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ADUANERA - SUNAT-
ASPECTOS PRELIMINARES
Por otro lado, la Ley de Delitos Aduaneros N° 28008 norma penal aduanera que
tipifica los delitos de contrabando, receptación, tráfico de mercancías prohibidas y
restringidas y la defraudación de rentas de aduanas. “Estas normas penales
buscan proteger el “control aduanero” que está definido en el artículo 2 de la Ley
General de Aduanas, como el objeto de asegurar el cumplimiento de la legislación
aduanera o de toda disposición cuya aplicación o ejecución corresponde a la
misma, como es el asegurar la correcta recaudación de los tributos de
importación, resguardar la salud humana, la seguridad de la población, el medio
ambiente impidiendo el ingreso de mercancías prohibidas o de las restringidas que
carezcan de la autorización emitida por el sector competente” .
«Que, por otro lado, no es inoportuno nuevamente recordar, algo que es ya una
doctrina constitucional de este Tribunal: cuando se alega la vulneración del
derecho al debido proceso en sede administrativa, la determinación de si el acto
considerado como lesivo resulta conforme o no a dicho derecho no se agota con
la verificación de que en su seno el administrado haya hecho un ejercicio formal
de su derecho de defensa (de ofrecer y actuar medios de prueba, o inclusive el de
promover la pluralidad de instancias administrativas allí donde ésta resulte
aplicable); pues también le es exigido al Juez Constitucional determinar si la
sanción impuesta al servidor es consecuencia de haberse observado el principio
de razonabilidad y proporcionalidad, tanto en mérito de las pruebas actuadas
como frente a las faltas administrativas imputadas, como en la proporcionalidad
de la sanción impuesta por la falta administrativa cometida».
Según opinión de Trujillo Meza, “La Facultad discrecional debe ser eliminada del
Código Tributario teniendo en cuenta el alto grado de tecnificación de la
Administración Tributaria en los procesos de control y fiscalización. Mientras
subsistan las facultades discrecionales en el Código Tributario, todas y cada una
de dichas facultades deben ser reglamentadas”
Bajo la citada facultad, se precisa que no estarán afectas a sanción de multa, los
depósitos temporales, cuando no transmitan en la forma y plazo establecidos, la
información de la Tarja al detalle, la Relación de bultos faltantes o sobrantes y las
Actas de Inventario, siempre que estén referidos a infracciones cometidas a partir
del 01/01/2011 para cargas que ingresen por DP World y a partir del 01/07/2011
para cargas que ingresen por APM Terminals. Se deroga la Resolución de
Superintendencia Nacional Adjunta de Aduanas Nº 247-2011/SUNAT/A publicada
07/07/2011, la cual se refería a la misma facultad discrecional.
Por otra parte, la Ley General de Aduanas dispone en su artículo 204 que las
sanciones previstas en dicha Ley podrán ser aplicadas gradualmente, bajo dicho
marco normativo también se aprobó el Reglamento del Régimen de Gradualidad
para la aplicación de las sanciones de multa previstas en la Ley General de
Aduanas, mediante Resolución de Superintendencia Nacional Adjunta de
Desarrollo Estratégico Aduanero N° 02-2015-SUNAT/500000 (05/06/2015). Los
criterios para la aplicación de esta gradualidad son a) el pago de la deuda es la
cancelación del íntegro de la deuda pendiente establecida por el infractor o por la
Administración Aduanera que figura en la declaración o en el documento de
determinación más los intereses generados hasta su cancelación, b) pago de la
multa, es la cancelación del íntegro de la multa, rebajada según el porcentaje
indicado, más los intereses hasta su cancelación, y c) subsanación, es la
regularización de la obligación incumplida. Este régimen no se aplica cuando las
multas han sido a) determinadas por la Administración y están canceladas, b)
autoliquidadas por el infractor y están canceladas, c) objeto del régimen de
incentivos.
“El principio de legalidad tiene una dimensión material y una dimensión formal,
constituyéndose en un principio político criminal de primer orden en un Estado de
Derecho, que determina una serie de incidencias en el plano político y jurídico,
como se verá más adelante. Su reconocimiento permite generar un estado de
seguridad jurídica y, a su vez, la previsibilidad y predictibilidad de toda la actuación
pública, evitando que los comunitarios puedan ser sorprendidos con la imposición
de sanciones ilegales, arbitrarias y a todas luces desproporcionadas”.
“Por la primera reserva legal mencionada, ninguna autoridad -por importante que
la considerare para el cumplimiento de sus funciones de inspección, regulación o
de policía administrativa-, podrá autoatribuirse competencia sancionadora sobre
los administrados, sino que debe obtener una norma expresa con rango de ley que
así se lo habilite. Como se pueden apreciar, la aplicación del principio de legalidad
en materia sancionadora, en este extremo, no resulta sino la ratificación del
principio de competencia legal que la misma ley prevé en su artículo 61° del TUO
de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General Decreto
Supremo N° 006-2017-JUS estableciendo como regla uniforme que la fuente de la
competencia administrativa, son sólo la Constitución y la ley.
Por la segunda reserva legal que este principio implica, tenemos que está
reservada sólo a normas con rango de ley el señalamiento de las consecuencias
jurídicas represivas a los administrados en caso de la comisión de ilícitos
administrativos. De este modo, sólo una norma con rango de ley, podrá habilitar a
la Administración la aplicación de una o más medidas de gravamen a título de
sanción personal o patrimoniales, tales como multas, decomisos, cancelación de
derechos, inhabilitaciones, pues, cada uno de estos actos persiguen un efecto
puramente reaccional y aflictivo en los derechos subjetivos de los administrados”.
“Como es conocido por todos, desde el año 1999 nuestro Tribunal Constitucional
(TC) ha venido pronunciándose respecto de la “unidad” de la potestad
sancionadora del Estado (administrativa y penal), así como de la aplicación
(“matizada”) de los principios del Derecho penal a la potestad sancionadora de la
Administración Pública. Así, por poner un ejemplo, en la sentencia recaída en el
expediente Nº 2050-2002-AA/TC, de fecha 16 de abril de 2003, el Alto Tribunal
dejó sentada su posición según la cual, el principio de legalidad consagrado en el
ordinal d) del inciso 24 del artículo 2º de la Constitución Política del Estado, no
sólo resulta aplicable al Derecho penal, sino también al derecho administrativo
sancionador”.
Las reflexiones efectuadas para llegar a este razonamiento son las siguientes:
«(...) es necesario precisar que los principios de culpabilidad, legalidad, tipicidad,
entre otros, constituyen principios básicos del derecho sancionador, que no sólo
se aplican en el ámbito del derecho penal, sino también en el del derecho
administrativo sancionador
(...). Una de esas garantías es, sin lugar a dudas, que las faltas y sanciones de
orden disciplinario deban estar previamente tipificadas y señaladas en la ley.
El principio de legalidad en materia sancionatoria impide que se pueda atribuir la
comisión de una falta si ésta no está previamente determinada en la ley, y también
prohíbe que se pueda aplicar una sanción si ésta no está también determinada
por la ley. Como lo ha expresado este Tribunal
(...), el principio impone tres exigencias: la existencia de una ley (lex scripta), que
la ley sea anterior al hecho sancionado (lex previa), y que la ley describa un
supuesto de hecho estrictamente determinado (lex certa)».
“El principio impone tres exigencias: la existencia de una ley (lex scripta), que la
ley sea anterior al hecho sancionado (lex praevia), y que la ley describa un
supuesto de hecho estrictamente determinado (lex certa).
“Bien es cierto que las exigencias que tales principios imponen en el ámbito penal
no pueden ser las mismas que en el ámbito sancionador administrativo, sino que
deben ser matizadas atendiendo a la distinta naturaleza que tienen ambos
ordenamientos (penal y administrativo), así como a los valores constitucionales
que se encuentran en juego en cada caso concreto. Sin embargo, en modo alguno
podrá postularse en nuestro Estado Constitucional de Derecho un alejamiento de
tales principios a tal punto de sostener su inaplicación total o la afectación de su
contenido esencial. Por esta razón, cuando la Administración Tributaria ejerce
poderes sancionadores debe respetar el contenido esencial de los valores
fundamentales del ordenamiento sancionador, los cuales vinculan en forma directa
a la Administración Tributaria en cada una de sus actuaciones (sancionadoras) y
al Tribunal Fiscal en su función de control. Por lo demás, tales valores constituyen
derechos fundamentales de los ciudadanos-infractores”.
Sobre la aplicación del numeral 5 del inciso b) del artículo 108º del Reglamento de
la Ley General de Aduanas continúa diciendo que “…la Administración Tributaria
ha cometido un error puesto que el citado artículo es de aplicación solo para la
incautación o comiso de las mercancías de procedencia extranjera que carezca
de documentación” (FJ.3). “Siendo ello así las resoluciones del Tribunal Fiscal y
Aduanas no han respetado el principio de legalidad, toda vez que se aplicó una
norma que no señala de manera expresa la falta cometida por el actor. En el
presente caso la Administración Aduanera no puede suplir la falta de ley expresa
y crear -por vía de interpretación- algún tipo de sanción, en un supuesto no previsto
en la ley (FJ.4)».
“En sentido lato, el Control Constitucional estriba en aquellos medios jurídicos que
previenen, reparan, nulifican o sancionan, la violación de las disposiciones
constitucionales. Dentro de esta concepción podríamos incluir los Procesos
ordinarios como instrumentos de Control Constitucional tal como los Procesos
Constitucionales de la Libertad, (Proceso) de Amparo, Proceso de Habeas
Corpus, etc.
Sobre las razones materiales para dejar sin efecto el control difuso administrativo,
el órgano Colegiado señaló que, permitir que un tribunal administrativo integrante
del Poder Ejecutivo controle la constitucionalidad de las normas emitidas por el
Poder Legislativo, afecta el sistema de control dual de la jurisdicción constitucional
(control concentrado y control difuso). Y, por ende, al control del principio de
división de poderes.
Por tanto, de conformidad con este principio, la ley debe describir específicamente
la conducta o los conceptos jurídicos indeterminados que sirvan de guía para la
determinación de las conductas ilícitas tanto para favorecer el conocimiento de la
previsibilidad de la acción administrativa por parte del Estado, como para acotar
el margen discrecional en asuntos sancionadores de la Administración y
concretados en los supuestos tasados previamente.
Non bis in ídem o Ne bis in idem, es un término de origen latino que significa “no
dos veces lo mismo”; en consecuencia, no se podrá imponer sucesiva o
simultáneamente una pena y una sanción administrativa por el mismo hecho, en
los casos que se aprecie la identidad de sujeto, hecho y fundamento.
“El principio non bis in ídem constituye la garantía a favor del administrado que por
un mismo hecho no podrá ser sancionado dos veces (dimensión material), ni podrá
ser objeto de dos procesos distintos (dimensión procesal), operando como un
límite a la acción persecutoria y sancionadora propia del Estado de modo que
tenga una sola oportunidad para ejercer su ius puniendi. Proscribe la duplicidad
sucesiva o simultánea de imputaciones, procesamientos y sanciones para todo el
Estado integralmente considerado, comprendiendo tres escenarios posibles:
A decir de Gamba Valega “las exigencias del non bis in ídem en el ámbito
tributario:
“A finales del siglo XX el principio del non bis in ídem experimentó un proceso de
expansión continua que se focaliza en la práctica en los siguientes aspectos:
a) De ser meramente procesal ha pasado a presentar un componente
esencialmente sustancial lo que se ha traducido en la práctica en la imposibilidad
de sancionar dos veces por una misma causa.
b) La no doble sanción por una causa, además, es con independencia
de si ello implica la existencia o no de un proceso judicial y su reproducción; es
decir se extiende el campo de aplicación del principio al pasar del proceso al
procedimiento.
c) El principio non bis in ídem, de la mera infracción / sanción jurídico
penal, ha pasado a ser de aplicación en toda rama jurídica en la que exista
potestad sancionadora, por ende, también en la materia
administrativa en donde los conceptos de infracción y sanción son relevantes.
d) Trasciende de lo penal hacia otras ramas del derecho al extenderse
su aplicación no solo al “delito” sino al “hecho” y el campo de aplicación del
principio non bis in ídem se vuelve inmenso al unirse el hecho ya no con el proceso
sino con cualquier procedimiento”.
“El principio non bis in idem tiene, en otras palabras, una doble dimensión: a) la
material o sustantiva, que impide sancionar al mismo sujeto ‘en más de una
ocasión por el mismo hecho con el mismo fundamento’, y que ‘tiene como finalidad
evitar una reacción punitiva desproporcionada, en cuanto dicho exceso punitivo
hace quebrar la garantía del ciudadano de previsibilidad de las sanciones, pues la
suma de la pluralidad de sanciones crea una sanción ajena al juicio de
proporcionalidad realizado por el legislador y materializa la imposición de una
sanción no prevista legalmente’; y b) la procesal o formal, que proscribe la
duplicidad de procedimientos sancionadores en caso de que exista una triple
identidad de sujeto, hecho y fundamento, y que tiene como primera concreción ‘la
regla de la preferencia’ o precedencia de la autoridad judicial penal sobre la
Administración respecto de su actuación en materia sancionadora en aquellos
casos en los que los hechos a sancionar puedan ser, no sólo constitutivos de
infracción administrativa, sino también de delito o falta según el Código Penal”.
Agrega el Tribunal Constitucional Español que aunque es cierto que este principio
«ha venido siendo aplicado fundamentalmente para determinar una interdicción
de duplicidad de sanciones administrativas y penales respecto a unos mismos
hechos», esto no significa, no obstante, «que sólo incluya la incompatibilidad de
sanciones penal y administrativa por un mismo hecho en procedimientos distintos
correspondientes a órdenes jurídicos sancionadores diversos». Y es que en la
medida en que el ius puniendi aparece compartido entre los órganos judiciales penales y
la Administración, el principio non bis in idem opera, tanto en su vertiente sustantiva como
en la procesal, para regir las relaciones entre el ordenamiento penal y el derecho
administrativo sancionador, pero también internamente dentro de cada uno de estos
ordenamientos en sí mismos considerados, proscribiendo, cuando exista una triple
identidad de sujeto, hechos y fundamento, la duplicidad de penas y de procesos penales
y la pluralidad de sanciones administrativas y de procedimientos sancionadores,
respectivamente.
En relación al principio non bis in ídem previsto en el numeral 10 del artículo 230º
del TUO de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General,
Decreto Supremo N° 006-2017-JUS, se establece que «no se podrá imponer
sucesiva o simultáneamente una pena y una sanción administrativa por el mismo
hecho en los casos que se aprecie la identidad de sujeto, hecho y fundamento».
“La cosa juzgada debe observarse en sus dos aspectos: el positivo (lo declarado
por sentencia firme constituye la verdad jurídica) (materia civil) y el negativo
(imposibilidad de que se produzca un nuevo planteamiento sobre el tema) (materia
penal en que cosa juzgada es incluso un auto de sobreseimiento).
o no «“…ser juzgado dos veces por los mismos hechos, es decir que un mismo
supuesto fáctico no puede ser objeto de dos procesos penales distintos o si se
quiere que se inicien dos procesos penales con el mismo objeto…». Mientras que
desde su vertiente material «expresa la imposibilidad de que recaigan dos
sanciones sobre el mismo sujeto por la misma infracción, puesto que tal proceder
constituiría un exceso del poder sancionador…»
Según criterio del Tribunal, siendo este el marco situacional, se debe afirmar que
la sola existencia de dos procesos o dos condenas impuestas, no pueden ser los
únicos fundamentos para activar la garantía del non bis in idem, pues es necesario
la previa verificación de la existencia de una resolución que tenga la calidad de
cosa juzgada. Una vez verificado este requisito previo, será pertinente analizar
strictu sensu los componentes del non bis in idem, esto es:
a) Identidad de la persona física o identidad de sujeto, lo que significa
que la persona física a la cual se le persigue tenga que ser necesariamente la
misma;
b) Identidad del objeto de persecución o identidad objetiva, que se
refiere a la estricta identidad entre los hechos que sirvieron de fundamento para el
inicio tanto en la anterior como en la nueva investigación, proceso o procedimiento;
es decir, se debe tratar de la misma conducta material, sin que se tenga en cuenta
para ello su calificación legal,
c) Identidad de la causa de persecución o identidad de fundamento,
es decir, el fundamento jurídico que sirve de respaldo a la persecución
tenga que ser el mismo tanto en lo anterior como en la nueva investigación,
proceso o procedimiento.
«Una de las cuestiones más complejas que rodean a los sistemas tributarios es la
que se refiere a fijación de un límite a partir del cual el Estado puede exigir a los
contribuyentes un sacrificio económico en pos del bien común. Esto es, decir quién
tiene capacidad contributiva y quién no, a quién se le puede exigir un sacrificio
económico y en qué cuantía para que sea justo.
La doctrina ha afirmado reiteradamente que la tributación debe responder a la
capacidad de pago de los obligados, es más: este postulado es considerado en sí
mismo como uno de los sustentos del poder de imposición estatal. No obstante,
dada la aparente indeterminación de su contenido, su materialización ha estado
sometida a disímiles reglas y criterios, y se le ha identificado en la mayoría de los
casos con la igualdad, la equidad y la progresividad».
Argumenta el Tribunal que la multa es una sanción pecuniaria que se impone por
la comisión de una infracción relacionada con el cumplimiento de una obligación
tributaria. No es una facultad discrecional de la Administración tributaria, sino una
potestad reglada y, en el presente caso, el presupuesto habilitante está previsto
en la Ley General de Aduanas, que califica la violación por parte de los operadores
de las medidas de seguridad puestas por Aduanas como infracción pasible de
multa, siendo aplicada por la Administración Aduanera en estricto cumplimiento de
la Ley General de Aduanas, que establece que: «Para que un hecho sea calificado
como infracción, debe estar previsto en la forma que establece las leyes,
previamente a su realización. No procede aplicar sanciones por interpretación
extensiva de la norma; y que: “La infracción será determinada en forma objetiva y
podrá ser sancionada administrativamente con multas, comiso de mercancías,
suspensión, cancelación o inhabilitación para ejercer actividades. La
Administración Aduanera aplicará las sanciones por la comisión de infracciones,
de acuerdo con las Tablas que se aprobarán por Decreto Supremo».
CONCLUSIONES
PRIMERA: La potestad sancionadora es aquella facultad de la Administración
Pública de imponer sanciones a través de un procedimiento administrativo;
entendida la sanción administrativa como aquel mal infligido a un administrado
como consecuencia de una conducta ilícita, con finalidad represora,
consistiendo la sanción en la privación de un bien o derecho, o la imposición de
un deber. A través de la potestad sancionadora, la Administración puede cumplir
sus fines constitucionales y debe entenderse como la facultad administrativa que
tiene todo organismo público; entre ellos, la Administración Aduanera, cuya
finalidad es la de garantizar el cumplimiento de sus normas y que sirve como
elemento de coerción respecto de los administrados para sancionar el
incumplimiento de las mismas. En tal sentido, bien durante el proceso de
despacho aduanero o durante los procesos de control ejecutados por la
Administración Aduanera, es importante que principios como el de legalidad,
tipicidad, non bis in ídem, no contradicción, razonabilidad u otros como el de
continuación de infracciones, sean tomados en cuenta a efectos de que la sanción
no pierda su carácter disuasivo o corrector, y se convierta, estrictamente, en
represiva.
infracciones, de acuerdo con las Tablas que se aprobarán por Decreto Supremo
(artículo 189). Las sanciones aplicables a las infracciones del presente Decreto
Legislativo son aquellas vigentes a la fecha en que se cometió la infracción o,
cuando no sea posible establecerla, las vigentes a la fecha en que la
Administración Aduanera detectó la infracción (artículo 190).
En cuanto al principio del non bis in ídem, será pertinente analizar strictu sensu
sus componentes, esto es: a) Identidad de la persona física o identidad de sujeto;
b) Identidad del objeto o identidad objetiva; e c) Identidad de la causa de
persecución o identidad de fundamento.
confiscatoriedad de los tributos cada vez que un tributo excede el límite que
razonablemente puede admitirse como justificado, en un régimen en el que se ha
garantizado constitucionalmente el derecho subjetivo a la propiedad y, además,
ha considerado a esta como institución, como uno de los componentes básicos y
esenciales de nuestro modelo de Constitución económica. Sin embargo, la multa
es una sanción pecuniaria que se impone por la comisión de una infracción
relacionada con el cumplimiento de una obligación tributaria. Su aplicación no es
una facultad discrecional de la Administración, sino una potestad reglada y, en el
presente caso, el presupuesto habilitante está previsto en la Ley General de
Aduanas.
BIBLIOGRAFÍA:
https://hera.ugr.es/tesisugr/26759020.pdf