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FUNDAMENTACION DE LA METAFISICA DE LAS COSTUMBRES

Libro: Kant E, “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”


Capítulos: ----------
Artículo: ----------
Clases: ----------

Aclaración previa

En las dos grandes obras de Kant sobre moral (“Fundamentación de la metafísica de las
costumbres” y “Crítica de la Razón Práctica”) trata este filófofo los mismos asuntos. Si uno
quiere complicarse la vida puede leer “Crítica de la Razón Práctica”. Para empezar conviene leer
el otro librito, más chico, donde Kant explica las cosas en forma más sencilla y popular, aunque
la verdad que el título mismo no tiene nada de sencillo.

Fundamentación de la metafísica de las costumbres

Esta obra de Kant consta de un Prólogo y de tres capítulos. En el prólogo comienza diciendo
Kant que la filosofía o conocimiento racional puede ser de dos tipos: material (si considera algún
objeto, como por ejemplo la física que considera la naturaleza, y la ética que considera la
libertad) y formal (no considera ningún objeto en especial y estudia la razón en sí misma y las
reglas universales del pensar: esta filosofía formal es la lógica).
Pero también se puede dividir la filosofía de otra forma: hay una filosofía empírica (que se funda
en la experiencia), y una filosofía pura (que se funda en principios a priori, independientes de la
experiencia).
Las dos clasificaciones de filosofía se entrecruzan entre sí, por ejemplo la filosofía material
llamada ética, si la entendemos como filosofía empírica la llamaremos “antropología
práctica”, y si la entendemos como filosofía pira la llamaremos “metafísica de las costumbres”.
El siguiente esquema aclara la relación entre las dos clasificaciones de la filosofía:

Filosofía empírica Filosofía pura


Filosofía lógica lógica
formal:
Filosofía física Metafísica de la
material: naturaleza
ética Antropología Metafísica de las
práctica costumbres

En este libro Kant muestra cómo se puede fundamentar una metafísica de las costumbres, o sea
una ética, una moral que no se funde en la experiencia sino en principio a priori independientes
de la experiencia. Esta última es la verdadera moral, para Kant. Para el filósofo no obra bien
quien actúa de acuerdo a situaciones o circunstancias contingentes de la experiencia (por
ejemplo por conveniencia). Y si obra bien quien actúa de acuerdo a pricipios prácticos que se
encuentran en nuestra razón a priori, o sea independientemente de la experiencia. O sea que el
obrar debe fundarse en la razón pura práctica.

En el capítulo primero Kant empieza diciendo que lo que es bueno o malo no son nuestros actos
sino la misma voluntad. Sólo la voluntad es buena: incluso podemos hacer actos “buenos” pero
movidos por una mala voluntad. O sea que lo que interesa es la buena voluntad más que el acto
mismo. Dice Kant: “la buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena
porque alcanza algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decor, es
buena en sí misma”. O sea no interesa el qué sino el cómo: no interesa cuál fin persigamos con
nuestros actos, sino cómo buscamos alcanzarlo, y esto último puede hacerse con mala voluntad
o con buena voluntad. Comenzamos a ver entonces aquí la independencia de la ética de la
experiencia.
En relación con esto habla también Kant del “deber”: el hombre no debe proceder por
inclinación (hacia tal o cual fin) sino simplemente por “deber”. Por ejemplo el fin puede parecer
bueno (por ejemplo hacer una donación al hospital) pero encubre un fin egoísta (la persona
sabe que proximamente será atendida en ese hospital). Para Kant entonces obrar bien no es
perseguir una finalidad, sino simplemente actuar por deber, independientemente de las
circunstancias. Así, dice Kant: “una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el
propósito que se quiere alcanzar, sino en la máxima por la cual se rige dicha acción; no depende
pues, de la realidad del objeto de la acción, sino meramente del principio del querer”.
Obrar bien es respetar una ley, no perseguir determinado fin considerado bueno: “el deber es la
necesidad de una acción por respeto a la ley”, dice Kant.
El problema que se presenta ahora es averiguar cuál es esta famosa ley que hace que, si la
respetamos podamos decir que nuestra voluntad es buena en forma absoluta y sin restricciones.
Esta ley dice lo siguiente: “tengo que obrar siempre de manera tal que mi máxima deba
convertirse en ley universal”. Por ejemplo si yo hago una promesa que sé que no voy a cumplir,
y quiero saber si esto está bien o no moralmente hablando, me tengo que preguntar ¿qué
pasaría (ley universal) si todos hiciéramos lo mismo? Pasaría que nadie le creería a nadie y
entonces mi obrar de ese modo sería inútil, ridículo. Concluyo por tanto que obré mal. Según
Kant entonces yo lo que me tengo que preguntar es esto: “¿puedo creer que mi máxima se
convierta en ley universal? Si no es así, es una máxima reprobable, y no por algún prejuicio que
pueda ocasionarme a mí o a otro, sino porque no puede convenir, como principio, en una
legislación universal posible”.
En suma: no debe obrarse según necesidades e inclinaciones (necesidades del momento,
inclinaciones humanas naturales), sino según el principio a priori antes explicitado.

En el capítulo segundo empieza recordando Kant que, cuando obramos de tal o cual manera,
debemos hacerlo por deber y no atender a la finalidad del obrar. La verdadera moral no se
funda en la experiencia sino en el principio universal a priori. O sea hay que fundar la teoría de
las costumbres (ética) en la metafísica, y recién luego hacer dicha ética popular, al alcance de
todos.
Así, dice Kant que “todos los conceptos morales tienen su asiento y origen, completamente a
priori, en la razón, y tanto en la razón más vulgar como en la más preparada, pues ese
principio universal que nos ofrece la razón es común a todos los hombre.”.
El principio que hemos indicado (“debo obrar siempre de tal forma que mi máxima deba
convertirse en ley universal”) es un imperativo, pues oredena como obrar. Pero no es un
imperativo hipotético (cumple con este principio porque así serás feliz, o cualquier otro fin) pues
el imperativo hipotético impone una condición (un fin): el imperativo al que se refiere Kant no
es hipotético sino categórico (hay que cumplirlo sin ninguna condición: hay que actuar así y
punto, y no para perseguir alguna finalidad). El imperativo categórico es propio de la moralidad.
El principio antes mencionado, también llamado imperativo categórico, vale tanto para los
deberes con uno mismo como para con los deberes con los demás. En estos casos el principio
será siempre el mismo, pero tendrá esta forma de expresión: “obra de tal modo que uses la
humanidad, tanto en tu persona como en cualquier otra, siempre como un fin al mismo tiempo y
nunca solamente como un miedo”.
Por ejemplo si pienso en suicidarme y me suicido, obro mal, pues me estoy usando a mí mismo
como un medio para obtener un determinado propósito (el propósito del suicida), y la
humanidad es un fin en sí mismo, no un medio-para-
En suma, la voluntad es buena cuando se rige por una máxima que, al ser transformada en ley
universal, no puede nunca contradecirse (recordar el ejemplo de la promesa que sé que no
cumpliré). Consiguientemente la voluntad no depende de fines, inclinaciones hacia las cuales
tender, no dpende de leyes ajenas a ella, es decir, no es heterónoma. Es autónoma pues se rige
por su propia ley, que es el principio universal autoimpuesto.
jmk
En el tercer capítulo empieza Kant diciendo cómo debe incluírse la idea de “libertad” en lo que
veníamos diciendo antes. El concepto de libertad es clave para poder explicar la autonomía de la
voluntad (o voluntad autónoma). La libertad de la voluntad reside en que ésta es autónoma, se
rige por su propia ley y no por leyes ajenas. Así voluntad libre y voluntad sometida a la ley
moral es lo mismo.
Esta voluntad libre es característica de todos los seres racionales, aunque muchos no obren
conforme a una voluntad libre y se dejen guiar por sus necesidades del momento e
inclinaciones, en vez de guiarse por la ley universal, el principio ya mencionado.
Dicho principio, o imperativo categórico, es una proposición sintética a priori: sintética porque
se refiere a nuestras acciones concretas en el mundo, y a priori porque no surge de la
experiencia sino de la misma razón.
El presente trabajo pretende establecer los puntos capitales sobre
los que Kant basa su proyecto de fundamentar un ética pura, en el
devenir dialéctico de extraer los puntos comunes en la comprensión
moral del vulgo y seguidamente pasar a la determinación del
principio supremo del mismo y desde este punto volver al
conocimiento práctico donde se concreta la moral en las acciones.

Así pues este trabajo, seguirá el hilo conductor propuesto por Kant
en su obra y analíticamente establecerá los conceptos que hacen
posible su fundamentación, conceptos que representan los cimientos
de la comprensión de la obra, sin los cuales, no se podrá llegar a
comprender el proyecto ético del autor.

La obra está estructurada en un prólogo y tres capítulos, desde este


análisis, tal como se mencionó en el párrafo anterior, se establecerá
el marco definicional de los conceptos claves, desde la interpretación
de Kant, desde la interpretación de autores de amplio prestigio
filosófico, y finalmente desde nuestra comprensión, adicionalmente
se presenta un breve resumen de los puntos vulnerables de esos
conceptos, de cara a la comprensión general de la obra y sus críticas

Palabras claves: ética, voluntad, libertad, deber, autonomía.


Prólogo

Inicia Kant el prologo del su obra estableciendo la diferentes


divisiones del saber filosófico, buscando por medio del ancestral
método de la división, ir descubriendo, cartesianamente hablando, la
definición clara y distinta de lo que él llamó la metafísica de las
costumbres.

Así pues se presenta un diagrama que ilustra la manera en que Kant


establece las divisiones del conocimiento filosófico.
Desde este punto una vez logrado definir, de manera clara y distinta
la metafísica de las costumbres, se propone establecer por qué la
necesidad de una ética pura, antes de una antropología práctica,
una metafísica de las costumbres, una ética que no tuviera origen
en lo práctico, esto constituye un punto revolucionario en la visión
ética kantiana, pensar la ética desde la razón pura, libre del influjo
de la experiencia y de todo lo empírico, a pesar de que la ética logra
su concreción en el hecho práctico.

Así pues, la invitación que nos hace Kant es pensar en la metafísica


de las costumbres como necesario para descubrir las estructuras a
priori que rigen nuestras conductas, es decir establecer desde la
razón pura las bases de nuestra conducta moral.
Debe entenderse que el conocimiento a priorirepresenta uno de los
puntos fundamentales en el pensamiento Kantiano, no sólo en esta
fundamentación de la metafísica de las costumbres, sino en toda su
obra en general, así pues el concepto a priori representa uno de los
puntos capitales, para la comprensión de esta obra.
Ahora bien, ¿Qué significa conocer a priori? , desde Kant (1) :

En lo que sigue entenderemos, pues, por conocimiento a priori el


que es absolutamente independiente de toda experiencia, no el que
es independiente de ésta o aquella experiencia. A él se opone el
conocimiento empírico, el que sólo es posible a posteriori, es decir,
mediante la experiencia. Entre los conocimientos a priori reciben el
nombre de puros aquellos a los que no se ha añadido nada empírico.
Por ejemplo, la proposición «Todo cambio tiene su causa» es a
priori, pero no pura, ya que el cambio es un concepto que
sólo puede extraerse de la experiencia.
Seguidamente presentamos la definición a prioridesde Belandria (2)
:

El término a priori, aparte de otros significados que ha tenido en la


historia de la filosofía, se ha entendido generalmente en relación con
la experiencia. El conocimiento a priori es para Kant un
conocimiento independiente de la experiencia y anterior a ella. Pero
determinar qué es ―anterior a la experiencia ― comporta un
problema que la tradición filosófica ha tratado de aclarar. Platón,
quien, al parecer, fue el primero en plantearlo, lo
resuelve recurriendo a la doctrina órfica de la transmigración de las
almas y a la reminiscencia: en efecto, el alma, antes de nacer en
este mundo sensible, ha contemplado directamente las Ideas, y
como las cosas de este mundo son copias de ellas, el hombre al
entrar en contacto con esas cosas recuerda las Ideas. En
consecuencia, para Platón, conocer es recordar. De modo que
él concibe ―lo anterior a la experiencia― en un sentido
cronológico. En la escolástica medieval y algunos pensadores
modernos el conocimiento a priori está referido a las ideas innatas,
cuyo origen y verdad ellos fundan en Dios.

De esta manera, podemos aproximarnos a entender el


conocimiento a priori como todo aquel conocimiento que tienen su
fundamento en la razón, no en los sentidos, lo sensible, la
experiencia. Pero, ¿existe conocimiento antes de la experiencia?,
según Kant el conocimiento tiene como punto de partida
la experiencia, sin embargo llega a ser conocimiento porque existe
el conocimiento a priori, es decir la experiencia activa lo a
priori (universal y necesario) y se funda el conocimiento. Se
observa más claramente explicando que sino existiese el
conocimiento a priori no podríamos establecer elementos
comunes en la experiencia de tal manera que sean universales y
necesarios para todos, es decir el conocimiento a priori aporta lo
necesario por oposición a lo contingente y es necesario para todo
otro conocimiento, es decir es la condición de universalidad de
nuestras representación de las realidades.

Seguidamente pretendemos abordar otro punto estructural que


menciona en el prólogo y que constituye parte de los núcleos
fundamentales de la obra, para tal fin citamos directamente desde la
obra (3) :

Pues la Metafísica de las costumbres debe investigar la idea y los


principios de una voluntad pura posible, y no las acciones y
condiciones del querer humano en general, las cuales, en su mayor
parte, se toman de la psicología.

Evidentemente, nos referimos a la voluntad, sin embargo aquí se


refiere a ella como parte de la explicación del por qué de la
metafísica de las costumbres, en tal sentido no la abordaremos en
este momento, pero si ampliamente en los capítulos posteriores.

Así ya culminando el prólogo deja Kant claro el propósito de la


fundamentación, y no es otro que establecer las bases de su
investigación moral, que persigue fundar la crítica de la razón
práctica y la metafísica de las costumbres. Es decir la
fundamentación debe conducir al lector en la iniciación del gran
proyecto ético de Kant, al que seguidamente aparecerán las obras
Crítica de la Razón Práctica y finalmente la metafísica de las
costumbres.

Por último expone el método que seguirá en la obra, directamente


citamos el
orden que propone :
1.- Primer capítulo.- Tránsito del conocimiento moral vulgar de la
razón al conocimiento filosófico.
2.- Segundo capítulo.- Tránsito de la filosofía moral popular a la
metafísica de las costumbres.
3.- Tercer capítulo.- Último paso de la metafísica de las costumbres
a la crítica de la razón pura práctica.
Capítulo I.
Tránsito del conocimiento moral vulgar de la razón al
conocimiento filosófico.
Comienza este primer capítulo con la frase “Ni en el mundo, ni, en
general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que
pueda considerar como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una
buena voluntad”, en tal sentido uno de los puntos capitales de este
primer capítulo y de la obra en general es la buena voluntad,
definición que pretendemos abordar.

Intentaremos abordar el término de voluntad en el ámbito


filosófico, remontándonos a la filosofía clásica la voluntad es la
apetencia racional o conforme a la razón, y es claramente diferente
al deseo que es la apetencia sensible, en tal sentido la voluntad está
asociada a la razón, según Aristóteles, obrar en conformidad con lo
racional.

Ahora bien desde Kant, la voluntad, es buena, en tanto valor


absoluto, buena en si misma, con total independencia de los
resultados obtenidos, una voluntad buena o voluntad pura es tal
cuando no está fundada en motivos empíricos. Cuando
racionalmente se actúa conforme al deber.

Pretender establecer un marco definicional resulta complicado con lo


intrincado de elementos complejos a definir, hablar de voluntad
implica, en Kant, hablar del deber, de la libertad, libre albedrío,
intentaremos abordar estos conceptos de acuerdo a la estructura
organizativa de la obra.

Así pues, desde nuestra comprensión, la buena voluntad está


referida al obrar de conformidad con la razón, lejos del influjo de la
motivación sensible y lejos de la consecución de un fin particular,
podemos aproximarnos a decir que la voluntad es buena cuando el
obrar solo es impulsado por el deseo de actuar conforme al deber
moral, por ejemplo, yo haré esta acción particular porque considero
que es lo correcto, independientemente que los resultados
sean contrarios a mis deseos o placeres. Obrar sin esperar nada a
cambio, sólo la satisfacción racional de actuar conforme al deber.

Esto nos lleva al otro elemento que debemos estudiar y que


representa junto a la buena voluntad el otro complemento del par
conceptual de la ley moral, nos referimos al deber.

Kant recurre a tres proposiciones con las que persigue establecer


claramente el concepto del deber, y establecer diferencias con
argumentos ambiguos en torno a la felicidad, así citamos desde la
obra:

Pero aun en este caso, aunque la universal tendencia a la felicidad


no determine su voluntad, aunque la salud no entre para él tan
necesariamente en los términos de su apreciación, queda, sin
embargo, aquí, como en todos los demás casos, una ley, a saber:

1.- La de procurar cada cual su propia felicidad, no por inclinación,


sino por deber, y sólo entonces tiene su conducta un verdadero
valor moral.

Seguidamente, establece su segunda proposición:

2.- Una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el


propósito que por medio de ella se quiere alcanzar, sino en la
máxima por la cual ha sido resuelta; no depende, pues, de la
realidad del objeto de la acción, sino meramente del principio del
querer, según el cual ha sucedido la acción, prescindiendo de todos
los objetos de la facultad de desear.

Y finalmente la tercera y última proposición:

3.- El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley.

Para complementar la comprensión del término, citamos desde la


comprensión de Abbagnano (4):

Para Kant, Deber es la acción cumplida únicamente en vista de la


ley y por respeto a ella y es, por lo tanto, la única autentica acción
racional, es decir, determinada exclusivamente por la forma
universal de la razón… En este sentido, Kant denomina Deber a la
acción “objetivamente práctica”, o sea, a la acción en la cual
coinciden la máxima que determina la voluntad y la ley moral.

Así, entonces definimos el deber, como la acción racional que se


realiza conforme a la ley moral y su vinculo con la buena voluntad
es que actúan conforme al querer, sin expectativas en los
resultados, simplemente apartando todo influjo del deseo.

Capítulo II.
Tránsito de la filosofía moral popular a la metafísica de las
costumbres.
Siguiendo el hilo conductor de la obra, a continuación del desarrollo
del concepto de deber, nos trae al punto central de la obra : los
imperativos.

En tal sentido Kant, plantea que la moral esta fundamentada en


mandatos, ordenes, un <<debe ser>>, en otras palabras un
imperativo,este representa el punto de partida de la fundamentación
de la moral. Citamos (5) :

<< La representación de un principio objetivo, en tanto que es


constructivo para una voluntad, llamase mandato (de la razón), y la
formula del mandato llamase imperativo >>

Ahora bien, aclarado el termino imperativo, debemos


necesariamente distinguir los dos tipos de imperativos que Kant
definió : imperativo hipotético y el imperativo categórico. Los
imperativos hipotéticos son mandatos condicionales, es decir su
cumplimiento obedece a la consecución de un objetivo final
, obedecen a principios instrumentales, nos exige que hagamos
ciertas cosas bajo el supuesto de alguna condición; v.g , si deseo
tomar un avión debo levantarme temprano, vemos claramente que
pararse temprano obedece a la consecución de un objetivo final que
es para este caso tomar el avión. Lo que Kant busca como base
moral, es qué imperativos existen que no posean
condiciones , que sean de cumplimento incondicional, inexorable, no
producto de la consecución de algún objetivo sino porque somos
seres humanos racionales.

Esto nos lleva a la pregunta ¿Cómo saber en cada caso lo que debo
hacer?, ¿Cómo identificar los imperativos categóricos?. Kant plantea
que nuestra conducta se debe adecuar a una máxima racional que
podamos querer como ley universal. Citamos (6) :

<<Como he sustraído la voluntad a todos los afanes que pudieran


apartarla del cumplimiento de una ley, no queda nada más que la
universal legalidad de las acciones en general ―que debe ser el
único principio de la voluntad―; es decir, yo no debo obrar nunca
más que de modo que pueda querer que mi máxima deba
convertirse en ley universal.>>

Seguidamente avanzando en la definición de cada termino, máximas


son los principios prácticos que describen el modo de conducirnos
dadas tales o cuales circunstancias. Estas pueden ser buenas o
malas. Decir siempre la verdad constituye una máxima , de la
misma manera que lo es mentir. La evaluación para determinar el
carácter moral de una máxima es someterla a la ley
de universalización, es decir universalizar la máxima y en segundo
lugar revisar si hay un contradicción entre la máxima inicial y su
universalización. Citamos un ejemplo de Sabater para su mejor
comprensión (7) :

<< Si cuando voy a hablar a alguien digo la verdad, puedo decir que
deseo que todos los seres humanos en las mismas condiciones digan
la verdad. Si miento, en cambio, no puedo convertir ese principio en
ley universal. Porque yo no quiero que me mientan a mí. Yo deseo
mentir para obtener una ventaja, pero no quiero que los demás me
mientan porque si no el diálogo sería imposible. La mentira no
puede ser base de moralidad porque es imposible que sea
convertida en ley universal. Si todos mintieran, nadie creería
ninguna afirmación y entonces la mentira sería ineficaz. Como
contrapartida, la verdad
sí puede serlo. El principio verdaderamente moral es aquel que
puede convertirse en una ley universal para todos los demás.>>
Finalmente Kant plantea tres formulaciones del imperativo
categórico : La formulación de la ley universal, que acabamos de
explicar, la formulación de la humanidad y la formulación de la
autonomía. Ampliamente relacionadas entre ellas ya que actuar de
acuerdo con máximas que podemos querer como leyes universales
es equivalente a la afirmación de tratar a la humanidad
siempre como fin y nunca como un mero medio o instrumento, lo
cual a su vez, es equivalente a actuar de manera autónoma , es
decir actuar de acuerdo al mandato racional sin coacción de ningún
tipo. Evidentemente actuando de acuerdo a una coacción quizás se
esté actuando rectamente, al menos en un
ámbito jurídico, pero no implica esto una rectitud ética. Citamos el
siguiente ejemplo (8):

<< quien salda una deuda no es ya por ello un hombre honrado,


pues puede hacerlo por miedo al castigo, etc.; es sin duda un buen
ciudadano cuya acción observa una rectitud jurídica, mas no ética;
por el contrario, si actúa por mor de la bondad intrínseca de la
acción, su talante en moral y observa una rectitud ética>>

En conclusión, las tres formulaciones de los imperativos categóricos


plantean: actuar siempre de acuerdo a máximas que queramos sean
de aplicación universal, tratar a la humanidad siempre como un fin
en si mismo y nunca como un instrumento o medio y actuar siempre
por elección libre y autónoma, de acuerdo a nuestra razón , nunca
por coacción.

Capítulo III.
Último paso de la metafísica de las costumbres a la crítica de
la razón pura práctica.

Finalmente desarrolla Kant en este capítulo el concepto de libertad,


como clave para explicar la autonomía de la voluntad y para aclarar
este concepto establece lo siguiente (9) :
¿Qué puede ser, pues, la libertad de la voluntad sino autonomía,
esto es propiedad de la voluntad de ser una ley para sí misma? Pero
la proposición: <<la voluntad es, en todas las acciones, una ley de
sí misma>>, caracteriza tan sólo el principio de no obrar según
ninguna otra máxima que la que pueda ser objeto de sí misma,
como ley universal. Ésta es justamente la fórmula del imperativo
categórico y el principio de moralidad; así pues, voluntad libre
y voluntad sometida a leyes morales son una y la misma cosa.

Así la libertad, en términos de silogismos, es el término medio que


conecta la voluntad y moralidad, estableciendo como conclusión que
una voluntad libre es moral en tanto que actuar libre es intrínseco a
la voluntad buena.

Bibliografía

1. Kant, Immanuel. Metafísica de las costumbres, Cap II.

2. Belandria, Margarita. Fundamentación filosófica del derecho en


Kant.

3.- Kant, Immanuel. Fundamentación de la Metafísica de las


costumbres, Cap I.

4. Abbagnano, Nicolas. Diccionario de Filosofía.

5. Kant, Immanuel. Metafísica de las costumbres, Cap II.

6. Kant, Immanuel. Fundamentación de la Metafísica de las


costumbres, Cap I.

7. Savater, Fernando. La Aventura del Pensamiento, Pag. 173.

8. Rodríguez, Roberto. Lecciones de ética Immanuel Kant, Pag. 113.

9. Kant, Immanuel. Metafísica de las costumbres, Cap III.


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Fundamentación de la metafísica de las


costumbres
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La Fundamentación de la metafísica de las costumbres (en alemán: Grundlegung zur
Metaphysik der Sitten) también conocido como los Fundamentos de la metafísicas de la moral, es el
primero de los trabajos maduros de Immanuel Kant en la filosofía de la moral y sigue siendo uno de
los más influyentes en su campo. Publicado en 1785, Kant concibe su investigación como un trabajo
de éticas fundamentales, una que despeja el camino para futuras investigaciones al explicar los
conceptos centrales y los principios de una teoría moral, mostrando que éstos son normativos para
agentes racionales. Kant aspira a no menos que esto: revelar los principios fundamentales de la
moralidad y mostrar que son aplicables para nosotros. En el texto, Kant argumenta que una acción
moral está determinada por el carácter del principio por el cual una persona decide actuar, esto es,
un principio estrictamente puro o "a priori" (sin contenidos empíricos o "a posteriori"). Por esta razón,
la ética kantiana toma una postura contraria a la Teoría del Sentido Moral y otras teorías teleológicas
morales que dominaban la filosofía moral en la época que escribía.
En esta obra Kant busca desarrollar el sistema de toda la moralidad, pudiéndosele considerar como
el «edificio de la moralidad».1
La base de la obra es lograr el estudio de la moralidad pura, dejando de lado cualquier principio
empírico y asentando la moralidad en la buena voluntad, que sería lo único bueno sin restricciones,
por cuanto remite a la ley moral que dicta la razón pura práctica.

Por eso mismo es la Fundamentación la obra moral de Kant en donde su


pensamiento ético llega a mayor claridad de expresión y en donde se
encuentran las fórmulas más felices y preñadas de sentido.
Manuel García Morente, introducción a la Fundamentación

Índice
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 1Divisiones del libro


o 1.1Prefacio
o 1.2Sección Uno
 1.2.1La Buena Voluntad
 1.2.2El Argumento Teleológico
 1.2.3Las tres Proposiciones respecto al Deber
 1.2.4Imperativo Categórico
o 1.3Sección Dos
 1.3.1Imperativos
 1.3.2El Imperativo Categórico
 1.3.3La Fórmula de la Ley Universal de la Naturaleza
 1.3.4La Fórmula de la Humanidad
 1.3.5La Fórmula de Autonomía y el Reino de los Fines
o 1.4Sección Tres
 1.4.1Libertad y Voluntad
1.4.2Ocupando Dos Mundos
 2Reacción Crítica
 3Ediciones en español
 4Referencias
 5Véase también
 6Enlaces externos
Divisiones del libro[editar]
 Prefacio.
 Capítulo primero: Tránsito del conocimiento moral, vulgar de la razón al conocimiento filosófico.
 Capítulo segundo: Tránsito de la filosofía moral popular a la metafísica de las costumbres.
 Capítulo tercero: Último paso de la metafísica de las costumbres a la crítica de la razón pura
práctica.
El libro está dividido en un prefacio seguido por tres secciones. El argumento de Kant parte desde el
razonamiento común hasta la ley suprema incondicional a fin de identificar su existencia. Él
entonces trabaja al revés desde ahí para probar la relevancia y peso de la ley moral. La tercera y
última sección del libro es famosamente oscura y es parte porque de esto, más tarde Kant, en 1788,
decide publicar Crítica de la razón práctica.
Prefacio[editar]
En el prefacio para los Fundamentos, Kant motiva la necesidad para una filosofía pura moral y hace
algunas observaciones para situar su proyecto y explicar sus métodos de investigación. Kant abre el
prefacio con una afirmación de la idea antigua griega de una división en tres partes de la filosofía en
lógica, física, y ética.

Lógica es puramente formal. Esta se ocupa solamente con la forma de pensamiento en sí y no con
algún objeto en particular. La Física y la Ética, por el otro lado, se encargan de objetos particulares:
la física está interesada por las leyes de la naturaleza, la ética por las leyes de la libertad.
Adicionalmente, la lógica es una disciplina a priori i.e., las verdades lógicas no dependen de ninguna
experiencia particular para sus justificaciones. Por contraste, la física y ética son disciplinas mixtas
que contienen partes empíricas y partes no empíricas. La parte empírica de la física trata con
fenómenos contingentemente verdaderos como qué tipo de entidades físicas existen y las relaciones
en las que éstas se sostienen; la parte no empírica trata con conceptos fundamentales como el
espacio, el tiempo y la materia. Del mismo modo, la ética contiene una parte empírica que trata de la
cuestión de lo que, dada las contingencias de la naturaleza humana, tiende promover el bienestar de
la humanidad, y una parte no empírica que se ocupa de una investigación "a priori" de la naturaleza
y esencia de la moralidad. Debido a que es "a priori" Kant llama a esta última parte no empírica de la
ética "metafísica de la moral", y a la parte no empírica de la física "metafísica de la naturaleza".
Kant procede a motivar la necesidad de la clase especial de investigación que él llama una
metafísica de la moral: " Que debe haber una filosofía es evidente desde la idea común del deber y
de las leyes morales". La ley moral debe "llevar consigo absoluta necesidad" (4:389). El contenido y
la obligatoriedad de la ley moral, en otras palabras, no varía de acuerdo a las particularidades de
agentes o de sus circunstancias.
Dado que la ley moral, si es que existe, es universal y necesaria, el único medio apropiado para
investigar es a través de una reflexión racional "a priori". Por lo tanto, una comprensión teórica
correcta de la moralidad requiere de una metafísica de las costumbres. Kant piensa que hasta que
nosotros hayamos completado este tipo de investigación " las costumbres en sí son susceptibles a
todo tipo de corrupción" porque la "guía y norma suprema para estimar correctamente faltan" Una
cuenta completamente especificada de la ley moral protegerá contra los errores y a la
racionalización al que el razonamiento de la moral humana es propensa(4:390) La búsqueda por el
principio supremo de la moralidad-el antídoto a la confusión en la esfera moral- ocupará Kant para
los dos primeros capítulos de la "Fundamentación de la Metafísica de las costumbres"
En esencia, las observaciones de Kant en el prefacio preparan al lector para el empuje de las ideas
que va a desarrollar en su libro "Fundamentación". El propósito de "Fundamentación" es preparar las
bases para la teoría moral. Porque Kant cree que cualquier hecho que esté basado en conocimiento
empírico debe ser contingente, solo puede derivar en la necesidad de que la ley moral requiere de
un razonamiento "a priori". Es con este significado de necesidad en mente, que el libro intenta
establecer una ética pura "a priori". Tal ética explica la posibilidad de una ley moral y localiza lo que
Kant llama el "principio supremo de la moralidad". El objetivo de las siguientes secciones del libro
"Fundamentación de la metafísica de la moral" es explicar cómo tendría que ser la ley moral si
existiera y mostrar, que de hecho, ésta existe y es acreditada por nosotros.
Sección Uno[editar]
En la sección uno, Kant argumenta desde la moralidad del sentido común para llegar al principio
supremo de la moral, que él llama imperativo categórico. Kant piensa que las premisas no
controversiales de nuestra compartida moralidad del sentido común y el análisis de los conceptos de
sentido común tales como "el bien", "el deber" y " valor moral" cederán el principio supremo de la
moral, es decir, el imperativo categórico.
La discusión de Kant en la sección uno se puede dividir en cuatro partes: (1) La buena voluntad. (2)
El argumento teleológico. (3) Las tres proposiciones en relación al deber y (4) El imperativo
categórico.

La Buena Voluntad[editar]
Kant piensa que con la excepción de la buena voluntad todos los bienes son condiciones. Esto
quiere decir que esos bienes son buenos en la medida en que suponen o derivan su bondad de algo
más. Por ejemplo, la riqueza, puede ser útil si es usada para el bienestar de la humanidad, pero
puede ser perjudicial si hay una mente corrupta detrás. En la misma línea, a menudo deseamos
inteligencia y la tomamos como algo bueno, pero ciertamente no tomamos la inteligencia de un
genio malvado como bueno. La buena voluntad, al contrario, es buena por sí misma, no está
condicionada a otra cosa.

El Argumento Teleológico[editar]
Kant cree que un argumento teleológico se puede dar para demostrar que "la verdadera vocación de
la razón, debe producir una voluntad que sea buena" (4:396) Al igual que con otros argumentos
teleológicos para la existencia de Dios, el argumento teleológico de Kant es motivado por una
apelación a una creencia o sentido de que todo el universo o parte de éste sirve algún telos, fin o
propósito. Si las creaturas de la naturaleza están determinadas, Kant piensa que su capacidad para
razonar ciertamente no serviría a un propósito de auto preservación o consecución de la felicidad,
los cuales son mejor servidos por sus inclinaciones naturales. Lo que guía a la voluntad en esos
asuntos es la inclinación. Por el método de eliminación, Kant argumenta que la capacidad para
razonar debe servir para otro propósito, es decir, para producir una voluntad que es...buena por sí
misma..." El argumento de la teología de Kant es interpretado como problemático. El argumento está
basado en la suposición de que nuestras facultades naturales tienen propósitos distintos para los
cuales son más adecuados y es cuestionable si Kant puede acogerse a este tipo de argumento.
Las tres Proposiciones respecto al Deber[editar]
El argumento teológico aunque con defectos, todavía ofrece esa distinción crítica entre una voluntad
guiada por disposición y una voluntad guiada por la razón. La voluntad que está guiada por la razón,
Kant discutiría, es la voluntad que actúa desde el deber. El argumento de Kant evoluciona por medio
de las tres proposiciones, la última, derivada de las primeras dos. Aunque Kant nunca
explícitamente declara cuál es la primera proposición, está claro que su contenido está sugerido por
la observación de sentido común. El sentido común distingue entre: (a) el caso en el que la persona
claramente actúa contrario al deber; (b) el caso en el cual las acciones de una persona coinciden
con el deber, pero no están motivadas por este motivo. y (c) el caso en el cual las acciones de una
persona coinciden con el deber porque está motivada por el deber. Kant ilustra la distinción entre (b)
y (c) con el ejemplo de un dueño de una tienda (4:397) que elige no cobrar de más a un cliente
inexperto con el fin de preservar la reputación de su negocio. Porque no está motivado por el deber,
la acción del dueño de la tienda no tiene valor moral. Kant contrasta al dueño de la tienda con el
caso de una persona que enfrenta con “adversidad y dolor desesperanzado” obedece su deber para
preservar su vida. Porque esta persona actúa desde el deber, sus acciones tienen valor moral. Kant
piensa que nuestras acciones solamente tienen valor moral y merecen aprecio cuando están
motivadas por el deber.
Investigadores discrepan sobre la formulación precisa de la primera proposición. Una interpretación
afirma que la proposición faltante es que un acto tiene valor moral solo cuando su agente está
motivado por respeto a la ley, como el caso del hombre que preservo su vida solo por deber. Otra
interpretación asevera que la proposición es que un acto tiene valor moral solo si el principio de
actuar en consecuencia genera no contingentemente la acción moral. Si el dueño de la tienda en el
ejemplo de arriba hubiera hecho su elección supeditado a lo que serviría a los intereses de su
negocio, entonces su acto no tiene valor moral.
La segunda proposición de Kant establece que “una acción desde el deber tiene su valor moral no
en el propósito de ser alcanzado por ésta sino por el máximo en concordancia con lo que se decide
y por lo tanto no depende de la realización del objeto de la acción sino simplemente decidido con
respecto al principio de voluntad en concordancia con la que la acción es realizada sin consideración
para ningún objeto de la facultad de deseo. Un máximo de una acción es su principio de voluntad.
Por esto, Kant se refiere a que el valor moral de un acto depende no de sus consecuencias,
intencionales o reales, sino en el principio por el que se actúa.
Kant combina estas dos proposiciones en una tercera proposición, una completa afirmación de
nuestras nociones del sentido común del deber. Esta proposición es que “el deber es necesidad de
acción desde el respeto por la ley” Esta última proposición sirve como la base del argumento de
Kant por el supremo principio de moralidad, el imperativo categórico.

Imperativo Categórico[editar]
Kant piensa que todas nuestras acciones ya sean motivadas por inclinación o moralidad deben
seguir algunas leyes. Por ejemplo si una persona quiere calificar para las nacionales de frisbee,
tendrá que seguir una norma que le explique que debe practicar su pase de revés entre otras cosas.
Nótese, sin embargo que esta ley solo es vinculante con la persona que quiere calificar a las
nacionales en “ultimate frisbee”. De este modo, es vinculante en cuanto a los fines que establece y
las circunstancias en las que está. Sin embargo, nosotros sabemos por la tercera proposición que la
ley moral debe obligar universalmente y necesariamente independiente de los fines y circunstancias.
Para este punto, Kant pregunta “ ¿qué tipo de ley puede ser, la representación de la que debe
determinar la voluntad incluso sin tener en cuenta el efecto que se espera de él….?” (4:402). Kant
concluye que la única alternativa restante es una ley que refleje solo la forma de ley en sí, a saber el
de la universalidad. Así, Kant llega a su imperativo categórico bien conocido, la ley moral
referenciada en la discusión anterior del deber. Kant define el imperativo categórico de la siguiente
manera: “Yo nunca debo de actuar excepto en una manera que yo también pueda que mi máximo
pueda convertirse en una ley universal” (4:402)
Sección Dos[editar]
En la Sección II, Kant parte de cero e intenta pasar de la filosofía moral popular a una metafísica de
las costumbres. Kant comienza la Sección II de la “fundamentación” por criticar los intentos de
comenzar la evaluación moral con la observación empírica. Afirma que incluso cuando tomamos a
nosotros mismos para comportarnos moralmente, no podemos estar del todo seguros de que
estamos puramente motivados por el deber y no por inclinaciones. Kant observa que los humanos
son muy buenos para engañarse a sí mismos cuando se trata de la evaluación de las motivaciones
para actuar, y por lo tanto, incluso en circunstancias en las que los individuos se creen estar
actuando desde el deber, es posible que estén actuando solo en conformidad con el deber y estén
motivados por algún deseo contingente. Sin embargo, el hecho de que nos veamos tan a menudo
por debajo de lo que exige la moralidad de nosotros indica que tenemos un concepto funcional de la
ley moral.
Kant empieza su nuevo argumento en la Sección II con algunas observaciones acerca disposición
racional. Todas las cosas de la naturaleza tienen que actuar de acuerdo con las leyes, pero solo los
seres racionales actúan en concordancia con la representación de una ley. En otras palabras, solo
los seres racionales tienen la capacidad de reconocer y consultar leyes y principios para guiar su
comportamiento. Por lo tanto, solo las criaturas racionales tienen razón práctica. las leyes y
principios que los agentes racionales consultan imperativos de rendimiento o reglas que requieren
de la voluntad. Por ejemplo, si una persona quiere calificar para los nacionales en “ultimate frisbee”
el reconocerá y consultará las reglas que le digan cómo alcanzar ese objetivo. Estas reglas le
proveerán con imperativos que él debe de seguir siempre y cuando él quiera calificar para los
nacionales.

Imperativos[editar]
Imperativos son hipotéticos o categóricos. Los imperativos hipotéticos proporcionan las reglas que
un agente debe seguir cuando se adopta un extremo contingente (fin basado en deseo o inclinación)
Entonces, por ejemplo si yo quiero helado, iría a la heladería o a hacerme un poco de helado. Pero
note que este imperativo solo se da si quiero helado. Si yo no tengo interés en helado, el imperativo
no me afecta. Kant piensa que hay dos tipos de imperativos hipotéticos: reglas de habilidad y
consejos de prudencia. Las reglas de habilidad están determinadas por los fines particulares que
establecemos y nos dice qué es necesario para alcanzar esos fines particulares. Sin embargo, Kant
observa que hay un fin que todos compartimos, nuestra propia felicidad. Por desgracia, es difícil, si
no imposible, saber qué nos hará felices o cómo alcanzar las cosas que nos harían felices. Por lo
tanto, sostiene que podemos a lo más tener consejos de prudencia a diferencia de las reglas
absolutas.

El Imperativo Categórico[editar]
Recordemos que la ley moral, si existe, debe aplicar de forma universal y necesariamente. Por lo
tanto, una ley moral nunca podría descansar en imperativos hipotéticos que solo se aplica si uno
adopta un fin particular. Más bien, el imperativo asociado con la ley moral debe ser un imperativo
categórico. El imperativo categórico es válido para todos los agentes racionales independientemente
de los fines variables que una persona pueda tener. Si pudiéramos encontrarlo, el imperativo
categórico nos daría la ley moral. ¿Cómo se vería el imperativo categórico? Sabemos que nunca
podría basarse en fines particulares que las personas adoptan para darse reglas de acción. Kant
piensa que esto nos deja con una alternativa restante específicamente que el imperativo categórico
debe estar basado en la noción de una ley misma. Las leyes por definición aplican universalmente.
De esta observación, Kant deriva el imperativo categórico que exige que los agentes morales actúen
solo de una manera en la que el principio de su acción pueda convertirse en una ley universal
(4:421) El imperativo categórico es una prueba de los máximos propuestos; esto no genera una lista
de deberes por sí mismo. El imperativo categórico es la declaración general del principio supremo
de moralidad, pero Kant ofrece tres formulaciones diferentes de esta afirmación general.

La Fórmula de la Ley Universal de la Naturaleza[editar]


La primera formulación establece que una acción es moralmente permisible si cada agente puede
adoptar el mismo principio de acción sin generar una de los dos tipos de contradicciones. Esta
fórmula es llamada la Fórmula para la Ley Universal de la Naturaleza. Afirma que uno debe “actuar
como si el máximo de su acción llegará a ser por su voluntad una ley universal de la naturaleza”
(4:421) Un máximo propuesto puede fallar en cumplir con el requisito en una o dos maneras.
Primero, uno podría encontrarse con un escenario en el que el máximo propuesto por uno sea
imposible en un mundo en el que se universaliza. Por ejemplo supongamos que una persona
necesitada de dinero hace que su máximo de obtener un préstamo haciendo una falsa promesa de
devolver el dinero. Si todo siguiéramos ese principio nadie confiaría en la otra persona cuando ella le
hizo una promesa y la institución de hacer promesas sería destruida. Pero el máximo de hacer una
falsa promesa con el fin de obtener un préstamo se basa en la misma institución de hacer promesas
que la universalización de esta máxima destruye. Kant llama a este tipo de contradicción una
“contradicción en la concepción” porque es imposible concebir del máximo de ser universalizado
(4:424)
Segundo, un máximo puede fallar por generar lo que Kant llama “contradicción en querer”(4:424)
Este tipo de contradicción se produce cuando el máximo universalizado contradice algo que los
agentes racionales necesariamente quieren. Por ejemplo, una persona puede tener un máximo de
nunca ayudar a otros cuando lo necesitan. Sin embargo, Kant piensa que todos los agentes
necesariamente desean la ayuda de otros de vez en cuando. Por lo tanto, es imposible para el
agente desear que su máximo sea universalmente adoptado. Si en un intento de universalizar un
máximo resulta en contradicción en su concepción, este viola lo que Kant llama el deber perfecto. Si
resulta en “contradicción en querer”, este viola lo que Kant llama el deber imperfecto. Deberes
perfectos son deberes negativos, es decir, los deberes no se comprometen o se dedican en ciertas
acciones o actividades (por ejemplo robo). Los deberes imperfectos son deberes positivos, derechos
de comprometerse e involucrarse en ciertas acciones o actividades (por ejemplo dar a caridad) En la
“Fundamentación”, Kant dice que los deberes perfectos nunca admiten una excepción para el bien
de las inclinaciones (4:421n), lo que a veces se toma para implicar que los deberes imperfectos “sí”
admiten una excepción para el bien de la inclinación. Sin embargo, en un trabajo posterior “La
metafísica de las costumbres” Kant sugiere que los deberes imperfectos solo permiten flexibilidad en
la forma que se elija para cumplir con ellas. Kant piensa que tenemos deberes perfectos e
imperfectos tanto para nosotros como para los demás.

La Fórmula de la Humanidad[editar]
La segunda formulación de un imperativo categórico es la fórmula de la humanidad, lo que Kant
llega al considerar el suelo motivador del imperativo categórico. Debido a que la ley moral es
necesaria y universal su base motivacional debe tener valor absoluto (4:428) Si tuviéramos que
encontrar algo con tanto valor absoluto, un fin en sí mismo, que sería el único fundamento posible
de un imperativo categórico. Kant afirma que “un ser humano y generalmente todo ser racional
existe como un fin en sí mismo” (4:428) El imperativo correspondiente, la Fórmula de Humanidad,
ordena que “uses a la humanidad, tanto en tu propia persona o en la persona de cualquier otro
siempre al mismo tiempo como un fin y nunca solo como un medio” (4:429) Cuando tratamos a otros
simplemente como medios para nuestros fines discrecionales, violamos el deber perfecto. Sin
embargo, Kant piensa que también tenemos un deber imperfecto para avanzar en el fin de la
humanidad. Por ejemplo hacer una falsa promesa a otra persona para alcanzar el fin de obtener
dinero trata a su naturaleza racional como un simple medio para un fin egoísta. Esto es, por lo tanto,
una violación de un deber perfecto. Por el contrario, es posible dejar de donar a la caridad sin tratar
a otra persona como un simple medio para un fin, pero al hacerlo, no somos capaces de avanzar en
el fin de la humanidad, violando así un derecho imperfecto.
La Fórmula de Autonomía y el Reino de los Fines[editar]
La Fórmula de Autonomía toma algo importante de la fórmula de la Ley Universal de la Naturaleza y
la fórmula de la Humanidad. La fórmula de la Ley Universal de la Naturaleza involucra pensar en el
máximo como si este fuera una ley objetiva, mientras que la Fórmula de Humanidad es más
subjetiva y tiene que ver con cómo se está tratando a la persona con la que se está interactuando.
La Fórmula de Autonomía combina la objetividad de la primera con la subjetividad de esta última y
sugiere que el agente pregunte qué aceptaría como ley universal. Para ello, tendría que poner a
prueba sus máximos en contraste con la ley moral que él ha legislado. El Principio de autonomía es
“el principio de toda voluntad humana como una voluntad universalmente legislada a través de todos
sus máximos” (4:432) Kant piensa que la Fórmula de Autonomía le cede a otro “concepto fructífero”
el reino de los fines. El reino de los fines es la “unión sistemática” de todos los fines en sí mismos
(agentes racionales) y los fines que se hayan fijado. Todos los fines que los agentes racionales
establecen tienen un precio y pueden ser intercambiados uno por otro. Los fines en sí mismos, sin
embargo, tienen dignidad y no tienen equivalente. Además de ser la base de la fórmula de la
autonomía y del reino de los fines, la autonomía juega un papel importante en la filosofía moral de
Kant. La autonomía es la capacidad de ser el legislador de la ley moral, es decir, dar a sí mismo la
ley moral. La autonomía es opuesta a la heteronomía que consiste en tener la voluntad determinada
por fuerzas ajenas a él. Debido a que las fuerzas desconocidas solamente pueden determinar
nuestras acciones de manera contingente, Kant cree que la autonomía es la única base para una ley
moral no contingente. es en no ver esta distinción que Kant cree sus predecesores han fracasado:
sus teorías habían sido todas heterónomas. Para este punto, Kant nos ha dado una imagen de lo
que un derecho universal y necesario se vería en caso de que existiera. Sin embargo, él todavía le
falta probar que sí existe, o en otras palabras, que aplica para nosotros. Esa es la tarea de la
Sección III
Sección Tres[editar]
En la sección III, Kant argumenta que tenemos una libre elección y por consiguiente moralmente
legislador de sí mismo. El hecho de la libertad significa que estamos atados por la ley moral.
Durante el curso de su discusión, Kant establece dos puntos de vista de los cuales nos podemos
considerar nosotros mismos. Podemos vernos a nosotros mismos como miembros del mundo de las
apariencias- que opera de acuerdo a las leyes de la naturaleza- o podemos vernos como miembros
del mundo intelectual que es como nos vemos a nosotros cuando pensamos en nosotros como
teniendo libre albedrío y cuando pensamos en cómo actuar. Estos dos puntos de vista diferentes le
permite a Kant dar sentido a cómo podemos tener nuestro libre albedrío, a pesar del hecho de que
el mundo de las apariencias sigue las leyes de naturaleza determinista. Finalmente, Kant recalca
que mientras a él le gustaría ser capaz de explicar cómo la moralidad termina motivándonos, su
teoría es incapaz de hacerlo. Esto se debe a que el mundo intelectual en el que se basa la
moralidad es algo acerca de la que no podemos hacer afirmaciones positivas.

Libertad y Voluntad[editar]
Kant abre la sección III al definir la voluntad como la causa de nuestras acciones. De acuerdo con
Kant, el tener una voluntad es lo mismo que ser racional y tener un libre albedrío significa tener una
voluntad que no está influenciada por fuerzas externas. Esta es una definición negativa de libertad.
Esta nos dice que la libertad es libertad por determinación de fuerzas desconocidas. Pero Kant
también proporciona una definición positiva de la libertad: un libre albedrío Kant afirma, se da a sí
misma una ley- esta establece sus propios fines y tiene un poder causal especial para hacerlos
realidad. El Libre albedrío es uno que tiene el poder de llevar a cabo sus propias acciones en un
modo que es distinto de la forma en que leyes normales de la naturaleza causan que las cosas
sucedan.
Según Kant, necesitamos leyes para poder actuar. Una acción que no se basa en algún tipo de ley
sería arbitraria y no del tipo de cosas que llamaríamos el resultado de la voluntad. Debido a que el
libre albedrío no es meramente empujado por fuerzas externas, las fuerzas externas no
proporcionan las leyes del libre albedrío. La única fuente del derecho para el libre albedrío es la
voluntad propia. Esta es la noción de autonomía de Kant. Por lo tanto, la noción de libertad de la
voluntad de Kant requiere que sean moralmente auto-legislativos que nosotros impongamos la ley
moral en nosotros mismos. Kant piensa que el entendimiento positivo de libertad viene a ser lo
mismo que el imperativo categórico y que “una voluntad libre y una voluntad bajo leyes morales son
una misma cosa” Esta es una noción clave que los estudiosos posteriores llaman la tesis de
reciprocidad. La tesis de reciprocidad establece que la voluntad está ligada por la ley moral si y solo
si está libre. Esto significa que si sabes que alguien es libre entonces sabes que la ley moral aplica
para ellos y viceversa. Kant entonces pregunta por qué tenemos que seguir el principio de la
moralidad. Él está forzado a “admitir que ningún interés me incita a hacerlo”. Él dice que nosotros
claramente sí “nos vemos a nosotros mismos como libres en acción y aun así nos vemos sujetos a
ciertas leyes” pero se pregunta cómo es esto posible. Él luego explica cómo es posible apelando a
las dos perspectivas que nos podemos considerar a nosotros mismos por debajo. De acuerdo con
Kant, los seres humanos no pueden saber la estructura última de la realidad. Mientras que los seres
humanos experimentan el mundo en tres dimensiones espaciales y que se extienden en el tiempo,
nosotros no podemos decir nada acerca de cómo la realidad es en última instancia desde la
perspectiva del ojo de Dios.
Desde esta perspectiva del ojo de Dios, el mundo puede ser nada parecido a la forma en que
aparece a los seres humanos. No podemos salir de nuestras cabezas y dejar nuestra perspectiva
humana sobre el mundo para saber cómo es independientemente de nuestro punto de vista; solo
podemos saber cómo se ve el mundo desde nuestra visión y no cómo el mundo es por sí mismo.
Kant llama al mundo tal como se nos presenta, desde nuestro punto de vista, el mundo de los
sentidos o de apariencias. El mundo desde la perspectiva de dios es el mundo de las cosas en sí
mismas o en el “mundo del conocimiento”. Es la distinción entre estas dos perspectivas que Kant
apela a explicar cómo la libertad es posible. En la medida en que tomamos nosotros el estar
ejerciendo nuestro libre albedrío, Kant argumenta que tenemos que considerarnos desde la
perspectiva del mundo del conocimiento. Es solo en el mundo del conocimiento que tiene sentido
hablar del libre albedrío. En el mundo de las apariencias, todo está determinado por leyes físicas y
no hay cuarto para que el libre albedrío cambie el curso de los eventos. Si te consideras como parte
del mundo de las apariencias, entonces no puedes pensar por ti mismo al tener una voluntad que
trae consigo cosas.

Ocupando Dos Mundos[editar]


De acuerdo a Kant, el imperativo categórico es posible porque aunque podamos ser pensados como
miembros de ambos mundos (conocimiento y apariencia), es el mundo del conocimiento que
“contiene la base del mundo de los sentidos (apariencia) y también de sus leyes. “Lo que esto
significa es que el mundo del conocimiento es más fundamental que las “bases” del mundo de los
sentidos. Debido a esto, la ley moral que se aplica claramente al mundo del conocimiento también
aplica para el mundo de los sentidos porque el mundo del conocimiento tiene prioridad. Para poner
la idea de manera un poco diferente: Porque el mundo del conocimiento es más fundamental y
primaria, sus leyes se mantienen para el mundo de los sentidos también. Entonces la ley moral nos
une aún en el mundo de las apariencias. De acuerdo con Kant, nos creemos que tenemos libre
albedrío. Esto nos hace hacer juicios tales como “debiste de haber hecho esa cosa que no hiciste”
Kant sostiene que esta noción de libertad no puede ser derivada de nuestra experiencia. Podemos
estar seguros de que este concepto de libertad no viene de la experiencia porque la experiencia
misma lo contradice. Nuestra experiencia es de todo en el mundo sensible y en el mundo sensible
todo lo que sucede, lo hace de acuerdo a las leyes de la naturaleza y no hay espacio para que el
libre albedrío influya en los acontecimientos.
Así Kant argumenta que estamos comprometidos a dos posiciones incompatibles. Desde la
perspectiva de la razón práctica que está involucrada cuando consideramos cómo actuar nos
tenemos a nosotros mismos como libres. Pero desde la perspectiva del razonamiento especulativo
que está pendiente con investigar la naturaleza del mundo de la apariencia, la libertad es imposible.
Así que estamos comprometidos con la libertad por un lado y sin embargo en el otro lado estamos
comprometidos a un mundo de apariencias que es operado por leyes de la naturaleza y no tiene
cuarto para la libertad. No podemos desistir de ninguna. No podemos evitar tomarnos a nosotros
mismos como libres cuando actuamos y tampoco abandonar nuestra imagen del mundo como está
establecido por las leyes de la naturaleza. Como Kant lo pone, existe una contradicción entre
libertad y necesidad natural. Él lo llama el dialecto de la razón.
La manera en que Kant sugiere que deberíamos lidiar con este dialecto es a través de un llamado a
las dos perspectivas que podamos tomar para nosotros mismos. Esto es el mismo tipo de
movimiento que hizo anteriormente en esta sección. Por una perspectiva, la perspectiva del mundo
del entendimiento, somos libres mientras que de la otra, la perspectiva del mundo de los sentidos o
apariencias, las leyes naturales determinan todo lo que sucede. No hay contradicción porque la
afirmación de la libertad aplica para un mundo y la afirmación de las leyes de la naturaleza
determinando todo aplica para otros. Las afirmaciones no entran en conflicto porque tienen distintos
objetivos.
Kant advierte que no podemos sentir o intuir este mundo del conocimiento. También hace hincapié
de que somos incapaces de hacer interesantes afirmaciones positivas sobre eso porque no somos
capaces de experimentar el mundo del conocimiento. Kant sostiene que no podemos usar la noción
del mundo del conocimiento para explicar cómo la libertad es posible o cómo la razón pura puede
tener algo que decir acerca de asuntos prácticos, porque simplemente no lo hacemos ni podemos
tener una comprensión suficientemente clara del mundo del conocimiento. La noción de un mundo
inteligible sí nos apunta hacia la idea de un reino de fines que es una idea útil e importante. Solo
tenemos que tener cuidado de no dejarnos llevar y hacer afirmaciones que no tienen derecho.

Reacción Crítica[editar]
En su libro En la Base de la Moral (1840), Arthur Schopenhauer se presenta un análisis cuidadoso
de la Fundamentación Su crítica es un intento de probar, entre otras cosas, que las acciones no son
morales cuando son desempeñadas únicamente por el deber. Schopenhauer específicamente
señaló el imperativo categórico etiquetándolo como algo frío y egoísta. Mientras se declaraba
públicamente un kantiano e hizo claras y atrevidas críticas a la filosofía hegeliana, él fue rápido e
imparable en su análisis de las inconsistencias a lo largo del desarrollo del trabajo de Kant.2

Ediciones en español[editar]
 La primera traducción realizada por Manuel García Morente en 1921 es la más reconocida y
utilizada, por ser fidedigna al estilo del texto alemán. Fue publicada en la Colección Universal de
la Editorial Calpe y más tarde, en 1946, tomada por Espasa-Calpe para la Colección Austral,
donde se realizaron ocho ediciones, hasta 1983. Esta Editorial realizó el año 1998 una nueva
edición, pero en ella no mencionan traductor, aunque esta es coincidente con la de Morente.3

 La Cimentación para la metafísica de las costumbres es la traducción de C. Martínez Ramírez,


en Editorial Aguilar, Buenos Aires. Se realizaron cuatro ediciones, hasta 1973.

 En el año 1996 apareció la edición bilingüe traducida por José Mardomingo, en la editorial Ariel,
Barcelona.

Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Introducción de Manuel García Morente a
la Fundamentación de la metafísica de las costumbres
2. Volver arriba↑ Moralidad y Felicidad en Schopenhauer y Kant:
conciertos y desacuerdos, Luciana Samamé. Revista Voluntas:
estudos sobre Schopenhauer Vol. 2 – Nº 2 –

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