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WITTGENSTEIN

Mein Leben besteht darin, daβ ich mich

mit manchem zufriedengebe.

Anotación 344, Sobre la Certeza.1

Sí, pero entonces,

Cuando miro tu foto,

La cabeza medio girada, el pelo escarpado,

Montañero, colegio en un pueblo de Austria,

La mirada espantada con ojos casi blancos,

La realidad, sea lo que fuere,

Siempre en el aire,

Inseguro de que tu mano sea tu mano, 456,

Y de lo que puedes fiarte, 508,

Entonces entiendo, hombre de poca fe,

Por qué vida en aquella frase, 344,

Es la única pala bra en cursiva.

Nos satisface que la tierra sea redonda, 299,

Dices en inglés, pero

¿de qué clase es la frase Nada

En el mundo… 384?

Preguntar y pensar, pensar y preguntar,

Número tras número: Aquí me inclino

A luchar contra molinos,

Porque aún no puedo decir

Aquello que en realidad quiero decir, anotación 400

Del memorial de un caballero andante

En la trampa dibujada por él mismo

En busca entre decir y saber,

Aún no llegado a casa.

1
344. Mi vida se basa en darme por satisfecho con muchas cosas.
DESCARTES

Manus vero has ipsas

Los pensadores tienen algo con sus manos

Aunque siempre escriben con ellas,

O quizás precisamente

Por eso.

Wittgenstein no estaba seguro de que su manos

Fuera en realidad su mano, Sobre la certeza 456,

Y Descartes, en su primera meditación,

Inclinado sobre el papel, junto al fuego,

Con su bata —de la que no dudaba—,

La vela encendida, retirado en soledad,

Comienza piedra a piedra a dar la vuelta

A todo lo que había pensado hasta entonces.

E incluso estas manos, y todo este cuerpo,

Mi cuerpo, qué motivo podría haber

Para negarlos, y esta mano, ¿acaso no la muevo

Y siento con plena conciencia…?

¿Es así? ¿O quizá no? Se pregunta después,

Pero su signo de interrogación es apariencia,

Saber disfrazado de duda, un solo de baile

De la mente en el teatro del Ergo Sum.

Sabía la respuesta, tan sólo le faltaba escribirla

En su latín de agua fría y cristalina,

Su francés de vidrio tallado.

Pero abajo en su sótano oscuro

El roedor de Ludwig sigue horadando

El edificio del todo lo que encaja.


YO

¿Y si de repente

Abandonáramos nuestro yo?

Por allí va, sin saludar,

Enfurruñado y caviloso

En busca de algo mejor.

Ni siquiera vuelve la vista.

¿Y nosotros?

Primero hemos de acostumbrarbos

A este paisaje radiante

De antes y después,

De tiempo luminoso

Sin ahora.

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