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Para Della Tsang, Shadow Falls no es sólo un campamento: es su hogar.
Como un vampiro que nunca encajó con su familia humana, es el único lugar en
el que realmente puede ser ella misma. Pero cuando un hombre nuevo y
misterioso llega al campamento, el mundo entero de Della se vuelve un caos.
Chase es un vampiro con secretos, que sabe más de lo que está diciendo.
Pero cuanto más tiempo pasa con él, más empieza a confiar en este atractivo
extraño, y más se siente atraída por él. Pero el romance es la última cosa que
quiere, como sigue diciendo a Steve, el cambiaformas huraño que no para en
tratar de ganar su corazón. Y si Della no tiene cuidado, podría tener éxito.
Cuando un nuevo caso pone a cada una de las personas que le importa en
peligro, Della decide hacer todo lo posible para salvarlos… incluso si esto
significa asociarse con Steve y Chase, cosa que la deja más confundida que nunca.
¿Con sus vidas en la línea, Della y sus amigos podrán sobrevivir, con el
corazón intacto?

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Sinopsis Capítulo 20
Índice Capítulo 21
Capítulo 1 Capítulo 22
Capítulo 2 Capítulo 23
Capítulo 3 Capítulo 24
Capítulo 4 Capítulo 25
Capítulo 5 Capítulo 26
Capítulo 6 Capítulo 27
Capítulo 7 Capítulo 28
Capítulo 8 Capítulo 29
Capítulo 9 Capítulo 30
Capítulo 10 Capítulo 31
Capítulo 11 Capítulo 32
Capítulo 12 Capítulo 33
Capítulo 13 Capítulo 34
Capítulo 14 Capítulo 35
Capítulo 15 Capítulo 36
Capítulo 16 Capítulo 37
Capítulo 17 Próximamente
Capítulo 18 Sobre la Autora
Capítulo 19 Créditos
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Traducido por HeythereDelilah1007 y Xhex
Corregido por flochi

E
l monstruo atacó en el callejón iluminado por la luz de la luna, justo
sobre Della Tsag. Incluso en la oscuridad, pudo ver sus colmillos
amarillentos, sus garras manchadas, y sus cuernos, afilados y
mortíferos. Esa cosa le recordaba a una gárgola regordeta y de tamaño gigante,
pero siendo completamente honesta, no tenía ni idea de lo que era.
No un vampiro. Demasiado fea para eso.
Tal vez un hombre lobo rabioso. Había escuchado de esos, pero nunca había
visto uno.
Intentó revisar su frente, para identificar su patrón. Todas las especies
tenían uno, y todos los sobrenaturales podían leerlos. Este, sin embargo, se movía
demasiado rápido.
La única cosa que sí sabía: Eso no había venido en paz. Los ojos rojos de
sangre, combinados con la mirada de pura maldad, eran una advertencia para
Della de sus intenciones malignas.
Dos opciones. Huir o pelear, le gritaron sus instintos. Su corazón latía con
fuerza. Sólo los cobardes huían. Respirando profundamente, tiró de la camiseta
de su pijama de Pitufos y se preparó para el ataque.
¿Una pijama de los Pitufos?
¿Qué estaba haciendo en un callejón usando…?
Las telas de araña de su mente se aclararon y vagamente se dio cuenta de la
tercera opción. Podía despertar.
Un sueño. No era real.
Pero incluso despertarse para escapar se sentía como cobardía. Della Tsang
no era una cobarde. Así que permitió que la pesadilla la arrastrara más
profundamente, y observó y esperó mientras el monstruo se agitaba acercándose.
Ella sólo tendría unos segundos.
Uno.
Dos.
Tres.
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La criatura olía a muerte. La bestia enorme apenas estaba a un pie de ella
cuando dio un salto, giró en el aire y se abalanzó hacia abajo detrás de ella. Della
no había terminado de dar la vuelta cuando la criatura se enganchó en sus
hombros. Sintió dolor en la base de su cuello, como si una garra o un colmillo
hubieran pinzado su columna vertebral. Lanzando su mano hacia atrás, enterró
sus dedos en una masa de piel que se sentía suelta, y con cada gramo de fuerza
que tenía, arrojó a la criatura por sobre su hombro.
―¡Toma eso, molesto pedazo de manteca!
Un ruido sordo hizo que Della estuviera completamente alerta. Saltando en
su cama, sintiendo el corazón latiéndole en la garganta, vio su almohada, el objeto
que acababa de confundir con un molesto Pedazo de Manteca, y había arrojado
al otro lado de la habitación, colgando medio dentro y medio fuera de su pared.
Corrección. No su pared. ¡La pared de sus padres!
Estaba en casa por un fin de semana obligatorio con los padres. ¿En casa?
Las palabras se hundieron en su mente como si fueran una astilla.
Esta ya no era su casa. Shadow Falls era su casa. El campamento/internado,
que el mundo exterior pensaba que era un lugar al que los chicos problemáticos
son enviados, pero que en realidad era un lugar al que los chicos sobrenaturales
iban para aprender a lidiar con el hecho de ser… sobrenaturales.
Kylie, Miranda, y todos sus amigos eran su familia ahora. Este lugar… miró
a su alrededor a su antigua habitación, llena de viejos recuerdos. Este era el lugar
al que venía para recordar todo lo que había perdido.
Volvió a mirar a la pared y al maldito hueco en la pared.
¡Demonios!
Controlando su respiración, intentó pensar en cómo iba a explicarles esto a
sus padres. En la pared opuesta estaba su vestidor, con un espejo pegado a él. Al
mirar hacia este, un plan surgió. Reorganizar un poco los muebles y el hueco sería
ocultado. Volvió a mirar a la almohada, y cuando movió la cabeza, un dolor
agudo surgió en la parte superior de su cuello. Justo donde ese endemoniado
monstruo la había agarrado en su sueño.
Levantó la mano para frotar la zona y sintió la fresca pegajosidad. Dándole
la vuelta a su mano, se quedó mirando fijamente a la sangre. ¿Qué demonios?
Volviendo a tocar su cuello, sintió un gran grano en la base de su cráneo.
Tal vez el grano había empezado a dolerle y la había llevado a tener ese sueño
loco. El olor de su propia sangre le recordó que no se había alimentado en dos
días. Pero traer una bolsa de sangre a casa era demasiado arriesgado.
La última vez que había venido hasta aquí, había atrapado a su mamá
hurgando entre sus cosas. Su mamá había lucido culpable y había dicho:
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―Lo siento, solo quería asegurarme que no hubiera ninguna… Tengo que
preocuparme por tu hermana.
―¿Y ya no tienes que preocuparte por mí? ―había preguntado Della. No
había importado que su mamá hubiera creído que ella estaba usando drogas, sino
que ya no se preocupara por ella, eso era lo que dolía más. Luego abandonó la
habitación antes de tener el tiempo de escuchar el corazón de su madre latiendo
junto a la mentira que estaba a punto de decir.
Empujando el pasado lejos, agarró un pañuelo de su mesita de noche para
detener el sangrado. Después de unos pocos minutos, lanzó el pañuelo a la
basura, sacó la almohada de la pared, recogió el vestidor y lo arrastró hacia el
otro lado de la habitación para lidiar con su oops inducido por el sueño.
Retrocediendo y mirando el recién instalado mueble, suspiró con alivio.
Ellos no lo sabrían nunca… o no lo sabrían por ahora. Algún día su papá lo
descubriría, y la llamaría y le diría nuevamente qué tan decepcionado se sentía
de ella. Pero el infierno y el dolor después eran mejores que el infiero y el dolor
ahora.
Levantando la mirada, se vio a sí misma en el espejo y tuvo una epifanía.
Podría ser capaz de enfrentar monstruos, en sus sueños e incluso en la vida real,
pero pensar en enfrentarse a sus padres, o volver a ver esa mirada de decepción
en sus ojos, la convertía en una niñita sin agallas.
Todos los cambios por los que había pasado desde que se había convertido
en vampiro habían sido percibidos por sus padres como formas de rebelión.
Habían creído que Della era una adolescente desagradecida e indiferente
―posiblemente usando drogas, posiblemente embarazada― y había venido a
hacer miserables sus vidas. Pero era mejor dejarlos creer eso, que creyendo que
era un monstruo.
A veces se preguntaba si lo mejor hubiera sido simplemente tomar la vía
fácil y fingir su muerte, como lo hacían la mayoría de los adolescentes en su
situación. Perder a su familia dolería como los mil demonios, ¿pero no los estaba
perdiendo de todas maneras? Día a día, poco a poco, los sentía distanciándose de
ella. Ya casi no le dirigían la palabra, y no la habían abrazado en tanto tiempo
que Della ya no podía recordar cómo se sentía eso. Y había una parte de ella que
los extrañaba tanto que quería gritarles que no era su culpa. No había pedido que
la convirtieran.
―¿Qué estás haciendo? ―La voz rompió el silencio sombrío.
Della se dio la vuelta. Con su audición extra sensible, normalmente podía
escuchar a su hermana pequeña dando vueltas en su cama. ¿Cómo se había
deslizado hasta su habitación?
―Em, nada ―respondió Della―. ¿Qué haces despierta?
―Te escuché… ―Los ojos de Marla se ampliaron―. Moviste el vestidor.
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Della volteó la mirada hacia el mueble.
―Sí, no podía dormir y simplemente… pensé en refrescar las cosas por acá.
―¡Esa cosa es pesada!
―Sí, bueno, he estado comiéndome todos los vegetales.
Marla frunció el ceño.
―Apenas y comiste algo durante la cena. Mamá está preocupada por ti. ―
No, no lo está, pensó Della.
Marla volvió a mirar a su alrededor.
―¿Le preguntaste a mamá si podías reorganizar la habitación?
―¿Por qué debería importarle? ―preguntó Della.
Marla se encogió de hombros.
―No lo sé, pero probablemente deberías haber preguntado.
Della mordió la punta de su labio, dándose cuenta que antes de ser
convertida, probablemente habría pedido permiso incluso para hacer algo así de
mundano. Punto positivo para lo que aportaba vivir en Shadow Falls. Holiday y
Burnett, los líderes del campamento, mantenían la correa bastante apretada, pero
les daban a los estudiantes suficiente espacio para ir por ahí o ahorcarse con una
cuerda. Hasta ahora, a Della no la habían colgado. O bueno, no la habían colgado
mucho. Y en los últimos seis meses, había llegado a apreciar su independencia.
Marla se acercó. Su camiseta rosada para dormir sólo le llegaba hasta la
mitad de los muslos. Della se dio cuenta que su hermana estaba cambiando,
creciendo. Catorce ahora, había perdido la mirada de niña pequeña. Su largo
cabello era más negro que el de Della. De las dos, Marla se veía más como su
padre. Más asiática. Eso debería hacer feliz a papá, pensó Della.
―¿Estás bien? ―preguntó Marla.
Antes de que Della se diera cuenta de lo que quería hacer Marla, la tocó.
Della se alejó, pero Marla la agarró del brazo.
―Estoy bien.
Marla hizo una mueca.
―Sigues siendo tan fría. Y ya no actúas como tú misma. Siempre estás
frunciendo el ceño.
¡Porque tengo hambre!
―Estoy bien. Probablemente deberías volver a la cama.
Marla no se movió.
―Quiero a mi antigua hermana de vuelta.
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Lágrimas ardieron en los ojos de Della. Una parte de Della la quería de
vuelta, también.
―Es tarde. ―Parpadeó, dispersando la debilidad acuosa. En Shadow Falls
lloraba muy raramente, pero aquí, las lágrimas llegaban más fácilmente. ¿Era
porque aquí se sentía más humana? ¿O era porque aquí se sentía como el
monstruo que ellos creerían que era si se enteraban de la verdad?
―Papá está tan preocupado por ti ―continuó Marla―. Los escuché a él y a
mamá hablando la otra noche. Él dijo que le recordabas a su hermano. Dijo que
se volvió frío y difícil. Luego murió. Tú no vas a morir, ¿no es así?
Della alejó sus emociones para digerir lo que acababa de decir Marla.
―Papá no tenía un hermano.
―Yo tampoco sabía sobre él. Así que le pregunté a mamá después, y me
dijo que papá tenía un gemelo pero este murió en un accidente de autos.
―¿Por qué nunca habla de él? ―preguntó Della.
―Sabes cómo es papá, nunca habla de las cosas que le hacen daño. De la
misma manera en la que ya no habla de ti.
El corazón de Della se apretó. Sabía que Marla no lo había dicho por ser
mala, pero demonios si las palabras no la rebanaron hasta el corazón. Quería
envolverse en una bolita patética y simplemente sollozar. Pero no podía hacer
eso. Los vampiros no eran débiles o patéticos.

Dos horas después, el sol seguía sin alzarse, y Della estaba ahí acostada, con
su cabeza en la almohada monstruo, mirando fijamente al techo. No dormir no
era inusual. Pero ahora no sólo eran las tendencias nocturnas de siempre
haciéndola trasnochar. El grano en su cuello palpitaba. Lo ignoró. Tomaría más
que un grano para hacerla ceder al dolor.
Recordó un viejo dicho que su mamá solía decirle: “Palos y piedras pueden
romper mis huesos, pero las palabras nunca llegarán a herirme”.
Su madre estaba tan equivocada.
“Sabes cómo es papá, él nunca habla de las cosas que le hacen daño. De la
misma manera en la que ya no habla de ti”. Esas palabras habían roto su corazón.
Se quedó ahí sintiendo que la noche pasaba, y luego recordó otra cosa que
Marla le había dicho. “Él dijo que le recordabas a su hermano. Dijo que se volvió
frío y difícil. Luego murió”.
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Las palabras de Marla seguían flotando en su cabeza como si fueran
importantes. Della repentinamente saltó sobre la cama cuando se dio cuenta por
qué. ¿Había querido decir frío literalmente? ¿O frío como siendo distante?
¿Podría su tío haber sido… un vampiro? ¿Fingió su propia muerte para salvar a
su familia de conocer la verdad?
La susceptibilidad a los vampiros era cosa de familia. Y sabía que su primo,
Chan, era un vampiro. Sólo que se acercaba a ser un renegado, por lo que era
difícil tener algún tipo de relación con él.
Pero el gemelo de su padre… Si era en absoluto como su padre, sería un
hombre severo, pero un hombre con principios. Seguiría tanto las reglas que se
acercaría a ser alguien autoritario. No sería un renegado. Si… era como su padre.
¿Pero cómo lo sabría? ¿Cómo podría darse cuenta cuando no sucedía nada?
Obviamente su padre no se lo contaría. Ni su mamá. Y sospechaba que Marla se
lo habría dicho si lo supiera.
Preguntas empezaron a formarse en su cabeza. ¿Cuál era su nombre?
¿Dónde habían vivido cuando él desapareció… o cuando murió? Aceptaba que
podría estar equivocada. Su tío podría estar realmente muerto.
Un recuerdo de su pasado de repente empezó a dar golpecitos dentro de su
cabeza. Un libro. Un viejo álbum de fotos. Su padre lo había sacado hace años
para mostrarles una fotografía de su abuela. Recordaba la vieja cubierta de cuero
y que su padre lo había devuelto a un cajón, debajo del gabinete lleno de licor
que había en su escritorio.
¿Seguía ahí? Y si lo hacía, ¿era posible que contuviera alguna foto del
hermano gemelo de su padre? ¿Tal vez una foto con su nombre? Se levantó,
apretando los puños. Tenía que mirar. Distinguiendo el reloj, vio que eran las
cuatro. Sus padres no estarían despiertos sino hasta las seis.
Respirando profundamente, caminó silenciosamente fuera de su
habitación, bajó las escaleras y entró en el estudio de su padre. Era su habitación,
su espacio privado. Su padre era un hombre privado.
Ella dudó y tragó un nudo de emoción. Violar su espacio se sentía mal,
¿pero cómo más iba a conseguir respuestas?
Hizo girar el pomo de la puerta y dio un paso dentro. La habitación olía
como su padre. A su loción para después de afeitar y tal vez a té caliente con
hierbas especiales, con un toque del brandy caro que le gustaba beber los
domingos. Recuerdos de ambos pasando tiempo juntos aquí se abrieron paso de
puntitas en su corazón. Él la había ayudado con cálculo sentado en ese escritorio.
Le había enseñado a jugar ajedrez con su amor por el juego, y después de eso,
por lo menos una vez por semana, la traía aquí para jugar. Usualmente la
superaba. Era bueno. Aunque sospechó que un par de veces la dejó ganar para
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hacerla feliz. Podría haber sido estricto, incluso autoritario, pero la amaba.
¿Quién habría pensado que su amor sería tan condicional?
Ya no había más juegos. Ni más tiempo de padre e hija. Pero tal vez, sólo tal
vez, si estaba en lo correcto, quizá encontrara un hombre que fuera tan bueno
como su padre. Un hombre capaz de entender las dificultades a las que se
enfrentaba. Un hombre que pudiera cuidar de ella ahora que su padre le había
dado la espalda.
Se arrodilló frente al gabinete. Si recordaba bien, el libro estaba detrás del
brandy favorito de su padre. Sacó el brandy y llegó más profundo en el gabinete.
Cuando su mano dio con la lisa y seca sensación del cuero viejo, el latido de su
corazón se aceleró un poco.
Lo sacó, se sentó en el piso y lo abrió en su regazo. Necesitaba una luz para
ver las fotos. Recordó que su papá solía tener una linterna en su escritorio por si
se iba la luz. Se puso de pie y abrió el cajón silenciosamente.
Encontró la linterna, pero fue lo otro que halló en el cajón lo que le robó el
aliento: una foto de ella y su padre jugando ajedrez en un torneo. Hubo un tiempo
en que él la había mantenido en el estante. Miró hacia el librero donde la imagen
había descansado una vez. El lugar estaba tan vacío como ella se sentía.
De pronto, más decidida que nunca a encontrar a su tío, regresó al suelo.
Trajo el libro a su regazo y lo abrió. Encendió la linterna y alumbró el libro.
Las fotos eran viejas, desvanecidas e incluso con la luz, tuvo que entrecerrar los
ojos para verlas.
Mezcladas dentro del libro estaban algunas fotos viejas de la familia de su
madre. Continuó hojeando el álbum, pasando las páginas con cuidado, viendo
rostros que de alguna forma parecían familiares incluso si no los conocía. En las
formas de las caras, o en los cortes de las barbillas, veía trozos de sus padres y
trozos de sí misma en estas personas.
Casi al final, se encontró con una foto de su abuela y su papá con otro chico
que se parecía a él. Quitó la hoja de plástico, y con cuidado sacó la foto. Delgada
por el tiempo, se sentía como si fuera a romperse. Contuvo la respiración y
suavemente la quitó del álbum, rezando para que en la parte de atrás encontrara
nombres. Cuando la giró vio la escritura. Su corazón se detuvo en medio latido
mientras leía: Feng y Chao Tsang con mamá. El nombre de su padre era Chao. Feng
debe haber sido el nombre de su tío. La foto parecía haber sido tomada en
Houston, lo que significaba que su tío debió haber estado aquí cuando fue
convertido… o asesinado. Pero si realmente había sido convertido, todavía
podría estar aquí.
En Houston. O por lo menos en Estados Unidos.
Cuidadosamente, guardó la imagen dentro del bolsillo de su pijama.
Mientras ponía el libro a un lado, vio otra foto escondida en la parte de atrás de
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la contraportada. La sacó. Era de un grupo de niños, dos chicos y dos chicas. La
imagen estaba granulada, pero cuando miró más de cerca creyó que era su padre,
su gemelo y dos niñas. Una de ellas lucía como su tía. Le dio vuelta a la foto, pero
no había nombres en esta. Devolviendo la imagen, colocó el libro, y estaba
acomodando el brandy en el gabinete cuando la luz en la habitación se encendió.
―¡Mierda! ―murmuró y se giró, completamente sorprendida por segunda
vez esta noche de que alguien se le acercara. ¿Qué estaba pasando con su
audición? Esperaba, o más bien deseaba, que fuera Marla otra vez, pero sus
deseos fueron en vano.
Su padre, con enojo en sus ojos, la miró.
―Así que ahora has recurrido a robar el brandy de tu padre, ¿no?
Podría haber manejado su ira, incluso su acusación. Era la decepción en sus
ojos lo que la hacía querer salir corriendo por la ventana. Ansiaba apartarse de él
y esta vida que una vez amó pero que ahora había perdido.
No lo hizo. Hizo lo que siempre hacía con sus padres. Ponerse de pie y
simplemente dejarlos pensar lo peor de ella, porque la verdad podría herirlos
más.

―Llegaste temprano ―dijo Burnett, reuniéndose con ella justo después de


que diera un paso a través de la puerta principal de Shadow Falls luego de ser
dejada por su madre. Su madre, que no había hablado ni una vez en el viaje. No
es que le hubieran dicho mucho antes de dejarla. Y no es que fuera nada nuevo.
Era la misma vieja letanía.
―Sí ―dijo, sin querer hablar. O al menos, no quería hablar con él. No sólo
porque Burnett era el líder del campamento, sino porque trabajaba para el FRU
(Unidad de investigación Fallen) una parte del FBI que supervisaba a la
comunidad sobrenatural. Un trabajo que la propia Della quería. Un trabajo en el
que sabía que sería buena, a pesar de lo vulnerable que se sentía en este momento.
Ya había tenido un trabajo, y esperaba por otra oportunidad. Así que parecer
débil enfrente de Burnett no sería prudente. Sabía lo que quería y necesitaba ver
en este momento… a un cierto cambiaformas que siempre decía lo correcto pero
lo más probable era, que no estuviera aquí todavía.
―¿Hay algo malo? ―preguntó Burnett, sus pisadas alcanzaron las de ella
en su ritmo rápido y furioso.
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―No ―mintió, sin importarle que él pudiera oír su corazón acelerarse con
la mentira o no. O infiernos, quizá su corazón estaba demasiado roto como para
ser leído. De seguro se sentía como si lo estuviera.
―Della, detente y háblame ―dijo Burnett, usando su tono autoritario.
―¿De qué? ―preguntó Della, usando su tono de irritación. Había estado
besando traseros todo el fin de semana, y no tenía la paciencia para ser
interrogada por el líder del campamento en estos momentos.
De repente, Holiday, la otra líder del campamento y la esposa de Burnett,
llegó tambaleándose, con su vientre hinchado con un niño.
―¿Qué sucede?
―Nada malo, simplemente quiero ir a mi cabaña.
―Llegaste temprano ―dijo Holiday.
―¿Es un crimen? ¿Quieres que me vaya y regrese en cuatro horas? Porque
puedo.
―No, lo que queremos es que nos digas qué está mal ―dijo Burnett furioso.
―No hay ni una maldita cosa mal ―insistió Della.
―Entonces, ¿por qué estás llorando? ―preguntó Holiday.
¿Estaba llorando? Extendió la mano y sintió la humedad en su rostro.
―Alergias ―espetó.
Burnett gimió de pura frustración.
―No me mientas…
―Vamos a calmarnos. ―Holiday tocó a su autoritario vampiro en el
antebrazo. Increíble como con un solo toque de la fae y Burnett se desinflaba. Por
supuesto, el toque de un fae podía ser ultra persuasivo, pero Della imaginaba que
era más su amor por Holiday lo que mantenía al hombre en línea que sus
poderes.
―Todo está bien. ―Della apretó las muelas cuando vio la expresión de
empatía de Holiday. Della odiaba esa mirada.
―Pero ―continuó Holiday―, si necesitas cualquier cosa, sabes que puedes
decirme. ―Se acercó y puso una mano sobre el brazo de Della. El calor, la calma
que fluyó de su toque tranquilizó las emociones de Della. Pero no lo suficiente.
Nada podía alejarlos.
―Gracias ―dijo, y salió corriendo antes de que Burnett decidiera discutir
con su esposa embarazada. Antes de que Burnett viera aún más la debilidad de
Della y decidiera que no era capaz de trabajar para los casos del FRU.
―Recuerda, estamos aquí si nos necesitas… ―Las palabras de Holiday se
volvieron música de fondo para Della mientras se iba.
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Lo único que Della necesitaba era que la dejaran sola. Corrió más rápido,
sintiendo su sangre acelerarse mientras sus pies empezaban lentamente a
empujar el suelo y estaba medio corriendo, medio volando. A propósito no
aceleró hasta pleno vuelo; el golpe de sus pies en el suelo se sentía como la
liberación que tanto necesitaba. No importaba que con cada golpe de su pie en la
tierra, su cabeza palpitara. Y su corazón doliera más.
Al llegar a la bifurcación en el sendero que llevaba a su cabaña, decidió no
tomarlo. No había terminado de gastar las emociones reprimidas que zumbaban
en su interior. Dejó caer su mochila al lado de un árbol para recogerlo más tarde
y se dirigió al norte por el bosque, golpeando algunas ramitas e incluso algunas
ramas con la parte de atrás de sus antebrazos.
Llegó al final de la propiedad, y casi saltó la valla, pero sabiendo que la
alarma sonaría y traería a Burnett pisándole los talones, se giró y se dirigió hacia
el este. Dio vuelta a la propiedad dos veces, y estaba a punto de tomar el sendero
que la llevaba a su cabaña cuando lo escuchó. El golpeteo de otra serie de pasos.
Pasos que venían detrás de ella. Directo a ella.
Una minúscula cantidad de alivio vino con el conocimiento de que su
audición estaba de nuevo en funcionamiento. Se concentró en la dirección en que
venía el sonido. No podía ver al dueño de esos pasos debido a la espesura de los
árboles. Levantó la nariz en el aire muy ligeramente. La esencia era de un
vampiro. Pero no la de un vampiro de Shadow Falls. Lo habría reconocido si así
fuera.
¿Era un intruso? ¿Algún vampiro solitario que quería causarle problemas a
Shadow Falls? Instantáneamente sintió el territorialismo de proteger el único
hogar que tenía, sintió sus colmillos bajar. El pensamiento de enfrentarse a algún
cabrón envió un estremecimiento a través de ella. En su estado de ánimo, se
sentiría bien patear el trasero de alguien. Especialmente el trasero de alguien de
quien no se sintiera culpable por patear.
El sonido de los pasos vaciló. ¿La habían escuchado? ¿Olido? Cuando el
sonido de los pasos de repente se desvaneció como si huyeran de ella en lugar de
ir en su dirección, sabía que había estado en lo cierto.
―Corre lo más rápido que puedas ―murmuró―. Sólo harás que sea más
divertido. ¡Pero voy a atraparte! ―Entró en modo vampiro completo, volando
sobre las copas de los árboles para atrapar a su presa. Mientras que corriendo
usaba músculos, volando usaba un tipo diferente de energía. Cada músculo en
su cuerpo tenía que estar contraído y enfocado.
El terreno debajo de ella perdió definición por la velocidad vertiginosa en
que se movía.
De repente, se dio cuenta que el intruso había dejado de correr y se estaba
ocultando. ¿Era estúpido el vampiro? ¿El renegado no sabía que ella era un
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vampiro y que podía olfatearlo? Aterrizó en un claro junto al lago. El olor
provenía de los bosques, justo detrás de los árboles.
Se le ocurrió el pensamiento de que Burnett estaría furioso en cualquier
segundo. El renegado tenía que haber saltado la valla. La alarma estaba sonando
sin duda.
Sólo esperaba atrapar primero al intruso, tal vez incluso tener el problema
completamente contenido antes de que el líder del campamento apareciera.
Después de ser atrapada llorando, le gustaría demostrarle a Burnett que no era
un mequetrefe. Probarle que era capaz de ayudar con otros casos.
―Puedo olerte ―gritó―. Sólo sal y facilítate las cosas. ―Mira, ella era
razonable―. O no salgas. Y entraré y atraparé tu trasero.
Dio un paso más cerca de la línea de los árboles, observando, esperando por
un ataque.
Podía jurar que escuchó el chasquido de una ramita. Dio un paso adelante,
dejándose guiar por su nariz. Cuanto más se acercaba, el aroma del vampiro se
volvía familiar. No… un miembro de Shadow Falls, pero esta no era la primera
vez que inhalaba esta misma esencia. Tenía el aroma en su banco sensorial. Una
sensación de recelo tiraba de su pecho. Una sensación de que dondequiera,
cuando fuera, que se cruzara con este vampiro antes, no había sido buena.
El pelo se le erizó en la nuca. Su dolor de cabeza regresó. Siguió adelante,
viendo una espesa mancha en la maleza. Sus instintos le decían que el intruso se
escondía allí. Un poco asustada por el negativo deja vu, respiró hondo, dándole
a Burnett un segundo más para aparecer.
De repente, dándose cuenta de que su pausa era un signo seguro de
debilidad, se lanzó hacia adelante, aterrizando en medio de la maleza, gruñendo.
Nada salió. Pero vio algo en medio de las espinas.
Una pieza de algodón azul. Una camisa. ¿El canalla se había quitado la
camisa para desviarla con el aroma?
Sí, lo había hecho. Desafortunadamente, había funcionado. Levantó la cara
al aire para encontrar otro rastro. La esencia la golpeó al mismo tiempo que la
voz. Justo detrás de ella.
―¿Me estabas buscando?
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Traducido por HeythereDelilah1007 y Gemma.Santolaria
Corregido por flochi

D
ella se giró, sintiendo sus colmillos extendiéndose más. Un chico
de cabello oscuro y ojos de un verde muy pálido estaba parado a
unos cuantos metros de distancia. Estaba usando unos jeans y una
camiseta, probablemente la camiseta de debajo a la que había dejado en el
arbusto. Su mirada bajó suavemente por la camiseta de algodón blanco puesta
apretadamente sobre un pecho musculoso y hombros amplios. No es que su pecho
y sus hombros importaran, se recordó a sí misma, y devolvió sus ojos a la cara de
él.
Había estado segura que él tenía esencia de vampiro, pero el hecho de que
sus colmillos no se estuvieran extendiendo y que la situación no hubiera
coloreado sus ojos la tenía examinando su frente, en busca de su patrón.
Definitivamente vampiro. Lo vio buscando el patrón en su propio rostro,
también. Pero él seguía sin reaccionar ante la situación actual.
¿No sabía lo suficiente como para estar asustado?
―Estas entrando ilegalmente en el terreno de Shadow Falls ―le gruñó.
Él enarcó una ceja hacia ella.
―¿Eso crees?
Su comportamiento de sabelotodo fue la gota que derramó el vaso y saltó
hacia delante, dándole a su pecho musculoso un buen empujón. Él aterrizó sobre
su trasero. Con fuerza. La impresión llenó su expresión.
Satisfecha, inclinó su cabeza hacia un costado.
―Sí, eso creo.
Él se levantó de golpe, voló a través de los metros que los separaban y
aterrizó a pocos centímetros de ella. Se inclinó hacia abajo y pegó su cara a la de
ella.
―Eres peleonera para ser tan pequeñita, ¿no crees?
Tenía que darle crédito por su valentía. O tal vez su estupidez. Claro, era
una cabeza más grande que ella.
No es como si su tamaño la intimidara.
Y para probarlo, intentó volver a darle un empujón, pero él la atrapó. Sus
dedos se enrollaron en las muñecas de ella como pinzas de presión. Intentó
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alejarse pero la mantuvo quieta. Sus ojos brillaban y pudo ver un toque de sus
colmillos apareciendo bajo su labio superior.
Bien. Al menos ahora él sabía que ella iba en serio.
―¡Libérame! ―dijo furiosa.
Cuando no lo hizo instantáneamente, pasó a su modo de ataque completo.
Balanceó su rodilla hacia arriba para aplastarle las bolas. Él liberó una de sus
manos para atrapar su rodilla ascendiente. Que era lo que ella había estado
esperando desde el principio. No le agradaba estar tan cerca de los genitales de
nadie, especialmente de los de alguien a quien no conocía. Lo agarró del brazo y
lo lanzó a casi seis metros en el aire. A pesar de haber sido atrapado con la
guardia baja, él aterrizó sobre sus pies, con sus colmillos ahora completamente
extendidos y sus ojos de un amarillo brillante.
―¿Qué es lo que intentas probar? ―le preguntó, moviéndose hacia ella sin
demostrar ni un gramo de miedo.
Que tengo lo que se necesita para ser una agente del FRU.
―Que basura como tú no pertenece a la propiedad de Shadow Falls ―le
dijo, y se balanceó desde las plantas de sus pies a sus talones, su plan era atacar
hacia el frente de nuevo. Sólo que esta vez iba por sangre.
―¡Detente, Della! ―le ordenó una voz profunda desde atrás.
Reconoció la voz instantáneamente.
―¿Por qué te demoraste tanto? Me encontré con este renegado entrando
ilegalmente ―le dijo, lanzándole a Burnett una rápida mirada hacia atrás, feliz
de que él hubiera tenido la oportunidad de verla en acción.
―¿Te molestaste en preguntar si estaba aquí ilegalmente? ―espetó Burnett.
―Algo así. ―¡Santa mierda! Della se estremeció con el conocimiento de que
podría sonar como si hubiera metido la pata.
La mirada de acero de Burnett salió disparada hacia el otro vampiro.
―¿Le dijiste que no te habías colado ilegalmente?
¿Así que este chico era un nuevo estudiante? Ella no preguntó, porque eso
era lo único que tenía algún sentido.
―¿Lo hiciste? ―repitió la pregunta Burnett.
El pedazo de mierda no ilegal se encogió de hombros.
―Algo así.
Burnett levantó las manos con exasperación.
―Entonces supongo que ambos tienen la culpa de empezar esta mierda
―dijo echando humo―. ¿Puedo confiar en ustedes lo suficiente como para
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regresar a lo que estaba haciendo, o necesito quedarme a hacer de niñera? ―Su
mirada iba del chico de cabello castaño a ella.
Della frunció el ceño, sólo dispuesta a aceptar parte de la culpa por esto.
Miró fijamente al líder del campamento.
―Debieron haberme dicho que había alguien nuevo en las instalaciones.
―Te lo habría dicho si no hubieras salido corriendo. ―Y con eso, Burnett
se fue.
Ella se giró y afrontó al recién llegado. Algo parecido a una disculpa
descansaba en la punta de su lengua, pero entonces recordó esa sensación, el
sentimiento de que ya lo conocía. Inhalando, ahora sabía que su esencia había
quedado para siempre grabada en su banco sensorial. Pero, ¿de dónde? ¿Y por
qué su esencia despertaba sentimientos negativos en ella?
Casi le preguntó si ya se conocían, pero de repente ya no se sentía con ganas
de hablarle al tipo al que había querido partirle el trasero hacia sólo unos
minutos. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y empezó a caminar hacia su
cabaña.
―Un placer conocerte ―le dijo en su tono de sabelotodo.
Ella no se dio la vuelta, o dijo una palabra, pero si mandó su mano hacia
atrás para darle el saludo del tercer dedo.
Su risa sólo consiguió enojarla más.

Della fue directamente a la cama, su cabeza todavía adolorida por la visita


a su familia. A pesar de pensar que no lo haría, se las arregló para dormir.
Seguiría estando dormida si Kylie y Miranda no hubieran llegado y empezado a
golpear la puerta. ¿Qué parte de que los vampiros dormían mejor durante el día
no entendían? Por otra parte, ella también tenía muchas ganas de verlas. Mientras
tuviera a sus amigas, a quién le importa lo que sus padres pensaran de ella. ¿No
es cierto?
―Ya voy ―dijo cuando empezaron a golpear de nuevo.
Abrió la puerta y Kylie y Miranda se apresuraron a abrazarla. Sin abrazos,
quiso insistir. En vez de eso, rodó los ojos y las dejó sacarlo de sus sistemas. Y
demonios si no sacaba un poco de placer al hacerlo, también.
―¿Por qué no nos llamaste? ―preguntó Kylie, la preocupación llenando
sus ojos y su voz. La rubia, un camaleón, era un sobrenatural extraño que podía
transformarse en seres de diferentes especies. Además de eso, Kylie era una
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protectora, significando que no era capaz de protegerse a sí misma, pero si
cualquiera intentaba herir a alguien que le importaba, sus poderes eran
fenomenales. Principalmente fenomenales.
―Porque mi teléfono murió y olvidé llevar mi cargador ―explicó Della.
―Pero tú nunca olvidas nada ―dijo Miranda, la bruja.
Miranda tenía razón. A Della no se le olvidaban las cosas. ¿Qué estaba mal
con ella? Había estado como ida la semana anterior. Llevó su mano a su espalda
y tocó el grano que había traído las pesadillas extrañas. Casi había desaparecido.
Bien.
Dándose cuenta que ambas la estaban mirando fijamente, hizo una mueca.
―Entonces dispárenme por haber olvidado algo por una vez.
Kylie suspiró.
―Sólo estábamos preocupadas. ¿Qué tan malo fue?
―¿Te volvieron a pedir que te hicieras una prueba de embarazo?
―preguntó Miranda.
―No. ―Della suspiró―. Pero necesito una Coca Cola de dieta si voy a
escupir todo. ―Miró fijamente a su refrigerador―. ¿Cómo estuvo su fin de
semana?
―Yo también necesitaré una Coca Cola de dieta ―dijo Miranda―. Juro que
mi mamá es la P con erra más grande del mundo. Todo de lo que podía hablar
era de la hija de su amigo que había ganado todas las competencias Wicca. Por
favor, no quiero ganar esos estúpidos concursos. Y qué si la Linda señorita Suzie
puede transformar un saltamontes en una luciérnaga. Me alegra ser disléxica.
Della acababa de agarrar tres sodas dietéticas del refrigerador cuando
escuchó que el corazón de la pequeña bruja palpitaba por la mentira. Apretando
sus dientes, Della luchó contra la necesidad de aplastar una lata hasta que
explotara. La enojaba por completo que Miranda deseara con tantas ganas
complacer a su madre. Deseaba que Miranda le dijera a su madre que saliera
volando por el trasero de una escoba.
Demonios, a Della ni siquiera le molestaría hacerlo en su lugar. Una cosa
era tener padres que estaban decepcionados de ti porque eras un vampiro, pero
otra cosa era tener una mamá que pensaba que realmente apestabas. Della había
escuchado las conversaciones entre Miranda y su mamá en casi todas las
reuniones con los padres, y algunas veces Della no deseaba nada más que ir con
su fuerza de vampiro sobre el trasero de la bruja y enseñarle algunas lecciones.
¿No podía ver la madre de Miranda lo mucho que su hija quería su
aprobación? Y considerando que Miranda era disléxica, necesitaba aprender a
manejar sus poderes muy bien. Demonios, no había transformado a nadie en un
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zorrillo o en un canguro por accidente en casi un mes. Y para Miranda, eso era
muy bueno.
Della le pasó a Kylie un refresco.
―¿Cómo estuvo tu fin de semana?
―No terrible. ―Kylie abrió su lata.
El leve sonido efervescente llenó la habitación. Extrañamente, Della había
empezado a asociar ese sonido con sus discusiones de mesa redonda, las cuales
siempre aliviaban un poso de negatividad que pesaba sobre sus hombros. El
sonido espumoso y burbujeante aliviaba el estrés. Representaba amigos que, a
pesar que conocían sus hábitos para dormir o abrazar, la querían.
―¿Ya le dijiste que puedes volverte invisible? ―le preguntó Della a Kylie.
El camaleón realmente le había dicho a su mamá que era sólo en parte humana,
simplemente no le había contado todavía todas las cosas geniales que podía
hacer.
―No, me temo que enloquecería si le dijera ―dijo Kylie―. Es casi como
decirle a un niño de dónde vienen los bebés, tienes que ir despacio.
Della se rió.
―Sabes, de hecho vi un programa sobre el nacimiento de los bebés. Fue
como uno de esos accidentes que no quieres ver, pero no puedes apartar la
mirada. ―Della le pasó a Miranda su lata de refresco, luego abrió la suya propia.
Dejando que el sonido burbujeante le llenara los sentidos, se dejó caer en una silla
mientras sus dos mejores amigas hacían lo mismo. La mesa redonda de
discusiones con refrescos dietéticos era una parte normal de sus vidas. Una parte
que Della necesitaba más de lo que le gustaría. Se había apegado a sus
compañeras, mucho. Lo cual era peligroso porque, enfrentémoslo, si tus padres
podían darte la espalda, tus amigas podían hacer lo mismo.
Kylie le dio vueltas a la lata en su mano.
―Las extrañé todo el fin de semana.
―No extrañó a Lucas. ―Miranda abrió su Coca Cola y se meció en su silla.
La pequeña bruja siempre se regodeaba con emoción cuando podía contar un
chisme. No es que Della no confiara en Miranda. Las tres tenían un pacto. Lo que
pasaba en la Mesa Redonda del Refresco Dietético se quedaba ahí.
―Su mamá dejó que Lucas fuera con ella ―dijo Miranda, y chilló un poco.
Della volteó a mirar a Kylie.
―¿Lo hizo? ¿Te forzó a leer diez panfletos sobre cómo no quedar
embarazada antes de que él llegara?
Kylie sonrió.
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―Sólo uno. ¿Sabías que alrededor del cincuenta por ciento de las madres
adolescentes tienen un diploma del instituto? ¿Y que los hijos de madres
adolescentes tienen una mayor probabilidad de tener menos logros académicos
y de abandonar la preparatoria, tienen más problemas de salud, y mayor
tendencia a ser encarcelados durante su adolescencia? ―Sonrió―. Al menos, esta
vez no trataba de condones.
Volvieron a reírse, algo que hacían un montón en estas reuniones.
―¿Te dejó salir con él, en una cita cita?
―No, salimos a comer con mi mamá, y luego Lucas y yo fuimos a mi
habitación a hablar.
―Apuesto a que hablaron. El lenguaje de las lenguas ―molestó Della, y se
pasó la lengua por los labios. Kylie y Lucas eran una verdadera pareja, lo que
significaba que habían completado el asunto. No es como si Kylie hablara de eso.
Bueno, nada distinto a decir que era maravilloso. Della podía comprender por
qué no quería compartir. En serio, el sexo era… embarazoso.
Y a veces maravilloso. Por un segundo, recordó cómo habían ido las cosas
con su exnovio Lee. Luego recordó lo cerca que las cosas habían llegado de ser
maravillosas con Steve, el sexy sureño cambiaformas. Gracias a Dios había
recapacitado antes de seguir por ese camino.
―Está bien, lo has evitado el tiempo suficiente, cuéntanos ―le dijo Miranda
a Della.
Della frunció el ceño. Decir lo que sentía no era su cosa favorita para hacer.
Aunque siempre terminaba de manera catártica, también se sentía un poco como
quejarse, y un poco como ser desleal. Desleal con sus padres. La lealtad había
sido cultivada en ella por su padre.
Recordó las fotos que había encontrado en el álbum de fotos. Y ahí fue
cuando recordó que había dejado la mochila con la foto en el bosque.
―¡Mierda! ―Della saltó.
―¿Qué? ―preguntó Kylie.
―Dejé mi mochila en el sendero.
―No, no lo hiciste ―dijo Miranda―. La dejaste en el porche principal. Yo
la metí. Está en el sofá.
―Burnett debe haberla encontrado y… ―Luego se le ocurrió a Della. ¿Y
qué si no lo había hecho Burnett? ¿Y si lo había hecho el vampiro no bueno? Él
no sabía cuál era su cabaña, pero podía haber seguido su esencia.
¿Había revisado sus cosas? La posibilidad de él escarbando en su mochila
la molestaba infinitamente. Y no era sólo por sus sostenes acolchados, sino por la
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foto. Si la había doblado o… Oh, demonios, ¿por qué había sido tan descuidada
con la mochila para empezar? Oh, sí, había estado hecha un desastre emocional.
―¿Qué pasa? ―preguntó Kylie, leyendo obviamente el humor de Della.
De repente, súper sospechosa, Della dio un giro en el aire sobre la mesa en
la sala y agarró la maleta.
―Hay un chico nuevo aquí. Puede haber sido el que me trajo esto.
―Sí ―dijo Kylie―. Lucas me dijo que se apareció por aquí el sábado
después de que nos fuimos. Es un vampiro.
Della hizo una mueca.
―¡Es un idiota!
―¿Por qué es un idiota? ―preguntó Miranda―. Si encontró tu mochila y te
la trajo, ¿cuál es el problema?
―Él pudo haber buscado a través de mis cosas ―dijo Della, sin creer que
no lo entendieran. ¿Quién quería a un hombre jugando con su ropa interior o su
pijama de los Pitufos?
Tiró de la bolsa hacia su nariz y la olió.
―¡Maldición! ¡Su aroma está sobre toda ella!
―¿Ya lo conociste? ―preguntó Kylie.
―Sí, lo conocí. Burnett no se cuidó de informarme que teníamos un nuevo
estudiante a bordo, y cuando lo encontré pensé que era un intruso renegado.
―¡Oh, Dios! ―Miranda se rió―. ¿Le pateaste el culo?
―Estaba en el proceso de patearlo cuando Burnett apareció.
―¿Es guapo? ―preguntó Miranda―. No es que esté buscando… Bueno,
puede que mire, pero no toque. ―Se rió de nuevo.
―Te lo dije, es un idiota. ―En ese momento, la imagen de él caminando sin
camisa llenó la mente de Della. Abrió su bolsa, en busca de la fotografía de su
abuela con su padre y su hermano.
―¿Todo esto de la bolsa es una estrategia para no tener que hablar de tu fin
de semana? ―preguntó Miranda.
―No ―dijo Della―. Sólo quiero asegurarme que…
Bajó la cremallera de la bolsa, buscando el pequeño sobre blanco que había
colocado cuidadosamente entre su ropa interior y su pijama. ¡No estaba allí!
Empezó a tirar todo fuera. Incluso volvió la mochila del revés y la sacudió,
rezando para que revoloteara. Nada revoloteó. No había foto.
―¡Nooo! ―murmuró, pensando que nunca la recuperaría. Probablemente
era la única foto que su padre tenía de su hermano, también. No podía haberla
perdido. Su padre la mataría.
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No, no lo haría, el pensamiento la golpeó. Solo estaría aún más decepcionado.
―Esto no puede estar pasando ―dijo Della.
―¿Qué no puede estar pasando? ―preguntó Kylie.
―Se la llevó. ¿Por qué demonios la habrá tomado?
―¿Tomar qué? ―preguntó Kylie.
Della no respondió. Tenía que encontrar a ese pedazo de mierda y encontrar
la foto de su padre. Desapareció fuera de la habitación.
Cuando entró en modo vuelo completamente se dio cuenta que no estaba
sola. Kylie se había transformado en vampiro y estaba surcando el viento a su
lado.
―¿Qué tomó? ―preguntó, su cabello volando alrededor de su cara.
―Una foto ―dijo Della, buscando por el terreno debajo de ella al sucio y
pequeño ladrón―. Una vieja foto que pertenece a mi papá. Te lo juro, si siquiera
ha manoseado una esquina de esa fotografía, voy a…
―¿Por qué tomaría tu foto?
―No lo sé, pero lo voy a averiguar. Y puede que no quieras ser parte de
esto. Porque si tengo que hacerlo, le sacaré las respuestas a golpes.
―No puedes…
―Mírame ―espetó. Luego su sangre empezó a encenderse a modo vampiro
completo cuando vio al chico caminando por el bosque.

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Traducido por HeythereDelilah1007 y Gemma.Santolaria
Corregido por Nanis

C
uando los pies de Della golpearon la tierra, la cabeza del vampiro
ladrón salió disparada hacia arriba. Della había aterrizado como a
dos metros de él. Kylie, la eterna pacifista, se puso entre ellos.
―¿Dónde está? ―preguntó Della, apretando y relajando las manos e
inclinándose hacia la derecha para ver a su víctima potencial más allá de Kylie.
El vampiro se enfocó en Kylie por un momento, leyendo su patrón. Dado
que ella se había transformado en un vampiro no parecía muy preocupado. Justo
entonces, Della casi espero a que el bastardo la atacara para que entonces Kylie
entrara en su modo protector. Entre las dos podrían mangonear su trasero
vampírico como si él fuera una ardilla muerta.
Devolvió sus ojos a Della.
―Bueno, mira nada más, la niña Pitufo ha regresado. Por lo menos tu ropa
interior no tiene personajes de Disney en ella.
La presión sanguínea de Della se elevó un poco, o tal vez mucho.
―¿Qué? ¿Te deleita ponerte a manosear las bragas de una chica? Pervertido
―le gruñó Della, bajo y mortíferamente. Dio un paso adelante, intentando pero
siendo incapaz de ir más allá de Kylie, y miró fijamente al chico―. ¿Dónde está?
―preguntó por última vez.
Más le valía decir la verdad, o las cosas se iban a poner sucias.
Kylie miró a Della y levantó su mano como diciendo “cálmate”. Ella no
podía calmarse. El chico le había robado la fotografía de su papá. El hecho de que
Della la hubiera robado también no venía al caso.
―¿Estás hablando de esto? ―El sabelotodo sacó un sobre doblado de su
bolsillo trasero.
Ella se lo arrebató de la mano.
―¿Por qué lo tomaste? ―Lo abrió para estar segura que no había roto o
dañado la foto. Se veía ilesa. Alivio le llenó el pecho.
―Iba a ir a devolvértela. Cuando encontré la mochila, miré dentro para ver
de quién era. La dejé en tu porche. No fue hasta que estaba regresando que vi el
sobre en el piso justo al lado de donde había abierto tu mochila, y cuando miré,
me di cuenta que debía de haberse salido.
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―Mentiroso ―lo acusó, a pesar de que su corazón no revelaba que sus
palabras fueran falsas. Se movió alrededor de Kylie con rapidez.
―Tranquilízate ―dijo Kylie, moviéndose entre ellos de nuevo y dándole a
Della una mirada suplicante―. Tienes la fotografía de vuelta ―dijo Kylie―. Y
me fijé en el latido de su corazón. Estaba diciendo la verdad sobre estar
regresando a devolvértela.
Duh, Della ya sabía eso, pero le faltaba algo a la historia y olía gato
encerrado.
―¿Cómo es que siquiera sabías que era mi mochila si no habías visto la foto
con mi apellido…? Espera, ¿cómo es que siquiera sabes mi nombre?
El chico le sonrió a Kylie, y luego frunció el ceño sobre su hombro hacia
Della.
―El Sr. James se refirió a ti con el nombre de Della. Y tu mami escribió tu
nombre en la etiqueta que hay dentro de tu mochila. Probablemente cuando te
estaba empacando tu pijama de Pitufos.
Della apretó los dientes. Pero oh, Señor, quería ponerse psicópata sobre su
trasero. No podía recordar haber visto la etiqueta con su nombre, pero eso sonaba
como algo que su madre haría. O habría hecho si se interesara por ella. Pero él
podría apostar que iba a revisarlo.
―Está bien, vámonos ―dijo Kylie―. Tenemos lo que vinimos a buscar.
No, ella no lo tenía. Quería un kilo de carne. Se volvió a moverse alrededor
de Kylie con rapidez de nuevo, se quedó parada a unos cuantos centímetros del
chico, y se inclinó a olfatearlo de nuevo, largamente.
―¿Ya nos habíamos conocido?
Él se metió las manos en los jeans y se recostó sobre los talones de sus tenis.
―Dios, ya se te olvidó. Soy el tipo con el que intentaste empezar una pelea
en el bosque.
―¡Ya sé eso, Idiota! Me refería a antes de eso.
Él inhaló profundamente, como si estuviera comprobando su esencia.
―No lo creo.
Escuchó el latido de su corazón. No se aceleraba con una mentira. Pero
había escuchado que había algunos vampiros capaces de controlar eso, o que eran
mentirosos patológicos, cuyas mentiras nunca se registraban. Él se veía como un
mentiroso patológico. Alto, arrogante, y esos ojos verdes claros que ni siquiera
parecían de verdad.
Se metió el sobre en el bolsillo de los jeans. Dándose la vuelta y dándole la
espalda, le habló a Kylie.
―Abandonemos a este palito de paleta.
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―Demonios ―dijo él―. Justo cuando las cosas se estaban poniendo
interesantes.
Della se giró y arqueó una ceja hacía él.
―¿Interesantes? Preferiría ver cómo crecen las uñas de los pies antes que
quedarme hablando contigo.
Él se rió. Y la molestó estarlo entreteniendo. Dejó salir otro gruñido
mortífero.
―Está bien, deberíamos irnos. ―Kylie tocó el brazo de Della. Pero luego,
siendo Kylie y siendo incapaz de irse con las cosas estando mal, volteó a mirar al
vampiro nuevo―. Bienvenido a Shadow Falls. Soy Kylie. ―Della hizo rodar sus
ojos. ¿Por qué pensaba Kylie que tenía que ser amable con todos?
―¿Eres Kylie Galen? ―preguntó, viéndose sorprendido―. Vaya, he
escuchado cosas de ti.
―No creas ni la mitad de ellas ―dijo Kylie, un poco avergonzada.
―Soy Chase Tallman ―le dijo, intentando por completo impresionar a
Kylie. Inclusive hinchó un poco su pecho, como una endemoniada ave haciendo
un baile de apareamiento. Sí, ¡sigue con eso y estoy segura que un hombre lobo va a
saltar sobre tu trasero! Demonios, le ayudaría a Lucas a vengarse de este… Chase
Tallman. Della almacenó su nombre en su banco de memoria para referencias
futuras, y no en el buen lado de su banco de referencias, luego se dio la vuelta y
se marchó.
No le gustaba este chico.
No confiaba en este chico. Y no lo haría hasta que descubriera de dónde lo
conocía y el porqué y cómo estaba mintiéndole.
―¡Odio cuando ustedes dos me dejan atrás! ―se quejó Miranda cuando
Della, seguida por Kylie, entraron de vuelta a la cabaña―. Yo también quería ir.
Della dejó salir un suspiro de exasperación. ¿Era su culpa que las brujas no
pudieran volar?
―¿Qué querías que hiciéramos? ¿Qué te lleváramos a caballito?
―Podrían haberlo hecho ―se quejó la pequeña bruja―. Me perdí de toda
la diversión.
―Eso no fue divertido. El tipo es un sabelotodo de ojos verdes que tiene un
fetiche con las bragas. ―Della fue directamente hasta el sofá, y luego buscó en su
mochila por la etiqueta interior con su nombre en ella. Y seguro como el infierno,
estaba ahí. Que lastima, quería atrapar a ese intento de vampiro en una mentira.
Se dirigió a la cocina, dejó caer el sobre en la mesa, y se dejó caer sobre su silla.
―Vaya, no te contengas ―dijo Miranda.
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Della vio a Miranda lanzarle una mirada a Kylie llena de preguntas. Kylie
se encogió de hombros como para decir, “me ganó completamente”.
―Eso es extraño ―continuó Miranda―. Dicen por ahí en el campamento
que es un completo bombón. No es que pueda ser más sexy que Perry. ―Sonrió.
La bruja miró a Kylie―. ¿El chico es sexy?
Kylie le lanzó a Della una mirada de disculpa.
―Sí, un poco. Pero igual podría seguir teniendo un fetiche con las bragas.
―¿No los tienen todos los chicos? ―preguntó Miranda.
―No, este tipo es un rarito ―espetó Della―. Un egocéntrico. Y su esencia…
es familiar, y no en una buena manera.
―¿Tal vez simplemente huele como alguien más? ―dijo Kylie.
Della sacudió su cabeza.
―Obviamente no has desarrollado tu nariz de vampiro todavía. No se nos
olvidan las esencias. Y si algo intenso estaba pasando cuando oliste esa esencia,
entonces queda un rastro emocional.
―Vaya. Lucas me dijo que los hombres lobo también hacen eso ―dijo Kylie.
―Ni de cerca tan bien como los vampiros ―resopló Della―. Quiero decir,
sé que son lobos, pero para un vampiro, los cuales no van por ahí poniendo sus
narices sobre todo, un rastro emocional es más fuerte.
―Quién lo diría ―dijo sarcásticamente Miranda―. Nada es tan bueno
como un vampiro.
Della le lanzó a la bruja una mirada de vete al infierno que implicaba que no
solo iría al Hades, sino que se iría a toda prisa.
Miranda se rió disimuladamente.
Obviamente, la mirada de vete al infierno de Della no estaba en
funcionamiento.
―¿Entonces qué emoción te recuerda? ―preguntó Kylie, y tanto ella como
Miranda se acercaron a la mesa y se sentaron.
―Peligro ―dijo Della, y acercó más la foto para mirar fijamente a la imagen.
Su tío realmente se veía igual a su padre.
―Tal vez es un peligro del bueno―ofreció Miranda―. Ya sabes, te gusta
físicamente y te preocupa lo que estás sintiendo por Steve.
―No siento nada por Steve ―espetó Della, y frunció el ceño cuando
escuchó a su propio corazón acelerarse. Y qué si sentía algo, no iba a dejarlo llegar a
ninguna parte. Tragando se concentró de nuevo en la foto.
―Nosotras como que dedujimos eso ―dijo Miranda―. O ya estarías
enrollándote con él.
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―Eso suena tan estúpido. ¿Qué significa eso de todas formas? ¡No somos
perros, sabes!
Kylie levantó ambas manos como si estuviera pidiendo paz.
―¿Qué está pasando Della?
―No está pasando nada ―insistió Della.
―Sí, si pasa ―dijo Kylie―. Estás malhumorada.
―¡Siempre estoy malhumorada! ―insistió Della.
―Entonces estás en extremo arrogante ―espetó Miranda.
―Hay una diferencia entre ser arrogante y seguro de ti mismo ―insistió
Della.
Sus amigas no se lo creían.
―¿Qué pasó este fin de semana? ―preguntó Kylie.
Della sintió una ola de emoción barrer dentro de ella, pero la empujó de
vuelta y la encerró lejos para así no empezar a sollozar como una niña pequeña.
Luego, con una voz monótona, les contó sobre el fin de semana, sobre su
pesadilla, el agujero en la pared, y su hermana Marla diciéndole que su papá
nunca hablaba de ella. Les dijo lo que había aprendido sobre tener, posiblemente,
un tío vampiro. Oh, y dejó lo mejor para el final, ser atrapada en el estudio de su
padre y prácticamente ser acusada de ser una ladrona alcohólica.
Kylie se sentó ahí, sus claros ojos azules consumados con preocupación.
Miranda se sentó ahí, su expresión tensa, sus dedos entrelazados juntos, con la
excepción de sus meñiques, que giraba en círculos cortos.
―Lo siento tanto ―dijo Kylie.
―¿Por qué? No es como si hubieras hecho algo ―dijo Della, intentando
traer algo de luz al asunto.
―Pero yo podría hacer algo ―dijo Miranda―. Podría ponerle una
maldición a tu padre. Un caso grave de pie de atleta. O de tiña inguinal. Soy
buena con esa maldición. Había un jugador de futbol en mi escuela que…
―¡Deja las partes de mi papá y sus pies en paz!
―Solo quiero ayudar ―dijo Miranda.
―No ayudaría―dijo Della en una voz más calmada―. Ni siquiera puedes
culparlo. Parecía como si estuviera buscando su Brandy.
―¿Por qué no le dijiste la verdad simplemente? ―Lo sombrío del tono de
Kylie expresaba empatía.
El pecho de Della se apretó. La preocupación de Kylie, e incluso el deseo de
Miranda de cargarse a su padre con un hongo para pies o partes privadas, era el
porqué Della amaba a sus mejores amigas. Les importaba. Todos necesitaban a
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alguien a quien le importara. Gracias a Dios que las había encontrado. Sus
cavidades nasales ardían, pero tragó con fuerza para evitar que sus ojos se
llenaran de agua. Agarró el sobre, recordando la posibilidad de que podría tener
una familia que la entendiera. Tal vez incluso a la que le importara.
―Podrías haberle dicho que Marla había mencionado que él tenía un
hermano y que tú tenías curiosidad―continuó Kylie―. Tal vez te hubiera
contado más sobre él.
―No conoces a mi papá. De todas maneras, Marla dijo que lo había
escuchado contándole esto a mi mamá, y como le preguntó a mi mamá, mi papá
probablemente no sabía que ella lo había escuchado. La última cosa que quiero
es que se enoje con Marla. Ya perdió a una hija.
―Eso creo ―dijo Kylie.
―Sigo creyendo que fue un idiota―concluyó Miranda.
―Lo fue ―dijo Della―, pero si hubiera hecho lo que él sospechaba que
estaba haciendo, entonces hubiera tenido el derecho a ser un idiota.
―Pero no lo hiciste―espetó Miranda.
―No, pero me veía culpable, y no podía defenderme. Así que mi única
opción es simplemente aceptarlo.
―Eso apesta ―dijo Miranda―. Estoy tan feliz de no tener que lidiar con ser
una sobrenatural y tener que escondérselo a mis padres.
Pero eso no hacía a la mamá de Miranda menos idiota. Justo antes de que
Della vocalizara el pensamiento, decidió que tal vez sería lo mejor dejarlo sin
decir.
¿Cómo es que Holiday lo había dicho? “Solo porque mierda pase por aquí
―Holiday se había tocado la sien― no significa que mierda tenga que pasar por
aquí. Se había tocado los labios”. La líder del campamento también había dicho
que los científicos sobrenaturales estaban considerando hacer investigaciones
médicas para probar que a los vampiros les faltaba el chisme que filtraba el
dialogo inapropiado. Della no estaba segura de si Holiday estaba bromeando o
no.
Pero considerando que Holiday estaba casada con Burnett, quien era
famoso por decir lo que pensaba, Della se imaginó que Holiday estaba diciendo
la verdad.
Pero, también, Della había dicho todo lo que pensaba desde antes de haber
sido transformada.
Había sido suspendida del jardín de niños por decirle a la profesora que se
veía como Yoda de Star Wars, si Yoda fuera más viejo, más gordo y oliera raro.
Eso, por supuesto, había venido después de que la profesora le preguntara a
Della porque tenía un nombre asiático pero no se veía muy asiática. En ese
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Página
momento, Della tenía un complejo muy grande por ser de una raza mixta y no
verse más como sus primos asiáticos. Especialmente cuando ni siquiera se veía
como su madre, quien era una típica rubia estadounidense.
Kylie se inclinó y se quedó mirando la imagen.
―¿Así que le has pedido a Burnett que mire a ver si te puede ayudar a
descubrir si tu tío sigue vivo?
Della inhaló.
―No, no quiero que el FRU se involucre en esto.
―¿Piensas que tu tío podría ser un renegado? ―preguntó Kylie, sonando
preocupada.
―No, si es en algo como mi papá, es un seguidor de las reglas. Pero si no
está registrado o algo, no quiero ser la persona que lo meta en problemas.
―Burnett no se volvió en contra de mi tía y mi abuelo cuando los descubrió
por primera vez ―dijo Kylie.
―Eso es porque eran camaleones. Si hubieran sido cualquier otra cosa,
probablemente lo habría hecho. Siendo un agente, está obligado oficialmente a
informar sobre ellos. En realidad me lo dijo una vez cuando me preguntó sobre
Chan, mi primo.
―Entonces, ¿cómo vamos a descubrirlo? ―preguntó Kylie.
El “vamos” en la pregunta de Kylie tiró de las cuerdas emocionales de Della
de nuevo. Esta era la clase de amigas que eran. Cuando una de ellas estaba en
problemas, se metían en conjunto. Pero lo que no era normal era que Della
sintiera estos tirones en sus emociones. ¿Estaba algo mal con ella?
Apartando la emoción a un lado de nuevo, esta vez con un poco más de
fuerza, dijo:
―Estaba pensando en pedirle a Derek si podría ayudar. Dijiste que trabajó
para un investigador privado una vez, y sé que te ha ayudado descubriendo
cosas un par de veces en tus temas de fantasmas.
―Esa es una idea genial. Creo que él y un grupo de chicos estaban jugando
baloncesto cuando nos dirigimos hasta aquí ―dijo Kylie―. ¿Por qué no vamos a
ver si lo encontramos?
―¿Tenemos que hacerlo? ―Miranda suspiró―. No hay nada peor que ver
a un montón de chicos guapos sudando y jugando con una pelota. Quiero decir,
puede que incluso se hayan quitado sus camisetas. ―Sonrió―. No es que alguno
de ellos de la cancha pueda competir con Perry. Pero alegrar la vista es alegrar la
vista.
Riendo, empezaron a salir. Della, con su dolor de pecho disminuido, corrió
de vuelta hacia la mesa para agarrar la fotografía en caso de que Derek tuviera
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Página
que verla. Cuando la deslizó en el sobre, recibió otra bocanada de Chase Tallman,
el pervertido de bragas. Las ondas emocionales de peligro, de miedo, la
golpearon de nuevo y ahuyentaron su estado de ánimo alegre.
Realmente necesitaba averiguar cuándo y dónde podría haber estado en
contacto con él antes. Y cuanto antes mejor.

―Te dije que podrían haberse quitado las camisetas ―susurró Miranda, y
le dio un codazo a Della. Aunque era octubre, el otoño se había quedado atrás y
el verano se había colado de nuevo. A las dos de la tarde, el sol golpeaba en la
cancha. La mirada de Della, por propia voluntad, se disparó a través del grupo
de chicos buscando por un pecho en particular. El sexy cambiaformas, Steve.
Lo encontró, al mismo tiempo que sus ojos castaños encontraban los de ella.
Él tenía su camiseta puesta, pero se moldeaba a su pecho húmedo. Sudoroso, su
cabello castaño parecía más oscuro, y se levantaba en los extremos. Tenía la
pelota en sus manos y le sonrió. Su corazón dio un vuelco, y lucho para mantener
sus feromonas lejos de allí.
―Oh por Dios, Kylie tiene razón, el pervertido de bragas es lindo ―dijo
Miranda―. No es de extrañar que llegara a ti.
Della entró en pánico y su mirada se deslizó hasta que encontró a Chase. A
un Chase sin camiseta. Su pecho parecía más ancho y musculoso de lo que
parecía con la camiseta blanca puesta. Tragó saliva y recordó el comentario de
Miranda sobre disfrutar de la vista. Acompañando ese pensamiento de su
podrido cerebro, se volvió más determinada a no mostrar ningún aprecio ante
su… su falta de ropa. Entonces se dio cuenta que era demasiado tarde. Había
permanecido una fracción de segundo de más y él se paró, con un brazo en la
cadera, mirándola directamente a sus ojos, saboreando esa fracción de segundo.
Él sonrió. ¡Mierda! ¿Había oído a Miranda, también?
―Bueno, ¡si no es la chica Pitufo! ―Pasó su mano por su oscuro cabello. Y
no mucho después que sus palabras salieran de sus labios, la pelota de baloncesto
le pegó en la cabeza.
Todo el mundo se echó a reír. Incluso Della. Especialmente Della. Dirigió
de nuevo su mirada hacia Steve y le envió una sonrisa agradecida. Fue entonces
cuando oyó el gruñido de Chase y lo vio deslizándose en torno a Steve.
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Página
Traducido por Gemma.Santolaria y HeythereDelilah1007
Corregido por Nanis

L
os hombros de Della se tensaron y se preparó para llegar justo en el
medio de eso. Pero antes de que el tipo tomara siquiera un paso,
Derek y el novio de Kylie, Lucas, se habían movido entre él y Steve.
―Regla número uno, no hay problemas en la cancha ―dijo Lucas―. Una
pelea empieza aquí, y todos nos quedaremos sin baloncesto durante una semana.
Mientras Lucas tomaba la ruta más directa, Derek se movió y puso una
mano en el hombro de Chase.
―Sólo fue un accidente ―dijo.
No había sido un accidente ―Della sabía que Steve lo había hecho a
propósito― pero deja que Chase lo crea como si fuera tan crédulo.
Chase se sacudió del toque de fae de Derek, que sin duda había estado
rebajando la tensión. Y aunque Chase parecía más tranquilo, se las arregló para
disparar a Steve una mirada helada. Steve dio un paso atrás por un segundo, y
Della se preocupó de que los dos continuaran. No es que se preocupara que Steve
no pudiera defenderse. Lo había visto en acción cuando se habían encontrado en
su misión. Pero no quería que se metiera en problemas por su culpa.
Steve no era el tipo de chico que se metía en problemas.
―Por qué no solo lo terminamos hoy ―dijo Lucas, y Della notó que estaba
mirando a Kylie como si estuviera sediento y ella fuera una fría bebida de té
dulce. Los dos estaban tan enamorados que no podían mirarse el uno al otro sin
poner una sonrisa tonta en sus caras.
Otra razón por la que se estaba manteniendo lejos del amor. Los vampiros
no hacían muecas tontas.
Lucas vino caminando, tomando su camiseta del banquillo por el camino.
―Hola ―dijo, con sus ojos y feromonas solamente para Kylie―. ¿Quieres
ir a dar un paseo?
―Sí, pero primero tengo que hablar con Derek.
―¿Sobre qué? ―preguntó Lucas, sonando un poco celoso.
―Una cosa de Della. ¿Puedo encontrarme contigo frente a la oficina en unos
cinco minutos? ―preguntó Kylie.
―Sí ―dijo. Tenía el ceño levemente fruncido, pero se inclinó para besarla.
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Della miró hacia otro lado. Por desgracia, sus ojos aterrizaron justo en
Miranda y Perry que estaban absorbiéndose las caras.
―Podríamos besarnos y mostrarles cómo se hace ―dijo una voz al sur en
su oído. Una voz que pertenecía a un cuerpo que no había oído acercarse. ¿Qué
pasaba con ella con lo de oír y no oír?
Se dio la vuelta y miró a Steve. Estaba de pie tan cerca que su olor llenaba
el aire; sus ojos marrones con algunos reflejos dorados llenaban su visión.
Inclinándose sólo un poco, ella podría sentir su cálido aliento en sus labios.
Su primer pensamiento fue el de ceder, dejar que la besara, dejarse a sí
misma besarlo, y mostrarles a estos aficionados cómo un beso se suponía que
fuera. Mariposas llenaron su pecho al pensar lo bueno que sería.
Ellos se besaron por primera vez cuando estuvieron en la misión de campo
del FRU. Y en contra de su mejor juicio, varias veces más después de eso. Ella
culpaba a la rara electricidad que rompía y estallaba cada vez que se acercaban.
Él la estudió con expectación y su instinto le dijo que soltara alguna cosa
desagradable sobre él esperando un beso cuando no eran… una pareja. Pero
recordó que él había arrojado la pelota al pervertido de bragas. Steve no merecía
ninguna impertinencia. Probablemente merecía un beso, pero no ahora. Tal vez
le pagaría cuando estuvieran a solas.
Ella se echó hacia atrás.
―Hola.
―Hola. ―Él se inclinó―. ¿Estás bien?
―Sí, ¿por qué?
―¿Este chico nuevo ha hecho algo que te haya molestado?
―Sí… no, quiero decir, no fue nada.
La expresión de Steve se agrió.
―¿Por qué estaba fanfarroneando contigo sobre Pitufos?
Por lo general le decía a Steve la verdad, pero de repente no quiso que
supiera que llevaba pijamas de Pitufos.
―Pensé que estaba allanándonos y nos enfrentamos. ―Levantó la vista por
encima del hombro de Steve y vio al pervertido de bragas mirándola y a Steve.
―Divertido ―dijo Steve con una voz no muy feliz―. La manera que lo
mirabas no era la que usas con alguien con el que te has enfrentado.
Della mordió su labio para no sonreír. Debería estar avergonzada de que
Steve la viera apreciando el cuerpo del pervertido de bragas. Y lo estaba, pero su
orgullo se puso en segundo lugar ante la emoción de saber que Steve se
preocupaba lo suficiente para retorcer sus calzoncillos.
Inclinándose sobre los talones, lo miró a los ojos.
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―Suena como si alguien estuviera celoso, pero no puedo ver por qué. No
es como si tú y yo estuviéramos saliendo o algo. Sólo somos amigos, así que…
―Della se encogió de hombros, fingiendo inocencia.
Steve curvó su labio en una media sonrisa arrogante y se acercó un paso
más. La electricidad empezó a crepitar. Había menos de un centímetro de
distancia, pero Della, sólo era consciente de él y de la magia que trajo, se negó a
dar un paso atrás en esa ocasión. Habían estado jugando a este juego por semanas
―coqueteando y burlándose cada vez que se veían― y Della podía dar tanto
como lo que él podía tomar.
―Sí, sólo somos amigos, pero los amigos cuidamos los unos de los otros, y
nos aseguramos de que no vayan a pegarse a campistas nuevos de los que no
saben nada.
¿Pegarse? Se mordió el interior de su boca para no reírse.
―No tengo ni idea de lo que estás hablando. Debes estar viendo cosas. Los
vampiros nunca se vuelven pegajosos. Tal vez una gota de sudor entró en tus
ojos.
Extendió una mano y alejó una gota inexistente de la frente de Steve.
Escuchó su latido del corazón acelerarse en el segundo en que su piel tocó la de
él, y deseó que su propio latido permaneciera en calma.
Él atrapó su muñeca, y dibujó un pequeño corazón minúsculo en su tierna
piel encima de las venas.
―Te ves un poco pegajosa ahora mismo, Srta. Remilgada.
Casi se rió. Casi. En cambio, se volvió al instante consciente de que no
estaban solos, sino que estaban en medio de los campistas, algunos de ellos con
súper oído. Y este juego, el juego de coquetear que ella y Steve jugaban, ella
insistía en sólo jugar en privado. En qué estaba pensando. Oh, sí, ¡no estaba pensando!
Dio un paso atrás, y fue cuando vio a Derek alejarse. Derek, con quien había
venido a hablar sobre su tío desaparecido.
―Hablamos luego ―le dijo a Steve―. Tengo que ver a Derek por algo.
―¿Por qué? ―preguntó Steve como si tuviera todo el derecho del mundo
de saber.
Derek estaba casi en el camino.
―Yo… realmente tengo que ir. Hablamos más tarde.
Ella miró a sus dos mejores amigas, ambas viéndose… pegajosas ante sus
novios, y decidió hablar con Derek sin ellas.
Corriendo, se encontró con Derek justo cuando él llegaba al sendero hacia
su cabaña.
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―Derek ―lo llamó, sacudiendo el sentimiento cálido y borroso de su
encuentro con Steve. Maldita sea, ese chico tenía una forma de llegar a ella.
Derek se detuvo y se volvió.
―¿Sí? ―preguntó.
―Yo… ¿tienes un minuto?
Él casi frunció el ceño.
―Solo un minuto, me tengo que encontrar con alguien. ¿Qué necesitas?
¿Se estaba encontrando con Jenny? Probablemente. Todo el mundo parecía
estar enamorado o en el camino de estarlo. Excepto ella, se dijo, no estaba
dispuesta a aceptar que la “cosa” con Steve fuera más que un capricho pasajero.
Y pasaría, porque eso era lo que ella quería.
Miró a Derek.
―Yo… ―¿Cómo podría explicarlo? Se forzó a sólo escupirlo, y mientras lo
hacía, se dio cuenta de cuán difícil era pedir a alguien ayuda―. Estoy buscando
a una persona desaparecida. Quiero que tú… estaba esperando que usaras tus
músculos de investigador privado para ayudarme a encontrarlo.
―¿Mis músculos de investigador privado?
―Tu don de investigación ―aclaró―. Sé que solías trabajar en una agencia
de investigación privada y quería pedir tu ayuda.
―¿A quién estás buscando?
―Mi tío ―le dijo.
―¿Por cuánto tiempo ha estado desaparecido? ―preguntó Derek.
Della hizo los cálculos en su cabeza.
―Alrededor de unos diecinueve años.
La boca de Derek se abrió.
―¿Qué?
―Mi papá tenía un hermano gemelo del que nunca habla, y sólo acabo de
saber de él. Supuestamente, murió en un accidente de coche.
La boca de Derek se abrió un poco más y su frente se arrugó confusa.
―Si está muerto, por qué…
―Creo que puede haberse convertido y fingido su propia muerte, como la
mayoría de vampiros adolescentes hacen.
―¿Estás segura que se convirtió?
―No, pero el virus del vampirismo se da en familias y tendría sentido que
eso… eso fuera lo que pasó.
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―No realmente. Las probabilidades de que muriera en un accidente de
coche son cincuenta veces mayores de que se convirtiera. Y el virus no siempre
corre en familias. Eso es sólo alrededor del treinta por ciento de los vampiros
―dijo Derek―. Chris y yo hemos hablado de eso.
―Lo sé, pero tengo un primo que es vampiro, también. Así que… así que
tiene las mismas probabilidades. Y mi hermana escuchó a mi papá decir que su
hermano se puso frío y que luego murió en un accidente de coche.
―¿Frío como en físicamente frío? ―preguntó Derek, por primera vez
pareció como si le creyera.
―No lo sé. Mi hermana sólo lo escuchó decir eso, así que no puedo ir y
preguntarle a mi papá. Pero esperaba que tú pudieras investigarlo. Ver si
descubres algo sobre él.
Derek hizo una mueca de qué demonios, y Della temió que estuviera a punto
de decirle que no.
―Por favor ―dijo. Dios, odiaba mendigar.
Él suspiró.
―No me importa intentarlo, pero diecinueve años es mucho tiempo.
Normalmente, encuentro cosas en Internet, y empezar de tan lejos, las
oportunidades de encontrar algo son prácticamente nulas. ―Hizo una pausa
como para tomarlo todo―. Espera, ¿por qué no vas a Burnett? Él probablemente
podría…
―No quiero que Burnett se involucre hasta que sepa con certeza que está
registrado, o como último recurso.
Derek frunció el ceño.
―¿Crees que podría ser un renegado?
―No lo creo, pero no quiero llevar al FRU sobre él.
Derek asintió y luego miró a su reloj como si tuviera que estar en alguna
parte.
―¿Tienes su nombre y fecha de nacimiento, y el día que murió?
―Todo menos el día de su muerte ―dijo Della―. Ah, y tengo una foto.
―Iba a sacarla de su bolsillo.
Derek levantó su mano.
―Tengo que… se supone que me debo encontrar con Jenny. ¿Puedes
escanear la foto y enviármela por email? Y envía toda la información que tengas
de él. Dónde estaba viviendo. Si había estado viviendo en algún otro sitio
recientemente. No puedo prometer nada, pero voy a intentarlo.
La esperanza brotó en Della.
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―Voy a casa y te lo envío ahora mismo.
Él se volvió para irse, pero Della estaba de repente tan aturdida con la
posibilidad de esto siendo real que agarró su brazo y le dio un apretón.
―¡Gracias! ―Sólo le tomó un segundo darse cuenta de lo extraño que era,
iniciar algo que casi parecía un abrazo.
―De nada ―dijo, y se apartó, mirándola un poco extrañado. Pero por una
vez no le importó. La idea de que pudiera encontrar a su tío, un hombre que se
parecía a su padre, y tener un familiar que entendiera toda la vida de vampiro
era malditamente increíble.
Tal vez entonces no lloraría tanto por su propia familia. Tal vez podría
volver atrás y pensar que la vida no apestaba tanto.

Esa noche Della no podía dormir. Debería estar agotada, ya que había
estado demasiado ocupada siendo acusada de robar el brandy de su padre la
noche anterior, y habiendo dormido sólo una hora de siesta durante el día, pero
su mente seguía corriendo con la posibilidad de encontrar a su tío. Sacó la foto y
se quedó mirando su cara. Se parecía tanto a su padre. Debían ser gemelos
idénticos.
No podía dejar de preguntarse si la aprobación de este hombre la haría
sentir tan orgullosa como la de su padre.
De repente se le ocurrió que su primo Chan podría saber algo sobre él.
¿Podría su madre haberle mencionado al tío cuando su padre no lo hizo? Dio un
salto y agarró su teléfono del tocador y le llamó. Ni siquiera se preocupó por la
hora; considerando que él era un vampiro, y que vivía en el borde de ser
renegado, no trataba de conformar sus hábitos de sueño para que coincidiera con
las formas humanas.
Su teléfono sonó y sonó. Finalmente fue al correo de voz.
―Hola, soy Della. Tengo algo que quiero preguntarte. ¿Podrías llamarme?
Colgó, pero se llevó el teléfono a la cama con ella. ¿La llamaría ahora
mismo? Se quedó allí mirando el teléfono durante otra hora, recordando que él
había tratado de llamarla una semana antes y que nunca le había devuelto la
llamada. Finalmente, sintiéndose demasiado inquieta como para simplemente
tumbarse allí, decidió ir a correr. Tal vez si se cansaba, podría ser capaz de
dormir.
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Después de ponerse vaqueros, se puso un top, y entonces con la idea de
poderse encontrar con Steve fue al baño para peinar su cabello y enjuagar su
boca.
Se metió el teléfono en el bolsillo de atrás y abrió silenciosamente la ventana
para irse. La noche era un poco fría, pero no la molestaba. La luna, una media
luna de plata, colgaba un poco baja. Unas cuantas nubes se reflejaban en el cielo
negro como si quisieran atención. Corrió a la orilla del bosque, buscando a cierto
pájaro observándola desde arriba. Desaceleró para comprobar y ver si su oído
funcionaba o no.
Escuchó el canto de los pájaros y el aleteo de unas cuantas plumas en los
nidos sobre los árboles. Unos cuantos grillos canturreaban desde debajo del
arbusto, y algo, un conejo o una zarigüeya, se movió sobre el pasto a unos cuantos
metros de distancia. Su audición estaba en marcha. Pero mirando hacia arriba, no
encontró al ave particular que estaba buscando. Steve normalmente elegía
cambiara a un halcón peregrino, porque era el ave más rápida, le había dicho.
Mientras empezaba a moverse, sus pies todavía sobre el suelo, giró entre
los árboles, evitando las ramas, para gastar un poco de la energía que burbujeaba
en su interior. Recordó haber corrido antes y encontrado a Chase. Su mente pasó
la imagen de él jugando a la pelota sin la camisa puesta.
Respiró profundamente, probando el aire para estar segura de que el
pervertido con un fetiche por las bragas no había salido esta noche. Las únicas
esencias que sintió fueron esencias naturales: el suelo húmedo del bosque, y el
olor del otoño, ese olor de las hojas perdiendo la batalla para aferrarse a la vida,
y pasando del verde al dorado, rojo, y naranja. Tan bonito como algunas
pensaran que era el otoño, representaba por completo la muerte. Y eso era un
poco triste.
Hizo el recorrido a través del bosque dos veces, nunca entrando por
completo en la pelea. La entrada más grande a su derecha marcaba el límite de la
propiedad de Shadow Falls. Su corazón le palpitaba en el pecho. Inhaló, su nariz
percibió nuevas esencias… animales. Un ciervo se movió más cerca a través del
bosque, sus pezuñas pisando la tierra mojada mientras se precipitaba a través de
los árboles con gracia. Sobre ella sintió un ave. Escuchó las alas volando sobre
ella. Mirando hacia arriba, vio al halcón pasar sobre el brillo de la luz que venía
de la luna.
¿Steve?
Se detuvo. Observó al ave girar en redondo y aterrizar sobre un árbol.
―¿Me estás siguiendo? ―le preguntó. Pero a su tono le faltaba confianza.
Escudriñó entre la oscuridad y a duras penas podía distinguir al ave.
―Sé que eres tú así que simplemente deja de esconderte.
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Escuchó al ave sacudir sus alas. ¿Estaba enojado con ella?
En la distancia escuchó al ciervo viniendo hacia ella, pero lo ignoró y miró
fijamente a Steve posado sobre la rama. Dobló sus rodillas y saltó al árbol. Steve
saltó hacia atrás y sacudió sus alas como si estuviera tratando de alejarse volando.
―Deja de fingir ―dijo, y cuando burbujas de energía no empezaron a
explotar a su alrededor mientras cambiaba, recordó haber salido corriendo en la
última de sus sesiones de coqueteo en el campo de baloncesto―. Mira, tenía que
preguntarle algo a Derek. No era mi intención enojarte. ―El ave bajó su cabeza e
hizo un pequeño ruido―. Lamento si fui grosera. No era mi intención.
Él seguía sin decir nada, o transformarse.
―¿Estás enojado porque no quise besarte? Te dije que no soy del tipo
sentimental. Ni siquiera se supone que nos besemos. No estamos… juntos. ―El
ave inclinó su cabeza y la miró con la boca abierta―. No me mires así. Sé que
antes te dejé besarme, pero… si no fueras tan bueno besando, ni siquiera estaría
tentada. ―Repentinamente, un ruido de agitación sonó en la base del árbol.
―¿Tú y el ave se besaron, eh? ―dijo una voz desde abajo.
Della miró al ciervo en el suelo que la miraba hacia arriba. El ciervo había
sonado justo como… ¡Oh, mierda! La luna escupió la luz suficiente para que
pudiera ver las burbujas surgiendo alrededor del animal grande. Una vez las
burbujas se aclararon, Steve apareció.
Ella volteó a mirar al ave.
―¿Quién eres? ―exigió. El ave le graznó.
―Estoy bastante seguro que solo es un ave. Pero dado que ambos han
estado teniendo una conversación intima sobre besos y toda la cosa, tal vez
deberías ponerle un nombre.
Gruñendo, avergonzada por haber sido engañada por un ave, se dejó caer
al suelo. Tan pronto como sus pies cayeron, Steve la atrapó y la haló hacia él. Sus
manos, que encajaban perfectamente, se sentían tan firmes y al mismo tiempo
gentiles alrededor de la curva de su cintura. ¿Qué era lo que tenía su toque que
sencillamente se sentía tan bien?
―Entonces ahora el ave y tú tienen algo juntos, ¿no? ―El humor brillaba en
sus ojos, y su cabello café, rizándose en los bordes, se veía un poco despeinado.
Estaba usando una camiseta marrón con algún logo de deportes y jeans, y los
usaba bastante bien.
Puso sus manos sobre el pecho de él con la total intención de empujarlo
sobre su trasero, pero la sensación de su piel contra las palmas de sus manos se
deshizo de su vergüenza. De repente, el deseo de enseñarle una lección había
desaparecido, y simplemente quería tocarlo. Su pecho masculino, cálido y lleno
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de firmes músculos, la tenía deseando alzar sus manos hasta su cuello y halarlo
hacia abajo para besarlo.
Luego, la risa en sus ojos y su esencia picante especial cerraron el tema. Era
tan malditamente difícil estar enojada con él, incluso cuando estaba divirtiéndose
a costa suya. O no realmente divirtiéndose, sino burlándose, en una manera que
no pretendía lastimar. No se burlaba de ella por ser malo; incluso su burla la
hacía sentir especial
Demasiado lindo, pensó. Steve era demasiado lindo.
―Más te vale que no te rías ―le dijo, intentando sonar enojada, pero no
salió con nada de animosidad.
―No puedo evitarlo ―dijo él―. Estar contigo me hace feliz. Esperé hasta
la mitad de la noche para ver si vendrías a mí. Estoy feliz de no haber
desperdiciado mi tiempo.
―No vine a verte ―le contestó. Las palabras de él le vibraban en la cabeza.
“Estar contigo me hace feliz”. Una piscina cálida de empalago fue directo a su
corazón.
Su corazón mentiroso.
―Estaba corriendo porque no podía dormir. ―Esa era la verdad, se dijo a sí
misma, pero había estado pensando en él cuando había salido. Había querido
verlo. Y esta no era la primera vez, estaba muy lejos de eso. Al menos tres veces
a la semana, salía por la noche, y el noventa por ciento de las veces se encontraba
con él. Oh, Dios, necesitaba dejar de contar con él. Él bajó su cabeza, inclinándola
hacia la de ella.
―No te creo.
―Eres imposible ―le dijo.
―Tú eres hermosa ―contraatacó él―. Ahora, ¿qué es lo que estabas
diciéndole al ave sobre que soy un buen besador?
Entrecerró sus ojos hacia él.
―No tientes a tu suerte.
―Siempre tengo que estar tentando contigo ―dijo, sonando un poco más
serio―. Si no lo hiciera, no me darías ni la hora.
―Sigo sin darte la hora ―espetó.
―Sí, pero acabas de admitir que te gustan mis besos. ―Sus labios rozaron
los de ella.
Ella se alejó.
―Admití que me gustaban los besos del ave. ―No podía evitar sonreír.
Demonios, él la hacía feliz. Y eso era peligroso.
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―Lo recordaré la próxima vez que escoja una forma. ¿Algún tipo de ave
que prefieras?
Luego la besó, un beso suave y dulce que prácticamente la convirtió en
pudín entre sus brazos. Ella se dejó ir durante varios segundos, tal vez un minuto;
luego se alejó, jadeando por aire, y puso su mano sobre el pecho de él para evitar
que volviera por más.
―No deberíamos…
―¿Por qué no? ―preguntó él.
―Porque no estoy…
―Lista para un compromiso. ―Frunció el ceño―. Lo sé, me lo has dicho
una docena de veces. Y puedo aceptar eso, pero aquí afuera solo estamos tú y yo.
No nos estamos comprometiendo con nada, solo… nos estamos besando.
―Pero sabes a dónde nos va a llevar esto, y tampoco estoy lista para eso.
―Apartó la mirada, en parte por vergüenza, y en parte porque creyó escuchar
algo en el bosque.
Él tocó el costado de su cara y la hizo voltear a mirarlo.
―Mira, disfruto besándote, y si eso es todo lo que puedo conseguir,
entonces eso es lo que voy a tener. Al menos hasta que estés lista para más.
―¿Qué si nunca estoy lista y simplemente estás perdiendo el tiempo? ―le
dijo.
Él la jaló hacia su cuerpo de nuevo.
―Creo que puedo persuadirte para que cambies de opinión.
―¿Crees que eres así de bueno?
―Sé que lo soy. ―Se rió entre dientes―. Un pajarito me lo dijo ―se burló.
Ella lo empujó en las costillas
Y justo en ese momento escuchó ese ruido otra vez. Se giró, levantó su nariz
y captó el olorcillo de otro vampiro. Un vampiro y sangre fresca. Montones de
sangre.
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Página
Traducido por Gemma.Santolaria, AnnaTheBrave y LizC
Corregido por Giuu

―¿Q ué es? ―preguntó Steve, obviamente sintiendo su giro que


significaba problemas.
―¿Vampiro? ―murmuró, y volvió a respirar
profundamente, medio esperando que fuera Chase, el pervertido de bragas.
Pues no. Este olor era diferente, e incluso podía decir que un aroma picante
de sangre fresca estaba mezclada con este. Sangre humana. B negativo y… otro
tipo.
Della sintió que sus ojos se volvían más brillantes.
Miró hacia arriba y apenas pudo ver al vampiro sangriento pasando por
arriba. Medio consideró ir tras él o ella.
Antes de que pudiera decidir, otro aroma de vampiro la golpeó, y éste lo
reconoció. Della se apartó de Steve.
Burnett cayó a su lado. Llevaba sólo vaqueros, y su cabello parecía de recién
levantado. El hombre era todo músculo y fuerza física.
―¿Están bien? ―preguntó.
―Bien ―dijeron Della y Steve al mismo tiempo.
―Alguien saltó la valla norte ―dijo Burnett, dándoles una mirada
sospechosa.
―Lo sé ―dijo Della, tratando de no notar el pecho del hombre. El líder del
campamento podía ser viejo, o al menos demasiado viejo para ella, pero podría
hacer anuncios de Coca Cola de dieta―. Los he oído y olido. Pasaron volando.
Creo que se han ido.
―Sí ―dijo Burnett―. ¿Has captado el olor?
―Sí ―dijo―. Con sangre. De dos tipos diferentes.
Los músculos de la mandíbula de Burnett se tensaron.
―¿Humana? ―Ella asintió.
Él gruñó.
―¿Qué están haciendo fuera ustedes dos en este momento de la noche?
Della se estremeció internamente.
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Página
―No podía dormir ―dijo ella, y ya que era la verdad, su corazón no se
aceleró.
Burnett miró a Steve.
―Yo estaba… ―El corazón de Steve revoloteó con una mentira. Miró a
Della y dijo―: Tenía la esperanza de que ella no pudiera dormir.
Della lo cortó con una mirada helada, pero Steve se encogió de hombros.
Burnett suspiró.
En ese momento sonó el teléfono de Burnett. Lo sacó del bolsillo de sus
vaqueros.
―Mierda ―dijo cuándo miró el número. Se dio la vuelta y tomó la
llamada―. Agente James.
La forma en que respondió le dijo a Della que era una oficial. Afinó su
audición para escuchar a la persona que llamaba.
―Tenemos dos cuerpos justo fuera de los límites de la ciudad de Fallen.
Parece como si el asesino fuera un vampiro.
―Maldita sea ―soltó Burnett―. Ellos pasaron por aquí. ¿Cuál es la
ubicación exacta? ―Burnett consiguió la dirección―. Voy a ir enseguida.
―Colgó y se enfrentó a Della y Steve.
―¿Quieres que vaya? ―La posibilidad de ir en una misión en vivo le
provocó un subidón de adrenalina. Esto era lo que quería hacer, a lo que se sentía
destinada a hacer.
―No. Quédate aquí y mantén un ojo. Llama a Lucas, Derek, Perry y Kylie
y haz que se unan a ti y a Steve, todos deben estar en guardia. Llámame al primer
indicio de alguien pasando de nuevo.
Un espiral de decepción atravesó a Della.
―Pero yo agarre su aroma, y solo yo voy a saber si se trata de la misma
persona.
Burnett suspiró.
―No es algo bonito, Della.
―Nunca he estado encariñada con lo bonito.
―Está bien. ―Se volvió hacia Steve―. Llama a los demás y que patrullen
el terreno.
Steve asintió.
―Ten cuidado ―dijo. Della podía ver la preocupación en su mirada. Antes
de que ella supiera su intención, él se inclinó y la besó de nuevo. Ella lo mantuvo
breve. Desde que sintió cómo él se preocupaba, era sólo otro recordatorio de que
las cosas entre ellos habían ido demasiado lejos.
43
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Asintiendo, ella despegó. Sólo había dado unos pasos cuando atrapó otro
aroma. Uno familiar, Chase. Al mirar hacia abajo, lo vio en los árboles. ¿Cuánto
tiempo había estado allí? ¿Había estado espiándolos a ella y a Steve? Casi fue a
darle un infierno pero sabía que Burnett no toleraría que llegara tarde. Así que
pasó de Chase y fue al encuentro de Burnett en la puerta principal. Pero más
tarde, ella y el pervertido de bragas tendrían una charla, y no podía esperar que
fuera muy bien.

Della se dijo que podía manejarlo. No era una niña. La sangre no la


molestaba, le daba hambre.
La segunda vez que vomitó, se preguntó cómo podía haber estado tan
equivocada.
La sangre no era comida cuando venía de cadáveres. Era feo. Era emocional.
Era muerte y asesinato. Y eso estaba tan mal.
Sintió un toque en su hombro. Su oído debía estar oscilando de nuevo.
Gruñendo, se dio la vuelta, enojada y avergonzada de que alguien hubiera sido
testigo de su debilidad. Su gruñido se detuvo rápidamente cuando su mirada se
posó en Burnett.
Ella había huido de la escena bajo el puente y se había escondido detrás de
unos árboles.
Obviamente, no se había escondido lo bastante bien.
―Estoy bien. ―Se apartó de su toque―. Sólo comí demasiada comida
humana cuando estaba con mis padres.
Él arqueó una ceja, dejando pocas dudas de que había oído la mentira en su
corazón, pero cuando la miró a los ojos, no fue condena lo que vio, sino empatía.
Eso la enojó aún más.
―Estoy bien ―le espetó.
Él se inclinó y habló en voz baja.
―Yo vomité cada vez en mi primer año con trabajos como este. ―La
honestidad de su voz resonó en el silencio de la noche―. En realidad, si no te
hubieras puesto enferma, me habría preocupado por ti.
Sus palabras de consuelo hicieron que su nariz y garganta escocieran con
lágrimas que estaría condenada antes de dejarlas caer. Inesperadamente, la
imagen de lo que acababa de ver le vino a la mente. Dos víctimas justo fuera de
su coche. Sus gargantas desgarradas. Sus ojos abiertos con horror. Y toda esa
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sangre, como si se hubieran bañado en ella. Lo que debieron haber sentido
cuando sus vidas eran arrancadas de ellos.
―¿Cómo podría… cómo podría alguien hacer eso?
Él exhaló.
―A veces es el hambre, un vampiro recién convertido que no tiene la ayuda
de alguien a través del cambio. Otras veces es una falta de respeto hacia la
humanidad.
Della inhaló profundamente y luchó contra las ganas de vomitar de nuevo.
―Somos monstruos ―dijo, sin querer decir el pensamiento en voz alta.
―No, somos vampiros. Y no somos más monstruosos que cualquier otra
especie. Los humanos incluidos. Buenos, malos y malvados no es específico de
cualquier especie. No te vuelvas a cuestionar eso.
Ella parpadeó, odiando haber expresado su inseguridad a la única persona
que deseaba impresionar más que a los otros.
Él extendió la mano y le apretó el hombro. Ella asintió y miró a lo lejos.
―¿Atrapaste alguna traza de su olor? ―preguntó Burnett como si sintiera
su necesidad de cambiar de tema―. ¿O estaba demasiado contaminado?
Della miró hacia el puente antes de enfrentarse al líder del campamento. El
resplandor de la luna creciente se reflejaba en su cabello negro. Sus ojos oscuros
todavía mantenían un toque de empatía, pero estaba de vuelta en la actitud de
agente del FRU.
―No puedo estar al ciento por ciento segura, con todos los aromas de los
otros, pero creo que era el mismo vampiro que pasó sobre Shadow Falls. Hay
trazas de lo que parece ser el mismo olor.
Él se encogió de hombros.
―Lo que significa que vinieras aquí sea inútil. Siento haber permitido que
tú…
―Yo no ―le dijo―. Quiero esto, Burnett. Quiero ser parte del FRU. Es a lo
que estoy destinada a hacer. Puedo manejarlo. Puedo. Incluso tú dijiste que te
enfermaste al principio.
Él asintió.
―Sí, pero… hay maneras más fáciles de ganarse la vida, Della.
―No quiero algo fácil. Quiero atrapar a los malos. Quiero hacer una
diferencia. ―Las palabras salieron de su lengua con honestidad y sinceridad.
Él arqueó una ceja.
―¿Estás segura que simplemente no quieres patear el culo de alguien?
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―Bueno, también está eso ―admitió, y casi sonrió, esperando que eso
aliviaría la tensión.
―Eso es lo que me preocupa ―dijo con un tono tan serio que borró su
media sonrisa de la cara―. Eres fuerte Della, lo sé. Pero te vas a encontrar con
tipos malos que son más duros que tú, y con tu actitud terminarás como nuestra
Jane Doe de allí. Estar dispuesta y con ganas de luchar no te hace un buen agente.
Saber cómo evitar una pelea que vas a perder, y ser capaz de apartar tu orgullo
son mejores cualidades. Cualidades que todavía no has desarrollado.
Ella levantó su barbilla y contuvo su deseo de discutir con su opinión, tanto
sobre su tenacidad como su carácter.
―Voy a aprender.
―Eso espero. ―Él se dio la vuelta.
Ella extendió la mano y tocó su brazo.
―Quiero ayudarte en este caso. Quiero conseguir justicia para… ellos.
―Hizo un gesto de nuevo hacia la escena del crimen.
Él suspiró.
―Ya veremos.
―Por favor ―dijo ella.
―Dije que ya veremos. El caso no empezará hasta que tengamos los
informes completos de las autopsias.
Él la dejó y volvió a unirse con los otros agentes del FRU. Pero el aguijón de
sus palabras “Cualidades que todavía no has desarrollado” se quedaron atrás y
la cortaron hasta la médula. Burnett no creía que ella tenía lo que se necesitaba
para ser parte del FRU.
De algún modo, de alguna manera, le demostraría que estaba equivocado.
Y para empezar, se forzaría a sí misma a hacer frente a la horripilante escena del
crimen de nuevo. Con cada paso que daba, se comprometía a no vomitar de
nuevo. No importaba si Burnett lo había hecho por un año, ella no volvería a
hacerlo.
Tenía que demostrarle que tenía lo que se necesitaba. Entonces atraparía al
bastardo que lo hizo.

Eran casi las cuatro de la mañana cuando Della regresó a su cabaña. Kylie
estaba sentada a la mesa, viéndose misteriosa en la oscuridad con un vestido
blanco. Su cabello rubio caía sobre sus hombros y su expresión contaba una
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historia que era entre El Exorcista y Viernes 13. O puede que Della estuviera
solamente exagerando después de ver… la muerte real.
―Hola, ¿estás bien? ―preguntó Della.
Kylie parpadeó.
―Sí, sólo que no podía dormir.
¡Mierda! Lo más probable era que Kylie tuviera compañía. El tipo de
compañía que Della no podía soportar.
―¿Estamos solas?
Kylie se encogió de hombros. Della gimió. La camaleón era en toda regla y
por encima de todo una Ghost Whisperer, y mientras que Della odiaba admitirlo,
eso la asustaba demasiado. Si Kylie no fuera una de sus mejores amigas, Della
hubiera pateado al imán de espíritus por la puerta. Pero ser mezquina con Kylie
era como ser mala con un cachorro hambriento con una pata herida. Y
francamente, si alguien era malo con ella, Della patearía sus culos tan
rápidamente que no sabrían qué los golpeó. Pero seguro como el diablo que
sabría que habían sido golpeados.
―No te límites a encogerte de hombros. Dime la verdad, ¿estamos solas?
―En este momento lo estamos ―dijo con una voz de disculpa.
―¿Pero alguien solo se acaba de ir?
―Alguien está jugando conmigo.
―¿Jugando contigo? Lo haces sonar como divertido.
Kylie frunció el ceño.
―No lo es. Pero él/ella sigue pasando zumbando, no dice nada y no
desacelera lo suficiente para que consiga una buena mirada. ―Kylie hizo una
mueca―. Holiday diría que esto es una señal. ¿A quién conozco que pasa
zumbando y no desacelera lo suficiente para ser reconocido? ―Inclinó la cabeza
y luego señaló a Della―. Tú.
―Lo siento, no estoy muerta.
―No me refiero a ti exactamente. Quiero decir… un vampiro. Tal vez mi
nuevo fantasma es un vampiro.
―Genial. Tenemos a un enojado vampiro muerto colgando alrededor.
Kylie puso una mueca frustrada.
―No he dicho que él/ella esté enojado.
Della caminó hacia la mesa.
―¿Así que él/ella no está enojado?
―Sí, pero no lo he dicho. ―Le sonrió.
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Della rodó los ojos.
―Te lo juro, has estado pasando demasiado tiempo alrededor de Miranda.
Estás usando su lógica.
―A veces me gusta su lógica ―dijo Kylie.
A Della también le gustaba, pero no estaba de suficiente humor para
admitirlo. Miró a la puerta de su dormitorio y consideró ir y caer en el olvido.
Luego se reorientó en la silla vacía frente a Kylie y consideró simplemente pasar
un poco de tiempo con su mejor amiga.
La silla ganó. Se hundió en ella y trató de detener a sus hombros de mostrar
la tensión.
―¿Dónde has estado? ―preguntó Kylie.
La tripa de Della se apretó.
―Fui a correr y tuvimos un intruso pasando volando. Recogí su aroma.
Burnett se presentó un segundo más tarde y recibió una llamada del FRU. Fui
con él a la llamada. ―Se mordió el labio, insegura de si podía hablar sobre eso
sin hacer incluso más daño.
―¿Qué clase de llamada? ―preguntó Kylie.
Della vaciló, luego decidió que si quería hacer esto, ser una agente, y eso era
lo que quería más que nada, entonces tenía que aprender a lidiar con ello.
―Dos personas a las afueras de Fallen fueron asesinadas.
La expresión de Kylie fue de empatía pura.
―¿Uno de ellos era vampiro?
Della entendió lo que quería decir Kylie. Ella pensó que el fantasma que
había muerto podría haber sido una de las víctimas. Della negó con la cabeza.
―Humanos. ―Incluso lo había comprobado. Por difícil que había sido
mirarlos directamente, lo había hecho―. Pero parece como si el asesino fuera
vampiro ―se obligó a decir.
Kylie frunció el ceño.
―¿Sospecha Burnett de renegados?
―No lo sé. No sospechan de nadie aún. Se llevaron los cuerpos para
revisarlos y van a hacer un código rojo. ―Código rojo significaba que situarían
las muertes como un accidente para no alertar a los humanos.
Los ojos de Kylie mostraban emoción real.
―¿Fue… terrible de ver?
―No ―mintió Della. Entonces su respiración se agitó, al igual que su
corazón―. Sí, lo fue.
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―Lo siento. ―Puso su mano en la de Della―. ¿Quieres un refresco de dieta?
Casi dijo que sí, pero suspiró.
―No, debo intentar dormir un poco. ―Deslizó su mano lejos de la de Kylie
y se puso de pie. Papá se enfurecería si no sentía el vacío de la ausencia de tacto
de Kylie. Si ella fuese una debilucha, le hubiese pedido a Kylie un abrazo. Uno
de esos largos que ayudan a sanar los peores dolores del corazón. Pero no era tan
débil.
―¿Por qué no te duermes en la mañana? ―dijo Kylie mientras Della iba
hacia la puerta de su cuarto.
Della miró hacia atrás y lo consideró. Entonces recordó que Burnett ya la
veía como no lo suficientemente fuerte.
―No. Estaré bien. ―Necesitaba convencer a Burnett de que podía
manejarlo. Manejar el asesinato, el caos y las noches sin sueño que venían con
esto. Convencerlo de que tenía lo que se necesitaba para trabajar para el FRU.
Atravesó la puerta, y luego miró hacia atrás.
―Gracias ―dijo.
―¿Por qué? ―preguntó Kylie.
Della se encogió de hombros.
―No lo sé. Por estar despierta.
Kylie sonrió.
―Deberías agradecerle a los fantasmas por eso.
―No lo creo. ―Della miró alrededor. No sabía qué estaba buscando,
especialmente considerando que no podía verlos, pero a veces cuando Kylie
decía que estaban allí, sentía un escalofrío. Uno que le recordaba a la muerte.
Y con muerte venían los ángeles de la muerte, aquellos que se encargaban
de juzgar a los sobrenaturales. Aquellos cuyo castigo no era rápido. Quienes
querían que su vida se mostrara abierta para comprobar sus errores.
Dios sabía que ella había cometido muchos.
Dándose cuenta que estaba mirando hacia la nada, miró de nuevo a su
amiga.
―¿Él/ella no está aquí ahora, verdad?
―No ―dijo Kylie.
―Bien, mantenlo de esa forma. ―Della entró a su habitación. Un lugar
silencioso donde estaba sola con sus pensamientos. Al menos esperaba estar sola.
Miró alrededor, intentando sentir si los fantasmas de Kylie habían vuelto. No
hubo escalofrío sobrenatural.
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Tan pronto como se dejó caer en la cama, su mente se fue lejos de los
posibles visitantes de Kylie, a la terrible escena que había presenciado esta noche.
Imágenes inundaron su mente de nuevo.
La mujer había sido solo unos años mayor que Della, y el chico lucía como
su novio. Parecía como si hubiesen estado estacionados a la luz de la luna,
probablemente enrollándose, besos subidos de tono y toques dulces cuando
fueron atacados y huyeron de su coche. Dos personas teniendo una noche
romántica y luego siendo brutalmente asesinados. Quizás los pensamientos de
los fantasmas eran mejores.
Las palabras de Burnett llenaron su mente. “No somos más monstruos que
otras especies”. Su corazón latía y se sentía abierto. No importaba lo que él había
dicho. El hecho de que había sido un vampiro el que había realizado ese
despreciable acto la hacía sentirse avergonzada de su especie. Avergonzada de
necesitar sangre para vivir.
No monstruos, mi trasero. Si no estaba lo suficientemente asustada de que sus
padres la vieran como solo eso, les diría la verdad. Podría aun ser parte de su
familia. Aun ser la pequeña niña de papá. En lugar de eso, era una persona ajena,
obligada a visitar, sólo para darse cuenta de lo mucho que había perdido. Forzada
a dejarlos pensar que probablemente estaba metida en drogas, quizás
embarazada, y que caería tan bajo como para robarles.
Intentó alejar las imágenes de los cuerpos muertos yaciendo boca arriba en
el suelo mojado, con sus cuellos mutilados por tantas mordidas, sus ojos abiertos
que habían perdido toda señal de vida. Lo intentó, pero no pudo sacárselas de la
cabeza.
―Somos monstruos ―susurró a la silenciosa y, con suerte, habitación libre
de fantasmas.
Sintió lágrimas caer por sus mejillas y las limpió. Ojalá el querer atrapar al
chupasangre que había asesinado a la inocente pareja, el querer hacerlo pagar, la
hiciera menos monstruo.
―Voy a atraparte ―dijo Della, comprometiéndose a no olvidar nunca el
olor del asesino que había atacado esta noche. Algún día, tarde o temprano, se
encontraría con él de nuevo―. Y cuando lo haga ―habló en la oscura
habitación―, no me importa lo que Burnett diga, voy a disfrutar pateando tu
trasero.

―¿Della?
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La profunda voz hizo eco en su mente y penetró su sueño. Un sueño
familiar. Ella estaba de pie de nuevo en el oscuro callejón en su pijama de Pitufo.
El monstruo, la enorme y rechoncha gárgola estaba de pie a cinco metros de ella.
Sus ojos rojos brillaban con maldad. Su intención, mutilarla, se puso de
manifiesto por la baba pegajosa que colgaba de su papada.
¿Qué demonios quería este feo bicho baboso de piel holgada con ella?
―Della, ¿Estás bien? ―La voz vino de nuevo, detrás del cubo de basura.
Lo cual era una pena, porque era exactamente donde planeaba lanzar al
monstruo feo, que comenzó a ir hacia ella. Se estremeció, preparándose para
luchar, y al instante se hizo más coherente.
―¿Della? ―Esta vez la voz no provenía del mismo lugar, sino del otro lado
de la oscura cortina en su mente. El lado donde existía la vida real. Donde las
gárgolas no existían. Donde los monstruos que caminaban sobre la tierra eran
simplemente vampiros.
Cuando sintió un toque sobre su frente, se puso en completa alerta. Con
fuerza y velocidad de vampiro, e incluso antes de que sus ojos se abrieran, tomó
la mano y la alejó de su rostro.
Su visión no se había aclarado por completo cuando reconoció el oscuro
cabello, los oscuros ojos del cambiaformas frente a ella.
Soltó el tenso agarré de su muñeca.
―¿Qué haces aquí?
Steve frunció el ceño.
―Golpeé tu ventana y cuando no te despertaste me preocupé.
―¿Así que decidiste entrar a mi habitación? ―espetó, llegando a la
conclusión enojada de que su audición debía estar apagada de nuevo. ¿Qué
demonios estaba pasando con esto?
―Vine a ver que estabas bien. Usualmente estás despierta para el momento
en el que me acerco a tu ventana. Llamé por diez segundo y ni siquiera te diste la
vuelta. ¿Te sientes bien?
Acercó la mano a su frente de nuevo y ella la volvió a alejar.
―No me toques.
Frunció el ceño hacia ella.
―Estoy revisando tu temperatura. No te sientes bien. ―Puso la mano de
nuevo en su frente.
Casi le dio un manotazo de nuevo, pero se dio cuenta de que estaba
tomando su frustración con el sueño y sus problemas de audición contra él.
―Soy un vampiro. Estoy malditamente fría, ¿recuerdas?
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Hizo una mueca mientras su mano tiernamente se movía por su frente.
―Lo sé, eso es lo que está mal. No estás… tan fría. Creo que tienes fiebre.
―Estoy bien. ―Se sentó―. Solo no he podido dormir. ―Su mirada fue
hacia la ventana. El sol no había salido aún, pero el pequeño rincón del cielo que
podía ver a través de los paneles de vidrio tenía rayas de color rosa en el
mismo―. ¿Qué hora eso?
―Las cinco y media.
Se lanzó de nuevo contra sus almohadas.
―Eso significa que dormí toda una hora ―murmuró.
―Lamento haberte despertado. Estaba preocupado. Te dije que llamaras y
no lo hiciste.
―¿Cuándo me dijiste que te llamara? ―Lo interrumpió, ahora sentado en
su cama, viéndose lleno de vida por la mañana. Odiaba la gente mañanera. Luego
trató de recordar su último encuentro, cuando Burnett apareció―. No me dijiste
que lo hiciera.
―En la nota, te dije que me llamaras tan pronto como volvieras.
―¿Qué nota? ―preguntó.
Sacó un trozo de papel de cuaderno que descansaba debajo de su hombro.
―La nota sobre la que estás durmiendo. Luego de que te fuiste, me
preocupé, así que vine aquí y dejé una nota en tu cama. Apenas dormí. Me
despertaba cada diez minutos a revisar mi teléfono. En todo lo que podía pensar
era que algo había ido mal.
Había ido mal, pensó Della. Dos personas inocentes habían sido asesinadas
y luego había aprendido que Burnett no creía que ella tuviese lo necesario para
ser una agente FRU.
Las imágenes de las victimas llenaron su mente, haciendo que su pecho se
sintiera como si estuviese llena de sirope. La clase de sirope realmente espeso.
Pero no había nada dulce acerca de la pesada sensación. Solo una pesada empatía
por los jóvenes amantes.
―Finalmente decidí simplemente venir aquí y revisarte yo mismo ―dijo
Steve―. Además, tengo que irme en diez minutos.
Él había estado preocupado. ¿Tenía que irse? La mente de Della giraba para
mantenerse con él. Era lunes, él no tenía que ir a jugar al doctor los lunes, no era
que realmente fuera jugar. Así como ella anhelaba ser una agente FRU, Steve
anhelaba ser doctor, un doctor sobrenatural. Porque no había realmente escuela
para estudiar medicina sobrenatural, alguien que quisiera entrar en este campo
tenía que hacer la carrera de medicina, ya sea regular o la medicina veterinaria,
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así como trabajar para otro médico paranormal. Steve trataba de salir adelante
con este juego, asistiendo al único doctor sobrenatural de la ciudad.
―No vi la nota. Estaba… exhausta.
Él paso la mano de arriba abajo por su frente.
―¿En serio estás bien?
―Lo estoy.
Sus ojos centellaron.
―Estás bien. Especialmente me gusta ese pijama de Pitufos.
Lo ves, ¡no hay nada malo con los pijamas de Pitufos! ¡Mierda! ¿Por qué estaba
pensando en ese vampiro delincuente?
―Y si ese nuevo vampiro menciona tu pijama de nuevo, tendré que
enseñarle una lección. ―¿Por qué él estaba pensando en…?
Steve enderezó el cuello de su camiseta PJ y luego se inclinó.
―Yo soy el único que puede bromear sobre lo que usas para dormir, o no
usas. ―Movió las cejas y luego fue por un beso.
Intentó empujarlo, pero en el momento en que sus labios rozaron los de ella,
ella… bueno, no hizo la cosa de explosión de ira. ¿No había sido así como se
habían metido en problemas en la reunión? Ella lo había dejado besarla cuando
estaba en la cama, y la siguiente cosa que había sabido era que su ropa estaba
cayendo.
Síp, eso había pasado, e iba a detenerlo ahora. Puso la mano en su pecho
para darle un empujón de despedida. No con fuerza suficiente para lastimarlo
pero… Luego la mano de él se deslizó bajo la camiseta del pijama y la palma de
su mano bajó muy suavemente sobre la curva desnuda de la cintura. Bueno,
quizás no iba a detenerlo justo ahora, pero seguro antes de que su ropa
comenzara a…
Justo cuando realmente comenzó a sentir el hormigueo, él se apartó, con
expresión perpleja, sus labios un poco mojados por su beso.
―¿Estás en tu periodo?
Su boca cayó abierta y lo golpeó en el pecho con la palma de la mano.
―No se supone que un chico pregunte eso a una chica. Y si pensabas que
yo iba a…
―¡No! ―Negó con la cabeza y rió mientras se sentaba―. No me refería…
Estoy preguntando como un doctor, no como tu novio.
―No eres mi novio.
―Cierto ―dijo, como si no lo creyera.
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Oh, Señor ¿era su novio? ¿Había conseguido que esta cosa entre ellos se le
fuera de las manos?
―En serio ¿estás en tu periodo? ―le preguntó.
Ella le frunció el ceño.
―Tampoco eres mi doctor
Él negó con la cabeza como si ella estuviera enferma.
―Mira, a veces cuando una mujer vampiro está en su ciclo, se le sube un
poco la temperatura. Te sientes realmente cálida. ―Puso su mano en la frente de
nuevo.
―Solo no he podido dormir lo suficiente ―dijo, pero entonces recordó los
dolores de cabeza y problemas de audición. ¿Podría tener algún tipo de gripe?
―¿Estás en tu ciclo? ―preguntó de nuevo.
Ella rodó los ojos y asintió. No era exactamente la verdad, no lo estaría por
al menos tres días más. Se preguntó si el SPM podría joderle la audición.
Se sentó y lo vio sentado en el borde de la cama como si tuviera todo el
derecho del mundo a estar aquí. Entonces recordó que él había dicho que debía
irse.
―¿A dónde vas?
―A trabajar con el doctor Whitman.
Ella sacudió la cabeza.
―Pero no vas los lunes.
―Ahora sí. El Dr. Whitman le pidió a Holiday si podía ir cuatro días a la
semana en lugar de tres y permanecer allí durante la noche. La mitad de los
clientes sobrenaturales va a esas horas. Tiene una habitación en la que puedo
dormir detrás de la clínica. ―Estudió su expresión―. Te lo hubiese dicho
anoche, si no hubieras corrido a jugar a la agente FRU.
No había sido jugar, pensó Della, y luego su mente fue a Steve y a su nuevo
horario.
―¿Qué hay sobre la escuela? ―A Della no le gustaba como sonaba eso. No
le gustaba que él no fuera a estar alrededor en las noches cuando ella saliera a
correr para aclarar su mente. Y no le gustaba el hecho de que eso no le gustara.
Dependiendo de gente cuando se metiera en problemas. ¡Joder! ¿Acaso había
comenzado a depender de él? Acéptalo, con Miranda, con Perry, con Kylie,
tendría algún tiempo que llenar.
No es que ella los culpara… bueno, en cierto modo lo hacía, pero a la vez
entendía. Cuando había estado con Lee, básicamente, también había ignorado a
sus amigos.
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―La escuela no es un gran problema ―dijo Steve―. Antes de que incluso
llegara aquí aprobé la escuela secundaria.
―Sabía que eras un inteligente… sabelotodo ―dijo, esperando ocultar su
agitación emocional con humor.
Pero a la mierda, si su corazón no se sentía tenso al pensar en él yéndose.
―Como si tú no fueras inteligente. ―Él sonrió―. Pero Holiday me va a
hacer tomar algunas pruebas todos los viernes para que así en el expediente se
note que vine aquí. Se verá mejor en mis archivos cuando empiece la universidad.
―Apartó un mechón de cabello oscuro de su mejilla con ternura―. ¿Vas a
echarme de menos?
Ella frunció el ceño. ¿Podía leer su mente?
―No ―mintió.
Él hizo una mueca ante su respuesta.
―Yo te echaré de menos. Pero nos vamos a ver los viernes y los fines de
semana. Por supuesto, si dejaras de fingir que no te gusto, y quieres ser vista en
público conmigo, entonces podríamos pasar más tiempo juntos. No tendría que
esperar hasta el medio de la noche o temprano en la mañana para robarte un
beso.
Se inclinó para robar uno entonces, y ella alzó la mano y presionó su dedo
contra sus labios.
―Es tarde, debería empezar a vestirme.
―Adelante. ―Él se dejó caer en la cama y apoyó la cabeza en sus manos,
como si fuera a disfrutar observándola. Su posición reclinada hizo maravillas
para mostrar los músculos de sus brazos y pecho. Él sonrió con esa sonrisa sexy
seductora y ella quiso darle una patada en el culo.
―¡Vete! ―le ordenó.
Él se sentó.
―Después que me des un beso de despedida.
―¡No! Eres incorregible. ―Sacudió el dedo hacia él―. Presuntuoso.
Arrogante…
―Llámame todos los nombres que desees, pero si quieres que me vaya, te
costará un beso.
―¡Es imposible! ―gruñó―. Sabes que podría alzarte, retorcerte como un
bastón, y luego echar tu culo por la ventana, ¿verdad?
―Poder y hacer son dos cosas diferentes, cariño.
¡Bendito cielo! ¿Cómo es que este hombre la conocía tan bien? ¿Cuándo se
había abierto tanto y lo invitó a su vida? ¿A su corazón?
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Él se inclinó y robó un beso. Uno corto, eso es lo único que le permitió. Pero
fue condenadamente mucho más de lo que debería haberle permitido. En ese
momento supo que su partida era una buena cosa. Tenía que poner un poco de
distancia entre ellos. Necesitaba desacelerar.
―Te veo el viernes. Pero prométeme que me vas a llamar.
―No hago promesas. ―Se tragó un ligero nudo en la garganta al ver su
expresión―. Voy a tratar. ―Tratar de no hacerlo, se corrigió para sus adentros.
Tenía que ponerse los frenos emocionales. Detener estos sentimientos antes de
que se salieran de control.
Pasó una pierna por la ventana y luego miró hacia atrás.
―Mantente alejada de ese nuevo vampiro. No me gusta.
A mí tampoco, pensó, pero no lo dijo.

Della se sentó abrazándose las rodillas, mirando por la ventana abierta,


tratando de no preocuparse por el condenado cambiaformas que la había dejado
sintiendo menos feliz. Una ráfaga de viento frío se deslizó en su dormitorio, y se
estremeció. Saltó de la cama para ir a cerrar la ventana, y ahí es cuando de repente
se le ocurrió. Sintió frío.
Desde que había sido transformada, había estado al tanto de la temperatura,
pero no había sentido realmente frío. Recordó a Steve insinuando que podría
tener fiebre. Colocando una mano en su frente, se trasladó a la ventana. Llegó
justo a tiempo para ver a Derek observando a Steve alejarse.
Excelente. Ahora el Chico Hada iba a pensar que ella y Steve estaban
arrugando las sábanas. Derek miró hacia la ventana, medio sonrió, y comenzó a
caminar de nuevo. Su primer impulso fue ofrecerle el saludo del dedo medio y
cerrar la ventana. Entonces recordó que él estaba ayudando en la búsqueda de su
tío. ¿Estaba aquí por eso? ¿Ya tenía algo para ella? Saltó por la ventana y se reunió
con él a mitad de camino.
―No me estoy acostando con Steve ―soltó de una vez, decidiendo dejarlo
claro desde el primer momento.
Él puso los ojos en blanco.
―En realidad no me importa. ―Luego su mirada se movió sobre ella―. Los
Pitufos, ¿eh? ―dijo y rió entre dientes.
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―Oh, por favor, denme un respiro. Ustedes sólo quieren fantasear con
nosotras las chicas usando ropa interior sexy en la cama todas las noches. Usamos
lo que es cómodo. Usamos lo que nos gusta. ¡Así que, supérenlo!
―Voy a meditarlo un poco ―dijo y se rascó la mandíbula.
Ella negó con la cabeza, su oscuro cabello liso volando delante de su cara.
―¿Usas tangas y lencería en la cama?
―Uhh, no.
―Bueno, tampoco las mujeres. Así que, si no te gusta usar hilo dental por
todas partes del cuerpo que no necesitan usar hilo dental, ¿por qué nosotras sí?
―Yo… ―tartamudeó―. No he dicho nada al respecto… quiero decir, es
sólo que no me esperaba ver a una vampiro gustándole la gente pequeña de color
azul.
―¿Por qué no? No tengo prejuicios ―dijo―. Me gusta la gente de todos los
colores, nacionalidades y especies. Incluso tú me agradas. Un poco.
Él pareció sorprendido.
―Sabes que los Pitufos no existen, ¿cierto?
―Por supuesto que lo sé. Y ahora sabes que no todas las mujeres usan
tangas o ropa interior sexy. Y usar pijamas de Pitufos no es raro. ―A Steve
incluso le había gustado.
Derek tuvo la decencia de sonrojarse, y levantó una mano.
―Olvida lo que he dicho.
Ella se dio cuenta que estaba exagerando y actuando de mal humor, sobre
todo teniendo en cuenta que él probablemente estaba aquí para ayudarla.
―Lo siento. No dormí lo suficiente. ―Y el insulto del nuevo vampiro sobre
sus pijamas, obviamente, había escocido más de lo que debería―. ¿Descubrieron
algo de mi tío?
Él asintió.
―Es por eso que estoy aquí.
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Traducido por Gemma.Santolaria y whenshewasgood
Corregido por Giuu

―¿Q ué conseguiste? ―preguntó Della, sintiendo como si su


respuesta pudiera cambiar las cosas. Si su tío estaba
vivo…
Derek se encogió de hombros como si fuera a decepcionarla.
―No mucho, pero fui capaz de desenterrar un obituario de algunos
periódicos viejos que eran accesibles a través de Internet en la biblioteca. ―Sacó
un pedazo de papel―. Me adelanté y lo imprimí. Por supuesto, esto no quiere
decir que murió en realidad. Pero es algo para empezar y comprobar si tal vez
fue falsificada. No he terminado la búsqueda en Internet. Si puedo averiguar a
qué escuela fue, a veces si hay reuniones de esa clase, algunos compañeros
podrían haber publicado algo.
Della tomó el papel doblado y frunció el ceño.
―No sé a qué escuela fue, pero voy a ver si puedo averiguarlo.
Él asintió.
―Sólo recuerda, no es demasiado prometedor, con algo que pasó hace tanto
tiempo. ―Decepción la atravesó―. Oh ―dijo―. ¿Puedo pedirte un favor a
cambio?
Bueno, duh, no podía decir que no, ¿verdad? ¿Pero qué en el mundo podría
querer Derek de ella?
―¿Qué es?
―Tenía la esperanza… tal vez podrías ser un poco amable con Jenny. ―Así
que era verdad. Derek tenía una cosa seria con Jenny.
―¿Ser amable con ella? ―preguntó Della―. No he sido grosera con ella.
Ahora, Della no podía decir lo mismo de todos los presentes de la escuela,
pero porque a Kylie le gustaba Jenny y la tomó bajo su ala como a una hermana
pequeña, Della se había apartado de su camino para no ser grosera.
―No he dicho “no ser grosera” con ella, dije “ser amable”. Hay una
diferencia, ¿sabes?
Della sacudió su cabeza.
―Yo no siendo grosera es mi yo agradable.
Él la cortó con la mirada frustradamente.
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―Mira, Jenny es realmente… insegura ahora mismo. Ve el tipo de amistad
que tienen tú y Kylie y Miranda y siente que se queda fuera.
―¿Fuera? Kylie la visita cada dos días y se sienta con ella casi todos los días
en el almuerzo.
―Lo sé, pero ustedes no se sientan con ellas.
―Eso es porque se sientan en la mesa camaleón, ¡idiota!
Frunció el ceño.
―No hay suficientes camaleones para que haya una mesa camaleón. Jenny
quiere sentirse como si encajara. Y por alguna razón, te admira. Piensa que eres
genial.
―Soy genial ―insistió Della.
―Sí, bueno, ¿puedes ser genial y un poco más agradable?
Della exhaló.
―Está bien, voy a… intentarlo.
―Gracias ―dijo―. Yo voy a seguir para ver si puedo encontrar algo de tu
tío. Y déjame saber si te enteras a qué escuela secundaria asistió.
Della observó al Fae alejarse, miró el obituario de su mano, preocupándose
de cómo podría descubrir la información del instituto de su tío, y preocupándose
de cómo iba a ser amable con Jenny. No le disgustaba la chica, pero no se le daba
bien eso de hacer nuevos amigos. Su cuota de amistad estaba llena. Kylie y
Miranda era todo lo que necesitaba.
Se dio la vuelta en su pijama de Pitufos y saltó de nuevo por su ventana. Se
volvió para cerrar la puerta, y cuando lo hizo, atrapó ese olor de nuevo. Chase.
¡Maldito vampiro! Le gruñó al viento que llevaba su olor picante y recordó
que había estado en el bosque la noche anterior cuando había volado al encuentro
de Burnett. ¿El pervertido de bragas solo pasaba para conseguir su desayuno
ahora? ¿La noche anterior fue sólo una coincidencia? ¿O por alguna razón
desconocida la estaba vigilando? De algún modo, de alguna manera, tenía que
averiguarlo.

Cinco minutos más tarde, estaba vestida para el desayuno, con el trozo de
papel del obituario de su tío en su mano y aún sin leer, levantó la mirada hacia
la puerta cuando alguien llamó.
―Sí ―dijo en voz alta.
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Kylie empujó la puerta, con una expresión preocupada en su rostro.
―¿Estás bien?
―Bien, ¿por qué? ―preguntó.
―Varias razones –dijo Kylie―. Uno, aún estás aquí. No fuiste a la reunión
de vampiros.
Della se encogió de hombros.
―Me dormí tarde. ―Sin pasar por el hecho de que Steve la había
despertado. Sin contar que después de anoche, la idea de beber sangre la
mareaba.
―Me lo imaginé. ¿Te sientes mejor?
Todo el recuerdo de cuerpos muertos y decepción por la falta de confianza
de Burnett en ella la invadieron otra vez.
―Voy a vivir.
Kylie le envió una sonrisa compresiva.
―¿Eso es de lo que Derek y tú estuvieron hablando?
―Sí. ―Levantó la hoja de papel doblada―. Encontró el obituario de mi tío.
―Así que… ¿está realmente muerto?
―No necesariamente. Las familias suelen publicar un obituario de la
persona si creen que está muerto.
―Ya veo ―dijo, y se mordió el labio inferior. Kylie siempre se mordía
cuando estaba nerviosa. ¿Pero de qué?
Della recordó la respuesta de Kylie de “varias razones” ante el porqué
estaba preocupada por Della.
―Cuáles son las otras razones… ¿la razón por la que estás preocupada por
mí?
Kylie movió sus dientes superiores sobre el labio de nuevo.
―Yo… es por el fantasma.
Bien, esto no podía ser bueno.
―¿Qué pasa con el fantasma?
―¿Recuerdas que te dije que pensaba que era un vampiro?
―Sí.
―Bueno, estoy bastante segura que tenía razón. No es que se haya
manifestado completamente todavía, pero… no creo que me esté buscando. No
está pasando el rato en mi habitación.
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―¿Dónde está pasando el rato? ―preguntó… y mientras que era lo
suficientemente inteligente para adivinar, realmente, realmente esperaba que se
equivocara.
Kylie vaciló.
―En tu habitación.
―Oh diablos, no. No tengo ningún deseo, ninguno, nada de nada, de tener
un fantasma paseando a mi alrededor. Dile que dé un salto al olvido.
Kylie suspiró.
―No funciona de esa manera. Y por lo general, cuando aparece un
fantasma, hay una razón. Yo estaba… me preguntaba si era tal vez tu tío.
El estómago de Della se apretó.
―¿Por qué dices eso?
―No estoy segura, es sólo que… lo estás buscando y todo el mundo dice
que está muerto, pensé que tal vez…
―Él no puede estar muerto. Lo necesito vivo. ―No se había dado cuenta
de cuán cierto era hasta que lo dijo. Necesitaba a alguien, un familiar, en su vida.
Alguien que no la viera como a un monstruo. Sacudió su cabeza―. No, no es él.
Kylie asintió, pero no parecía muy convencida.
―Yo… me voy a encontrar con Lucas para un desayuno picnic. Así que
mejor corro. Y Miranda tenía una reunión del Consejo de Brujas esta mañana. Me
temo que estás sola para el desayuno.
―No me importa ―dijo Della, sintiéndose ansiosa sobre la cosa del
fantasma.
Kylie asintió y empezó a alejarse.
―Oye ―la llamó Della―. No está aquí ahora, ¿verdad? ¿El fantasma?
―No. ―Kylie parecía preocupada―. ¿Estás segura que estás bien? Incluso
Miranda está preocupada por ti.
―Por supuesto que sí. ―Della no necesitaba que nadie se sintiera mal por
ella, sólo necesitaba un ambiente libre de fantasmas. Y necesitaba que su tío
estuviera vivo. De ahí su vacilación para leer el obituario.
Las imágenes de la muerte de la noche anterior volvieron a su cabeza de
nuevo.
―Ve. ―Alejó a Kylie. Cuando la puerta se cerró, miró alrededor de la
silenciosa cabaña. Guardó el obituario en su bolsillo, decidiendo enfrentarse a los
huevos crudos y el tocino quemado antes de tener que enfrentarse a la
posibilidad de que su tío estuviera realmente muerto.
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Della entró en el salón del comedor lleno de gente. Estaba toda dispuesta a
sentarse con algunos otros vampiros que obviamente habían anulado el
desayuno temprano esa mañana cuando vio a Jenny. La chica se sentaba sola y
parecía solitaria. Sabiendo que era lo correcto por hacer, agarró una bandeja y
luego se dejó caer en el asiento de al lado del pequeño camaleón.
―Hola ―dijo Della, mirando hacia sus huevos y la sustancia amarilla en la
que flotaban. Ugg, no se iba a comer eso. Entonces vio que su tocino estaba
efectivamente quemado.
―Hola ―dijo Jenny, sonando llena de vida, sus ojos color avellana
iluminándose con una sonrisa.
Della tuvo que apretar su cara para no fruncir el ceño. Era simplemente
demasiado temprano para hacer frente a la vida, pero se lo debía a Derek por su
ayuda.
―¿Has visto a Kylie esta mañana? ―preguntó Jenny, casi como si necesitara
algo que decir.
―Sí ―dijo Della―. Ella y Lucas iban a tener un desayuno de picnic. ―Lo
que significaba que se estarían chupando la cara en alguna parte. Y tal vez
desnudándose. Aunque Della no creía que Kylie pudiera quitarse la ropa en el
bosque; era demasiado adecuada e inteligente para eso. Estar desnuda en el
bosque permitía que las chinches y otros insectos la picaran en lugares en los que
realmente no querría.
―Eso está bien. ―La mirada de Jenny se movió por la habitación. Della la
siguió y vio que estaba mirando a la mesa de las Fae. Particularmente al extremo
de la mesa, donde Derek estaba sentado. El hada de cabello castaño se estaba
riendo de algo que una de las jóvenes nuevas Fae estaba diciendo. No estaba
haciéndolo como si en realidad estuviera coqueteando, pero Della vio un toque
de decepción en los ojos de Jenny.
―Entonces, ¿qué pasa contigo y Derek? ―preguntó Della, apuñalando a los
huevos a medio cocer con el tenedor.
―Nada de nuevo ―dijo Jenny.
―Pensé que los dos eran una especie de algo. Quiero decir, dormiste con él
la primera vez que llegaste aquí.
El rostro de Jenny enrojeció.
―No. Compartimos una cama, pero no… no hicimos nada. Sólo somos
amigos.
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El corazón del camaleón dio un solo aleteo con su última frase, así que no
era una completa mentira, pero no era toda la verdad tampoco.
―No es que sea asunto mío, pero creo que a él le gustaría ser más que
amigos. ―Della vio que el tocino de Jenny estaba prácticamente crudo. De la
forma en que le gustaba a Della. Su estómago gruñó.
―Sí. Él como que insinuó eso ―dijo Jenny.
Della todavía mantenía sus ojos en el tocino de Jenny.
―¿Vas a comerte eso?
―No. ―Arrugó la nariz―. Apenas están cocidos.
―¿Te lo cambio, mi quemado por tu crudo?
Jenny empujó su bandeja y Della enganchó la carne cruda y le dio un
mordico. Después del primer bocado, preguntó:
―Entonces, el Chico Hada no siente algo por ti, ¿eh? Eso me sorprende.
Quiero decir, a Kylie le gustaba.
La mirada llena de vida de Jenny desapareció.
―Sí, lo sé.
Della de repente se dio cuenta de cómo, lo que había dicho, sonaba.
―No quise decir… todo sobre él como… a ella le gustó un tiempo.
Jenny tomó el tenedor y movió sus huevos alrededor de su plato.
―Sí, he oído que ella estaba de ida y vuelta entre Lucas y Derek,
Della oyó algo en el tono de la chica.
―¿Sabes que Kylie y Lucas son una cosa real ahora, no?
Ella asintió, pero no parecía muy convencida.
―¿Eso es lo que te impide ir por Derek? ¿Estás preocupada por él y Kylie?
―No ―dijo, pero su corazón se aceleró con la mentira total.
Della la cortó con una mirada helada.
―¿Por qué la gente trata de mentirme?
―Bueno, tal vez me preocupa un poco. Me gusta mucho Kylie y no quiero
que nada entre yo y Derek cause problemas.
―Tienes que hablar con Kylie ―dijo Della, y masticó otro trozo de tocino―.
Sé que ella te diría que fueras por ello. Derek es un tipo decente. Si te gusta su
tipo.
Jenny miró de nuevo a la mesa de hadas y luego de vuelta a Della.
―Él te pidió que hablaras conmigo, ¿no?
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―No ―dijo ella, y no le gustó cómo se sintió la respuesta en su lengua―.
Quiero decir, él no me pidió que hablara sobre él.
―¿Sobre qué te pidió hablar conmigo?
Bueno, realmente puso su pie en su boca ahora. Así que se metió el resto del
tocino allí con él. Después de tragar, dijo:
―Él no me pidió que hablara contigo.
―Ahora, ¿quién está mintiendo? ―Los ojos verdes de Jenny brillaron con
incredulidad, y por alguna razón Della pensó en los ojos verdes de Chase―. Sólo
dime la verdad ―dijo Jenny.
Della se debatió entre ser completamente honesta, y se dio cuenta de lo que
había dicho no era una mentira.
―No estoy mintiendo. Él no me pidió que hablara contigo. ―Ser amable y
hablar eran dos cosas diferentes. La mirada en el rostro de la joven le dijo que
todavía no estaba convencida. Oh, qué demonios―. Me pidió que fuera amable
contigo.
Sus hombros se hundieron un poco.
―Es por eso que te sentase a mi lado.
―No ―dijo Della―. Bueno, tal vez, pero no es como si no me gustaras.
―Sí. Sólo soy diferente, camaleón, ¿y eso te sobrecoge?
―¿Por qué dirías eso? Kylie es mi mejor amiga y es un camaleón. Me
importa un carajo lo que seas.
Jenny levantó la vista.
―¿Entonces por qué estás siempre tan… distante?
―Porque… así soy. No hago amigos con facilidad.
Jenny miró alrededor del comedor.
―Todos aquí siguen mirando mi patrón como si yo fuera un fenómeno.
―No todos. Pero qué puedo decir, hay algunos idiotas aquí. ―La mirada
de Della se desplazó por la habitación y encontró a Chase. Aún necesitaba
encontrar una manera de tener una reunión con él. Él se giró y la miró
directamente. ¿Estaba escuchando su conversación? Le dio otra mordida al tocino
y miró de nuevo a Jenny, con la mirada fija en su plato―. ¿Realmente no te gusta
estar aquí? ―preguntó Della, casi en un susurro.
―No encajo aquí. Pero tampoco encajaba en casa, de cualquier manera.
―La voz de la chica se llenó de emociones.
Las palabras de Jenny dieron vueltas en la cabeza de Della y luego cayeron
a su corazón. Maldita sea, Della sabía muy bien lo que se sentía no encajar en tu
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hogar, como si alguien hubiera azotado con un mazo la fundación de tu vida.
Simplemente te sentías roto.
―Dale algo de tiempo ―ofreció, sintiendo empatía por la camaleón―. Este
lugar no es tan malo.
―No dije que fuera malo. Es sólo que no encajo. ―Se juntaron lágrimas en
los ojos de la chica―. Me tengo que ir. ―Jenny se levantó y se fue.
Della vio a Jenny alejarse, y la chica se volvió invisible justo antes de
traspasar la puerta. Jadeos llenaron el comedor de aquellos que la vieron. Todo
eso de volverse invisible que los camaleones hacían ―era increíblemente raro en
la comunidad paranormal, incluso para los mismos camaleones― aún asustaba
a algunas personas.
El estado de ánimo de Della se llenó de decepción. No estaba segura de que
este encuentro siendo linda hubiera ayudado a Jenny. Podría incluso haberlo
hecho peor. Alguien se detuvo al lado de su mesa, y el hecho de que no lo hubiera
escuchado caminando hacia ella puso su estado de ánimo más bajo.
―Te dije sé linda con ella, no que hirieras sus sentimientos ―dijo Derek―.
¿Qué le dijiste?
Della soltó su aliento y miró al chico. Al ser un hada podía alcanzar con su
varita de hada los sentimientos de los demás. ¿Della había herido los
sentimientos de Jenny? No lo había hecho con esa intención. Honestamente se
había sentido mal por Jenny. “No encajo aquí. Pero tampoco encajaba en casa, de
cualquier manera”. Volvió a escuchar las palabras de Jenny.
―No quería… quiero decir, todo lo que yo… Oh, demonios, te dije que no
era buena en ser linda.
Derek salió como si fuera a encontrar a Jenny, y Della tiró su última mordida
de tocino en su bandeja sin tocar, su corazón doliendo por la camaleón. Pero
demonios, podía entender cómo se sentía que de repente no encajaras con tu
propia familia. Tener a las personas que asumías que nunca te darían la espalda,
dándose la vuelta. Pero maldición, tenía suficiente en su cuenta y no necesitaba
empezar a preocuparse por los problemas de alguien más.
Mira, ¡esa era la razón del porqué no quería empezar a ser buena con
alguien más!
―Asegúrate de venir al anuncio de la hora del compañero de campamento.
―La voz salió de ningún lado. Una voz que pertenecía a otra persona parada al
lado de ella que no había escuchado acercarse. ¿Qué carajo estaba mal con su
oído?
Della miró a Chris, el vampiro rubio que llevaba a cabo la hora de conoce a
tu Compañero de Campamento. La hora de Compañero de Campamento era
básicamente una táctica para fomentar a los campistas de diferentes especies a
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pasar una hora juntos. Los nombres eran escogidos al azar y juntados en parejas.
La única manera de asegurar una hora con alguien que tú eligieras era donando
una pinta de sangre.
El chico alto, con pinta de surfista californiano de ojos azules se mantuvo
allí de pie sonriendo como el gato que atrapó a un pájaro. Un pájaro muy grande.
―¿Por qué? ―preguntó al vampiro arrogante y medio bien parecido.
―¿Por qué? Porque está escrito en las reglas que los vampiros tienen que
atender la hora de Compañero de Campamento. Es nuestra donación de sangre.
Revise su libro de reglas, Señorita Insolencia ―dijo las palabras con honestidad.
Sí, era una regla, pero una que nunca había sido obligatoria. Agrega el
hecho de que sus ojos azules brillaban maliciosamente, y sospechaba que él no le
estaba diciendo algo.
Algo que tenía que ver con ella.
¡Oh, mierda! ¿Alguien había pagado sangre por tiempo con ella?

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Traducido por flochi y whenshewasgood
Corregido por Nanis

―L
a curiosidad mató al gato ―murmuró Della en voz baja,
parándose en medio de los otros estudiantes e intentando
ignorar el bajo dolor de cabeza haciendo latir la parte
trasera de su cabeza. Había estado a punto de saltarse la hora de Compañeros de
Campamento, incluso había comenzado a dirigirse hacia el bosque para dar una
larga caminata y leer el obituario todavía metido en su bolsillo. No le importaba
romper la regla no obligatoria, pero a último momento se dio la vuelta y volvió
al comedor.
Qué bueno que no fuera un gato.
La pequeña petición de que estuviera allí tenía que significar que alguien
quería pasar una hora con ella, ¿no? Y si así era, ¿quién? Steve no se encontraba
allí. Consideró que posiblemente podría tratarse de Chase, pero, ¿por qué? ¿Cuál
sería el objetivo? Sí, tenía que tener una charla con él, pero no era una que él
estuviera esperando, o de la que supiera. Recordó pensar que era extraño que él
tomara la foto de su tío. Claro, afirmó que simplemente se había caído de su
mochila, pero esa historia no era muy creíble. En especial cuando estaba
malditamente segura de que se lo había cruzado antes.
Della escuchó dos personas caminando detrás de ella. Así que su audición
había regresado, ¿eh? Y también reconoció las pisadas.
―Hola ―dijo Kylie, deteniéndose a su lado y Miranda al otro.
Della miró a Kylie.
―¿Cómo estuvo el picnic?
―Bien ―dijo Kylie, siempre siendo vaga cuando se trataba de la relación
que tenían ella y Lucas―. Se supone que me encontrara aquí ―dijo, mirando a
su alrededor.
―¿Has visto a Perry? ―preguntó Miranda, metiendo su cabello rubio
suelto con mechones rosa, verde y negro detrás de su oreja. Della nunca entendió
el cabello loco de Miranda, pero parecía ser su marca registrada, y tal vez, su
deseo de destacarse un poco.
―No ―dijo Della, pensando en su mañana―. No creo haberlo visto en el
desayuno tampoco. ¿Lanzaste unos cuantos hechizos en tu reunión de brujas?
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―No. ―Miranda puso los ojos en blanco―. No la pasamos lanzando
hechizos todo el tiempo.
―¿Por qué no? ―preguntó Della―. Si pudiera lanzarlos, lo estaría
haciendo todo el tiempo.
Mirando negó con la cabeza.
―Nuestra consigna es no causar daño.
―Eso no suena divertido.
―Qué bueno que no seas una bruja ―dijo Miranda―. Tu sola actitud te
traería mucho mal karma.
―No hay nada malo con mi actitud ―insistió Della.
―Sean agradables, ambas ―dijo Kylie, lanzándoles una mirada seria.
―Lo siento, pero apesto en ser agradable ―dijo Della, recordando a Jenny.
Miró alrededor para ver si la chica estaba allí. No lo estaba. Pero divisó a Chase,
a unos cuantos metros de los otros mirando al bosque como si quisiera
desaparecer. Como si no encajara precisamente. Della recordó su primera semana
aquí. Si no hubiese sido por Miranda y Kylie, habría estado perdida. De repente,
Chase volvió la mirada. Su mirada se trabó con la de Della y la mantuvo.
Ella frunció el ceño.
Él sonrió.
Mirando chocó su hombro con el de Della.
―Creo que le gustas.
―No debería ―espetó Della, y apartó la mirada.
―¿Por qué no? ―preguntó Perry, moviéndose al lado de Mirando y
deslizando su mano alrededor de su cintura. Si el cambiaformas estaba al alcance
de la mano de la brujita, tenía sus brazos rodeándola―. Parece un buen chico,
por lo menos para mí. Por supuesto, Steve matará al vampiro si comienzas a
gustarle como en “gustarle”.
―Steve y yo no somos… ―Della dejó de hablar y gruñó cuando Miranda
se puso de puntillas y comenzó lamerse el rostro con el cambiaformas.
―Es dulce, ¿no? ―susurró Kylie en su oído.
Della miró hacia Kylie e imitó la típica y exagerada manera de Miranda de
rodar los ojos. Kylie se rió.
Había abierto la boca para decirle a Kylie que se iba cuando Chris comenzó
a hablar. Inhalando, alzó la mirada hacia el frente, y su curiosidad regresó.
―Bienvenidos ―dijo él, haciéndolo sonar como un espectáculo. Al chico de
verdad le gustaba ser el centro de atención. Dado que era de California, se
preguntó si ya había intentado actuar. Tenía la apariencia y la personalidad para
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hacerlo―. Vamos a ver lo que tenemos primero. ―Su mirada se movió por la
multitud.
Della contuvo el aliento, esperando haber estado equivocada en sus
suposiciones. No dejes que su mirada aterrice en mí. No dejes que su mirada aterrice en
mí.
Su mirada aterrizó en mí. ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!
Sacó un trozo de papel de su estúpido sombrero. Desdoblando el papel
lentamente, como para agregar drama, ni siquiera miró hacia abajo antes de
comenzar a hablar. No tenía que hacerlo; obviamente sabía qué decir. Sonrió y se
detuvo, sólo para prolongarlo.
Dios santo, quiso pellizcarle las orejas y hacerlo escupir todo de una vez.
Finalmente se aclaró la garganta.
―Della Tsang, yo, Chris Whitmore, tendré una pinta de sangre donada a
nuestro banco por pasar una hora contigo.
¿Chris? Su boca se abrió. Todos los ojos estaban puestos en ella. Oohs y aahs
fueron soltados por la multitud.
―Oh, mierda ―dijo Perry.
―¿Mierda qué? ―preguntó Lucas, acercándose a Kylie.
―Chris acaba de ofrecer donar una pinta por el tiempo de Della
―respondió Miranda a la pregunta de Lucas.
Lucas miró a Della.
―No me sorprende. Ha tenido algo por ti desde siempre. Ahora que Steve
está pasando mucho tiempo ayudando al doctor, Chris está intentando
insinuarse.
―Es un poco deshonesto, si me lo preguntan ―dijo Perry.
―¿Qué esperabas? ―agregó Lucas―. Es un vampiro.
Kylie le dio un codazo a Lucas en las costillas. Él gruñó y se encontró con la
mirada de Della.
―Lo siento.
Por lo general, Della habría tenido un comentario listillo, pero no habló.
Estaba… sorprendida. Seguro, recordaba que en un tiempo hubo tensión entre
Steve y Chris, y el rumor era que ambos estaban atraídos por ella, pero… bueno,
no se lo había creído por completo.
―Donaré dos pintas por pasar una hora con ella ―habló una voz en la
multitud.
La mirada de Della se lanzó al propietario de la voz. Chase.
Della contuvo la respiración y apretó las manos a sus costados.
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Chris se dio la vuelta, encontrando a Chase, y la expresión del vampiro
rubio se endureció. Sus ojos azul claro brillaron iridiscente.
―Tal vez de donde vienes los vampiros beben la sangre del otro, pero aquí
no. ―La boca de Della se abrió un poco. Esto no iba a terminar bien.
―No estoy ofreciendo mi sangre ―dijo―. Estoy ofreciendo algo de mi
reserva personal. Cuando llegué aquí, había estado por mi cuenta. No viajo sin
raciones. Así que traje algo extra.
―Eso no tiene importancia ―espetó Chris―. Así no es cómo funciona. Esto
no es una subasta.
―Creí que era una campaña de donación. Mientras más sangre mejor. Tal
vez tú realmente no necesites la sangre.
Los ojos de Chris se hicieron más brillantes.
―Bien.
―Maldita sea, Steve va a tener que matar a dos personas ―farfulló Perry.
―¿Te encuentras bien? ―murmuró Kylie cerca del oído de Della.
―Demonios, no ―dijo―. Esto es ridículo.
―Ofreceré tres ―habló al instante Kylie.
Todos se dieron la vuelta y miraron fijamente a Kylie. Incluyendo Della.
Deja que Kylie venga a su rescate.
―Voy a subir una más ―dijo Chase.
―Cinco ―dijo Kylie, sin retroceder, y dándole a Chase una mirada
desagradable.
Chris sonrió y le lanzó a Chase una sonrisa. Pero entonces Peter, el asistente
de Chris en la hora de los Compañeros de Campamento, habló.
―No puedes donar cinco pintas. No está permitido.
―Voy a donar cinco ―respondió Kylie, y pareció dudar al meditarlo―. Yo
donaré una, Miranda otra, y Lucas y… Perry y…
―Eso sólo son cuatro ―dijo Chase.
Della vio a Kylie mirar alrededor como buscando otra persona. Una persona
más que se levantara por Della.
―Y Derek… donará una ―dijo Kylie con confianza.
Los ojos de Derek se agrandaron. Della esperó a que le dijera a Kylie que no
lo contara. Se había enojado con ella por molestar a Jenny, pero unos segundos
embarazosos pasaron y no se retiró. De hecho, su mirada se encontró brevemente
con la suya y él asintió.
―Cuenta conmigo.
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―Y donaré una pinta también ―dijo una voz baja femenina detrás de ellos.
Della giró y se encontró con la mirada de Jenny.
La camaleón pareció nerviosa con todos los ojos puestos en ella, pero no
retrocedió. ¿Y Della no había herido los sentimientos de la chica? No
intencionadamente, pero… Jenny no lo sabía con seguridad.
―Mi sangre es tan buena como la de cualquiera aquí ―dijo, sus hombros
apretándose, mostrando que tenía agallas.
Chris volvió a mirar a Chase.
―¿Estás fuera de la puja? ―La mirada de todos fueron hacia él para ver si
el nuevo vampiro subiría su oferta. La pregunta sin contestar quedó colgando en
el aire: ¿Cuánta sangre extra tiene el novato?
―Supongo que perdí. O no. parece que tendremos un montón de sangre
por un tiempo. ―Miró a Chris y sonrió como si ese hubiera sido su plan todo el
tiempo―. Por cierto, así es cómo una donación de sangre debería ser. ―Metiendo
las manos en los bolsillos de sus jeans, se alejó dando grandes zancadas. No como
si acabara de ser derrotado, sino con una confianza que rayaba el engreimiento.
Della lo observó, todavía confundida. ¿Qué fue lo que había estado
haciendo? ¿Sólo intentando asegurar la comida? ¿O…?
―Muy bien, sigamos adelante. ―Chris comenzó a emparejar nombres para
pasar la hora juntos.
Kylie se acercó a Della,
―No sé si hemos sido engañados, o no.
Della apretó los dientes.
―Yo tampoco. Lo siento.
―No lo sientas. Es por una buena causa. Y… no quería que tuvieras que
hacer algo que no querías.
―Gracias ―dijo Della, su cabeza todavía dando vueltas con lo que había
sucedido. Y no sólo Chase, sino los donadores de sangre que habían venido a su
rescate.
Jenny se acercó.
―¿A dónde tengo que ir a donar?
Kylie le sonrió.
―Te lo mostraré esta tarde.
Della se encontró con los ojos avellana de Jenny.
―Gracias.
―De nada ―dijo la chica.
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Al instante, Della se sintió mal, no merecedora. Miró alrededor, a las
personas paradas en su círculo. Las personas que habían estado dispuestas a
ofrecer su sangre para salvarla de tener que pasar tiempo con alguien con quien
no quería estar.
Amigos. Todos ellos. Se había dicho que solamente tenía a Kylie y Miranda,
pero se había engañado. Cada uno de estos chicos se plantó por ella, y caramba,
si era necesario ella haría lo mismo por ellos.
Totalmente inesperado, su carótida comenzó a escocer y las lágrimas
amenazaron con aparecer. Apartó la mirada, parpadeando la debilidad acuosa
de sus ojos. Bien, eso lo confirmaba. Tenía que estar enferma; ¿por qué si no
estaría tan llorona?

Dado que su hora fue pagada con sangre, y sin embargo, ninguno de ellos
esperaba que la pasara con ellos, Della regresó a su cabaña. Leería el obituario y
tal vez tomaría una pequeña siesta antes de que las clases comenzaran
La idea de faltar a clases y decir que estaba enferma la tentó, en especial con
el ligero dolor de cabeza todavía merodeando. Pero sin querer parecer débil de
ninguna manera ante Burnett, tiró mentalmente de sus las bragas de niña grande
y se dijo que podía hacerlo.
Estaba a medio camino a su cabaña cuando algo produjo que se detuviera.
Agua. Como la lluvia de una ducha corriendo. No, no una ducha, una catarata.
¿Eran las cataratas, el lugar espeluznante y misterioso al que se debía el nombre
de la escuela? Se rumoreaba que el lugar era el lugar de encuentro de los ángeles
de la muerte, más conocido como espíritus sobrenaturales que se encargaban del
juicio a lo sobrenatural.
Inclinó la cabeza y escuchó. No podían ser las cataratas. Incluso con su
súper audición no podía escuchar eso desde aquí.
Forzada a ir a comprobarlo, se dirigió al bosque, siguiendo el sonido de
tintineo, el cual, por alguna razón, sonaba pacífico. Varios pasos más tarde, dejó
el brillante sol y entró en el atardecer silvestre. El olor a tierra rica llenó el espeso
aire. Unas sombras del sol de arriba bailaron en el suelo del bosque. No era
realmente frío, pero bajo el techo de árboles el frío del otoño colgaba en el aire.
Alzando la vista, notó los colores de otoño: rojos, naranjas, y tonos de marrones
oscuros pintados en las hojas. Los colores de la muerte, se recordó.
Siguió caminando. Siguió escuchando el sonido, sintiéndose casi llamada, o
atraída, por el suave sonido de chapoteo. Después de varios minutos, se dio
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cuenta que debían ser las cataratas lo que estaba escuchando, porque de hecho,
se dirigía hacia allí.
Sólo había estado una vez. Kylie le había rogado a ella y a Miranda que
fueran con ella. Se habían negado, luego se sintieron mal y fueron tras ella.
Della dejó repentinamente de caminar. ¿Qué demonios estaba haciendo?
¿Por qué estaba yendo a las cataratas?
El lugar la espantaba. O lo hacía.
Ahora… no se sentía tan temerosa sino… curiosa. Se paró allí clavando la
punta de sus tenis en la tierra e intentando dilucidar qué la compelía a seguir
adelante. Oh, diablos, los ángeles de la muerte bailaban en las paredes de las
cataratas. Y los ángeles de la muerte se encargaban del severo juicio de todos los
sobrenaturales.
Della no pensaba que hubiera cometido ningún crimen lo suficientemente
serio para que la quemaran viva, y de acuerdo a Miranda eso podía suceder
realmente, pero de ninguna manera su alma era de color lirio blanco. Infiernos,
sólo esta mañana había hecho llorar a Jenny por decir lo incorrecto. Y su error
había parecido peor cuando Jenny había levantado la voz y ofrecido su sangre
por ella.
Escalofríos bajaron por su espalda. Realmente debería dar la vuelta y
regresar a su cabaña. Pero entonces el sonido aumentó. Como música que
estuviera tocando en la distancia. Tal vez podría acercarse sólo un poco, sin ir
realmente todo el camino.
Continuó moviéndose, más asustada por su falta de miedo que por el miedo
mismo.
Algo no se sentía correcto.
De repente ansiosa por superar eso, empezó a correr, moviéndose rápido,
tan rápido que los árboles se convirtieron en sólo un borrón a su izquierda y
derecha. Tan rápido que su respiración sonaba trabajosa y su cabello moviéndose
de izquierda a derecha realmente dolía cuando golpeaba su rostro. Pero
continuó. Siguió esperando ese sentimiento incómodo, ese sentido de que no
debía acercarse más.
No lo sintió.
Ni siquiera pensó en qué dirección tomar, simplemente siguió el sonido. El
sonido suave y burbujeante se convirtió en hipnótico. Se detuvo de manera
abrupta al borde del agua. Una pequeña capa de agua caía por casi dos metros
por encima del borde del terraplén, lanzando pequeñas gotas de agua a la
variedad de plantas y rocas.
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Extrañamente, mientras un montón del bosque había cambiado con la
estación, aquí el color verde prosperaba. Incluso olía a verde. Fresco, limpio. Un
poco como primavera. Olía a vida, a vida nueva.
El sol rociaba luz doraba a través de los árboles, haciendo que las pequeñas
gotas de agua brillaran como luces de Navidad. La vista era como algo sacado de
un cuento de hadas. Una mágica tierra de maravillas que no existía.
Della recordaba claramente haber estado parada en casi el mismo lugar
meses antes y sintiendo nada más que terror. ¿Dónde estaba su terror ahora?
¿Era así como Kylie veía este lugar? Pero vaya, ¿por qué se sentía tan
diferente ahora? ¿Qué significaba esto? ¿O significaba algo en absoluto?
Ansiaba entrar al agua, pisar dentro de la capa de agua, tomarlo todo
completo, pero algo la detuvo. Algo dentro de ella le dijo, “No aún y quizás nunca”.
¿De dónde carajos había salido eso?, se preguntó y luego se sintió un poco
insultada.
―¿Por qué no ahora? ¿Por qué nunca? ―las preguntas salieron de sus
labios, y tan loco como sonaba, sintió como si alguien la escuchara. ¿Pero quién?
Cuando ninguna respuesta le flotó de regreso, lanzó otra pregunta―. ¿Quién
eres?
Aún sin respuesta. Lo sintió entonces, un sentimiento de que no debía estar
allí. De que no era bienvenida.
Dio un paso atrás, todo su ser se llenó instantáneamente de ese terror que
había sentido la última vez. La belleza del lugar se perdió de repente para ella, y
sólo lo espeluznante permaneció. Preparada para darse la vuelta y huir, lo
escuchó. El imperceptible rompimiento de una rama. Alguien… o algo… estaba
detrás de ella.
El dolor explotó detrás de su cabeza como si hubiera sido golpeada por…
por…
Cayó de rodillas, puntos negros aparecieron en su visión, y la última cosa
que vio fue una figura borrosa bailando detrás del rocío de agua. 74
Página
Traducido por Apolineah17 y âmenoire
Corregido por Nanis

E
l olor era horrible. Un reflejo nauseabundo empezó a saltar su
garganta.
―¿Está volviendo en sí? ―preguntó una voz en algún lugar a
la distancia. Reconoció la voz. Holiday.
Della sintió una mano moverse debajo de su nariz, llevando el olor.
Gruñendo, se acercó y atrapó la mano y la mantuvo lejos de su nariz. Sólo
entonces abrió los ojos. Sólo entonces vio el diente abierto de un ajo.
Sólo entonces se encontró mirando directamente a Steve.
―Soy yo ―dijo él.
―¡Eso apesta! ―espetó, sacudiendo su mano hasta que él dejó caer el
diente.
Él bajó la mirada hacia ella con preocupación.
―El ajo funciona como sales aromáticas en los vampiros. ―Su mirada se
disparó a su mano―. ¿Te importaría no romper mi muñeca?
Liberó su fuerte agarre y trató de conseguir control sobre la situación. Trató
de entender qué estaba haciendo… aquí. Intentó averiguar dónde era “aquí” y
cómo demonios había llegado… aquí.
―¿Qué pasó? ―lanzó la pregunta una profunda voz. La pregunta brotó
alrededor de su adolorido cerebro.
¿Dolor de cerebro o dolor de cabeza?
Su mirada se movió y vio a Burnett de pie a varios centímetros de distancia
de la mesa en la que estaba descansando.
¡Jodidamente genial! Aquí ella quería ser capaz de mirarlo, y sucedía. Pero
exactamente qué había pasado, todavía no lo sabía.
―Gracias a Dios que estás bien. ―La muy embarazada Holiday llegó
corriendo a la mesa.
―¿Qué pasó? ―preguntó Burnett de nuevo.
Della parpadeó y trató de encontrar la respuesta a la pregunta de Burnett,
así como también a una docena más de preguntas que zumbaban de un lado a
otro en su cabeza.
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Las palabras no sé se formaron en su lengua, pero sabía cuán mal recibidas
serían por Burnett, así que se esforzó por encontrar una mejor respuesta.
El problema era, que no tenía una mejor.
―Yo… yo… ―Pedazos y piezas de recuerdos empezaron a rondar
alrededor de su cabeza. Había ido a correr y terminó en… Intentó sentarse. Steve,
de pie, cerca, trató de ayudarla. Ella le dio un codazo para que se apartara.
No necesitaba nada de ayuda, muchas gracias.
Sentándose, colgando sus pies fuera de la mesa, miró alrededor de la
habitación. Entre el olor a ajo y el picante aroma de Steve, captó el olor de…
animales.
Un poster de dos gatitos persiguiendo una mariposa llamó su atención, y
luego su mirada se movió de regreso a Steve. Un preocupado Steve.
Se dio cuenta que estaba en el consultorio del veterinario. El cual también
funcionaba como un consultorio para seres sobrenaturales. Al menos una de sus
preguntas fue respondida. Ahora sólo tenía que averiguar por qué.
Burnett se aclaró la garganta, su mirada fija en ella como si estuviera
esperando a que respondiera su pregunta. Y no se veía muy paciente.
―Fui a correr. ―Pensó más duro―. Terminé en las cataratas. ―Recordó
escuchar el sonido del agua corriendo, pero por alguna razón sonaba demasiado
loco para decirlo―. Yo… yo me estaba yendo pero escuché algo, o a alguien,
detrás de mí.
―Eso explica el chichón en tu cabeza ―dijo Steve―. Alguien te golpeó con
algo.
La mirada de Della se disparó hacia Holiday.
―¿Los ángeles de la muerte harían eso?
Las cejas de Holiday se fruncieron.
―¿Por qué te golpearían en la cabeza?
―Porque no me querían allí, porque son unos idiotas, porque sus madres
los vestían gracioso. No lo sé. ―Su reflejo nauseabundo serpenteó de nuevo
cuando recibió un olorcillo del ajo todavía en el suelo.
―No creo que fueran los ángeles de la muerte ―dijo Burnett―. La alarma
sonó cerca de tres minutos antes de que Holiday te encontrara.
Holiday se inclinó un poco contra Burnett.
―Podría sólo haber sido alguien curioso sobre las cataratas y se asustaron
cuando Della apareció.
―Asustarse no le da a nadie el derecho de golpearla ―dijo Steve, la
emoción apretando su voz.
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Burnett frunció el ceño y miró a Steve.
―¿Puedes por favor sacar el ajo de aquí?
Steve asintió, luego miró a Della.
―Mantente alejada de las cataratas de ahora en adelante.
Ella le dio una mirada dura. Ya era bastante malo tener que lidiar con
Holiday y Burnett. Steve no tenía derecho a ordenarle. No estaban saliendo. El
cambiaformas tomó los dientes de ajo y salió de la habitación.
Holiday se contoneó más cerca.
―Afortunadamente, yo iba a las cataratas, o podrías todavía estar allí
inconsciente.
Así que Holiday la había encontrado.
―¿Por qué alguien irrumpiría solo para golpearme en la cabeza? ―Justo
así, la furia de Della se elevó―. ¿Qué clase de cobarde golpea a alguien en la
cabeza? ¿Por qué no podía enfrentarme y luchar?
―Tal vez tenga algo que ver con la persona que mató a la pareja ―dijo
Burnett―. Si conseguiste un rastro de su olor cuando sobrevoló, entonces él
también captó el tuyo. ¿Oliste al intruso antes de que te golpeara?
Della intentó recordar.
―No, yo… no lo hice. ―Se preguntó si su sentido del olfato iba y venía
como su audición. Ya que estaba en el médico, tal vez debería mencionarlo, pero
recordando la creencia de Burnett de que ella no era lo suficientemente fuerte
como para ser un agente FRU, se mordió la lengua―. Yo… creo que estaba
demasiado sobrecogida por las cataratas. ―No era una mentira, pero…
Burnett asintió como si entendiera. Della deseaba que pudiera creerlo, Algo
estaba pasando con ella.
―Pero si se trataba del mismo chico que mató a la pareja, ¿por qué
detenerse al golpearme en la cabeza? Hemos visto lo que él es capaz de hacer.
―Se estremeció emocionalmente al recordar la imagen sangrienta de la pareja.
―Tal vez los ángeles de la muerte te salvaron ―dijo Holiday, y siendo una
Ghost Whisperer, Holiday era una de las pocas que tenían una conexión con los
ángeles de la muerte―. Tal vez ellos lo asustaron. ―Puso su mano en el brazo de
Della. El toque fae se sentía cálido y ahuyentó el pánico emergente
construyéndose en el pecho de Della. El pánico que Holiday probablemente captó
con sus habilidades fae.
Avergonzada de que estuviera teniendo dificultades, apartó el toque de
Holiday.
―Estoy bien.
―Tuvo que ser molesto ―dijo Holiday.
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¿Molesto? Más como exasperante.
―Estoy bien ―murmuró de nuevo. Y debería estar bien tan pronto como
atrapara al asqueroso que la golpeó.
Burnett miró a Holiday.
―Si los ángeles de la muerte la protegieron, ¿crees que podrías contactarlos
para que nos digan algo?
La idea de en realidad tratarse de comunicar con los ángeles de la muerte
envió otro escalofrío por la columna de Della.
―No me gustaría molestarlos ―dijo Della―. Podrían haber sido los que
hicieron esto y decidir venir y terminar el trabajo.
Holiday negó con la cabeza.
―No creo que los ángeles de la muerte hicieran esto, Della. ―Luego miró a
Burnett―. No es como si simplemente pudieras levantar el teléfono y hacerles
una pregunta.
Burnett no parecía feliz.
―Pero has recibido mensajes y visiones de ellos.
―Cuando ellos sienten que es necesario ―dijo Holiday, y luego hizo una
pausa―. Frankly, mi nivel de comunicación no es ni de cerca tan fuerte como el
de alguien más.
―Kylie ―dijo Burnett y asintió―. Hablaré con ella sobre esto tan pronto
como regrese. ―Steve volvió a entrar a la habitación, y esta vez el Dr. Whitman
entró con él.
―Hola. ―El médico llevaba una bata blanca y traía el aroma de la anestesia
y un rastro de perro. Sin duda de verdad atendía a los animales en su práctica
también. Por supuesto, debería haber adivinado eso por el tarro de galletas para
perros sobre el mostrador. Della robó un vistazo del patrón del hombre, mitad
fae y mitad humano.
La mirada del médico cayó en Holiday.
―¿Cómo te sientes? Recuerda que tenemos una cita la próxima semana.
―Estaremos allí ―dijo Burnett. Por alguna razón pareció fuera de su
carácter rudo para ser un esposo cariñoso. Entonces, otra vez, ella ya había
llegado a la conclusión de que él no era ni de cerca tan antipático como pretendía
ser.
Holiday hizo un gesto hacia Della.
―¿Ella va a estar bien?
―Ah, ella. ―El médico se movió más cerca de Della―. Creo que estará bien
―dijo, pero parecía perplejo mientras inclinaba la barbilla de Della hacia arriba
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para mirar sus ojos―. Tienes una contusión cerebral. Pero… las contusiones son
prácticamente desconocidas en los vampiros. El virus…
―¿Tengo un virus? ―preguntó Della, pensando que eso podría ser lo que
estaba haciendo un lío con su audición.
―El virus de los vampiros ―dijo Steve.
―Oh ―dijo Della, pensando que el médico había encontrado algo más.
El médico continuó:
―El virus V-uno en realidad fortalece todos los vasos sanguíneos y se curan
antes de que ocurra cualquier inflamación real y pueda darse una contusión
cerebral.
―Entonces, ¿por qué tengo una contusión?
El médico iluminó una luz en sus ojos.
―Bueno, no es una excepción. ―Sus cejas se fruncieron como si estuviera
desconcertado de nuevo―. Pero no me habría dado cuenta de ello si no hubiera…
―¿Si no hubiera qué? ―preguntó Della, no gustándole que el hombre no
terminara sus oraciones.
Ignorando la pregunta de Della, caminó alrededor de la mesa y empezó a
separar el cabello de Dela, tocando un punto adolorido. Ella se obligó a no
encogerse de dolor.
―¿Duele? ―le preguntó el doctor.
―En realidad no ―mintió.
―Sí, lo hace ―escupió Burnett, el caminante detector de mentiras viviente,
y frunció el ceño.
Della rodó los ojos hacia él.
El médico siguió observando su chichón.
―Tienes uno del tamaño del huevo de un ganso. Y…
―¿Y qué? ―murmuró Della, sintiéndose como una idiota por estar aquí.
―Y tenía razón ―dijo el doctor.
Della se giró y miró los ojos color avellana del hombre.
―¿Razón sobre qué?
―Ayer, había un artículo escrito en el Sobrenatural Médico sobre que un
golpe dado en el punto exacto, medio centímetro detrás de la oreja derecha,
puede causar una ligera hemorragia cerebral en el único punto débil de un
cerebro afectado por el V-uno. Aunque las probabilidades de esto ocasionando
cualquier daño real son ligeras, puede dejar a un vampiro inconsciente.
―Lo cual podría ser considerado dañino ―espetó Burnett.
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―No me gusta ―añadió Steve, mirándola, la preocupación aún tirando de
sus labios.
El médico rascó su barbilla.
―Se siente casi demasiada coincidencia.
―¿Qué es una coincidencia? ―preguntó Della.
―Que leí sobre ello un día y verlo al siguiente. Es casi como si…
―¿Estás sugiriendo que alguien leyó ese artículo e hizo esto a propósito?
―preguntó Burnett, sonando molestó ante el diálogo inconcluso del hombre con
Della―. ¿Por qué diablos alguien lo publicaría? ¿Por qué decirle al mundo
nuestro punto débil?
―El artículo era sobre un estudio médico ―respondió el doctor como si eso
lo hiciera correcto―. Y no estoy diciendo que fue intencional, yo… sólo digo que
se siente demasiada coincidencia.
―No creo en las coincidencias ―dijo Burnett.
Tampoco lo hacía Della. Pero el tipo de personas leyendo artículos médicos
no eran del tipo de correr por ahí golpeando a personas en la cabeza. ¿Fueron
ellos? Esto no tenía ni una pizca de sentido. Por otra parte, no mucho en su vida
tenía sentido, no desde que había cogido el maldito virus V1. Debería estar
acostumbrada a la locura. A lo que no estaba acostumbrada era a alguien
teniendo ventaja sobre ella. Alguien haciéndola lucir mal frente a Burnett. Nunca
se podría probar digna del FRU así.
Pero tan pronto descubriera quién era ese alguien, tendría el infierno que
pagar. Y personalmente se aseguraría de que él también pagara. Eso podría
ganarle un par de puntos de exploradora con Burnett. Incluso esperaba que él
fuera el asesino de la pareja, porque eso haría su justicia incluso más dulce.

Un par de minutos después, el médico terminó de comprobar su presión


sanguínea y de instruir a Della para tomarlo con calma por un tiempo cuando un
golpe sonó en la puerta.
Una chica, de alrededor de diecisiete años, asomó la cabeza por la puerta.
Su corto cabello rubio rebotó alrededor de su cuello. Sus enormes ojos azules se
movieron del médico a Steve, y sólo así, su sonrisa se agrandó.
―Hay algunas personas aquí. Amigos de la paciente. ―Miró a Della. Su
sonrisa se desvaneció―. Oh, y papá, la Sra. Ledbetter está aquí con su gato. La
puse en la habitación dos.
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―Bien ―dijo el médico―. Estaré allí.
La chica dio un pequeño paso hacia atrás, y Della vio a Miranda y a Kylie
detrás de ella. Miranda, siempre la más impaciente de las dos, se movió entre la
chica y la puerta y corrió hacia Della.
―¿Estás bien? ―preguntó Miranda, con los ojos verdes llenos de lágrimas.
―Estoy bien ―dijo Della, odiando que pareciera como una niña enferma
en la mesa del doctor. Una mesa de médico que olía a perro.
Miranda soltó una profunda respiración.
―Lucas dijo que vio a Burnett cargándote hacia el carro y que te estaban
llevando al médico. Kylie y yo estábamos presas del pánico.
―Ella va a estar bien ―intervino Holiday.
―Estábamos preocupadas. ―Kylie se concentró en Holiday mientras
entraba―. ¿Por qué no nos llamaron?
―Porque no quería preocuparte. Estaba a punto de contactarlos.
―Pudiste haberme buscado. Pude haber… ayudado.
Por “ayudado” Della entendía que Kylie quería decir curarla. Sobre todos
los talentos de Kylie, también era una sanadora. El único problema era que cada
vez que Kylie curaba a alguien empezaba a brillar.
―No necesitaba curación. Estoy bien.
―Cada vez que hay daño cerebral, puede ser difícil ―dijo Holiday―. Mi
instinto dijo que necesitaba conseguirle un doctor.
―Bueno, tu instinto estaba mal. Estoy bien ―insistió Della de nuevo.
Levantó la mirada y vio a la chica rubia, obviamente la hija del doctor, todavía
posada en la puerta. La mirada de la chica había regresado a Steve. Della revisó
su patrón y vio que era en parte hada y en parte cambiaformas. Una fea sensación
sacudió las entrañas de Della cuando captó el olor de las feromonas de la chica
flotando en el aire. Así que la chica tenía algo por Steve.
No que Della tuviera algo que ver con él. Ellos no era un asunto. Y sin
embargo…
―Lo que importa es que estás bien ―dijo Steve, sonando como alguien a
quien le importaba demasiado. Della también notó que no le prestaba nada de
atención a la chica rubia. De todas formas, la chica le prestaba suficiente atención
por ambos.
Kylie se movió hacia la mesa y apretó la mano de Della.
―No me asustes así. ¿Qué sucedió?
―Que tal si salimos de esta concurrida habitación que todavía apesta y
podemos explicar después. ―Burnett apuntó hacia la puerta.
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Siguiendo las órdenes de Burnett, todos empezaron a salir como buenos
soldaditos. Della deslizó su trasero fuera de la mesa.
Sus pies no había tocado el suelo cuando Steve se movió junto a ella y agarró
su brazo como si temiera que pudiera caerse.
―Detente ―dijo furiosa en voz baja.
―¿Detener qué? ―preguntó él.
―De tratarme como una debilucha.
―Solo te trató como alguien que me importa ―su susurro llegó directo a su
oído―. Llámame cuando llegues a casa. ―Le pasó una mano por su antebrazo.
Su toque envío una aguda punzada de emoción directo a su pecho.
Ella se las arregló para asentir y luego frunció el ceño cuando se dio cuenta
que Steve se quedaría aquí. Aquí con la rubia de las feromonas flotantes.

Todos se pararon en el lote de estacionamiento de Shadow Falls. Después


de ser obligada a comerse unos cuantos abrazos más de parte de Miranda, Della
observó marcharse a sus dos amigas. Se paró entre Burnett y Holiday, queriendo
ver si iban a leerle la cartilla por ir a las cataratas en primer lugar, esperando tener
una oportunidad de preguntar a Burnett si algún reporte había llegado por el
caso de asesinato.
―Necesitas ir a la cabaña y descansar ―dijo Holiday.
―No, estoy bien ―insistió Della.
―No, no estás bien ―contestó Holiday―. Ve a descansar e iré a verte en un
par de horas y hablaremos.
Oh, así que la lectura de cartilla llegaría más tarde, ¿eh?
―Pero…
Burnett gruñó.
―No discutas con ella.
Della dejó salir una profunda respiración frustrada.
―¿Ya han tenido alguna noticia sobre la autopsia?
―No todavía ―dijo él.
―Cuando lo hagan, por favor llámenme.
―No te preocupes por eso en este momento ―dijo Burnett―. Ve a donde
dijo Holiday y descansa.
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Página
―Me dejarán trabajar en el caso, ¿cierto?
Él gruñó de nuevo.
Sabiendo cuándo cerrar la boca, se dio la vuelta y empezó a caminar de
regreso a su cabaña. Pasó la primera curva y luego miró hacia el bosque. ¿El olor
de su atacante todavía estaría flotando en las cataratas?
¿O eso era todo?
El recuerdo del terror que había sentido en esos pocos segundos antes que
hubiera sido golpeada tenía a sus entrañas anudándose. Sin miedo por el intruso,
no los había sentido para nada, pero sentía el miedo a las cataratas, los ángeles
de la muerte y a lo que apoyaban: el juicio. Teniendo tu vida echa a un lado y
todos tus pecados lanzados hacia ti como rocas.
El miedo se enroscó en sus entrañas y jurando nunca dejar que el miedo la
detuviera, se dirigió hacia el bosque, justo de vuelta a donde los problemas
empezaron esa mañana.
La fea sensación de no ser bienvenida se hincho en su pecho mientras se
acercaba, pero estaría maldita si dejaba que eso la detuviera.
Los ángeles de la muerte tendrían que lidiar con su visita.
O no lidiarían con ella. De nuevo. ¿Podrían ellos haber hecho esto?
Lo que la confundía era por qué demonios no había sentido la sensación
incomoda viniendo aquí esta mañana. Y por qué, por un pequeño momento, las
cataratas lucían como un tipo de paraíso en lugar de un lugar espeluznante para
que pasara el rato la gente muerte.
Deteniéndose a pocos metros del borde, inhaló profundamente. El sonido
de las cascadas hacía eco ruidosamente, como para ahuyentarla. La humedad
parecía hacer a los árboles pesados. Sombras oscuras se proyectaba en el suelo,
añadiéndose a la sensación escabrosa.
Empujó el terror trepando por su columna como arañas de patas peludas,
levantó su cabeza e inhalo, esperando encontrar un olor.
Solo el olor a tierra mojada flotaba en el aire. Pero si alguien tocaba algo, el
olor se quedaría un rato más largo. Caminó más cerca de un par de árboles,
pensando en que alguien debía haber tocado las ramas. Nada. Su mirada se
movió y cayó a una roca sobre el suelo. ¿No era justo ahí donde había sido
golpeada? ¿Era eso lo que había golpeado su cabeza? La levantó. Trayendo la
piedra hacia su rostro, tomó un profundo olisqueo.
Cuando el olor llenó su nariz, su respiración se atascó. Furia, cruda y pura,
empezó a construirse, burbujeando dentro de su pecho. Dejó caer la roca, gruñó
y fue a recolectar su parte de justicia.
83
Página
Traducido por LizC y Mae
Corregido por Nanis

D
ella se escondió detrás de un cobertizo fuera del edificio de la
escuela, comprobando su teléfono por la hora cada pocos minutos.
Holiday no había dicho a qué hora pensaba pasarse, pero si venía
y Della no estaba “descansando”, le haría pagarlo.
Della no planeaba en pagar nada, planeaba cobrarlo.
Y a una persona en particular.
Mirando hacia atrás en una de las tres aulas, no pudo acercarse lo suficiente
para oler si él estaba allí… bueno, no sin ser vista. Pero las clases terminarían en
unos pocos minutos, y si él no estaba aquí, tendría que… La puerta del salón se
abrió, el nuevo vampiro fue el primero en salir, y ella sintió que su furia se alzaba
uno o dos grados.
Él empezó a caminar en línea recta hacia el bosque.
Excelente. Prefería hacerlo sin una audiencia. Esperando unos minutos a
que la multitud se dispersara, lo siguió.
¿Sabía que estaba aquí? Probablemente. Dado que ya había captado su olor,
él probablemente haría lo mismo.
Pero no le importaba que lo supiera. Era el momento de su enfrentamiento.
Y no iba a ser bonito.
Infiernos, rara vez lo era.
Vislumbró su camiseta verde y vaqueros desgastados moverse entre los
árboles. Apenas había pasado la primera línea de árboles pequeños, cuando se
dio cuenta que él había desaparecido. Gruñó, sintió que sus ojos brillaban con ira,
y levantó la cara al viento para captar su esencia.
―¿Me estás buscando? ―Una voz vino desde arriba.
Ella levantó la vista. Él se sentaba encaramado en una rama a unos quince
metros del suelo, moviendo casualmente sus piernas hacia adelante y hacia atrás
como si hubiera estado colgando por ahí todo el día. O como si estuviera
presumiendo.
¿Pero qué? Así que se podía subir a los árboles. Subir árboles muy rápido.
¿Pensaba que ese le hacía especial?
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El sol se asomó detrás de una nube y la hizo parpadear. Cuando abrió los
ojos, él había desaparecido de nuevo.
¿Qué clase de juego estaba jugando?
―Te voy a encontrar ―gruñó ella―. Y cuando lo ha…
―No tienes que trabajar muy duro. Estoy aquí. ―Su voz salió de detrás de
un árbol.
Ella se lanzó a la carga, lista para agarrarlo por el cuello, pero encontró el
espacio vacío.
―Detrás de ti ―dijo, tan cerca que pudo sentir sus palabras en la parte
posterior de su cuello.
Se giró, lo agarró por la camisa y tiró de él hacia ella.
―Basta ―dijo hirviendo de ira, y apretó su puño con pedazos de algodón
verde entre sus dedos.
―¿Basta qué? ―preguntó, sus ojos de jade pálido tan cerca que vio sus
pupilas cambiar de tamaño.
Retorció su agarre en su camiseta, casi hasta el punto de romperla, sólo para
hacerle saber que hablaba en serio.
―Me pegaste y por eso te vas a arrepentir.
―¿Pegarte? ¿De dónde sacaste esa idea? ―preguntó.
―Tu olor estaba por todas las rocas cerca de las cataratas.
―Sí, el señor James, me refiero a Burnett, me pidió que fuera allí y viera si
habían dejado algún olor atrás cuando él te llevó al médico.
Escuchó como su corazón latía contra su esternón a un ritmo normal. Por
supuesto, aun así, podía ser mentira, pero… ¿por qué lo haría cuando lo único
que tendría que hacer es preguntar a Burnett?
Una leve sonrisa apareció en sus labios como si supiera exactamente la
conclusión a la que había llegado. Se inclinó un poco. Su respiración agitando el
cabello de ella.
―Eres muy linda cuando te enojas. ―Ella lo empujó hacia atrás.
Apenas se movió, dándole sólo unos centímetros, no los suficientes.
Todavía podía sentir su presencia. Oler su piel. Ver el humor destellando en sus
ojos.
―Ese lugar en las cataratas es espeluznante, por cierto ―dijo.
Casi le preguntó si había captado algún olor, pero no quería estar en deuda
con él por nada.
Sí, apuesto a que los ángeles de la muerte estaban dispuestos a patearle su
culo egoísta. Recordó su otra razón para necesitar un enfrentamiento con él.
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―¿Me estuviste siguiendo ayer por la noche?
―¿Siguiéndote?
Sus colmillos emergieron un poco.
―Te vi cuando fui a encontrarme con Burnett en la puerta para ir a…
―¿El caso FRU? ―terminó él.
Ella apretó los puños.
―Tú estabas ahí.
―Sí, pero no te estaba siguiendo. No podía dormir y estaba echando una
carrera. Lo siento, no quise interrumpir tu pequeño encuentro clandestino.
Entonces él la había visto con Steve. ¿Incluso había tratado de detectar a
alguien alrededor de ellos? Gruñó al vampiro.
Su sonrisa se ensanchó como si le gustara saber que la inquietaba. Lo que
significaba que a partir de ese momento, no podía dejar que llegara a ella. Tenía
que ignorarlo. Prestarle tanta atención como a un bicho sigilosamente escondido
a través de un trozo de césped muerto.
―Bien. ―Se giró para irse, para mostrar desinterés, los tacones de sus botas
negras hasta el tobillo dejando surcos en la tierra. ¡Adiós, imbécil!
―Oye, no tan rápido ―llamó, y apareció de pronto frente a ella,
bloqueando su camino.
Maldita sea, era rápido. Casi tan rápido como Burnett. No es de extrañar
que hubiera sido capaz de esconderse de ella en los árboles.
Ella cruzó los brazos sobre su pecho y le disparó su mejor mirada de vete al
infierno. Él no fue a ninguna parte, sólo se quedó allí estudiándola como si ella
le hubiera dado permiso. Pero gritarle enfurecida significaría que estaba
afectándola, así que permaneció allí como si su presencia o su observación no le
afectan en absoluto.
El hecho de que le molestara la enfureció aún más.
―¿No le puedes dar a un chico un descanso? ―preguntó finalmente.
―¿Brazo? ¿Pierna? ¿Cuello? Lo que sea, voy a romperlo.
Él rió entre dientes. Y ella no había querido en absoluto que fuera divertido.
Pero, maldita sea, este chico era como el zumbido de un mosquito chillando en
su oído. Todo lo que quería hacer era aplastarlo entre sus manos y limpiar sus
restos en los vaqueros.
Se movió a su alrededor y continuó por el camino.
―¿No podemos hablar? ―preguntó, sonando como si estuviera justo detrás
de ella.
¿Sobre qué? ¿De qué demonios tenían que hablar?
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―No ―le espetó, y continuó moviéndose. Quería desplazarse a la distancia,
poner tanta separación como pudiera entre él y ella tan pronto como fuera
posible, pero eso le diría lo mucho que le molestaba.
―Vamos. Estuve incluso dispuesto a renunciar a mi alijo de sangre por ti,
para que así no tuvieras que salir por una hora con ese loco vampiro rubio.
Se detuvo y se dio la vuelta tan rápido que chocó justo contra él. La agarró
por los antebrazos y evitó que cayera. Sus cuerpos juntos. Sus pechos apretados
contra su torso. Y puesto que sus pechos no eran tan grandes, eso quería decir
que estaban muy cerca. Ella se apartó.
―Pensé que hiciste eso para ayudar a la donación de sangre. O
simplemente para molestarme.
Se encogió de hombros.
―Tal vez fue un poco de las tres cosas.
―¿Por qué? ―preguntó, ahora más curiosa y aún más recelosa. Estaba casi
segura que se había topado con él antes. Su aroma, su rastro, estaba en su banco
de memoria. Y despertaba sentimientos vagos de peligro.
―¿Por qué, qué?
―¿Por qué renunciarías a la sangre por mí?
―Para hablar. ―Se encogió de hombros―. Creo que empezamos con el pie
equivocado. ―Ella volvió a escuchar su corazón, constante y honesto―. Soy
nuevo aquí ―continuó―. Y déjame decirte algo, este lugar no es exactamente
amistoso. Eres la única con la que he hecho conexión.
¿Qué? ¿Cuándo habían…?
―No hemos hecho conexión ―le espetó―. Si recordaras bien, iba a patearte
el culo.
Él sonrió.
―Pero no lo hiciste.
―Lo habría hecho si Burnett no hubiera aparecido.
―Lo habrías intentado. Pero voy a pasar por alto eso.
Apenas logró evitar un gemido frustrado.
―¿Sabes?, si no fueras tan jodidamente arrogante, podrías hacer algunos
amigos por aquí.
―No soy arrogante. Soy seguro. Sé que a veces parece lo mismo, pero no lo
es.
Della tuvo el vago recuerdo de decir casi lo mismo a Miranda. Pero no tenía
que decirle que estaba de acuerdo. Francamente, tener algo en común con este
idiota la enojaba.
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―Sí, simplemente sigue pensando eso. ―Se dio la vuelta y echó a andar por
el camino.
―¿Qué pasa? ¿Tienes miedo que tu amigo cambiaformas no apruebe que
salgamos?
Se detuvo y se dio la vuelta de nuevo, pero esta vez alzó las manos frente a
ella, preparada para detenerlo y evitar que la tocara. Su plan fracasó. Ahora él ya
no la estaba tocando, sino ella a él. Sus palmas presionadas firmemente contra su
torso. Su corazón bombeando contra su esternón y la vibración derritiéndose en
sus palmas. Podía sentir su masa sólida de músculos, sentir la frescura de su piel
vampiro. Retiró las manos de golpe.
―No tengo miedo de nada. ―Era una mentira. Tenía miedos, una gran
cantidad de ellos: los ángeles de la muerte, fantasmas, perder a la gente que
amaba, incluso a las arañas, pero esperó que no estuviera escuchando el ritmo de
su corazón delator mintiendo.
―Entonces, ¿ustedes dos no son un asunto? ―preguntó, arqueando una de
sus oscuras cejas.
El teléfono en su bolsillo trasero zumbó. Usándolo como una razón para no
responder a su pregunta, y tal vez ni siquiera pensar en ello, sacó su celular rosa.
Su mente de inmediato se dirigió a la pantalla esperando ver el número sin
registrar de su primo vampiro Chan, quien todavía no había regresado su
llamada. ¿Qué estaba pasando con eso? Claro, ella no le había regresado su
llamada desde la semana anterior, pero en su mensaje, él había dicho que no era
importante. Probablemente estaba llamando para tratar de convencerla de dejar
Shadow Falls otra vez. No parecía entender por qué quería estar aquí en lugar de
vivir en las calles. Y ella no podía entender cómo él lo veía de otra manera.
Su mirada captó el número en la pantalla pequeña. ¡Mierda! No era Chan.
Era Holiday. Sin duda estaba en la cabaña de Della y probablemente
molesta con ella al no seguir sus instrucciones y descansar. Pero mierda, no
necesitaba descansar. Tampoco necesitaba que Holiday o Burnett estuvieran
enojados.
―¡Me tengo que ir! ―gimió, y se fue.
―Hagamos esto otra vez ―gritó él.
―Sí, cuando el infierno comience a servir helado suave con chispas ―gritó,
y siguió su camino, sabiendo que probablemente iba a ir al infierno cuando se
encontrara con Holiday. Y luego Holiday le diría a Burnett e iría por partida
doble al infierno.
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Della vio a Holiday antes de acercarse. La embarazada hada pelirroja se
sentaba en el porche de Della, los pies balanceándose en el borde, la mano puesta
en su vientre, y una expresión de ternura mientras susurraba dulces palabras de
afecto a la criatura. Della casi había enviado un mensaje de texto a Holiday en
respuesta, pero le habría tomado la misma cantidad de tiempo para llegar allí.
Se detuvo bruscamente en los escalones. Holiday levantó la vista. Su boca
tensándose en una expresión de desaprobación. Cualquier afecto dulce que
ofreciera al niño no iba a llegar a Della.
―Se suponía que debías estar descansando ―le regañó Holiday.
Della avanzó en el porche.
―Lo siento, yo… estaba llegando aquí y de repente sentí la necesidad de
volver a las cataratas y ver si podía encontrar un rastro o una pista de quién hizo
esto.
―¿Nos sentimos con la necesidad de desobedecer? ―le reprendió.
―No, sentí la necesidad de atrapar al idiota que me golpeó en la cabeza.
Holiday suspiró.
―Estabas inconsciente, Della. El médico te dijo que tomes las cosas con
calma. No te quiero corriendo por ahí.
Della sabía que Holiday discutía porque le importaba, pero…
―Era importante para mí. No me gusta… ―Su garganta se apretó con
frustración y sintió el escozor de la insinuación de las lágrimas amenazando con
caer. Ignorando la sensación, trató de explicarse de nuevo―. Quiero trabajar para
el FRU. Pensé que si podía resolver esto, Burnett vería que no soy una debilucha.
Holiday pareció sorprendida.
―Burnett no piensa que eres una debilucha.
―Sí, lo hace. Me dijo que no cree que yo tenga lo que se necesita para
trabajar con el FRU.
Ella hizo una mueca.
―No creo que… Él siente un gran respeto por ti, Della.
―No lo suficiente para que piense que sería una buena agente. Incluso dijo
que había formas más fáciles para que me gane la vida. Y él sabe cuánto quiero
esto.
La mirada de Holiday se llenó de empatía.
―Si él estaba tratando de desanimarte, y no estoy diciendo que lo hiciera,
probablemente es porque es un cerdo machista.
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Della se sorprendió por la confesión de Holiday. Había pensado que el hada
defendería a su marido.
―Eso es lo que yo pensé ―dijo ―. Es porque soy una chica, ¿no?
―No me malinterpretes, amo a ese hombre más que a mi vida, y él es la
forma en que es porque se preocupa tan profundamente, pero es cierto, es más
protector con las mujeres que los hombres. Y si este bebé resulta ser una niña,
tengo la sensación de que ella y su padre van a tener una batalla de voluntades
desde el primer día.
―No es justo ―dijo Della.
―Sé que no lo es. Pero… ―señaló con el dedo a Della―… si hay una cosa
que Burnett busque en un agente, es la obediencia. Si no puedes seguir órdenes,
nunca te confiara una misión. Y ese, señorita, es tu problema. Por suerte para ti,
decidí no llamarlo cuando no te encontré aquí.
Della quería argumentar que ir a las cataratas no había sido tan
desobediente como un huequito necesario en las normas. Tenía las palabras en la
punta de la lengua, pero se las tragó.
―Voy a trabajar en eso ―dijo finalmente. Della incluso se preguntó si este
no había sido el plan de Holiday para hacerla ver sus propios defectos. Sí,
Holiday era tan buena en la manipulación… bueno, tal vez no manipulación, sino
alentar a alguien a ver el error de sus decisiones.
Holiday sonrió.
―Bueno, y trabajaré en asegurarme que no dejas que sus costumbres
machistas interfieran con tus metas.
―Gracias ―dijo Della.
Holiday apoyó las palmas de las manos detrás de ella y se echó hacia atrás.
Su vientre redondo era aún más evidente con la espalda ligeramente arqueada.
―Ahora tenemos que salir del camino, ¿podemos hablar de lo que pasó este
fin de semana en casa de tus padres, y después de lo de anoche?
Della elevó las piernas contra su pecho y envolvió sus brazos alrededor de
ellas con fuerza.
―¿Tenemos que hacerlo?
―¿Tener que hacerlo? No, pero me gustaría que confiaras en mí. ―Miró a
Della―. Sé que no te gusta hablar de temas personales. Puedo respetar que seas
vampiro y que te haga un poco menos abierta. Estoy casada con Burnett, que cree
que puede resolver los problemas del mundo y los suyos sin ayuda de nadie.
Pero incluso mi gran marido está aprendiendo que no es una debilidad confiar
en alguien. ―Levantó la vista al cielo y luego de vuelta a Della―. Puedo sentir
tu dolor, y no estaría haciendo mi trabajo como consejera si no tratara de ayudar.
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Por un segundo Della consideró decirle a Holiday de su tío, pero el temor
de que si él estaba vivo y no registrado por el FRU, la hizo reconsiderar. Holiday
probablemente le diría a Burnett, y podría sentirse obligado a reportarlo.
―Nada va a ayudar con mis padres ―dijo Della, decidiendo que, aunque
no podía decir todo a Holiday, tal vez algunas cosas eran seguras.
―¿Qué pasó?
―Lo de siempre. Ven todos los cambios que el ser vampiro ha provocado
como una especie de rebelión de mi parte. Les diría la verdad si no supiera que
sería más difícil para ellos aceptar que de lo que sospechan está mal. ―Su pecho
se volvió pesado―. Odio decepcionarlos. No me gusta… ―Tragó saliva―. No
me gusta saber que les hago daño. ―Las lágrimas llenaron sus ojos y apartó la
mirada―. Siento que no pertenezco más a mi propia familia.
Limpió las lágrimas que se arrastran por sus mejillas.
Holiday puso una mano en el hombro de Della. La calidez del toque del
hada alivió el dolor en el pecho de Della. Por mucho que odiara necesitar un
respiro, saboreó la comodidad. No era de extrañar que Burnett se enamorara de
Holiday. El tacto de la mujer era mágico.
―Sé que es difícil vivir con un secreto entre ustedes ―dijo Holiday―. Y es
tan injusto. También sé que sería más fácil hacer lo que la mayoría de los
vampiros, hacerles pensar que estás muerta. Se necesita coraje hacerlo de esta
manera. Te admiro por hacerlo. Y tan difícil como es, he visto que funciona.
―Cómo puede funcionar cuando… piensan que soy una adicta a las drogas
mintiendo.
Holiday suspiró.
―Tan pronto como seas adulta, y reconozcan que eres un miembro activo
de la sociedad, van a asumir que solo tuviste años de adolescencia difíciles y los
superaste. De esta manera, puedes y vas a mantener una relación con ellos. Si vas
por la otra ruta, los perderás para siempre.
―No estoy segura de que no los pierda de todos modos ―dijo Della―.
Creo que ya se están dando por vencidos. ―Su padre ni siquiera quería hablar
de ella.
―No, no lo han hecho ―dijo Holiday―. Ellos te aman. Si no lo hicieran, no
les importaría. Tu mamá me llama al menos una vez a la semana sólo para
comprobarte.
―Pero no mi padre ―dijo Della, y a pesar de saber que no era así, esperó
que Holiday lo dijera de otra manera.
―Es un hombre. Los hombres se ocupan de las cosas de manera diferente.
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Sí, algunos hombres simplemente dejaban de amarte. Por alguna razón, recordó
a Steve y la hija del médico. ¿Steve renunciaría a ella?
Della abrazó sus piernas y dejó que el silencio cayera. El hecho de que su
madre llamara envió una ola de emoción dentro de ella… ¿o era un alivio saber
que al menos uno de sus padres aún la amaba?
―Acerca de la noche anterior y lo que viste… ―dijo Holiday.
―Estoy bien ―insistió Della―. Si quiero trabajar para el FRU, voy a tener
que aprender a lidiar con ello. Y puedo. ―Al menos los recuerdos habían
disminuido.
―Sí, tendrás que aprender, pero no tienes que lidiar a solas. Della, no le
digas a Burnett que dije esto, pero incluso él necesita alguien en quien apoyarse.
Si realmente quieres trabajar para el FRU, tienes que aceptar que vas a necesitar
a otras personas. Tienes que contrarrestar el mal con el bien. Si no, te perderás en
la maldad. Puede oscurecer tu alma y perderás toda la alegría en tu vida.
―Alegría será capturar al hijo de puta que hizo eso ―dijo Della, y en ese
momento el recuerdo la golpeó de nuevo. Su corazón se llenó de necesidad de
justicia―. No conozco a la pareja, pero no merecía eso.
―Lo sé. ―Holiday tomó la mano de Della―. Pero antes de que te pierdas
en hacer las cosas correctas para los demás, es necesario que trabajes en hacer las
correctas para ti. Tengo la sensación de que buscas algo. Algo que anhelas. Pero
también tengo la sensación de que estás postergándolo.
La verdad de las palabras del hada golpeó con un ruido sordo su conciencia.
Su tío. Encontrar algo para reemplazar el sentimiento de familia que sentía que
había perdido. ¿Y qué era lo que postergaba? Leer el obituario. Della desvió la
mirada, no le gustaba que Holiday pudiera leerla con tanta claridad.
―No te preocupes, no voy a obligarte a decirme nada. Pero te diré esto: Sea
lo que sea que estés buscando, encuéntralo, pero asegúrate de no tomar
demasiados riesgos. Te conozco, Della, y a veces actúas antes de pensar.
―Tal vez sólo pienso rápido. ―Della sonrió, con la esperanza de aligerar la
conversación.
Holiday rodó los ojos como si supiera exactamente lo que Della hacía.
―Este rasgo es parte de ser vampiro, pero también es parte de tu
personalidad. Tienes más agallas en bruto de lo que jamás he conocido. Las
agallas son admiradas. Pero tengo miedo de que en caso de manipulación, pueda
hacer más daño que bien.
Della asintió.
―Voy a tratar de recordar eso.
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―Asegúrate de hacerlo ―dijo Holiday, y suspiró. Entonces el hada se sentó
y se puso una mano en su vientre de embarazada.
Aún deseando cambiar la conversación, Della preguntó:
―¿El bebé se mueve mucho?
―Todo el tiempo. Creo que será impaciente al igual que su papá. ¿Quieres
sentirlo?
Della vaciló.
―¿No te importa?
―No, en absoluto. ―Tomó la mano de Della y la colocó sobre su estómago.
Della sintió el movimiento.
―Vaya. Creo que tu bebé me dio una patada. Eso es genial ―dijo,
sintiéndolo. No podía imaginar cómo se sentía tener a una persona creciendo
dentro de ti―. Extraño, pero frío. ―Sonrió a la líder del campamento―. Y estás
volviéndote enorme. ¿Estás segura que no hay dos de ellos ahí?
Holiday hizo una mueca.
―¿Enorme? Gracias.
Della frunció el ceño.
―Lo siento, sólo quería decir…
―No te preocupes. ―Holiday se inclinó y golpeó su hombro―. Estoy
volviéndome enorme. Y no, no son gemelos. Pero parece que mi bebé será un
vampiro dominante.
―¿Tenías una de esas cosas de rayos X? ¿Te mostró el patrón del bebé?
―Un sonograma especial puede demostrarlo. Pero pedí que no lo hicieran.
Quiero ser sorprendida.
―Entonces, ¿cómo sabes a ciencia cierta que será un vampiro dominante?
―Los sobrenaturales muy pocas veces llevan los bebés hasta el fin del
término. Pero el ciclo de gestación para un vampiro realmente puede variar. A
veces puede ocurrir tan pronto como cuatro o cinco meses.
―Vaya, ¿te gustaría tener el bebé muy pronto?
―Síp.
―¿Tienes miedo? ¿De tenerlo? ―Della había visto un parto en algún
documental extraño una vez y fue bastante aterrador. Mostraron todo. Al bebé
saliendo. Hizo que Della se preocupara sobre el control de natalidad.
El hada miró su vientre.
―Estaría mintiendo si dijera que no estaba un poco nerviosa. Pero estoy
más preocupada por el bebé que yo. ―Apartó su cabello sobre su hombro, su
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mano cayó para descansar en su enorme panza. Entonces, de repente, volvió la
cabeza y miró hacia atrás, y luego a la derecha. El rápido movimiento le recordó
a Della a Kylie cuando…
―¿Qué pasa? ―preguntó Della.
―Nada ―dijo Holiday, pero su ritmo cardíaco le dijo a Della que era una
mentira piadosa.
―¿Es el fantasma? ―Della tiró de sus rodillas cerca de su pecho.
Holiday fijó sus ojos verdes en Della y arrugó la frente.
―Sí. ¿Cómo sabes?
―Kylie dijo que había uno alrededor. Piensa que podría ser vampiro.
Holiday asintió.
―Creo que tiene razón. Viaja a altas velocidades.
Della También recordó a Kylie sospechar que podría ser su tío.
―¿Lo viste?
―No. ―Holiday siguió mirando de izquierda a derecha―. Se está
moviendo tan rápido. ―Se encogió de hombros―. ¿Ha hecho contacto con Kylie?
¿Sabe lo que quiere?
Della negó con la cabeza.
―No, a menos que lo haya visto esta mañana.
―Es extraño ―dijo Holiday
―¿Qué es extraño?
―No entiendo por qué nos visita a Kylie y a mí. Por lo general, sólo elige a
una persona a la cual unirse. Y no debe estar aquí si Kylie no está.
Della recordó a Kylie diciendo que pensaba que el fantasma estaba allí por
Della. Un escalofrío le recorrió la espalda. De ninguna manera quería a algún
fantasma unido a ella.
Tensando su espalda, Della miró a su alrededor y luego preguntó:
―¿Puedes decirle que se vaya?
―Los fantasmas no funcionan de esa manera.
―¿Por qué sabía que ibas a decir eso? ―Probablemente porque Kylie lo
había dicho.
Holiday sacó su teléfono de su bolsillo.
―Ay, se supone que debo encontrarme con Perry en la oficina en este
momento.
Algo en el tono de Holiday le llamó la atención.
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―¿Hay algo mal con él?
Holiday vaciló.
―No. En realidad no. Será mejor que me vaya. ―Le dio a Della una mirada
severa y señaló la puerta de entrada a la cabaña―. Duerme un poco y si te
encuentro corriendo de nuevo, tendrás que enfrentar a Burnett la próxima vez.
Holiday, con su vientre enorme, luchó para ponerse de pie. Della se levantó
y le ofreció una mano.
―No hagas que parezca tan fácil ―murmuró Holiday, pero aceptó la mano
de Della.
Della miró a Holiday contonearse por las escaleras, su vientre redondo
enfrente. Della pronto recordó.
―Oye, ¿qué pasa con el fantasma?
―Estoy segura que me va a seguir ―dijo Holiday―. Un fantasma por lo
general sólo se queda con personas que pueden detectarlo.
Della de seguro lo esperaba. Pero mientras caminaba dentro de la puerta,
podría jurar que sintió un aire frío rozar su brazo. Aire frío como si alguien pasara
volando. Como si un vampiro volara. Se detuvo y miró a su alrededor. Ningún
vampiro, ni siquiera el borrón de un vampiro muy rápido. Pero la sensación, la
sensación de que no estaba sola, no desapareció.
―Oh, mierda ―murmuró.
Un fantasma por lo general sólo se quedaba con personas que pudieran detectarlo.
Las palabras de Holiday resonaron en la cabeza de Della. Si sintió algo, ¿no era
eso detectarlo? ¿O lo había imaginado? En ese momento, algo vibró contra su
cadera. Casi saltó antes de darse cuenta que era su teléfono. Accidentalmente
debió ponerlo en vibrador.
Alegre por la interrupción de sus pensamientos acechando, sacó su
teléfono. Pensando y esperando que fuera Chan, miró el número. No era Chan.
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Traducido por martinafab y flochi
Corregido por Nanis

―¿P or qué no me llamaste? ―preguntó Steve a primera hora.


―Me puse al día con algunas cosas y estuve ocupada ―dijo
Della, sabiendo que no era toda la verdad. La verdadera
razón por la que no lo había llamado era por el miedo. Miedo de que acabaría
soltando algo sobre la pequeña linda hija del doctor que había contaminado el
aire con todo tipo de feromonas cuando le había disparado esa sonrisa de anuncio
de pasta de dientes.
Della no podía estar celosa. Bueno, no debería estar celosa. No tenía control
sobre Steve. No tenía derecho a insistir en que se mantuviera alejado de chicas
rubias con tetas más grandes que las suyas y que deseaban su cuerpo.
Pero decirse eso a ella misma no hacía que la sensación desapareciera. Sólo
lo hacía peor. Debido a que realmente no había pensado en las tetas de la chica
hasta ahora.
―¿Demasiado ocupada para llamarme? ―preguntó él, sonando acusador.
―Lo siento ―ofreció, y fue a su habitación, cerró la puerta, y cayó sobre la
cama―. Quería volver a las cataratas en la remota posibilidad de que todavía
pudiera atrapar la esencia de la persona que me golpeó en la cabeza.
―El Dr. Whitman dijo que descansaras.
Puso los ojos en blanco.
―Mira, Holiday ya me ha echado el sermón, no necesito que añadas más a
ello.
Él resopló.
―No estoy… sólo estoy preocupado. El médico estaba mirando por encima
el papeleo que hice después de que te fueras y se dio cuenta que tu temperatura
era elevada. Recuerdas que te dije que te sentías más caliente esta mañana. De
todos modos, quería saber si te había preguntado si estabas en tu ciclo menstrual.
Y le dije que dijiste que lo estabas, pero su preocupación sólo me preocupó.
Della extendió la mano y se tocó la frente. ¿Tenía fiebre?
―Sobre todo no me gusta que alguien te haya golpeado en la cabeza.
¿Burnett tiene idea de quién hizo esto?
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―No, no creo. ―Casi le habló del aroma de Chase que había en la roca, pero
decidió no hacerlo. Steve ya había expresado disgusto por el chico y no quería
alentarlo.
―¿Podría tener algo que ver con el caso en el que ayudaste a Burnett y el
intruso en las cataratas del que atrapamos un rastro?
Ella frunció el ceño.
―Mencionó que podría ser una posibilidad ―dijo.
―¿La pareja de jóvenes que murieron están involucrados en este caso?
La imagen apareció en su cabeza.
―¿Como lo sabes?
―Leí sobre un accidente en el periódico. Sé que a veces ocultan las muertes
cuando seres sobrenaturales están involucrados, así que sólo asumí… ―Hizo una
pausa―. Mierda, no me gusta esto. Un asesino podría estar persiguiéndote.
―No sabemos si fue él. Y si vuelve, él será el que necesite un médico.
Una pausa significativa permaneció tanto en la línea como en su dormitorio.
Della miró a su alrededor. La puerta del dormitorio estaba abierta. ¿No la había
cerrado?
―¿Realmente lo viste? ―preguntó Steve―. ¿Verlos muertos?
Inhaló, su mente alejándose de la puerta a la muerte.
―Sí.
―Maldita sea, lo siento, Della. Quiero decir, tuvo que ser duro.
―Lo fue, pero sólo me hace más decidida que esto es lo que quiero hacer.
Atrapar a bastardos como esos. Hacerles pagar por lo que hicieron. Evitar que lo
hagan de nuevo.
―Sí, pero no me gusta pensar en ti en busca de bastardos enfermos como
esos.
A mí tampoco me gusta que pases el rato con la rubia. El silencio llegó a la línea.
―Lo siento. ―La línea quedó en silencio de nuevo. Trató de pensar en algo
que decir. Háblame de la hija del doctor y lo que siente por ti. Escupió las palabras de
su boca y fue con otra cosa. Algo que no sonara tan celoso―. ¿Entonces ves a
todos los pacientes que entran? ¿Incluso los animales?
―Sí ―dijo como si supiera que había cambiado la conversación.
―¿Lo disfrutas? ―preguntó. ¿Disfrutas estar cerca de la hija del médico?
―Sí. El Dr. Whitman me sugirió que fuera a la escuela veterinaria si quiero
practicar medicina para seres sobrenaturales. Dijo que los pocos médicos
sobrenaturales que conoce que pasaron por la escuela de medicina regular tienen
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muchos más problemas. Y dijo que podía trabajar para él mientras vaya a la
escuela. Además, me gustan los animales.
No podía dejar de preguntarse si el buen doctor había puesto la vista sobre
Steve en busca de un yerno.
―No tienes por qué trabajar como veterinario. Los médicos de
sobrenaturales trabajan en hospitales regulares. Lo sé porque cuando me
convirtieron me encontré con una enfermera y un médico.
―Sí, pero, ¿con qué frecuencia crees que los sobrenaturales entran a la sala
de emergencia? Lo que significa que sobre todo estaría trabajando en seres
humanos. Podría abrir mi propio consultorio, pero entonces se complicaría con
el seguro y todos los reglamentos. Jessie dijo que el Dr. Whitman y su compañero
estuvieron hablando sobre traer otro socio en unos pocos años por lo que cuando
me gradúe no tendría que establecer una clínica y encontrar clientes.
―¿Quién es Jessie? ―preguntó, pero temía ya saberlo.
―La hija del Dr. Whitman. Creo que la conociste. La de la gran sonrisa.
¿Gran sonrisa?
―Ya veo ―dijo Della.
Y sí lo veía. La rubia y gran sonriente Jessie tenía su vida totalmente
planeada. Y Steve era parte de ella.
La pregunta era si Della estaba lista para convertirse en el contratiempo en
los planes de la chica. O mejor dicho, ¿estaba Della lista para poner su corazón
en el tajo?

Una hora más tarde, casi a las cuatro de la tarde, la orden de "duerme un
poco" de Holiday estaba aún por ser obedecida. Sin embargo, no por falta de
intentos.
Después de colgar el teléfono con un cierto cambiaformas, Della seguía
pensando en las grandes tetas de Jessie y aún más grande sonrisa.
Con las sábanas hasta la barbilla, siguió practicando su sonrisa. No estaba
segura que pudiera sonreír tan grande como Jessie si alguien le pagara.
Cuando no estaba pensando en eso, estaba contemplando el fantasma.
Tetas, sonrisas, y fantasmas… los pensamientos locos no encajaban. Añade una
visión ocasional de la película de terror real de la noche anterior, acompañada
por la necesidad de obtener justicia para la pareja, y la cabeza de Della estaba
dando vueltas y doliendo. Justo junto a su corazón.
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Incluso podía jurar que hacía frío en la habitación. Se acurrucó más
profundamente en las sábanas y se quedó mirando el techo. Un bicho de algún
tipo avanzaba a través del yeso blanco. Incluso el insecto se movía lentamente,
como si hiciera frío.
Cuando a Kylie se le aparecía un fantasma, la temperatura caía. ¿Podría ser
eso? ¿O la fiebre de Della estaba subiendo? Prefería la fiebre. Podría hacer frente
a una gripe, a un fantasma, no tanto.
“También tengo la sensación de que estás postergándolo”. Las palabras de
Holiday susurraron en su cabeza.
El obituario todavía estaba doblado y escondido en el bolsillo de sus
vaqueros.
Sentándose, lo sacó. Su mirada quedó atrapada en la puerta de nuevo. ¿No
la había cerrado? Lo había hecho. Podía jurar que lo había hecho.
Mirando alrededor de la habitación, del techo al suelo, susurró:
―¿Estás aquí? ¿Eres tú?
―¿Con quién estás hablando? ―Una voz habló en la puerta.
Sorprendida, Della miró a Miranda y a Kylie hombro con hombro de pie en
su puerta.
―Con nadie ―insistió Della, y vio a Kylie fruncir el ceño y levantar la
mirada como si… como si buscara un visitante no deseado―. ¿Está aquí?
―preguntó Della, sin importarle que supieran que estaba asustada.
―¿El qué está aquí? ―preguntó Miranda.
Kylie frunció el ceño.
―Lo estaba, pero se ha ido.
―¿El qué se ha ido? ―espetó Miranda.
Kylie miró a Miranda.
―Un fantasma.
Los ojos de Miranda se agrandaron.
―¿Tienes otro fantasma?
Kylie se encogió de hombros.
―No creo que este sea mío.
La boca de Miranda se abrió y miró a Della.
―¿Tienes un fantasma? No puedes tener un fantasma. No eres una Ghost
Whisperer.
―Tampoco es que aspire a ser una ―dijo Della, y volvió a mirar a Kylie―.
Entonces, ¿cómo diablos está pasando esto?
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Kylie entró y se sentó en el borde de la cama.
―Recuerdo… recuerdo a Holiday decir que algunos fantasmas contienen
tanta energía que pueden mostrarse ante gente normal.
―Sí, pero yo no soy normal. Me han llamado muchas cosas, pero nunca
normal.
―Eres lo suficientemente normal para que nos gustes. ―Miranda rebotó en
la cama. Luego su mirada se dirigió a Kylie―. Se ha ido, ¿verdad?
Kylie asintió y su mirada se dirigió de nuevo a Della.
―¿Sabes quién es ahora?
―No ―dijo Della, y se abrazó las piernas.
―¿No se mostró ante ti? ―preguntó Kylie.
―No ―repitió Della.
―¿No te habló?
―No ―dijo Della de nuevo.
―Entonces, ¿cómo supiste que estaba aquí?
―Porque… porque hacía frío y… y creí sentir algo rozarme el hombro.
Ah… y estoy casi segura que abrió la puerta.
―¿Abrió la puerta? ―Las cejas de Kylie se fruncieron.
―Sí ―dijo Della.
Kylie negó con la cabeza.
―Eso es poco probable. Los fantasmas por lo general sólo tienen suficiente
poder para mover objetos pequeños, como un teléfono móvil.
―Bueno, ¿explica cómo cerré la puerta y entonces apareció abierta?
Kylie miró extrañamente a la puerta, pero incredulidad destelló en sus ojos
azules.
―Tal vez creíste haberla cerrado.
―¿Así que ahora que estoy loca?
Kylie sacudió la cabeza.
―No he dicho eso.
―No sólo me lo imaginé. ―Della presionó las manos contra sus ojos―. Esto
está muy mal. Muy, muy mal. Francamente, no entiendo por qué no se le puede
decir a un fantasma que se vaya. ¿Qué los hace tan especiales?
Miranda se rió.
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―Supongo que se sienten como si al estar muertos debería darles algunos
derechos. Tal vez esté en su contrato de muerte. Ya sabes, mueres, ya no tienes
que seguir las reglas. Haces lo que quieras.
―No estoy bromeando ―dijo Della―. Esto no me gusta.
―Lo siento ―dijo Miranda―. Ese golpe en la cabeza te hizo aún más
gruñona.
Della gruñó a la bruja.
―¡Si tú tuvieras a un fantasma merodeando a tu alrededor, me gustaría
verte ser señorita Alegría!
―No peleen ―dijo Kylie, y en ese momento sonó su teléfono. Le echó un
vistazo―. Es Holiday. ―Tomó la llamada―. Hola.
Della siguió frunciendo el ceño a Miranda y se centró en tratar de escuchar
la voz de Holiday, pero no pudo. Su maldita audiencia había desaparecido de
nuevo.
―Sí ―dijo Kylie, y miró a Della―. No, pero está en la cama. Está bien.
―Kylie colgó.
Della se le quedó mirando.
―¿Estabas comprobándome?
―Sí. Dijo que tenías que quedarte en la cama y ella te traerá la cena.
―Me dijo que regresaste a las cataratas de nuevo ―dijo Miranda―. Y se
supone que deberías estar durmiendo. ¿Por qué irías a las cataratas para
empezar? Ese lugar está por encima del top de lo espeluznante. Es posible que te
hubieras topado con un ángel de la muerte.
Cuando Della no respondió, los ojos de Miranda se abrieron.
―¿Has visto a un ángel de la muerte?
―Yo… no realmente ―resopló Della―. Vi algunas sombras, eso es todo. Y
sucedió como al segundo en el que me golpearon en la cabeza, así que
probablemente sólo… lo imaginé. ―Y eso era lo que Della seguía diciéndose a sí
misma.
―¿Qué tipo de sombras? ―preguntó Miranda―. ¿Parecían monstruos o…
qué?
Della vio los ojos de Kylie iluminarse con interés. Kylie, al ser otra Ghost
Whisperer, compartía la conexión de Holiday con los ángeles de la muerte.
―No ―dijo Della―. Sólo sombras. ―Cuando la bruja no pareció contenta
con la respuesta de Della, agregó―: Demonios, pregúntale a Kylie sobre ellos.
Ella es como su mejor amiga.
Con todos los ojos ahora en Kylie, ella habló:
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―No son monstruos. Imagínense un ser espiritual.
Miranda negó con la cabeza.
―Todavía me asustan como la mierda. ―Su mirada volvió a Della―.
Todavía no entiendo por qué irías allí.
Della gruñó.
―Quería saber quién me golpeó la segunda vez. La primera… yo… no sé
por qué fui la primera vez, estaba corriendo y en cierto modo terminé allí.
―Entonces le das la vuelta a tu trasero y corres hacia el otro lado ―dijo
Miranda.
―Iba a hacerlo, pero me golpearon antes de que pudiera. ―Entonces Della
se acordó―. ¿Acaso Burnett te preguntó si los ángeles de la muerte vieron quién
me golpeó?
Kylie asintió.
―Saqué la pregunta por ahí, pero no he recibido una respuesta. Tal vez no
estaban allí.
―Se sentía como si estuvieran allí ―dijo Della―. Me… me sentí como si
estuviera invadiendo. Como si alguien ahí me estuviera haciendo sentir de esa
manera. ―Se estremeció ligeramente―. Medio sigo pensando que son ellos los
que me golpearon.
―Y sin embargo, ¿regresaste una segunda vez? ―Miranda enganchó una
de las almohadas de Della para apoyarse―. Y yo que pensaba que eras
inteligente.
Della le frunció el ceño a la bruja molesta.
―Te lo he dicho, tenía la esperanza de encontrar un rastro del pedazo de
mierda que me golpeó.
―¿Conseguiste algo? ―preguntó Kylie.
Della asintió.
―Chase.
La boca de Kylie se abrió.
―¿Qué?
La cabeza de Miranda se levantó de su posición reclinada.
―¿Chase es uno de los que te golpeó? ―Sus ojos se abrieron como platos―.
Y pensé que le gustabas. Oh, demonios, Burnett va a patearle el trasero por
molestar a su vampiro favorita.
Della sacudió la cabeza.
―Primero, no soy el vampiro favorito de Burnett.
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―Sí, lo eres ―dijo Miranda.
Della miró a Kylie, que asintió como estando de acuerdo con la bruja. Si
fuera su favorita, ¿por qué querría evitar que entrara al FRU? Della apartó ese
pensamiento para reflexionarlo después.
―Segundo, dije que encontré el aroma de Chase allí, pero luego lo encontré
a él. Me dijo que Burnett lo envió allí para ver si podía encontrar un rastro luego
de que fui golpeada.
Kylie acercó una rodilla a su pecho.
―¿Le preguntaste a Burnett?
―No, pero no creo que mentiría sobre algo que podría fácilmente
comprobar.
Miranda cruzó las piernas.
―Tal vez dedujo que pensarías eso y no preguntarías.
―Tal vez ―dijo Della, e intentó pensar cómo podía plantearle la pregunta
a Burnett.
Kylie se apoyó contra el cabecero.
―¿Es ese el obituario? ―Cabeceó hacia el papel doblado ahora apoyado al
lado de la cama.
―Sí ―respondió Della.
―¿Qué obituario? ―preguntó Miranda.
―De mi tío. ―Della apartó las mantas, notando que el frío había
desaparecido―. Derek lo encontró en los archivos de un periódico viejo.
Miranda hizo un puchero.
―¿Por qué es que Kylie siempre sabe cosas antes que yo?
Della dirigió su mirada hacia Miranda e hizo una mueca.
―Porque siempre estás con Perry lamiéndose los lóbulos de la oreja.
Miranda se apoderó de una almohada y se la lanzó a Della.
Frustrada, Della la atrapó con ambas manos y accidentalmente la
despedazó. Plumas de pato explotaron en el aire como nieve y entonces llovieron
desde el techo.
Miranda comenzó a reírse. Kylie se unió. Finalmente, Della no pudo
evitarlo. Las risitas eran contagiosas.
Se rieron por unos buenos cinco minutos, lanzándose puñados de plumas
entre sí hasta que las tuvieron en los cabellos de la otra, se metieron en la cara de
las otras. Miranda incluso sacó un par de su sostén. Cuando las risitas se
detuvieron, Kylie encontró el obituario doblado bajo una gruesa pila de plumas.
103
Página
La camaleón miró a Della con empatía.
―¿Quieres que te lo lea?
Della casi dijo que no, no queriendo que pensaran que era demasiado
gallina para leerlo por sí sola. Una parte de ella incluso se sintió culpable. ¿No
era su deseo querer que su tío estuviese vivo tan malo como decirle a su familia
de Shadow Falls que no era suficiente? Pero si alguien podía entenderla y hacer
esto más sencillo, eran Kylie y Miranda.
―Sí. Pero creo que podría necesitar una Coca de dieta.
Fueron a levantarse, pero todas se quedaron inmóviles cuando la puerta de
la habitación se abrió de golpe. El aire en la habitación de inmediato se volvió
helado. Las plumas, la mayoría en su cama, se alzaron y comenzaron a
arremolinarse.
El aire frío atrapó los pulmones de Della. Miró a Kylie.
―¿Todavía crees que estoy loca?
―Mierda ―dijo Kylie―. Esto no puede ser bueno.

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Página
Traducido por âmenoire y Mae
Corregido por flochi

L
as plumas volaron alrededor de la habitación por algunos segundos
más. Acurrucadas sobre la cama, su miedo colgando en el aire frío,
no dijeron nada hasta que cayó la última pluma y la habitación se
calentó.
―¿Se fue? ―Mirando jaló sus rodillas hasta su pecho, sus ojos abiertos con
pánico.
Kylie asintió. Cuidadosamente se pusieron de pie y se movieron hacia la
cocina, obtuvieron bebidas y se acomodaron alrededor de la mesa. Nadie habló,
como si temieran que eso traería al fantasma de vuelta.
―¿Todavía está él aquí? ―le preguntó finalmente Della a Kylie.
―No. ―Kylie giró la lata de Coca en su mano, luego miró hacia Della―.
¿Él? ¿Crees que es un él?
―No lo sé. Dijiste que pensabas que podría ser mi tío.
―Sólo estaba adivinando. ―Kylie mordió su labio―. Creo que debemos
llamar a Holiday.
―No ―dijo Della.
―¿Por qué no? ―preguntaron Miranda y Kylie al mismo tiempo.
―Porque ella querría saber quién pensábamos que era y luego
terminaríamos contándole sobre mi tío y entonces si este no es él le diría a Burnett
y si no está registrado…
―No sabes si le diría a Burnett ―dijo Kylie.
Della hizo una mueca.
―Están casados. Se dicen todo. Apuesto que tú le dices todo a Lucas.
Kylie suspiró y asintió.
―Veo tu punto. Pero…
―¿No eres tú la que dice que sin peros? ―preguntó Della.
―Sí. Pero… ―Cerró la boca por un segundo y después continuó―. Como
sea, Holiday podría saber mejor cómo manejar esto.
―No ―insistió Della―. Mira, Holiday me dijo que sentía que yo tenía una
misión y que entendía que no quisiera hablar sobre ello. Me dijo que trabajara en
105
Página
ello, pero no tomara ningún riesgo estúpido. Y eso es lo que quiero hacer.
¿Recuerdas cuando lidiaste con ese acosador que andaba tras de ti? Bueno, lo
manejaste sola. Ambas tuvieron que lidiar con sus propios problemas en lugar
de correr por ayuda. ―Vio algo de entendimiento en los ojos de su amiga.
Miranda se desplomó en su silla.
―Tiene razón. Como que algunas veces nos gusta encargarnos de nuestros
propios asuntos.
―Está bien ―dijo Kylie―. Pero sólo asegurémonos de hacer lo que Holiday
dijo y cuidarnos de tomar riesgos estúpidos.
―¿Nosotras? ―dijo Della―. Ustedes dos no…
―Por favor ―espetó Miranda―. Para citar a alguien que conozco,
¡tonterías! Somos un equipo. Trabajamos juntas.
―Tiene razón ―dijo Kylie―. Eso es lo que hacemos. Ayudarnos entre
nosotras.
De nuevo una tensión llenó el pecho de Della.
―Está bien, brindemos por no tomar riesgos estúpidos. ―Della levantó su
Coca de dieta. Mientras chocaban sus latas, Della añadió―: Y por las buenas
amigas. ―No quiso sonar muy sentimental, pero por su vida, no sabía qué haría
sin sus mejores amigas―. Ahora, ¿qué haremos para averiguar si tu tío está vivo?
―preguntó Miranda―. Necesitamos un plan. ―Síp, sin ellas estaría perdida.
Completamente perdida.
―Creo que empezaremos por leer el obituario ―dijo Kylie, todavía
sosteniendo el pedazo de papel.
Della asintió.
―Derek también me pidió ver si podía encontrar a dónde iba a la escuela
cuando murió. Estoy segura que es el mismo lugar a donde fue mi padre.
Supongo que podría preguntarle a mi mamá. Si ella hablara conmigo.
―¿Por qué no hablaría contigo? ―preguntó Miranda.
―Estaba bastante enojada conmigo cuando me dejó. No estoy segura si me
dijo una palabra durante todo el viaje. ―El recuerdo de ello todavía enviaba
dolor rodando alrededor del pecho de Della.
―Sí, pero es tu mamá ―dijo Miranda―. No puede seguir enojada contigo
por siempre.
Della se encogió de hombros. Deseaba poder creer eso. Por otra parte,
recordó a Holiday diciéndole que su mamá llamaba una vez a la semana. Eso
significaba que le importaba, aun cuando no siempre lo demostraba.
―¿Quieres que lo lea ahora? ―preguntó Kylie, levantando el papel
doblado.
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Página
―¿Crees que es seguro? ―preguntó Della, apretando su lata de refresco. La
frescura de la bebida se sentía rara en sus manos, recordándole que tal vez
todavía tenía fiebre―. Casi pareció como si el obituario es lo que sacudió al
fantasma.
Kylie miró alrededor como si buscara fantasmas.
―No está aquí ahora. ―Las palabras de Kylie no habían dejado por
completo sus labios cuando una solitaria pluma bajó girando desde el techo y
aterrizó lenta y siniestramente en el centro de la mesa.
―¿Estás segura? ―preguntó Miranda.

Se quedaron ahí en silencio por algunos minutos, esperando a que la pluma


se levantara y bailara de nuevo. Cuando no lo hizo, Kylie habló en voz baja, como
si temiera que no estuvieran solas.
―Jenny ha llamado dos veces para preguntar por ti. Creo que realmente le
gustas por alguna razón.
―¿Por qué actúas como si eso te sorprendiera? ―preguntó Della
Miranda resopló
Della le lanzó a Miranda una mirada de vete al inferno y luego volvió a mirar
la pluma para asegurarse que no empezara a moverse.
―No quise decirlo así ―dijo Kylie―. Sólo quise decir que parece que te
admira.
―La pobre niña está confundida. ―Se rió Miranda―. Estoy bromeando
―dijo cuando Della le dirigió un saludo con el dedo medio.
Della suspiró y miró hacia Kylie.
―También me gusta Jenny. Me… me recuerda a ti un poco cuando llegaste
por primera vez.
―No he cambiado ―dijo Kylie.
Tanto Miranda como Della le hicieron gestos a Kylie.
―Has cambiado para mejorar ―dijo Miranda―. Eres… más valiente.
―Valiente es bueno ―dijo Della y todas regresaron a ver la pluma.
Finalmente, Kylie levantó el papel con el obituario―. ¿Están listas?
Della y Miranda asintieron.
Kylie empezó a leer.
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Página
―Perdimos a Feng Tsang el veintitrés de diciembre; Feng, un joven
dedicado que ya tenía su vida planeada. Iba a convertirse en doctor y casarse con
su novia de la infancia, Jing Chen. Leal a su familia, recorrió un camino para
enorgullecer a su familia. Ahora su camino lo lleva hacia otro lado. Amado por
tantos…
―Espera ―dijo Della―. ¿Qué dice eso? La última oración.
Kylie miró el papel.
―Ahora su camino lo lleva hacia otro lado.
Della sacudió su cabeza.
―¿No es eso extraño para un obituario?
―¿Qué? ―preguntó Miranda.
―Toda la basura sobre “Ahora su camino lo lleva”. No dicen que esté
muerto. Como si quien fuera que escribió el obituario supiera que no estaba
muerto.
―¿Utilizan la palabra “muerto” en los obituarios? ―preguntó Kylie―.
Parece duro.
―¿Duro? ―Della negó con la cabeza―. Están muertos, ¿por qué sería
duro?
―Creo que podría decir algo más, como fallecieron, o fueron a conocer a su
creador.
―Sí, pero no utilizaron la palabra fallecieron. ―Suspiró―. Sólo termina de
leerlo.
Kylie volvió a mirar el papel.
―“Amado por muchos, su presencia será extrañada por todos. Feng dejó
atrás a sus padres, Wei y Xui Tsang, sus hermanas Miao y Bao Yu Tsang…
―Espera ―dijo Della―. Mi padre sólo tiene una hermana.
Kylie se encogió de hombros.
―Sólo estoy leyendo lo que dice.
Della recordó la imagen con cuatro hijos que vio en el viejo álbum de fotos.
―Oye, si crees que tu tío es un vampiro, tal vez tu tía también lo sea ―dijo
Miranda.
¿Era posible? La mente de Della giró.
Kylie miró de nuevo y comenzó a leer donde se había quedado.
―… Y su hermano gemelo, Chao Tsang, cuyo vínculo con su hermano era
inseparable. ―Kylie levantó la mirada y frunció el ceño, como si supiera que las
palabras habían sido difíciles de escuchar, y luego continuó―: Si bien se ha ido
108
Página
para nosotros, la persona que era permanecerá en nuestros corazones. Un
monumento se alzará en su honor en Funeraria Rosemount.
―Ahí está otra vez ―dijo Della―. “Se ha ido para nosotros”. “Nosotros”
como si realmente no se hubiera ido para todos.
Kylie se encogió de hombros.
―No lo sé. Podría ser simplemente jerga de obituario o simplemente una
coincidencia.
Della recordó a Burnett diciendo que no creía en las casualidades. Las
preguntas corrían alrededor de su cerebro como ratones asustados. ¿Estaba su tío
realmente muerto? ¿Qué pasó con la otra hermana de su padre?
¡Pero maldita sea! ¿Della tenía otra tía que se convirtió también? Las
palabras de Kylie rondaron su cabeza de nuevo. Su hermano gemelo, Chao
Tsang, cuyo vínculo con su hermano era inseparable.
Su garganta se apretó mientras pensaba cómo sería perder a su hermana.
Marla era un dolor en el trasero a veces, pero Della haría cualquier cosa por ella.
Sólo podía imaginar lo difícil que había sido para su padre perder a su gemelo,
especialmente cuando era un adolescente. ¿Y qué pasó con su otra hermana? El
dolor debió ser inmenso. Ni siquiera importaba si esa pérdida había hecho que
su tío, y posiblemente incluso su tía, se convirtieran y fingieran su propia muerte.
El dolor habría sido el mismo.
¿Podría la persona que escribió el obituario saber que su tío no murió
realmente? ¿Cómo iba a saber quién lo escribió?
Tomó el papel de las manos de Kylie y releyó. Otra cosa le molestaba,
también. Pero no podía averiguarlo.
La emoción apretó todas las partes de su corazón, recordó considerar fingir
su propia muerte, y en ese momento supo que nunca podría hacerlo. Podía doler
hacerles creer lo peor de ella, sentir como si los decepcionara a cada paso, pero
Holiday tenía razón. La muerte era definitiva, fingida o real. Ella aceptaría este
dolor que saber que nunca volvería a verlos.
Mirando el periódico, volvió a leer las palabras, esperando saber lo que le
molestaba.
Kylie tomó un sorbo de refresco de dieta.
―Tienes que preguntarle a Derek para ver si puede encontrar cualquier
cosa de la tía de la que no sabías.
Della asintió y volvió a leer. Sus ojos se posaron en el nombre de la
funeraria. Rosemount tenía una dirección de Houston. No estaba segura, pero
creía que su padre había vivido muy por el lado opuesto de la ciudad. ¿Por qué
la familia de su padre elegiría una funeraria tan lejos de donde vivían?
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Página
Funeraria Rosemount. Su mirada se dirigió de nuevo al nombre y una
bombilla se encendió.
―Eso es ―dijo.
―¿Qué? ―preguntó Miranda.
―La funeraria Rosemount fue donde celebramos el funeral de mi primo
Chan. Su funeral falso. Esa funeraria debe trabajar con los vampiros que hacen
esto. ―Della inhaló y algo parecido a la emoción llenó su pecho―. Mi tío está
vivo. Él fingió su propia muerte al igual que Chan.
―No lo sabes a ciencia cierta ―dijo Miranda.
Della cerró los ojos. Por mucho que quisiera negarlo, no podía. Necesitaba
pruebas.
―Entonces, ¿quién es el fantasma? ―preguntó Kylie.
Della se encogió de hombros.
―Tal vez te equivocas. Tal vez no está aquí por mí, sino por ti. O tal vez es
sólo una persona muerta por allí.
Kylie levantó su hombro izquierdo en un encogimiento de hombros no
convencido.
―No lo creo.
Miranda apoyó un codo sobre la mesa.
―Está bien, digamos que tienes razón. Si tu primo utilizó la misma
funeraria que tu tío, ¿cómo sabía al respecto? ¿Se la cruzaron por casualidad?
¿Los vampiros hacen sus propios servicios? Uno pensaría que la familia lo haría.
Pero tal vez los vampiros tienen alguna manera de disponerlo.
―No sé. ―La mente de Della se apresuró a buscar dónde podía ir a
conseguir esta información. No podía preguntarle a Burnett o Holiday sin que
pensaran que quería fingir su propia muerte. O sin que hicieran preguntas. Y
ninguno de los vampiros aquí había fingido su propia muerte. Sólo unos pocos
se convirtieron en la adolescencia; la mayoría de ellos aquí habían nacido con el
virus, lo que significaba que ambos padres eran vampiros en el momento en que
fueron concebidos.
Kylie se sentó mirando a Miranda.
―Pero esa es una buena pregunta. ―Kylie sacó el papel y lo estudió―.
¿Sabes, si de alguna manera Chan arregló su servicio conmemorativo, entonces
tal vez sabe de tu tío? ¡Oye, espera! ―Los ojos de Kylie se iluminaron como si
acabara de llegar a alguna conclusión―. Si Chan fue quien te convirtió, entonces
tal vez tu tío convirtió a Chan. Así pudo saber acerca de la funeraria.
―Chan no quería convertirme ―dijo Della―. Yo tenía una herida abierta
y…
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Página
―Lo sé ―dijo Kylie―, pero tal vez lo mismo le pasó a Chan y tu tío.
Todo lo que Kylie y Miranda dijeron daba vueltas en la cabeza de Della,
causando que un torbellino de pensamientos se volviera en preguntas. Y sólo
había una persona que podía responderlas, si atendiera su maldita llamada. Sacó
su celular del bolsillo y marcó a Chan.

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Página
Traducido por whenshewasgood y âmenoire
Corregido por flochi

E
l teléfono de Chan sonó. Y sonó. Luego pasó al buzón de voz.
―¡Llámame, maldita sea! ―murmuró Della; luego bajó el
teléfono. La frustración crecía dentro de ella, levantó su lata de
refresco, tomó el último sorbo, y después la aplastó en su mano y la
redujo a una pequeña bola de aluminio.
¿Estaba enojado Chan porque no había regresado su llamada la semana
pasada? No, él había dicho que no era importante.
―¡Vaya! ―dijo Miranda, mirando a la nueva versión de una pelota de
estrés de Della―. ¡Eso se ve impresionante!
A Della no le importaba cómo se veía.
―Quiero respuestas.
―Entonces vayamos a conseguirlas ―dijo Kylie―. Tengo una idea. Mi
mamá me ha estado rogando llevarlas a casa conmigo por un fin de semana. La
funeraria está a casi dieciséis kilómetros de mi casa. Si vamos y vemos que está
operada por sobrenaturales, entonces tendrás razón. Además, será divertido que
vengan a mi vieja casa. Antes de que mamá la venda.
La esperanza empezó a llenar el pecho de Della.
―Si son paranormales, voy a tener una charla con el dueño.
Kylie pareció insegura.
―Recuerden la regla de Holiday. Sin riesgos estúpidos.
Della tuvo una idea.
―Busquémosla en internet. ―Se levantó y fue a la computadora de
escritorio al otro lado de la cocina. La funeraria salió enseguida. Incluso había
una página de “conoce al dueño”. Una foto de Tomas Ayala, un hombre hispano
que se veía más viejo que la tierra, apareció.
―Está bien, vengan a echarle un vistazo a este tipo. ―Della volteó a ver a
sus dos mejores amigas aún sentadas en la mesa―. ¿Me van a decir que él es un
peligro? Es un tipo viejo.
―Está bien ―dijo Kylie―. Ahora la pregunta es, ¿crees que tus padres te
dejarán venir a mi casa?
―Los míos sí me dejarían ―respondió Miranda.
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Página
Della apretó la bola de aluminio hasta hacerla más pequeña.
―No sé si mi mamá estará de acuerdo ―dijo Della―. Tal vez si le ruego.
―¿Tú rogando? ―le contestó Miranda―. Me gustaría ver eso.
Della le gruñó a la bruja y luego miró de regreso a Kylie.
―Hablaré con mi mamá mañana.
―Bueno ―dijo Kylie.
¿Bueno? No realmente. Della odiaba la idea de rogar. Odiaba la idea de
esperar hasta el fin de semana para tener respuestas, pero no tenía otra opción.
Al menos ahora tenía un plan.

Holiday se asomó por la cabaña alrededor de las seis de esa tarde y le trajo
a Della un vaso de sangre y algo de sopa de pollo y estrellas. Con la bandeja en
mano, la líder del campamento la envió de nuevo a la cama. Gracias a Dios, Della
había limpiado el relleno de la almohada.
Della gruñó por la regla de mantenerse en cama, pero no lo dijo en realidad.
El sonido vino de su estómago… su estómago completamente vacío. No se había
dado cuenta que tenía hambre hasta que olió la sangre. Recargándose contra las
tres almohadas, disfrutó de cada trago, pero en un momento tuvo que empujar
el pensamiento de una escena de asesinato de su mente.
Muy dentro de ella sabía que beber sangre no la hacía mala; matar para
conseguir esa sangre lo hacía a uno inmortal y malvado. Lo cual nunca tendría
que considerar hacer, gracias a las reservas de donadores de sangre del
campamento. Como Kylie le había dicho una vez, la gente dona sangre para
ayudar a salvar vidas, ¿cuál es la diferencia en donar sangre para mantener a un
vampiro sano?
Sí, déjalo a las palabras de sabiduría de Kylie, incluso meses después de que
las dijera, para ayudar a Della a través de un camino difícil.
Con Holiday cerniéndose sobre ella, Della incluso comió la sopa. Sabía a
mierda, pero había algo nostálgico sobre ver la pasta con forma de estrellas nadar
en círculos en la sopa de pollo. Su mamá siempre le había servido sopa de pollo
y estrellas cuando estaba enferma.
Pero Della no estaba enferma. ¿O sí lo estaba?
―Me alegro de verte comer ―dijo Holiday, y se detuvo como si necesitara
decir algo. El hada tenía el don de leer las emociones de otros, pero parecía que
no podía esconder las suyas por nada.
113
Página
―¿Qué pasa? ―preguntó Della.
―Tuve que llamar a tu mamá para decirle de tu pequeño accidente.
―¡Oh, demonios! ¿Por qué?
―Porque ellos son tus padres aún ―dijo la líder del campamento―. No le
dije que estabas inconsciente, sólo le dije que te caíste y te golpeaste la cabeza. Le
aseguré que estabas bien.
―¿Y? ―preguntó Della, preocupada de que su mamá hubiera dicho que no
le importaba. A pesar de lo que dijo Holiday de que su mamá llamaba cada
semana, Della aún podía recordar lo silenciosa y decepcionada que su mamá
había parecido al estar con Della en el camino hacia aquí el domingo.
―Está preocupada. Pidió que la llamaras.
Della exhaló.
―Necesito hablar con ella de todas maneras.
―¿Sobre qué?
―Kylie nos pidió a Miranda y a mí que fuéramos a su casa este fin de
semana.
Holiday sonrió.
―Eso suena divertido. Tendremos que decirle a Burnett también.
―¿Por qué? ―preguntó Della.
―Si él cree que el ataque contra ti fue personal, se podría preocupar de que
te vayas.
―¿Por qué se preocuparía por mí? Estaré bien. Además, estaré con Kylie, la
protectora. ¿Qué más necesito?
Holiday se encogió de hombros.
―Estoy de acuerdo, pero aún tendremos que revisar con Burnett. No sé si
alguna vez lo he visto tan asustado como cuando te cargó fuera del bosque.
Della rodó sus ojos.
―Estoy bien. Y estaré bien en la casa de Kylie.
―Sé que crees que estás bien. Pero esta mañana estabas inconsciente. Y el
doctor me llamó hace un rato para confirmar que estás en tu periodo.
Aparentemente tuviste un poco de temperatura elevada. Estás en tu periodo,
¿verdad?
―Por Dios, ¿qué tiene todo el campamento con querer saber sobre mi ciclo
menstrual? ¿No pueden ser algunas cosas privadas?
―Esto no es sobre invadir tu privacidad, es sobre cuidar tu salud.
―Está bien ―suspiró Della―. Sí, prácticamente estoy en mi periodo.
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Página
―¿Prácticamente? ―preguntó Holiday.
―Debería llegar en cualquier momento. Como sincronizado con reloj. La
tía Flo nunca me decepciona. ―De ninguna manera Della le iba a decir a Holiday
sobre posiblemente estar enferma de gripe. Nunca estaría de acuerdo con dejar
ir a Della a la casa de Kylie entonces.
Holiday se fue poco después, pero no sin dejar órdenes. Della debía llamar
a su mamá, luego ir a la cama temprano. No tenía permitido salir a correr hasta
que hubiera dormido algo. Cómo se había enterado Holiday de las carreras
nocturnas de Della era un misterio. Por otra parte, Holiday probablemente sabía
muchísimo más de lo que aparentaba.
Sentada en el cuarto silencioso, Della alcanzó su teléfono en la mesita de al
lado. Su estómago dolía al pensar en hablar con su mamá. Y en cómo iba a
convencerla de dejarla ir a casa de Kylie.
Aún estaba mirando a su teléfono y sin tener métodos de convencimiento
cuando su celular sonó. Por favor que sea Chan. Miró a su teléfono. No. Lista o no,
tenía que hablar con su mamá.
A Della se le ocurrió una idea: canalizando a su antigua Della, la que no era
insegura del amor de su madre. La que solía saber cómo persuadir a su mamá.
La que no había sido un vampiro.
―¡Hola mamá! ―Della hizo un mohín a la alegría falsa de su tono.
―¿Estás bien?
―Estoy bien. En serio.
―Holiday dijo que te golpeaste la cabeza.
―No fue nada. Holiday está embarazada, y se preocupa demasiado estos
días. En serio, ni siquiera puedo encontrar donde me golpeé. ―Alcanzó su
cabeza y se estremeció cuando encontró al bulto grande, haciendo de eso una
gorda mentira.
―Suenas bien ―dijo su mamá, y Della se felicitó a sí misma por pretender
que todo estaba bien. Tal vez su mamá pretendería también. ¿No era una relación
pretendida mejor que lo que tenían actualmente?
―Estoy bien. ―Della mordió su labio inferior, debatiendo si debería
decirlo―. Lo siento ―soltó de golpe―. Lo siento por… lo que pasó.
―Te estabas metiendo con el licor de tu padre, ¿no es así?
Santo infierno. ¿Por qué había hablado? ¿Debería sólo decir sí, admitir algo
que no había hecho? Abrió su boca para decir que sí pero en su lugar dijo:
―Yo no toqué su precioso brandy. No lo haría. Estaba… estaba pensando
en Chan y quería ver una foto de él. Recordé que papá mantenía ahí sus álbumes
de foto.
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Página
La línea se llenó de silencio. ¡Oh, mierda! Había metido la pata ahora. Su
mamá probablemente iría a revisar el álbum y vería la foto faltante.
―¿Por qué… por qué no dijiste eso? ¿Por qué no le dijiste a tu papá que
estabas haciendo eso?
―Papá empezó a acusarme. Él está… está tan decepcionado de mí, yo
sólo… me dolió. ―Aún dolía.
―Deberías haberle hablado ―dijo su mamá.
―Trataré de recordar eso. ―Della se dio cuenta que sonaba como si la
conversación se estuviera terminando, y aún necesitaba dos cosas―. Oh, mamá.
¿Me… me preguntaba si te importaría que fuera a ver a una amiga el siguiente
fin de semana? Kylie, mi compañera de cuarto, la has conocido antes, nos ha
invitado a mí y a Miranda, mi otra compañera de cuarto, a su casa.
―¿A hacer qué?
―A pasar el rato. Ya sabes, como solía hacer con Chelsea. Hacer algo de
tarea. ―Su mamá solía ser una inocente por cualquier cosa que involucrara un
grupo de estudio. A cada cita con su exnovio, Della solía traer sus libros de la
escuela, y los había abierto al menos una vez, así no tenía que mentir cuando
decía que había pasado “algo” de tiempo con su nariz metida en un libro.
―¿No puedes hacer eso en la escuela?
―No es tan divertido.
Su mamá estaba callada.
―¿Puedo hablar con sus padres?
―Estoy segura de que su mamá estará feliz de hablarte. ―Della se sintió
esperanzada.
―Si su mamá hablará conmigo, entonces… entonces…
―Gracias ―dijo Della, sin querer darle a su mamá una oportunidad de
retractarse―. Oh, una cosa más. Estamos escribiendo ensayos, y una de las cosas
que tenemos que discutir es a dónde fueron nuestros padres a la escuela. ¿A
dónde fue papá?
―Secundaria Klein. ¿No quieres saber a dónde fui yo? ―preguntó su
mamá, recordándole a Della que había habido un día en que ella había estado
celosa de su relación con su papá.
―Ya sé a dónde fuiste ―dijo Della―. Fuiste a la secundaria Freemont. Me
contaste. ―Y Della lo recordaba. Recordaba lo mucho que solían hablar. Solía
hablar mucho con sus dos papás. Aunque hasta ahora se dio cuenta de lo poco
que su papá hablaba de su pasado. Su papá siempre estaba centrado en el futuro.
La línea se quedó en silencio de nuevo.
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Página
―Recuerdo la historia de cómo tú y otras dos chicas fueron atrapadas
dejando a las ranas en libertad antes de que la escuela las usara como
experimentos de laboratorio.
Su mamá se rió.
―No había pensado en eso desde hace un tiempo. ―Exhaló―. Te extraño,
Della.
Los ojos de Della se llenaron de lágrimas. ¿Su mamá también estaba
pretendiendo? ¿O estaban siendo reales?
―También te extraño. ―Dios, ¿qué estaba diciendo? Lo último que
necesitaba era que su mamá la intentara hacer volver a casa―. No es que no me
guste aquí. ―Della se quitó una sola lágrima que escapó de sus pestañas―. Te
enviaré por mensaje el número de la Sra. Galen luego.
―Está bien ―dijo su mamá.
Della estaba a punto de colgar.
―¿Della? ―dijo su mamá rápido.
―¿Sí?
―Ya sé que tu papá es duro contigo, pero él…
Los dos son duros conmigo, pensó Della, recordando cuando encontró a su
mamá mirando entre sus bolsas, miedosa de que trajera algunas drogas y que
pudiera pasarlas a su hermana. Pero Della no lo dijo.
―¿Él qué? ―preguntó Della.
―Él te ama.
―Seh ―dijo Della. Parte de ella casi lo creía. Casi.

Para las ocho de esa noche, Miranda se había ido para encontrarse con
Perry. Kylie le había dado a Della el número de su mamá para que Della pudiera
enviarlo y luego se había ido a encontrar con Lucas. Sola, y exhausta, Della apagó
las luces. Sorpresivamente, se durmió. Bueno, hasta las cuatro de esa mañana. No
estaba segura qué la despertó. Metió sus pies debajo de las sábanas para que sus
dedos no se congelaran. Está bien, quizás sí supiera qué la despertó pero no
quería admitirlo.
Se quedó en la cama, cubierta hasta la barbilla, recelosa del frío. Frío que no
había sentido en un largo tiempo. ¿Era el fantasma o la fiebre?
117
Página
Temía que fuera el fantasma. Tratando de empujar ese pensamiento lejos,
uno igualmente perturbador la golpeó y este vino con imágenes. Vio a la chica
muerta. Luego su mente creó las imágenes de ella peleando con un atacante entre
sombras. Peleando y perdiendo.
La tentación de despertar a sus amigas era muy fuerte. Pero el miedo de
acobardarse de Della era más fuerte.
Saliendo de la cama, se deslizó dentro de unos vaqueros y una camiseta de
manga larga y salió por la ventana. Dado que había dormido un poco, no estaba
rompiendo las reglas de Holiday. El único inconveniente era que no podía
esperar encontrarse con Steve. Pensamientos de él la tenían pensando en Jessie,
la hija del médico, y corrió más rápido.
Queriendo sentir el ritmo de sus pies golpeando el suelo, nunca aceleró
totalmente. Pero era lo suficientemente rápido. El frío viento se llevaba la
mayoría de sus sentimientos negativos. Moverse a esta velocidad ofrecía una
sensación de libertad y un escape del estrés rutinario. No, no resolvía los
problemas, pero Della tomaría el respiro.
En cuestión de minutos, había dado dos vueltas alrededor de la propiedad
de Shadow Falls. Su corazón golpeaba contra su caja torácica, su piel
hormigueaba por el aire de octubre y tomaba rápidos y fuertes tragos de oxígeno.
Bajando la velocidad, se inclinó por la cintura y esperó a que su corazón se
tranquilizara. Cuando se iba a levantar, vio a una figura caer detrás de los árboles
justo afuera de la cerca. Su primer pensamiento fue Steve. A pesar de su sospecha
de la hija del médico, a pesar de su insistencia que necesitaba un freno entre ellos,
una cálida sonrisa llenó su pecho.
Levantó su rostro para capturar algo de aire, esperando identificar su
aroma. Ningún aroma llegó. Pero vio a la persona moverse de nuevo. Esta vez,
no le recordó a Steve.
Inhaló de nuevo. El aroma a bosque y árboles, adornados en colores de
otoño y preparándose para perder sus hojas, llenó su nariz. Todavía ningún
aroma.
Así que su olfato estaba dañado como su audición, ¿eh? Pero no sus ojos. A
través de los árboles pudo distinguir la figura. No lo suficiente para ver el rostro,
pero lo suficiente para saber que era un hombre.
¿Era Chase?
Ella empezó a correr de nuevo, casi llegó a la cerca y tomó otra respiración.
Todavía sin aroma.
―¡Muéstrate! ―exigió sin saber si era amigo o enemigo.
Consideró que podía ser el vampiro que mató a la pareja o tal vez el culpable
de golpearla en la cabeza. Sus músculos se tensaron. Se debatió entre brincar la
118
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cerca y enfrentar al extraño. Pero saber que molestaría a Burnett, se obligó a no
actuar.
―¿Así que te ocultas como un cobarde, cierto? ―espetó agarrando la cerca
y sacudiéndola.
El intruso se apresuró a meterse en el bosque, se ocultó por un segundo y
luego se fue. Pero no tan rápido como para que ella no pudiera reconocerlo.

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Traducido por whenshewasgood y AnnaTheBrave
Corregido por Nanis

S
u andar. Su cabello negro asiático. Sus piernas delgadas.
―Chan detente. Necesito hablar contigo ―le gritó Della.
Él no se detuvo; corrió hacia el bosque y se volvió nada más que una
mota en la noche.
―¡Llámame! ―le gritó―. Necesito…
¿Por qué demonios huiría de ella? Una pregunta mejor, ¿por qué había
venido aquí? Le había dicho numerosas veces que Burnett había instalado una
alarma. Pero de nuevo, él no estaba en la propiedad. No aún, pero sin duda había
estado a punto de saltar. ¿Había venido a verla, cierto? ¿Entonces por qué no lo
había hecho?
Justo entonces, escuchó el sonido inconfundible de alguien volando cerca.
Compañía. Así que por eso Chan se había ido. Volteó su cabeza y respiró la
esencia. Esta vez su nariz funcionó. Maldito Chase por prevenirla de obtener
información.
―¿Quién es Chan? ―preguntó la rica y honda voz del pervertido de bragas
detrás de ella.
Nadie, quería decir, pero eso hubiera sido una mentira. Y él lo sabría.
―Mi primo. ―Se volteó a encararlo―. Pensé verlo, pero desapareció, así
que hay una posibilidad de que hubiera estado equivocada. ―Acomodó la
respuesta para que no sonara como una mentira.
El hecho de que no creyera esa posibilidad era de otra importancia.
Chase levantó su rostro en el aire, buscando una esencia. El estómago de
Della se tensó.
―No consigo el rastro de nadie ―dijo él.
―Sí, te lo dije, creo que estaba equivocada. ―Formó sus palabras de modo
que él no pudiera leer sus falsedades, pero llevó su mirada hacia el bosque de
nuevo, tranquilizada de que Chan había escapado y se había llevado su esencia
consigo.
―¿Conseguiste un rastro? ―preguntó Chase.
―No ―dijo, otra verdad. El hecho de que su habilidad para recoger
esencias le había fallado de nuevo debería preocuparle, pero trabajaba a su favor
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ahora. Pero lo que fuera que estaba interfiriendo con sus sentidos mejor pasara
pronto… el olfato y el escuchar eran parte de su mecanismo de defensa. Los
necesitaba si iba a trabajar para el FRU.
―¿Obtuviste algo visual? ―preguntó él.
Por dentro Della hizo un gesto. ¿La estaba probando, tratando de ver si
estaba mintiendo?
―Lo hice, pero vino y se fue tan rápido. Y como no fue en nuestra
propiedad pudo haber sido cualquiera. ―Miró fijamente hacia fuera de la valla
y rezó porque Chan no regresara. Jesucristo, ¿por qué había venido en primer
lugar? Sí, le había llamado, pero ni una sola vez le había dicho que viniera.
Sintiendo a Chase parado detrás de ella, deseó que el vampiro se fuera. Su
presencia le irritaba. Su esencia la enojaba. Por alguna razón, recordaba su
encuentro antes: “Eres linda cuando te enojas”. Continuó mirando fijamente
afuera entre el bosque oscuro. En la distancia podía oír a los animales en el
parque de la vida salvaje. Un elefante. Un león.
Él de hecho se acercó. Podía sentirlo a tan solo unos centímetros de ella.
Podía escuchar el sonido de su corazón golpeando bastante fuerte. Su esencia se
volvió más fuerte.
―¿Estás segura que no era el mismo vampiro que te atacó y mató a esa
pareja?
Ella hizo una mueca al respecto y lo miró fijamente a través de ojos
entrecerrados. Parada muy cerca, dio un paso hacia atrás.
―¿Cómo es que sabes de eso?
―Estoy trabajando con Burnett y el FRU en el caso.
¿Él estaba trabajando con Burnett? ¿No le había dicho al líder del
campamento que ella quería hacer esto?
―Burnett no permitiría eso. Apenas te conoce. ―Además este era su caso.
Ya estaba metida en ello. Había obtenido un rastro. Había revivido las imágenes
de los muertos por días.
―Supongo que unas personas por aquí son más confiables que otras.
Lo fulminó con la mirada y se iluminó. Eran casi las cinco ahora. Si Burnett
no se había levantado, estaría a punto de hacerlo.

Della aterrizó en el porche frontal de la cabaña de Holiday y Burnett. La


puerta de enfrente se abrió, y Burnett, con el cabello un poco revuelto y
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pareciendo dormido, se paró allí vistiendo sólo sus boxers. Tenía unos vaqueros
en sus manos como si estuviera planeando vestirse y se hubiera quedado sin
tiempo.
―¿Qué pasa? ―preguntó, su tono tenso y su voz rasposa por la mañana.
Luego, en un movimiento ligero, se puso los vaqueros. Della vio sus piernas
tonificadas desapareciendo dentro de la mezclilla.
―¿Has asignado a Chase al caso reciente del FRU? ―preguntó.
Burnett pasó una palma sobre su rostro como si aún tratara de despertar.
―Tú… ¿viniste a esta hora para preguntarme eso?
―¿Lo hiciste?
Él exhaló.
―¿No podías haber esperado otra hora?
Podía haberlo hecho, pero no había querido.
―Son casi las cinco, pensé que estarías levantado. ¿Estás evadiendo mis
preguntas? ―Levantó su mentón, dolida y determinada de hacerlo ver su error.
Quería trabajar en este caso. Después de ver lo fealdad que ese asqueroso hizo,
quería ayudar a derrocarlo.
―No, escojo no responder ninguna pregunta a esta hora.
―¿Qué está mal? ―Holiday salió vistiendo una bata y una expresión de
sueño.
A Della no le había importado despertar a Burnett, pero a una Holiday
embarazada, viéndose extra cansada, le removía su conciencia.
―Lo siento pero yo… me encontré a Chase y me dijo que Burnett lo había
asignado trabajar en el caso nuevo. El caso en el que yo le dije a Burnett que
quería trabajar. Y ahora él no quiere decirme si es cierto ―Holiday miró a Burnett
como si esperara que respondiese la acusación.
―Estabas fuera enferma ―dijo Burnett.
―Me golpearon en la cabeza. Pero estaba bien, te dije que estaba bien.
Recuerdo que el doctor tuvo que venir una vez aquí para cuidarte cuando fuiste
golpeado en tu trasero por un fantasma. Nadie te quitó tu derecho de trabajar en
un caso.
―No asigno casos sólo porque alguien quiere trabajarlo. Y no fui golpeado
en mi trasero.
―Obtuve un rastro del chico.
―Y también lo hizo Chase, él estaba afuera cuando el vampiro activó la
alarma.
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―Yo fui contigo a la escena y vi lo que le hizo a esa pareja. Te dije que quería
trabajar en él. Y además, apenas conoces a Chase. No ha estado aquí ni por una
semana. ¿Le tienes más confianza a él que a mí?
―Nunca dije que no confiara en ti. Él tiene ciertos dones que lo hacen
ventajoso.
―¿Qué, un pene? ―Della cruzó sus brazos.
―¿Perdón? ―preguntó Burnett, el asombro abriendo sus ojos.
―He hecho todo lo que me has dicho que tenía que hacer para llegar a
pertenecer al FRU. Y sólo me has a mandado un caso. ¡Uno! ―Della trató de
mantener su voz de no romperse con emoción―. Constantemente me evitas y
mandas a Lucas o a Derek. Y ahora es Chase. ¿Por qué estás tratando de
detenerme?
Burnett miró a Holiday de nuevo, como si le pidiera que interviniera, pero
ella se mantuvo en silencio. Obviamente sabía que Della tenía razón. Burnett no
estaba siendo justo. La había estado evitando y eligiendo a chicos para hacer el
trabajo.
―¿Por qué crees que no puedo hacer esto? ―preguntó de nuevo―. Si no es
porque eres un cerdo chauvinista, entonces dime qué es. ¡Dime qué necesito
hacer para alcanzar tus estándares!
―No soy… es porque no quiero verte herida.
―Y crees que terminaré herida porque soy una mujer ―le dijo.
Él pasó otra mano por su cabello.
―Me importas, maldita sea. Me importan todos aquí, pero tú eres…
diferente. Eres especial. Y quizás, sólo tal vez, hay una pequeña parte porque eres
mujer, pero eso no es todo. Sólo me importas.
Sus palabras fueron directo a su corazón. Su pecho se sentía apretado. Una
parte débil de ella quería abrazarlo. Pero más que su afecto, quería su respeto.
―Pero eso no está bien.
―Y eres terca ―dijo él―. Tengo miedo de que esa terquedad te puede
resultar contraproducente. Y sé que puede resultarlo porque yo era como tú
cuando era joven.
Holiday se mecía de atrás hacia adelante sobre sus talones y sonreía como
si estuviera completamente contenta con la manera en que esto estaba
evolucionando.
Della tuvo que tragar saliva para mantener las emociones en su garganta.
Todos siempre habían dicho que Burnett la favorecía, pero todo lo que ella había
visto era a él siendo duro. Pero de nuevo, tal vez sólo era amor rudo.
¡Pero él aún estaba siendo rudo y a ella no le agradaba eso!
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―No soy tan terca como tú ―le dijo―. Y que te importe no es una razón
buena para detenerme de lograr mi sueño. ¿No crees que le importas a Holiday?
Ella no te ha detenido de trabajar para el FRU.
Burnett enlazó sus manos detrás de su cuello y apretó. Y sin una camiseta,
el movimiento demostró un muy buen conjunto de músculos y pecho. Holiday
era una chica afortunada por tenerle. Por supuesto, Della sabía que él era
afortunado de tener a Holiday.
―Hagamos un compromiso ―dijo él―. Tú trabajas en tu terquedad y yo
trabajaré con mis asuntos. ¿Qué tal?
Ella asintió.
―Pero quiero estar en este caso. Aún la veo, a la víctima, en mi cabeza.
Muerta. Necesito encontrar a quien le hizo esto.
Él frunció el ceño.
―Víctimas. Hubo dos de ellas.
―Lo sé ―dijo Della―. Pero por alguna razón sigo viéndola a ella. Déjame
ayudar con este caso, por favor.
―Lo consideraré.
Quería decir que eso no era suficientemente bueno, pero una mirada de
advertencia de Holiday le hizo cambiar de parecer.
Della se dio la vuelta para irse luego se volteó de nuevo.
―Gracias por… ―preocuparte―… comprometerte.
Holiday se frotó las manos, una sonrisa brillando en sus ojos verdes.
―¿Por qué ustedes dos no sólo se abrazan y lo superan? El momento ruega
por eso. La emoción es la indicada.
―Está bien ―respondieron al unísono Burnett y Della.
Ambos se rieron y aunque no se abrazaron, Burnett levantó la mano y le
agarró el hombro. Eso era, pensó Della mientras se alejaba, tan confortante como un
abrazo.
Mientras se acercaba a su cabaña, el cielo se aferraba a una oscuridad que
se cernía. Sólo unas pocas estrellas brillaban arriba como si la hora ya las hubiera
espantado. En la distancia los sonidos del nuevo día resonaban. Unos pocos
grillos trinando, un pájaro agitando sus alas, preparándose para hacer su vuelo
de la mañana. El sentimiento de afecto que había obtenido de la visita para ver a
Burnett llenaba su pecho. O lo hacía hasta que el desgraciado pervertido de
bragas voló hacia abajo y aterrizó justo enfrente de ella.
―¿Así que me crees ahora? ―preguntó, su sonrisa confiada era
rotundamente exasperante.
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Ella dio un paso atrás, dándose cuenta de lo cerca que él estaba.
―Creo que eres más molesto que un mosquito tratando de beber mi cena.
―Ah, vamos. Te gusto al menos un poco. Lo puedo ver.
―Estás loco. Loco. Viviendo en la tierra la-la. No me gustas, ¡ni siquiera un
poco!
―Entonces dame una oportunidad de cambiar tu opinión.
Ella sintió a su boca caer abierta.
―¿Por qué?
―Porque no soy malo. Porque creo que tenemos más en común de lo que
piensas.
―¿Qué tenemos en común? Oh, espera… ¿también piensas que eres un
dolor en el culo?
Él sonrió, sus blancos dientes asomándose debajo de sus labios.
―Verás, eso es parte de lo que tenemos en común.
―No veo ni una mierda ―insistió, y trató de no mirar fijamente a su boca.
―Me refiero a que ambos somos unos sabelotodo ―dijo él―. Ambos somos
vampiros. Ambos somos tan duros como clavos. ―Sus cumplidos la atraparon
con la guardia baja y ella no tenía otro comentario arrogante para ofrecerle.
Él tomo ventaja de ese momentáneo desconcierto. Se acercó y dejó que su
mirada susurrara sobre ella. Ella lo sintió también. Lento y con calma como un
suave aliento sobre la piel.
―Ambos somos atractivos ―dijo, su voz profunda y baja.
―No creo que… ―seas atractivo. Se detuvo a media frase, sabiendo que
habría sido una mentira y que él la habría escuchado. Tenía que pensar rápido―.
Tú crees que eres atractivo. ¿Por qué no me sorprende? Y que conste que no me
considero a mí misma…
Él apretó un dedo en sus labios.
―Eres atractiva. Tiene toda esa actitud de “no te metas conmigo”. Lo cual
sólo hace que un chico quiera meterse contigo.
―No lo recomendaría. ―Movió su dedo de sus labios y lo soltó antes de
que estuviera tentada a romperlo en dos. ¿Qué clase de juego estaba jugando? ¿Y
por qué lo había dejado jugar en primer lugar?
―Oye. ―La alcanzó.
Ella levantó una mano.
―Hazme un favor y mantente alejado de mi camino o voy a aplastarte como
a ese fastidioso bicho al que me recuerdas. ―Juntó sus manos―. Y lo disfrutaré.
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Della tuvo otro dolor de cabeza durante la clase de matemática. Tía Flo
finalmente decidió caer para su visita mensual. Entre clases, con las sienes
palpitando, volvió a su cabaña para conseguir tampones. Mientras caminaba,
pensó sobre haber visto a Chan la noche anterior. ¿Lo había imaginado? Si no,
¿qué estaba haciendo aquí en Texas? Sí, venía a menudo, pero usualmente la
llamaba cuando lo hacía. Pensó en sus razones para no verla de nuevo. ¿Muy
ocupado? ¿En problemas? Pero, ¿por qué había venido si no era para hablar con
ella? Sacó su teléfono. Encontrando un mensaje de él de la semana pasada, lo
escuchó de nuevo.
Hola, solo… pensé en llamarte. No he oído de ti en un tiempo. ¿Ya estás cansada de
esa prisión? ¿Quieres venir a unírteme y obtener algo de diversión? De cualquier manera,
no es importante, pero llámame cuando tengas la oportunidad.
Decidiendo intentar de nuevo, marcó su número.
Fue al buzón de voz. De repente, recordó un mensaje que Chan le había
enviado meses antes del teléfono de un amigo. Dio un par de barridos en la
pantalla y encontró el texto y el número. Enojada consigo misma por no
recordarlo antes, llamó.
Sonó dos veces.
―¿Sí? ―respondió una voz profunda.
―Hola, soy Della Tsang, la prima de Chan Hon, ¿eres Kevin?
―No conozco a nadie llamado Chan Hon.
Sí, lo conocía. Podía oír su mentira. Y no había negado ser Kevin.
―Soy su prima vampiro ―dijo Della, pensando que él podía creer que era
humana―. ¿Eres Kevin Miller? Usó una vez tu teléfono para enviarme un texto.
Silencio llenó la línea. Finalmente él habló.
―Tú eres la que va a esa escuela lujosa. Yo estaba allí con Chan cuando te
contagiaste del virus y Chan tuvo que cuidar tu trasero. Eres la medio blanca,
¿verdad?
Sonaba como si fuera a usar eso contra ella. Con un nombre como Kevin
Miller, ¿no era también él blanco?
―Sí, estoy intentando contactar a Chan y no he podido.
―Se mudó a Texas.
Así que era él. Lo sabía.
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―Hay un grupo entero que se unió a la pandilla Crimson Blood. Sobre el
área de Houston.
Della gimió interiormente. ¿Chan se había unido a una pandilla? Tiempo
atrás, él hubiese evitado unirse a una porque sabía que lo metería en muchos
problemas.
Della no había oído hablar de Crimson Blood. No todas las pandillas eran
malas, pero la mayoría lo eran. Y con un nombre como Crimson Blood, no sonaba
bien.
―¿Sabes dónde está exactamente esta pandilla? ―le cuestionó,
preguntándose si era por eso que la había llamado la semana pasada. Culpa
serpenteó por su pecho. Si le hubiese devuelto la llamada, quizás hubiese hablado
de él con esto.
―No, ya que estoy también con una pandilla, no presté atención.
―¿Puedes preguntar por ahí? ―preguntó Della―. Estaré agradecida
―agregó, dándose cuenta de lo estúpido que había sonado en el momento en el
que lo dijo. A los vampiros no les importaban los agradecimientos, especialmente
a aquellos en una pandilla.
Él río.
―¿Qué me importa tu gratitud?
Está bien, quizás podría volverlo a su favor.
―Nunca lastima tener a alguien que te debe un favor. Incluso si estás en
Texas.
Él dudó.
―Voy mucho a Texas.
―Entonces sería un ganar-ganar.
―Sabes que los reembolsos pueden ser un infierno ―dijo él.
―Sí. ―Pero si podía encontrar a Chan, pagaría felizmente el infierno.
Él exhaló.
―Veré si puedo encontrar tiempo.
―Gracias. ―Colgó, más confundida que nunca. Chan había venido anoche,
por lo que obviamente quería verla. Entonces, ¿por qué no respondía sus
llamadas?
Todo tipo de respuestas se formaron en su cabeza. Había perdido su
teléfono. No podía permitirse pagarlo. Debía encontrar una forma de verlo. ¿Pero
cómo?
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Miércoles en la mañana era hora de Compañeros de Campamento, todos
estaban de pie frente a la puerta del comedor. Della en realidad había dormido.
Los destellos de la chica muerta que volvían a su cabeza habían disminuido y no
había tenido más sensaciones de fantasmas. Lo que hizo a Della estar segura que
toda la cosa no había tenido nada que ver con ella, sino con Kylie. Ella era,
después de todo, la Ghost Whisperer.
Quizás Della solo quería creer eso, pero hasta que algo probara que se
equivocaba se dejaría a sí misma creerlo.
Chris se acercó con su tonto sombrero.
―Bueno, hoy no tenemos reuniones especiales, lo que significaba que nadie
estaría pagando sangre para escoger a alguien especial. Sorprendente. ―Chris le
lanzó a Chase una mirada fría. Chase solo le devolvió la mirada, como si no le
importara un comino cómo se sentía Chris. Con ambos siendo vampiros, uno
pensaría que habrían encontrado suficiente terreno común para una tregua.
Ese pensamiento le recordó a Della lo que Chase había dicho sobre ellos
teniendo mucho en común. No era que fuera verdad.
El vampiro rubio se aclaró la garganta y sacó dos bolsas de su sombrero.
Luego sacó un nombre de cada uno. Comenzó a emparejar a los campistas. Della
se tensó, esperando para ver a quién se uniría por la cadera durante la siguiente
hora. Sesenta minutos podría ser mucho tiempo si estabas atorado con alguien
aburrido. La mirada de Chris fue hacia ella.
Él exhaló, agregándole drama al momento.
―Della, debes pasar una hora con Jenny Yates. Nuestra nueva chica
camaleón.
Della se relajó. No había tenido oportunidad de hablar con Jenny desde que
la chica había donado una pinta de sangre junto con los otros para poder sacarla
de la reunión con Chase.
Mientras se acercaba a Jenny, Derek caminó a su lado.
―Sé agradable, ¿puedes? ―murmuró.
Della levantó las cejas. Últimamente, el hecho de que todos parecían pensar
que era una perra ruda la molestaba.
―Demonios ―soltó Della―. Supongo que eso significa que no puedo
chupar toda su sangre y dársela a los hombres lobos para que la usen como
juguete masticable.
Derek negó con la cabeza.
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―Sabes a qué me refiero.
Había pasado una hora hablando con Derek ayer sobre su tío y su tía. Y
enojándose con él no ayudaría a su causa, pero no podía evitarlo.
―Sí, lo sé ―dijo―. Piensas que soy tan perra que la lastimaré a propósito.
Dejó a Derek y caminó hacia Jenny, intentando que las opiniones de los
demás no la molestaran. Recordó una vez más el viejo dicho que su madre le
había enseñado. “Palos y piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras
jamás podrán lastimarme”. Su madre estaba equivocada. Las palabras
lastimaban. Y no podías tomarlas de vuelta.
―¿Derek amañó esto? ―preguntó Jenny a Della mientras se aproximaba a
ella.
―¿Amañar qué? ―preguntó Della―. ¿Nosotras estando juntas? No, solo
tuviste mala suerte. ―Comenzó a alejarse de la multitud, con el comentario de
Derek aún picando.
Jenny arqueó una ceja y la siguió.
―¿Estás bien? ―preguntó Jenny cuando Della no habló.
―Sí. ¿Quieres ir a mi cabaña? ―preguntó Della.
―Seguro. ―Jenny se volvió para ver a Derek―. ¿Qué te dijo?
Ella frunció el ceño.
―Me dijo que fuera agradable.
Jenny hizo una mueca.
―No entiendo por qué piensa que es su trabajo cuidar de mí.
―Le gustas ―dijo Della. Y piensa que soy una perra ruda.
Llegaron al camino, lejos de la multitud. El aire de la mañana se sentía
fresco. Jenny pateó una roca y la observó irse rebotando.
―Le gustas a Steve y sin embargo no lo veo ir por ahí haciendo que la gente
sea agradable contigo ―dijo Jenny.
―No estoy aquí porque Derek me hiciera… ―De repente, Della captó qué
más había dicho ella. Se detuvo―. ¿Cómo sabes que le gusto a Steve?
Jenny se encogió de hombros.
―Todos lo saben. Es súper obvio por la forma en que te mira. Como si todo
sobre ti fuera lo más fascinante y maravilloso que hubiese presenciado. Lo he
visto solo oír tu voz a través de la habitación y dejar todo y buscarte. Es tan dulce.
Della exhaló y deseó no pensar que era dulce.
―¿No te gusta? ―preguntó Jenny.
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―¿A ti no te gusta Derek? ―contrarrestó Della, pensando que la chica
captaría el mensaje de que algunas cosas eran muy personales para preguntar.
―Sí, pero estoy de alguna manera asustada. ¿Y tú?
No se esperaba su respuesta, y ahora debía responder para ser amable.
―Yo igual.
―Vaya, no creía que estuvieras asustada de nada.
Della quería retirar su confesión. Pero era demasiado tarde. Llegó a su
cabaña y se tiró en el porche.
―Supongo que no soy tan fuerte como piensas.
―No, solo eres humana. Oh, bueno, no humana, pero solo… normal.
Della cortó con sus ojos a Jenny.
―Normal es aburrido. Quiero ser exitosa, quiero mostrarle a Burnett que
soy lo suficientemente buena para estar en el FRU.
―Yo amaría ser normal. ―Jenny se sentó junto a ella―. Entonces todo el
mundo no estaría mirándome todo el tiempo.
―Te acostumbrarás a ello. Kylie lo hizo. ―Della se reclinó contra el
porche―. Pero estoy de acuerdo, apesta totalmente, pero no podemos elegir qué
ser o cómo lucir.
―¿Qué es eso que no quieres ser? ―preguntó Jenny.
―No estaba hablando de mí. ―Pero la palabra “vampiro” apareció en su
mente. ¿Y cuantas veces había deseado lucir como su padre, solo pensando que
eso lo haría más feliz? Pero eso era solo parte de ello.
―Bien ―dijo Jenny sin creerle.
Della resopló. Luego, por razones desconocidas, decidió bajar un poco la
guardia.
―No quiero ser débil, y no quiero depender de las personas. Quiero ser
capaz de cuidar de mí misma, y estar completamente bien por mi cuenta. ―Una
suave brisa sopló y unas cuantas hojas de un maple plateado cayeron al suelo―.
Pero no es tan fácil. A veces es realmente duro estar lejos de mis padres, y
tampoco hablo solo de distancia física.
Otro poco de viento liberó más hojas.
―Derek me dijo que está ayudándote a buscar a un tío, y quizás una tía. ¿Es
esa la razón por la que los estás buscando?
Della frunció el ceño ante la idea de Derek hablando de eso, pero supuso
que no podía quejarse.
―En parte sí, pero no se lo menciones a nadie más.
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―Oh, no te preocupes. ―Jenny hizo una pausa―. ¿Qué harás si los
encuentras? ¿Te irás y vivirás con ellos?
―No ―dijo Della―. Pero será agradable tener familiares que me entiendan.
―Sé a qué te refieres―dijo Jenny, y eso le recordó a Della que aún había
problemas entre Jenny y sus padres reales. Supuso que ambas tenían mucho en
común. Silencio llenó el aire.
―Derek me besó ―soltó Jenny.
Della la miró, feliz de alejar sus pensamientos de Steve y de sus padres.
―¿Y?
―¿Y qué?
―Un beso siempre viene con una historia. Un beso nunca es solo un beso.
¿Te gustó? ¿Lo golpeaste? ¿Fue con lengua? ¿Hizo que tus dedos se enrollaran?
¿Se detuvo en un solo beso?
Jenny sonrió.
―¿No hay una regla sobre no besar y contar?
―Eso solo cuenta con chicos ―dijo Della―. Las chicas podemos decirnos
cosas. ―Le devolvió la sonrisa―. Y no te preocupes, no le diré a nadie.
La chica hizo una pausa.
―Le dije que no debería haberlo hecho, pero no lo detuve mientras lo hacía.
Por lo que supongo que me gustó. ―Suspiró―. Y cuando me besó, fue como…
si todo luciera diferente. Hermoso.
Della había oído decir eso, de Kylie, pero no creyó que a Jenny le gustaría
saber eso.
―Si te gustó, ¿por qué le dijiste que no debería haberlo hecho?
―No lo sé… se siente raro. Me pregunté si le gustó más besar a Kylie. Me
pregunté si solo le gusto porque le recuerdo a Kylie por ser una camaleón. Pero
yo no soy especial como ella.
―¿Por qué no solo le preguntas?
―Si comienzo a hacer preguntas, pensará que estoy celosa.
Ahora, había algo con lo que Della podía relacionarlo. Y era la misma razón
por la cual ella no le había preguntado a Steve por su asistente de enfermería.
―¿Estás celosa?
―No. Quizás. Pero está mal.
Ídem, pensó Della. Estaba mal que estuviera celosa, también. Especialmente
cuando no tenía ataduras con Steve.
Jenny alejó su cabello castaño de sus ojos.
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―Creo que ella está interesada en él, ¿pero él está interesado en ella?
―Deberías hablar con él. Y también con Kylie. Creo que ella te ayudará a
lidiar con esto.
Jenny hizo una mueca.
―Sería raro.
Della rodó sobre su estómago, levantó los pies detrás de ella, y miró a Jenny.
―A veces debes ponerte tus bragas de niña grande y solo hacerlo.
Pero cuando Della consideró preguntarle a Steve sobre Jessie, no pareció tan
fácil. Tuvo la sensación de que estaría caminando con sus bragas alrededor de
sus tobillos por un tiempo.
Jenny miró a Della.
―¿Qué harás sobre tú y Chase?
La boca de Della cayó.
―¿Qué?
―Él ofreció sangre para pasar una hora contigo y te mira cuando tú no lo
ves. No con la misma dulzura que Steve, pero puedes decir que siente algo por
ti.
―Ofreció sangre solo para que la gente donara más. Y no me mira de esa
forma.
―¿Intentó besarte? ―preguntó Jenny.
―No. ―Pero Della lo recordó diciéndole que era sexy y tocando sus labios.
Él probablemente estaba intentando molestarla. Y había funcionado―. No me
gusta de esa manera.
―¿Porque te gusta Steve?
―Solo no me gusta él. ―No quería ir a que su esencia le parecía familiar.
No quería admitir que lo encontraba… atractivo. O que pensaba en la forma en
la que sus dedos se sentían en sus labios. No, no quería ir allí, porque no
significaba nada.
―Creo que tienes razón al sospechar de él.
Fue la forma en que Jenny lo dijo que hizo a Della sentarse.
―¿Por qué? ¿Qué sabes?
Su pausa le dijo a Della que la chica sabía algo.
―¿Qué es Jenny? ¡Suéltalo! Antes de que te haga soltarlo. ―Y allí se fue la
promesa de Della de ser agradable.
132
Página
Traducido por Xhex
Corregido por Nanis

―P
or favor ―dijo Della.
Jenny frunció el ceño.
―Solo si prometes no decirle a nadie.
―Mis labios están sellados.
―Tomo paseos. No salgo de la propiedad, pero todavía tengo que
escaparme porque mi hermano no cree que deba salir sola. Pero no estoy
haciendo nada, solo camino por el bosque. Para pensar.
―Salgo casi todas las noches ―dijo Della―. Nunca te he visto.
―No puedes. Me vuelvo invisible. Me siento mejor sabiendo que nadie me
mira. Pero te vi una vez. Iba a mostrarme, pero te fuiste demasiado rápido.
Della encogió una pierna hasta el pecho para combatir un frío antinatural.
Miró alrededor, rezando para no ver una pluma, entonces se enfocó de nuevo en
Jenny.
―¿Qué tiene esto que ver con Chase?
―Un par de veces lo he visto por la noche, también. Siempre tarde. Y una
vez lo escuché hablar con alguien. Una persona que estaba al otro lado de la valla.
Estaban hablando muy bajo. No sé por qué, pero se sentía… reservado.
Della recordaba haber visto a Chan fuera de la valla anoche. ¿Podía Chan
conocer a Chase? ¿Era por eso que conoció a Chase antes? ¿Por lo que recordaba
su esencia?
―¿Estaba el tipo hablando con un asiático? ―preguntó Della.
―En realidad nunca lo vi. Chase estaba delante de él.
Della intentó pensar acerca de esto.
―¿Fue anoche?
―No. La noche del martes.
Así que no había sido la misma noche, ¿pero no era una coincidencia
demasiado grande como para no estar conectada? La mente de Della corría. ¿Qué
rayos tendría que hacer Chase con Chan? Y si Chase conocía a Chan, ¿por qué no
decírselo a Della?
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―Espera ―dijo Della―. No lo pudiste ver, pero los escuchaste. ¿De qué
estaban hablando Chase y el tipo?
―No lo sé, me obligué a no escucharlo. Eso habría sido espiarlos, y Burnett
me ha advertido en muchas ocasiones que sería malo que use mis poderes para
eso. Así que me fui. Pero mientras me apartaba, Chase seguía mirando alrededor
como si temiera que alguien lo viera. Creo que estaba haciendo algo que no debía.
Actuaba como si tuviera miedo de ser atrapado.

Después de la escuela Della yacía en su cama, luchando contra un leve dolor


de cabeza y la sensación de que no estaba yendo a ningún lado lo suficientemente
rápido en ninguna de sus misiones. Iba a regresar con las manos vacías en la
búsqueda de su tío. Todavía no tenía ni una pista de quién la había golpeado.
Burnett todavía no estaba de acuerdo con dejarla trabajar en el caso de asesinato.
Su primo seguía ilocalizable, y ahora tenía el misterio sobre Chase y su visitante
aún por descubrir.
No que hubiera enfrentado al pervertido de bragas. Aún.
Quería hablar primero con Chan. La próxima vez que acusara a Chase de
algo, no quería que tuviera una salida fácil. Quería una evidencia. Si tan solo
Chan le devolviera las llamadas.
Su frustración por Chase, encendió el detonante de su frustración con su
primo. O quizá no era solo frustración, sino preocupación. Si Chan ya estaba
arraigado a una banda, quizá ellos no le permitían devolverle las llamadas. Había
escuchado que algunas bandas obligaban a renunciar a todos en tu vida anterior.
¿Era eso lo que estaba ocurriendo con Chan? Esperaba como el infierno que no
se hubiera vuelto completamente renegado. Los renegados hacían cosas malas.
Un montón de bandas de renegados se alimentaban de humanos. ¿Podría Chan
hacer eso?
Cerrando los ojos, recordó a Chan ayudándola a través de la parte más
difícil del cambio. La única vez que había dejado su lado era cuando su madre o
alguien querían entrar. O cuando ellos la llevaron al hospital. E incluso entonces
él había ido al hospital a ver como estaba. Él pudo simplemente abandonarla.
Dejarla. Permitirle alimentarse por su cuenta. Ella podría haber acabado matando
a alguien. Supuestamente, un montón de recién convertidos lo hacían.
Pero Chan no la dejó. Él no era malo. Quizá se había unido a una banda,
pero seguramente no era una que tolerara matar a humanos.
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Una vez más lamentó no regresarle la llamada. Lamentó no esforzarse más
para ser una gran parte de su vida. Dios, no solo era una perra, era una mala
prima.
Pero no tan mala como para creer que Chan podría matar a gente inocente.
La imagen de la chica muerta apareció de nuevo en su cabeza. La empujó fuera
de su mente, y volvió a su primo.
―Llámame, Chan, por favor ―murmuró, como si quizá pudiera oírla
mágicamente.
Su teléfono sonó. Della lo sacó rápido, y se quedó mirando el número. Otra
vez, no era Chan. Sino su madre.
―Hola mamá ―dijo Della, tratando de sonar alegre.
―Hablé con la Sra. Galen. Creo que está bien que vayas, pero… no se lo
menciones a tu papá.
¿Por qué?, Della quería preguntar, pero entonces lo supo: su padre se habría
opuesto. Solo por el principio de no hacer a Della feliz, porque probablemente
seguía pensando que estaba robándole.
―Gracias ―dijo Della, y entonces, porque la conversación se sentía
incómoda, preguntó―. ¿Cómo va tu día?
―Bien.
Toda la curiosidad repentina de Della sacaba lo mejor de ella.
―Mamá, ¿puedo preguntarte algo?
―Supongo ―dijo su madre.
―¿Por qué papá nunca habla de su pasado? ¿Su infancia? ―¿Su hermano
muerto y su hermana perdida?
―Esa es una pregunta extraña ―dijo su mamá.
―Lo sé ―admitió Della―. Pero solo es extraño que no hable acerca de su
vida como lo haces tú. Hablas de haber estado en secundaria. ―Sintiéndose
valiente, añadió―: E incluso hablas de tu hermano que murió de cáncer. Pero
papá no dice nada… de nada.
―Él… él no tuvo una infancia fácil ―dijo su madre, pero Della podía
escuchar en la voz de su mamá que sentía que estaba traicionando a su padre por
decirle eso.
―¿Qué la hizo complicada? ―preguntó Della.
Voces sonaron en el fondo de la línea de su madre. La voz de su padre.
―Tengo que irme. ―La línea quedó muerta.
El solitario sonido hizo eco en el pecho de Della.
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Bueno, esa pequeña conversación no la llevó a ninguna parte. Excepto a
estar más deprimida. Que triste era que su madre no quisiera que su padre
supiera que estaba hablando con ella.
Sin querer solo revolcarse en su autocompasión, decidió que era tiempo de
ir a encarar a Burnett sobre ir con Kylie. Esperaba que fuera bien.

¿Por qué esperó Della que algo fuera bien?


―¿Por qué no puedo ir? ―insistió―. Incluso mi mamá me dijo que podía.
―Della miró primero a Holiday y luego a Burnett.
Holiday dio un paso atrás como si esperara quedar fuera de la discusión.
Pero, ¿cómo podría, cuando Burnett estaba siendo completamente irrazonable?
Él no la había dejado terminar de preguntar cuando se negó.
―¿Has olvidado que hay una posibilidad de que todavía puedas ser el
blanco de un asesinato?
―¿Cómo puedes decir eso? Si el tipo hubiera querido matarme, lo habría
hecho. Estaba inconsciente, por el amor de Dios. ¿Qué tan difícil habría sido
acabarme? ―Se pasó un dedo por el cuello.
Los ojos de Burnett se pusieron un poco más brillantes con irritación.
―Es como dijo Holiday, los ángeles de la muerte podrían haberlo asustado.
―Asustado, mi trasero. Sigo sospechando que los ángeles de la muerte
fueron los que me golpearon. Y francamente, no pienso que de verdad crean que
fue el asesino o estarían todos indignados al respecto.
La expresión de Burnett le dijo a Della que había dado en el clavo con ese
comentario.
―No dije que lo crea, dije que había una posibilidad.
―¡Y hay una posibilidad de que un asteroide golpee la Tierra y nos mate a
todos mañana!
―Soy responsable por tu seguridad. ―Se enfureció―. Y no puedo vigilarte
cuando no estás en los terrenos del campamento.
―Pero no estaré sola. Miranda y Kylie estarán allí, y no sé si lo olvidaste,
pero resulta que Kylie es un protector y probablemente podría patear el culo de
un asteroide si trata de aterrizar sobre mí.
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Cuando la expresión de severa desaprobación no vaciló en la expresión de
Burnett, se quitó los guantes de seda y le dijo lo que realmente pensaba. Era un
viejo argumento, pero el mejor que tenía.
―Sé de qué se trata esto. Es porque somos chicas, ¿no? Si se tratara de
Lucas, Derek y Perry queriendo ir a alguna parte, no lo habrías cuestionado. No
eres más que un cerdo machista. Ah, y es por eso que no quieres que trabaje en
este caso, ¿no es así? Soy una chica.
―¡No es eso! ―gritó Burnett en respuesta y miró a Holiday como pidiendo
su intervención, pero de nuevo, su esposa no dijo una palabra.
Lo que significaba que todavía estaba de acuerdo con Della. Y eso
aumentaba el fuego en el vientre de Della.
―¿Así que vas a dejarme trabajar en el caso? ―preguntó, decidiendo que si
ya lo había molestado, bien podría ir por el oro.
―No hemos avanzado en el caso todavía.
―No has respondido mi pregunta ―señaló.
Aparentemente, al gran vampiro malo no le gustaba que lo pusieran en su
lugar. Gruñó.
―Eres una irrazonable y obstinada pequeña vampiro que necesita aprender
a respetar la autoridad.
―¡Respetaré la autoridad, cuando la autoridad me respete! ¡Y eso incluye
mis pechos!
Burnett volvió a mirar a Holiday.
―¿No puedes hacer algo con ella?
Holiday se encogió de hombros.
―Creo que ambos tienen buenos puntos.
Ahora Burnett miró enojado hacia Holiday.
―Ella no está siendo razonable.
―Creo que ella te está acusando de lo mismo ―dijo Holiday.
Síp, al lugar cálido y acogedor, de casi un abrazo emocional al que Della y
Burnett habían llegado la otra noche no era nada más que un recuerdo. Habían
regresado empalando cabezas.
Della continuó, porque Burnett no era el único con una cabeza dura.
―Si puedes decirme sin que tu corazón salte, que si fuera Lucas o Chase
pidiendo irse por un fin de semana les dirías que no, me callaré.
No podía decirle eso. Ni siquiera intentó mentir. Así que ella no calló. Y
después de varios minutos de despotricar y unos cuantos toques de la mano de
Holiday, el obstinado vampiro estuvo de acuerdo en dejarla ir con Kylie.
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Estaba caminando de regreso a su cabaña cuando se dio cuenta que él nunca
estuvo de acuerdo en dejarla trabajar en el caso. La tentación de volver picó, pero
sus entrañas le decían que debía pelear esa batalla otro día.
Lo que importaba era lo que vendría el sábado, Della haría un viaje a la
funeraria que había ayudado en las falsas muertes de su tío y Chan. Y mientras
estaba fuera de casa, esperaba obtener posiblemente una pista de Crimson Blood.
Si el director de la funeraria trabajaba con vampiros para planear muertes falsas,
tal vez supiera algo de las bandas locales. Infiernos, quizá el anciano se había
mantenido en contacto con Chan.
Pero si se enteraba dónde estaba localizada Crimson Blood, no sabía si
podría encontrar una manera de llegar allí. Recordó la regla de "nada de riesgos"
de Holiday.
Della exhaló. Esperaría y vería qué conseguía de la funeraria, y entonces
decidiría si era demasiado arriesgado.
Pero sintiéndose bastante productiva después de ganar la discusión con
Burnett, decidió no detenerse por el momento. En cambio, se fue a buscar a Derek
y ver si había encontrado algo más de su tía y su tío. Le había dado el nombre de
la escuela, más temprano, y él le había dicho que estaba de nuevo en línea.
Respuestas, pensó Della. Se sentiría realmente bien saber algo por lo menos.
Algo que, finalmente, le dijera que su tío y tía estaban realmente vivos.

Nada de nada. Nada. Eso fue lo que obtuvo de Derek. Bueno, casi nada.
Había encontrado un antiguo compañero de clases de la secundaria Klein que
estaba considerando vender su anuario. Della había aceptado de buen grado
entregar sus cincuenta dólares de su mesada para pagar por la maldita cosa.
Derek se puso en línea en ese mismo momento para decirle al chico que tenía el
dinero, pero luego el chico comenzó a vacilar. Tal vez quería venderlo, o tal vez
no.
Francamente, Della no estaba segura de porqué el maldito libro era tan
importante. Ya tenía una foto de su tío, pero Derek explicó que un anuario podría
darles nombres de quienes habían tratado con él, sus intereses fuera de la escuela,
y que podría ofrecerles más pistas. Della no quería más pistas, quería respuestas.
Chan tendría respuestas. Ahora, de vuelta en su cabaña, y en la cama, miró
su teléfono apoyado en su mesa de noche y quiso que sonara.
Cuando sonó, casi saltó fuera de su piel.
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Con el corazón golpeando, agarró el teléfono, pensando que podría ser
Chan, y miró el número.
No era Chan.
Sino Steve. Había hablado con él anoche y apenas fue capaz de colgar el
teléfono sin bombardearlo con preguntas sobre la gran sonrisa grandes-pechos
de Jessie. Lo último que quería hacer era molestar como una novia celosa.
Miró el teléfono sonar. Y cedió.
―Hola ―dijo.
―Hola, pensé que no ibas a responder.
―Lo lamento, estaba ocupada en… algo. ―La decisión de tomar o no tu
llamada.
―¿Está todo bien? ―le preguntó.
―Sí, bien. ¿Cómo van las cosas? ―¿Estás divirtiéndote con Jessie?
―Estaba extrañándote ―dijo él―. Me despierto por la noche y eres todo en
lo que puedo pensar.
Pero no durante el día cuando tienes a Jessie alrededor, ¿eh? Se mordió los labios
para no decir sus pensamientos en voz alta.
―Lo siento ―dijo en su lugar.
―¿Por qué? Me gusta pensar en ti.
Cerró los ojos.
―No es sano. No dormir. ―No había dormido demasiado bien por sí
misma.
Él hizo una pausa.
―¿No piensas en mí a veces? ¿Acerca de cómo se siente cuando nos
besamos? Cómo se sintió cuando casi…
―A veces ―admitió abruptamente, porque no quería recordar las cosas.
―¿Qué es exactamente lo que piensas?
―Basta ―dijo.
―¿Basta qué? ―preguntó.
―Basta de sonar como si quisieras tener sexo telefónico.
Él se echó a reír.
―Nunca dije nada de sexo telefónico.
Ella sonrió. A Della gustaba su risa, le gusta saber que lo hacía reír. ¿Jessie lo
haría reír?
―Bueno, ya sonaba como que sí. Usando esa profunda voz sexy del sur.
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―¿Crees que mi voz es sexy?
―Deja de hablar de sexo ―lo cortó.
―Tú fuiste la que lo empezó.
―Bueno, ¡lo estoy terminando, entonces!
―Sólo una pregunta más ―suplicó―, y entonces me callo.
―Está bien ―dijo, sabiendo que Steve no era fácil de persuadir. A veces, el
chico era más como un vampiro que un cambiaformas. No es que realmente
tuviera algún vampiro en él. Solo era terco a veces. Tan loco como sonaba,
admiraba ese rasgo en él.
―¿Ha tenido sexo telefónico?
―No, sólo lo vi en una película.
―¿Qué tipo de película? ―preguntó, sonando intrigado.
―No del tipo que piensas. Era una comedia romántica. Una película para
chicas.
―Hmm ―dijo―. ¿Cómo lo hicieron?
―Nop. Dijiste una pregunta ―le recordó.
―Está bien. ―Hizo una pausa―. Oh, me acordé de algo que dijiste que
nunca explicaste. Dijiste que tenías algo que querías hablar con Derek. ¿Qué pasa
con eso?
No le había dicho a Steve acerca de sus descubrimientos durante el fin de
semana, y parte de ella no sabía si debería, pero de repente quería decirle.
―Yo… creo que tengo un tío que es un vampiro. Y puede que incluso una
tía.
―¿Qué? ¿Cómo… qué te hace pensar eso?
Le contó lo que su hermana le había dicho y después tomando la fotografía.
Y sobre Derek encontrado el obituario. Y leyendo sobre una tía que no sabía que
tenía.
―Maldita sea ―dijo Steve―. ¿Y ahora qué? ¿Vas a pedirle ayuda a Burnett?
―No, no quiero meterlos en problemas si no están registrados.
―Pero si no están registrados, entonces podrían ser renegados.
―O podrían simplemente ser parte del grupo de vampiros que no confían
en el FRU. Sólo porque alguien no se ha registrado, no significa que sean malos.
Mi primo Chan no es malo. No es más que un inconformista.
―Lo sé, es sólo que… me preocupa.
A mí también. Acerca de ti y Jessie.
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―No debes preocuparte. Puedo cuidar de mí misma. ―Los residuos de la
ira que quedaba de Burnett reaparecieron―. ¿Es porque soy una chica y piensas
que no puedo cuidar de mí misma?
―No. Es… porque cuando a un hombre le gusta una chica tanto como a mí,
quiere protegerla.
―¡Entonces deja de pensar que te gusto tanto! ―dijo, y se frotó la sien
dolorida.
―Es un poco tarde para eso. ―El silencio llenó la línea―. ¿Necesitas que
haga algo? ―preguntó.
―No, creo que lo tengo bajo control. ―Ya había aceptado la ayuda de
Miranda y de Kylie. Esas ya eran dos personas que podrían meterse en problemas
si las cosas no iban bien. No quería añadir una tercera persona a la ecuación.
―¿Estás segura? ―preguntó.
―Claro ―dijo, con la esperanza de que para el sábado al menos tendría
algunas respuestas.
Llamaron a la puerta en el lado de la línea de Steve.
―Espera un segundo ―dijo Steve―. Jessie está en la puerta. ―¿Jessie estaba
en la puerta de su dormitorio? ¿Para qué?
Della podía adivinar qué quería. Apretando sus manos, escuchó.
―Voy a ponerla en la habitación dos ―dijo la voz femenina. Della casi
podía oír la adoración en la suave voz coqueta de la chica.
―Ahí estaré ―respondió Steve.
―Es posible que desees ponerte una camiseta primero ―dijo Jessie con un
toque de diversión en su voz―. Le podrías provocar un ataque al corazón
luciendo así.
Della gruñó, recordando claramente lo bien que se veía Steve sin camiseta.
En ese momento su disgusto por la hija del doctor subió unos pocos grados. De
acuerdo, a más de unos.
―Por otra parte, probablemente moriría feliz ―agregó Jessie.
Steve se rió.
―No te preocupes, voy a vestirme.
Así que Jessie lo hacía reír. Y sabía cómo coquetear. Jessie estaba
coqueteando con su novi… con Steve, que ni siquiera se daba cuenta. O ¿sí?
―Oye, Della, tengo que correr. Tenemos un paciente. Pero no puedo
esperar para verte mañana. Tenemos que hablar.
―¿Hablar de qué? ―preguntó.
―Acerca de nosotros ―dijo.
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―¿Qué hay con nosotros? ―preguntó.
―Lo siento, pero tengo que irme ―dijo―. Te veré mañana, ¿de acuerdo?
Tal vez me puedas contar sobre la película de sexo telefónico. ―Della gruñó de
nuevo.
Steve se rió.
Ella frunció el ceño. Y no fue hasta que colgó que se dio cuenta que no le
había dicho que se iba este fin de semana. Las apuestas estaban en que él no iba
estar feliz. Pero podría unirse a ella en el vagón infeliz. La idea de que él fuera a
jugar al doctor con Jessie no la llenaba exactamente con alegría.

¿Era mejor pedir permiso o pedir perdón? La pregunta colgaba en los


pensamientos de Della, chocando contra su conciencia.
Se sentó con su ordenador el jueves por la mañana, vestida de negro,
perdiendo su primera clase y de cara a la pantalla. El cabello castaño de Lorraine
Baker, colgaba en rizos sueltos alrededor de sus hombros. Su sonrisa era…
magnética. Sus ojos verdes brillaban con… vida. Esa luz ya no estaba allí.
Estaba muerta.
Della no había podido dormir la noche anterior después de la llamada de
Steve, así que se había levantado y comenzó a navegar por Internet hasta dar con
algo lo bastante aburrido como para ponerla a dormir. En cambio, había
encontrado una historia acerca de Lorraine en el periódico local en línea. A los
diecinueve años de edad, una estudiante universitaria con un
futuro prometedor, había muerto trágicamente en un accidente
automovilístico con su prometido.
Mentiras, pensó Della. Lorena y su novio habían muerto horriblemente a
manos de un vampiro.
Y hoy era su funeral. Della no tenía ni idea de porqué se sentía obligada a
ir. Pero la compulsión estaba allí y era fuerte.
En el fondo de su mente ya podía oír a Burnett enumerando las razones de
porqué no debería ir. Razones que no significan nada para Della.
¿Permiso o perdón?
Miró a su teléfono para comprobar la hora. Tenía que tomar una decisión.
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Traducido por âmenoire y AnnaTheBrave
Corregido por Nanis

―¿E
stá Burnett aquí? ―Della asomó su cabeza en la oficina
de Holiday.
―No, se tuvo que ir.
―¿Al FRU? ―Della dio otro paso más allá de la puerta cuando Holiday
asintió―. ¿Es sobre el reciente caso de asesinato? ―preguntó Della, lista para
enojarse porque no la hubiera llevado con él.
―No, es un caso en Dallas. ―Holiday se levantó de la silla. Su vientre se
hacía más grande cada día. Della no pudo evitar preguntarse cómo se sentiría
tener una vida creciendo dentro de ti.
De repente, Della notó el vestido negro de Holiday. A diferencia de Della,
la fae nunca vestía de negro.
Los colores brillantes eran su marca personal.
―¿Hay algún problema? ―pregunto Holiday, notando la mirada fija de
Della.
―No, solo… estás vestida de negro.
Holiday asintió.
―Iré a un funeral.
Yo también.
―¿De quién? ―preguntó Della.
El ceño de Holiday se frunció como si se preocupara.
―¿No se supone que estés en clase?
Y solo así, Della lo supo instintivamente.
―Irás al funeral de Lorraine Baker, ¿cierto?
Holiday se inclinó contra su escritorio y asintió.
―Ella se detuvo para una visita, pero no se está comunicando todavía.
Pensé que si iba al funeral, podría ser capaz de ayudarle.
―¿Ayudarle con qué? ―preguntó Della―. ¿Qué quiere de ti?
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―No lo sé. Generalmente quieren algo. Pero en algunos casos,
especialmente en muertes inesperados, el espíritu solo necesita ser consolado y
que le digan que está bien cruzar.
―O tal vez sabe algo sobre el asesino. Tal vez quiere que ayudes a atrapar
al asqueroso.
―También es una posibilidad ―dijo Holiday.
Della dudó por un segundo.
―Quiero ir ―le dijo.
Holiday jaló su cabello alrededor de su hombro y lo torció.
―No sé si ese sea protocolo para un agente que…
―Me importa una mierda el protocolo. Mira, la verdad, iba a ir ―dijo
Della―. Iba a escabullirme y luego decidí intentar razonar con Burnett para que
me dejara ir. Eso es sobre lo que quería hablar con él. Me topé con su artículo
anoche y yo… quería ir.
―Sé que te molestó ver la escena de crimen, pero…
―Necesito hacer esto, Holiday. No sé por qué, pero solo necesito decir que
lo siento. Por favor no intentes detenerme.
Empatía llenó los ojos verdes de Holiday.
―¿Lo siente? ¿Cómo es esto tu culpa, Della?
―No lo es, pero… fue un vampiro y… quiero hacer lo correcto. ―Incluso
mientras lo decía, sabía que no podía hacer lo correcto. No podía regresar a
Lorraine. Pero algo dentro de ella decía que asistir a ese funeral era lo mejor que
podía hacer.

La pena era tan espesa en el aire, que Della difícilmente podía respirar. A
pesar del hecho que Della no conocía a la víctima, la pesada sensación de pérdida
se alojó en su pecho.
Hombres en trajes oscuros seguían moviendo ramos y coronas alrededor
del féretro. El aroma a flores demasiado dulces congestionaba el aire. Mientras
todavía estaban coloridas tras ser cortadas, el aroma de muerte aproximándose
hacía que Della se cuestionara la costumbre de los arreglos florales.
Ella y Holiday había llegado diez minutos más temprano y se sentaron en
la última banca al final de la iglesia, tomando los últimos asientos. La multitud
seguía haciéndose más grande. La gente se movía más cerca hasta que
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Página
prácticamente todos estaban sentados hombro con hombro. Della peleó contra la
necesidad de gritar por más espacio. Pero sabía que la sensación de sofoco era
más interna que física.
Demasiadas emociones, emociones de todas sus situaciones. Aunque junto
ahora, la que más ocupaba su mente era la que estaba en el féretro. La culpa que
de alguna manera sentía por la muerte de la pareja… culpa solo por ser vampiro.
El eco de la multitud parecía hacer vibrar los techos. Obviamente, Lorraine
tenía un montón de amigos y seres queridos.
Della se sentó escuchando las tristes aflicciones. Algunas personas lloraban.
Otras solo suspiraban, simpatía enlazando ese sonido bajo. Otros hablaban sobre
ella, cosas pequeñas. Amaba el helado de chocomenta. Odiaba el álgebra.
Resoplaba cuando se reía realmente fuerte. Decían cosas como si de alguna
manera diciéndolas mantuvieran viva a Lorraine.
―¿Está aquí? ―Se inclinó Della en el hombro de Holiday y preguntó.
Debería haberse sentido asustada ante la idea de un fantasma rondando pero
extrañamente no lo estaba. Si Holiday podía obtener cualquier pista sobre la
muerte de la chica, Della podría encontrar al bastardo que hizo esto. Realmente
quería encontrarlo.
―No la he visto o sentido ―susurró Holiday de regreso―. Pero hay otro
espíritu aquí. Creo que podría ser el mismo que ha estado alrededor de Kylie.
Sigue pasando rápidamente. Definitivamente un vampiro.
Della cerró sus ojos por un segundo, sin querer creer que el espíritu fuera
su tío o tía, pero tenía sentido.
―Y realmente esperaba que Lorraine estuviera aquí ―susurró Holiday.
―Si aparece, asegúrate de preguntarle sobre su asesino. ―Della dejó que
su mirada se moviera a través de la habitación y aterrizó en el féretro en el medio
de las bancas del frente, rodeado por gente.
―Se ve bien ―dijo una mujer en el frente a otra que la acompañaba―. Ni
siquiera podrías decir que estuvo en un accidente tan malo.
¿Bien? ¡Está muerta!, quería gritar Della.
Luego una visión de Lorraine, sangrada y destrozada, destelló en la mente
de Della. La visión seguía mostrando los dedos de la chica empapados en más
sangre. Della parpadeó y se encogió internamente.
―¿Estás bien? ―preguntó Holiday, sin duda leyendo las emociones
extraviadas de Della.
―Bien ―mintió.
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Holiday descansó su mano sobre la de Della. Alguna de la pesadez
abrumando sus pulmones se aligero. Las piezas de dialogo hacían eco alrededor
de la iglesia.
Tan triste. Apenas empezaba su vida. ¿Sabías que tenía un perrito?
Della cerró sus ojos. ¿Por qué se sentía obligada a estar aquí? ¿Cómo
ofreciendo sus respetos ayudaría a la pobre chica muerta o a su prometido?
¿Ayudaría a Della a encontrar al asesino?
No lo haría, se dio cuenta Della. De alguna loca manera estaba aquí por
culpa. Culpa porque uno de su tipo había hecho esto.
“Los funerales no son para los muertos, son para los vivos”. Della recordó
las palabras de su padre cuando le rogó que no la hiciera asistir al funeral de
Chan. No había querido ver a su tía llorar o verla dejar caer bajo tierra a su primo.
De cierta manera, había sentido que si no hubiera sido obligada a ir al funeral
podría haber pretendo que todavía estaba vivo. Poco sabía ella que después de
todo había estado vivo.
Un sollozo escapó de alguien parado junto al féretro.
―¿Irás mañana al funeral de Jake? ―preguntó un joven a otra chica
sentados a dos filas de distancia. Su dialogo se reproducía como música distante.
Música sobre la pérdida de una vida. Della se obligó a escuchar.
―Probablemente. Solo me sigo preguntando si esto no hubiera pasado si
Phillip no hubiera huido como lo hizo.
―Ella amaba a Jake.
―Creo que amaba más a Phillip.
―Phillip rompió su corazón dejándola de esa forma.
Así que Lorraine tenía problemas de chicos como todos los demás, pensó Della.
―Al menos ella y Jake se fueron juntos.
¿Cómo lo hacía mejor?, se preguntaba Della, sin querer pensar en cuán
terroríficos habían sido esos últimos momentos en la vida de Lorraine. Enfrentar
a un monstruo. Temer por su vida y temer por alguien a quien amaba.
La música empezó reproducirse. El pastor se movió hacia el podio y habló
sobre el amor por la vida de Lorraine y ayudar a otros. Después que su servicio
de diez minutos terminara, la multitud se puso de pie y todos pasaron por el
féretro. Della casi rompió la cadena humana para escapar de tener que ver el
cuerpo. Luego, dándose cuenta que podría ser insultante, lentamente, con
Holiday detrás de ella, hizo la caminata hacia el féretro.
Se dijo que no miraría, que no era necesario. Pero una vez que llegó al frente,
su mirada cayó sobre la chica demasiado quieta, vistiendo un vestido rosa. Su
cabello oscuro era la única cosa sobre ella que no lucía muerto. Sus manos, ya no
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Página
sangrantes como aparecían en los destellos en la mente de Della, estaban
entrelazadas juntas. Sus ojos cerrados. Su garganta ya no estaba deforme.
Della se detuvo en el féretro de madera pulida solo lo suficiente para dejar
una promesa.
Lo atraparé. Atraparé al monstruo que te hizo esto.
Justo antes que Della se alejara, una pequeña pluma flotó desde arriba y
aterrizó suavemente en la mejilla de la chica, casi luciendo como una lágrima.
Della peleó contra la necesidad de quitarla, insegura de tocar el cuerpo, siguió a
la multitud fuera de la iglesia.

―¿Entonces nunca la viste? ―le preguntó Della a Holiday mientras la fae


conducía de vuelta a Shadow Falls.
―No ―dijo Holiday―, pero tal vez regresará más tarde. Algunas veces…
―El teléfono de Holiday sonó y lo sacó de su bolso y revisó el número.
Frunciendo el ceño, tomó la llamada―. ¿Está todo bien?
Della trató de escuchar la llamada pero no pudo captar la voz en la línea.
Su audición estaba fuera de nuevo, pero estudió la expresión de la líder del
campamente. Y sabía que lo que fuera que estuvieran diciendo del otro lado no
era bueno.
―Estamos como a dos minutos ―dijo Holiday―. Acomódalo en la sala de
conferencias. Dile que su hija está en su cabaña y que la llevaras de inmediato.
―Cuando Holiday colgó, miró a Della, sus ojos llenos con preocupación.
―¿Qué? ―preguntó Della, preocupada que uno de los amigos de sus
padres estuviera causando problemas. Tanto Kylie como Miranda tenían
situaciones en su casa. Oh, demonios, incluso podría ser Jenny.
La expresión de Holiday se tensó con empatía.
―Es tu papá, Della, Hayden dice que está realmente enojado. Dice que
tomaste algo de él en la casa y lo quiere de regreso inmediatamente. ―El corazón
de Della se hundió hasta el fondo de su estómago y el órgano procedió a
anudarse.
Holiday la miró con preguntas.
―¿Tienes alguna idea de qué habla?
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Página
Della fue directo a la cabaña para obtener la fotografía. Con cuidado de no
doblarla, la metió en un prístino sobre blanco y se dirigió hacia la oficina. Lo
único que le había dicho a Holiday es que había tomado una vieja fotografía de
su familia. Mientras la fae esperaba que Della explicara sus razones, no le ofreció
ninguna. Solo se quedó mirando por la ventana. Condujeron los siguientes
kilómetros en total silencio mientras el caótico ruido de dolor en el corazón de
Della sonaba demasiado fuerte.
Ahora, mientras caminaba hacia la oficina, la fotografía en sus manos, todo
su cuerpo temblaba de nervios ante la idea de enfrentar a su padre. O más bien,
enfrentar la decepción que sabía tendría en sus ojos. El recuerdo de la mirada en
sus ojos cuando la había atrapado en su gabinete dolía como una quemadura. Su
acusación de que estaba robando su brandy vibraba en sus oídos.
Subió los escalones hasta la oficina, pero se detuvo en la puerta. ¿Qué
demonios iba a decirle? No podía decirle la verdad sobre Marla escuchando su
conversación sobre su gemelo. Su padre apreciaba la privacidad; estaría furioso.
Y Della no empujaría a su hermana bajo el autobús. Prefería tomar la culpa y ser
ella la arrollada por el autobús. Además, en lo que a sus padres concernía, ella ya
estaba bajo ese autobús, y le había pasado por encima varias veces.
Las preguntas rebotaban alrededor de su cabeza mientras daba esos últimos
pasos dentro. ¿Cómo había descubierto su padre la fotografía faltante? ¿Revisaba
regularmente el álbum? De repente, Della recordó la conversación telefónica con
su madre donde había negado beber el brandy de su padre y le había dicho que
había estado buscando la fotografía de Chan. Había sido una mentira, pero más
cerca de la verdad.
Su mamá debió haber dicho a su papá esto y eso lo tuvo revisando el álbum.
Casi podía imaginarlo pasando las páginas con enojo, sospechando que ella había
tomado algo. Y quién lo diría, le había demostrado que estaba en lo correcto. Al
menos esta vez, realmente era culpable del crimen del cual la acusaba.
Entró en la sala de reuniones, su estómago un manojo de nervios. Su padre
sentado en la parte trasera de la mesa, viendo la puerta. Frunció el ceño cuando
ella apareció en la puerta. No que Della esperara algo diferente, pero todavía
picaba, y del tipo profundo de picor que dolía todo su camino hasta el hueso.
Había habido un tiempo cuando sus ojos se habían encendido con amor.
Ahora todo lo que obtenía eran ceños fruncidos, desaprobaciones y decepciones.
¿Dónde estaba el amor que le había tenido? ¿Había muerto tan
rápidamente? No es mi culpa, papi. Atrapé un virus, yo no lo quería.
Inhaló y sintió su respiración chisporrotear.
Las cejas de su padre se levantaron en lo que parecía ser enojo, con una
pizca de decepción. Ella prefería el enojo. Él apuntó un dedo hacia ella.
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―¿Puedo asumir que esa es mi fotografía?
Ella se movió y puso el envoltorio en la mesa. El enorme nudo en su
garganta hacía que hablar fuera difícil.
―Me… me topé con eso y parecía que… tenías un hermano gemelo. Tenía
curiosidad.
―No tienes derecho a revisar mis cosas personales.
¿Por qué me odias, papi? Tomó aire profundamente para retener las lágrimas
de sus ojos y asintió.
―Lo siento ―dijo, sabiendo que argumentar no ayudaría.
―Le dijiste a tu mamá que no estabas bebiendo ―dijo él―. ¿Por qué no me
dijiste eso?
―Estabas muy enfadado. No creí que fueras a creerme.
―¿Qué estabas buscando? ―preguntó aún con tono hostil.
Sospechaba que su madre ya le había contado lo que había dicho, así que
repitió la mentira.
―He estado pensando en Chan y pensé que quizás tendrías una foto de él.
Él se paró.
―Chan está muerto. Déjalo descansar en paz.
Pero él no estaba muerto, pensó Della. Y quizás su tío tampoco lo estaba. Vio
a su padre alejarse. No la había abrazado desde antes que se convirtiera.
―¿Papi? ―dijo ella.
Él se giró y la miró de nuevo. Por un segundo, un latido de corazón, un
latido de corazón de tiempo, pudo jurar que vio arrepentimiento en sus ojos.
Arrepentimiento por todo lo que habían perdido.
―¿Qué? ―preguntó él.
Corrió hacia él, queriendo sentir sus protectores brazos a su alrededor.
Queriendo saber que no la odiaba.
Antes de que recorriera todo el camino, él levantó la mano para detenerla.
Su corazón se contrajo en un gran nudo de dolor.
Inhaló y tragó. Si no iba a conseguir un abrazo, conseguiría al menos
respuestas.
―¿Es tu hermano gemelo el de la foto?
Sus labios se tensaron. Ella pensó que simplemente iba a irse sin responder,
pero finalmente lo hizo.
―Vine a buscar lo que es mío, no a dar respuestas.
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―¿Por qué nunca hablaste de él? ―preguntó Della, no permitiéndose
rendirse tan fácilmente.
―¿Por qué traer a flote recuerdos tan dolorosos? Algunas cosas son mejor
olvidarlas. ―Como yo, pensó Della. Él estaba trabajando en olvidarla.
Se dio vuelta para irse.
―Aún te amo ―dijo ella, su voz era baja y llena de dolor.
Sus pasos vacilaron por uno, quizás dos, segundos. Luego continuó. No le
había dicho de vuelta que la amaba. ¿Por qué lo haría? Ella ya no le importaba.
Era solo otro recuerdo doloroso.

―¿Estás lista para irte? ―preguntó Kylie mientras ella y Miranda corrían
hacia Della el viernes luego de ser destituidas de sus clases. Kylie sonreía. Desde
que ella y Lucas se habían reunido, la camaleón sonreía mucho―. Mamá dijo que
estaría por aquí alrededor de las cuatro.
―Está todo empacado, pero necesito hacer una cosa antes. ―Una cosa, sin
embargo Della se sentía tironeada desde diez direcciones diferentes. El funeral la
había dejado sintiéndose determinada en convencer a Burnett que era valiosa
para trabajar en el FRU. La visita de su padre la había dejado determinada a
encontrar a sus tíos. Y de alguna manera debía encontrar a Chan y convencerlo
de salir de la pandilla. Y entonces estaba Steve.
―¿Qué? ―preguntó Miranda―. ¿Qué tienes que hacer? ―La bruja se
negaba a dejar que algo fuera un misterio. Anoche, cuando Burnett había ido a
casa y la había convocado, la bruja se había puesto loca hasta que Della le explicó
todo. Les dijo que Burnett no se había alegrado de que ella fuera al funeral de
Lorraine.
Della aún podía oír las palabras del vampiro en sus oídos. “Un agente debía
mantener distancia emocional”. Sí, comenzaría a intentar recordarlo cuando su
corazón dejara de romperse.
También le había preguntado sobre la visita de su padre. Della le había
contado lo mismo que le había dicho a Holiday cuando su padre se había ido.
Había tomado una vieja fotografía de él y sus hermanos y había descubierto que
faltaba. A diferencia de Miranda, Holiday y Burnett no se entrometieron. Oh,
Della sospechó que los líderes del campamento sabían que había más de la
historia, pero obviamente respetaron su derecho a la privacidad. Algo que
Miranda necesitaba aprender a hacer.
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Página
No era como si Della mantuviera muchas cosas en secreto a sus dos mejores
amigas. Incluso les había dicho sobre la visita de su padre.
―¿Qué puede ser más importante que nuestro viaje? ―preguntó Miranda.
Joder, ¿esta chica nunca se daba por vencida?
Della dejó escapar un gruñido. Le parecía que no era el maldito problema
de la bruja. Pero el instante antes de que las palabras dejaran sus labios, se dio
cuenta que no estaba realmente molesta con Miranda, o con su pregunta. Estaba
molesta con la situación. Y mientras Della tenía muchas situaciones ocurriendo a
la vez, lo que llenaba su plato en este instante era su situación con Steve.
Él se había presentado hoy a clases como dijo que lo haría. Y porque sabía
que ella no quería a nadie asumiendo que estaban juntos, no había sido
demasiado amigable. Pero cada vez que ella lo miraba, él la estaba mirando a
través de sus largas, gruesas, y oscuras pestañas con una sexy sonrisa en el rostro.
Apostaría su mejor sujetador que pensaba en ellos besándose. Sobre lo que sería
hacer algo más que solo salir por ahí.
Y verlo a él y a su sonrisa detiene corazones hacía que ella pensara en eso
también. Era como si su cerebro necesitara un escape de sus otros problemas, por
lo que la llevaba allí. La llevaba de nuevo a los labios de Steve contra los suyos,
sintiendo su toque.
Pero demonios, no quería ir allí. Especialmente en medio de matemáticas,
con muchos estudiantes capaces de oler sus feromonas.
Tampoco quería pensar en tener que decirle que se iba poco después de que
las clases terminaran. Pero tenía que decírselo. No podía solo dejarlo. Eso sería
grosero. Della no sobresalía en ser amable, pero trabajaba en no ser grosera.
Bueno, la mayor parte el tiempo.
Miranda aclaró su garganta y la trajo de vuelta al problema en manos; el
problema de la brujita entrometida.
―No tardaré mucho ―resopló Della.
―¿Qué es eso que tienes que hacer? ―preguntó Miranda, con su tono lleno
de impaciencia.
Della casi rompe su regla anti rudeza.
―Tengo que hablar con Steve ―bramó.
―Ahora ves, ¿era tan difícil decirnos eso? ―Los ojos de Miranda se
abrieron más―. Oh, espera, ¿vas a confrontarlo sobre la hija del doctor?
Kylie le dio a Miranda un codazo en las costillas.
Della frunció el ceño.
―¿Qué sabes sobre eso?
La expresión de Miranda era forzadamente inocente.
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Página
―No sé nada. ―Miró a Kylie y luego se fue detrás de ella como si Della
pudiese atacarla.
También lo estaba considerando.
―¡Suéltalo! ―Della se frotó la cabeza cuando el dolor punzante en su sien
derecha subió un grado.
Kylie exhaló.
―Ella… no sabemos nada. ―Empujó a Miranda de detrás de ella―. Mira,
ambas notamos que la chica no parece capaz de alejar los ojos de Steve. Parece
tener algo por él.
No habían dicho nada que Della no hubiese deducido ya, pero dolía saber
que no era la única que lo había notado.
―Yo… tengo que irme. Estaré aquí antes de las cuatro. ―Se fue, sin estar
segura hacia dónde iba, solo que debía encontrar a Steve. Diablos, no sabía qué
iba a decirle, solo que estaba por irse. Pero el dolor y los celos irradiaban a través
de una irritación profunda. Le recordaba cómo se había sentido cuando su padre
se había alejado ayer.

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Página
Traducido por Mae, âmenoire y LizC
Corregido por Nanis

D
ella terminó en la cabaña de Steve. En lugar de llamar a la puerta,
se asomó a su ventana. Con el corazón herido, lo estudió. Viéndose
cómodo, acostado en su cama. Su camiseta naranja estaba en la
esquina de su mesita de noche. Toda esa piel de oro que cubría su pecho y espalda
se veía tan tangible. Los músculos de sus hombros y brazos la hacían recordar lo
que se sentía apoyarse en él. Sus vaqueros desteñidos le sentaban muy bien, no
ajustados, se verían toscos, pero lo suficientemente cómodos para mostrar el
cuerpo firme.
Rayos, quería abrir esa ventana y meterse en la cama con él. Sentir todo de
él, contra todo de ella. Quería olvidar sus problemas y dejar que le hiciera sentir…
viva y cuidada.
No era solo lo mucho que le gustaba cómo se veía Steve. Le gustaba la forma
en que la hacía sentir sobre sí misma. La hacía sentirse normal. Y sexy. La sonrisa
levantó sus labios de nuevo mientras se dejaba disfrutar de la vista un poco más.
Al instante, recordó su conversación cuando Jessie llamó a su puerta y
mencionó que estaba sin camiseta. El hecho de que no fuera la única que
disfrutara del semidesnudo Steve hizo que su pecho se apretara con celos. Y ese
sentimiento confirmó su miedo.
Estaba demasiado cerca de caer en medio del amor con el dulce,
cambiaformas sexy acostado en esa cama. ¿Realmente quería ir allí de nuevo?
¿No la había decepcionado el amor una vez?
Steve levantó la mirada, una sexy sonrisa de dormitorio se extendió en su
expresión. Luego rebotó en el colchón y abrió la ventana.
―Tenía la esperanza de que vinieras. ―Él le ofreció una mano.
Debatió decirle que saliera, sin querer despertar los rumores al ser
descubierta en su dormitorio. Por otra parte, él ya había sido capturado dejando
su dormitorio. Claro, Derek no era del tipo que empezaba rumores, pero de
acuerdo a Jenny, todo el mundo ya sabía que Della y Steve tenían “algo”.
Define “algo”, su corazón gritaba mientras colocaba su mano en la suya. Su
cálida palma rozó la de ella. Ese toque fue suficiente para hacer que todo su
cuerpo vibrara con electricidad. El toque de Steve era como un cable de alta
tensión, y sin embargo, a pesar de su intensidad, todavía quería más.
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Se quedó sin aliento. ¿Iba a dejar que esto continuara? O cortaría esto de
raíz antes… ¿antes de que fuera demasiado tarde?
Puede que ya sea demasiado tarde, le susurró una voz dentro de su cabeza.
Dejó que la ayudara a levantarse a pesar de que no necesitaba su ayuda.
Sus pies no estaban apoyados en el suelo cuando la atrajo hacia sí y la besó.
Puso las manos sobre su pecho para protestar, pero nada dentro de ella
quería hacerlo. Así que no lo hizo.
Dejó que sucediera, como había dejado que todos sus besos sucedieran.
¿Había detenido exitosamente, incluso uno de sus besos? No lo creía. Cuando se
trataba de él, era débil. ¿Estaba mal no odiar eso?
Él sabía un poco a menta. Sabía a Steve.
Y le encantaba ese sabor.
Su lengua se deslizó lentamente sobre la de ella. Sus cálidas manos
encontraron su cintura y la atrajo hacia él.
De todos los lugares del mundo, aquí mismo, en sus brazos, era su favorito.
Se dejó apoyarse en él, sólo un poco, y sólo por un momento.
Desde que fue convertida, juró que no necesitaría a nadie. Ni a sus padres,
ni a Lee, ni siquiera a sus amigos de su antigua vida. Pero cuando Steve la
abrazaba, no estaba tan segura de que eso fuera verdad hoy.
―Te extrañé ―dijo, retrocediendo un poco.
Yo también te extrañe. Las palabras estaban en la punta de su lengua, pero no
las dijo. Mirando hacia arriba, vio que sus pupilas eran grandes. Su cálido aliento
rozaba su mejilla.
Tragó saliva y trató de encontrar la manera de decirle que se iba. Trató de
averiguar si tenía derecho a preguntarle acerca de Jessie.
Se movió para besarla de nuevo y puso sus dedos en los labios.
―Steve, yo… necesito… tenemos que hablar.
―Lo sé. ―Él sonrió―. Mi mamá y papá vienen mañana y quería que
vinieras con nosotros a cenar. Quieren conocerte.
¿Conocer a sus padres? ¿Querían conocerla? Los malos sentimientos
empezaron a encenderse como fuegos artificiales en su cabeza. Sentimientos que
la llevaron de nuevo a su relación con Lee y la forma en que a sus padres no les
había gustado.
―¿Por qué?
―¿Por qué, qué?
―¿Por qué tus padres quieren conocerme?
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Página
―Porque te he mencionado y tienen curiosidad. Porque creo que saben que
eres importante para mí.
¿Importante para él? Ella negó con la cabeza.
―Eso no es una buena idea.
―¿Por qué?
Porque si me encuentro con tus padres, será oficial. Seré oficialmente tu novia. Y es
posible que no les agrade.
―Porque no voy a estar aquí. ―No era una mentira completa. Le dio un
poco de consuelo saberlo.
Su frente se frunció.
―Este no es un fin de semana de padres.
―Lo sé, pero voy a la casa de Kylie. Miranda y yo. Eso es lo que vine a
decirte.
Frunció el ceño.
―Mis padres casi nunca vienen los fines de semana. ¿No puedes ir con
Kylie más tarde?
Negó con la cabeza.
―No, porque estoy… no sólo voy de visita, voy a revisar la funeraria donde
se celebró el funeral de mi tío. Me di cuenta que los servicios funerarios de mi
primo Chan se llevaron a cabo en el mismo lugar. Así que tal vez me pueden
decir algo de mi tío y mi tía.
Viéndose infeliz, él negó con la cabeza.
―¿Cómo encontraste esto?
―El obituario. ¿Recuerdas que te dije que Derek lo encontró?
―Sí, pero no me hablaste de la funeraria. O tus planes. ―Su ceño se apretó
y estrechó las esquinas de sus ojos―. Entrar en una funeraria que falsifica
muertes de personas podría ser peligroso. ¿Se lo aclaraste a Burnett?
―Él accedió a que fuera a casa de Kylie ―le respondió―. Y Kylie es un
protector. ―Steve no necesitaba saber que la aprobación sólo llegó con la
persuasión de Holiday. O que no sabían nada al respecto…
Steve se paseaba a través de la habitación y luego la confrontó de nuevo.
―Della, no me gusta esto.
―Estaré bien ―dijo, sabiendo que realmente le importaba a él, pero
dándose cuenta que tener gente que se preocupara por ella venía con un precio.
Como su exnovio. Como su papá.
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Encontró la mirada de Steve. Él de nuevo lucía molesto, los músculos de su
mandíbula tensándose.
―¿Por qué no me dijiste esto antes?
Había esperado que estuviera enojado, pero no tanto.
―Desde cuándo tengo que tener tu permiso para…
―No dije que tuvieras mi permiso, solo quise decir que…
―Sé exactamente lo que quieres decir ―dijo―. Mira yo… ―Trató de
detener el enjambre de emociones pasando a través de su cerebro. Pero después
de todo lo que estaba sucediendo, el funeral, la pequeña visita de su padre, saber
que Chan podría estar involucrado en una pandilla, estaba en el límite―.
Probablemente debería haberte dicho cuando hablamos, pero fuiste convocado
por… Jessie y…
―¿Qué? ¿Convocado por Jessie? ―preguntó él, obviamente entendiendo
su emoción contenida acerca de la chica de grandes pechos con la gran sonrisa.
―Fuimos interrumpidos en el teléfono por ella ―explicó Della, tratando de
no dejar que sus emociones se derramaran. ¡Cuando no tenías tu camiseta puesta,
por cierto, y ella también se aseguró de comentar sobre eso! Justo entonces, Della se
preguntó si Jessie había sabido que Steve había estado hablando con Della. ¿Jessie
había hecho el comentario a propósito? Maldición, Della ni siquiera lo había pensado
desde ese ángulo y ahora incluso lo había empeorado.
Steve estaba de pie ahí con una expresión divertida sobre su rostro como si
tratara de seguir con la conversación.
―Había un paciente ―dijo―. No es como si fuera algo personal.
―Tienes razón. No hiciste nada malo. ―Al menos Della esperaba que no―.
No importa. ―Miró por la ventana, realmente queriendo irse antes de decir algo
más. Algo como: Olvida que alguna vez conozca a tus padres. No va a pasar. De todas
formas apostaré que les gustará más la hija del doctor―. Mira, la razón por la que vine
aquí fue para decirte que me voy. La mamá de Kylie debería estar aquí en
cualquier momento. Debería irme.
―¡Maldita sea Della! ¿Por qué actúas de esta manera? ¿Estás enojada
porque estoy trabajando con el doctor Whitman? Es mi educación. Es importante.
―También lo es encontrar a mi familia ―le contestó.
Se giró para irse a través de la ventana.
Él la atrapó.
―Espera. ―Ella pudo escuchar en su voz que estaba tratando de retener su
frustración.
―¿Esperar para qué? ―le preguntó y sus ojos se estrecharon con enojo.
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―No puedo creer que no me dijeras esto antes ―espetó, su tono ahora más
tenso, más profundo.
―Bueno, si me hubieras dicho que tus padres venían, te hubiera dicho antes
que no podría hacerlo. ―No lo habría hecho incluso si no me estuviera yendo.
Él dejó ir su brazo y entrelazó sus dedos detrás de su cuello. Sus suaves ojos
cafés brillaron a un color ámbar.
―No voy a hablar sobre eso. Estoy hablando sobre todo lo de tu tío. Y la
cosa del funeral. Y alguien mencionó que fuiste al funeral de esa chica. Y ya
estabas hablando con Derek sobre tu tío, pidiéndole ayuda a él y no me habías
dicho. No me dices las cosas. ¿No confías en mí?
―No tuve la oportunidad de decirte porque estabas ocupado.
―¿Entonces estás enojada porque estoy trabajando con el doctor Whitman?
Es la hija del doctor con quien tengo problemas.
―Solo digo que no estabas ahí.
―No me des eso, Della. Estuve aquí todo el domingo y la mañana del lunes.
Te vi en la clínica y hemos hablado por teléfono la mayoría de las noches. ―Hizo
un gruñido bajo y levantó la mirada hacia el techo. Luego la miró de vuelta―.
Está sucediendo de nuevo, justo como siempre lo hace. Cuando me acerco un
poco más a ti, empiezas a alejarte. ¿Por qué demonios pasa eso?
Ella sintió su garganta apretarse. Abrió su boca, pero ninguna palabra se
formaba.
Su teléfono sonó. Lo sacó de su bolsillo, agradecida por una razón para
alejar la mirada de la expresión herida de Steve. El nombre de Kylie llenó la
pantalla de su teléfono y luego vio la hora. Eran cinco minutos después de las
cuatro. Iba tarde.
―Tengo que irme ―le dijo.
―¡Bien, vete! ―espetó él.
Sacó una pierna por la ventana y volvió la mirada.
―Lo siento ―dijo. Luego se fue antes que él viera el brillo de lágrimas en
sus ojos.
Pero, ¿por qué demonios se disculpaba? ¿Por alejarlo? ¿Por no querer
alejarlo? ¿Por irse con Kylie? ¿Por no querer conocer a sus padres? ¿Por estar
asustada del amor? ¡Maldición! Estaba tan jodida.
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―¿Estás bien? ―le preguntó Kylie a Della treinta minutos después durante
el trayecto.
―Sí ―mintió Della. Después, podría decirles a ella y a Miranda la verdad.
Aunque no estaba segura cuál era la verdad realmente, excepto que ella y Steve
habían tenido su primera pelea. Seguro, habían discutido antes, pero esto se
sentía diferente. Se sentía… se sentía como si pudiera ser el final.
―¿Todavía estás molestar por tu papá? ¿O es sobre tú y Steve? ―preguntó
Kylie.
―Estoy bien ―insistió, pensando que la manera de presionar de Miranda
se le estaba pegando a Kylie. ¿No podía simplemente dejarlo? ¿No podía ver que
dolía demasiado para hablar sobre ello?
El dolor asentado como un bulto de masa en su pecho era un recordatorio
no tan sutil de porqué no debería haber dejado que esta “cosita” entre Steve y
ella hubiera llegado tan lejos. Por qué no podía dejar que fuera más lejos.
Tal vez era lo mejor si terminaba. Su pecho se apretó y un gran “demonios
no” pareció venir desde su corazón. No quería que terminara. Pero tampoco
quería que llegara más lejos, ¿cierto? No quería conocer a sus padres, o dejarse
empezar a confiar completamente en él.
Apretó sus manos sobre su regazo. Confusión rebotaba alrededor de su
dolido corazón y doliente cabeza.
Tragando las lágrimas antes que subieran por su nariz y llenaran sus ojos,
miró al frente hacia Miranda, sentada en el asiento delantero, charlando con la
mamá de Kylie sobre ser una bruja. La mamá de Kylie acababa de descubrir sobre
los talentos sobrenaturales de Kylie, sobre los sobrenaturales en general, y estaba
claro que la mujer todavía estaba procesando los detalles de la vida de su hija.
―Realmente no volamos alrededor sobre escobas ―le dijo Miranda a la
señora Galen―, eso es un cuento tan viejo. Y la primera regla que aprendemos
es a no hacer daño. No que todas las brujas sigan esa regla. Pero si te atrapan…
bueno, solo digamos que no es bonito. Si lo arruinas realmente mal, los ángeles
de la muerte quemaran tu trasero.
La mamá de Kylie miró en el espejo retrovisor y sus ojos verdes se fijaron
en Della. Esta era como la sexta vez que Della había atrapado a la mujer mirando
boquiabierta hacia ella con… sospecha o desconfianza. ¿Qué estaba pasando con
eso?
Una posible razón de esas miradas cautelosas se estrelló contra el cerebro
de Della.
Se inclinó hacia Kylie y susurró:
―¿Tu madre sabe ahora que soy un vampiro?
La expresión de la camaleón respondió a la pregunta antes de que lo hiciera.
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―Vino directo a preguntarme. Tuve que decirle. Espero que eso esté bien.
―Genial ―dijo Della―. Está condenadamente aterrada de mí.
―No, no lo está ―susurró Kylie―. Sólo… está tratando de lidiar con eso.
Personalmente creo que está haciéndolo muy bien. Tenía miedo de que
rescindiera la invitación. ―Kylie se estremeció como si se diera cuenta que había
dicho lo que no debía―. Va a estar bien, te lo prometo. Recuerda, yo también
estaba preocupada por ti en un primer momento.
Porque soy un monstruo. Porque mi especie va por ahí alimentándose de las
personas.
―Dale a mamá una oportunidad, por favor ―le susurró Kylie.
Della soltó un emocional suspiro profundo.
―¿Estás segura que no me va a clavar una estaca en mi corazón mientras
duermo?
Kylie rió entre dientes.
―No, pero podría tomar un baño en ajo. ―Cuando Della no encontró ese
comentario humorístico, Kylie le preguntó―: ¿Steve y tú tuvieron una pelea?
Della decidió que negarlo no serviría de nada. Iba a terminar diciéndoles,
siempre lo hacía.
―Sí.
―¿Estaba enojado porque ibas a venir aquí?
―Estaba enojado por un montón de cosas. ―Della miró por la ventana a
los árboles que pasaban, su corazón cada vez más pesado.
―¿Qué tipo de cosas? ―preguntó Kylie.
Della alzó la vista y vio a la mamá de Kylie mirándola. De nuevo.
―Hablaremos más tarde, ¿de acuerdo?
―Está bien. ―Kylie apretó la mano de Della. La camaleón debió haberse
convertido en un hada, porque su toque era extra cálido y reconfortante.
Della sintió el dolor de su pecho aligerarse, pero apenas se había relajado
cuando otra punzada en su pecho le golpeó. Chan. ¿Estaba involucrado con una
pandilla? Si es así, ¿Chase estaba involucrado? Necesitaba descubrirlo todo. Y
rápidamente.
―Mierda ―murmuró Kylie en voz baja.
―Mierda, ¿qué? ―murmuró Della en respuesta.
Kylie se estiró hacia el cabello de Della y sacó algo. Le tomó un segundo
darse cuenta lo que era. Otra pluma.
¡Oh, bendito infierno! El fantasma estaba de vuelta.
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Della tragó un nudo de pánico en su garganta.
―Sigo pensando que está aquí por ti o Holiday ―le susurró a Kylie―.
Apareció cuando Holiday y yo estábamos en el funeral.
―Sí, pero tú estabas allí ―susurró Kylie―. Y solo lo he visto rondar en tu
habitación, y no creo que Holiday lo haya visto a menos que tú estés alrededor.
Así que sigo pensando que es tu tío, o tal vez tu tía.
Casi como si el fantasma la oyera, dos pequeñas plumas blancas más
cayeron en espiral más allá de la nariz de Della y aterrizaron en su regazo, su
regazo y no el de Kylie.
Della las arrojó al suelo. ¿No tenía suficiente con que lidiar ya?

160
Página
Traducido por martinafab
Corregido por Nanis

E
l maldito fantasma todavía no se había mostrado a sí mismo, pero
Kylie dijo que estaba en el coche con ellas la mayor parte del trayecto.
La Sra. Galen seguía subiendo la calefacción y quejándose de que el
tiempo se estaba poniendo frío demasiado pronto. Cerca de cinco kilómetros de
la casa de Kylie, el coche se calentó y quedó caliente cuando se detuvieron en el
camino de entrada.
―¿Esto significa que no sabrá dónde estamos? ―preguntó Della mientras
salían del coche de Kylie.
―Lo siento, cuando un fantasma está unido a ti parece ser que tienen GPS
interno. Ellos te quieren; te encuentran.
―Eso suena como acosar ―dijo Della.
―De alguna manera lo es ―dijo Kylie―. Lo siento.
―Me encanta su casa ―le dijo Miranda a la Sra. Galen cuando pisaron la
acera enfrente de ellas.
Mientras Della admiraba la casa de dos pisos, levantó la mano y se frotó la
sien. Había estado haciendo eso mucho últimamente. El pequeño pero
persistente dolor de cabeza no desaparecía. Quería echarle la culpa a la tía Flo,
pero ya se había despedido por el mes.
―Gracias ―respondió la Sra. Galen―. Estoy tratando de venderla, pero no
he tenido suerte. ―Miró a Kylie―. Sé que ella no quiere que me vaya, pero es
demasiado grande para mí.
―No es que no quiera que te vayas ―dijo Kylie―. Es solo que… te echaré
de menos.
Della consideró cómo se sentiría si sus padres vendieran su casa. Dolería,
pero nada comparado con lo que se sentiría perder a la familia que aún vivía allí.
Y después de la visita de su padre, realmente se sentía como si los hubiera
perdido. Por un segundo, se preguntó si fingir su muerte no habría sido más fácil.
Entonces esa pequeña chispa de esperanza de que podría tener un tío y una tía,
incluso en algún lugar, parpadeó a la vida.
Comenzó a caminar por la acera hasta el porche delantero. El sol estaba bajo,
pintando el cielo occidental en una variedad de colores, mientras que la
oscuridad trabajaba en ahuyentarlo. Un viento fresco rozaba al pasar y agitaba
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Página
los árboles. Unas cuantas hojas muertas caían al suelo, haciéndole recordar a
Della las plumas.
Se recostó en Kylie.
―¿Cuánto tiempo toma normalmente antes de que aparezca un fantasma,
o te dice lo que quiere? ―preguntó Della, aferrándose a esa esperanza de que su
tío o tía estaba vivo.
―Eso depende del fantasma ―dijo Kylie.
Della suspiró. Odiaba esperar. Pero tal vez no tendría que esperar mucho
tiempo. El viaje a la funeraria podría arrojar algo de luz sobre las cosas. Alzó la
mirada hacia el cielo oscuro, que parecía coincidir con su estado de ánimo. Podría
usar un poco de luz.
Luz que no viniera con ningún tipo de problema. Si por ella, Kylie y
Miranda tenían problemas, o Dios no lo quiera, se lesionaban, se iba a sentir mal.
Muy, muy mal.

Una hora más tarde, Miranda, Della, y Kylie estaban en el sofá, llevaron
pizza a la mesa de café, buscando en Netflix una buena película. Della había
conseguido comer una porción de pepperoni, y estaba tratando de dejar de lado
su preocupación acerca de la visita de mañana a la funeraria. Pero la punzada de
preocupación se quedó con ella.
Levantándose del sofá, fue a la cocina para tomar otro refresco, con la
esperanza de sacarse el sabor de pizza de la boca. Había consumido un gran vaso
de sangre para el almuerzo hoy para no necesitar nada más hasta que volviera a
Shadow Falls el domingo. Lo último que quería era que la madre de Kylie la viera
bebiéndola. ¿Quién quería ser observado con disgusto?
Casi como si sus pensamientos la hubieran conjurada, la Sra. Galen entró a
la cocina desde la sala opuesta. Se paró en seco cuando vio a Della.
―Oh… uh, ¿necesitabas algo? ―dijo la señora Galen, tropezando con sus
palabras.
El miedo iluminó sus ojos, y verlo dolía. Un par de litros de tu sangre, casi
soltó Della, porque podía decir que por su expresión eso era lo que la mujer
esperaba que dijera. Obligándose a ser amable, dijo la verdad.
―Estaba agarrando otro refresco.
―Están justo ahí. ―Hizo un gesto hacia abajo, con los pies firmemente
plantados en la entrada, como si temiera acercarse más―. En el cajón de abajo.
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Della tomó una bebida dietética, y luego volvió a mirar a la madre de Kylie.
El miedo en sus ojos parecía más fuerte, y antes de que pudiera detenerse, dijo:
―Sabe que no voy a hacerle daño, ¿verdad?
El rostro de la Sra. Galen brilló con un bonito tono de rosado avergonzado.
―Lo siento. Creo que estoy siendo bastante transparente, ¿no?
―Me temo que sí. ―Della abrió la parte superior, el sonido burbujeante
llenó sus oídos, y se encontró lamentando su franqueza―. Pero entiendo que es
difícil de aceptar. Y aprecio que confíe en mí lo suficiente como para invitarme
aquí. ―Con su punto hecho, comenzó a irse.
―Tu mamá sonaba agradable ―soltó la Sra. Galen, como si tratara de hacer
las paces.
Della se dio la vuelta. Si la mujer estaba dispuesta a intentarlo, ¿por qué no
habría de hacerlo ella?
―Gracias. Y gracias por hablar con ella.
La Sra. Galen jugaba con la parte inferior de su blusa, evidentemente,
todavía nerviosa.
―Ella no lo sabe, ¿verdad? Me refiero a que tú seas vampiro
Della se estremeció.
―No le has dicho nada, ¿no?
―Oh, no. Burnett dejó muy claro que nunca podría hablar con nadie sobre
nada de esto a menos que fuera autorizada por él. Yo… yo sólo sentía curiosidad,
supongo.
―¿Curiosidad por qué? ―preguntó Della.
―¿Cómo sucede…? ¿Fuiste mordida por otro vampiro?
―No. Quiero decir, algunas personas se convierten de esa manera. La
mayoría de los vampiros que no han nacido con el virus vivo, lo que significa que
ambos padres son ya vampiros, se convierten cuando tienen una herida abierta
y entran en contacto con otro vampiro.
―¿Cómo puede una persona normal saber si es portador del virus?
―preguntó, como si temiera ser uno de ellos.
―Por lo general no lo hacen. Pero el FRU publicó estadísticas de que menos
del uno por ciento de la población son portadores. Así que no creo que tenga que
preocuparse.
La Sra. Galen asintió como si estuviera avergonzada de nuevo.
―Así que supongo que eso te hace algo especial. ―Le ofreció con una
sonrisa. Ésta en realidad parecía genuina.
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―Esa es una manera de ver las cosas ―dijo Della, pero no estaba segura de
estar de acuerdo. Ser "especial", como la Sra. Galen había dicho, le había le
costado mucho. Su familia. Su vida como la conocía.
En ese momento Della se preguntó que si la mamá de Kylie podía aceptar
esto, ¿por qué no sus padres? ¿Era posible que algún día podría decirle a sus
padres la verdad?
La Sra. Galen se acercó y apoyó la mano en el hombro de Della como para
demostrarle que ya no tenía miedo. Pero Della aún sentía el ligero temblor en el
toque. No es que no apreciara el gesto; lo hacía. Tanto era así que su corazón se
apretó con emoción no deseada.
―Kylie me ha dicho lo mucho que tú y Miranda significan para ella
―continuó la Sra. Galen―. Dijo que ustedes dos fueron sus amigas cuando nadie
más quiso aceptarla. Quiero que sepas que te lo agradezco.
―Ella también ha sido una buena amiga para mí ―dijo Della.
La mujer se movió un poco más cerca, como si fuera a abrazar a Della. Para
evitarlo, para no ver la sorpresa en sus ojos cuando sintiera su temperatura fría,
dio un paso atrás.
―Gracias por la bebida. ―Gracias por tratar de aceptarme.
―La nevera es tuya. Toma lo que quieras.
Cuando Della volvió a entrar a la sala de estar, Kylie parecía preocupada,
como si las hubiera oído hablar.
―¿Está todo bien?
―Sí ―dijo Della―. No creo que me vaya a estacar en el corazón esta noche
ahora.
―No le habría dejado hacer eso ―dijo Miranda, y las dos se rieron.
―Te dije que iba a estar bien ―dijo Kylie―. Mi mamá tiene sus defectos,
pero no todo es malo.
―Tienes suerte. ―Della se dejó caer en el sofá al otro lado de Kylie.
Miranda se inclinó hacia delante y le sonrió a Della.
―¿Por qué tiene suerte? ¿Porque ella tiene dos de las amigas más geniales
del mundo?
―No. ―Della puso los ojos en blanco―. Porque tiene una mamá genial.
―Della recordó la mirada en el rostro de su padre cuando trató de abrazarlo.
Nunca la aceptaría. Se estaba engañando a sí misma al pensar que alguna vez lo
haría.
―Bueno, eso también. ―Miranda miró a Kylie―. Tu mamá es bastante
moderna.
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―Creo que tengo la suerte de tenerlas a todas ustedes. ―La camaleón
sonrió―. Me encanta que estén aquí en mi casa. Es como si por fin les trajera a
esta parte de mi vida. ―Kylie extendió la mano y apretó los brazos tanto de Della
como de Miranda.
―Abrazo de grupo, abrazo de grupo. ―Miranda rebotó en el sofá, se puso
de pie delante de ellas, y envolvió sus brazos alrededor de ella y Kylie. Della
suspiró y lo toleró. Por otra parte, no era tan difícil de tolerar. Cada día el vínculo
entre las tres se sentía aún más especial. La cálida sensación blanda creciendo en
su pecho hacía a Della reconsiderar llevarlas con ella a la funeraria.
¿Qué pasa si algo salía mal?
―Saben qué, chicas ―dijo Della, apartándose del abrazo―. Creo que
mañana debería ir a la funeraria sola. Sólo déjenme…
―No ―dijeron Kylie y Miranda, al mismo tiempo.
Kylie frunció el ceño.
―Le prometiste a Holiday que no harías nada arriesgado. Y aunque yo no
veo esto como peligroso, que vayas sola es un riesgo. Y eso significaría que no
estás manteniendo tu promesa. En serio, ¿qué si sucede algo loco y se vuelve
peligroso?
Que era exactamente el porqué Della no las quería allí.
―Creo que serían más propensos a hablar conmigo, un vampiro, si estoy
sola.
―Puedo convertirme en un vampiro ―dijo Kylie.
―Pero si vamos dos, podrían sentirse amenazados. Déjame entrar sola.
―No ―dijo Kylie otra vez, y su voz sonó firme como lo hacía cuando se
convertía en un protector.
Sin embargo, protector o no, todavía podría salir herida. Y Miranda era tan
indefensa como un cachorro. Además que no era sólo sobre ellas haciéndose
daño. Era sobre ellas siendo atrapadas y que Burnett les pusiera sus traseros en
cabestrillo. Si Della era atrapada y aterrizaba en el regazo el problema, que así
sea, pero no quería traer a sus amigas con ella.
Della soltó una bocanada frustrada de aire.
―He pensado en esto. Si voy sola, tengo dos opciones. Si el viejo hombre
suena cooperativo, sólo haré preguntas. Si tengo la sensación de que no hablará,
puedo fingir que estoy allí para planear mi propio funeral falso. Si se lo cree, por
lo menos sabremos a ciencia cierta que él es el que hace los funerales falsos y el
que estaba detrás del de Chan, y probablemente el de mi tío, lo que confirmaría
que mi tío podría seguir con vida.
―No vas a ir sola ―dijo Miranda.
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―Espera. Puede ir sola. ―Kylie sonrió―. O por lo menos eso es lo que
todos asumirán. Iré invisible y sujetaré la mano de Miranda y entonces ellos no
sabrán que estaremos allí. De esa manera, si los problemas empiezan, iré de tipa
dura con ellos. Y Miranda… ―Kylie miró a Miranda como si supiera que la bruja
no quería sentirse como si no contribuyera―. Ella lo convertirá en canguros
―terminó Kylie, y sonrió.
―Podría hacer eso con sólo un tic de mi meñique ―dijo Miranda, y levantó
la mano.
―Eso podría funcionar ―dijo Della, gustándole el plan de Kylie.
Gustándole mucho. Si Della tenía cuidado de no crear problemas, entonces nadie
siquiera sabría que Kylie y Miranda estaban allí. Y Della trabajaría muy duro para
evitar cualquier caos.
―O podría llenarlos de espinillas ―espetó Miranda―. Y alguna
desagradable erupción infecciosa en sus chicos. Y sabemos cuán seriamente los
tipos se preocupan por sus chicos.
Della no pudo evitarlo: se echó a reír. ¿Cómo había llegado a ser tan
afortunada de encontrar a estas dos?

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Traducido por Mae y Xhex
Corregido por Nanis

―¡C onduce seguro! ―La mamá de Kylie hizo señas desde la


puerta a la mañana siguiente, cuando las tres se metieron en
el auto de Kylie.
Segura era la palabra clave, Della pensó, y se metió en el asiento trasero.
Seguía pensando que el plan de Kylie era genial, pero no había dejado de
imaginar los peores escenarios.
Miranda subió al asiento delantero. Lo había apartado la última noche antes
de que se fueran a la cama. Las tres se amontonaron en la cama matrimonial de
Kylie, y hablado acerca de la vida y los niños. Kylie intentó conseguir que Della
hablara de Steve, pero el dolor desde su pelea se sentía demasiado reciente, por
lo que evitó recorrer ese camino de espinas.
Della no durmió bien la noche anterior, preocupada por esas espinas y la
palabra “seguridad”. Y de vez en cuando preocupada de que las plumas
aparecieran de nuevo.
Pero ninguna pluma apareció. En cambio, rememoró cosas en su mente una
y otra vez, racionalizando que esto no era demasiado arriesgado. Todo lo que
hacían era ir a una funeraria para hacerle a algún vejete que ponía maquillaje a
personas muertas unas cuantas preguntas.
―Y diviértanse ―agregó la Sra. Galen mientras Kylie sacaba el auto de la
calzada.
Un vejete y gente muerta. Será genial. Della le devolvió el saludo, sus
pensamientos volvieron al tema de la seguridad. El vejete probablemente era
vampiro, y si no le gustaban sus preguntas, podría significar problemas. Pero, la
parte racional de su cerebro respondió, ayudaba a los vampiros, así que no podía
ser tan malo. ¿Qué tan riesgoso podía ser esto?
―Llámame y hazme saber que estás bien ―gritó la madre de Kylie más
fuerte.
Le dijeron a la mamá de Kylie que iban de compras. Y debido a que Kylie
no quería que fuera una mentira, insistió en que en realidad fueran a una tienda.
Deja a Kylie preocuparse por mentir cuando había mucho más en juego.
Mientras Kylie conducía, hizo que Miranda colocara la dirección de la
funeraria en su GPS. La bruja seguí escribiendo mal el nombre de la calle o
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colocando los números de la calle al revés. Al ser disléxica, tenía problemas con
ese tipo de cosas. Por muy tentador que fuera decirle que sólo tenía que
devolverle la maldita cosa, Della no lo hizo. Para Miranda, ser disléxica era tan
delicado tema como ser fría para Della.
Della esperó hasta que el GPS escupió instrucciones para empezar a analizar
el plan.
―Estaciona en la calle a un par de cuadras y vamos a caminar. Puede que
las puertas no abran cuando eres invisible, ¿no?
―No ―dijo Kylie.
―Entonces, cuando ustedes dos sean invisibles, quédense cerca detrás de
mí. No quiero tener que preocuparme de eso mientras estoy tratando de obtener
información.
―No te preocupes. Vamos a estar justo detrás de ti.
El GPS anunció que llegaban a su destino. Kylie se detuvo más allá de la
funeraria y luego estacionó a media cuadra de la calle.
Se bajaron del auto. El sol de la mañana era brillante, el aire de octubre
fresco. La sensación de frío en su piel le recordó a Della que todavía podría tener
un poco de fiebre. ¿Cuánto tiempo esta cosa de la gripe iba a durar?
Kylie se movió y se puso detrás del auto, mirando a su alrededor como si
comprobara si estaba despejado para volverse invisible.
Della hizo lo mismo. Un auto pasó zumbando, una cuadra más abajo, unas
pocas personas caminaban por la calle, pero no había nadie alrededor que
realmente pudiera detectar lo que pasaba.
―¿Todo listo? ―Kylie miró a Della.
Della asintió, y su corazón se aceleró al pensar en buscar respuestas. En
pocos minutos, realmente podría saber con seguridad si tenía un tío y una tía.
Kylie tomó la mano de Miranda y le preguntó:
―¿Estás lista?
―Sí ―dijo Miranda―. Vamos a hacerlo. He estado practicando mi
maldición tiña inguinal. ―Movió su dedo meñique. Y ante los ojos de Della se
volvieron invisibles.
Della comenzó a caminar por la acera hacia la funeraria. Debido a la
insistencia de Burnett para que Kylie utilizara su talento de invisibilidad con
extrema precaución y nunca invadiera la privacidad de nadie, Kylie no había
practicado este don muy a menudo. Se sentía extraña sabiendo que Kylie y
Miranda se encontraba detrás de ella cuando no podía oírlas, verlas, ni olerlas.
Olió de nuevo, pero no consiguió nada. Por otra parte, con la locura de sus
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sentidos últimamente, podría no haber sabido que se encontraban allí. La
tentación de hablar con ellas creció, pero decidió mejor no hacerlo.
Con cada paso se dijo que era una tontería preocuparse. Lo único que harían
era hacer unas cuantas preguntas.
La tensión retorcía su estómago mientras miraba alrededor. A menos de la
mitad de una manzana, un par de hombres de aspecto rudo atravesaban la
carretera de cuatro carriles. Incluso desde la distancia, los sintió mirarla. Inhaló
para atrapar su olor. Su nariz funcionó.
―Sólo seres humanos ―susurró, dejando que Kylie y Miranda supieran.
Los dos hombres continuaron y fueron a su camino. Uno de los hombres se
balanceaba sobre sus pies como si estuviera borracho. Ella se movió hacia un
lado, dándoles mucho espacio. Los ignoró, pero sí comprobó sus frentes para
asegurarse que su nariz no la hubiera engañado. Para asegurarse que eran
humanos. Humanos inferiores, se corrigió al ver la forma en que los dos hombres
parecían desnudarla con sus ojos.
Como no quería problemas, se acercó y caminó en la hierba, con la
esperanza de que solo pasaran a su lado.
Sus esperanzas fueron inútiles. Salieron de la acera, bloqueando su camino.
―Oye, nena, ¿quieres ganar un poco de dinero? ―preguntó el primer chico
de aspecto borracho, luciendo una cola de caballo. Giró su pelvis.
Ella luchó contra el impulso de agarrar al canalla por su cola de caballo y
darle un par de giros, a continuación, echar su culo al otro lado de la calle. En
cambio, se movió al otro lado de la acera.
Ves, Burnett, pensó, puedo controlarme.
No pateó su trasero.
―Ignoraré esto ―murmuró Della, asegurándoselo a sí misma y a Kylie, en
caso de que la protectora sintiera la necesidad de patear su culo.
Los dos matones hicieron algunos comentarios más groseros, pero no la
siguieron. O tocaron. Por lo que estuvo agradecida, porque su olor agrio todavía
contaminaba el aire.
Pasó una tienda de licores y casa de empeño antes de llegar a la funeraria.
El edificio de ladrillo blanco parecía desgastado, y el signo que decía
FUNERARIA ROSEMOUNT necesitaba una nueva capa de pintura. Mirando
alrededor, se dio cuenta que todo el barrio necesitaba un cambio de imagen.
Mientras se acercaba a la puerta principal, recordó a su padre quejarse de
que su hermana había elegido este lugar para el servicio funeral de Chan. ¿Pero
su tía lo eligió? Della no tenía ni idea de cómo funcionaba cuando alguien fingía
su propia muerte.
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Con suerte en cuestión de minutos tendría respuestas. Abrió la puerta, la
sostuvo de par en par un segundo de modo que Kylie y Miranda pudieran
atravesarla, también.
El olor en la funeraria hizo picar su nariz. ¿Formol? ¿No era eso lo que
usaban en los cuerpos? Dio otro resoplido profundo para ver quién podría estar
aquí, pero el primer olor no le permitió capturar otros rastros.
¿Podría ser intencional? Apartó ese pensamiento y miró a su alrededor.
La luz era baja, por lo que todo parecía gris y pesado. Movió los ojos de
izquierda a derecha, notando los pisos de madera no tan pulidos y escritorio sin
personal, adornado con un jarrón de flores marchitas.
Sus hombros se tensaron. Trató de no centrarse en el interior monótono. Lo
que buscaba era un vampiro viejo. No detectó uno. No detectó a nadie.
Dio un giro completo, y detectó dos puertas que conducían fuera de la
entrada. ¿Había alguien aquí? Al darse cuenta que probablemente había gente
muerta escondida en ataúdes en la parte trasera su piel cosquilleó. Recordó el
funeral de la chica asesinada al que había asistido hace apenas unos días. Su
promesa de encontrar al asesino de Lorraine no era nula, sólo…
―¿Puedo ayudarle? ―La voz profunda y molesta salió de la nada, y casi
saltó.
Maldición. ¿Por qué no lo había oído acercarse? Su audición debió congelarse
de nuevo. Se dio la vuelta y trató de disimular el pánico en su rostro. La figura se
alzaba en una de las puertas. Y había un montón de la figura para vislumbrar.
Un hombre gigante, o vampiro gigante, no era ni de lejos viejo. Cabello
negro y piel aceitunada, le recordaba a Burnett, un poco más viejo, pero igual de
amenazante.
Lo vio observar su patrón. Su ceja izquierda arqueada ligeramente y casi
sonrió como si estuviera feliz de verla. La tensión en su estómago se elevó a un
nivel superior.
―En realidad, estaba buscando al propietario.
―Y lo encontraste.
―Pensé… La página web mostró…
―Mi padrastro murió recientemente. ―No parecía afligido.
―Bueno, en ese caso… sí. Puedes ayudarme. ―Su corazón se aceleró. Era
tiempo de decisión. Preguntarle información, o hacer preguntas como si
estuviera interesada en fingir su propia muerte―. Yo… el funeral de mi primo se
celebró aquí.
―¿Sí? ―preguntó.
No parecía querer entregar información.
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―Mi primo no estaba realmente muerto ―le dijo.
El vampiro de dos metros y más asintió.
―¿Asumo que estás buscando seguir sus pasos? ¿Cuánto tiempo has sido
rechazada?
―He considerado fingir mi muerte ―respondió, agradecida de que fuera
la verdad. Pero abandonó responder a su segunda pregunta―. También tuve un
tío cuyo servicio llevaron a cabo… hace años.
―La cadena del virus que llevas debe ser fuerte ―declaró.
―Tenía la esperanza de encontrar a mi familia. ¿Tienes… mantienen
registros?
―¿Yo? No demasiado. Pero mi padrastro que Dios tenga su débil alma era
un rigorista de este tipo. ―Su sonrisa fría le dijo lo mucho que le importaba su
padrastro―. Por supuesto, esto ya no es asunto suyo. Las reglas han cambiado.
―¿Todavía tienes sus registros? ―preguntó.
―Por suerte para ti no he tenido tiempo de tirarlos todavía. Pero, como ya
dije, esto no es asunto de mi padrastro ya. Yo… no ofrezco mis servicios de forma
gratuita. Ofrezco una nueva vida. Y a cambio pido unos pocos años de su servicio
ya sea a mí o uno de mis clientes que necesitan varios empleados domésticos.
―¿Domésticos? ―preguntó, pensando que “esclavitud” sonaba como un
término mejor. ¿O este tipo de cosas no sucedieron en el pasado y los llamaban
sirvientes?
Su mirada se movió sobre ella con el mismo tipo de mirada repugnante
como los borrachos en la calle. Tenía la sensación de que sabía qué tipo de
servicios esperaría.
―Si deseas, podemos ir a mi oficina y discutir los aspectos legales del
contrato. ―Hizo un gesto para que lo siguiera.
―¿Hay un contrato? ―No se movió, insegura de si ir con él era sabio. Por
otra parte, tenía que ver esos archivos. Decisiones, decisiones.
―Oh, sí. Tenemos cuidado de no romper ninguna ley que nos pueda traer
problemas. Siendo una reciente convertida, puede que no lo sepas, pero hay
funcionarios que supervisan a los seres sobrenaturales. Idiotas que piensan que
deberíamos ser registrados y regulados.
Sí, ayudaba un poco a esos idiotas.
―¿En serio? ―preguntó, sin mentir de nuevo. Pero era malo que no
quisiera problemas. Tan pronto como saliera de aquí, se pondría en contacto con
Burnett y el FRU sobre esta pequeña operación. Él la regañaría por venir aquí,
pero tenía la sensación de que valdría la pena. Su instinto le dijo que este hombre
tenía que ser detenido.
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Sintió que alguien caminaba detrás de ella. Y no Kylie o Miranda. Los pasos
pesados le dijeron que era alguien grande. Realmente necesitaba que su audición
dejara de fallar para estar mejor preparada para hacer frente a sorpresivas
pisadas.
―¿Por qué no hacemos lo que el señor Anthony sugirió y lo seguimos? ―El
hombre detrás le dio un codazo a Della… fuerte. Uno que dejó una fuerte
sospecha de que firmar ese contrato no era realmente una opción.
Dio los siguientes pasos, luego vaciló, rezando que Kylie y Miranda se
moverían con ella. Cuando el tipo grande la empujó de nuevo, continuó
siguiendo al señor Anthony.
La condujo a una enorme oficina, con toda una pared forrada de
archivadores. Asintió hacia ellos.
―¿Son los registros de tu padre?
Él miró hacia atrás.
―Como cuestión de hecho, lo son. ―Él sonrió―. Voy a explicarte cómo
funciona esto. ―Hizo un gesto para que tomara asiento en la silla de respaldo
recto delante de la gran mesa de roble.
―¿Por qué no arreglas el acuerdo primero y mientras dejas que vea los
archivos de mi primo y tío?
Apoyó su trasero en el lado de su escritorio y se echó a reír.
―Eres un poco obstinada. Pero tengo varios clientes que prefieren un poco
de valor en sus siervos. ―No tenía idea de cuánto valor tenía―. Siéntate
―ordenó.
Se debatió en si hacer lo que le decía la recompensaría, entonces decidió
probar. Se sentó en la silla. Su codo tocó algo pegajoso. Al mirar hacia abajo,
observó la cinta adhesiva colgar del brazo de la silla como si alguien hubiera
estado atrapado allí.
Tratando de no mostrar ninguna emoción, especialmente cualquier rastro
del temor dentro de su pecho, lo miró de nuevo.
―¿Y ahora qué? ―preguntó. Su mirada se movió detrás del hombre al lugar
donde unos seis rollos de cinta adhesiva se encontraban en la parte superior del
gabinete de archivo. Pegar personas debía ser lo suyo.
Se levantó, metió la mano en su escritorio, y le entregó un pedazo de papel.
―El contrato es simple. Te comprometes a trabajar por dos años,
exclusivamente para la persona que te asigne como tu guardián. Su título y el
tipo de trabajo requerido de ti dependerán… de las necesidades de tu guardián.
La forma en que dijo “necesidades” le puso la piel de gallina.
―¿Y si no me gusta el trabajo?
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Página
―Si decides no completar las tareas que son asignadas para ti, tu guardián
tratará de persuadirte de lo contrario.
―¿Persuadir? ¿Al igual que golpearme?
Él arqueó una ceja.
―Tu guardián es muy parecido a un padre. Si sigues las reglas, no debería
haber ninguna razón para un castigo.
Sí, se creería eso.
―Estoy seguro que has sido convertida recientemente, sabes las
dificultades de la obtención de alimento. ¿Has tenido que matar ya?
Lo dijo con frialdad, como para obtener una reacción de ella. Decidió no
contestar y dejarlo asumir lo peor.
―Así que sí. ¿Necesita ayuda, señorita…?
―Tsang ―respondió.
―¿Asiática? ―preguntó, estudiándola como si no encajara esa descripción.
―Mitad. ―La palabra sabía mal en su lengua.
―A muchos de mis clientes les agradan los asiáticos.
Estaba segura de que él no se refería a la asquerosidad que se filtraba en su
voz, pero lo hacía. Apretó sus manos hasta que sus uñas cortaron el interior de
sus palmas.
―Por su lealtad, por supuesto ―agregó él.
Oh, ella era muy leal. Y en este momento sus lealtades estaban a punto de
patear el culo de este tipo.
―Las estadísticas prueban que sin ayuda, matarás a diez personas en seis
meses. No es tu culpa, simplemente no podrás evitarlo. Por supuesto, eso es si
llegas a los seis meses. Ya ves, otros seres sobrenaturales existen, como los
hombres lobo. Ellos realizan búsquedas y matan a recién convertidos como
deporte.
Della sabía que la mayor parte de lo que había dicho era pura mierda, pero
no pudo evitar preguntarse que si no hubiera tenido a Chan, si no hubiera
encontrado Shadow Falls, si podría haber comprado todas sus mentiras. Y,
¿cuántos vampiros nuevos eran ahora sirvientes de este movimiento y sus
clientes? El pensamiento le revolvió el estómago.
Él sacó un bolígrafo del bolsillo y se lo dio.
―Todo lo que necesito es que firmes en la línea de puntos, y entonces
veremos de la búsqueda de esos archivos que quieres y la preparación de tu
entierro.
Cuando no empezó a garabatear su nombre de inmediato, él continuó:
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Página
―Créeme, si tus padres supieran lo que eres, estarían agradecidos de que
hayas elegido fingir tu propia muerte así no tendrían que verte de esta forma.
Ella miró el papel, tratando de averiguar cuándo poner fin a este sinsentido.
―Dos años parece un tiempo muy largo.
―No es nada. A decir verdad, he estado haciendo esto en mi otra funeraria
durante años. Hay muchos sirvientes que eligen no dejar a sus guardianes. Una
vez aprendas a satisfacer sus expectativas, es fácil vivir la vida que tu guardián
ha dispuesto para ti. Obtienes comida y cuidados. No es una mala vida.
Y apuesto a que los dueños de esclavos decían lo mismo en los años mil ochocientos.
Sacudió la cabeza.
―Odio molestarte, pero creo que me gustaría ver esos archivos antes de
tomar una decisión.
La mano del bruto de pie detrás de ella cayó sobre su hombro.
―No moleste al Sr. Anthony. No es un hombre agradable cuando está
molesto. ―Comenzó a apretar, fuerte, luego más fuerte. El dolor se hizo casi
insoportable.
―¿Es eso realmente necesario? ―preguntó Della con los dientes apretados,
intentando no lucir aliviada cuando su agarre disminuyó. Miró de nuevo al Sr.
Anthony, quien alcanzó la cinta adhesiva.
Había escuchado que la cinta adhesiva era buena para todo, pero,
¿realmente contendría a un vampiro? No quería probarlo.
Dejó caer el bolígrafo.
―Ups. ―Se inclinó y le susurró a Kylie―. Creo que puedo manejar esto por
mi cuenta.
―¿Qué dijiste? ―preguntó el Sr. Anthony.
Cuando Della se puso de pie, el bruto detrás la agarró del brazo. Ella no
vaciló, girando, con todo lo que tenía, le enterró el bolígrafo en el antebrazo.
Rugió.
El Sr. Anthony, con el rollo de cinta en mano, se abalanzó sobre el escritorio.
Mientras él empezó a desenrollar la cinta, Della le enterró el zapato en la cara. Él
cayó contra el escritorio. Ella sonrió con orgullo. O lo hizo hasta que la puerta se
abrió y otros tres vampiros con la apariencia de Hulk interrumpieron dentro.
―Ahora se pone interesante. ―Della estaba furiosa.
Kylie apareció, de pie frente a ellos en toda su gloria. Toda ella brillaba con
poder. Su cabello, sus ojos, incluso su piel. Agarró a uno de los tipos grandes, y
usándolo como una bola de boliche, tiró al suelo a los otros dos matones.
Pero uno de ellos se levantó, sus ojos verdes con furia y sus colmillos se
alargaron.
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Página
Della estaba a punto de moverse para ayudarla a derribar a ese bruto
cuando el Sr. Anthony se recuperó de su incidente de pie en la cara y saltó hacia
ella.
Ella se agachó cuando el puño de él se dirigía a su mandíbula, y al mismo
tiempo lo honró con otra patada bien plantada en sus costillas.
Kylie rebotó por la habitación, pateando, golpeando y superando a los otros
dos vampiros. Della continuó haciéndose cargo del Sr. Anthony.
―¿Qué demonios eres? ―gritó uno de los matones que luchaba con Kylie.
―Tu peor pesadilla ―le espetó Kylie.
―Mira lo que encontré ―gritó el matón que todavía tenía un bolígrafo
enterrado en el brazo.
Della, todavía encargándose del Sr. Anthony, no quiso mirar, pero cuando
escuchó el chillido de Miranda no pudo evitarlo.
El vampiro apuñalado con el bolígrafo, tenía a Miranda por la garganta. El
pecho de Della casi explotó de furia. Sintió sus colmillos alargarse, y escuchó y
sintió el rugido de Kylie llenar la habitación.
―¡Un movimiento de cualquiera de ustedes, y le romperé el cuello a la
pequeña bruja! Y disfrutaré haciéndolo.

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Traducido por Malu_12 y Xhex
Corregido por Nanis

D
ella vio la mirada en los ojos del gran bruto. Lo decía en serio.
Mataría a Miranda.
Della le disparó a Kylie una mirada rápida. Sus ojos se encontraron
brevemente y eso tomó la decisión. Kylie levantó las manos, como si estuviera
dispuesta a hacerlo. Della hizo lo mismo. El miedo y el pánico apretaban su
pecho. Tenía que encontrar una manera de salir de esto.
Miró a Miranda, esperando ver terror completo en los ojos de la chica. En
cambio, la pequeña bruja estaba mirando hacia abajo a sus manos. Della siguió
la mirada de Miranda y la vio menear su meñique derecho.
La comprensión de lo que la bruja estaba haciendo aún no había entrado
del todo cuando sucedió. Los cinco vampiros gigantes en la sala se convirtieron
en canguros. Muy enojados y enormes, pero confundidos canguros.
Y confundidos era bueno. Eso les daba a Della y a Kylie las de ganar.
El matón canguro que había tenido a Miranda por la garganta comenzó a
batir sus cortos brazos como si tratara de alcanzar el cuello de Miranda. Della
hizo un salto en el aire y plantó sus dos pies directo en la cara del animal. Él vaciló
sobre sus pies grandes de canguro, luego cayó al suelo, noqueado.
Sin perder tiempo, se volvió para ayudar a Kylie. Para su decepción, la
camaleón se situaba encima de cuatro canguros inconscientes.
―¿Todo el mundo está bien? ―preguntó Kylie, su voz profundizada por
su modo protección.
―Sí. ―Della miró a Miranda, que estaba de pie con los brazos envueltos
alrededor de su cintura, luciendo con pánico―. ¿Estás bien? ―preguntó a
Miranda.
La muchacha asintió.
Della le sonrió a la bruja.
―Nunca pensé que diría esto, pero salvaste nuestros traseros.
Miranda levantó la vista, y su expresión de pánico se desvaneció. Sus
hombros se alzaron y una leve sonrisa apareció en sus ojos.
―Lo hice, ¿no?
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El canguro con un lápiz aún enterrado en su brazo se despertó y se puso
rápidamente sobre sus pies como si estuviera listo para otra ronda. Della, sin
perder el ritmo, lo noqueó justo en su rosada nariz fea. Luego se volvió a mirar a
Kylie y señaló la parte superior de los gabinetes de archivo.
―La cinta adhesiva. Terminemos con este problema.
Della tiró de un enfadado canguro de pelaje rojizo hacia los cuatro de Kylie
y lo lanzó a la pila. Sí, fue un poco embarazoso que Kylie pudiera con cuatro,
pero, de nuevo, Kylie era un protector. Della podía aguantarlo.
Kylie le lanzó a Della dos rollos de cinta. Pusieron las piezas de los extremos
de la cinta sobre la pila de marsupiales, y luego ambas las envolvieron a su
alrededor, rodeando a los animales y atrapando a los cinco en una gran bola de
cinta adhesiva, de dos por dos de altura. Cuando los cuatro rollos se terminaron,
Miranda les entregó cuatro más que había encontrado en la esquina de la
habitación.
―Fue agradable de su parte dejarnos la cinta, ¿no? ―Miranda sonrió.
Della miró hacia atrás a la silla con cinta adhesiva todavía colgando de un
brazo. No pudo evitar preguntarse el destino del que se había sentado allí antes.
―Sí, muy agradable.
Terminaron los ocho rollos. Como cuestión de hecho, aparte de un hocico
con espasmos sobresaliendo, apenas se podía ver piel de canguro a través de la
cinta entrecruzada.
Cuando la enorme bola comenzó a mecerse, Miranda sonrió.
―Probablemente están tratando de rascarse las bolas. Les di también una
comezón de atleta.
Della rió. Cuando terminó el momento del humor, sacó su teléfono.
―Tengo que llamar a Burnett.
Kylie asintió.
―Estaba a punto de decir eso. Pero, ¿qué vas a decir? ¿Vas a decirle acerca
de tu tío y tu tía?
Della vaciló. ¿Tendría que decirle todo a Burnett?
―Está bien. En primer lugar, debería comprobar los archivos. ―Tan rápido
como pudo, empezó a hojear los archivos. Encontró el archivo de Chan primero.
La bola se balanceó aún más, y ella se apresuró al fichero T por Tsang.
Su dedo se detuvo en el archivo con el nombre de Feng Tsang.
―He encontrado, el de mi tío ―dijo Della, y continuó hojeando carpetas―.
Pero no el de mi tía. ―Tomó el archivo de su tío y leyó lo suficiente como para
saber que era cierto. Su tío no había muerto. Había venido y fingido su propia
muerte.
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Emoción inesperada llenó su pecho. Lágrimas llenaron sus ojos. Tenía un
tío vampiro. Bueno, lo tenía si no era un fantasma.
―Esta bola se está moviendo demasiado ―dijo Kylie―. Creo que…
―Lo sé ―dijo Della―. Aquí está mi plan. Voy a decirle a Burnett parte de
la verdad. Que he venido aquí a ver si podía encontrar a Chan. No sabrá que
estoy mintiendo si digo la verdad. ―Tomó el teléfono para llamarlo.
Pero antes de que golpeara el primer número, oyó un gran estruendo desde
la parte frontal, y luego pasos, como si alguien, o más de una persona, se
dirigieran directo hacia ellos.
―Mierda. ―Della dejó caer los archivos en el escritorio, su piel pinchando
con una sensación de peligro. Dio un salto hacia la puerta. Kylie la siguió allí.
Della inhaló, dispuesta a luchar cuando el sonido de pisadas se acercó.
Entonces tres criaturas arrastraron su trasero por el pasillo. Encontró la mirada
del chico a la cabeza y su miedo se calmó. El cambiaformas obstinado con
hermosos ojos marrones dejó de correr. Alivio cruzó el rostro de Steve. A
continuación, el alivio se convirtió en rabia.
Detrás de Steve, Perry y Lucas se detuvieron repentinamente. Entonces
todos ellos se trasladaron a la sala, luciendo enojados.
―¿Qué están haciendo aquí? ―exigió Della.
―¿Qué demonios es eso? ―preguntó Perry, señalando la gran bola de cinta
adhesiva en movimiento en el suelo.
―Sólo unos pocos marsupiales ―dijo Miranda, corrió hasta Perry y puso
las manos en su pecho―. Salvé a Della y a Kylie transformando a esos tipos en
canguros.
―Te dije que esto podría ser peligroso ―gruñó Steve.
Della frunció el ceño.
―Y yo te dije que estaría bien. Lo estoy, todos lo estamos.
―Y capturamos a los chicos malos. ―La sonrisa de Miranda llegó con un
montón de orgullo―. Y eran realmente malos.
―No deberían haber tratado de hacer esto solas ―espetó Lucas, sus ojos
aún brillaban de color naranja, pero estaba mirando a Kylie, no a Della.
Kylie se acercó más a él.
―No estábamos tratando de hacer nada. No pensábamos que sería
peligroso, pero no importa, porque lo manejamos.
―Podrías haber sido herida ―dijo Lucas―. Todos ustedes podrían haber
sido heridas. ¿Por qué no nos dijeron sobre esto para que lo manejáramos
nosotros?
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Della le frunció el ceño a Steve. ¿Qué era todo esto? Mierda, él les había
dicho que vinieran aquí.
―Esto fue una estupidez ―espetó Lucas.
Por alguna razón, la actitud de Lucas le recordó la actitud machista de
Burnett, y el furor residual que persistía en su pecho se hinchó.
―¿Por qué fue estúpido? ―preguntó Della―. ¿Por qué deberíamos correr
a ti en lugar de encargarnos nosotros mismos? ¿Porque somos chicas? ¿Crees que
tener un pene te hace superior?
Perry se rió.
―No es el pene, es la fuerza.
―¿La fuerza? ―preguntó Della, echando humo―. ¿Quieres que te muestre
quién es más fuerte?
Perry se rió de ella como si no hablara en serio. Y bueno, tal vez el imbécil
podría transformarse en un dragón gigante y hacer más flexiones de brazos, o
levantar un automóvil más fácil que ella, pero ella tenía velocidad.
―La fuerza no lo es todo ―dijo Miranda, el orgullo en su voz, mientras
fruncía el ceño ante su amado cambiaformas―. Yo no soy muy fuerte, pero he
salvado el día.
―Podría haber ido mal. ―Lucas miró a Della.
Della le devolvió la mirada.
Lucas miró a Kylie como si esperara que ella lo defendiera.
―Todas ustedes podrían haber sido heridas.
―Podríamos ―dijo Kylie, sus palabras no enojadas, pero seguras y
firmes―. Al igual que tú en cualquiera de tus misiones para el Consejo Were.
―Mis misiones son completamente diferentes. ―Lucas hizo un gesto hacia
la masa de cinta adhesiva avanzando lentamente por el suelo―. Nosotros
hubiéramos sido más capaces de manejar esto.
La barbilla de Kylie se elevó, diciéndole a Della que la camaleón no iba a
dar marcha atrás.
―Odio admitirlo, pero creo que Della tiene razón. Tú ―su mirada cambió
a Steve y Perry―, todos ustedes piensan que porque somos chicas, somos débiles.
Pero no lo somos. Y no estábamos haciendo nada que fuera peligroso. Vinimos a
hacerle algunas preguntas a un viejo vampiro. Un viejo vampiro que sabíamos
que estaba ayudando a vampiros. No sabíamos que íbamos a tropezar con una
organización de trata de vampiros.
―Maldita sea, ¿es lo que creo que es? ―preguntó Perry.
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Miranda asintió, de nuevo luciendo orgullosa de sí misma. No que Della la
culpara. Ella realmente les había salvado el trasero.
Kylie continuó:
―Dicho esto, nos topamos con ello. Y con clase, debo añadir. ―Señaló con
la mano la pelota de canguros―. Y si eso no es ser capaz, no sé qué lo es.
―¡No se trata de quién es más capaz, maldita sea! ―gruñó Steve―. Es el
hecho de que nos preocupa lo que podría haberles sucedido. Por supuesto, tú
―señaló a Della―, tienes más miedo que alguien se preocupe por ti que de
cualquier situación con la que podrías encontrarte. ―Él salió furioso.
Della se quedó allí, avergonzada de que Steve hubiera soltado algo tan
personal. Lo malo era que no podía negarlo. Elegiría a los chicos malos cualquier
día de la semana antes de poner su corazón en juego.
Kylie, luciendo un poco molesta, tomó la palabra.
―Mira, estamos a punto de llamar a Burnett para resolver el resto. Si él se
molesta por esto, no deberías ser parte de ello.
Un profundo suspiro frustrado salió de Lucas. Pero cuando Kylie hizo un
gesto hacia la puerta, él no discutió.
Se fue. Perry cortó a Miranda con una mirada casi de disculpa y siguió a
Lucas.
―¡Cerdos machistas! ―explotó Della, su rabia todavía hirviendo, su
corazón todavía dolorido.
―No pueden evitarlo ―dijo Kylie―. Holiday dice que está en su ADN.
Piensan que fueron puestos en la tierra para protegernos. Pero eso no significa
que tenga que gustarnos, o aceptarlo.
―No me gusta tampoco ―dijo Miranda, luego sonrió―. Eso es una
mentira. Me gusta un poco. Me encanta cuando se preocupa por mí. Supongo
que eso me hace débil, ¿eh?
―No, no es así ―dijo Kylie―. Me gusta que Lucas quiera cuidar de mí, sólo
que no me gusta cuando actúa como si no pudiera cuidar de mí misma.
Ambas miraron a Della como para obtener su opinión, pero lo único que
ella ofreció fue un movimiento de cabeza. “Por supuesto, tienes más miedo que
alguien se preocupe por ti que de cualquier situación con la que podrías
encontrarte”. Las palabras de Steve corrían por su cabeza, chocando contra su
corazón. Y que Dios la ayudara, pero lo único en lo que podía pensar era que si
Steve estaba tan preocupado por ella, tal vez no estaba realmente terminado.
Luego otro pensamiento inquietante la golpeó. Al igual que Miranda, como que
le gustaba que Steve fuera protector. Pero al contrario de lo que había dicho Kylie,
veía eso como una debilidad. Una que tenía que trabajar.
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Kylie miró el movimiento de la bola de cinta adhesiva de canguros.
―Será mejor que llames a Burnett antes de que encuentren la manera de
salir de allí.
―Me encantaría verlos intentarlo ―murmuró Della. Empezó a marcar a
Burnett y luego se detuvo de nuevo―. ¿Por qué no se van, también? Le diré a
Burnett que me escapé e hice esto sola.
Kylie hizo una mueca.
―¿Crees que va a creer que lograste hacerlo todo por tu cuenta?
Della frunció el ceño. Kylie tenía razón. Podría haber derrotado a dos de los
matones, pero cinco habría sido demasiado.
―Sí, y ¿cómo vas a explicar que sean canguros? ―preguntó Miranda.
Della sonrió.
―Bueno, pensaba que podrías cambiarlos de nuevo antes de irte, pero
ahora que lo pienso, cuando uno de ellos diga algo acerca de saltar enojado,
Burnett verá tu marca por todas partes.
Della se detuvo y volvió a mirar a la masa de cinta balanceándose.
―Pero saben que va a estar locamente enojado. No me gusta que ustedes
dos se metan en problemas.
―No puede enojarse más de lo que lo hizo cuando lo convertí en un
canguro ―dijo Miranda.
―No puede estar tan enojado ―dijo Kylie―. Atrapamos algunos chicos
malos. Y no recibimos ni un rasguño.

Kylie estaba equivocada. Burnett pareció enojado desde que contestó el


teléfono. Ella le había contado el trozo de verdad que había decidido compartir.
Que había venido aquí para ver si podía encontrar algo acerca de su primo Chan
y tropezó accidentalmente con una organización que obligaba a vampiros recién
convertidos a convertirse en sirvientes. Ya que todo el rollo de Chan no era una
mentira, Burnett no sabía que estaba reteniendo verdad.
Se calmó un poco cuando le aseguró que todas estaban bien, ni un rasguño
en ellas. Mientras aún estaba al teléfono con ella, él utilizó su teléfono de oficina
para llamar a algunas autoridades en Houston y hacerlos ir allí en cinco minutos.
Él estaría allí en media hora. El hecho de que Burnett pudiera hacer eso la
sorprendió. ¿Qué tan rápido era?
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Cuando colgó, salió rápidamente para ocultar el archivo de su tío en el auto
de Kylie. Acababa de esconder el archivo en el maletero y cerrarlo de golpe
cuando un halcón peregrino aterrizó en el.
Della miró al pájaro.
―El FRU llegará aquí en cualquier momento. Debes irte o puede que
termines hecho polvo.
Vio al pájaro girar su pequeña cabeza primero hacia la izquierda, y luego
hacia la derecha, como comprobando si alguien estaba vigilando. Entonces,
burbujas cargadas de magia comenzaron a explotar.
―No me importa si me meto en problemas ―dijo Steve, saltando al suelo,
y aterrizando a unos metros frente a ella.
Della negó con la cabeza.
―Bueno, no quiero que te metas en problemas, así que vete.
Él cerró los ojos un segundo, entonces los abrió.
―Solo quiero… Lo lamento, ¿está bien? Lamento haber sobrereaccionado
ayer, y justo ahora. Solo… me preocupo por ti. ―Honestidad y emoción sonaba
en su profunda voz.
Su pecho se encogió.
―Estoy bien, no estoy herida.
―Entonces, ¿por qué estás sangrando?
―No estoy sangrando ―dijo ella.
―Tu nariz. ―Agarró el borde de su camiseta y la llevó a la nariz de ella.
Cuando él se apartó, ella vio la mancha roja. Se tocó la nariz.
―No recuerdo haber sido golpeada.
―No lo recuerdas ―dijo él―. Estoy seguro de que estabas más preocupada
por tus amigas que de ti misma. ―Dejó caer el dobladillo de su camiseta y le
deslizó un dedo por la mejilla―. ¿Estoy perdonado?
El suave toque envió corrientes de emoción contenida directo a su corazón.
―No era la única que estaba molesta ―dijo ella.
―Lo sé, pero no fuiste la que perdió la calma, tampoco. Y el único motivo
por el que vine aquí hoy era porque… temía que hubieras sido lastimada y todo
lo que podía pensar era que había sido desagradable contigo.
Ella tragó el nudo de emoción que tenía en la garganta.
―No te puedo prometer nada, Steve.
―Ya veremos eso ―dijo, y le sonrió.
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Esa fue su manera de decir que había probado que se equivocaba. Una parte
de ella casi deseaba que pudiera.
―¿Has encontrado algo de tu primo o tu tío?
Ella asintió.
―Es cierto, mi tío fue convertido en vampiro.
―¿Sabes dónde buscarlo?
―No, pero por lo menos estoy segura ahora. ―Y eso era un comienzo, se dijo
Della, y sabía que no se detendría hasta encontrar todas las respuestas. Pero
ahora necesitaba averiguar sobre su tía.
―Te ayudaré del modo en que pueda. ―Se inclinó y le besó la mejilla. Un
beso suave y dulce. Sus párpados se cerraron y anhelaba inclinarse más cerca.
Ansiaba ser sostenida, sentir su fuerza rodeándola.
Cuando él se apartó, tenía un ceño fruncido en su rostro.
―Todavía estás caliente. ―Levantó la mano para tocar su frente.
Ella le agarró el brazo.
―Podría estar un poco resfriada o algo. Ahora vete antes de que te atrapen
aquí.
―¿Un resfriado?
―Vete.
―Bien. Pero llámame tan pronto como puedas.
Ella asintió, y las burbujas aparecieron alrededor de él mientras regresaba a
su forma de pájaro. Entonces, sin querer dejar a Kylie y a Miranda con el montón
de canguros por mucho tiempo, se dirigió hacia la puerta.
Pero antes de entrar, dos sedanes oscuros chirriaron frente a la funeraria, y
seis agentes del FRU salieron de los autos, cargando hacia ella. Antes de que Della
pudiera decir algo, la tenían rodeada. Dos vampiros, un hombre lobo, un brujo y
dos cambiaformas. Y por como se veían, no sabían si ella era amiga o enemiga.
Uno de ellos la agarró del brazo, y otro, le tomó el otro. Malditamente
fantástico. Primero se enfrentó a los tipos malos, y ahora a los tipos buenos.
―Déjenme ir. ―Hervía de furia―. Soy la que los llamó.
Un sarcástico cambiaformas se movió directamente frente a ella.
Alcanzando a Della sobre el hombro, la agarró por el cabello y tiró hacia atrás.
―¡Hablarás cuando te hablen! ―dijo en una voz amenazante.
Antes de que se cuestionara la sabiduría en ello, su rodilla se disparó
alcanzando al idiota en las bolas.
183
Página
Traducido por flochi
Corregido por Nanis

L
os agentes del FRU se calmaron tan pronto Della les dijo su nombre
y repitió que había sido la que llamó a Burnett. Bueno, todos se
calmaron excepto el líder, a cuyo chico había ofendido. Cuando fue
capaz de ponerse de pie, se movió como para enfrentarla. La única agente
femenina, una loba, caminó entre ella y la jodida bola de cambiaformas.
―Muévete ―dijo enfadado el agente, su mano todavía cerrada en un puño
entre sus piernas.
La agente volvió a mirar a Della como si la estuviera considerando, luego
se enfocó en el agente enojado.
―Ella es una de las estudiantes de Burnett James, y la última persona que
ofendió a uno de ellos está haciendo trabajos de oficina en una ciudad
desconocida de Montana. ¿Realmente quieres hacer esto?
―Me importa…
―¿Cuál es el problema? ―Burnett aterrizó con un ruido sordo junto al
grupo.
―¡Ella me atacó! ―espetó el cambiaformas.
Con una voz entrecortada, y pocas palabras, Della dio su versión de la
historia. La mujer lobo asintió cuando Burnett le preguntó si eso era correcto. Los
ojos de Burnett se pusieron rojos de furia hacia todos los agentes por venir con
intenciones hostiles cuando les había informado de la situación.
Desafortunadamente, guardó algo de ira para Della, Miranda, y Kylie. O, al
menos eso es lo que pareció tres minutos después cuando las dejó en el sofá en la
parte posterior de la oficina y amenazó sus vidas si alguna hacía otra cosa que no
fuera respirar. No dijo otra cosa, no preguntó nada. Él y los seis agentes se
pararon alrededor del orbe con cinta de embalar de canguros, cada uno
pareciendo más perplejo que el otro.
―¿Qué tipo de animal es? ―preguntó uno, señalando al hocico
sobresaliendo de un pequeño espacio abierto en la bola.
La mujer lobo volvió la cabeza y estudió la nariz.
―Parece un…
―Canguro. ―Burnett le lanzó una mirada a Miranda.
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Página
Miranda sonrió, pero luego frunció el ceño cuando vio la expresión de
Burnett.
―¿Cómo puede estar molesto?
―Estar molesto, para Burnett, es como parpadear. Es un reflejo natural
―dijo Kylie. Burnett volvió la cabeza y fulminó con la mirada a Kylie―. Pero no
te preocupes, siempre recobra la calma ―agregó con una voz confiada.
―Eso espero ―susurró Della, estudiando al equipo, y pensando que un día
ella estaría haciendo esto. Bueno, esperaba no chocarse con una bola de canguros,
pero estaría trabajando en casos. Lidiando con los chicos malos. Diablos, se sentía
malditamente bien haber ayudado a detener al Sr. Anthony de prácticamente
esclavizar a los vampiros recién convertidos. ¿Vería Burnett esto como un plus
en cuanto a ella? ¿O la acusaría de hacer algo estúpido? Conociendo a Burnett,
sería lo último.
El grupo de agentes comenzó a hablar sobre si querían que los criminales
fueran convertidos de vuelta en vampiros antes de desenredarlos. El agente que
más llamó la atención de Della fue la mujer. Ella parecía lista, pero dura como un
clavo. Sin maquillaje, sin nada de joyería. Nada sobre ella decía algo femenino.
Incluso su cabello estaba corto.
¿Era eso lo que se requería para ser mujer y trabajar para el FRU? ¿Tenías
que dejar ir lo femenino y ponerte una actitud de “no jodas conmigo”? ¿Todos
los agentes eran como Burnett, y una mujer tenía que estar constantemente en
guardia, temerosa de poder ser vista como débil?
Burnett y el agente brujo se acercaron al sofá.
―Por favor, dime que puedes cambiarlos de vuelta. ―Burnett le habló
directamente a Miranda.
Ella asintió.
―¿Qué tipo de hechizo es este? ¿De sangre o hierba? ―preguntó el brujo.
Miranda pareció preocupada.
―Ocurrió por el meñique. No fue planeado u ordenado.
La ceja del agente se arqueó y volvió a mirar a Burnett.
―Está mintiendo. Requeriría a una sacerdotisa llevar a cabo una maldición
quíntuple improvisada.
―Ella es una sacerdotisa ―dijo Della, conteniéndose de llamar al hombre
idiota. Cómo se atrevía a cuestionar a Miranda cuando la evidencia estaba
envuelta en cinta de embalar.
―No soy una sacerdotisa ―dijo Miranda, sonando avergonzada. Tocó el
brazo de Della como para decir que estaba bien―. Mi madre lo es, o lo era. Desde
que renunció.
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Página
Burnett miró fijamente a Miranda.
―¿Estás mintiendo sobre el hechizo? ―preguntó, escuchando su corazón.
Della también se sintonizó. No porque dudara de Miranda sino para comprobar
su audición.
―No ―dijo. El corazón de la brujita no vaciló.
Burnett se volvió a fijar en el agente.
―Pero ella no pudo…
―La escuchaste ―espetó Burnett.
El brujo no pareció convencido.
―Pero hacer una maldición como esa requeriría un alto grado de poder.
―Entonces te recomendaría no molestarla llamándola mentirosa ―espetó
Della.
―A veces tiene problemas para controlarse. Pregúntale a Burnett.
Burnett soltó un gruñido bajo y le hizo señas al agente para que se fuera.
Luego volvió a mirar a Miranda.
―¿Cómo fuiste capaz de llevarlo a cabo?
Miranda se encogió de hombros.
―No lo sé. ―En los ojos verdes de la chica creció una capa de lágrimas―.
Iban a herir a Della y Kylie. Me aterré y simplemente lo hice.
Della encontró su pecho llenándose de calidez. Kylie alargó la mano y
sostuvo la mano de Miranda.
―E hiciste un trabajo estupendo ―dijo Kylie―. Estoy muy orgullosa.
―Yo también ―agregó Della.
―Abrazo grupal ―dijo Miranda, extendiendo los brazos.
―¡Nada de malditos abrazos! ―espetó Burnett―. Puedes deshacerlo,
¿cierto? ―preguntó.
―Estoy bastante segura que puedo.
―¡Oh, demonios! ―Se pasó una mano por el rostro―. Inténtalo. Esfuérzate
en serio. No creo que la cárcel esté capacitada para albergar canguros.

Diez minutos después, los seis agentes ―siete si se incluía a Burnett―


tenían a los cinco vampiros esposados y en la puerta, esperando a que el autobús
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Página
los transportara a la cárcel del FRU. Tendrían su día en la corte, pero la evidencia
que habían encontrado en el teléfono del Sr. Anthony prácticamente los
condenaba.
Miranda había conseguido volverlos a convertir, sin ningún problema. Y
Della, Miranda, y Kylie se quedaron en el sofá que Burnett les había asignado,
mirando todo desarrollarse.
El brujo siguió mirando a Miranda, Della no estaba segura si estaba
impresionado o asustado de la bruja.
De cualquier manera, contribuyó al ego de Miranda.
El autobús debió haber llegado, porque los cinco matones fueron
conducidos afuera.
―Oh, mierda. ―Miranda se echó a reír.
―¿Mierda qué? ―preguntaron Della y Kylie al mismo tiempo.
―Acabo de notar que están caminando de manera graciosa. No quité el
hechizo de tiña inguinal ―dijo Della. Y todas se echaron a reír.
El humor fue aspirado del aire cuando Burnett se detuvo de golpe frente a
ella.
―Ahora a lidiar con ustedes tres.
―No, enfréntate a mí ―dijo Della―. Prácticamente las obligué a ayudarme.
Ellas no querían hacerlo. ―Era más o menos una mentira, pero tenía que intentar.
―¡No lo hizo! ―Kylie alzó la mirada de su teléfono, donde parecía estar
revisando sus correos.
―Nop ―dijo Miranda―. Castigas a una de nosotros, tendrás que
castigarnos a todas.
Della le lanzó a la brujita una mirada fría. ¿Por qué demonios estaba
alentando a Burnett a castigarlas?
―¿Quién diablos se piensan que son? ¿Los Ángeles de Charlie? ¿Por qué
habría de…?
―Nos vemos como los Ángeles de Charlie, ¿no? ―Miranda sonrió.
―¿Los qué de Charlie? ―preguntó Kylie.
―La película. ―Miranda miró a Della―. Tú eres Lucy Liu y yo soy Drew
Barrimore y tú eres ―miró a Kylie―, esa chica Cameron… ¿cuál era su apellido?
―¡Alto! ―gruñó Burnett―. ¿Las tres tienen idea de lo mal que pudo haber
salido todo esto?
―Sí, lo entendemos ―dijo Kylie―. Pero no sabíamos que pasaría eso. Así
que no es nuestra culpa.
―¿Cómo demonios piensan que estuvo bien venir aquí…?
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Página
―¡Mira! ―Kylie alzó el teléfono―. Aquí está la foto del propietario de la
funeraria. Tomas Ayala tiene al menos noventa. No teníamos idea que había
muerto y su malvado hijastro se había hecho cargo.
Burnett miró la pantalla de teléfono, pero no pareció convencido.
―Vinieron a un negocio sin registrar manejado por vampiros…
―Y eso está mal, ¿cómo? ―preguntó Della―. En un año, estaremos
dejando Shadow Falls y vamos a vivir en el mundo normal. Es un mundo donde
otro paranormales viven. Y sorpresa, no todos están registrados. ¿Qué esperas
que hagamos? ¿Nunca abandonar nuestros hogares? El objetivo de Shadow Falls
es enseñarnos a sobrevivir en el mundo normal, y lo que realmente te pone loco
no es que hayamos sobrevivido, sino que atrapamos a los chicos malos.
―Deberías haber venido a mí con tus preocupaciones por tu primo ―dijo
Burnett.
Della sacudió la cabeza.
―La última vez que lo mencioné, me preguntaste su edad. Y sé por qué lo
hiciste, también. Porque si tenía dieciocho, tendrías que haber puesto su nombre
como posible renegado.
La boca de Burnett se apretó antes de hablar.
―Si es un adulto, tiene que estar registrado.
―En un mundo perfecto, sí, pero este mundo no es perfecto.
―Lo sé, maldita sea, razón por la cual me preocupo por ustedes tres
corriendo por ahí metiendo sus narices en cosas de las que podrían resultar
muertas.
Della se levantó de un salto del sofá.
―Sé que te preocupas por nosotras. Pero lo llevas demasiado lejos. Y no
eres tan severo con los otros estudiantes varones. No somos débiles. Acabamos
de probártelo, y sin embargo te niegas a ver la bola de canguros como evidencia.
Él apretó los dientes, los músculos de su mandíbula tensándose. Pero Della
vio algo en sus ojos. Comprensión. Puede que ella no hubiera ganado esta guerra
con él, pero había ganado la batalla. Y considerando que era en contra de Burnett,
eso era algo de lo que estar orgullosa.
Él suspiró.
―Regresemos a Shadow Falls.
―No ―dijo Della―. Nos quedamos en la casa de Kylie por el fin de semana.
Ya estuviste de acuerdo con eso.
Sus ojos brillaron, pero soltó un profundo puff de aire frustrado.
―Bien. Pero tengan cuidado, por Dios santo.
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―Lo tendremos. ―Della sonrió, sintiéndose victoriosa―. Gracias ―dijo, y
Miranda y Kylie se pusieron de pie.
Casi estaban en la puerta, cuando Burnett agregó:
―Lo hicieron bien. Todas. Este chico, Craig Anthony, ha estado en el radar
del FRU por varios años, pero no hemos sido capaces de conectarlo con ninguno
de los crímenes.
Todas se dieron la vuelta y miraron a Burnett. Parecía como si le costara
decir esto. Le costara admitir que las tres chicas habían hecho algo que los agentes
normales del FRU no habían sido capaces de lograr. Y sin embargo, lo dijo de
todos modos. Como dijo Kylie, Burnett generalmente entraba en razón.
―Gracias ―dijo Della.
―Te quiero, hombre. ―Miranda corrió y le dio un abrazo. Burnett se puso
rígido, pero no la detuvo.
―Por favor, permanezcan a salvo ―les dijo a todas cuando Miranda no lo
soltó.
Della comenzó a alejarse con Kylie y Miranda, pero Burnett dijo:
―Della, ¿puedo hablar contigo por un segundo?
Oh, mierda. ¿Seguía en problemas? Gesticuló para que Kylie y Miranda se
fueran.
―¿Sí? ―preguntó Della.
―Tengo algo de información sobre la pareja asesinada. La próxima semana,
te enviare a hacer algo de trabajos en el caso.
Della asintió. El orgullo la hizo sonreír.
―Lo apreciaría. ¿Deberías regresar ahora?
―No, puede esperar hasta mañana.
Ella se quedó sonriendo, dándose cuenta de que ese día no sólo le había
brindado información respecto a su tío, sino que se ganó de nuevo la confianza
de Burnett.
―Puedes irte ahora.
―Sí. ―Comenzó a salir, pero se dio la vuelta―. Gracias.
Él asintió.
Cuando Della se metió en el auto de Kylie, Burnett se paró en la acera,
observándolas como un padre preocupado.
Cuando se detuvieron en el primer semáforo rojo, Miranda, que había
tomado el asiento trasero esta vez, se inclinó hacia delante.
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―¿Conocen más chicos malos de los que encargarnos? Creo que podría
acostumbrarme a esta rutina de atrapar criminales. ¿Vieron lo sorprendido que
ese brujo estaba de que haya convertido a esos cinco chicos al mismo tiempo?
¿Soy buena o qué?
Della le lanzó a la bruja una sonrisa. Merecía regodearse un poco.
―Lo fuiste ―dijo Della.
―Tu madre habría estado orgullosa ―agregó Kylie.
Miranda sonrió.
―Lo habría estado, ¿cierto? Ojalá pudiera hacer esto en las competencias.
Kylie comenzó a hablar sobre pasar por el centro comercial mientras los
pensamientos de Della giraron a conseguir una segunda oportunidad de trabajar
en un caso del FRU. Conseguirle justicia a Lorraine.
Mientras Della mentalmente reflexionaba sobre los detalles del caso, Kylie
se dirigió a ella.
―Aquí.
―¿Qué? ―preguntó Della, mirando a la camaleón conduciendo con una
mano y tendiéndole algo.
―Te está sangrando la nariz. Toma el pañuelo.
Antes de que Della se llevara el papel a la nariz, un par de plumas flotaron
frente a su cara y se pegaron a su labio superior.
Cuando las retiró, estaban con sangre. Y eso parecía súper extraño.
Un escalofrío recorrió su columna.
De repente, Kylie apretó los frenos. El coche viró, luego se sacudió hasta
detenerse.
―¿Qué? ―dijo Della, alzando la mirada, no viendo un auto o cualquier otra
razón para frenar.
―El fantasma. ―Kylie sonó asustada.
―¿Lo viste? ―Della contuvo el aliento.
―Yo… le pasé por encima. ―Kylie se mordió el labio―. No me gusta pasar
por encima de las cosas, incluso fantasmas.
Todas se dieron la vuelta en sus asientos y miraron atrás. No había nada en
la carretera. Por supuesto que no había nada. Un auto azul se detuvo detrás de
ellas.
―Pero, ¿lo viste? ―Della se volvió hacia Kylie.
―No le pude echar un buen vistazo, apareció justo antes… de pasarle
encima. ―Kylie comenzó a conducir, pero sus manos temblaron sobre el volante.
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La camaleón respiró hondo, luego miró a Della.
―No sé si era hombre o mujer, pero… vi algo de negro.
―¿Negro?
―Cabello negro. De verdad negro. Y brilloso.
―¿Como si pudiera ser asiático?
Kylie asintió.
―Lo lamento, Della, pero tiene que ser tu tío o tu tía.
Della miró por la ventana, observando los negocios pasar en un borrón, sus
emociones igual de distorsionadas. ¿Era tonto sentir pena por alguien que no
conocía?
―¿Cómo logramos que el fantasma nos hable?
―No lo haces ―dijo Kylie―. Ellos hablan cuando están listos. Puedes
hablarles cuando los sientas, o en tu caso, cuando las plumas aparezcan, pero este
no permanece cerca el tiempo suficiente para dejarnos hablarle.
―Entonces, ¿no puedo hacer nada por descubrir qué demonios quiere o
quién es?
―Prácticamente ―dijo Kylie―. Lo siento.

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Página
Traducido por Apolineah17
Corregido por Nanis

E
sa noche, Della yacía en la cama de Kylie atrapada entre Miranda y
Kylie.
Antes, se habían detenido en un centro comercial y habían entrado
y salido, así Kylie podía decirle a su mamá que habían ido. Cuando llegaron a
casa, la mamá de Kylie las llevó a comer. Della ordenó sopa de cebolla francesa,
su comida humana favorita. Mientras comían, la Sra. Galen acribillaba a Miranda
y a Della con preguntas sobre sus padres. La intención de la mujer no era ser
hiriente, pero hablar de su mamá, su papá y su hermana hacían difícil incluso
tragar la sopa más allá del nudo en su garganta.
―Me sorprende que tu mamá no haya llamado para reportarse ―le había
dicho a Della―. Quiero decir, desde que hablé con ella esa única vez.
Della no estaba sorprendida.
Cuando habían llegado a casa, la Sra. Galen se retiró a su habitación.
―Lo siento por el interrogatorio ―había dicho Kylie.
―Todos los padres hacen eso ―dijo Miranda.
―No es nada ―mintió Della, y entonces agarraron refrescos y fueron a la
habitación de Kylie y vieron una película vieja, Cómo Perder a un Hombre en Diez
Días. Una película con algunos consejos a los que Della probablemente debería
prestar atención. Por otro lado, no quería perder a Steve, ¿o sí?
Apagaron la luz un poco después de las once, pero ninguna de ellas podía
dormir. Sin duda el día las había dejado con mucho que pensar.
Especialmente a Della.
Ignorando el todavía presente dolor de cabeza, se quedó mirando fijamente
el ventilador del techo. La mente de Della dando vueltas con preguntas. La gran
pregunta siendo, ¿cómo demonios iba a encontrar a Chan? Quería saber si él
sabía algo sobre su tío y su tía. Quería saber si él estaba bien. Incluso intentó
llamar a su amigo, Kevin Miller, de nuevo. Él no había respondido, así que había
dejado un mensaje. Le dijo que estaba en Houston y le preguntó si había
averiguado algo acerca de dónde era la reunión de Crimson Blood. Él no había
regresado la llamada.
La mirada de Della se desplazó hacia la ventana. Podía salir esta noche y
hacer su propia búsqueda de la pandilla Crimson Blood. No era tan difícil
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Página
olfatear a otro vampiro. Seguramente, una vampiro callejera sabía algo acerca de
la pandilla. Pero entonces realmente estaría rompiendo la promesa a Holiday de
no correr ningún riesgo. Una cosa era tratar de hablar con algún viejo vampiro…
y otra era ir a buscar a una pandilla, una de la que no sabía mucho.
¿Estaba tan desesperada como para romper esa promesa a Holiday? ¿Para
posiblemente enfurecer a Burnett y tenerlo reconsiderando su trabajo en el caso?
De verdad quería trabajar en ese caso. Su mente evocó la imagen de Lorraine de
nuevo, acostada en su ataúd, tan fría, tan muerta. El pensamiento le dio a Della
un escalofrío. Tiró de la manta hacia arriba un poco para luchar contra el frío e
intentó pensar en algo agradable.
Desafortunadamente sus pensamientos volvieron a Chan y cómo la había
ayudado a través de la conversión. Y ella ni siquiera había tomado su maldita
llamada. Tal vez hacer enojar a Holiday y a Burnett valdría la pena para ayudar
a su primo. Pero esta vez sola. No quería arrastrar a Kylie y a Miranda en esto.
Cerrando los ojos, escuchó los latidos del corazón de sus dos amigas.
Todavía no estaban dormidas. Tendría que esperar para escabullirse.
Miranda se removió en el colchón. Dejó escapar un gran suspiro y se sentó.
―¿Puedo preguntarles algo?
Della parpadeó cuando encendió la lámpara.
―Si decimos no, ¿eso te detendría? Kylie le dio un codazo.
―No hablaba en serio ―dijo Della.
―Pregunta ―dijo Kylie.
La bruja tiró de sus rodillas hacia su pecho.
―¿Cómo es?
―¿Como es qué? ―preguntó Della, pero tenía miedo de ya saber.
―Ya sabes, el sexo.
Síp, eso es lo que Della estaba temerosa a lo que se refería.
―No la charla de sexo, ¿por favor? ―Della dejó caer su brazo sobre sus ojos.
Y eso le valió otro codazo en las costillas por parte de Kylie.
Kylie se sentó.
―Tengo todo un cajón de folletos si te gustaría leerlos.
―No quiero leer sobre ello. Quiero que me cuenten sobre eso.
Della se sentó.
―Muy bien, aquí está lo básico. Te desnudas y la lengüeta A entra en la
ranura B.
Kylie se rió entre dientes y Miranda gruñó.
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Página
―Lo digo en serio. Va a suceder pronto y sólo quiero estar preparada.
―¿Qué quieres saber? ―preguntó Kylie.
―¿Es cierto que duele al principio?
―Lo hizo la primera vez ―dijo Kylie.
Miranda miró a Della como si necesitara ambas contribuciones. Della
asintió.
―¿Valió la pena? ―preguntó Miranda.
―Sí ―dijo Kylie―. Es increíble. Cuando estamos juntos, es emocionante y
romántico, y me siento tan cercana a él. ―Suspiró―. Lo admitiré, fue vergonzoso
al principio. Y a veces todavía lo es. ―Sonrió―. Todavía me sonrojo cuando me
ve desnuda, pero se siente bien. Realmente creo que es la forma más pura de
compartir tu amor. Pero estaba segura de que él era el chico correcto antes de que
sucediera.
¿Valió la pena? La pregunta rodó alrededor del cerebro de Della, y sabía que
Miranda iba a esperar que Della respondiera. Era una pregunta que se había
hecho a sí misma recientemente. Una pregunta que todavía tenía que responder.
Miranda miró a Della.
La emoción creció en su pecho. Ella le había dado todo a su exnovio Lee y
él la había abandonado. En menos de tres meses, estaba comprometido con
alguien más. ¿Cómo podría haber valido la pena darle su corazón y su cuerpo a
él?
―No, no valió la pena ―dijo Della―. No me malinterpretes. No estoy
diciendo que no duermas con Perry. Sólo creo que necesitas estar realmente
segura de que el chico al que le estás dando esa parte de ti es el chico correcto.
―Creo que Perry es el correcto ―dijo Miranda―. Lo amo.
―Pensé que Lee también era el correcto ―dijo Della―. Y no estoy diciendo
que el chico correcto tenga que ser el único, o el chico con el que te cases. Pero no
debería ser alguien que pudiera simplemente alejarse tan fácilmente. Eso me hace
sentir como si no fuera tan especial para él como él lo fue para mí. Todavía me
siento engañada y furiosa. Me gustaría que pudiera recuperarlo. ―Emoción sonó
en su voz y tragó saliva.
Kylie tocó el brazo de Della y el cálido consuelo generado por su contacto
le dijo que la camaleón se había convertido en fae.
―Holiday medio dijo lo mismo ―añadió Kylie―. Dijo que había dormido
con varios chicos, y un par de esos recuerdos eran como tatuajes que no podía
eliminar. Así que creo que el consejo de Della es bueno. Sólo asegúrate que sin
importar lo que pase, Perry es lo suficientemente especial para ti que no te
arrepentirás. Incluso si lo peor sucede y no permanecen juntos.
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―¿Cómo sabes que no te vas a arrepentir? ―preguntó Miranda.
―Yo… simplemente lo sentí ―dijo Kylie―. Sabía que Lucas era el elegido.
Pero… si lo estás cuestionando, diría que no estás segura.
―Eso no es lo que quería escuchar. ―Miranda se dejó caer en la cama.
―Lo siento ―dijo Della―. Probablemente debería haber mantenido la boca
cerrada.
―No, estás siendo honesta ―dijo Miranda.
Della suspiró.
―A veces la verdad apesta. ―Y no sólo estaba pensando en Lee, sino en el
fantasma siendo su tío o su tía. Y en no tener idea de cómo encontrar a Chan.
―Sí ―dijo Kylie―. Es por eso que nos tenemos la una a las otras.

El ligero zumbido envió a Della en alerta máxima. No se había dormido


todavía, yendo y viniendo sobre los pros y contras de salir a buscar a la pandilla.
Con cuidado, se deslizó fuera de la cama, agarró el teléfono, y se dirigió al
baño. Mientras cerraba la puerta, vio que eran las 2:00 a.m.
Comprobó el número. Su primera opción era que fuera Chan. Su segunda
era… Kevin Miller. Era Kevin Miller.
―Hola ―respondió, esperanzada.
―¿Della?
―Sí.
―Es Kevin.
―Lo sé, ¿encontraste a Chan?
―¿Dónde estás?
―Te lo dije en el mensaje, estoy en Houston. ―De ninguna manera le diría
la dirección de Kylie. Della apostaría que un vampiro bajo el techo de la Sra.
Galen a la vez era todo lo que la mujer podía manejar.
―Houston es grande. ¿En qué parte?
―¿Por qué?
―Estoy aquí. Y… más o menos tengo noticias.
―¿Qué?
―Creo que deberíamos encontrarnos.
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―¿Por qué?
―¿Quieres la información o no? ―espetó.
Tiempo de decisión. Mierda. Mierda. Mierda. Recordó a Chan cuidando de
ella cuando se había convertido, secándole la frente con un paño húmedo,
diciéndole que no podía morir. Tenía que hacerlo.
―¿Dónde quieres que nos encontremos?

Della aterrizó en el parque al noroeste de Houston donde Kevin había


sugerido. Sólo estaba a dieciséis kilómetros de la casa de Kylie, pero ya iba tarde.
Miranda se había movido cuando fue a cambiarse de ropa, así que había esperado
un par de minutos para dejar que la bruja se durmiera de nuevo.
Estaba oscuro en el parque. Muchos pinos escondían lo plateado de la luna.
Inhaló profundamente, viendo si él estaba aquí. No captó ningún olor. Mirando
alrededor, confirmó su objetivo: Conseguir la información sobre Chan y largarse.
Con suerte, sin Kylie o Miranda incluso sabiendo que se había marchado,
especialmente sin Holiday o Burnett sabiendo sobre su pequeño viaje.
Sacó su teléfono y comprobó la hora. ¿Él ya había aparecido y se había
marchado? Escuchó la noche. Silencio. Demasiado silencio.
Iba a darle cinco minutos para aparecer y entonces se iba a ir de aquí.
―Te tomó un tiempo. ―La voz venía desde detrás de ella e hizo eco en la
oscuridad de la noche.
Se quedó sin aliento. ¡Maldición! Sus sentidos estaban apagados de nuevo.
Había considerado dar la vuelta alrededor del parque para ver si podía ver a
alguien. Pero debido a que había llegado tarde, había terminado confiando en
sus sentidos. Un error.
¿Qué iba a costarle?
Eliminando toda la conmoción de su expresión, se dio la vuelta, los tacones
de sus botas haciendo hendiduras en la tierra húmeda bajo una capa de agujas
de pino. Miró en la dirección en la que había escuchado la voz. No vio nada más
que un grupo de pinos altos, cerniéndose sobre la tierra como si mantuviera la
guardia.
A partir de ahora tenía que ser extra cuidadosa. Podía haber caminado
directamente hacia una emboscada. O tal vez lo hizo. Con al menos ocho pinos
en la maleza, y más rodeándola, renegados podrían estar escondiéndose. Tomó
otra respiración, comprobando el aire de la noche en busca de olores.
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Página
Sólo uno. O eso es lo que sus sentidos le dijeron. Pero, ¿podía confiar en
ellos?
Infiernos, no. Se tensó, lista para luchar si lo necesitaba.
Un repentino chasquido de una ramita llenó la oscuridad. Una nube se
debería haber movido porque el resplandor de la luna salió a jugar y tocó el suelo
cubierto de agujas.
Otra pisada casi silenciosa vino de la misma dirección.
Afortunadamente, sólo un hombre salió detrás de un árbol. Y con el
resplandor de la luna lo distinguió. Rubio, de ojos claros. Le recordó a Chris de
Shadow Falls. Más pequeño. Probablemente sólo cinco u ocho años, y delgado.
Podría tomarlo si tenía que hacerlo.
Tal como ella lo comprobaba, notó a él haciendo lo mismo. Las
probabilidades eran, sin embargo, que él la subestimaba. Ella era más fuerte de
lo que parecía.
―No te acuerdas de mí, ¿verdad? ―preguntó.
Della tomó otra profunda respiración, y esta vez reconoció su olor.
―Vagamente. Debe haber sido justo después de que fui convertida.
Él la siguió mirando.
―Chan te trajo. Estabas bastante fuera de ti. ―Su mirada se movió sobre
ella, esta vez comprobándola de una manera diferente. De una forma masculina.
¿Había actuado de manera inapropiada cuando lo conoció? Dios, esperaba
que no.
Él dio un par de pasos más cerca.
Ella levantó la barbilla un poco.
―Ya no estoy fuera de mí.
―Puedes relajarte, no estoy aquí para causar problemas.
―Correcto ―dijo, como si creyera su palabra―. Estás aquí para darme
información de Chan. ¿Dónde está?
Él miró hacia el suelo y pateó algún grupo de agujas de pino. El verde olor
terroso se elevó hacia su nariz. A lo lejos escuchó la llamada de un ave. El solitario
sonido pareció rebotar contra los árboles, y Della sintió el frío aire de octubre
filtrarse debajo de su camiseta larga y negra.
―Es por eso que te traje aquí ―dijo.
―¿Qué se supone que significa eso? ―preguntó, tratando de ignorar el frío
y lo que significaba, que su temperatura seguía elevándose.
―Sé que no lo creerías. Yo no quería creerlo.
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Empezó a tener un realmente mal presentimiento.
―¿Creer qué?
―Sabía que tendrías que verlo, así que yo…
―¿Qué? ―Dio un paso amenazante hacia adelante.
Él no se retiró. Miró directamente hacia ella, no con desafío o amenaza.
Empatía brillo en sus ojos azules.
―Chan está muerto.
―No. ―Se enfureció Della―. Lo vi justo la otra noche.
―No, no lo hiciste. No podía haber sido él. Él murió hace diez días. Acabo
de enterarme esta noche.
―Eso no puede ser cierto. Yo… ―Dolor, agudo y amargo dolor, raspó
contra su corazón; entonces algo más rozó contra su mejilla. Levantó la mano
para atrapar al mosquito en su puño. Pero cuando abrió la mano, en su lugar
había atrapado una pluma.
El dolor punzando dentro de ella se incrementó y le hizo difícil respirar.
Chan estaba muerto.
Chan se había ido.
Lo había decepcionado. Él la había ayudado cuando lo había necesitado, y
ella le había fallado.

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Traducido por LizC y âmenoire
Corregido por Nanis

―S
abía que no me creerías, así que hice que lo desenterraran.
―Kevin dio un paso y luego miró hacia atrás―. Quieres
verlo, ¿no?
No. No quiero verlo. Della lo siguió de todos modos. Tal vez como
autocastigo. Tal vez porque todavía había un poco de incredulidad en su interior.
Él la llevó detrás de los árboles a un claro. La luz de la luna golpeaba en una
lona cubriendo algo.
Algo que parecía podía ser un cuerpo. Al lado de la lona había un agujero
en el suelo. El pecho de Della se tornó más apretado y su visión borrosa.
Kevin se inclinó y retiró la pieza de plástico.
Esperó ser asaltada por el olor de la muerte. Pero ningún olor llegó a su
nariz. Ni siquiera el olor de Chan. Esperaba ver un cuerpo hinchado y decadente.
Tal vez una herida diciéndole cómo había muerto. Estaba equivocada.
Parpadeó las lágrimas de sus ojos. Era Chan. Chan, no hinchado. Chan no
decadente. Chan sin heridas abiertas o signo de cómo había muerto. Sólo era su
cuerpo tendido allí, sin respirar. Su cara sucia. Su ropa sucia.
Chan… muerto.
―¿Cómo… quién hizo esto? ¿Qué pasó? ―Apenas pudo hablar, la emoción
engrosando sus amígdalas.
―Nadie lo hizo ―dijo él―. Cuando se fue a Texas, no se estaba sintiendo
bien. Dijeron que enfermó más, y luego le salió una erupción extraña en la
espalda, y entonces hace unos diez días murió. Sólo murió. Es una locura. Los
vampiros casi nunca se enferman.
―¿Pero cómo…? ―No pudo terminar la pregunta.
―La pandilla lo enterró aquí ―terminó Kevin―. Sabían que él había
fingido su muerte, de modo que pensaron que no tenían a nadie que avisar.
El nudo en la garganta de Della duplicó en tamaño junto con el dolor en su
corazón. Chan había estado enfermo. Él la había llamado y ella no había
regresado su llamada. ¿Qué tipo de prima hacía eso?
Su mente creó la visión prístina del cuerpo de Lorraine en el ataúd. Cayó de
rodillas y sacudió un poco la suciedad de la cara de su primo; entonces dejó caer
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la barbilla en el pecho y sollozó. No le importaba si Kevin la miraba, o creyera
que era débil. Su corazón se estaba rompiendo y no le podía importar menos
cómo se veía.

Della había dejado de llorar, pero no se había movido del lado de Chan
cuando Burnett apareció. Había despedido a Kevin y llamó a Burnett para decirle
que había encontrado a su primo y que estaba muerto. Quería enterrar a Chan en
una tumba con su lápida, aquella en la que sus padres pensaban que habían
puesto a su hijo hace casi dos años. Y ya que no creía que pudiera lograr eso,
llamó a alguien que pudiera.
Claro, Burnett probablemente le daría un sermón por estar aquí, incluso
podría impedirle trabajar nunca más para el FRU, pero en este momento no le
importaba. Había defraudado a Chan, pero lo menos que podía hacer era poner
su cuerpo a donde realmente pertenecía.
Burnett no habló; simplemente se acercó y se arrodilló a su lado. Puso su
mano en su hombro y ella se quedó sin aliento.
―¿Qué pasó? ―preguntó, sin ira en su tono, sólo preocupación.
Le tomó un segundo tragarse las lágrimas de su garganta para responder.
―Él vino aquí y se unió a una banda, Crimson Blood. Dicen que murió. Sólo
murió. ―Parpadeó―. Dijeron que fue hace diez días, pero no podría haber sido.
No se ve… como si llevara muerto diez días. ―Y lo había visto. Lo había visto en
la valla. ¿Era posible que…?
―Podrían estar diciendo la verdad. El virus V-uno retrasa cualquier forma
de declive en nosotros. Puede llevar hasta dos semanas antes de que nuestros
cuerpos comiencen a descomponerse. Pero vamos a hacer una autopsia. Si hay
algún juego sucio involucrado, sabes que voy a hacer mi mejor esfuerzo para
capturar a los responsables.
Ella asintió. Y de repente no pudo detener las lágrimas.
―Él me llamo. Me llamó hace un par de semanas y yo no lo llamé de vuelta.
―No podías haber sabido que esto iba a suceder ―dijo, y luego se puso de
pie―. Vamos, te llevaré de vuelta a Shadow Falls. Holiday está preocupada por
ti.
También se puso de pie y luego se detuvo.
―No, yo… Kylie y Miranda ni siquiera saben que me he ido.
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―Voy a llamarlas y hacerles saber lo que pasó y que estás bien. Un equipo
va a venir en cualquier momento para encargarse del cuerpo. Tenemos que
hacerlo antes de que salga la luz.
Della miró por última vez a Chan, sabiendo que nunca volvería a ver su
rostro de nuevo. Nunca lo iba a ver sonreír esa sonrisa tonta peculiar otra vez.
Pero cuando empezó a caminar con Burnett, se dio cuenta que estaba
equivocada. Chan estaba de pie observándola detrás de un árbol. Y no estaba
solo. Alguien estaba con él, medio escondido. Chan le hizo un gesto. Tenía una
sonrisa triste en su rostro. Los pasos de Della vacilaron.
Lo siento. Lo siento tanto, Chan.
―¿Estás bien? ―preguntó Burnett.
―Sí ―dijo―. Sólo pensé… ―Cuando miró hacia atrás, Chan se había ido.
―Pensaste, ¿qué?
Creí ver un fantasma.
―Nada, estoy cansada.
Pero no estaba tan cansada. Estaba viendo fantasmas. ¿Cómo diablos era
eso posible?

A las diez de la mañana, Della estaba sentada sola en la mesa de la cocina


en su cabaña. Con la falta de sueño y la sensación de estar muriendo por dentro,
encontró que incluso dolía al respirar. Antes, había hablado con Kylie y Miranda
brevemente y les dijo que les explicaría más tarde. Estarían allí después del
almuerzo, lo que le daba un par de horas para prepararse para contar la historia
una vez más.
También se había enterado que Steve había vuelto ayer a la oficina del
veterinario. Lo que explicaba por qué él no estaba aquí cuando ella apareció.
Apostaría a que Jessie estaba feliz.
Holiday había pasado varias horas aquí consolándola y ofreciendo cálidos
toques reconfortantes. Pero su consuelo no duró. Incluso Holiday dijo que la pena
era la única emoción sobre la cual el toque de las hadas tenía un efecto menor.
Pero Della no estaba segura qué emoción sentía más. Pena o culpa.
Y el líder del campamento también lo percibió. Ya se lo había dicho a Della
una vez, y lo dijo una docena de veces… no era culpa de Della no hablar con
Chan.
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Pero Della no se lo tragó. Quizás Steve y su amigo médico podrían haber
hecho algo. O tal vez podría haber hecho que Kylie sanara a Chan. Si hubiera
devuelto la llamada.
¿Si? ¿Si? ¿Si? ¿Por qué demonios no le había devuelto la llamada?
Casi le había dicho a Holiday acerca de ver a Chan en la valla y de nuevo
esta noche, pero en el último momento decidió esperar y preguntar a Kylie al
respecto. El hecho de que pudiera ver fantasmas debería haberla aterrado, y tal
vez así sería cuando no estuviera ahogándose en las otras emociones.
Después que Holiday se fue, Jenny vino. Ella había querido entrar y ofrecer
sus condolencias, pero Della bloqueó la puerta.
―Sólo necesito estar sola.
La chica asintió, pareciendo rechazada, y se volvió para irse. La culpa
pinchó la consciencia de Della.
―¿Jenny?
Ella se dio la vuelta como si esperara que Della hubiera cambiado de
opinión. Por supuesto, no lo había hecho.
―Gracias por entender.
La chica asintió, subió corriendo las escaleras, y la abrazó.
―Sé que no soy tan increíble como Kylie, pero pienso en ti como mi amiga.
Y sé que debes estar sufriendo y quiero que sepas que me importa. Me gustaría
poder convertirme en un hada como Kylie puede, y tomar un poco de tu dolor.
Pero aún no domino eso.
―Estoy bien, pero gracias. ―Della se obligó a decir lo correcto. No sólo
porque habría sido grosero hacer otra cosa, sino porque en realidad le agradaba
Jenny. Y a través de las lágrimas indeseadas, observó a la chica irse. Finalmente
sola otra vez, Della volvió y se dejó caer en la mesa de la cocina. Escuchó el
mensaje de Chan una docena de veces, y cada vez dolió más que la anterior.
Miró a su teléfono sobre la mesa. Una parte de ella decía que debería llamar
a Steve. Le había dicho ayer que lo haría. Pero si lo llamaba ahora podría
comenzar a llorar. Ya no quería llorar más.
Lo que quería hacer era llegar a su pecho y sacar todo el dolor. Quería ir
atrás en el tiempo y hacer las cosas de manera diferente. Llamar a Chan de vuelta.
Nunca acostarse con Lee. Hacer que su padre la amara un poco más para que así
no le diera la espalda.
Oyó unos pasos avanzando hacia su cabaña. ¿Steve había escuchado la
noticia y vino? Su corazón ansiaba tenerlo aquí.
Así que inhaló. No era Steve.
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Página
El aroma de Chase llenó su nariz, un olor que de nuevo hormigueó en su
memoria. Estaba absolutamente segura que no quería tratar con él. En ese
momento recordó su teoría de que Chase se había reunido con Chan. Era evidente
que se había equivocado.
Llamaron a la puerta de su cabaña. ¿Por qué había venido hasta aquí?
―Vete ―dijo, con la cabeza gacha, mirando a sus manos entrelazadas.
Podía oír la efervescencia de una Coca Cola de dieta que había abierto pero no
había bebido. Casi sentía la misma efervescencia dentro de su cabeza, dentro de
su corazón.
La puerta de la cabaña se abrió y olió y oyó al vampiro de cabello negro dar
unos pasos en el interior.
No levantó la vista.
―Dije…
―Lo sé, he oído lo que dijiste.
Finalmente levantó la vista. Él se quedó mirándola fijamente, con los brazos
cruzados sobre el pecho, su postura haciendo una declaración de desafío.
Y sin embargo, entraste de todos modos. Esta era la razón por la que el chico la
enfurecía.
―Vete ―dijo enfurecida. Tenía demasiado en su plato para tener que lidiar
con él.
―Me enteré de tu primo. Sólo quería decir que… lo siento.
Su pecho se apretó.
―Bien, ya lo dijiste. Ahora vete.
Dio unos pasos más en el interior.
―No tienes que sentarte aquí. Tienes que ir a correr, moverte. Gastar un
poco de energía. Te ayudará con… todo ―añadió.
―¡Tú no sabes lo que necesito! ―espetó, y se sintió bien tener un objetivo
que no fuera ella misma para apuntar su ira.
―Sí. Lo sé… ―Hizo una pausa―. Sé cómo te…
―¿Cómo qué? No te atrevas a decirme que sabes cómo me siento. No tienes
ni idea de lo que siento. No me conoces, eres sólo… ―Un loco vampiro mentiroso
que sé que ya he conocido, pero no lo recuerdo―. ¡Vete, maldita sea! ―gruñó y le
mostró sus colmillos.
Aun así, no se movió. ¿Iba a tener que patearle el culo?
―Mira, perdí a toda mi familia en un día. Mi padre, mi madre, mi hermana.
Infiernos, lo único que me quedaba era Buster. Mi perro… así que, sí, sé cómo te
sientes. Y sé que simplemente sentarse en esa mesa dejando que la pena te
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Página
consuma no va a ayudar. Lo que sí te va a ayudar es moverte. Gastar algo de
energía. Eso te ayudará a lidiar con el dolor. Así que vamos a salir a correr.
Vamos.
Ella no se movió. Su mente digiriendo lo que había dicho. Había perdido a
toda su familia. ¿Era eso una mentira?
No lo creía.
―No me hagas tener que arrastrarte de aquí ―le dijo.
Ella frunció el ceño.
―No me podrías arrastrar.
―Oh, sí podría. ―Él medio sonrió como si disfrutara del desafío―. Vamos.
Te prometo que va a ayudar.
Tragándose su orgullo, asintió.
―Bien ―soltó. Y él ya estaba justo detrás de ella.
Al principio, mantuvo sus pies en el suelo. Las pisadas duras contra la tierra
sólida se sentían bien. Se forzó a sí misma, yendo más y más rápido, hasta que se
encontró en pleno vuelo. Pero la resistencia que le tomó para mantenerse en
movimiento, y avanzando rápidamente, era extrema. Su intención no era que
fuera una carrera, pero se convirtió en una. Lo adelantaba, y él se movía más
rápido. La energía de la sobrecarga emocional alimentó su velocidad.
Pero sin importar lo rápido que iba, nunca fue más de unos pocos metros
delante de él. Cada vez que él la pasaba, echaba una mirada hacia atrás como si
la retara. Y ella mordía el anzuelo, cada una de las veces.
¿Qué tan rápido era este tipo? ¿Tan rápido como Burnett?
Nunca abandonaron la propiedad de Shadow Falls. Perdió la cuenta de las
veces que lo rodearon. Las copas de los árboles apareciendo en un borrón
mientras ella se movía. Ni siquiera estaba segura de cuánto tiempo habían estado
en esto, sólo siguió su camino. Toda su atención se fue volando, y el dolor en su
corazón, la pena y el lamento, finalmente disminuyó.
Maldita sea, Chase había tenido razón. Esto estaba ayudando.
Pero, ¿cuánto tiempo podía mantener el ritmo? ¿Cuánto tiempo podría
empujarse hasta el extremo? Mientras pudiera, pensó. Pero después de otros cinco
minutos, cedió y admitió que él había ganado. Disminuyendo la velocidad,
aterrizó cerca del lago. Su descenso no fue bonito. Golpeó el suelo, perdió el
equilibrio y rodó.
Antes de poder detenerse por completo, él la atrapó y la puso de pie.
―Estoy bien ―trató de decirle, pero no pudo empujar las palabras ya que
todavía estaba tratando de tomar aliento.
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Se dobló por la cintura, sus pulmones trabajando tiempo extra para jalar el
tan necesitado oxígeno. Justo cuando finalmente recuperó su aliento, su
estómago se revolvió. Incapaz de detenerlo, vomitó y perdió el contenido de su
estómago. Lo perdió todo sobre los pies de Chase.
Por razones que no entendía, lo encontró divertido. Se limpió la boca y se
levantó. La expresión sobre el rostro de él, mirando sus botas cubiertas en vómito,
lo hizo más divertido. La risa salió por su boca antes de que pudiera detenerla.
La mirada de él se levantó.
―Eso sí que es asqueroso ―dijo. Sus ojos verdes bailaban con humor
mientras sus labios dieron paso a una sonrisa―. ¿Te sientes mejor? ―preguntó,
sonando genuinamente preocupado.
―Sí ―admitió, dándole el crédito que merecía. Oh, todavía no le gusta o
confiaba en él, pero era una persona lo suficientemente grande como para admitir
que él había estado en lo cierto.
Comenzó a limpiar la parte superior de sus zapatos frotándolos sobre la
hierba. Cuando se detuvo, levantó la mirada.
―Debes correr así dos veces al día. Corre hasta que te enfermes. Es lo que
necesitas en este momento.
Todo el humor fue succionado justo en ese momento. Recordó lo que le
había dicho acerca de su familia.
―¿Qué sucedió? ―preguntó antes de poder detenerse.
―Cuando te empujas por encima del límite, a menudo pierdes tus galletas.
―Sonrió, pero salió forzada―. Justo sucede que acabas de perder las tuyas sobre
mis botas.
―No, sobre tu familia ―dijo, pero tenía la sospecha de que él sabía lo que
había querido decir todo el tiempo y solo no estaba dispuesto a hablar de ello.
Ella debería entender eso. No era como si no tuviera su propia caja de
Pandora con secretos. Pero si él no hubiera querido que ella preguntara, nunca
debería haber dicho nada. ¿Entonces por qué le había dicho?
Oh, sí, para conseguir que corriera. Pero, ¿por qué? ¿Por qué le importaba?
No tenía ni pizca de sentido.
―Te dije ―dijo, y miré hacia el lago―. Murieron.
―¿Cómo? ―pregunté.
―Toma treinta vueltas más conmigo y te lo diré.
―Eso está bien ―dijo, dándose cuenta que no debería haber preguntado.
No sólo debía respetar su necesidad de privacidad, sino que no quería saber más
sobre él. Saber más sobre una persona solo abre las puertas a amistades y
relaciones. Mira a Jenny. Della no había querido formar ningún vínculo y sin
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Página
embargo de alguna manera habían sido formados de todos modos. Incluso había
dejado que la pequeña camaleón la abrazara. Della no tenía espacio en su vida
para una persona más. No otra abrazadora y especialmente no a una persona en
quien no confiaba.
De repente, el sonido del agua llenó sus oídos. Miró hacia el bosque. ¿Estaba
escuchando el flujo de la primavera, o eran… las cataratas de nuevo? No debería
escuchar las cataratas desde aquí.
―Tengo que volver a la cabaña ―dijo, y empezó a despegar.
―¿Así puedes volver a hacer tu duelo y sentir lástima por ti misma?
Enojada porque hiciera sonar su pena tan autoindulgente, se dio la vuelta,
dio dos pasos más cerca, y gruñó.
Él no se movió, su falta de temor era una declaración. No que importara un
comino. Ella tampoco tenía miedo de él.
―No. ―Estaba furiosa―. Voy a volver porque Kylie y Miranda estarán de
vuelta en cualquier minuto.
―Bueno, entonces no estarás sola.
¿Qué pasaba con él? ¿Desde cuándo se había convertido ella en su
preocupación?
Siguió mirándolo fijamente como si la paradoja de quién era realmente
pronto se aclararía. Nada se hizo evidente. Excepto que así de cerca, su aroma
llenaba su nariz. Y su huella se registraba de nuevo como una que había sido
familiar, uno de alguna manera ligada al temor. Pero maldita sea, quería saber
dónde se había cruzado antes con este pervertido de bragas. Quería saber por
qué su instinto le decía que él estaba tramando algo.
―¿Quieres correr de nuevo esta noche? ―preguntó él.
―No. ―No contigo. ¿De dónde diablos te conozco? ¿Con quién te reúnes en la
valla en el medio de la noche? Un montón de preguntas estaban en la punta de su
lengua, pero ya había preguntado la mayoría de ellas, así que, ¿para qué
molestarse? No que dejaría de buscar respuestas. Tarde o temprano, llegaría al
fondo de esto.
―Vamos, solo corramos juntos. Digamos a eso de las tres de la mañana.
―¿Por qué haría eso?
―Porque, como dije, necesitas correr, empujarte a ti mismo para que
puedas… ¿lidiar con las cosas?
―¿Por qué te importa cómo lidié con esto?
Se apoyó sobre los talones de sus pies y metió sus pulgares en sus presillas.
―¿Todavía no has descubierto eso? Y yo que pensaba que eras inteligente.
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―¿Descubrir qué? ―¿Finalmente iba a decirle la verdad?
―Como que me gustas, Della Tsang.
―No soy tan gustable ―dijo ella.
Sonrió.
―Tengo que admitir, haces que sea difícil.

207
Página
Traducido por martinafab & Mae
Corregido por flochi

C
uando salió del bosque, Della vio a Steve sentado en el porche. Se
dirigió hacia ella, y por la empatía en su rostro, podía decir que sabía
lo de Chan.
Por un segundo, un segundo muy corto, se sintió culpable por haber corrido
con Chase. Lo dejó a un lado. No había hecho nada malo. Y si él tenía una cosa
por ella, básicamente le había dicho que se fuera al diablo.
Una vez que Steve estuvo al alcance del brazo la atrajo contra él.
Se apoyó en él, esperando que no hubiera nadie alrededor que pudiera
verlo.
―Pensé que ya te habías ido con el Dr. Whitman ―dijo, y se echó hacia
atrás. Pero justo antes de que apartara la nariz de su hombro, lo olió. Un perfume
femenino. Una chica había estado terriblemente cerca de Steve. Y apostaría a que
también conocía a la chica. A medida que los celos comenzaban a formarse, se
estrelló como un mosquito. Tenía tanto con lo que lidiar que no podía lidiar con
eso ahora. Y además, Jessie podría haberse rozado accidentalmente contra él.
Quería creer eso.
―Lo hice, pero tenía planeado volver a verte esta tarde. Entonces llamé, y
cuando no respondiste…
―No me llegó la llamada. ―Metió la mano en su bolsillo trasero. Mierda.
¿Su teléfono?―. Debo haberlo dejado aquí. ―Pero siempre lo ponía en su
bolsillo.
―Cuando no contestaste, llamé al teléfono de Kylie. Ella me dijo lo que
pasó. ―Le levantó la barbilla un centímetro para mirarla a los ojos―. ¿Por qué
no me llamaste? Habría venido inmediatamente.
Ella vio la decepción en su mirada. Parecía que siempre lo estaba
decepcionando. Sólo que no tanto como había decepcionado a Chan.
―Sabía… sabía que si te llamaba empezaría a llorar de nuevo. ―¿Por qué
Steve sacaba su lado débil? No lo sabía. No le gustaba.
Como para demostrar que tenía razón, lágrimas ardieron en sus ojos.
Comenzó a caminar hacia la cabaña. Él la siguió a su lado, tan cerca que sentía su
calor contra su cadera.
Cuando cerró la puerta, se acercó a ella de nuevo.
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―Tal vez necesitas llorar.
―No. ―Se retiró de su abrazo y se secó los ojos―. Ya he llorado. Y no va a
cambiar una maldita cosa. ―Se acercó a la mesa para comprobar y ver si su
teléfono estaba allí. No lo estaba. Probablemente lo había perdido cuando había
estado volando como una maníaca tratando de mantener el ritmo de Chase.
Sus padres la matarían si no podía encontrarlo. No, no la matarían, sólo
estarían decepcionados de ella. De nuevo.
Steve frunció el ceño.
―Dime lo que pasó.
Entonces le golpeó que su teléfono era el menor de sus problemas. Lo
buscaría más tarde, y lo encontraría o no.
Se dejó caer en el sofá. La pieza de mobiliario mullido suspiró, un suave
sonido triste. O tal vez todo sonaba triste para ella hoy.
Steve se sentó a su lado y puso su brazo alrededor de ella. El olor del
perfume aferrándose a su camiseta le llenó la nariz de nuevo. ¿Iba a perder a
Steve por la rubia alegre?
Della despachó ese pensamiento y le contó lo sucedido con Chan. A pesar
de no querer, cuando llegó a la parte de ver a Chan, su rostro cubierto
parcialmente de tierra, sintió unas cuantas lágrimas resbalando por sus mejillas.
―He estado tan obsesionada con tratar de encontrar a mi tío y tía, que no
me detuve a darme cuenta que había estado descuidando al miembro de la
familia de vampiros que tenía. ¿Cómo demonios he podido estar tan ciega?
Su brazo se apretó alrededor de ella.
―En primer lugar, no estabas descuidando a Chan. Me has dicho decenas
de veces que le rogaste que viniera a Shadow Falls. Lo intentaste, Della. Además,
me acabas de decir que te dijo que no era importante. Y buscar a tu tío, que era el
gemelo de tu padre, es… bueno, esa eres tú queriendo volver a conectar con tu
padre. Es comprensible que te sientas más fuerte acerca de conectar con él.
Sus palabras tenían sentido. Quería encontrar a su tío para llenar el vacío
que sentía con su padre. Pero que tuviera sentido no lo convertía en lo correcto.
―Él no debería haber sido más importante que Chan. Podría haberme
esforzado más. Podría haberle respondido la llamada. Cinco minutos. Eso es todo
lo que habría tomado.
Los dedos de Steve se movían por su cabello, como para calmarla.
―Esto no es tu culpa.
―Estoy segura como el infierno que se siente como si lo fuera.
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―Eso es porque te importa y porque estás enojada por su muerte. Lo más
loco es que por lo general cuando eres culpable tiendes a echar la culpa a otras
personas. Cuando no eres culpable te culpas a ti mismo.
Ella apoyó la cabeza en su hombro, escuchando el latido de su corazón. Otro
sonido rítmico llenaba el fondo. Pasos. Alguien se estaba moviendo hacia la
cabaña. Oyó los pasos parar, entonces comenzaron a moverse de nuevo. Inhaló.
Oh, demonios, era Chase.
Su golpe sonó en la puerta. Se levantó y fue a abrir, lista para enviarlo a
volar y preocupada de que Steve se molestaría.
―¿Sí?
Él la miró y luego su mirada se levantó por encima de su hombro. A Steve.
No es que Chase pudiera estar sorprendido de que Steve estuviera aquí. Tenía
que haberlo olido. ¿El vampiro había venido sólo para causar problemas? Podía
sentir a Steve mirándola desde atrás.
―Hola ―dijo Chase, reconociendo a Steve.
―Hola ―respondió Steve, pero de alguna manera esa única palabra salió
como Vete al infierno.
La mirada de Chase cayó de nuevo en ella
―Espero no estar interrumpiendo nada.
Ella le frunció el ceño.
Él no pareció verse afectado en absoluto.
―Se te cayó esto cuando estábamos en el lago. ―Extendió su teléfono.
―Gracias. ―Un susurro de alivio tuvo a su pecho aligerado durante un
segundo. Pero esa tensión que sentía irradiando de los dos chicos hizo que
despachara ese alivio. Tomó el teléfono de su mano y cerró la puerta.
Se volvió hacia Steve, sintiendo que no estaba contento. Estaba sentado,
ahuecándose las rodillas con las manos y observándola. Su expresión había
cambiado a decepción. De nuevo.
De pie en el mismo lugar, escuchó los pasos de Chase alejarse de la cabaña.
―¿Estabas con él? ―Steve se puso de pie.
―Estaba corriendo ―dijo.
―¿Con él?
La palabra "no" se formó en su lengua. Pero maldita sea, no iba a mentir.
No había estado haciendo nada malo.
―Sí. Había oído lo de Chan y se pasó y sugirió una carrera para hacerme
sentir mejor. Así que corrimos alrededor de la propiedad.
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―Así que son amigos para correr, ¿eh? ―Sus ojos se volvieron de color oro,
un signo revelador de su estado de ánimo.
―No somos amigos ―dijo con fuerza.
Steve se quedó mirando el suelo como si encontrara algo fascinante allí,
pero ella sabía que estaba perdido en sus pensamientos. Finalmente alzó la
mirada.
―Vine aquí corriendo pensando que podías necesitar un hombro en el que
apoyarte, pero parece que ya has encontrado uno.
―No es así ―le aseguró ella.
Él exhaló.
―Tomando prestadas tus palabras anteriores, “estoy seguro como el
infierno que se siente como si lo fuera”.
―No conviertas esto en algo que no es ―dijo.
―A Chase le gustas ―acusó él, como si eso fuera culpa suya.
―Todo lo que hicimos fue correr. Pasamos menos de tres minutos
hablando. No pasó nada.
―No me mientas ―dijo.
―No lo hago. ―No era tan así como para que Steve fuera tan acusador.
¿Por qué estaba tan segura de que había hecho algo? Entonces la respuesta, la
que él acababa de darle, se hizo dolorosamente clara. Lo más loco es que por lo
general cuando te sientes culpable tiendes a echarle la culpa a otras personas.
―Y a Jessie le gustas, ¿verdad? ―preguntó ella.
Un destello de culpabilidad cruzó su expresión. Una nueva ola de dolor se
apoderó de ella. ¿Por qué se sentía culpable exactamente? ¿Realmente había
ocurrido algo entre ellos?
Él cerró los ojos un segundo, luego los abrió.
―Le dije que no iba a suceder.
―¿Antes o después de que se besaran? ―le preguntó Della, ahora sabiendo
que el perfume en la camisa de Steve no había sido de un contacto accidental.
Jessie había estado en sus brazos, probablemente, apoyó la cabeza en ese lugar
de su hombro que Della amaba tanto. El dolor que sentía hizo que el recuerdo de
la pérdida de Lee volviera para atormentarla.
Steve se pasó una mano por la cara como si tratara de borrar la culpa.
Más dolor creció en su interior, llenando su pecho con culpa y dolor por la
pérdida de Chan. Ella negó con la cabeza.
―¿Sabes qué? No puedo con esto ahora mismo. Tengo demasiado en el
plato. Sólo vete.
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―Mira, Della, lo siento ―dijo él―. Ella me besó. Yo no… Sé que
probablemente no debería haber... ¡Maldita sea! Lo siento.
Oyó su remordimiento y supo que era sincero, y por alguna razón sólo dolía
más.
―¿Por qué lo sientes? ¿Qué tienes que lamentar? Tú y yo no estamos
saliendo.
Y ella necesitaba recordar eso, también. ¿Cuántas veces se había dicho a sí
misma que tenía que poner freno a esto? Bueno, los frenos estaban puestos ahora.
―No tengo ningún derecho sobre ti. No estamos juntos.
Oyó voces y pasos afuera. Voces familiares.
―Miranda y Kylie están llegando ―dijo―. Tienes que irte.
―No, tenemos que hablar.
―No puede ser posible ―dijo―. Sólo vete. No puedo manejar esto además
de todo lo demás. ―Él se quedó allí y se le quedó mirando―. Por favor ―dijo.
―Della, no quería decir… no voy a darme por vencido con nosotros.
Ella apretó sus manos en puños.
―No hay un nosotros, Steve. Nunca ha habido un nosotros.
Decepción brilló en sus ojos de nuevo, y se dio cuenta de lo mucho que
odiaba decepcionar a la gente. Chan, sus padres, y ahora Steve. El nudo en su
garganta se duplicó.
―Vete.

Kylie y Miranda aparecieron minutos después de que Steve se fuera. Della


tenía tres bebidas dietéticas puestas en la mesa. La obligaron a darse abrazos de
condolencia, y luego se sentaron a la mesa para escuchar lo que pasó. Lo último
que Della quería hacer era pasar por la muerte de Chan de nuevo, pero les había
dicho que lo explicaría.
No iba a incumplir su palabra, ni siquiera si dolía.
Les habló de recibir la llamada de teléfono del amigo de Chan. Apenas pudo
contarles cuando encontró el cuerpo de Chan. No les dijo acerca de Steve.
Francamente, se sentía estúpida dejando que algo tan trivial como una ruptura,
no es que siquiera fuera realmente una ruptura, la hiriera cuando tenía la muerte
de su primo en la que pensar.
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Pero le dolía. Su corazón ardía con el conocimiento de que había perdido a
alguien más. Ni siquiera importaba que, lógicamente, él en realidad nunca
hubiera sido de ella para perderlo.
―¿Lo has vuelto a ver? ―preguntó Kylie.
Della vaciló, medio pensando que Kylie sabía lo de Steve.
―¿Visto a quién?
―¿Chan? ¿Han aparecido más plumas? Quiero decir, parece ser que él
puede ser el fantasma. ¿No crees?
Della asintió.
―Sí, lo he visto. ¿Recuerdas que te dije que lo vi en la puerta la semana
pasada? Y luego, cuando Burnett y yo estábamos saliendo del parque, lo volví a
ver.
Los ojos de Miranda se abrieron.
―¿De verdad viste un fantasma? ¿No es eso inaudito para los vampiros?
―No todos los vampiros ―le respondió Kylie a Miranda―. Burnett los ve
a veces. ―Entonces la camaleón volvió a mirar a Della―. Así que, se ha
mostrado. ¿Dijo lo que quiere?
Ella sacudió la cabeza, sintiendo que la emoción apretaba su garganta.
―No. Era como si hubiera estado ahí un segundo y al siguiente se había
ido. Y alguien estaba con él. ―Y había mirado a Della con los ojos más tristes.
―Tal vez sólo quería decir adiós ―dijo Miranda―. No es que eso lo haga
bueno. Es más espeluznante que el infierno.
―Está bien. ―Kylie puso su mano sobre la de Della―. Pero lo más probable
es que sea algo más que él diciendo adiós. ¿Entonces no dijo nada en absoluto?
Della negó con la cabeza.
―Probablemente quiera decirme que le decepcioné. ―E iba a doler como el
infierno oírlo, pero se lo merecía. Lo había defraudado.
―No puedo creerlo ―dijo Kylie―. No le decepcionaste.
―Sí, bueno, todo el mundo sigue diciendo eso, pero yo no lo veo de esa
manera.
―Entonces no estás viendo las cosas de la forma correcta ―dijo Miranda
con voz severa―. Della Tsang no decepciona a la gente. Quiero decir, míranos a
nosotros. Luchamos todo el tiempo. Sé que no puedes soportarme a veces, y sin
embargo, nunca me has decepcionado. Incluso cuando estás enojada conmigo,
siempre te recuperas. Es por eso que te amo. ―Lágrimas llenaron los ojos de la
bruja.
La emoción en el pecho de Della le hacía difícil respirar.
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―Gracias. ―Pero no estaba segura de que Chan lo viera de esa manera.
Miranda se secó las lágrimas de su rostro.
―Tal vez tu primo sabía lo de tu tío y quería decírtelo.
―Ese podría ser él ―dijo Kylie, y luego miró a Della―. ¿Le dijiste a Holiday
que viste a Chan?
―No ―dijo Della―. No dije nada sobre el fantasma. Todavía no.
―Deberías ―dijo Kylie―. Ella puede ayudarte a lidiar con todo el asunto
del fantasma.
―Primero tengo que lidiar con la muerte de Chan ―dijo Della.
―Lo sé ―dijo Kylie, se acercó y puso su mano sobre la de Della―. Sé lo
difícil que es. Cuando perdí a Nana, eso casi me mata.
―No he perdido a nadie, pero me puedo imaginar cómo duele ―dijo
Miranda―. Y Kylie y yo estamos aquí para ti. Ni siquiera voy a enojarme cuando
te enojes. Tienes un pase Está bien ser enojona.
―¿Un pase de enojo? ―repitió Della, y sonó tan divertido que sintió el aire
en los pulmones estremecerse de emoción.
―Sí ―dijo Miranda con convicción.
―Oh ―dijo Kylie―. Te traje el expediente de tu tío. ―Lo sacó de su bolso
junto a la mesa y se lo entregó a Della―. ¿Le dijiste a Derek sobre esto? Podría
ayudarte a encontrar algo.
―No, todavía no. ―He estado demasiado ocupada rompiendo con Steve. Della
lo abrió y se quedó mirando el escrito. Culpable por preocuparse más en buscar
a su tío que estar en contacto con su primo hizo que su corazón se retorciera.
―Te ves exhausta ―dijo Kylie―. ¿Has dormido algo?
―Todavía no. ―Della se masajeó la sien de nuevo. El dolor de cabeza
regresaba como una moneda falsa. Era un desastre. Su vida se desmoronaba
pieza por pieza. Su padre la odiaba. Recibía una paliza en la cabeza, ya sea por
un asesino o los ángeles de la muerte. Steve besaba a Jessie. Su primo había
muerto. Y ella veía fantasmas. ¿Podría ocurrir algo más?

Sí, podía. Se enteró de eso la tarde del lunes. Burnett llamó y pidió que Della
se reuniera con él en su oficina. Empezó a decirle que la autopsia de Chan se
había retrasado y que pasaría una semana antes de que pudieran colocar a Chan
en la tumba que contenía su lapida desde cuando fingió su muerte.
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―¿Por qué tanto tiempo? ―La idea del cuerpo de Chan en una morgue fría
dolió.
―Debido a que no había señales de violencia, la autopsia se va a tomar un
poco más de lo que esperaba.
Della asintió.
―Quiero estar allí. ―Su pecho se volvió pesado.
―¿En la autopsia? ―preguntó, confundido.
―No, en el entierro ―dijo.
Él exhaló como si estuviera en desacuerdo.
―Será en el medio de la noche y rápidamente.
―No me importa. No quiero que sea enterrado solo. ―No había visto el
fantasma de Chan de nuevo, y pensaba que tal vez había cruzado, pero por lo
menos, estaría allí cuando su cuerpo fuera puesto en la tierra. Podía recordar la
multitud que estuvo en el funeral de Lorraine. Las personas que estuvieron allí
para mostrarle su amor. Della no podía vivir con la idea de que Chan fuera a una
fosa y no tuviera a nadie, ni una sola persona allí que llorara por él.
Burnett la miró con desafío y sospechaba lo que diría.
―Con todo lo que has pasado, ¿no crees que sería prudente renunciar a
trabajar en el reciente caso de asesinato?
Sus sospechas fueron correctas.
―¡No! Y no uses esto como una excusa para detenerme.
Él levantó la mano, con los ojos entrecerrados.
―Sólo creo que tienes demasiado en que pensar.
Por supuesto, era demasiado. Se sentía como si estuviera muriendo por
dentro, pero quedarse sin hacer nada lo empeoraría.
―No importa. No sólo quiero hacer esto, necesito algo más en qué pensar
después de la muerte de mi primo. ―Aparte de su padre odiándola y perdiendo
toda esperanza de ella y Steve―. Por favor. ¿No lo hice bien, con Kylie y Miranda
ayudando, en la funeraria ayer? Atrapamos a ese tipo.
―Lo hicieron. Pero todavía no creo que el que fueran solas a la funeraria
fuera una buena idea.
―Y sin embargo, resultó bien ―insistió.
Ella vio en la forma en que sus hombros cayeron, que había cedido.
―Bien. Entonces empiezas esta noche. Tengo un poco de información
acerca de un lugar de reunión de pandillas locales. Quiero que tú y Chase vayan
a ver si…
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―¿Chase? ―preguntó Della, el pánico formó una bola en la boca de su
estómago―. ¿Trabajaré con Chase?
Burnett asintió.
―¿Tienes un problema con Chase?
―Tal vez ―dijo. Diablos, sí, tenía un problema. Sabía que cuando Chase
trajo su teléfono lo había hecho con la intención de crear problemas. Y tuvo éxito,
también.
No es que fuera su culpa que Steve intercambiara saliva con Jessie, pero la
participación de Chase en el problema todavía la molestaba. Se sentía tan
enfadada que incluso evitó el contacto visual con él durante las dos clases que
compartían. Oh, lo sintió mirándola, pero nunca le dio una mirada.
Y el tema del teléfono era sólo una parte del problema. Sabía que lo había
conocido antes y después estaba lo que Jenny le dijo acerca de encontrarse con
alguien en la valla. Casi le dijo a Burnett sobre el descubrimiento de Jenny, pero
luego recordó que ella le pidió no decir nada.
―¿Cuál es tu problema con Chase? ―preguntó Burnett.
No podía mentir, pero evitar decir la verdad no era pecado.
―¿Por qué no envías a Lucas?
La frente de Burnett se arrugó.
―¿Prefieres trabajar con un hombre lobo que otro vampiro? Eso es raro.
―En realidad, no. Conozco a Lucas. Confío en Lucas. Además, ¿no es parte
de lo que Shadow Falls es? ¿Llevarse bien e interactuar con otras especies? Puedo
lidiar con Lucas.
Burnett se recostó en su silla, y el mueble se quejó por su nueva posición.
―¿Por qué no te agrada Chase? ―preguntó directamente, como si supiera
que no le decía la verdad.

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Traducido por Xhex & Ximena Vergara
Corregido por flochi

D
ella no se salvó de decir la verdad.
―Él parece estar lleno de secretos.
―¿Qué clase de secretos? ―preguntó Burnett.
―Si los supiera, no serían secretos. ―Sí, ella podría obviarlos con él mejor.
Burnett frunció el ceño.
―Chase ya está trabajando en este caso.
Della se inclinó hacia delante en su asiento. Era su turno para poner a
Burnett en el banquillo.
―¿Por qué confías en Chase? Él no ha está aquí durante una semana y lo
reclutas. No eres así. ¿Lo conocías de antes?
―No ―respondió, y mientras Della trataba de escuchar a su corazón, no
pudo. No escuchaba nada.
¿Qué rayos estaba mal con sus sentidos?
Burnett continuó:
―Creo que he mencionado que me ha impresionado con sus habilidades.
―¿Qué habilidades? ―Della había tomado nota de la velocidad de Chase,
pero…
―Todas ―respondió él, pero parecía poco contento por su curiosidad.
Ella sospechaba que había cosas que no le estaba diciendo, pero si
continuaba con esa línea de preguntas, él podría decidir que no debía trabajar en
el caso en absoluto. Lo último que quería era lograr que le quitaran esto.
Él se inclinó hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa.
―Si no estás cómoda…
―Estoy bien ―dijo antes de que pudiera terminar.
―Pero si no confías en él…
―La mejor manera para empezar a confiar en él, es trabajando con él,
¿cierto? ―Su estómago se anudó al pensar en Burnett retirándola del caso.
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Él siguió mirándola. Fuerte. No dijo nada. Ella podía ver el debate
desarrollándose en sus ojos. Darle este caso o dejarla fuera. Y no parecía como
que fuera a su favor.
―Quiero atrapar a ese asqueroso ―dijo―. Es lo menos que puedo hacer.
El ceño de Burnett se profundizó.
―Della, hay una línea muy delgada que los agentes tienen que seguir. Se
encuentra entre desear justicia y de sentirte responsable, de algún modo, de las
cosas horribles que vemos. Hay casos que nunca se resuelven. La gente muere.
Las personas que amamos mueren, como Chan, y sé que te sientes responsable,
pero…
―Sé que no causé su muerte ―dijo Della.
―Pero todavía te sientes responsable, ¿no es así? ―dijo con firmeza.
Era una pregunta directa. No podía mentir.
―Si hubiera respondido a su llamada o le hubiera llamado de regreso,
podría haber sido capaz de impedirlo. Pero la muerte de Chan no tiene nada que
ver conmigo trabajando en este caso.
―El estado emocional de un agente siempre afecta a su capacidad para
trabajar en un caso.
―Puedo hacer esto, Burnett.
Él puso sus manos sobre el escritorio. La luz de la ventana brilló a través de
esta y hacía que su cabello negro se viera casi azul. Él agarró un bolígrafo y lo
hizo rodar entre sus manos.
Continuó estudiándola.
―Cuando tenía catorce años, había una chica que me gustaba. Mitad
humana, mitad fae. Solíamos ir al lago y nadar todo el tiempo. ―Hizo una pausa
y dejó el bolígrafo como si la memoria lo llevara de vuelta al pasado―. Una tarde
me llamó y quería que fuera al lago con ella. Yo tenía otro amigo que me había
pedido ir a correr con él más temprano, y no quería defraudarlo. Ella fue al lago
con otros amigos. Se ahogó ese día. Me quedé horrorizado, y durante
aproximadamente un año me culpé a mí mismo. Si hubiera estado allí, podría
haberla salvado. Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que a veces las cosas
malas pasan, y no es culpa de nadie.
Della lo miró.
―Tal vez con el tiempo llegaré a la misma conclusión. Pero sólo si me quedo
ocupada con otras cosas. ―Como atrapando a un asesino.
―Bien. Puedes trabajar en el caso con Chase, pero no hagas que me
arrepienta de esta decisión.
―No lo haré. Lo prometo.
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Su mirada estaba llena de empatía.
―El tiempo siempre es nuestro amigo ―dijo él―. Pero mientras tanto,
intenta no ser tan dura contigo misma. Nuestros corazones se vuelven muy
pesados si cargamos demasiada culpa y pena todo el tiempo.
Ella sintió el peso en su pecho en este momento. Asintió.
―Estás empezando a sonar como Holiday.
―Ella tiene un modo de contagiarme. ―Su expresión preocupada cambió
a algo más suave.
Amor, pensó Della. Burnett y Holiday aún estaban locos el uno por el otro.
Al igual que Kylie y Lucas, Miranda y Perry. Incluso sus padres. ¿Sería capaz de
dejarse ir allí otra vez?
Los pensamientos de Della saltaron del amor hacia el caso.
―¿Sospechas de las pandillas de vampiros por los asesinatos?
―No tenemos una pista firme todavía ―dijo―. El informe de la morgue es
un poco confuso. El asesino se alimentó de las víctimas, era físicamente más
violento de lo normal, lo que podría indicar que el asesino tenía motivos,
problemas de ira. La víctima masculina estaba peor que la femenina.
―¿Crees que el vampiro los conocía?
―Es una posibilidad, pero es más probable que él fuera un recién
convertido y que simplemente fuera demasiado entusiasta.
―¿Él? ―dijo, preguntándose cómo sabía que no era una mujer.
―Por lo general, los hombres se dejan ir más fácilmente que una mujer. Y
el tamaño de las marcas de la mordedura ubica el tamaño de la mandíbula más
consistente con la de un hombre. Había también un cabello encontrado. El ADN
no ha regresado todavía, pero era negro y corto.
―¿Podría haber sido algún cabello al azar?
―Tenía la sangre de ambas víctimas ―dijo de forma tan casual―. Así que
es poco probable. Pero todavía posible.
Ella casi se estremeció ante la idea.
―Así que un hombre con el cabello corto y oscuro.
Burnett asintió.
―Quizá un recién convertido. ―Él vaciló―. Esperamos que si tú y Chase
salen con algunos de los miembros de la pandilla escuchen algo que pueda
ayudar. Y puesto que tanto tú como Chase tienen un rastro del asesino, si está
allí, lo sabrán. Dicho esto, mi principal preocupación es que si ustedes
consiguieron su rastro, él podría haber conseguido el de ustedes dos.
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―No lo creo ―dijo Della, que ya había pensado en eso―. Él estaba
escapando, corriendo. No creo que sus sentidos estuvieran alertas. La única razón
por la que obtuve su esencia fue porque era tarde y sabía que tenía que ser un
intruso.
―Tal vez ―dijo él―. Pero todavía quiero que estés en alerta máxima. Y
mientras estés en el campo, bajo ninguna circunstancia se te permite dejar el lado
de Chase. ―La señaló con el dedo, y su expresión era severa―. Si desobedeces
esta regla, tus posibilidades de trabajar alguna vez en otro caso para el FRU son
nulas. ¿Está claro?
Oh, estaba claro, pero no le gustaba. Lo último que quería era ser amarrada
a la cadera del pervertido de bragas. Pero si eso era lo que se requería para
encontrar al mugriento vampiro que había matado a Lorraine y a su novio, era
mejor que su cadera se acostumbrara a la idea de tener compañía.
―¿Está claro, Della?
―Como el cristal ―dijo. Le gustara o no, ella y Chase eran un equipo. Y en
el fondo de su mente, pensó en cómo se sentiría Steve cuando se enterara. No es
que debiera preocuparse. Lo que había entre ellos era historia. Tenía que
aceptarlo.

Cuando Della entró en la cabaña, Miranda y Kylie estaban sentadas a la


mesa de la cocina con tres Coca Colas de dieta sin abrir. Un signo de que alguien
tenía un problema y necesitaban tener una reunión. En el fondo de su mente,
recordó a Miranda haciendo preguntas acerca de tener o no relaciones con Perry.
¿Había problemas en el paraíso?
―¿Qué pasa? ―preguntó Della, mirando a la pequeña bruja, con la
esperanza de que ella y su cambiaformas no estuvieran teniendo problemas. La
última vez que habían roto, Miranda había llorado constantemente, y había
comido un montón de helados. Volvió loca a Della.
―Esta es una intervención ―dijo Miranda―. Siéntate. ―Tomó un lápiz y
lo puso sobre una libreta.
―¿Una intervención? ¿La intervención de quién? ―Miranda siguió
mirándola. ¡Doble maldición!―. ¿Mi intervención? ¿Qué? ¿Ahora quieren que
orine en una prueba para drogas y de embarazo como hicieron mis padres?
―No es ese tipo de intervención ―dijo Miranda, toda seria.
Della hizo una mueca y miró a Kylie, la amiga razonable.
―¿Qué está pasando?
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―Miranda está dramatizando ―dijo Kylie―. Pero… Perry le dijo que Steve
le contó que ustedes dos habían peleado.
―Una gran pelea y que envolvía a esa chica de la oficina del veterinario
―agregó Miranda.
Della se dejó caer en su silla.
―¡Ay, diablos! ¿Es que no hay nada privado en este lugar?
―No debería ser privado ―dijo Miranda―. Somos tus mejores amigas y se
supone que debemos decirnos todo. Nos necesitabas y ni siquiera nos dejaste
ayudarte. Así que tenemos que hacer una lista de cosas que te ayudarán a lidiar
con esto. ―Ella puso el papel más cerca―. Ya se me han ocurrido algunas ideas.
Della gimió.
―En este momento, Steve es el menor de mis problemas. ―Se había dicho
eso a sí misma desde que él salió por la puerta, y tal vez si se lo decía las veces
suficientes se sentiría cierto. Claro, no se podía comparar a la muerte de Chan, o
al asesino al que quería cazar y dar una lección, pero aun así dolía como el
demonio.
―Por eso nos preocupamos ―dijo Kylie―. Lo has tenido difícil
últimamente. El caso del FRU, tu padre, Chan, tu intento de encontrar a tu tía y
a tu tío, y ahora Steve. Sólo queremos ayudar.
―¿Ayudar cómo? ―preguntó Della―. No hay nada que puedas hacer.
Nada que nadie puede hacer. ―Su pecho se sintió pesado al instante―. Además,
romper probablemente ha sido lo mejor. No estábamos juntos en realidad. No
quiero que estemos juntos. Ni siquiera sé por qué dejé que esto llegara tan lejos
como lo hizo.
―Te gusta, por eso ―dijo Miranda―. Deberías ver como se iluminan tus
ojos cuando lo ves. Él te hace feliz. Ahora no eres feliz. Y durante la última
semana, tu aura ha sido muy oscura. De un color turbio raro, también. Le dije a
Kylie hace un par de días que algo andaba mal. Ahora, se ve aún peor.
―Mi aura siempre es un poco oscura. Soy vampiro, ¿recuerdas? Me lo
dijiste una vez ―comentó Della.
―Sí, pero no así de oscura. Da miedo.
―Entonces, haz un poco de esa magia de talismanes y píntala de un color
diferente ―dijo Della. Y mientras la bruja estaba en ello, tal vez podría solucionar
sus problemas de audición. Della había tratado de sintonizar los sonidos
distantes de camino allí y no pudo.
―Si pudiera arreglar tu aura lo haría. Sólo tú puedes arreglarla. Pero
podemos aportar ideas. Cosas que puedes hacer para hacerte feliz y que limpian
el aura. Ya he enumerado varios. ―Comenzó a leer de la lista―: Disfrutar de una
puesta de sol. Dar un lento paseo por la naturaleza. Y la mejor, observar aves.
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Algo sobre las aves siempre ilumina un aura. ―Miranda sonrió como si estuviera
muy orgullosa de sí misma.
Della agarró el lápiz y el papel de Miranda.
―Aquí, tengo unas cuantas mejores. ―Comenzó a garabatear y leerlas
mientras lo hacía―: Encontrar a mi tío y a mi tía, encontrar a un asesino, enterrar
a mi primo, olvidar que mi papá me odia, sin dejar de lado a Steve. ¡Maldición,
parece que no voy a tener tiempo para ver ningún condenado pájaro! ―Della
arrojó el lápiz y cruzó a través de la cocina hacia su dormitorio.

Diez minutos más tarde llamaron a la puerta de Della. Diez completos y


lentos minutos que Della había utilizado para darse cuenta que les estaba
arrojando sus problemas a sus amigos.
―Adelante. ―Se sentó, dispuesta a asumir la culpa.
Kylie entró.
―Hola.
―Déjame que te ahorre el trabajo. Sé que fui una perra y me disculparé con
la bruja. ―Ella hizo una mueca―. Pero, ¿observar aves?
Kylie se rió entre dientes.
―Personalmente, me pareció que ver el atardecer te habría hecho enojar.
Pero… ―La sonrisa de Kylie se desvaneció―. Miranda está de verdad
preocupada. Esta cosa del aura la ha asustado.
Della exhaló.
―¿No están las auras conectadas a nuestro estado de ánimo?
―Creo ―dijo Kylie―. Me salté Auras 101.
―Bueno, he estado en un estado de ánimo muy oscuro, molesto. Así que es
comprensible.
―Pero Miranda cree que un aura muy oscura puede provocar más
oscuridad, algo así como que lo malo atrae lo malo. Es por eso que ella quiere
que… encuentres tu lugar feliz.
―Mi lugar feliz será encontrando a un asesino y teniendo a Chan en una
tumba adecuada.
Kylie cayó sobre la cama.
―¿Era eso lo que quería Burnett contigo?
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―Sí ―dijo Della―. Va a pasar una semana antes de que puedan hacer la
autopsia de Chan, así que no lo enterrarán hasta después de eso. Y comienzo en
el caso en… menos de una hora.
―¿En menos de una hora? ¿Haciendo qué?
―Rondando en algún lugar conocido por tener pandillas de vampiros. Ah,
y lo verdaderamente molesto es que voy a estar trabajando con Chase.
Kylie hizo una mueca.
―Y aun así no te gusta.
―¿Acaso los osos no cagan en el bosque?
Kylie hizo una mueca.
―No sé, nunca he visto uno.
Della negó con la cabeza.
―No me agrada. No confío en él.
―Es extremadamente lindo ―dijo Kylie, su voz enlazada con humor―.
¿Eso podría ser por lo que no quieres pasar demasiado tiempo con él?
Della negó con la cabeza.
―No me gusta de esa forma. Es demasiado… irritante.
La frente de Kylie, ahora fruncida con sospecha, no bajaba. Finalmente
Della soltó la verdad.
―Está bien, lo encuentro atractivo. Pero eso no quiere decir nada. No es
como si fuera…
―¿Steve? ―preguntó Kylie.
―Sí ―admitió Della, pero odió hacerlo.
Se sentaron en silencio por un segundo, y luego Kylie preguntó:
―¿Por qué no nos contaste sobre Steve?
Della se encogió de hombros.
―Parece que todo lo que he estado haciendo es quejarme de las cosas. Y
duele hablar de ello.
―Pero somos mejores amigas. Sólo queremos ayudar.
―Lo sé ―dijo Della.
―¿Realmente se terminó? ―preguntó Kylie.
―Creo que sí. ―Della se mordió el labio y de repente quería hablar―. Besó
a Jessie. O debería decir, ella lo besó. Y él se sentía completamente culpable, así
que sé que lo disfrutó. Me pone furiosa, pero… el fin de semana pasado me quería
presentar a sus padres y me asusté totalmente. No quiero conocer a sus padres.
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No quiero que lo que sea que tengamos se convierta en algo… oficial. Entonces,
¿es justo para mí dejar este “asunto” que tenemos seguir adelante, cuando no sé
si dejaré que llegue a alguna parte?
―¿Te ha llamado desde entonces? ―preguntó Kylie.
―No. Y probablemente sea lo mejor. ―Pero Della había estado revisando
su teléfono constantemente. No estaba segura si era alivio o decepción lo que
sintió cuando descubrió que no había tratado de ponerse en contacto con ella.
Kylie se dejó caer de nuevo sobre la cama y se quedó mirando al techo.
―Holiday me dijo una vez que las mujeres que tienen problemas con su
papá suelen encontrar una manera de tener problemas con los chicos.
Proyectamos nuestros problemas con nuestros papis hacia otros chicos. Sonó
como un montón de basura al principio, pero luego fue una coincidencia que
finalmente aceptara a Lucas después que resolví los problemas con mi padrastro.
Della se reclinó en la cama junto a Kylie.
―Entonces, ¿me estás diciendo que necesito arreglar mi relación con mi
papá antes que pueda tener un novio? ―Se dio una palmada en la frente―.
Maldita sea, parece que podría convertirme en lesbiana, porque no creo que eso
sucederá.
Kylie se rió entre dientes.
―Lo siento, no estoy disponible.
Socks, el gato de Kylie, saltó sobre la cama y se frotó contra el costado de
Della. Ella sonrió.
―Sí, tú y tu atractivo hombre lobo. Sabes, Socks aquí no aprueba al perro
en absoluto. Creo que Socks teme que Lucas le pegará las pulgas.
Kylie frunció el ceño mientras acariciaba a su gato.
―Lucas no tiene pulgas. Y además, yo apruebo a Lucas. ―Sus ojos se
abrieron con afecto―. Lo amo. Mucho. Incluso cuando es controlador y un poco
machista como lo fue en la funeraria. Me hace… sentir completa. Y creo que te
mereces tener algo así, también. Alguien que simplemente te haga sentir tan bien
por dentro. Ellos te tocan y te derrites. Te miran toda sexy y te sientes pegajosa
por dentro. Ellos te apoyan y cualquier problema que tengas, sólo lo ven más
pequeño.
―Tal vez no estoy destinada a tener eso. ―Della miró a Socks―. Voy a
llegar a vieja y tendré un montón de gatos. Eso parece ser lo que hacen las mujeres
que no se casan. ―Pero Della no podía dejar de pensar en cómo la hacía sentir
Steve. Y ningún gato alguna vez haría eso.
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―No creo eso ―insistió Kylie―. Y tal vez toda esta mierda sucediendo
ahora te está confundiendo. Si ninguna de estas cosas te hubiera pasado, tal vez
no hubieras entrado en pánico por conocer a los padres de Steve.
―¿Qué hay de besar a Jessie y disfrutarlo? ―preguntó Della.
―¿Él te dijo que lo disfrutó? ―preguntó Kylie―. Porque he visto la forma
en que te mira y me resulta difícil creer que disfrutara besar a alguien además de
ti.
―No lo dijo, pero es hombre. Por supuesto que lo disfrutó.
Kylie hizo una mueca.
―Está bien, no voy a discutir con eso, pero me suena como que estás
buscando un motivo para distanciarte de él. ¿Tal vez lo que realmente está
sucediendo es que sabes lo mucho que te gusta y sólo estás asustada?
Della abrió su boca para negarlo, pero no pudo pronunciar las malditas
palabras. ¿Kylie tenía razón?
―Todavía no puedo soportar que él la besara, incluso si ella lo empezó
―murmuró Della y luego, queriendo cambiar de tema, agregó―. ¿Todavía está
aquí Miranda? Ahora debería ir a tragarme mis palabras y pedirle disculpas.
Odio tragarme mis palabras.
Kylie sonrió.
―Nop, Perry la llamó y le pidió que se reuniera con él.
―Así que están besándose, eh ―dijo Della, con la esperanza de dirigir la
conversación fuera de sus propios problemas de chicos, centrándose en el
romance de alguien más.
Kylie frunció sus labios como si estuviera demasiado consciente de la
estratagema de Della. Esa chica era simplemente demasiado inteligente.
―Mira, no tiene que gustarte que Steve la besara. Es natural que estés
enojada, créeme, lo sé, pero no tiene que ser motivo de ruptura. Mira la relación
de Miranda y Perry y mi relación con Lucas. Ambos teníamos algunas diferencias
similares. Y no pienses que estoy de parte de Steve en esto, estoy mirando tus
intereses. Sigue mi consejo y dale oportunidad a esta cosa con Steve. No
renuncies a él.
Della miró el reloj de la mesilla de noche. Tenía que reunirse con Chase.
―Mierda, me tengo que ir.
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―Sabes que al menos deberíamos hablar ―dijo Chase, sus palabras ni
siquiera fueron un susurro.
Al menos su audición estaba bien.
―¿Sobre qué? ―Oh, ella sabía lo que le gustaría decirle, pero no estaba
segura que ahora fuera el momento.
Della miró a través de la mesa, deseando que hubiera otra persona sentada
allí. Deseando no apreciar la anchura de anchos, la forma temeraria en que se
movía o el afilado corte de su mandíbula que le hacía parecer más como un
hombre que un niño. Se habían conocido y trasladado a esta vieja casa
abandonada en medio del bosque que la pandilla local había convertido en un
bar de sangre. No era un bar agradable, pero había al menos seis vampiros aquí.
Supuestamente la pandilla local en el área pensaba que tenían suficiente tráfico a
través del sitio para hacer un negocio.
Della echó otra mirada casual por la habitación y tomó un sorbo de la sangre
que Chase le había ordenado. Era A positivo y no estaba fresca, pero no había
cenado, así que la bebió sin quejarse.
―No lo sé. Podríamos hablar del clima, los deportes o tal vez lo que te tiene
tan enojada conmigo ―dijo él, obviamente decidiendo que ya no necesitaba
susurrar.
―¿He escuchado que se supone que llueva mañana? ―dijo ella con
sarcasmo. Él rió.
Della miró a un par de chicos sentados al otro lado de la habitación.
Vampiros de mirada áspera con una botella de whisky que seguían añadiéndole
a su sangre. Uno era rubio, otro de cabello oscuro, pero era largo y colgaba en
una cola de caballo.
Durante los primeros quince minutos todos los clientes, incluso el camarero,
habían lanzado dagas con la mirada en su dirección, pero ahora parecían haber
perdido interés. Della se mantenía en guardia. Tenía que hacerlo. Su sentido del
olfato todavía no había vuelto. Así que estaba estudiando a la gente, en busca de
alguien sospechoso. Cualquier persona con el cabello oscuro corto o que
pareciera un asesino. No es que supiera cómo lucía uno, pero maldita sea, todavía
podía intentarlo.
―Vamos. ¿Qué hice para fastidiarte?
Encontró los ojos de Chase, su furia era equivalente a esa gallina mojada
con el SPM, pero su necesidad de venganza tendría que esperar. Tenían un caso
en que trabajar.
―Gracioso, no te tomaba como del tipo que contiene su lengua ―provocó
él.
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Se había ganado ese derecho. Ella nunca había sido de las que creía que el
silencio era oro. Oh, qué demonios, podían hablar siempre y cuando no dijeran
nada acerca de su asignación.
―Quieres decir causar problemas cuando me devolviste mi teléfono.
Él frunció sus labios como debatiendo su respuesta.
―Tal vez. ―Ella frunció el ceño―. Está bien, probablemente. Pero pensé
que el chico necesitaba saber que tenía algo de competencia. Mientras no
estuviste el viernes, una chica, la misma, lo llamó tres veces. Y estaba
coqueteando con él. No sé lo que ustedes dos tengan, pero no creo que fuera
correcto.
El corazón de Della cayó en picada hacia su estómago. ¿Jessie había estado
llamando a Steve? Ahh, pero ahora no era el momento para meterse en esa
angustia. Así que lo cortó con una fría mirada.
―No te incumbe. No deberías haber estado escuchando sus llamadas.
―Es verdad, pero lo estoy haciendo de mi incumbencia. Como dije, me
gustas. Creo que esta cosa que tenemos podría conducirnos a alguna parte. Así
que quiero cuidar de ti.
―No necesito que me cuides. Y en cuanto a que esto lleve a alguna parte,
tendría que ser reciproca en que me gustes.
―Te gusto ―dijo él con una sonrisa confiada y maldición si su estómago
no revoloteó ante la visión de su sexy sonrisa―. Simplemente todavía no te das
cuenta. Soy un gusto adquirido. Como uno de esas extrañas cervezas procedentes
de otros países. Les toma un tiempo a las personas acostumbrarse a mí.
―No me gusta la cerveza. Y no me gusta…
―Pero estás aquí.
―Sólo porque… ―Se contuvo―. Hay una docena de personas con las que
preferiría estar en este momento.
―¿Sólo doce? ¿Te importaría decirme sus nombres? Empezaré a
liquidarlos. ―Ella le mostró sus colmillos.
Él se rió y levantó su sangre, mirándola por encima del borde del vaso de
plástico.
―¿Cómo te va con… todo el asunto de tu primo? ―La ligereza se había
desvanecido de su tono.
Recordó su historia sobre la pérdida de toda su familia. Él probablemente
la inventó.
―¿Cómo te va con todo el asunto de tu familia? ―dijo ella con acusación.
Algo brilló en sus ojos… ira, dolor. Tal vez no lo había inventado.
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―¿Así que no estabas mintiendo? ―preguntó ella.
―No. ―Él desvió la mirada, levantando la nariz para comprobar si había
olores familiares.
―¿Algo? ―preguntó.
Él le devolvió la mirada, casi demasiado rápido.
―No. ¿Tú?
De ninguna manera iba a decirle que su sentido del olfato no funcionaba.
Levantó el rostro como si probara el aire.
―No.
Pasos dirigiéndose hacia ellos sonaban en el fondo. Della se preparó para
compañía y posibles problemas. Uno de los chicos de aspecto rudo que bebían
whisky se dejó caer en la silla junto a ella y se inclinó cerca.
―Hola, hermosa ―dijo él, su boca demasiada cerca.

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Traducido por âmenoire y Apolineah17
Corregido por Nanis

―U
stedes dos son nuevos por estos rumbos.
Della retrocedió. Él parecía estar en el principio de los
veinte, pero también parecía como si hubiera tenido una
vida difícil. La miró de arriba abajo y luego miró a Chase.
―Dado que no pareces ser su tipo, pensé que tal vez podría gustarle yo.
Entonces el adulador había estado escuchando. No que ella no hubiera
estado espiándolos a él y a sus amigos. Pero su charla sobre cómo habían jugado
fútbol en la preparatoria no había sido para nada interesante.
―Solo estamos teniendo una pequeña pelea ―dijo Chase, su voz
profundizándose―. Está conmigo.
―¿Es eso correcto, dulzura? ―preguntó a Della―. Sabes, al principio pensé
que trabajabas aquí. Sabes, como una chica profesional.
¿Acababa de decirle que parecía una prostituta? Frunció el ceño.
―Primero, no trabajo aquí. Segundo, mi nombre no es dulzura. Y tercero,
si soy la novia de alguien, es de él. ―Se giró hacia Chase, y cuando levantó su
boca en una casi sonrisa, ella rodó sus ojos―. Lo que no soy ―añadió
rápidamente.
―Una pena ―dijo el vampiro medio borracho, su sonrisa moviéndose de
regreso hacia Chase―. Ves, no soy un gusto adquirido, soy delicioso desde la
primera mordida.
Él mostró sus caninos, que bien podrían necesitar una buena lavada, y Della
sospechó que el juego de palabras era intencional.
Pero eso no lo detuvo de estirar su brazo a través del respaldo de la silla de
Della y tocar su cabello. Le gustaría jugar con su cabello, como agarrar su cola de
caballo y darle un buen recorrido a través de la habitación
―¿De dónde vienen? ―preguntó. Su toqué se estiró hacia su cuello y
suprimió un estremecimiento. ¡Y no del buen tipo!
Della se debatió sobre romper los dedos del tipo. Podía estirarse hacia atrás
y romper sus huesos antes que pudiera decir “amigo”. Pero no sabía si seguirle
el juego por algunos minutos, podría brindarle algo de información.
―Soy de California ―dijo Chase―. Ella es del área de Houston.
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―¿Qué te trae desde California? ―preguntó Cola de Caballo a Chase,
inclinando su cabeza hacia un lado como si esperara una mentira. Della trató de
escuchar también, pero no pudo sintonizarlo. En lugar de preocuparse, estudió
la expresión de Chase.
―Mi madre se mudó aquí ―dijo Chase.
El idiota sentado junto a ella lució satisfecho de que Chase dijera la verdad.
Sin embargo, ¿no le había dicho Chase que su mamá estaba muerta? Sí, lo había
hecho y también había escuchado a su corazón latir con la verdad, entonces. Della
recordó cómo los ojos de Chase se desplazaron hacia la izquierda cuando justo le
había respondido al vampiro medio borracho. Había oído que los ojos
moviéndose hacia la izquierda era una pequeña señal de alguien mintiendo.
Había estado bien en cuanto a no confiar en él. Apartó esa información para
concentrarse en el problema en cuestión. “Mano” siendo la palabra clave. La
mano del idiota se estaba deslizando bajo el cuello de su camiseta para tocar su
cuello inferior en esos momentos.
Movió su hombro, como para ahuyentar a una plaga, esperando que él
entendiera la idea.
No lo hizo.
La mirada de Chase se movió a su cuello. Sus ojos se iluminaron con
descontento. Pero si alguien iba a enseñarle a este idiota una lección, era ella. Le
dio una mirada a Chase que decía que se quedara quieto.
―Estoy buscando a alguien ―dijo Della, luchando por ignorar el toque del
hombre―. Creo que era un recién convertido. Corto cabello oscuro.
―¿Es uno de esos doce chicos que este chico acaba de decir con los que
preferirías estar en este momento? ―El hombre asintió hacia Chase, pero no lo
miró. Bueno, también, porque la rápida mirada que tuvo no fue bonita. Colmillos
fuera, ojos verde neón.
―Sí, preferiría estar con ese chico. ―Se centró en el idiota, sabiendo que su
corazón cantaba la verdad. Prefería estar con el asesino de Lorraine en este
momento. Incluso esperaba que le diera una pelea, así podría dar alguna pelea
de vuelta. Enseñarle algunas lecciones antes de entregárselo a Burnett.
El idiota asintió.
―Escuché que un nuevo convertido estaba en el área la semana pasada. La
pandilla Juggler estaba tratando de reclutarlo. ―Los dedos del idiota se
deslizaron más adentro de su cuello, todo el camino hasta su hombro. Su piel se
erizó, pero quería respuestas más de lo que odiaba su toque.
―¿Dónde podemos encontrar a la pandilla Juggler?
―No lo sé. No pertenezco a ninguna pandilla. No los necesito. Puedo
cuidar de mí mismo. Por supuesto, de vez en cuando me gusta cuidar de algo
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bastante joven como tú. ―Movió su silla más cerca y su mano se deslizó un poco
más lejos en el interior de su camiseta.
Toda su palma fría descansaba sobre su hombro desnudo. Y ya no quería
romper dedos. Su cuello sería bastante bueno.
―¿Conoces a alguno de los miembros de la pandilla? ―le preguntó con los
dientes apretados.
―No, sólo he estado aquí una semana. Pero noté a uno o dos pasando el
rato alrededor.
Ella bajó su voz.
―¿Alguno por aquí ahora?
―No lo sé. Desde que entraron, lo único que he notado es a ti. Joven. Suave.
―Movió sus dedos.
―¿Por qué no das un vistazo alrededor y ves si alguno de ellos está aquí?
Él no contestó. Sus dedos se movieron bajo el tirante del sostén en su
hombro. Ajustó sus labios para ocultar sus colmillos descendiendo y por el rabillo
del ojo vio a Chase observando, su cara era una máscara de furia.
¿Por qué estaba tan molesto? El idiota no estaba tocando su ropa interior.
Ella tuvo que apretar sus manos para evitar dejar inconsciente al idiota medio
borracho.
―Mira alrededor ―le dijo de nuevo―. Por favor. ―Movió su frente en lo
que esperaba pareciera ser un gesto coqueto.
Él movió su mirada alrededor de la habitación, su dedo moviéndose de ida
y vuelta bajo el tirante de su sostén, cada caricia un poco más cerca de su pecho
izquierdo. Cada caricia trayéndola más cerca de golpearlo en su culo.
―Nop, no hay ninguno aquí ahora. ―Los ojos de Cola de Caballo
encontraron de nuevo los de ella―. ¿Y si tú y yo vamos a dar un paseo?
―¿Y si me dices lo que has escuchado sobre el recién convertido? ―Tomó
esfuerzo para mantener su voz suave―. ¿Tenía el cabello corto y oscuro?
―¿Qué tal si hablamos después de caminar?
Un gruñido, profundo y siniestro, sonó del otro lado de la mesa.
―¿Y si quitas tus sucias manos de ella? ―Chase, se inclinó sobre la mesa,
sus colmillos completamente extendidos, sus ojos ahora de un verde lima tan
brillante, que necesitarías gafas de sol para mirarlo.
El idiota lo miró de vuelta. Por un segundo, reaccionó al brillo en los ojos
de Chase; luego pareció tirar la preocupación a un lado. Della no estaba tan
segura que eso fuera una buena idea.
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―Vamos, amigo ―dijo Cola de caballo―. No escucho a Dulzura
quejándose.
El nombre fue la gota que colmó el vaso. Y probablemente terminaría siendo
el detalle que rompería la muñeca de este fenómeno.
―¡Te lo dije, mi nombre no es Dulzura! ―Tiró del brazo del chico de
alrededor de ella y lo retorció hasta casi el punto de romperlo.
Él gruñó, casi alcanzándola con su otra mano, pero ella le dio a la
extremidad otro apretado giro, haciéndole saber que un movimiento y su brazo
estaría colgando en un extraño ángulo. Y se aseguraría que no fuera en un ángulo
bonito. Seguro, los vampiros curaban rápidamente, pero que había escuchado
que un hueso roto todavía dolía como el infierno. El sinvergüenza la miró.
Ella lo miró de vuelta, luego barrió la mirada alrededor de la habitación.
Todos los clientes del bar observaban con mala intención. Y tuvo la sensación que
no estaba dirigida al señor Cola de Caballo. Ella y Chase probablemente podrían
tomar a cuatro, pero si todos ellos se unían, podría estar probando la teoría del
hueso roto por sí misma. Tenían que salir de aquí. Miró a Chase y movió sus ojos
hacia la salida, luego dejó caer su apretado agarre del brazo del chico y se dirigió
rápidamente hacia la puerta, asumiendo que Chase la seguiría y la seguiría
rápido. Lo había asumido mal.
Se detuvo en la última mesa en su camino para salir.
Chase, tomándose su tiempo, se levantó de su silla, pero nunca se apartó de
la mesa. Bajó la mirada hacia Cola de Caballo. La postura y expresión hostil de
Chase prácticamente rogaban al idiota que intentara algo.
¿Chase estaba loco? ¿No sentía las miradas de la multitud?
¿No se daba cuenta que eran superados en número?
―Vámonos ―dijo Della.
No bien dijo las palabras supo que había sido un error.
―¿Siempre haces lo que tu puta te dice? ―le preguntó el idiota frotándose
el brazo, a Chase.
―¿Acabas de llamarla una puta? ―Chase apretó su puño.
Cada músculo en el cuerpo de Della se tensó, preparado para luchar. Pero
antes que diera un paso, Chase tenía al idiota contra la pared. Y no la pared junto
a la mesa donde se habían sentado, sino en una del otro lado del bar. ¿Cómo? Ni
siquiera lo había visto moverse. ¡Santo cielo! ¿Qué tan rápido era el pervertido de
bragas?
Sostenía al tipo por el cuello, presionándolo contra los paneles descoloridos.
Los pies del idiota colgaban a medio metro del suelo. Tendría que haber estado
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pateando, pero por el color de su rostro, no estaba recibiendo aire y
probablemente sabía que un movimiento en falso y su tráquea sería aplastada.
―Dile que lo sientes ―exigió Chase.
―¡Si destruyen este lugar, pagan por él! ―gritó el camarero, apoyándose
contra la barra―. Si quieren matarse, háganlo afuera. Nos uniremos a ustedes y
tomaremos apuestas sobre quién ganará. ―Chase, obviamente ignorando al
camarero, no se movió.
―Dije, ¡dile que lo sientes! ―El idiota, su rostro ahora color rojo sangre, no
podía hablar, pero movió sus labios―. No te escuché ―dijo Chase enfurecido―.
Inténtalo de nuevo.
El amigo del hombre se levantó rápidamente de su silla. Della voló hacia él,
pero antes que llegara allí, él le lanzó una mesa a Chase.
Chase nunca miró hacia atrás, pero con su mano libre cogió la mesa por una
pata y la levantó en el aire como una especie de artista de circo.
―Sienta tu culo de vuelta ―gruñó Chase, y aunque nunca miró al lanzador
de la mesa, no había duda de a quién le estaba hablando.
Della miró alrededor de la habitación, observando por el próximo ataque,
preparándose para intervenir, si era necesario. Por extraño que pareciera, solo el
amigo del hombre quien había arrojado el mobiliario parecía ser una amenaza.
Todos los demás solo lucían entretenidos.
Chase bajó la mesa. Casi gentilmente, sin romperla. Volvió su cabeza,
dándole a la habitación un vistazo rápido.
―¡Dije siéntate!
El amigo del hombre permaneció de pie, como si todavía debatiera su
próximo movimiento.
―Tengo una mano libre ―dijo Chase con furia y agitó su brazo
izquierdo―. ¡Pon tu trasero en esa silla o estarás contra la pared con este tipo y
ahogaré la vida de los dos! Y si alguien más intenta algo, les haré lo mismo en el
segundo que haya terminado aplastando las tráqueas de estos maleantes.
El amigo del señor Cola de Caballo se dejó caer en su asiento.
―Nunca me gustó mucho ese idiota de todos modos.
El camarero y los otros pocos clientes rieron.
Chase, no pareció apreciar el humor. Volvió la mirada hacia el vampiro con
la cara roja y los ojos saltones que sostenía contra la pared.
―Ahora, ¿quiere disculparte? ¿O rompo tu maldito cuello?
El hombre gruñó un sonido. Chase debió haber estado feliz, porque movió
su mano del cuello del tipo, permitiéndole caer en un montón en el suelo.
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El vampiro tosió y se frotó la garganta. Chase se quedó allí durante varios
segundos, mirando al tipo tratar de jalar aire a través de su magullada garganta,
como si le diera al idiota una oportunidad de levantarse y empezar más
problemas. Cuando no lo hizo, Chase se dirigió hacia la puerta. Se movía lento y
con confianza. Ni un poco preocupado porque alguien lo fuera a atacar.
Se detuvo junto a ella y le señaló que fuera primero.
Desafortunadamente, Della no seguía órdenes. Le señaló que fuera por
delante.
Él rodó sus ojos, pero entonces salió. Mientras se movía a través de la
puerta, escuchó a alguien decir:
―No sé qué tipo de sangre estaba bebiendo ese chico, pero quiero algo de
eso.
Della salió al aire fresco de octubre. La noche se había vuelto más oscura.
Pero la luna, casi llena, arrojaba luz plateada sobre el terreno arbolado. Miró a su
alrededor en busca de amenazas, detectando solo un par apoyándose contra la
parte trasera del edificio, su ropa a medio camino.
Apartando la mirada, estudió de vuelta a Chase moviéndose delante de ella.
No quería estar impresionado. Pero, ¡maldita sea! Estaba bastante impresionada.
También quería un poco de lo que sea Chase estuviera bebiendo.

Diez minutos más tarde, lo siguió en una carrera rápida o trató de seguirle.
Él seguía yendo más rápido y más rápido. Su único comentario hacia ella cuando
caminó junto a él afuera del bar había sido:
―Mantén el ritmo si puedes.
Lo único que Della odiaba más que tomar un desafío que pensaba que
perdería era alejarse de uno sin intentarlo. Sus pies golpeaban el suelo frío.
Mantenía su enfoque en Chase, que parecía correr sin esfuerzo. Sus pies dejaron
el suelo y entró en pleno vuelo. Della hizo lo mismo, pero la energía que la llevó
a viajar a esa velocidad causaba que le dolieran las entrañas.
A medio vuelo, Chase se giró y la miró. Comprobándola. Mientras notaba
su condición, cambió y empezó a bajar, pasando entre los árboles a tierra firme.
Él hizo un aterrizaje fácil, ni siquiera respirando con dificultad, y levantó la
mirada hacia ella descendiendo.
Ella golpeó el suelo con un ruido sordo, pero afortunadamente se las arregló
para permanecer de pie. Trató de ocultar el hecho de que sus pulmones no
tomaban aire. Entonces, igual que la otra noche cuando había ido a correr, su
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estómago se contrajo. Dándose la vuelta, vació el contenido de su estómago en la
maleza.
Cuando se levantó y limpió su boca con el dorso de su mano, él estaba de
pie a su lado.
―Por lo menos no fue en mis zapatos esta vez.
Levantó la mirada hacia él. Normalmente no vomitaba después de sus
carreras, pero de nuevo, no se había presionado así tampoco.
―Está bien, eres más rápido que yo ―espetó―. No me lo restriegues en las
narices ―admitirlo le costó un poco de orgullo.
―No estoy tratando de restregártelo en las narices. ―Durante el parpadeo
de un segundo vio lo que parecía preocupación en sus ojos―. Correr es bueno
para ti, vamos. Ayudará. ―Se giró y despegó de nuevo.
Ella no lo hizo.
Él llegó cerca de los quince metros, se detuvo, y se lanzó hacia abajo para
estar delante de ella.
―No te acobardes.
Ignoró su insulto.
―¿Ayuda con qué?
Él dudó antes de responder.
―El dolor.
―Estoy lidiando con él. ―Y por mucho que odiaba admitirlo, era cierto.
Centrándose en encontrar al asesino de Lorraine mantenía el dolor a raya.
―No muy bien. ―Comenzó a caminar, rápido. Ella se movió a su lado. No
hablaron durante unos minutos.
―¿Estás lista para ir? ―preguntó.
―¿Para buscar a los Juggler? ―preguntó, dejando a un lado su angustia con
él.
―No ―dijo―. Para correr. Hemos terminado con el caso por la noche.
―¿Terminado? ¿Cómo podríamos…?
―Alguien le dirá a la pandilla que los estamos buscando y ellos estarán aquí
mañana cuando regresemos.
―¿Qué te hace pensar que alguien va a decirles?
―Porque establecimientos como esos son leales a las pandillas locales.
Dependen de ellos para la protección y los negocios.
―¿Cómo sabes tanto sobre pandillas y establecimientos como esos?
―preguntó, su mente yendo a su queja original con este chico. ¿De dónde diablos
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lo conocía? ¿Él había sido parte de la pandilla que había estado luchando cuando
vio por primera vez a Chan?
―He estado en las calles desde hace mucho tiempo ―dijo.
―¿Cuánto? ¿Cuándo fuiste convertido? ―Se detuvo para ver si él
respondería.
Él dio un par de pasos más y luego la miró.
―Tenía catorce años. ―Empezó a correr, pero no a una velocidad
vertiginosa.
Se unió a él.
―¿Cómo sobreviviste? ―Los músculos en sus piernas dolían por su
ejercicio anterior.
―Corre conmigo de regreso a Shadow Falls. Si ganas, responderé la
pregunta.
La tentación tenía su pulso acelerándose, pero no era estúpida.
―Ya he admitido que eres más rápido.
Él se detuvo.
―Corre conmigo, y te diré por intentarlo.
A ella no le gustaba perder o los premios de consolación.
―Tal vez no quiero saberlo tanto. ―Lo hacía, pero su interés en él la ponía
de nervios más que cualquier otra cosa.
―Claro que sí ―dijo confiadamente―. No habrías preguntado si no
querías saber.
Frunció el ceño y trató de encontrar una manera de hacer este trabajo para
ella.
―Te diré qué, correré contigo si… gane o pierda, me dices de dónde te
conozco. Y esta vez, no me mientas.
Él parpadeó.
―No sé de qué estás hablando.
―Creo que sí. ―Lo miró.
―¿Puedes escuchar mis latidos? No estoy mintiendo.
―Estás olvidando que escuché lo que le dijiste a nuestro amigo allá. Me
dijiste que tus padres murieron y le dijiste a él que tu madre vivía aquí. Así que
sé que le mentiste a uno de nosotros, y tu corazón nunca dio un vuelco. ―Al
menos asumió que no había dado un vuelco cuando él le había dicho esto al
asqueroso en el bar.
Chase parecía atrapado.
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―Miento cuando tengo que hacerlo.
―O cuando es conveniente. Tal vez eres un mentiroso patológico.
―Me gustaría que hubiera sido así de fácil. Controlar mi ritmo cardíaco es
algo en lo que trabajé durante mucho tiempo.
Ella recordaba ver su expresión contraerse cuando pensó que había mentido
antes. Se movió frente a él y estudio su rostro, pero inclinó la cabeza a un lado así
él asumiría que estaba escuchando.
―¿Tu madre vive aquí?
―Te dije que ellos murieron. ―Sus ojos no cambiaron.
―¿Dónde nos hemos visto antes? ―lanzó la pregunta y no respiró,
esperando.
―No creo que alguna vez hayamos cruzado caminos. ―Él no se inmutó,
pero su ceja izquierda se crispó. ¿Eso era suficiente para llamarlo una mentira?
Y si estaba mintiendo, ¿por qué? ¿Qué no le estaba diciendo?
Él comenzó a caminar de nuevo. Lo siguió, tratando de averiguar su
próximo movimiento.
Después de unos minutos de silencio, él habló.
―No deberías haber dejado que él te tocara.
Cuando no respondió, saltó delante de ella y empezó a caminar hacia atrás,
haciendo difícil el ignorarlo.
―Él estaba respondiendo a mis preguntas ―dijo―. Más de lo que tú has
hecho.
―Podría haber conseguido esas respuestas yo mismo.
Ella levantó la barbilla.
―No creo que fueras su tipo.
La risa de Chase la tomó por sorpresa. Sonaba tan profunda y honesta.
Recodó cómo se había manejado a sí mismo en el bar. Le molestaba que todavía
estuviera impresionada. Impresionada con un mentiroso.
―¿Estás lista para correr de nuevo? ―preguntó, como pensando que había
encontrado alguna especie de tregua. No había tregua. No hasta que supiera qué
tramaba. Recordó su conversación con Jenny. ¿Con quién demonios estaba
reuniéndose Chase tan entrada la noche en la valla de Shadow Falls?―. Vamos,
una carrera corta ―incitó.
―Terminé de correr. ―¿Qué pasaba con este chico y las carreras? ¿Estaba
entrenando para las Olimpiadas?
Se lanzó alrededor de él, caminando en dirección a Shadow Falls.
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Página
―Vamos. Es bueno para ti ―dijo, cayendo a su lado de nuevo.
―La verdad es buena para mí. ―Lo sentía, demasiado cerca. Como si
fueran viejos amigos.
Caminaron en silencio. La noche parecía extra silenciosa. Sólo el sonido de
sus pisadas en la suave tierra y en las hojas muertas llenaban la noche.
Casi estaban en la puerta cuando él habló.
―Mi padre era doctor. Él era dueño de un pequeño avión. Íbamos todos en
él. Cayó.
Ella lo miró. Nada en su expresión decía que mentía. Todo lo contrario. El
dolor tocaba sus ojos.
―Fui el único que sobrevivió. Pero estaba muy mal herido. El chico que me
encontró era un vampiro. Yo era un portador del virus y cuando él me ayudó, me
convertí.
―¿Así que él te acogió?
―Sí.
―¿Él era renegado? ―No podía evitar tratar de ver su ángulo por estar en
Shadow Falls. ¿Estaba ayudando a alguna organización corrupta o a alguna
pandilla que quería cerrar la escuela debido a su afiliación con el FRU?
Esta no sería la primera vez.
―Depende a qué llamas renegado. Él era un tipo decente pero no
registrado.
De todas las cosas que podía haber dicho, esta era la que ella podría
relacionar más. ¿No era esta la razón principal por la que le había ocultado
información sobre Chan a Burnett? ¿Por qué no estaba mencionando a su tío o a
su tía?
―Entonces, ¿por qué viniste a Shadow Falls? ―preguntó.
―Escuché de ella. Pensé que sería interesante. ―Su pupila en el ojo
izquierdo se dilató ligeramente.
Así que estaba aquí por una razón, pero, ¿cuál? Casi lo atrapó en la mentira,
pero ahora tenía un mejor manejo detectando sus falsedades, tal vez era sabio
ver qué podía aprender. Dejar que el chico se mintiera a sí mismo en una esquina
de la que no podría salir.
Levantando la mirada, vio la valla de Shadow Falls adelante. Sacó su
teléfono para marcarle a Burnett. Había perdido dos llamadas. Pero no había
mensajes de voz.
Comprobó los números. Uno fue desconocido por un segundo, pero luego
lo reconoció. Kevin, el amigo de Chan. El dolor que había estado encerrado se
liberó.
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¿Qué quería Kevin con ella? “Las retribuciones pueden ser el infierno”. Le
debía un favor.
El segundo número parpadeó por la pantalla y sintió las fibras de su
corazón siendo tiradas en otra dirección. Steve.
Apartó todas esas emociones con las cuales lidiar para después y empezó a
marcarle a Burnett. Pero su teléfono sonó primero. El número de Burnett iluminó
la pantalla de su celular.
―Estamos de regreso. En la valla del lado norte ―dijo en lugar de saludar.
―¿Todo está bien? ―El tono de líder del campamento salió corto. Tenso.
―Bien.
―Ven a la oficina. Ahora ―insistió.
Oh, infiernos, pensó Della. Sonaba como que un poco más de mierda había
golpeado el ventilador.
―Estaremos allí.
―No. ―Cortó Burnett―. Sola. Sólo te quiero ver a ti ahora mismo. Me
pondré en contacto con Chase cuando lo necesite. ―El líder del campamento
colgó.
Obviamente escuchando, el ceño de Chase inmediatamente se arrugó con
preocupación, y ella no sabía quién estaba en problemas. Ella o el pervertido de
bragas.

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Página
Traducido por Mae y flochi
Corregido por Nanis

B
urnett se quedó en silencio en el porche de la oficina, esperando a
que llegara. Cuando aterrizó justo enfrente de los escalones, se quedó
allí, la nariz en el aire y la cabeza ligeramente inclinada, como si
comprobara para asegurarse que no tenían compañía.
Cuando su mirada se posó en ella y no frunció el ceño en la forma en que
normalmente lo hacía cuando su trasero se encontraba en problemas, pasó a ser
una mirada que estaba acostumbrada a ver, sospechaba que la persona en la lista
negra del líder del campamento era Chase y no ella.
―¿Cómo van las cosas? ―preguntó finalmente después de dirigirla de
nuevo a su oficina y hacer un gesto para que se sentara. Mientras seguía sus
instrucciones, se dejó caer en la silla detrás de su enorme escritorio de caoba. De
alguna manera se las arreglaba para hacer que el escritorio se viera reducido.
Comenzó a derramar los detalles de la noche, y él levantó la mano.
―Sé lo que pasó. Tuve otro agente allí y ya he sido informado.
Ella frunció el ceño.
―No tenías confianza…
Burnett dejó caer sus manos en su escritorio con un golpe.
―Ni siquiera vayas allí. Esto no es una cuestión de confianza. En términos
generales siempre hay un agente de respaldo en cualquier caso con agentes más
jóvenes sin pulir.
Le molestaba la observación sin pulir, pero mantuvo la boca cerrada.
―Lo que necesito saber es cómo fueron las cosas entre tú y Chase. ¿Todavía
desconfías de él?
―Yo... ―Recordó a Chase, castigando al chico por llamarla puta. Encontró
la mirada de Burnett―. ¿Por qué?
―Sólo responde, por favor.
Necesitó otro segundo para saber la respuesta.
―Sí. Sigo estando recelosa. Pero probablemente no tanto como antes.
―¿Y todavía no me dices por qué tienes dudas de este chico?
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Della pensó en esa pregunta otro segundo. No podía decirle a Burnett lo
que Jenny vio, pero…
―Reconocí su olor cuando lo conocí. No sé de dónde. Pero casi se siente
como si tuviera un sentimiento negativo atado a él.
―¿Y elegiste no decírmelo antes? ―Las cejas de Burnett se elevaron.
―Quería asegurarme que tenía razón. ―Se enderezó un poco más,
preparada para que él se ofendiera.
―¿Y es cierto?
Ella vaciló, algo que a Burnett no le gustó.
―Della, ¿confías en él o no?
―No del todo, pero no puedo recordar realmente conocerlo.
―¿Lo has enfrentado?
―Si, y me dice que estoy equivocada.
―Pero todavía no lo crees. ―Burnett se apoyó en su escritorio, la
preocupación constantemente apretaba su expresión―. ¿No escuchas…?
―El corazón miente a veces. ¿No fuiste quien me dijo eso? ―De repente se
le ocurrió que Burnett tenía que sospechar que Chase podía mentir, o lo tendría
aquí interrogándolo en lugar de Della. Francamente, quería saber cómo fue el
entrenamiento para hacerlo, también. Podría ser muy útil, mientras trabajaba
para el FRU.
Burnett juntó las manos sobre el escritorio.
―¿En cualquier momento durante esta operación te hizo temer por tu
seguridad? ¿O pensaste que Chase te haría daño? ¿O te traicionaría?
Della lo consideró, y lo único que recordaba era lo enfadado que estuvo
cuando el acosador se tomó libertades y la tocó.
―No.
―Pero todavía no confías en él.
―No de todo corazón ―dijo la verdad y luego respondió―. Y tú tampoco.
¿Qué ha cambiado?
―Yo no…
―Confiabas en él esta mañana y ahora… no tanto.
Burnett desplegó sus manos.
―Justo antes de que llamaras, parte de la información que me dio fue…
dudosa.
Así que ella y Burnett compartían la misma preocupación.
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―Me dijo que sus padres murieron en un accidente de avión. Él se convirtió
entonces, a los catorce años, cuando un vampiro lo encontró.
―Confirmé que sus padres murieron en un accidente de avión ―dijo
Burnett.
Della no podía dejar de imaginar lo difícil que debió ser para un joven
Chase, perder a su familia y ser convertido el mismo día. No es que en realidad
significara que podía confiar en él. Las cosas malas les sucedían a las personas y,
a veces era lo que los retorcía y los volvía malos.
―Entonces, ¿cuál es la duda? ―le preguntó a Burnett.
―Dónde vivía. Cosas básicas.
―Él dijo que California ―dijo Della, y luego preguntó―: ¿Qué otras cosas
básicas? ―Recordó a Chase, diciéndole que el hombre que lo rescató no estaba
registrado. Si eso era lo que escondía, de seguro no podía culparlo.
―Estoy averiguando ―dijo Burnett, y era la forma del líder del
campamento de decirle que retrocediera. Della dudó en decir nada más, pero
entonces…
―Sabes que puede haber razones por las que te oculta cosas. Razones que
no significan necesariamente que es malo.
Dios sabía que ella ocultaba algunas cosas. La mayoría de ellas dolorosas.
La frente de Burnett se frunció con más fuerza.
―Es cierto, pero tengo que asegurarme que los secretos no son algo que
pueda causar daño a la escuela o al FRU. Y, por desgracia también he aprendido
que cuando las personas esconden cosas, por lo general no son buenas. ―Se
inclinó―. ¿Confías en él o no? ¿Por qué recibo una mezcla de sentimientos de ti?
“Te gusto. Simplemente no te das cuenta todavía”. Las palabras de Chase
se reprodujeron en su cabeza e incluso vio su sonrisa.
―No lo sé. Quiero decir, no confío en él como lo haría con alguien de aquí,
Lucas o Derek, o… Steve, pero… no creo sea malo tampoco. ―La verdad sabía
raro en su lengua.
―Bien. ―Burnett golpeó las manos sobre el escritorio―. Mientras tanto,
¿hazme saber si sabes algo nuevo?
Sintiendo que la reunión había terminado, se puso de pie.
―¿Alguna noticia sobre la autopsia de Chan?
―Aún no. Lo siento.
Asintió, sintiendo que la frustración de esa cuestión seguía pesando en su
corazón, y luego se alejó. Sólo a unos pocos metros de la puerta, oyó al vampiro
decir estoico:
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―Buen trabajo esta noche, Della. Entre el arresto de Craig Anthony y ahora
esto, estoy orgulloso de ti.
No miró hacia atrás, pero susurró:
―Gracias. ―Un sentimiento de orgullo se hinchó dentro de ella, y se aferró
a la sensación con un corazón hambriento. Necesitaría una buena emoción para
contrarrestar la mierda negativa en su vida ahora mismo.
Mientras caminaba hacia fuera, su teléfono sonó con un mensaje. Por alguna
razón sospechaba que era Steve. La mierda negativa había llegado.

El paseo de Della a su cabaña fue demasiado tranquilo, y los pensamientos


de Steve se convirtieron en lo segundo inquietante de la noche. Sacó su teléfono
y comprobó el texto. Se había equivocado. Los últimos tonos no fueron un
mensaje de Steve. Eran de Kevin, el amigo de Chan.
Llámame.
Golpeó un par de botones para devolverle la llamada. Fue al buzón de voz.
―¿Qué pasa? Es Della. ―Colgó, y en ese momento un escalofrío envió piel
de gallina en la piel de su espalda.
Algunas nubes cubrían la luna e impedían el resplandor de plata del
camino. No sabía qué era espeluznante, el resplandor de plata, la oscuridad
asfixiante, o el frío silencio.
De repente, no se sentía sola. Levantó la cara para atrapar un olor, sólo para
recordar que su nariz no funcionaba correctamente. Movió sus ojos de derecha a
izquierda. Un par de ojos amarillos de zarigüeya le devolvieron la mirada. No
era una zarigüeya, lo sentía.
Recordó el fantasma de Chan. Su corazón se volvió pesado al instante.
¿Estaba aquí? Creía que había cruzado, pero tal vez se equivocaba.
―¿Chan, eres tú? ―El viento frío pareció absorber la pregunta en la
oscuridad de la noche.
Las nubes se desplazaron de nuevo, ofreciendo el suficiente brillo para ver
el camino. Oyó el leve crujido en el aire y levantó la mirada, casi esperando ver
plumas. Pero sólo una hoja de naranja cayó. Una hoja muerta.
¿Chan pasó de plumas a hojas? ¿O simplemente exageraba?
―Si estás aquí, quiero que sepas que lo siento. No quise ignorarte.
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La luna escapó de nuevo. Desde la oscuridad surgió un sonido. Pasos detrás
de ella.
¿Chan?
¿Acaso los pasos de un fantasma hacían ruido? Una corriente de miedo la
recorrió. Luchó contra la necesidad de correr. Pero se recordó que era Chan.
Incluso muerto, era su primo. Un primo al que defraudó.
Se dio la vuelta. Su corazón se sobresaltó cuando vio la figura detrás de ella.
Porque era incapaz de oler quién podría ser, el pánico hizo que sus colmillos se
extendieran.
―Sólo soy yo ―dijo una voz suave. Una suave voz reconocible.
―Maldita sea, Jenny. Nunca te acerques sigilosamente a un vampiro.
Podría haberte atacado.
―Lo siento ―dijo Jenny, sin acercarse―. No quise… ―miró a su alrededor
con nerviosismo―… inmiscuirme. ¿Hay un fantasma aquí?
―¿Sientes uno? ―preguntó Della, su voz resonando casi temblorosa como
la de Jenny.
―No, no siento fantasmas. ―Jenny se quedó donde estaba―. Pero
hablabas con… tu primo. El que murió. ¿Sientes fantasmas?
―No… no realmente. ―Ni siquiera estaba segura que fuera una mentira.
Había visto a Chan, pero no estaba tan segura de que lo había sentido. Por lo
menos no en la forma que Kylie sentía fantasmas.
―¿Por lo tanto, nadie está aquí? ¿Estás segura? ―preguntó Jenny.
―Nadie está aquí. ―Y Della quería creerlo.
―Bien. ―Jenny se encontró con ella―. ¿Derek te llamó?
―¿Se suponía que debiera? ―Della siguió caminando, y aunque odiaba
admitirlo, se sentía mejor no estar sola.
―Consiguió el anuario con tu tío en él. Encontró a tus dos tías, tu tío y tu
padre allí.
Algo parecido a la esperanza llenó el pecho de Della. Podría encontrarse
con una familia de verdad después de todo. Sacó su teléfono para llamar a Derek.
―Está en tu cabaña ahora. Con Kylie. Sólo Kylie ―murmuró Jenny―. Vi a
Miranda irse con Perry. ―Su tono sonaba acusador.
Della, ansiosa por ver el libro, se metió el teléfono en su bolsillo y comenzó
a moverse un poco más rápido. Se encontraba a varios metros antes de darse
cuenta de que Jenny se quedaba atrás.
Della miró por encima del hombro.
―Vamos.
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―No ―dijo Jenny, y pasó su tenis por la tierra.
Della sabía lo que pasaba en la mente de Jenny, y suspiró. Hizo a un lado
su propia urgencia.
―Mira, Jenny. Nada sucede entre Kylie y Derek.
―No lo sabes a ciencia cierta.
―Al infierno si no lo hago. Kylie está enamorada de Lucas, no tocaría a
Derek con un palo de tres metros. Y en cuanto a Derek, Kylie es una noticia del
pasado. Mira, un vampiro puede oler feromonas, y él no infesta el aire cuando
está a su alrededor. ―Al menos no cuando su nariz funcionaba―. Por otro lado,
cuando está a tu alrededor, apenas puedo respirar, contamina tanto el aire.
―Pero admira a Kylie.
―¿Y? Es un protector. La admiro, y no voy a perder el tiempo con ella.
Jenny hizo una mueca.
―¿Cómo puedo competir con Kylie? Ella es tan genial.
―Ese es mi maldito punto. No estás compitiendo. ―Della tuvo una idea―.
No vas a creerlo hasta que lo veas, ¿verdad?
―Ver, ¿qué?
―Verlos. Verlos no hacer nada. Permítame probarlo. Vuélvenos invisibles
y vamos a la cabaña.
―Yo… no creo que sea una buena idea.
―¿Por qué no? Finalmente sabrías la verdad. Tal vez entonces superarías
esto.
Jenny frunció el ceño.
―Pero… pero no sé si puedo volvernos invisible. No estoy tan avanzada
como Kylie. Y… Burnett me dijo que no espiara.
―Sí, pero no estás espiando, pruebas algo. Hay una diferencia.
―Burnett dejó la regla muy clara.
―A veces, las normas tienen que ser rotas. Además, ¿no es romper las
reglas andar por allí invisible?
―Sí, pero…
―¿Y cómo sabes que no me puedes volver invisible si no lo intentas?
―Della vio tentación en los ojos de la camaleón. La chica tenía coraje. Tal vez por
eso a Della le agradaba―. Vamos. Pruébalo. ―Tomó la mano de Jenny―. Hazlo.
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―Esto es genial, pero tan malditamente raro ―dijo Della. Podía sentirse a
sí misma pero no verse. No podía ver a Jenny tampoco. Estaban paradas en el
porche mirando en la ventana y escuchando a Kylie y Derek hablar acerca de su
madre.
―Shh ―dijo Jenny, manteniendo su mano muy apretada.
Kylie le ofreció a Derek una bebida y se sentaron a la mesa.
―¿Quieres que llame a Burnett y que descubra lo tarde que llegará Della?
―Nah, esperaré unos minutos más y luego dejaré el libro. Podremos hablar
mañana. Sé que querrá ver esto, pero desafortunadamente no aporta mucho en
este momento. Pero esperemos que nos lleve a más cabos sueltos.
Kylie asintió.
―Entonces, ¿cómo están las cosas entre tú y Jenny? ―El agarre de Jenny se
apretó.
Della se preocupó que todo esto pudiera ser contraproducente para ella. No
es que Derek y Kylie sintieran algo por el otro, pero si él decía algo que Jenny no
debería escuchar… Oh, mierda. Tal vez Burnett tenía razón con su regla.
―Lento. ―Derek sonó decepcionado.
―¿Le has hablado? ―preguntó Kylie―. ¿Le has dicho cómo te sientes?
―Della se relajó un poco.
―Algo así ―dijo Derek―. La besé.
―Besarla no es hablar. Si de verdad te gusta, háblale.
―Y si dice que no está interesada, retrocederá. No quiero asustarla.
―Creo que el único asustado eres tú ―dijo Kylie―. Para citar a Della en
esto, “Por Dios santo, ten agallas”.
―Ella me citó. ―Della se rió.
―Shh ―dijo Jenny.
―¿Qué se supone que le diga? ―preguntó Derek.
―No lo sé. ¿Por qué no empiezas diciéndole cómo te sientes? ―Kylie hizo
una pausa―. ¿Cómo te sientes respecto a ella?
―Me gusta, de verdad me gusta. Puedo sentir sus emociones más claras
que las de nadie. O sea, incluso en este momento la siento en alguna parte allí
afuera, sintiéndose insegura sobre algo.
―Deja de sentir ―susurró Della.
―No puedo ―espetó Jenny―. Y no pueden escucharnos cuando estamos
invisibles, así que no tienes que susurrar.
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―Pero estoy intentando escuchar ―respondió Della.
Derek sacudió la cabeza como si pensara.
―Es comprensiva, también increíblemente valiente. A pesar de que es
nueva y todos siempre la están mirando de manera graciosa por ser una
camaleón, lo maneja con coraje y aplomo. ―Hizo una pausa―. Es hermosa, pero
no como esas chicas que lo saben. Es inocente, pero al mismo tiempo, está ansiosa
por experimentar cosas. Es inteligente y a veces un poco sabionda. ―Sonrió,
luego suspiró―. Adoro cómo se ve en la vida. Y quiero estar allí para… bueno,
compartir esas experiencias, y por supuesto, para asegurarme que no sale
lastimada.
―Es tan dulce ―dijo Jenny, su tono sonando como el de Miranda cuando
hablaba de Perry lamiéndole las orejas.
Della se preguntó si la camaleón se dio cuenta que algunas de las
experiencias a las que Derek se refería probablemente tenían una calificación para
“sólo adultos”. Pero por otra parte, no importaba. Jenny tenía razón. Eso fue
dulce. Sólo porque Della no estaba preparada para bañarse con todo la
empalagosidad del romance, no quería decir que no pudiera admitir que tenía
sus cosas buenas. Algún día, podría incluso enderezar su vida lo suficiente para
poder disfrutarlo, también.
―De verdad le gusto ―dijo Jenny.
―Te lo dije ―dijo Della―. Ahora, ¿podemos ir a hablar con Derek y
comprobar el libro que me costó la mesada de un mes?

A las diez de esa misma noche, Della estaba acostada en la cama hojeando
el anuario de la secundaria. Se quedó mirando fijamente todos los rostros de los
Tsangs, pero especialmente aquellos de su tío y tía desaparecidos. Antes de irse,
Derek había tomado nota de con quiénes habían sido vistos su tío y tía en las
fotos y planeaba ponerse en contacto con ellos por Facebook para ver si podrían
tener alguna información más.
―Es impresionante la cantidad de casos que los investigadores privados y
la policía resuelven usando los medios sociales ―había dicho él.
Della comenzó a sentirse mal por él y ofreció:
―Yo podría hacer eso.
―Si quieres ―había respondido―, pero tienes que ser astuta con lo que
preguntas, o podría ser contraproducente.
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Página
Al final, había estado de acuerdo en dejarlo manejar eso. Además, no era
como si no tuviera nada de lo que preocuparse.
Su teléfono volvió a sonar, recordándole que había recibido otro mensaje de
texto cuando había estado hablando con Derek. Lo había mirado más temprano.
Era de Steve. No lo había leído. No quiso leerlo. No creía poder leerlo sin verse
sumergida en extrañarlo, en enfadarse con él por besar a Jessie, y todavía más
enfadada por permitirle a Jessie llamarlo. ¡Tres veces!
Girando la página del anuario, liberó una profunda bocanada de aire
emocionalmente cargado. Nop. No estaba lista para enfrentarse a Steve todavía.
Tal vez en un par de años. Gruñendo, enterró la cabeza en su almohada por unos
minutos antes de volver a pasar las páginas del libro.
En una foto del club de debate, notó un rostro familiar. Había demasiados
en la lista de nombres, así que no estaba segura si se trataba de su tío o su padre.
Tenían que ser gemelos idénticos. Trazó el rostro con la uña, preguntándose si
sentiría la conexión con su tío como solía sentir con su padre.
O todavía la sentía. Él había sido el que había renunciado a ella, no al revés.
Volvió a cerrar los ojos, la emoción apretando su garganta.
Tragándose el dolor, escuchó a alguien caminando frente a su cabaña.
¡Mierda! ¿Y si se trataba de Steve? Inhaló para ver si podía captar un aroma. Nop.
Su nariz seguía sin funcionar.
Su corazón dio un vuelco. No estaba lista para verlo.

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Página
Traducido por Ximena Vergara, AnnaTheBrave y âmenoire
Corregido por Nanis

D
ella se concentró en la cadencia de los pasos. No era Steve.
Demasiados ligeros.
Las pisadas sonaban como… abriendo la puerta de la cabaña.
―¿Hay alguien en casa?
―Aquí. ―Della se dirigió a la puerta, recordando que todavía tenía que
pedir disculpas a la bruja por ponerse de mal humor esta tarde por todo el asunto
de la observación de aves.
―Hola ―dijo Miranda, y ni siquiera se veía molesta.
Della considero olvidar la disculpa, odiaba tragarse sus palabras, pero se lo
debía a la pequeña bruja.
―Siento lo de antes, fui una perra.
―Sí, lo fuiste. Pero está bien ―dijo Miranda―. Te lo dije, pasare por alto
tu mal humor debido a toda la mierda que tienes que hacer. Me imagino que
tendrás una o dos semanas de mí pasando por alto tu actitud.
¿Qué actitud? Della se tragó las palabras y se obligó ser agradable.
―Te lo agradezco, pero todavía lo siento.
―Aceptada. ―Le sonrió―. ¿Está Kylie aquí?
―No, ella y Lucas están dando un paseo nocturno.
Miranda se acercó a la nevera y sacó dos refrescos. Della se dejó caer en su
silla. La bruja le entregó una lata y estudió a Della con atención.
Della se imaginó que la bruja estaba en modo inspección de aura.
―¿Cómo está?
―Todavía peligrosamente oscura. ―Miranda abrió la bebida mirándola
preocupada, siguió mirando a Della hasta que un sonido burbujeante llenó la
habitación. Por último, preguntó―: ¿Qué pasó contigo y Steve?
―Jessie lo besó. ―A Della no le gustaba hablar de él… otra vez. Pero si la
bruja descubría que se lo había contado a Kylie y no a ella, conseguiría una nariz
rota. O tal vez su meñique moviéndose. Y eso podría ser peligroso.
―¿Así que brincaste sobre ella?
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―No ―dijo Della―. Tuvimos una discusión y le dije que no podía hablar
con él. ―Por otra parte, no había leído su mensaje de texto. Podría estar
diciéndole que estaba enamorado de Jessie ahora. Pero incluso enojada, no creía
que ese fuera el caso.
―¿Él se disculpó? ―preguntó Miranda.
―Sí, pero…
―Pero todavía estás furiosa, ¿verdad?
Della se hundió más profundamente en la silla.
―Sí, pero no es como si estuviéramos saliendo.
―Eso es una tontería. Ustedes dos estaban saliendo. Tú simplemente no le
dijiste a nadie que estaban saliendo.
Della quiso negarlo, pero no pudo.
Miranda tomó un sorbo de soda.
―¿Le creíste a Steve cuando te dijo que Jessie le dio el beso? ¿O crees que
él la besó?
―Le creo ―dijo Della―, pero ese no es el punto.
―El punto es que aún estás herida, ¿verdad?
Della exhaló.
―Puede ser. Supongo. Sí. Mierda, me duele.
Miranda asintió con empatía. Se sentaron en un cómodo silencio por un
momento, del modo en que lo hacen los amigos, la bruja haciendo girar un
mechón de cabello de color rosa alrededor de su dedo. Sus ojos se abrieron de
repente.
―Tengo una idea, pero vas a pensar que estoy loca.
―Dado que ya creo que estás loca, podrías contármelo.
―Funcionó con Perry cuando se puso loco por besarme con Jacob.
―Miranda hizo una pausa, para crear un efecto dramático―. Él besó a Mandy,
tuvimos una gran pelea, y luego nos perdonamos el uno al otro.
Della negó con la cabeza, no entendiendo bien a Miranda.
―¿Estás diciendo que quieres que bese a Perry?
―No. No a Perry. Pero debes besar a algún otro chico para que Steve se
ponga celoso.
Della rodó los ojos.
―Sé que las matemáticas no son lo tuyo, ¿pero nadie te ha dicho que dos
errores no hacen un acierto?
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―Lo hacen si se solucionan las cosas. Realmente te gusta Steve. Y sé que tú
le gustas. Así que a besar a otra persona. Oye, ¿qué hay de ese tipo, Chase? Sólo
tienes que caminar hacia él y le das un beso con todo, entonces el marcador estará
empatado, y tú serás capaz de ir más allá de esto. Tú y Steve puede volver a estar
juntos, tu aura se aclarará, y todo el mundo estará feliz. Quiero decir, es eso o ir
a observar aves, ¿qué prefieres?
Della no podía dejar de reír.
―Lo siento, sé que estás tratando de ayudarme, pero esto es probablemente
el peor consejo que me han dado jamás.
―¿Avistamiento de aves?
― ¡No! ¡Besar a Chase!

Della ignoro a Chase toda la mañana. O lo intentó. Mientras caminaba a


almorzar con Miranda, Kylie, y Jenny todos iban charlando, Chase se acercó a su
lado y le tomó por el brazo.
―Dame un minuto, por favor. ―La condujo hacia el bosque―. Regresara
enseguida ―les dijo a sus amigos.
Della podría haberse liberado, pero en lo único que podía pensar era en que
se sentía frío su toque. ¿Eso quiere decir que todavía tenía fiebre? Maldita sea,
no había notado el dolor de cabeza últimamente, y acabo asumiendo que el virus
estaba mejorando. Bueno, menos su falta del sentido del olfato.
Entonces comprendió. Como una gota de mierda de pájaro. Chan había
muerto después de enfermarse. ¿Y si…?
Oh, demonios, ¿qué estaba pensando? Tenía un resfriado, un pequeño
virus. Kevin había dicho que Chan realmente estaba mal. Della no estaba
realmente enferma. Y no era hipocondríaca.
Saliendo de esa línea de pensamiento, volvió a mirar a su grupo de amigos,
Miranda le lanzó una gran sonrisa. Della le arrugó el ceño de vuelta, sabiendo lo
que estaba pensando la pequeña bruja. De ninguna maldita manera planeaba
darle un gran beso a ese pervertido de bragas. ¡No sucedería!
Siguió tirando de ella, y por razones que no entendía muy bien, se lo
permitió.
―¿Qué? ―Della finalmente se liberó cuando alcanzaron lo frondoso de los
árboles.
―Tres cosas. Uno: ¿A qué hora nos reunimos esta noche?
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―Creo que Burnett dijo que nos reuniríamos a las ocho en su oficina
¿Siguiente?
Frunció el ceño.
―¿Sabes por qué el gran líder de repente perdió la confianza en mí?
―¿Siguiente? ―dijo Della, sin querer hablar de la falta de confianza en
Chase de Burnett. O su falta de desconfianza. A ella todavía no le cabía en la
cabeza el hecho de que prácticamente lo había defendido frente a Burnett.
―Tuve una reunión con él en su oficina ayer por la noche y me interrogaron
durante más de una hora.
―Bueno, acostúmbrate a ello. Se lo hace a todo el mundo ―le dijo.
―No te creo. ¿Te dijo algo acerca de no confiar en mí?
Por un segundo casi le contó que Burnett se había dado cuenta que había
mentido acerca de algunas cosas. Abrió la boca, luego lo pensó mejor, y la cerró
de golpe.
Chase entrecerró los ojos brillantes.
―¿Así que algo está pasando?
―Tendrás que platicarlo con Burnett. Y deberías…
―¿Qué debería? ―pregunto Chase.
―Habla con él. Él no es… sé que es como un dictador, pero al menos el
sesenta por ciento de las veces es justo.
―¿Así que confías en él sobre todo? ―preguntó, sonando casi desconfiado.
No sobre mi tío.
―Casi. ―En ese momento el sonido de unas cataratas hizo eco en sus
oídos―. ¿Has oído eso? ―preguntó.
―Oír, ¿qué?
Lamentando preguntarle, le espetó:
―Nada. ―Comenzó a golpear su pie contra el suelo frío―. ¿Hay algo más?
¿Qué más quieres?
―Peligrosa pregunta ―dijo con voz sexy tomándole el pelo.
Se cruzó de brazos y lo miró.
―Mis amigos me están esperando.
Él sacó su teléfono.
―¿Cuál es tu número? ―Cuando no comenzó a escupirlo, dijo―: Así la
próxima vez que tenga una pregunta solo te llamaré, y no tendré que interrumpir
tu pequeño juego de Chase no existe
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―Yo no estaba…
―Me has estado evitando todo el día. Has puesto mucho empeño en ello.
Ella pisoteó un poco más firme sintiéndose infantil por su juego, o más bien,
se sentía tonta al ser descubierta. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Desde que
había expresado interés en ella, lo último que quería era animarlo.
―¿Tu número?―La impaciencia sonó en su tono al levantar la vista de su
teléfono. Y vaya si no parecía herido.
Y vaya si no se sentía mal por ello. Entonces al darse cuenta que le
importaba lo que él sentía envió una ola de pánico a través de ella.
―Sólo dame tu número ―dijo.
Decidiendo que conseguir una llamada sería mejor que ser arrastrada al
bosque por él, se lo dio.
―Gracias ―dijo―. Te llamaré más tarde para que tengas el mío.
No necesito el tuyo, casi dijo, pero se contuvo. Estaban trabajando juntos, así
que puede ser que necesitara su número. Realmente sólo deseaba tener su
número para saber a ciencia cierta lo que estaba haciendo. O saber si estaba
tramando algo.
Antes de que pudiera dar vuelta para irse, él se acercó y apartó un mechón
de cabello de su mejilla.
Le dio una palmada en la mano.
Él se echó a reír, luego el humor dejó su expresión.
―¿Cómo te sientes? ―Se metió la mano en el bolsillo de los vaqueros.
―¿Por qué? ―le preguntó, tal vez se había dado cuenta de su temperatura.
Él dudó.
―Me refiero a lidiar con la muerte de tu primo ―dijo, sonando sincero.
―Estoy bien. ―Suavizó su tono, deseando que parara con la maldita
simpatía. Así ella también detendría toda esta puta mierda. Sin embargo, no
estaba segura de cómo continuar con su plan de desinterés sin hacerle caso o
dándole una mala actitud. No es que su comportamiento estuviera fuera de lugar.
No confiaba en él, pero estaba trabajando con él y prácticamente lo había
defendido con Burnett.
No le gustaba, pero sentía empatía por él por perder a su familia de la
manera en que lo hizo.
Sabía que estaba ocultándole cosas a ella y a Burnett, ¿pero ella no estaba
ocultándole cosas a Burnett, también?
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¿Dónde diablos había captado su olor? ¿Por qué iba a mentir sobre ello? ¿Y
si estaba equivocada acerca de que él mintiera? ¿Era posible que hubiera captado
su olor pero él no hubiera captado el suyo?
Era posible.
Y estás impresionada con sus habilidades, le dijo una pequeña voz en su cabeza.
Estaba en sintonía con la voz, aceptando que sus sentimientos acerca de este tipo
eran en blanco y negro, el yin y el yang a continuación. El problema era que el
negro se desvanecía rápidamente al gris y el yin estaba cambiando más al yang.
No es que aquí hubiese nada romántico en acción. “Oye, ¿qué hay de ese
tipo, Chase? Sólo tienes que caminar hacia él y le das un beso con todo”.
Con todo. Su mirada se dirigió a los labios, y se preguntó cómo sería estar…
¡Infierno Santo! ¿Por qué estaba pensando en eso?
―Me tengo que ir ―dijo ella, dándose cuenta que sólo estaban allí de pie
mirando la boca del otro, como en una estúpida película. Sólo había avanzado un
par de pasos cuando escuchó: “Nos vemos esta noche”. Su profunda voz sonaba
con anticipación, y tuvo una clara sensación de que no era sólo sobre el caso.
Las palabras "no sucederá" descansaron en la punta de la lengua, pero ya se
lo había dicho. Lo repitió para sí misma también, pero por razones de seguridad,
se lo repitió en la cabeza. Luego se apartó.
Salió del bosque, y las tres chicas estaban esperándola con un aura de
curiosidad. Miranda, dejó caer la pregunta primero.
―¿Lo hiciste?
Con el ceño fruncido a la bruja, le murmuró:
―Diablos, no
―Te dije que no lo haría ―dijo Kylie.
Della miró a Kylie.
―¿Así que les contó al consejo que me dio? ¿De dónde sale esta mierda?
―Creo que es una gran idea ―dijo Miranda.
―No veo por qué no podría funcionar. ―Jenny le dio otro punto al tema―.
Pero también podría ser peligroso. ¿Y si le gustaba besar a Chase? ¿Qué
significaría para ella y Steve?
―Yo no podría. ―dijo Della―. Porque… no podría. ―Miró de Jenny a
Kylie agradecida de que las camaleones no tuvieran sus poderes de vampiro
para escuchar que su corazón dejo de latir.
―No lo sé. Él es sexy. ―La sonrisa de Kylie le dijo que le estaba tomando
el pelo.
Lástima, Della no estaba de un humor juguetón.
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―¡Entonces bésalo! Ve. ¡Ve con él! ―Señaló con sus manos al bosque
―No, tengo el hombre que quiero.
Kylie le dio a Jenny una rápida mirada.
―Oye ―intervino Miranda―. Todo lo que digo es que funcionó para Perry
y para mí. Al menos debes darle una oportunidad.
Della rodó los ojos.
―Lo haré tan pronto como el infierno abra un stand de helados gratis.
Ahora dejemos de hablar sobre mí besando a Chase. Me hace pensar cosas locas.
―¿Qué clase de cosas? ―preguntó Miranda con una ceja levantada. Luego
movió sus hombros como un perro agitando la cola.
Della gruñó justo cuando su móvil sonó. Supuso que era Chase, dejando su
número. Sacó su teléfono para revisarlo.
Estaba equivocada.
―¿Quién es? ―preguntó Miranda.
―Nadie ―soltó Della, deseando que la bruja dejara de ser tan entrometida.
―¿Así que Steve, eh? ―dijo.
Della gruño de nuevo y comenzó a caminar más rápido, queriendo correr
más rápido que sus pensamientos sobre Steve, Chase y sus amigas indiscretas.
Pero su teléfono sonó por un correo de voz, sabía que tarde o temprano tendría
que lidiar con Steve. ¿Pero cuándo?

“Era sorprendente cuántas investigaciones privadas y casos de policías se


habían resuelto usando los medios de comunicación”. Las palabras de Derek
comenzaron a sonar en su mente durante Inglés, su última clase. Sí, quizás era
una táctica de evasión, para no pensar en toda su otra mierda, pero trabajó a su
favor. Porque la idea solo apareció en su cerebro, y sentía que era una buena.
Facebook, aquí voy.
Podría no saber cómo lidiar con viejos compañeros de escuela de su padre
y hermanos, pero sabía manejar a chicas adolescentes. Y quizás, solo quizás, algo
que dijeran podría darle una ventaja en el asesinato de Lorraine. Sí, era una
apuesta arriesgada. Lo homicidios de vampiros eran un animal diferente al de un
asesinato normal. ¿Pero cómo podría hacer daño intentar?
¿Cómo?
Fácil. Lo descubrió demasiado rápido.
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Cuanto más aprendía de Lorraine, más le dolía. Cuanto más se daba cuenta
del desperdicio que era que alguien tan decente, con tanta vida, hubiese sido
arrancada de este mundo.
Della había comenzado a buscar cualquier tipo de información en Facebook
y Twitter, incluso revisó un par de periódicos locales en línea. Descubrió que
Lorraine había asistido a una escuela de danza en el verano. Incluso vio varios
tweets con imágenes del nuevo perro de esta. Uno de esos de nariz aplastada y
grandes orejas, tan feo que solo una madre amaría.
O amarlo hasta que el maldito cachorro se convirtiese en vampiro, murmuró una
cínica voz en su cabeza.
Sacando ese pensamiento de su mente, Della encontró a unas seis personas
que afirmaban conocer a Lorraine. Afortunadamente, la mayoría de ellos se
hacían amigo de cualquiera, así que eso trabajó a su favor. Luego de un par de
horas, Della también era amiga en Facebook de cuatro de los compañeros de
escuela de Lorraine.
Les envió un mensaje diciendo que había conocido a la chica el año pasado
en Nueva York y acababa de oír que había muerto. Estaba la opción de que una
de esas personas hubiese ido con Lorraine, y su cubierta se habría fundido. Pero
ese no parecía ser el caso.
Tres de las chicas respondieron durante la siguiente hora, y Della les
respondía a las tres por separado. Tenía tres relatos de lo que había pasado con
Lorraine justo antes del asesinato. También sabía todo, desde su color favorito
hasta la pelea que había tenido con su madre la noche que murió.
Mucha información, pero nada que sirviera en el caso.
―¿Qué estás haciendo? ―preguntó Kylie entrando a la cabaña.
―Reviso el caso.
―¿El de esa pareja?
―Sí ―dijo Della, y se preguntó por qué su curiosidad no se extendía mucho
por el novio de Lorraine. Quizás, siendo una chica, se sentía más relacionada con
ella.
―¿Irás a comer? ―preguntó Kylie.
―Nah, tengo un poco de sangre aquí.
―Está bien, pero si te sientes sola, baja. Algunos de nosotros iremos a hacer
una fogata junto al lago y comeremos malvaviscos.
―Lo siento, debo trabajar en el caso otra vez esta noche.
Preocupación apareció en los ojos celestes de Kylie.
―Desearía que Burnett me dejara ir a cubrirte la espalda.
Della sacudió la cabeza.
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―Eres un protector, no una agente.
―Creo que lo hicimos bastante bien en la casa funeraria ―le dijo.
―Lo hicimos ―respondió sonriendo y sacudió la mano diciendo adiós,
luego volvió a enfocarse en la pantalla.
Lindsey, una de las chicas, finalmente escribió algo interesante. La primera
vez que oí algo del accidente, juro que creí que lo había hecho
Philip. Ya sabes, que los había sacado de la carretera o algo.
No a menos que sea un vampiro, pensó Della, y recordó a alguien en el funeral
hablando de Philip siendo un viejo novio de Lorraine. Escribió de vuelta. Sí, oí
que ellos rompieron. Pero él no era malo ¿verdad?
Lindsey respondió. No, al principio no lo era, pero cuando entró
a esa banda, se puso jodido. No sé si estaba en drogas o algo.
Hmm, ¿así que Philip tocaba en una banda? Y se puso jodido. Convertirse
en vampiro podía realmente joder a una persona. Los dedos de Della pasaron
sobre el teclado, escribiendo a una amiga y luego a otra. ¿Cuál era el apellido
de Philip? Lo olvidé, le preguntó a Lindsey y a las otras dos chicas.
Lance, respondió primero, siendo la más entusiasta a la hora de responder.
Oh, sí, ahora lo he recordado, escribió Della. ¿Alguna vez lo oíste
tocar en su banda? ¿Cuál era el nombre de esta? Envió la misma
pregunta a las otras dos chicas, pensando que sería un buen comienzo para
empezar a investigar sobre él.
Lindsey respondió. Siempre lo cambiaban, pero antes de que la
banda se separara el nombre era Crimson Blood.
¿Crimson Blood? El nombre de la pandilla en la que Chan se había metido.
Un escalofrío recorrió la espalda de Della. ¿Podría ser eso una coincidencia? Della
recordó que Burnett había dicho que no creía en las coincidencias.
¿Pero cómo llegaría a la base de esto? Repentinamente sus dedos
hormiguearon con la necesidad de conseguir más información. Nunca entendí
por qué Lorraine lo amaba tanto. Creo que vi una foto de Philip
una vez. Ni siquiera era guapo. ¿No era pelirrojo?
Nadie respondió por unos minutos. Finalmente, Lindsey le escribió de
nuevo.
No, castaño. Sexy. Tenía un tatuaje de una calavera en su
cuello.
¡Mierda! Levantando la vista vio la hora. No tenía tiempo para llegar a la
base de nada. Tenía que encontrarse con Chase en la oficina. Consideró decirle a
Burnett lo que había descubierto, pero decidió no hacerlo. Podía oír a Burnett
regañándola sobre cómo debía mantener distancia emocional con el caso y
recordándole lo inusual que era que la matanza de un vampiro tuviera vínculo
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directo con la vida de la víctima. Pero no lo era si la víctima tenía un ex que era
vampiro.
Debo irme, escribió Della a las tres chicas, y luego salió. Decidió buscar en
google “la banda Crimson Blood” cuando volviera. Y luego se dio cuenta que
Kevin, el amigo de Chan, el que la había guiado hasta su cuerpo, conocía a
algunas personas de la pandilla. Tenía que hablar con él. Quizás podría decirle si
había un Philip Lance en la pandilla.
Remota posibilidad, hicieron eco sus entrañas. Pero remota o no, era una
posibilidad, y maldita sea si no iba a tomarla.

Las voces bulliciosas que se filtraban fuera del bar se detuvieron cuando
ella y Chase llegaron. Della vio una pareja, los miembros envueltos alrededor del
otro, detrás de un grupo de árboles. ¿Dos amantes? ¿O era una de las chicas que
venden su cuerpo? La idea anudó su estómago.
―La pandilla está aquí ―dijo Chase en un susurro.
Ella asintió.
―Quédate cerca ―dijo.
Hizo una mueca y continuó hacia la puerta. La habitación parecía más
oscura, como si la multitud de vampiros hubiese aspirado la luz de la habitación.
Todas las auras oscuras, pensó Della e inhaló, tratando de ver si su sentido del
olfato había regresado. Nope.
―Por ahí ―dijo Chase, apuntando a una mesa vacía.
Della sintió los veinte pares de ojos en ella. Si las cosas iban mal, ella y Chase
estarían criando malvas. Un escalofrío se movió debajo de su suéter, diciéndole
que su temperatura todavía no estaba bien. Pero ahora no era el momento de
preocuparse por eso.
El camarero, el mismo de la noche anterior, llegó paseando.
―¿Qué quieres esta noche? Tengo algo de B positivo. Es bastante bueno con
un toque de Jack.
―Vamos a tomar solo sangre ―dijo Della, no queriendo involucrar al
alcohol. Iban a necesitar todo su ingenio sobre ellos esta noche.
El barman asintió y se alejó. Ella echó un vistazo alrededor de la habitación
y descubrió que no todos los clientes eran vampiros. Descubrió a unos hombres
lobo y brujos sentados entre ellos. Por lo tanto, no todo el mundo aquí era parte
de la pandilla. Cuando Della llegó a una mesa de cuatro, reconoció a tres de ellos.
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Agentes del FRU, uno de ellos era la agente que había venido para ayudar
a limpiar el lío canguro. Y esos eran solo los tres que reconoció. ¿Quién sabía
cuántos de los otros clientes eran agentes?
Della no sabía si sentirse aliviada de que no estaban solos, u ofendida de
que Burnett pensara que podrían necesitar ayuda. Pero tras otro rápido vistazo a
los indeseables personajes de allí, decidió que Burnett podría haber tenido razón
al enviarlos.
―¿Estás bien? ―preguntó Chase.
―No podría estar mejor ―respondió.
Un par de vasos de sangre se posaron en su mesa. La camarera era una joven
vampiro. Le dio a Chase una buena mirada de arriba abajo, y deslizó la lengua
por los labios diciendo que le gustaba lo que veía. El pervertido de bragas le
sonrió, y Della no tuvo duda que en diferentes circunstancias, él y la camarera
habrían terminado follando. Por otra parte, Chase no parecía el tipo que pagara
por ello, y podía apostar que los servicios de la chica no venían gratis.
―Creo que le gustas ―dijo Della, cuando esta se alejó.
Él levantó la vista hacia ella, bajo sus oscuras pestañas.
―No es mi tipo.
―¿Tienes un tipo? ―preguntó y maldición si no quiso devolver las palabras
a su boca.
―Me gustan los retos. O al menos eso parece últimamente. ―Las esquinas
de sus ojos se arrugaron ligeramente con una sonrisa, sin dejar dudas de lo que
quería decir―. El cabello oscuro es agradable, también. Alguien que dice lo que
piensa. Ni siquiera me importa un poco de terquedad. Una buena pelea de vez
en cuando y luego dejar la sangre fluir. Y hacerlo es divertido.
Maldición, ella había empezado esto, pero ¿cómo podía aplastarlo?
―Bueno, hay un montón de chicas de esa manera por ahí.
―No estoy seguro ―dijo él, y arqueó una ceja―. ¿Tú tienes un tipo? ―Giró
el vaso en su mano.
―No. ―Bajó la vista a su vaso.
―Mentirosa ―le dijo Chase.
Ella levantó su mirada.
―Deja de actuar como si me conocieras, no lo haces.
Él se encogió de hombros.
―Te gusta el cabello oscuro. Alguien lo suficientemente fuerte como para
hacerte frente, pero no demasiado testarudo. Alto, un poco musculoso. Del tipo
guapo.
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―Realmente tienes el ego del tamaño de Texas, ¿no es así?
Él sonrió.
―Estaba describiendo a Steve. Pero gracias.
Della le gruñó.
Su sonrisa no vaciló.
―Puedo haber sido un poco testarudo contigo.
―Tienes razón.
―Pero puedes convencerme de trabajar en ello.
Ella rodó sus ojos. Otro par de clientes del bar entraron por la puerta. Chase
causalmente miró a su alrededor, y vio sus hombros tensarse ligeramente. Luego
comenzó una conversación sobre algunos de los lugares que había visitado. Paris,
Alemania, China. Della sabía que sólo estaba haciendo conversación para no
destacar. Sabía que sospechaba que alguien los escuchaba.
Ella sin embargo oía con interés, y se olvidó de estudiar su rostro para saber
si estaba mintiendo.
―¿Qué parte de China? ―le preguntó, su mirada ahora en su ojo izquierdo.
―Sang Hi, Beijing, Wuhan ―dijo, y no sonaba como una mentira.
―Obviamente has ido, ¿verdad?
―Un par de veces.
Chase miró ligeramente hacia la derecha, como diciéndole algo. Sólo
entonces oyó las pisadas.
Un tipo grandote, de alrededor de veintiún años, con la cabeza rapada,
tatuado hasta arriba, con suficientes piercings que un imán de nevera podría
pegarse a él se detuvo en su mesa.
―¿Te oí haciendo preguntas sobre uno de los míos? ―Posó su pregunta en
Della. Por sus palabras, supuso que era el líder de la pandilla. No podía dejar de
preguntarse si el que tenía el mayor número de piercings era quien llegaba a ser
el líder. Contó ocho piezas de metal solo en la cara.
―Sí ―dijo Della, tratando de no mirar el anillo que colgaba de su nariz.
Hombre, ¿eso no sería peligroso en un combate?―. He oído que se les ha unido
un recién convertido. Estoy buscando a un hombre con el cabello corto y oscuro.
―¿Y por qué estás buscándolo? ―preguntó él, su tono se volvió brusco.
Tiempo de mentir o saltar alrededor de la verdad.
―En realidad, tuve un breve encuentro con él. ―Eso era verdad.
Volaría sobre ella en un rango bajo.
―¿Pero no tienes un nombre? ¿No es eso un poco extraño?
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―No realmente tan extraño ―habló Chase, con sus habilidades
mentirosas―. Ella se reunió con él justo después de convertirse y sabes cuán
sobreexcitado puede un vampiro estar durante esas primeras cuarenta y ocho
horas. De todos modos, nunca consiguió su nombre. Loco, ¿no?
El señor Piercing no parecía muy convencido.
―Pensé que era tu chica. Escuché que casi ahogaste a un hombre a muerte
por tocarla.
Chase, se encogió de hombros.
―Bueno, solo vamos a decir que estoy tratando de convencerla para que
sea mi chica. Ella piensa que podría tener algo con este otro tipo. Oportunidad
de reunirse y todo eso, una noche con alguien significa una mierda. No me
importa lo bien que estaba en el saco.
¿Dijo qué? ¿Chase básicamente la había llamado una puta? Bien podría
haber dicho que había tenido una aventura de una noche y confundido al extraño
enloquecido. ¿No podía pensar en una mejor historia como encubrimiento que
eso?
―Y ―continuó Chase, todavía mirando al vampiro―, creo que tan pronto
como lo vea, se dará cuenta de que soy la mejor opción.
El líder de la banda miró a Chase.
―¿Tal vez estás interesado en unirte a nosotros?
―No soy mucho de unirme. ―Della subió sus apuestas.
El líder de la banda miró a Della.
―En realidad, estamos más interesados en tu amigo aquí. Pero si estás
dispuesta a hacerlo más fácil, es posible que pudieras convencerme.
Ella gruñó.
―Oye ―intervino Chase; sonando un poco molesto, pero ¿cómo podría? Él
había empezado esto―. No me lo ha dado ―dijo―. Es por eso que estoy algo
curioso por conocer a este chico y ver lo que él tiene que yo no.
El líder de la banda pareció comprarlo. Della no sabía si estar feliz o enojada.
―Bien, tengo curiosidad por ver qué tipo de músculo tienes. Ver si eres tan
fuerte y rápido como corre el rumor.
Chase se reclinó en su silla.
―Te diré qué. Nos enganchamos con una reunión con tu nuevo vecino y tú
y yo iremos por un poco combate inocente uno a uno de aliados.
―¿Qué tal si lo hacemos ahora? ―El perforado vampiro extendió sus
colmillos y Della sintió que su idea de un combate uno contra uno no era tan
inocente.
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¡Oh, doble maldición! Esto no iba a terminar bien.

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Traducido por Mae y Martinafab
Corregido por Nanis

D
ella llevó sus ojos a la mesa de los agentes. Al menos no estarían
solos.
―No ―dijo Chase, manteniendo la calma, pero sus ojos se
hicieron más brillantes―. Me gusta mi idea.
―A mí no. ―El líder de la banda miró a Chase―. ¿Qué se necesita para
ponerte en ánimo de lucha? ¿Tocar a tu putita aquí?
―No ―espetó Della, no le gustaba ser llamada puta o ser utilizado como
cebo, pero más furiosa por ser vista como alguien que no podía luchar sus propias
batallas―. Eso me pondría en ánimo de lucha. Entonces estarías avergonzado
porque una chica patee tu culo. ―Dejó que sus colmillos bajaran y miró a la mano
que le tendía.
―¡Sin problemas, Luis! ―llamó el camarero―. Ese es nuestro trato.
Todavía no has pagado la última pelea que tus chicos comenzaron aquí.
El imbécil disparó al camarero un saludo del dedo medio, luego se centró
de nuevo en Chase.
―Veo por qué te gusta esta chica. Valiente y no es de mal ver.
―¿Tenemos un trato o no? ―Chase se enfureció, ya sin querer mantenerse
calmado―. Llevar el chico para charlar y vamos a llevarlo afuera así el camarero
no tendrá un problema.
―Vamos a ver ―dijo―. Voy a hacer un par de llamadas y ver si mi nuevo
miembro está interesado en venir a ver a un amor perdido. ―Luis, obviamente,
era su nombre, volvió a mirar a Della―. Pero ya sabes, teniendo en cuenta que
recién fue convertido, hay una buena probabilidad de que ni siquiera te recuerde.
¿Ahora eso no rompería tu pequeño corazón?
―Espero que ese no sea el caso. ―Della trató de contener el veneno de su
voz.
Tres minutos después de que se fuera, Chase volvió a hablar de los viajes.
Se detuvo cuando el teléfono de Della sonó con un nuevo mensaje. Ella lo miró,
esperando que no fuera de Steve de nuevo. No lo era.
¡Fuera del bar! ¡Ahora! Burnett escribió.
Le pasó su teléfono a Chase.
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No parecía feliz, pero cuando se levantó, pero la siguió. Por el rabillo del
ojo, vio a los agentes mirar. ¿Qué demonios estaba pasando?
―¿Qué pasa con nuestros planes? ―dijo Luis en el bar.
―Volveremos ―dijo Chase―. Sólo iré a orinar.
―¿Ella lo sostendrá por ti? ―preguntó alguien en la multitud. La risa
estalló.
Della se despidió de la gente con su propio saludo del tercer dedo.
Caminaron hacia la noche oscura. Chase, se lanzó por la parte trasera del
edificio hasta el borde de los bosques. Levantó la nariz en el aire, buscando
cualquier problema cercano.
No debió encontrar nada, porque le preguntó:
―¿Qué demonios es todo esto?
―No sé ―dijo Della―. Pero Burnett siempre tiene sus razones.
―¡No nos puede enviar para hacer un trabajo y luego detenernos!
―Él lo hizo ―dijo―. Y…
Chase presionó dos dedos sobre sus labios y asintió a los bosques,
llevándola más cerca del edificio, lejos del resplandor de la luna.
Della intentó atrapar un olor, pero no pudo. Pero cuando concentró su
audición, escuchó voces. Voces cercanas. Y venían de dos direcciones diferentes.
No había ningún lugar para esconderse. Podrían correr, pero podría ser
demasiado tarde.
Vio a un grupo de cuatro chicos caminando desde la línea de los árboles a
su izquierda. Otros dos procedían de la derecha. Levantaban sus rostros, como si
ya hubiesen atrapado sus aromas. Sí, ya era demasiado tarde. Y si se encontraban
con la banda, podría significar problemas. La única idea de Della fue verse
discreta.
Y la única manera de hacer que pareciera creíble era…
Se dio la vuelta, se abrazó a Chase, y lo besó. Duro. Sus labios se sentían
fríos, pero suaves y húmedos. Sabía a menta, como si se hubiera cepillado
recientemente sus dientes. Y algo de ese sabor casi la hizo olvidar por qué empezó
esto.
Si había alguna duda de su parte, duró una fracción de segundo. Sus brazos
se envolvieron a su alrededor, sus palmas aterrizaron en las curvas de su cintura,
y luego cayeron a su espalda. En su abrazo, y de alguna manera en trance, la giró
así su espalda se enfrentaba a los vampiros aproximándose.
Della oyó risas y uno de los chicos dijo:
―Esas putas están siempre ocupadas.
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Furia llenó su corazón, pero rápidamente se desvaneció mientras el dulce
deseo caliente se extendía a su vientre. Notó sus manos en su pecho; sintiendo su
duro cuerpo hizo a su corazón acelerar. Las manos de Chase se deslizaban arriba
y abajo de sus costillas, acariciando suavemente los lados de sus pechos. Entonces
el pulgar rozó su pezón tenso. Casi gimió. Y estaba segura de que escuchó un
suave murmullo de lo profundo de su pecho.
Todo es un acto, se dijo, pero su cuerpo respondía a su toque y a cada
delicioso centímetro de su firmeza tan cerca de la de ella.
Para. ¡Para! se dijo, y trató de luchar contra la pasión en su interior.
Con las pocas células cerebrales que poseía, que no estaban borrachas por
el beso, escuchó las pisadas mientras el grupo de vampiros se alejaba. Se
encontraban poco más allá del edificio cuando Chase terminó el beso. Su mirada
se encontró con la de ella, y vio el calor en sus ojos brillantes. Brillantes de peligro,
o de su beso, no lo sabía. Entonces, sin aliento, pronunció:
―Vaya. ―Está bien, probablemente era el beso.
Otra voz resonó a lo lejos, y sin mediar palabra le agarró la mano y echó a
correr. Llevándola a su lado. No tuvo ninguna advertencia cuando sus pies se
levantaron y entró en pleno vuelo, llevándola con él.
No es que las suelas de sus botas perdieran el suelo; se sentía como si
hubiera estado flotando desde que su boca encontró la de ella. Por último, la
sensación de peligro y pasión, tan grande como lo había sido, fueron llevados por
el viento. Y su primer pensamiento fue lo mala idea que fue el beso.
No estaban más allá de la primera línea de árboles cuando oyó a alguien
gritar:
―¿Dónde demonios se fueron? ―Reconoció la voz del líder de la banda.
Y se encontraba demasiado cerca.
Chase se movió más rápido, sin soltarle la mano. Ella trató de mantener el
ritmo, trató de tirar de su propio peso, pero simplemente no era tan rápida. Oyó
el sonido característico de los vampiros detrás de ellos.
Chase, entraba y salía de los árboles como si quisiera perder sus esencias.
Todavía oyó voces en la distancia.
Lo siguiente que supo, Chase le dio la vuelta para ponerla en sus brazos,
sosteniéndola contra él, y voló como el viento. Los árboles se convirtieron en un
borrón. Ella ya no estaba segura de lo que era el cielo o el terreno. Arriba, abajo,
él se movía más rápido de lo que había conocido posible.
Su piel picaba, mientras atravesaban el aire. Tuvo que enterrar la cara en su
pecho para evitar que sus ojos ardieran.
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Podría no ser capaz de oler algún rastro, pero tan cerca, sostenida contra él,
podía olerlo. El mismo olor picante de jabón masculino y el aroma natural de piel
masculina que la había rodeado cuando se besaron fue llenando de nuevo sus
sentidos y jugando con su cabeza. Fresco. Limpio. Maravilloso.
Tenía que haberse bañado poco antes de venir aquí.
Ella sintió su rostro presionar contra su cabeza. ¿Eran esos sus labios en su
sien?
Sus palabras llegaron a su oído.
―Voy a volar alrededor para asegurarme que no pueden seguir nuestras
esencias de nuevo a Shadow Falls.
No respondió. No creía que él lo esperara.
Un minuto más tarde, tal vez dos, o infiernos, tal vez cinco minutos, perdió
la noción del tiempo, aterrizaron. El corazón le latía en el pecho, ¿o era el corazón
de él el que sentía? La sostuvo lejos del piso. Abrió los ojos y vio que estaban
junto a un lago. No, no cualquier lago, sino el lago en Shadow Falls.
Levantó la cara en el aire para ver si habían sido seguidos. Sólo entonces la
miró. Sus brillantes ojos verdes sonrieron. Parecía feliz consigo mismo. Debía
estarlo. ¿Dónde diablos aprendió a volar así?
―¿Estás bien? ―preguntó.
Ella asintió, teniendo que tragar antes de que pudiera hablar.
―Bájame.
Poco a poco, la bajó, pero antes de que su mano dejara las curvas de su
cintura, la atrajo hacia sí. Su boca encontró la de ella. Suave. Húmeda.
Esta vez, con sabor diferente. Aun mejor.
Sabía a peligro. Sabía como algo que nunca había probado antes.
Sabía a… prohibido.
¡Oh diablos! Él estaba prohibido. Dándose una patada mental rápida y
firme en el culo, ella tiró de él. Golpeando ambas palmas sobre su pecho y lo
empujó hacia abajo. Aterrizó de culo.
―Deja de hacer eso.
―Tú lo comenzaste ―dijo, y sonrió.
Sonrió. ¿Cómo se atrevía a sonreír cuando…? Ella gruñó.
―Sólo lo hice para que pensaran…
―Que estábamos a punto de desnudarnos.
―Así que no creo…
“Dale uno a Chase”. Oyó la voz de Miranda.
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―Sólo lo hice porque… ―Tal vez porque esa maldita bruja lo puso en mi mente.
¿Había puesto una maldición sobre ella? No, no lo habría hecho, pero no
importaba, simplemente plantar la idea había causado estragos. Malos estragos.
No quería recibir los besos de Chase. No quería desear… Eso era todo, mataría a
Miranda.
Se dio la vuelta y se fue. Chase, la siguió. Sus pasos llenaron la noche.
―Oye, tenemos que hablar.
―No ―espetó, y siguió al lago. Pero estaba tan confundida que ni siquiera
estaba segura de qué dirección iba a su cabaña.
―No huyas ―acusó.
―No estoy huyendo. ―Se enfureció―. Estoy caminando.
―¿Della? ―gritó Chase.
Alejarme de ti. Miró hacia abajo a sus pies para confirmar que era cierto, y
antes de que mirara hacia atrás, se había encontrado directamente con un objeto
sólido. ¡Él y su maldita velocidad! Sin pensarlo, ciega de ira, puso sus manos
sobre su pecho. Dio un gran empujón y lo tiró de nuevo.
Luego lo oyó. Oyó los pasos de Chase detrás de ella. Pero si él estaba detrás
de ella… ¿a quién acababa de lastimar?
―¿Por qué demonios hiciste eso? ―preguntó Burnett, poniéndose de pie,
frunciendo el ceño con ojos enojados brillantes.
Incapaz de hablar, se quedó mirando.
Entonces maldijo cuando el líder del campamento levantó la cara para
olfatear el aire. ¡Mierda! Probablemente olía feromonas. Y sí, probablemente ella
soltaba unas pocas.
Maldita sea al infierno y de regreso, pero quería negar que disfrutó el beso.
Quería reclamar que fue sólo… el peligro, la situación.
No podía negarlo.
Había disfrutado.
―¿Qué diablos está mal? ―preguntó Burnett de nuevo.
―Nada… No me di cuenta que eras tú.
―¿Cómo pudiste no saberlo?
―Porque… ―Oyó a Chase a su lado. Fui besada sin sentido. Debido a que mis
sentidos están en pausa. Tomando una respiración profunda, empujó el beso a la
parte inferior de su tanque de problemas mental y se puso sus bragas grandes
para pensar en el caso―. Porque estoy enojada. ¿Por qué nos sacaste?
―Tan pronto como el líder de la banda salió de su mesa, llamó a alguien y
les dijo que convocara a toda la pandilla allí. Tenían planes para superarlos.
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―¿Cómo sabes eso? ―preguntó Chase, ahora tan cerca que sentía su cadera
junto a la suya.
―Tenía agentes allí ―respondió Della, mirando a Burnett, no estaba
dispuesta a mirar a Chase. Aún no. Necesitaba tan sólo unos segundos más para
quitar el beso de su mente. Por desgracia, el maldita recuerdo enterró sus garras
y se sostuvo, negándose a ser dejado de lado. La forma en que había sentido. La
forma en que olía. La forma en que sus labios…
―¿Qué? ―preguntó Chase―. ¿Y ninguno de los dos sentía que necesitaba
saber eso?
―Yo no lo sabía. Sólo lo supe cuándo los vi allí ―dijo Della, ofreciéndole
una mirada rápida. Su mirada se dirigió a su boca, todavía húmeda. Miró hacia
otro lado.
―¿Por qué no nos lo dijiste? ―preguntó Chase a Burnett.
El líder del campamento no reaccionó ante la actitud de Chase. Respondió
con calma.
―Nunca puedo enviar a nuevos agentes solos si hay una posibilidad de que
podría ser peligroso.
―Podría haberlo manejado ―dijo Chase.
Della odiaba estar de acuerdo con Chase, pero después de ver lo rápido que
podía volar, y después de verlo manejar el acosador de anoche, no estaba segura
que era una exageración. ¿Había algo que no podía manejar? ¿Lucha? ¿Vuelo?
¿Besar?
―Tal vez ―dijo Burnett―. Pero era una oportunidad que no estaba
dispuesto a tomar. Lo que importa es que lo conseguimos. El recién convertido,
Billy Jennings, apareció segundos después de que se fueran. El líder de la banda
le preguntó acerca de su encuentro con Della. ―Burnett me miró―. Cuando se
fue sólo con un par de vampiros, mis agentes lo siguieron, y supe que pudieron
detenerlo. Ellos lo llevaran a…
Della dejó de escuchar. ¡Lo tenían! Alivio cayó sobre ella como una suave
lluvia. Lo tenemos, Lorraine. Della no estaba segura de por qué sentía que la chica
podía oír sus pensamientos ―infiernos, de verdad esperaba que no pudiera―
pero lo dijo de todos modos. Atrapamos al tipo raro que te hizo eso.
―Necesito que vengan los dos a confirmar que era su rastro el que captaste
esa noche.
¡Mierda! Una quemadura lenta de pánico comenzó a construirse en sus
entrañas. Si su sentido del olfato estaba todavía de año sabático, ¿cómo iba a saber
a ciencia cierta si era él? Pero si le dijera a Burnett que había aceptado esta misión
sin tener todos sus sentidos en funcionamiento completo, llevaría su cabeza a una
guillotina. Si no era su cabeza, seguro que su carrera.
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Burnett abrió una puerta y le indicó a Della y Chase que entraran a una
pequeña habitación. Pintada de un gris opaco, la habitación se sentía sombría.
Triste. Una de las paredes estaba hecha de vidrio, donde podías ver otra
habitación. Una habitación vacía.
―Llevarán al sospechoso allí en unos minutos ―dijo Burnett―. Ustedes lo
pueden ver, pero él no a ustedes. Y hay salidas de aire de modo que deberían ser
capaces de obtener su rastro.
Deberían ser capaces de hacerlo, pensó Della.
―Enseguida vuelvo. ―Burnett salió. El sonido de la puerta cerrándose jugó
en uno de sus últimos nervios. O tal vez fuera el último.
―¿Estás bien? ―preguntó Chase, como si leyera cada una de sus
emociones.
Ella asintió y trató de detener lo que se sentía como una conversación en su
cabeza. Aspirando, probó el aire, esperando que su sentido del olfato hubiera
vuelto. Nada. Ni siquiera podía captar el de Chase.
Un sonido vino del otro lado del cristal. Un agente, el agente femenino,
condujo a un chico a la habitación y señaló la silla. No solo un chico, se recordó a
sí misma, sino Billy Jennings, el sospechoso. Muy posiblemente la persona que había
asesinado brutalmente a Lorraine y a su novio.
Della inhaló de nuevo, con la esperanza de atrapar la esencia. Aún nada.
Sus entrañas se hicieron nudos.
Miró a la cara de Billy. Se acordaba de tratar de captar a un asesino antes,
pero ni en un millón de años lo hubiera elegido a él. Claro, él tenía el cabello corto
y oscuro, pero parecía más joven que ella, y de suficiente buen parecer para
pertenecer a una banda del instituto, un trompetista o tal vez el clarinete.
Irradiaba inocencia. Sus mejillas estaban incluso sonrosadas como un
retrato de un chico modelo.
El tipo de chico que nunca había probado la cerveza, mucho menos sangre.
Sintió a Chase mirándola y sabía que la pregunta estaba a punto de hacerse.
Ya había decidido que no iba a mentir. No podía. Tal vez no le diría a
Burnett que su sentido del olfato estaba frito, pero no iba a condenar a nadie sin
pruebas.
―¿Qué piensas? ―preguntó.
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Volvió a mirar a Billy. Parecía asustado, muy asustado. Recordó cómo se
sentía a una semana de ser convertida. Su vida como la había conocido había sido
arrancada de ella. Se odiaba a sí misma, odiaba en lo que se había convertido.
Inocente. Inocente. Inocente. La palabra se reproducía una y otra vez en su
cabeza.
A pesar del frío, la sala de repente se sintió mal ventilada, como si las
paredes grises se estuvieran acercando a ella.
La sangre corrió a sus oídos y empezó a marearse. Tenía que salir de allí.
Se dio la vuelta, abrió la puerta y caminó por el pasillo hasta que vio una
puerta que conducía afuera. No respiró hasta que salió, hasta que estuvo en el
estacionamiento, la luna y las estrellas parpadeando sobre ella desde arriba.
―Oye. ―Chase se acercó por detrás―. Cálmate. ―Él puso sus manos sobre
sus hombros. Su tacto era frío, pero reconfortante. Casi quería caer contra él.
Entonces recordó el beso―. Va a estar todo bien.
―No, no lo estará. ―Negó―. No puedo… no puedo hacer esto. Mi… No
sé si ese es él. No estoy tan segura. ―Entonces le golpeó: Ella no tenía que estar
segura. Se dio la vuelta y miró a Chase―. Tú también captaste su rastro. ¿Es él?
¿Es él el que mató a esa pareja?
Hizo una pausa, y luego asintió lentamente con la cabeza.
―Sí. ―Pero incluso en la oscuridad, notó que su ceja izquierda se crispó.
Della negó con la cabeza.
―Estás mintiendo. No estás completamente seguro.
―Puede que no esté cien por ciento seguro, pero estoy lo suficientemente
seguro.
Inocente. Inocente. Inocente. La palabra comenzó a reproducirse en su cabeza
de nuevo.
―No, si no estás seguro, entonces no puedes culpar al chico por esto.
―Della, detente y piensa. ―La tomó por los hombros―. Escúchame, ¿de
acuerdo? ―Sólo cuando levantó la mirada empezó a hablar―. Sé que es difícil
estar seguro, pero él se ajusta a la descripción y modus operandi de la persona
que el FRU piensa que hizo esto. Antes de que condenen el chico, obtendrán el
ADN, por lo que si nos equivocamos, no será arrestado.
―Puede que no sea arrestado, pero hasta que regrese, va a ser acusado de
asesinato. Y pensará que lo hizo, porque no será capaz de recordarlo. ―Sintió la
emoción apretarse en su pecho al recordar cuando la trajeron a este mismo sitio
y le hicieron pruebas para ver si había matado a alguien cuando fue convertida.
Nunca se había sentido más como un monstruo ese día.
¿Así era como se estaba sintiendo Billy ahora?
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―Esto no está bien ―dijo, tratando de controlar el temblor de su voz―. No
podemos acusarlo si no estamos seguros de que lo hizo.
―Lo que no es correcto es que si lo sueltan y luego descubren que es
culpable ya se haya ido. Y se habrá ido. ¿Crees que si sale de aquí, no se irá? Lo
hará. Estaría loco si no saliera pitando de Dodge, culpable o no. No querrá tener
al FRU en su culo. La pandilla no lo aceptará de nuevo ahora que el FRU lo está
observando. Llevaría al FRU a sus traseros. Y, estadísticamente, cuando un recién
convertido mata, las probabilidades de que lo haga de nuevo son dos veces tan
grandes como los que no lo hacen.
―Eso no lo sabes.
―Lo hago. Se ha comprobado. Confía en mí en esto.
―¿Cómo? ¿Por quién ha sido comprobado? ¿Por qué afirmas saber
condenadamente tanto?
―No importa. ―El músculo de su mandíbula se apretó como si hubiera
dicho algo que no debía.
Sí que importaba. Todo importaba. Lorraine y John importaban. Billy
Jennings importaba.
Chase la tomó de la barbilla y la obligó a mirarlo de nuevo.
―Della, de verdad creo que era su rastro. Confía en mí.
Ella negó con la cabeza.
―Pero no estás cien por cien seguro.
―¿Hay alguien cien por ciento seguro? ―Él exhaló de pura frustración―.
Mira, si él es inocente, todo lo que esto le costará es otro día en la cárcel. Eso
puede que no sea fácil, pero si es culpable, le costará a alguien su vida. ¿Quieres
ser responsable de que mate de nuevo? ¿No ha herido a suficiente gente?
La mente de Della regresó a la visión de Lorraine y John, con las gargantas
abiertas. ¿Le debía su lealtad a los muertos, o a un chico asustado que podría no
ser culpable de nada más que no fuera haber sido convertido?
Inocente. Inocente. Inocente.

―No puedo estar segura ―le dijo Della a Burnett diez minutos más tarde.
Los tres se sentaron en una mesa de vuelta en la habitación contigua. Della los
miraba a los dos, tratando de no mirar a Billy.
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Burnett no parecía feliz. Tampoco Chase. Pero, ¿por qué estaba él tan
molesto?
Burnett se apoyó sobre sus codos y se acercó a la mesa.
―¿Pensé que habías captado su rastro?
―Yo también lo había pensado. Pero algo no está bien. Lo… lo siento, no
puedo estar segura. ―Mantuvo los ojos alejado del espejo de dos vías.
―Sé que es difícil, Della ―dijo Burnett―, pero si este chico hizo esto…
Inocente. Inocente. Inocente.
―Sí, es difícil, pero ese es el problema. No sé si lo hizo. No puedo… no
estoy segura.
Burnett soltó una profunda bocanada de aire y miró a Chase.
―Por favor, dime que tienes algo ―dijo.
Chase asintió.
―Es él.
Della lo observó pestañear. De mala gana, miró a Billy. Billy tenía lágrimas
en los ojos, ojos que expresaban auto odio. Su respiración se expandió en su pecho
y ella se levantó. Se puso de pie tan rápido que la silla golpeó el suelo de baldosas
detrás de ella.
Inocente. Inocente. Inocente.
―Chase no está siendo completamente sincero ―le dijo a Burnett―. Él no
está seguro. No puedes culpar al chico por esto. ―Ella personalmente sabía cómo
se sentía considerarte un asesino. El dolor, la vergüenza podrían paralizarte.
Burnett parecía sorprendido. Echó un vistazo a Chase.
―¿Es esto cierto?
―No ―dijo él.
Della no podía creer en el nervio de Chase, su hiel.
―¡Míralo, Chase! ―insistió, y señaló a la pared de vidrio―. No es más que
un niño. ¿Vas a dejar que pase por esto cuando no estás seguro?
Chase no miró a Della. Miró a Burnett.
―El chico lo hizo.
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Traducido por flochi
Corregido por Nanis

―¡D ella! ―gritó Burnett detrás de ella cuando salió del coche y
salió a toda prisa hacia su cabaña cuando regresaron de las
oficinas del FRU. Ella trotó hacia la puerta y se debatió si
ignorar su llamada. Pero conociendo a Burnett, él la encontraría.
Por lo que se dio la vuelta y vio al líder del campamento saludar a Chase en
su alegre camino. Ella esperaba que él se fuera directamente al infierno, también.
O ella se iría al infierno si Billy Jennings era inocente. Pero, ¿y si no lo era? No se
trataba de que no haya considerado la posibilidad. Lo hizo, pero…. todo en su
interior le decía que era inocente.
Todo. Incluyendo esa estúpida voz.
Cuando Chase pasó a su lado, dijo:
―Lo siento, hice lo que pensé que era lo correcto. ―Della le función el ceño.
Estaba mintiendo. Entonces, ¿cómo podía ser eso lo correcto?
Burnett la alcanzó y le indicó con un gesto que caminara a la oficina. Oh,
diablos, encima de estar enojada, a ella le iban a cantar las cuarenta. No estaba de
humor para eso.
Tenía que estar sola. La medianoche había venido y se fue hace una hora, y
con cada giro y vuelta su mente aterrizaba en uno de sus problemas. Había
besado al pervertido de bragas. E incluso peor, lo había disfrutado. Estaba
secretamente preocupada de que tuviera el mismo virus que mató a su primo.
Había descubierto lo inadecuada que era como vampiro. Y había ayudado a
arruinar la vida de un chico que ciertamente podría ser inocente.
Holiday se unió a ellos en la entrada de la oficina. Por la mirada de su cara,
Burnett ya le había hablado y advertido de lo que pasó.
―Sé que fue duro ―dijo Holiday cuando tuvo a Della acomodada en su
sofá. Holiday se sentó a su lado, apoyando una mano en el bulto creciente de su
bebé. Burnett se apoyó contra el escritorio de la oficina. Parecía molesto, pero no
tan molesto como se sentía Della. O Billy, pensó, sólo suponiendo por lo que el
chico estaba pasando en este momento.
―¡Lo que es duro es que él haya aceptado la palabra de Chase por encima
de la mía! ―le dijo a Holiday, pero fulminó con la mirada a Burnett―. Incluso
después de que me dijera que sabe que Chase no está siendo honesto.
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―No acepté su palabra por encima de la tuya ―dijo Burnett.
―Retuviste al chico.
―Lo retuve porque es sospechoso de asesinato.
―Vaya, y yo que pensaba que uno era inocente hasta que se probara lo
contrario.
―Dije sospechoso, no asesino. No he probado su culpabilidad.
―Bien podrías haberlo hecho si lo estás encerrando. Él sabe que crees que
cometió asesinato. Y porque no puede recordar, probablemente crea también que
lo hizo. Es un recién convertido, ya piensa que es un monstruo y ahora se lo
confirmaste en su lugar.
Burnett sacudió la cabeza.
―¿Qué le sucedió a la Della que vino a mí hace unos días? De todo de lo
que hablabas era de querer justicia para las víctimas. Incluso fuiste al funeral de
la chica. Insististe que querías atrapar al bastardo que lo hizo. Y ahora…
―¡Nada ha cambiado! ―espetó―. Quiero justicia ―insistió―. Y si el chico
es culpable entonces será castigado, pero no hasta que sepas que él lo hizo. No
tienes evidencia suficiente para apresarlo, tampoco Chase o yo estamos
completamente seguros, a pesar de lo que él dijo.
Holiday alargó la mano y tocó el brazo de Della.
―Vamos a calmarnos.
Della sintió la tensión de su pecho alivianarse, pero no fue suficiente.
Inocente. Inocente. Inocente.
Burnett se pasó una mano por la cara y entonces la miró.
―Incluso sin Chase reconociendo la cara del chico, lo habría detenido hasta
que tuviera evidencia de ADN que lo respalde.
―Y si es inocente, está sufriendo sin ninguna razón. ―Della se detuvo―.
¿Por qué simplemente no revisaste sus marcas de mordeduras como hiciste
conmigo cuando me trajiste? Al menos acelera las cosas para que no esté
sufriendo innecesariamente.
Burnett se estremeció como si no le gustara ese recuerdo más que a ella.
―Las marcas de mordedura no fueron claras, las heridas estaban muy mal.
―Exhaló ruidosamente―. Mira, Della, incluso si este chico no cometió los
asesinatos, se unió a una pandilla de renegados. Asustarlo podría enderezarlo.
Sintió la emoción alzarse en su garganta.
―Cuando hablas de esa manera muestras que naciste con el virus vivo. No
tienes idea de lo que se siente ser convertido.
―Sé que…
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―No, no lo sabes. Nunca tuviste que verte a ti mismo como un monstruo.
Apuesto a que más recién convertidos se unen a las pandillas para no tener que
cometer asesinato que aquellos que se unen para hacer cosas terribles. Chan me
dijo que las pandillas prometen proporcionar sangre y que sólo matan si es
necesario.
―Sé eso, Della, pero mi trabajo…
―Tu trabajo es impartir justicia, y esta noche no estoy segura de que eso
haya sucedido para Billy.
―¿Por qué estás tan segura de que es inocente? ―preguntó Burnett.
Su pregunta la hizo detenerse un momento. Se había preguntado lo mismo
y nada se le ocurrió.
―No lo sé, pero mi instinto me lo dice. ―Su instinto y la estúpida voz en
su cabeza.
Della se estremeció cuando la imagen de la pareja destelló en su mente.
Miró a Holiday.
―¿Lorraine ha vuelto a verte? Podrías preguntarle, tal vez pueda decirte.
Holiday sacudió la cabeza.
―No ha vuelto a aparecer. No sé si ha cruzado o no ha querido comunicarse
todavía.
Della volvió a enfocarse en Burnett.
―¿Vas a continuar trabajando en el caso? ¿Investigar otras pistas?
―No tenemos otras pistas ―dijo Burnett.
Yo sí. Pensó en el mensaje de Facebook que había recibido de Lindsey, la
amiga de Lorraine, sobre la banda Crimson Blood.
―Lorraine tenía un exnovio y sus amigas pensaban que él pudo haber
hecho esto.
Burnett la miró fijamente como si hubiera perdido completamente la razón.
―Este fue un asesinato hecho por vampiros.
―Lo sé, y tal vez él sea…
―No seguimos los tal veces… seguimos pistas y parece que esta pista es
buena.
―El nombre de la banda…
―Estás aferrándote a la esperanza.
Della apretó los dientes. Burnett estaba decidido. Ella tendría que hablar
con Kevin.
―¿Puedo irme ahora?
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Burnett hizo una mueca y miró a Holiday.
―Es tarde ―dijo Holiday, y nuevamente se frotó el vientre.
―Bien ―dijo Burnett―. Hablaremos mañana.
Sí, lo harían, pensó Della, y esperaba tener algo que decirle sobre Phillip
Lance. Algo que ayudaría a Billy Jennings.

Della estaba a medio camino de su cabaña cuando sacó su teléfono y buscó


el mensaje de Kevin.
¿Todavía en Houston? Tengo que ver-t
Dejó de caminar y cerró los ojos mientras el mensaje era enviado. ¿Lo vería?
¿Respondería?
Mirando a su teléfono, vio el pequeño ícono de que tenía un mensaje de voz.
De Steve.
Mordiéndose el labio, tal vez porque pensaba que no podía sentir más de lo
que estaba sintiendo ahora, lo abrió y se llevó el teléfono al oído.
―Sé que no me estás hablando, pero quiero que sepas que lo siento. Y
aunque no fui quien inició el beso, sé que estaría enfadado si alguien te besara.
Así que enójate conmigo. Me lo merezco, pero… maldita sea, Della, me importas.
No me preocupo por ella. Es a ti a quien quiero. Por favor, llámame.
Emoción tiró de su corazón. Qué daría porque él estuviera aquí… que la
abrazara, la ayudara a entender toda la locura que estaba pasando.
Tenía el dedo en remarcar, y dudó. ¿Qué iba a decirle? Su teléfono sonó con
un mensaje entrante.
De Kevin.
Verme respecto a q? otro favor? De verdad vas a deberme. Vamos
a quedarnos desnudos.
Puso una carita sonriente después de eso. Esperaba que estuviera
bromeando. Pero, ¿qué rayos? Ya había sido acusada de ser una prostituta. No lo
haría, pero él no lo sabía.
Como sea. Dónde?
Cerca de tu campamento. Dónde quieres que nos encontremos?
Della consideró saltar la valla, encontrándose con él en alguna parte de
Fallen. A Burnett le daría un ataque. Ella tendría un infierno que pagar. Entonces
se le ocurrió, ¿por qué no hacer lo que Chase hizo con quien sea que fuera de la
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pandilla, y tener a Kevin encontrándose con ella en la valla? Siempre y cuando él
no tocara la valla, estaría bien. Sin razones para romper una regla cuando podía
ser doblada un poco.
Le contestó a Kevin y le dio la localización exacta de dónde encontrarse con
ella.
No saltes o toques la valla.

Diez minutos más tarde, Della esperaba junto a la línea de la valla donde el
arroyo atravesaba. Sentándose en un árbol caído, se abrazó las rodillas. El frío
aire se abrió paso debajo de su camiseta y le produjo piel de gallina, lo que
probablemente significaba que su temperatura no estaba bien. Los ruidos de la
noche hicieron eco en la distancia. Un coro de ranas, insectos, y algunos bichitos
se escurrieron en la maleza para permanecer cálidos.
Sintiéndose sola, sacó el teléfono para hacerse compañía. Recordó el
mensaje de voz de Steve. Comprobó sus mensajes y encontró uno de él que no
había leído.
T extraño.
También lo extrañaba. Cerrando los ojos, sintiendo la falta de sueño, bajó la
frente a sus rodillas. Imaginó su cara. Su sonrisa. La manera suave en que besaba
y cómo ese beso lentamente se volvería más y más ardiente.
La culpa la traspasó por besar a Chase. Lo había hecho para mantener su
cubierta. ¿O no? ¿O la semilla que la brujita había plantado en su cabeza había
brotado y llevado por ese camino?
Justo entonces se dio cuenta que no estaba tan enojada con Steve por… por
dejar que Jessie lo besara. Dolida tal vez, pero no enojada. Ni siquiera podía estar
enojada de que él lo hubiera disfrutado. Ella había disfrutado del beso de Chase,
¿cierto?
¿La idea de Miranda pudo haber funcionado? No, se dijo. Dos
equivocaciones no hacen un acierto, pero tal vez poniéndose en sus zapatos, se
dio cuenta que el beso no significaba que ella no le importara, o que
necesariamente lo haría otra vez.
No volvería a besar a Chase. No dejaría que la besara tampoco.
¿Cierto?
No.
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Enderezándose, volvió a mirar a su teléfono y el mensaje de Steve, y
escribió: Hablemos este finde, bien? Le llevó más tiempo presionar Enviar
que haber escrito el mensaje.
En menos de treinta segundos recibió respuesta: Bien. Te extraño.
Su corazón se afligió. Él tenía que estar despierto, mirando su teléfono.
Esperando que lo llamara o le escribiera un mensaje. El recuerdo del dolor que
había visto en los ojos cuando habían discutido tuvo a sus pulmones liberando el
aire. Volvió a escribir. También te extraño.
Unos segundos más tarde, otro ding sonó: ¿Quieres hablar ahora?
Llamaré a Burnett y entraré.
El pánico se agitó en su interior. No porque estuviera esperando a Kevin,
sino porque no estaba del todo lista para hablar con Steve. ¿Iba a decirle sobre
Chase? ¿Iba a estar de acuerdo en… hacer esta cosa entre ellos real? ¿O
simplemente iba a esperar que las cosas continuaran como estaban?
Nop, todavía no estaba lista para hablar con él.
No. Este fin de semana. ¿Bien?
Está bien.
Escuchó un sonido distante y deslizó el teléfono en su bolsillo. Inclinando
la cabeza, se concentró en el leve sonido. Pisadas, suaves, venían en su dirección.
Venían del otro lado de la valla. Llenándose la nariz con aire, esperó que su
sentido del olfato hubiera regresado y reconociera el aroma de Kevin. No
consiguió nada.
A medida que el sonido de pasos continuó, los sonidos del bosque se
detuvieron. Nada de aves, insectos, inclusos los árboles permanecieron
silenciosos contra el viento.
Tenía que tratarse de Kevin, se dijo. Pero recordando cómo fue golpeada en la
cabeza hace no mucho tiempo, se levantó y se paró detrás de un árbol.
Inclinándose ligeramente alrededor del tronco, fijó los ojos en la dirección de la
que provenía el sonido. 278
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Traducido por Apolineah17
Corregido por Nanis

D
ella vio a Kevin moviéndose a través de la maleza. Él levantó la
nariz en el aire, olfateándolo para encontrarla.
―Estoy aquí. ―Dio un paso fuera del árbol y se dirigió hacia la
cerca.
Él se acercó, y estaba a punto de agarrarse del poste de la valla cuando le
dijo:
―Détente. Te dije que no tocaras la valla.
Tiró sus manos hacia atrás.
―¿Así que es cierto que en realidad tienen alarmas colocadas?
―Me temo que sí ―dijo.
―¿Y no puedes simplemente volar sobre ella?
―No sin activarla.
―¡Maldición! Nunca podría vivir así.
―Es para mantener a la gente fuera, no a nosotros dentro.
―Cierto ―dijo él.
Della frunció el ceño.
―Mira, estaba esperando que pudieras ser capaz de ayudarme afuera.
Estoy buscando a alguien que creo que pertenece a Crimson Blood.
―¿Por qué? ―preguntó.
―Él era el antiguo novio de la chica con la que en cierto modo me encontré.
―El hecho de que la chica estaba muerta no tenía que surgir.
―No creo que los conociera a todos. Sólo pasé el rato con ellos un par de
días.
―Su nombre es Phillip Lance. Solía estar en una banda. Tiene cabello café.
Un tatuaje en el cuello de una calavera.
―Eso no va a volver y a morderme en el culo, ¿verdad?
―No ―dijo.
―¿Y qué consigo yo al hacerte todos estos favores? ―Sonrió.
―Te deberé.
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―Ya me debes ―dijo.
―Te deberé más.
Él se encogió de hombros.
―No sé por qué me agradas. ―Suspiró y vaciló antes de finalmente
hablar―. Hay un Phillip. No sé su apellido, pero tiene cabello castaño. No sé si
tocaba en una banda. ―Levantó la mirada como debatiéndose a decir más, y
luego espetó―: Tiene un tatuaje, pero no estoy seguro de qué es.
Tenía que ser él. Ella asintió y una sensación de éxito llenó su pecho.
―Gracias. ―Ahora a conseguir una cosa más―. ¿Dónde pasaban el rato?
Así puedo ir a verlo.
Kevin levantó las manos.
―Ahora estás preguntando demasiado.
―Por favor. ―No le molestaba casi tanto rogar cuando era por otra
persona. Y ese era Billy.
Él dudó.
―Mira, no puedo decirte dónde es lo que ellos llaman hogar, pero hay un
bar sobrenatural en el lado norte de Houston llamado Hot Stuff.
―Chan me llevó allí ―dijo Della, recordando fragmentos y piezas de la
primera semana en que se había convertido. Si tenía que hacerlo, pensó que
podría encontrarlo de nuevo.
―Bueno, un montón de Crimson Blood pasan el rato allí. Ve allí y deberías
encontrarte con uno de ellos eventualmente.
Ella asintió.
―Gracias.
Él la estudió durante un segundo, de arriba a abajo, comprobándola.
―¿Tienes novio? ―preguntó, sus ojos azules brillando con interés.
―Sí. ―Cuando su corazón no dio un vuelco, se dio cuenta de que era
verdad. Steve era su novio. No sabía cómo serían las cosas después de este fin de
semana, pero…
―Es una pena. ―Hizo una pausa―. Así que, ¿le diste a Chan un entierro
apropiado?
―Aún no. El FRU está haciendo una autopsia para confirmar la causa de
muerte.
―Deberían ―dijo―. Me dijeron que fue extraña la forma en que se
enfermó.
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Della recordó esa molesta preocupación de que ella en realidad podría tener
el mismo virus. Chan lo tenía.
―Qué… Quiero decir, ¿cómo que era extraña?
―Dijeron que él no se sintió bien por un tiempo. Quiero decir, no se estaba
sintiendo bien cuando se marchó a Texas, pero dijeron que tuvo un sarpullido
desagradable.
Della inhaló, con un poco de alivio. Ella no tenía un sarpullido.
Kevin negó con la cabeza.
―Sabes que él es el primer vampiro del que he oído hablar que murió de
enfermedad. Quiero decir, he perdido a varios amigos en peleas entre pandillas
y todo, pero no sabía que podíamos enfermar.
―Hay virus y cosas semejantes ―dijo Della, pensando en que acababa de
tener uno. Todavía estaba tratando con uno, menos el dolor de cabeza. Y cuanto
antes se fuera y tuviera su sentido del olfato de regreso, mejor.
―Sí, pero son como pequeños resfriados, nada que podría matarte. Quiero
decir… ―Kevin inclinó su cabeza hacia atrás―. Viene compañía. ¡Nos vemos!
―Se esfumó.
Della inhaló, pero todavía no consiguió nada. Luego escuchó, una ráfaga de
aire. Era rápida. Lo suficientemente rápida que supo que eran una o dos
personas. Burnett o Chase.
El pervertido de bragas aterrizó a su lado. Olfateó el aire.
―¿Quién estaba aquí?
―Sólo alguien con el que quería charlar ―dijo Della.
Él apartó la mirada.
―¿Por qué te estás reuniendo con alguien tan tarde?
―No es asunto tuyo. ―Empezó a caminar y luego se giró, decidiendo que
no tenía que mencionar a Jenny, pero aun podía decir lo que sabía―. A menos
que tú quieras decirme con quién te has estado reuniendo aquí afuera a altas
horas de la noche.
La sorpresa amplió sus ojos.
―No sé lo que quieres decir. ―Su frente se crispó.
―Como el infierno que no lo sabes.
Él se quedó perplejo.
―¿Cómo tú…? Bueno, está bien, era un viejo amigo. ―Su ceño no cambió;
tampoco lo hicieron sus ojos. Decía la verdad.
―¿Por qué el secreto? ―preguntó.
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―Él no está registrado. ―Nada se movió en su rostro esta vez tampoco.
Le creyó.
―Y ahora es tu turno ―dijo―. ¿Por qué te estás reuniendo con alguien a
estas horas de la noche? ―Se veía preocupado. ¿Por qué?
―Digamos que estoy tratando de arreglar tu lío. Estoy siguiendo otra pista
sobre el asesino. ―Lo vio inclinar la cabeza hacia un lado para escuchar su ritmo
cardíaco.
―Es la verdad, aunque vaga ―dijo.
―Tú sólo mereces lo vago. Le mentiste a Burnett sobre Billy.
―Creo que el chico es culpable, y casi estoy seguro de que era su rastro el
que tenía, así que eso no es realmente una mentira.
―Y yo creo que él es inocente ―contrarrestó Della.
Él no dijo nada.
―Me voy. ―Sólo dio unos pasos.
―Espera ―dijo él.
Se detuvo, pero no volvió la mirada. Y a pesar de no querer ir allí, su mente
la llevó de regreso al beso. A la forma en que se sentía ser sostenida cerca por él.
―¿Por qué? ―preguntó.
―Para hablar.
―No tienes nada que decir que esté interesada en escuchar. ―Llegó casi
hasta la línea de los árboles cuando lo escuchó.
―¿Qué pasa si te digo de dónde te conozco?
De todas las cosas que él podría decir, ésta era la única que la detendría.
Frenó y lo escuchó caminando hacia su lado.
Cuando llegó a su lado y no dijo nada, ella habló.
―Estoy esperando.
―Una carrera, y entonces te lo diré. ―Él estudió su rostro, como buscando
algo. ¿Qué? ¿Qué podría darle su expresión? Él podía leer los latidos de su
corazón y saber si le decía la verdad.
―No ―dijo, y volvió a caminar―. No estoy jugando juegos contigo.
―No es un juego. Una carrera. Quieres saber, admítelo. ―Esta vez ella
estudió su rostro y no había un tic o un parpadeo. Ceder se sentía mal. Pero la
curiosidad picaba.
Picaba duro.
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Él se movió rápidamente delante de ella. Se paró cerca. Tan cerca, que podía
olerlo… Una vez más recordó su olor cuando la había abrazado y volado como
el viento. Cuando sus brazos la habían sostenido con tanta fuerza.
―Una carrera, una vuelta alrededor de la propiedad… y si contestas una
pregunta, te lo diré.
Ella dio un paso hacia atrás.
―Primero era sólo una carrera, ahora es una carrera y una pregunta.
―Es una pregunta fácil. ―Se movió unos centímetros―. Quiero saber si
disfrutaste el beso. Quiero decir, creo que lo hiciste. Sé que yo lo hice.
Levantó la barbilla y deseó como el infierno que pudiera decirle que no.
―Así que puedes besar, eso no significa una mierda.
Él sonrió.
―Eso podría significar que puedo tener suerte y robar otro.
―No en tu vida.
La sonrisa desapareció de sus ojos.
―Así que realmente estás con el cambiaformas, ¿verdad?
―Dijiste una pregunta ―gruñó.
―Y una carrera ―espetó.
En realidad debatió el no ir, pero quería saber dónde lo había conocido.
Salió disparada, presionándose a sí misma hasta que casi lo alcanzó. Él aceleró.
Ella empujó con más fuerza, pero no hasta el punto de vomitar. Había hecho de
dos veces demasiadas veces.
Cuando él se dio cuenta de que ella no iba a impulsarse más rápido, bajó la
velocidad. Y sorprendentemente fiel a su palabra, cuando habían dado una
vuelta, comenzó a bajar.
Ella aterrizó junto a él, un poco sin aliento, pero no tan vergonzosamente.
Él la analizó.
―Podrías haber ido más rápido.
―Es tarde ―dijo ella.
Él asintió.
―Lo es.
El teléfono de Della sonó con un mensaje de texto entrante. Lo ignoró,
pensado que era de Steve. Y no quería responder su mensaje de texto frente a
Chase.
―Está bien, escúpelo ―dijo―. ¿Dónde nos conocimos?
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Chase se acercó al árbol caído donde Della había estado sentada antes y se
dejó caer, haciendo señas para que ella se uniera a él.
―Simplemente dime ―dijo.
―Lo voy a hacer, pero esto va a requerir una explicación. Así que siéntate.
Ella lo hizo, pero se aseguró de que hubiera un montón de espacio entre
ellos.
―¡Estoy sentada! ―dijo, perdiendo la paciencia―. ¡Empieza a hablar!

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Traducido por LizC y AnnaTheBrave
Corregido por Nanis

―P
ertenecía a los Blades.
¿Los Blades? Las entrañas de Della se tensaron y el lugar
donde llevaba una cicatriz de ser apuñalada comenzó a
doler. Chase había pertenecido a los Blades. Una pandilla diferente que el
Crimson Blood, pero de igual manera fuera de la ley. Ella y Steve habían ido en
una misión para ver si esta pandilla era la que estaba asesinando a seres humanos
como iniciación. Lo habían estado haciendo. Y ella había conseguido ser
apuñalada durante la investigación y podría haber muerto si Steve no le hubiera
conseguido sangre.
―Eres un renegado ―dijo con acusación y se deslizó un poco más lejos en
el árbol derribado.
―No, yo… me uní al grupo por una razón.
―¿Qué quieres decir?
Él exhaló.
―Si te lo digo, ¿me das tu palabra que no lo repetirás? ¿A nadie? Eso incluye
a Burnett.
Della decidió ser honesta.
―Si pone en peligro a alguien más, no puedo guardar silencio.
―No pone en peligro a nadie. ―Hizo una pausa―. Me enviaron a una
misión, buscando a alguien. Estaba trabajando encubierto para el Consejo
Vampiro.
Ahora sabía que él no era para nada bueno.
―El Consejo Vampiro está lleno de renegados que se oponen al FRU.
―El consejo no es así. No están de acuerdo con todas las reglas del FRU,
pero no son los malos.
Entonces Della cayó en cuenta. Algo personal.
―Ibas a dejar que los Blades me asesinaran. Y ellos habrían…
―¡No! ―insistió―. Impedí que ellos te siguieran y a Steve esa noche. El
fuego que Steve comenzó sólo los frenó.
¿Estaba diciendo la verdad? Parecía que sí, pero…
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―¿Por qué estás aquí? ¿El Consejo Vampiro está tratando de acabar con la
escuela?
―No. Ellos ven a este lugar como algo bueno.
―Entonces, ¿por qué estás aquí?
Dudó de nuevo.
―Todavía estoy buscando a alguien.
―¿A quién?
―Eso no te lo puedo decir.
―¿Si encuentras a esta persona vas a causarles daño? ―Estudió sus ojos
verde claro.
―No, estoy tratando de ayudarle.
La honestidad sonó profunda en su voz.
―¿Está aquí?
―No puedo responder a eso. ―Él se echó hacia atrás.
De repente otra pregunta la golpeó.
―¿Por qué me estás diciendo esto?
Su expresión cambió y algo le dijo que iba a mentir.
―La verdad. Dime la verdad.
Su mano, descansando sobre su muslo, se tensó.
―Porque las probabilidades son que tú lo vas a averiguar.
―¿Cómo?
Sacudió la cabeza.
―No puedo decir nada más. ―Un mechón de cabello oscuro cayó por su
frente y ella tuvo la extraña necesidad de apartárselo. Cerró su mano para
resistirse.
Suspiró con frustración. ¿En realidad le había dado su palabra que no le
diría a Burnett nada de esto?
Necesitaba más información antes de decidir si se trataba de algo que
Burnett necesitara saber.
―¿Por qué estás tratando de entrar en el FRU?
―No lo hacía. Burnett de hecho vino a mí. Quedó impresionado con mi
fuerza y velocidad, y pensé que podría ayudar a atrapar al asesino.
―Pensaste mal ―dijo―. Es tu culpa que estemos reteniendo a Billy. Él no
lo hizo.
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―No todo es mi culpa, Della. Piensa en ello. Burnett ya no confía en mí, lo
que quiere decir que él no habría apresado al chico solamente por mi palabra si
no lo creyera por sí mismo.
―Entonces ambos están equivocados.
Chase, se inclinó, y su hombro casi tocó el de ella.
―Está bien, si estoy equivocado, dame la oportunidad de hacer lo correcto.
Dime quién crees que lo hizo. Voy a ayudar a buscarlo.
Ella se alejó. Su cercanía la ponía nerviosa.
―¿Por qué habría de decirte nada ahora?
Él frunció el ceño como si estuviera ofendido.
―Así que te digo la verdad, ¿y ahora no confías en mí?
―Sí, justo ahora me dices la verdad. Me has estado ocultando cosas todo el
tiempo.
Sacudió la cabeza.
―Eres dura.
―Soy honesta ―le dijo―. Algo que deberías haber intentado desde el
principio. ―Se levantó del árbol, se sacudió la corteza pegada a su trasero y
comenzó a caminar.
―Oye. ―Algo en su voz la hizo darse la vuelta.
Se detuvo justo detrás de ella. Tan cerca que sus respiraciones se mezclaban
en el aire de la noche. Eso le trajo recuerdos del beso.
―Sigue corriendo, ¿de acuerdo? Una o dos veces al día.
¿Qué pasaba con este chico y las carreras? Por otra parte, tal vez si pudiera
correr/volar tan rápido como él podía, también podría ser lo único de lo que
hablara. Ella inclinó la cabeza hacia atrás, dándose cuenta que su tono y sus
palabras sonaron como un consejo de despedida.
―¿Te vas? ―preguntó.
―No tengo otra opción. ―Él sonrió a medias. Brilló en sus ojos, pero no
tocó sus labios―. Supongo que tampoco confío en ti. Vas a decirle a Burnett.
Aún no había tomado esa decisión.
―Lo estoy debatiendo. Pero sí, mi lealtad está con la escuela.
Él rió entre dientes.
―Eres honesta, ¿cierto?
―Deberías probarlo alguna vez. ―El sarcasmo sonó en su voz.
―Lo intenté. Justo ahora, y no funcionó muy bien. ―La miró como si unos
segundos lentos pasaran―. No te preocupes, no te culpo. ―Le apartó un mechón
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de cabello de su mejilla. Ella casi aplastó su mano, pero no lo hizo―. Steve es un
tipo con suerte. ―Sus dedos se detuvieron en su mejilla, y algo que pareció pesar
llenó su mirada verde.
Antes de saber lo que pretendía hacer, la besó. No como antes. No esa clase
de beso sensual de vamos a hacerlo.
Este fue corto y dulce. Sus suaves labios sobre los de ella muy brevemente.
Este era un adiós.
Se dio la vuelta y se fue. Observó sus anchos hombros desaparecer entre los
árboles.
No le gustaba, se dijo. Entonces, ¿por qué le dolía el corazón? ¿Por qué quería
llamarlo de vuelta?
Bueno, a ella le gustaba. Un gusto en cierto modo loco. En parte admiración,
parte… no podía definirlo. Pero no era como lo que sentía por Steve. Tal vez
sentía lástima por Chase al perder a su familia tan joven. O tal vez era lo protector
que había sido con ella en el bar.
O tal vez… Oh, diablos, ¿por qué estaba tratando de analizar esto? Él se iba.
Apenas había dejado una huella en el camino de su vida.
Entonces se dio cuenta que sus recientes huellas no se habían dirigido hacia
la valla, sino de regreso al campamento. ¿Se estaba yendo para siempre o le había
mentido con la esperanza de conseguir un beso?
No lo podía dejar detrás de ella. ¡Maldita sea, pervertido de bragas!
Miró su teléfono para ver quién le había enviado un mensaje. Era Kevin. Lo
llamó. Sonó dos veces.
―Hola ―respondió.
―Soy yo, Della.
―¿Cómo…? ―Su línea comenzó a entrar y salir de recepción. Debía tener
poca señal―. Llámame. ―La línea se cortó.
Confundida sobre Chase, se dio la vuelta para marcharse. Algo rozó su
rostro. Levantó la mano pensando que algún pájaro acababa de defecar en ella,
pero no. Cuando retiró la mano, vio que era una pluma.
Se detuvo en medio de la oscuridad del bosque, sintiendo el aire de la noche
tornarse más frío. Mirando hacia la línea gruesa de los árboles, buscó un flacucho
fantasma asiático. Girando en un círculo completo, estudió todas las sombras.
Ningún fantasma.
Tal vez no era una señal de Chan. Miró hacia el cielo negro con las estrellas
parpadeando hacia ella. La luna, dos noches lejos de estar llena, colgaba pesada
en el cielo. Otra pluma cayó en espiral frente a su cara. Giró en círculos, vueltas
y vueltas y aterrizó a sus pies.
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Chan estaba todavía aquí. ¿Por qué? ¿Podría Chan estar aquí por el asesino
de Lorraine? Dado que fueron parte de la misma pandilla, tendría sentido.
―¿Es eso lo que quieres? ―le espetó al viento frío―. ¡Deja de enviar esas
condenadas plumas y sólo dime!

Eran más de las tres de la mañana cuando Della llegó a su cabaña. Incluso
agotada, apenas durmió esa noche, pensando en Chan, preocupándose por Billy,
y preguntándose cómo hacer para investigar a Phillip Lance. Y a pesar de que
deseaba que no fuera cierto, pensó en Chase. ¿Realmente se había ido? ¿Y por
qué demonios le importaba?
Cuando el sol finalmente se deslizó en su dormitorio, anheló tirar las
mantas sobre su cabeza y seguir durmiendo. Poniendo la mano sobre los ojos, se
dio cuenta que su dolor de cabeza estaba de vuelta. Sin embargo, después de
haberse perdido el ritual vampiro matutino demasiadas veces, se obligó a salir
de la cama. Se obligó a vestirse. Pero estando demasiado cansada para cepillarse
incluso su cabello, lo puso en un clip. Colgaba en un estilo tipo semi-Medusa.
Qué demonios. Nadie se atrevería a decir nada.
Caminó hasta el claro donde siempre se encontraban. La sangre se
encontraba en las mesas y todos los vampiros se situaban alrededor charlando.
El ruido hizo que su cabeza doliera más. Chris se acercó a ella, incluso sus pasos
sonaron muy ruidosos. Se detuvo a su lado.
―Te ves como una mierda.
Bueno, algunos se atreverían a decir algo, pero estaba demasiado ocupada
mirando a su alrededor para ver si Chase estaba entre la multitud para importarle
lo que dijera el estúpido de Chris. Se las arregló para ofrecerle un gruñido a
medias.
El vampiro rubio rió. Ella le cortó con una mirada enojada, y él se echó a
reír con más fuerza, pero el humor dejó sus ojos cuando Burnett aterrizó junto a
él. Sin duda, la expresión del líder del campamento era más enojada que la de
ella.
―Vamos a dar un paseo. ―El tono de Burnett llegó con una abundancia de
gruñidos.
Della esperó a que Chris respondiera, cuando, de repente, se dio cuenta que
Burnett no estaba hablando con Chris. Bendito infierno. ¿Ahora qué?
Antes de salir del alcance del oído de los otros vampiros, Della tuvo una
buena idea de qué se trataba. Chase.
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―¿Viste a Chase después de dejar la oficina ayer por la noche? ―A veces
tener la razón no era todo lo que pintan.
―Sí. ―Era tiempo decisivo. Decirlo o no decirlo. No estaba segura por qué
sentía ni un gramo de lealtad hacia el pervertido de bragas, pero lo hacía. Colgaba
en su pecho como una emoción indeseada.
―¿Mencionó que se iba de Shadow Falls?
―Algo así ―dijo.
―¿Y no crees que deberías haberme informado al respecto?
―No estaba segura de creerle. Pensé que lo iba a encontrar aquí esta
mañana.
La línea de preocupación entre las cejas de Burnett se profundizó.
―¿Dijo a dónde iba?
―No.
―¿Qué te dijo?
Era una pregunta directa y una que se sentía obligada a contestar.
―Me dijo dónde nos conocimos. Formó parte de la pandilla los Blades
cuando Steve y yo fuimos encubiertos. ―Cuando Burnett no dijo nada, decidió
que era hora de lanzar la bomba―. Me dijo que trabaja para el Consejo Vampiro.
―Ya sabía eso ―dijo Burnett.
Della lo miró fijamente y lanzó sus palabras de regreso a él.
―¿Y no crees que deberías haberme informado al respecto?
―Eso es diferente ―dijo él.
―Sí. La diferencia es que esperas que sea completamente comunicativa
contigo, mientras que haces todo lo contrario.
Su ceño se profundizó.
―Pero ya que no estuviste siendo comunicativa conmigo, tu argumento no
equivale a una colina de frijoles. ―Se pasó una mano por la cara.
―Si él se iba, planeaba decírtelo.
―Cuando ya fuera demasiado tarde para hacer nada ―dijo enojado.
Della no podía discutir con eso.
―¿Cómo es que se fue sin activar la alarma?
―No lo hizo. Llamó en medio de la noche y dijo que tenía que ir a ver a un
viejo amigo que estaba en problemas. Le creí. Pero… teniendo en cuenta mis
sospechas, hice que alguien lo siguiera
―Entonces, no lo perdiste. ¿Cuál es el problema? ―preguntó Della.
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―Se escapó.
―Es rápido ―dijo Della.
Burnett asintió.
―Cuando fui a su cabaña esta mañana, sus cosas habían desaparecido.
―Burnett vaciló―. ¿Dijo algo más?
―Solo que estaba buscando a alguien ―le dijo.
―¿A quién?
―No me dijo ―exhaló Della―. Pero teniendo en cuenta que se fue, estoy
asumiendo que no lo encontró aquí.
―Entonces, ¿por qué quedarse tanto tiempo como lo hizo? ¿Y por qué
acordar ayudar a trabajar en este caso?
―Le pregunté eso. Dijo que tú fuiste el que lo sugirió. Y dado que era bueno
en lo que hacía, pensó que ayudaría a encontrar a un asesino. Así que tal vez es
por eso que se quedó.
―¿Le crees, o piensas que tenía algún motivo oculto para estar aquí?
Masticó mentalmente la pregunta por unos segundos.
―No estoy cien por ciento segura, pero pienso que le creo. ―Se frotó la sien,
que aún latía. No eran dolores punzantes, pero sí lo suficientemente dolorosos
como para que los notara.
Cuando levantó la vista, Burnett la miró.
―¿Qué?―le preguntó.
―Chris tiene razón, no te ves bien. ¿Te sientes bien?
Ella sonrió.
―Chris dijo que luzco como la mierda.
Burnett arqueó una ceja.
―Holiday está sobre mí por mi lenguaje. Dice que muchos de los
estudiantes, especialmente los vampiros, están maldiciendo. Dice que soy una
mala influencia. ―La fulminó con la mirada como acusándola por ser boca sucia.
―¡Bien, demonios!―Della sonrió, encontrando divertido que el vampiro
hubiese sido regañado por su lenguaje. Cuando él no respondió a su humor, se
puso seria―. Cuidaré lo que digo cuando esté a su alrededor así no te metes en
problemas. ―Hizo una pausa―. ¿Cómo lo está manejando?
―Como tú. Luce cansada, rendida. Pero ella tiene una razón. Tú… no estoy
muy seguro.
―No estoy embarazada, si es eso lo que estás preguntando.
Él pareció horrorizado.
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―No estaba preguntando.
―Es por anoche ―dijo Della―, estaré bien. ―Dejó caer la mano de su sien.
De la nada, una imagen de Billy llenó su cabeza―. Apuesto que lo estoy haciendo
mejor que Billy.
―Tengo que estar de acuerdo en eso. Regresó el ADN del cabello.
―¿Y? ―preguntó, con ganas de presumir un poco que había tenido razón.
Se lo merecía. Luego podría decirle sobre Philip Lance.
―Es igual ―dijo Burnett―. Lo arrestaron oficialmente a eso de las cinco
esta mañana.
―¡No! ―La duda asomó la cabeza en su pecho―. Él no… yo aún no…
―Él es culpable, Della. Sé que no quieres creerlo. ―Apoyó las manos en los
hombros de ella―. Y si te hace sentir mejor, iremos tranquilos con él porque…
los recién transformados no siempre se controlan. Pero pasará algún tiempo en
prisión y con suerte en los próximos años irá a rehabilitación.
―Pero tengo otro…
―Es un trato hecho. El informe dio positivo. Se supone que debo ir y
finalizar los trámites y establecer la sentencia. Ahora ve a buscar algo para
desayunar, y si todavía estás cansada, no vayas a las primeras clases y tómate
una siesta.
―No lo entiendes ―demandó Della―. Intenté decírtelo, pero no me
escuchas. Creo que encontré otro sospechoso.
―Tú eres la que no está escuchando ―dijo él―. El ADN coincidió.
―Frunció el ceño pero con empatía―. En este trabajo, luego de tener que ver a
las víctimas, lo más difícil es a veces arrestar a los culpables, especialmente los
recién transformados. Duele como el infierno darse cuenta que a veces las buenas
personas pueden hacer cosas terribles.
Della tragó y trató de aceptarlo, pero esa estúpida voz empezó a cantar de
nuevo en la cabeza, a ritmo con el dolor de su sien.
Inocente. Inocente. Inocente.
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Traducido por Mae y âmenoire
Corregido por Nanis

D
ella se saltó la hora de Compañero de Campamento y regresó a su
cabaña a buscar en internet sobre Billy Jennings. Tenía razón: Él
pertenecía a la banda de la escuela. Y al club de ajedrez. El tipo era
un estudiante de honor. Y ni siquiera un estudiante genial de honor. Era un friki.
¿Cómo podría alguien tan… tan perfectamente geek matar a Lorraine y John?
Sintiendo que no podía hacer nada para ayudar a Billy, apagó el ordenador
y fue a su primera clase, ciencia. Pero en el momento en que se sentó, su cabeza
latía con tanta fuerza que se sentía como si sus ojos fueran a salirse.
El señor Yates, el hermano de Jenny, así como su maestro, se puso de pie
enfrente de la clase hablando de cómo funcionaban los celulares y las señales.
A Della no le importaba un comino. Todo lo que podía pensar era en su
dolor de cabeza y luego en Billy. Tocar la flauta una semana, ser arrestado por
asesinato la siguiente.
―Hay uno de tres kilómetros aquí. ―Perry habló, pero su voz sonaba
distante, como si estuviera muy lejos―. Nunca tengo servicio.
De repente, el teléfono del señor Yates sonó.
―Bueno, alguien no está en la zona muerta. ―Él contestó la llamada. A
continuación, el profesor miró directamente a Della, su mirada casi enojada―.
Inocente. ―Su voz resonó como si estuvieran en una cueva―. ¡Inocente! ―gritó.
―¿Qué? ―preguntó Della. Pero cuando parpadeó el Sr. Yates no la miraba
y se volvió a hablar en su celular. ¿Qué infiernos estaba pasando? ¿Acababa de
imaginar…?
Parpadeó de nuevo y la neblina en su cerebro aumentó. El aire cambió de
repente, y olió a tierra mojada. Se había vuelto de noche. Su mirada se disparó
alrededor, esperando ver la clase, pero sólo vio bosque, los árboles le devolvían
la mirada. Miró sus manos. Un anillo de diamantes, un anillo de compromiso,
brillaba desde su mano izquierda. ¿Anillo de compromiso? ¿Qué demonios?
De repente, sus manos no se parecían a sus manos. Sacudió la cabeza,
sintiendo como si su realidad hubiese sido arrastrada. Nada tenía sentido. Nada
importaba, excepto quitarse ese maldito anillo. Comenzó a tirar de este, pero sus
manos se encontraban cubiertas de sangre. Montones y montones de sangre. Pero
la sangre no parecía importar tanto como el anillo. Lo intentó sacar de nuevo,
293
Página
pero no importaba lo mucho que lo intentara, no podía moverse. Se sentía
paralizada o… muerta.
Su corazón se sobresaltó. No estaba muerta. El olor a suciedad desapareció,
pero la sangre en sus manos no. Sintió el escritorio de la escuela contra su espalda.
Comenzó a levantarse, pero luego la sangre desapareció. El anillo desapareció.
Se quedó sin aliento.
―¿Della? ¿Della?
A lo lejos alguien llamó su nombre. Pero no le importaba eso. Seguía
mirando sus manos, girándolas en una dirección y luego otra.
¡Maldición! ¿Que acababa de suceder?
Cerró los ojos. Inocente. Inocente. Inocente. Las palabras resonaron en toda el
aula, como si todo el mundo las dijera. Della se levantó de su asiento y miró a su
alrededor. Todo el mundo la miraba, pero nadie hablaba, o cantaba.
―¿Della? ¿Della?
Su nombre resonó de nuevo. Esta vez Della reconoció la voz del señor Yates.
Se obligó a mirarlo. Él la miraba fijamente, viéndose perplejo. Della trasladó
su mirada alrededor, viendo a todo el mundo sorprendido ante ella como si
estuviera loca. E infiernos, tal vez tenían razón.
―¿Della? ―dijo el Sr. Yates de nuevo.
―Sí ―se las arregló para responder, pero sólo después de que gruñera a los
mirones.
―¿Estás bien? ―Se acercó a su escritorio.
No. Estoy perdiendo la cabeza. Asintió.
―¿Me has oído? ―preguntó.
Ella lo miró fijamente, y él debió entender el mensaje de que no había oído
ni una maldita cosa.
―Holiday quiere verte. En la oficina.
Sintiendo su interior temblar, agarró su libro y fue en busca de Holiday. La
encontraría y le diría que llamara a las personas que llegaban con esos abrigos
blancos ajustados y se llevaban a los locos. Debido a que Della estaba bastante
segura de que iba camino a necesitar una celda acolchada.
En el momento en que llegó a la oficina, se había convencido que vivir en
una celda acolchada no era su vocación.
Holiday se levantó de su escritorio. Preocupación fruncía sus cejas.
―¿Qué pasa? ―Della imaginó lo peor, pero que no tenía nada que ver con
visiones de sangre o anillos de compromiso. ¿Algo había ocurrido a alguien en
su familia?
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Holiday hizo un gesto para que se sentara. Ignorando el movimiento, Della
se quedó en medio de la oficina, sintiéndose todavía aturdida.
―¿Qué es? ―insistió Della.
―Lorraine Baker vino esta mañana. Brevemente. ―La líder del
campamento frotó su vientre.
―¿Y? ―preguntó Della, tratando de convencerse a sí misma de que esta era
una buena noticia. Pensó en Billy.
Tal vez ahora conseguiría un descanso en el caso.
―Cuando traté de hacerla hablar, me informó que se estaba comunicando
con alguien. Pero no era un buen oyente.
La mente de Della giró.
―Entonces está mintiendo, porque Kylie es buena en eso. ¿Le preguntaste?
Quizás Lorraine le dijo a Kylie algo. ―Algo que ayudara a Billy. Algo que sacaría
a un amante de ajedrez de la cárcel.
Holiday tiró de su cabello sobre un hombro y lo retorció. La preocupación
iluminó sus ojos.
―No es Kylie ―dijo Holiday―. Dijo que está hablando contigo.
De acuerdo, sentarse de repente sonaba como una buena idea. Della dio dos
pasos hacia el sofá y se dejó caer. El sofá suspiró con su peso como si protestara.
Pero no tan fuerte como Della quería quejarse.
―Pero soy vampiro. ―Un escalofrío recorrió la espalda de Della y se dio
cuenta que conectó con un fantasma. Chan. Pero, ¿qué fue lo Kylie había dicho?
Ah, sí, que algunos espíritus con una fuerte conexión pueden adherirse a la gente
normal, no personas que los ven. Pensaba que era uno de esos. No tanto normal,
sino alguien que no va por ahí hablando con muertos―. Los vampiros no ven
fantasmas ―dijo Della.
―Sí, eso ha sido siempre lo que creí, también. Pero entonces Burnett… y
ahora esto. Voy a admitirlo, estoy perpleja. Siempre he pensado que ya que no
sabemos muy bien la herencia de Burnett podría haber sido un descendiente de
la tribu de América y fue la razón por la que tenía una conexión con las cataratas
y el mundo de los espíritus.
―Soy china, no…
―Eres medio china ―dijo Holiday―. Me suscribí a ancestry.com tratando
de encontrar la historia de la familia de Burnett, así que te llamé antes de colocar
el nombre de soltera de tu madre para ver si hay alguna evidencia de que tu
madre podría ser descendiente.
―¿Y? ―preguntó Della.
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―Nada apareció. ―La líder del campamento exhaló al mismo tiempo que
Della, pero la liberación de Holiday parecía extenderse desde la decepción, Della
del alivio.
No quería ser parte de una línea de sangre que la ataba a los fantasmas.
―Pero ―continuó Holiday―, vamos a preocuparnos de eso más tarde. En
este momento, tenemos que ayudar a Lorraine. ¿Qué te dijo?
―No me ha dicho una mierda. No la he visto. Debe haber mentido acerca
de… ―Della recordó la voz que había estado escuchando.
―¿Qué? ―preguntó Holiday.
―He estado escuchando una voz. Pensé… sonaba como si la pensara. Al
igual que una canción cuando se queda atascada en tu cabeza.
―¿Qué dice? ―preguntó Holiday.
―Lo único que dice es… inocente. En repetidas ocasiones. ―La
comprensión de que no tenía uno, sino dos fantasmas comunicándose con ella la
asustaba. Sin embargo, Della decidió volverse loca más tarde―. Lorraine debe
tratar de decirme que Billy es inocente. Eso tiene que ser lo que esto significa.
Holiday frunció el ceño.
―Burnett dijo que el ADN dio positivo sobre el sospechoso. Está allí ahora
para presentar el caso a la junta FRU para condenar a Billy.
―¿Todo en un día? ―preguntó Della.
Holiday asintió.
―¿Qué le pasó a tener un juicio y ser juzgado por doce de tus compañeros?
―No funciona de esa manera con el FRU. Cuando alguien es arrestado, su
caso va ante un tribunal FRU y se les condena casi de inmediato. Y… la mala
noticia para Billy es que anular una sentencia es prácticamente imposible.
―Entonces tenemos que detenerlo. ―Della sacó su teléfono de su bolsillo
trasero. Al ver sus manos, recordó la visión que tuvo―. ¿El anillo? ―dijo.
―¿Qué? ―preguntó Holiday.
―En la clase, yo… ―Rayos, ¿iba Holiday a creer que estaba loca? Entonces
Della recordó que Kylie tenía ese tipo de visiones todo el tiempo. Oh, maldito
infierno, Della no quería ir por ese camino. Pero se preocuparía de eso más tarde,
también―. Tuve esta visión, yo…
―¿Qué visión?
―Vi mis manos con sangre en ellas y llevaba un anillo. Un anillo de
compromiso. Yo estaba… asqueada de él. Quería quitármelo, pero no podía.
Holiday se quedó allí frotando su estómago.
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―¿Crees que eso significa algo? ―preguntó Della―. ¿Está tratando de
decirme algo?
―Siempre significa algo. La parte difícil es descubrirlo. Los muertos
apestan en la comunicación. ―El hada se acercó a la parte trasera de la silla para
tomar su bolso y se lo colgó al hombro―. Vamos.
―¿Ir a dónde? ―preguntó Della.
―A ver a Burnett. Tienes razón, tenemos que detener esto.
―¿No podemos llamar? ―Della levantó su teléfono.
―Nop. Amo a ese hombre, pero nunca escucha razones por teléfono.
Francamente, no sobresale en escuchar razones en persona. No cuando piensa
que tiene razón. Y está bastante seguro de que Billy es culpable.
―Entonces, ¿qué vamos a hacer? ―preguntó Della, siguiendo a Holiday.
―Convencerlo de que está equivocado.
―¿Cómo? ―preguntó Della.
―Estoy esperando a que lo averigües en el viaje allí.

Llegaron con las manos vacías, pero eso no les impidió entrar en el edificio
del FRU. Bueno, Della entró. Holiday, con un vestido amarillo de manga larga
que abrazaba su vientre redondo, se tambaleó. Le recordaba a Della un pato
regordete. Un hermoso pato regordete con el cabello rojo. Si esto no fuera tan
serio, Della lo habría encontrado gracioso.
―Hola, Sr. Adkins ―dijo Holiday al hombre en la recepción, otorgándole
una gran sonrisa―. Tengo que hablar con mi marido.
El señor Adkins, quien no le devolvió la sonrisa, probablemente porque era
un hombre lobo, Della había comprobado su patrón, miró a Holiday.
―Lo siento, el señor James está en una reunión con el comité de juzgado.
Holiday hizo una cara suplicante.
―Es importante.
―También lo es la reunión ―dijo.
Holiday extendió la mano para tocar al cambiante, pero él retrocedió.
―Influencia Fae no está permitida en este edificio.
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Holiday le dio a Della una rápida mirada y dirigió sus ojos hacia el pasillo
que llevaba a la parte trasera. Della no podía estar cien por ciento segura, pero su
instinto le dijo que Holiday quería que Della corriera hacia él.
Della no necesitaba que le dijeran dos veces.
―Ahora, no querrías a Burnett molesto por no informarle que su esposa
embarazada está aquí, ¿verdad? ―preguntó Holiday, llamando la atención del
hombre.
―Lo siento, reglas son reglas. ―Voces resonaron detrás Della mientras
corría por el pasillo.
Apartó sus oídos de ellos y escuchó voces provenientes de una habitación
al final del pasillo.
Desafortunadamente, oyó al cambiaformas gritar para que se detuviera. Lo
que significaba que corriera más rápido. Oyendo pasos, golpeó las puertas un
poco fuerte. Los paneles de roble pesados se estrellaron contra la pared y cayeron
de sus goznes.
Ups.
Una rápida mirada alrededor, y Della contó catorce figuras en la habitación.
Todos hombres. Pero sabía que estaba en la habitación correcta cuando reconoció
una de esas figuras como su líder del campamento. Pero ¡vaya, todos hombres!
Sabía que el FRU era machista, pero maldita sea, ¿qué siglo era este?
Trece de esos hombres se dispararon desde sus asientos.
El que se quedó sentado fue otro que reconoció. Billy. Los hombros caídos,
que mantuvo la cabeza baja, mirando a su regazo, como si su destino hubiese
sido sellado, como si a ninguna persona en el mundo le importara.
A Della le importaba. A Burnett le importaba. Si solo pudiera hacerlo entrar
en razón.
Una respiración pesada sonó detrás de ella.
―Lo siento, la removeré inmediatamente. ―El hombre lobo entró
rápidamente en la habitación.
―No ―ordenó Burnett―. Déjame manejar esto. Es inofensiva.
Solo en caso que el sucio perro no hubiera escuchado a Burnett, Della se giró
y le dio un vistazo de sus caninos. Cuando dio un paso más hacia ella, añadió:
―Tócamele y te golpearé tan fuerte en las bolas que desearas haber sido
castrado de cachorro.
Burnett aclaró su garganta.
―Está bien, no suena inofensiva, pero lo es. ―La mirada de Burnett decía
que él sería quien le haría daño si no se comportaba―. ¡Della, no es un buen
momento!
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―Sí, lo es. ―Una voz vino desde detrás de ella. La voz de Holiday.
Della amaba cuando las cosas se sincronizaban tan perfectamente.
Los ojos de Burnett se ensancharon ante la visión de su esposa. Miró a los
demás en la habitación, luego de vuelta a Holiday caminando hacia el centro de
la habitación.
―Creo que todos han conocido a mi esposa ―dijo Burnett, sin lucir feliz.
―Sí ―dijo un hombre, sonando molesto.
Eso fue todo lo que tomó para que Burnett le diera una mirada ceñuda.
―¿Pasa algo malo? ―preguntó Burnett, su dura mirada ablandándose
mientras observaba a su esposa.
―Sí ―dijo Holiday. Burnett lucía listo para correr hacia ella, sin duda
temiendo por su hijo―. Billy Jennings es inocente.
Los hombros de Burnett se hundieron con alivio, pero la postura de Billy
finalmente mostró un temple y levantó la mirada. El chico lucía condenado,
perdido y tenía lágrimas en sus ojos, pero por un segundo hubo un destello de
esperanza.
―¿Y cómo llegaste a esa concusión? ―Uno de los del comité del juzgado,
un vampiro rubio, le preguntó a Holiday.
―Lorraine Baker lo ha proclamado inocente ―estableció Holiday con
orgullo.
―No creo haberlo hecho ―dijo Billy―. Les dije que no creía poder hacerlo.
Solo no recuerdo nada. Todo está borroso.
―Me temo que estás equivocada ―dijo el vampiro más viejo en la
habitación con una actitud santurrona―. Lorraine Baker es una de nuestras
víctimas. Ella no puede proclamar nada.
Los hombros de Burnett se flexionaron.
―Mi esposa rara vez se equivoca. Tiene el don de hablar con los fantasmas.
―Della se preguntó por qué Burnett no había compartido esta información con
su agencia.
Pero en los próximos segundos, supo por qué. Todos los doce hombres del
comité lucían un poco sorprendidos, o tal vez asustados era una mejor palabra.
Qué montón de cobardes, pensó Della. Seguro, los fantasmas asustaban la
mierda fuera de ella, pero no era cierto pez gordo en el comité de juez y jurado
del FRU. Y, ¿cuán extraño era que estaban en un comité para juzgar a otros, pero
temían a muertos y a los ángeles de la muerte juzgándolos?
Otro de los hombres, un hechicero, habló y se dirigió a Burnett.
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―¿Y esperas que tomemos las palabras de tu… muy embarazada esposa,
por encima de un examen de ADN? Sin ofender, pero el embarazo tiende a
disminuir el CI de una mujer.
Burnett se giró hacia el hechicero, pero antes que pudiera añadir sus dos
centavos, lo que no parecía como si fuera a ser agradable, Holiday añadió lo suyo:
―Eso es gracioso ―dijo ella, pero sin humor―. He escuchado que también
nos hace violentas si nos provocan. Y para tu información, estaría muy feliz de
poner mi CI contra el tuyo, embarazada o no.
―Y yo tendría que estar de acuerdo ―dijo Burnett furiosamente, lanzado
dagas por sus ojos hacia el hechicero―. También añadiría que me ha ayudado a
resolver varios casos. Antes y después de estar embarazada.
¡Vamos Burnett! La manera en que defendió a su esposa era la cosa más
romántica que Della hubiera visto alguna vez. No había duda de dónde estaba
puesta su lealtad.
―Así que, si mi esposa dice que Lorraine Baker le dije que Billy no era su
asesino, entonces recomiendo que demos otro vistazo al caso. ―Burnett se giró
hacia Holiday―. ¿Exactamente qué te dijo Lorraine Baker?
Oh, mierda, pensó Della. Era momento de salir del armario con toda la cosa
de hablo con gente muerta. Dio un paso hacia adelante.
―Lorraine no le dijo a Holiday. Me dijo a mí
―Suficiente de esto ―dijo otro hombre, un fae pelirrojo―. Eres un
vampiro. Todos sabemos que el don de hablar con los fantasmas no es dado a tu
especie. Esto es ridículo.
―Como que me siento de la misma forma ―dijo Della, dándose cuenta que
Burnett no les había informado de sus propias habilidades. Pero si ella tuviera
que trabajar con estos idiotas, tampoco les diría una mierda―. No lo
entendiendo, quizás solo se me pegó porque estaba en la escena del crimen ―lo
dijo honestamente, esperando que fuera verdad.
Otro de los doce, un hombre lobo con sienes grises, sacudió su cabeza.
―No podemos simplemente creer las palabras de un vampiro inadaptado
para decidir el destino de un asesino.
―No es una inadaptada ―dejo salir Burnett al mismo tiempo que Holiday.
Calor se extendió a través de Della sabiendo que ambos estaban de su lado. Pero
ese pensamiento la trajo de vuelta hacia Billy, quien sentía que no tenía a nadie.
Y Della sabía que su principal campeón no era ella o siquiera Holiday, sino
Lorraine. El respecto de Della por la chica creció.
Burnett se enfocó en Della.
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―¿Tienes algo que ofrecernos como evidencia? ―Y ella pudo decir por su
expresión que esperaba que tuviera algo.
Pero Burnett no era el único con la esperanza, ni el que tenía más que
perder. Una tormenta de emoción llenó su pecho mientras miraba a Billy, sus ojos
azul claro mirándola con fe. Y hubiera renunciado a su mejor sostén si hubiera
tenido algo que ofrecer.
Pero no tenía nada.

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Traducido por Ximena Vergara y AnnaTheBrave
Corregido por Nanis

E
l estómago de Della estaba tenso.
―Lo siento. Yo… ―La voz de Lorraine hizo eco en su cabeza
sintiendo escalofríos por la espalda. El anillo de compromiso―. El
anillo de compromiso ―dijo Della, sin saber lo que significaba, pero rezando para
que fuera la respuesta.
―¿Qué anillo de compromiso? ―preguntó el brujo del grupo.
―Esto es ridículo ―dijo un cambiaformas.
―Tal vez no es tan ridículo ―dijo otro vampiro, de pie junto a Burnett―.
Recibí una llamada de la familia esta mañana. No lo mencioné porque parecía
irrelevante. Sin embargo, los padres de Lorraine recogieron sus pertenencias y
dijeron que había un anillo entre ellas que no le pertenece. O más bien, que ya
no le pertenecía. Era el anillo que le regaló su antiguo prometido. Querían saber
cómo había llegado a sus pertenencias. ―Dudó un segundo―. El informe
indicaba que lo llevaba puesto.
Della sintió una oleada de alivio.
―Su nombre es Phillip Lance ―agregó Della―. Él era su antiguo novio.
Creo que usted descubrirá que pertenece a la pandilla de Crimson Blood. Por lo
que he oído, pasan el rato en un bar llamado el Hot Stuff.
―Creo que lo conocí ―dijo Billy, con voz esperanzada―. Yo estaba con esa
banda en el bar. Casi me uní a ellos, pero… no sé lo que pasó. La mayor parte
está borroso. Pero recuerdo un Phillip. Creo que luchamos.
―Lo que explicaría cómo fueron transferidas las pruebas de ADN ―dijo un
hombre de cabello gris que parecía ser el líder de la comisión. Miró a su alrededor
a los otros―. Parece que todo el caso debe ser revisado nuevamente. Y no voy a
negar… ―su mirada estaba fija en Burnett.―… que estoy decepcionado con esta
investigación.
Burnett no pestaño.
―En realidad, señor, de lo único que estoy decepcionado es que casi se
condena a un chico inocente. Si bien yo no podría tomar el crédito por ello, se
trata de la investigación a mi cargo. ―Hizo un gesto a Della―. Me gustaría
presentarles a Della Tsang. Ella era el agente encubierto que usted aprobó para
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ayudarnos en el caso. Así como quien nos ha llevado a la detención de Craig. A
quien Anthony condeno ayer. Creo que ha hecho un excelente trabajo aquí.
―De acuerdo ―dijo un cambiaformas más viejo―. Vamos a utilizarla para
futuros trabajos.
Della quiso sonreír, pero se contuvo. Acéptalo cambiaformas, no estás "feliz" a
menudo.
Él se volvió a mirar a la puerta.
―Sin embargo, me gustaría que la señorita Tsang y tu encantadora
esposa… ―asintió con la cabeza a Holiday―… fueran tan amable de dejarnos
mientras cerramos este caso, aunque ambas son muy agradables, están
perturbando nuestro encuentro.
―Vamos a retirarnos. ―Holiday guiñó un ojo a Burnett, y extrañamente
su mirada se desplazó hacia el techo.
Cuando Della salió, Billy sonrió. Vio agradecimiento escrito en su rostro.
Espero hasta que no pudieran escucharlas, y miró a Holiday.
―¿Se necesita ser un grado en culo para ser considerado para el Comité de
Jueces?, ―Holiday se rió.
―Y ni una sola mujer en el grupo ―dijo Della.
―Creo que es posible que tú cambies eso algún día ―dijo Holiday.
―Estoy tentada. ―Sus pasos resonaban por la baldosa de mármol. Della se
estiró para frotar sus sienes, al notar el dolor de cabeza de nuevo, pero estaba tan
feliz como para preocuparse. Prácticamente le habían dicho que tenía un futuro
en el FRU―. Lo hicimos bien, ¿no?
―Sí ―dijo Holiday―. Especialmente para un vampiro inadaptado y una
mujer embarazada con problemas de CI. ―Se rió y entonces se estremeció,
poniendo su mano sobre su enorme vientre―. Y si esa patada fue un indicio, creo
que mi hija está de acuerdo.
Cuando llegaron al coche, Holiday hizo clic en las cerraduras abriéndolas
y luego levantó la vista.
―¿Te das cuenta que salvaste a Billy?
―No, Lorraine lo salvó. ―Cuando Della se sentó en el asiento del pasajero,
se acordó de la segunda persona que había visto cuando había encontrado el
cuerpo de Chan. ¿Había sido Lorraine? ―Della se mordió el labio―. Pero por
favor dime que ahora se fue.
La sonrisa de Holiday parecía casi angelical.
―Lo hizo. La vi cruzar la sala del tribunal. Ella está en paz.
El hada apenas entraba detrás del volante, luego deslizo el asiento hacia
atrás. Hizo una pausa, como si meditara, entonces se centró en Della.
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―Chan estaba allí, también. Por lo menos, supongo que era Chan.
Individuo asiático, delgado. Pero no la siguió.
Della tragó.
―¿Lo vistes?
El hada arrugo la frente perpleja.
―Sí. No es que él estuviera allí por mí. Estaba junto a ti. ¿Él ha hablado
contigo?
―No ―confesó Della―. Pero lo he visto. ―Cerró los ojos un segundo.
―¿Cuánto tiempo has sido consiente de él? ―preguntó Holiday.
―Desde la época en que murió. Kylie lo sintió, pero no lo vio. Entonces
empecé a sentirlo, entonces… empezó a dejar caer las plumas ―dijo Della.
―¿Las plumas? ―preguntó Holiday.
―Todo comenzó cuando rompí accidentalmente una almohada y las
plumas empezaron a girar, pero entonces yo podría estar fuera o dentro de un
coche y las plumas continuaban cayendo.
―¿Acaso Chan tiene algo con las plumas?
―No. No que yo supiera. ¿Por qué?
―Bueno, los fantasmas por lo general están tratando de decirnos alguna
cosa. Ellos utilizan símbolos o pistas. A veces no son buenas.
Della negó con la cabeza.
―¿Por qué me está pasando esto? Soy vampiro.
―Como he dicho antes, no sé ―dijo Holiday―. Burnett también siente a
los muertos. Pero trata de no verlo como algo malo. Es un regalo. Mira lo bueno
que ya ha salido de ello. Fuiste capaz de ayudar a Billy y atrapar a Lorraine y el
asesino de su novio. ―Holiday arrancó el coche.
Della finalmente se atrevió a preguntar.
―¿Te dijo alguna cosa Chan? ¿Está enojado conmigo por no… por no
llamarlo de vuelta?
―Él no habló. Pero… ―Vaciló como si debatiera decirlo―. Pero sentí sus
emociones. ―Arrugo la frente preocupada―. No estaba enojado o molesto.
Parecía preocupado… por ti. Y eso me preocupa. ―Antes de conducir fuera,
suspiró―. Necesitas hablar con él. A veces, los muertos nos necesitan para
ayudarse ellos, como Lorraine, pero otras veces están aquí para ayudarnos. Creo
que Chan está tratando de advertirte acerca de algo. Algo que él siente es serio.
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Mientras Holiday conducía, Della reflexionó sobre lo que podría estar
tratando de advertirle Chan. Esperaba, desde que estuvo en la misma pandilla
con Phillip Lance, que él buscara contarle acerca de su asesinato. Pero si todavía
estaba aquí, y Holiday tenía razón sobre que estaba preocupado por ella, ¿podía
saber algo acerca de sus tíos que quería decir? ¿Pero sería esa la advertencia?
Seguramente sus tíos no eran… malos. ¿O podrían serlos?
¿O era algo completamente diferente?
El teléfono de Della sonó. Lo sacó de su bolsillo y vio el número. Kevin.
Recordar a Kevin trajo a la mente la conversación sobre cómo Chan había muerto
a causa de alguna extraña enfermedad. Y eso trajo de vuelta su persistente
preocupación sobre ella experimentando algunos extraños efectos secundarios
de algún virus ¿Podría ser eso acerca de lo que Chan estaba tratando de advertir?
No, Kevin había dicho que Chan realmente estaba enfermo y tenía una
erupción. Della no estaba realmente enferma. ¿Era esto un pequeño dolor de
cabeza? Su teléfono sonó de nuevo.
Mirando a Holiday, preguntó:
―¿Te importa si contesto?
―No.
―Hola, hermosa ―dijo Kevin tan pronto como contestó.
Della cerró los ojos, con la esperanza de que Holiday no pudiera oír a
Kevin.
―No pude entender una palabra de lo que dijiste ayer por la noche cuando
llamaste. Se escuchaba muy mal.
―Estaba preguntando sobre Chase ―dijo Kevin.
Della aparto sus ojos de Holiday, que estaba ocupada conduciendo con una
mano, pero se frotaba el estómago con la otra.
―¿Cómo lo conociste?
―Él vino a ver a Chan.
El corazón de Della estaba acelerado.
―¿Conocía a Chan?
―Sí. Se quedó aquí con él durante un par de días antes de que Chan se
marchara a Texas. Cogí su esencia, pero no me di cuenta que era él hasta que me
fui. Iba a volver pero atrapé otro aroma, “otro vampiro”. Alguien más estaba
rondando fuera de tu valla ayer por la noche.
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A Della no le importaba en absoluto quién estaba rondando, quería saber
por qué demonios Chase no le había dicho que conocía a Chan. ¿Qué más
escondía el pervertido de bragas?
―¿Qué quería con Chan? ―preguntó.
Kevin respondió, pero su teléfono perdía la señal constantemente.
Holiday miró Della.
―Estás a punto de perder el servicio en cualquier momento.
―Mira, me dirijo a una zona sin señal, ¿puedo llamarte más tarde?
La línea se cortó. Della, confundida y furiosa, metió su teléfono en su
bolsillo.
―¿Algo está mal? ―preguntó Holiday, probablemente captando todas las
emociones de Della.
―Sí ―dijo Della.
―¿Quieres compartirlo? ―preguntó Holiday.
―Chase conocía a Chan y nunca me lo conto ―dijo Della―. Algo está
ocurriendo con él, Holiday.
Holiday dejó escapar un profundo gemido y condujo el coche al lado de la
carretera.
Della no entendía la fuerte reacción de Holiday. Pero cuando miró al hada,
vio que las manos sobre el volante, tenían los nudillos blancos.
Holiday gemía y no era por Chase.
―¿Estás bien?
―No ―dijo Holiday con los labios apretados―. Algo está… el bebé.
―Gimió de nuevo.
Della tomo su teléfono del bolsillo para llamar a Burnett, sólo para recordar
que en la zona no había señal.
Holiday soltó otro profundo gruñido. Un sonido silbante lleno el coche. El
pliegue de la falda del vestido amarillo de Holiday entre las piernas, se oscureció.
―Mi fuente. ―Holiday dejó caer la cabeza sobre el volante, sintiendo un
dolor extremo.
―Está bien. Está bien. ―Della se dijo que debía estar calmada, pero
calmada era lo último que se sentía―. Déjame conducir. Te llevaré al Dr.
Whitman.
Holiday asintió, pero parecía ser un esfuerzo soltar el volante.
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Della saltó fuera de su lugar y corrió alrededor. En el momento en que
llegó al lado de Holiday, se dio cuenta que estaban atascadas al lado de la
carretera.
―¡Holiday! ―Della se dejó caer a su lado―. Holiday, habla conmigo. Por
favor, háblame.
Ella levantó una mano.
―Yo… viene… el bebé.
―Voy a buscar ayuda.
―¡No te atrevas a dejarme! Te enviaré al ángel de la muerte si lo haces.
―Holiday tomó la mano de Della tan fuerte, que podría haberle roto un hueso.
Las amenazas no eran el estilo de Holiday, por lo que Della sabía que esto
era grave.
―No voy a dejarte. ―Della observó a Holiday extender su otra mano hacia
abajo y abrazar el abultado vientre. Fue entonces cuando vio la sangre. Ahora
mucha sangre teñía el frente del vestido de Holiday.
Las lágrimas llenaron los ojos Della. ¿Estaba algo mal? Recordó un
programa en que había visto a una mujer dar a luz. Había habido sangre, pero
no recordaba tanta.
―Recuéstame en el asiento trasero ―gritó Holiday.
Della inhaló. Abrió la puerta trasera del coche, con cuidado levantó a
Holiday, y la colocó en el asiento.
Tan pronto como logro bajar a Holiday, esta gritó fuerte.
―Mi ropa interior ―grito Holiday―. Quítamela.
―¿Estás segura que no quieres que te lleve al médico? Puedo conducir
rápido.
―No hay tiempo ―dijo ella―. ¡El bebé ya viene!
Della se puso mentalmente sus bragas de niña grande y físicamente bajo las
de Holiday. La sangre ya se agrupaba entre sus piernas. El miedo se apodero del
vientre de Della.
Si algo le pasaba a Holiday o al bebé, Della no podría vivir consigo misma.
Por otra parte, no tendría que: Burnett la mataría.
Holiday arrastro la cabeza hacia atrás en el asiento y empezó a gruñir. Della
vio lo que parecía ser la cabeza del bebé entre las piernas de Holiday.
Si alguien le hubiera preguntado lo que estaría haciendo hoy, ni en un
millón de años habría dicho: "recibiendo un bebé”. Tragándose una tonelada de
inseguridades, abrió la bolsa de Holiday. Encontró el alcohol gel que Holiday
siempre llevaba, lo aplicó en todas sus manos.
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―¿Qué estás haciendo? ―estalló Holiday.
―Está bien ―mintió Della―. Vi un programa una vez de cómo dar a luz
un bebé. ―Trató de sonar confiada, pero tenía tanta confianza como una hormiga
dando un paseo entre una multitud de corredores.
Holiday, demasiado ocupada sin aire como para responder, asintió.
―Veo la cabeza del bebé ―dijo Della―. Creo que este es el momento que
se supone que debes empujar. Tan pronto nazca el bebé, te llevaré al médico.
Holiday tuvo lo que parecía una contracción y soltó otro grito
ensordecedor. El bebé salió tan rápido, que Della casi no lo atrapa. Es… no, ella,
era una niña.
―Es una niña ―dijo Della en voz alta. Pero el bebé estaba viscoso y
sanguinolento, recordándole a Della un cachorro mojado. El pánico estalló
directamente en el corazón de Della cuando se dio cuenta que el pequeño bebé
no respiraba.
Una vez más recordando el programa, metió la mano en la boca del bebé y
usó sus dedos para retirar cualquier fluido. A continuación, ajustó la palma sobre
el pecho del bebé, le dio la vuelta. Le palmeó la espalda. Una. Dos veces.
―Respira. ―No respiraba―. No ―murmuró Della, volteó al bebé,
masajeando su pequeño pecho, luego le dio vuelta de nuevo y le dio otra
palmadita, solo que más fuerte.
El bebé se sacudió, gorjeó, y tomó su primer aliento. Della, que no se había
dado cuenta que tampoco estaba respirando, tomo aire también. Sólo cuando la
niña dejó escapar un llanto Della levantó la vista hacia Holiday.
―Ella está bien. ―El alivio desapareció. El bebé no era el único problema.
Holiday yacía inconsciente―. No ―dijo―. ¿Holiday?
Cuando la líder del campamento no respondió. Della afinó su audición,
ignoró el llanto del bebé, y finalmente escuchó un ritmo cardíaco irregular que
seguía bombeando en el pecho de Holiday.
Miró el cordón que aun conectaba al bebé con Holiday. Recordó cómo
habían cortado el cordón en el programa que había visto. Agarrando el bolso de
Holiday de nuevo, se encontró con un poco de seda y lo usó para atar el cordón.
Luego utilizó otro pedazo y lo retorció con tanta fuerza que rompió el cordón. Ya
que Holiday seguía sin moverse, Della supo que debía conseguir ayuda. Y
rápido.
Dejó al bebé junto a su inconsciente madre y cerró la puerta. Rodeando el
coche, se sentó en el asiento delantero y condujo como un murciélago saliendo
del infierno hacia la oficina del doctor Whitman.
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A medida que los neumáticos zumbaban contra la calle, y con la sangre de
Holiday en sus manos y haciendo el volante pegajoso, la respiración de Della se
estremeció en su pecho y rezó en voz alta.
―Mira, Dios, vamos a hacer un trato. Si estás perdiendo tu cuota semanal
de almas, tómame. Pero no te lleves a Holiday. Por favor.

Della se sentó en la oficina del veterinario, con los pies golpeando el suelo,
retorciéndose las manos. Había llamado a Burnett tan pronto como el médico y
Steve tomaron a la madre y a la niña. Cuando Burnett respondió, la garganta de
Della estaba tan apretada por la emoción que apenas pudo explicar. Lo único que
salió fue:
―Consultorio del Dr. Whitman.
―¿Holiday?―preguntó él.
―Sí ―murmuró.
―¿Está todo bien?
―No ―dijo Della―. No está para nada bien.
Entonces llamó a Kylie, pensando que podrían ser necesarios sus poderes
curativos. Della siseó. De todos los momento para no responder el teléfono. Dejó
un mensaje:
―Holiday te necesita ―dijo―. Estamos en el consultorio del Dr. Whitman.
La puerta de la oficina se abrió en menos de dos minutos después. Dolor
llenaba la expresión de Burnett. Y lo único que podía pensar era en lo romántico
que había sido cuando se puso de pie por Holiday frente al comité del FRU. El
amor que sentía por su esposa era tanto una parte de él que si la perdía, sería sin
duda como perder una extremidad.
O quizás mucho peor, su corazón.
Las lágrimas que Della había estado conteniendo cayeron. Grandes y
gordas lágrimas, rodando una detrás de la otra. Burnett no pidió detalles. No
había duda que había visto la gravedad de la situación en su expresión. Se dirigió
a la parte posterior del consultorio.
Voces ordenándole que se fuera hicieron eco desde atrás de la puerta.
Órdenes que Della sabía que no serían escuchadas. Burnett nunca se iría. Él nunca
dejaría a Holiday.
Pero querido Dios, ¿tenía Holiday la posibilidad de no dejarlo?
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Della puso sus piernas contra su pecho, las abrazó, y siguió llorando.
―Tómame en su lugar. Tómame en su lugar ―continuó murmurando.
―Oye ―dijo una voz. La voz de Steve. Lo había visto brevemente cuando
se llevaron a Holiday y al bebé, pero no habían hablado aún.
Della se limpió las lágrimas del rostro y levantó la vista.
―¿Están bien?
―El bebé estará bien.
―¿Y Holiday? ―preguntó, su aliento era una gran burbuja de dolor en sus
pulmones.
La expresión de Steve no lucía prometedora, y más lágrimas se deslizaron
por sus pestañas.

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Traducido por Ximena Vergara
Corregido por Nanis

―E
lla está todavía inconsciente ―dijo Steve―. Perdió mucha
sangre. Pero el Dr. Whitman le ha dado algo ahora y
espera que responda.
―¿Esperando? Él está esperando. ―Su voz temblaba―. ¿No hay algo más
que pueda hacer? Ella no puede morir ―dijo Della―. ¡No puede! ¡Vuelve allí y
dile que haga algo!
Steve se dejó caer a su lado y puso su brazo alrededor de ella. Della enterró
su cara en su hombro.
―Has hecho un trabajo increíble al recibir el bebé y traerlos aquí
rápidamente. Ambos están aún con vida gracias a ti ―dijo―. Tal vez tus padres
tienen razón acerca de que llegaras a ser médico.
―No, odié cada segundo de esto. Si ella muere, será mi culpa. Oh, Dios.
Será mi culpa.
―No, no lo es. ―Sus palabras se escucharon tan cerca de su oído, que podía
sentir su aliento―. No pierdas la esperanza en Holiday aún.
Della ahogó un sollozo.
―Shh ―dijo Steve―. Holiday es una luchadora. Va a salir adelante.
―¿Y si no? ―preguntó Della, con un gran nudo de dolor en su pecho―.
¿Sabes lo emocionada que estaba por este bebé? ¡Ahora existe la posibilidad de
que el bebé nunca la conozca! Y Burnett… Holiday es su vida. ―Della hundió la
cabeza en el pecho de Steve para que no pudiera verla llorar, pero no podía
detener los sollozos que sacudían su cuerpo.
Steve le acarició el cabello y la besó en la parte superior de la cabeza.
―Sólo tenemos que esperar, rezar y confiar en que Holiday va a despertar.
Como has dicho, tenía tantas ganas de tener un hijo y adora a Burnett. Así que
tiene mucho porqué vivir.
Della cerró los ojos contra el hombro de Steve, sus sollozos se calmaron. Su
respiración se regularizo y dejó que su calor la rodeara.
En el fondo de su mente, sabía que tenían que hablar de sus propios
problemas, pero parecía tan trivial con la vida de Holiday pendiente de un hilo.
Cerró los ojos y rezó de nuevo por Holiday. Más duro de lo que había orado por
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nada en su vida. Querido Dios, ya había perdido a Chan; no podía perder a
Holiday.
Della no estaba segura de cuánto tiempo había pasado, diez o treinta
minutos cuando el Dr. Whitman salió. Ella se sentó. La sonrisa en su rostro la
dejo inmediatamente aliviada.
―Todo va a estar bien ―dijo―. Gracias a ti. ―Él se concentró en Della.
Ella casi se desmaya del alivio, Steve colocó su brazo alrededor de ella para
apoyarla.
En ese momento, la puerta se abrió y Kylie irrumpió con los ojos brillantes
por la emoción.
―¿Dónde está? ―Su voz sonó profunda, de la manera que usaba cuando
estaba en modo protección.
―Ella está en la parte de atrás ―dijo el Dr. Whitman―. Pero va a estar bien.
―¿Qué le pasó? ―preguntó Kylie.
El Dr. Whitman respondió:
―Parece que tuvo un desprendimiento menor de placenta.
―¿Menor? ―repitió Della con sarcasmo. Nada se sintió menor de lo que
sucedió en la última hora.
―Menor no quiere decir que no sea grave, pero si el desprendimiento
hubiera sido grave, el bebé, sin duda habría muerto, y Holiday podría haber
muerto desangrada, también. Tal como está, ha perdido mucha sangre. Si hubiera
perdido más…
―Tengo que verla ―insistió Kylie―. Puedo ayudar. Soy sanadora.
―Ella está pidiendo ver a Della ―dijo el Dr. Whitman―. Creo que ambas
pueden entrar, pero sólo por unos minutos. Necesita descansar. Y en primer
lugar tú necesitas ir a lavarte. ―Miró a Steve―. ¿Tienes una camiseta que le
podrías prestar a Della?
Della no se había dado cuenta hasta entonces, pero su ropa estaba
manchada con la sangre de Holiday. Las lágrimas le escocían los ojos.
Steve llevó a Della y Kylie al baño en la parte de atrás, y luego se fue, volvió
con una camiseta azul marino. Se la entregó a Della y salió. Kylie cerró la puerta.
―¿Estás bien? ―preguntó Kylie.
―Sí ―mintió Della, luego se quitó la camiseta, tiesa con la sangre de
Holiday y a continuación se deslizó la de Steve. La sensación del algodón en su
piel se sentía suave y fresca. Della la acercó a la nariz. El aroma de Steve estaba
impregnado en la pieza de ropa.
Había perdido ese olor. Había perdido a Steve.
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Cuando Della entró y vio a Burnett sosteniendo a su pequeña niña en sus
brazos, las lágrimas casi aparecen nuevamente en sus ojos. Holiday todavía se
veía pálida, pero sonrió.
―Gracias ―le dijo a Della, luego asintió a Kylie.
―Nosotros estábamos indecisos del segundo nombre ―dijo Burnett―.
Pero nos decidimos por tu segundo nombre, Rose.
Kylie se rió entre dientes y miró a Della.
―¿Tu segundo nombre es Rose?
Della le frunció el ceño a Kylie, luego se volvió a mirar a Holiday.
―No estoy de acuerdo con eso ―dijo Della―. No me gusta ese nombre.
¡Suena como una estrella del porno!
―¡No es así! ―dijo Burnett―. Me gusta. Ella será Hannah Rose James. El
nombre de la hermana de Holiday y el tuyo. El médico dijo que las salvaste a
ambas. Parece que voy a tener que ser amable contigo de ahora en adelante.
―Esperaré sentada ―dijo Della, con la esperanza de que el humor aliviaría
su necesidad de más lágrimas.
―¿En realidad recibiste al bebé? ―preguntó Kylie.
Della asintió.
―No es como si tuviera elección. Holiday amenazó con enviar el ángel de
la muerte tras mi culo si me marchaba.
Todo el mundo rió.
―Lo siento ―dijo Holiday, pero seguía sonriendo.
―No te preocupes ―dijo Della.
―Eso debió haber sido increíble ―intervino Kylie.
Della miró de nuevo a los orgullosos padres.
―Sí. Y si ustedes alguna vez deciden tener otro hijo, consigo largarme de la
ciudad. No voy a hacer esto otra vez. En un minuto tengo dieciocho años, y al
siguiente estoy ligando las trompas. Yo era demasiado joven para ver eso.
La risa llenó la pequeña habitación de nuevo. Se sentía bien.
El bebé hizo un sonido de arrullo. Burnett miró hacia abajo al pequeño bulto
en sus brazos. El corazón de Della se derritió con el amor en los ojos del malvado
vampiro. No podía dejar de pensar en su propio padre; si en su propio
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nacimiento, él la había amado tanto. Pero no quería quedar atrapada en sus
propios problemas, empujó a un lado ese pensamiento y estudió el bebé que, por
desgracia, llevaría su nombre.
Ahora que estaba limpia, parecía menos como un perrito mojado, y más
como una personita. Una personita hermosa. Della estudió el patrón del bebé. Su
patrón la definía como medio hada y medio vampiro, pero el rasgo de vampiro
era más predominante. Era definitivamente vampiro dominante. Con Burnett
como su padre, no era de extrañar. Tampoco el hecho de que Hannah Rose James
ya se veía como una niña de papá.
Burnett sostuvo la punta del meñique de la niña en su mano con el dedo
más pequeño, que era más grande que toda la mano de su hija. Su espeso cabello
oscuro se parecía al de Burnett, pero sus finos rasgos femeninos eran
seguramente de su madre.
―Ella es hermosa. ―Kylie miró a Holiday―. ¿Puedo ofrecerte un toque
sanador?
―Creo que estoy bien ―dijo Holiday.
―Sólo para asegurarse, permítele hacerlo ―dijo Burnett.
―No debería desperdiciar su energía si estoy bien ―insistió Holiday.
―No eras la que tuvo que verte allí tendida sin vida hace menos de una
hora ―gruñó Burnett a su esposa antes de mirar a Kylie―. Hazlo. Voy a sujetarla
si es necesario.
―Al bebé también ―dijo Della, mirando al frágil bebé, recordando que no
había respirado.
De repente, Della sintió que sus ojos se humedecían. Lágrimas de alivio.
Pero, maldita sea, había sido un día muy difícil.
Pero un día de milagros.
Billy no fue a la cárcel, y Holiday y el bebé habían sobrevivido.
“Llévame en su lugar”. Della recordó su oración. Incluso parecía que Dios
no necesitaba un alma adicional después de todo.
Unos minutos más tarde, el Dr. Whitman echo a todos mundo fuera a
excepción de Burnett. Y puesto que el médico quería mantener a Holiday y el
bebé allí durante unos días, Della esperaba que al médico no le importara la
compañía, porque apostaría sus caninos que Burnett no se alejaría del lado de su
esposa.
Cuando ellos salían, Burnett le preguntó a Della si podría regresar con
Kylie y dejarle el coche de Holiday, ya que tenía la mochila del bebé en el
maletero. Ella aceptó y salió de la habitación de Holiday. Steve estaba esperando
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allí. Della lo miró a los ojos y recordó lo bien que se sintió cuando la había
abrazado.
―Te llevo de regreso, Della ―dijo, como si hubiera escuchado los planes de
Burnett.
Kylie miró a Della como esperando que discutiera. Ningún argumento salió
su boca. Ella y Steve necesitaban hablar… si sólo supiera qué decir. O qué no
decir. Oye, besé a Chase. O: Oye, creo que te perdono.
Así que se acordó de lo que aprendió de Kevin justo antes de todo lo que
paso con el bebé. Chase había conocido a Chan. Consideró ir y contarle a
Burnett, pero parecía egoísta. Merecía celebrar el nacimiento de su hija sin tener
que preocuparse de nada. Más tarde, pensó Della. Se lo diría más tarde.
―¿Vienes conmigo? ―preguntó Kylie.
Al darse cuenta que había estado perdida en sus pensamientos, se volvió a
mirar al cambiaformas que la había apoyado con tanta ternura cuando lo
necesitaba.
―No, eh, Steve me va a llevar ―le respondió a Kylie.
Los ojos de Steve se llenaron de alivio.
Kylie estaba sorprendida como un bebé.
―Te veré de vuelta en el cuarto. Con una Coca Cola de dieta lista. ―Della
sonrió y la observó marcharse.

Steve la condujo de vuelta a Shadow Falls en un nuevo Honda Civic.


―Bonito coche ―dijo Della a los diez minutos de silenciosa conducción,
preguntándose si era de Jessie. ¿Eran tan buenos amigos ahora que le prestaba
su coche nuevo?
―Gracias, mis padres me lo compraron para mi cumpleaños.
―¿Cumpleaños? ―preguntó.
Él asintió con la cabeza.
Della trago arrepentida.
―¿Es por eso que vinieron para ir a cenar?
―Sí.
Ella exhaló.
―No sabía que era tu cumpleaños…
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―Lo sé ―dijo él.
―Me gustaría que me lo hubieras dicho. ―Miró por la ventana, no
queriendo ver algo como la decepción en sus ojos.
―Tú ya habías planeado salir con Kylie y estar en la funeraria. Está bien.
No se sentía bien. Se sentía terrible. La había invitado a salir con sus padres
en su cumpleaños y ella había se vuelto totalmente loca cuando le había pedido
que se comprometieran o algo así. Ni siquiera le había dicho feliz cumpleaños.
No es que hubiera sabido cuándo era su cumpleaños, pero aun así se sentía como
la decepción más grande del mundo.
Maldita sea, era una terrible novia. O una terrible "casi" novia. Finalmente
lo miró.
―¿Sabes cuándo es mi cumpleaños?
―El dieciocho de noviembre ―le dijo.
―¿Cómo lo sabes? ―preguntó.
―Revisé tu licencia una vez.
Genial. Ahora se sentía peor.
―Lo siento ―dijo.
―¿Por qué?
―Por no saber cuándo es tu cumpleaños. Por ser una perra. ―Por besar a
Chase.
―No eres una perra. Tenías miedo ―dijo―. Hay demasiadas personas que
te han defraudado. Y entonces me convertí en uno de ellos. Yo soy el que debería
disculparse por dejar… que Jessie me besara. Supongo que sentía lástima por mí
mismo, y tal vez estaba un poco molesto. Realmente fue ella la que me besó, pero
yo no estoy libre de culpa. Sabía que sentía cosas por mí, y debería haberle dicho
antes que no iba a pasar, pero…
Della lo miró.
―Pero te sentías bien que te prestara atención cuando yo no lo hacía.
Estabas decepcionado de mí. ―¿Era por eso que ella también había besado a
Chase? Puede ser.
Él se detuvo estacionándose frente a Shadow Falls y la miró.
―Sí, pero eso no significa que sea correcto. Y me siento muy mal.
― No deberías. ―¿Pero ella no se sentía horrible también?
―Cometí un error, Della. Soy lo suficientemente adulto como para
admitirlo.
Ella le debía lo mismo, ¿no? Estudió sus botas sobre el suelo.
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―Besé a Chase ―dijo. Ya está. Estaba afuera, ahora Steve podría estar
enojado con ella en lugar de consigo mismo.
No estaba segura de lo que esperaba que él dijera, pero cuando no dijo nada,
se asustó. Levantó la vista.
―Ves, no tiene que sentirte tan mal.
No parecía aliviado. Parecía enojado. ¿No era ese su plan? ¿Tomar parte de
la culpa? Pero tal vez no había sido un buen plan después de todo.
―¿Lo hiciste para vengarte de mí? ―preguntó, con tono firme.
―No, yo… yo no lo creo. Quizás un poco. Es complicado, pero estaría
mintiendo si dijera que una parte de mí no quería vengarse de ti. Me dolió,
mucho. ―Hizo una pausa y trató de encontrar la manera de explicarle; entonces
decidió simplemente decir la verdad―. Miranda me metió en la cabeza que si
besaba a alguien más, sería capaz de perdonarte, porque eso es lo que Perry lo
hizo después de que ella le dio un beso a alguien hace un tiempo.
―Esa es la cosa más estúpida que he escuchado.
―Lo sé. Y también se lo dije.
―Pero aun así lo hiciste ―dijo Steve, con un tono lleno de dolor.
―No, quiero decir… no es por eso que lo hice. Está bien, tal vez de una
pequeña manera su consejo se alojó en mi cerebro, pero eso no era realmente lo
que pasó. Estábamos en una misión, y se suponía que ya nos estábamos
marchando. Algunos pandilleros llegaron y yo estaba tratando de hacerles creer
que nosotros éramos… ―Una prostituta y John no sonaba bien, por lo que dijo―:
Que éramos sólo una parte del público.
Él miró hacia afuera por la ventana y se quedó mirando los árboles un
minuto. Los árboles se balanceaban con el viento, y Della se dio cuenta que al
igual que los árboles, las cosas entre ella y Steve podrían ir en cualquier dirección.
Sabía cómo quería que fueran, pero no podía decir que había tomado el camino
correcto.
Porque si hubiera sido una mala "casi" novia, ¿haría alguna mejor tentativa
de ser una novia oficial?
―¿Funcionó? ―preguntó.
―Sí, no supieron quiénes éramos.
Él le devolvió la mirada.
―¿Quiero decir, el plan de Miranda?
Odiaba admitirlo, pero…
―Tan loco como es, podría funcionar.
Él inhalo.
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―¿Te ha gustado besarlo?
Demasiado. Casi mintió, pero luego…
―Probablemente no más de lo que te ha gustado besar a Jessie. ―Y sabía
que él lo había disfrutado porque se había visto tan culpable el día que le
pregunto al respecto.
Él miró por la ventana de nuevo.
―Podrías haber mentido en eso.
―Me estoy convirtiendo en una gran defensora de la verdad, últimamente.
―Sobre todo después de saber cuántas personas le habían mentido. Su exnovio.
Sus padres. Nunca le habían hablado de sus tíos. Chase, ¿cuál era su conexión
con Chan?
Y, sin embargo, estaba tan enojada con lo que las mentiras le hicieron, pero
ella continuaba mintiendo, ¿no? No estaba contándole a sus padres que era
vampiro por buenas razones, pero aun así era una mentira. Y no le había dicho
a Burnett sobre sus tíos, y no creía que lo haría. Pero en este momento, por lo
menos con Steve, quería ser honesta.
―Lo siento, lo besé. Estábamos involucrados en algo peligroso e intenso
pero era… no eras tú. Y después ―continuó Della―, me hubiera gustado que
fueras tú. ―Además, ahora Chase se había ido.
―Eso es exactamente como me siento ―dijo él. Se quedaron sentados en el
asiento delantero del coche, sólo mirándose el uno al otro―. Entonces, ¿qué
quiere decir esto? ―preguntó Steve.
―Sé lo que quiero que signifique. Quiero que haya un nosotros, pero
todavía estoy asustada.
―Entonces nos tomamos las cosas con calma.
Ella lo miró y su corazón se sentía medio lleno de promesa y medio lleno
de miedo.
―¿No era eso lo que estábamos haciendo y no funcionó?
―Entonces no nos tomamos las cosas con calma. Dejaremos que se
muevan más rápido ―dijo con cautela y esperanza.
Della se mordió el labio.
―Ni siquiera sabía de tu cumpleaños. No sé si seré buena siendo…
nosotros. ―Hizo un gesto con la mano entre ellos―. Probablemente te mereces
algo mejor.
―No puede haber nada mejor que tú. ―Las manchas oro y verdes en sus
ojos parpadearon mientras sonreía. Se inclinó y, puso su mano detrás de su
cabeza, y la atrajo más cerca―. Eres hermosa, divertida. E inteligente. ―Las
palabras fueron pronunciadas muy cerca de su boca. Sus labios rozaron los de
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Página
ella finalmente―. ¿Dije hermosa? Te amo usando mi camiseta. ―Sus bocas se
encontraron. Su palma se deslizó por su cuello, y la emoción irradiaba de su
toque. Se movió más cerca de la consola central, tratando de acercarse a ella.
Ella hizo lo mismo.
Sus lenguas se encontraron y el beso pasó de romántico a algo más. Su
corazón se aceleró, su piel se sentía súper sensible. En todo lo que podía pensar
era estar cada vez más cerca de él.
Quería arrancar la consola entre ellos; en cambio, se subió sobre la
condenada cosa. Pero cuando su culo golpeó el volante la bocina sonó.
Ambos rieron, y se escondieron en caso de que alguien estuviera mirando.
Steve a continuación reclinó su asiento varios centímetros, dejando espacio para
ella en su regazo. Realmente no cabían, trató de reajustarse. Se deslizó hacia
arriba, y ella deslizó sus piernas alrededor de su cintura. La posición era estrecha,
pero ultra sexy. El corazón de Della se aceleró y pudo sentir lo mismo de Steve.
Ella se apartó apenas un centímetro, mirando su húmeda boca.
―Sabes que es mediodía y alguien podría estar mirando.
―¿Y? ―La atrajo hacia él. Sus manos se deslizaron bajo la camiseta. Sus
palmas se ajustaron a la cintura, tan cálida, tan bien. Poco a poco, sus caricias
viajaron desde la cintura al borde de sus pechos. Ella quería sus manos allí.
Quería sus manos en todas partes.
Steve terminó el camino de besos antes de lo que ella quería de él. Su
respiración era fuerte y rápida, sus ojos brillaban con la misma cosa que sentía,
el deseo. Necesidad. Anhelo.
Sus ojos contaron una historia, pero su expresión facial decía otra.
―¿Qué pasa? ―preguntó ella.

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Traducido por âmenoire y Otravaga
Corregido por Nanis

―E
Estás caliente, Della ―dijo Steve.
―Tú también ―contestó ella.
―¡No! ―Él sacó su mano de su camiseta y la pasó sobre
su rostro―. No sexy. ―Sacudió su cabeza―. Eres más sexy que el infierno, pero
lo que quiero decir es que todavía tienes fiebre. ¿Qué está pasando?
―Oh. Yo… estoy segura que no es algo importante ―le dijo lo que se había
dicho a sí misma durante las últimas semanas―. No creo tener fiebre, solo no
estoy tan fría. ―Y no queriendo pensar en estar enferma, sabía lo que la
distraería. Trató de besarlo de nuevo.
Él puso su mano entre su boca y la de ella.
―Podría ser algo importante. Y si no estás tan fría, entonces significa que
tienes fiebre. Ahora regresa a tu asiento.
―¿Por qué?
―Te llevaré de vuelta a la oficina así el doctor Whitman puede revisarte.
―No. ―Della apoyó su frente contra la de él.
―¿Por qué demonios no? ―Inclinó su cabeza hacia atrás y estudió su
rostro.
―Porque… estoy bien. Y no quiere que preocupes a Burnett y a Holiday
ahorita. Si no he regresado a la normalidad en algunos días, iré. ¿Está bien? O
mejor, pediré a Kylie que haga la cosa con sus manos sanadoras en mí.
Su expresión se llenó con decepción.
―Las sanadoras no pueden curarlo todo. ―La estudió―. ¿Cuáles son tus
síntomas?
No tengo salpullido. ¿No era eso lo importante?
―Steve, estoy bien. Y para tu información, Kylie curó el cáncer de su amiga.
Estoy segura que podrá encargarse de un pequeño virus. ―También se sintió
mejor diciendo eso. Pero si le decía a Steve que sospechaba que tenía la misma
cosa que Chan, se alteraría. Un alterado Steve que no podría manejar.
―¿Cuáles son tus síntomas? ―repitió rotundamente―. ¿Te duele algo?
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―No… bueno, tuve dolor de cabeza por un rato, pero ya se fue. ―No iba a
mentir, solo había disminuido un poco.
―¿Y? ―preguntó él.
Ella no había dicho “y” pero Steve siempre había sido capaz de leerla.
―Esto se queda entre nosotros ―dijo ella―. Privilegio doctor-paciente,
¿cierto?
Él la miró.
―Estás sentada en mi regazo. Tengo mi mano en tu camiseta.
―Es tu camiseta ―corrigió ella y sonrió.
―Lo que sea, mi punto es que estoy hablando contigo como tu novio.
Ella sonrió.
―Me gusta el sonido de eso.
Su severa expresión se suavizó.
―A mí también. ―Pero luego frunció el ceño de nuevo―. Ahora dime tus
síntomas.
Tal vez podría decirle algunos de ellos.
―¿Tengo tu promesa que no dirás nada? ―Ella tocó su boca. Era tan suave
para sus dedos como lo había sido sobre sus labios.
―Bien. Lo prometo ―estableció él.
―Mi audición, mi audición de vampiro y mi olfato, viene y va. Es raro.
Vienen y van.
Su expresión se endureció, y sus ojos marrones, que habían lucido todos
sexys segundos atrás, ahora parecían inquietos.
―Estás empezando a verte más como un médico ―acusó ella.
Él gimió.
―Deja que te lleve ahora a ver al Dr. Whitman, Della. Por favor. Conseguir
que te examine, que te haga algunos análisis de sangre. Me sentiré mucho mejor.
―No. Como dije, dentro de unos días, cuando Holiday esté en casa y todo
esté bien con la bebé, iré, pero no ahora.
―Pero…
―Deja de convertir esto en algo más de lo que es. ―Ella estaba bien, se dijo.
Los vampiros rara vez se enfermaban. Y sin embargo si algunos lo hacían, morían.
La voz resonó en su cabeza, y maldita si no sonaba muy parecida a la de
Chan.
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Pero en ese momento Della oyó otras voces. Voces y risas. Estas venían
desde afuera del auto.
Steve levantó la cabeza y miró por la ventana.
A través de algunos mechones de cabello, miró fijamente a Steve,
esperando, rezando, que estuviera equivocada. Finalmente él le devolvió la
mirada.
Ella se mordió el labio antes de preguntar.
―Por favor, dime que alguien no nos ha visto besuqueándonos como un
par de adolescentes cachondos en el asiento delantero de un auto.
Él le apartó el cabello del rostro.
―¿Acaso importa ya?
―¿A cuántos? ―preguntó.
―¿A cuántos qué?
―¿A cuántos voy a tener que matar?
Una sonrisa iluminó sus ojos, y miró de nuevo a la derecha y luego hacia la
izquierda.
―Seis. No, siete. Espera. Ocho. Ese es un montón de gente que matar. ―Su
sonrisa se ensanchó.
Sintió su rostro calentarse, preguntándose cuánto tiempo habían estado
observando todos.
―Supongo que debería bajar de tu regazo.
Él arqueó las cejas de una manera burlona.
―No lo sé. Como que me gusta.
Empezó a sacar una pierna por detrás de él.
―Si mi trasero golpea la bocina de nuevo, voy a morir de vergüenza aquí y
ahora.
Su sonrisa se desvaneció y ella supo exactamente a dónde habían ido sus
pensamientos.
―Nadie va a morir.
Había comenzado a centrarse en conseguir liberar su pierna cuando él le
tocó el rostro y le levantó la barbilla para enfrentarlo de nuevo.
―Dos días, Della. Si no vienes a ver al Dr. Whitman, lo voy a llevar a ti.
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―Lo siento, pero fue divertido. ―Miranda se rió y sacó tres Coca Colas de
dieta de la nevera―. Y no sabíamos que eras tú. Todo lo que vimos fue a dos
personas besuqueándose en el asiento del conductor. ―Colocó las bebidas en la
mesa―. Y no reconocimos el auto.
―¡No es gracioso! ―gruñó Della.
Miranda, Kylie, Perry y otros cinco estudiantes habían estado parados en la
entrada mirándolos a ella y a Steve. Della no tenía idea de cómo podía no
haberlos visto cuando Steve se estacionó, pero por otro lado, toda su atención
había estado en el conductor del auto.
Toda su atención había estado en el toque de Steve; en cómo se sentía el ser
besada por él. En cómo se sentía el ser comprendida por él. ¿Era eso lo que lo
hacía tan especial? La aceptaba como era. Le gustaba de la forma en que era.
―Oye… todo lo que hicieron fue besarse. ―Kylie trató de garantizárselo,
pero incluso la camaleón estaba sonriendo para sus adentros, Della podía verlo
en sus ojos.
―No lo sé ―dijo Miranda―. La mano de él estaba en su camiseta y no
podíamos notar dónde tenía ella las manos.
Della le lanzó a la bruja una mirada fría.
―¡Déjalo antes de que termine contigo!
―Bien, vamos a cambiar el tema ―dijo Kylie―. Estamos felices. Holiday y
Hannah van a estar bien. Gracias a ti, por cierto. Tú y Steve se han reconciliado.
―Gracias a mí ―dijo Miranda―. Te dije que besaras a Chase. Y eso es lo
que arregló esto.
―Besar a Chase fue un error. ―La mente de Della volvió al hecho de que él
conociera a Chan, y tenía que llamar a Kevin para ver qué más sabía sobre el
pervertido de bragas, pero no quería pensar en él en este momento. Kylie tenía
razón. Las cosas estaban demasiado bien para preocuparse. Y si eso significaba
ignorar que ahora tenía un poco de dolor de cabeza, que así sea.
―Después de todo ―dijo Kylie, y abrió la tapa de su refresco―, ha sido un
muy buen día.
Y salvé a Billy, pensó Della, y abrió su propia bebida.
Cuando Della levantó la mirada, Miranda la miraba fijamente, con los ojos
entrecerrados, y el ceño todavía más fruncido.
―¿Qué?
La bruja bajó su refresco.
―Estás feliz, pero…
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―Pero, ¿qué? ―preguntó Della.
―Tu aura todavía es oscura. Incluso más oscura que antes.
―Bueno, entonces tu detector de aura está roto ―dijo Della.
Miranda negó con la cabeza.
―Mañana, vas a ir a observar las aves. No me importa si tengo que arrastrar
las aves hacia ti.

A las ocho de la noche, Della estaba sentada sola a la mesa de la cocina…


sintiéndose solitaria. Y sintiéndose como una mierda. Su dolor de cabeza había
aumentado. La punzada aparecía no sólo en sus sienes, sino en la base del cuello.
Tal vez debería haber dejado que Steve la llevara de nuevo a la oficina del Dr.
Whitman después de todo. O tal vez debería haberle pedido a Kylie que hiciera
su magia antes de irse.
Síp, las dos mejores amigas de Della la habían abandonado hacía más de
una hora para estar con sus novios.
No podía estar molesta. Si Steve estuviera aquí, estaría con él.
Mirando hacia su teléfono, quiso que sonara. Había llamado a Kevin dos
veces, con la esperanza de que pudieran terminar su conversación acerca de
Chase, pero su teléfono iba al buzón de voz y él no había regresado sus llamadas.
La pregunta pesando en su mente se hizo más pesada. ¿Por qué Chase no le había
dicho que conocía a Chan?
¿Qué podría significar eso?
Las paredes de la cabaña parecieron gemir. ¿Era su imaginación, o la
temperatura de la habitación había descendido algunos grados? Cruzó los brazos
alrededor de ella y miró a su alrededor. ¿Chan estaba aquí? No debería tenerle
miedo si era él. Pero el cosquilleo de inquietud en la boca de su estómago no
desaparecía. ¿Qué quería su primo con ella? ¿Era por Chase?
Recordó a Chase diciéndole que había estado buscando a alguien. ¿Había
estado mintiendo?
De repente, la piel en la base de su cuello se erizó. Volteó la cabeza, casi
esperando ver a alguien de pie allí, mirándola.
La habitación estaba vacía. O al menos vacía de cualquier persona que
pudiera ver.
―¿Eres tú, Chan? ―susurró.
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Sólo el silencio le respondió. Recogiendo su teléfono, consideró llamar a
Steve, pero lo había llamado antes y le dijo que tenía pacientes y que la llamaría
tan pronto como tuviera unos minutos. Pensamientos de Jessie estando con él
dieron una vuelta alrededor de su estado de ánimo ya inquieto. Confiar en Steve
era una cosa, confiar en Jessie era otra. Su cabeza palpitó con más fuerza.
Cuando otro escalofrío recorrió su columna, se levantó y decidió ir a tomar
una ducha caliente. Se trasladó al baño, abrió el agua y se quitó la ropa. El sonido
de la ducha parecía hacer eco, y por alguna razón le recordaba las cataratas. Miró
la cortina de la ducha. El vapor se elevaba hacia fuera. Puso una toalla en la
encimera. Frotándose la sien, miró en el espejo y vio su reflejo desnudo. Entonces
lo vio a él.
―¡Mierda! ¡Fuera de aquí, Chan! ―Quizás podría haber manejado el estar
asustada de su primo muerto; pero estar asustada y desnuda era demasiado.
Agarró la toalla y se dio la vuelta para mirarlo. Esperaba que él se hubiese ido,
pero no era así. Permanecía allí en una nube de vapor.
Mira detrás de ti, dijo él.
―¡Fuera de aquí! ―repitió, todavía ajustando su toalla y luchando contra
el dolor.
Mira detrás de ti, dijo de nuevo, y ahora era él quien parecía asustado.
Ella miró por encima del hombro, conteniendo la respiración, sin saber lo
que iba a ver. Nada estaba detrás de ella, sólo su reflejo, y el reflejo de su primo
muerto, mirándola con ojos tristes.
Se volvió y lo miró de nuevo, y el ligero movimiento envió su mundo a
girar. Esperó a que se detuviera.
―¿Mirar qué? ―se las arregló para preguntar, agarrando la encimera por
miedo a que se cayera.
Él levantó el brazo y señaló detrás de ella. Miró hacia atrás una y otra vez
sin ver nada. Pero entonces, en medio de la niebla, la imagen de Chan se
desvaneció.
Poco a poco volteó la cabeza hacia el frente de nuevo. Él se había ido.
Mira detrás de ti. Sus palabras hicieron eco en su cabeza. ¡Hazlo!
Temblando por dentro, no supo qué era peor. Verlo o escucharlo en su
cabeza.
Sin embargo, hizo lo que le pidió y miró por encima del hombro de nuevo.
―¿Qué se supone que voy a ver? ―preguntó, sus palabras pareciendo ser
absorbidas por el vapor. El dolor en su cabeza parecía extenderse hasta los
hombros―. ¿Qué se supone que voy a ver? ―dijo una vez más, su paciencia
escasa.
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Sólo un silencio mortal respondió. Ya no podía oír el agua corriendo. No
podía oírse a sí misma respirar.
Parpadeó y estaba a punto de darse la vuelta cuando una flecha fue
dibujada en el espejo empañado. Señalando a su reflejo. Siguió la flecha. Y lo vio.
―¡Mierda! ―Dejó caer la toalla. Todo el temor a los fantasmas, el temor de
estar desnuda frente a fantasmas, se desvaneció. Un tipo de miedo diferente se
formó en su pecho.
Su corazón se aceleró y, simultáneamente, el dolor en la cabeza y los
hombros golpeó con más fuerza. Parada desnuda en el brumoso baño, oyó las
palabras de Kevin haciendo eco en su cabeza. “Dijeron que él se puso más
enfermo y luego le salió una erupción extraña en la espalda y entonces murió.
Simplemente murió”.
Della miró fijamente las manchadas marcas rojas comenzando en la parte
posterior de su cuello y bajando por su columna. En cierto sentido parecían
plumas.
La realidad se afianzó. Tenía la misma cosa que tuvo Chan. Tenía la misma
cosa que lo mató.
La puerta del baño se abrió. Esperaba que fuera Kylie o Miranda.
Se estiró para agarrar su toalla. Usando toda su energía, se puso de pie, y la
cabeza le dio vueltas, puntos negros aparecieron en su visión, pero se centró en
la puerta. Se quedó sin aliento cuando se dio cuenta que se había equivocado. No
era Kylie ni Miranda.
―¿Qué demonios estás haciendo aquí?

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Traducido por Otravaga
Corregido por Nanis

―M
entiste ―acusó Della, mirando a Chase, sorprendida
de que estuviera en su baño―. Nunca estuviste
buscando a nadie.
―Lo estaba ―dijo―. Te estaba buscando a ti.
Tuvo que esforzarse para enfocarse a través del dolor.
―Conocías a Chan, mi primo.
―Sí. ―Su mirada se movió sobre ella.
Dándose cuenta de que sólo llevaba puesta una toalla, le dijo:
―Vete.
―Lo intenté. No pude hacerlo. Una conciencia es algo terrible que adquirir.
Nos guste o no, tú y yo vamos a estar vinculados.
―¿Vinculados? ―Sacudió la cabeza, sólo para darse cuenta de que
cualquier tipo de movimiento hacía que el dolor empeorara. La mirada de él
recorrió su cuerpo cubierto con una toalla.
―Podría ser peor. Podrías ser fea.
―¡Fuera de mi baño!
Él salió, pero no cerró la puerta. Ella se dejó caer contra la encimera,
mareada de nuevo. La niebla en el baño parecía filtrarse en su mente. ¿Realmente
él había estado aquí? ¿O sólo lo había imaginado? ¿También había imaginado a
Chan y la erupción?
―Aquí. ―El pervertido de bragas, real, no imaginario, volvió a entrar como
si tuviera todo el derecho de estar en su baño. Tenía algunas de sus ropas en una
mano y su teléfono en la otra.
Le dejó la ropa en la encimera.
―Vístete.
―¡Fuera! ―Un escalofrío, este proveniente de su interior, bajó por su
espalda. Sus entrañas temblaron.
Su cabeza palpitaba.
―Vístete o tu amigo cambiaformas va a estar enojado cuando nos vea
juntos y que estás desnuda. No es que no vaya a enojarse de todos modos ―dijo
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esa segunda parte casi para sí mismo―. Pero es demasiado tarde para tratar de
encontrar a alguien más.
―¿Qué? ―preguntó, sin entender.
―Vístete.
―¿Contigo ahí parado? ¡No es probable! ―Su voz tembló y tuvo que
apretar la mandíbula para detenerla.
Él le dio la espalda.
―Ponte la ropa. No tenemos mucho tiempo.
―¿Tiempo para qué? ―escupió la pregunta entre dientes apretados. Una
extraña especie de déjà vu la golpeó. Recordó sentirse de esta manera una vez
antes. Los escalofríos. El dolor.
Chan había estado con ella.
Mirando a la espalda de Chase, dejó caer la toalla y buscó su ropa. En el
espejo lo vio dar la vuelta.
Su mirada barrió su cuerpo desnudo.
Ella gruñó. El enfoque de él fue al espejo, a sus ojos.
―Lo siento. Pensé que estabas vestida.
¡Lo siento, su trasero! O el de ella, porque era su trasero el que estaba
desnudo. Le mostró sus colmillos, y luego continuó vistiéndose.
Él continuó observando.
―¿Por qué estabas a buscado a Chan? ―preguntó ella, arreglándoselas
para ponerse el chándal y pasar la camiseta sobre su cabeza. Pero cada
movimiento le costaba. Su cabeza palpitaba. Más fuerte.
Chase miró a su teléfono.
―Traigamos a tu cambiaformas aquí. ―Él apretó un botón.
El dolor se disparó desde su cuello por la espalda. No dispuesta a dejar que
él comenzara más problemas entre ella y Steve, trató de tomar su teléfono. Chase
le agarró la mano. Su dolor se intensificó. No tenía la fuerza para alejarse. Sus
rodillas cedieron, y cayó contra él. Envolvió su brazo alrededor de ella y la
mantuvo allí. ¿Por qué se sentía tan cálido, y ella tan fría?
―Está bien ―le susurró al oído―. Vamos a superar esto. ―Sintió su mano
moverse suavemente contra su espalda.
¡No estaba bien!
Se las arregló para alejarse, se asió de la encimera, pero todo el cuerpo le
dolía. Músculos que no sabía que tenía se contrajeron. Las lágrimas llenaron sus
ojos. Sí, esto era lo que había sentido al ser convertida.
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―Oye, Steve ―dijo el pervertido de bragas al teléfono, mientras la
miraba―. Es Chase. ―Della podría jurar que oyó la enojada voz de Steve.
Ella trató de conseguir el teléfono de nuevo. Chase la agarró con una mano,
con suavidad, nada rudo en su toque. No tenía que ser rudo. Ella no tenía la
fuerza para luchar contra él. Pero le molestaba que su toque fuese tan tierno.
Ella cayó de espaldas contra la encimera de nuevo. Respirar dolía.
―Cállate y escucha ―dijo Chase furioso al teléfono y la estudió con
empatía―. Della se está quedando sin tiempo. La voy a llevar a la cabaña de
Holiday. Encuéntranos allá. Sé lo que tengo que hacer para salvarla, pero voy a
necesitar tu ayuda. ―Chase colgó.
Della lo miró fijamente.
―¿Qué está sucediendo?
―¿Recuerdas el ser convertida en un vampiro? ―preguntó.
El hecho de que supiera lo que sentía la asustaba, la confundía.
―Sí. ¿Por qué?
―Hay unos pocos vampiros afortunados, o en la mayoría de los casos,
desafortunados, que llegan a hacerlo dos veces.
Ella negó con la cabeza.
―Nunca he oído hablar de eso.
―No lo harías. Es raro. ―Se estiró hacia ella―. Vámonos.
―¡No! ―Levantó la mano―. No hasta que te expliques.
Él frunció el ceño.
―Está bien. Versión rápida. De las cientos de líneas de sangre demostradas
que portan el virus, hay seis que son propensas al renacimiento.
Ella trató de pensar en torno a las palpitaciones en su cabeza, el dolor
contrayendo sus hombros. Pensó en la erupción.
―¿Lo mismo pasó con Chan?
Chase asintió.
―Tú lo hiciste ―acusó Della―. Tú nos envenenaste o algo.
―No.
Tenía justo la claridad suficiente para notar que él no parpadeó. ¿Así que
estaba diciendo la verdad? ¿Siquiera tenía suficiente sentido común en ella para
juzgar eso?
―Aquí está la cosa ―continuó―. Menos del tres por ciento de los
Renacidos sobreviven. Pero los pocos que lo hacen, tienen diez veces el poder.
Afortunadamente, un estudio realizado por un médico asociado con el Consejo
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Vampiro encontró la manera de incrementar las probabilidades de
supervivencia.
―¿Qué manera? ―preguntó.
―Te vinculas con otro Renacido.
―¿Te vinculas? ¿Te vinculas cómo?
―Una transfusión completa. Tomas los anticuerpos de alguien que
sobrevivió. Es la misma premisa utilizada para crear vacunas. Pero en esta
situación, une a los dos vampiros. Casi se convierten en una parte del otro. Se ha
comparado con la relación que comparten los gemelos idénticos o tal vez las
almas gemelas.
Trató de entender todo lo que él decía. Lo miró fijamente.
―¿Eres un Renacido?
Él asintió.
―Lo bueno es que nos gustamos, ¿eh?
―No ―espetó ella―. A mí no me gustas.
Se inclinó.
―Tu corazón no miente, Della Tsang.
Así que tal vez a ella le gustaba, pero…
―No quiero vincularme contigo. ―Su corazón no saltó en este momento.
No estaba segura de querer estar vinculada a alguien, pero si lo hacía, había un
cambiaformas al que tenía el ojo puesto.
Chase suspiró.
―Honestamente, al principio yo tampoco estaba tan entusiasmado al
respecto, pero saquemos lo mejor de esto. ―Le tendió la mano―. Venga, vamos
a hacerlo. Cuanto más pronto lo hagamos menos sufriremos nosotros.
―¿Nosotros? ―preguntó. ¿Qué mierda era esa de "nosotros"? Era evidente
que él no estaba sufriendo.
―Atravesaré el proceso contigo. Cuando reciba tu sangre.
Su mente se aceleró. Él iba a sufrir… ¿voluntariamente? Tenía que estar
mintiendo.
No aceptó su mano.
―Haré que Kylie me cure. No te necesito… llámala. ―Hizo un gesto hacia
su teléfono.
―Los sanadores son maravillosos ―dijo―, pero no van a servir en esto.
Durante los últimos quinientos años, los pocos Renacidos que sobrevivieron
tuvieron que sentarse y ver a toda su familia morir. Siendo tan poderosos como
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eran, pidieron la intervención de brujas, magos y los sanadores más talentosos.
Sin ningún éxito, me temo.
―¿Cómo sabes tanto? ―Un calambre aferró su pecho, y apenas podía
respirar. Sus rodillas empezaron a ceder.
―Después de pasar a través de ello yo mismo, tomé un interés por
averiguar de qué se trataba todo esto. ―Se movió y la tomó en sus brazos―. Hora
de irse.
Ella puso sus manos sobre su pecho cuando él comenzó a salir.
―No quiero esto.
―¿Prefieres morir? ―Salió al porche. El frío viento agitó el cabello de ella.
Se estremeció en sus brazos.
―Tal vez no voy a morir. Tal vez voy a ser una de ese tres por ciento.
―Justo así recordó, “Llévame en su lugar”.
Tal vez Dios había necesitado esa alma adicional después de todo.
―Esos son probabilidades realmente malas. ―Chase despegó en pleno
vuelo, y sin tener que correr.
Voló más rápido que el viento, sosteniéndola contra su pecho como si fuera
algo que atesoraba. Ella no era suya para atesorar.
Aterrizó enfrente de la cabaña de Holiday y entró como si fuera el dueño
del lugar. La acostó en el sofá. Había una mesa con algún material médico
preparado, como si él ya hubiera estado allí.
Otro dolor golpeó; este se disparó desde su cuello por la espalda. Se sentía
como si su columna se estuviera rompiendo.
Apretó los dientes para no gritar.
Cuando pasó, jadeó en busca de aire. Él le pasó una mano por la frente.
―No tienes que ser valiente. Sé que duele como el infierno.
Un segundo después, sintió un paño húmedo moverse sobre su frente. El
suave toque le recordó a Chan. Había estado ahí para ella. La primera vez. Ahí
es cuando algo se le ocurrió.
―No funciona ―dijo.
―¿Qué no funciona? ―preguntó Chase.
―El asunto del vínculo. Estabas con Chan. No pudiste salvarlo.
La expresión de Chase se tensó.
―No lo hice.
La pena que sentía por su primo burbujeó en su interior junto con el dolor.
―¿Lo dejaste morir?
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La culpa llegó y dejó los ojos de Chase.
―Traté de salvarlo, pero él no era como tú. ―Miró a la puerta como si
estuviera impaciente―. ¿Cuánto tiempo toma llegar desde la oficina del
veterinario?
Ella no respondió.
―¿Qué quieres decir con que él no era como yo? Era mi primo. Somos de la
misma línea de sangre.
―La misma línea de sangre, sí, pero él era débil. Sin espíritu. Sin fuego en
su vientre. Tú te presionas. Eres una luchadora. Él no tenía fuerza para luchar.
―Chan luchó por mí. Él me ayudó a atravesar el primer cambio. No me
debía nada, pero se quedó conmigo. Se preocupaba. Si no fuera por él, no sé qué
habría pasado.
―No he dicho que él no fuera una buena persona. Dije que era débil. Traté
de conseguir que corriera, traté de ayudarlo a prepararse para lo que iba a
soportar. Ni siquiera lo intentó. Se quedó allí y se dejó enfermar más. Incluso si
me hubiese vinculado con él, las posibilidades de que sobreviviera eran tan
condenadamente bajas. Y yo habría…
―¿Tú habrías qué? ―preguntó ella, encontrando difícil respirar.
―Él no habría sobrevivido. No tenía fuerza para luchar. Y yo si lo hubiese
intentado, no habría sido capaz de…
―¿De qué? ¿Y cómo sabes que no habría sobrevivido si ni siquiera lo
intentaste? Lo dejaste morir.
Chase exhaló.
―Quería salvarlo, no pude.
Su cabeza palpitaba; su corazón dolía.
―No quiero tu sangre en mí.
La puerta principal se abrió y se estrelló contra la pared. Della apenas podía
incorporarse, pero consiguió hacerlo lo suficiente para ver a Steve entrando
enfurecido. Él gruñó, un sonido bajo y ominoso, destinado a Chase.; luego se
apresuró entre ellos y cayó de rodillas a su lado.
Ella sintió su mano en la frente.
―Estás ardiendo. ―Deslizó un brazo debajo de ella―. Voy a llevarte a la
oficina del Dr. Whitman.
―No, no lo harás ―dijo Chase detrás de él―. ¡Bájala! ―Steve se apartó.
El dolor se apoderó de su cintura y ella se acurrucó en posición fetal.
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A través de ojos llenos de lágrimas, observó a Steve embestir a Chase.
Burbujas mágicas cayeron desde el cambiaformas, sin duda su plan para cambiar
en algo feroz.
Chase agarró a Steve antes de completar el cambio y lo empujó contra la
pared.
―Escúchame antes de que te transformes en algo que no puede razonar. Si
no quieres que Della muera, vas a tener que hacer exactamente lo que yo diga. Sé
de lo que estoy hablando. Es por eso que vine aquí. ―Chase, miró por encima
del hombro―. Y nos estamos quedando sin tiempo.
Sin tiempo. Sin tiempo.
Cerró los ojos y cuando los abrió, Chan estaba a su lado. Él sonrió con esa
tonta y torcida sonrisa suya. Y esta vez se sentía diferente. No estaba aquí con
ella. Ella estaba con él. Las nubes pasaban flotando.
Estaba bien, pensó. La muerte no apestaba tanto así como pensaba. Y
Holiday estaba viva.

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Traducido por Otravaga
Corregido por Nanis

D
ella debía haberse desmayado. O tal vez no por completo.
Escuchaba a Chase explicándole las cosas a Steve, pero sonaba
como si estuvieran alejándose de ella, cada vez más y más lejos. O
tal vez era ella la que se alejaba. Y eso estaba bien. Se dejó llevar.
Algo la despertó, o la trajo de vuelta. Sintió un pinchazo en el centro de
ambos brazos.
Algo caliente fluyendo a través de una de las agujas en su vena.
Apretando los ojos, anheló algo. ¿Qué era?
Entonces lo supo. Era ese lugar. Un lugar de ligereza y luz. Suaves brisas y
calma. Recordó a Chan. Estar con él.
Instintivamente, supo que no estaba con él ahora. Vagamente, lo recordó
saludándola a través de las nubes. Adiós. Había sido un adiós. Había rogado que
él dejara de alejarse, pero luego se dio cuenta que no era él quien se iba. Era ella.
―No ―dijo, dándose cuenta de lo que significaba todo aquello. Preocupada
por las consecuencias. Había sido su trato con Dios: salvar a Holiday y a la bebé.
Pero algo, tal vez la gravedad, la había halado de vuelta… No, no era la gravedad.
Habían sido figuras. Dos de ellas, vestidas con largas túnicas, y la trajeron de
vuelta, el de los ojos azul claro había susurrado:
―No es tu hora.
Luego lo oyó. El agua. Las cataratas.
Ángeles de la muerte.
En ese momento se dio cuenta que ya no estaba tan fría.
―Oye. ―La voz de Steve la había hecho abrir los ojos. Se arrodilló a su lado,
verificando la aguja pegada a su brazo. Su frente cargaba profundas líneas de
preocupación, y sus ojos estaban llenos de desasosiego.
Ella parpadeó. Más despierta, notó que el dolor todavía se apoderaba de su
pecho, pero ni de cerca tan malo. Vio el catéter en el brazo y se dio cuenta de lo
que estaba sucediendo.
―Detenlo ―dijo, su voz nada más que un susurro, y trató de sacar la aguja
de su brazo.
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―No. ―Steve le tomó la mano―. Lo que dijo Chase tiene sentido, Della.
Estás recibiendo sus anticuerpos. Tu fiebre está bajando.
Se humedeció los labios. Se sentían tan secos.
―Dijo que estaría… vinculada a él.
La mueca de Steve se profundizó como si Chase le hubiese dicho eso
también.
―No voy a dejar que eso suceda. ―Le apartó el cabello de la frente
sudorosa.
Oyó un gemido, y volteando la cabeza, vio a Chase. Tendido sobre la mesa,
parecía inconsciente.
―¿Qué está pasando? ―preguntó.
―Tu sangre está yendo hacia él, está atravesando lo que estabas pasando
tú.
Ella siguió mirando a Chase. Su espalda se arqueó por el dolor. Su dolor. Él
no debería tener que hacerlo…
―Detenlo ―dijo, y otra vez trató de sacar la aguja de su brazo.
―No podemos detenerlo. ―Steve le tomó la mano―. Él dejó eso muy claro.
Si lo detengo ahora, morirá. Tiene que pasar por ello para sobrevivir.
Cerró los ojos, pero escuchar los gemidos de Chase envió un recuerdo del
dolor más severo atravesando su cuerpo. Las lágrimas llenaron sus ojos. ¿Por qué
él había hecho esto?
Tragó saliva, con la garganta en carne viva. Él la había salvado, ¿pero por
qué no lo había hecho por Chan?
“Él era demasiado débil”, oyó las palabras de Chase, pero todavía dolían.
Steve tocó sus labios con un paño húmedo como si supiera cuán sedienta
estaba.
―Todavía tienes fiebre, pero está bajando. Deberías estar bien pronto. Sólo
descansa ahora.
Presionó un beso en su frente.
―Yo me ocuparé de ti. Estoy justo aquí. ―Pero incluso mientras lo decía,
ella sentía la sangre siendo bombeada en sus venas. La sangre de Chase.
Vinculada.
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El olor, era horrible. Algo tocó su nariz, y se lo quitó y oyó un gran
estruendo. Intentó abrir los ojos; se sentían secos, en carne viva. Su lengua se
sentía pegada a su paladar.
―Te dije que el ajo no era una buena idea ―dijo una voz―. Ella no tenía la
intención de tumbarte. ¿Ahora por favor puedes sacar eso de aquí?
Reconoció la voz, pero no era Steve. Era… ¿Chase?
Recordaba haberlo oído gemir. Recordaba haber pensado que él podría
morir. Eso no habría podido ser cierto.
Obligando a sus párpados a abrirse, se dio cuenta que ya no estaba en el
sofá, sino en una cama. Miró a su alrededor, teniendo que entrecerrar los ojos
para enfocar. El dormitorio de Holiday.
Burnett estaba sentado en una silla junto a la cama. Algo se movió en el
suelo. Levantó un poco la cabeza y vio que era el Dr. Whitman. “Ella no tenía
intención de tumbarte”. Las palabras de Burnett hicieron eco en su cabeza.
¿Ella había hecho eso?
Burnett se inclinó y la estudió.
―Ella está despierta ―dijo al médico―. ¿Puedes salir?
―¿Estás seguro de que es prudente? ―preguntó el médico mientras se
ponía de pie.
―Estaré bien. ―Burnett la miró.
Della se pasó la lengua seca por sus labios resecos.
―¿Dónde está Chase?
Burnett frunció el ceño.
―Se ha ido.
Levantó la cabeza de la almohada cuando la emoción llenó su pecho. Había
muerto salvándola. Pena, real y profunda, se apoderó de sus pulmones y le hizo
casi imposible respirar.
―¿Murió? ―Se sintió como si su corazón hubiese sido arrancado. Un
agujero vacío quedó en su pecho donde una vez había latido.
―No ―dijo Burnett―. Se fue. Probablemente no quería enfrentarme.
El sentimiento de pérdida no desapareció. Menos dolor y más… ira. ¿La
abandonó? ¿Salvó su vida y luego salió corriendo? ¿Qué clase de persona hacía
eso?
Burnett le ofreció un poco de agua.
―Bebe. Sé que tienes sed. ―Ella se estiró para alcanzarlo pero él
rápidamente lo retiró―. Calma ―dijo―, o vas a romperlo.
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Ella hizo una mueca y tomó el vaso de su mano. Se rompió al agarrarlo.
―Mierda ―murmuró, y se quedó mirando el vaso y el agua en su pecho.
Burnett hizo una mueca.
―Te lo advertí. ―Se puso de pie―. No te muevas, yo lo haré.
Sacó un bote de basura y, usando una toalla, cuidadosamente retiró el
vidrio.
―Va a tomar algún tiempo para acostumbrarse a ello. ―Él se dejó caer en
la silla y le tomó la mano para comprobar si había lesiones. No había ninguna, o
si se habían producido, ya habían sanado.
―¿Acostumbrarse a qué? ―Su cabeza aún giraba en una niebla. Su corazón
todavía dolía con abandono.
―Tus nuevos poderes.
Cerró los ojos y recordó a Chase diciendo algo acerca de eso, pero mucho
de lo que ocurrió era un borrón. Normalmente, la idea de más poderes la habría
tenido saltando arriba y abajo, pero no ahora.
Parecía de alguna manera insignificante. Chase se había ido.
Se sentó. Tal vez podría encontrarlo.
―¿A dónde fue?
―¿Quién, Steve?
―No. Chase. ¿Sabes a dónde fue?
―No. ―Burnett la miró fijamente como si algo estuviera mal.
―¿Qué? ―preguntó.
―Nada. Es sólo que… no entiendo esta parte.
¿De qué parte estaba hablando? Sacudió la cabeza.
―¿Te importaría explicar qué parte sí entiendes? Porque estoy más o menos
en la oscuridad aquí. Y un poco de condenada luz sería apreciada.
Él se inclinó hacia delante, con los codos apoyados en las rodillas.
―Yo tenía catorce años. Me enfermé. El dolor era insoportable. Mis padres
adoptivos me llevaron a un médico, pero ni siquiera recuerdo eso. Dijeron que
casi me muero. Cuando me desperté, era un infierno mucho más fuerte de lo que
solía ser. Eso es lo que más recuerdo.
Hizo una pausa y respiró hondo.
―Todos los médicos sobrenaturales están registrados. Y cuando mi informe
llegó a la mesa del FRU, conseguí mi primera visita de un agente.
Partes y piezas de lo que Chase le había dicho comenzaron a volver, y de
repente se dio cuenta de lo que estaba diciendo Burnett.
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―Eres un Renacido.
Él asintió.
―Pero no lo entiendo. ¿Por qué no has dicho nada? Sé que eres fuerte, pero
nunca te he visto hacer lo que… Chase, puede hacer.
―No puedes decirle a nadie tampoco, Della. La sociedad vampiro,
principalmente la sociedad renegada, incluso algunos de los buenos, mantienen
una mentalidad del Viejo Oeste. La pistola más rápida en el pueblo no es más que
un desafío. Alguien siempre está buscando mejorarte.
Miró hacia abajo a sus manos juntas y luego de nuevo hacia arriba.
―Mira lo que pasó cuando Chase mostró demasiado de su poder en el bar.
El líder de la banda lo desafió. Tus poderes son un don, pero uno que deberás
minimizar constantemente y sólo usar en emergencias graves. No tienes que
fingir ser débil, pero nunca muestres todas sus cartas. Hacer lo contrario pone tu
vida, y la de aquellos que te aman, en peligro. Es peor que ser un protector, que
es visto como algo honorable. Esto es visto como alguien siendo cabrón. Te
convierte en un blanco.
Cerró los ojos un momento, escuchando lo que él estaba diciendo, pero eso
no parecía ser por lo que tenía que preocuparse. Se obligó a recordar todo lo que
había sucedido y trató de poner las piezas juntas.
―Sabías que Chase era un Renacido ―dijo―. ¿Cómo?
Burnett asintió.
―Lo vi volar el primer día que se presentó aquí, lo cual no debería haber
hecho en un lugar donde cualquiera podría haberlo visto. De inmediato comencé
a investigar. Me preocupaba que hubiera una razón por la que estaba aquí.
Entonces estaba esperando que sólo fuera para involucrarse con el FRU. No sabía
que estaba aquí por ti.
―¿Estaba aquí por mí? ―Su voz salió ronca y seca. La pregunta acababa de
salir de sus labios cuando recordó. Él dijo que había estado buscando a alguien y
luego había admitido que era ella.
―Sí. ―Él tomó la jarra de agua y le sirvió otro vaso. Se lo entregó―. Le dijo
a Steve que había sido enviado aquí para asegurarse de que sobrevivieras.
Ella tomó el vaso con cuidado. Su mente daba vueltas. Tomó un pequeño
sorbo. En realidad le quemó la garganta, y lo mismo hizo su siguiente
pensamiento. Chase había sufrido por ella. Soportado el dolor. Entonces la alcanzó: lo
había hecho por ella, pero no por Chan.
―¿Chase podría haber salvado a Chan?
Burnett asintió.
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―No creo que haya sido su culpa, Della. Chase le dijo a Steve que Chan era
demasiado débil. Sus probabilidades de supervivencia eran muy bajas. Esto sólo
funciona si el Renacido es lo suficientemente fuerte. No sé si todo esto es cierto,
este procedimiento de transfusión es nuevo, pero en este momento tiene sentido.
El corazón de Della se apretó. No sabía si sentirse agradecida o enojada. Tal
vez ambos.
―Tal vez Chase sólo podía salvar a uno de ustedes. Y eligió a quien sabía
que iba a tener la mejor oportunidad de supervivencia.
Una nueva emoción llenó el pecho de Della. Conocía esta bien. Culpa. Chase
sólo podía salvar a uno y la había elegido a ella. Ella había vivido y Chan había
muerto.
―Dicho esto ―continuó Burnett―: creo que la pregunta más importante
es, ¿quién lo envió?
Mi tío y mi tía. Esa es la única cosa que tenía sentido. Y tal vez cuando tuviera
la oportunidad de procesar esto, le diría a Burnett. Pero no ahora.
―Se me informó hace unos años que un médico, no uno trabajando con el
FRU, estaba investigando a Renacidos para ver si podía ofrecer una mejor tasa
de supervivencia. En el informe, declaraba que se pensaba que la condición era
hereditaria.
Burnett se detuvo.
―Tomé un interés personal en descubrir todo lo que pudiera al respecto
cuando Holiday quedó embarazada. Si mi propia hija fuese víctima de esto,
llegaría al final de la Tierra para salvarla. Pero todo lo que pude desenterrar
fueron informes vagos.
Por primera vez, Della pensó en Holiday y Hannah y se sintió egoísta por
ello.
―¿Cómo están?
―Están bien. Bellas ―dijo, sus ojos iluminándose con amor. Hizo una
pausa―. La verdad es que he aprendido más sobre este proceso hoy que con
cualquiera de nuestros archivos. Lamento que hayas tenido que pasar por esto,
pero nos dio una gran cantidad de información. Así que puedes haber salvado la
vida de mi hija dos veces. Y por eso te estoy eternamente agradecido. Si Holiday
no estuviese tan empeñada en el nombre de Hannah, le daría tu nombre también.
―Della le ofreció una débil sonrisa y tragó otro sorbo de agua.
Unos minutos de silencio pasaron.
―Phillip Lance fue arrestado. Confesó haber matado a Lorraine y a su
novio. Has hecho un excelente trabajo, Della. Vas a ser un infierno de agente
algún día.
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Ella asintió y trató de conseguir placer en ello, pero ningún placer llegó. Sus
pensamientos se dispararon de nuevo a Chase. E hizo la pregunta que por alguna
razón le preocupaba más.
―El asunto del vínculo, ¿sabes algo de eso?
Burnett suspiró.
―Lo siento. Steve mencionó esto, pero no he oído hablar de ello antes.
―Hizo una pausa de un minuto―. ¿Te preocupa? ¿Te sientes de manera
diferente respecto a Chase ahora a como lo hacías antes?
―No. ―Ella escuchó y sintió su corazón saltar.
Y así lo hizo Burnett.
Quería negarlo.
―Él me salvó. Renunció a parte de su poder y soportó el dolor por mí. Es
comprensible que estuviera agradecida, ¿no?
―Creería que sí ―dijo Burnett, pero no sonaba convencido.
Ella tragó, con la garganta reseca todavía. Sus pensamientos se dispararon
de nuevo a su primo.
―Él tendría que haber intentado salvar Chan. ―Las lágrimas llenaron sus
ojos―. Sólo me hace sentir peor. Chan me ayudó a atravesar el primer cambio, y
por mi culpa, porque yo era un poco más fuerte de lo que él era, fue ignorado.
―Se secó las lágrimas de los ojos―. ¿Es eso justo? Yo viví, y él murió.
―No ―dijo Burnett―. Pero la vida rara vez es justa. ―Él dejó caer la mano
en su brazo―. Pero sí te puedo decir lo que es justo. Tú todavía estás con
nosotros. Y… ―Señaló la puerta―. En la sala de estar hay varios amigos tuyos
muy preocupados que también están agradecidos de que estés viva. Kylie y
Miranda no han dejado esta cabaña por dos días.
―¿Dos días? ―preguntó―. ¿He estado inconsciente por dos días? ―Su
siguiente pensamiento fue cuánto tiempo hacía que se había ido Chase, pero no
quería preguntarlo. No quería pensar en él, pero no parecía poder evitarlo. ¿Qué
significaba eso? ¿O no significaba nada en absoluto?
Burnett asintió.
―Todos nos estábamos preocupando. Y sé que todos están listos para verte,
pero, ¿tú estás lista para verlos?
No, pensó, pero asintió. Si se tratara de Kylie o Miranda aquí, se estaría
volviendo loca.
―Recuerda, Steve sabe todo esto. El médico sabe algo de esto. Y estoy
consciente de que compartes todo con Kylie y Miranda, y aunque no puedo
decirte que no, en este caso, te sugiero que no lo hagas.
¿Guardar secretos de sus dos mejores amigas? No lo creía.
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Después de refrescarse, Della le asintió a Burnett, que estaba parado al
fondo de la habitación y abrió la puerta del dormitorio. Todos entraron
disparados. Kylie, luciendo aterrorizada, llegó primero. Miranda, en un cercano
segundo lugar, con lágrimas en los ojos, siguió. Perry se puso de pie a su lado.
Steve entró detrás de ellos, y luego Jenny y Derek. Incluso vio a Lucas quedarse
en la parte de atrás.
Amigos. Tenía una enorme cantidad de ellos.
Miranda, la perpetua abrazadora, se dejó caer en la cama, y cuando trató de
hacer lo suyo, Della levantó la mano.
―Estoy bien.
En ese momento, levantó la vista y se encontró con la mirada de Steve. Él le
guiñó un ojo, pero vio algo más allí. Miedo. Y sabía exactamente qué temía.
Pedazos de su conversación de cuando había estado febril sonaron en su
cabeza. Dijo que estaría… vinculada a él. Le había dicho a Steve sobre Chase.
No voy a dejar que eso suceda, había contestado Steve. Pero tenía que haber
sabido que no podría ser capaz de detenerlo. Sin embargo, él lo había hecho. La
emoción apretó su pecho. Chase había arriesgado su vida, soportó el dolor para
salvarla, y Steve lo ayudó a hacerlo, sabiendo que podría perderla.
―¡No vuelvas a hacer eso jamás! ―espetó Miranda.
―Voy a tratar de no hacerlo. ―Della encontró los ojos de Kylie―. Estoy
bien, así que quita esa mirada preocupación de tu rostro.
―Traté de curarte ―dijo Kylie, y sus ojos se iluminaron con lágrimas
contenidas―. No pude. Mis manos no entraban en calor y no te despertabas.
Della recordó a Chase diciendo que los sanadores no funcionaban.
―Pero estoy mejor ahora. Así que sin efusión emocional ¿de acuerdo?
―¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! ―Miranda comenzó a gorjear y a rebotar su
trasero en la cama.
―¿Qué parte de sin efusión emocional no entendiste? ―preguntó Della.
La bruja rodó sus ojos verdes.
―Mejor alégrate de que tu pase de amargura no ha expirado.
―¿Su qué? ―preguntó Lucas.
Della exhaló.
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―Sólo estoy feliz ―dijo Miranda―. Es tu aura. Ya no es oscura. Quiero
decir, todavía es de un oscuro vampiro, pero no es un oscuro feo.
―Nada sobre Della podría ser feo. ―Steve se acercó y se sentó a su lado.
Todavía parecía preocupado. Su mano bajó más de cerca y le tocó la muñeca. Casi
comprobándola.
Deseaba poder decirle que no se preocupara.
Pero no podía, ¿no es así?
Nadie la controlaba. Era su elección. Tenía que creer eso. Dándole la vuelta
a su mano, entrelazó los dedos con los suyos. Lo sujetó con fuerza, pero todavía
sufría. Sufría por extrañar a Chase.

Una hora más tarde, Della estaba de vuelta en su cabaña, sola en su


dormitorio. Caminado de un lado a otro. De izquierda a derecha. La diminuta
habitación hacía difícil caminar de un lado a otro.
Steve la había acompañado de regreso con Miranda y Kylie. Cuando vio
que sus dos amigas no iban a darles ningún tiempo a solas, la besó en la mejilla
―delante de ellas― y le dijo que lo llamara en cuanto pudiera.
Aún no lo había llamado. Él iba a preguntarle. Preguntarle si se sentía
diferente respecto a Chase. ¿Qué iba a decirle? Se merecía la verdad. Y todavía…
Ni siquiera le había dicho a Miranda o a Kylie nada acerca de lo que
realmente ocurrió. Della podía decir que estaban esperando que les explicara las
cosas. Habían sacado las Coca Colas de dieta. Pero Della había jugado la carta de
“cansada” y había venido a su dormitorio.
Bueno, está bien, estaba siendo una amiga terrible y una novia peor. ¡Pero
denle un maldito descanso! ¿Cómo alguien iba a explicar algo que no entendía?
O decir la verdad cuando no sabía la verdad.
¿Vinculados? ¿Qué demonios significaba eso?
No quería creer que podría significar cualquier cosa.
Y sin embargo, no había dejado de pensar en él. Sus emociones giraban
como una montaña rusa estimuladas con café que había sido envenenado con
anfetaminas.
Enojada.
Confundida.
Obligada.
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Todas ellas dirigidas al mismo sujeto.
Casi tan frustrante ―casi― eran sus nuevos poderes. Los cuales entendía
aún menos que la palabra “vinculados”. Por supuesto, podría ser porque aún no
los había investigado. ¿Y cuándo iba a tener esa oportunidad?
Tenía la sensación de que Burnett iba a estar vigilándola como un halcón
para asegurarse de que no se expusiera a sí misma, del modo en que Chase lo
había hecho.
Francamente, no culpaba a Chase. ¿De qué servía tener poderes si nunca
podría usarlos?
O, como en este caso, casi nunca podría usarlos. Burnett había dicho que
podrían ser utilizados en situaciones de emergencia extrema. Define “emergencia
extrema”.
Della tomó el teléfono. Su mamá había dejado un mensaje. Tenía que
llamarla. Pero podría no ser una necesidad extrema, porque no quería hacerlo.
¿O tal vez no sabía qué decirle más de lo que sabría decirle a alguien más?
Oh, sabía lo que quería decir: Oye, mamá, ¿sabías que Chan está muerto? Sé que
pensabas que estaba muerto hace un tiempo, pero no lo estaba. Y adivina qué, ahora no
sólo soy un vampiro, sino una realmente cabrona. Y, oh sí, supuestamente me he
vinculado con un chico. Aunque no tengo una condenada idea de lo que eso significa. ¿Así
que podrías dejar de ser ridícula y decirme sobre la hermana y el hermano de mi papá
quienes estoy bastante segura enviaron a este sujeto aquí a vincularse conmigo?
Ah sí, eso caería tan bien como un pedo en la iglesia.
Oyó a alguien caminando hasta la cabaña. Levantando su rostro, inhaló,
deseando que fuese un cierto aroma. El aroma de Chase.
Pero, ¿qué es lo que quería con él?
Respuestas, se dijo. Chase tenía que darle algunas explicaciones. Y no sólo
acerca de este asunto del vínculo, sino de quién lo envió a buscarla.
No era Chase.
Oyó a Derek preguntar dónde estaba ella, y luego Miranda dijo:
―¿Vas a decirle ahora?
Ella abrió la puerta de golpe.
―¿Decirme qué?
Tanto Kylie como Miranda parecían preocupadas.
Derek se acercó al sofá y se dejó caer.
―Sólo dime ―dijo Della―. Se trata de Chase, ¿no?
―No ―dijo Derek.
―Entonces, ¿qué? ―preguntó.
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―Hace un par de días, finalmente conseguí alguien de la escuela de tu
padre para charlar conmigo acerca de tu tía y tu tío.
―¿Y?
―Tu tía está… muerta.
Della lo oyó, pero no quería aceptarlo.
―Así que encontraste su obituario. Ella podría haberlo fingido, al igual que
mi tío.
―No lo creo ―dijo.
―¿Por qué no? Sólo porque no estaba en la misma funeraria. Podría haber
otras que…
―No es eso ―dijo él―. Fue asesinada.
―¿Asesinada? ―Las entrañas de Della se apretaron. ¿Alguien había
matado a su tía?―. ¿Cuándo? ¿Cómo?
―Fue un año después de que tu tío supuestamente muriera en el accidente
de auto.
―¿Quién la mató? ―Pensó en su padre, el dolor que debía haber sufrido
después de perder primero a su gemelo y luego a su hermana. No era de extrañar
que no hablara sobre el pasado―. ¿Atraparon al hijo de puta?
Sus ojos se llenaron de pesar.
―Cuando me enteré de esto, fui con mi amigo, el investigador privado y le
pedí que lo investigara. Él tiene un montón de amigos que son detectives.
―Derek ahuecó las manos y se detuvo.
―¿Y?
―Consiguió que alguien sacara el archivo. Está catalogado como un caso
sin resolver. Nunca arrestaron a nadie porque nunca tuvieron suficiente
evidencia.
―¿Entonces no tenían sospechosos? ¿Ninguno? ¿Alguien mata a la
hermana de mi papá y solo se sale con la suya?
Él hizo una pausa, y ella podía decir que no quería decirle.
―¡Escúpelo!
―Sólo había un sospechoso.
Esperó a que le dijera más. Su paciencia se rompió.
―Buen Dios, ¿acaso tengo que alcanzar tu boca y sacar las palabras? ¿Quién
era?
Él todavía vaciló.
―Tu padre.
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Della tragó.
―Ellos pensaban… Eso no puede ser correcto. Mi padre nunca…
―No he dicho que lo hizo, sólo dije que él era su único sospechoso.
Della vio la forma en que Miranda y Kylie la miraban. Empatía. Y la
pequeña bruja estaba a punto de tratar de abrazarla de nuevo.
―Él no lo hizo ―dijo Della furiosa―. ¡Te estoy diciendo que él no lo hizo!
―Nosotros te creemos ―dijo Kylie―. Sólo nos sentimos mal de que
tuvieras que escucharlo. Y has estado enferma y…
Queriendo gritar, no, queriendo correr, salió disparada. Al principio, se
olvidó de no correr demasiado rápido. Pero desaceleró lo suficiente para que no
tener a Burnett tras ella. Hizo siete vueltas, muy condenadamente rápido, y
nunca se cansó siquiera. Finalmente, aterrizó. No había un solo ruido. Silencio.
Entonces su teléfono sonó con un texto.
Lo sacó. Se quedó sin aliento. Era de parte de Chase.
Preocupado x ti. Tenemos que hablar.
―¡No me jodas, Sherlock! ―dijo, y comenzó a escribir una respuesta, pero
oyó y olió a alguien que se acercaba.
Kylie, con Miranda en su espalda, aterrizó a su lado. Della deslizó su
teléfono en el bolsillo.
―¿Estás bien? ―preguntó Kylie.
―No ―dijo Della, a kilómetros de tratar de fingir―. No lo estoy.
―¿Necesitas un abrazo? ―preguntó Miranda.
Della se quedó mirando fijamente a la pequeña bruja y pensó en una decena
de cosas desmesuradamente amargadas que podría decir, pero cuando abrió la
boca, ni una sola salió.
―Sí ―dijo Della, y algunas lágrimas se deslizaron de sus pestañas―. Creo
que sí.
Confusión hasta el punto del dolor se hinchó en su interior. Su padre era
sospechoso de matar a su propia hermana. Ella estaba vinculada con un sujeto
que apenas conocía, y no sabía lo que eso significaba. Pero por mucho que
quisiera negarlo, se sentía como que significaba algo.
Parada en medio de un abrazo grupal, sin una maldita pista de lo que iba a
hacer, se encontró con un momento de claridad. Tenía un montonal de preguntas
que necesitaban respuesta y grandes decisiones que tenía que hacer, pero una
cosa sí sabía. Tenía dos de las mejores amigas de la historia.
Y si tan sólo podía recordar eso, sobreviviría a todo esto. Sobreviviría y
encontraría respuestas. Tenía que hacerlo.
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Después de todo, era una Renacida. Eso tenía que significar algo.

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Eternal
(Shadow Falls: After Dark #2)

Durante toda su vida, los poderes secretos de Della la han hecho sentirse
separada de su familia humana.
Ahora, está donde pertenece, en Shadow Falls.
Con la ayuda de sus mejores amigas, Kylie y Miranda, tratará de demostrar
su valía en el mundo paranormal como una investigadora, todo mientras trata de
resolver su propio corazón. ¿Debe elegir a Chase, un poderoso vampiro con el
que comparte un vínculo especial? ¿O a Steve, el atractivo cambiaformas cuyos
besos debilitan sus rodillas? Cuando una persona con oscura conexión con su
pasado aparece, le ayudará a decidir a qué chico elegir, y la hará cuestionarse
todo lo que sabe sobre sí misma.
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C. C. Hunter se crió en Alabama, donde
atrapaba luciérnagas, corría descalza y
regularmente rescataba de sus hermanos a
príncipes potenciales, en forma de ranas
mugidoras de Alabama. Hoy en día, todavía está
fascinada con las luciérnagas, la mayor parte del
tiempo usa zapatos, pero ha volcado su atención
en rescatar mamíferos. Ahora vive en Texas con
sus cuatro gatos rescatados, un perro y un príncipe
como marido, que para que quede escrito, no es
una rana.
Cuando no está escribiendo, está leyendo, pasando tiempo con su familia,
o disparándole a las cosas, con su cámara, no con un arma.
C.C. Hunter es un seudónimo. Su verdadero nombre es Christie Craig y
también escribe novelas románticas de suspenso y humor para Grand Central.
Aquí puedes enterarte más de ella: www.christie-craig.com
A C.C. le encantaría escucharte. Debido a los plazos, puede tomarle un día
o dos responderte, pero lo hará: cc@hunterbooks.com

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Moderadora:
âmenoire y AnnaTheBrave

Traductoras
âmenoire Mae
AnnaTheBrave Martinafab
Apolineah17 Otravaga
Gemma.Santolaria Xhex
flochi Ximena Vergara
HeyThereDelilah1007 Malu_12
LizC Whenshewasgood

Correctoras
Flochi
Giuu
Nanis

Recopilación y Revisión
Nanis

Diseño
PaulaMayfair
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