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makuna

la gente del agua


La presente exposición y catálogo retoman en parte la
colaboración entre Kaj Arhem y Diego Samper en el libro
Makuna, Portrait of an Amazonian People. Smithsonian
Press, 1998.

DIEGO SAMPER EDICIONES


Concepto gráfico

DIEGO SAMPER
Fotografías

MARLENE ESCOBAR
Adaptación de textos

SUBGERENCIAS
MARCELA OTERO
Joaquín F. Bernal Ramírez
Diseño
Operación Bancaria
Heriberto Estupiñán Castro
Seguridad y Control Interno
Darío Jaramillo Agudelo
Cultural
Miguel Urrutia Montoya
Gerente General Néstor Plazas Bonilla
Administrativa
Luis Francisco Rivas Dueñas
JUNTA DIRECTIVA Informática
Juan Manuel Santos Calderón Rocío Sánchez del Real
Ministro de Hacienda y Crédito Público Industrial
Agradecimientos:
Sergio Clavijo Vergara José Tolosa Buitrago
Luis Bernardo Flórez Enciso Monetaria y de Reservas Los autores agradecen especialmente a la comunidad makuna
Antonio Hernández Gamarra Hernando Vargas Herrera en Piedra Ñi, Comenya, Apaporis, Bocas del Toaca, el tiempo
Estudios Económicos convivido con ellos y el aprendizaje de su gran cultura. Tam-
Salomón Kalmanovitz Krauter
bién al Banco de la República y al Museo del Oro por hacer
Leonardo Villar Gómez
posible esta exhibición y catálogo.
Luis José Orjuela Rodríguez
Auditor General Gracias a Maximiliano García de la comunidad makuna por
Gerardo Hernández Correa
Secretario Junta Directiva Clara Isabel Botero Cuervo su asesoría.
Gerente Ejecutivo (e) Directora Museo del Oro
Jorge Orlando Melo
José Darío Uribe Escobar Director Departamento Bibliotecas y Artes
Gerente Técnico Biblioteca Luis Ángel Arango
© Banco de la República, Bogotá, 2001
L
presentación os makuna habitan las selvas del Vaupés, en la Amazonia
colombiana. Desde sus casas colectivas, las malokas, mane-
jan un mundo para muchos desconocido, que intriga y hace
soñar. Las magníficas imágenes logradas por Diego Samper nos trans-
portan a las comunidades makuna en Piedra Ñi, Comenya, Apaporis,
Bocas del Toaca. Gracias a los textos que las acompañan, basados en
los trabajos del antropólogo Kaj Arhem, ese viaje estético y etnográfi-
co al mundo selvático nos hace conocer mejor a estos otros colom-
bianos, comprender la importancia y la razón de la vida simbólica
que permea cada uno de sus actos.

Las imágenes no son producto del azar. En el cuidado con que fue
tomada cada una de ellas se expresa el deseo de compartir un respeto
profundo y una sentida admiración por los makuna. La intención de
este catálogo y exposición es transmitir ese mismo mensaje acerca de
una cultura distinta que vive actualmente y debe seguir acompañán-
donos y enseñándonos en el futuro.

Clara Isabel Botero


Directora Museo del Oro
Los makuna descienden de la anaconda y
son, en otra dimensión, peces. Las migracio-
nes anuales de los peces siguen ciertos ca-
minos que corresponden al viaje mítico de
sus antepasados, y a la trasmigración de las
almas entre el nacimiento y la muerte, en el
ciclo vital del ser humano. De ahí que los
peces y los hombres tengan vidas paralelas.
los indígenas del vaupés
Aunque varios exploradores españoles y portugueses ya habían
atravesado las selvas interfluviales que quedan entre los ríos
Vaupés y Apaporis, sólo hasta principios del siglo XX el etnógrafo
alemán Theodor Koch-Grünberg viajó a la zona de los ríos Pira-
Paraná y Apaporis para conocer a los makuna y poder suministrar
así la primera descripción detallada de esta étnia, cuya historia
local comienza en un pasado indefinido anterior a la llegada de
los primeros hombres blancos.

Los makuna son uno de los quince grupos indígenas de la región del
Vaupés, en la Amazonia colombiana, que hablan el idioma tukano
oriental y que comparten una serie de características culturales fun-
damentales. En esta zona habitan entre 15 y 20 mil indígenas, la
mayoría de habla tukano oriental, con algunos grupos arawak; to-
dos son sedentarios, viven al borde de los ríos y subsisten gracias a
la agricultura de tumba y quema, a la pesca, a la caza y a la reco-
lección de comida silvestre. En contraste, los makú son un pueblo
seminómada que hasta hace poco vivía de la caza y de la recolec-
ción en pequeños campamentos en la selva interfluvial.
el río y la selva
Las tierras planas cubiertas de selva del Vaupés se inclinan
ligeramente hacia la gran cuenca del Amazonas, haciendo
parte de una antiquísima forma geológica conocida como el
Escudo de la Guayana; de hecho, la diversidad biológica es
la verdadera riqueza de la selva amazónica, caracterizada
por suelos pobres y ríos con bajo contenido de nutrientes.

El río y la selva les suministran a los makuna todo lo que


necesitan para vivir: alimento, materiales, armas y herramien-
tas. La localización determinada de estos recursos generó una
especialización casi ritualizada en las artes. Así, los barasana
se consideran expertos hacedores de cestas, mientras que los
tuyuka son hábiles ceramistas. Los makú, conocidos por la
manufactura de una cesta única y preciosa hecha de enreda-
deras, son especialistas en la preparación de un poderoso
veneno utilizado en la cacería. Esta división de labores entre
grupos y territorios, al igual que el intercambio ceremonial y
el comercio entre ellos, contribuye a integrar los diferentes
grupos y a crear una extendida sociedad regional.
El munDo he
Los makuna son un ejemplo de las culturas po eterno de los espíritus. Conocido por
que alguna vez prevalecieron en la cuenca medio de la mitología y controlado en los
amazónica y que continúan luchando para rituales, el mundo he contiene los poderes
mantener su identidad en un mundo de cam- primordiales de la creación, los cuales con-
bios turbulentos. Habitan una parte remota trolan el presente.
del Vaupés colombiano, territorio ancestral
al cual le dan un valor sagrado y un signifi- Para los makuna el universo es ilimitado,
cado mítico, que hacen que su vivencia sea lleno de continuidades y conexiones en que
intensamente significativa y gratificante día los ríos y los bosques, los animales y los
tras día. El mundo visible de las experien- humanos, los vivos y los muertos forman
cias cotidianas también tiene una dimensión parte de una comunidad total y abarcado-
intangible llamada he. ra. El pasado y el presente coexisten; la dis-
tinción que hacemos nosotros entre natura-
El chamán, que es a la vez humano y super- leza y cultura se disuelve y pierde su
humano, tiene la capacidad de ver en el tiem- significado.
un mundo encantado
El dosel de la selva protege los frágiles suelos del calor
devastador del sol y del impacto de las tormentas tropi-
cales. Su follaje es tan denso que sólo una fracción de la
luz solar llega hasta el piso, donde se mantiene una som-
bra casi constante.

El mundo exuberante de la parte alta de los árboles reci-


be abundante luz y lluvia, convirtiéndolo en un hábitat
favorable para una gran variedad de animales trepado-
res y voladores. Su riqueza en hojas, frutas, semillas y
flores alimenta y alberga todo tipo de mariposas, abejas
y avispas; una variedad espectacular de pájaros entre
los que sobresalen tucanes, loros, guacamayos y coli-
bríes, e incluso micos y el lento perezoso, para mencio-
nar apenas unos pocos. En la profunda sombra del piso
selvático hay mamíferos terrestres, tales como tapires,
pecarís, osos hormigueros, y pájaros que se alimentan
con las frutas caídas, nueces, semillas, gusanos e insec-
tos que allí se encuentran.

La selva tropical y su complejo tejido de vida funcionan


como una fuente inagotable de imágenes para el pensa-
miento y las poesías mitológicas de los makuna, for-
mando el esquema sobre el cual se fundamenta su con-
cepción de la vida y la realidad.
la gente de la selva
El ritmo de las estaciones dicta en gran parte las acti-
vidades de subsistencia que practican los habitantes
de la selva. Según la época del año los hombres cor-
tan la maleza, con el fin de crear espacios para la
siembra antes de que lleguen las largas épocas de
sequía; generalmente la yuca y las frutas cultivadas
se consiguen durante la temporada de verano, mien-
tras que las salvajes maduran durante las largas tem-
poradas de lluvia. Las cosechas de las plantas salva-
jes y domésticas se encadenan de esta manera en
ciclos complementarios. En este sentido la selva es
un verdadero “jardín salvaje”, una noción que co-
rresponde a la imagen simbólica que tienen de ella
los makuna dentro de su mitología.

Se dice que la selva es el jardín de los héroes mitoló-


gicos, los ayawaroa, y que las frutas salvajes son sus
cosechas, pues crecen sin intervención humana al-
guna; los espíritus son los encargados de sembrarlas,
cuidarlas y cosecharlas; de hecho, estas frutas son
radicalmente diferentes de las que siembran y cose-
chan los seres humanos.
la madre planta
Diariamente, en el cultivo, las mu-
jeres se identifican con su antepasa-
da, la madre planta. Sembrar es También la preparación del casa-
como dar a luz, y cuidar las plantas be –moler, escurrir y tostar– es sim-
es como criar a sus propios hijos. bólica. Las partes de los tubércu-
Por eso las mujeres van a parir en el los se asocian metafóricamente a
jardín de la yuca brava, el “vientre las diferentes sustancias del cuer-
fértil” de la madre planta. Después po humano: el almidón y el jugo
del parto, la madre lleva a su niño corresponden a los líquidos corpo-
recién nacido a la maloca, de la rales, la fibra seca a los huesos, al
misma manera que lleva su cosecha tiempo que la separación y la com-
diaria de la chagra a la casa. binación final del almidón y la fi-
bra simbolizan la formación física
Esta identidad simbólica entre la del niño: la integración del hueso
procreación y el cultivo hace que y de la sangre, del alma y del cuer-
las mujeres (y no los hombres) se po. Hornear se convierte en un acto
conviertan en los agricultores supre- de creación.
mos. Las mujeres son madres y las
cosechas son sus “hijos”.
ARTE MAKUNA
Los bienes de la casa –y la casa en sí– be se vuelve pan y la carne cruda de
son objetos tangibles del arte maku- animales y peces se transforma en co-
na. Cada pieza de cerámica y de ces- mida. Según el pensamiento makuna,
tería, cada herramienta, cada arma y la cerámica, la agricultura y cocinar
cada ornamento ritual recoge utilidad, son expresiones diferentes de la capa-
estética y significado en su forma. El cidad femenina suprema: la procrea-
barro húmedo se transforma en ollas ción, que metafóricamente se describe
secas, al tiempo que la yuca brava se como el ”fuego” o el “calor” feme-
convierte en un bello jardín. El casa- nino.

La cestería, en cambio, está asociada


al bosque natural y a las actividades de
los hombres. Estos cazan, talan los ár-
boles para construir casas y canoas, y
recogen frutas para sus rituales y cañas
para las cestas; pero como en el pensa-
miento makuna los árboles vivientes de
la selva –tanto como los animales de
caza y los peces– son “personas”, en-
tonces la cestería es una forma de ca-
cería o seducción.
la puerta del agua
Los primeros antepasados de todos los cla-
nes makuna nacieron en forma de anacondas
en un sitio del este que ellos llaman siempre
la puerta del agua ide sohe. Desde este por-
tal oriental de la tierra por donde todos los
ríos desembocan, las anacondas ancestrales
nadaron aguas arriba, siguiendo el río de la
leche ohenga riaca. En su camino, primero
pasaron por el río Apaporis y después por el
Pira-Paraná, los ejes de su territorio. En va-
rios puntos a lo largo de estos ríos y sus afluen-
tes, entre los que sobresalen el Umuyuna, el
Toaca y el Komenya, las anacondas ancestra-
les se salieron del agua y se convirtieron en
seres humanos. Allí nacieron los diferentes
clanes, las “casas de despertar” ancestrales,
llamados mara yuhire wiri.

Según los makuna, en el momento de la muer-


te el alma viaja al sitio ancestral donde nació
su clan, y en la “casa de despertar” revive como
una persona espíritu. Al nacer un niño varón,
el espíritu de un abuelo muerto (o en el caso
de nacer una niña, el espíritu de una abuelita
muerta) viaja desde la casa de los muertos hasta
la casa de los vivos y entra en el cuerpo del
recién nacido, que es identificado con el an-
tepasado muerto, de quien recibe el nombre.
hombres peces
Los ríos son las arterias que le dan diferentes formas en los mitos, y sus
vida a la selva, mientras que las cas- obras están descritas de tantas ma-
cadas y madreviejas constituyen ver- neras, que confunden. La gente he
daderas barreras biológicas entre las son los creadores, los dueños, o los
comunidades de animales. Las migra- hijos de la Tierra. Los ayawaroa via-
ciones anuales de los peces siguen jaron por el mundo desde la puerta
ciertos caminos que corresponden al del agua en el este hasta el centro
viaje mítico de los antepasados, y a del mundo, tocando las flautas pri-
la trasmigración de las almas entre mordiales del yuruparí. De esta ma-
el nacimiento y la muerte, en el nera se crearon los ríos, las casca-
ciclo vital del ser humano. De ahí das, las colinas y la selva y todos los
que los peces y los hombres tengan animales de esta tierra. Es un mundo
vidas paralelas. encantado. Arrancados de él, los
makuna no solamente se quedarían
Su mundo fue creado por Romiku- sin sus medios de subsistencia, sino
mu, la mujer chamán, la madre an- que perderían también los medios
cestral y los ayawaroa, los héroes espirituales que han desarrollado
mitológicos masculinos. Estos seres para manejar la vida: su cultura, su
atávicos primordiales aparecen con alma como pueblo.
la maloka
La maloka es el centro del mundo makuna:
representa a todo un pueblo recogido en un
solo techo, un hogar común, un sitio de en-
cuentro, un templo; la maloka es un mundo
en sí mismo, el cosmos makuna en pequeño.

La belleza imponente de su arquitectura, co-


locada en un gran espacio abierto rodeado
por palmas y árboles frutales, la establece
como un oasis de cultura en medio de la
gran extensión de selva que la rodea. El cen-
tro de la maloka es un espacio sagrado. En
el área alrededor de los cuatro postes cen-
trales, conocida como el “camino de la dan-
za” basa ma, se llevan a cabo los rituales y
se entierra la gente importante (chamanes y
jefes). Otros hombres, las mujeres y los ni-
ños son enterrados cerca de los comparti-
mientos donde vivían, lo cual hace que la
maloka sea una habitación tanto de los vi-
vos como de los muertos, una casa de hom-
bres y de espíritus.
espacio sagrado
La palabra wi, término con que los universo se concibe como una casa
makuna denominan a la maloka, sig- cósmica, con puertas, postes, vigas,
nifica mucho más que simplemente techo y paredes. La casa refleja el cos-
“casa”. Tiene connotaciones de “piel”, mos, y el cosmos está identificado con
de “rito sagrado” y de “lugar de naci- la casa. De esta manera, al sobrepo-
miento”, el punto de origen. Una ma- ner las estructuras y los procesos cós-
loka entonces es la piel protectora del micos a la casa y a los que allí habi-
clan, el estado sagrado de ser, un es- tan, los makuna buscan tener el tiempo
pacio para la procreación, y el punto y el espacio bajo su control.
de encuentro entre esa vida y el mun-
do he. Durante los rituales la maloka Durante el ritual los participantes se
se convierte en un templo, sus postes convierten en los actores inmortales
y sus vigas cobran vida y los hombres del drama cósmico. Identificados con
son uno con los espíritus. los poderosos espíritus he, adquieren
la capacidad de transformar, de crear
La casa de por sí representa los seres y recrear el mundo. Por medio de
ancestrales y el ritual de esta manera metáforas espaciales y temporales,
crea una conexión física con el mun- el ritual manipula las fuerzas supre-
do espiritual. De la misma manera el mas del universo.
los rituales
Cada ritual dramatiza y recrea los
eventos del mundo ancestral. Los par-
ticipantes se transportan al tiempo y
al espacio mítico por medio de las
danzas y las canciones, las comidas
rituales que consumen, y los ornamen-
tos sagrados que utilizan. Al ponerse
el tocado sagrado de plumas y al pin-
tarse de rojo y negro, se convierten
en espíritus. Los hombres se visten con
plumas, huesos y dientes de jaguar, y
con la piel de los perezosos y los mi-
cos, para ser animales. En el mundo
he los hombres son animales y los
animales son personas. El lenguaje
arcaico de las canciones es la voz de
los antepasados, y las comidas ritua-
les son alimento de los espíritus. La
fila de bailarines plenamente orna-
mentados representa los ancestros, y
la danza, su viaje creativo desde la
puerta del agua del este al centro de
la tierra donde dieron a luz a las ge-
neraciones actuales.
el culto secreto
En el corazón de la cultura tukano se que son literalmente espíritus del mun-
dio lo que se conoce en la región del do he. El hecho de que a las mujeres y
Vaupés como el “culto del yuruparí”, a los niños no se les permita ver los
que involucra grandes rituales durante instrumentos ha contribuido al aura
los cuales los hombres tocan enormes mística, al culto secreto y varonil que
flautas y trompetas de madera y cor- encubre los rituales del yuruparí. Para
teza que representan los espíritus an- los makuna los instrumentos del
cestrales. A lo largo de estos rituales yuruparí son el corazón y el alma del
los makuna les dicen he a los instru- clan, así como la expresión máxima
mentos, indicando de esta manera de su identidad.
MITO Y REALIDAD
Por medio del trabajo del chamán y el cantor, ciedad y a sus miembros, y asegura que el
el mito se convierte en realidad y el orden mundo humano esté en sintonía con el orden
ancestral es recreado en el presente. Al ben- del universo. Mediante sus ornamentos –com-
decir y soplar sortilegios encima de las sus- puestos por los tesoros más sobresalientes y
tancias rituales, el chamán convierte a los bai- bellos de la naturaleza–, el bailarín trascien-
larines en espíritus y protege a los de la existencia humana cotidiana y se vuelve
participantes del contacto con el potente mun- uno con las fuerzas primordiales de la natura-
do he. El ritual le da una nueva vida a la so- leza y el cosmos.
el baile
de los espíritus
De acuerdo con la sabiduría maku-
na, todos los seres vivientes partici-
pan en una sociedad cósmica. Du-
rante el drama ritual esta visión es
transformada en una vivencia perso- mantiene la vida. De la misma ma-
nal bastante poderosa para los parti- nera que los ancestros cantaron y bai-
cipantes, una experiencia que forma laron la existencia del mundo, la gen-
y reorganiza sus percepciones de la te de hoy en día –por medio de sus
realidad. rituales comunales– recrea el mundo
nuevamente cada temporada.
Los espíritus que visitan el festival de
las palmas de chontaduro son los El baile de los espíritus es un ritual
niños todavía sin nacer, los espíritus de fertilidad cuyo ejercicio asegura la
de los muertos que vienen a fertili- regeneración de la naturaleza y la fe-
zar a los vivos. Cuando los hombres cundidad de la humanidad. Al invi-
bailan en este mundo, las personas- tar a los espíritus de los muertos a la
espíritu también bailan en el suyo. Y casa de los vivos, los makuna están
mientras esto sucede, los peces se liberando el poder generativo de la
reproducen, las palmas dan fruto y muerte, que a su vez es también la
la gente procrea: la danza crea y fuente máxima de la vida.
Los makuna habitan las selvas del Vaupés, en la
Amazonia colombiana. Las magníficas fotografías
de Diego Samper y los textos que las acompañan,
basados en los trabajos del antropólogo Kaj Arhem,
nos hacen conocer mejor a estos otros colombia-
nos, entender la importancia y la razón de la vida
simbólica que permea cada uno de sus actos.

Publicado en la B iblioteca Virtual del Banco de la República,


Colombia.

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