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FACULTAD DE PSICOLOGÍA

E. P. “Psicología Organizacional y de la
Gestión Humana”

ACTITUDES

CURSO
Psicología social

PROFESOR
tanita

ESTUDIANTE
Arenaza Rivas Jose Julian 17180054
Torres Maribel 171800...

LIMA
2017
ACTITUD

EL CONCEPTO DE ACTITUD
La actitud es el comportamiento que emplea un individuo para hacer las labores.
En este sentido, se puede decir que es su forma de ser o el comportamiento de actuar,
también puede considerarse como cierta forma de carácter, por tanto, secundario, frente
a la motivación biológica, de tipo primario que impulsa y orienta la acción hacia
determinados objetivos y metas.

ACTITUD Y APTITUD
Los términos actitud y aptitud generan ciertas confusiones debido a su gran
similitud al momento de ser pronuncias y escritas, pero es de gran relevancia tener
conocimiento de que ambos poseen diferentes definiciones.
Aptitud de origen latín aptus que significa 'capaz para', es la idoneidad que posee un
individuo para ejercer un empleo o cargo y, la capacidad o disposición para el buen
desempleo de un negocio o industria. En referencia a los objetos, es la cualidad que
hacen que sea adecuado para un fin determinado. En cambio, actitud es la voluntad o
disposición que posee un individuo para realizar una determinada actividad, también
este término hace referencia a la postura del cuerpo humano o animal como fue referido
anteriormente.

ORÍGENES Y SIGNIFICADO DE LAS ACTITUDES


La Real Academia Española menciona tres definiciones de la palabra actitud,
un término que proviene del latín actitudo. De acuerdo a la RAE, la actitud es el estado
del ánimo que se expresa de una cierta manera (como una actitud conciliadora). Las
otras dos definiciones hacen referencia a la postura: del cuerpo de una persona (cuando
transmite algo de manera eficaz o cuando la postura se halla asociada a la disposición
anímica) o de un animal (cuando logra concertar atención por alguna cuestión).
Según la psicología, la actitud es el comportamiento habitual que se produce en
diferentes circunstancias. Las actitudes determinan la vida anímica de cada individuo.
Las actitudes están patentadas por las reacciones repetidas de una persona. Este término
tiene una aplicación particular en el estudio del carácter, como indicación innata o
adquirida, relativamente estable, para sentir y actuar de una manera determinada.
En el contexto de la pedagogía, la actitud es una disposición subyacente que,
con otras influencias, contribuye para determinar una variedad de comportamientos en
relación con un objeto o clase de objetos, y que incluye la afirmación de las
convicciones y los sentimientos acerca de ella y sobre acciones de atracción o rechazo.
La formación de actitudes consideradas favorables para el equilibrio de la persona y el
desarrollo de la sociedad es uno de los objetivos de la educación. En sociología, la
actitud consiste en un sistema de valores y creencias, con cierta estabilidad en el
tiempo, de un individuo o grupo que se predispone a sentir y reaccionar de una manera
determinada ante algunos estímulos. A menudo, la actitud se asocia con un grupo o
incluso con un género. Por ejemplo, un comportamiento particular puede ser clasificado
como actitud femenina o actitud del hombre.
En las teorías del aprendizaje las actitudes se aprenden al igual que todo en la
vida. Captamos nueva información y aprendemos los sentimientos, acciones y
pensamientos que se encuentran relacionados con ellos. En esta línea de pensamiento se
concibe a las personas como seres sujetos pasivos donde el aprendizaje es el detonador
de la actitud que puedan tomar. La misma depende íntimamente de la cantidad de
elementos positivos y negativos que haya aprendido el sujeto.
La actitud es la manifestación o el ánimo con el que frecuentamos una determinada
situación, puede ser a través de una actitud positiva o actitud negativa. La actitud
positiva permite afrontar una situación enfocando al individuo únicamente en los
beneficiosos de la situación en la cual atraviesa y, enfrentar la realidad de una forma
sana, positiva y efectiva. A su vez, la actitud negativa no permite al individuo sacar
ningún aprovecho de la situación que se está viviendo lo cual lo lleva a sentimientos de
frustración, resultados desfavorables que no permiten el alcance de los objetivos
trazados.
Las teorías de la consistencia cognitiva afirman que las personas buscan la
coherencia en su vida y que en base a conseguirla es que varían sus actitudes y
pensamientos para sentir una unicidad en su ser interno pues la presencia de dos estados
de consciencia (incoherencia) les incomoda. En este caso la actitud tendría que ver con
la sucesión de acciones que aseguren un equilibrio para el individuo.
En las teorías de la disonancia cognitiva se sostiene que, al igual que lo
explicado en la teoría anterior, los sujetos se sienten incómodos cuando poseen ideas o
actitudes que se contradicen (disonancia) y como consecuencia de ello buscan disminuir
dicha disonancia. Lo mismo ocurre cuando se realiza una acción que va en contra de lo
que el sujeto cree o no se relaciona con la vida que desea llevar, con quién es.

TIPOS DE ACTITUDES:
Actitud desinteresada. - Es la que lleva a una persona tener presente a otra no
como un medio para conseguir algo, sino como un fin para alcanzar un beneficio
propio. Para conseguirla hacen falta cuatro cualidades: disponibilidad, apertura,
aceptación y solicitud.
Actitud manipuladora. - Es la que ejerce una persona para alcanzar un fin
personal y tiene en cuenta al otro como un medio, otorgándole la atención
suficiente para conseguir su objetivo.
Actitud interesada. - Es causada por una situación de indigencia. Una persona
se ve privada de algo que necesita y busca por todos los medios recuperar o
conseguir satisfacer sus necesidades. Los demás, son también un recurso que
puede ayudarla a salir de esa situación de desamparo.
Actitud integradora. - Es la que tiene una persona que busca no sólo su
beneficio sino también el de quienes la rodean. Se basa en una estrecha
comunicación entre dos personas cuyo objetivo es la unificación y la
integración.

CONCEPCIÓN TRIDIMENSIONAL DE LAS ACTITUDES


La dimensión cognitiva hace referencia al conjunto de creencias del individuo.
Es la información que el individuo tiene sobre el objeto, lo que sabe o cree saber
sobre él, su manera de representarlo y las categorías en las que lo incluye. Para
influir en esta dimensión es necesario aportar conocimientos nuevos al
individuo. Sin embargo, existe un problema de causalidad circular entre actitud e
información. Por un lado, la información que recibimos influye en nuestra
actitud, pero a su vez, nuestra actitud influye en la forma en que recibimos
información, por ejemplo, al ignorar o tergiversar la información que recibimos
para que encaje mejor con nuestras creencias ya establecidas.
La dimensión afectiva hace referencia al conjunto de sentimientos del
individuo. Se entiende como un continuo bipolar equidistante entre sentimientos
negativos y positivos. Es decir, los sentimientos no se clasifican en sólo dos
categorías (negativos o positivos), sino que se miden en una escala que es más
negativa en un extremo y más positiva en el otro, en cuyo centro se halla la
neutralidad. Para influir en esta dimensión hay que intentar aumentar o disminuir
la valoración personal negativa o positiva que mantiene el individuo hacia un
determinado objeto.
La dimensión conductual hace referencia a la predisposición a desarrollar una
determinada conducta. Para influir en esta dimensión se requiere aplicar un
programa de refuerzos y sanciones. De hecho, los propios refuerzos y sanciones
que recibimos en nuestra vida diaria influyen en nuestra actitud.

FUNCIONES DE LAS ACTITUDES


Función de conocimiento
Nos ayudan a comprender nuestro entorno y a darle significado. La división en
positivo y negativo nos permiten diferenciar entre lo que es beneficioso y dañino
para cada individuo.
Influyen en el procesamiento de la información, siendo esta influencia más
potente cuanto más fuerte es la actitud.
Las actitudes sesgan el procesamiento de la información porque:
a) Seleccionan lo que se procesa(atención)
b) La interpretación de lo que se procesa tiende a hacerse congruente con
la actitud previa (percepción)
c) Tratamos de ignorar la información que es incongruente, por lo que la
información congruente con las actitudes se almacena en la memoria que
la incongruente.
Función instrumental (función de ajuste o utilitaria)
Las actitudes pueden servir a la persona para obtener refuerzos o evitar castigos.
Clasifica los objetos de actitud de acuerdo a los resultados que proporcionan.
Mostrar una actitud favorable hacia un grupo de música puede ser útil para un
adolescente para integrarse en un grupo de amigos.
Función defensiva del yo
Las actitudes también pueden contribuir a aumentar la autoestima. Culpar a los
inmigrantes por el hecho de encontrarme en el paro.
Función expresiva de valores
Expresar públicamente actitudes que son centrales en su sistema de valores
permite a la persona mostrar creencias que le sirven de principios generales. De
este modo pueden servir para reafirmar aspectos importantes
del autoconcepto (autoafirmación).
Una misma actitud puede cumplir diferentes funciones para distintas personas y
una misma actitud puede servir para varias funciones a una misma persona.

FACTORES DETERMINANTES DE LA ACTITUD


Leo Kanner escribió:
“Las expresiones de las actitudes de la conducta tienen varios aspectos básicos
comunes:
Todas las actitudes se expresan como reacciones afectivas provocadas por las
personas y las situaciones, y así es como las ve el observador.
El significado que tiene una situación para el individuo depende menos de sus
factores reales, «objetivos», que de la forma en que aparece ante él y de la
impresión que le produce, o sea de la actitud que el individuo asume ante la
situación. (Lo han demostrado claramente los estudios sociológicos de la
propaganda y los prejuicios).
Las actitudes se desarrollan. Unas veces el origen se ve claramente, pero otras
veces está incrustado tan profundamente en relaciones anteriores, que se requiere
un gran esfuerzo para comprender el «tema» total.
Las actitudes son creadas por las actitudes de los demás, que influyen en ellas y pueden
modificarlas, favorable o desfavorablemente; éstas son, por consiguiente, determinantes
esenciales de la personalidad y de la conducta.
Las actitudes de los demás son tan importantes en la psicología y en la psicopatología,
como los agentes bacterianos y tóxicos y las drogas medicamentosas en la salud y la
enfermedad del cuerpo. El valor de las actitudes de los demás como fuerza motivadora
ha sido demostrado muchas veces”.

CAMBIO DE ACTITUD
La influencia que recibimos del medio social proviene principalmente del
cambio de nuestra actitud ocasionado por la presencia o la referencia de otras personas.
Nuestro mejoramiento personal, como nuestro empeoramiento, pueden provenir del
cambio de actitud mencionado. Tanto los procesos beneficiosos para los pueblos, como
las grandes catástrofes sociales han, sido promovidos por la actitud de unos pocos
líderes que pudieron modificar actitudes a niveles generalizados.
Edward E. Jones y Harold B. Gerard escribieron:
“Las actitudes se forman a través de la experiencia y, a pesar de su relativa
estabilidad, pueden ser cambiadas mediante esa misma experiencia. Considérese
la multiplicidad de los acontecimientos cotidianos que se disponen
deliberadamente para que afecten nuestras opiniones e influyan en el modo
como nos comportamos.
“Los artículos editoriales de los periódicos pueden dirigir nuestra atención hacia
algún problema social o político con la esperanza de estimularnos a la acción”.
“Nuestras creencias y acciones son el blanco de muchos mensajes que crean
presiones con la finalidad de cambiar nuestras actitudes e inducirnos a un
comportamiento que, de otra manera, no emprenderíamos”.
“También existen fuerzas contrarias que tratan de apuntalar las actitudes que ya
poseemos. Para que las actitudes puedan persistir, han de sobreponerse a las
presiones que compiten con ellas”.
“La actitud es una predisposición para acercarse (valorar positivamente) o evitar
(valorar negativamente) cierta clase de objetos. Las opiniones son expresiones
verbales de disposiciones subyacentes. Por tanto, ya que las opiniones se definen
como expresiones concretas de las actitudes, probablemente sea más apropiado
indagar las funciones de las actitudes en sí”

¿CÓMO SE MIDEN LAS ACTITUDES?


Cuando se habla de cómo medir las actitudes, realmente se hace
referencia a cómo medir su intensidad, es decir, al grado en que se evalúa como
favorable o desfavorable un objeto actitudinal.
Para medir estos parámetros existen diferentes técnicas, que se elegirán en
función del tipo de actitud de la población que se quiere estudiar:
a) Medidas explícitas o directas
Tradicionalmente las actitudes han sido medidas mediante técnicas de
autoinforme basándose en los tipos de escalas más conocidos:
Escalas tipo Likert: consisten en un conjunto de ítems en forma de
afirmaciones o juicios referidos al objeto de actitud.
Diferencial semántico: con este tipo de medida se califica al objeto de
actitud sobre un conjunto de adjetivos bipolares.
b) Medida implícitas o indirectas
Se han elaborado varios tipos de medidas implícitas:
La preexposición o priming consiste en la presentación del objeto de
actitud en la pantalla de un ordenador durante unos milisegundos, seguido (en el
procedimiento conocido como priming evaluativo) de una serie de palabras
(normalmente adjetivos) con carga emocional positiva o negativa. Con la
presentación inicial del objeto de actitud, éste queda primado. La tarea consiste
en contestar, tan rápido como sea posible, si el contenido evaluativo de los
adjetivos que seguían al objeto de actitud es positivo o negativo.
El test de asociación implícita (IAT) también mide tiempos de respuesta
de los individuos mediante pruebas realizadas con un ordenador, tratando de
comprobar el grado de asociación entre dos conceptos, uno de los cuales será el
objeto de actitud.
El IAT se utiliza con frecuencia para medir actitudes prejuiciosas hacia
determinados grupos sociales, ya que a menudo la deseabilidad social, el miedo
a ser políticamente incorrecto o el temor a ser criticados, entre otros factores,
puede hacer que las personas no expresen abiertamente sus actitudes tal y como
requieren las medidas de autoinforme. En estos casos, conviene utilizar este tipo
de medidas, en las que se miden respuestas automáticas muy difíciles de
controlar.
Referencias
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Curtis, J. H. (1962). “Psicología Social”. Barcelona : Grijalbo SA.

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