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Tanto las obras sociales integrantes del Sistema Nacional del Seguro de Salud, como
las empresas de medicina prepaga, tienen la obligación legal de brindar la cobertura
del Programa Médico Obligatorio. Todo lo que exceda esta canasta de prestaciones,
estaría fuera del alcance del marco de obligaciones asumidas por estas entidades de
salud.
Ahora bien, como sabemos, los jueces ordenan muy frecuentemente a las obras
sociales y a las empresas de medicina prepaga cubrir prestaciones que exceden el
marco del Programa Médico Obligatorio, sobre la base de la interpretación del derecho
a la salud tutelado por el art. 42 de nuestra Constitución Nacional y por distintos
tratados internacionales.
Uno de los interrogantes que deberíamos esclarecer es por qué la obligación asumida
internacionalmente por el Estado Nacional, por vía de la suscripción de tratados, luego
es trasladada a otras personas físicas o jurídicas, en este caso, obras sociales y
empresas de medicina prepaga. En otras palabras, si el Estado Nacional asume un
compromiso frente a otros países, por ejemplo el de brindar determinada cobertura de
salud, debería ser el propio Estado Nacional quien cumpliera con el compromiso
asumido y no canalizar su cumplimiento a otras entidades.
Intentando responder la primera cuestión señalada más arriba, entendemos que una
vez determinadas las obligaciones de las obras sociales, de las empresas de medicina
prepaga y del Estado Nacional, deberíamos ceñirnos a ello y si, como en el caso, el
medicamento no está incluido en el Programa Médico Obligatorio, será eventualmente
una obligación del Estado Nacional cubrirlo.
Por otra parte, como vimos, el Juez de Primera Instancia estableció que la cobertura
tenía que otorgarla la empresa de medicina prepaga al 30% y el restante al 70%,
mientras que la Cámara Federal de Córdoba modificó los porcentajes al 10 y al 90%,
respectivamente, sobre la base de una pericia contable, porque entendió que ello era
“justo y equitativo”.
Para dar una respuesta a la segunda de las cuestiones planteadas, entendemos
necesario recordar cuál es la función de los jueces.
La función del juez es la de aplicar la ley y la de interpretar su contenido; no la de
crearla, por no ser su tarea legislativa; sino jurisdiccional. Si sus pronunciamientos
avanzan sobre temas no previstos por la ley por cuestiones de “justicia” o de
“equidad”, no hacen otra cosa que crear una ley de acuerdo con sus personales
convicciones.
Con relación al caso que estamos analizando, si la empresa de medicina prepaga
tiene la obligación de cumplir con una cobertura debe otorgarla y, en caso contrario, no
hacerlo y, en todo caso, deberá el Estado Nacional con su obligación de asegurar el
derecho a la salud a sus habitantes, asegurar la prestación.
Por otra parte, como dijimos, la Cámara Federal de Córdoba impuso a Parque Salud la
obligación de cumplir con el 10% del costo de la cobertura, pues un porcentaje
superior podría poner en riesgo su supervivencia.
¿Qué hubiera pasado si la empresa hubiera tenido mayores recursos? ¿La hubieran
obligado a cubrir el costo total de la cobertura?
De la lectura del fallo se desprende que, si la empresa hubiera tenido mayores
recursos, su obligación de cobertura también habría sido superior. De este modo, a
nuestro criterio, estamos premiando la ineficiencia de la gestión, es decir a quien peor
le va o quien peor administra se ve beneficiado con menos obligaciones. No nos
parece que esta sea la vía para alcanzar una mejora en la calidad de la cobertura y de
la salud de nuestra población.
Estamos convencidos que necesitamos reglas claras para vivir en un país previsible.
Este fallo genera más incertidumbre que seguridad. Deben precisarse los derechos y
las obligaciones de todos, en donde cada uno desarrolle su función de modo
adecuado y brinde la cobertura que le corresponde y que, consecuentemente, la
población goce de un eficiente servicio de salud, tanto público, como privado, como el
que brinda la seguridad social.
Inseguridad jurídica
Por Fernando G. Mariona
Abogado - Director de TPC Compañía de Seguros
Últimamente algunos jueces de Primera Instancia están intimando a los aseguradores para que
acompañen al expediente judicial la denuncia del siniestro efectuada por nuestros Asegurados,
Clínicas, Sanatorios u Hospitales y/u otros Centros médicos y todos los miembros del Equipo
de Salud, en un plazo perentorio, y la negativa a presentarlo constituirá una presunción en
contra del asegurador, justificando dicho pedido en el art. 388 del Código Procesal Civil y
Comercial.
El principio que deriva de la mencionada norma de forma posee un límite, el que se constituye
en la máxima nemo tenetur edere contra (nadie tiene el deber de cumplir una actividad que
tenga por resultado favorecer la posición del adversario). Disculpen, no es por presumir,
ustedes saben que algunos abogados usamos estos términos en latín jurídico, pues sintetizan
mejor el concepto del principio que se quiere defender.
Este principio nemo tenetur... debe ser admitido en consideración a que el cumplimiento de lo
solicitado por los magistrados resulta primeramente violatorio del art. 18 de la Constitución
Nacional en cuanto al principio de la defensa en juicio, y a la inviolabilidad de los papeles
privados, teniendo en consideración además el sistema dispositivo -aun atenuado- al que
continúa adscripto nuestro ordenamiento (Morello, A.M.-Sosa, G.L, Berizonce, R.O., “Códigos
Procesales en lo Civil y Comercial de la P.B.A y de la Nación”, Ed.Platense/Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1992/1993, TºV, pág. 433. Así también en este sentido, Stiglitz, Rubén S.,
“Derecho de Seguros”, Tº II, pág. 148, Abeledo Perrot 2001).
Los jueces deberían saber, si conocieran el funcionamiento de la actividad que pretenden
juzgar, que las corrientes actuales -últimos dieciocho años- en materia de errores en el ámbito
sanitario indican que la seguridad del paciente debe ser reconocida como un fundamento más
que necesario para la buena calidad de la atención sanitaria, la que debe estar basada en una
actitud preventiva y en el análisis y realimentación sistemáticos, a partir de diversos sistemas
de información interna y de la comunicación de los incidentes adversos, entre ellos al
asegurador del riesgo, por el personal de la atención sanitaria. Es decir, que “las estrategias de
seguridad del paciente deben constituirse en una parte integral del programa general de
mejora constante de la calidad con la intención de evitar las recurrencias”, como parte del
cumplimiento de la Obligación de Vigilancia y Seguridad resultado, ya que por su
incumplimiento los condenan.
Recogiendo las ideas de las recomendaciones de la Alianza Mundial para la Seguridad del
Paciente creada por la Organización Mundial de la Salud que recomienda “elaborar sistemas
de notificación y aprendizaje para facilitar el análisis de las causas que originan los errores y
prevenirlos”, así como la del Comité Europeo de Sanidad, que ya en su reunión del año 2004
recomendó a los Gobiernos de los Estados Miembros, la Argentina lo es, “elaborar un Sistema
para la comunicación de los incidentes relacionados con la seguridad del paciente, con el fin de
mejorar la seguridad del mismo aprendiendo de los incidentes de seguridad”, los Aseguradores
del Riesgo de Responsabilidad Civil Médica, han diseñado sistemas que permiten alentar a los
asegurados a la más completa información de los denominados eventos adversos.
Para ello, las aseguradoras del riesgo han tenido que trabajar muchísimo dentro de la
Comunidad Médica, en tareas de convencimiento y capacitación, para que les sea transmitida
la información de los hechos, erradicando la idea del castigo por hacerlo, tanto en el proceso
interinstitucional como hacia el exterior de los hechos.
Sin embargo, esta exigencia de los Magistrados, confundiendo la Denuncia de un Siniestro de
Automotores con la Comunicación de un Incidente Adverso en RC Médica, genera nuevamente
la sensación de la desprotección jurídica de quien no sólo cumple con el contrato, sino con uno
de los paradigmas de la medicina en el mundo entero. Es decir, la falta de comprensión del
funcionamiento del sistema del cuidado de la salud. Casi una cuestión de Sociología del
Derecho, ciencia auxiliar -fuente del Derecho- a la que lamentablemente los Señores
Magistrados no siempre acuden para abrevar unos traguitos.
Por lo demás aparece como inaplicable la parte final del art. 388 del CPC y C. en cuanto
establece que “cuando por otros elementos de juicio resultare manifiestamente verosímil su
existencia y contenido, la negativa a presentarlo, constituirá una presunción en su contra” (del
Asegurador).
En este caso la negativa sería en contra del Asegurador, y no se advierte la validez de la
medida, por las siguientes razones:
Cuando el Asegurador reconoce en la Contestación de su Citación en Garantía, la existencia de
la póliza, la suma asegurada, así como la cobertura del siniestro, del cual tomó conocimiento a
través de la Citación en Garantía -art. 118, Ley 17.418, de la que es informado junto con la
Transmisión de las Piezas de la Demanda junto con el Formulario de Denuncia de Siniestro de
propiedad del Asegurador- y no habiendo formulado oposición alguna respecto de la
cobertura o cualquier otra causal de exclusión, no se comprende, en este riesgo que difiere
abismalmente de una cobertura de accidente automotor, de la necesidad de incorporar al
expediente la documentación en poder del asegurador, plagada de información sensible, no
sólo respecto del actor o del coheredero de éste, sino también de los hechos y de las
conductas comentadas al Asegurado en cumplimiento de la Carga de Informar. La Transmisión
de las Piezas de la Demanda, también se trata de una carga complementaria de cooperación,
que el asegurado ha cumplido en tiempo y forma.
Más aún, no invocando el Asegurador caducidades de cobertura o inexistencia de denuncia, es
decir, dando por cumplido por el Asegurado la carga de los arts. 46, 47 y 48 de la Ley 17.418, lo
cual presupone no sólo la existencia del siniestro, sino también su contenido, por lo cual dicha
presunción en contra del asegurador no podría hacerse operativa. (Cámara Civil y Comercial,
Sala IIª, 17-II-1994, “Carunchio c/ Martín”, J.A. 1998-IV-Síntesis, citado por Stiglitz, Rubén S.
pág. 148, Tratado de Derecho de Seguros).
De tal forma que no sólo no existe riesgo alguno de que el eventual tercero perjudicado,
pierda derecho a la indemnización, dentro del límite de la garantía máxima, que resulta ser la
suma asegurada de póliza, con las eventuales deducciones que pudiera sufrir la misma, por los
consumos por otros siniestros pagados, así como por la “latencia” de otros siniestros/juicios en
trámite que se pudieran denunciar.
Es por todas estas razones apuntadas, que se interpreta excesivo el rigorismo del juzgador en
la interpretación y aplicación del artículo 388 del CPC y C, debe ser revisado. Entendemos que
lo que deberá ser reconocido, ya sea por las partes o por los expertos, será la documentación
clínica en general, pero jamás en un proceso de Responsabilidad Profesional Médica este
proceso debería ocurrir con el Formulario de Denuncia del Siniestro, ya que es una declaración
efectuada por el Asegurado respecto del Asegurador, en cumplimiento de las cargas
contractuales, que carecen de relación con la suerte del proceso, en un documento de
exclusiva propiedad del asegurador, y su exhibición le ocasionará, más allá de la violación del
derecho de defensa, un incalculable perjuicio, no sólo al asegurador, sino también al sistema
del cuidado de la salud de las personas.
Es frecuente que la Comunidad Médica recurra a Jueces para que les den conferencias sobre
Mala Praxis. Sería bueno que les preguntaran sobre estas actitudes y sobre todo por el
fundamento de su existencia.
El derecho a la salud
Por el Dr. Adolfo Sánchez de León (*)
Médico. Especialista en Salud Pública.
El derecho a la salud se enmarca en el género de los derechos sociales y está consagrado en
numerosos tratados internacionales y regionales de derechos humanos y en las Constituciones
de países de todo el mundo. El derecho a la salud está integrado por un conjunto de
obligaciones que deben estar garantizadas para toda la población por el Estado tendientes a
asegurar el acceso a la atención de la salud, entendida ésta en términos amplios. Garantizar el
derecho a la salud contribuye a generar Ciudadanía.
LA DEFINICIÓN DE SALUD
Ahora bien, a fin de hacer operativo este enfoque debemos definir “salud” para saber cuáles
son las obligaciones del Estado para con los ciudadanos. La Organización Mundial de la Salud
ha definido a la salud como “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no la
mera ausencia de enfermedad”. Esta definición que data de 1948 es hoy universalmente
utilizada, aunque no sin generar algunas polémicas.
La adopción de esta definición por parte de la OMS supuso un cambio en el modo de entender
la salud. Efectivamente, como señalaba en aquel entonces Sigerist la salud debía ser concebida
como un valor positivo, en contraposición con la concepción reinante en ese entonces, más
restrictiva que se contentaba con asumir que la salud era la mera ausencia de afecciones o
enfermedad. (Mazzafero Vicente Enrique y colaboradores. Medicina en Salud Pública. Editorial
El Ateneo. 1988)
Otro de los aspectos positivos de esta definición fue el incorporar una concepción integradora
de lo mental y lo social ampliando el criterio físico o biológico que predominaba en ese
entonces. Previo a esto se consideraba la salud como un mecanismo de adaptación biológica,
física o fisiológica con el medio ambiente. Podemos afirmar que se pasó de un modelo
puramente organicista a un modelo más integrador con lo mental y social. Pero esta definición
se caracteriza, a los fines de establecer las obligaciones del Estado para con sus ciudadanos, de
una cierta vaguedad.
Según la Organización Mundial de la Salud, el goce del grado máximo de salud que se pueda
lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza,
religión, ideología política o condición económica o social. (Constitución de la Organización
Mundial de la Salud. Documentos básicos, suplemento de la 45a edición, octubre de 2006)
Desde esa perspectiva dice la OMS, el derecho a la salud obliga a los Estados a generar
condiciones en las cuales todos puedan vivir lo más saludablemente posible. Esas condiciones
comprenden la disponibilidad garantizada de servicios de salud, condiciones de trabajo
saludable y seguro, vivienda adecuada y alimentos nutritivos. El derecho a la salud no se limita
al derecho a estar sano. (El derecho a la salud
enhttp://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs323/es/index.html)
http://www.revistamedicos.com.ar/numero100/opinion_leon.htm
Amparos en salud
¿Desarrollo o involución?
Por el Dr. Floreal López Delgado
Abogado y asesor sanatorial
AMPAROS Y SALUD
Los financiadores de la salud comenzaron a ser demandados en “juicios sumarísimos” (el viejo
amparo contra actos de particulares) hace mucho.
Debemos reconocer que en muchos casos los reclamantes tenían razón.
Algunos prepagos dieron de baja “sin causa” a beneficiarios ni bien se les detectaba una
patología de alto costo.
Se incrementaron al sancionarse la ley 24.240 (1993) de Defensa del Consumidor que afectó a
las prepagas, sobre todo por las resistidas “preexistencias” y períodos “de carencia”, aunque
no tenían una magnitud apreciable.
A partir de 1995 cuando fue sancionada la ley 24.455, que impuso financiar el tratamiento del
HIV y drogadependencia a las Obras Sociales y varias de éstas, caprichosamente a mi entender,
se negaron.
La sanción de la ley 24.754 (1997) extendió a las prepagas las prestaciones mínimas
obligatorias para las Obras Sociales e inmediatamente comenzaron los exitosos amparos de los
beneficiarios que sistemáticamente eran acogidos cuando las prepagas se negaban a dar
prestaciones incluidas en el PMO. (“Prepagas Judicialización de la cobertura” - Revista Médicos
Nº 26)
Si existen leyes dictadas por el Congreso que obligan a financiar determinados tratamientos y
el financiador no las cumple tenemos “ilegalidad manifiesta” que es precisamente uno de los
supuestos de la acción de amparo.
LA SITUACIÓN ACTUAL
Si bien a partir del fallo mencionado es difícil ver excesos tan groseros notamos que: suele
concederse a título “cautelar” casi cualquier cosa que pida quien tenga certificado de
discapacidad sin pedir ni siquiera la previa intimación extrajudicial.
Por esa vía vemos “elecciones de prestadores” por “falta de confianza” en el que ofrece el
financiador, pese a ser apto y contar con todas y aún mayores calificaciones que el “elegido”
por el paciente, muchas veces seducido con malas artes por algún médico carente de ética.
Recordemos que el sistema de Obras Sociales no permite la libre elección del prestador.
Se prescinde de la opinión del Cuerpo Médico Forense, ordenando administrar tratamientos
de muy dudosa eficacia y alto riesgo, sin saber si el prescriptor obtuvo el consentimiento
informado del paciente, que implica el conocimiento de los riesgos, complicaciones posibles y
tratamientos alternativos, con lo que el juez se constituye en médico, para lo que ciertamente
no se encuentra calificado y sobre agrega la “mala praxis” de no brindar al paciente la
información sanitaria a que lo obliga la ley… nos preguntamos quién pagará los daños si las
cosas salen mal y el paciente advierte que era un riesgo previsible y no informado.
¿QUÉ HACER?
Antes del juicio: contener al paciente y cuando insiste en un prestador ajeno a la cartilla no
dejar su atención en un empleado administrativo, el auditor médico deberá explicarle que el
prestador que se le ofrece es apto.
No escudarse en la demora burocrática en aprobar una nueva droga o tratamiento cuando
tiene sustento científico.
Durante el juicio: pedir que opine el Cuerpo Médico Forense.
Revelar las falencias científicas de las pretensiones del amparista y recordarle al Juez que no
puede constituirse en administrador de salud solo porque se lo pide un médico del que no se
conocen antecedentes ni jerarquía científica.
Insistir en el principio de legalidad y ciencia basada en la evidencia que no puede ser
reemplazado por un “derecho a la salud” reducido a un slogan.
http://www.revistamedicos.com.ar/numero100/columna_lopez_delgado.htm
http://www.revistamedicos.com.ar/numero103/columna_katz.htm
1992: 7,0 %
1993: 9,6 %
1994: 11,5 %
1995: 17,5 %
1996: 17,2 %
1997: 17,9 %
De ello se desprende claramente que la baja de las contribuciones no tuvo el efecto que se
pretendía en sus objetivos. Los hechos y los índices demostraron que siguió el camino
contrario. Mayor índice de desocupación significa, entre otras cosas, menos trabadores
cubiertos por el Sistema de Salud y menos aportes de obra social.
Como cualquier medida de gobierno, tenemos que analizar qué impacto tendría la eventual
baja de contribuciones patronales en un 33 % como la que impulsa, al menos, un sector del
gobierno nacional.
Resulta inequívoco que, de modo inmediato, esa disminución produciría un ahorro en el sector
patronal. Es decir, habría un “beneficio” para el empresariado desde que no se está
reduciendo el aporte del trabajador.
Por otra parte, esa baja produciría también un impacto equivalente aproximadamente a una
reducción de tres mil seiscientos millones ($ 3.600.000) en la recaudación del Fondo Solidario
de Redistribución.
Es importante destacar que los gastos médico-asistenciales de las obras sociales son regidos
por un aumento de costos que -en particular en el sector medicamentos- van habitualmente
por encima de los índices de inflación. Por lo tanto, la disminución de las contribuciones con
esos destinos implicará, necesariamente, un deterioro o directamente la eliminación de
prácticas de salud.
La reducción de contribuciones destinadas a la salud debe ser analizada con extremo cuidado,
pues se vería directamente afectado este servicio que recibe la gente.
Para poder mantener la misma calidad de servicios, más que probablemente las obras sociales
intenten conseguir auxilio económico y financiero del Estado Nacional, por vía del Fondo
Solidario de Redistribución o de los recursos del Tesoro.
Si el porcentaje de las contribuciones patronales disminuyeren, obviamente, también
disminuirá el ingreso de dicho Fondo Solidario de Redistribución. Por ello, claramente, no
habrá dinero suficiente para atender estas necesidades prestacionales.
Así, sólo cabría pedir socorro al Tesoro Nacional, quien podría acudir en ayuda del Sistema
Nacional del Seguro de Salud si modificamos las fuentes de financiamiento actuales de este
subsector de la salud.
Además, hay que considerar que las contribuciones no financian una prestación a cargo de un
organismo público; sino en cabeza de entidades de derecho público no estatal, como son las
obras sociales nacionales, según lo dispuesto por el art. 2 de la ley 23.660.
En consecuencia, el problema excede los límites impuestos por los problemas de
competitividad empresarial y afecta, sustancialmente, temas vinculados con la distribución del
ingreso. Es indudable que el desfinanciamiento del Fondo Solidario de Redistribución y de las
obras sociales, profundizará las inequidades presentes en el sistema.
Por otro lado, y teniendo en cuenta que hay aproximadamente cuatro millones (4.000.000)
millones de argentinos que hoy “desregulan” sus aportes en las empresas de medicina privada,
en donde su cuota de plan está compuesta por un pago de bolsillo y el componente de la
Seguridad Social, al verse disminuida la contribución será aún mayor lo que deba integrar de su
dinero personal para sostener el mismo plan de salud.
Finalmente, se debe considerar que los cambios en la distribución del ingreso en favor de la
rentabilidad de las empresas afectan, no sólo al sector público sino también las prestaciones
de salud de los trabajadores y de los jubilados
Se realizó la 23ra edición del Congreso Internacional Salud - Crisis - Reforma, organizado por
la Cámara Argentina de Empresas de Salud y la Fundación Docencia e Investigación para la
Salud
El discurso de apertura fue realizado por Dn. Norberto Larroca, presidente del Congreso: “El
Hombre y el Derecho a la Salud parece un tema regresivo. ¿Cómo vamos a tratar algo tan
obvio? Sin embargo, tiene plena vigencia. Nuestra propuesta es la lucha por la construcción de
un nuevo paradigma. Una salud basada en que el hombre no se enferme sería el primer paso
para el desarrollo de un sistema donde prevalezca la inversión, desechando el gasto
innecesario, y así poder conocer el verdadero costo de la salud”. En este sentido, resaltó:
“Nosotros solo atendemos la enfermedad. Y la enfermedad se atiende con el 9% del producto
bruto del país. El Estado pone el 2%. Otro 3% la seguridad social y el 4% restante la gente de su
bolsillo. Y de ese 2% que pone el Estado hay poco destinado a la prevención”.
“El modelo asistencial argentino no puede ser un modelo consumista a través de la
enfermedad. El conjunto de los argentinos tiene que asumir su responsabilidad para construir
la agenda de la Patria nueva”, agregó.
“Al presidente Macri le digo que cuente con este sector público, de capital privado, producto
del trabajo acumulado que sembró, en todos los rincones, sanatorios, clínicas, salitas
vecinales, hospitales de comunidad. Estamos en el lugar donde la gente nos convoca y nos
necesita”, concluyó.
Larroca también anunció el lanzamiento del libro “El Sector Privado como Actor Social. Aportes
a las acciones de atención de la Salud”, una investigación histórica sin precedentes, realizada
por el Lic. Ángel Jankilevich sobre los orígenes del sector, desde la época de la conquista
española hasta nuestros días.
Larroca, director de la publicación, destacó que el documento ya se encuentra en manos de la
jefatura de gabinete de ministros “como un aporte más para el debate serio sobre la salud,
intentando que la misma sea considerada una verdadera política de Estado”.
Inaugurado el Congreso, el Dr. Eduardo Fidanza de Poliarquía fue el encargado de la
Conferencia Central, en la que realizó un detallado perfil sobre el aspecto subjetivo de la
sociedad argentina, se refirió al actual contexto político, y esbozó algunos desafíos a tener en
cuenta para el armado de una agenda política en Salud.
Fidanza aseguró que “estamos ante una transición política de carácter histórico, producto de
un cambio cultural”, que a su vez se inscribe en una sociedad que tiene determinadas
conductas y orientaciones. En este sentido, sintetizó que “el argentino tiene altas expectativas
de bienestar en un sistema que no puede dar respuesta. Tiene conciencia de sus derechos
sociales y cívicos, pero no de sus obligaciones; demandas elementales y no estructurales;
ambivalencia frente a la corrupción y una orientación hacia el Estado”.
Un dato relevante indica que hay una alta concentración de demandas que no terminan de
resolverse: falta de trabajo, bajos ingresos, altas tasas de inflación, inseguridad. Esto se refleja
en las encuestas, donde las respuestas sobre temas básicos ocupan un lugar secundario:
apenas el 1 o 2 % de la población indica que el principal problema de la Argentina es la salud o
la educación.
Fidanza agregó que ante la pregunta sobre cómo está el país hoy, un 20% de las personas dice
que está bien; el resto dice que está regular o mal. Pero destacó que cuando uno pregunta
cómo cree que va a estar el país de acá a un año, más del 50% contesta que el país va a estar
mejor: “Esta visión a un año puede estar significando algo novedoso: que los argentinos estén
dispuestos a postergar la satisfacción de sus expectativas materiales para dar lugar a las
reformas que el país y su sistema económico necesitan”.
Luego fue el turno del Dr. Rubén Torres, quien invitó a reflexionar sobre cómo “la percepción
un tanto distorsionada del derecho a la salud” influye en las condiciones de funcionamiento
del sistema de salud en la Argentina.
Torres también se refirió a la Cobertura Universal de Salud, sobre la que dijo que, si realmente
vamos a avanzar hacia la cobertura universal para atacar el problema elemental de inequidad,
la primera decisión que se debe tomar es que todos tengan derecho al PMO. “El PMO debiera
ser garantía para el conjunto de los argentinos. Una vez que tengamos garantizado eso
podremos discutir las condiciones para la CUS.”
Además, sostuvo: “Si queremos derechos que no estén unidos a la idea de consumo sino a la
idea de solidaridad, que debe primar en un sistema de salud, tenemos que decidir qué
servicios son prioritarios y que alcancen a todos los argentinos. No podemos aumentar
cobertura para algunos cuando hay necesidades prioritarias que no están cubiertas en otros
sectores”.
“No puedo ser crítico de la CUS porque coincido plenamente en sus objetivos, pero creo que,
en la Argentina, como está planteada, es una caja vacía a la que aspiro que el conjunto de los
argentinos -y los que estamos en el sector- contribuyamos a llenar”, concluyó el rector de
ISALUD.
Cerca del mediodía, el ministro de Salud de la Nación, Dr. Jorge Lemus, visitó el Congreso y fue
convocado al estrado por Larroca, quien agradeció su presencia e hizo entrega pública del libro
“El Sector Privado como Actor Social”.
Lemus comenzó su discurso refiriéndose a que todos los sistemas de salud del mundo están en
crisis. Destacó que el desafío es que “los que manejamos los sistemas tenemos que convertir
esa crisis en una crisis de crecimiento. No debemos asustarnos porque es nuestra
responsabilidad, tanto del ministerio de Salud como de los ministerios provinciales, secretarías
municipales, el sector privado y las obras sociales”.
En cuanto a la Cobertura Universal en Salud, manifestó: “Es un tema abordado por el mundo
entero y ya son 197 países los que están detrás de brindar cobertura universal. Tenemos que
lograr que los 15 millones de habitantes que no tienen una cobertura formal la tengan por
parte del Estado”.
Cerró el bloque de la mañana el Prof. Dr. José María Paganini, graduado ilustre y profesor
extraordinario de la UNLP y presidente del CENAS, que refirió su conferencia al “Ser Humano y
el Derecho a la Salud”, con una mirada antropológica y científica sobre el tema.
• La pobreza se caracteriza por la privación o la falta de acceso a los medios a través de los
cuales las personas pueden materializar plenamente su potencial humano.
Principales conclusiones de la investigación:
• Las brechas en el acceso a recursos y en el estado de salud de la población se presentan
como estructurales y asociadas a la falta de oportunidades de condiciones no sólo económicas
sino estructurales de inclusión social.
• Disponemos de un estado sanitario dual cada vez más extendido, especializado y eficiente
orientado hacia los sectores con más recursos de inclusión, y a la vez fuertemente
empobrecido, precario e insuficiente para los sectores más vulnerables.
• Por sí solas, las políticas de crecimiento y de protección social activan, amplían y mejoran las
condiciones de vida de sectores informales, pero no logran generar condiciones de vida
saludables ni una justa distribución de los recursos para el desarrollo de la salud.
Finalmente destacó que los déficits estructurales en salud son déficits estructurales en materia
sanitaria y que no se puede responsabilizar a una población privada de recursos económicos,
sociales y culturales. Y fue claro en su afirmación: “Es responsabilidad del sistema social y del
Estado volcar los recursos hacia aquellos sectores que más lo necesitan”.
Completaron el staff de conferencistas: el Dr. Alfredo Stern, ex secretario de Salud porteño; y
participaron del panel internacional los Dres.: Juan Carlos Linares, presidente de la Federación
Latinoamericana de Hospitales, Juan Carlos Giraldo Valencia, de la Asociación Colombiana de
Hospitales y Clínicas; y José Soto Bonel, presidente de la Organización Iberoamericana de
Prestadores de Servicios de Salud, con sede en Madrid-España.
Este año la novedad del Congreso fue la presentación del libro “El Sector Privado como Actor
Social.
en su comunidad.
En nuestro sistema de salud, el 20% del personal viene de pueblos vecinos (Bolivia, Perú,
Colombia). Llegan a la Argentina, estudian y se incorporan al sistema. Frente a esto, tenemos
millones de jóvenes desocupados sin ninguna orientación. Lo que pretendemos mostrar es que
con una política y una orientación esto se puede lograr”.
Sobre el final, agradeció la invitación a participar del tradicional debate y reflexionó: “El
derecho a la salud es la síntesis de todos los derechos: a la alimentación, al agua, a la
vivienda… es el derecho a la vida digna”.
Con una trayectoria de 23 años de debate ininterrumpido, el Congreso de la CAES visibilizó una
vez más la necesidad de una Política de Estado que defienda el derecho a la salud, de forma
integral, oportuna y equitativa, desde los determinantes sociales, como punto de partida para
construir una ciudadanía saludable y sin exclusiones