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Al modificar nuestra percepción, cambiamos la conciencia que

crea nuestro mundo.


1. No existe el pasado ni el futuro, todo es ahora.
Desde la perspectiva cuántica, todo existe aquí y ahora en un estado de infinitas posibilidades.
Es la influencia del observador lo que materializa una opción u otra. El pasado existe en
forma de información almacenada en nuestro recuerdo, e influirá en nuestra vida en la manera
que sigamos pensando y relacionándonos igual con dichas memorias. Proyectamos en nuestra
vida el estado de conciencia que tenemos en ese momento. De igual forma el futuro, cuando
lo experimentemos, también lo viviremos de forma presente, y todo dependerá de cómo
estemos ahora. Existe un contínuum de momentos presentes, en el que nuestra conciencia
determina la realidad que vivimos. Una psicología cuántica no se preocupa por el pasado ni el
futuro, sino que cuida el presente como si fuera, porque lo es, lo único que existe.

2. El individuo como principal responsable de su realidad.


Los experimentos sobre la dualidad onda/partícula de Young, Feynman, Heisemberg y Bell,
entre otros, muestran cómo el observador influye en aquello que observa. Una psicología
cuántica que se base en estos principios, entiende que las experiencias que tenemos son el
reflejo de nuestra forma de ser. Considera que la persona es la responsable de su realidad, y
por lo tanto no es la víctima de sus circunstancias. Propone el estudio de la relación que se
establece entre la información que proyectamos en la vida, y las circunstancias en las que se
ven representadas. No pretende modificar la realidad “exterior”, ya que comprende que
cualquier cambio comienza en el interior, y centra su intervención en la percepción.

3. Las relaciones: base del aprendizaje.


Estamos constantemente proyectándonos en el mundo, un buen ejemplo de ello son las
relaciones interpersonales. Cuando nos relacionamos con el medio, lo hacemos en base a
nuestra propia forma de pensar, conceptos,… Identificamos en los demás aquello que
podemos relacionar con una representación interior. Podemos verlo porque tenemos una
imagen mental con la que compararlo, y sólo percibimos aquello en lo que centramos nuestra
atención. Al mismo tiempo, esta percepción es la que modifica nuestra realidad, haciendo que
experimentemos unos acontecimientos u otros, dependiendo de nuestra forma de ver el
mundo. Aprender a vernos en los demás significa hacernos responsables de nuestras
relaciones y tratar al otro como si fuera a ti mismo, porque eres tú mismo. Al modificar
nuestra percepción, cambiamos la conciencia que crea nuestro mundo.
"Si aumentas la conciencia, los cambios en tu vida vienen solos".
Y, ¿cómo aumentar la conciencia?
“La conciencia se desarrolla abrazando la realidad sin juzgar”.
El Dr Jon. Kabat-Zinn afirma que cuando vivimos el momento presente somos capaces de
conectar con un tipo de “inteligencia innata”.
El Dr. Kabat-Zinn es catedrático emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Massachussetts y creador del Center for Mindfulness in Medicine, Health Care, and Society.
En este centro desarrolló un programa para la reducción del estrés basado en la atención
plena, conocida con el término mindfulness: “Nuestro programa no tiene nada de alternativo,
formamos parte de los departamentos de medicina y tenemos pruebas científicas. Los
pacientes consiguen controlar el dolor crónico, la ansiedad, el pánico y paliar los efectos del
cáncer o enfermedades del corazón, pero yo se lo recomiendo a cualquier persona”.
Asegura que “con la práctica de la atención plena podemos restablecer nuestro equilibrio
mental y corporal, estimular la curación y el bienestar”. Nos recuerda que el origen
etimológico de la palabra “diversión” es salirnos de nuestra ruta y “si estás enfermo o tienes
problemas, es mejor que los resuelvas”. De esta manera, podremos vivir en armonía para
alcanzar nuestra mejor versión.
En la escuela nos enseñan a pensar, sin embargo “el pensamiento no nos es útil a la hora de
solucionar problemas vitales”. Para vivir en atención plena “no hay que hacer nada”. Tal
vez, este “no hacer nada” sea lo que causa más perplejidad, pues estamos acostumbrados a
resolver lo que consideramos problemas a través de la intervención. “Se trata de sostener tu
experiencia desde la presencia”.
Aunque haya circunstancias de nuestra vida que no nos gusten, no hay nada que cambiar
“porque el hecho de que te gusten o no depende sólo de tus pensamientos”. Así pues, “no se
trata de intentar cambiar, se trata de en lugar de vivir dormido, vivir despierto”. En vez de
rechazar aquello que no nos gusta, podemos aprender a abrazarlo. Y “Si abrazas ese
pensamiento, ya no continúa reproduciéndose”.
Los efectos de la atención plena se trasladan a nivel físico pues, según el Dr. Jon Kabat-Zinn,
transforma nuestro cerebro y “regiones que tienen que ver con el aprendizaje y la memoria se
ensanchan”. Además “se mejoran las conexiones neuronales e incluso se dan cambios en el
genoma”.
En Bioneuroemoción, utilizamos la expresión "observar al observador", es decir
observarnos a nosotros mismos, para referirnos a la vivencia del momento presente. Al
observarnos dejamos de juzgar y entendemos que no hay nada que hacer porque
sabemos que lo que se manifiesta es la propia interpretación que tenemos del mundo.
Sabemos que, para el inconsciente, el espacio-tiempo no existe. Los recuerdos siempre
están presentes y sino los hacemos conscientes encuentran la manera de manifestarse. Por
eso, en consulta, el acompañante hace hablar al cliente en presente, porque todo es presente
aunque nosotros lo situemos en el pasado o el futuro.
Como afirma Enric Corbera en El Arte de Desaprender: “La persona que se convierte en un
observador de lo que acontece, se permite experimentarse a sí misma a través de sus
emociones y las libera porque comprende que todo lo que sucede tiene su razón de ser”.

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