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¿Por qué?, es la pregunta con la que normalmente deberíamos empezar una actividad, dado que el esfuerzo
que estamos ad portas de realizar debe verse sustentado con un resultado que lo justifique. Este
razonamiento debería ser la medida que nos permita priorizar nuestro tiempo y nuestros esfuerzos.
La idea medular de costear es saber si ganamos o perdemos con el negocio o actividad que
realizamos y en la simpleza de esta frase recae su mayor virtud, la hace accesible y
aplicable. Accesible, dado que nace en una lógica que todos reconocemos y es que el
negocio debe ser rentable (si no, no será viable en el tiempo) y aplicable porque dado un
nivel de ventas, al calcular el costo de la misma de inmediato, sabré si generé margen o no.
Una situación interesante que se suscita es que el sujeto con la información encontrada
(costeo de los productos) muchas veces cree que la respuesta a su análisis condiciona su
decisión frente al mercado, lo cual es erróneo. Si bien costeamos para saber si hay margen,
este no te fuerza a vender. De igual forma ocurre con el resultado contrario. Si tenemos
pérdida con la posible venta de un producto, no necesariamente estamos obligados a no
vender para no perjudicarnos.
¿Sería una locura? No, porque puede haber razones que lo sustenten. Una de ellas sería de
carácter especulativo: quizás si vendo hoy ganaría menos; si lo vendo en unos meses más
(con los inmuebles, por ejemplo); otra podría ser que si bien tengo margen, el producto
presenta riesgos a futuro en el mercado (podría ser el caso de un medicamento nuevo); o
también podría dejar de venderlo dado que con la misma inversión puedo lanzar otro
producto y ganar más.
Como vemos, el por qué costear es simple: "para ver si gané o perdí". Pero, la decisión que
tomemos con esta información ya es otra cosa. Nada ni nadie debe decidir por nosotros.
¿En qué ocasiones usted decidiría no vender a pesar de que el producto le da márgenes
de ganancia?