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Informe de avance de tesis

Enrique Riobó, tesista de doctorado en estudios latinoamericanos, Universidad de Chile

Mi proyecto de tesis se denomina “Humanismo, nación y antigüedades griega e


indígena en Juan Gómez Millas, Roberto Prudencio, Yolanda Bedregal y Olga Poblete. 1932-
1964”, y tiene por objetivo central caracterizar, analizar y comparar las prefiguraciones de la
antigüedad griega y precolombina existentes en parte de la obra de Juan Gómez Millas,
Roberto Prudencio, Yolanda Bedregal y Olga Poblete. En ese sentido, esta investigación
intentará mostrar los vínculos existentes entre las visiones de la antigüedad impresas en el
corpus documental; las posiciones en el campo de las humanidades y las corrientes
ideológicas y discursivas de quienes las enuncian; el contexto histórico en que esto ocurre; y
los discursos o procesos formativos metropolitanos que las figuras analizadas vivieron,
buscando mostrar los diversos modos en que estos se reciben y configuran las perspectivas
de la antigüedad revisadas. En buena medida, se propone que, en el ámbito a estudiar, ciertas
representaciones de la antigüedad actúan como sustento de una cierta gama de posibles
proyectos históricos/nacionales en cada caso y, por lo mismo, deben ser comprendidas como
parte significativa de los procesos de construcción de hegemonía -inevitablemente cruzados
por una condición de dependencia geopolítica y cultural- vividos en el continente,
especialmente vinculados a ciertas perspectivas nacionalistas.
En específico, el análisis de desarrollará en torno a dos dimensiones. Primero, con
respecto a los discursos sobre la nación chilena y boliviana, especialmente en la construcción
de sujetos nacionales y las eventuales relaciones de estos con culturas antiguas. Una segunda
dimensión dice relación con las ideas de Universidad y humanismo que hagan referencia al
mundo antiguo. Se entiende que sendas dimensiones juegan roles significativos dentro de los
procesos de construcción de hegemonía en Chile y Bolivia durante el periodo que se propone
investigar: 1932 a 1964. Por último, se buscará también presentar algunas proyecciones
concretas de tales discursos en el espacio público o urbano, por ejemplo, a través de nombres
de calles o festividades (desde finales de los cuarenta hasta mediados de los sesenta se celebró
en Chile la independencia griega, poniendo especial énfasis en su condición de cuna de
nuestra civilización occidental, por ejemplo).
Dentro de este marco, existe un avance significativo para el estudio de la situación
chilena, habiéndose revisado las actas y boletines del consejo universitario de la Universidad
de Chile entre 1932 y 1964; la colección Alejandro Lipschutz disponible en la biblioteca
Rolando Mellafe de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile; los
discursos como rector de Juan Gómez Millas, así como su producción bibliográfica en
general; los Anales de la Universidad de Chile entre 1932 y 1964; los archivos del consulado
griego; las colecciones de referencias críticas de la Biblioteca Nacional sobre Olga Poblete;
varios libros y documentos de Olga Poblete, así como tesis dirigidas por ella que versan sobre
la antigüedad. A lo anterior se debe sumar una vasta bibliografía referente a la temática
universitaria, tanto sobre su historia nacional como sobre su concepción institucional.

A partir de esto, se ha logrado reconstruir parte de la vida universitaria de Juan Gómez


Millas y Olga Poblete, cuyas posiciones académicas y políticas fueron bastante diferentes en
el periodo revisado, cuestión que se ve matizada por su relación profesional, donde el primero
habría jugado un rol de maestro. En esa dimensión, es posible ver como parte de las
perspectivas de la antigüedad que Gómez Millas sostiene son traducidas en una clave más
emancipadora por Olga Poblete.

Así, por ejemplo, mientras para Gómez Millas la antigüedad griega marcaba el inicio
de la institución universitaria, y con ello también los límites de su posible devenir. En ese
contexto, la defensa irrestricta a la autonomía, asociada a una libertad académica que busca
el cultivo del saber en sí mismo y apunta a la elevación del espíritu a través de la persecución
de las más altas verdades universales, se sostiene retóricamente en la caracterización de esa
primera universidad antigua, cuyos límites debemos respetar si nos concebimos como parte
de dicha tradición.

Por el contrario -aunque es posible ir viendo la evolución de esta posición en los años
de este estudio-, Olga Poblete termina concibiendo una antigüedad que no nos ancla a unos
límites institucionales universales, sino que más bien, sirve como una suerte de espejo para
vernos y comprendernos en torno a los procesos históricos contemporáneos. En esa
dimensión, más que sostener concepciones institucionales, la labor de Poblete se asocia al
planteamiento de dilemas político-morales que pueden encarnarse a través de la Antigüedad,
pero que están concebidos para la reflexión sobre el tiempo presente. Así, por ejemplo, el uso
de tragedias para presentar problemáticas en torno a la justicia, la violencia o los límites de
la comunidad política, tienen muchas veces afanes que se contradicen con una concepción
del saber como puramente abstracto y espiritualizado. En efecto, aportan decididamente a su
politización.

En cualquier caso, esta diferencia se está intentando explicar a partir de las variables
ya mencionadas: contexto histórico, posiciones académicas, posturas político-ideológicas y
procesos metropolitanos de formación.

Si bien el primero es común a ambos, hay que distinguir que Gómez Millas parece
haber vivido con mayor intensidad los procesos previos a la IIGM, dado que ocupaba una
posición académica prominente ya desde inicios de la década de 1930. Además, a finales de
la década de 1920, él estudió en Alemania para perfeccionarse en estudios clásicos, aunque
de tal viaje sólo conozco a través de bibliografía posterior. En cualquier caso, es sabido el rol
que tuvo la antigüedad clásica en perspectivas político-raciales alemanas, muchas de las
cuales son traducidas culturalmente por Gómez Millas en el contexto chileno. En especial,
parecen ser fundamentales las perspectivas del tercer humanismo, así como el culturalismo
historicista de Oswald Spengler.

También, es necesario mencionar que -aunque disminuida desde finales de la IGM-,


la influencia alemana todavía era fuerte en la academia chilena, y en especial la figura de
Goethe fue bastante relevada en las décadas del treinta y cuarenta, aunque usualmente desde
una perspectiva spengleriana. Es más, durante el rectorado de Gómez Millas se inicia la
licenciatura en alemán del Instituto Pedagógico, y décadas después él participará de la
creación del Goethe Institut en Chile.

En este contexto, la concepción universitaria de Gómez Millas parece ir de la mano


con la amalgama de ese tercer humanismo con el culturalismo de Spengler, lo cual no deja
de tener severas contradicciones que dan cuenta de la adecuación de tales discursos a la
realidad chilena. En efecto, mientras ese humanismo afirma un vínculo profundo con los
antiguos, el culturalismo de Spengler niega tajantemente tal filiación. En esta dimensión, la
posición de Gómez Millas también afirma una relación íntima con los antiguos, pero es
posible vislumbrar la aceptación de diferencias insalvables con los modernos. En ese sentido,
es posible pensar que hay un uso extendido de la analogía en un sentido spengleriano, que se
entronca con la búsqueda por pertenecer a una occidentalidad que, incluso hasta el día de
hoy, se comprende como continuidad del mundo grecolatino.

Por otro lado, el universalismo del humanismo adquiere matices con la necesidad de
una universidad volcada al conocimiento de los misterios nacionales y continentales, cuyo
sentido parece ser el de construir nación a través de la voluntad de los sabios, pero sin caer
en una politización explícita -aun cuando el mismo Gómez Millas haya sido dos veces
ministro de educación (de Ibáñez y Frei), y haya participado del Partido Unión Nacionalista
de Chile-. En esta línea, existe un desdén por parte de este intelectual a identificar esos
misterios nacionales con elementos de las culturas precolombinas e indígenas, cuestión que
marcaba una posición bien diferenciada de otros casos que, como Roberto Prudencio en
Bolivia, hacían llamado a inflamar la raza telúrica para encontrar el verdadero espíritu
nacional o americano.

En todo caso, la preocupación gomezmillana por la identidad nacional y continental,


así como su vínculo con la tradición occidental -que implica la universidad- se enmarca en
los temas trabajados por los grandes intelectuales de mediados del siglo XX. Es más, gran
parte de la producción de Gómez Millas sobre esta temática se encuentra desperdigada en
múltiples discursos realizados como decano de la Facultad de Filosofía y Educación, o como
rector de la Universidad de Chile. En ese sentido, la posición dominante de Gómez Millas en
el campo cultural nacional parece verse traducida en su producción.

Es más, esta posición también puede vincularse a unas conexiones privilegiadas con
el consulado griego, que desde 1949 comienza a financiar la cátedra de Fotios Malleros, así
como diversas becas para estudiantes y otras instancias académicas como el pabellón griego,
que desde 1967 y hasta el día de hoy funciona como sede del Centro de Estudios Griegos,
Bizantinos y Neohelénicos, pero que durante principios de la década del sesenta -cuando se
inauguró- albergó la enseñanza de lenguas clásicas dentro del antiguo Instituto Pedagógico.
Cabe señalar que, en esos años, las celebraciones asociadas a la independencia griega no sólo
hacían referencia explícita a su rol como cuna de nuestra civilización occidental, sino que
implicaron actividades universitarias como discursos llevados a cabo en el Salón de Honor
de la Universidad de Chile.
Resulta necesario afirmar que, al unísono de esta difusión cultural, el consulado
griego tenía un fuerte interés en el fortalecimiento de relaciones comerciales y económicas
con Chile. En ese sentido, se está investigando para poder llegar a argumentar de forma
contundente que estas actuaciones pueden leerse como parte de las muy diversas expresiones
que tomó la Guerra Fría en nuestro continente.

Esto último, y específicamente la denominada Guerra Fría académica, también se


expresa en la posición de Olga Poblete, quien a medida que las perspectivas más asociadas a
la izquierda van haciéndose relevantes a nivel universitario, comienza a tener posiciones
académicamente más significativas. En efecto, ella participó de la comisión de reforma de la
Facultad de Filosofía y Humanidades en 1967, así como fue nombrada directora del Instituto
Pedagógico un tiempo después. Si bien estos episodios están fuera del marco temporal de mi
investigación, son relevantes pues son resultado de un camino que espero poder aportar a
esclarecer.

Con ese afán, he podido constatar que, en el contexto previo a la Guerra Fría, la
producción y acción de Olga Poblete no era especialmente significativa en el ámbito
académico, aunque podían ya encontrarse atisbos de la búsqueda por ampliar la mirada de la
historia antigua y universal hacia el ámbito africano y oriental -cuestión en la que será pionera
décadas más adelante-. Ahora bien, hacia finales de la década del treinta fundará el MEMCH
junto con Elena Caffarena y Graciela Mandujano, adquiriendo una mayor visibilidad política
en la lucha por los derechos de la mujer.

Pues bien, durante la década del cuarenta, ella va a estudiar un postgrado a Estados
Unidos y conoce los estragos de la bomba atómica, por lo que comienza a perfilarse más
decididamente como una defensora de la paz mundial. Esto último será un eje de su actuar
político durante las décadas del cincuenta y sesenta, pues ella lideró el movimiento pacifista
chileno, vinculado con el Movimiento Mundial por la Paz, llegando incluso a recibir el
premio Lenin de la paz en 1962.

En ese contexto; y comprendiendo también la disputa conceptual que implicó la


Guerra Fría, donde palabras como paz o libertad estaban fuertemente ligadas al mundo
soviético y norteamericano respectivamente; Olga Poblete parece relacionarse más
claramente con intelectuales como Alejandro Lipschutz y Ramírez Necochea, ambos
relevantes militantes del Partido Comunista de Chile. Si bien ella no participó formalmente
de este último, sí parece haber sido bastante cercana. En cualquier caso, las posiciones más
cercanas a la izquierda comienzan a hacerse crecientemente significativas desde la década
del sesenta, por lo que antes de esos años, es posible constatar que Olga Poblete no tuvo un
peso significativo en la Universidad de Chile ni en las discusiones más hegemónicas -sobre
la identidad nacional y continental-; desarrollándose especialmente en el Liceo Experimental
Manuel de Salas -del que fue fundadora y profesora de historia-, y luego fue académica de la
Facultad de Filosofía y Educación para la carrera de Historia y Geografía. Además, fue
participando crecientemente de diversas instancias de decisión en políticas educativas.

En ese marco, ella publicó varias compilaciones de documentos para el estudio de


diversos periodos históricos, entre los que se cuentan la antigüedad europea y precolombina.
Asimismo, fue la guía de muchas tesis, y en varias ocasiones el trabajo conjunto con alumnos
fue la base de varios de sus libros posteriores, cuestión consignada siempre en los prólogos.
En ese sentido, y dado que ella no era clasicista, una buena parte de las referencias al mundo
antiguo están desperdigadas entre discursos, prólogos y documentos recolectados para la
enseñanza de la historia; en conjunto con diversos artículos que fueron publicados en varias
revistas de educación, como Maestros del mundo. Esto último implica una pesquisa que estoy
actualmente iniciando.

En buena medida, lo hasta aquí expuesto da cuenta de una serie de avances de


investigación que buscan mostrar que hasta ahora hay al menos una síntesis relevante de las
ideas de la antigüedad presentes en Juan Gómez Millas y Olga Poblete, así como también
una aproximación en las variables propuestas para comprender el sentido de estas. Por cierto,
todavía es posible seguir profundizando y encontrando nuevas referencias, y estoy abocado
a ello, pues me apresto también para revisar el fondo Olga Poblete del Archivo Nacional, así
como las referencias críticas de Juan Gómez Millas en la Biblioteca Nacional, entre otra
documentación afín.

En cualquier caso, la tesis propuesta también se encarga del estudio de dos


intelectuales bolivianos, Roberto Prudencio y Yolanda Bedregal. Si bien he logrado conocer
parte de su biografía, así como también he accedido a los textos que ellos que se encuentran
en internet, no he tenido posibilidad de indagar en archivos universitarios de la Universidad
Mayor de San Andrés, ni tampoco en la prensa, revistas culturales u otros fondos relevantes
de Bolivia. Asimismo, tengo la posibilidad de contactarme con los hijos de sendos
intelectuales, pero para ello debo viajar a La Paz, cuestión que es un eje en esta petición de
gastos operacionales.

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