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HISTORIA DE LOS MAYAS

Templo de Kukulkán en Chichén Itzá.

Detalle del Dintel 26 de Yaxchilán.

Cripta funeraria. Templo IV. Comalcalco.

La civilización maya fue una civilización mesoamericana desarrollada por los pueblos
mayas, que destacó en América1 por su escritura jeroglífica, uno de los pocos sistemas de
escritura plenamente desarrollados del continente americano precolombino, así como por
su arte, arquitectura y sistemas de matemática, astronomía y ecología.2 Se desarrolló en la
región que abarca el sureste de México, correspondiente a los estados
de Yucatán, Campeche, Tabasco, Quintana Roo y la zona oriental de Chiapas, así como
en la mayoría de Guatemala, Belice, la parte occidental de Honduras y de El Salvador.
Esta región se compone de las tierras bajas del norte que abarca la península de Yucatán,
las tierras altas de la Sierra Madre que se extiende por el estado mexicano de Chiapas, el
sur de Guatemala hasta El Salvador, y las tierras bajas del sur en la llanura litoral del
Pacífico.
Durante el periodo formativo, antes de 2000 a. C., se inició el desarrollo de la agricultura y
la población se hizo sedentaria estableciéndose en las primeras aldeas. En el período
Preclásico (c. 2000 a. C. hasta 250 d. C.) se desarrollaron las primeras sociedades
complejas y se cultivaron los alimentos básicos de la dieta maya: el maíz, el frijol,
la calabaza y el chile. Las primeras ciudades mayas se desarrollaron en torno a 750 a. C.
Alrededor de 500 a. C. estas ciudades poseían una arquitectura monumental, incluyendo
grandes templos con fachadas de estuco. La escritura glífica se utilizó desde el
siglo III a. C. En el Preclásico Tardío se desarrollaron grandes ciudades en la Cuenca del
Petén, y Kaminaljuyú alcanzó prominencia en el altiplano guatemalteco. Desde alrededor
de 250 d. C., el período clásico se define en gran medida por el levantamiento de
monumentos esculpidos empleando las fechas de Cuenta Larga. En este período se
desarrolló un gran número de ciudades-Estado vinculadas entre sí por una compleja red
de comercio. En las tierras bajas mayas surgieron dos grandes poderes
rivales, Tikal y Calakmul. Se vio también la intervención extranjera en la política dinástica
maya de la ciudad de Teotihuacan del centro de México. En el siglo IX, se produjo
un colapso político general en la región central maya, que originó guerras internas, el
abandono de las ciudades, y un desplazamiento poblacional hacia el norte. Durante el
período Posclásico surgió Chichén Itzá en el norte, y se produjo la expansión del reino
quiché en el altiplano de Guatemala. En el siglo XVI el Imperio españolcolonizó la región
mesoamericana, y tras una larga serie de campañas militares la última ciudad maya cayó
en 1697.
El poder político durante el periodo Clásico se centró en el concepto del «rey divino», que
actuaba como mediador entre los mortales y el ámbito sobrenatural. La monarquía era
usualmente hereditaria y patrilineal, y el poder pasaba al hijo mayor, aunque en más de un
caso mujeres ostentaron el poder como regentes de sus hijos menores de edad o por
derecho propio.3 La política maya estaba dominada por un sistema de patrocinio, aunque
la exacta composición política de un reino variaba de una ciudad-Estado a otra.
Generalmente cada aldea tenía un líder tribal, que respondía a un señor regional (Ajaw)
supereditado por un señor divino (Kuhul Ajaw) y en algunos casos como el de Tikal, había
un gobernante superior (rey de reyes) denominado Kalomté..4 Hacia el Clásico Tardío, la
aristocracia había aumentado considerablemente y se había reducido el poder exclusivo
del rey divino.
La civilización maya desarrolló formas de arte sofisticadas utilizando tanto materiales
perecederos como durables, incluyendo madera, jade, obsidiana, cerámica, monumentos
de piedra tallada, estucos y murales finamente pintados.
Las ciudades mayas solían expandirse sin planificación.[cita requerida] El centro de la ciudad
era ocupado por complejos ceremoniales y administrativos, rodeado por una irregular
expansión de barrios residenciales. A menudo las diferentes partes de una ciudad eran
conectadas por calzadas. La arquitectura principal de la ciudad se componía de
palacios, templos piramidales, juegos de pelota ceremoniales, y estructuras alineadas para
la observación astronómica. La élite maya sabía leer y escribir, y desarrolló un complejo
sistema de escritura glífica, una de las más avanzadas en América precolombina. Los
mayas grabaron su historia y conocimiento ritual en libros en forma de biombo, de los que
solo permanecieron tres ejemplos con incuestionable autenticidad, el resto fue destruido
por los invasores españoles. También existe un gran número de ejemplos de inscripciones
mayas en las estelas y la cerámica. Los mayas desarrollaron una compleja serie de
calendarios rituales entrelazados, emplearon la matemática y fueron uno de los primeros
pueblos en utilizar el cero explícito en el mundo

HISTORIA DE LOS AZTECAS

Los pueblos que habitaban América antes de la conquista europea tenían diversas formas
de organización económica, social y política. Algunos habían desarrollado sociedades
urbanas y otros sólo practicaron una agricultura simple o eran cazadores y recolectores. Los
aztecas y mayas, en la región mesoamericana, y los incas, en la andina, desarrollaron
sociedades urbanas.
En estas sociedades, la construcción de complejas obras de riego y la aplicación de técnicas
agrícolas habían favorecido el crecimiento constante de la producción agrícola y de la
población. Se habían desarrollado las ciudades y la organización social estaba fuertemente
jerarquizado.

Entre los aztecas ,como entre los mayas, los guerreros y los sacerdotes conformaban el
grupo privilegiado y ejercían el gobierno. La mayoría de la población, compuesta por
campesinos y trabajadores urbanos, debía entregar fuertes tributos en productos y trabajo.

Estas sociedades estaban organizadas y gobernadas por fuertes Estados teocráticos,


llamados así porque toda la autoridad residía en los sacerdotes y porque el jefe del Estado
era considerado como un dios. Por esto, las primeras ciudades se organizaron alrededor del
centro ceremonial o templo. Los templos eran edificios que tenían funciones religiosas y
también económicas, dado que almacenaban y distribuían los productos tributados por los
campesinos.

A la llegada de los españoles, las únicas sociedades urbanas que existían en América eran
la azteca y la inca; la cultura maya había desaparecido en el siglo XI d.C.

La mayoría de los pobladores de América vivían de una agricultura simple, de la caza y de


la pesca de animales y de la recolección de frutos. Muchos de estos pueblos eran nómadas
y prácticamente no existía la división del trabajo. Estaban distribuidos a lo largo de todo el
continente americano, desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

La organización jerárquica de la sociedad. Las sociedades aztecas fueron sociedades


urbanas que tuvieron una organización económica, políticas social del mismo tipo que las
sociedades urbanas que existieron en el Cercano Oriente desde el 3000 a. C. Los
americanos también desarrollaron sistemas de escritura y de numeración; la religión fue la
manifestación espiritual más importante y regía la mayor parte de los actos de la vida
cotidiana de la población; y el arte alcanzó una elaborada complejidad.

La civilización azteca puede ser considerada como estrictamente original; en efecto,


debemos tener presente que los aztecas, si bien tuvieron contacto con los toltecas y los
mayas y, adoptaron muchas de sus costumbres, transformaron profundamente estos
aportes, integrándolos en una civilización bien diferenciada.

Los Aztecas, sus orígenes, su evolución y la conquista española


Luego de recorrer diversos lugares finalmente se asentaron en el siglo XIV en el valle de México.
Allí fundaron una ciudad llamada Tecnochtitlán ubicada en el lado Texcoco. Como se encontraron
con otros pueblos lucharon por la obtención de las mejores tierras de la región. A partir de su
asentamiento fueron dominado toda la región, sometiendo a muchas ciudades, las cuales debían
brindar tributos.
El imperio azteca.
Los aztecas, luego de haber recorrido diversos lugares, se establecieron definitivamente, a
principios del siglo XIV d. C., en el valle de México. Allí fundaron su ciudad capital
llamada Tenochtitlan, ubicada en la zona del lago Texcoco. En ese lugar se encontraron con
otros pueblos y con ellos lucharon por la obtención de las mejores tierras y por el control
político de la región. A los pocos años dominaron a todos sus vecinos y establecieron un
imperio que impuso su predominio en toda la zona.
La expansión azteca se basaba principalmente en el poderío de su ejército. Muchas de las
ciudades conquistadas, a pesar de tener que entregarles tributo a los aztecas, conservaban
sus propias autoridades. Las rebeliones de los pueblos sometidos fueron frecuentes y
muchos de ellos al producirse la llegada de los españoles, se aliaron con éstos para derrotar
a los aztecas.

La ciudad de Tenochtitlán. Estaba construida sobre las aguas del lago Texcoco. La
comunicación dentro de la ciudad se realizaba mediante calzadas canales. Su población era
muy numerosa. Se calcula en 300.000 personas aproximadamente. En el centro de la ciudad
se encontraban 78 edificios, entre los que se hallaban el templo, una cancha de pelota, los
palacios de los señores y abundantes jardines y huertas.
En la época de su mayor esplendor, esto es, durante el gobierno de los once reyes, las
ciudades que constituían el Imperio azteca estaban unidas no sólo por una lengua común y
por usos y costumbres similares, sino que, aun en el aspecto político y en el religioso,
dependían de un poder central cuya sede se encontraba Tenóchtitlán.
Allí vivía el Jefe Supremo, jefe militar, político y sumo sacerdote; quiene a su ves éstos
tuvieron a su lado, un consejo formado por nobles sacerdotes, cuya opinión parece haber
sido decisiva en ciertos momentos de la vida azteca. Aún más, pues si el cetro real pasa de
padre a hijo o, en su defecto, al pariente más próximo del difunto, el nombramiento estaba
sujeto al acuerdo de esta asamblea. Junto al soberano, con atribuciones análogas a las de
un rey, pero con responsabilidades meramente civiles, encontramos a un personaje
misterioso, que nosotros llamaríamos virrey y que los aztecas designaron con el nombre
de serpiente hembra.
En la época de la fundación de Tenóchtitlán, los habitantes de la ciudad fueron distribuidos
en calpullis, grupos familiares a cada uno de los cuales se asignaba un barrio determinado.
En la época de mayor desarrollo del Imperio, su territorio comprendía
veinte calpullis, establecidos no ya teniendo en cuenta los grupos familiares, sino más bien
fundándose en factores y conceptos geográficos.
El calpulli puede ser comparado a una provincia; lo rige un consejo de ancianos. Posee un
edificio en el que sesiona el gobierno provincial, y numerosos templos. La sede
gubernamental sirve igualmente de lugar de reunión para los hombres, y se prohibe la
entrada a las mujeres. Lo que hemos designado con el nombre de gobierno provincial está
constituido por los hombres de más edad, elegidos por sufragio popular. Estos funcionarios,
reunidos en asamblea, administran justicia y discuten acerca de problemas de su
competencia.

Los que desempeñan cargos de más alta dignidad son: el jefe militar, quien, en caso de
conflicto, debe llevar al combate sus milicias, y el jefe civil, que es al mismo tiempo jefe
religioso y administrador del erario público; se encarga de recaudar las contribuciones en
frutos, que la comunidad ofrece periódicamente al soberano, y las entrega al consejo de
ancianos a fin de que estas cosechas sean conservadas en silos colectivos.
Los sacerdotes instruían a los niños; los hijos de los noblec recibían enseñanza más completa, que
comprendía: escritura, matemáticas, religión, política y el arte de la guerra.
ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL:
Alimentación:
La agricultura azteca: La agricultura fue la base de la economía azteca, y el maíz, la calabaza
y el poroto, los cultivos más importantes. El comercio también era una actividad muy
extendida. Intercambiaban productos con pueblos de diferentes regiones. Los comerciantes
llegaban hasta lugares lejanos con artículos de mucho valor y de poco peso, como el cacao,
gemas, algodón o preciosas plumas.

Los bienes de la comunidad estaban a disposición del pueblo: éste no poseía bienes personales. El
jefe civil del calpulliasignaba a una familia, o a un grupo de familias, un trozo de tierra que debían
cultivar. Cuando este grupo se extinguía o emigraba, el gobierno provincial volvía a tomar
posesión de la tierra para otorgársela a otra familia.
En la sociedad azteca se distinguían claramente dos grupos sociales. Los pilli o nobles
formaban el grupo privilegiado. Eran los sacerdotes, los guerreros y los funcionarios de
gobierno. Poseían la propiedad de la mayoría de las tierras, no pagaban ningún tipo de
tributo y controlaban el Estado. A este grupo pertenecía el emperador o Tlatoani.
Los macehuales o trabajadores comunes constituían la mayor parte de la población y
formaban el grupo de los no privilegiados. Eran los campesinos, los comerciantes y los
artesanos de las ciudades. Debían entregar tributos al Estado en alimentos y trabajo.

La entrega de una parte de lo que producían aseguraba la alimentación de los sacerdotes,


funcionarios y el emperador. Tenían la obligación de trabajar en la construcción de edificios
y templos pertenecientes a la nobleza. En esta sociedad también había esclavos que en su
mayoría eran prisioneros de guerra.

La geografía determinó las técnicas agrícolas que debían utilizar. El regadío y las terrazas
estaban muy extendidos. Pero la técnica de las chinampas era las más utilizada. Éstas eran
balsas de tierra que flotaban en los lagos y sobre las cuales se cultivaba.
La actividad de los comerciantes no sólo tenía valor económico sino también importancia
estratégica, ya que actuaban como espías del estado. El colorido y la variedad de producto eran
característicos de los mercados
Aunque los aztecas cultivaron el maíz, principal alimento de la tribu, el tabaco, el cacao, el
agave (del que extraían una bebida, papel y una fibra textil), el tomate, la patata, la yuca, el
pimiento, la cebolla, la vainilla, el limón, los frijoles y otras variedades de frutas y legumbres,
su técnica era bastante primitiva y sus procedimientos se asemejaban a los de los mayas.
Como éstos, se alimentaban de la pesca y de la caza (ciervos, jabalíes, saínos, tortugas,
cocodrilos, iguanas, ostras, etc.). Entre los animales domésticos conocían tan sólo el perro
y el pavo.

Los aztecas realizaban trabajos de orfebrería, repujado sobre cuero y decoraciones con mosaicos
de piedra dura. La indumentaria reflejaba una inclinación marcada por los adornos de lujo
llamativo.
La economía azteca fundábase principalmente sobre la agricultura y el comercio; el
artesanado, floreciente, estaba destinado casi en forma exclusiva al mercado interior. Los
comerciantes se hallaban agrupados en una poderosa corporación que tenía sus propios
tribunales y sus divinidades protectoras particulares. Recorrían en todos sentidos las rutas
del Imperio, y se internaban más allá de las fronteras, procediendo a menudo a las
expediciones militares.
Viajaban generalmente a pie, y se dirigían con preferencia hacia Guatemala y el Sur de
México. Llevaban siempre un bastón al que hacían objeto de especial veneración.
Concluidas las operaciones del mercado, lo regaban con su propia sangre, practicándose
para ello una incisión en la lengua o el lóbulo de la oreja.

Con los pueblos extranjeros trocaron, además de los productos alimenticios, puntas de
flechas, de piedra dura, tierra arcillosa de color rojo vivo, abrigos hechos con pieles de
conejo; cambiaban esta mercadería por ámbar, plumas de quetzal, pieles de jaguar y de
otros animales.

En la inmensidad de estas tierras sólo los comerciantes podían indicar a los guerreros la
ruta que deben seguir para llegar a las apartadas regiones de las que describen las
fabulosas riquezas. Ellos trazaron las primeras sendas y construyen las primeras postas. A
veces, adoptando la indumentaria de los pueblos extranjeros, cumplen funciones de espías
por cuenta de su soberano. Aunque no pertenecen a la aristocracia, ocupan en la comunidad
una situación privilegiada.
El pueblo se consagraba generalmente a la agricultura. En la ciudad, donde se congregan
las familias nobles, suelen encontrarse algunos artesanos, principalmente carpinteros, y
también la mano de obra necesaria para la erección de edificios públicos. Sin embargo, en
esta clase de actividad se utiliza por lo general a los esclavos. En cuanto a las demás
profesiones, no puede decirse que entre los aztecas hayan existido corporaciones en sentido
estricto.

Los mercados, que funcionan cada cinco días en las proximidades de los templos, tienen
abundante surtido, sobre todo en las festividades, cuando se lleva a cabo alguna ceremonia
religiosa importante. El funcionamiento del mercado es tan complejo que los encargados de
ejercer el control tienen allí mismo su despacho.

A pesar de ser un pueblo eminentemente guerrero, los aztecas utilizaban armas muy primitivas.
Como partes cortantes de hachas, hechas de piedra dura; puntas, igualmente de piedra, para las
flechas y para las lanzas; escudo multicolor y coraza; éstas eran poco resistentes y su uso parecía
ser común sólo entre jefes.

El mercado de Tlatelolco según imaginó en un mural el pinto Diego Rivera


El Estado azteca: El Estado azteca fue teocrático porque el emperador era considerado de
origen divino, y los sacerdotes tenían a su cargo numerosas funciones de gobierno. Eran
los responsables de la preparación de las ceremonias religiosas y de los juegos rituales.
Aunque en muchos ritos como en el juego de la pelota sólo podían participar los nobles, los
nacimientos, los matrimonios y los entierros eran ceremonias obligatorias para toda la
población. Los sacerdotes eran también los encargados de controlar el cumplimiento de las
normas y de hacer justicia. Las leyes del Estado azteca eran muy severas y los castigos
variaban según el delito y el infractor.
ADMINISTRACIÓN: Funcionarios que dependían directamente del emperador controlaban
y centralizaban el almacenamiento de los productos recaudados en concepto de tributos y,
en épocas de malas cosechas o de guerras, distribuían entre la población una parte de los
bienes almacenados. Los tributos que entregaban la población y los pueblos vencidos en
las guerras de conquista, proporcionaban al emperador y a los miembros del grupo
privilegiado los alimentos y los artículos necesarios para la vida.
El Estado azteca tuvo una importante fuerza militar con la que logró una gran expansión
territorial. La máxima extensión de los dominios se produjo en tiempos de Moctezuma, el
emperador azteca hasta la llegada de los españoles.
Durante los primeros años del Imperio, sólo los soberanos eran dueños de las tierras
conquistadas y del botín arrebatado al enemigo. Solían disponer de ello con ecuanimidad;
parte de los bienes les correspondía como propiedad definitiva; otra parte era asignada a
los guerreros que se habían distinguido por su valor, con la reserva estipulada de que, al
morir ellos, todo lo que poseían volvería a manos del rey.

Empero, la parte más importante era distribuida entre el pueble por intermedio de los jefes
de los calpullis. Mas tarde, los nobles van acumulando riquezas: este hecho es simultáneo
con la adquisición del derecho de poseer bienes personales y legarlos a sus herederos. El
pueblo, en cambio, durante toda la época del Imperio, no poseerá bienes personales y
deberá hacer uso de los bienes de la comunidad. En caso de calamidades públicas
(epidemias, sequías ), se le releva de la obligatoriedad del tributo anual que debe a los
nobles y al soberano, y puede también obtener ayuda.
El pueblo vivía en chozas rectangulares, bastante pobres, pero todas ellas provistas de una
pieza destinada al aseo diario. Cada familia construye su propia casa y fabrica los enseres
que requiere el trabajo en los campos (una pala para remover la tierra, una estaca con punta
para hundir las semillas), sus armas y su vajilla de barro cocido. Las mujeres de la familia
aprenden, desde su infancia, a hilar la hebra que se extrae del agave y del algodón, a tejer,
a confeccionar vestidos, calzados y corazas para los hombres.

Esclavos y Prisioneros: En la civilización azteca, los esclavos no parecen haber sido muy
numerosos, pero esta circunstancia y el hecho de que no se han encontrado cárceles en las
ciudades de este pueblo no deben inducirnos a error. Los únicos a quienes estaba reservada
la pena de la esclavitud eran los deudores —que podían recobrar su libertad mediante una
suma de dinero—, y los culpables de faltas leves, como podía ser el robar más de cinco
mazorcas del campo del vecino.
Para aquellos que de un modo u otro habían violado la ley, y para los prisioneros de guerra,
existían penas mucho más graves: eran llevados a la horca, o se los ahogaba; o bien les era
arrancado el corazón, o se los descuartizaba.

La infracción a las leyes estaban castigada con penas muy duras. A los traidores , homicidas
y violadores se los castigaba con la pena de muerte. Los prisioneros de guerra eran
inmolados a las divinidades y, durante el desarrollo de la ceremonia, el sacerdote se cubría
con la piel de estas víctimas. Estos usos, de una crueldad y salvajismo increíbles, y que
parecen ser característica de la raza azteca y de sus ritos —y que también los toltecas
tuvieron—, pueden ser explicados si se estudian sus creencias religiosas. (Ver: Sacrificios
Humanos)
Religión: Además de sus divinidades tribuales, su dios nacional Huitzilipochtli, del dios
mexicano Quetzalcoatl (serpiente emplumada) y de las divinidades que gobernaban el aire
y los vientos y protegían el maíz y las demás culturas, los aztecas adoptaron, igualmente,
los dioses de los toltecas.
Creían en el más allá y en una vida que tendría lugar allí, en un Cielo de
Sol (Tlalocan), paraíso donde volverían a encontrarse todos los aztecas muertos durante la
cautividad; también creían en un limbo, especie de reino infernal, poblado de divinidades
que también veneraban; allí los malos sufrían mil tormentos antes de ser reducidos a nada.
Admitían la metempsicosis, es decir, la vuelta de los difuntos a este mundo, pero con distinto
cuerpo: por ejemplo, los guerreros volvían bajo la apariencia de un colibrí. A estas
divinidades debemos agregar Tezcatlipoca (espejo humeante), que parece haber sido la
divinidad suprema: todopoderoso, dueño de la vida y de la muerte. Su imagen no puede ser
reproducida.
Una religión tan compleja y con tantos dioses exigía un gran número de sacerdotes. Éstos,
verdaderos sacerdotes-verdugos (pues se practicaban actos de crueldad que respondían a
ciertos ritos, y se ha hablado incluso de antropofagia), representaban la clase más culta de
aquella primitiva sociedad.

Quetzacoátl, la serpiente emplumada era uno de los dioses principales de los aztecas. La religión
formaba parte de cada momento de la vida de este pueblo, las conquistas la hacían en nombre de
estos dioses y en su nombre también realizaban sacrificios humanos. Con ellos alimentaban a los
dioses con la sangre humana.
Ciencia: Entre los aztecas los sacerdotes eran los dueños del conocimiento conservado
en códices. Conocían la astronomía, la medicina y la escritura. La mayoría de la población
no tenía acceso a los saberes.
Practicaban seguidamente la guerra de conquista, ya que de esta manera conseguían
nuevos territorios y poblaciones que brindaban tributos. A la capital del imperio entraban
anualmente dos millones de mantas de algodón, objetos de lujo y alimentos. Una carga con
20 mantas permitía vivir a un hombre durante más de un año.

Los aztecas medían el tiempo según un calendario mucho más simple que el de los mayas;
ocupaba un lugar de importancia en la vida de los aztecas. Este calendario tenía 365 días,
y un “año sagrado”, llamado Tonalamatl, de 260 días; unos eran considerados muy propicios,
mientras otros eran tenidos por nefastos. Este ciclo se dividía en 13 series de 20 días, cada
una de las cuales se representaba por un símbolo; el conjunto de estos signos puede verse
grabado en la Piedra del Sol.
La terminación de cada período de 52 años era celebrada con ritos especiales; la
manifestación más común consistía en destruir todos los utensilios domésticos, que se
reemplazaban luego por nuevos.
La escritura azteca, comparada con la maya, parece más primitiva; puede establecerse una
cierta analogía con nuestro actual jeroglífico-adivinanza. En los códigos aztecas, escritos
por lo general en tiras de papel de agave de varios metros, plegadas a modo de abanico,
aparecen, en efecto, figuras y jeroglíficos: lo que sugiere la ilustración, unido a los
jeroglíficos, da cuenta del significado.

La arquitectura fue floreciente; expresiones de su vigorosa evolución fueron los palacios, las
fortalezas, los templos y hasta un acueducto. Se hicieron tallas en alto y bajo relieve. De
este arte poseemos muestras de gran tamaño, y otras no mayores que un dije.

Se conocían los procesos para trabajar el oro, la plata, el cobre; se confeccionaban tejidos,
y la cerámica de aquellos siglos nos ha dejado objetos de alto valor artístico. Los aztecas
ignoraban, sin embargo, al igual que los mayas, el uso del hierro.

EL CALENDARIO AZTECA: La piedra del Sol está en el Museo Nacional de Antropología de


Ciudad de México, uno de los museos más impresionantes del mundo. Es un calendario en
cuyo centro aparece ei quinto sol, el actual de los aztecas. En el círculo siguiente aparecen
los cuatro soles anteriores, que cayeron y destruyeron el mundo en cuatro ocasiones
anteriores.
Los aztecas pensaban que el sol se debilitaba y necesitaba de los sacrificios, y en especial
de los de sangre humana, para poder seguir su curso y no destruir el mundo. Los cinco
soles, como las cinco partes de mundo que se representan en una cruz, marcan el orden
del mundo, que los aztecas mantenían por medio de las guerras, donde conseguían
prisioneros para sacrificarlos al sol y fortalecerlo.

Para los aztecas el ser humano era el objeto sacrificial máximo. Estos sacrificios en
determinadas épocas presentaron caracteres compulsivos (durante la consagración
del templo de Tenochtitlán se sacrificó a 20.000 seres humanos). Tras el sacrificio e! cuerpo
era lanzado a la multitud. La política azteca era expansionista y de agresión a las
poblaciones vecinas, y el sacrificio era una de las formas de hacer la guerra y aniquilar a los
enemigos prisioneros.
La expansión azteca partía de Tenochtitlán, imaginada como el centro del mundo, un mundo
que se simbolizaba en el sol y que requería sacrificios para infundirle fortaleza y energía. A
través de un rito sangriento se rememoraba el momento del surgimiento del mundo actual.
De esta manera el sacrificio humano azteca aparece como un pretexto para e! dominio, una
técnica psicológica de terror frente a los enemigos A su vez, la erradicación de esta práctica
también sirvió de excusa para muchos desmanes de los conquistadores europeos.

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