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Discapacidad mental
no es una enfermedad, es una condición humana. El desconocimiento, la
sobreprotección, el aislamiento y la burla son actitudes que
evidentemente debilitan la autoconfianza de las personas con
discapacidad mental, limitando sus condiciones para desenvolverse y
aprovechar sus habilidades remanentes en función de un desarrollo
acorde a su etapa de vida.
Los mitos y prejuicios irán desapareciendo en la medida que las
personas, las instituciones y las sociedades aprendan a generar espacios
de convivencia en la diversidad, a crear sistemas integrados donde cada
individuo pueda funcionar según sus potencialidades y no de acuerdo a
normas generales y rígidas.
Retardo o discapacidad mental significa un funcionamiento intelectual
general notablemente por debajo del promedio, que existe junto con
deficiencias en el comportamiento adaptativo y que se manifiesta
durante el período del desarrollo.
Causas
Los doctores han encontrado muchas causas que pueden provocar
discapacidad mental. Las más comunes son:
Condiciones genéticas. Es causado por genes anormales
heredados de los padres, errores cuando los genes se combinan
u otras razones. Algunos ejemplos de condiciones genéticas
incluyen síndrome de Down, síndrome X frágil y phenylketonuria
(PKU).
Problemas durante el embarazo. Puede resultar cuando el bebé
no se desarrolla apropiadamente dentro de su madre. Por
ejemplo, puede haber un problema en la manera en la cual se
dividen sus células durante su crecimiento. Una mujer que bebe
alcohol, fuma o que contrae una infección como rubéola durante
su embarazo puede también tener un bebé con discapacidad
mental.
Problemas al nacer. Si el bebé tiene problemas durante el parto,
por ejemplo, si no recibe suficiente oxígeno, podría derivar en
discapacidad mental. Uso inadecuado de fórceps.
Problemas de la salud. Algunas enfermedades tales como tos
convulsiva, varicela, o meningitis pueden causar discapacidad
mental. La discapacidad mental puede también ser causada por
malnutrición extrema o crónica, no recibir suficientes cuidados
médicos o por ser expuesto a venenos como plomo o mercurio.
La contaminación ambiental es una de las causas con mayor
crecimiento que pueden provocar discapacidad mental. Fiebres
causadas por infecciones como la meningitis, encefalitis,
deshidratación.
Envenenamiento por barnices o pinturas a base de plomo,
pesticidas, uso y/o abuso en el uso de cigarrillos, alcohol o
drogas.
Golpes o heridas fuertes en la cabeza.
Privación de estímulos y oportunidades para aprender.
Falta de amor, afecto y atención.
Alimentación y salud inadecuadas.
Maltrato físico y mental.
Abandono.
No es una enfermedad
Aún no se puede tratar con tratamientos o medicamentos. Es una
condición particular de funcionamiento intelectual con la cual se puede
haber nacido o bien haber ocurrido después del nacimiento. Se
caracteriza por limitaciones tanto de la inteligencia como en las
habilidades de adaptación social y práctica. Es una condición inherente al
individuo. No se puede calificar como contagiosa ya que no se transmite
por un virus o bacteria, en algunos casos es una deficiencia al nacer o
posteriormente se adquiere de manera incidencial, es distinta a la
enfermedad mental. La mayoría de personas con discapacidad mental
pueden aprender, llegar a valerse por sí mismos, en el ámbito laboral
pueden desempeñar labores especiales dependiendo de la formación
necesaria y apoyo en el trabajo, tener un trabajo aumenta su autoestima
ya que les otorga autosuficiencia y cierta independencia con ello pueden
lograr sentirse aceptados por la sociedad, sólo necesitan tiempo, buena
orientación y educación.
Clasificación
El criterio psicométrico es el que se impone, utilizando el C.I.(Cociente
Intelectual) -introducido por Stern- para clasificar la deficiencia
mental.Dicho cociente es el resultado de dividir la Edad Mental entre la
Edad Cronolgica y multiplicado por 100.
Según la Asociación Americana para la Deficiencia Mental y la
Organización Mundial de la Salud, existen cinco niveles o grados de
deficiencia mental atendiendo al C.I:
Dificultades y barreras
Cuando las personas con discapacidad mental tienen los niveles de
autonomía necesarios, en menor o mayor grado, para desempeñarse en
los distintos ámbitos sociales enfrentan una serie de dificultades como
consecuencia de su deficiencia, en especial debido a los estereotipos y
prejuicios que prevalecen respecto a sus capacidades. Si bien hay
avances relevantes en los espacios de integración obtenidos por este
sector, aún hay obstáculos importantes sustancialmente en su acceso a
los sistemas de salud, a la educación y el trabajo. Un elemento que limita
de manera importante el desarrollo de las personas con discapacidad
mental es el énfasis que la sociedad le otorga al plano intelectual, el que
constituye el área «vulnerable» de estas personas. Valorar y aprovechar
sus potencialidades y otras capacidades ha sido un extenso trabajo de las
entidades y personas vinculadas a esta realidad. El trabajo para superar
las dificultades que le pone el entorno a las personas con discapacidad
mental implica mantener siempre una mirada integral de sus funciones y
capacidades, además de abordar sus necesidades de manera
intersectorial. Los desafíos van cambiando y creciendo con el paso del
tiempo. Existen avances importantes, especialmente en el ámbito del
lenguaje, prevaleciendo hoy la digna referencia de discapacidad
intelectual. Se trata de un concepto que aclara que la discapacidad se
ubica a nivel intelectual y que el resto de la persona está llena de
capacidades y posibilidades. En general, tanto los familiares como
profesionales han evolucionado respecto al grado de autonomía
esperado y otorgado a las personas con discapacidad mental (o mejor
dicho intelectual). En este tema la estimulación temprana ha sido central
al igual que la integración escolar. La participación de las personas con
discapacidad mental en el sistema de educación regular es una materia
compleja y vinculada, generalmente, al grado de discapacidad. Existen
diversos enfoques y posturas, prevaleciendo en algunos sectores la
opinión de que sólo la educación especial le permite a la persona
desarrollarse adecuadamente debido a que el sistema regular aún no
está preparado para atender sus necesidades especiales de educación.
Hay también bastantes casos exitosos de inclusión educativa,
habitualmente con apoyo pedagógico externo, pero es cierto que se
trata de uno de los temas donde aún queda mucho por discutir, acordar
y hacer. Lo importante es tener presente que cada persona es un ser
único y diferente y que las reglas generales no existen. En todo caso, a
nivel internacional la tendencia es la integración en el sistema común
con Sociedad les permitiera a estas personas llevar una vida integrada y
satisfactoria, aunque no posean un coeficiente intelectual determinado.
Los desafíos de las sociedades modernas apuntan en este sentido a
aceptar, respetar e incorporar a la diversidad en todos los planos de la
vida. ••• Nuestras necesidades reales se hallan contenidas en un ámbito
reducido. (Winston Churchill)
Rehabilitación y socialización
El proceso de rehabilitación e integración de las personas con
discapacidad mental se facilitará en la medida que exista una detección
temprana y un diagnóstico que incluya un enfoque lo más amplio
posible, no sólo del déficit sino de las potencialidades. Asimismo, se
requieren políticas públicas, sistemas y recursos más integradores,
integrales y participativos; la eliminación de las barreras culturales y
físicas. En definitiva, igualdad y equiparación de oportunidades por la
sola razón de los derechos y no de la caridad.
Se entiende por rehabilitación integral como el proceso por el cual la
persona logra la mayor compensación posible de las desventajas de toda
naturaleza que puede tener como consecuencia de una deficiencia para
el desempeño de los roles que le son propios por su edad, sexo y
condición socio cultural.
En este sentido, se desarrollan estrategias que abarquen los distintos
planos que componen a la persona, buscando su máximo desarrollo de
acuerdo a sus características, en aspectos como el biológico, psicológico
y social. Complementariamente, se deben canalizar los esfuerzos para
que el entorno realice los ajustes necesarios para reducir o eliminar las
barreras que se interpongan en su integración.
En el proceso de estimulación temprana y de socialización durante los
primeros años de vida resulta determinante la actitud de los padres.
Mientras mayor sea la confianza en las capacidades de aprendizaje del
niño, mayores serán los logros y resultados. Actualmente, se cuenta con
variadas e innovadoras herramientas para potenciar las capacidades de
las personas con discapacidad intelectual en cualquier etapa de su vida.
A modo de ejemplo, se pueden citar la musicoterapia y la hipoterapia,
técnicas que hoy son validadas y ampliamente utilizadas para
complementar los tratamientos y proceso de rehabilitación.
ESQUIZOFRENIA
La esquizofrenia es más frecuente en adultos con discapacidad
intelectual (1,3 a 3,7%) que en la población general (0,5 a 1%). Las
causas de esta enfermedad probablemente sean las mismas en uno
y otro caso aunque, dado el mayor porcentaje de casos, es más
que probable que tanto las lesiones cerebrales por problemas e n el
parto como los factores genéticos jueguen un papel destacado.
Alteraciones conductuales
Algunas veces los trastornos psicóticos se presentan por primera
vez como un cambio en el comportamiento de la persona. Pueden
aparecer conductas extrañas con relación al comportamiento anterior
del sujeto, o puede darse un incremento o la aparición de la
agresividad verbal o física, o un aislamiento social marcado. A veces
la persona comienza a hablar consigo misma o a alguien invisible, o a
gesticular y agarrar objetos que los demás no pueden ver. En tales
casos (que pueden o no corresponder a un trastorno psicótico), es
necesario llevar a cabo una evaluación psiquiátrica completa y
exhaustiva, así como el análisis funcional de la conducta para
descartar o confirmar la intencionalidad de la misma.
En fases avanzadas de la enfermedad suelen ser más
características conductas de apatía, aislamiento social y falta de
motivación. Sin embargo, estos comportamientos también pueden
deberse al efecto de la medicación sedante o antipsicótica o a un
entorno institucional sin estímulos. Puede facilitar la evaluación
tratar de averiguar lo que está ocurriendo a través de preguntas
abiertas, seguidas por preguntas cada vez más dirigidas para
delimitar la sintomatología. Se recomienda hacer preguntas que
sirvan para saber si:
a) ha ocurrido algo nuevo o distinto a la persona
b) la persona ha desarrollado nuevas ideas y creencias;
c) ha descubierto algo nuevo, o especial, o extraño;
d) alguien está criticando al paciente o está contra él;
e) alguien ha tratado de hacerle daño;
f) la televisión o la radio le causan problemas o le molestan;
g) ha recibido mensajes especiales;
h) alguien habla de él a sus espaldas;
i) alguien le ha dicho algo negativo;
j) alguien le ha dicho que haga algo malo o negativo;
k) oye a gente hablando cuando no hay nadie presente;
1) algo le asusta;
m) puede ver cosas u objetos que los demás no ven;
n) alguien le ha molestado.
TRASTORNOS DE ANSIEDAD
La frecuencia de trastornos de ansiedad en las personas con
retraso mental es similar a la de la población general. Como en los
casos anteriores, en las personas que no pueden expresar
verbalmente su ansiedad (grupos C y D) ésta puede aparecer como
alteraciones de conducta. En estos casos es necesario efectuar un
análisis funcional que permita identificar qué está provocando el
aumento de la ansiedad (estre-sores) y qué lo precipita (factores
desencadenantes). La evaluación conductual se ha señalado como
el método más fiable para el diagnóstico de trastornos de
ansiedad en casos de retraso mental grave y profundo.
TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO (TOC)
En la población general la prevalencia del Trastorno Obsesivo
Compulsivo es del 1%, mientras que los estudios en retraso mental
indican prevalencia de entre el 1 y el 3,6%.
Las obsesiones se describen como pensamientos, impulsos o
imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún
momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y causan
ansiedad o malestar significativos, con una serie de características
asociadas:
Los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples
preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida.
La persona intenta ignorarlos o suprimirlos o neutralizarlos
mediante otros pensamientos o actos.
La persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes
obsesivos son el producto de su mente y no vienen impuestos.
Las compulsiones se definen como comportamientos o actos
mentales de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a
realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas
que debe seguir estrictamente.
Las obsesiones verdaderas deben diferenciarse de los rasgos
obsesivos de personalidad. Por otro lado es necesario diferenciar
los pensamientos obsesivos de alteraciones del lenguaje asociadas
a retraso mental como la ecolalia y el habla repetitiva (por ejemplo,
en el autismo). Los rituales y las rutinas rígidas forman parte
también del autismo y pueden dar lugar a alteraciones
comportamentales cuando se intenta variarlas. De hecho, los
comportamientos repetitivos son comunes en el retraso mental y
pueden asociarse a otros síndromes mentales (trastornos del ánimo
o trastornos psicóticos). También deben diferenciarse de las
estereotipias motoras y verbales, los tics complejos y trastornos del
movimiento relacionados con lesiones cerebrales.
Dada la dificultad o incapacidad para reconocer los
pensamientos como propios, puede ser muy difícil determinar la
presencia de pensamientos obsesivos en una persona con retraso
mental. De la misma forma, la resistencia con que una persona sin
discapacidad intelectual se enfrenta a sus pensamientos y actos
compulsivos no suele observarse en el retraso mental.
Al igual que en otras categorías, el diagnóstico requiere una
evaluación conductual sistemática y en muchos casos debe basarse
en la presencia de sólo algunos de los síntomas. Aún en estos casos
se observa una respuesta favorable al tratamiento farmacológico del
TOC. Los criterios diagnósticos para el TOC del DC-LD aparecen en la
tabla 12.
Mutismo selectivo
El mutismo selectivo es un trastorno de la comunicación verbal de origen
emocional que consiste en que los afectados, en determinados contextos
o circunstancias, no pronuncian ni una sola palabra.
Descripción
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, el
mutismo selectivo es descrito dentro del capítulo de Trastornos de inicio
en la infancia y la Adolescencia, como un trastorno en el cual la persona
parece mudo ante situaciones sociales o cuando se espera que hablen,
pero son perfectamente capaces de hablar y de comprender el lenguaje.
Funcionan normalmente en otras áreas de comportamiento y
aprendizaje, aunque se privan severamente de participar en actividades
de grupo. Es como una forma extrema de timidez, pero la intensidad y
duración la distingue. Como ejemplo, un niño puede pasar
completamente callado en la escuela, por años, pero habla libremente o
excesivamente en casa.
Este desorden no se considera como un desorden de comunicación, en
que la mayoría de las personas se comunica a través de expresiones
faciales, gestos, etc. En algunos casos, el mutismo selectivo es un síntoma
de un desorden de desarrollo o un desorden psicótico.
Hay que realizar diagnóstico diferencial con Autismo o síndrome de
Asperger. La diferencia fundamental es que en estos dos trastornos el
individuo no habla independientemente del contexto, ya que está
gravemente alterada la comunicación y la interacción social.
El mutismo selectivo es caracterizado por:
Fracaso consistente para hablar en situaciones sociales
específicas (por ejemplo, en la escuela, donde existe expectación
al hablar) a pesar de expresarse bien en otras situaciones.
Interfiere con los logros educacionales o laborales, o con la
comunicación social.
El fracaso para hablar no se debe a la falta de conocimiento del
idioma hablado requerido en la situación social.
No se considera como un desorden de comunicación (por
ejemplo, tartamudeo), y no ocurre exclusivamente durante una
esquizofrenia u otro desorden psicótico.
Se considera que el mutismo selectivo, si no es bien tratado, será el
antecesor de una futura fobia social y/o trastorno de personalidad por
evitación.
Causa
No se han establecidos las causas del todo pero, se cree puede tener
causa en hechos (reales o imaginados) ocurridos a principios de la
infancia. También hay evidencia de que existe un componente
hereditario y que también es más común en mujeres que en hombres.
Aspectos positivos y negativos
Negativos
Encuentran difícil tener contacto visual.
Con frecuencia no sonríen y tienen expresiones vacías.
No pueden manejar situaciones donde se espera que hablen
normalmente, como saludar, despedirse o agradecer.
Tienden a preocuparse más de las cosas que el resto de las
personas.
Pueden ser muy sensibles a la luz, ruido y al gentío.
Encuentran difícil hablar sobre sí mismos o expresar sus
sentimientos.
Se mueven de manera rígida y torpe
Tienen sensaciones de cerrarse, huir o suicidas
Positivos
Contrariamente a lo que se cree, muchos investigadores
apuestan por una inteligencia normal-alta o superior al promedio
en gente con mutismo selectivo. No está demostrado de forma
fiable que derive de una forma de autismo, como sucede con el S.
de Asperger (aunque se parecen tienen diferencias).
Perciben más fácilmente que otras personas los pensamientos y
emociones de los demás (empatía).
Tienen gran poder de concentración y de percepción.
Algunos llegan a ser muy intuitivos (relacionado con la empatía),
son muy curiosos.
Con frecuencia tienen un buen sentido de lo que es correcto,
incorrecto y justo.
Sugerencias para su atención
Utilice comunicación alternativa (Escritura o Dibujos). Son muy
creativos.
Observe y tenga presente sus intereses.
No se desespere por que no hable, suelen percibirlo con facilidad,
más que otras personas.
Evite calificaciones respecto a su retraimiento, del mismo modo
si se las hacen a él ("este niño no habla", "¿te mordió la lengua el
gato?"). Sólo agravará la situación.
Bibliografía