Nelson Rolihlahla Mandela (IPA: [roli'ɬaɬa]) (Mvezo, Unión de
Sudáfrica, 18 de julio de 1918 - Johannesburgo, Gauteng, Sudáfrica, 5 de diciembre de 2013),1 2 fue un abogado, político, líder del Congreso Nacional Africano (CNA) y comandante en jefe de la organización guerrillera/terrorista Umkhonto we Sizwe (MK) o «La Lanza de la Nación».3 En palabras de van Engeland y Rudolph (2007), pasó de terrorista a político hasta llegar a presidente de Sudáfrica (1994 - 1999).
Encabezó la rama violenta de la oposición sudafricana al régimen del Apartheid con
sabotajes primero y posteriormente asesinatos y atentados con minas antipersonal e incursiones armadas. En 1962 fue arrestado y condenado por sabotaje, además de otros cargos, a cadena perpetua. La mayor parte de los 30 años que estuvo en la cárcel los pasó en la prisión-isla de Robben Island.
Tras su liberación, el 11 de febrero de 1990, Mandela trabajó con el entonces
presidente de Sudáfrica, Frederik Willem de Klerk, como representante de su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica que dieron paso a las primeras elecciones con sufragio universal de 1994. Tras el aplastante triunfo del CNA, Mandela fue elegido presidente por el parlamento.4 Por su trabajo en común, Mandela y de Klerk recibieron conjuntamente el Premio Nobel de la Paz de 1993.5 Su prioridad estuvo frecuentemente en la reconciliación nacional, el progreso del país y la alfabetización de la infancia.6
Su última aparición pública fue el 11 de julio de 2010 en la final del Campeonato
Mundial de fútbol de Sudáfrica 2010. Falleció el día 5 de diciembre del año 2013. BIOGRAFÍA DE SAN AGUSTÍN Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pueblo que hoy se conoce por Souk-Ahras (Argelia). Hijo del pagano Patricio y de la cristiana Mónica. Fue educado en la fe de su madre. Hasta los once años permanece en Tagaste y asiste a la escuela del pueblo. Cursó estudios en Madaura, más tarde se traslada a Cartago para concluir su preparación académica. A los 20 años regresa a Tagaste, como profesor de Gramática. Es un excelente maestro y también un comprometido proselitista maniqueo. Cuando su madre sabe que se ha alejado del cristianismo, le prohíbe comer en su mesa y dormir en su casa. Agustín regresa de nuevo a Cartago y decide enseñar Retórica. Le acompañan algunos de sus alumnos de Tagaste. Durante estos años se dedica a la lectura y escribe poemas logrando ser laureado en los certámenes literarios que tienen lugar en la ciudad. Con 26 años publica su primer libro "De pucrho et apto". En Roma consigue abrir una escuela, al año siguiente marcha a Milán. Se presenta a concurso de oposición y gana la cátedra Imperial de Retórica de esa ciudad. Llamado el "profesor africano" comienza a visitar asiduamente la catedral atraído por la fama del Obispo Ambrosio, gran orador. Por fin, la paz de un jardín y las palabras de la Biblia: "Andemos decorosamente como en pleno día, no en comilonas ni borracheras, no en fornicaciones ni desenfrenos, no en rivalidades ni envidias, sino revestíos del Señor Jesucristo" (Rom. 13,13) dan a Agustín el empujón que necesitaba para convertirse en un "hombre nuevo". Él mismo ilustra esta profunda experiencia de conversión: "No quise leer más. Al terminar de leer esa frase sentí en mi corazón como una luz de serenidad que disipó todas las tinieblas de mi vacilación. Decide abandonar la enseñanza y se retira con sus amigos a una hacienda en Casiciaco. Allí descansa, reflexiona, escribe y comparte su preparación para el bautismo, que recibe al llegar la Pascua del año 387 de manos de Ambrosio. Después de la muerte de su madre, acaecida en el puerto de Ostia (Roma) en el año 388, se dirige a su pueblo natal, Tagaste, reparte su herencia entre los necesitados y funda un monasterio donde convive con los amigos que le han acompañado. Su plan de vida está cifrado en la oración y la convivencia. Sin embargo su fama de hombre sabio se extiende y se convierte en el "consejero" de muchas personas, inclusive de otros países del mundo romano. Este mismo año, 388, muere Adeodato, su hijo, que vivía con él. En el año 391 viaja a Hipona para visitar a un amigo. Estando en la Iglesia de la ciudad, los fieles le reconocen, lo aclaman y piden al Obispo Valerio que le haga sacerdote. Su fama se extiende por todo el Imperio Romano. La influencia de su acción pastoral a favor de los necesitados, el brillo de su predicación y la sabiduría de sus escritos marcan un camino que la Iglesia siguió durante más de dieciséis siglos. Sus escritos le convierten en uno de los más importantes filósofos de la Antigüedad, especialmente las Confesiones, el De Civitate De¡, la correspondencia y los sermones. San Agustín falleció en Hipona el 28 de agosto de 430. BIOGRAFÍA DE JOSÉ OLAYA
Hijo de José Apolinario Olaya y Cordoba y Melchora
Balandra, tuvo 11 hermanos. En la lucha por la Independencia del Perú, el prócer participó como emisario secreto llevando mensajes, entre el gobierno del Callao y los patriotas de Lima a nado. Fue descubierto, apresado, sometido a tormento y condenado a muerte; a pesar de las torturas, nunca reveló su misión y prefirió tragarse las cartas encomendadas para la misión. La independencia del Perú, declarada por primera vez en Huaura en el mes de noviembre de 1820 y el 28 de julio 1821 en Lima, solamente se había hecho efectiva en Lima y en el norte; pero Cuzco, la sierra central y el sur aún estaban bajo el dominio del ejército realista. Cuando José de San Martín reconoció el poco apoyo que le dan las fuerzas políticas y militares, renunció ante el Congreso Constituyente de 1822. El congreso nombró como Presidente de la República a José de la Riva Agüero y presidente del Congreso a Francisco Xavier de Luna Pizarro. El ejército realista, aprovechando que las tropas patriotas se encontraban lejos, tomó Lima y los miembros del Congreso se sintieron obligados a refugiarse en la Fortaleza del Real Felipe en el Callao. Es en este escenario donde José Olaya, pescador de oficio, no dudó en servir de nexo entre las naves de la Escuadra Libertadora (formada por unidades de la República de Chile) y los soldados de las fuerzas patriotas (argentinos, chilenos y peruanos) ubicadas en Lima, aunque eso significara recorrer campos y cruzar el mar nadando. Apresado por el ejército realista, lo torturaron con el fin de obtener información sobre las fuerzas patriotas. José Olaya Balandra no se amilanó ante el dolor. Sufrió los doscientos palazos y los doscientos latigazos que le aplicaron, no cediendo aún cuando le arrancaron las uñas. Finalmente, en la mañana del 29 de junio de 1823 pronunció la frase Si mil vidas tuviera gustoso las daría por mi patria y luego fue fusilado en el pasaje de la Plaza Mayor de Lima que ahora tiene su nombre: Pasaje Olaya.