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fragmento de 'la muerte de la clinica', conferencia de beatriz preciado

https://www.youtube.com/watch?v=JBNnfYmgaaY

(...) Entre los años 1830 y 1850 aparecen las nociones modernas de deficiencia y discapacidad, fisica y psiquica,
entendidas como patologias. el proceso que va a llevar a la invención de la discapacidad es interesante y en parte
empieza ya a abrir algunas brechas en la taxonomia de la clínica puesto que lo que caracteriza a la deficiencia y a la
discapacidad es que precisamente no son enfermedades. puesto que no tienen –en sentido estricto– cura, sino que
son condiciones cronicas, por tanto en un sentido estricto parecen escapar a la logica disciplinaria que domina no
solamente la repartición de normal y patologia sino la propia voluntad terapéutica y curativa de la clónica como
proyecto ilustrado. por tanto este nuevo cuerpo deficiente, discapacitado, aparece como un cuerpo al que la clinica
no puede proponerle una solución de cura.
no podré de nuevo contarles la totalidad y la complejidad de los procesos que llevan a la invención de la
discapacidad. en primer lugar lo que quisiera decir es, señalar, subrayar, que discapacidad y deficiencia, por tanto,
son efectos tambien de ese aparato disciplinario y que por tanto se trata de nociones cultural e históricamente
construidas. digo esto porque aquellxs que trabajamos constantemente en movimientos feministas, movimientos
homosexuales y queer, etc, ya nos aprendimos la cancioncita esta que dice que evidentemente el género es social y
culturalmente construido, ahora ya estamos con lo del sexo, social y culturalmente construido, pero ya es mas
complicado pensar que la deficiencia y la discapacidad es social y culturalmente construida, y por tanto si es
realmente social y culturalmente construida a lo que tenemos que prestar atencion es a los
procesos, a los conjuntos de técnicas del cuerpo, de practicas de gobierno y de aparatos de
verificación que producen y construyen el cuerpo como deficiente y como discapacitado. el proceso que es muy
largo e de una enorme intensidad durante finales del siglo XIX y principios del XX, tiene que ver desde mi punto
de vista, con el propio proceso de industrializacion y de produccion industrial y puesto que una de las definiciones
del cuerpo discapacitado es precisamente un cuerpo que no puede entrar como cuerpo productivo en la cadena
taylorizada. pronto, un cuerpo que parece no poderse adaptar a la máquina en la producción, un cuerpo
improductivo y cuya improduccion aparece como discapacidad, como una discapacidad biopolitica. uno de los
procesos que va llevar a la construccion e invencion del cuerpo discapacitado es algo tan absolutamente insensato
como la transformación de la noción estadistica de media en una nocion biopolitica y de gestión del cuerpo de
norma. fijense que en principio la media estadística nada tiene que ver... es decir, es un algoritmo, el resultado de
una funcion... bien, pues, lo que va a ocurrir a traves de la entrada de las lógicas estadisticas y matemáticas dentro
de los procesos de gestion de salud, es que la noción estadistica de media se va a convertir en la nocion de norma
biopolítica, y por tanto todo aquello que exceda la media será considerado como anormal.
de nuevo no podré excederme tampoco sobre este tema pero lo que si querría que se entienda es que los procesos
de invención y produccion del sujeto sexual no son independientes de el conjunto de procesos que inventan y
construyen el cuerpo como normal y patológico, como capacitado o discapacitado. una de las cosas que nos
interesa a nosotros es que la gestión del cuerpo discapacitado no se lleva a cabo por tecnicas biopolíticas (es decir
que no se lleva a cabo por técnicas de maximización de la vida de las poblaciones) sino que la gestión del cuerpo
discapacitado es casi como el lado oscuro de la biopolítica, por decirlo de algún modo, y lo que se va a producir es
un retorno a formas soberanas tanatho-politicas, es decir a formas de gestión del cuerpo que tienen que ver con la
muerte.
¿cuáles son los cuerpos que van a ser considerados como discapacitados? Fijense, por tanto lo que intento es que
veamos que ese conjunto de nociones, incluso la noción de feminidad en si misma, o la noción de homosexualidad
pertenecen en el siglo XIX a taras –es decir, son consideradas como taras– patológicas que deben ser eliminadas en
beneficio de la reproducción del cuerpo nacional sano, y que lo que vamos a ver como movimientos de revolución
somatopilitica posteriores es un proceso, un enorme proceso de despatologización del cuerpo, cuando digo
despatologización del cuerpo a lo que me refiero es que los diversos movimientos van a poner en cuestión el
aparato de verificación biopolítico, es decir van a poner en cuestión los criterios, el conjunto de criterios, el aparto
discursivo de representación que permitía considerar el cuerpo homosexual como un cuerpo patológico, enfermo.
Por tanto fijense, ese movimiento, o el conjunto de movimientos políticos, no solamente está interviniendo sobre
las practicas de gobierno del cuerpo, sino también esta intentando modificar el conjunto de discursos y de
representaciones que definen a un cuerpo como normal o como patológico. Y por tanto en muchos casos se va a
tratar de una critica –tremendamente virulenta– de los propios discursos científicos. Les doy un ejemplo que suele
pasar desapercibido o que almenos en distintos trayectos por grupos feministas siempre es una sorpresa darme
cuenta que nadie conoce o apenas casi nadie conoce el origen de la palabra feminismo. No les pregunto porque
sería bochornoso, no porque ustedes sean imbéciles indocumentados, sino porque colectivamente somos el efecto
de un borrado sistemático de los saberes subalternos sobre el cuerpo, y seguramente pueden llegar a tener un
doctorado en sociología sin haber estudiado jamás la historia del feminismo –algo que es una aberración–, y por
tanto eso hace que me dé igual la cantidad de títulos que podamos tener aquí colectivamente, prácticamente
seguro entre todos aquí no podriamos decir cual es el origen de la palabra feminismo y a mi me ha llevado años y
he encontrado este origen casi por casualidad: trabajando precisamente sobre la clínica, trabajando sobre la
invención del cuerpo normal y patológico y sobre la construcción cultural de la enfermedad. Les digo como
aparece esa noción de feminismo, para que vean qué demonios podría ser el feminismo como horizonte de
transformación política y cultural; un feminismo en el que el sujeto de transformación política no es exactamente
de la mujer, sino el cuerpo patológico. Esta noción es inventada en 1871 –de nuevo verán que estamos en pleno
auge de la clínica– por un especialista en tuberculosis francés, el Dr. Faneau de La Cour , que escribe un tratado
sobre la feminización de los hombres que sufren de tuberculosis. En 1871, Faneau de La Cour dice: ‘Los hombres
que sufren de tuberculosis pierden los caracteres secundarios masculinos y sufren de feminización’, y a esa
patología que afecta a los hombres tuberculosos, Faneau de la Cour la llama feminismo. y por tanto la palabra
feminismo, en sentido etimológico, aparece por primera vez en el discurso eurocéntrico del siglo XIX como un
significante médico que describe en absoluto a las mujeres, en absoluto el movimiento de lucha y activismo de las
mujeres en el siglo XIX; la noción de feminismo en el siglo XIX se refiere a la feminización del cuerpo masculino
tuberculoso. Eso es a lo que Faneau de La Cour llama feminismo, y dice, ‘cuidado, esto es una patología, ¿qué es el
feminismo?, bueno, es estos hombres tuberculosos que, afectados por mala respiración, por un conjunto de
condiciones físicas defectuosas, en algunos casos desarrollan senos, en algunos casos pierden la barba y por tanto se
produce, según Faneau de la Cour, un proceso de feminización patológica. Lo que va a ocurrir es que el hijo de
Alejandro Dumas, que es un panfletista francés del siglo XIX, va a recoger la nocion clínica y por tanto que
pertenece al a patología clínica de la tuberculosis del siglo XIX… es decir, estamos en pura ciencia ficción!, es que
nuestra historia es para no dar crédito! arrastramos colectivamente u un conjunto de joyas semiótico-políticas que
no las merecemos! Entonces, un año mas tarde Alejandro Dumas (hijo), que evidentemente era muy sarcástico,
-pues era un escritor panfletario de la época y por tanto estaba muy al tanto de estas nueva nociones que van
apareciendo y que de algún modo se ponen a circular socialmente- lo que va a hacer es utilizar por primera vez la
palabra ‘clínica feminista’ –es decir esa palabra que se refiere a únicamente al tuberculoso afeminado –perdonen,
utilizo la nomenclatura clínica de ese momento- para referirse a los hombres que defienden la causa de las mujeres
en defensa de sus derechos políticos. Es decir, etimológicamente, los feministas son tuberculosos afeminados, y en
un segundo momento se van a convertir en aquellos hombres que se afeminizan; y cómo se feminizan? en contacto
y defendiendo los derechos de las mujeres en el movimiento concretamente de sufragistas.
Esa es parte de nuestra historia, es tremendo que como feministas y feministas que somos… y digo feministas y
feministas, es decir, aquellos hombres afeminados que defienden la causa de las mujeres en la esfera pública. No
entiendo por qué no hay mas feministas, cada año la somateca… bueno, ya saben que yo no creo en la diferencia
sexual, por tanto me da igual que haya 25 hombres –es decir, que haya 25 nombres masculinos que 25 nombres
femeninos– pero bueno, constato que almenos en términos biopolíticos, en términos de normalización biopolítica,
hay pocos cuerpos que hayan sido asignados como cuerpos masculinos en el nacimiento que lleguen hasta las
derivas criticas de la somateca. Bueno, sirva el recuerdo de Faneau de la Cour y de Alejandro Dumas (hijo) para
deciros a todos aquellos afeminados que quieran defender la causa de las mujeres en la esfera publica, que son
bienvenidos en la somateca. Puesto que estamos aunque nuestras luchas no son exactamente las mismas –y esa es
la clave de lo que estamos haciendo aquí, pues evidentemente que nuestras luchas no pueden ser las mismas que
las de las sufragistas del siglo XIX– esta es la complejidad del movimiento feminista contemporáneo, pero ya van a
ver porqué. Entre otras cosas porque la clínica ha cambiado. (…)

Por tanto les decía, cuando dentro de la clínica van a aparecer esas nociones de discapacidad y deficiencia y de
patología psíquica y física, las taras hereditarias que el conjunto de médicos van a definir como idealmente
reductibles en beneficio de la producción de un cuerpo nacional sano, son tan amplias como: enfermo mental,
homosexual, tuberculoso, –y ya sabemos el tuberculoso evidentemente peca de feminismo–, prostituta, epiléptico,
sifilítico, neurótico, sordomudo, hemofílico… y paro aquí porque la lista...! esa es la taxonomía de gestión del
cuerpo patológico que está proponiendo el aparto clínico del siglo XIX. Desde ahí nosotros podemos empezar a leer
los distintos movimientos somatopolíticos que van a aparecer a partir de finales del siglo XIX –incluidas las
sufragistas– como una crítica de esos aparatos de verificación, una critica de los discursos de las representaciones y
de las técnicas de gobierno que definen el cuerpo normal y patológico. ¿Por qué? –dicho sea entre paréntesis–
Porque lo que caracteriza al cuerpo patológico es que no tiene acceso ni al aparato de verificación ni a las prácticas
de gobierno. Eso es lo que nos ha caracterizado históricamente: hemos sido definidos como cuerpos que no deben
–no pueden– tener acceso ni al aparato de representación y de producción de significado, ni a las prácticas de
gobierno; eso en beneficio de la salud del cuerpo nacional (sano).
Bien... a finales del siglo XIX ya estábamos mal, y ya estábamos en una situación suficientemente compleja y
bastante... es decir… lo curioso es que hallamos sido segmentados por unos procesos de emancipación política que
fundamentalmente ha sido identitarios. Porque fijaos que la repartición y la taxonomía de la clínica del siglo XIX
nos había dejado en una situación en la que la revolución somatopolítica hubiera sido espectacular, es decir,
hubiéramos podido hacer una alianza somatopolítica de sifilíticos, tuberculosos, prostitutas… ésta es a la
revolución que yo los llamo!, a la que históricamente la tradición del feminismo y la tradición del movimiento
homosexual han renunciado, precisamente por un conjunto de segmentaciones identitarias. ¿cómo es posible que
el feminismo haya dicho ‘nos ocupamos de la emancipación de la mujer, entendida ésta como mujer blanca
heterosexual, es decir como útero reproductor de la nación centro-europea y del cuero sano’?; (¿cómo es
posible…) que el movimiento homosexual haya dicho ‘nos vamos a ocupar de los procesos de emancipación del
cuerpo homosexual’, cuando lo que teníamos precisamente a través del complejo entramado discursivo con el que
habíamos sido construidos en la clínica del XIX, estábamos en una situación..!, las alianzas posibles para hacer una
revolución contra-disciplinaria eran espectaculares. Bien por lo que hemos visto históricamente ha sido
precisamente lo contrario, ha sido la sucesiva purificación de los movimientos tanto feministas, es decir , de la
exclusión de las lesbianas del movimiento feminista, pero la exclusión también de las mujeres inmigrantes, de las
mujeres no-blancas, de las prostitutas, evidentemente también de las sifilíticas, etc. Por tanto, un proceso de
purificación en beneficio de supuestas políticas de identidad que lo que han hecho ha sido evidentemente impedir
que como colectivo somatopolítico subalterno pudiéramos echar abajo el aparto de la clínica.
Bueno... les voy a decir porque creo que de nuevo estamos en un momento histórico crucial, y que si nos dejamos ,
si otra vez nos perdemos en un conjunto de luchas identitarias, ya no solo no echaremos a abajo la clínica, –que ya
se esta encargando el neoliberalismo de echara abajo–, sino que efectivamente seremos de nuevo re-taxonomizados
y re-segmentados por los propios aparatos fármaco-pornográficos.
Y por tanto les pido nuevamente un poco de paciencia. Lo que les propongo es que pensemos que se produce
después de la segunda guerra mundial un cambio de paradigma y por tanto un cambio en las técnicas del cuerpo,
en las prácticas de gobierno, pero muy importante también, en los aparatos de verificación. Lo que les propongo
que aparece un nuevo aparato de verificación que ya no es científico y que va a tomar la forma del mercantilismo y
que –como Foucault sugiere–, no es únicamente una doctrina económica sino una forma de producción y
reproducción de la vida. Quizá me han oído en otras ocasiones hablar de el conjunto de cambios que se producen
después de la segunda guerra mundial… no me voy a extender, voy a simplemente nombrarlos de manera muy
rápida, en beneficio de aquellos y aquellas que no los conozcan. Pero para que vean que se están produciendo unas
mutaciones tan absolutamente radicales en las prácticas de gobierno, del cuerpo y de la sexualidad que nos vamos a
encontrar literalmente con otros procesos de subjetivación que nada tienen que ver con esos que yo he
denominado primera industrialización de la sexualidad. Lo que les propongo es que a partir de la segunda guerra
nos encontramos en una segunda industrialización de la sexualidad. Rápidamente, ¿qué ocurre a partir de la
segunda guerra mundial?: Se inventa la noción de género, ya lo he contado en otras oportunidades pero en
beneficio solamente de nuestra vaga cultura feminista que sepamos que de nuevo, la noción de género
exactamente como la noción de feminismo no al inventan las feministas, sino que la inventa el aparato medico,
mas particularmente se inventa en los laboratorios de la universidad de John Pompkins en estados unidos durante
los años 40’ y 50’, y se inventa entre otras cosas para gestionar el cuerpo de los así llamados bebes intersexuales.
¿Qué quiere decir esto? De manera rápida, lo que quiere decir es que el aparato de verificación científico que
proponía la existencia anatómica de la diferencia sexual se está viniendo abajo, se esta produciendo en los años 40’
y 50’ una crisis epistémica. Es decir que lo que ocurre literalmente es que el discurso medico comienza a darse
cuenta de que existen un conjunto de cuerpos que no pueden ser reducidos a la diferencia sexual. Que por tanto no
pueden ser representados, reconocidos, con el aparato de verificación de la diferencia sexual.
¿Qué hubiera debido pasar en ese momento? ¿Qué podría haber sucedido? De manera muy clara, lo que podría
haber sucedido es una crisis epistémica que hubiera llevado a un cambio de paradigma. Por ejemplo, la medicina
de los años 50 podria haber decidido que no existen 2 sexos, sino que existen 4, 5 o 6, saben que hay hoy un debate
tremendamente intenso y virulento dentro del propio estamento médico acerca de la existencia de una
multiplicidad de variaciones morfológicas, genéticas, hormonales que no pueden ser reducidas a la diferencia
sexual.
Bien pues, esa crisis epistémica, ¿como se va resolver? No se va a resolver con un cambio de paradigma, y esto es
algo que nos tiene que quedar muy claro colectivamente: no habrá cambio de paradigma aunque la crisis
epistémica sea enorme, solo habrá cambio de paradigma si colectivamente intentamos modificar las prácticas de
gobierno. Es decir, una historia que les puedo contar en otro momento esi nos reunimos en mas pequeños grupos o
en mas grandes, o como sea, es algo que tenemos que entender, hace años que el discurso médico sabe que no hay
dos sexos. Los invito a que vayan a un congreso de intersexualidad, quedarán pálidos: los médicos contemporáneos
son mas constructivistas que yo, yo aparentemente soy el exceso absoluto del constructivismo, pero no. quedo
corto al lado de un médico contemporáneo, que está absolutamente convencido que evidentemente la diferencia
sexual, bueno… no: que hay una multiplicidad cromosómica, anatómica genética, morfológica, etc, pero que en
beneficio del gobierno social y la producción de un cuerpo social gobernable, debe ser reconducida a la diferencia
sexual. Ese es el discurso médico contemporáneo. Bueno pues Esa debería ser para nosotros hoy, colectivamente,
una de las tareas mas importantes: como feministas, dentro del movimiento homosexual… que no entiendo qué
hacemos en movimientos separados, amigxs! es que no lo comprendo, no entiendo porqué no podemos formar un
movimiento de rebelión y de resistencia somatopolítica transversal, que nos premita precisamente luchar de
manera eficaz contra este aparato de verificacion absolutamente violento y abusivo que es el de la diferencia
sexual, que nos permita luchar contra la normalización del cuerpo como cuerpo válido, pero a través de alianzas
colectivas que no se van a poder resolver en lógicas de identidad; que tendrán que resolverse a través de un
conjunto de estrategias y afinidades sintéticas, que tendremos que inventar colectivamente. Bueno, esta cuestión es
absolutamenbte central; no voy a insistir sobre ella porque espero y confío que cada uno y cada una de lxs que
estan aquí la conozcan.
El segundo cambio que se va a producir [luego de la segunda guerra mundial] es la invención de un conjunto de
técnicas endocrinológicas, químicas que van a separar reproducción y heterosexualidad, eso lo que quiere decir
literalmente, es que la heterosexualidad tal como la conocíamos y como se inventó como artefacto reproductivo y
técnica de gestión de la reproducción en el siglo XIX, ya no existe –o bueno, debe existir, no sé, a lo mejor es
posible que haya todavía cuerpos gestionados según aquella lógica; si los hay que levanten la mano–. La hetero tal
como la inventa el s xix deja de existir a partir del momento en que se inventa una molécula, un conjunto de
moléculas que permiten separar heterosexualidad y reproducción. Lo mas interesante evidentemente no solamente
es que la heterosexualidad funciona a partir de ese momento como aparato de gestión político, –pero únicamente
como parodia, en beneficio de esta estabilidad social–. No, lo más interesante es que la píldora se convierte en 1960
en la molécula farmacológica más vendida de toda la historia de la humanidad. Lo que quiere decir que el cuerpo
sexual ya no es pensado como productor y reproductor, sino que está siendo pensado y construido como
consumidor. Esto es una mutación absolutamente clave. Ese es el estatuto de la sexualidad contemporánea: somso
consumidores fármaco-pornográficos, y solo accesoriamente productores y reproductores, puesto que, como ya
saben, la reproducción –y la producción, ambas– han sido externalizadas, e –idealmente– se producen en otro
lugar. Esto complica la gestión social y política, del mismo modo que la producción en Asia esta desplazada a
distintos lugares de América latina, etc.. es hoy también cierto que esos procesos reproductivos idealmente serian
también desplazados a otros lugares. Habría un conjunto de mutaciones que podríamos señalar, una de ellas
evidentemente es la expansión no solamente de técnicas farmacológicas de separación de heterosexualidad y
reproducción, sino la invención y expansión de un conjunto de técnicas de reproducción asistida: de nuevo, un
conjunto de técnicas para las cuales el aparato de verificación ya no es estatal, y ya no es disciplinario, no es la
clínica, no es científico; sino para las cuales el aparato de verificación es el mercado.
Bien, evidentemente no les puedo contar las ramificaciones vertiginosas de la expansión fármaco-pornográfica
pero lo que sí quiero decirles es… no quiero contribuir en una especie de paranoia gigantesca de ‘estamos
dominados por lo fármaco-pornográfico’, no, no, no: porque acá nadie esta dominado por nada, este conjunto de
formas de gobierno, de técnicas del cuerpo, y de aparatos de verificación, nos lo hemos inventado nosotros y lo
gestionamos nosotros. Esta es la enorme paradoja, aquí somos al mismo tiempo sujetos y objetos de gobierno, por
tanto la cuestión es, ¿qué queremos hacer con esos aparatos de gobierno que hemos inventado colectivamente? Y
por tanto en este caso yo saldría de algunas de las mitificaciones un tanto paranoides que tienen mis amigos y
colegas en la izquierda radical –poco feminista, poco tuberculosa, poco trabajadora sexual, poco sifilítica, poco
sidaica, etc– y que tienen una visión un tanto paranoide y negativa –ultra deprimida, por decirlo de algún modo–
de la situación política contemporánea, y en particular del neoliberalismo.
Lo que querría es que empezaran a desplazar la imágen tradicional que teníamos hasta ahora de la clínica y sus
ramificaciones en archipiélagos disciplinarios que contenían el colegio, el museo, el espacio domestico, la prisión
etc, etc.; la verían ahora desplazadas –cuando digo desplazadas no es que hayan desaparecido, la prueba: estamos
en una de ellas– sino que trabajan ahora en articulación, en conflicto, en alianza estratégica con otro conjunto de
prácticas de gobierno, de técnicas del cuerpo, y de aparatos de verificación, que ya no son disciplinarios, que ya no
son los de la clínica y que se parecen a esto: [imagen] y en los que ocupamos el lugar no tanto de productores y
reproductores, como de consumidores a crédito. Y digo para evitar la visión un tanto paranoide, de lo que quería
hablar es de dos ejemplos relativamente cercanos y contemporáneos de resistencia antifármaco-pornográfica: el
primero tiene que ver con el sida, puesto que el sida –voy a decir el sida de momento-, es desde mi punto de vista
la primera enfermedad de la condición neoliberal; es la primera pandemia construida –digo construida y no salgan
corriendo y piensen ‘el complot’, piensen–, cuando digo construida es: ¿construida cómo?, en el agenciamiento y la
articulación de ese conjuntno de técnicas de gobierno que hemos hecho colectivamente. Eso no quiere decir que
haya un complot, que haya nadie concretamente que esté inventando el sida en un laboratorio, aunque todo
podría pasar, pero no es eso lo que yo estoy diciendo. El sida es la primera enfermedad del a condición neoliberal,
aquella que de manera más explícita inaugura la condición y la gestión fármaco-pornográfica, es inventada,
inventada como gestión política, como técnica de gestión política, al mismo tiempo, por la televisión, es la primera
enfermedad cuyas representaciones y cuyo aparato de verificación es televisual… esto es insólito!, de nuevo no
tenemos mucho tiempo para hablar de esto, pero piensen en las complejidades de ese estatuto; y no solamente
televisual, es farmacológico, ¿qué quiere decir?, que los grandes debates en torno al sida no tienen lugar como
debates puramente científicos, sino que tienen lugar como debates de intervención y comercialización
farmacológica. De hecho lo primero que sabes es que el sida no es una enfermedad, –espero que lo sepan–, no es
una enfermedad en el sentido estricto del término, sino un síndrome, es decir u conjunto de afecciones que tienen
que ver con un estatuto viral. Como saben, ¿cómo se detecta y como aparece el sida a principio de los años 80?
Entre otras cosas a través de la estandarización de un test farmacológico que se denomina Elisa, que va a
convertirse en un test obligatorio en algunos contextos, y que va a definir el estatuto serológico.
Independientemente de una condición de cuerpo normal patológico, es decir, el cuerpo no esta enfermo, sino que
tiene un estatuto serológico positivo o negativo. Por tanto lo interesante es que este síndrome que aparece en
1981… ¿qué esta ocurriendo en 1981? Estamos entrando en los años Reagan, en los años Tatcher, acabamos de
salir de la crisis del petróleo y se está produciendo esa gran mutación desde lo que podríamos llamar la sociedad
del intercambio a la sociedad del consumo. Esa mutación también desde el fordismo productivo a un cojunto de
modos de producción post-fordista que se vana caracterizar por ser producciones inmateriales, biopolíticas,
cognitivas. Es decir.. el sida es el síndrome del post-fordismo inmaterial. Y lo curioso es que el sida viene a recubrir
un conjunto de figuras subalternas que estaban empezándole a escapar, estaban escapándose de la clínica del siglo
XIX. Esta es la clave: ¿por qué? porque ¿a quién afecta lo que supuestamente se llamó el cáncer gay en los años 80?
Afecta a lo que se conocía en el momento en inglés por ‘las 5 H’s: eran el Hemofílico –pues si, estaba en la lista de
cuerpos que debían ser esterilizados en beneficio de la mejora del cuerpo nacional-; el Haitiano, que fíjense, África
se va a convertir en una noción médica para definir la pandemia, ya no en un territorio, sino una noción médica
que va a definir la propia pandemia de sida; la tercera H es el heroinómano –pues lo que se está produciendo en la
revolución supuestamente sexual en los años 60 y desde finales de los 50 es ‘sexo drogas y rock & roll’’– y la última
H es hooker (en inglés, prostituta), es decir, cómo volver a atrapar en la retícula de las prácticas de gobierno a la
trabajadora sexual, que está empezando por primera vez en la historia a enunciar demandas de reconocimiento de
su propio trabajo, como trabajo. Bueno, entre ellos quedaría el animal, puesto que el primate aparece como el
lugar en el que emerge la enfermedad, y fíjense que ahí de nuevo tenemos toda una nueva retícula de animalidad,
sexualidad, discapacidad, drogas, trabajo sexual... de nuevo fíjense, las coordenadas de gestión política que ofrece el
sida o que inventa el sida en los 80’ están definiendo un nuevo sujeto subalterno… transversal!, puesto que escapa
de algún modo a las lógicas de la diferencia sexual, a las lógicas de la sexualidad tradicionalmente disciplinarias del
siglo XIX.
Bien, les daré un ejemplo simplemente de lo que me parece una forma de activismo contrafármaco-pornográfico y
espero poder llegar al ultimo ejemplo que he traido. Uno de los ejemplos -desde mi punto de vista- mas
paradigmáticos de un agenciamiento contrafármaco-pornográfico es lo que va a ocurrir en los grupos de supuestos
enfermos de sida que van a formar un conjunto de coaliciones activistas que en los primeros años 80 se van a
llamar ActUp, pero no únicamente habrá muchos distintos grupos activistas, se va a iniciar lo que podríamos
llamar un giro epistemológico que va a marcar los modos de hacer micropolítica en el siglo XXI, porque lo que va a
ocurrir es que los enfermos de sida, en un sentido clínico del término, rechazan la posición de enfermos y
reclaman ser considerados como usuarios del sistema de salud, expertos en el proceso de toma de decisiones, piden
intervenir en la producción de conocimiento científico y desafían el funcionamiento de los ensayos clínicos. Y
desde mi punto de vista, los activistas de sida son los primeros que están entendiendo que el aparato de
verificación que produce lo normal y lo patológico con respecto al sida esta desplazándose desde la clínica al
mercado farmacológico. Puesto que el primer lugar al que van realmente a atacar de manera virulenta son
precisamente las compañías farmacéuticas. Se van a centrar en dos lugares, la crítica de la representación del sida
en los medios de comunicación –es decir, uno de los lugares en que se esta produciendo el sida como aparato de
verificación son los medios de comunicación– y el segundo lugar, la industria farmacológica y el modo en que la
industria farmacológica de manera específica está gestionando las patentes. Ése, desde mi punto de vista, es una de
las líneas profundas de resistencia contemporánea, todo un movimiento que internacionalmente se va a conocer
con el nombre de Treatment Activism, (activismo de lo tratamientos) un movimiento que demanda la producción
de genéricos, un movimiento que se describe a sí mismo como ‘ medication for all nations’ (fármacos para todas las
naciones), que trafica, que propone el tráfico de medicamentos, el tráfico de patentes… ahí creo que podemos
empezar a identificar un conjunto de técnicas de resistencia, de técnicas de subjetivación disidente que ya no son
exactamente las que tenían que ver con la crítica del la clínica del siglo XIX.
No dire mas excepto recordarles una de las reclamos de los movimientos de activistas del sida de los años 80, uno
de sus reclamos era ‘Open de pills’, (abramos las pastillas). Hay que abrir las pastillas colectivamente. Ellos lo
decían porque había sido sometidos entre 1987 y 1989 a un conjunto de tests para utilizar o no utilizar el AZT, que
era uno de los medicamentaos que se proponían en ese momento omo una de las posible terpaias contra el sida,
era absolutamente ineficaz, incluso los efectos secundarios eran terroríficos, pero en ese momento en el que no
había ningún fármaco que pudiera tratar los efectos o el conjunto de enfermedades asociadas al sida, lo que van a
hacer los grupos, los colectivos de enfermos activistas –y espero que entendáis enfermos activistas, esa es la nueva
figura de subjetividad política: enfermos activistas, eso es lo que somos, si somos algo somos enfermos activistas. Es
decir hemos sido construidos históricamente como enfermos, y ahora nos redefinimos como enfermos activistas–,
lo que van a decir ellos es que no se pueden someter a los protocolos científicos que dejarían a la mitad de un
grupo tomando un placebo y harían que la otra mirad tomara la molécula activa de AZT, ¿por qué?, porque si la
molécula funciona la mitad del grupo que está tomando placebo, la palma! Y por tanto dicen, nos importa
absolutamente nada eso que ustedes llaman verdad científica. Nosotros lo que queremos es la supervivencia del
máximo número de personas. Fíjense qué están haciendo, están haciendo una modificación del aparto de
verificación, proponiendo otro modo de producir verdad y de producir salud, están redefiniendo el ámbito de la
salud, y lo que van a decir es, como ya saben que en los ensayos científicos lo que se produce es que hay un ciego
del placebo (es decir que el placebo se debe disimular de tal manera que no se sepa si uno esta tomando el placebo
o la molécula activa de AZT), lo que van a hacer los enfermos activistas es montar un conjunto de pequeños
laboratorios y van a abrir la píldora, van a coger las píldoras, las pastillas y las van a abrir para ver qué demonios
están tomando. Esa me parece que es una de las metáforas, es decir no es solamente una práctica de resistencia, es
también una metáfora del conjunto de prácticas de resistencia en el neoliberlamismo, necesiatmos organizarnos
colectivamente para abrir las píldoras que nos estamos tomando. Ya no estamos únicamente ne la clínica, estamos
costruidos, producidos en un conjunto de procesos de subjetivación que tienen que ver con el consumo fármaco-
pornográfico y que colectivamente podemos decir ,‘bueno, vamos a ver cuáles son las píldoras que estamos
tomando!’. Eso supone procesos de agenciamiento colectivo, procesos de intercambio de conocimiento colectivo.
Evidentemente no todo el mundo podrá abrir todas las píldoras, eso es lo que estamos haciendo aqui juntos, eso es
lo que necesitamos hacer colectivamente.

Les voy a presentar ahora el trabajo de una activista autista americana, que se llama Amanda Baggs, porque fijaos
que la noción de autismo va a ser inventada exactamente al mismo tiempo, en la misma clínica, que la noción
contemporánea de género, esa que va a servir para redireccionalizar los cuerpos o reasignar los cuerpos de los
bebés intersexuales hacia la masculinidad o hacia la feminidad. Es decir, en la clinica john pomkins de nueva york,
y es una clasificación médica inventada por el dr. Leo Kanner; que él experimenta con un pequeño grupo de 11
niños, y es asi como llega al adefinicion de lo que llama autismo infantil, pocos años después el austriaco asperger,
que eviednetemntel es suea tmabien como el síndrome

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