T ambié n al poseído se le h acen cada vez má s fatigosos los ex orcismos y a veces, si no llega
padre Candido, que sabía con qué clase de demonio tenía que vé rselas y con frecuencia acompañ ado o casi forz ado, falta a la cita. He tenido asimismo algunos casos de personas que,
incluso adivinaba su nombre, h acía muy pocos interrogatorios. A veces, cuando preguntaba pró x imas o bastante pró x imas a la liberació n, h an abandonado completamente el ex orcismo. D el
el nombre, le respondían: « Y a lo sabes.» Y era verdad. mismo modo que estos « enfermos» frecuentemente deben ser ayudadas para rez ar y para ir a la
A menudo, cuando se trata de posesiones fuertes, los demonios h ablan espontá neamente, iglesia, ademá s de para acercarse a los sacramentos porque solos no lo consiguen, del mismo
para tratar de desalentar o espantar al ex orcista. Varias veces me respondieron con frases modo tienen necesidad de ser ayudados para someterse a los ex orcismos, sobre todo en la fase
como é stas: « T ú no puedes h acer nada contra mí» ; « É sta es mi casa; estoy bien en ella y final; y h an de ser continuamente alentados.
aquí me quedo» ; « E stá s perdiendo el tiempo» . O bien, amenaz as: « T e comeré el coraz ó n» ; I ndudablemente contribuye a estas dificultades el cansancio físico y una cierta sensació n de des-
« E sta noch e no pegará s oj o por el miedo» ; « Vendré a tu cama como una serpiente» ; « T e moraliz ació n por la prolongació n de las sesiones, con la impresió n de que el mal se h a h ech o ya
h aré caer de la cama» ... L uego, ante algunas ré plicas mías, calla. P or ej emplo, cuando le incurable. E l demonio tambié n puede causar dañ os físicos y sobre todo psíquicos, de los que h ay
digo: « E stoy envuelto en el manto de la Virgen; ¿ qué puedes h acerme? » ; « T engo por que tratarse asimismo por vía mé dica, incluso despué s de la curació n. P ero son posibles las
patrono al arcá ngel Gabriel; prueba a luch ar contra é l» ; « T engo a mi á ngel custodio, que vela curaciones completas, sin secuelas.
para que nadie me toque; tú no puedes h acer nada» ; y frases parecidas.
S iempre se encuentra algú n punto particularmente dé bil. A lgunos demonios no resisten a la 4 . D espué s de la liberació n.
cruz h ech a con la estola sobre las partes doloridas; otros no resisten que se les sople a la E s muy importante que la persona liberada no afloj e su ritmo de plegaria, de frecuentació n de los
cara; otros se oponen con todas sus fuerz as a la aspersió n con agua bendita. L uego h ay sacramentos, de compromiso de vida cristiana. Y de vez en cuando es bueno solicitar que le sean
frases, en las oraciones de ex orcismo o en otras plegarias que el ex orcista puede pronunciar, practicadas algunas bendiciones, pues ocurre a menudo que el demonio ataca, o sea que trata de
ante las cuales el demonio reacciona violentamente o perdiendo las fuerz as. E ntonces se regresar. N o h ay que abrirle ninguna puerta. Q uiz á , má s que de convalecencia, podemos h ablar de
insiste en repetir aquellas frases, como sugiere el R itual. E l ex orcismo puede ser largo o un período de reforz amiento necesario para garantiz ar la liberació n cumplida. He tenido algunos
breve, segú n e1 ex orcista j uz gue qué puede ser mas ú til, teniendo en cuenta varios factores. casos de recaída: a veces no h ubo negligencia por parte del suj eto, o sea que é ste h abía seguido
A menudo es ú til la presencia de un mé dico no só lo para el diagnó stico inicial, sino tambié n manteniendo un ritmo de vida espiritual intenso y la segunda liberació n fue relativamente fá cil.
para aconsej ar sobre la duració n del ex orcismo. S obre todo cuando el poseído no está bien Cuando, en cambio, la recaída se h a visto favorecida por un abandono de la oració n, y peor aú n si
( por ej emplo, si está enfermo del coraz ó n) , o cuando no está bien el ex orcista; entonces se h a caído en un estado de pecado h abitual, entonces la situació n h a empeorado, como describe el
puede ser el mé dico quien aconsej e cuá ndo terminar. E n general, el ex orcista comprende E vangelio de Mateo 12, 4 3-4 5 : el demonio regresa con otros 7 espíritus peores que é l.
cuá ndo sería inú til proseguir. N o le h abrá pasado inadvertido al lector, lo h emos dich o y repetido, el h ech o de que el demonio
h ace lo imposible para ocultar su presencia. É sta es ya una observació n que ayuda ( aunque
3. P oco antes de la ex pulsió n. ciertamente no basta) a distinguir la posesió n de ciertas formas de enfermedades psíquicas en las
E s un momento delicada y difícil, que puede prolongarse much o. cuales el paciente h ace cuanto puede para convertirse en obj eto de atenció n. E l comportamiento
E l demonio demuestra en parte que h a perdido fuerz as, en parte intenta asestar sus ú ltimos del demonio es totalmente opuesto.
golpes.
Con frecuencia se tiene esta impresió n: mientras fue en las enfermedades normales el
enfermo mej ora progresivamente h asta la curació n, aquí sucede lo contrario: la persona
afectada está cada vez peor, y precisamente cuando ya no puede má s, se produce la
curació n. N o es que sea así en todos los casos, pero es lo má s frecuente.
P ara el demonio abandonar a una persona y regresar al infierno, donde casi siempre es
condenado, significa morir eternamente, perder toda posibilidad de mostrarse activo
molestando a las personas. Y manifiesta su estado de desesperació n con ex presiones
repetidas a menudo durante los ex orcismos: « Me muero, me muero» ; « Y a no puedo má s» ;
« B asta, me está is matando» ; « S ois unos asesinos, unos verdugos; todos los curas son
asesinos» , y frases parecidas. E l contenido h a cambiado completamente respecto de cuanto
decía durante los primeros ex orcismos. S i entonces decía: « T ú no puedes h acer nada contra
mí» , ah ora dice: « Me está s matando; me h as vencido.» S i antes aseguraba que nunca se iría
porque allí estaba bien, ah ora afirma que está muy mal y dice que quiere irse. E s un h ech o
que cada ex orcismo es como darle una paliz a al demonio: é l sufre much o, pero tambié n
procura dolor y cansancio a la persona dentro de la cual se encuentra. L lega a confesar que,
durante los ex orcismos, está peor que en el infierno. U n día, mientras el padre Candido
ex orciz aba a una persona pró x ima a la liberació n, el demonio dij o abiertamente: « ¿ Crees que
me iría si no estuviese peor aquí? » L os ex orcismos se le h abían h ech o verdaderamente
insoportables.
O tro aspecto que se debe tener presente para ayudar a las personas que está n en vías de
liberació n es que el demonio trata de comunicarles sus mismos sentimientos: é l ya no puede
má s y les provoca un estado de cansancio intolerable; é l está desesperado e intenta

23
Habla un exorcista
aquella oscuridad en que mi alma vivía antes de descubrir a D ios. E n el curso de pocas semanas,
esa sensació n que yo atribuía al autoritarismo de mi padre, a la situació n menesterosa en que, por
distintos motivos, yo h abía vivido y a un tormento que creía comú n sin entender que para los
EL TESTIMONIO DE UN AFECTADO

E ste capítulo no es mío, pero es un testimonio escrito con rara claridad. I ncluso al ex orcista demá s no era así, esa sensació n, digo, se convirtió en realidad. Comencé a sufrir como nunca me
má s ex perto, le es siempre difícil identificarse con los poseídos y entender lo que sienten. Y h abía sucedido; sudaba, tenía fiebre y la fuerz a me h abía abandonado, al punto que ni siquiera
h asta la que puede parecer una infestació n de mediana gravedad esconde sufrimientos que al podía comer si no me metían la canuda en la boca. T enía la percepció n de que sufría con algo
mismo paciente le cuesta describir. distinto del cuerpo: era como aj eno a esos h ech os. S entía una desesperació n fortísima y veía, no
É ste fue el principal esfuerz o de G. G. M.: tratar de ex presar lo inex presable, confiando en sé con qué oj os, una oscuridad que entenebrecía no la h abitació n donde estaba ni la cama en la
ser entendido sobre todo por quienes está n afligidos por un mal aná logo. que yacía desde h acía meses, sino el futuro, las posibilidades de vida, la espera del mañ ana.
E staba como muerto por un cuch illo invisible y sentía que quien h undía aquel cuch illo me odiaba y
quería algo má s que mi muerte. E s muy difícil de ex plicar con palabras, pero era tal como h e dich o.
...................................................................................................................................................
T odo comenz ó a partir de los 16 añ os. A ntes yo era un much ach o feliz , avispado y bastante
alegre, aunque siempre tenía una sensació n de angustia y en todas partes me parecía que D espué s de varios meses estaba enloquecido y ya no raz onaba; querían llevarme a un manicomio;
alguien me decía: « N osotros h acemos esto, ¿ y tú ? » « N osotros vamos allí, ¿ y tú ? » N o no entendía ni lo que decía, porque ah ora vivía en otra dimensió n: la de mi sufrimiento. L a realidad
entendía el porqué , pero entonces esto no suponía un problema para mí. Vivía en una estaba como desprendida de mí. E ra como si estuviese en el tiempo só lo con el cuerpo, pero que el
pequeñ a ciudad marítima; el mar, el alba y los campos me ayudaban bastante a mantenerme alma se encontrase en otra parte, en un sitio h orrible, donde no penetra la luz ni ex isten
alej ado de la melancolía. A los 16 añ os me trasladé a R oma, dej é de acudir a la iglesia y esperanz as.
comencé a frecuentar todo aquello que en una gran ciudad atrae a un forastero, es decir, P ermanecí much os meses en este estado, entre la vida y la muerte, y ya no sabía qué pensar.
todas aquellas situaciones ex tremas que en un pueblo ni siquiera se conocen. Muy pronto P erdí amigos, conocidos y la comprensió n de mis parientes. Vivía fuera del mundo y ya no me
conocí a drogadictos, marginados, ladrones, much ach as fá ciles y así sucesivamente. T enía entendían, ni yo podía pretender que lo h icieran, sabiendo lo que guardaba dentro y que nunca
una cierta prisa por aprender toda este « ruido» que me apartaba enormemente de la paz que conseguiría describir.
tenía antes. Comencé a vivir esta nueva dimensió n artificiosa, desbordante y nauseabunda. Casi me olvidé de D ios y aunque me dirigía a é l con llantos y lamentos interminables, lo sentía
Mi padre era muy represivo: controlaba cada uno de mis movimientos y siempre se mostraba lej ana, una lej anía que no se mide en k iló metros, sino en negaciones: o sea que algo decía « no» a
descontento de mí. L a suma de estos disgustos y de todas las h umillaciones de que me h acía D ios, al bien, a la vida, a mí mismo. P ensé en dirigirme a un h ospital porque suponía que la fiebre
obj eto mi padre me impulsó como un muelle a la calle. Me fui de casa y conocí el h ambre, el que tenía desde h acía meses debía por fuerz a depender de una causa física y, si eliminaba é sta, me
frío, el sueñ o y la maldad. F recuenté a muj eres ligeras y amigos pesados. P ronto surgió en sentiría mej or; en cualquier caso, algo tenía que h acer.
mí una pregunta sin respuesta: « ¿ P or qué vivo? ¿ P or qué me encuentro en la calle? ¿ P or qué E n R oma, ningú n h ospital me quería ingresar - tener fiebre, y tuve que irme a 30 0 k iló metros de
soy así y los demá s, en cambio, tienen fuerz a necesaria para trabaj ar y sonreír? » allí, donde permanecí durante 20 días sometido a ex á menes y aná lisis de toda clase. S alí con un
E n aquel tiempo tuve relació n con una much ach a que creía que el mal era má s fuerte que el « no tiene nada» y una cartilla clínica que h abría llenado de envidia a un atleta: estaba sano como
bien; h ablaba de bruj as y magos, y escribía cosas que daban vé rtigo. Y o creía que era muy una roca, pero una apostilla decía que nadie se ex plicaba la fiebre y mi cara h inch ada y cadavé rica.
inteligente porque estaba fuera del alcance de un ser h umano escribir todas aquellas E staba blanco como las h oj as de un cuaderno.
lucubraciones sobre el mundo y la vida. L eí todos sus cuadernos y luego le impuse que los A penas salí del h ospital, donde todos mis males se h abían atenuado un poco, entré en una crisis
quemara delante de mí porque só lo h ablaban del mal y me daba un poco de miedo tendr fortísima, vomité varias veces, sufrí todo lo que un h ombre puede sufrir y me encontré en un punto
aquellos folios dando vueltas por la casa. E lla empez ó a odiarme sin que yo pudiera entender desconocido de la ciudad; no sé có mo h abía llegado h asta allí. Mis piernas caminaban solas, los
el motivo; traté de ayudarla a salir de aquel poz o negro, pero no lo conseguí; se moraba de braz os eran independientes de la voluntad y así el resto del cuerpo. F ue una sensació n h orrible;
mí y del bien que le proponía. daba ó rdenes a las articulaciones, que ya no me obedecían; no se lo deseo a nadie. P or si fuese
Volví a casa con los míos, me uní a otra much ach a peor que la anterior y durante algunos poco, volvió la oscuridad, que, esta vez , se ex tendió desde el alma h asta el cuerpo. L o veía todo
añ os me sentí triste, desdich ado y perseguido por cada persona que conocía; me rodeaba como si fuese de noch e aun estando en pleno día. E l sufrimiento h abía llegado a las estrellas;
una especie de oscuridad, la sonrisa ya no asomaba a mis labios y las lá grimas estaban comencé a gritar, a retorcerme en el suelo como si tuviera un fuego dentro de mí e invoqué a la
siempre listas para correr por mis mej illas. E staba desesperado y una vez má s me pregunté : Virgen gritando: « Madre, madre, ten piedad... ¡ Madre, te lo suplico! Madre mía, concé deme tu
« ¿ P or qué vivo? ¿ Q uié n soy? ¿ Q ué h ace el h ombre en la tierra? » Como es natural, en mi gracia, que me muero.» L os dolores no se atenuaron y el sufrimiento se h abía ex asperado tanto
ambiente nada de esto interesaba a nadie y en un momento de desesperació n muy fuerte, en que perdí tambié n el sentido de la orientació n y, pegado a las paredes, caminé h asta una cabina
mi fuero interno ex clamé con un h ilo de voz : « ¡ D ios mío, estoy acabado! Heme aquí delante telefó nica; logré marcar el nú mero al tiempo que golpeaba la cabez a contra los cristales y el
de ti... ayú dame.» P arece que fui escuch ado; al cabo de unos días, la much ach a con la que telé fono; me respondió la ú nica persona que conocía y que vino para llevarme de vuelta a R oma.
andaba entró en una iglesia, comulgó y se convirtió en un tiempo ré cord. A ntes de que mi amigo llegara, me di cuenta, como por una indicació n ex terior, de que h abía
Y o, para no ser menos, h ice lo mismo y fui a parar a una iglesia en la que sacaban en estado viendo el infierno; no tocá ndolo o viviendo en é l, sino só lo vié ndolo de lej os. A quella
procesió n a la Virgen de L ourdes; me llamaron para ayudar a llevar la imagen y, aunque me ex periencia cambió mi vida much o má s que la conversió n de Medj ugorj e.
daba vergü enz a, lo h ice -y luego estuve orgulloso de h aberlo h ech o. Comulgué y me quedé N o obstante, seguía sin pensar en realidades ultraterrenales, sino que lo ex plicaba todo con
asombrado por la actitud del confesor, que se mostró bondadoso y comprensivo. motivos psicoló gicos: inadaptació n, padre dominante, traumas infantiles, sh ock s emotivos y varias
S alí de allí diciendo: « L o h e conseguido; h e vuelto al bien.» A un cuando no sabía qué era el otras cosas que, como un h ermoso dibuj o, ex plicaban muy bien el porqué de lo acaecido. Había
bien, sentía que era así. D espué s de algunas semanas oí h ablar de Medj ugorj e, donde la estudiado psicología durante 5 añ os como autodidacta y así h abía conseguido formular un esquema
Virgen se aparecía desde 198 1. E mprendí inmediatamente viaj e con aquella much ach a, segú n el cual era obvio que sufriera. E l día de la Virgen del B uen Consej o, y por eso lo creí al
tambié n impulsado por un prodigio que no sé describir. Volvimos al seno de la I glesia de h aberla invocado, un fraile me aconsej ó que telefoneara a un carismá tico que actuaba baj o la
forma plena, cambiamos de vida, amamos a D ios má s que a nosotros mismos, tanto que ella estrech a tutela de un obispo y tenía el don del conocimiento. É ste me dij o: « T e h an formulado un
se h iz o monj a y yo pensé en el sacerdocio. Y a no podía contener la alegría de tener un h ech iz o de muerte para afectarte la mente y el coraz ó n, y h ace 8 meses comiste un fruto
motivo para vivir y que la vida no acabara ah í. embruj ado.» Me ech é a reír, sin creer ni una palabra de aquello; pero luego, reflex ionando, sentía
P ero era só lo el principio: h abía « alguien» que no estaba contento con todo esto. D espué s de que dentro de mí volvía a encenderse la esperanz a. Había olvidado esta sensació n y pensé en el
algunos añ os volví a Medj ugorj e y de vuelta a R oma comencé a sentir otra vez el eco de fruto descrito y en los 8 meses anteriores. « E s verdad —dij e—, h e comido ese fruto» , y recordé
tambié n que no quería comerlo por una instintiva repulsió n h acia la persona que me lo ofrecía.

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Habla un exorcista
T odo coincidía y entonces escuch é tambié n el consej o acerca del remedio que me sugirieron: É ste es su verdadero obj etivo y no el de causar sufrimientos o procurar el mal. É l no busca nuestro
las bendiciones. dolor, sino algo má s: quiere que nuestra alma derrotada diga: « B asta, estoy vencido, soy un
B usqué un ex orcista y despué s de las diversas risotadas de los curas o de los obispos y las j uguete en manos del mal; D ios no es capaz de liberarme; D ios se olvida de sus h ij os si permite
h umillaciones que me infligieron, por las cuales descubría un aspecto de la I glesia afeado por tales sufrimientos; D ios no me ama, el mal es superior a É l.»
sus mismos pastores, llegué al padre A morth . R ecuerdo muy bien aquel día; aú n no sabía É sta es la verdadera victoria del mal a la cual debemos responder, aunque h ayamos perdido la fe,
qué era una bendició n -articulan pensaba en una señ al de la cruz , como h ace el cura despué s ofuscada por el dolor. « N osotros queremos querer la fe» ; queremos querer, el demonio no puede
de la misa. Me senté , é l me puso la estola en torno a los h ombros y una mano en la cabez a; tocar esta voluntad, es nuestra voluntad; no es ni de D ios ni del diablo, sino só lo nuestra, porque
empez ó a rez ar en latín y yo no entendía nada. A l poco rato, algo así como un rocío fresco, D ios nos la dio cuando nos creó ; por lo tanto, debemos decir siempre que no a quien nos la quiere
es má s, h elado, me baj ó de la cabez a al resto del cuerpo. P or primera vez , despué s de casi ech ar por tierra y debemos creer ( con san P ablo) que, al oír el nombre de J esú s, caen de rodillas
un añ o, la fiebre me abandonaba. N o dij e nada; é l continuó y poco a poco la esperanz a volvía « todos los que está n en los cielos, en la tierra y debaj o de la tierra» .
a vivir en mí, la luz del día volvía a ser luz , el canto de los pá j aros ya no se parecía al graz nar É sta es nuestra salvació n. S i no creemos con firmez a, el mal que nos h a sido impuesto, ya sea con
de los cuervos, y los ruidos ex teriores ya no eran obsesivos, sino que se h abían vuelto maleficios o con h ech iz os, puede durar añ os, sin que ex perimentemos mej ora. A demá s, para
simples ruidos; de h ech o, llevaba siempre tapones en los oídos porque h asta el menor ruido aquelíos que creen h aber enloquecido ya y no ven remedio, yo puedo testimoniar que despué s de
me h acía saltar. much as bendiciones este mal pasa como si nunca h ubiese ex istido; por eso no debemos temerlo,
E l padre A morth me dij o que volviera y, apenas salí, tuve grandes deseos de sonreír, de sino alabar a D ios por la cruz que nos da. P orque despué s de la cruz está siempre la resurrecció n,
cantar, de disfrutar: « Q ué bien —dij e—, se acabó .» E ra verdad, era verdad todo aquello que como despué s de la noch e viene el día; así h an sido creadas todas las cosas. D ios no miente y nos
h abía sentido: era la rabia de « alguien» que me odiaba y no una locura mía lo que me h acía h a elegido para acompañ ar a J esú s en Getsemaní, h acié ndole compañ ía en su dolor, para resucitar
todo aquel dañ o. « E s verdad —repetía mientras iba solo dentro del coch e—, todo es verdad.» con é l.
Hoy h an pasado 3 añ os y, poco a poco, despué s de una bendició n tras otra, h e vuelto a la O frez co a María I nmaculada este testimonio para que lo h aga fructificar por el bien de mis
normalidad y h e descubierto que la felicidad viene de D ios y no de nuestras conquistas o de h ermanos de dolor. R espondo con el amor, el perdó n, la sonrisa y la bendició n a aquellos que h an
nuestros afanes. sido instrumentos del diablo para darme el martirio que h e padecido. R uego que mi sufrimiento les
E l mal, la llamada desdich a, la tristez a, la angustia, el brinco continuo de las piernas, la h aga entrever la luz que tambié n yo h e recibido gratuitamente de nuestro D ios maravilloso.
rigidez de los nervios, el agotamiento nervioso, el insomnio, al temor a la esquiz ofrenia o a la
epilepsia ( h abía tenido realmente algunas caídas) y tantas otras enfermedades de las que era G. G. M.
víctima, desaparecían al sonido de una simple bendició n. Hace 3 añ os que tengo una prueba
tras otra que demuestran, só lo a mí naturalmente, que el demonio ex iste y actú a much o má s
de lo que creemos y que h ace lo imposible para no dej arse descubrir h asta convencernos de
que estamos enfermos de esto o aquello, cuando é l es el autor de todo mal y tiembla ante un
sacerdote con el aspersorio en la mano.
He querido relatar mi ex periencia para invitar a cuantos la lean a someter a ex amen este
aspecto de nuestra vida que yo, por desgracia, h e ex perimentado plenamente. E n conclusió n,
me siento feliz de que D ios h aya permitido que se me h aga esta enorme prueba, porque
ah ora comienz o a goz ar de los frutos de tanto sufrimiento. T engo el á nimo má s puro y veo lo
que antes no veía. S obre todo soy menos escé ptico y má s atento a la realidad que me rodea.
Creía que D ios me h abía dej ado y, en cambio, era precisamente entonces cuando me estaba
probando, a fin de prepararme para encontrarlo.
Con este escrito tambié n quiero estimular a quienes está n enfermos como lo estuve yo a que
no se desanimen ya que, aunque parez ca evidente, no h ay que creer ni siquiera en la
evidencia, o sea que D ios nos abandone. N o es así y al final se tiene la prueba de ello. Hay
que perseverar, incluso durante añ os. A demá s, debo h acer una precisió n: que las bendiciones
tienen un efecto tanto má s intenso cuanto má s lo quiere D ios y no dependen de la voluntad
del ex orcista o del ex orciz ado; y que segú n mi ex periencia, esta intensidad depende much o
má s de la voluntad de conversió n del suj eto que de las prá cticas ex orcistas. L a confesió n y la
comunió n valen como un gran ex orcismo. E specialmente en las confesiones, si está n bien
h ech as, h e sentía la inmediata desaparició n de los tormentos antes mencionados; y en las
comuniones, una dulz ura nueva que no pensaba que pudiera ex istir.
T ambié n h ace añ os, antes de todos aquellos sufrimientos, me confesaba y comulgaba; pero
como no sufría, no podía darme cuenta, si puede decirse así, respecto de qué me h abía
vuelto inmune. A h ora lo sé e invito sobre todo a los tibios a creer que D ios teta realmente
presente en la puerta del confesonario y en la h ostia, que a menudo tomamos con gran
indiferencia.
A demá s, invito a los escé pticos a creer, antes de que « alguien» les ayude a la fuerz a como
me h a ocurrido a mí. P ara terminar, me dirij o con una invitació n a los pobres, porque nadie lo
es má s que ellos, a los poseídos, a los odiados por S ataná s, que se sirve de sus mismos
conocidos para matarlos u oprimirlos. N o perdá is la fe, no rech acé is la esperanz a, no
sometá is la voluntad a las insinuaciones violentas y a los fantasmas que el maligno os
presenta.

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Habla un exorcista
pero no curadas por los mé dicos, o consideradas incurables. E l demonio tiene el poder de provocar
enfermedades. E l E vangelio nos h abla de una muj er a la que el demonio mantenía encorvada desde
h acía 18 añ os ( ¿ deformació n de la espina dorsal? ) ;
EFECTOS DEL EXORCISMO

Cuando la persona tenia negatividades, incluso cuando é stas manifestaran signos particulares J esú s la curó ex pulsando al demonio; tambié n fue curado del mismo modo un sordomudo que fe
durante el ex orcismo, el suj eto a menudo h a obtenido provech o de é ste. Generalmente no se era por causa malé fica. O tras veces J esú s curó a senias y mudos cuyas enfermedades no eran el
tiene en cuenta el día en que se h a practicado el ex orcismo: puede provocar bienestar o malestar, resultado de presencias malé ficas. E l E vangelio es muy preciso al distinguir a los enfermos de los
atontamiento o somnolencia, aparició n de h ematomas o desaparició n de do lores; estas cosas endemoniados, aunque pueda h aber algunas consecuencias idé nticas.
carecen de importancia. E n cambio, es importante evaluar las consecuencias a partir del día ¿ Cuú les son los enfermos má s graves? ¿ L os mas difíciles de curar? S egú n mi ex periencia, son los
siguiente. E n algunos casos uno se encuentra mal durante un día o dos y luego está mej or que h an recibido h ech iz os de particular gravedad.
durante un determinado período; en general, siente de inmediato una mej ora que puede durar R ecuerdo, por ej emplo, algunas personas que h abían recibido h ech iz os en B rasil ( los llaman
pocos o much os días, segú n la gravedad del mal. S i uno no h a manifestado ningú n signo de macumbas» ) ; h e bendecido a otras personas que h abían recibido h ech iz os de bruj os africanos.
negatividad durante la bendició n y si no siente ningú n efecto despué s, la mayoría de las veces T odos ellos eran casos dificilísimos. A ñ ado los h ech iz os sobre familias enteras, con el fin de
quiere decir que no tiene ninguna negatividad; sus trastornos obedecen a otras causas. P ero el destruirlas; a veces uno se encuentra en situaciones tan complej as, que no sabe por dó nde
ex orcista puede sugerir que se practique otra bendició n si tiene motivos para sospech ar que el empez ar. T ambié n son de curació n lentísima aquellos casos en que las personas se ven
demonio puede estar escondido. perió dicamente afectadas por nuevos h ech iz os: el ex orcismo es má s fuerte que el h ech iz o, por lo
A demas, es interesante prestar atenció n a qué ocurre en las bendiciones siguientes, ya sea como que la curació n no puede ser bloqueada, pero puede ser retrasada, incluso durante much o tiempo.
comportamiento durante el ex orcismo, ya sea las consecuencias de é ste. P uede suceder que ¿ Q uié nes resultan má s afectados? N o dudo en decirlo: los j ó venes. B asta con reflex ionar sobre las
desde la primera vez la influencia malé fica h aya mostrada toda su fuerz a, sea é sta poca o much a. causas de culpabilidad que h emos indicado como ocasiones ofrecidas al demonio para actuar contra
E ntonce» se nota có mo progresivamente se atenú an los fenó menos. O tras veces, en cambio, es una persona y vemos có mo h oy, debido a la falta de fe y de ideales, los j ó venes son los má s
como si el trastorna malenco tratara de ocultarse y só lo poco a paca emergiera en toda su ex puestos a « ex periencias» desastrosas. T ambié n los niñ os astá n muy ex puestos, no por culpa
ex tensió n; despué s empiez a la fase regresiva. R ecuerdo, por ej emplo, a un j oven que durante el personal, sino por su debilidad. Much as veces, al ex orciz ar a personas incluso de edad madura,
primer ex orcismo h abía presentada só lo algunos pequeñ os signos de negatividad; eii el segundo descubrimos que la presencia demoníaca se remontaba a la primera infancia, al momento del
ex orcismo comenz ó a aullar y a agitarse. nacimiento o, antes aú n, durante la gestació n.
A unque el caso se presentaba má s grave que much os otros, bastaron pocos meses de ex orcismos Con frecuencia me h an h ech o notar que bendigo a má s muj eres que h ombres. Y esto ocurre en
para llegar a la liberació n. todos los ex orcismos. N o es un error pensar que la muj er se ve má s fá cilmente ex puesta a las
P ara el buen é x ito es fundamental la colaboració n del paciente. S uelo decir que el efecto de las acometidas del maligno. Hombres y muj eres no está n ex puestos del mismo modo. T ambié n es
ex orcismos influye en un 10 por ciento sobre el mal; el otro 90 por ciento debe ponerlo el verdad que son much o má s numerosas las muj eres dispuestas a recurrir al ex orcista para h acerse
interesado. ¿ D e qué manera? Con much a oració n, con la frecuencia en los sacramentos, con una bendecir. Much os h ombres, aunque saben con seguridad que está n afectados, no quieren ni oír
vida conforme a las leyes del E vangelio, con el uso de los sacramentales ( h ablaremos aparte del h ablar de acercarse a un sacerdote. Y h e tenido má s casos de h ombres que de muj eres a quienes
agua, el aceite y las sales ex orciz ados) , h aciendo rez ar a otros ( es muy eficaz la oració n de toda h e pedido que cambiaran de vida y se h an negado. N aturalmente, no h an vuelto a verme, aunque
la familia, o de comunidades parroquiales o religiosas, de grupos de oració n...) , h aciendo celebrar eran conscientes de su mal. E l mayor obstá culo era pasar de un prá ctico ateísmo a una vida de fe
misas. S on muy ú tiles las peregrinaciones y las obras de caridad. P ero sobre todo se necesita vivida, o de una vida de pecado a una vida de gracia.
much a oració n personal, much a unió n con D ios, de modo que la oració a se vuelva h abitual. A N o oculto que la curació n de este mal ex ige verdaderamente much o, en cuanto a intensidad de
menudo tengo que vé rmelas con personas má s bien alej adas de las prá cticas religiasas; h e vida cristiana. P ero creo que é ste es precisamente uno de los motivos por los que D ios lo permite.
encontrado ú tilísima la integració n activa en una parroquia o en los grupos de oració n, Much as veces me lo h an dich o las mismas personas afectadas: su fe era muy lá nguida y la vida de
particularmente en los de la R enovació n. oració n casi ex tinta. S i se h an acercado a D ios, much as veces incluso con un intenso apostolado,
P ara demostrar la necesidad de la colaboració n suelo h acer una comparació n con la droga; es algo h an reconocido que se lo debían al mal que las h abía afectado. E stamos apegados a la tierra y a
muy distinto, pero con lo que todos está n familiariz ados. T odo el mundo sabe que un drogadicto esta vida much o má s de lo que suponemos; el S eñ or, en cambio, mira má s allá , mira a nuestro
puede curarse, pero con 2 condiciones: debe ser ayudado ( integrá ndose en una comunidad eterno bien.
terapé utica o de otro modo) , pues por sí solo no puede conseguirlo. Y debe colaborar activamente E l ex orcista, por su parte, a medida que avanz a en las bendiciones, no se conformará con instar al
con su esfuerz o personal, de lo contrario, toda ayuda es inú til. paciente a la oració n y a todos los demá s medios a los que h emos aludido, sino que buscará todos
E n nuestro caso la ayuda personal viene dada por los medios que h emos indicado. Y si bien el los medios posibles para irritar, debilitar y destroz ar al demonio. Y a el R itual dice que h ay que
fruto directo de los ex orcismos, la liberació n, es bastante lento, en compensació n h e presenciado insistir. en aquellas ex presiones ante las que el demoni» reacciona mas: cambian de una persona a
rá pidas conversiones: familias enteras comprometidas en una prá ctica cristiana intensamente otra y de una ocasió n a otra. P ero es bueno recurrir a « tras ayudas. P ara algunos es insoportable
vivida, con plegaria comú n ( muy a menudo el rosario) . He visto como se superaban obstá culos sentir có mo le rocían con agua bendita; a otros les ex aspera el soplido, que es un medio usado
para la curació n con decidida generosidad: a veces el obstá culo era una situació n matrimonial desde la é poca patrística, como refiere T ertuliano; otros no soportan el olor del incienso, por lo que
irregular; otras, el impedimento tenia su origen en no lograr perdonar las afrentas recibidas o no es ú til usarlo; para otros es doloroso el sonido del ó rgano, de la mú sica sacra y del canto
reconciliarse con personas, en general parientes cercanos, con las que se h abía roto toda relació n. gregoriano. S on medios aux iliares cuya eficacia h emos ex perimentado.
Hay que mencionar de modo especial, por su eficacia, uno de los má s duros preceptos Y el demonio ¿ có mo se comporta a medida que se avanz a en los ex orcismos? A ñ adiré algo mis a
evangé licos: el perdó n dado a los enemigos. E n nuestro caso, los enemigos está n representados cuanto ya queda dich o al respecto. E l demonio sufre y h ace sufrir. E l sufrimiento que siente
la mayoría de veces por las personas que h an h ech o el maleficio y que, a veces, siguen durante los ex orcismos es algo inimaginable. U n día el padre Candido le preguntó a un demonio si
h acié ndolo. U n sincero perdó n, la oració n por ellas, la celebració n de misas en su favor, son los en el infierno h abía fuego y si era un fuego que quemaba much o. E l demonio le respondió : « S i
medios que h an desbloqueado una situació n y acelerado la curació n. supieras qué fuego eres tú para mí, no me h arías esta pregunta.»
E ntre los efectos del ex orcismo debemos tambié n incluir la curació n de males y enfermedades que D esde luego, no se trata del fuego terrenal, provocado por la combustió n de material inflamable.
en ocasiones se presentaban como incurables. Vemos có mo el demonio arde en contacto con cosas sagradas como crucifij os, reliquias y agua
P uede tratarse de dolores inex plicables en distintas partes del cuerpo ( sobre todo, repetimos, en bendita.
la cabez a y el estó mago) o de enfermedades concretas, ex actamente diagnosticadas clínicamente

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Habla un exorcista
T ambié n a mí me h a ocurrido varias veces que el demonio me dij era que sufría má s durante las
bendiciones que en el infierno. Y cuando le pregunto: « E ntonces ¿ por qué no te vas al infierno? » ,
responde: « P orque a mí lo ú nico que me importa es h acer sufrir a esta persona.» A quí se percibe
la verdadera perfidia diabó lica: el demonio sabe que no obtiene ningú n provech o, es má s, que por
cada sufrimiento que causa aumenta su castigo en pena eterna. S in embargo, incluso a costa de
salir maltrech o, no renuncia a h acer el mal por el mero placer de h acerlo.
L os nombres mismos de los demonios, como ocurre con los á ngeles, indican su funció n. L os
demonios má s importantes tienen nombres bíblicos o dados por la tradició n: S ataná s o B elcebú ,
L ucifer, A smodeo, Meridiano, Z abuló n... O tros nombres indican má s directamente el obj etivo que
se proponen: D estrucció n, P erdició n, R uina... O bien indican males concretos: I nsomnio, T error,
D iscordia, E nvidia, Celos, L uj uria...
Cuando salen de un alma, la mayoría de veces los demonios está n destinados al infierno, a veces
quedan atados en el desierto ( vé ase en el libro de T obías la suerte de A smodeo, encadenado en el
desierto por el arcá ngel R afael) . Y o siempre les obligo a ir a los pies de la cruz , para recibir su
destino de mano de J esucristo, ú nico j uez .

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Habla un exorcista
E se « mundo cató lico incré dulo» se reirá quiz á ante estas supuestas propiedades. D esde luego, los
sacramentales actú an con má s eficacia cuanto mayor es la fe; sin é sta, son a menudo ineficaces. E l
Concilio Vaticano I I , y con las mismas palabras el D erech o canó nico ( can. 1166) , los define como
AGUA, ACEITE Y SAL

E ntre los recursos de los cuales h acen amplio uso los ex orcistas ( y los no ex orcistas) , citamos en « signos sagrados con los que, por una cierta imitació n de los sacramentos, se simboliz an y obtienen
primer lugar el agua ex orciz ada ( o al menos bendita) , el aceite ( de oliva) ex orciz ado y la sal efectos sobre todo espirituales, por la impetrado»
ex orciz ada. Cualquier sacerdote puede rez ar las plegarias del R itual para ex orciz ar estos 3 de la I glesia» . Q uien los usa con fe ve efectos inesperados. S é de much os males rebeldes a los
elementos; no se necesita ninguna autoriz ació n particular. Má s bien es muy ú til conocer el uso fá rmacos que h an desaparecido só lo porque el interesado h a h ech o sobre ellos una señ al de la cruz
específico de estos 3 sacramentales que, empleados con fe, son de gran ayuda. con aceite ex orciz ado.
E l agua bendita es muy utiliz ada en todos los ritos litú rgicos. S u importancia está inmediatamente P ara las casas ( sobre lo cual h ablaremos aparte) es tambié n eficaz la costumbre de quemar inciensa
relacionada con la aspersió n bautismal. E n la plegaria de bendició n se pide al S eñ or que la bendito. E l incienso siempre h a sido considerado, incluso entre los pueblos paganos, como un antídoto
aspersió n con el agua nos dé estos 3 beneficios: el perdó n de nuestros pecados, la defensa contra contra los espíritus malignos, ademá s de un elemento de alabanz a y adoració n a la divinidad. S u uso
las insidias del maligno y el don de la protecció n divina. litú rgico se h a visto ah ora muy reducido, pero no dej a de ser un elemento eficaz de alabanz a a D ios y
L a plegaria del ex orcismo sobre el agua añ ade much os otros efectos: ah uyenta todos los poderes de luch a contra el maligno.
del demonio con obj eto de ex tirparlo y ex pulsarlo. E l R itual contiene tambié n una especial bendició n destinada a la ropa. Hemos podido reconocer su
I ncluso en el h abla popular, cuando se quiere indicar dos cosas que no está n en absoluto de eficacia much as veces en personas afectadas por presencias malé ficas. E n otras ocasiones h a servido
acuerdo entre sí, se dice que son como el diablo y el agua bendita. L uego la plegaria continú a de test para saber si en tal persona h abía o no presencias diabó licas. T ambié n esto es ú til saberlo.
subrayando otros efectos, ademá s de ex pulsar a los demonios: curar las enfermedades, aumentar Much as veces, a nosotros, los ex orcistas, nos llaman personas ( padres, novios...) que se preguntan si
la gracia divina, proteger las casas y todos los lugares donde moran los fieles contra toda un pariente suyo está afectado por el demonio, pero se trata de un pariente que no cree en estas
influencia inmunda causada por el pestilente S ataná s. Y añ ade: que las insidias del enemigo cosas, a menudo carece de toda fe religiosa y, en cualquier caso, no está dispuesto a dej arse bendecir
infernal sean vencidas y quedar protegidos de cualquier presencia nociva para la seguridad o la por un sacerdote.
tranquilidad de los h abitantes, a fin de que gocen de serenidad y salud. ¿ Q ué h acer? A lgunas veces, despué s de h aber h ech o bendecir sus ropas, h emos podido ver que,
T ambié n el aceite ex orciz ado, si se usa con fe, es bueno para poner en fuga la potencia de los apenas puestas, se las h an arrancado, por no poder soportar su contacto. A ntes h emos dado un
demonios, sus acometidas y los fantasmas que suscitan.. ej emplo de ello. P uede h acerse otra prueba con el agua bendita. P or ej emplo, una madre que
A demá s, es bueno para la salud del alma y del cuerpo; recordamos aquí el antiguo uso de ungir sospech a de un h ij o o de su marido prepara la sopa con agua bendita o la usa en el té o el café .
con aceite las h eridas y la facultad dada por J esú s a los apó stoles de curar a los enfermos con la P uede suceder que la persona afectada encuentre amarga e incomestible aquella comida, incluso sin
imposició n; de las manos y ungié ndolos con aceite. E l aceite ex orciz ado posee, ademá s, una darse cuenta del porqué .
propiedad que es específica: separar del cuerpo las adversidades. Muy a menudo h e tenido A h ora bien, nó tese que estos tests pueden ser indicativos en caso positivo: o sea, si una persona es
ocasió n de bendecir a personas que h an sufrido h ech iz os comiendo o bebiendo algo malé fico. E s sensible al h ech o de que el agua esté bendecida o no podría ser un síntoma de una presencia
fá cil advertir por el característico dolor de estó mago que ya h emos descrito, o por el h ech o de que malé fica. P ero no se puede decir lo contrario: o sea, que no se puede decir que, si uno es insensible a
estas personas eructan de un modo particular o estallan en una especie de solloz o o estertor, esta clase de tests, deba por eso ex cluirse una presencia malé fica en é l. E l demonio lo intenta todo
sobre todo en relació n con acciones religiosas: cuando acuden a la iglesia, cuando rez an y sobre para no dej arse descubrir.
todo mientras son ex orciz adas. E n estos casos el organismo, para liberarse, debe ex peler lo que T ambié n durante los ex orcismos el demonio trata de esconderse, y el R itual pone en guardia al
contiene de malé fico. E l aceite ex orciz ado ayuda much o a desprender y liberar el cuerpo de estas ex orcista respecto a las ficciones diabó licas. A veces no responde o da respuestas necias, no
impurez as. T ambié n el beber agua bendita ayuda a este obj etivo. atribuibles a un espíritu inteligente como el demonio. O tras veces finge h aber salido del cuerpo del
Conviene aquí dar mayores precisiones, aunque quien no está familiariz ado y no lo h aya poseído y h aber dej ado de trastornarlo, esperando así sustraer al individuo de las bendiciones del
presenciado tendrá dificultades para creer en estas cosas. ex orcista. O tras veces pone los má s diversos impedimentos para que la persona no se vea sometida a
¿ Q ué se ex pele? A veces una saliva densa y espumosa; o bien una especie de papilla blanca y los ex orcismos: puede tratarse de impedimentos físicos o, má s a menudo, psicoló gicos, por lo que la
grumosa. persona no acude a la cita con el ex orcista si no tiene a su lado a alguien que la obligue; otras veces
O tras veces se trata de los obj etos má s diversos: clavos, troz os de vidrio, pequeñ as muñ ecas de finge los síntomas de una enfermedad, en general psíquica, para confundir sobre la realidad de su
madera, h ilos anudados, alambres enrollados, h ilos de algodó n de distintos colores, grumos de presencia y h acer creer que se trata de un mal natural; en ocasiones el paciente tiene sueñ os o
sangre... visiones en los que tiene la ilusión de que el Señor, la Virgen o algún santo le ha liberado, y de este modo evita
E n ocasiones estos obj etos son ex pulsados por las vías naturales; much as veces vomitando. asistir a la cita con el exorcista, acaso haciéndole saber que ya está libre del demonio.
N ó tese que el organismo nunca sufre dañ o ( siente, en cambio, alivio) , aunque se trate de vidrios Los sacramentales indicados, además de la ayuda específica de cada uno, sirven también para alejar, al menos en
cortantes. E l padre Candido conservaba en un canasto tales obj etos, ex pulsados por distintas
personas. O tras veces salen de forma misteriosa: la persona siente,
parte, los distintos engaños del maligno. En este campo los engaños están a la orden del día y hay que rezar

por ej emplo, un dolor abdominal como si tuviera un clavo en el estó mago; luego encuentra un
mucho para obtener la gracia del discernimiento. Señalo lo siguiente entre la» casos más frecuentes: hay quien

clavo en el suelo, a su lado, y el dolor desaparece. S e tiene la impresió n de que todos esos
considera que tiene visiones u oye voces interiores; hay quien se abandona a un falso misticismo o quien se hace
obj etos se materializ an en el instante en que son ex pulsados. A firmaba el padre Candido en una
pasar por «vidente». A menudo en estos casos, cuando na se trata de enfermedades psíquicas, existe el engaño
entrevista: « He visto vomitar troz os de vidrio, de h ierro, cabellos, h uesos; a veces incluso
del demonio.
pequeñ os obj etos de plá stico, con forma de cabez a de gato, o de leó n, o de serpiente.
Cierro este capítulo con un hecho relativo al agua bendita. El padre Candido estaba exorcizando a un
S eguramente estos ex trañ os obj etos guardan relació n con la causa que h a determinado la
endemoniado. El sacristán se acercó con el recipiente del agua y el hisopo. Inmediatamente el demonio se dirigió
posesió n diabó lica.» a él: «¡Con ese agua lávate el hocico!» Sólo entonces el sacristán recordó que había llenado el recipiente en el
T ambié n la sal ex orciz ada es buena para ex pulsar a los demonios y para la salud del alma y el grifo, pero se había alvidado de hacer bendecir el agua.
cuerpo. P ero su propiedad específica es la de proteger los lugares contra las influencias o las El nuevo Ritual de Bendiciones, obligatorio desde el 11 abril 1993, ha cambiado las fórmulas, pero no ha
presencias malé ficas. E n casos semej antes suelo aconsej ar que pongan sal ex orciz ada en el disminuido sus efectos, aunque ya aa se evocan explícitamente.
umbral de la casa o en los cuatro rincones de la h abitació n o de las h abitaciones que se
consideran infestadas.

28
Habla un exorcista
¿ Có mo se procede en el ex orcismo de las casas?
E l padre Candido y yo usamos este mé todo. E l R itual contiene una decena de oraciones en las que se
pide al S eñ or que protej a los lugares de las presencias malé ficas. F iguran en las bendiciones a las
EXORCISMOS DE LAS CASAS

E n la B iblia no encontramos ningú n ej emplo de ello, pero la ex periencia nos muestra en casas, a las escuelas, a otros sitios. R ez amos algunas.
algunos casos su necesidad y sus resultados. T ampoco el R itual contempla esta forma de L uego leemos la primera parte del primer ex orcismo sobre las personas, adaptá ndolo a la casa. A
ex orcismo. E s verdad que al final del ex orcismo de L eó n X I I I se dice que h ay que bendecir el continuació n bendecimos cada h abitació n, como se h ace en la bendició n a las casas. R epelimos el
lugar donde se realiz a dich a oració n; pero todo el contenido está orientado a invocar la mismo recorrido con el incienso, despué s de h aberlo bendecido. T erminamos con otras oraciones.
protecció n de D ios sobre la I glesia contra los espíritus malignos, sin ninguna referencia a los R esulta eficaz , despué s del ex orcismo de las casas, celebrar allí una misa.
lugares. S i se trata de trastornos de escasa entidad, un solo ex orcismo es suficiente. S i los trastornos
D ebo decir tambié n que nunca h e encontrado lugares invadidos por espíritus, tal como preceden de un maleficio y é ste se repite, conviene repetir tambié n el ex orcismo, h asta h acer la « usa
aparecen descritos en algunas novelas o en determinadas películas, especialmente con « impermeable» a los maleficios. E n los casos má s graves se presentan much as dificultades. P or
referencia a viej os castillos desh abitados. E n estos casos el obj etivo evidente es ofrecer un ej emplo, me h e encontrado ex orciz ando apartamentos en los que durante much o tiempo se h abían
espectá culo, presentar escenas de efecto, sin ninguna base de estudio serio. L a realidad nos llevada a cabo sesiones espiritistas, o que h abían estado h abitados por bruj os que practicaban magia
presenta, en cambio, casos frecuentes de ruidos, a veces en forma de cruj idos, otras de negra.
golpes; frecuentemente se tiene la impresió n de una presencia, de que nos miran, o nos P eor aú n si se h abían celebrado cultos satá nicos.
tocan, o nos empuj an. E s evidente que en estos casos puede j ugar un gran papel la E n algunos casos, la gravedad de los trastornos y la dificultad de llegar a una total liberació n eran
sugestió n, el miedo que da cuerpo a las sombras. tales que tuve que aconsej ar el cambio de vivienda.
P ero h ay much os casos má s complej os. P uertas que se abren y se cierran a una misma h ora; E x isten casos distintos, aunque no graves, en los cuales basta con algunas oraciones para restablecer
pasos que se oyen en los pasillos; obj etos que se desplaz an o que desaparecen para la tranquilidad. U na familia se veía molestada por inex plicables ruidos nocturnos; h iz o celebrar 10
reaparecer luego en las lugares má s inesperados; animales que no se ven pero a los que se misas, al final de las cuales los ruidos se atenuaron much o. L a familia mandó celebrar otras 10 y al fin
oye moverse. los ruidos desaparecieron del todo.
R ecuerdo a una familia en la que, a una determinada h ora, todos oían abrirse y cerrarse la ¿ E ran, quiz á , almas del purgatorio que, con permiso divino, pudieron h acerse oír para pedir sufragios?
puerta de entrada, luego oían un claro ruido de pasos pesados ( de h ombre) que cruz aban el E s difícil afirmarlo. A mí me basta con señ alar el h ech o, dado que me h a ocurrido varías veces.
pasillo, para perderse no se sabía en qué h abitació n. U n día, estando presente un amigo, se E l padre P ellegrino E rnetti, el ex orcista má s conocido de la regió n de Venecia, muy conocido tambié n
oyó el h abitual ruido y el amigo preguntó quié n h abía entrado; para no asustarle, le como estudioso de mú sica y especialista en la B iblia, ex perimentó casos muy graves. E n una familia,
respondieron que era un h ué sped de paso. S é de insectos, gatos y serpientes que se h as ademá s de abrirse y cerrarse ventanas y puertas, pese a estar bien cerradas, volaban sillas, bailaban
materializ ado; ¡ una persona a la que yo bendecía encontró incluso un sapo vivo en la los armarios, sucedían cosas de todo tipo. E ncontró una solució n en el uso simultá neo de los 3
almoh ada! sacramentales a los que nosotros, los ex orcistas, recurrimos continuamente. A consej ó mez clar j untas
L a mayoría de veces la presencia malé fica en un ambiente se manifiesta causando trastornos en un recipiente cualquiera ( tacita, vaso...) agua, aceite y sal ex orciz ados, y verter a continuació n,
físicas: todas las tardes, una cuch aradita de esa mez cla sobre el alfé iz ar de cada ventana y al pie de todas las
insomnio, dolores de cabez a o de estó mago, un malestar general que cuando la persona se puertas, rez ando cada vez un padrenuestro.
va a otro sitio no se produce. E n estos casos es fá cil un control, pero no siempre es fá cil E l remedio resultó decisivo. D espué s de un cierto tiempo aquella familia suspendió esa costumbre;
entender la causa. pasada una semana los inconvenientes volvieron a perturbar la tranquilidad domé stica, para cesar
P ongamos el caso de una persona que, cada vez que es h ué sped en casa de un pariente inmediatamente apenas se reanudó el uso del remedio sugerido.
cercano o de un amigo, advierte esas molestias: insomnio, malestar, dolor de cabez a... que O tra pregunta que me h an h ech o se refiere a los animales domé sticos: ¿ es posible que sean poseídos
pueden durar incluso varias días, mientras que no se ve sometida a esos sufrimientos si va a por el demonio? ¿ Q ué h ay que h acer? E l E vangelio nos h abla de aquella legió n de demonios que pidió
otra parte. E n este caso el control es fá cil. L as causas, en cambio, pueden ser muy diversas. permiso a J esú s para entrar en 2 piaras de cerdos; J esú s lo permitió y todos aquellos animales se
P uede tratarse de pura sugestió n cuando h ay algú n motivo que permita suponerlo ( por precipitaron en el lago de Genez aret, donde se ah ogaron. Conoz co el caso de un torpe ex orcista que
ej emplo, si una nuera va a casa de su suegra, que era contraria al matrimonio o que sentía ordenó a un demonio que se introduj era en el cerdo de una familia campesina: el animal se puso
un amor posesivo por su h ij o) . P ero tambié n podría h aber causas malé ficas. furioso y despedaz ó a su ama. Huelga decir que lo mataron inmediatamente.
D igamos de pasada que es interesante el comportamiento de los animales domé sticos ante S e trata, por tanto, de casos aislados, que h an acarreado en seguida la muerte del animal. Me
estos fenó menos. O curre a menudo que, cuando se tiene la impresió n de la presencia de una refirieron el caso de un mago que usaba a su gato para llevar a destino obj etos malé ficos; en este
persona en la propia h abitació n, el gato o el perro mantengan la mirada fij a en un punto; y caso yo diría que el endemoniado era el amo, no el animal.
sucede que a veces h u- N ó tese tambié n que el gato es considerado como un animal que « absorbe espíritus» y a veces los
yen de golpe, aterroriz ados, como si ese ser misterioso se acercara a ellos. P odría referir espíritus malé ficos se h acen visibles en forma de gato.
much os h ech os interesantes para quien quisiera h acer un estudio al respecto. B á steme decir P ara algunos magos y para ciertas clases de magia es fundamental servirse de un gato. P ero este
que, en mi opinió n, los animales no ven nada concreto, pero tienen una mayor sensibilidad simpá tico animal no tiene ninguna culpa de ello.
que el h ombre ante una eventual presencia. Y no niego que tambié n su comportamiento D igamos, sin embargo, que, potencialmente, tambié n la infestació n de animales es posible y es lícito
pueda ser un elemento de j uicio para decidir si conviene o no proceder a un ex orcismo de la proceder a bendiciones sobre ellos para obtener su liberació n. D igamos tambié n que, en I ndos los
casa. casos de infestació n ( de lugares, obj etos o animales) , como, por lo demá s, en los otros casos, el
L o má s importante, cuando vienen personas angustiadas por fenó menos de esta índole, es ex orcista debe conocer los fenó menos debidos a causas paranormales. E s un conocimiento necesario
realiz ar un buen interrogatorio y, si h ay motivos para ello, ex orciz arlas. L a mayoría de las para evitar equívocos, aunque en este libro no tenemos la oportunidad de tratar directamente de
veces los fenó menos que h emos descrito no dependen de presencias malé ficas en las casas, ellos.
sino en las personas. E n much os casos no h e obtenido ningú n é x ito con el ex orcismo de la R ecordemos, por ú ltimo, que ya en los primeros siglos del cristianismo se ex orciz aban casas,
casa, mientras que luego, al ex orciz ar a la persona o a las personas, los fenó menos en la animales y obj etos. O rígenes, entre otros, h a dej ado testimonio de este h ech o. J ustamente, como ya
casa disminuían paulatinamente h asta desaparecer del todo. h emos h ech o notar, el nuevo Catecismo h abla de exorcismos no sólo de las personas, sino también de los
objetos (núm. 1673).

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Habla un exorcista
con una ex cusa; en realidad, la maldij o deseando los peores males para ella, su marido y sus h ij os. Y
así fue, a pesar de las intensas oraciones y bendiciones.
O tro h ech o. U n día vino a verme un profesional; levantá ndose los pantalones, me h iz o observar sus
EL MALEFICIO

Y a nos h emos referido al maleficio como una causa por la que una persona puede sin tener culpa piernas h orriblemente martiriz adas por una evidente sucesió n de operaciones. D espué s comenz é a
verse acometida por el demonio. P or ser é ste el caso má s frecuente, se h ace necesario h ablar de narrarme los h ech os. S u padre era un h ombre muy inteligente; la madre de é ste quería a toda costa
é l por separado. T rataré tambié n de concretar el uso de los té rminos: no ex iste una terminología que se h iciera sacerdote, pero é l no tenía vocació n. E l enfrentamiento llegó al punto de que el j oven
universalmente aceptada, por lo que cada autor debe especificar en qué sentido usa las palabras. abandonó a su familia; se licenció , se convirtió en ua profesional considerado, se casó , tuvo h ij os, y
Considero que maleficio es un vocablo gené rico. todo esto despué s de h aber roto toda relació n con su madre, que por ningú n concepto quiso volver a
N ormalmente se le define como « h acer dañ o a otros a travé s de la intervenció n del demonio» . E s verlo. Cuando uno de sus h ij os, el que me h ablaba, cumplió 8 añ os, le h icieron una foto, que me fue
una definició n ex acta pero que no aclara de qué manera se causa el mal. D e ah í las confusiones, mostrada; un niñ o guapo, de sonrisa cautivadora, con los pantalones cortos, las rodillas desnudas, los
así, algunos autores consideran, por ej emplo, el maleficio como sinó nimo de h ech iz o o bruj ería. calcetines altos, como se acostumbraba entances a vestir a los niñ os. E l padre tuvo una idea
E n cambio, el h ech iz o y la bruj ería son, a mi parecer, dos modos distintos de realiz ar un maleficio. desdich ada. P ensó que la madre se conmovería aate la foto de su nietecito y que h aría las paces con
S in pretcnsiones de ex h austividad y basá ndome só lo en los casos que h e ex perimentado, tomo en é l; así que le mandó la foto. L a madre le envió un mensaj e: « Q ue las piernas de ese niñ o esté n
consideració n estas formas de maleficio: siempre enfermas y que si tú vuelves al pueblo mueras en la cama en que naciste.» T odo eso se
1) la magia negra; cumplió . Hay que señ alar que el padre volvió al pueblo só lo al cabo de varios añ os despué s de la
2) las maldiciones; muerte de su madre; pero de pronto se sintió indispuesto y fue llevado provisionalmente a su casa
3) el mal de oj o; natal, donde murio esa misma noch e.
4 ) los h ech iz os.
S on formas distintas, pero no compartimentos estancos; las interferencias son frecuentes. 3. E l mal de oj o. Consiste en un maleficio h ech o por una persona por medio de la mirada. N o se trata,
1. L a magia negra, o bruj ería, o ritos satá nicos que tienen su culminació n en las misas negras. como algunos creen, del h ech o de que ciertas personas te traigan mala suerte si te miran con oj os
Considero conj untamente estas prá cticas, por las analogías que presentan; en realidad, las h e biz cos; esto son h istorias. E l mal de oj o es un verdadero maleficio: supone la intenció n de perj udicar
enumerado por orden de gravedad. S u característica es h acer recaer el maleficio sobre una a una determinada persona con la intervenció n del demonio. L o que tiene de particular es el medio
determinada persona mediante fó rmulas má gicas o ritos, a veces incluso muy complej os, con usado para llevar a té rmino la nefasta obra: la mirada. He tenido pocos casos y no del todo claros; o
invocaciones dirigidas al demonio, pero sin usar obj etos específicos. Q uien se dedica a estas sea que era evidente el efecto malé fico, pero no lo era igualmente su artífice y tampoco que, como
prá cticas se convierte en siervo de S ataná s, pero por culpa suya; nosotros aquí las consideramos medio, bastase una simple mirada. A provech o la ocasió n para decir que much as veces no se llega a
só lo como medios para realiz ar maleficios en perj uicio de otras personas. conocer al artífice del maleficio y ni siquiera có mo h a empez ado el mal. L o importante es que la
Y a las S agradas E scrituras son muy taj antes en la proh ibició n de estas prá cticas, que toman como persona afectada no esté sospech ando de é ste o aqué l, sino que perdone de coraz ó n y ruegue por
un renegar de D ios para consagrarse al demonio. quien le h a h ech o el mal, sea quien fuere.
« Cuando h ayá is entrado en la tierra que el S eñ ar vuestro D ios os va a dar, no imité is las h orribles S obre el mal de oj o debo concluir diciendo que es posible, pero nunca h e tenido casos confirmados.
costumbres de esas naciones [ o sea de los paganos] . Q ue nadie de entre vosotros ofrez ca en
sacrificio a su h ij o h acié ndole pasar por el fuego [ sacrificios h umanos] , ni practique la adivinació n, 4 . E l h ech iz o. E s, con much o, el medio má s utiliz ado para realiz ar maleficios. E l nombre deriva de
ni el sortilegio, ni pretenda predecir el futuro, ni se dedique a la h ech icería ni a los h acer o confeccionar un obj eto, con los materiales má s ex trañ os y h eterogé neos, que adquiere un
encantamientos, ni consulte a los adivinos y a los que invocan a los espíritus, ni consulte a los valor casi simbó lico: es un signo sensible de la voluntad de h acer dañ o y es un medio ofrecido a
muertos [ sesiones espiritistas] . P orque al S eñ or le repugnan quienes h acen estas cosas» ( D t. 18 , S ataná s para que imprima en é l su fuerz a malé fica. S e h a dich o much as veces que S ataná s remeda a
9-12) . « N o recurrá is a nigromantes ni adivinos. N o os h agá is impuros por consultarlas. D ios; en este caso podemos tomar la analogía de los sacramentos, que tienen una materia sensible
Y o soy el S eñ or vuestro D ios» ( L ev. 19, 31) . « E l h ombre o la muj er que practiquen la nigromancia ( por ej emplo, el agua durante el bautismo) como instrumento de gracia. E n el h ech iz o el material es
o la adivinació n, será n muertos a pedradas, y será n responsables de su propia muerte» ( L ev. usado con la finalidad de causar perj uicio.
20 , 27; vé ase tambié n L ev. 19, 26-31) . N o es má s tierno el É x odo: « N o dej es con vida a ninguna D istinguimos dos modos diferentes de aplicar el h ech iz o a la persona designada. E x iste un modo
h ech icera» ( 22, 17) . T ambié n en otros pueblos la magia era castigada con la muerte. A unque los directo, que consiste en h acer beber o comer a la víctima una bebida o una comida en la que se h a
té rminos se traducen de distinta manera ( y varían segú n las traducciones) , el contenido es mez clado el h ech iz o. É ste se prepara con los ingredientes má s variados: sangre de menstruació n,
clarísimo. Volveremos a h ablar de la magia. h uesos de muertos, polvos diversos, en general negros ( quemados) , partes de animales entre las que
predomina el coraz ó n, h ierbas especiales... P ero la eficacia malé fica no la da tanto el material usado
2. L as maldiciones. S on deseos de que caiga el mal sobre alguien, y el origen del mal está en el como la voluntad de h acer dañ o con intervenció n del demonio; y tal voluntad se manifiesta con las
demonio; cuando tales maldiciones se pronuncian con verdadera perfidia, especialmente si ex isten fó rmulas ocultas pronunciadas mientras se confeccionan aquellos mej unj es. Casi siempre la persona
vínculos de sangre entre el maldiciente y el maldecido, pueden provocar efectos tremendos. L os que se ve afectada de este modo, ademas de otras trastornos, sufre un característico dolor de
casos mas frecuentes y graves que h e presenciado se referían a padres o abuelos que maldij eron estomago que los ex orcistas saben detectar perfectamente y que só lo se cura despué s de h aber
a sus h ij os o nietos. L a maldició n h a demostrado ser muy grave si se refería a su ex istencia o era liberado el estó mago con much os vó mitos o much as h eces, en que se ex pelen las cosas má s
formulada en circunstancias particulares, por ej emplo en el día de la boda. E l vínculo que une a ex trañ as.
padres e h ij os y la autoridad de los primeros no se igualan a los de ninguna otra persona. E x iste otro modo, que podemos llamar indirecto ( uso el lenguaj e del que se sirve el padre L a Grú a en
3 ej emplos típicos. Hice el seguimiento de un j oven al que su padre h abía maldecido desde el el libro citado en la introducció n) , consistente en h ech iz ar obj etos pertenecientes a la persona a la
nacimiento ( evidentemente no lo quería) y h abía continuado sufriendo tales maldiciones en su que se quiere perj udicar ( fotografías, indumentaria o cosas pertenecientes a la misma) , o en h ech iz ar
infancia y durante todo el período en que vivió en su casa. figuras que la representen: muñ ecos, muñ ecas, animales, a veces incluso personas vivas, del mismo
E ste pobre j oven sufrió peripecias de todo gé nero: problemas de salud, increíbles dificultades de sex o y edad. S e trata de material de transferencia, al que afectan los mismos males que se quiere
trabaj o, mala suerte en el matrimonio, enfermedades de los h ij os... L as bendiciones le confortaron causar a la persona designada. U n ej emplo muy corriente: durante este rito satá nico, a una muñ eca
el espíritu, pero no me parece que sirvieran para nada mas. se le clavan alfileres alrededor de la cabez a. L uego la persona siente fortísimos dolores de cabez a y
U n segundo ej emplo. U na j oven quería casarse con un buen much ach o, al que amaba, pero sus viene a decirnos: « E s como si tuviese toda la cabez a atravesada por alfileres punz antes.» O bien se
padres estaban en contra; dado que sus esfuerz os resultaban inú tiles, los padres se mostraron clavan aguj as, clavos, cuch illos en las partes del cuerpo que se pretende afectar. Y puntualmente la
resignados y participaron en las nupcias. E l mismo día de la boda el padre llamó aparte a su h ij a pobre víctima siente dolores lacerantes que la desgarran en aquellos puntos. L os mé diums ( de los

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Habla un exorcista
cuales h ablaremos separadamente) suelen decir: « U sted tiene un alfileraz o que le atraviesa desde matrimonio, confesó h aber recurrido a un mago para h acer que se separaran. P uede ser de
aquí h asta aquí» , e indican el sitio ex acto. He tenido casos en que algunas personas se h an enamoramiento, si pretende que dos se casen. T engo presente a una much ach a que se h abía
liberado de esos males con la ex pulsió n de largos y ex trañ os aguj ones de un material similar al enamorado del novio de una amiga; despué s de algunos vanos intentos, recurrió a un mago. L os
plá stico o a la madera flex ible, salidos de las partes designadas. L a mayoría de veces la liberació n novios se separaron y aquel j oven se casó con la much ach a que ordenó el maleficio. I nú til decir que
se produce ex peliendo los má s diversos materiales: h ilos de algodó n coloreados, cintas, clavos y resultó un pé simo matrimonio; el marido no conseguía abandonar a su muj er, pero nunca la quiso y
alambres retorcidos. tenía la vaga impresió n de h aber sido obligado a casarse con ella.
Merecería atenció n aparte el h ech iz o confeccionado en forma de atadura. E n estos casos el O tros maleficios son para causar enfermedad, o sea a fin de que la persona designada esté siempre
material usado para la transferencia incluye ligaduras con cabellos o tiras de tela de varios colores enferma; otros buscan la destrucció n ( los llamados maleficios de muerte) . B asta con que la persona
( sobre todo blanco, negro, az ul, roj o, segú n el obj etivo deseado) . P or ej emplo: para perj udicar al afectada se ponga baj o la protecció n de la I glesia, es decir, basta con que comience a recibir los
h ij o de una gestante, se ligó una muñ eca con aguj a y crines de caballo, desde el cuello h asta el ex orcismos o a rez ar y a h acer rez ar intensamente para que la muerte no pueda producirse. He h ech o
ombligo. E l obj etivo era que el niñ o que h abía de nacer creciera deforme, es decir, no se el seguimiento de much os de estos casos; como ya h emos dich o, el S eñ or h a intervenido incluso
desarrollara en aquella parte milagrosamente, o al menos de forma que no se puede ex plicar h umanamente, para salvar la vida de
del cuerpo comprendida por la atadura. D e h ech o la deformidad se produj o, pero much o menos esas personas de peligros mortales o, de manera particular, de intentos de suicidio. Casi siempre
grave ( preferiría decir siempre, al menos en los numerosos casos en que h e podido intervenir) a los
de lo que se h abría querido provocar. L as ataduras conciernen sobre todo al desarrollo de las maleficios de una cierta gravedad está vinculada la vej ació n diabó lica o incluso la posesió n. He aquí
distintas partes del cuerpo, pero aú n má s a menudo al desarrollo mental: algunos tienen por qué es necesario el ex orcismo. T ambié n son tremendos los maleficios que pretenden la
dificultades en el estudio, el trabaj o, o para desarrollar un comportamiento normal, porque h an destrucció n de toda una familia o, en cualquier caso, los que caen sobre toda una familia.
sufrido ataduras en el cerebro. Y en vano los mé dicos tratan de identificar y curar el mal. A nte todo, el R itual, la norma nú mero 8 , nos pone en guardia a fin de que, en caso de maleficio, no se
Me referiré de forma concisa a otro h ech o muy frecuente. A menudo los h ech iz os se provocan con envíe a la persona a magos, bruj as u otras, como no sean ministros de la I glesia; y que el interesado
obj etos ex trañ os que despué s se encuentran en las almoh adas y los colch ones. A quí no acabaría no recurra a ninguna forma de superstició n u otros medios ilícitos. Q ue la admonició n es necesaria
nunca de contar h ech os de los que h e sido testigo y en los que nunca h abría creído de no h aberlos nos lo dice la ex periencia. S on much os loe magos mientras que los ex orcistas somos poquísimos. E
presenciado. S e encuentra de todo: cintas coloreadas y anudadas, mech ones de cabellos incluso un ex perto como monseñ or Corrado B alducci en sus 3 libros aconsej a, para poner remedio al
estrech amente trenz ados, cuerdas llenas de nudos, lana apretadamente entrelaz ada por una maleficio, recurrir a un mago, aunque se prevea que h ará otro maleficio ( vé ase, por ej emplo, la obra
fuerz a sobreh umana en forma de corona o de animales ( especialmente ratones) o de figuras I l diavolo, P iemme, p. 326) . E s un error imperdonable en un autor tan meritorio en otros apartados
geomé tricas; grumos de sangre, troz os de madera o de h ierro, alambres retorcidos, muñ ecas de sus volú menes. P ero la admonició n resulta particularmente importante porque la tendencia a
llenas de señ ales o h eridas, etc. O tras veces se forman de improviso complicados enredos en el recurrir a magos, bruj os, santones y similares es tan viej a como el mundo. E l progreso cultural,
cabello de las muj eres o los niñ os. T odo ello son cosas o h ech os que no se ex plican sin la científico y social no h a influido en lo má s mínimo sobre estas costumbres que conviven
intervenció n de una mano invisible. tranquilamente con nuestro « mundo del progreso» , y en las que está n implicadas en eso todas las
E n otras ocasiones, esos obj etos ex trañ os no aparecen a primera vista, despué s de h aber clases sociales por igual, incluso las má s elevadas culturalmente ( ingenieros, mé dicos, maestros,
destripado colch ones o almoh adas; pero despué s, si se rocía con agua ex orciz ada o se introduce políticos...) .
alguna imagen bendita ( especialmente de un crucifij o o de la Virgen) , aparecen los obj etos má s Cuando luego el R itual sugiere las preguntas que se le deben h acer al demonio, la norma nú m. 20
ex trañ os. ex h orta al ex orcista a preguntar sobre « 1 motivo de la presencia misma del demonio en aquel cuerpo,
Completaré este tema en las pá ginas siguientes; pero antes deseo repetir las recomendaciones en especial si depende de un maleficio; en este caso, si la persona h a sido afectada despué s de comer
del padre L a Grú a en la obra citada. S i bien lo que h e escrito es fruto de la ex periencia directa, no o beber sustancias maleficas, el ex orcista debe ordenarle que las vomite. S i, en cambio, se h a
h ay que creer fá cilmente en los maleficios, en especial los realiz ados a travé s de un h ech iz o. escondido algo malé fico fuera del cuerpo, el ex orcista debe h acerse indicar el lugar, buscar el obj eto y
S iempre se trata de casos raros. U n ex amen atento de los h ech os revela much as veces causas quemarlo.
psíquicas, sugestiones, falsas temores, en la base de las molestias de las que se lamenta la S on indicaciones ú tiles. E n la prá ctica, cuando un maleficio h a sobrevenido comiendo o bebiendo algo
persona. h ech iz ado casi siempre se produce ese dolor de estó mago concreto al que h emos aludido varías veces
A ñ adiré que a menudo los maleficios no alcanz an su obj etivo por diversos motivos: porque D íos y que denota la necesidad de una liberació n por vía fisioló gica o vomitando. E ntonces se debe
no lo permite; porque la persona afectada está bien protegida por una vida de plegaria y de unió n aconsej ar el uso oral de agua bendita, de aceite y sal ex orciz ados para favorecer la liberació n.
con D ios; porque much os h ech iceros son poco h á biles, cuando no simples farsantes; porque el T ambié n es posible que ciertos obj etos malé ficos sean ex pulsados de modo misterioso, como ya
demonio mismo, « mentiroso desde el principio» , como lo tilda el E vangelio, engañ a a sus mismos h emos dich o: la persona, por ej emplo, puede notar, de pronto, un peso en el estó mago como si
seguidores. tuviera un guij arro, y luego encuentra un guij arro en el suelo y el mal cesa. A sí, pueden encontrarse
S ería un gravísimo error vivir con el temor de racibir maleficios. L a B iblia no nos dice nunca que h ilos coloreados, cuerdecillas entrelaz adas y much as otras cosas...
temamos al demonio. N os dice que le resistamos, seguros de que h uirá de nosotros ( S ant. 4 , 7) ; T odos estos obj etos deben ser rociados con agua bendita ( la misma persona puede ocuparse de ello)
nos dice que permanez camos vigilantes contra sus acometidas y nos mantengamos firmes en la fe y quemados al aire libre; las ceniz as, así como los obj etos de h ierro o, en todo caso, no combustibles,
( 1 P e. 5 , 9) . deben ser arroj ados donde corra agua ( río, alcantarilla) . N o en el retrete de la propia vivienda, pues
P oseemos la gracia de Cristo, que derrotó a S ataná s con su cruz ; contamos con la intercesió n de cuando se h a h ech o esto, a menudo se h an provocado inconvenientes: obstrucció n de todos los
María S antísima, enemiga de S ataná s desde el principio de la h umanidad; contamos con la ayuda fregaderos, inundació n de la casa...
de los á ngeles y los santos y sobre todo contamos con el sello de la T rinidad, que nos fue impreso E n much os casos los ex trañ os obj etos encontrados en las almoh adas y los colch ones se h an llegado a
en el bautismo. S i vivimos en comunió n con D ios, será el demonio con todo el infierno quien descubrir no interrogando al demonio sino a partir de la indicació n de carismá ticos o mé diums ( de los
temblará ante nosotros. A menos que seamos nosotros quienes le abramos la puerta... que h ablaremos a continuació n) . E l h allaz go h a sido el motivo por el cual h an comprendido que ex istía
P or ser el maleficio la forma má s comú n de influencia, diabó lica, añ ado algú n otro concepto que la un maleficio y por el cual se h a recurrido al ex ore i st a. T ambié n en estos casos h ay que quemar
prá ctica me h a enseñ ado. fuera de la casa almoh adas y colch ones, despué s de h aberlos rociado con agua bendita; y las ceniz as
S egú n la finalidad que persiga, el maleficio puede adquirir distintas denominaciones. P uede ser de deben ser arroj adas como antes se h a dich o.
divisió n si va dirigido a conseguir que dos esposos, una parej a de novios o dos amigos se separen. E s importante que la destrucció n por el fuego de los obj etos h ech iz ados se h aga rez ando.
Varias veces me h e h allado ante el caso de novios que se h an separado sin motivo, incluso E specialmente cuando se trata de h ech iz os descubiertas por casualidad o tras una indicació n del
amá ndose, y que ya no conseguían estar j untos; uno de sus padres, que era contrario al

31
Habla un exorcista
demonio, no se puede actuar a la ligera. P ara aleccionarme, el padre Candido me contó un « error S i finalmente la víctima se confía a un ex orcista, ademá s del pequeñ o mal inicial h ay que liberarla del
de j uventud» suyo, una imprudencia que cometió en sus primeros añ os como ex orcista. mal mayor provocado por el mago.
E staba ex orciz ando a una much ach a, acompañ ado por otro padre pasionista autoriz ado como é l
por el obispo. I nterrogando al demonio, supieron que a aquella much ach a le h abían realiz ado un S egundo ej emplo. I gual que antes: el enfermo paga, es curado por el mago, y continú a curado.
h ech iz o. S e h icieron indicar de qué se trataba: estaba dentro de una caj ita de madera, de cerca P ero, a cambio, el mal pasa a su muj er, a sus h ij os, a sus padres, a sus h ermanos, por lo cual el dañ o
de un palmo de longitud. P idieron que les dij eran dó nde h abía sido escondida: se encontraba permanece pero multiplicado ( tambié n baj o la forma de obstinado ateísmo, de una vida de pecado, de
sepultada a un metro de profundidad, j unto a un determinado á rbol, cuya posició n ex acta se accidentes de coch e, de infortunios, depresiones...) .
h icieron señ alar. L leno de celo, armados de az ada y pala, fueron a ex cavarr en el lugar indicado.
E ncontraron la caj ita de madera, tal como se les h abía dich o; la h isoparon y ex aminaron el T ercer ej emplo. T ambié n aquí, la misma situació n que antes. L a persona es curada por el mago y la
contenido: una figura obscena en medio de otras baratij as. I nmediatamente, valié ndose de curació n perdura. P ero D ios h abía permitido aquel mal para que aquella persona ex piase sus pecados,
alcoh ol, procedieron a quemarlo todo con much o cuidado de manera que só lo quedara un para que volviese a una vida de oració n y de frecuentació n de la I glesia y los sacramentos. E l obj etivo
montoncito de ceniz a. P ero no realiz aron la bendició n antes de quemar aquellos obj etos; de aquel mal era lograr grandes frutos espirituales para la salvació n del alma. Con la curació n
omitieron rez ar ininterrumpidamente durante la quema invocando la protecció n de la sangre de realiz ada por la intervenció n del demonio, que conocía perfectamente estos fines, el obj etivo bueno
J esú s; h abían tocado varias veces aquellos obj etos sin lavarse inmediatamente despué s las manos ligado a aquel mal se esfumó .
con agua bendita. L a conclusió n fue que el padre Candido debió guardar cama durante 3 meses a
causa de tortísimos dolores de estó mago; tales dolores se prolongaron con cierta intensidad D ebemos tener bien presente que D ios permite el mal para conseguir el bien; permite la cruz só lo
durante unos diez añ os y de vez en cuando se dej aron sentir tambié n en los añ os siguientes. porque a travé s de ella llegamos al cielo. E sta verdad es evidente, por ej emplo, en las personas
U na dura lecció n, ú til para mi y para cuantos se encontraran en situaciones aná logas. dotadas de particulares carismas que a menudo está n afectadas por sufrimientos por cuya curació n
L e pregunté tambié n al padre Candido si, despué s de todo aquel esfuerz o y aquel sufrimiento, la no se debe rez ar. T odos recordamos al padre P ió , que durante 5 0 añ os soportó el dolor lacerante de
j oven h abía sido liberada. N o, no consiguió ninguna mej ora. E sto nos enseñ a que a veces los los 5 estigmas; pero nadie pensó en rez ar al S eñ or para que se los quitara: estaba demasiado claro
h ech iz os producen todo su efecto sobre las personas en el momento en que son realiz ados; que aquello era obra de D ios, y que perseguía grandes fines espirituales. E l demonio es fino; ¡ con
encontrarlos y destruirlos no sirve de nada. Me h e encontrado varías veces con estos casos en los much o gusto h abría querido que el padre P ió no llevara impresos en la carne los signos de la P asió n!
que entre el maleficio y el h allaz go del h ech iz o h abían transcurrido much os añ os; el h ech iz o ya N aturalmente, el caso es distinto si es el demonio quien provoca los estigmas y suscita falsos
h abla agotado su funció n malé fica; cuando se encontró y fue destruido, ya era ineficaz y su místicos.
destrucció n no aportó ninguna mej ora a la persona afectada. D espué s h an ayudado los
ex orcismos, las oraciones, los sacramentos...
E n otros casos, quemar el h ech iz o interrumpe el maleficio. He tenido ej emplos de ello en casos de
« h ech iz os de muerte» por putrefacció n, en los que se h abía sepultado carne maleficiada, que fue
descubierta y destruida antes de que llegara a pudrirse.
O tras veces son sepultados vivos, aunque con un espacio libre a su alrededor, ciertos animales,
especialmente sapos. T ambié n en este caso dar con ellos antes de su muerte puede interrumpir el
maleficio.
P ero los principales remedios siguen siendo los ex orcismos, la oració n y los sacramentos.
N unca se insistirá bastante sobre la importancia de recurrir a los medios de D ios y no a magos,
aunque se tenga la impresió n de que los medios de D ios actú an con lentitud. E l S eñ or nos h a
dado la fuerz a de su nombre, la potencia de la oració n ( tanto personal como comunitaria) y la
intercesió n de la I glesia. E l recurso a los magos, cuya actuació n queda enmascarada baj o el
equívoco nombre de magia blanca ( que consiste siempre en recurrir al demonio) , para que h agan
otro malencio que anule un maleficio anterior, no puede má s que agravar el mal. E l E vangelio nos
h abla de un demonio que sale de un alma para volver a continuació n con otros 7 demonios,
peores que é l ( Mt. 12, 4 3-4 5 ) .
E s lo que sucede cuando se recurre a los magos.
D amos 3 ej emplos significativos de ello, que h e ex perimentado repetidas veces.

P rimer ej emplo. U no comienz a a advertir dolores físicos. P rueba con varios mé dicos y medicinas
pero el dolor aumenta en vez de desaparecen no se descubre su causa. A cude entonces a un
mago, o a un cartomá ntico dedicado a la magia, y le dicen: « U sted tiene un h ech iz o. S i quiere se
lo quito. Me conformo con 1 milló n de liras.» E l otro se lo piensa primero y luego se decide y
paga. A caso se le pide una foto, una prenda íntima o un mech ó n de pelo. D espué s de algunos
días, la persona se siente totalmente curada y está muy contenta de có mo h a gastado ese milló n.
E s el demonio que se h a ido. A l cabo de un añ o reaparecen aquellos trastornos. E l pobrecillo
reanuda el recorrido de mé dicos, pero las medicinas resultan impotentes, mientras que el mal va
en aumento. E s el demonio que h a vuelto con otros 7 peores que é l. E n el colmo de la
resignació n, el paciente piensa: « A quel mago me cobró un milló n, pero me quitó el mal» ; y así
vuelve a verle sin darse cuenta de que h a sido precisamente é l quien le h a causado el
agravamiento del mal. Y le dicen: « E sta vez le h an ech ado un h ech iz o much o mayor. S i quiere se
lo quito y a usted só lo le pido 5 millones de liras; a otro le pediría el doble.» Y vuelta a empez ar.

32
Habla un exorcista

E n uno de los rituales de iniciació n a la magia negra usados por los magos de la isla de Cabo
Verde se afirma que el escogido encontrará ante sí, en un momento determinado del rito, un
ALGO MÁS SOBRE LA MAGIA

E s un asunto amplísimo, tratado en tantos volú menes que ocuparían una biblioteca y cuya espej o en el que se le aparecerá S ataná s para concederle « los poderes» , poniendo en sus manos
prá ctica se encuentra en toda la h istoria h umana y entre todos los pueblos. I ncluso h oy son las armas que deberá emplear. L as armas que tiene el cristiano contra el « leó n rugiente» son la
much as las personas que caen en las asech anz as de la magia. T ambié n son much os los verdad, la j usticia, la fe y la espada de doble filo de la palabra de D ios. E l mago, en cambio,
sacerdotes que infravaloran sus peligros: confiados, con raz ó n, en la potencia salvadora de dispondrá de una espada verdadera para atacar a los h ombres; tendrá poderes de destrucció n, de
Cristo, que se sacrificó para liberarnos de los laz os de S ataná s, no tienen en consideració n que maldició n, de videncia, de previsió n, de desdoblamiento, de curació n y otros má s, segú n el mal que
el S eñ or nunca nos h a dich o que menospreciemos la potencia del demonio, nunca h a dich o que sea capaz de h acer, segú n como consiga obstaculiz ar los planes de D ios y segú n lo que esté en
lo desafiemos o que dej emos de combatirlo. E n cambio, condiciones de ofrecer al demonio: ademá s de a si mismo, puede ofrecer a sus h ij os y tambien a
h a concedido el poder de ex pulsarlo y h a h ablado de la incesante luch a con é l, que nos pone a otras personas, má s o menos ignorantes, de las que se dirigen a é l. E l resultado para la victima es
prueba ( el mismo J esú s se sometió a las tentaciones del maligno) ; nos h a dich o con claridad que, como mínimo, adquirirá una terrible aversió n a todo lo sagrado ( oraciones, iglesias, imá genes
que no se puede servir a 2 amos. sagradas...) , con la añ adidura de otros males diversos.
L a B iblia nos asombra por la frecuencia con que h abla contra la magia y los magos, tanto en E sto puede sucederle tambié n a quien h a encargado el trabaj o al mago, una vez ofrecido el
el A ntiguo como en el N uevo T estamento. A sí nos pone en guardia; porque una de las formas « sacrificio» , representado por una ofrenda, incluso muy pequeñ a, y entregadas las cosas
má s h abituales que el demonio usa para atar a sí al h ombre y para embrutecerle es la magia, la solicitadas, aunque respetando ciertas reglas que se le h an sugerido: dar la vuelta alrededor de 7
superstició n, todo lo que rinde un culto directo o indirecto a S ataná s. L os que actú an usando la iglesias, velas para encender en un momento dado, polvos para esparcir, obj etos para llevar
magia creen que pueden manipular a fuerz as superiores que, en realidad, se sirven de ellos. encima de uno mismo o para poner encima de otro, y así sucesivamente. D e este modo se contrae
L os bruj os se creen dueñ os del bien y del mal. con el demonio un vínculo má s o menos pesado, con malas consecuencias para el alma y el cuerpo.
L os espiritistas y los mé diums se prodigan en la invocació n de los espíritus superiores o de los Much as veces h an venido a verme madres que anteriormente h abían llevado a sus niñ os a magos,
espíritus de los difuntos; en realidad, sin darse cuenta, se h an entregado en cuerpo y alma a y les h abían h ech o llevar encima ciertas cosas que a oj os inex pertos podían parecer baratij as, pero
fuerz as demoníacas, las cuales se sirven de ellos siempre con una finalidad destructiva, aunque que, por sus consecuencias malé ficas, se h abían revelado como verdaderos maleficios. S i uno se
é sta no se manifiesta inmediatamente. E l h ombre distanciado de D ios es pobre e infeliz ; no sitú a en el terreno del enemigo, cae en su poder, aun cuando se h aya actuado « de buena fe» , y
logra comprender el significado de la vida y aú n menos el de las dificultades, el dolor y la só lo la poderosa mano de D ios puede liberar de los vínculos contraídos.
muerte. D esea la felicidad como la propone el mundo: riquez a, poder, bienestar, amor, placer, A las operaciones de la llamada alta magia se las clasifica, en general, como sacraliz aciones,
admiració n... Y parece como si el demonio le dij era: « Y o te daré todo esto, porque está en mi consagraciones, bendiciones, destituciones, ex comuniones y maldiciones. D e este modo, se
poder y lo daré a quien quiera dá rselo. S i te arrodillas y me adoras, todo será tuyo» ( L e. 4 , 6- pretende transformar los obj etos o a las personas en « símbolos sagrados» ( sagrados para S ataná s,
7) . naturalmente) . E l material má gico se « magnetiz a» en determinados momentos, que son obj eto de
A sí vemos a j ó venes y viej os, muj eres, obreros, profesionales, políticos, actores, curiosos, en la astrología má gica.
busca de la « verdad» sobre su futuro. E s una multitud que encuentra bien dispuesta a otra: Cada mago lleva encima, o prepara para otros, unos « pentá culos» , o « pantá culos» ( del griego
magos, adivinos, astró logos, cartomá nticos, pranoterapeutas, mé diums o videntes de todo pantak lea) ; en general, se trata de medallas cuyos símbolos son « cataliz adores de energías» y que
orden, a los que acuden por casualidad, o por esperanz a, o por desesperació n, o para probar; tienen, segú n el mago, una particular fuerz a celestial. O tra cosa son los talismanes, que recuerdan
algunos quedan afectados, otros atados, otros má s entran en los círculos cerrados de las los rasgos concretos de la persona a la que quisieran proteger.
sectas. L a solicitud de talismanes es uno de los mayores atractivos para los incautos clientes que se
P ero ¿ qué h ay detrá s de todo esto? L os ignorantes creen que es só lo superstició n, curiosidad, creen afectados por una suerte adversa, la mala sombra, la incomprensió n, la falta de amor o la
ficció n o fraude; de h ech o, relacionado con ello se mueve un gran volumen de negocios. P ero pobrez a; y está n muy contentos de pagar el precio, a veces muy elevado, de estos amuletos que
en la mayoría de casos la realidad es otra. L a magia no es solamente una vana creencia, algo deberían liberarles de todas sus desdich as. E n cambio, se llevan encima una carga negativa tal que
carente de todo fundamento. E s un recurso a las fuerz as demoníacas para influir en el curso de puede h acerles dañ o no só lo a ellos sino tambié n a los miembros de su familia. P ara preparar todos
los acontecimientos y sobre los demá s en beneficio propio. estos obj etos, como para la mayor parte de las operaciones de magia, se h ace un amplio uso del
E sta forma desviada de religiosidad, que era típica de los pueblos primitivos, se h a incienso. E s un incienso que se ofrece a S ataná s en clara contraposició n con el incienso que en el
prolongado en el tiempo y ex iste en todos los países con las distintas religiones. A unque en culto litú rgico se ofrece a D ios.
formas distintas, el resultado es idé ntico: alej ar al h ombre de D ios y arrastrarle al pecado, a la O tras formas de magia llevan a la fabricació n de filtros o mez clas que provocan sugestió n o
muerte interior. vej ació n diabó lica sobre quien ingiera los mej unj es preparados por el mago y mez clados con la
L a magia es de dos clases: imitativa y contagiosa. L a magia imitativa se basa en el criterio comida o la bebida. E l desdich ado encontrará en su cuerpo no só lo algo desagradable, sino tambié n
de la similitud en la forma y el procedimiento, fundá ndose en el principio de que todo los espíritus malé ficos invocados para la preparació n del maleficio. E s conocido el « filtro de amor» ,
semej ante genera su semej ante. U n muñ eco representará a la persona a la que se quiere que puede imponer un h orrible vínculo ( tambié n llamado « atadura» ) , debido a las potencias
perj udicar y, despué s de las oportunas « plegarias rituales» , clavando aguj as en el cuerpo del satá nicas.
fantoch e, se afectará a la persona a la que é ste representa, la cual sufrirá dolores o L a B iblia nos h abla por primera vez del demonio cuando tienta a nuestros primeros progenitores
enfermedades en los puntos del cuerpo atravesados por las aguj as. baj o la forma de una serpiente. E n la mitología la serpiente está siempre vinculada a los emblemas
L a magia contagiosa se basa en el principio del contacto físico o contagio. P ara influir sobre una del conocimiento. E n E gipto, la maga I sis es la que conoce los secretos de las piedras, las plantas y
persona, el mago necesita algo que le pertenez ca: cabellos, uñ as, pelos o vestidos; tambié n los animales; conoce los males y sus remedios, por lo cual puede reanimar el cadá ver de O siris. A
una fotografía, mej or si es de cuerpo entero, pero siempre con el rostro descubierto. U na parte la serpiente se la representa enroscada sobre sí misma y mordié ndose la cola, como emblema del
representa al todo; lo que se h aga en aquella parte influirá sobre el individuo entero. E l mago ciclo eterno de la vida. P ié nsese tambié n en la serpiente boa emperatriz de los incas o en la boa
realiz ará su labor con las fó rmulas o rituales apropiados en tiempos determinados del añ o y del divina de los indios.
día, con la intervenció n de los espíritus a los que é l invoca para dar eficacia a su obra. Hemos E n el vudú la serpiente andró gina D anbh alah y A ida W é do inspira a sus adeptos con una certez a y
tratado estos temas al h ablar de los h ech iz os; pero la magia abarca un campo much o má s precisió n que da resultados asombrosos a cualquier h ora del día o de la noch e. E sta serpiente
amplio que los simples h ech iz os, y má s vasto que el maleficio. afirma conocer todos los secretos del Verbo creador gracias a la « lengua má gica» , magnificada por

33
Habla un exorcista

la mú sica sacra. S e trata de una magia h aitiana de origen africano que, j unto con la magia perturbar esto o aquello, pero siempre tienen como fin ú ltimo distanciar de D ios a la víctima,
africana originaria y la importada a S udamé rica ( particularmente en B rasil) con el nombre de conducirla al pecado, a la angustia, a la alienació n y a la desesperació n.
« macumba» , tienen un gran poder malé fico. Y a h e recordado que los maleficios má s fuertes Me h an preguntado si mediante la magia es posible perj udicar tambié n a grupos de personas. Mi
que h e tenido ocasió n de ex orciz ar procedían de B rasil o de Á frica. respuesta es sí; pero este asunto por sí solo merecería un estudio aparte. T ambié n aquí, como en
L a civiliz ació n moderna h a fundido, pero no cambiado, algunas costumbres, raz ó n por la cual todo mi libro, me conformo con mencionar las cosas. E s posible que el demonio se sirva de una
coh abitan ciencia y magia, religió n y antiguas prá cticas. T odavía h oy, especialmente en el persona para afectar a grupos incluso muy numerosos, que pueden llegar a tener en sus manos el
campo, h ay gente muy religiosa que recurre a santones ( h ombres o muj eres) para resolver sus poder de una nació n o influir sobre varias naciones. Creo que, en nuestro tiempo, es el caso de
dificultades má s h eterogé neas: desde las enfermedades al mal de oj o, desde la bú squeda de h ombres como K arl Marx , Hitler, S talin. L as atrocidades cometidas por los naz is, los h orrores del
trabaj o a la bú squeda de un marido. S on personas santas « que van siempre a la iglesia» ; comunismo, las matanz as de S talin, por ej emplo, alcanz aron una perfidia verdaderamente
todavía h oy se encuentran muj eres que, de buena fe, enseñ an a sus h ij as los gestos y el rito diabó lica. F uera del campo político, no dudo en ver un veh ículo de S ataná s en ciertas mú sicas y en
para quitar el mal de oj o en la noch e de N avidad; o cuelgan del cuello de los h ij os cadenitas ciertos cantantes que en plaz as abarrotadas arrastran a su pú blico a un frenesí que puede alcanz ar
con crucifij os o medallas benditas, y les ponen al lado « pelos de tej ó n» o « dientes de lobo» o h itos de ex trema violencia o voluntad destructiva.
« cuernecillos roj os» ; obj etos todos que, aunque no h ayan sido « cargados» de negatividad con P ero tambié n se dan otros casos má s fá cilmente controlables y curables ( aunque las posesiones
ritos má gicos, atan al demonio mediante el pecado de superstició n. diabó licas son siempre muy difíciles de remediar) , que h an afectado a escolares, grupos de distinto
L a magia siempre h a ido acompañ ada de la adivinació n: la pretensió n de conocer nuestro orden, comunidades diversas, por ej emplo comunidades religiosas. E s increíble la h abilidad del
futuro por vías tortuosas. B aste pensar en la difundidísima costumbre de h acerse ech ar las demonio para conseguir engañ ar, para introducir los peores errores en grupos enteros. Hay quien
cartas, o sea h acerse predecir el futuro por el tarot, que es el medio de adivinació n sostiene que es má s fá cil engañ ar a una multitud que a una sola persona. L a verdad es que el
predominantemente usado por magos y adivinos. P arece que el origen del tarot se remonta al demonio puede afectar a grupos incluso muy numerosos; pero casi siempre notamos en estos
siglo x iti, por obra de los gitanos, que h abrían condensado en este « j uego» su poder de h ech os un consenso h umano, una culpa h umana de libre adh esió n a la obra satá nica: por interé s,
predecir el futuro. E n su base está la doctrina esoté rica que fij a el esquema de correspondencia por vicio, por ambició n, son much os los posibles motivos.
entre el h ombre y el mundo divino. N o me detendré en ello; só lo diré que el ingenuo, L a influencia del demonio sobre las colectividades puede revestir aspectos de lo má s dañ ino, de lo
deslumh rado por có mo se le h a revelado con ex actitud su pasado, sale con angustia y má s potente. P or eso los ú ltimos pontífices insiste» en ello de manera particular. Me refiero al
desconfianz a o vanas esperanz as, a menudo con sospech as h acia parientes o amigos, y sobre discurso de P ablo VI del 15 noviembre 1972 y al de J uan P ablo I I el 20 agosto 198 6.
todo con una cierta forma de dependencia de quien le h a ech ado las cartas, que le acompañ ará S ataná s es nuestro peor enemigo y seguirá sié ndolo h asta el fin de los tiempos, por lo que utiliz a
tambié n a continuació n. T odo esto podría causarle miedo, rabia o incertidumbre; tendrá deseos su inteligencia y sus poderes para obstaculiz ar los planes de D ios, que, en cambio, quiere la
de recurrir a prá cticas má gicas o de proveerse de talismanes que neutralicen a ese enemigo salvació n de todos nosotros. N uestra fuerz a es la cruz de Cristo, su sangre, sus llagas, la
interior que é l mismo se h a procurado y que le causa enfermedades, desventura... obediencia a sus palabras y a su institució n, que es la I glesia.
L a peor magia de origen africano está basada en la bruj ería ( w itch craft) , que es la prá ctica de
quien quiere h acer el mal a los demá s por vías má gicas; y en el espiritismo, a travé s del cual la
persona trata de ponerse en contacto con el espíritu de los difuntos o con los espíritus
superiores. E l espiritismo es conocido en todas las culturas y pueblos. E l mé dium actú a de
intermediario entre los espíritus y los h ombres, prestando su energía ( voz , gestos, escritura...)
al espíritu que quiere manifestarse. P uede suceder que estos espíritus evocados, que son
siempre y só lo demonios, se apoderen de alguno de los presentes. L a I glesia siempre h a
condenado las sesiones espiritistas y la participació n en ellas. N o es consultando a S ataná s
como se aprenden cosas ú tiles.
P ero ¿ es de verdad imposible evocar a los muertos? ¿ S on siempre y só lo los demonios quienes
se manifiestan en las sesiones de los mé diums? S abemos perfectamente que esta duda en los
creyentes depende de una sola ex cepció n. L a B iblia nos menciona un ú nico caso, cuando S aú l
se dirigió a una mé dium y le pidió : « A divíname el porvenir evocando a los muertos y h az que
se me aparez ca el que yo te diga» ( 1 S am. 28 , 8 ) . E fectivamente, apareció S amuel, que h abía
muerto h acía poco. D ios permitió esta ex cepció n, pero nó tese el alarido de estupor de la
mé dium y mas aú n el duro reproch e de S amuel: « ¿ P ara qué me h as molestado, h acié ndome
venir? » ( 1 S am. 28 , 15 ) . L os muertos deben ser respetados, no molestados. P or ser el ú nico
caso en toda la B iblia, destacamos su ex cepcionalidad. Comparto al respecto cuanto escribe un
psiquiatra y ex orcista protestante: « E s puro egoísmo y crueldad tratar de permanecer aferrados
a nuestros difuntos o querer reclamarles entre nosotros. L o que necesitan es liberació n eterna y
no verse nuevamente enredados entre las cosas y la gente de este mundo» ( K enneth McA ll,
F ino alie radice, A ncora, p. 14 1) .
Much os resultan engañ ados por su falta de fe y por su ignorancia. D esde el punto de vista
é tnico y folk ló rico, el uso de ciertas danz as, cantos, costumbres, velas y animales, que son
necesarios en distintos rituales de magia vudú o de la macumba, puede ser interesante. Cuatro
velas en las cuatro esquinas de una calle, o un triá ngulo de velas, una de ellas apuntando h acia
abaj o, pueden parecer un j uego o una inocua superstició n. E s h ora de abrir los oj os. I nvito a
h acerlo sobre todo a los sacerdotes. S on evocaciones de espíritus malé ficos que podrá n

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Habla un exorcista

¿QUIÉN PUEDE EXPULSAR A LOS DEMONIOS? también a comunidades. No dependen de la santidad personal, sino de la libre elección de Dios, aunque la
experiencia nos dice que, normalmente, Dios concede estos dones a personas rectas, de plegaria asidua, de vida
N os parece h aber dich o con bastante claridad que J esú s dio el poder de ex pulsar a los cristiana ej emplar ( ¡ esto no significa falta de defectos! ) y de segura h umildad. Hoy ex iste una
demonios a todos aquellos que creen en É l y actú an con la fuerz a de su nombre. E n estos inflació n de carismá ticos, a los que acuden en masa los que sufren.
casos se trata de oraciones privadas, a las que podemos llamar « plegarias de liberació n» . ¿ Có mo distinguir los verdaderos de los falsos? D e por sí, tal discernimiento corresponde a la autoridad
A demá s, se concede un poder particular a los ex orcistas, es decir, a aquellos sacerdotes eclesiá stica, que puede valerse de todas aquellas ayudas que considere oportunas para ello.
que reciben ex presamente tal encargo de su obispo: ellos, usando las fó rmulas apropiadas, D e h ech o, conocemos algunos casos en que la autoridad eclesiá stica h a intervenido para poner en
sugeridas por el R itual, realiz an un sacramental que, a diferencia de la oració n privada, guardia contra tramposos y falsos carismá ticos; no conocemos casos de carismá ticos oficialmente
implica la intercesió n de la I glesia. reconocidos en que h aya ocurrido tal cosa. E s un problema complicado y nada fá cil. T ambié n porque
P ero siempre se necesita much a fe, much a oració n y ayuno, ya sea por parte de quien los carismas pueden cesar, y es posible que la persona elegida se h aga indigna de ellos: ningú n ser
rez a, ya sea por parte de la persona por la que se rez a. L o ideal seria que siempre, vivo está confirmado en la gracia. P odemos fij ar 4 normas orientativas:
simultá neamente con el ex orcismo, que ex ige reserva, h ubiese un grupo de personas 1) que el individuo ( o la comunidad) viva profundamente conforme al E vangelio;
reunidas para orar. D iré tambié n que todos los sacerdotes tienen un particularísimo poder, 2) que sea totalmente desinteresado ( ni siquiera se deben aceptar ofrendas; con las ofrendas
incluso si no son ex orcistas, derivado j ustamente de su sacerdocio ministerial, que no es un voluntarias sería posible h acerse multimillonario) ;
h onor a la persona, sino un servicio destinado a las ex igencias espirituales de los fíeles. Y 3) que use medios comú nmente admitidos por la I glesia, sin rarez as o supersticiones ( que use
entre estas ex igencias está desde luego tambié n la de liberar de las influencias malé ficas. oraciones y no fó rmulas má gicas; señ ales de la cruz , imposició n de manos, sin nada que ofenda al
T odos, ademá s, ya sea por las plegarias de liberació n, ya sea por los ex orcismos, pueden pudor; que utilice agua bendita, incienso, reliquias, sin nada que sea aj eno al normal uso
ayudarse con medios sagrados: por ej emplo, poniendo sobre la cabez a del interesado el eclesiá stico) ; que rece en nombre de J esú s;
crucifij o, o el rosario, o alguna reliquia: es eficacísima la de la santa cruz porque mediante la 4 ) que los frutos sean buenos. E sta regla evangé lica, « por su fruto se conoce el á rbol» ( Mt. 12, 33) ,
cruz derrotó J esú s al reino de S ataná s; pero tambié n son eficaces las reliquias de los santos a sigue siendo el criterio que corona los demá s.
las que se tenga una particular devoció n. A menudo tambié n son ú tiles las simples imá genes A ñ adamos otras características que son típicas de las curaciones obtenidas por vía carismá tica:
bendecidas, como la de san Miguel arcá ngel, a las que los demonios manifiestan un miedo actú an sobre todas las enfermedades, incluso sobre las malé ficas, o sea provocadas por el demonio;
especial. no se basan en la h abilidad o la fuerz a h umana, sin en la oració n practicada con fe, en la fuerz a del
P ero creo que traicionaría las ex pectativas dé los lectores si no mencionase tambié n al nombre de J esú s, en la intercesió n de la Virgen y de los santos; el carismá tico no pierde energía, de
ej é rcito cada vez má s numeroso de carismá ticos, videntes, mé diums, pranoterapeutas, modo que deba recargarse con un periodo de reposo ( como ocurre con los sanadores, z ah oríes y
sanadores, magos, y tambié n gitanos: es una caterva tanto má s numerata cuanto má s los similares) , no sufre reacciones físicas, sino que es sencillamente un intermediario activo de la gracia.
obispos y el clero, con una ligerez a que va de la ignorancia a la verdadera incredulidad, h an L as curaciones carismá ticas no tienden al lucimiento del carismá tico, sino a h acer loar a D ios, a
abandonado este terreno pastoral que les es propio. D edicaremos un capítulo tambié n a este acrecentar la fe y la oració n.
asunto. E ntretanto, digamos algo sobre las personas mencionadas. E s preciso añ adir una palabra má s porque tambié n é ste es un campo del que el Concilio Vaticano I I
E stablez co una premisa. Hablo de categorías de personas que pueden ( o que pretenden) h abló , pero no se h a aplicado lo que afirmó . E l racionalismo y el naturalismo h an invadido el terreno;
influir a favor de la liberació n, pero con má s frecuencia obran para conseguir la curació n. E s las manifestaciones ex traordinarias, los milagros, la presencia de santos, las apariciones... todo ello
difícil h acer una distinció n clara. E l demonio está en la raíz de todo el problema del mal, el son acontecimientos acogidos no con gratitud, sino con desconfianz a, con condenas sin ex amen, o al
dolor y la muerte, que son consecuencias del pecado. L uego está n los males directamente menos como tremendos incordios. E n ninguna iglesia se repite ya la oració n de los primeros
provocados por el maligno; el propio E vangelio nos presenta algunos casos: la muj er cristianos:
encorvada desde h acía diecioch o añ os ( ¿ pará lisis? ) y un sordomudo. E n ambos casos una « A h ora, S eñ or, fíj ate en sus amenaz as y concede a tus siervos que anuncien sin miedo tu mensaj e, y
presencia satá nica causaba aquellos males, por lo que el S eñ or realiz ó la curació n ex pulsando que por tu poder sanen a los enfermos y h agan señ ales y milagros en el nombre de tu santo siervo
al demonio. E n líneas generales, es vá lida la regla que ya h emos dado: si un mal es de origen J esú s» ( A c. 4 , 29-30 ) . Hoy parece que esos dones só lo produz can fastidio.
malé fico, los fá rmacos no tienen ningú n efecto, mientras que sí lo tienen las plegarías de E l Concilio Vaticano I I afirma que el E spíritu S anto « dispensa entre los fieles de todo orden unas
curació n y los ex orcismos. T ambié n es verdad que a menudo una prolongada presencia gracias especiales... E stos dones, ex traordinarios o tambié n má s sencillos o corrientes, se deben
diabó lica crea en la persona unos males sobre todo psíquicos por los cuales, incluso una vez acoger con gratitud y devoció n» . E l documento continú a recordando que los dones ex traordinarios no
conseguida la liberació n, la persona sanada puede necesitar tratamientos mé dicos deben ser pedidos imprudentemente. E n cuanto al j uicio sobre su legitimidad y uso ordinario,
adecuados. « corresponde a la autoridad eclesiá stica, que sobre todo no debe ex tinguir el E spíritu, sino ex aminarlo
D igo tambié n desde ah ora que voy a ocuparme de un campo en el que se requieren todo y considerar lo que es bueno» ( L umen Gentium 12) . L as carencias en la aplicació n de estas
competencias específicas que un ex orcista no puede tener. U n ex orcista debe tener suficiente directrices son evidentes y casi generales. P or eso es inú til que el Concilio afirme que quien recibe los
conocimiento de las enfermedades mentales para darse cuenta de que es precisa la carísmas del E spíritu S anto, aunque se trate de laicos, tiene el derech o y el deber de ponerlos en
intervenció n de un psiquiatra; pero no se puede pretender que un ex orcista sea tan instruido prá ctica ( A postolicam A ctuositatem 3) contando con la guía y el discernimiento de los obispos. Veo
en este á mbito como un psiquiatra. A sí, un ex orcista debe tener conocimientos de con agrado la aparició n de obras que se ofrecen para ayudar a los obispos en esta tarea de
parapsicología y de los poderes paranormales, pero no es posible que sepa tanto como un discernimiento; por ej emplo, el Movimiento Carismá tico de A sís. E s un campo abierto que debe
especialista en la materia. S u campo específico sigue siendo el de lo sobrenatural, con un ponerse en funcionamiento.
ex acto conocimiento de los fenó menos que dependen de ello y de los tratamientos de Videntes y mé diums. L os trato j untos porque en esencia tienen las mismas características: los
cará cter sobrenatural. E s una premisa necesaria porque entramos en un campo que primeros ven y los segundos sienten; ambos se ex presan acerca de lo que h an ex perimentado en
concierne a la vez a lo sobrenatural, lo paranormal y lo preternatural o diabó lico. contacto con obj etos o personas. P ara no ex tender demasiado el terreno al que se presta este tema,
L os carismá ticos. E l E spíritu S anto, con divina libertad, distribuye a quien quiere y como me limito a considerarlo en relació n con mi campo específico, o sea el campo de las influencias
quiere sus dones, que son concedidos no para gloría o utilidad de la persona, sino para el malé ficas sobre personas, obj etos y casas. Varias veces h e estado en contacto con estas personas; a
servicio de sus h ermanos. E ntre estos carismas está tambié n el don de la liberació n de los veces las h e interpelado o llamado directamente para que asistieran en oració n a mis ex orcismos,
espíritus malignos y la curación. Se trata de dones que pueden ser concedidos a individuos, pero

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Habla un exorcista

para que luego dij esen qué h abían visto u oído. Y advertía que las respuestas dependían del todo un campo que está estudiando la ciencia oficial, aunque sin aceptarlo todavía. Me limito a
espíritu de sabiduría. reproducir las conclusiones a las que llega el padre L a Grú a en su libro L a pregh iera di guarígione. « S i
A lgunos, apenas ven o se encuentran j unto a personas poseídas o infestadas, notan en las curaciones se producen por una energía que el sanador encauz a sobre el enfermo, o por una carga
seguida tal inconveniente; a veces se sienten mal cuando está n cerca de ellas; otras veces psíquica, o por el estímulo de energías de reserva, es un h ech o que estas curaciones no tienen nada
ven la negatividad que las afecta y la describen. B asta con ponerles en la mano una que ver con las curaciones carismá ticas. A demas, ex iste el peligro de una infiltració n de espíritus. He
fotografía, una carta, o un obj eto perteneciente a una persona de la que se tienen sospech as, aquí por qué se requiere una ex trema prudencia.»
para obtener una respuesta: o sea, si no tiene nada, si es víctima de una enfermedad He conocido a algú n pranoterapeuta verdaderamente desinteresado, de fe, que pone sus cualidades al
malé fica, si es una persona peligrosa porque realiz a maleficios contra los demá s. P uede servicio de los demá s con espíritu de auté ntica caridad. P ero se trata de mirlos blancos ( « un 2 por
bastarles con oír la voz . mil» , me decía el conocido ex orcista de Venecia P ellegrino E rnetti) . E sto no obsta a la cautela con que
P or ej emplo, personas que dudan sobre si h an recibido o no algú n influj o malé fico telefonean consideramos la pranoterapia. E s sobre todo por los frutos y los mé todos, cuidadosamente
a una de estas personas y oyen su respuesta. L lamados a casas en las que se sospech a la estudiados, como se reconoce al á rbol.
ex istencia de maleficios por las ex trañ as cosas que allí acaecen, perciben si el maleficio ex iste L os magos. Y a h emos h ablado bastante de ellos. B á stenos recordar que pueden producirse curaciones
o no; indican obj etos h ech iz ados que h ay que quemar; se dan cuenta, por ej emplo, de si h ay por obra del demonio, acaso baj o el nombre de entidades ex traterrenales o de almas-guía. J esú s
que rasgar una determinada almoh ada o colch ó n, y entonces se encuentran en ellos esas mismo nos pone en guardia al respecto: « P orque vendrá n falsos mesías y falsos profetas, y h ará n
ex trañ as cosas como ya h emos señ alado. grandes portentos y milagros, para engañ ar, a ser posible, incluso a los que D ios mismo h a escogido»
P ueden equivocarse; sus sensaciones deben ser controladas. P ero a veces h acen un recorrido ( Mt. 24 , 24 ) . Cosa muy distinta del poder diabó lico es la plé tora de falsos magos, simples ch arlatanes
por la vida de una persona y precisan con sorprendente claridad a qué edad h a recibido un y embrollones que engañ an a la gente proporcionando talismanes, cintas y saquitos. He quemado una
maleficio, de qué modo, con qué finalidad h a sido h ech o, así como los trastornos que h a h oj a de papel de cuaderno que tenía escritas algunas palabras incomprensibles atada con una cuerda
provocado. A veces tambié n indican quié n es el autor del maleficio. enrollada: ¡ este talismá n costó 12 millones de liras! P ero tambié n vino a verme un h ombre que, para
U n día acababa yo de introducir en el locutorio a un h ombre que me pedía que le bendij era, obtener un saquito de baratij as que h abría tenido que liberarle de un montó n de desgracias pagó 20
cuando me acordé de que a aquella h ora debía telefonear a un mé dium. Corro al telé fono y millones de liras.
oigo que me dice: « U sted está a punto de bendecir a un h ombre de unos 5 0 añ os. A los 16 le L os gitanos. Creo que es ú til decir algunas palabras tambié n sobre ellos porque nos los encontramos
h icieron un h ech iz o porque odiaban a su padre; le dieron a beber vino maleficiado y siempre por nuestras calles. P aso por alto cuanto ya h e dich o a propó sito de cartomá nticos y
escondieron un h ech iz o en el fondo de un poz o. D esde entonces ese much ach o h a ido farsantes. Hay otro aspecto concreto que me interesa y prefiero abordar el tema con algunos h ech os;
sintié ndose cada vez peor y todos los tratamientos h an sido inú tiles. A l cabo de unos añ os su E x orcicé a una señ ora poseída por el demonio; sufría desde h acía much o tiempo de varios trastornos,
padre murió y é l sintió una repentina mej oría. P ero su cerebro quedó afectado h asta el punto pero no pensaba que la causa pudiera ser aqué lla. U na vez , despué s de h aber ayudado a una
de no poderse dedicar a ningú n trabaj o. I ntente bendecirle, pero es un mal arraigado desde much ach a gitana, é sta le dij o: « S eñ ora, usted está mal porque le h an h ech o un h ech iz o. T rá igame un
h ace demasiado tiempo y creo que no conseguirá nada.» h uevo fresco.» S e lo llevó y la gitana puso el h uevo sobre el pech o de la señ ora, rez ó una breve
L as cosas h abían ocurrido ex actamente como me h abía dich o. O tras veces, mientras plegaria en una lengua desconocida y luego rompió el h uevo, del que salió una serpez uela. D espué s
ex orciz aba a alguna persona en presencia de un mé dium, é ste me indicaba qué partes del de algunos meses la misma señ ora tuvo ocasió n de ayudar a otra gilanilla, de distinta procedencia
cuerpo debía bendecir con la estola o ungir con el aceite, porque estaban particularmente que la anterior. T ambié n é sta dij o casi las mismas palabras:
afectadas; y al final el interesado afirmaba la ex actitud de los puntos en los que má s fuerte « U sted, señ ora, sufre tanto y desde h ace tantos añ os porque le h an h ech o un h ech iz o. E s preciso que
sentía el dolor. se lo h aga quitar. T rá igame un h uevo fresco.»
P odría ex tenderme ampliamente con ej emplos en este terreno. P uedo decir que las personas E sta vez la señ ora regresó en compañ ía de su marido. L a gitanilla puso el h uevo sobre el pech o de la
escogidas por mí ( entre much ísimas que me fueron presentadas como mé diums) eran señ ora, rez ó una breve fó rmula que parecía una oració n y luego rompió el h uevo, del que salió un
personas de much a oració n, desinteresadas, bondadosas y caritativas, y sobre todo mech ó n de cabellos.
h umildes: de no h aber descubierto, por casualidad o por informació n recibida de otros este A un amigo mío, mé dico en R oma, al salir de la basílica de S an J uan, se le acercó una gitana que
talento suyo, ellas nunca me lo h abrían dich o. ¿ D e qué se trata? , ¿ de carísma? ¿ D e una pedía limosna. E n aquel sitio las gitanas no faltan nunca. E ch ó mano a la cartera, pensando en darle
facultad paranormal? Y o me inclinaría a creer que se trata de un don paranormal que la 10 0 0 liras; no tenía, só lo tenía billetes de 10 0 0 0 . P aciencia: le dio uno. A quella gitana le miró y le
persona usa para h acer el bien. P ero no ex cluyo que tal facultad pueda unirse dij o: « U sted h a sido muy generoso conmigo; yo tambié n quiero h acerle el bien.» I nmediatamente le
al carisma. N o h e visto en esas personas signos de cansancio, como si sufrieran una pé rdida mencionó los trastornos de salud que tenía y le dij o que debía curarse ( el mé dico conocía
de energía. P ero h e observado un progresivo fortalecimiento de sus dotes a travé s del uso; perfectamente aquellos trastornos, pero... como buen mé dico, los descuidaba) . A demá s, le h abló de
esto h ace pensar que, en la base, pueda h aber una facultad paranormal. D igo tambié n que es un fraude que algunos estaban preparando en su perj uicio si no le ponía remedio. T odo verdad.
difícil encontrar auté ntieos videntes o mé diums; en cambio, h ay una gran cantidad de ¿ Có mo ex plicar estos h ech os? N o es fá cil. A lgunos gitanos parece que tienen poderes paranormales
personas que se consideran tales y que así son consideradas. ¡ Hay que tener los oj os bien que se transmiten de generació n en generació n, desde antiguo. P ero se trata de casos ex cepcionales;
abiertos! entre los gitanos se practica much o la magia y todas las formas de superstició n. L a llevan en la
S anadores. T engo la intenció n de h ablar de aquellas curaciones que se producen sangre desde h ace siglos y se la transmiten de madres a h ij as ( son siempre las muj eres quienes la
comunicando una energía particular, generalmente a travé s de la imposició n de manos. A quí practican) .
nos encontramos de lleno en el campo de lo paranormal, que en I talia tiene un valiente D iré , al margen de estos fugaces apuntes, que siempre h ay una tentació n al acech o: para los
estudioso en el profesor E milio S ervadio. Me limito a decir, sin profundiz ar en un tema que no carismá ticos, para los mé diums y para los mismos ex orcistas ( tanto má s para los otros) : la de buscar
es de mi incumbencia, que los sanadores no tienen ninguna influencia sobre los males de las vías má s rá pidas de curació n, fuera de los procedimientos sagrados usuales, y la de caer má s o
naturalez a malenca; del mismo modo que sobre estos males no tienen ninguna influencia la menos involuntariamente en la magia. S e empiez a viendo, por poner un ej emplo, que con un platito
medicina ni la ciencia h umana. lleno de agua, vertiendo en é l unas gotas de aceite y pronunciando unos nombres, se obtienen
P ranoterapeutas. T ambié n é stos, como los sanadores, en los ú ltimos añ os se h an respuestas, y así se inicia una cadena de prá cticas má gicas. He visto có mo algunos carismá ticos
multiplicado desmesuradamente. N o es mi funció n dar ex plicaciones sobre la teoría del prana pasaban a realiz ar prá cticas de magia y luego las abandonaban; pero no todos son capaces de volver
o del bioplasma. E s atrá s. Y h e visto tambié n a sacerdotes no ex orcistas usar ciertos mé todos de é x ito, sin darse cuenta

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Habla un exorcista

de que h acían verdadera magia. E l demonio es astuto: ¡ siempre está dispuesto a prometer
reinos sobre la tierra si nos postramos para adorarle! E ste campo h a quedado en gran parte
inculto y nuestra pastoral específica no h a proporcionado directrices adecuadas a nuestro
tiempo» ( pp. 79-8 0 ) .
E s una quej a en la cual nos detendremos en el pró x imo capítulo; pero es bueno aprender de
quien mej or sigue el E vangelio. T ambié n en este punto, como en el estudio y divulgació n de
la B iblia, nosotros los cató licos nos h emos quedado muy atrá s respecto de ciertas confesiones
protestantes. N o me
canso de repetirlo: el racionalismo y el materialismo h an contaminado a una parte de los
teó logos con profunda influencia sobre obispos y sacerdotes. Y quien paga las consecuencias
es el pueblo de
D ios. E n I talia, só lo conoz co a un obispo ex orcista, el africano monseñ or Milingo, combatido
de todas las maneras. Y sé como mínimo de dos ex orcismos realiz ados por el papa. Conoz co
pocos casos má s; me alegrará que me los señ alen.
Concluyo afirmando que uno de los obj etivos que me h e ñ j ado con este libro es el de
contribuir a
que en la I glesia cató lica se restablez ca la pastoral ex orcística. E s un mandato concreto del
S eñ or y una laguna imperdonable que no sea observado.

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Habla un exorcista
L a teoría del sacrificio, la principal teoría alternativa de los tiempos de I reneo, sostenía que Cristo,
h ombre y D ios a la vez , h abía asumido en sí mismo todos los pecados de la h umanidad y,
entregá ndose a la muerte por su libre voluntad, h abía ofrecido a D ios una recompensa adecuada.
APÉNDICES

L a teoría del rescate, por má s que sea ex presada a veces de un modo rú stico, reflej aba el é nfasis
El pensamiento de san Ireneo

P ara instrucció n de los teó logos modernos, reproducimos el pensamiento de uno de los que los padres apostó licos ponían en la batalla có smica entre Cristo y S ataná s, y en conj unto
teó logos má s antiguos, san I reneo. L o transcribimos de la revista I l segno del respondía bastante bien a los moderados supuestos dualistas del cristianismo de los orígenes.
soprannaturale, septiembre de 198 9, firmado con las siglas A L P E , que encubren a un gran I reneo concibe a Cristo como el segundo A dá n, que rompió las cadenas de la muerte que nos h abía
estudioso. impuesto la debilidad del primer A dá n. E l concepto de recapitulació n ( Cristo, el segundo Hombre,
I reneo, nacido en torno al añ o 14 0 en A sia Menor, obispo de L yon, fue el fundador de la anula el dañ o h ech o por el primer h ombre) estaba en el centro de la cristología de I reneo.
I glesia en la Galia ( F rancia) ; murió en tomo al 20 2, quiz á má rtir. S u obra fundamental es su « S ataná s, aunque derrotado por Cristo, no dej a de obstaculiz ar la salvació n con todas sus energías.
libro A dversa h aereses ( Contra los h erej es) , en el que rech az a en bloque las tesis de los A lienta el paganismo, la idolatría, la bruj ería, la impiedad y especialmente la h erej ía y la apostasía.
h erej es gnó sticos, que describían el mundo como generado por un creador malvado. E l L os h erej es y los cismá ticos, que no siguen a la verdadera I glesia de Cristo
verdadero creador es el L ó eos, es decir, el Verbo del D ios bueno. L os á ngeles son parte del P ero obsé rvese que, segú n las normas vigentes, al ex orcista só lo le competen en rigor los casos de
cosmos creado por D ios; y el diablo, como los demá s á ngeles, es tambié n un á ngel creado posesió n diabó lica. E l resto de casos pueden ser resueltos de otro modo: oració n, sacramentos, uso
bueno, criatura inh erente y eternamente inferior y subordinada a D ios; pero « cometió de los sacramentales, plegarias de liberació n en grupos, etc. P ero es un campo demasiado vasto
apostasía» y, por tanto, fue arroj ado del cielo. P or eso S ataná s es el apó stata por para dej arlo a la libre iniciativa, sin ninguna disposició n precisa. E n el apé ndice reproducimos la
antonomasia, y tambié n el engañ ador del universo, que « quiere engañ ar nuestras mentes, carta que la Congregació n para la D octrina de la F e envió a los obispos el 29 de septiembre de
ofuscar nuestros coraz ones y tratar de persuadirnos de adorarlo a é l en vez de al verdadero 198 5 . E n síntesis, en ella se recuerdan las disposiciones vigentes, sin resolver el complej o
D ios» . problema que corresponde a la comisió n especial. N o sé si durante estos añ os los obispos se h an
P ero sus poderes sobre nosotros son limitados porque no es má s que un usurpador de la apresurado a h acer llegar a esa comisió n las oportunas sugerencias. L o dudo much o, teniendo en
autoridad, que legítima y fundamentalmente pertenece a D ios; y « no puede obligar a pecar» . cuenta la negligencia general en este sector. Me limito a algunos apuntes.
I reneo afirma que S ataná s perdió la gracia angé lica porque sintió envidia de D ios, deseando U no de los prelados má s sensibles a este tema es, sin duda, el cardenal S uenens, que lo vive
« ser adorado como É l» ; y sintió tambié n envidia del h ombre, como imagen creada a continuamente a travé s de las plegarias de liberació n que se h acen en los grupos de la R enovació n.
semej anz a de D ios. N osotros somos el obj eto de su envidia. P or eso entró en el edé n con el E n un breve capítulo de su libro ya citado afirma: « L a prá ctica de la liberació n de los demonios,
coraz ó n corrompido por el deseo de llevar a la ruina a nuestros progenitores. I reneo es el ej ercida sin mandato, mediante ex orcismos directos, plantea problemas de frontera que h ay que
primer teó logo cristiano que elabora y desarrolla consiguientemente una teología del pecado determinar y aclarar. A primera vista la línea de demarcació n parece clara: los ex orcismos está n
original: D ios creó a A dá n y E va y los puso en el paraíso para que vivieran felices, en reservados ex clusivamente al obispo o a su delegado, en caso de presunta posesió n diabó lica; los
estrech a relació n con é l. P ero S ataná s, conociendo su debilidad, entró en el j ardín y, casos que está n fuera de la posesió n propiamente dich a son un campo libre, no reglamentado y,
asumiendo el aspecto de una serpiente, los tentó . por consiguiente, accesible a todos.»
L a maldad de S ataná s h abría podido quedar sin efecto si D ios no h ubiese concedido a la P ero el cardenal sabe perfectamente que los casos de verdadera posesió n son pocos y, ademá s,
h umanidad la libertad de elegir entre el bien y el mal. S ataná s « no obligó » al primer h ombre requieren un estudio específico y competente para poder ser detectados. P or eso añ ade: « T odo lo
y a la primera muj er a pecan « lo eligieron libremente ellos, porque D ios los creó que está fuera de la posesió n propiamente dich a es como un campo de confines mal delimitados,
precisamente concedié ndoles el má x imo don, el libre albedrío. S ataná s es el ú nico, pero en el que reinan la confusió n y la ambigü edad. L a misma complej idad de la nomenclatura no ayuda
tambié n el verdadero y tenaz tentador porque envidia el estado original de los progenitores» . a simplificar las cosas; no ex iste una terminología comú n, y baj o la misma etiqueta se encuentran
P or eso todos los seres h umanos participamos del pecado de A dá n y E va. E n aquel momento contenidos diferentes» ( ob. cit, p. 95 ) .
nos convertimos en esclavos del demonio y, peor aú n, impotentes para liberarnos de é l, Má s adelante, para ofrecer sugerencias practicas, el cardenal escribe: « P ara h acer una puesta a
desprovistos de nuestra libre elecció n. S uj etos a S ataná s, h emos distorsionado la imagen y punto ú til es preciso, aparte todo lo demá s, fij ar la terminología y establecer con claridad la
semej anz a divina, condená ndonos así a muerte. S e infringió la felicidad del edé n. D ado que distinció n entre plegaria de liberació n y ex orcismo de liberació n, con invectivas dirigidas al
dimos la espalda a D ios por nuestra libre voluntad, nos pusimos en manos de S ataná s; por lo demonio. E l ex orcismo de liberació n queda reservado al discernimiento ex clusivo del obispo en los
tanto, es j usto que S ataná s nos h aya tenido en su poder h asta que fuimos redimidos. « D esde casos de posesió n; pero falta una línea de demarcació n entre las formas de ex orcismo que se
el punto de vista de la j usticia, en sentido estricto, D ios h abría podido dej amos en manos de sitú an fuera de la posesió n» ( ob. cit, pp. 119-120 ) . A decir verdad, yo esta línea de demarcació n la
S ataná s para siempre; pero su misericordia le h iz o enviarnos a su Hij o para salvarnos.» L a veo clara, al menos en cuanto a los té rminos, teniendo en cuenta que el ex orcismo propiamente
obra salvadora de Cristo comienz a con las tentaciones de S ataná s contra el segundo A dá n dich o, reservado al obispo o a un delegado suyo, es un sacramental y compromete la intercesió n de
por parte del diablo, a modo de « recapitulació n» de la tentació n del primer A dá n. P ero esta la I glesia; todas las demá s formas son j ugarías privadas, aunque h ech as por grupos. N o sé por qué
vez el diablo fracasa y resulta irreparablemente derrotado por Cristo. L a tradició n cristiana el cardenal S uenens no h a h ablado nunca del ex orcismo como de un sacramental y como el ú nico
ofrece 3 interpretaciones principales sobre la obra salvadora de la pasió n de Cristo. al que debe reservarse el nombre de ex orcismo; es cierto que dedica un breve capítulo a los
a) L a primera interpretació n quiere que la naturalez a h umana h aya sido santificada, sacramentales, cita algunos, pero no cita como tal el ex orcismo. E n mi opinió n, sería ya un punto
ennoblecida, transformada y salvada por Cristo al h acerse h ombre. claro.
b) L a segunda: Cristo fue un sacrificio ofrecido a D ios para reconciliarlo con el h ombre. E l cardenal me perdonará esta reconvenció n.
c) L a tercera, la teoría de la redenció n, de la que I rene fue el primer y decidido partidario, se P asando a las propuestas prá cticas, el cardenal S uenens sugiere: « Y o propongo reservar para el
funda en las siguientes bases: « P uesto que S ataná s tenía legítimamente aprisionada a la raz a obispo no só lo los casos de posesió n diabó lica, segú n el antiguo derech o, sino toda la z ona en que
h umana, D ios se ofreció para rescatar consigo mismo nuestra libertad; el precio só lo podía se pueda sospech ar una influencia específicamente demoníaca. S eñ alaré tambié n que si bien el
pagarlo é l; só lo D ios podía someterse libremente; a nadie má s le h abría sido posible una ex orcistado h a desaparecido como orden menor, nada
elecció n libre, porque el pecado original nos h abía privado a todos de nuestra libertad. D ios
P adre nos entregó a su h ij o J esú s para liberarnos a nosotros, reh enes del demonio.
L os sufrimientos de Cristo detuvieron al diablo, liberá ndonos de la muerte y la condenació n.»

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Habla un exorcista

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HABLA UN EXORCISTA
GABRIELE AMORTH

¿Cómo defenderse del demonio? ¿Cuáles son los signos que indican la
p resencia del maligno? ¿E x ist en los h ech iz os, los maleficios y el mal de
oj o? ¿Cómo lib erarse de ellos?
E st a ob ra, frut o de la ex p eriencia direct a de G ab riele A mort h , el
ex orcist a oficial de la diócesis de R oma, la diócesis del p ap a, resp onde
con ab undant es ej emp los a est as y ot ras p regunt as de forma clara y
sugest iv a.
L a p ráct ica del ex orcismo, en auge h ast a h ace un siglo, est á p asando
ent re los cat ólicos p or un p erí odo de crisis que incluy e t eorí a y p ráct ica,
los est udios de los t eólogos y la p ast oral diocesana. A sí se h a dej ado el
camp o lib re a los b ruj os, magos y adiv inos.
E st as p áginas v an, p or t ant o, a cont racorrient e, p ero est án dent ro de la
lí nea marcada p or las enseñ anz as de la B ib lia, del magist erio de la
I glesia y de la sana t radición. S on una inv it ación a ocup arse de t ant as
v í ct imas del diab lo que p iden y necesit an ay uda.

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