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"Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional"

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

TEMA:
PRINCIPIOS GENERALES DEL RÉGIMEN
ECONÓMICO CONSTITUCIONAL

CURSO : DERECHO COMERCIAL I

CICLO : VIII

DOCENTE : DR. DAVID ZEVALLOS AMPUDIA

INTEGRANTES : MILCA PEREZ ROJAS


DIANA KAROLINA PAREDES VAQUEZ
GROBER SARZOZA OCHAVANO

TURNO : NOCHE

PUCALLPA-PERÚ
2018
ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN……………………………………………………………. 2
II. DESARROLLO DEL TEMA………………………………………………. 3
2.1. ANTECEDENTES: EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS
POLÍTICOS……………………………………………………………………... 3
2.2. EN MATERIA ECONÓMICA………………………………………….. 4
2.3. PRINCIPIOS GENERALES DEL RÉGIMEN ECONÓMICO DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ……………………………………. 8
III. DOCTRINAS……………………………………………………………. 21
3.1. GALBRAITH 1997, p. 98……………………………………………… 21
3.2. COSSIO DIAZ 1997, p. 229…………………………………………... 22
3.3. ERNESTO BLUME FORTINI, PROFESOR DE DERECHO
CONSTITUCIONAL UNIVERSIDAD DE LIMA. (2008)……………………. 24
IV. JURISPRUDENCIA……………………………………………………. 26
V. ANÁLISIS Y CRITICA…………………………………………………. 34
VI. BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………… 35

1
I. INTRODUCCIÓN
La orientación pragmática de las políticas económicas que predominan en
nuestros tiempos, ha conducido cierta forma, a generar inestabilidad en
materia económica, con lo cual evidentemente no hay necesidad de explicar
que sin principios un país se conduce a la deriva.
De ahí que resulta necesario comprender la trascendencia de los principios
generales del régimen económico de la Constitución Política del Perú, los
cuales constituyen criterios fundamentales que orientan e informan el
modelo económico del país. Siendo así, estos principios son: iniciativa
privada libre, libertad de trabajo, libertad de empresa, comercio e industria,
pluralismo económico, subsidiariedad del Estado, libre competencia, libertad
de contratar, igualdad jurídica de la inversión, libre tenencia y disposición de
moneda extranjera y defensa de los consumidores y usuarios.
No obstante, lo anterior, nuestro régimen es el de una Economía Social de
Mercado, dentro del cual la regla es la iniciativa privada libre y la excepción
la intervención del poder estatal. En efecto, la libre iniciativa privada implica
que toda persona natural o jurídica, tiene el derecho de iniciar y
posteriormente desarrollar, con autonomía plena, la actividad que prefiera
dentro de los límites que establece la ley, la cual sólo puede conservarse si
los gobiernos de turno se encuentran limitados en el ejercicio coactivo del
poder por principios generales a los que la Constitución ha sometido,
principios que constituyen los criterios informadores y orientadores del
modelo económico.
Dentro de este contexto, el objetivo del estudio consiste en explicarlas
normas constitucionales principio que han orientado en gran medida la
estabilidad y el crecimiento económico sostenido en el Perú durante las dos
últimas décadas.

2
II. DESARROLLO DEL TEMA
2.1. ANTECEDENTES: EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
Los sistemas políticos están conformados por los actores en el juego
político (fundamentalmente los partidos políticos, el Congreso de la
República y la sociedad civil) y los procesos de decisión que
interactúan dentro de un contexto histórico y cultural.
Es así que para Jesús Huerta se constata cómo el inicial movimiento
revolucionario (utópico y erróneo) de los liberales clásicos contra el
antiguo régimen cae en el pragmatismo de aceptar el Estado y abre
las puertas a los totalitarismos socialistas (comunismo y fascismo-
nazismo). La caída del socialismo real da entrada a la
socialdemocracia que hoy impera por doquier. La segunda etapa, aún
pendiente, de la fracasada revolución liberal consiste precisamente en
la evolución hacia el anarcocapitalismo. Una de las consecuencias del
fracaso de la revolución liberal fue la aparición del comunismo
libertario, unánimemente denostado y perseguido por el resto de
sistemas políticos (y en especial por los más de “izquierdas”)
precisamente por su carácter antiestatista.
A modo de sistematización, se representan en el siguiente
diagramalos diferentes sistemas políticos y la evolución natural de
unos a otros clasificados en función de su carácter más o menos
estatista y más o menos respetuoso con la propiedad privada.

Sistemas políticos

3
De los sistemas políticos que se observan en el diagrama anterior, los
liberales y los socialistas son los que de una u otra manera,
mantienen vigencia en la actualidad.
Siendo así, los liberales son partidarios de un Estado mínimo y se
encuentran a favor de la propiedad privada, Por lo que defienden la
primacía del individuo frente al Estado y la supresión de las trabas a la
actividad económica. Ellas sostienen también que los fenómenos
económicos están regidos por leyes naturales semejantes a las que
rigen el mundo físico y que el hombre no puede cambiar sino limitarse
a descubrirlas y acatarlas; que dichas leyes no son contrarias a la
libertad humana, pues son la expresión de las relaciones sociales y
tienden a establecer libremente la armonía entre los intereses
individuales, dando lugar al establecimiento de un orden natural. Por
último, defienden que el Estado no debe entorpecer el libre curso de
las leyes, pues debe limitarse simplemente a dejar libertad de acción,
interviniendo lo menos posible de acuerdo con el lema fisiocrático
“dejar hacer, dejar pasar”.
En cambio, los socialistas son más estatistas y defienden la abolición
de la propiedad privada o socialización de los medios de producción
para alcanzar una sociedad más justa, libre y solidaria.
Se caracterizan por la planificación centralizada de todas las
actividades económicas, el monopolio estatal del comercio exterior, el
control de cambios y la inexistencia de libertad económica. Ahora
bien, para Hayek la igualdad ante la ley conduce a la exigencia de
que todos los hombres tengan también la misma participación en la
confección de las leyes (…). A la democracia se opone el gobierno
autoritario; al liberalismo se opone el totalitarismo. Ninguno de los dos
sistemas excluye necesariamente al opuesto. Una democracia puede
muy bien esgrimir poderes totalitarios, y es concebible que un
gobierno autoritario actúe sobre la base de principios liberales.

2.2. EN MATERIA ECONÓMICA

Las doctrinas económicas son postulados filosóficos, principios,


posiciones y opiniones en materia económica que han sido expuestos

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por una persona o un grupo de personas a lo largo de la historia y que
sirven de fundamento a la teoría económica. En general, las doctrinas
económicas sirven de base para sustentar el modelo económico que
adopta un país.

En el siguiente diagrama se puede apreciar las principales doctrinas


en materia económica, las cuales se representan según el grado de
influencia o relación y tomando en cuenta si pertenecen a la corriente
de los pre clásicos, clásicos, economía ortodoxa y economía
heterodoxa.

Materia económica

Dentro de los pre clásicos se encuentran los mercantilistas y los


fisiócratas. Para los mercantilistas la fuente última de la riqueza la
habían encontrado en el comercio exterior, la acumulación de oro y
piedras preciosas y el fomento de la naciente industria con
intervención del Estado, es decir, se caracterizaron por ser
proteccionistas. La fisiocracia surge como oposición al mercantilismo
y consideraron que el origen de la riqueza se había limitado a una
sola forma de producción: la agricultura, es decir, el aprovechamiento
del factor tierra debido a que es la única fuente de la cual dependen
los demás factores y provee los fondos para mantener a los

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campesinos, terratenientes, artesanos, comerciantes y el estado. Los
fisiócratas se opusieron a los controles gubernamentales.

La escuela clásica proporcionó la base de la economía marxista y de


la economía marginalista (escuela neoclásica). Marx fue el primero en
utilizar el término de economía clásica, dio de ella una definición
mucho más extensa que la prevaleciente hoy. Para él, la escuela
clásica debía comprender todos los intentos primeros y serios de
estudiar la economía burguesa o capitalista. Adam Smith es
considerado el máximo representante de la economía clásica, para
quienes la clave del funcionamiento económico de la sociedad
descansa en las leyes del mercado y en la interacción del interés
individual y la competencia. Sostenían además que el mercado es un
mecanismo que se autorregula y el sistema de precios organiza el
comportamiento de los individuos de forma automática.

El marxismo representado por Karl Marx; sostienen que el capitalismo


genera crisis cada vez más graves y conduce inevitablemente a su
destrucción. Plantean que una sociedad está dividida en clases
porque existe propiedad privada. Pusieron en claro que, entre todas
las relaciones sociales, las económicas desempeñan un papel
especial (son fundamentales, primordiales y determinan todas las
demás relaciones).

La Escuela Austriaca aparece oficialmente luego de la publicación de


los Principios de Economía Política (1871) de Carl Menger. Sus
principales representantes son: Carl Menger (teoría subjetiva del
valor); Ludwig Von Mises (crítico del socialismo y de la planificación;
desarrolló la cataléctica o teoría del mercado; y anuncia el fracaso del
intervencionismo estatal); Friedrich August Von Hayek (crítico de
Keynes y de la economía planificada centralizada, defiende el
individualismo metodológico y propone la desreglamentación del
orden social y monetario).

La afirmación central de John Maynard Keynes, fue que las


economías de mercado no se autorregulan en forma suave, esto es,
no garantizan bajos niveles de desempleo y altos niveles de
producción en forma regular. Al contrario, Keynes postuló que las

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economías están sujetas a grandes fluctuaciones que se deben, al
menos en parte, a los vuelcos entre optimismo y pesimismo que
afectan a los niveles globales de inversión de las empresas. Para
Keynes un vuelco hacia el pesimismo en la comunidad empresarial
induce a una abrupta caída en la inversión que, a su vez, puede
provocar un descenso global en la producción y un aumento en el
desempleo.

Dentro de la escuela de Chicago, destacan Milton Friedman, George


Stigler, Gary Becker y Arnold Harberger. Ellos sostienen que el libre
mercado y la competencia contribuirán a que el funcionamiento de la
economía sea más eficiente y que el mercado competitivo es la mejor
forma de organización de la actividad económica. También postulan
una intervención mínima del Estado en la economía, y que, además,
el sistema monetario tiene una importancia primordial en un país. En
ese sentido, para la Escuela de Chicago, las excesivas regulaciones
afectan los precios.

Como parte del neoinstitucionalismo resaltan los aportes de Douglass


North, quien expone el marco analítico para explicar las formas en
que las instituciones y los cambios institucionales afectan la
economía. Define las instituciones como: “Las reglas de juego de una
sociedad o más formalmente, son las limitaciones ideadas por el
hombre que dan forma a la interacción humana. Por consiguiente,
estructuran incentivos en el intercambio humano, sea político, social o
económico. El cambio institucional conforma el modo en que las
sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave
para entender el cambio histórico”.

Por su parte, Krugman, cercano a los planteamientos


neokeynesianos, sostiene que la economía de la depresión ha
regresado significa que por primera vez en dos generaciones, unas
fallas de la demanda en la economía (gasto privado insuficiente que
no utiliza la capacidad productiva disponible) se han convertido en
una clara y patente restricción para la prosperidad de buena parte del
mundo. Quienes formulan la política económica de todo el mundo

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necesitan hacer dos cosas: 1) conseguir que el crédito fluya de nuevo
y 2) estimular el gasto.

Para Stiglitz la Gran Depresión demostró que la economía de


mercado no se autorregulaba, al menos en un espacio de tiempo
razonable. La economía se supone que es una ciencia predictiva. Si
esto es así, la teoría de la escuela de Chicago merece un suspenso:
no predijo la última crisis. Añade que difícilmente hubiera podido
hacerlo, puesto que ni las burbujas ni el desempleo existen y tuvo
poco que decir sobre lo que había que hacer cuando se produjo, salvo
negar los riesgos que implicaba el déficit público. Su receta es muy
fácil: que el gobierno no intervenga.

2.3. PRINCIPIOS GENERALES DEL RÉGIMEN ECONÓMICO DE LA


CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ

El régimen económico de una Constitución Política es el conjunto de


reglas de juego claras con rango constitucional en la que se
determina el marco institucional económico de un país para un
determinado tiempo de su devenir histórico, la organización jurídica de
las estructuras, las relaciones económicas, así como el
funcionamiento de las actividades económicas, las cuales se orientan
a garantizar la gobernabilidad de un país y contribuir positivamente en
el desempeño económico.

La esencia del régimen económico de la Constitución es que no


puede ser modificado por el procedimiento legislativo ordinario, lo que
permite la institucionalización de las reglas de juego con una visión de
largo plazo. Desde tal perspectiva, nuestro régimen económico es una
economía social de mercado, que viene a ser un modelo económico
distante de los extremos como el de la planificación centralizada y el
libre mercado. Siendo así, los principios generales del régimen
económico de la Constitución Política del Perú constituyen criterios
informadores y orientadores en materia económica. De ahí que en
una sociedad, donde prima la libertad individual, promueve el
emprendimiento y la creatividad. En tal sentido, los principios
contemplados a nivel constitucional son los siguientes: iniciativa
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privada libre, libertad de trabajo, libertad de empresa, comercio e
industria, pluralismo económico, subsidiariedad del Estado, libre
competencia, libertad de contratar, igualdad jurídica de la inversión,
libre tenencia y disposición de moneda extranjera y defensa de los
consumidores y usuarios.

Normas constitucionales principio del régimen económico de la


Constitución Política

2.3.1. INICIATIVA PRIVADA LIBRE

La iniciativa privada es libre (artículo 58).

La iniciativa privada es el derecho fundamental de toda


persona natural o jurídica a participar, en forma individual o
asociada, en la vida económica del país. Esto implica que toda
persona natural o jurídica tiene el derecho de iniciar y
posteriormente desarrollar con autonomía plena la actividad
que prefiera dentro de los límites que establece la ley. En tal
sentido, puede producir bienes, prestar servicios o dedicarse a
la distribución de los bienes actividades que se encuentran en
línea con la Economía Social de Mercado.

En esa orientación, se puede afirmar que la iniciativa privada


consiste en la actividad realizada por una persona natural o
jurídica, nacional o extranjera sobre adquisición de activos,
proyectos productivos, servicios, obras de infraestructura, entre
otras actividades que puedan ser ejecutados con la

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participación del sector privado. Siendo así, la iniciativa privada
no puede ser obstaculizada dentro de la actividad económica,
siempre que actúe dentro del marco que establece el Derecho
y sea ejercida en una economía social de mercado.

Hayek afirma que “la actividad económica proporciona los


medios materiales necesarios para alcanzar todos nuestros
objetivos (…). Si somos libres para elegir nuestros fines, es
sólo porque también lo somos para elegir nuestros medios (…).

La libertad económica, por tanto, es una condición


indispensable para todas las demás libertades, y la libertad de
empresa es al mismo tiempo una condición necesaria y una

consecuencia de la libertad personal (…).”

Por libertad se entiende, en el contexto de la gran tradición


anglosajona, la independencia respecto a la voluntad arbitraria
de otro. Tal es la concepción clásica de la libertad bajo la ley,
una situación en la que un hombre solo puede sufrir la coacción
si esta está prevista por normas jurídicas, aplicables a todos
por igual, y no por la decisión discrecional de las autoridades
administrativas.

En el contexto de la libre iniciativa privada, el segundo párrafo


del artículo de la Constitución establece que la producción de
bienes y servicios es libre. En general, la iniciativa privada libre
tiene como limite no colisionar con los intereses generales,
mientras que el poder estatal tiene como limite a la iniciativa
privada libre. Así, bajo un régimen de economía social de
mercado, la regla es la iniciativa privada libre y la excepción, la
intervención del poder estatal.

2.3.2. LIBERTAD DE TRABAJO Y LIBERTAD DE EMPRESA,


COMERCIO E INDUSTRIA

El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad


de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria. El

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ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a
la salud, ni a la seguridad pública (artículo 59).

La creación de riqueza es una de las fuentes de progreso de


los pueblos. Por eso, el Estado debe estimularla. Las libertades
de trabajo de empresa, de comercio e industria son
consistentes con la iniciativa privada libre tipificadas en el
artículo 58 de la Constitución. Sin embargo, estas no deben ser
lesivas la moral, ni a la salud, ni a la seguridad pública. De
acuerdo con lo expresado por Hayek, la libre empresa ha
desarrollado el único tipo de sociedad que, al tiempo que nos
proporciona abundantes medios materiales, si esto es lo que
principalmente se quiere, deja también al individuo libre de
elegir entre recompensa material y no material.

Una sociedad caracterizada por la libre empresa puede ser al


menos una sociedad pluralista, que conoce no una única
jerarquía de fines, sino que tiene muchos principios diferentes
en que se basa la estima.

2.3.3. ESTADO PROMUEVE LAS PEQUEÑAS EMPRESAS

El Estado brinda oportunidades de superación a los sectores


que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las
pequeñas empresas en todas sus modalidades (artículo 59).

Por muchas razones, la pequeña empresa sufre una condición


de desigualdad en relación con la mediana y la gran empresa:
menor capitalización, menor capacidad de recurrir al crédito,
menores posibilidades de difusión de sus productos, etcétera.

Sin embargo, la pequeña empresa es una fuente de trabajo


muy importante en la sociedad. De allí que corresponda al
Estado promoverla para desarrollar sus capacidades y
aprovechar los beneficios que trae en materia de empleo.

Siendo así, el artículo 59 no dispone que la acción positiva del


Estado se limite a las pequeñas empresas. En realidad, lo que
establece es que el Estado brinde oportunidades de superación

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a los sectores que sufran cualquier desigualdad, sin considerar
limitación alguna.

Sin embargo, la igualdad no solo consiste en tratar a todos de


la misma forma. Sobre el particular, Hayek argumenta que sólo
porque los hombres son distintos podemos tratarlos del mismo
modo. Si todos los hombres fueran completamente iguales en
sus dotes y tendencias, deberíamos tratarlos de manera
distinta para obtener algún tipo de organización social. Por
suerte, no son iguales y sólo gracias a ello la diferenciación de
las funcione de las funciones no debe estar determinada por
una decisión arbitraria de una voluntad organizadora, de esa
manera, tras haber creado una igualdad formal, aplicando a
todos las reglas del mismo modo, es posible dejar que cada
individuo encuentre su particular realización.

2.3.4. PLURALISMO ECONÓMICO

El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía


nacional se sustenta en la coexistencia de diversas formas de
propiedad y de empresa (artículo 60).

El pluralismo económico acepta, reconoce y permite la


posibilidad de diversas formas de propiedad y de empresa.
Implica que pueden coexistir varios tipos de empresa
simultáneamente: privadas, públicas, nacionales, extranjeras,
mixtas, autogestionarias, cooperativas, etc. Cada una de ellas
puede adoptar formas particulares de organizarse. Esto
significa que nuestra Constitución reconoce el principio de
igualdad entre las formas diversas de propiedad y empresa.

El pluralismo empresarial es un elemento que complementa a


la economía de libre mercado en la medida que determina la
posibilidad de existencia simultánea de diversas formas de
propiedad y de empresa.

Las formas de propiedad dan lugar a las formas de explotación


económica. Por ello, el pluralismo económico es la base para

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las formas de organización económica del Estado, entre las
cuales destacan la comunitaria, la estatal, la privada y la
cooperativa.

2.3.5. IGUAL TRATAMIENTO LEGAL A LA ACTIVIDAD


EMPRESARIAL PÚBLICA O NO PÚBLICA

La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo


tratamiento legal (artículo 60).

En muchos países se promueve el desarrollo de las empresas


públicas ya sean dirigidas por el gobierno central (ámbito o
alcance nacional) o por entidades de los gobiernos regionales o
locales (empresas eléctricas, agua y gas, transportes urbanos,
etc.).

Del mismo modo, se promueve la actividad empresarial no


pública donde la mayoría de las acciones u otras formas de
participación en el capital pertenecen a particulares y son
controladas por estos, según el principal objetivo que es la
obtención de utilidades al competir en el mercado.

Así, de acuerdo con nuestra Constitución, no hay privilegios


para la actividad empresarial privada ni pública. Pueden
coexistir varios tipos de empresa simultáneamente: privadas,
públicas, nacionales, extranjeras, mixtas, autogestionarias,
cooperativas, etc.

2.3.6. LIBRE TENENCIA Y DISPOSICIÓN DE MONEDA


EXTRANJERA

El Estado garantiza la libre tenencia y disposición de moneda


extranjera (artículo 64).

Las monedas extranjeras, denominadas también divisas19, son


susceptibles de ser cambiadas por otras a un tipo de cambio
determinado por el mercado (sistema de tipo de cambio
flexible20) o fijado mediante decreto por el gobierno (sistema

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de tipo de cambio fijo). La moneda extranjera es necesaria para
el comercio, ya que no existe una moneda única que sea
aceptada por todos los países.

Esta disposición es consistente con la libre iniciativa privada


establecida en el artículo 58 de la propia Constitución, que
incluye la libertad de comprar y vender moneda extranjera
dentro del país. Sin embargo, es importante precisar que el
artículo 72 no permite la prohibición de libre tenencia y
disposición de moneda extranjera debido a que no es posible
que dicha prohibición pueda afectar la seguridad nacional, cuya
interpretación en el supuesto caso debe ser restrictiva y no
extensiva.

2.3.7. ACTUACIÓN SUBSIDIARIA DEL ESTADO EN LA


ECONOMÍA

Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar


subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por
razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia
nacional (artículo 60).

La subsidiariedad, también conocido como principio de


subsidiariedad, es la tendencia favorable a la participación
subsidiaria del Estado en apoyo de las actividades privadas o
comunitarias. Constituye un criterio que pretende reducir la
acción del Estado a lo que la sociedad civil no puede alcanzar
por sí misma.

La Constitución chilena de 1980 (artículo 19, numeral 21) es el


antecedente directo del principio de subsidiariedad que
consagra nuestra Constitución vigente, a cual dispone lo
siguiente:

El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades


empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum
calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarán
sometidas a la legislación común aplicable a los particulares,

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sin perjuicio de las excepciones que por motivos justificados
establezca la ley, la que deberá ser, asimismo, de quórum
calificado.

El principio de subsidiariedad se encuentra dentro del régimen


de Economía Social de Mercado completada por nuestra actual
Constitución. En efecto, bajo este régimen se protegen las
libertades económicas fundamentales de los individuos como la
libertad de empresa, libertad de contratación, libertad de
comercio, entre otras, lo que reserva el Estado solo una función
residual o subsidiaria.

2.3.8. LIBRE COMPETENCIA

“El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda


práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o
monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni
establecer monopolios (artículo 61)”.

La competencia produce una adaptación a innumerables


circunstancias que en su totalidad no son ni pueden ser
conocidas por ninguna persona o autoridad, de suerte que esa
adaptación no puede lograrse a través de la dirección
centralizada de toda la actividad económica.

En esa línea, la libre competencia es incompatible con las


posiciones dominantes o monopólicas. Este artículo establece
que no hay concertación que, constitucionalmente hablando,
pueda autorizar ni establecer monopolios, ni por decisión de
personas particulares ni por decisión gubernamental.

Según lo expresado en el párrafo anterior, nuestra Constitución


prohíbe expresamente los monopolios establecidos por ley.
Esto quiere decir que desde la Carta Magna se restringe la
creación de monopolios mediante la dación de una ley.

La libre competencia es un principio sobre el cual se inspira


una economía de mercado. Se basa en la libre concurrencia de
la oferta y la demanda, precios libres y ganancias libres; esto

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es, productores y consumidores concurren al mercado en
igualdad de condiciones, de tal manera que los más eficientes
tienen la posibilidad de hacer mejores negocios. En definitiva,
la competencia disciplina a las empresas y protege a los
consumidores. A mayor competencia mayor bienestar.

2.3.9. LIBERTAD DE CONTRATAR

La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar


válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato.
Los términos contractuales no pueden ser modificados por
leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos
derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía
arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección
previstos en el contrato o contemplados en la ley (artículo 62).

Esto quiere decir que cualquiera puede contratar con fines


lícitos, siempre que no se contravengan leyes de orden público.

El derecho a la libre contratación establecido en el inciso 14)


del artículo 2 de la Constitución, se concibe como el acuerdo o
convención o voluntades entre dos o más personas naturales
y/o jurídicas para crear, regular, modificar o extinguir una
relación jurídica de carácter patrimonial. Dicho vínculo –fruto de
la concertación de voluntades– debe versar sobre bienes o
intereses que poseen apreciación económica, tener fines lícitos
y no contravenir las leyes de orden público (EXP. N.º 0008-
2003-AI/TC, F.J. 26).

Para Posner el derecho contractual tiene otra función, no


obstante, íntimamente relacionada con impedir el
comportamiento oportunista: completar el acuerdo de las partes
mediante una interpolación de las cláusulas faltantes. Esta
función se relaciona también con el carácter secuencial del
cumplimiento contractual. Entre más prolongado sea el
cumplimiento contemplados en el contrato más difícil será para

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las partes prever las diversas contingencias que podrían
afectar el cumplimiento.

2.3.10. CONTRATO-LEY: SEGURIDAD CONTRACTUAL

Mediante contratos-ley el Estado puede establecer garantías y


otorgar seguridades. No pueden ser modificados
legislativamente (artículo 62).

La constitucionalización de los contratos-ley no tiene


precedentes en nuestro constitucionalismo ni en el
constitucionalismo comparado. Como tal se forjó en el plano
legislativo de algunos países latinoamericanos, de donde fue
tomada e incorporada a nuestro ordenamiento primero en el
plano legislativo y, posteriormente, a nivel constitucional.

Los contratos-ley son acuerdos del Estado con inversionistas


privados, nacionales o extranjeros, a los que en el contrato se
les otorgan determinadas seguridades, generalmente de
política económica o de naturaleza tributaria. Nuestra
Constitución establece que estos contratos ley tampoco
pueden ser modificados legislativamente.

En definitiva, los contratos-ley constituyen una forma de dar


estabilidad a los inversionistas ya que son factores
determinantes y preponderantes para atraer la inversión
privada, para lo cual resulta necesario que las reglas de juego
de un país sean lo suficientemente claras, con la finalidad de
dar seguridad jurídica a los empresarios privados.
Normalmente, los empresarios no invierten o eligen otro país
para hacerlo cuando las reglas de juego no son claras o
simplemente no hay estabilidad jurídica.

Sin embargo, el Tribunal Constitucional, a través del EXP N.º


0005-2003-AI/TC estableció lo siguiente:

(…) sin perjuicio de que más adelante se precise mejor los


contornos de la institución denominado contrato-ley, este,
constituyendo una figura sui generis de la institución del

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contrato, no es una categoría normativa, una fuente formal del
derecho constitucional, como cualquiera de las enunciadas en
el inciso 4 del artículo 200 de la Constitución.

(…) en criterio que este Tribunal comparte, el contrato-ley es


un acuerdo de voluntades entre dos partes, que rige para un
caso concreto, solo que está revestido de una protección
especial a fin de que no pueda ser modificado o dejado sin
efecto unilateralmente por el Estado. El blindaje del contrato-ley
de manera alguna lo convierte en ley (…), únicamente obliga a
las partes que lo acordaron, en ejercicio de su libertad
contractual, y dentro de su relación jurídico patrimonial.

2.3.11. LIBRE COMERCIO EXTERIOR

La producción de bienes y servicios y el comercio exterior son


libres. Si otro país o países adoptan medidas proteccionistas o
discriminatorias que perjudiquen el interés nacional, el Estado
puede, en defensa de éste, adoptar medidas análogas (artículo
63).

El comercio exterior comprende la importación y exportación de


mercancías. En esa orientación, el comercio implica que una
parte de la producción de nuestro país se exporta hacia otros
países, mientras que algunos bienes que se consumen o
invierten en nuestro país son producidos por otros y, por lo
tanto, se importan.

Ningún país puede mantener una economía cerrada o


autárquica, esto es, sin tener relaciones económicas con el
resto del mundo. Un país cualquiera se encuentra relacionado
con el resto del mundo a través de dos grandes vías: el
comercio (de bienes y servicios) y las finanzas.

Una norma de desarrollo constitucional referido a la libertad de


comercio exterior en nuestro país, es el Decreto Legislativo Nº
668, el cual establece que el Estado garantiza el derecho de
toda persona natural o jurídica a realizar operaciones de

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comercio exterior sin prohibiciones ni restricciones para-
arancelarias de ningún tipo, quedando, por lo tanto, sin efecto
las res, registros de importación, registros de cualquier
naturaleza y condicionamientos previos de cualquier naturaleza
que afecten la importación o exportación de bienes (artículo
12).

2.3.12. IGUALDAD JURÍDICA DE LA INVERSIÓN

La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas


condiciones (artículo 63).

La inversión económica puede ser: nacional o extranjera. La


inversión nacional es el gasto que realizan dentro del territorio
nacional los agentes económicos del propio país. Esta a su
vez, puede ser pública (cuando el agente económico es el
Estado) o privada (cuando el agente es una empresa privada).

Ahora bien, la inversión en sentido económico, llamada


también inversión productiva o real, es la que supone un
incremento del capital productivo del país (activos que son
utilizados en el proceso productivo de las empresas del país),
la misma que tiene como consecuencia la generación de
empleo o expansión del mismo. Esta inversión es un factor
determinante para el crecimiento económico, por ello el
crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) depende
fundamentalmente del nivel de inversión productiva (I), esto es:
PBI = f (I).

Por lo tanto, mayores tasas de crecimiento de la inversión y


mejora en la productividad, tiende a incrementar el nivel de
producción del país. Esto se debe al efecto multiplicador que
ocasiona la inversión, ya que afecta positivamente a otros
sectores de la economía como por ejemplo el consumo, entre
otros. Por ello, la inversión es el motor del crecimiento
económico de un país.

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2.3.13. DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES Y USUARIOS

El Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios.


Garantiza el derecho a la información sobre los bienes y
servicios que se encuentran a su disposición en el mercado.
Asimismo, vela, en particular, por la salud y la seguridad de la
población (artículo 65).

Una situación que justificaría la intervención directa en el


ámbito de la protección al consumidor es la denominada
información asimétrica.

Sobre el particular, nuestra Constitucion distingue entre


consumidores y usuarios con la finalidad de establecer que el
usuario es un consumidor especial, puesto que hace uso de un
servicio público.

El Tribunal Constitucional en el fundamento jurídico 29 del


EXP. N.o 0008-2003-AI/TC establece que es indudable que la
condición de consumidor o usuario se produce a través de la

relación que este entabla con un agente proveedor –

independientemente de su carácter público o privado-, sea en


calidad de receptor o beneficiario de algún producto, o en
calidad de destinatario de alguna forma de servicio.

En ese sentido, según lo expresado por el Tribunal

Constitucional: “De acuerdo con lo establecido por el artículo

65 de la Constituciones Estado mantiene con los consumidores


o usuarios dos obligaciones genéricas a saber:

a. Garantiza el derecho a la información sobre los bienes y


servicios que estén a su disposición en el mercado. Ello implica
la consignación de datos veraces, suficientes, apropiados y
fácilmente accesibles.

b. Vela por la salud y la seguridad de las personas su


condiciona de consumidoras o usuarias”.

20
III. DOCTRINAS
3.1. GALBRAITH 1997, p. 98.
En los tiempos presentes adquiere vigencia el pensamiento del
economista GALBRAITH, quien señalo cuatro factores que obligan a
la intervención y regulación pública, las mismas que viene a ser:
 La protección del medio ambiente
 La protección de los más vulnerables de los empleados por al
aparato productivo contra los efectos adversos de la maquina
económica.
 La propensión de la economía a producir o vender bienes y
servicios deficientes o materialmente perjudiciales.
 Las tendencias al interior del sistema económico que son
autodestructivas para su eficaz funcionamiento.
Así, en el derecho administrativo económico hay una variedad muy
diversa de formas de intervención del Estado en la economía: el
orden público económico es un título que legitima la intervención del
Estado mediante autorizaciones, inspecciones, sanciones e
intervenciones de empresas; la actividad administrativa de fomento
del desarrollo económico mediante subvenciones y construcción de
obras públicas; la actividad administrativa prestacional o de servicio
público; y la intervención directa mediante empresas públicas.
En el derecho público comparado no es la regla que exista una
sección de la
constitución relativa a una materia, como el régimen económico, que
corresponde más bien a las políticas de gobierno antes de que a la
estructura del Estado.
Regular el régimen económico de la sociedad y el gobierno debe
ser, en principio, competencia solo legislativa; hacerlo a nivel
constitucional puede reducir en extremo las opciones de política
económica y las alternativas de desarrollo. En el caso de la actual
constitución que limita la soberanía del Estado en asuntos tan
importantes como la exploración y explotación de los recursos
naturales o el tratamiento a la inversión nacional.

21
3.2. COSSIO DIAZ 1997, p. 229.
José Román Cossío, en su libro Derecho y Análisis Económico
explica que la transformación de las conductas a conductas
económicas se presenta porque en un contexto de escases de
recursos el sujeto agente económico actúa buscando maximizar su
utilidad, manteniendo estables sus preferencias, Entonces podemos
afirmar que el análisis económico del Derecho Constitucional no es
un análisis de tipo normativo o exegético, sino más bien un método
que analiza aquellas conductas humanas que se encuentran
interrelacionadas de algún modo con el derecho.
La aplicación de la teoría económica –más precisamente, de la
microeconomía- al derecho ha generado desde siempre un cierto
rechazo de parte de la comunidad jurídica, toda vez que la visión
economicista de la norma, a juicio de los doctos en leyes, reduce a
conceptos de eficiencia, relación costo-beneficio, utilidad e
incentivos cuestiones que trascienden en la sociedad y que no
necesariamente responden a una filosofía de racionalidad en la
elección entre cestas de mercado sino que se derivan de
concepciones morales, sociales y culturales arraigadas en la
población y a las cuales no se les puede eliminar con base en una
justificación económica.
Tal concepción ha sido aún más fuerte en el ámbito del derecho
constitucional, pues si bien esta rama de derecho estudia la
creación, modificación y aplicación de las normas que rigen toda la
vida política, jurídica y económica del Estado, el análisis obedece a
una concepción histórica determinada, en la que los valores
imperantes en la sociedad al momento de su estudio se constituyen
en el punto de partida, el cual se cree que es inmodificable, pues
constituye la soberanía del pueblo, que es en quien está depositado
el poder constituyente.
No obstante, de cara a la realidad, es claro que todas las personas,
al momento de tomar cualquier decisión, analizamos los pros y los
contras de aquélla, no sólo frente a la alternativa en sí, sino respecto
de sus repercusiones futuras; adoptamos las opciones que más nos

22
convengan, aunque sea sólo de manera inmediata y aun con el
riesgo de perjudicar a otros, todo con el fin de satisfacer nuestras
propias necesidades.
Esto, en términos microeconómicos, se conoce como la “relación
costo-beneficio”, cuyo fin último consiste en la “maximización de la
función de utilidad” de cada “agente económico” que se mueve en un
“mercado”, con miras a obtener la mejor opción posible partiendo de
los escasos recursos que se tienen, de manera que se opte por la
alternativa más “eficiente”. Es así como, aunque parezcan muy
distantes para los juristas, el derecho y la economía, por el contrario,
van muy de la mano. Todas las concepciones históricas de la
sociedad y del Estado han aparejado el análisis y replanteamiento
de los modelos económicos, especialmente si se tiene en cuenta
que el patrimonio público juega un papel trascendental para
cualquier conglomerado por la necesidad de satisfacción de ciertas
necesidades comunes que justifican la unión de las personas y la
existencia de regímenes de convivencia entre ellas.
A partir de la conciencia adquirida –especialmente por los
economistas– sobre la importancia de mejorar las políticas estatales
y crear cambios sustanciales en la concepción real del Estado, se
inicia el estudio del derecho constitucional desde la perspectiva
microeconómica y de su influencia en el funcionamiento de la
economía en los diferentes estados. A esto se le conoce, entonces,
como el “análisis económico del derecho constitucional”,
caracterizado principalmente por el estudio de las políticas públicas y
de las instituciones en el marco de un modelo de Estado
determinado, tanto desde la perspectiva positiva (de la explicación y
predicción de relaciones de causa y efecto de lo existente) como en
la normativa (del deber ser, más allá de la explicación y la
predicción, utilizando juicios de valor).
Así también, podemos señalar que el análisis económico del
Derecho se presenta como una metodología moderna que ofrece
criterios interdisciplinarios para comprender el derecho desde una
perspectiva nueva, relacionada estrechamente a la ciencia jurídica

23
con fenómenos sociales económicos propios de la actividad
empresarial de personas naturales o jurídicas.
3.3. ERNESTO BLUME FORTINI, PROFESOR DE DERECHO
CONSTITUCIONAL UNIVERSIDAD DE LIMA. (2008)
Siguiendo el excursus terminológico realizado por Domingo García
Belaunde como introducción a su ponencia "La Constitución
Económica peruana", presentada al simposio internacional sobre
"Modernas tendencias del Derecho Constitucional en España y
América Latina", organizado por la Universidad Externado de
Colombia con ocasión del primer centenario de su fundación y
llevado a cabo en la ciudad de Bogotá del 2 al 6 de noviembre de
1986, puede afirmarse que los conceptos de Constitución
Económica, Derecho Constitucional Económico y Derecho
Constitucional de la Economía son, dentro del desarrollo del
Derecho Constitucional, patrimonio exclusivo del presente siglo,
constituyendo el primero seguramente la matriz de la cual derivan
los segundos.
Sus primeros atisbos datan de la década de los veinte y aparecen en
la república alemana de Weimar, luego se detectan en la literatura
alemana, italiana y española, así como, aunque en menor grado, en
la latinoamericana, experimentando una suerte de resurgimiento a
partir de la década de los setenta.
En un inicio la expresión Constitución Económica y, por cierto, las
reflexiones conceptuales sobre la misma, aparecen utilizadas por los
economistas y también por los juristas, pero con el discurrir del
tiempo se va produciendo un curioso fenómeno, en cuya virtud los
economistas van dejando de lado su interés por el tema y éste va
convirtiéndose en punto de especial reflexión y desarrollo para los
constitucionalistas, al extremo que hoy en día resulta innegable que
la Constitución Económica ocupa un lugar preferente en el elenco de
instituciones importantes y de grandes proyecciones del Derecho
Constitucional contemporáneo.
Parece ser que quien lo introduce de lleno en la literatura
constitucional es el célebre, aunque siempre polémico, Carl Schmitt,
en 1931, en su libro "Hiiter der Verfassung", que fuera traducido al

24
español con el título "La Defensa de la Constitución". Schmitt no
define lo que entiende por Constitución Económica ni da mayores
alcances conceptuales al respecto, limitándose a advertir que con la
Constitución Económica se pretende dejar de lado la Constitución
Política, lo que llega a considerar aberrante y cuestiona duramente,
pues estima que en tal empeño existe el peligro de "crear dentro del
Estado una dirección plenamente económica, de tipo sindical o
soviética, que podría conducir al stalinismo o al fascismo
corporativo".
Al decir de Francisco Femández Segado, siguiendo a Ignacio María
Lojendio, es Beckerath quien en 1932, en Alemania, en su trabajo
"Politische und Wirtschafstverfassung", realiza un rescatable
esfuerzo por definir la Constitución Económica, entendiéndola como
una manera de ordenar lo que hoy podríamos denominar el
fenómeno económico, en cuanto se expresa en los elementos
propiedad, contrato y trabajo, así como en la intervención del Estado
en la economía y en la regulación de lo que hace a la organización y
a la técnica de la producción y de la distribución.
En 1942 el economista Wilhelm Ropke, de la Escuela de Friburgo,
publica un trabajo sobre la crisis social de su tiempo, en el cual se
refiere a la Constitución Económica, con el fin de fundamentar su
posición neoliberal frente a los peligros que acarreaba el
comunismo. En tal sentido, desarrolla un símil o paralelismo con
implicancias e interrelaciones mutuas entre la Constitución Política y
la Constitución Económica, en cuya virtud, si se quiere garantizar un
mundo de libertad, tolerancia, respeto y contrapesos, la economía
debe darse en un marco que reúna tales características también,
porque, de lo contrario, un modelo económico que no responda a
estos principios a la larga acabará con ellos en el propio ámbito
político. Vale decir, que para Ropke la estructura económica y la
estructura política son como dos caras de una misma moneda y, es
más, la una condiciona a la otra. Por ello sostiene con énfasis que
"Constituye una ingenuidad casi indiscutible creer que un Estado
puede ser totalitario en el dominio económico, sin serlo
simultáneamente en el político y espiritual y al revés".

25
IV.JURISPRUDENCIA

EXP. N.º 0008-2003-AI/TC


LIMA
MÁS DE 5,000 CIUDADANOS

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 11 días del mes de noviembre de 2003, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
señores Magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigoyen,
Vicepresidente; Rey Terry, Aguirre Roca, Revoredo Marsano, Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia, con los fundamentos
singulares de los magistrados Aguirre Roca y Bardelli Lartirigoyen.

ASUNTO
Acción de inconstitucionalidad interpuesta por don Roberto Nesta Brero, en
representación de 5,728 ciudadanos, contra el artículo 4° del Decreto de
Urgencia N.° 140-2001.

ANTECEDENTES
Los recurrentes, con fecha 16 de julio de 2003, interponen acción de
inconstitucionalidad contra el artículo 4° del Decreto de Urgencia N.° 140-
2001, por considerar que vulnera el inciso 19) del artículo 118° de la
Constitución, así como los derechos fundamentales a la libre iniciativa
privada, a la libertad de empresa, a la libertad de contratación y a la
propiedad, consagrados en la Constitución Política vigente.
Alegan que la disposición fue expedida sin cumplir los supuestos
habilitantes previstos en el inciso 19) del artículo 118° de la Constitución,
dado que, en los días de su promulgación, no existía ninguna situación
extraordinaria o de excepcional gravedad en el país en el sector económico
o financiero; y que en el contenido de la norma no se hace alusión a ningún
evento o circunstancia extraordinaria.

26
Asimismo, refieren que el artículo 4° de la norma impugnada permite que
mediante decreto supremo se puedan fijar tarifas mínimas para la prestación
del servicio de transporte terrestre nacional e internacional de pasajeros y
carga, lo que supone una delegación de facultades prohibida por la
Constitución; que dicha delegación ha sido asumida por el Decreto Supremo
N.° 021-2003-MTC, publicado el 14 de mayo de 2003, que estableció precios
mínimos para el transporte; que, en virtud de ello, todos los contratos de
transporte sufrieron la intromisión del Estado, pues los precios de dicho
servicio ya no pudieron fijarse libremente de acuerdo a la oferta y la
demanda; y, finalmente, que los derechos constitucionales de contenido
económico son afectados si es el Estado quien, sin una motivación
razonable, impone las condiciones contractuales en variables tan
importantes como el precio o el valor de los bienes y servicios.
El Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales de la Presidencia del
Consejo de Ministros y apoderado especial del Poder Ejecutivo, contesta la
demanda manifestando que la norma impugnada es constitucional, pues en
todo momento precisa que las medidas adoptadas serán extraordinarias y
basadas en estudios técnicos; que el Decreto de Urgencia N.° 140-2001 no
ha vulnerado derechos fundamentales, y solamente los ha limitado; que, con
su expedición, el Estado afrontaba una emergencia económica motivada por
el bloqueo de carreteras y una huelga en el sector transporte, estableciendo
una barrera mínima obligatoria a partir de la cual se fija el precio del
transporte libremente, lo cual resulta razonable; y que la disposición
cuestionada no ha efectuado ninguna delegación normativa en los decretos
supremos, sino que éstos únicamente han reglamentado la norma.

FUNDAMENTOS
Delimitación del petitorio
Los recurrentes interponen la presente acción de inconstitucionalidad contra
el artículo 4° del Decreto de Urgencia N.° 140-2001, alegando que éste fue
expedido fuera de los supuestos establecidos en el inciso 19) del artículo
118° de la Constitución, dado que –según afirman- no existía ninguna
situación extraordinaria o excepcional en materia económica o financiera que
lo justifique.

27
Asimismo, refieren que la disposición cuestionada contraviene diversos
dispositivos constitucionales que consagran el modelo económico adoptado
por la Carta Fundamental, toda vez que “(...) no existe libre competencia, ni
libertad de empresa, y mucho menos economía de mercado, si es el Estado
quien impone las condiciones contractuales en aspectos tan importantes
como el precio o valor de los bienes y servicios (...)”.
Sostienen que no existe sustento ni justificación razonable para que el Poder
Ejecutivo desconozca las libertades y derechos constitucionales a la libertad
de empresa, a la libertad de contratación y a la propiedad.
Adicionalmente, señalan que la norma cuestionada está viciada de
inconstitucionalidad por permitir que un decreto supremo sea el instrumento
jurídico mediante el cual se decidan medidas extraordinarias.

La “Constitución económica”
El Tribunal Constitucional estima que, tal como aparece planteada la
cuestión controvertida, resulta pertinente analizar el modelo económico
consagrado por la Constitución, y, ante todo, destacar la importancia que
reviste la inclusión de un régimen económico en la Carta Fundamental.
No es ajeno a este Colegiado el hecho de que cierto sector de la doctrina y
de la propia comunidad económica cuestione la conveniencia de incluir en el
texto constitucional normas orientadas a establecer las pautas básicas sobre
las que debe fundarse el régimen económico de una sociedad.
Y aunque no se expone de manera categórica, no es difícil deducir que en
dichas críticas subyace el temor al supuesto riesgo de restar flexibilidad a un
régimen que, desde tal perspectiva, debe estar sometido al imperio del
mercado.
Al respecto, es necesario enfatizar que el verdadero riesgo sería que la
recomposición de las desigualdades sociales y económicas quede librada a
la supuesta eficiencia de un mercado que, por razones de distinta índole, se
instituye desde una indiscutible disparidad entre los distintos agentes y
operadores de la economía.
En efecto, así como el excesivo poder político del Estado ha sido siempre un
riesgo para la libertad humana, de la misma forma el poder privado
propiciado por una sociedad corporativa constituye una grave y peligrosa
amenaza para la regencia del principio de justicia.

28
Norberto Bobbio precisa que “(...) por debajo de la “no libertad”, como
sujeción al poder del príncipe, hay una “no libertad” más profunda [...] y más
difícilmente extirpable: la “no libertad” como sumisión al aparato productivo y
a las grandes organizaciones del consenso y del disenso que la sociedad
corporativa inevitablemente genera en su seno (...)”. (Citado por Pedro de
Vega en: Neoliberalismo y Estado.
En: Pensamiento Constitucional. Año. N.° IV. N.° 4, 1997, pág. 34). Por ello,
no sólo es saludable, sino imprescindible, consolidar al más alto nivel jurídico
y político las reglas macro que procuren una economía orientada hacia un
Estado social y democrático de derecho.

La Constitución como unidad. Interpretación institucional y social


Previamente al análisis hermenéutico del modelo económico constitucional,
conviene precisar que si bien es posible aplicar a la Norma Fundamental los
criterios interpretativos propiamente aplicables a las normas de rango legal
(a saber, los métodos literal, sistemático, histórico y sociológico), no es
menos cierto que la Constitución posee también un importante contenido
político, dado que incorpora no sólo reglas imperativas de exigencia o
eficacia inmediata o autoaplicativa, sino también un cúmulo de disposiciones
que propugnan el “programa social” del Estado, en una de cuyas vertientes
principales se sitúa el régimen económico constitucional.
Se trata pues, en buena cuenta, de la distinción a la que alude Robert Alexy,
cuando subraya la existencia de “normas constitucionales regla” y “normas
constitucionales principio” (Teoría de los Derechos Fundamentales.
Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, segunda
reimpresión, 2001).
Entonces, a los clásicos criterios de interpretación, deben sumarse aquellos
que permitan concretar de mejor manera los principios que inspiran los
postulados político-sociales y político-económicos de la Carta.
Por ello la pertinencia en proceder, por una parte, a una interpretación
institucional de sus cláusulas y, por otra, a una social.

Constitución Política del Perú 1993. Título III. Del régimen económico
Constitución Política del Perú
Titulo III

29
Del régimen económico
Capitulo I
Principios generales
Artículo 58.- Economía Social de Mercado
La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado.
Bajo este régimen, el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa
principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación,
seguridad, servicios públicos e infraestructura.
Artículo 59.- Rol Económico del Estado
El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y
la libertad de empresa, comercio e industria. El ejercicio de estas libertades
no debe ser lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la seguridad públicas. El
Estado brinda oportunidades de superación a los sectores que sufren
cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas empresas en
todas sus modalidades.
CONCORDANCIAS:
D. S. Nº 007-2008-TR
D. S. Nº 008-2008-TR

Artículo 60.- Pluralismo Económico


El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se
sustenta en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa.
Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente
actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o
de manifiesta conveniencia nacional.
La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento
legal.
CONCORDANCIAS:
D.S. Nº 034-2001-PCM
D.S. Nº 088-2001-PCM
D.S. Nº 098-2001-PCM
Ley Nº 28579, Art. 1

Artículo 61.- Libre competencia

30
El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la
limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni
concertación puede autorizar ni establecer monopolios.
La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y
comunicación social; y, en general, las empresas, los bienes y servicios
relacionados con la libertad de expresión y de comunicación, no pueden ser
objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni
indirectamente, por parte del Estado ni de particulares.

Artículo 62.- Libertad de contratar


La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente
según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales
no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier
clase. Los conflictos derivados de la relación contractual sólo se solucionan
en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección
previstos en el contrato o contemplados en la ley.
Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar
seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la
protección a que se refiere el párrafo precedente.

Artículo 63.- Inversión nacional y extranjera


La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones. La
producción de bienes y servicios y el comercio exterior son libres. Si otro
país o países adoptan medidas proteccionistas o discriminatorias que
perjudiquen el interés nacional, el Estado puede, en defensa de éste,
adoptar medidas análogas.
En todo contrato del Estado y de las personas de derecho público con
extranjeros domiciliados consta el sometimiento de éstos a las leyes y
órganos jurisdiccionales de la República y su renuncia a toda reclamación
diplomática. Pueden ser exceptuados de la jurisdicción nacional los
contratos de carácter financiero.
El Estado y las demás personas de derecho público pueden someter las
controversias derivadas de relación contractual a tribunales constituidos en
virtud de tratados en vigor. Pueden también someterlas a arbitraje nacional o
internacional, en la forma en que lo disponga la ley.

31
Artículo 64.- Tenencia y disposición de moneda extranjera
El Estado garantiza la libre tenencia y disposición de moneda extranjera.

Artículo 65.- Protección al consumidor


El Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios. Para tal efecto
garantiza el derecho a la información sobre los bienes y servicios que se
encuentran a su disposición en el mercado. Asimismo, vela, en particular,
por la salud y la seguridad de la población.
CONCORDANCIA:
Ley N° 29571, Art. I (Código de protección y defensa del consumidor).

CAPITULO II
DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES
CONCORDANCIAS:
Ley N° 28611 (Ley General del Ambiente)
D.S. Nº 015-2006-EM (Reglamento para la Protección Ambiental en las
Actividades de Hidrocarburos)
D.Leg. Nº 1090 (Decreto Legislativo que aprueba la Ley Forestal y de Fauna
Silvestre)

Artículo 66.- Recursos Naturales


Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la
Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento.
Por ley orgánica se fijan las condiciones de su utilización y de su
otorgamiento a particulares. La concesión otorga a su titular un derecho real,
sujeto a dicha norma legal.
CONCORDANCIAS:
LEY N° 26821 (Ley Orgánica para el aprovechamiento sostenible de los
recursos naturales)
LEY N° 27308 (Ley Forestal y de Fauna Silvestre)
D.S. N° 003-2005-AG

Artículo 67.- Política Ambiental

32
El Estado determina la política nacional del ambiente. Promueve el uso
sostenible de sus recursos naturales.
CONCORDANCIAS:
D.S.N° 085-2003-PCM
R. DEFENSORIAL N° 011-2005-DP

Artículo 68.- Conservación de la diversidad biológica y áreas naturales


protegidas El Estado está obligado a promover la conservación de la
diversidad biológica y de las áreas naturales protegidas.
CONCORDANCIAS: LEY N° 27037
R.J. N° 090-2005-INRENA (Apertura del Registro de acceso de recursos
genéticos)
D.S. N° 018-2009-MINAM (Aprueban Reglamento de Uso Turístico en Áreas
Naturales Protegidas)
Artículo 69.- Desarrollo de la Amazonía
El Estado promueve el desarrollo sostenible de la Amazonía con una
legislación adecuada.
CONCORDANCIAS: LEY N° 27037

33
V. ANÁLISIS Y CRITICA
El estudio de la Constitución Económica, aunque tiene un lugar inicial en
nuestro país, nos obliga a hacernos ciertas preguntas, que, junto a los
fenómenos de integración económica internacional, nos obligan a trazar la
discusión sobre los principios que cimentan la Constitución Económica.
De esta manera, habrá que recurrir a algunas fuentes de las que se puede
desglosar algunos de estos principios, entre los cuales se tiene algunos que
fueron expuestos por la doctrina al poco tiempo de emitirse la Constitución
de 1993, y algunos otros que han aparecido en el transcurso del tiempo,
sobre todo a propósito de lo desarrollado en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional.
Se propone, en este aspecto, que algunas fuentes serán el propio régimen
económico, la Economía Social de Mercado que aporta los principios de
subsidiariedad y solidaridad; la fórmula de Estado Social que involucra
adoptar los principios de dignidad e igualdad; los principio y derechos
fundamentales de contenido económico; el Derecho Internacional
Económico, del mismo que se desglosa el principio de desarrollo sostenible;
así como aquellos que están reconocidos autónomamente en la Constitución
como la libre competencia o la pluralidad económica.

34
VI.BIBLIOGRAFÍA
 BALLVÉ, F. (2012). Los fundamentos de la Ciencia Económica.
España. Unión Editorial.
 BASTIAT, F. (2014). La Ley. Publicada originalmente en 1850.
Impreso en Alemania.
 GARCÍA, V. (1998). Análisis Sistemático de la Constitución Peruana.
Tomo II. Universidad de Lima.
 HAYEK, F. (2014). Los fundamentos de la libertad. Sexta edición
(edición original 1959). Guatemala. Unión Editorial S.A.
 HUERTA DE SOTO, J. (2014). Ensayos de economía política.
España. Unión Editorial S.A.
 LANDA, C. (2008). Constitución Económica del Perú. Lima. Palestra
Editores SAC.
 MISES, L. (2008). Política económica. Segunda edición (edición
original 1959). España. Unión Editorial S.A.
 NORTH, D. (1993). Instituciones, cambio institucional y desempeño
económico. Primera edición en español. México. Fondo de Cultura
Económica.
 POSNER, R. (1998). El análisis económico del derecho. Primera
edición en español. México. Fondo de Cultura Económica.
 Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española.
 RODRÍGUEZ, V. (2015). Principios generales de una sociedad libre
para fortalecer el orden espontáneo del mercado. Quipukamayoc.
 RODRÍGUEZ, V. (2012). Constitución económica de 1993 y
desempeño económico en el Perú. En: Revista Quipukamayoc.
 RUBIO, M. (2013). La interpretación de la Constitución según el
Tribunal Constitucional. Tercera edición. Lima. Fondo Editorial PUCP.
 RUBIO, M. (2006). El Estado peruano según la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional. Segunda edición. Lima. Fondo Editorial
PUCP.

35
 STIGLITZ, J. (2012). El precio de la desigualdad. México. Editorial
Taurus.
 STIGLITZ, J. (2010). Caída libre. México. Santillana Ediciones
Generales.

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