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Principales
conceptos teóricos
Principales Introducción:
argumentos del La familia y el contexto social influye en los niños, por lo tanto, los docentes
autor deben considerar el contexto familiar, social y cultural como punto de partida del
aprendizaje, además, estos factores, junto al clima escolar, inciden en la
efectividad de la escuela. El hogar del niño, es decir, las malas condiciones
laborales de los padres, sus bajos ingresos, la composición y estructura familiar,
provocan una incongruencia con el discurso de la escuela sobre procurar
condiciones favorables para el aprendizaje desde el hogar. Por ello, la escuela
debe adecuarse al curriculum del hogar y los rasgos diferenciales de las familias.
Los profesores sostienen que los alumnos que son apoyados por sus familias
rinden mejor, por otro lado, los apoderados en contextos de pobreza no siempre
responden al ideal de familia que demanda la escuela: dado las condiciones de
trabajo, el tiempo y la ausencia en el hogar. Se vuelve necesario indagar en qué y
quiénes son responsables de que los apoderados no participen en la escuela. Se ha
argumentado por parte de los apoderados la ausencia de espacios que incorporen
la reflexión sobre las familias que no tienen las condiciones ideales de vida;
además, no se encuetran vías de acercamiento a la escuela y formas de apoyar a
sus hijos; con lo anterior, los profesores no saben cómo adecuarse a las familias
de los estudiantes y sus contextos.
Profesores y Apoderados:
Los apoderados deben participar en la escuela bajo la orientación de los
profesores jefes, dada la cercanía que mantienen; esto depende principalmente
del carácter del profesor, su estilo, etc. Puede lograrse un acercamiento profundo
o más bien un trato funcional y distante. De todas maneras, el docente debe
enfrentar un mundo complejo, cuestión que sobrepasa la preparación del
profesor. Ante lo anterior, se requiere comprender la realidad del estudiante como
un todo, asumir aisladamente la tarea educativa es fuente de tensiones y
desmoralización del docente (Bolivar, 2006) El profesor que lidera los procesos
de construcción de vínculos con la familia, impacta en el aprendizaje de los
estudiantes. Por otro lado, la familia y la escuela son espacios de socialización
primaria del niño, por lo que requieren estar en consonancia (López Barreto,
2010). Según Jares (2006:151), existen tres razones por las que la familia y la
comunidad educativa pueden transformar la cultura de la participación, desde la
desconfianza y la acusación, hacia la colaboración: en primer lugar, se comparten
objetivos comunes; segundo, la tarea de educar es compleja como para delegarla
a otro sector; tercero, existe una gran influencia de los medios de comunicación y
los pares, y finalmente, la participación de la familia ha pasado a ser un factor de
calidad. Respecto a lo último, se señala que el estudiante aprende mejor cuando
el hogar, la escuela y la comunidad trabajan juntos (Epstein, 2005)
Resultados:
Los resultados se agruparon en tres categorías: La participación de los
apoderados en la escuela, la relación entre los actores y las responsabilidades en
el aprendizaje.
Para la primera categoría, se interpretó desde los apoderados que la participación
es meramente instrumental, relacionada con las actividades que emanan desde la
escuela. En el ámbito pedagógico, los apoderados son llamados por la escuela
para ser informados cuando los alumnos tienen bajo rendimiento o mal
comportamiento. La falta de participación está relacionada con la inasistencia a
las citaciones que realiza la escuela, y dichos apoderados son estigmatizados
como alguien que no tiene interés en la educación de sus hijos. Por otro lado, los
profesores señalan que, en las instancia de reunión de apoderados, donde ellos
centran su mirada en estos, se abordan temas de informaciones generales, pruebas
y disciplina. Ambos actores entienden la participación como asistir a la escuela,
coinciden en que los que participan son pocos, y a pesar de las alternativas
buscadas, no se logra incrementar. Los apoderados señalan que la calidad de las
propuestas referidas a incrementar la participación ha bajado. Se espera que las
actividades se realicen los días sábados, cuando tienen tiempo de asistir a la
escuela, además de incorporar otras actividades, como talleres deportivos o de
manualidades. Además, la instancia forma de participación es el Centro de
Padres, que cobra cuotas, donde los mismos apoderados de siempre son los que
pagan. Para los profesores, las instancias formales de participación son las
reuniones de apoderados, en ella se aborda el rendimiento, la disciplina y la
organización curricular. Cuando se les pregunta por propuestas para mejorar la
participación señalaron: hacer una encuesta de interés sobre talleres, realizar
entrevistas con mayor frecencia, hacer reuniones más amenas atractivas, donde se
tomen decisiones y se fortalezcan lazos, además de crear una escuela para padres.
La autora se pregunta ¿Por qué no se llevan acabo estas propuestas?
Discusión:
En el estudio sobre el concepto de participación (Navarro Saldaña et al, 2001), la
participación refiere a un continuo, grados o niveles de involucramiento de los
apoderados en la escuela. Se demuestra que los apoderados se involucran en
situaciones que afectan a sus hijos, especialmente experiencias en torno al
aprendizaje vivido en la escuela. Por otro lado, Rivera y Milicic (2006), abordan
la opinión de los apoderados en relación con la escuela y sus distintos aspectos.
Navarro Saldaña et al, 2001, aborda los aspectos de la participación como la
naturaleza de la unidad educativa, la singularidad del nucleo familiar y las
condiciones de la comunidad en la cual está inmersa la escuela. Sin embargo,
¿Qué sabemos acerca de la escuela en esta relación? Por un lado, los actores de la
escuela (directivos, docentes, etc), deben cumplir con estándares de desempeño
del Ministerio de Educación, además de cumplir con las expectativas de
apoderados y de la sociedad, todo esto en un marco de precariedad en los tiempos
que dispone el docente. En distintos informes (OCDE, 2014), se da cuenta de la
sobrecarga laboral de los docentes, donde el 25% del total de horas pedagógicas
son dedicadas a actividades no lectivas; dentro de este ámbito de actividades se
encuentra un conjunto amplio de labores donde se incluye las jefaturas de curso y
la búsqueda de estrategias para relacionarse y hacer participar a los apoderados.
Por un lado existe una gran dispersión de actividades en el corto tiempo de horas
no lectivas de los docentes, lo que finalmente redunda en elaboración de
estrategias que acerquen a los apoderados que posteriormente no se implementan.
Los estudios sobre participación no han logrado dar cuenta de las dificultades que
tiene la escuela en cuanto a gestión y relación con la comunidad y las familias en
situación de vulnerabilidad (Rojas, 2002).
Por otro lado, la Ley General de educación no establece delimitaciones claras en
torno a la relación apoderado-docente respecto a la educación de los hijos; está
instalada una tradición en cuanto a los roles de cada actor, sin embargo no hay
definición de responsabilidades, todo esto en el marco del encuentro entre dos
mundos distintos relacionados en un espacio común: la escuela.
Conclusiones:
Las actividades de la escuela resultan poco atractivas para los apoderados; a
pesar de los esfuerzos la participación va en descenso. Las condiciones laborales
de los docentes, la falta de tiempo, profundiza el desentendimiento y
desencuentro de los contextos sociales, impidiendo elaborar acciones necesarias
para asegurar el apoyo de las familia. Deben establecerse modos distintos de
relacionarse entre ambos actores. Transformar la escuela en una comunidad de
aprendizaje, ampliar el espectro de participación a la totalidad de los actores de la
escuela; se deben buscar soluciones a problemas que sobrepasan la dinámica
tradicional de la escuela.
Para comprender la relación familia-escuela entorno al aprendizaje debe darse la
discusión entorno a los espacios donde el aprendizaje se produce, una discusión e
intercambio de ideas entre apoderados y docentes.
Crear condiciones para reflexionar respecto a la relación entre ambos actores, que
deban ir más allá de la realización de actividades atractivas. Preguntarse el para
qué, el sentido como parte de un proceso de reflexión docente, e ir más allá de la
definición estereotipada de participación. “La política de participación social
implica realizar cambios en la forma de organización de las escuelas, a fin de
incluir en el gobierno a los padres de familia” (Santizo Rodall, 2011)
“Iniciar dialogo respecto de lo que las familias viven, siente y necesitan”, no
centrado en la participación, sino en el encuentro de dos actores que provienen de
contextos dinstitos, “con el objetivo de transitar y aprender nuevas formas de
participación, un espacio dinstiton que se caracteriza por el encuentro entre
adultos que viven una responsabilidad común: el aprendizaje de sus hijos,
estudiantes que habitan en dos mundos entrecruzados que son la familia y la
escuela” (p.269)
Elementos a García-Bacete, 2003
destacar y/o Gubbins, 2001
reflexiones Bolivar, 2006
López Barreto 2010
Epstein, 2005
Satizo Rodall, 2011
Dessen; Polonia, 2007
Rojas, 2002
Me llamó la atención que este texto aborda varios elementos que vive la escuela
donde trabajaré, por ejemplo el contexto de vulnerabilidad, los problemas de
participación asociados a ello, y las presiones de la escuela, principalmente de los
docentes, para llevar acabo esta participación. Si bien el texto apunta a entregar
líneas u orientaciones de acción para encaminar la participación en la escuela, me
interesa profundizar en el diagnóstico sobre la participación. Es decir, se
reconocen varios elementos que ya son posible apreciar en la escuela. Qué otros
problemas o elementos podemos ver bajo otra perspectiva.