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¿Cuántos cuentos cuento?

Kabúl, Afganistán, 1978, una cometa surca el cielo azul invernal de la capital
afgana, uniendo en amistad a dos niños de clases sociales tan diferentes y un
secreto que los hermana sin saber por qué. Esta es la historia de Amir y Hassan,
dos almas que se unieron desde el seno de la infancia y cuyo recuerdo
permanecerá por siempre. Una historia tan conmovedora que tiene como mensaje
el recuerdo, la culpa, el destino, la esperanza y la amistad.

La película nos relata la vida de dos niños durante la década de los años 70 en
Afganistán, con claras brechas que los diferencian uno del otro, por un lado, Amir
es el rico pastún, culto y con afición a la escritura, un cuentista nato, cuya etnia se
corona en la cima de la sociedad afgana, y Hassan, el hijo adoptivo de un hazara
cuyo corazón de oro, valentía y amistad ciega serán las cualidades más
importantes a pesar de cuyo destino será siempre la servidumbre.

Las debilidades y cobardías de Amir, ocasionan la ruptura de amistad entre los


dos niños poco antes de la llegada de las tropas rusas a tierra afgana, hecho que
lleva a los niños a tomar caminos diferentes, alejados uno del otro por kilómetros
de tierra y mar. Comenzando una vida desde cero es los Estados Unidos,
privilegio al que accede Amir.

Al pasar los años, Amir se ve forzado a regresar a su patria, un país que ha


cambiado tanto en veinte años, sumido en la oscuridad, el miedo y la idolatría a
manos de los talibanes. Aquella tierra próspera de su infancia se ha trasformado
en un lugar desolador, en un valle de lágrimas, de pena y de sangre. Un lugar
donde las esperanzas mueren a manos de una religión extremista que impone y
castiga, que dicta, que traiciona y que mata a sangre fría.

Ahora, Amir se enfrenta a su destino, a la culpa y a sus recuerdos, sabiendo que


Hassan era su hermano, quien ha muerto a manos de los extremistas talibanes
junto con su esposa, dejando a la suerte a un hijo, cuya vida está en peligro, es
entonces cuando Amir decide rezurcir el daño cometido años atrás, teniendo como
misión traer de vuelta a su sobrino y llevarlo con él, lejos del infierno en el que está
sumido para darle una vida digna. Llevando la memoria de su amigo y hermano de
quien ha aprendido tanto.

“Cometas en el cielo” es una hermosa historia de amistad, de dolor y de dicha, una


historia que nos incita a apreciar a nuestros amigos, a enfrentar nuestros miedos,
encarar nuestras responsabilidades, puesto que tarde o temprano la vida nos
cobrará la factura de los actos cometidos desde diferentes puntos y perspectivas,
una historia tan humana, tan nuestra, que nos lleva a atesorar aquello que hemos
llamado “Amistad”.
La humanidad es una raza que jamás aprende, es una especie que jamás
reconoce sus errores, un ser egocéntrico que se cree superior a cualquier
elemento de la creación. Su historia está manchada de sangre inocente y con
pocos logros para su estirpe. Sus generaciones se han criado desde diferentes
puntos de vista, ya sea racial, económico o social, que forjan las naciones
habidas de expansión o de poder. Valores, comportamientos y creencias que se
ven reflejados en la vida diaria de cada pueblo, ciudad y nación, que los
condiciona, los consume y los sumerge en un mar de intolerancia, de racismo, de
miedo y de miseria.

“Cometas en el cielo” nos muestra un escenario de la Guerra Fría, donde los


intereses de dos naciones ajenas a Afganistán luchan por abrirse camino y así
explotar y consumir lo que nos les pertenece por derecho, prefiriendo ver como se
destruyen entre ellos, como se eliminan y se desaparecen, es una forma cruel e
inhumana, una cosmogonía sádica de los líderes mundiales. Cuya intervención
creará a un grupo islamista que ve con malos ojos al mundo entero, un cúmulo de
personas misántropas que matan a hierro por sus creencias y doctrinas.

La humanidad jamás ha aprendido a compartir el mundo con sus hermanos, la


humanidad es tan estúpida que jamás ha comprendido que las diferencias nos
hacen iguales, que las diferencias nos complementan y nos unen, hemos sido
educados para maltratar, para clasificar, para herir, para matar, para humillar, no
hemos hecho nada bueno a lo largo de 10, 000 años de historia. Hemos perdido el
tiempo en hacer nada, hemos gastado miles de millones de dólares, euros o pesos
en hacer la guerra, hemos destruido e impuesto nuestra creencia a placer y
voluntad, hemos hecho de todo, menos vivir en paz y en armonía con nuestros
semejantes.

¿A cuántos hemos matado por las creencias religiosas? ¿Cuántas vidas humanas
se han perdido a causa de guerras tontas y sin sentido? ¿Cuántos más deben
morir para que la humanidad abra los ojos? ¿Qué hemos hecho a lo largo de los
siglos como para estar tan orgullosos de nosotros mismos?

La humanidad es una aberración que consume todo a su paso, estruje, corrompe,


modifica y destruye a voluntad, a su imagen y semejanza ha convertido el mundo
en un basurero. Se fortalece con la muerte, el llanto, la miseria, la desesperanza,
la ira y el odio de sus hijos. ¿Con qué derecho destruye lo que no es suyo? ¿Con
qué derecho osa decir que es mejor que otros? ¿Quién le ha dicho que merece
heredar el mundo?
La esperanza es el faro que guía a las almas que despiertan de sus letargo, a
pesar de que la humanidad es una figura amorfa y sin piedad, algunos de sus hijos
nacen como la flor de loto, alzan sus ramas hacia el cielo y sobresalen del fango
que les ha visto nacer. Dichosos aquellos cuyo corazón alberga esperanza porque
todos los días renacerán con la aurora y por la noche, en la penumbra, menguará
la luna para cobijarles. “Cometas en el cielo” nos pide a gritos que conservemos
todo lo que nos hace crecer en espíritu y en esencia. Recalcando el más importa
según su punto de vista: la amistad.

Es bien sabido que la amistad es invaluable, es una dicha cálida que se alberga
en el pensamiento, afortunados aquellos que logran encontrar una, la mistad es
como una mariposa, tan frágil, tan hermosa y tan volátil, a ella no debes
aprisionarla, no soporta el claustro, jamás le debes alimentar con rencor, jamás
debes imponerle condición. Sin en cambio, si se cría y se conserva puede ser tan
fuerte como el acero, durará más allá de la muerte y del recuerdo si así se quiere.

La amistad nos hermana sin importar condición social, raza, color o sexo, ella,
junto con la esperanza han sido la inspiración para pequeños aportes al mundo, es
la melodía que trae consigo el trino de las aves y la aurora, es quien aporta risa al
corazón y le hace olvidar las penas, ella tan humilde y piadosa nos aconseja y nos
forja el carácter. Es como la primavera que florece, como el verano que calienta,
es como el otoño que cosecha y como el invierno que transforma.

La amistad jamás se olvida si se atesora debidamente, el tiempo jamás la hará


vieja si permanece en la memoria, la lluvia jamás la borrará si se protege. Es el
fuego vivaz que arde pero que no consume, es la tierra que te da lo que cosechas
y mereces, es la sangre que corre a través de las venas y alimenta, es el aliento
transformado en aire, un espíritu inquebrantable, una guía, una razón, una
inspiración y un tesoro.

“Por ti iría mil veces”, reza el recuerdo de una vida, mil veces por ti ofrendaría mi
alma, mil veces por ti entregaría mi honor, mil veces no serán suficientes para
mostrarte mi lealtad. Seamos cometas, volemos tan alto como sea posible, que
nuestra alma y nuestro espíritu pruebe la libertad y la dicha de surcar los cielos en
compañía de quien hemos considerado amigo. Ir más allá de la noche y del día, ir
más allá de la vida y la muerte, mostremos a la humanidad entera un ejemplo de
vida, una lección para la posteridad, que dure eternamente.

“Qué pequeños nos verán los que no volaron nunca”… LOVG

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