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Cátedra: Psicopatología II
Docentes a cargo:
Prof. Titular Eduardo Duer
Prof. Adjunto Gabriel Belucci
Prof. Adjunto Hugo Núñez
ATP Elina Tisera
1-delirio persecutorio: cambia el verbo amor por odio, yo no lo amo pues lo odio, la frase
“yo lo odio” se muda por proyección “el me odia” (me persigue), predominan ideas de
perjuicio y de persecución, el sujeto puede referir que una o varias personas quieren
hacerle daño, que lo molestan, que se organizan para perjudicarlo, por ejemplo: en el
Caso A: “acá lograron sacarme las voces después de la persecución, después de la
persecución estando acá, “eran todas malas que me insultaban… que era puto, tano
sucio, todo feo, y eso me ponía mal y me hacía hacer cosas que no me gustaban hacer.
Una vez me dijeron tano sucio y me baje el pantalón para mostrar que tenía el calzoncillo
limpio. Persecución física, que me perseguían de lo que hacía o no hacía, me espiaban”
2-delirio erotómano: sujeto tiene la certeza de que el otro lo ama, por ejemplo: A expresa,
“… una chica parecía que me estaba probando me decía cosas lindas…una
musicoterapeuta… ella estaba presente, era la voz de ella… me decía cosas de amor, me
probaba…fue al baño y me decía A espíame y yo no la espié cuando fue al baño y me
excite un poquito”
3-delirio celotípico: Son una variedad de los delirios persecutorios, las ideas de perjuicio
están localizadas en la pareja.
4- delirio megalómano: el delirio forma una matriz religiosa, los enfermos se atribuyen
funciones proféticas o mesiánicas a partir de un mandato de dios, del demonio o de los
extraterrestres. La sumisión de los sujetos a estas voces presenta extrema peligrosidad;
porque la voz puede ordenarle que se mate o que se rompa algo, por ejemplo: en el caso
A: “…me parecía que estaba luchando con dios y con el diablo y agarre una gillette y me
corte el frenillo del pene”, “alguien como un ángel me mando a que haga cosas…
comencé a rezar mucho por los pacientes por el pueblo, por el país, por la humanidad…
fue así el encuentro con dios un ángel que me hizo levantar del escalón…”, “yo fui a la
iglesia y alguien me dijo de arriba y yo me puse a agarrar algo de los pacientes que los
ayude, le dije a J. (otro paciente) que tenía cáncer…y yo le dije que en 2 0 3 rayos se
curaba”. Los psicóticos reconstruyen el mundo por medio de su trabajo delirante. La
formación del delirio es en realidad un intento de restitución. Por la cual el enfermo
reconquista una relación, a menudo intensa, con sus objetos.
Lacan también señala que en la Forclusión del Nombre del padre no hay Behajung
(afirmación primordial), por lo tanto no se puede hablar de proyección sino más bien de
expulsión (ausstossung) fuera del sujeto es equiparado a la Verwerfung, (forclusión de la
traducción lacaniana).
Las relaciones del sujeto psicótico con el exterior, se caracterizan por la perplejidad por
ejemplo: en A: “ahora no existe más el diablo para mí, ahora existe dios, el diablo no llego
a tomarme para nada… eran las voces que sentía lucha entre dios y el diablo” fue
escuchado en lo real, hay allí una certeza, a él no le pareció haber escuchado, tiene la
certeza de escuchar esas voces. No opera la relación simbólica y por la falta de la
inscripción, es que el psicótico experimenta los fenómenos elementales.
Lacan designa el fenómeno elemental como el elemento central que da cuenta del
desencadenamiento de una psicosis, en tanto que momento preciso de ruptura del
equilibrio del sujeto y en tanto que operación estructural que determinará la evolución
subjetiva posterior. En el psicótico hay imposibilidad de situarse, y de situar a la madre
como deseante por lo tanto al morir la madre de A, se desencadena su enfermedad, hay
un encuentro con la falta. El fenómeno elemental es un efecto del significante que se
produce en un momento determinado de la vida del psicótico, cuando éste se encuentra
con el significante del Nombre-del-Padre. Ante la ausencia de significación que conlleva la
irrupción de tal significante que le falta (primer momento del fenómeno: vacío de
significación), el sujeto reacciona produciendo una significación nueva, que consideramos
extraña (segundo momento del fenómeno: creación de una significación bizarra). En el
seminario III sobre la psicosis (1955) de Lacan, podemos observar dos rasgos de los
fenómenos elementales: Carácter de fenómeno impuesto, hay algo que le sirve del Otro;
alucinación; y lo elementos que no son integrables en elementos dialecticos, en la
psicosis el elemento irreductible, la significación no se va a modificar. Hay una ausencia
de dialéctica.
Como en toda metáfora, hay una sustitución de un significante por otro significante, con
generación de un nuevo sentido. El padre es un significante que sustituye a otro
significante, es un mecanismo esencial y único de la intervención del padre en el complejo
de Edipo. La tríada imaginaria del primer tiempo de la metáfora paterna es Niño-Madre-
Falo en el registro simbólico. En el segundo tiempo aparece el padre, como privando tanto
a la madre como al niño y se instala una nueva tríada, ahora simbólica; Niño-Madre-
Padre. En el tercer tiempo, se completará la metáfora, cuando el padre se haga elegir
nuevamente por la madre y vaya a ocupar el lugar del falo de la madre, del deseo de la
madre. El nuevo sentido que se genera tiene que ver con la inscripción del falo como
significante simbólico y con la identificación del niño con su padre en su posición viril, (en
el declive del Edipo es necesaria la identificación del niño con el padre). El significante
Nombre del Padre, puede pasar por una de tres instancias y de esto dependerá la
estructuración psíquica del sujeto.
En tanto haya operado la frustración, hay lugar para el deseo. La frustración es la marca
de entrada en la cultura, igual que el deseo. Siempre se ama en el otro lo que le falta y es
por esa falta que uno se puede enlazar al otro. El perverso se identifica al falo materno
por desmentida de la castración. Se desmiente del Nombre del Padre; el perverso está
constantemente reforzando la desmentida, para no angustiarse. Sale de la castración con
la creencia, la certeza de que el goce puede recuperarse poniéndose en el lugar del
instrumento, objeto del goce del Otro, pretende devolvérselo.
El perverso es el instrumento de goce del Otro que restaura el objeto a en el campo del
Otro, registra el deseo y manipula a ese Otro para que cumpla su deseo. Busca lograr la
angustia en el Otro, su punto de quiebre, apunta al barramiento del Otro, es un
provocador. Sabe de la castración y que el Otro se angustia ante su falta, el partenaire de
un perverso es siempre un neurótico.
Lacan expone que el perverso es una pere- versión (versión del padre) que intenta la
realización de la relación sexual, (en el desarrollo del Seminario 20 y con los aportes del
nudo de borromeo en la clínica) intenta situar la perversión como un sinthome especifico
produce en los registros real- simbólico-imaginario, anudamiento que si bien sigue
estando en el nudo de borromeo instaura una versión de padre también especifica (pere-
versión perversa) que en cada realización en acto intenta ejecutar la relación sexual que
no hay. La relación al campo del Otro se ordena, en la estructura en torno del padre y las
condiciones de una época marcadas por el declive del padre, repercuten en la
constitución subjetiva.
3. Lacan el seminario XVII (1969), establece cuatro discursos (el discurso del Amo, del
Universitario, el discurso de la Histeria y el del Analista), y en una oportunidad se refiere al
“discurso capitalista”, el cual no crea lazo social. Lacan no sigue la idea de Marx en el
sentido que piensa que el capitalismo como discurso, no puede pensarse como una
actualización del discurso del amo antiguo ya que implica una mutación que no conduce
al lazo social.
El capitalismo de mercado es un discurso particular, produce la relación del sujeto con los
objetos un plus de gozar, por analogía con la plusvalía (se concibe como objeto perdido,
sustraído por el capitalista), objetos para producir y consumir en un ciclo sin fin cuya
producción extensiva engendra solidariamente la insatisfacción de la falta en gozar.
Las consecuencias del discurso capitalista, se puede pensar en relación con el lazo social
y las modalidades actuales del síntoma: bulimias, anorexias, toxicomanías (adicciones),
son respuestas desde lo real; tienen que ver con cómo se agrupan en relación a la
modalidad de goce. La bulimia, la anorexia, las adicciones, el stress existieron desde
siempre, pero hoy tienen mayor pregnancia. Hay patologías que tiene que ver con la
imagen; estar obeso, estar delgado que llevan a trastornos alimenticios, entre otras
afecciones. Lacan dice que la anoréxica come nada, cada vez que come, vuelve a
introducir la nada en su cuerpo. Las anorexias actuales existen en los países donde se
instaló el capitalismo. El discurso capitalista aspira a eliminar toda falta, por lo tanto la
posmodernidad y el capitalismo estético inauguran el advenimiento de lógicas discursivas
que distribuyen otras modalidades del vínculo y del lazo social entre los sujetos, por eso
cada época determina la subjetividad.
El capitalismo estaría relacionado con las satisfacciones (lo que hace que el lazo social
quede excluido), en los cuatros discursos, el goce se encontraba articulado con el saber y
la verdad, en nuestro tiempo habría perdido según Lacan sus “amarras simbólicas”. Si
cada discurso, era un modo de dar tratamiento al goce, el modo de ruptura del lazo en
que desemboca la sociedad capitalista confronta con un goce desregulado.
El capitalismo no produce nada o, mejor dicho, produce nada. Ese decir: ese resto
improductivo “plus de goce” que retorna sobre el sujeto en la figura del consumo por
ejemplo; el consumo excesivo las tecnologías, de las redes sociales, el cuidado estético
excesivo, configuran otras modalidades de vinculación, como así también adicciones en
los sujetos. Lacan va a decir que la adicción es un modo de hacer soportable el goce
fálico es una forma de no vérselas con el falo. El goce del toxicómano es un goce que
lleva a la muerte literalmente, hay un uso del goce por fuera del fantasma. Por lo tanto, el
sujeto capitalista no está en relación con otro (sujeto), sino con objetos plus de goce.