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Es tal vez la primera forma de contratación conocida, para obtener bienes de las que una
persona carecía, antes de la aparición de la moneda. En la antigua Roma, el contrato de
permuta o trueque era según la clasificación de Paulo, un contrato innominado, o sea no
identificado con una denominación específica, que contenía dos prestaciones recíprocas
de dar, o sea entregar sendos bienes en propiedad, una persona a otra.
Por lo tanto, consiste en la
transferencia de una cosa en
propiedad, a cambio de otra cosa
en propiedad. Si se transfiriera el
uso de cosas o servicios por parte
de una de ellas a cambio de una
cosa, o usos o servicios por
iguales prestaciones, no
constituiría contrato de permuta.
Se rige supletoriamente por las
normas de la compra venta,
requiriéndose la capacidad que se necesita para comprar y vender, pudiendo ser objeto de
permuta, las cosas que pueden ser objeto de venta.
Es un contrato consensual, ya que surte sus efectos, con el mero acuerdo de voluntades,
sin necesidad de transferir las cosas. El artículo 1559 del Código venezolano, así lo
consigna expresamente. Es bilateral, ya que ambas partes aparecen obligadas a la
transmisión del dominio de sus sendos bienes.
Si una de las partes no era propietario de la cosa que entregó, la que lo recibió, si
desconocía esta situación, puede pedir la nulidaddel contrato, y no entregar la que él había
ofrecido. Si conocía la situación, solo podrán demandar la nulidad, los terceros que
hubiesen luego, por una nueva transferencia, adquirido el bien. Si la cosa fuere inmueble,
la anulación del contrato de permuta, pedida por el co-permutante de buena fe, afecta a los
terceros a quienes se les hubiera transferido la posesión de la cosa, y deberán devolverla.
Esta es la solución de la legislación argentina, del artículo 1487, del C.C., que se
complementa con los artículos 2128 a 2131, que trata de la evicción entre permutantes,
donde se aclara que en caso de evicción total, el permutante que debió devolver la cosa
que le fuera dado a cambio, podrá pedir la anulación del contrato y solicitar que se le
devuelva su cosa más los daños y perjuicios.
Si la cosa se halla en poder de un tercero de buena fe que la adquirió a título oneroso del
co-permutante, o éste constituyó sobre ella un derecho real, el que fue vencido por la
evicción y debió devolver la cosa, no podrá pedir la suya, de esos terceros, y solo
accionará por su valor más los perjuicios contra su co-permutante. Pero si la transmisión
fuera a título gratuito, puede optar entre exigir la devolución de la cosa o su valor.
Aquel permutante que hubiera tenido que devolver la cosa recibida, pues el que se la
transmitió no era el dueño, puede elegir entre solicitar la devolución de la cosa por él
entregada, o el valor de la que hubiese recibido y tuvo que devolver.
Los gastos que demande el contrato, salvo pacto en contrario, se dividen en partes
iguales.
El Código Civil argentino, legisla este contrato en el título V, del Libro II, Sección Tercera,
en los artículos 1485 a 1492. El Código civil de México lo regula en el Título III, de la
Segunda Parte, “De las diversas especies de contratos” artículos 2327 a 2331. El Código
de Venezuela lo hace en sus artículos 1558 a 1564.
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Los romanos distinguieron el pacto producto del mero consentimiento, de los contratos
sancionados y reconocidos por el derecho civil. Las formalidades eran las que proporcionaban
fuerza obligatoria a los convenios.
El derecho romano contractualista es sustancialmente formalista porque al consentimiento de
las partes debía adicionarse, para que del contrato se originase, una acción, el cumplimiento de
las formalidades impuestas por el ordenamiento jurídico. Ya que las formalidades eran las que
hacían producir eficacia al contrato y se consideraban como la verdadera causa civil de las
obligaciones.
Como el formalismo constituía un obstáculo para la contratación; comenzó a decrecer, y la
voluntad llega a asumir una posición clara dándose eficacia al consentimiento por si mismo,
para que nacieran relaciones obligatorias, debido a la evolución jurídica se le dio validez al
consentimiento y así con el desarrollo del trafico jurídico las relaciones entre particulares fueron
dando lugar al nacimiento de otras convenciones que no entraban dentro del recinto de los
contratos consagrados por el ius civilis, lo que motivo a englobar aquellas relaciones
contractuales que en un principio no engendraban obligaciones exigibles.
Cuando la evolución del Derecho Romano hizo del acuerdo de voluntades el elemento
característico del contrato, se acepta que puedan ser perfeccionados por el mero
consentimiento de las partes, apareciendo así, los contratos consensuales.
El contrato se aplica a todo acuerdo de voluntades reconocido por el derecho civil, dirigido a
crear obligaciones civilmente exigibles. Pero no todo acuerdo de voluntades era considerado
contrato, sino solamente aquellas relaciones a las que la ley atribuía el efecto de engendrar
obligaciones civilmente exigibles. Estos llegaron a constituir una de las fuentes más fecundas
de los derechos de crédito. Estaba siempre protegido por una acción que le atribuía plena
eficacia jurídica, cosa que también ocurría con algunos pactos que no entraban en la categoría
de contratos, pero existía también un gran número de convenciones o pactos que, a diferencia
de los contratos, no estaban provistos de acción para exigir su cumplimiento y carecían de
nombre.
Surgiendo así diversas figuras contractuales generadoras de obligaciones que se agrupan bajo
la denominación común de otras convenciones sancionadas y cuya eficacia jurídica fue
reconocida mediante el otorgamiento de acciones.Dentro de esta categoría se encuentran los
contratos innominados y dentro de este tipo de contrato encontramos la Permuta.
La Permuta también llamada contrato de cambio es un negocio innominado por el que las
partes convienen, que una debe entregar a la otra una cosa y recibir de esta otra cosa en
cambio. Consiste en que una persona transfería a otra la propiedad de una cosa para que ésta
a su vez le trasmitiera la propiedad de otras u otras.
Era una convención sinalagmática transmitente de manera recíproca del dominio o derecho de
propiedad que el permutante va a ejercer sobre las cosas que adquiere como consecuencia del
cambio, por tanto engendra obligaciones de dar, su conclusión tiene lugar cuando una de la
partes ha hecho entrega de una cosa con el objeto de que esta cumpla con una prestación de
igual naturaleza.
La Permuta consiste en un cambio de propiedad de una cosa por otra, es un contrato clásico
innominado, doy para que des “Do ut des” y al respecto los sabinionos consideraban que eran
varias las diferencias entre la compraventa y la permuta razón por la cual prefirieron denominar
a la permuta como un contrato innominado.
Desde un principio se trató de confundirlo con la compraventa, pero ya desde entonces se
diferenciaban en muchos aspectos:
1- La permuta solo adquiere fuerza obligatoria cuando una de las partes ejecuta su obligación.
2- En la Permuta ambas partes se denominan permutantes y en la compraventa, hay vendedor y
comprador.
3- En la permuta cada una de las partes transfiere la propiedad de las cosas que entregan y en la
compraventa se transfiere la posesión pacífica y duradera de las cosas.
4- La permuta es un contrato innominado DU UT DES, y la compraventa un contrato consensual.
La permuta es un contrato:
1- Traslativo de dominio: Sirve para transmitir la propiedad.
2- Principal: no depende de otro contrato
3- Bilateral. Se realiza entre dos o, más personas.
4- Oneroso: Es necesario un intercambio y si no sería uno de donación de bienes.
5- Conmutativo (generalmente): Ambas partes suelen tener las mismas obligaciones y derechos.
6- Aleatorio por excepción.
7- Instantáneo o de tracto sucesivo.
8- Consensual: El contrato se perfecciona por el mero consentimiento, aunque en algunos casos
haga falta cumplir formalidades para hacer frente a las obligaciones que nacen del contrato
(por ejemplo, escriturar un bien inmueble).
La permuta se perfecciona por el mero consentimiento de las partes de la misma manera que
en el contrato de compraventa. Se distingue de éste, porque en el contrato de venta la cosa es
cedida a cambio de un precio establecido en dinero y en la permuta ninguna de las partes se
obliga a pagar dinero, sino que ambas partes asumen la obligación de pagar precios en
especie.
Otra distinción es que mientras que en la compraventa existen dos partes diferenciadas:
comprador y vendedor, con distintas obligaciones, en la permuta las dos partes están en
igualdad de condiciones.
En la venta quien sufre evicción solo puede obtener coactivamente una indemnización en
dinero mientras que en la permuta puede optar entre exigir una indemnización en dinero o la
repetición de la cosa. En el caso de ausencia de regulación específica, la permuta se regula
por las disposiciones establecidas para la compraventa.
CONCLUSIÓN
Breve análisis de la regulación del contrato de Permuta. Exponiendo un concepto que arranca
del Derecho Romano hasta nuestro tiempo, contenido en el ordenamiento jurídico venezolano,
articulo 1558 del Código Civil vigente, tomando en cuenta que toda institución y estudio de
cualquier convención hace necesario pesquisar un poco sobre sus orígenes hasta llegar a su
forma actual para así poder hacer una hipótesis lógica de los planteamientos detallados
durante la investigación y análisis.
Por ello hemos tratado sobre su concepto, su situación en el Derecho romano, su regulación
legal, sus características, y su diferencia con el contrato de venta, puntos que al ser analizados
en detalles nos permiten una visión general de la materia y una concepción homogénea,
concreta y precisa sobre el tema.
Notamos que suele confundirse la permuta y la compraventa, por cuanto ambas tiene
elementos esenciales para su configuración que le son comunes pero que a la vez existe una
marcada diferencia entre ambas figuras jurídicas, que lo da la propia legislación, quien las une
pero las separa radicalmente al establecer una disposición: el carácter pecuniario de la venta.
Observamos que esta figura jurídica se configuraba cuando las partes prometían el
cumplimiento de prestaciones reciprocas y nace cuando se hizo necesario amparar y proteger
a la persona que ya había cumplido con su obligación, dándose acción para constreñir al otro
contratante al cumplimiento de la suya, ya que esta figura no se englobaba dentro de los
contratos nominados y la parte que cumplía con su obligación no tenía acción civil para obligar
a la otra parte a que cumpliera, eran denominados contratos innominados en el derecho
romano, ahora es un contrato consensual, como la venta, se perfecciona con el
consentimiento.
Así, el Derecho romano lo consideraba un contrato innominado, y real a diferencia de la venta
que era consensual, se perfeccionaba con la entrega de la cosa y el que había cumplido con
ello sólo podía demandar la cosa permutada o la devolución de lo que había entregado. En la
Edad Media y Derecho español ya fue consensual, carácter que subsiste en la legislación
actual y que es aceptado uniformemente por la doctrina.
La permuta no hay que verla como un contrato aislado y sin importancia, mucho menos
pretender que está en desuso, está estipulado en el ordenamiento jurídico, solo que no es tan
utilizado o mejor dicho “usual” como otros contratos, por decir la venta.
No deja de ser cierto que con la aparición del contrato de compraventa desciende el papel
primordial que en las transacciones tenía la permuta, asumiendo este carácter el primero por
su evidente practicidad.
Ello de ninguna manera significa que la permuta haya desaparecido en la realidad de los
hechos, las permutas de cosas manuales entre gente amiga, el cambio de inmuebles ubicados
en distintas localidades, el trueque de automotores, tan en apogeo en nuestros días,
demuestran que este antiguo contrato no ha desaparecido, que interesa al Derecho y que
interesa conocer su regulación jurídica.
Esta figura jurídica tiene vigencia propia no está condicionada al contrato de venta ni es
accesoria del mismo.