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Unidad didáctica 8
El informe psicológico
Competencia/s
Objetivos específicos
Conviene redactar siempre un informe que contenga los datos más relevantes, y las conclusiones y
las recomendaciones a las que ha llegado el profesional tras el proceso de evaluación. En cualquier
caso, conviene tener clara la estructura y los aspectos básicos que hay que tener en cuenta a la hora
de redactar un informe psicológico, ya que los resultados y las conclusiones que aparezcan en el
mismo pueden afectar o influir en las decisiones que se tomen durante los años posteriores a la
evaluación.
El profesional tiene que asumir que, independientemente de quién sea el destinatario del informe, ese
informe lo pueden leer los padres o el mismo adolescente, con lo que conviene redactarlo con un
lenguaje claramente comprensible para ellos y, siempre que sea posible, entregarlo en mano a la
familia y compartir la lectura del mismo en su presencia, para tener la oportunidad de aclarar
conceptos y resolver dudas en el caso de que sea necesario.
8.2. Estructura básica del informe
A continuación se recogen los apartados básicos de un informe y dos posibles formas de
organizar la información. Estas dos propuestas son orientativas ya que no conviene excluir la
libertad creadora y el aire personalizado que todo informe escrito debe tener.
Propuesta 1 Propuesta 2
Tomando como punto de referencia la segunda propuesta respecto a la estructura del informe
psicológico, vamos a profundizar en el contenido de cada uno de los apartados que en ella se
contemplan, y en aquellos aspectos relacionados con la redacción de los mismos, que van a ayudar a
agilizar la lectura y a facilitar la comprensión de lo que en él se explica a su receptor.
8.2.1. Datos personales
El contenido de esta sección no debe ocupar más allá de uno o dos párrafos, pues de lo contrario se
corre el riesgo de repetir la misma información en otros apartados.
8.2.3. Historia personal, familiar y del problema
En este apartado se recoge aquella información que puede ayudar a comprender los motivos que
podrían explicar la causa y/o el mantenimiento de los síntomas motivos de consulta. Las fuentes
de información sobre estos datos son el paciente, los familiares, los profesores, los médicos, los
informes previos y otros.
En la redacción de este apartado conviene organizar la información con una lógica progresiva, de
tema en tema, recogiendo una sola idea por párrafo y, en orden cronológico, desde los incidentes más
tempranos hasta la situación actual. También conviene clarificar la fuente de quien procede la
información, con frases del tipo: “Según señala…” “Su psiquiatra, la Dra. Nieto indicó…” “La opinión de su
tutor es…” “Su cuidadora refiere…” “Su madre informó…”, y citando las frases literales entre comillas y
en cursiva.
Además de lo comentado en el párrafo anterior, durante la redacción de este y los siguientes apartados,
el profesional tiene que procurar evitar el uso excesivo de frases cortas, redactadas de forma
telegráfica, sin términos que sirvan de enlace entre las diferentes ideas, ya que dificultan la lectura y la
comprensión. Lo mismo sucede cuando se utilizan frases o párrafos demasiado largos, el lector acaba
perdiendo de vista el hilo conductor de lo que se pretende explicar.
8.2.4. Procedimiento evaluativo
La información recogida en este punto debe permitir a otro profesional, a los padres y al adolescente
reconocer los instrumentos de evaluación utilizados durante el proceso de evaluación, conocer las
puntuaciones obtenidas en los mismos y entender cómo se interpretan.
El profesional receptor de un informe no tiene por qué conocer todos los instrumentos de evaluación que
existen en el mercado. Es por este motivo, y con la finalidad de agilizarle la lectura del mismo, que
conviene acompañar el nombre del instrumento de evaluación con una breve descripción de la
finalidad del mismo y la información básica que le permita entender cómo se interpretan las
puntuaciones.
Este apartado engloba tres subapartados, el contenido de los cuales describiremos detalladamente, a
continuación:
Instrumentos de evaluación.
Resultados cuantitativos.
Interpretación de la prueba.
Instrumentos de evaluación
En este punto listamos los instrumentos de evaluación utilizados organizados de la siguiente manera:
En este punto presentamos el nombre de la prueba, junto a una breve descripción de la finalidad de
la misma y la información necesaria para entender cómo se interpretan las puntuaciones. Esta
presentación debe ir seguida de la tabla o el perfil de los resultados obtenidos, diferenciando las
puntuaciones significativas de las no significativas, marcándolas con un color distinto, o bien
acompañándolas con la indicación del nivel de severidad entre paréntesis (leve, moderado, elevado).
TAMAI: cuestionario destinado a la apreciación del grado de adaptación, diferenciando los aspectos
clásicos de esta en subfactores que determinan las raíces de la inadaptación. Analiza también las
actitudes educadoras de los padres.
MACI: inventario autoinforme compuesto por 160 ítems y 31 escalas, diseñado para evaluar las
características de personalidad y los síndromes clínicos de los adolescentes.
TAMAI: es una prueba que evalúa cómo el adolescente se adapta a nivel personal, social, familiar y
escolar. Además, permite conocer cómo el joven valora el estilo educativo de sus padres. Son
significativas las puntuaciones a partir de 66.
MACI: cuestionario autoaplicado que evalúa la actitud del adolescente frente a dificultades propias
de la edad y la presencia de pensamientos, emociones y/o comportamientos que requieran de una
atención profesional. Son significativas las puntuaciones a partir de 60.
Interpretación de la prueba
En este apartado recogemos las conclusiones derivadas de cada una de las pruebas. Podemos hacerlo
organizando las conclusiones alcanzadas a través de los diferentes instrumentos de evaluación por
áreas o aptitudes separadas (inteligencia, razonamiento, lenguaje expresivo, conducta adaptativa…),
redactando en párrafos separados, para cada área de interés, la información derivada de los tests
utilizados para valorar cada una de ellas, o también podemos organizar las conclusiones por tests
separados, incluyendo un párrafo, después de la tabla o el perfil de resultados de la prueba en concreto,
en el que se interpreten las puntuaciones obtenidas en el mismo.
En el momento de redactar las conclusiones derivadas de los resultados obtenidos en una determinada
prueba, existe una tendencia a listar las puntuaciones más significativas sin explicar qué significan ni
establecer relaciones entre ellas, con lo cual el profesional no aporta ningún tipo de información diferente
a la que ya aparece en la tabla de resultados. Durante la redacción de las conclusiones derivadas de una
determinada prueba, el profesional tiene que procurar centrar la redacción de las mismas más en la
persona que en los resultados, dejando de lado esa tendencia a describir cómo puntúa el niño en las
diferentes escalas para pasar a describir sobre, según esa prueba, las capacidades o aptitudes del niño,
sus puntos fuertes y sus necesidades.
Algunos aspectos que ayudan a centrar la redacción más en el paciente que en los resultados son:
La información de esta sección tiene que ayudar a entender por qué el paciente tiene dificultades
para realizar determinadas tareas o presenta determinados problemas emocionales y/o
conductuales. Debe responder a las preguntas: “¿Qué le pasa al paciente? ¿Por qué le pasa? Y ¿cuánto
hay que preocuparse?”.
En este apartado el profesional tiene que argumentar las respuestas a los interrogantes anteriores,
construyendo una explicación ordenada y lógica que le permita justificar la impresión
diagnóstica final a partir de la integración de la información extraída de las pruebas, las entrevistas
diagnósticas y sus conocimientos en psicopatología.
El resultado final de este proceso será un diagnóstico que el profesional deberá codificar siguiendo la
codificación diagnóstica del manual diagnóstico utilizado.
8.2.6. Orientación y objetivos de cambio
En este apartado el profesional tiene que describirla finalidad de la intervención y listar los objetivos
generales que harán posible la misma, siguiendo el orden de implementación de los mismos a lo
largo del proceso terapéutico. No es necesario incluir los objetivos específicos ni las técnicas o
metodología que se seguirán, ya que estos pueden ir variando en función de la evolución del caso.
Si el informe se redacta una vez finalizado el proceso de intervención será necesario incluir toda la
información respecto a objetivos y metodología utilizada, además de una descripción de la evolución
del paciente a lo largo de la terapia y del estado final del mismo al final de la intervención, con
sugerencias u orientaciones, a tener en cuenta, en el caso de que el profesional lo considere
necesario.
El informe finalizará con la firma del profesional o profesionales implicados en la elaboración del
mismo.
Máster en Psicología Clínica Infantojuvenil