Вы находитесь на странице: 1из 35
Capituto 1 El poder de la representacién y las relaciones sexuales entre varones E N Los siguientes parrafos me referiré al poder pues, como se apreciard a lo largo del texto, considero que es un elemento central para comprender el contexto social en el que se llevan a cabo las practicas sexuales en general, y las practicas sexuales entre varones en particular, tema que nos ocupa. Me es preciso, sin embargo, discurrir brevemente sobre una nocién de poder que describe relaciones cotidianas en las que todos estamos implica- dos, consciente 0 inconscientemente, Y que pocas veces nos dete- nemos a reflexionar. Cuando se habla de poder, el sentido comin imagina las for- mas més evidentes, fundamentalmente fisicas, de dominacién y sujeci6n: el poder que ejerce el esclavista sobre el esclavo, el que ejerce el rey sobre sus stibditos (que en ciertos casos es facultad para decidir sobre 1a vida o muerte de sus vasallos), el del propie- tario para vender, usar, usufructuar, e incluso destruir sus bienes, el del gobierno, el de la fuerza publica (ejército, policia); el poder como ley, ordenanza, reglamento, que obliga a su observancia me- diante la codificaci6n de lo permitido y lo prohibido: “el poder de la ley”, se dice. No obstante, las relaciones sociales de poder no sélo adquieren expresiones obvias, fisicas o verbales, de control, dominio, autori- dad, superioridad de unos sobre otros, limitando, condicionando, influyendo o inhibiendo sus acciones, como cuando el policia mete €n prisi6n al ladrén, o cuando el esposo ordena a gritos a su espo- Sa no salir a la calle en minifalda. Las relaciones de poder sue- len expresarse también en formas més sutiles, menos explicitas y (27) GUILLERMO NONEz. 28 NORIEGA fisicas, mediante la Ge eee eee de la Tealidad, de lo que creemos posible e imposible, deseable o indeseable, Malo o bueno, hermoso 0 feo, normal o anormal, natural © antinatural, sano 0 insano, etcétera. Esto es, somos participes en Telaciones de poder, cuando en virtud de determinadas representaciones (concep. ciones, valoraciones) que existen sobre la realidad 0 aspectos de ella, se limitan, condicionan, inhiben, o influyen las acciones 9 posibilidades de actuar.' Es el caso de una nifia que deja de subirse a los arboles luego de que se le ha dicho que las nifias que se su- ben a los 4rboles “se ven feas”, o para seguir con el ejemplo ante- rior, la esposa que deja de usar minifalda porque siente que “es cosa de mujeres libertinas”, o cuando mediante un chiste hacemos saber implicitamente a los que nos rodean que dudarfamos de su “virili- dad” si permanecen solteros. No hay golpes, ni encarcelamiento, ni gritos, pero sobre los sujetos de estos ejemplos se tiende a ejercer una presion para que acttien de cierta manera y no de otra, estructurando sus posibilidades de actuar y, por lo tanto, de ser. Es la capacidad humana de actuar de diferentes maneras, de elegir dentro de una variedad de posibles acciones la que permite pensar una relacién de poder, segtin la cual, un individuo o grupo de individuos condicionan las posibilidades de accién de otro u otros, ya sea echando mano de la fuerza fisica o la amenaza de ella, o representando como “negativo”, “sucio”, “malo”, “enfermo” o “antinatural” las acciones, los objetos, o los seres del entorno. En ambos casos las posibilidades de accién de los sujetos se ven controladas, influidas, inhibidas o limitadas. En ambos casos tam- bién Ia eleccién contraria a lo que se prohibe explicitamente, 0 lo que se desprecia y denigra por medio de representaciones/valo- raciones de la realidad, trae consigo un acto de violencia sobre nuestra condicién humana: sobre el cuerpo, sobre la posibilidad de movimiento © sobre el sentido de valia, de autoestima, de dig- nidad. Si la acci6n humana fuera la expresién tnica de una necesi- ___'Esta nocién de poder Foucault, Para este autor, la de poder basados en re hunde sus r cs en la tradicién critica que inaugura Michel modernidad se caracteriza por la expansi6n de los dispositive’ de la realidad, como lo hace notat ¢h ja sexualidad. Véase su texto Power/Knowledse an EL PODER DE LA REPRESENTACION dad biol6gica intrinseca, esto es, si n S, Si NO existi accién y nunca : eran opciones de ny hubieran existido, entonces las ng oce © y de libertad carecerian de sentido.» cones de poder Cuando nos i all“50, referimos al “poder de la representacién’ nos referimos al papel de las valoraciones y conc lamadas genéricamente representacione. realidad en la Ptuaciones (aqui S) que compartimos de la humano y natural>) : EY poder de la representaci6n\ vive entre nosotros, organiza nuestras Prdcticas mas insignificantes, orienta nuestros deseos, habita nuestra intimidad, construye nuestras fobias y nuestras furias, nuestras manjas, nuestras histerias, nuestras posibilidades de gozo, de placer, nuestro sentido de estar bien y hasta nuestras pesadillas. No es casual que constantemente estemos disputando, unos mas otros menos, los calificativos que otros dan a nuestras acciones 0 intenciones, a la manera de vestirnos, a nuestros cuer- POs, a nuestros sentimientos, a nuestros deseos, 0 a las personas con las que nos juntamos. En el fondo sabemos/sentimos que me- diante la representaci6n de lo que somos, hacemos 0 dejamos de hacer, se intenta ejercer sobre nosotros una accién de poder. Esta nocién de _poder nos _conduce a considerar un concepto relacionado, el de Cresistencia”’. resistencia al ejercicio del po- der no es una accién limitada a la lucha armada 0 a la grandes revoluciones, es cualquier accién cotidiana que disputa la imposi- cién o la tendencia a imponer sobre nuestras vidas valoraciones y concepciones que limitan, inhiben, denigran 0 dnducennussie® acciones e intenciones, nuestra manera de pensar, pee ir, 4 y vivir. Resistimos como individuos 0 como parte de grupo: : fiche! Foucault y su texto “The Subject an eee ete pane nose Catherine Bell (1992, p. 197). ", asf como a la revision | | | | | 0 GUILLERMO NUNEZ NoniEG, : 5 amplios de Ios cuales nos sentimes par's- Cuando los negros nor. teamericanos durante el movimiento de los derechos civiles dijeron “Jo negro es hermoso”), estaban disputando ‘ana representaci6n dominante en la sociedad norteamericana (Ip negro como “feo”, “sucio”, “pecaminoso” inferior”, “miste- see) que lastimaba su sentido de dignidad humana, ademas de significar una actitud de resistencia contra una diversidad de préc- Hens de poder que limitaban sus opciones de vida: en el trabajo, en Ja recreaci6n, en el transporte, en la alimentaci6n, en la vivienda, en la educacion, en la relacién con sf mismos: con sus cuerpos, con sus personas. " En cada sociedad hay valores y concepciones que son mas do- minantes que otras: mds gente las recrea en sus practicas cotidianas; diversas instancias sociales las difunden constantemente, incluso se encuentran presentes en las leyes. Son tan dominantes que la gente las llega a sentir como “naturales y eternas”, como que “‘siem- pre ha sido asi y asf debe ser”, y cualquier intento de transforma- ci6n © cualquier disputa sobre su “naturalidad” o su “raz6n de ser” genera resistencias. En cada sociedad existe una lucha a ni- vel de la representaci6n, de las valoraciones y concepciones del mundo, una lucha por el poder de imponer tales 0 cuales represen- taciones estéticas, éticas o de saber como las tinicas legitimas (Bourdieu, 1990). Las representaciones de la realidad o diferentes aspectos de ella estén en disputa porque organizan relaciones de poder, porque confieren a ciertos individuos 0 grupos sociales posiciones de po- der sobre otros: la posibilidad de hacer valer tales o cuales repre- sentaciones morales, estéticas, econémicas 0 politicas y con ello inducir, controlar, inhibir o deslegitimar las acciones de los otros, sus posesiones, sus visiones del mundo, hasta su existencia mis- ma (como cuando un grupo social neg6 su calidad humana a Jos esclavos, 0 como cuando se niega la bisexualidad calificéndola de “neurosis”), a la vez que obtienen para sf cualquier cantidad de beneficios econémicos, politicos o simbélicos (de prestigio, © estético); la sensacién de “estar bien”, de “ser Black is beautiful ( EL PODER DE LA REPRESENTACION 1 “mejores hijos de Dios”, 0 hasta el pl miento de los demas. , eo de la realidad le di ici6n social, de distincid cial (e 5 Siones, sgn el sociolons acne on sol (en sts don sep tus distinguidos) entre los individuos, grupos y clases sociales, pues implicitamente tienden a definir lo que es “valioso” y lo que “carece de valor”, lo que es “admirable” y “despreciable” a at ets ” > le- cuado” e “inadecuado”, lo “‘deseable” y lo “indeseable”, lo “normal” y lo “anormal”, lo que “debe ser” y lo que “no debe ser”, etcétera, y con ello tienden a otorgar a los que poseen las cualidades asi descritas un determinado tipo de “capital” (econémico, politico, simb6lico) y una determinada posicién de privilegio, autoridad, dominio o superioridad sobre otros. Por ejemplo, en tanto que existe una representacién positiva del matrimonio, una mujer casada (independientemente de que su propia situacién sea de opresién) podra ejercer violencia simbélica sobre una madre soltera diciendo: “pobrecita, fracas6 en su vida, nunca se cas6”, ala vez que construye su propia vida como “valiosa” y “normal”. A esta forma de ejercicio del poder que organiza una relaci6n de autoridad y dominaci6n entre individuos, grupos y clases so- ciales, no s6lo a través de la violencia 0 la posibilidad de ella sino a través del consenso que genera la difusion e imperio de ciertas representaciones de la realidad sobre la mayorfa de la poblacién, se le lama hegemonia.* Veamos un ejemplo de lo que entendemos aqui por hege- monia, un concepto clave para entender las dindémicas de poder en la sociedad. Las relaciones amorosas y eréticas entre mujeres 0 entre varones son representadas predominantemente en nuestra sociedad como “‘anormales”, “sucias”, “enfermas” y a través de acer que les produce el sufri- acttian como principios , i i, para quien se trata de una La nocién de hegemonia procede de Antonio Gramsci, pare quien se Tate Na Ae relacién de poder posible por un liderazgo moral, : Yes subalternos (Gramsci, coincidimos iplanteamiento la perspec Te cipolficacton, fa subjetividad y el poder, GUILLERMO NUNEZ Nor}, 2 esas representaciones se ejerce un poder de censura, de violencia verbal 0 fisica, de conmiseracién, desdefio u ostracismo sobre la, mujeres 0 varones que participan en esas practicas, limitando, condicionando o influyendo sus posibilidades de accién y sug experiencias. Incluso, las leyes no las contemplan entre las posibj. lidades de sociedad matrimonial y sf, en cambio, pueden ser con. sideradas “atentados a la moral y a las buenas costumbres” seguin elcriterio del policfa que aplique el articulo respectivo de algunos Bandos de Policia y Buen Gobierno municipales en México (y ya sabemos que el criterio de los policfas no es “muy amplio” que digamos). Podemos decir entonces que existen unas representa- ciones hegeménicas de la sexualidad que construyen relaciones de poder sobre las mujeres y varones que tienen relaciones eréticas © amorosas con personas de su mismo sexo. > — EXISTENCIA SEXUAL Y REPRESENTACIONES f ParA los objetivos de este trabajo resulta mas importante hacer hincapié en las representaciones 0 principios de diferenciacién que construyen laféxistencia sexual de las personas, plantear c6mo han Ilegado hasta nosotros, cé6mo han logrado Mantenerse junto al desarrollo de las Namadas ciencias naturales y sociales, ¢6mo condicionan la existencia sexual y el erotismo entre varones en particular, c6mo participan en la dindmica cultural, como estructuran relaciones de poder, cémo se interiorizan en los indi- viduos participando en la formacién de sus disposiciones de per- cepcién, pensamiento y accién (0 habitus), y como se actualizan en las practicas sexuales y sociales en general. Empecemos por preguntarnos qué se entiende por existencia sexual? y, mds especfficamente, ;qué designa el término “sexual”? Qué es sexual y qué no es sexual es algo que cada cultura define. ‘La nocién dd existencia sexual Se prefiere a otras como identidad sexual, porque concibe la vida sexual'del sujeto en permanente definicién y transformacién. Se trata de tun concepto inmerso en una narrativa “abierta” de la sexualidad. El concepto de identi sexual, por el contrario, prioriza el “cierre” narrativo, constrifiendo la sexualidad del sujeto @ ciertos modelos, parémetros, que lo esencializan y cosifican. EL PODER DE LA REPRESENTACION Un comportamiento, un sentimiento, considerado “sexual” en una sociedad, mientras que para ot tiene esa connotaci6n.° Lo que es “sexual” 0 no, varfa de cultura cn cultura, e incluso dentro de una misma sociedad varia de un 1 sot a a otra, de una region a otra, o de una clase social a otra. I leno pues, en vez de intentar una definicién ahist6rica resulta mAs acertado plantearse el problema de la siguiente manera: ;c6mo re chegucbtauscciedad-lo,‘sexual - En nuestra sociedad existen miltiples maneras de definir lo “sexual”, y esas multiples representaciones en gran medida estan influidas por diferentes tradiciones de reflexién, tales como la bio- logia, la medicina, la religion, la psicologia, la antropologfa, 1a so- ciologia, asi como movimientos sociales (de corte feminista, artis- ticos, gay, masa) bisexuales) y el advenimiento de la Ilamada un pensamiento puede ser “cultura de masas”] El francés Michel Foucault (1988) comenta ‘cémo, por ejempto, lo que consideramos “sexual” va cambiando y amplidndose en los ultimos trescientos afios, y cémo esa pau- jJatina transformaci6n est4 asociada al surgimiento en Occidente de un nuevo objeto de discurso: “la sexualidad’’. De ser una dimen- sién biolégica (genital-reproductiva, principalmente), se convierte también en un fenémeno mental (psiquidtrico) y subjetivo (psicoa- nalftico). Es el psicoandlisis, sin lugar a dudas, el parteaguas mas importante en la concepcién actual de lo que se considera “sexual”. Con esta disciplina, nuestros suefios, nuestros comportamientos co- tidianos, nuestros productos culturales y hasta nuestros chistes y lapsus, aparentemente sin sentido, son “revelados’’ en su conno- tacién sexual, son lefdos de tal manera que la propia definicién de lo sexual se ve ampliada, cubriendo asi todo el reino de la exis- tencia humana donde la dindmica deseante se hace presente. Poste- riormente, la antropologia y la sociologia amplian el reino de lo “sexual” al Ambito de las normas, valores, costumbres, exigencias sociales e identidades y evidencian el caracter relativo, construido, - SComo se puede apreciar, asumimos aquf una posicién construccionista. Para un debate interesante sobre las implicaciones construccionistas y la deconstrucci6n de lo “sexual” véase el articulo de Carole S. Vance “Social Construction Theory: Problems in the History of Sexuality”: 2 a GUILLERMO NUNEZ NoRIEG A de la moral sexual de las diferentes culturas. El feminismo, por sy parte, en cuanto movimiento social y tradicion de reflexién am- pliard lo “sexual” a la esfera politica, economics © incluso a la teo- via del conocimiento, descubriendo un subtexto de género, mascu- lino, en todas ellas, constituyéndose a’ f en uno de los.discursos eriticos mas importantes de los tltimos afios. El resultado de la interacci6n de esta multitud de tradiciones de reflexion y movimientos sociales y politicos ha sido no sélo la ampliaci6n de lo que entendemos por “sexual”, sino también la lu- cha, encarnizada a veces, a nivel de la representacién por la legiti- maci6n y contra la estigmatizacién de practicas sexuales, perso- nas y grupos sociales. Nuestro momento histérico se caracteriza por una pugna entre diferentes actores sociales por la aplicabili- dad de criterios como “normalidad”, “naturaleza”, “moralidad”, “decencia’”, “pecado”, entre otros, en lo relativo a la existencia sexual de los sujetos. Por un lado, algunos actores se pres como los defensores de un “orden moral” o “natural” y, por el ciertos actores reivindican ya la democratizaci6n de la socieda el respeto a la diversidad y a una sexualidad sin prejuicios. En la actualidad en Hermosillo (como en otras ciudades pais y seguramente del mundo), podemos encontrar un_cot de representaciones hegeménicas expresadas en un discursd fuertes tintes médicos, y un discurso religioso. Ambos mas importantes discursos de poder actuantes en el 4mbito regional. Tales representaciones no son excluyentes; por trario, se combinan, se influyen y aparecen amalgam diferentes declaraciones, articulos de periddico, pro; televisién, como se vera en el segundo capitulo. estas representaciones son heg m6nicas porque se CO a fuente principal de la construccién de las subjeti , de Jas relaciones de 1982, p. 100). Ademas, se instalan como Tas & Giones validas, legitimas, construyendo un sentido y una censura en amplios sectores de la poblacién. Pero como ejemplficaremos en el segundo representaciones hegeménicas se oponen otras q| EL PODER DE LA REPRESENTACION por criticar las relaciones de poder que Prevalecen en la soci nivel de la existencia sexual, 0 por transgredir las limi impuestas al placer y al deseo erético en particular -y a la existen. cia del individuo en general— por las representaciones hezemonicas (&sta lucha al nivel de la Tepresentacién de la existencia sexual de las personas, se puede aprender como un campo de fuerzas donde podemos distinguir posiciones dominantes y dominadas: instituciones y personas que via las practicas sociales tienden aim- poner determinadas representaciones sobre la existencia sexual de las personas, asf como personas e instituciones que resisten y disputan la tendencia a la imposicién de tales tepresentaciones, articulando otras maneras de representar la sexualidad. Este campo de fuerzas y posiciones lo hemos conceptuado siguiendo al teérico francég Bourdieu (1990, p. 282), com /“campo sexual”. Tomando en cuenta este debate que existe en torno a la repre- sentaci6n de Io “sexual”, convenimos por nuestra parte en la si- guiente definici6n (por supuesto, esta definicién implica una par- ticipaci6n en el debate existente y se nutre de una rica tradicién de reflexi6n teérica e investigativa, que iremos mencionando en el transcurso del texto). Por “existencia sexual” de los individuos vamos a entender aqui una dimensién (término que implica un “corte” del investigador) de sus existencias que involucra aspec- tos anatémico-fisiolégicos, procesos psfquicos y conductas. Es una dimensi6n bio-psiquica-social del individuo, involucrada en la vivencia del placer y el deseo erdtico{ El deseo erdtico\tiene que ver con la organizacién de eros o energia libidinal (energia de vida) durante un proceso de socializaci6n que abarca toda la vida, Pero que tiene sus cimientos en los primeros afios de la infancia, €poca durante Ia cual esa energfa amorfa adquiere la forma de deseo, esto es, de bisqueda de lo que se carece, para propiciar una uni6n profunda, un sentido de totalidad, de plenitud.® Este deseo Esta definicién encuentra arraigada en el Planteamiento del Psicoanalista francés J. Lacan cia de en las reflexiones del psicoandlisis feminista de Luce i (1991), Para una versién resumida de las reflexiones lacanianas e irigarianas ‘Sobre el deseo, la carencia y la bisqueda de la totalidad o plenitud, véase el texto de Silver- ee SO OESEO - 36 GUILLERMO NUNEZ NoRIEG, se manifiesta en la totalidad de nuestra existencia, directa 0 indi. rectamente, consciente o inconscientemente. Sin embargo, debido al proceso de socializacién por el que pasamos en una sociedad con una cultura sexual genital y falocéntrica, la gran mayoria de los individuos lo aprehendemos de manera limitada como lo que produce 0 se asocia con la excitacidn y/o el orgasmo. En otras so. ciedades e incluso en la Europa antigua y en las culturas indige- nas de América, los individuos aprendian a ver lo erético no solo en a relacion orgasmica, sino incluso en los astros o las actividades agricolas. Habria que ver, hasta qué punto, la historia de nuestra cultura (como nuestra historia individual) ha sido, al mismo tiem- Po, una historia de excesiva represién y de pérdida de contacto con nuestro eros. Por supuesto, la vivencia del placer y el deseo erético incluye: ) Un cuerpo (con sus capacidades de placer y de expresién)’ que bien puede ser a nivel cromosémico y morfoldgico ya macho, hembra 0 hermafrodita, en sus diferentes variantes (Fausto-Sterling, 1993). El cuerpo en sf entrafia ciertas posi- bilidades de goce y de interaccién con el mundo, por ejemplo: un var6n simplemente no podré sentir nunca un orgasmo vagi- nal, como una mujer no podr4 sentir mediante la penetracion anal un masaje prostdtico, por ejemplo; b) una organizacién del deseo que se expresa como cierta capa- cidad y preferencia de goce emocional y/u orgdésmico hacia varones y mujeres, y hacia lo “femenino” o “masculino” en sf mismo/a y en los demds, asi como en determinadas fobias (hacia el contacto corporal o emocional con personas del mis- mo sexo, por ejemplo); 7Esta reflexi6n se encuentra en deuda con la critica que el estudioso de las mascu- linidades, Connell, hace al construccionismo social y su falta de atencién al cuerpo, en tanto que agente y no mero receptéculo, de la prictica social, asf como a su concepto body-reflexive practices (Connell, 1995, p. 50). Connell dice: “Los cuerpos por sf mismos importan. Envejecen, se enferman, gozan, engendran, dan a luz. Hay una dimensién cor- poral irreducible en la experiencia y en la préctica. El sudor no puede ser excluido” (Con- nell, 1995, p. 51). De la misma manera, otro estudioso de las masculinidades, Victor Seidler, organizan Ia representacién del tiempo, del individuo, de la natu- * : 3 Horizonte cultural’ “revolucién cultural” son términos que hemos tomado del seen norteamericano Fredric Jameson, de su libro The Political Unconscious. : acl GUILLERMO NUNEZ NoriEg, a RIEGA jucionista de la naturaleza y de las sociedades; por una desvalora. tion del afecto, “la subjetividad”, los sentimientos; por una sepa. caeién entre “cultura” y “naturaleza” que implica una relaci6n utilitaria, de control con ella; por una creciente importancia de] interés individual sobre el interés colectivo: por la separacién catre vida publica y vida privada; por una fe en la empresa y en Ig accion privada; por la creacién de un método de conocimiento que se dice objetivo, verdadero; por una separaci6n de la politica y de la dimensién econdmica del ambito doméstico; por una reor. i6n del trabajo entre los sexos; por la creciente importan cia de los saberes que se consideran cientificos y por la partici. pacién de los mismos en la conformacién y ordenacién de lo; poderes sociales; por la consolidacién de una nueva clase social dirigente: la burguesia. Este nuevo horizonte cultural llamado po algunos “proyecto cultural moderno” o “modernidad”, atin vig¢ es caracterizado por el intelectual britanico Perry Anderson de siguiente manera: ganizaci Somos testigos de ese proceso ya familiar, que generaln asociamos con la Ilustracién, a saber, la desacralizaci6n d mundo, la codificacién y secularizaci6n de las viejas forme de lo sagrado y de lo trascendente, la lenta colonizaci6n: valor de uso por el valor de cambio, la desmistificaci6n “r lista” de las viejas narrativas trascendentes en novelas con Don Quijote, a estandarizaci6n tanto del sujeto como del obj (Anderson, 1988, p. 349). . Revolucién Industrial, la problemdtica poblacional urbano, migraci6n masiva del campo a la ciudades, hacii insalubridad— se convierte en un importante conflicto y politico. La preocupacién de indole demografica hablar de sexo, hasta entonces campo dominado por los de la moral cristiana. Asf nos lo sefiala Michel Fouc: EL PODER DE LA REPRESENTACION 45 > En el coraz6n de este problema econémico y politico de la po- blaci6n, el sexo; hay que analizar la tasa de natalidad, la edad ee del matrimonio, los nacimientos legitimos e ilegitimos, 1a pre- cocidad y la frecuencia de las relaciones sexuales, la manera de ‘ tornarlas fecundas y estériles, el efecto del celibato o de las prohibiciones, la incidencia de las practicas anticonceptivas... ¢ (Foucault, 1988, p. 35). 8 § Q Esta situaci6n trae consigo (en una época de desarrollo de la ciencia y fe en la raz6n) una explosién de discursos sobre sexualidad procedentes de numerosas instancias. Se trata, nos dice Foucault, de discursos de corte demografico, médico, biolégico, psiquid- trico, psicolégico nacidos a la sombra de los saberes antiguos. En muchos casos los valores de la €poca se convierten en verdade- ros obstaculos epistemolégicos, en otros, los nuevos conocimientos se encuentran imbuidos de la moral cristiana, constrefiidos por esa narrativa. Los “conocimientos” (representaciones) sobre la exis- tencia sexual de los nifios, la fisiologia de la mujer, las practicas sexuales que no eran entre personas del mismo sexo y que no tenfan por fin la reproducci6n, tejidos en este marco “cientifico” son herederos del cristianismo. Se da asf una transmutacién de los valores cristianos en una nueva normatividad laica vestida con ro- pajes cientificos, y con reflexiones acordes a la nueva racionalidad. Los pecados de San Pablo se convierten en “enfermedades”, “‘des- viasiones”, Sanormaliades”,“perversiones”,“patologias”.Ea exe sei , comenta Foucault: Era una_ciencia subordinada en lo esencial a los imperativos de wa eal divisiones reiter6 bajo los modos de la nor- ma “SO pretexto de decir la verdad, por todas partes encendia miedos a las menores oscilaciones de la sexualidad, Pprestaba una dinastfa imaginaria de males destinados a reper- cutir en generaciones enteras: afirmé como peligrosos para la sociedad los habitos furtivos de los timidos y las pequefias -manfas més solitarias, como fin de los placeres ins6litos puso OS Qso d&lo eg GUILLERMO NUNEZ Nop, Ip nada menos que a la muerte: la de los individuos, la de lag raciones, la de la especie (Foucault, 1988, p. 67). 8ene- Estos nuevos discursos sexuales asimilan, pues, los valores q Ja época y con “argumentos razonables” proclaman una “heterp, sexualidad” reproductiva como la norma “médicamente saludg. bie". Una vez establecida la norma médica, se dan a la tarea de earacterizar las “perversiones”, siempre bajo la mirada “clinica” Nombradas las “‘patologias”, a los “‘enfermos” se les mandaré aj consultorio (o al manicomio). Foucault describe la situacién de esta manera: La explosion discursiva de los siglos XVII y XIX provocé [...] un movimiento centrifugo respecto a la monogamia hetero- sexual [...] En cambio, se interroga la sexualidad de los nifios, la de los locos y la de los criminales; el placer de quienes no aman al otro sexo, las ensofiaciones, las obsesiones, las pe- quefias manfas y las grandes furias (Foucault, 1988, p. 51). SKEON AAO \ ejen aa : ‘A grandes rasgos, as{ se construyen los principios de diferen- ciacién hegem6nicos actuantes en el campo sexual en la mayoria de las sociedades del mundo occidental, que, claro est4, han sido / y son objeto de critica. Incluso su importancia tiende a disminuir en Come. paises europeos, no asi en México y en nuestra regién- Cc ‘omo podemos apreciar, en el marco de las representaciones hegemonicas de tintes médicos y religiosos que hemos mencionad® la existencia sexual de los individuos esté permeada pot rep sentaciones éticas y estéticas (a veces con ropaje “cientifico”) s adjetivan, clasifican, oponen, diferencian, que dotan de He o excluyen de é1 al cuerpo, a las fantasias, ensofiaciones: ns genes, sentimientos, deseos y conductas erdticas (con toda Cas sidad). Claro esta, el principio de poder que las re] resentacions ae existe, se mantiene y se reproduce en virtud 4° i ; se encuentran objetivadas en instituciones e interi \ forma de habitus en los individuos (disposiciones duraderes ue

Вам также может понравиться