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Predicación Jonás 1: 1 – 3

“Y FUÉ palabra de Jehová á Jonás, hijo de Amittai, diciendo: Levántate, y ve á Nínive,


ciudad grande, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de mí. Y Jonás se
levantó para huir de la presencia de Jehová á Tarsis, y descendió á Joppe; y halló un navío
que partía para Tarsis; y pagando su pasaje entró en él, para irse con ellos á Tarsis de delante
de Jehová.”

(Jonás 1:1-3)

Introducción: Cristo y Jonás


El domingo antepasado vimos un pasaje bien especial en Lucas 24 al que me quiero aferrar
como la base de todo lo que voy a predicar de ahora en adelante.

Hablamos de dos discípulos de Cristo que, después de haber pasado 3 días desde la muerte
de su maestro, iban caminando aun sin creer que Jesús iba a resucitar al tercer día de haber
muerto. Ahí les aparece Jesús, a quien ellos no pudieron reconocer, y les enseña que TODO
el Antiguo Testamento hablaba de Él, de su sacrificio, de su resurrección. La Biblia nos
muestra que Jesús “les abría” la Palabra de Dios a estos discípulos, les permitió entender
mucho más allá de lo que una persona normal podría hacerlo. Finalmente, cuando lo pudieron
reconocer, Jesús desapareció delante de ellos. Finalmente, ellos decían “¿No ardía nuestro
corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?”

Eso mismo me gustaría que nos ocurriese a nosotros al leer la Palabra de Dios, que sabiendo,
por las mismas palabras y enseñanzas de Jesús, que TODA la Biblia nos apunta a Cristo,
nuestros corazones ardan, se enciendan, se emocionen y finalmente generen convicciones
cristianas al ver al fundador de nuestra FE en toda la Palabra de Dios.

Esta tarde, empezaremos a ver un libro del antiguo testamento: El libro de Jonás, el profeta.
Vamos a ver que la vida de Jonás, por lo menos lo que se muestra en su libro, tiene TANTAS
similitudes con la vida de Jesús que será inevitable decir “Efectivamente, ahí está presente el
evangelio y, por lo tanto, Cristo”. ¿De qué manera se asemejan? En que Jonás es
completamente lo opuesto a Jesús. Y es que existen tantas “coincidencias” en todo lo opuesto
que es Jonás de Cristo, que es inevitable establecer una relación entre el libro de Jonás y el
evangelio.

Pero primero que todo ¿Quién fue Jonás?

Bueno, aparte de ver a Jonás en su respectivo libro, también se habla de él en 2º Reyes:

“El año quince de Amasías hijo de Joas rey de Judá, comenzó á reinar Jeroboam hijo
de Joas sobre Israel en Samaria; y reinó cuarenta y un años. E hizo lo malo en ojos de
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Jehová, y no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo
pecar á Israel. El restituyó los términos de Israel desde la entrada de Amath hasta la
mar de la llanura, conforme á la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual había él
hablado por su siervo Jonás hijo de Amittai, profeta que fué de Gath-hepher. Por
cuanto Jehová miró la muy amarga aflicción de Israel; que no había guardado ni
desamparado, ni quien diese ayuda á Israel; Y Jehová no había determinado raer el
nombre de Israel de debajo del cielo: por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo
de Joas.” (2º Reyes 14:23-27)

A pesar de lo mal que actuaba el actual rey de Israel y el pueblo, Dios tuvo misericordia de
ellos al ver su aflicción y determinó que salvaría a los israelitas por medio de la mano de este
mal rey. ¿Quién fue el que les comunicó que Dios les iba a permitir recuperar estas tierras
que había perdido el reino anteriormente? Jonás hijo de Amittai, el mismísimo profeta del
que estamos leyendo en su libro.

Si leemos los libros de los demás profetas que hay en la Biblia, vamos a encontrar en ellos
parte de la historia de cada profeta, pero principalmente vamos a ver el mensaje que Dios les
mandó que predicaran. En este sentido, lo que Dios nos quería comunicar a través de estos
libros está en el mensaje que los profetas expusieron en su tiempo y gran parte de lo que
predicaron es el contenido mismo de sus respectivos libros.

Sin embargo, con Jonás pasa todo lo contrario. Si buscamos lo que Jonás predicó como
mensaje profético, lo único que vamos a encontrar es lo siguiente:

“De aquí á cuarenta días Nínive será destruída.” (Jonás 3:4)


Eso es todo. No hay capítulos y capítulos de mensajes proféticos. No es nada más que una
frase. Entonces, si el mensaje que Jonás predicó es solo un pequeño trozo de lo que aparece
en su libro, al parecer lo que Dios nos quiere mostrar a través de Jonás no es lo que él predicó,
sino a Jonás mismo. Jonás es el mensaje del libro, su historia.

Aquí ya encontramos una similitud con Cristo. Dios habla de Jesús en su Palabra como el
Verbo. Los 4 evangelios giran en torno a la vida y ministerio de Cristo. Es cierto que tenemos
grandísimas e importantísimas enseñanzas habladas por Jesús, pero lo que los evangelios nos
muestran principalmente es su vida. Cristo mismo es el mensaje, él es el Verbo al que
tenemos que escuchar, la VERDAD que debe ser oída, junto con todo lo que viene con Él:
Su vida, su sacrificio, sus enseñanzas, etc.

Teniendo esto presente para más adelante, vamos a empezar a ver los tres primeros versículos
del libro de Jonás.

El libro empieza de la siguiente forma:

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“Y FUÉ palabra de Jehová á Jonás, hijo de Amittai, diciendo:
Levántate, y ve á Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella;
porque su maldad ha subido delante de mí”
Si leemos la Biblia, vamos a encontrar esta misma frase, esta misma fórmula, cuando Dios
se dirige a un profeta: “Y fue palabra de Jehová a (profeta)… diciendo” y le da una orden.

No es menor, Dios quiere mandar un mensaje y Él, en su infinita grandeza y santidad, se


dirige a un humano para usarlo como herramienta para hablar lo que el Señor quiere
comunicar ¿Se imaginan que Dios les hable cara a cara y les mande a hacer algo? Yo creo
que la respuesta de muchos sería salir corriendo para obedecer lo antes posible ¿O no? ¿Es
posible tener otra respuesta?

La Biblia dice que Jonás se levantó ¿Para dónde? ¿Para correr a Nínive a obedecer lo que
Dios le mandó?

No. Dios le mandó levantarse para ir a Nínive, Jonás se LEVANTÓ, efectivamente, pero para
“huir de Jehová” e ir a Tarsis. Es el único profeta que vemos en la Palabra de Dios que no
obedece en ir a predicar lo que Dios le había mandado. Y no solo eso, Jonás quería estar
completamente lejos de la faz de Dios. Jonás creía que estando lejos de Dios, podría estar
fuera de su dominio, podría alejarse de la mano de Dios y que, por lo tanto, no tendría que
temer a su poder. Es cierto que Jonás era un profeta, pero su conocimiento de Dios era
bastante limitado, un poco supersticioso incluso. Los pueblos de aquella época creían que el
poder de un dios, de un ídolo, solo se limitaba al lugar de donde eran adorados. Jonás, al
parecer, pensaba lo mismo.

¿Por qué Jonás quiso huir de Dios con tal de no ir a Nínive? ¿Miedo a las personas?
¿Vergüenza de predicar? No. Si leemos la historia completa de Jonás, vamos a ver que él si
terminó yendo a Nínive, y que finalmente si predicó lo que Dios le mandó, y que la gente de
allí finalmente creyó y se arrepintió. Pero una vez que termina de predicar, inmediatamente
después se apesadumbra, se pone malhumorado y se enoja. Le da rabia, se aíra ¿Por qué?
Porque no quería que Dios salvara a las personas de Nínive. No quería que se les predicase
el pecado y arrepentimiento, sino que quería que el Señor efectivamente los castigara y los
destruyera por su pecado.

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Él mismo exclama:

“Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en


mi tierra? Por eso me precaví huyendo á Tarsis: porque sabía yo
que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo á enojarte, y de
grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues,
oh Jehová, ruégote que me mates; porque mejor me es la muerte
que la vida.” (Jonás 4:2-3)

Jonás no tenía vergüenza ni temor, él odiaba a las personas de Nínive y quería su destrucción.
No se trataba de odiar al pecado y el mal de las personas, sino a las personas mismas.
Entonces, sabiendo que Dios lo mandaba a predicarles, el prefirió huir a Tarsis con tal de no
hacerlo y estar lejos de Dios.

Pero ¿Qué es lo que ocurre cuando se huye de Jehová? Uno empieza a descender, a bajar, a
decaer. Esto mismo nos ilustra el pasaje. Una vez que Jonás decidió desobedecer a Dios, la
Biblia nos muestra que él, a medida que iba alejándose más para escapar, más descendía.

Primero, cuando Jonás va a Joppe para tomar una embarcación, la Biblia dice que descendió
hacia allá. Para nosotros parece natural, si vamos a tomar un barco, debemos bajar hasta el
nivel del mar. Así que efectivamente descendió para llegar allá.

¿Existe otra palabra en este pasaje para mostrarnos que descendió? Si, pero no en nuestra
traducción al español. Debemos ir al hebreo, el idioma original en el que fue escrito este
libro. No veremos nada profundo, solo lo suficiente para entender una idea.

Cuando vamos a tomar un barco, nosotros decimos “me subo a un barco”, “entro en el barco”
o simplemente “me embarco”. La palabra que nosotros tenemos en nuestras biblias para decir
que Jonás tomó un barco, un navío, es la forma “el entró” a un barco. Sin embargo, en hebreo
se utiliza la palabra “yârad”, que quiere decir “descender”. Es la misma palabra que se utiliza
para decir que Jonás “bajó” a Joppe. La misma palabra.

¿De qué otra manera vemos que Jonás descendió? En la forma en que los Israelitas veían el
mundo.

Si bien nosotros vemos los mapas de esta forma:

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Los Israelitas lo veían de esta forma:

Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive, que bajo la


concepción del mundo en los tiempos de Jonás, era subir.
Pero Jonás decidió bajar, bajar y bajar, hasta lo último de
la tierra conocida. Todo para poder escapar de su misión
de predicar a los pecadores de Nínive y de la presencia
de Dios.

Jonás tuvo que pagar un alto precio para poder ir hacia


Tarsis. Era muy lejos de donde vivía. Debía cruzar
alrededor de 3000 kilómetros en mar para llegar hasta
allá. Hasta para nuestros tiempos es lejos, y el pensaba
viajar en barco. Ese pasaje no debió ser muy barato, y sin
embargo Jonás estuvo dispuesto a pagarlo con tal de
escapar de la voluntad de Dios.

Jonás solo descendió, descendió y descendió. Una vida


que busca apartarse de Dios no puede nada más que bajar
y decaer.

Jonás no logró comprender la misericordia de Dios y


tuvo en poco la misión que Dios le encomendó. Habían
pecadores que debían recibir las palabras del profeta para
encontrar salvación, aun cuando no eran Israelitas, no
eran parte del pueblo escogido de Dios. Y aun así Dios
tuvo misericordia de ellos. Esto que Dios estaba
haciendo era un indicio, una pista de lo que vendría
después.

Dios mandaría más adelante a otro profeta. Sin embargo,


a diferencia de Jonás, al cual Dios mandó hacia “arriba”,

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el Señor mandó a este otro profeta lo más abajo posible. Y este profeta obedeció, con perfecta
obediencia. Jonás no quiso predicar a las personas de Nínive para que fuesen destruidos. Este
otro profeta no solo comprendió la misericordia de Dios por el pecador condenado, sino sintió
esa misma misericordia.

Jonás no quiso predicar a quienes no eran Israelitas, pero este otro profeta vino para que todas
las naciones fuesen bendecidas con sus palabras.

Jonás quería escapar hasta lo último de la tierra con tal de huir de la presencia de Dios, pero
este otro profeta quiso testificar de Dios hasta lo último de la tierra, mandando a sus
discípulos por todo el mundo para predicar su Palabra.

Supongo que ya saben de qué profeta estoy hablando: Estoy hablando de Cristo, el hijo de
Dios, que en perfecta obediencia quiso bajar de su infinita gloria para ser igual a un simple y
débil humano, e incluso aún más humillado, porque en vez de venir como un gran rey
terrenal, decidió llegar como un bebé que nació en un pesebre.

¿Y qué hay de nosotros? ¿Somos como Jonás que busca huir de la presencia de Dios y
evitamos cumplir con los mandamientos de Dios? ¿Vamos por la vida pensando que Dios no
está pendiente de nosotros y que nuestros pecados Dios los pasa por alto?

Vamos a ver más adelante, que a pesar de lo que creía Jonás, Dios si estaba pendiente de él.
Y va a hacer algo al respecto, y es que la voluntad de Dios siempre se cumple, aun cuando
nosotros pongamos todas nuestras energías y nuestros recursos en evitarlo, tal como Jonás.
Tal como Cristo, que cumplió completamente la labor que su Padre le encomendó, es
momento de que nosotros tomemos la decisión de obedecer a todo lo que el Señor nos dice
en su palabra, predicando el evangelio y siendo de testimonio para aquellos que no creen en
la Palabra de Dios.

Y si aún no has creído en Jesús ni te has arrepentido de tus pecados, Dios mandó un profeta,
a su propio hijo, con un mensaje que no solo salvaría una ciudad grande como Nínive, salvaría
a todo aquel que se arrepiente de su pecado y cree en Él somo su Señor y Salvador.

Cristo si vino, Él si obedeció, y por su obediencia perfecta a su Padre, ahora yo te puedo


invitar a creer en Él para ser salvo, y a creer en Él para estar en comunión con Dios, estando
constantemente en su presencia, no como Jonás que buscó huir de ella.

Que el Señor les bendiga.

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