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¿Cerrar el Congreso?

, por
Enrique Bernales
“Pedir el cierre del Congreso puede tener impacto emocional, pero
carecerá de racionalidad”.

ENRIQUE BERNALESCONSTITUCIONALISTA

"Debemos dejar que el gobierno gobierne y que el Congreso haga el esfuerzo de una sana y eficaz
autocrítica".(Ilustración: Giovanni Tazza)

Enrique Bernales11.06.2018 / 11:32 pm

Durante su primer período presidencial (1963-1968), Fernando


Belaunde Terry recibió no pocas presiones de allegados que le
pedían cerrar el Congreso. Razonaban que esa sería una manera
de detener la tenaz oposición de la mayoría apro-odriista que le
dificultaba gobernar al censurar a muchos de sus ministros. No
obstante, el presidente, con cabal sentido de responsabilidad
democrática, rechazó esas peticiones que hubieran ilegitimizado
su gobierno. Fue un ejemplo histórico de cómo debe comportarse
un presidente y un gobierno que respeta la Constitución.

Han transcurrido muchos años pero no deja de llamar la atención


que sea Yonhy Lescano, precisamente un congresista de Acción
Popular (es decir, del partido que fundó Fernando Belaunde
Terry), una de las personas que más destacadamente se empeña
en pedir el cierre del Congreso y la inmediata convocatoria a
elecciones.

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Editorial: Marcha atrás

¡Tres funciones tres!, por José Ugaz

Digo que llama la atención porque la línea histórica de Acción


Popular, trazada por Fernando Belaunde Terry, se caracteriza por
su comportamiento democrático y de respeto a la Constitución.
Pero basta analizar con serenidad cómo se resolvió la crisis
política derivada de la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski a la
Presidencia de la República para concluir que la solución que
permitió una sucesión conforme a la Constitución fue la adecuada
y la de menor costo para el país.

Hoy Martín Vizcarra es el presidente constitucional a justo título y


continuará en funciones el Parlamento elegido en las elecciones
del 2016, con un mandato que termina el 2021. Es de desear que
esta continuidad sea garantía de que nuestro país va alcanzando
estabilidad democrática, hecho que es altamente positivo a pesar
de los errores que puedan detectarse tanto en el Gobierno como en
el Congreso.

Ahora bien, es notorio que el Congreso no funciona


adecuadamente. Es la consecuencia del debilitamiento extremo de
los partidos políticos que lo conforman, de la deficiente
composición de las listas de candidatos, del voto preferencial, de
una cifra repartidora que tiene años y no se ha modificado, del
doble error que contiene el artículo 90 de la Constitución (que
dispone la cámara única y el número fijo de 130 congresistas, que
no puede variar aunque la población crezca de modo continuo). Si
a ello sumamos las pobres relaciones Ejecutivo-Legislativo, que se
agravan cada vez que los gobiernos son débiles, tendremos
finalmente una imagen fidedigna de por qué funciona mal
el Congreso, sin necesidad de incurrir en odios y antis que a nada
bueno conducen.

Hay quienes dicen que la solución es cerrar el Congreso y


convocar nuevas elecciones. ¿Para qué? No veo cómo podría
esperarse una mejor composición del Congreso si las
organizaciones políticas siguen siendo las mismas, la legislatura
electoral básicamente la que actualmente está en vigencia y no se
avistan para el corto plazo modificaciones sustantivas en lo que se
refiere a partidos y al Poder Legislativo.
Así las cosas, pedir el cierre del Congreso puede tener impacto
emocional, pero carecerá de racionalidad por los siguientes
motivos:

Primero, porque generaría un fuerte vacío de poder que también


afectaría al Ejecutivo y a la gobernabilidad del país en general.
Segundo, porque el cierre del Congreso y la convocatoria a
nuevas elecciones deben hacerse no por mero voluntarismo
populista sino de acuerdo a lo que regula con extremo cuidado la
Constitución. La Carta Magna precisa requisitos como el de los dos
votos de no confianza o de censura a dos gabinetes para que el
presidente de la República pueda disolver el Congreso y
convoque nuevas elecciones (artículo 134 C).

En tercer lugar, porque de nada serviría cerrar el Congreso si no


existen nuevas condiciones. Sería probablemente una reelección
de las mismas personas que actualmente son congresistas.

¿Es qué no hemos aprendido nada de la constante declinación del


Parlamento en cada período de este ciclo democrático que vive el
Perú? Calma, pues, no hay que jugar al agravamiento de la crisis
política. Debemos dejar que el gobierno gobierne y que
el Congreso haga el esfuerzo de una sana y eficaz autocrítica.

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