Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
¿Estás lista para comenzar a manifestar todo aquello que deseas ver en tu vida?
Una de las cosas más importantes a la hora de decidir manifestar es el tomar responsabilidad de
la realidad que ya vives y entender que lo que está a tu alrededor es una creación que hiciste
consciente o inconscientemente, aunque no entiendas por qué está allí.
La creencia de que mereces ser feliz y la fe son claves a la hora de manifestar tu realidad. Una
de las limitantes más grandes que veo cuando estoy trabajando los temas de la abundancia es
la creencia inconsciente de que no mereces ser feliz o no mereces tener todo lo que deseas en el
mundo material. Esta creencia es el bloqueo más grande y está creando escasez en tu mundo
y una percepción de que el mundo en el que vives es un lugar difícil, o sea que luchas en contra
de este mundo, en lugar de fluir con él.
Uno de los primeros pasos para comenzar a trabajar con la energía de manifestación es
cuidar los pensamientos y cuestionarlos siempre. Cuida tus pensamientos porque no hay
pensamientos en vano. Cada pensamiento se materializa de alguna forma en el plano físico
e influye en tu realidad. Cuestiona todo lo que piensas.
Todo lo que ves está aquí porque de alguna forma lo escogiste, lo que implica que crees en ello
y sabes que es posible que exista porque “lo estás viendo”. Si no creyeras que algo pudiese
existir, no lo estarías viendo en tu realidad. Este concepto puede ser rechazado fácilmente por el
ego, además no es tan sencillo como “lo pienso y se hace realidad inmediatamente”, es un poco
más complejo que eso. Inclusive el sufrimiento o el dolor están aquí en esta realidad
cumpliendo un propósito.
La creación de la realidad involucra alinear años de creencias adquiridas, energía que traes de tu
pasado, percepciones sobre el mundo, condicionamientos de la sociedad y el alineamiento de la
energía colectiva. Si quieres trabajar en la abundancia lo tienes que hacer con un conjunto de
diferentes herramientas que te ayudan a cuestionar temas profundos, desde tus creencias hasta la
energía que aportas sobre esta realidad colectiva. Es un trabajo de toda la vida, estamos
limpiando, purificando y creando en cada segundo y con cada respiración.
Deseas algo, pero lo ves tan lejos de tu realidad que se manifiesta solamente en la vida de otras
personas lejanas a ti. Por ejemplo, ves lo que deseas en una revista o en la televisión en la
realidad de una actriz o un millonario y crees que es inalcanzable.
Un ejercicio que te puede ayudar en este nivel es preguntarte: ¿Qué siento cuándo veo mis
deseos en otras personas? y sobre todo, ¿Qué pienso cuándo veo esto? ¿Creo que es posible
tenerlo en mi realidad? Cuestiona tus creencias.
Ves lo que deseas como una posibilidad para ti, pero en tu corazón no crees que es
realmente posible tenerlo y por ende se manifiesta tu deseo en la vida de alguien cercano a ti.
Por ejemplo, estás deseando hace años hacer un curso de coaching, pero te falta seguridad para
lanzarte e inscribirte. Un día te llama una amiga cercana para contarte que se acaba de graduar
de Coach y está ofreciendo talleres.
Si encuentras que esto te ocurre a menudo, trabaja con afirmaciones como: Merezco ser feliz.
Soy capaz de lograr todo lo que me propongo.
Si tu energía vibra a baja frecuencia atraes más situaciones de la misma frecuencia que te harán
sentir de igual manera: “MAL”. Si tu energía vibra rápidamente atraes situaciones alegres, y
beneficiosas para ti que te harán experimentar alegría.
Con tus emociones te conectas o “enchufas” a alguna de las infinitas corrientes energéticas que
coexisten y circulan incesantemente a tu alrededor. Dichas corrientes van desde el nivel más
luminoso, ligero y brillante hasta el más oscuro, denso y pesado. La pregunta es: ¿a cuáles te
vas a “enchufar”? Es una decisión. Tu decisión.
¡Actúa! Si sientes una emoción desagradable, no te quedes en ella dejándote llevar por la inercia
de tu ego. Recuérdalo: tus emociones determinan tu vida, la dibujan, la crean.
2. Cuida tu entorno de energía tóxica: una toxina es cualquier elemento nocivo para la
salud, puede ser: comida, persona, estrés y hasta un pensamiento. Para evitar la energía
tóxica, deja de hablar de situaciones negativas, evita leer libros o textos que te
desmotiven, y procura no escuchar malas noticias.
4. Aprende a meditar y rezar: dedicar tiempo a meditar o rezar te conecta contigo misma
y con tu esencia. Cada vez que te relacionas con un ser de luz en el que crees
profundamente, aumentas tu energía.
Te vuelves más magnética cuando haces mucho menos y te relajas mucho más. Esa idea es
bastante magnética, ¿no lo crees?.Si quieres cultivar tu magnetismo, hay algunos sencillos
consejos para tener en cuenta:
1. Mantente cerca de la naturaleza: eliminas el profundo estrés de tu cuerpo, restableces
tu reloj biológico y te ayuda a ser más tierra y centrada. Si no tienes cerca espacios
naturales, trae a tu hogar plantas y piedras.
2. Abraza tu verdadera naturaleza: si eres feliz, eres mucho más magnética que
aquellas personas que se fuerzan a sí mismas a través de la vida. Si realizas -cada día-
mucho más de lo que amas, te conectas con más fuerza a la vida.
3. Descansa mucho más: duerme más y obtén mejor calidad del sueño; te sentirás más
precisa, creativa, deportiva, feliz y saludable. Algo tan sencillo como dormir en
completa oscuridad (piensa en: cortinas gruesas, no hay televisión encendida mientras
duermes o electrónicos constantemente tirando ondas) puede ayudarte a dormir
plácidamente. En este artículo puedes encontrar tips para un sueño conciliador.
4. Relájate: soy defensora del espacio de relajación y eso incluye siestas, baños, tiempo
para leer o espacio para meditar.
5. Escucha: existe esa persona que escucha y apenas habla; te pone atención
principalmente. Esta persona te cae bien, te interesa. Sabes poco de ella y es difícil
ignorarla porque su energía es diferente a la de todos los habladores. No sugiero que
dejes de hablar, pero si eres una buena oyente úsalo para aprender y hacer conexiones
mucho más profundas, escuchar historias y hacer que los demás se sientan reconocidos.
El camino de la Transformación
La vida es un flujo continuo que nos llama constantemente a la acción; nos guía día a día con
señales de cuál es el camino a seguir. A veces esta guía es como un susurro o una intuición, y
otras veces recibimos indicaciones más fuertes o rotundas.
¿Quién no ha tenido un sueño revelador, o una visión clara de cómo proceder en una
situación? Estos son ejemplos de cómo la vida se comunica con nosotras.
La vida nos invita al cambio, y para ello, nos pide cooperar con las señales de nuestro verdadero
destino.
Esta idea suena maravillosa, porque nos imaginamos que siempre comprenderemos las señales
de la vida, o que estas señales serán siempre positivas; es decir, nosotras creemos saber cuál es
ese destino, y simplemente esperamos que la vida nos impulse para llegar hasta allí…
fácilmente. Pero lamentablemente éste no es siempre el caso.
Sí, hay veces en las que todo sale de acuerdo a nuestro plan. Pero esa es la excepción y no la
regla, pues el camino de la transformación personal es también un camino de aprendizaje, y para
aprender es necesario pasar por desafíos… y esto es algo que a pocas personas les gusta.
Nuestra alma está conectada al resto del Universo y quiere crear un mundo mejor. Nos pide
evolución y nos impulsa hacia una versión más real y más completa de nosotras mismas. Sin
embargo, a nuestra personalidad (nuestro ego) no le gusta el cambio, y… ¡mucho menos si
esto implica trabajo!
Nuestra personalidad es distinta de nuestra alma y no siempre está alineada en sus intereses o
inquietudes. Por lo general, a nuestra personalidad le gusta que todo siga como está, que los
cambios ocurran mágicamente, sin esfuerzo… y que sean siempre positivos. Pero los grandes
destinos no se hicieron para holgazanes. Alcanzar lo que deseas requieren un despertar
espiritual, así como esfuerzo y dedicación.
La vida tiene grandes planes para nosotras, si aceptamos el desafío y nos animamos a la
transformación.
Si aceptamos el desafío que la vida nos propone, seguramente tendremos dudas de cómo lograr
esa evolución personal. ¿Cómo podemos distinguir las señales de la vida de las señales de
nuestra personalidad? Para poder hacerlo, es necesario conocer el proceso de transformación y
sus fases. Así estaremos preparadas para el cambio, y lograremos tener la perspectiva necesaria.
Cada una de estas fases tiene sus riesgos y las emociones más comunes que encontramos en
nuestro camino son el miedo, la culpa y la duda.
Es importante recordar que estas emociones no son tus enemigas, sino que son parte del
proceso de cambio. ¡No existe transformación sin haber sentido miedo, culpa o duda en
algún momento de tu camino!
Estas emociones te ayudan a crecer espiritualmente, así que reconoce su lugar en tu vida,
siéntelas, da gracias por su presencia… y sigue adelante.
#1 Fase la Disolución
Quizá tuvimos el mismo trabajo por muchos años y nos encantó, pero ahora… queremos algo
nuevo, algo distinto; algo más. No comprendemos por qué estamos inconformes, ya sea en
nuestro entorno, con nuestra familia, pareja, o con nuestra situación laboral.
Esta es una fase de confusión, en la que parece que nuestro presente se disuelve y no
sabemos a qué atenernos.
Si es posible, busca el apoyo de otras personas que hayan pasado por transformaciones
similares; esto te ayudará a sentirte más comprendida.
Durante esta fase surgen las emociones negativas más comunes: el miedo, la culpa y la duda.
Estas emociones nos acompañarán durante todo el proceso de cambio, y por eso vamos a
hablar de ellas de manera más profunda el día de mañana (en el próximo artículo).
#2 Fase de la Imaginación
Luego de sentir que todo se disuelve y de asumir nuestras emociones negativas, si hemos
dedicado suficiente tiempo a la introspección, veremos cómo nuestra imaginación comienza a
dibujar esbozos de nuestra nueva vida.
Tómate tiempo para sentir, meditar, hacer un collage de inspiración y, más que nada, para
comenzar a aclarar las estrategias que utilizarás más adelante para alcanzar tus nacientes deseos
y metas.
Una vez que ganes claridad en la nueva vida que está surgiendo, es hora de que estos
proyectos de vida tomen forma…
#3 Fase de la Implementación
La Fase de Implementación es una fase algo compleja, pues si no hemos ganado suficiente
claridad en la fase anterior, nos será difícil progresar y nos estancaremos, o desistiremos del
cambio.
Es importante recordar que los cambios pueden demorar meses, incluso años en algunos casos,
y que la Fase de Implementación es una fase larga; requiere de nuestra flexibilidad, tenacidad y
perseverancia, y más que nada, requiere de nuestra total confianza en la vida y en la visión de
nuestra nueva realidad, pues sólo así superaremos los desafíos que se nos seguirán presentando.
Si seguimos aplicando técnicas de auto cuidado, tenemos suficiente flexibilidad como para
aprender de nuestros errores y seguir adelante, entonces llegará el dulce momento del Vuelo.
En esta fase el despegue de nuestra realidad anterior es total… a tal punto que si miramos para
atrás, no podemos creer que hace un año estábamos viviendo con esa persona que nos hacía mal,
teníamos ese trabajo que nos deprimía, o no lográbamos la energía física y emocional que ahora
nos desborda.
En la Fase del Vuelo ¡es hora de recoger los frutos de las fases anteriores y vivir plenamente
nuestro destino!
Sin embargo, queremos recordarte que la vida es sabia y sigue fluyendo… y seguramente en
poco tiempo querrá que avances a otra realidad aún más profunda.
Por eso en la Fase del Vuelo es importante reflexionar sobre todo lo aprendido, agradecer a
la vida, y reconocer que estamos constantemente trascendiendo límites y conociéndonos
mejor.
Ahora que ya conoces las fases de transformación, tal vez pienses que solamente durante la Fase
de Disolución encontraremos emociones negativas. Pero esto no es así, pues cada una de estas
fases tiene sus riesgos.
Las emociones más comunes que encontramos en nuestro camino son el miedo, la culpa y la
duda y ahora te voy a explicar cada una con más detalle:
El miedo
Es como estar paradas al borde de un abismo, y necesitar dar un paso hacia delante…
¿podemos confiar en que todo saldrá bien?
El miedo nos impulsa hacia la inercia, a quedarnos dentro de los límites de lo conocido. Tal vez
ya estemos en la Fase de Imaginación, pero tengamos miedo a que esa nueva realidad que
imaginamos no sea posible. O que si dejamos nuestro trabajo actual, no tengamos dinero para
pagar las cuentas.
El miedo quiere que creamos que, si nosotras no nos arriesgamos, entonces no corremos
riesgo alguno. Sin embargo, a nivel de nuestra alma lo que ocurre es exactamente lo opuesto:
si no nos arriesgamos, corremos el riesgo de no lograr la transformación que tanto
necesitamos.
Quedarnos en una relación sin amor por miedo a estar solas, quedarnos en casa cuidando a la
familia cuando queremos estudiar una nueva carrera no significa no correr riesgos, significa
correr el riesgo de que nuestro sueño muera.
La culpa
Ejemplo de sentimientos de culpa son estas frases: “¿Quién soy yo para querer más?” “Ahora
que estoy haciendo ejercicio, tengo menos tiempo para mi familia y me siento mala esposa y
mala madre” “¡Me está yendo tan bien en este nuevo proyecto! Mis amigas me van a envidiar y
ya no querrán salir conmigo”.
Cuando buscamos una transformación personal estamos creando, directa o indirectamente,
una transformación en el mundo que nos rodea.
Y aunque nosotras aceptemos ese desafío, tal vez nuestros seres queridos no estén muy felices
con el cambio… y nos lo harán saber.
Tradicionalmente, el plan de nuestra sociedad para las mujeres ha sido cuidar de los demás,
cuidar de la familia, ponernos siempre en último lugar, dejar nuestras ilusiones para más
adelante… este plan funciona magníficamente si no eres tú quien se tiene que sacrificar.
Estos roles están definidos en el interés de los demás y la abnegación propia, y no
necesariamente en el interés del plan divino para nuestra alma, es bueno saber esto para no
poner a nuestra alma en segundo plano.
La duda
Este sentimiento está íntimamente relacionado al miedo, pero también está muy relacionado
a nuestra vulnerabilidad.
Aunque tengamos una buena imagen personal y una buena relación con nosotras mismas,
cuando llegan los períodos de cambio es natural dudar de nuestro valor o del valor de nuestras
ideas y proyectos.
“¿Qué pasará cuando mis colegas lean el blog que estoy preparando? ¿Y si no les gusta y se
burlan de mi a mis espaldas?” “¡Tal vez todo este esfuerzo no valga la pena, nunca voy a
terminar este proyecto!” “He esperado tanto tiempo para abrir mi negocio, ¿y si nadie quiere
comprar mis dulces?”
Cuando dudamos de nosotras mismas nos abrimos a la vulnerabilidad de nuestro ser, pues
sabemos que estamos corriendo el riesgo de no ser aceptadas como realmente somos, o
corremos el riesgo de fracasar.
En resumen: el miedo, la culpa y la duda no son tus enemigos, sino que son siempre parte del
proceso de cambio. ¡No existe transformación sin haber sentido estas emociones en algún
momento de tu camino!
Cuando sientas estos sentimientos, recuerda que te están ayudando a crecer espiritualmente:
reconoce su lugar en tu vida, siéntelos, da gracias por su presencia… y sigue adelante.