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Muy buenos días, estudiantes y personal docente de el Centro Escolar, mi nombre

es Jorge Vásquez, soy un estudiante de octavo grado y soy el postulado a Vice-


Presidente por el Partido Juvenil Estudiantil, hoy no he querido venir a decir
propuestas o ideas concretas por que se que la mayoría de lo que diga no se podrá
concretar, y quedare plasmado como un mentiroso (como todo un político), hoy he
querido hacer homenaje a muchos jóvenes nicaragüenses que lo están pasando mal,
incluso arriesgando su vida por buscar la libertad de expresión en su país, ya que es
un tema delicado del cual pocos se atreven a hablar, pero tomo muchas de sus
palabras y las expongo ante ustedes.
Hoy he decidido romper el silencio. Hoy he decidido gritar muchas cosas de las que
llevo dentro. Hoy he decidido gritar a los cuatro vientos, ¡Basta ya! Basta ya de
engaños, de corrupción, de faltas a la integridad.
¿Qué pasa hoy en día con la educación? Claro que hay que valorar las clases de la
escuela: matemáticas, español y ciencias... Pero, ¿y qué hay con lo demás? ¿Qué hay
con aquella educación que más importa, la que forma personas? ¿Qué hay con eso
que sólo podemos aprender mediante el ejemplo?
Hoy he decidido romper el silencio, y protestar. Sí, yo protesto, protesto ante todos
ustedes, los adultos por esa imagen que han puesto a nosotros los jóvenes. ¿Quién
de ustedes no se ha expresado o pensado más de una vez, caracterizándonos como
apáticos, irresponsables o rebeldes?
¡Mentira! Si algo caracteriza a la juventud de hoy es su desbordante energía. Un
joven quiere y debe probar sus fuerzas, salir adelante, abrirse camino en la
obscuridad del mundo que le ha tocado vivir.
Pero, ¿Dónde está el ejemplo que nos dan, para apartar las tinieblas de nuestro
camino? ¿Saben ya de lo que estoy hablando? ¿Quién sabe hoy en día lo que es la
educación, la integridad? ¿Quién puede mostrarnos cómo vivir bien? ¿En qué
escuela dan clases para ser una mejor persona?
¿Apáticos nosotros? ¿Y qué nos han enseñado ustedes cuando se quedan como si
nada ante la corrupción, la violencia y la pobreza que afectan nuestro mundo?
¿Irresponsables? ¿Qué nos enseñan ustedes cuando faltan a sus deberes como
padres, como esposos, como ciudadanos? ¿Rebeldes? ¿Y cuando ustedes se rebelan
contra las reglas y las leyes más sencillas, porque así parece que conviene?
Los adultos nos dicen que hay que ser honestos, que hay que tratar a todos como
nos gusta que nos traten, que hay que respetar los valores de la familia y atesorar la
amistad. Pero luego los vemos traicionando esos mismos valores cuando se trata de
buscar provecho para sí mismos. Los vemos violar las reglas, hacer trampa y hacerse
de la vista gorda. ¿Lo niegan? ¿Cuántas veces les han dicho a sus hijos que no deben
mentir? ¿Y cuántas otras los han incitado a hacerlo? “Dile al señor que eres más chico
para que nos salga barato el boleto.” “Diremos que te enfermaste para que podamos
irnos de viaje.” Con esta forma de hacer las cosas, ¿Qué clase de personas esperan
formar?
Por un lado nos predican valores muy bonitos. Pero la verdad es que en este mundo,
como lo han hecho ustedes, el que sigue siempre las reglas, el que respeta a los
demás, el que es generoso, es tachado de “bobo”, mientras que aquél que se pasa
por alto las leyes, que se aprovecha de sus vecinos, que pasa por encima de quien
tenga que pasar para alcanzar una idea corrupta de éxito, es admirado como “el
triunfador”. Sí, “no robarás” es un mandamiento, pero “el que no transa no avanza”
parece ser la regla de oro.
Si nos enseñan que esos valores tan sagrados pueden ser violados o pasados por alto
según conviene, ¿Dónde está el límite? ¿Dónde está el límite entre mentirle a un
maestro y mentir en una declaración fiscal? ¿Dónde está el límite entre violar una
regla de tránsito y violar las leyes de la Constitución?
Estamos acostumbrados a engañarnos a nosotros mismos, diciéndonos que sólo
hacemos lo que nos conviene, así como lo hace todo mundo, para tener una mejor
vida. Pero así es como nos llevamos una mentira tras otra, una traición tras otra, y
terminamos manchando lo que hay de bueno en nosotros, sintiendo una
culpabilidad terrible en nuestro interior, o perdiendo por completo la conciencia.
Cambiemos eso y seamos el tipo de personas que necesita este mundo para
prosperar, ciudadanos honestos con nuestros semejantes y especialmente con
nosotros mismos.
¡Basta ya! ¡Basta de no educarnos con lo que importa realmente! Basta ya de buscar
los valores en donde no los hay. Hoy he decidido gritar a los cuatro vientos que todos;
sí, todos nos merecemos otra oportunidad; otra oportunidad para continuar con
nuestras vidas enseñando y aprendiendo lo que más importa; enseñando y
aprendiendo a ser íntegros y lo más honestos posible; sacar nuestra lamparita en
este oscuro mundo e iluminar nuestro propio camino y así encontrar lo que en
realidad importa: vivir en amor, en armonía y especialmente sintiéndonos honrados
de hacerlo, ayudando a traer el cambio, sin importar que los cínicos piensen que
somos ingenuos o idealistas.
Hay que dejarnos gritar este mensaje… y escucharlo nosotros mismos, siendo
honestos, para darnos cuenta de la importancia de la integridad y de los valores, y
así poder educarnos y educar con la verdad, una verdad que nos llevará a ayudarnos
y a ayudar a los otros, una verdad que nos llevará a una mejor vida, a un mejor
mundo. Ya es hora de comprometernos a enseñar lo que son realmente el respeto y
la integridad, no quedarnos con sólo engaños, hipocresía, disfraces que la sociedad
nos ha llevado a usar, para sentirnos bien con nosotros mismos a base de mentiras.
Hoy he decidido decirles a todos ustedes que el momento de actuar es ahora… no
mañana, ni la próxima semana, ni después ¡Ahora! El conjunto de experiencias de
ustedes, los adultos, nos pueden ayudar si lo comparten sin juzgarnos y,
estableciendo una buena comunicación entre nosotros, nos mostraremos
mutuamente un nuevo camino para recorrer. Uno con más luz y menos tinieblas.
Hoy invito a cada uno de ustedes a ir mucho más allá, ahí dentro donde sólo uno
puede llegar, los invito a descubrir todo eso que sólo ustedes saben que tienen para
dar y poder construir un mundo mejor.
Hoy hay que dejarnos decir lo que tenemos que decir, escucharlo y creérnoslo, para
ver si así nos damos cuenta de lo importante que hay para valorar y así tener el valor
suficiente para hacer el cambio.
Los días pasan y yo sigo escuchando una pequeña voz en mi mente que me dice que
es momento de hablar. Hoy he decidido escuchar a esa voz para poder decirles a
todos ustedes lo que podemos hacer, cambiar la educación, o tan solo agregarle lo
que sea necesario para tener una mejor vida. Y ahora que el viento lleve el mensaje
para transmitirlo a todos ustedes.

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