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Agustín Gamarra
Agustín Gamarra Messia
fue un militar, presidente
de la República. Encarna
la figura del caudillo de
los primeros años de
nuestra vida
republicana. Nació en el
Cuzco el 27 de agosto
de 1785. Hijo de don
Francisco Gamarra,
escribiente español, y de
doña Josefa Petronila
Messia**, indígena de
modesta cuna. Inició la
carrera militar en 1809
formando parte del
ejército realista, pasando
luego a servir en las
tropas que el general
José Manuel de
Goyeneche condujo al
Alto Perú; más tarde
combatió en Guaqui
(1811), Salta y Tucumán
(1812), Vilcapuquio y
Ayohuma (1813). En
1814, al sublevarse en el Cuzco los hermanos Angulo y el cacique Pumacahua,
Gamarra se ofreció a debelar el movimiento, combatiendo desde Oruro bajo las
órdenes del general Ramírez. Entró victoriosamente a La Paz y Arequipa, siendo
ascendido a teniente coronel el 7 de enero de 1815, concurriendo a la decisiva
batalla de Umachiri el 11 de marzo siguiente. Integró la junta de pacificación
encargada de juzgar y castigar a los que participaron en la rebelión, pero por su
condescendencia con los culpables fue excluido del tribunal. Contribuyó a poner en
orden la intendencia del Cuzco hasta 1816, trabajando como contador interino de
rentas. Ascendido al rango de coronel, marchó a Puno con un puesto administrativo,
y en 1820 fue nombrado jefe del primer batallón del regimiento del Cuzco.
Decidió por entonces abrazar la causa de la independencia criolla, apoyando
la rebelión del coronel Centeno en Lima y participando en una conspiración
en Tupiza, que no llegó a concretarse porque los rebeldes fueron delatados por el
general Olañeta. En medio de estas circunstancias, Gamarra fue traído a Lima para
servir como ayuda de campo del virrey La Serna. Poco más duró su fidelidad a la
monarquía española, porque se presentó ante el cuartel general de San Martín en
Huaura (1821) y se incorporó al ejército emancipador. Fue enviado a la sierra central
con la misión de formar un ejército regular en base a las montoneras que actuaban
en la región. El 14 de abril de 1821 le tocó enfrentarse al ejército realista comandado
por Mariano Ricaforte, con negativas secuelas para Gamarra que resultó siendo
enjuiciado, aunque posteriormente se le exoneró de toda culpa. En una segunda
campaña a la sierra central sirvió bajo el mando del general argentino Álvarez de
Arenales, pero fue derrotado en la batalla de Concepción. A continuación pasó al
destacamento patriota comandado por el general Pío Tristán, con el cual se
encaminó al valle de Ica. La desgracia quiso que Gamarra fuera vencido en el
encuentro de la Macacona (7 de abril de 1822), tras lo cual se le siguió juicio y se le
suspendió de la milicia por cuatro meses. En medio de la convulsión política que
atravesaba el Perú, el mariscal José de la Riva Agüero fue nombrado
presidente de la República, ofreciendo a Gamarra el ministerio de Guerra, que
nuestro personaje rechazó. En cambio fue ascendido a general de brigada (8 de
abril de 1823) y partió junto con el general Andrés de Santa Cruz a la segunda
expedición de Intermedios, que duró de mayo a setiembre de 1823. Siendo
inminente la llegada de Bolívar, Gamarra se apresuró a manifestarle su
adhesión. Participó en la gloriosa batalla de Ayacucho (1824), aunque su
intervención no fue mencionada debidamente por Sucre en el parte enviado a
Bolívar, omisión que Gamarra jamás perdonaría. De todas formas, recibió el
ascenso a general de división en enero de 1825 e inmediatamente fue nombrado
prefecto del Cuzco y jefe militar de los departamentos del sur. Ese mismo año se
casó en Zurite con doña Francisca Zubiaga, quien llegaría a ser conocida con el
apodo de “La Mariscala”.
Agustín GamarraEn 1827 Gamarra fue elegido diputado por Lampa. Investido
con esta dignidad, incursionó militarmente en Bolivia para obligar a Sucre y los
colombianos a retirarse, poniendo fin a la influencia “norteña” en el gobierno de
Chuquisaca. Luego del tratado de Piquiza, celebrado el 6 de julio de 1828,
Gamarra dejó el Alto Perú (de ahí en adelante fue conocido como el mariscal de
Piquiza). A continuación le tocó intervenir en la guerra con la Gran Colombia,
hallándose en primera fila en la batalla del Pórtete de Tarqui (27 de febrero de
1829), donde los colombianos se declararon vencedores. Gamarra sufrió grandes
pérdidas y decidió realizar un golpe militar contra el presidente La Mar en el norte,
desterrándolo hacia Costa Rica. Se convocó a e elecciones en el Congreso y el
31 de agosto de 1829 consiguió su designación como presidente de la
República por un período constitucional de cuatro años, lapso en el que
enfrentó nada menos que catorce revoluciones. Fracasó en el intento de formar la
Confederación Perú-Boliviana, tuvo que afrontar la anarquía provocada por los
liberales y se vio inmerso en una grave crisis económica. En las elecciones
convocadas al final de su gobierno resultó elegido el general Luis José de
Orbegoso, que no era el candidato de preferencia de Gamarra. Estalló enseguida
una guerra civil, en la que el mariscal de Piquiza fue derrotado en Maquinhuayo,
emigrando con destino a Bolivia, a fin de procurar un acuerdo con su amigo Santa
Cruz. Al ser establecida la Confederación Perú-Boliviana, empero, cambió de
bandera y salió a buscar el apoyo de Ecuador y luego el de Chile, con el fin de
organizar una gran expedición “restauradora”. Ésta puso término al régimen de la
Confederación gracias a las victorias logradas en la Portada de Guía (21 de
agosto de 1838) y en Yungay (20 de enero de 1839).
El 10 de julio de 1840 Agustín Gamarra accedió nuevamente a la presidencia
de la República. Su primera preocupación en el gobierno fue la pacificación del
país, a pesar del levantamiento que efectuó Manuel Ignacio de Vivanco en la
sierra de Ayacucho, Cuzco, Arequipa y Puno. Todos estos focos de subversión
fueron controlados, hasta dejar como único problema el enfrentamiento con Santa
Cruz. Para evitar que este caudillo volviera a sentar sus reales en Bolivia y
confiando en el apoyo de José Ballivián, Gamarra declaró la guerra a Bolivia,
perdiendo la vida en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841.
Gamarra tenía para entonces 56 años de edad. Su esposa “la Mariscala” había
muerto previamente, durante su exilio en Valparaíso.
En 1832 fue nombrado ministro de Guerra, pero renunció debido a la extrañeza que
ello produjo; fue ascendido a general de brigada, y también decline aunque
infructuosamente; nombrado ministro de Guerra por segunda vez, colaboró con el
general Agustín Gamarra hasta el término de su mandato (1833).
Con el voto de los liberales fue elegido presidente provisorio el general Luís José
de Orbegoso; e incitado por el ex presidente, el general Pedro Bermúdez, encabezó
un golpe de Estado y se proclamó jefe supremo de la República (1834).
Participó en la campaña que enfrenta a las dos fuerzas en las vertientes andinas
del Norte y en la decisiva batalla de Yungay (1839) quedó herido y prisionero. Fue
separado del Ejército al igual que los jefes militares adictos a la Confederación
Peruana-Boliviana.
También fue en Trujillo donde otro noble, el marqués de Torre Tagle, proclamó la
independencia peruana. Orbegoso abrazó esa causa, dándole su confianza el
libertador San Martín, que lo nombró primero Sargento mayor y luego Alférez Real
en 1821. Fue Orbegoso comisionado por los vecinos trujillanos que apoyaban al
presidente Riva Agüero en 1823 para pedir que el general Santa Cruz, que operaba
en el sur, fuese a Trujillo a sofocar las guerras civiles que amenazaban
generalizarse. Sin embargo, su misión fracasó al encontrarse diezmado el ejército
de Santa Cruz.
Tras regresar a Trujillo, Orbegoso encontró a Bolívar, quien lo nombró Prefecto del
departamento que se llamaba, en honor a la proclamación independentista, de La
Libertad. En 1826 ascendió a general de brigada. Sus relaciones personales,
provenientes de su cuna, le hicieron ser comisionado nuevamente por el Congreso
de la República, del que era diputado en 1826, para ir a Guayaquil a anunciar al
general La Mar su nominación como presidente del país.
La eventualidad de una derrota fue prevista por el autoritario Gamarra, lo que llevó
a Bermúdez a encabezar una sublevación en enero de 1834. El pueblo de Lima
apoyó a Orbegoso, que ya había tomado los bastiones de El Callao. Los bandos se
enfrentaron en las calles de la capital y, finalmente, Orbegoso se alzó la victoria. La
violencia continuó hasta que los militares de uno y otro bando se reconciliaron en
pleno campo de batalla, en el famoso "abrazo de Maquinhuayo". Triunfante,
Orbegoso renunció a la designación provisoria a la que había sido promovido por la
Convención, pero fue conminado a continuar hasta que se promulgara una nueva
constitución, que Orbegoso juró en 26 de junio de 1834.
Otro de los hechos sobresalientes del gobierno de Orbegoso fue su viaje a las
provincias del sur. Una vez estabilizada la situación, el presidente partió en una
visita de buena voluntad y observación del país. No hubiese trascendido si su
capellán, el cura José María Blanco, no hubiera escrito un magnífico diario de ese
viaje. En 1838 fue derrotado en la Portada de Guía por los chilenos, que se oponían
a la unión de Perú y Bolivia, y tuvo que abandonar el país.
Como miembro de las tropas españolas combatió a los ejércitos patriotas en las
batallas de Potosí, Sipe Sipe, Viloma y Cinti, y en 1816 se le concedió el grado de
teniente coronel. En el combate de La Tablada, en Tarija, cayó prisionero de los
ejércitos independentistas y fue trasladado a Buenos Aires, desde donde huyó a
Lima para reincorporarse al ejército español, y fue nuevamente hecho prisionero por
el ejército argentino en la batalla de Cerro de Pasco.