Вы находитесь на странице: 1из 5

“UN SEÑOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES”

GABRIEL GARCIA MARQUEZ

ELCY ESTELA RESTREPO SÁNCHEZ

Profesora:
Cruzana Plata

UNIVERSIDAD DE MEDELLÍN
FACULTAD DE EDUCACIÓN
Medellín, 20 de abril de 2002
“UN SEÑOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES”
GABRIEL GARCIA MARQUEZ

Enmarcada en una circularidad, encontramos el acontecer de un ángel que por su vejez, cae
en el lodazal de un gallinero, para ser desde allí, protagonista de una serie de
acontecimientos que cambia la rutina de quienes lo rodean. En el gallinero comienza la
historia y en el gallinero termina, cuando allí practica sus “primeras tentativas de vuelo”
hasta alejarse, lavándose la posibilidad de iniciar otra historia en “algún punto imaginario
en el horizonte.”

Al interior del cueto, entre la caída del ángel y el nuevo vuelo, ésta historia de García
Márquez, revela dos momentos: el ocaso y el renacer. El ocaso iniciado del medio día a la
tarde, “la luz era tan mansa al medio día… le costó trabajo ver que era lo que se movía y se
quejaba en el fondo del patio”; opuesto al amanecer, cuando todo tiene una nueva luz,
renaciendo la esperanza con el día, “sin embargo no sólo sobrevivió a su peor invierno, sino
que pareció mejor con los nuevos soles”. Las dos partes opuestas, son la constante en la
historia “del señor muy viejo”, vistas desde la misma edad del protagonista “para descubrir
que era un hombre viejo”, en contraste con la figura de “un niño recién nacido”, donde la
llegada de uno, aparentemente en el final de su camino, alivia la calentura del otro que lo
inicia, a su vez, calor y frío convergen para dar vida; al niño bajarle la calentura y al viejo
para superar su peor invierno, en un comienzo y final de año, done todo aparente final, no
es mas que la promesa de un comienzo, es así como este hombre a quien las lluvias de
marzo lo hacen caer, “esta tumbado boca abajo en el lodazal”, se lamenta al final del año
“y a principios de diciembre con el nacimiento de unas nuevas alas que marcan una nueva
ruta en su vida, alzando el vuelo, vislumbra con el final del año un inicio de vida.

A su vez, el contraste de vida de “el señor muy viejo”, determinados polos sociales para
sociales para la familia de Peloya, al pasar de la pobreza de una casa que se “anegaba”, pero
que como los cangrejos, utilizan sus tenazas para apropiarse de las cosas que lo rodean,
sirbiendosen de su entorno para alimentarse y sobrevivir, así la familia de Pelayo,
explotando al “ángel”, recauda dinero para cambiar su posición económica “los dueños de
casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero recaudado construyeron una mansión
de dos plantas…”

La enfermedad y la salud “vinieron en busca de salud, los enfermos mas desdichados del
caribe”, marcan también extremos en el cueto, que muestran una desconstrucción en dos
partes marcadas desde la decrepitud hasta la nueva vida, donde el final de un camino, en
el que se cae casi sin esperanza, es el aliento para luchar y esperar la ilusión y el horizonte
que se observa mejor bajo la luz y el calor del día.

El ángel, es el signo relevante en este cuento, él marca la pauta que divide en contrastes los
aconteceres de la historia, pues mientras que en Griego “aggelos” significa espíritu celestial,
considerado como mensajero o intermediario entre Dios y la humanidad, para Pelayo y
Elisenda fue hasta el final “un estorbo en su vida” a quien el lodo y la vejez le ocultaban
cualquier destello celeste posible,” y nada de su naturaleza miserable estaba de acuerdo
con la agria dignidad del ángel”; pero este ángel inicialmente caído boca abajo, sucio y viejo
como augurando solo muerte, no lo hace en sentido trágico de la palabra, pues aunque trae
consigo el final que representa, lo hace en forma positiva, desatando el final de la
enfermedad para conseguir la salud, el final de la pobreza para adquirir solvencia
económica de la desesperanza, para alcanzar una meta. El ángel es mostrado inicialmente
como un ser acabado “…y su lastimada condición de bisabuelo ensopado lo había
desprovisto de toda grandeza”; pero poco a poco, como el ave Fénix, cubierto de “su única
virtud sobrenatural, parecía ser la paciencia”, alcanza, con el renacer “en las alas de unas
plumas grandes y duras. Sobreponerse a su esperada muerte “El ángel andaba
arrastrándose por acá por allá como un moribundo sin dueño”, parta elevarse con un aire
de vida. Este ángel es sobrevalorado, el lodo y la suciedad impide determinar la grandeza
de sus alas relegando a convivir con aves de corto vuelo, que como él, en esos momentos
siempre mira al suelo y no se puede elevar, negándole por su precaria condición, la
oportunidad de ser apreciado en toda su majestuosidad, como lo demostró “al pasar por
encima de las últimas cosas, sin que esto importara, mas bien tomado “como un punto
imaginario en el horizonte del mar”, explotado por las creencias y ambición; pero no
valorado por su condición de viejo y navegante que trae consigo la sabiduría del recorrer y
de los años.

En un país como el nuestro, anhelamos, al contrario de Elisenda, representar el clamor de


ayuda en un ángel a quien llegue ese grito del pueblo, que solo quiere ser protegido en sus
derechos cuando son violentados, al atentar contra su bienestar económico, con impuestos
y despidos masivos; su integridad física y emocional con el secuestro, sus derechos
ciudadanos al destruir pueblos enteros. Ese ángel protector, representado en las leyes y la
Constitución, tiene hoy la lentitud de la vejez, sumida en el lodazal de unos antivalores
sociales, donde las leyes de 1991 no cubren las expectativas de un pueblo en constante
cambio, donde estas leyes son inoperantes, haciendo que las fuerzas legislativa y judicial,
se vean de cara al “lodo” de destrucción y carencia de sentido social, que dejan no solo los
agentes al margen de la ley, sino los corruptos que sumen al país en un invierno que no
vislumbra el sol de la prosperidad, siendo los “cangrejos” que con sus tenazas explotan el
pueblo haciendo ir su economía y desarrollo hacia atrás.

En otro ámbito, al igual que el ángel, vivimos en un país donde el ser humano al llegar a su
edad adulta no es valorado por la sabiduría que los años y la experiencia le han
proporcionado y que puede aportar para construir una sociedad que no camine sobre los
mismos errores, por el contrario, desde el seno de la misma familia es relegado, no
teniéndolo en cuenta en las decisiones y preferiblemente aislándolo para que no interfiera
con la belleza de una vida joven. Los ancianos al igual que el ángel, son aislados en un rincón
del gallinero; pero en Colombia, ni siquiera existen “gallineros” o ancianatos apropiados
para indigentes o personas de clase baja, solo para los de la clase alta que los pueden pagar.
A nivel del Estado, son considerados improductivos, jubilándolos con el rótulo de incapaces.
La ilusión de un mañana mejor nos permite anhelar un “ángel, que traiga consigo leyes y
valores que nos permitan alzar el vuelo y salir adelante, aún en contra de las adversidades
del invierno y la fiebre.

Вам также может понравиться