RECUENTO

DE
OLVIDOS
FORTUITOS Papá:
Sigo imitando al lector que me enseñaste.
Gracias.

26 de abril del 2018

Ariel Cerón Torres

 MEDIO HOMBRE
Muchas religiones predican que el hombre no está completo, que representa solo un
trozo de sí mismo extraviado en el pozo de la realidad. Y Hollywood apuesta sus
acciones en la bolsa internacional a que esto es cierto, cosechando así incontables
éxitos de taquilla como: Lo que le viento se llevó que marcó un modelo de imitación
para los amantes de la época, Shakespeare apasionado con Gwyneth Paltrow y su
admirablemente belleza en el papel de Julieta, Diario de una pasión que simbolizó
una de las primeras adaptaciones exitosas de los Best Seller para la generación X ,
Titanic de la cual se ha dicho demasiado pero no todo, Avatar que universalizó la
noción del amor americano, y todos los demás filmes que encandilan el romántico
delirio, entre ellas las animaciones de Disney defensoras de dicho curioso estrafalario,
acaso porque los productores son respetuosos de las creencias y las estadísticas, a
sabiendas que el 99% de la humanidad es partidaria de llorar en los cines o
secretamente en sus habitaciones repasando la lista mental de sus fracasos amorosos.
Las lecciones vitales que recibimos de los profetas maquillados a través de las
pantallas nos han convencido que poseemos un alma mutilada y por ello la frase del
sabio Protágoras “El hombre es la medida de todas las cosas” debe considerarse de
manera estrictamente relativa, mejor dicho, porcentual. Lo más apropiado sería
declarar que “el hombre es la medida de todo lo imperfecto” o que “…mide la mitad
de lo que mide”. Los matices semánticos son apenas puntos decimales en la ecuación.
Pero más importante que la teoría es la praxis, considere qué pasaría si aceptáramos
públicamente esta idea y la aplicáramos al sistema legislativo como la tradición
democrática obliga, ergo, tendríamos que reformar también el sistema numérico que
ordena todas las esferas humanas son olvidar las consecuencias en los campos
científicos correspondientes.
3 4
Partiendo del hecho que un individuo es su mitad (aunque no se descarta que
en numerosos casos represente un porcentaje menor) los beneficios que esta reforma
aportaría a la humanidad serían inmediatos, a saber: 1) Las cifras de la población
mundial se estrecharían casi con exactitud milimétrica a la mitad, lo cual representaría
menos bocas que alimentar. 2) Resuelto el problema de la sobrepoblación se zanjaría
de antemano también el de las guerras, pues no habría motivo para que los gobiernos
en complicidad con los líderes de la economía orquesten ejecuciones masivas de
tantos -por sí mismos- muertos de hambre para controlar el índice demográfico. 3)
Las ventajas en el sector industrial permitirían que se autorizara legalmente un salario
equivalente a cada media persona. 4) En relación a la ecología se favorecería la
preservación de áreas naturales, pues hipotéticamente se liberarían las tierras en poder
de los medios hombres que dejarían de figurar en los mapas. 5) La democracia también
resultaría beneficiada pues los votos pesarían el doble, evitando así ambigüedades en
los resultados electorales. Cada voto sería la sólida resolución preclara de dos
voluntades.
Estas son solo las ventajas que destacan sobre el pedestal de lo obvio, pero
desde otras perspectivas la propuesta dispensan más beneficios en cualquier esfera
donde deseen observarse, por ejemplo, en el hogar reinaría el entendimiento pues
auguramos que los padres trabajarían como los ventrículos de un corazón, dicho
poéticamente, representarían el corazón de la familia.
El único obstáculo que frena esta revolucionaria iniciativa son los ridículos
estigmas ideológicos del reducido sector que se niegan a aceptar la conveniente
existencia del amor para beneficio de la humanidad.
 ¡TOC TOC!
Marcial es su nombre y temperamento, Marcial Guerrero con apellido, Marcial la
puerta vieja porque se queda rechinando, Marcial el agrio, Marcial el raro, Marcial el
nigromante porque se pasa el día lanzando maldiciones creyendo que los demás no lo
notan o lo sabe bien y por eso lo hace, Marcial el sospechoso caballero porque nadie
le conoce un amor o peor es nada.
Marcial padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) aderezado con
síntomas de trastorno de Ira y pánico crónico, términos médicos que explican sintética
e inteligiblemente su impulso incontrolable de expresar su enojo con bisbiseos,
muecas y ademanes, aunque nunca de cara al culpable sino mediante sutiles
insinuaciones que llegan a confundirse con ataques epilépticos. Su condición motiva
el disgusto público que divierte secretamente a sus terapeutas al imaginar lo que este
pobre diablo debe padecer por causa de dichos trastornos, pues si bien lo clasifican
como paciente funcional, ello no abrevia su desgracia. Un sencillo recuento de su
estado nos dará un panorama de su situación: pobre, godínez, solitario, detestado y
coronado por una cómica locura, a pesar de ello el sistema lo ha indultado para
exprimir su miserable fuerza de trabajo. Nunca imaginó su vida así.
Su vida comenzó bien, su niñez fue relativamente feliz, aún recuerda la vida
en familia, el colegio, los amigos, las aventuras imaginarias, los sueños de su futuro
(hoy un presente inmundo), todo ello lo complace un momento, le induce tranquilidad
mientras digiere el desayuno en una banca del parque, sin embargo solo puede hacer
ejercicio de memoria durante una hora continua antes de llegar al pasillo de sus
recuerdos más frágiles cuyas puertas están empalizadas, siempre que llega a este
paraje de su mente se detiene y retrocede, pues coincide que al mismo tiempo suena
su alarma para regresar a la oficina.
5 6
Marcial proyecta una imagen ridícula y precautoria que causa desconfianza y
risa. Cada mañana llega corriendo al trabajo maldiciendo al chofer de la carreta
pública, a la muchacha hija de la rechingada que lo miró burlonamente, al señor que
se tiró un pedo letal y se hizo el disimulado mientras los de a lado lo miraban
sospechosamente a él, el exasperante caos engendrado por una multitud de imbéciles
sin destino claro, y él el primero de todos. Firma la lista de entrada, saluda sin mirar a
nadie a los ojos rechinando todavía los dientes, encorvando la espalda como un gato
enfurruñado, ya en su lugar comienza a remover papeles y a teclear con indiscreta
fiereza cifras en el computador. Definitivamente es un zancudo, una pulga en el pubis,
una hemorroide para todos.
Marcial azota los cajones de los archiveros al cerrarlos, parece decapitar los
folios con el marcador cuando señala un dato relevante, el tacón de su viejo cacle
jamás deja de golpear el piso exasperadamente, se sacude las manos con un ademán
frenético después de lavarse salpicando a los circundantes, además tiene la costumbre
supersticiosa de evitar todas las superficies reflejantes, imagínesele soslayando todos
los cristales y apretando sus párpados bajo los anteojos antireflejantes cuando topa de
frente con los espejos, son entre otros sus detestables hábitos.
Por todo ello la proposición de echarlo del área resultó lógica y comprensible,
incluso en opinión de los más honrados y las más piadosas ya eran suficiente 2 años
de tortura nerviosa, así que los agremiados presentaron una lista de firmas al gerente
solicitando que se reubicara a Marcial, acusando que perjudicaba el ambiente laboral
de los compañeros. La petición evidentemente justa fue bien recibida, por lo cual se
decidió trasladarlo al área de mantenimiento al finalizar la quincena, en tanto era
registrado en la nómina de aquella jurisdicción.
Marcial está enterado de todo y ya comienza a imaginarse con su uniforme
bombacho arrastrando bolsas de basura por los corredores, y con una jerga al hombro
diciendo con permiso, permisito, voy a limpiar su espacio de trabajo, gracias, permiso.
Qué puta suerte, ya también se ve pateando los botes de basura en el patio, planeando
quemar el edificio prendiendo petardos en todos los contenedores. Esto lo calma un
poco a sabiendas que lo único que podría hacer realmente es aceptar las condiciones
y agradecerlas aun sintiendo que algo en su ser sucumbe un poco más.
Llega el lunes luego de la quincena, todos los empleados guardan secretas
expectativas de lo que pasará, algunos no pueden contener su satisfacción, ríen
discretamente y bromean incluso con los compañeros con quienes poco o nada hablan
de ordinario, pero la situación amerita ciertas confianzas con los correligionarios de
la causa, todos, ya que el piso firmó de unanimidad la petición. Y como remate de la
gracia la firma de Marcial también figura en el oficio porque algún despistado u osado
bromista le pasó la hoja a él, quien la firmó simulando ignorar el asunto que trataba.
¡Gran chasco!
El jefe del área no llegaría a su hora acostumbrada, 11 am, y por el contrario y
de forma inusual la puerta de su oficina estuvo abierta desde las 9, hora reglamentaria
para los empleados. La nueva jefa fue nombrada con premura ya que el anterior fue
reubicado bajo sospechosas circunstancias. No hubo tiempo para cuchicheos, todos
están atónitos, el aliento contenido de los oficinistas forma un vacío que los aísla del
ruido de la calle, el tiempo se cerró herméticamente frente a sus narices, todos se
atragantan con la idea de perder sus privilegios ganados a costa de sacrificios y favores
con el gerente anterior.
-Buenos días –aparece en la puerta una belleza gélida como un sirio- Soy Andrea
Márquez, desde hoy la responsable de este departamento. Me he puesto al tanto de las
tareas específicas que se realizan aquí y del protocolo administrativo al que están
acostumbrados, mejoraremos. Requiero un informe individual de actividades cada
día. Si Marcial Guerrero está presente, haga el favor de pasar a mi despacho. Los
demás vuelvan a su trabajo. Por el momento es todo.
A pesar de la sorpresa que pareció hacer palidecer hasta los helechos
artificiales del pasillo no todo estaba perdido, Marcial se iría, era seguro, una de cal
7 8
por las que van de arena. Marcial se abre paso entre los escritorios encorvándose como
un gato asustado camino de la eutanasia.
Toc, Toc (dice la puerta)
– ¿Quién es?
-Marcial, señora.
-Pase.
-¿Me mandó llamar?
-Supongo que ya imagina el motivo, así que evitemos el suspenso, no me
gustan los cuentos. Dígame ¿por qué firmó la petición para que lo removieran
de su puesto? ¿Es su firma o una broma?
-Estoy al tanto del asunto y por eso les seguí la broma a los compañeros, de
cualquier modo con mi firma o sin ella mi suerte está echada, como yo.
-No me lo parece, el reporte expresa quejas referentes a su trato
“informalmente insultante” con sus compañeros (el prefijo lo salva), pero no a
su desempeño, y yo no lo obligaré a reverenciar a los demás para que trabajen.
Se quedará donde está. Por mi parte procuraré la conciliación, es necesario
limar las asperezas que pudieran afectar el desempeño de las tareas conjuntas.
Como sea, organizaré un convivio con motivo del aniversario del departamento
y aprovecharemos para hacer las paces, asista por favor.
El día agendado llegó, Marcial pasó la semana procurando aplacar sus impulsos
maledicentes, intentó con toda su voluntad contenerse en azotar los cajones y flagelar
el teclado con énfasis catártico, cada jornada sentía una tensión que le crecía en el
estómago y le subía por la tráquea amenazando con estrangularlo, el día del convivio
no pudo contenerlo más y salió apresuradamente de la sala de eventos fustigado por
su nerviosismo bien conocido, nadie le prestó el mínimo interés al verlo salir
tropezando.
Ya en el patio trasero del edificio, en un pequeño páramo entre montañas rectangulares
de cartón reciclado, cuando se sintió libre de las miradas se arrojó a puntapiés contra
un bloque de cartón desfogando la sustancia densa y amarga de su rencor y melancolía,
después dejándose resbalar de espaldas hasta el piso sollozó un poco mirando en cielo
gris como el cadáver inmóvil de un sueño.
-Eso no te servirá de nada- escuchó decir.
Marcial inclinó el cuerpo hasta descubrir a Andrea sentada del otro lado, con su traje
sastre, zapatillas y peinado impecables, entretenida en seguir las evoluciones que
hacía el humo del cigarro. Cuando salieron del edificio la ciudad chispeaba sus
primeras luces.
9 10
FÁBULA PRIMAVERAL
Ládores es un perro golondrino enteco y dócil, opuesto a lo que esperábamos de su
ascendencia lobuna. No es un esperpento ni tampoco distinguido, pero su presencia
es consistente y sabe defenderse. Raciona su tiempo entre la sombra y el sol según el
temporal. Jamás rechaza un bocado por respeto a su origen y condición, pues ¿cuándo
se ha visto un perro rechoncho que sea decente en este país de tortilla?
Él no lo sabe pero la democracia tampoco es justa con su especie. Y aunque
no “se las huele”, no por ello deja de ser cierto. Ládores ya es parte de la sociedad
humana, se ha ganado su lugar a costa de miles de años de sacrificios evolutivos, sin
embargo no puede reclamar derechos que ni en sus instantes de mayor lucidez podría
imaginar.
Nunca lo vi enamorado, no descubrí ninguna señal o síntoma en su
comportamiento que lo delatara. Echado en el patio se mataba las pulgas y respondía
a cualquier lejano ruido indagando a ladridos. Nunca lo sorprendí pronunciando
“Duquesa” o “Deysi” absorto en el horizonte o trazando sus iniciales en la tierra del
jardín.
Cierto día una perra del vecindario entró en celo y él se fue como jalado por
una argolla en la nariz. Los perros no cantan, no componen odas, no aúllan
melancólicos requiebros, no suspiran por las tetillas y las colas de las perras, sin
embargo iba muy vivaracho, tornó a mirarme para explicarme razones que yo no
hubiera entendido, así que parpadeo un par de veces y se marchó irguiendo la cola.
Pero dudé la madrugada que nos topamos en el campo. Yo me estaba
emborrachando con unos amigos torturando una guitarra y profanando el tranquilo
sueño del campo con alaridos de condenados, cuando lo vi por la magueyera siguiendo
las huellas de la Canela, se detenían a olisquear entre las pencas, venteaban el aire
oscuro y helado como si sorbieran con la nariz el brillo de la luna que pincelaba el
campo y adornaba sus pelajes.
 Nos reconocimos pero intuimos que cada uno estaba en su sitio. Ahora sé que
las noches más oscuras también significaban algo para Ládores y él supo que nuestra
manada también saluda a sus ausentes en la luna.
11
LA CONTIENDA DE LOS SABIOS
Cierta tarde en cierta mesa atiborrada de botellas de vino y salpicada de motas
grasientas de no menos de 20 dólares cada mancha, en cierto hotel frecuentado por
ondinas y náyades que chapoteaban en la piscina sus gráciles figuras al ritmo de
melodías extravagantes, en cierto país de cuyo nombre nunca me enteré se firmó un
contrato televisivo improvisado sobre una servilleta de seda de manos de un corro de
magnates de la subespecie empresarios del entretenimiento. La circunstancia que
propició este éxito de la pantalla chica aún circula por las redes sociales como una
anécdota encantadora. A saber…
Mientras uno de los directivos de la compañía contaba un chiste de un granjero
en Las Vegas se le olvidó la palabra que era el corolario de la historia y sin la cual
perdía su gracia todo el relato. Todos los subordinados estaban en suspenso,
intentando completar la frase, balbuciendo cada vez más nerviosos y angustiados por
no ser capaces de asistir a su jefe en tan difícil trance, quien iba irritándose
gradualmente a causa de la bochornosa situación. Repentinamente una de las ondinas
que había estado oyendo la conversación chupando un coctel de guaraná muy
despreocupada, intervino:
-Cucurucho- y no dijo más, ni siquiera esperó a ver el efecto de su buena obra
entre los comensales.
La mente de los accionistas estaba obnubilada por el alcohol que había hecho
trajinar el penthause durante todo el fin de semana, así que recibieron la respuesta
como una revelación, todos se miraron desconcertados, el director aprovechó el
silencio para rebobinar la anécdota y soltar la palabra “cucurucho” en el momento
exacto y con un tono tan campechano que hizo despatarrarse de risa a la concurrencia.
Saturnino Mercado, un productor venido a menos los último años, era el más
afectado por los estragos del alcohol, con una copa en la mano y la barbilla sobre la
barra escuchaba el bullicio de sus colegas. Su rating se reflejaba en su semblante.
12
Había hecho invitarse por un amigo para poder gozar del alcohol y las mujeres a sometiéndose a rudas pruebas para certificar su calidad humana y su autenticidad
expensas de los directivos, pero cuando presenció la escena de la muchacha jovial como seres de conciencia elevada. Muchos idealistas, eruditos y viejos charlatanes
como una yegua purasangre dándole clases de vocabulario al jefazo, un destello de fueron descalificados en las pruebas selectivas. Los premios para los finalistas
genialidad lo repuso de su embriaguez. Fue a la piscina y le preguntó a la moza cómo constaban de un certificado que los autenticaba como sabios de rango internacional y
se le había ocurrido dar esa respuesta, a lo cual ella contestó inocentemente: una ampulosa cuenta bancaria.
- No hay que ser un sabio para saber eso. El proyecto fue un éxito fugaz durante el cual se impuso la curiosa moda de
Y era verdad, pues un niño que apenas comienza a hablar puede balbucear la palabra respetar las canas de los ancianos, y era común ver a niños, jóvenes y adultos
cucurucho, pero solo era la esencia de su idea, el argumento técnico era más ofrecerles gestos públicos de atención a los venerables que fueran o no de su familia,
contundente, pues el hecho concreto era que por un momento esa chica ordinaria se les cedían el asiento en el transporte y consultaban su opinión sobre asuntos de
sobrepuso al poder y autoridad del patriarca plutónico. Imaginaba el efecto que tendría importancia pública. En el momento de mayor rating muchos niñotes de la subespecie
un show televisivo donde se enfrentaran sabios reverenciados por el pueblo, política desfilaron por el estudio para solicitar audiencia con El consejo de ancianos
condecorados campeones de su ideología en una contienda de conocimientos para que se transmitía los domingos a las 8. El proyecto duró 2 temporadas, luego no se
definir qué pueblo o cultura era superior y más cercana a la verdad, la decisión sería volvió a hablar de él.
tomada mediante los votos que emitieran los telespectadores mediante un contador de Ahora retransmiten la serie de modelaje en el horario en que me sentaba a ver
llamadas. Mientras tanto los productores recaudarían los beneficios sin el menor el televisor.
esfuerzo, así como lo demostró el director en su cátedra de la discreción práctica en la
escena de la piscina.
Así que con halagos y brindis encomiásticos Saturnino fue aventajando en la
simpatía del director hasta llegar a sus brazos para jurarse amor fraterno. Acto seguido,
alcanzó una servilleta que cubría una gran mancha de vino californiano y ayudando a
dirigir la pluma dorada de Mr. Michael quedó firmado el contrato del primer reality
show de la contienda de los sabios.
El espectáculo convocó a profetas, eruditos, visionarios, zahoríes,
quirománticos y demás esclarecidos en el conocimiento humano para contender en
una suerte de competición de artes intelectuales mixtas donde el drama, la comedia y
el absurdo no se excluían del camino de la sabiduría. Los sabios debían ser postulados
por sus discípulos y cumplir con una experiencia mínima de 80 años, poseer un
carácter noble y generoso con sus saberes, demostrar su legitimidad como sabios

13 14
 APIZACO
El aire es inodoro, incoloro e insípido, todos lo aprendimos en el colegio, al igual que
no olvidamos que el filo de la regla y la sabiduría tienen cierto parentesco. También
nos enteramos por los libros de biología ilustrada que la tierra, el agua y el aire se
pueblan de seres vivos adaptados a uno u otro elemento natural, o a todos (incluido el
fuego) como es el caso excepcionalmente común del hombre. Recuerdo las lecciones
comparativas en la primaria: en la tierra habitan leones, elefantes, lobos, seres
humanos, etc.; y en el agua leones marinos, elefantes marinos, lobos marinos,
fantasmas de ahogados, etc. Y en el aire viven aves como el albatros que vuela durante
años sin tocar tierra (quizás por desconfianza instintiva a los seres terrestres que no
dejan de envidiarlo), también hay insectos, papalotes, balas perdidas (que saborean
por un instante la libertad) y hay muchos aromas, una infinita variedad de ellos
flotando en la atmósfera, fundidos con el aire asemejando una misma cosa, olores que
definen la característica de un lugar tanto como la orografía o el himno de un país.
China huele a mandarín y a delgadas montañas encumbradas por nubes
meditabundas, pálidas como el arroz y frías como el silencio. Pakistán trasciende a
café, pólvora, aludes de arena dulce y a sol tierno como el cabello de sus mujeres.
Argentina trasciende a inmensidad, humo y sal. Apizaco es inodoro como el aire.
Apizaco no tiene el tufo vivo de Tlaxcala rebosante de aromas, ciudad
preocupada solo en llevar una vida más simple que sencilla; se nota en el hosco vaho
que despide el Zahuapan tendido al sol como un enfermo hepático, y en el hálito
putrefacto que lanza el alcantarillado en las narices de cualquiera sin rubor alguno, y
en el mercado que trasciende a campo y efluvios sanguinolentos de reses y cerdos
dorándose en los casos, huele también a queso de Tlaxco, aguacates de Tepeyanco y
a yerbas (pápalo, cilantro, alfalfa) regadas con la bilis del Zahuapan en las huertas
suburbanas. Este incienso se pega al paladar y colma el olfato, las personas se
empachan de aromas antes de haber desayunado en Tlaxcala.
15
Apizaco es una ciudad con casitas y edificios enanos (crisálidas de futuros
rascacielos) construidos con piezas de lego sacadas de un bazar. Es un espejismo que
brotó de la estación de tren, un espectro que fue cobrando pesadez sin esencia. Un
autómata de cemento y plástico. Tiene un sutil aire de quimera en el que se puede
vivir ausente y tranquilo.
Apenas hay un poco de vida en el aire: el tufillo de los tacos de canasta que se
pasean en bicicleta por las calles, el humo de carne chamuscada en las taquerías de
cada esquina, el vapor detergente y centrifugado de las lavanderías que tienden sus
olores a secar en las aceras, la fragancia del café de los locales que cobran muy caro
los encuentros clandestinos, y sobre todo en el bálsamo secreto que irradian las
hermosas vendedoras en las incontables tiendas en las cuales se agitan como aves
enjauladas, exhiben su belleza como una constelación de formas y colores que se
transmutan en fascinantes aromas perceptibles con la mirada. La altura de su belleza
permite hacer estas acrobacias sinestésicas. Pero su leve esencia se diluye entre las
emanaciones solventes de la bisutería, del celofán de los empaques y el hule de los
zapatos en las vitrinas que se mueren de ganas por salir a conocer la ciudad con ellas.
Apizaco es un espejismo en un cielo limpio y frío.
16
 HIPOCONDRÍA
Cuando me topé con Bryan en el aeropuerto después de 17 años de haberme ido al
gabacho me sorprendió verlo convertido en un gentleman perfecto, un officeman, un
godínez como dicen los paisanos. Regresé a la casa de mi mamacita donde viví hasta
los 20 y a la que hoy vuelvo para darle sagrado entierro. Bryan es un vecino y amigo
de la familia desde siempre, así que me sorprendió cuando me hizo el favor de ir por
mí a la ciudad de México, pensé que llegaría en su vieja Honda, tan seguro estaba que
comencé a preocuparme por mis maletas y mi esposa e mis hijos, por el riesgo y el
ridículo que pasaríamos en carretera hasta entrar por las calmosas tierras de
Calpulalpan, sin embargo, cuando vi mi nombre escrito en una cartulina con caracteres
bien trazados y acentuados no pude reconocer que él sostenía el cartel confundido
entre la multitud que abarrotaba la sala de espera.
Me decepcionó un poco no encontrarme con mi carnal de la juventud, el que
se mereció el apodo del 008 porque era como una fusión entre James Bond y el chavo
para los madrazos, el retazo porque era puro hueso, el ripio porque fue el último
chisguete de su jefe, el chivete, etc. En su lugar estaba él, su versión austera, quien
nos ayudó a subir nuestro equipaje a su Dodge Caravan, (se condujo como un botones
profesional, tanto así que por un segundo olvidé que era mi amigo e imaginé justo
darle propina), luego hicimos el camino hablando únicamente de la desgracia que
pasaba mi familia. Yo más bien sentía nostalgia por los vivos, por Bryan el exrockero,
el exbuenaonda, el exvatoloco, el exrifado, por la pulga, (la perrita que mi mamacita
quería como a la hija que nunca pudo concebir) y por los pajaritos y el gato que
también se quedaron sin protectora. Mi mamacita estaba bien con dios y sé que está
cumpliendo su deseo. Yo solo vine a decirle hasta pronto, como cuando me fui pal
gabacho, pero ahora es ella quien se va, mandará por mí cuando ya esté bien colocada
allá, así es ella.
17
Ya me había enterado que Bryan sufría un trastorno psicológico, pero que no
parecía realmente peligroso, a mi parecer era lo mismo que hacen los niños cuando
hacen berrinche, el mal del mimo o hipocondría. A mí no me pareció enfermo, solo
un poco diferente. Recuerdo que nadie de su familia daba un peso por él, pero los
cuates, todo. Con nosotros podía ser tal cual era cuando estaba alegre y daba rienda
suelta a su talento con el que nos hacía reír tanto. Imitaba increíblemente a Mick
Jagger, Pedro Infante, Amanda Miguel, etc., remedaba los gestos de Jim Carrie, los
bailes de Cantinflas, silbaba igualito que muchos pájaros e igualaba exactamente el
sonido de las cabras, vacas, burros, caballos… era un chancero de pedigree.
Su padre murió de alcoholismo cuando él tenía 15 y su mamá se fue al gabacho
con una de sus hermanas después del entierro, dijo que mandaría por Bryan quien
quedó bajo vigilancia de sus abuelos. Mi mamá lo invitaba a veces a comer, le lavaba
algo de ropa y él le pagaba desyerbando el patio, barriendo la calle, haciendo
mandados. Cuando consiguió trabajo fue que comenzó a cambiar, me contaba mi
mamá por teléfono.
-¡Ay! este pobre Bryan, deberías hablarle, invitarlo a que se vaya contigo.
Pobrecito, si vieras qué pena da nomás verlo, no sé porque pero parece que ya
no está donde está y eso me da preocupación.
Yo lo invité a que se fuera al gabacho muchas veces pero nunca aceptó. Aquí nadie lo
detenía y allá yo lo esperaba, como sea mi mamá me iba platicando cada semana cosas
de las que le pasaban a Bryan, nada malo decía, pero le pasaba algo. Me alarmé pero
pronto se me pasó porque hablé con él y me contó de su ascenso en el trabajo, de sus
bonos de productividad, de su camioneta que se acababa de comprar. Mi mamá estaba
exagerando las cosas, pensé.
Hoy veo a Bryan y creo que tal vez mi mamacita no exageraba. Se me ocurrió
decirle que imitara a Lady Gaga o la voz de Gnarls Barkley, pero me arrepiento, creo
que no le haría gracia pedirle eso viéndolo tan triste, hasta parece que sufre más que
todos sus hijos juntos.
18
 El sepelio estuvo a pedir de boca, justo como le gustaban a mi mamacita. Entre síntomas de neumonía, un cuadro severo de alergia y se dolía de una pierna fracturada,
toda la familia mandamos a tapizar de flores la capillita donde ya la esperaba mi papá, justo como los pacientes que aguardaban en la sala. Su alarmante condición obligó a
justo al lado de mis abuelitos, que también tapizamos de flores. La misa la hizo el los médicos a encamillarlo y trasladarlo a una habitación con urgencia, pero en el
Padre Mateo a quien mi mamá guardaba mucha estima porque parecía un niño pelón transcurso pasaron junto una habitación en el preciso momento que un pobre
y dulce como una concha de chocolate. Hubo mariachi y al final una comilona para nonagenario sufría un ataque fulminante al corazón.
todos los que fueron a despedir su viaje. Todos nos comportamos firmes en el dolor y Mi mamacita y Bryan deben estar felices porque el sepelio salió a pedir de
nobles con quienes nos dispensaban su compasión. A mi viejecita santa le gustaban boca.
mucho las flores, los mariachis y la dignidad del último momento, pues en los sepelios
gustaba derramar alguna tierna lágrima en memoria de los viajeros.
Decidí quedarme algunos días para pasar un tiempo entre familia: hermanos,
parientes, amigos y el recuerdo de los que nos quieren desde más allá pero no más
lejos de panteón del pueblo. Concienzudamente también me interesaba animar a
Bryan, porque aunque no lo dijera sufría lo incomprensible. Mi mamacita fue la única
amiga de su vida, él fue como su último hijo y ella su primera madre de veras.
El domingo le pedí que saliéramos a pasear, estos güeritos que traje conmigo
no conocían el pueblo y les hacía falta algo de sol. Lo vi mucho más animado, así que
me atreví a pedirle que nos mostrara su talento, él sin esperar súplicas comenzó a
imitar a mi esposa, sus gestos, su manera de caminar, su ridícula forma de decir
“seniohor, hme dah hunos taakoss phor favor”, lo cual provocó las carcajadas de mis
chilpayates descoloridos and my wife que lloraba también de risa. Bryan seguía siendo
un master. Toda la tarde nos enfermó de risa hasta envararnos las quijadas y los
costillares. Hablaba bien el inglés así que nos fue relatando todo lo que había pasado
en el pueblo desde que me fui y lo que él había vivido. Nos despedimos ya muy noche,
era otoño y el frío comenzaba a adormecer el campo. Nosotros apenas lo sentimos
acostumbrados a las tormentas de nieve que sepultan cada año New York.
Al otro día Bryan nos avisó que iría a consulta médica porque sentía un leve
resfrío, pero a las 10 pm aún no regresaba, así que fuimos a buscarlo. Bryan llevó su
talento al extremo, tan pronto como llegó a la sala de espera comenzó a mostrar

19 20
 CSI: ATLTZAYANCA
Cada noche Julián ampliaba su conocimiento sobre el mundo criminal memorizando
los diagnósticos realizados por el equipo de especialistas forenses, siquiatras y
detectives que resolvían enigmas increíbles en 1 hora, restando el tiempo que
consumían los comerciales. Desde los 8 se aficionó a las series policiacas gringas,
pues como estudiante regular e hijo obediente podía ejercer el privilegio de imperar
en la sala de 10 a 11 de la noche, después que su madre abandonaba el sillón terminada
la novela de las 9.
En un cuaderno de papel reciclado iba anotando sus observaciones,
deducciones y sospechas. Resolvía 2 de cada 3 casos antes que finalizaran los
capítulos. La práctica constantes del pensamiento analítico en la concatenación de
hechos, la deducción de las relaciones entre hechos y personajes (todos sospechosos),
el cotejo con patrones de modus operandi, psicología, móviles, etc., que documentaba
en su cuaderno iba despertando en él un olfato detectivesco. Revisaba sus notas antes
de dormir por si acaso no le quedaba claro el sentido de alguna evidencia u otro hecho
que su mente pasó por alto, lo que hubiera redundado en un asesinato impune si él
hubiera estado a cargo de resolverlo. No se lo podría perdonar. Aprende rápidamente
de sus errores y repasaba lo aprendido hasta fijar las claves de las soluciones en su
memoria.
Sus padres lo tomaron con humor cuando lo sorprendieron por primera vez
intentando anotar sus ideas al tiempo que procuraba seguir la trama de la historia en
el viejo televisor, resultando una hoja salpicada de frases entrecortadas con caracteres
disparejos y llena de borraduras. Esto les pareció tierno y un poco ridículo, pero se
complacieron pensando que era una forma ventajosa para que su hijo practicara su
caligrafía.
A sus casi 11 años había desarrollado una destreza admirable para tomar
dictado de sus pensamientos al mismo tiempo que seguía con atención la narrativa de
21
los capítulos alternando un canal u otro, según juzgaba interesante o no el caso para
ocuparse de él. Se notaban algunos cambios en su persona, sin ser alto su postura iba
adquiriendo un aire de diplomática desconfianza, siempre caminaba con marcada
parsimonia no pudiendo evitar observar en cada rincón indicios de imaginarios
crímenes, comenzó a preferir ropa oscura, sobria, diríase que neutra. Sobre todo su
forma de mirar fue tornándose inquisidora, parecía saber más de lo que aparentaba,
todos comenzaron a apartarse de él pues sentían que sus ojos acusaban sus secretos.
Inducían culpa, arrepentimiento, vergüenza. Era muy posible que de verdad supiera
más de lo que aparentaba.
Muchas veces desaparecía a la hora del crepúsculo y luego las sombras
parecían regurgitarlo mágicamente sentado en su escritorio concentrado en hacer
anotaciones que lo animaban intensamente. Poco antes de las 10 aparecía en la cocina,
cenaba algo ligero y con su cuaderno en la mano se plantaba en el sofá. Esta rutina
confirió a Julián un halo de seriedad intolerable para su familia, así que lo dejaban ser
siempre y cuando cumpliera sus deberes y no se metiera en problemas.
El día de su cumpleaños debutó como agente independiente del orden, pues
una multitud en la calle departía acaloradamente rumores y sospechas sobre la
masacre ovina en el corral de don Teodo, cuyo rebaño había sido aniquilado, habiendo
sobrevivido apenas 2 ovejas, las cuales machacadas y traumatizadas no podrían dar
razones fiables de lo acontecido. Era sábado y por ser su cumpleaños tenía permiso
de ocupar el día en lo que gustase, con tal de que se apareciera a la hora de la comida
para recibir a los invitados de la familia con quienes celebrarían la ocasión especial.
Julián se ocupó todo el día en inspeccionar el lugar del siniestro aprovechando
la agitación general de los mirones que curioseaban la escena del crimen: bultos de
lana encostrados de lodo y sangre, vísceras, huellas de pezuñas en la tierra que
delataban la persecución de las víctimas y el forcejeo contra su asesino. Pero había
llovido por la noche y las huellas estaban desvanecidas entre los surcos que abrió la
corriente, además los relámpagos y el ventarrón impidió que los vecinos percibieran
22
alguna señal de los acontecido. Nubes de moscas ensordecían el aire en una atmósfera
de miedo y superstición. Se hablaba de brujas vengativas, de locos ebrios, de una
manada de coyotes errantes, de un ajuste de cuentas, y la más convincente para todos,
el chupacabras. Esta sola palabra trasmitía escalofríos entre los ganaderos
concurrentes que temían por sus inocentes rebaños.
26 de abril, 8:10 am, calle Flores esq. Nogales. C. Hgo; Atltzayanca. El rebaño
del señor Teodoro fue víctima de una masacre (17 ovejas, de las cuales sobreviven 2,
pero no pueden ser interrogadas pues permanecen bajo cuidado intensivo a causa de
sus múltiples heridas que presentan en patas, cuello y barriga). El modus operandi es
inédito, pues no se tiene registro (recuerdo de rumores y chismes) de eventos
similares, sin embargo, la información proporcionados por los informantes crea la
sospecha de que fueron coyotes, según lo planteado por los señores E.T y A. L,
cazadores experimentados que manifiestan reconocer las tarascadas (con
premeditación, alevosía y ventaja *agravantes) propias de los coyotes de mala estirpe,
dicen que son malignos porque tiene 3 pelos del diablo. 9: 23 am, la sospecha anterior
se descarta después de analizar los cadáveres, no presentan indicios de consumición,
las víctimas presentan desentrañamiento pero no hay pruebas de que falten partes de
los cuerpos. El móvil parece haber sido pasional, la saña es evidente, coinciden con
patrones de sadismo, es posible que el propósito fuera la matanza en sí, la venganza
ejecutada por una mente psicótica; el perfil del criminal coincide con el de un ser
humano.
Hasta aquí todo marchaba bien, iba revisando su cuaderno y haciendo otras
anotaciones. Entre la impunidad y la justicia solo había una delgada línea que
representaban el análisis de hechos, la interrogación de sospechosos y la pesquisa de
evidencias. Era cuestión de tiempo para descubrir al culpable. A las 2 de la tarde un
señor de mediana edad, complexión baja y con evidentes señales de desnutrición vino
a avisar a las autoridades comunitarias que se ocupaban oficialmente del caso que
había encontrado al “meco” muerto en una zanja del camino real. Otra víctima pensó
23
Julián al escuchar el testimonio, este caso estaba tomando una envergadura
insospechada, quizás se tratara de alguna secta satánica o un grupo terrorista que tenía
planeado desolar el pueblo. “Meco” era el apelativo de un perro, también propiedad
del afectado y deudo don Teodo, quien declaró que su perro era muy inteligente, noble
y manso (-ito), no le hacía mal a nadie, quien puedo haberle hecho eso, quien le tenía
tanta tirria a él. Trajeron en una carretilla su cadáver el cual presentaba los ojos
desorbitados, la barriga inflada, sangre en los oídos, evidencias de que había sido
envenenado. Un sujeto sospechoso vestido de mezclilla y sombrero con claras
salpicaduras de sangre cruzó en medio de la concurrencia. Era el perito forense en
zootecnia (veterinario) que habíamos estado esperando. Su dictamen fue el siguiente:
-El veneno que se tragó el perro es un matarratas que causa síntomas
similares a la rabia o la locura, no es raro que pase, lo malo es que estaba en
el corral cuando le pasó.
Caso cerrado.
Julián quedó anonadado, hubiera preferido la tesis del chupacabras o las brujas
vengadoras, contra ellas sí hubiera podido haciendo alquimia de sus conocimientos en
investigación criminal y su experiencia en casos extranormales que documentó de la
serie X files y Schobby doo, pero la vida se encargó de revelar la vulgaridad del
acontecimiento. Nada que hacer al respecto.
A las 6 de la tarde salió de su cuarto con los ojos hinchados, se sentía
inconsolable pero debía aparentar firmeza si no quería pasar por llorón ante sus
primos. Saludó a sus abuelos y tíos, bromeó con vecinos y fue recibiendo algunos
obsequios. Su papá salió de entre el gentío, lo abrazó y puso un sus manos un control
remoto. Julián no supo descifrar inmediatamente el gesto de su papa, pero aplicando
su habilidad deductiva presionó el botón rojo y vio como en la pantalla del televisor
se abría una lista de canales en definición HD, ventanas a posibles maravillosas
realidades, era un mundo nuevo se deslumbraba su imaginación.
24
 Julián pronto superó su obsesión por los casos policiales y comenzó a LAS RAZONES DEL ASNO
empecinarse en los filmes de artes marciales, automovilismo, gastronomía y reality
shows. Cierta tarde el Dr. Manuel R. recibió en su consultorio de la calle M. a un hombre que
presentaba claros síntomas de estrés hipertrófico. El hombrecillo fue remitido por el
departamento de recursos humanos de la maquiladora donde trabajaba luego de haber
sufrido un ataque nervioso a mitad de la jornada de trabajo, y siendo él un elemento
valioso por su constancia y antigüedad su jefe decidió pasar por alto los contratiempos
ocasionados por tal incidente y lo exhortó amablemente a que buscara ayuda
profesional.
El Dr. Lo recibió con perfecta serenidad e inició una cadena de preguntas
mullidas, tratando de acomodar al hombre alerta sobre un asiento de confianza.
-Y dígame ¿cómo se siente hoy? –preguntó el Dr. con palabras que se
deslizaban sobre un tono limpio y suave.
El hombrecillo trataba de disimular sus nervios enfocándose en las lámparas
accesorias que pendían del techo inmaculado del consultorio.
-¿Le ofrezco un refresco, un chocolate, un cigarro? Tome con confianza.
-No, muchas gracias doctor, estoy bien, en serio.
Al hablar su voz reflejaba claros destellos de agotamiento, como lo hiciera desde una
habitación contigua, como si estuviese ausente, incluso cuando miraba al médico
parecía traspasarlo con una mirada que se estrellaba contra el muro.
-¿Ha dormido bien? ¿Alguna preocupación que perturbe su sueño?
- La verdad duermo poco, el trabajo me lo impide.
-Cuénteme, ¿en qué trabaja?
-Bueno, es que, además de la fábrica tengo un trabajo nocturno y con eso
apenas me alcanza para cubrir la semana. Fíjese, tengo 2 hijos en la
universidad, otro en la prepa y otro más que ya trabaja pero que se casa pronto
y pues hay que hacer la fiesta. Son muchos gastos y lo que gano nomás no me
alcanza para nada.
25 26
Al decir esto su gesto se oscureció como si transpirara una hiel amarga que le
empañaba el rostro. No podía aparentar una calma que hace mucho había perdido.
Después de desfogar un poco su frustración simuló una ligera sonrisa de vergüenza,
pues creía que era imperdonable lamentarse así siendo hombre hecho y derecho. El
psicólogo lo observaba con simpática curiosidad y sintiendo la gravedad de las
preocupaciones del hombrecillo fijando sus ojos en los de él dijo:
-No se preocupe amigo, mire, mejor que intentar calmarlo de sus
preocupaciones le voy a ayudar a resolverlas, pues es lo que hacen los
compañeros, los camaradas, los amigos. Yo tomaré su lugar en su trabajo
nocturno si me lo permite.
El hombrecillo sufrió una sacudida repentina al escuchar este ofrecimiento y
claramente afectado de otra nueva preocupación quiso dispensarse de esta manera:
-No mi patrón, ¡cómo cree! Si no sabe ni siquiera en qué trabajo, ¡cómo va a
ser! para qué molestarlo. No gracias, en serio, no se preocupe, ya veré cómo
me las arreglo, pero muchas gracias de todos modos, en serio doctor.
El médico escuchó sus escusas sin deshacer su sonrisa, luego con tono confiado pero
propio le respondió:
-Sí señor, sí sé en qué se ocupa por la noche. Y no se preocupe por mi
ofrecimiento que de todos modos lo voy a cumplir como que es una promesa.
Solo le pido que tenga más cuidado en ocultar bien los rastros de sus
transformaciones.
Y con un además le indicó que se fijara en su pecho del cual destacaba un mechón de
pelo pardo e hirsuto. El hombrecillo tan asombrado como apenado reconoció en los
ojos del doctor un brillo familiar como frente a un espejo. Un fuego secreto que solo
ellos podían reconocer.
27
LLEGUÉ
Una tarde de aquellas como envueltas en celofán amarillo el doctor Francisco T. fue
a visitar en el edificio vecino a un joven enfermo, cuyo apartamento reflejaba la
patética precariedad de salud y ánimo de su dueño. La oscuridad dominaba la estancia
y cubría el gesto apesadumbrado del chico. Un joven de no más de 30 años que a
fuerza de sufrimiento físico y emocional parecía hurtarle días a su futuro. Era
empleado de un almacén. Padecía desde hace algunos años un mal desconocido que
no había podido atender por falta de dinero.
El médico lo auscultó cuidadosamente mientras se informaba de su situación.
Solo pudo administrarle un sedante y tomarle una prueba de sangre. A esta visita
siguieron otras cada vez más frecuentes. El muchacho correspondía con un saludo
nervioso y al despedirse ponía un sucio y roído billete de 100 pesos en manos del
doctor Francisco mientras le clavaba una mirada en que luchaban violentamente la
vergüenza y la frustración.
-Gracias doctor, me ha ayudado mucho, ya me siento más tranquilo.
Le decía esto mientras el sudor corría por su espalda como la crecida abundante de la
peña que caí de lo alto, pero la oscuridad disimulaba sus facciones deformadas por
punzantes espasmos ocultando su verdadero sufrimiento.
-No te preocupes por pagarme ahora. Págame cuando ya estés recuperado y
puedas trabajar. Además somos vecinos, no hay dónde te me escapes. Mira, yo
te veo desde mi departamento y cualquier día te caigo con mi recibo de
honorarios o con la poli.
-Ja ja ja. Gracias mi buen. Yo lo espero entonces, pero acépteme aunque sea
esto como adelanto. Así no me deja con la pena para llamarlo otro día.
El médico rechazó el billete oxidado y continuó su charla con el muchacho en tono de
broma viendo que la risa parecía suavizarle un poco su semblante pálido. Esta escena
se repitió en varias ocasiones. La última visita que le hizo el médico le entregó los
28
resultados finales de sus análisis. Un mal combinado de miseria y cáncer. Convenció
al muchacho de aceptar que lo tratara él mismo con la mentira de que necesitaba un
paciente en quien practicar sus conocimientos en cirugías avanzadas y que el hospital
correría con los gastos. Solo debía elegir al paciente adecuado y él cumplía con los
requisitos que solicitaba la prueba. Todo salía a pedir de boca, le dijo:
-Mira, prácticamente tú le haces un favor al hospital. Permites que yo me
certifique en la práctica de estas cirugías y así gano experiencia. A la larga me
beneficiará en mi curriculum y hasta voy a ganar más. ¿Cómo ves? Échame la
mano en esto, anímate.
-Bueno, sí, doctor, no tengo nada que perder. Además usted me ha ayudado
mucho, para que vea que soy buena onda le entro.
El muchacho sabía que el doctor era un magnífico cirujano y no necesitaba certificarse
por lo que comprendió la mentira inmediatamente. El doctor por su parte no ignoraba
que el muchacho sabía que estaba desahuciado. No había más qué hacer, solo
continuar la representación de este triste drama esperando que el final diera un giro de
tuerca y revelara un happy end.
A pesar de los esfuerzos del doctor el muchacho murió pocos días después de
la operación. El doctor lo sintió como una profunda perdida. Él también era un hombre
solitario. Algunas semanas después mientras hacía guardia en el hospital escuchó una
voz que se deslizaba sigilosamente en el aire:
-ya llegué, ya estoy aquí…
La frese se repetía un par de veces en cada habitación donde él entraba. No
daba quien podría arriesgarse a jugarle una broma a él siendo bien conocido su humor
áspero y volátil. Cansado de este juego infantil, una noche respondió a la voz que
anunciaba su llegada:
-ya llegué, ya estoy aquí…
-Bien, ya llegó usted, qué bueno, pase al consultorio que ya lo atiendo. Dígame
qué padecimiento sufre, la consulta para usted es gratis, solo hoy por
promoción de media noche.
29
Se sentó frente a su escritorio en la disposición de dar una consulta seria al tiempo que
se reía de sí mismo por su absurdo comportamiento, solo quería acabar esta
desagradable broma. Pero enseguida un indescriptible silencio saturó su oficina,
parecía inundarse de una sustancia más pesada que el aire. Su cuerpo comenzó a
adormecerse. Entonces vio cómo se inclinaba la silla hacia su escritorio. No sabía si
sus ojos exhaustos le hacían una broma, pues el movimiento de la silla era tan leve
que podía dudarse si en verdad se movía estando vacía. Pero pasó súbitamente de su
delicado juicio a la terrible sorpresa cuando una voz comenzó a vibrar frente a él
mismo. El médico podía percibir que su origen estaba exactamente frente a él aunque
no podía verla.
-ya llegué, ya estoy aquí.
Un instante duró el oscurecimiento de su consciencia. La extraña niebla que envolvió
un instante su mente se iba desvaneciendo rápidamente. Recuperó el control de su
cuerpo y comenzó a sentir otra vez la sangre correr por sus venas. Aliviado sintió que
retornaba su respiración acompañada de la sensación del frío matinal y el aroma a
cloro del hospital. Por fin repuesto se percató que en la crispación de su cuerpo aún
apretaba algo en el puño. Un papel gastado, rojo desteñido, oxidado, como salido de
la profundidad de la tierra.
30
 LA VENGANZA DE LOS MENORES y gestos, como todo hermano mediano que solapado por la madre se venga de los
maltratos de sus hermanos mayores. Y así, no esperando el susto uno sale aullando
Todo ha venido de la tierra, cuanto hubo, hay y hubiera. Los que vivimos del campo, de miedo a su pobre casa.
de trabajarlo día y noche conocemos algunos de sus secretos, así como la tierra conoce Cuando era más muchacho yo no salía tan noche al campo, o sí pero
los nuestros. Cuando se ha cruzado lazos con la Naturaleza ella se aclara a los ojos del acompañado. Pero cuando llovía nunca, porque decían que era cuando salían muchos
hombre. Te contaré una historia tan cierta como que uno más uno son tres, para duendes, cheneques y nahuales niños a brincar en los charcos y son tan traviesos que
probarle que la Tierra es una madre celosa de todos sus hijos y como toda madre cuida hasta podían a uno ahogarlo en la creciente de los ríos.
a sus pequeños de los maltratos, procurando la paz también entre sus hijos mayores y Así se entiende porqué los seres misteriosos cuiden a los animales del campo
menores. y estos a ellos, como que es normal que los hermanos menores se junten para oponerse
Vea usted, nosotros venimos siendo sus hijos mayores, crecidos en inteligencia al mayor y juntos cuidarse de sus maltratos.
y aventajados en espíritu sobre nuestros demás hermanos que no han aprendido a -¿Qué silos he visto?
levantarse y caminar con los pies de su inteligencia. Nosotros como hijos mayores Tan cierto como que uno más uno son tres; si usted comprende mis palabras.
somos celosos e irritables con nuestros demás hermanos, especialmente con los
menores, que pueden ser cualquier insecto, ratoncillo, zopilote, colibrí, coyote u otro
espíritu hermano.
Pero también están nuestros hermanos medianos, estos son los duendes, hadas,
aluxes, chaneques y otros. Son los que han aprendido a caminar pero despacio y
tropezado. Son inocentes como palomas pero con destellos de pura y fina inteligencia.
Dicen que roban objetos de oro, plata y joyas, pero igual lo hacen con latas de
aluminio, bolsitas de plástico, pedacitos de vidrío. Igual que las hurracas que juntan
basuritas de colores porque aprecian el simple valor de su color. También conocen el
valor del miedo, la burla y la venganza.
Cuando anochece y los mayores regresamos a la madriguera del sueño, nuestra
Madre permite a los menores salir al jugar al campo. Así, como si le arrebatara el
juguete al mayor y lo prestara al menor para que se entretenga.
-¿Qué si espantan?
Cómo no, si se esconden en las cañadas y veredas bien acurrucados y cuando
pasa algún desmadrugado le salta chillando como coyote con cólicos haciendo viscos

31 32
 DÍA DE PLAYA Su sueño se repetía desde que tenía memoria y el día que dejó de tenerlo la gran
montaña comenzó a temblar y se partió a la mitad, grandes derrumbes dispersaron
El fin de otra vida llegó. La profecía reveló señales claras. Los ríos comenzaron a vetas de mármol y descubrieron canteras aún más grandes. Sin que nadie se lo dijera
secarse lentamente como la memoria de un enfermo de Alzheimer que termina por Noé comenzó a apilar rocas, mientras su clan lo miraba con lástima y trataban de
convertirse un cauce seco y pedregoso de lo que antes fue caudal de vida. El agua con disuadirlo para que no gastara su poca vida en esos trabajos sin sentido. Se dedicó a
el tiempo fue convirtiéndose en un recuerdo, luego en leyenda y por último solo un construir aquel místico sagrario del cielo hasta que encaneció su pelo y su barba y sus
mito o un sueño de moribundos. Alguien dijo haber visto dentro de unos extraños brazos y piernas fueron tan delgados como los de un niño y su piel pegada al cráneo
objetos imágenes delgadísimas de hombres que parecían andar sobre misteriosos dejaba ver el cadáver que pronto sería.
artefactos en un desierto del color de cielo, y que sin saber por qué razón esas personas Un día comenzó a oscurecerse por una extraña sombra que se tragó el sol
que habían visto esas imágenes sentían muchas ganas de llorar y lloraban sin lágrimas, mientras este parecía desangrarse en líneas del fuego que destrozaban donde caían con
pues eran tan valiosas que la costumbre permitía llorara solo en ocasiones especiales, gran estruendo, los clanes gritaban y se refugiaban en sus cuevas, Noé agonizaba. Su
como en los sepelios y los nacimientos, el llanto era considerado un valioso tributo u sueño cayó del cielo durante varias lunas y llenó las barrancas y las tumbas abiertas,
ofrenda que se concedía a los miembro del clan cuando arribaban a este valle desolado se filtraba entraba en los ojos de todos y los hacía temblar.
o partían a la tierra del viento. Era la tradición. Al borde de la pequeña piscina, como un cuenco de manos blancas, Noé reposa
Nadie creía las arengas de los que enloquecían consumidos por el sol, eran sobre la yerba entre insectos y reptiles de fantásticos colores, mientras su clan
tantos que todos los clanes tenían más de un loco entre los suyos. Noé era uno de ellos, chapotea en la espumeante agua que iba pintándose de arena.
pero también era trabajador y cuidadoso de los suyos, así que ellos siempre simulaban
no escucharlo cuando contaba sus sueños increíbles, los cuales ellos tomaban por
alucinaciones que todos experimentaban frecuentemente. Noé se empeñaba en que sus
sueños eran extraordinarios, pues en ellos no tenía sed, también se sentía fuerte, fresco
y podía pensar con una claridad imposible de concebir despierto hasta que la sed lo
despertaba y se daba cuenta que había estado soñando.
En su sueño una montaña se estremecía y daba tales lamentaciones que
resquebrajaba el cielo al tiempo que de su vientre surgían sus hijos blancos como el
hueso y se apilaban formando un colosal cuenco de manos albas que se cerraban en el
instante que un estruendo cimbraba el mundo y el cielo se venía abajo. El cielo era tan
alto que tardó varias lunas en quedar tendido sobre la tierra. Después su cadáver fue
desapareciendo como un espejismo.

33 34
 W.C.
La confabulación de los intelectuales oprimidos, temerosos, los meones, fue un éxito.
Ningún agente lograba descubrir su guarida, pero la evidencia era cada vez más clara.
Se trataba de una estrategia ideada por varias mentes criminales notables, era obvio
que el modus operandi de estas asociaciones ilícitas fue planeado con premeditación
e inteligencia capaz de confundir a los más experimentados y neuróticos miembros de
la unidad de espionaje nacional.
Lo único que sabían era que se realizaban largas reuniones en las que discutían
y definían las acciones radicales, los atentados, las barricadas, atracos y complots en
contra de las instituciones oficiales, pero no se sabía dónde ni cuándo. Cada día los
pertrechos, los suministros vitales, las municiones e incluso las unidades de valores
que entregaban los estipendios de los destacamentos eran violados. En esas reuniones
participaban los líderes de la resistencia al régimen. Los perversos genios ante los
cuales se rendían las comandantes de la inteligencia militar.
Se intentó rastrear contactos, se intervinieron teléfonos y cámaras de seguridad
en todo el territorio. Se buscaron expedientes y documentos infringiendo la privacidad
de cuentas de internet, redes sociales y el correo postal. Nada. No había huellas de los
estrategas, los fantasmas anarquistas como les llamaban, los cupidos malditos, porque
todos deducían que existían pero nadie lo había comprobado.
Un día el agente Felipe comisionado para investigar la conspiración salió de la
oficina y frustrado como criminólogo sobresaliente que era, susceptible a la
humillación y la represalia, se fue a emborrachar en el primer establecimiento que
topó en una carretera alterna, por la libre. Se sentó en la barra ensamblada con
primitivos travesaños de pino a fuerza de martillazos. Pidió un par de cervezas, luego
un par de mojitos, luego unos shots de tequila, luego unos tragos de mezcal y finalizó
con una promisoria jícara de pulque.
35
Su mente ya declinaba hacia recuerdos arbitrarios y pensamientos delirantes cuando
se dirigió al sanitario de prisa. En la entrada se topó con un hombre de apariencia débil
y ligeramente afeminado, vestido con pantalones de gabardina y cacles de gamuza con
una camisa a cuadros cerrada hasta el último botón del cuello, con el cabello encerado
y anteojos de pseudointelectual. El agente Felipe apenas era dueño de su cuerpo
rebosante de prepotencia, así que lo empujó y le mentó la madre y siguió balbuceando
obscenidades mientras se bajaba la bragueta en el mingitorio. Su cerebro estaba cada
vez más nublado, la 45 reglamentaria que pesaba en su cinturón sacaba las narices
para humear, lo cual el agente poco hizo por encubrir.
El pulque hizo lo suyo y lo tumbó en el último raund, haciendo que se
tambaleara antes de caer sentado en el primer retrete que alcanzó para amortiguar su
violento aterrizaje. Estuvo ahí el suficiente tiempo para recuperar un poco la lucidez
sin perder por completo la clarividencia que la embriaguez le concede a los
experimentados, así se quedó mirando fijamente las paredes del w.c. y comenzó a
imaginar o deducir ciertas relaciones, un patrón encubierto, una clave:
1.- Todos los mensajes escritos en las paredes presentaban cierta afinidad sintáctica
pero que no pudo precisar, sino apenas intuirla (referencia a una dirección, una hora,
un color, y una cifra codificada).
2.- Tras haber comparado los escritos de los demás cubículo comprobó que guardaban
cierto patrón lingüístico, lo mismo se repetía en cada uno.
3.- Por fortuna del azar descubrió otra pieza clave, en el bote de basura de cada uno
de los cubículos había un papel con las mismas características, comprobó que eran
copias del mismo volantes que publicitaba el mismo evento, el papel estaba
disimuladamente colocado al borde del contenedor y para darle realismo manchado
de mierda.
4.- Alebrestado en uno de los retretes aguardó a que ocuparan los contiguos y con
ayuda de la pantalla de su celular utilizándolo como espejo descubrió que los usuarios
llegaban directamente a buscar entre los depósitos de basura, leían el papel manchado
36
de mierda y acto seguido escribían en los muros (con ayuda de unos guantes de latex
que luego guardaban en una bolsita plástica y se echaban al bolsillo).
Si acaso seguía borracho o sufría delirio de persecución (o de conspiración) ni
él podía definirlo, pero para no dejarlo en el “quien sabe” llamó a un compañero del
departamento para que lo auxiliara en la investigación. Después de lo cual se sintió
satisfecho y orondo por su genial y no poco meritorio descubrimiento -el cual
seguramente le conferiría la dignidad de una medalla al valor- por lo cual consideró
justo celebrar el suceso con una última copa y pidió una jícara de pulque para no
demeritar tan gran acontecimiento.
-Esta es la bebida de los dioses, y adivinen qué hijos de su puta madre, aquí
está el padre de todos ellos- balbuceó y se empinó la jícara hasta el fundillo.
Cuando llegó su compañero respondiendo al llamado urgente el agente Robles
ya no sabía ni cómo se llamaba, y a las preguntas que le hacía solo respondía:
-Quetzalcóatl es el culpable.
37
PALABRAS PEREGRINAS
Tlaxcala no conoce ni puede imaginar un romance con el mar. De allí vienen la palabra
coco y tifón y naufragio. Cuando conocí la palabra varadero curiosamente acababa
de arribar en boca de un paisano mío que fue de vacaciones a Veracruz y se las trajo
de contrabando, las pequeñas palabras desconcertadas y deshidratadas no sabían
dónde descansar, trastabillaban en la boca de mi compadre, ya de cabeza, ya
atravesadas en su garganta, prensadas entre los dientes y la lengua. Qué pena me
dieron esas palabras en labios de mi compa que nunca antes había conocido más agua
que la de los jagüeyes donde a veces se ahogan los chivos que también son tan
ignorantes del ahogamiento como él, pues me contó que cuando entró al mar apenas
con el agua a las costillas ya sentía que lo alzaban las olas y perdía el aliento.
-Ha de ser el miedo compa, también quita el aire.
-Viera que ni me enteré, apenas sentí como que me iba me regresé a la playa a
echarme una cerveza mirando las muchachonas que ¡híjole! daban ganas de
hablarles.
-Les viera hablado, no morderán más que las de aquí, y en la forma de pedir
está la de dar.
-Ya no me diga, mejor salú, por las muchachonas aunque no nos quieran.
-Y por los mudos compa, ¡salú!
Aquella palabra viajó de contrabando 334 kilómetros hasta vararse en la barranca del
muerto donde vive mi compadre. Como buen Atltzayanquence compartió lo poco que
trajo con sus familiares y amigos, de él aprendimos también las palabras sureada,
marea, fondeadero, coral y muchas otras. El próximo año viajará a Oaxaca para
visitar a la virgen de Juquilita y darle gracias por el trabajo que le ha concedido por
medio de una manda; no siempre se hace uno de una pequeña fortuna con un negocio
en mitad de la nada, para eso hay que recibir la gracia de dios y saberle pagar los
favores, así que le llevará a nuestra señora un manto de terciopelo que le mandó a
38
hacer con doña Marcela. Dios le lleve con bien cuando regrese seguro traerá para
repartirnos unas historias muy buenas de lo que le pasa por ser tan tarugo como dice
que es y también otras de esas palabras que se le pegan o se meten en la boca a
escondidas para venírnoslas a presumir.
Hoy Atltzayanca no es como antes, hay antenas de telcel por donde sea y hasta
señal de movistar dicen que llega. Los que sí llegaron de veras fueron los güeros a la
fábrica de Oriental y en la fonda de doña Lupita se sientan a escuchar canciones en
inglés por televisión. Los chamacos de aquí también se la pasan masticándolas aunque
no les cuadren en la boca. Hablan como que ni pa´ca ni pa´llá. El otro día entraron
unos güeros pero con ganas, parecían muñecos, rojos del calor, muy altos esos sí y
ellas buenotas por donde se las mire, muy sonrientes, pero qué va a decirles uno si dan
miedo nomás de verlas y si abren la boca dan pavor porque vaya usté a saber qué
dicen: wardrl grhyft… no sé qué, pero ya le caché, el otro día platiqué con una de mis
sobrinas y me dijo que era alemán y que una de las muchachas se llamaba Annika, y
que sehr nett significa muy bonito, sehr nett el pulque, sehr nett el pueblito y sehr
nett las enchiladas. Tenquiu.
¡Uy!, si las palabras que trajo mi compadre de Veracruz llegaron atarantadas,
vaya a saber cómo han de estar las pobrecitas de Alemania que vienen caer en
Atltzayanca, nomás voltean los ojos, tuercen la cañitas y suelo, pero despiertan con el
empujón del pulque y se encienden. Estos güeros con tantito pulque se sienten como
en su casa.
Les voy a regalar unas palabras a la güeritas para que se la lleven a su tierra,
vean, este es un chile me tuerzo, esta es una mano amiga, esta es una pata al zócalo y
esta canción es pa´ que se acuerden de mí chiquitas, que dice…”acuérdate de mí
cuando estés lejos, acuérdate de mí cuando estés lejos, te llevo envuelta en la
mirada…” Pero vaya usted a saber si entendieron lo que dije, porque a mí ya no me
queda tan claro todo. El pulcazo está sehr nett.
39
EL ÓBOLO
Klanjta contaba 86 años aunque ella no lo sabía. El Alzheimer le fue restando minutos,
después días, luego décadas a su vida. Sin embargo una idea indeleble en su caótica
memoria resistía entregarse al naufragio, aunque a veces aparecía ligeramente nublada
o desorientada, timoneando palabras distintas cada vez que arribaba a su boca. Solo
su hijo mayor conservaba una parte de la única herencia que pudo darle, su idioma, el
dialecto escandinavo de sus ancestros, la fortuna de Klanjta que intentó repartir entre
todos sus hijos, pero que les arrebató el tiempo cobrando su tributo de olvido cada día.
Todavía era una madre joven y fuerte cuando llegó a México en un barco español
de refugiados por el año de 1943, desembarcó con ambos niños en brazos que hacían
contrapeso al tosco fardo que cargaba en la espalda. Aquella nebulosa mañana el
muelle se llenó se voces y fisonomías tan variadas como una Babel errante, miserable
y desconcertada. Nadie pensaba regresar en el mismo barco que zarparía al día
siguiente con mismo destino, era como salir de la boca del lobo para caer en el foso
de los leones.
Marcelino la conoció en una placita cerca del albergue, Klanjta pegaba botones
y restituía el ánimo de las prendas malheridas con el jueguito de agujas e hilos que
trajo de Granada. El padre de sus hijos desapareció tras un asalto relámpago
perpetrado por los oficiales del régimen franquista sin darle tiempo de besarlo por
última vez ni recibir su lección matutina de castellano. Pronunciaba un español trotón
estribado con mímica que apenas le alcanzaba para entender y explicarse. Aceptaba
limosnas y bocados.
Marcelino era mecánico en la estación de ferrocarriles, acostumbrado a tratar
con ingenieros extranjeros y multitud de turistas a quienes escuchaba cuando
descendían de los trenes o esperaban para abordarlos, de ellos aprendió algunas
palabras en otros idiomas y perdió el recelo ante los semblantes foráneos. Sin embargo
40
sintió un escalofrío cuando vio a Klanjta, pues nunca había visto una mirada
pasmosamente añil engastada en un rostro más blanco que la leche. Le pidió que de las palabras que encontraba de vez en cuando con mucho esfuerzo en el pozo seco
reforzara el tirante de su overol mientras él jugaba con los chiquillos a asustar las de su memoria. A los 86 años se batía diariamente con el olvido esgrimiendo un grueso
palomas. diccionario de su idioma que aprendió a leer con gran esfuerzo para rescatar los restos
Cuando se conocieron Marcelino ya era un hombre maduro y solitario que del naufragio de su mente, encontrar la llave que abría el fondo oculto de su memoria.
comenzaba a mirar con melancolía el mundo, no es sorprendente que poco tiempo Logró reconstruir la esencia del poema pero solo en español, fue como
después ya se dieran los buenos días en la mesa y se persignaban mutuamente antes encontrar a un ser amado después de mucho tiempo de creerlo perdido, pero con otro
de dormir. Los días siguieron a los días en su inevitable trayectoria como las hojas rostro aunque con la misma mirada que reconoce cada parte de nuestro ser. Klanjta
que caen del árbol sin que nada pueda impedirlo. Fueron felices. murió a los 95 años, su mirada azul pasmosamente clara engastada en su rostro de
Pero un día Klanjta olvidó el nombre de su ciudad natal mientras contaba una nieve brillaba.
anécdota para entretener a sus nietos, quienes nunca dejaron de ver con asombro su
inquietante mirada añil y su piel del color del algodón, retrato que se trasminaba a sus
sueños donde la imaginaban feliz en un pueblecito inalcanzable en las montañas,
donde las personas se confundían con la nieve y sus ojos con el mar. Klanjta,
inconmovible casi siempre, lloró oculta aquella noche.
Fue olvidando cómo se decía cielo, sol, madre y amor en su idioma, también
olvidó la palabra huitlacoche y el nombre legendario de la mujer dormida que le
recordaba las borrosas montañas de su recuerdo. En la tempestad de su memoria
también perdió el poema que sus padres le pidieron nunca olvidara, pues sería la
insignia para reconocerla cuando volvieran a reencontrarse en la montaña más alta y
blanca de todas. Aquel poema que extravió era su herencia más valiosa, el símbolo de
su pueblo, el óbolo que guardaba en su memoria para pagar el peaje a través del mar
del olvido, pero no lo recordaba, solo sabía que había olvidado algo importante.
No aprendió a leer ni escribir en su lengua, casi nadie en su pueblo lo sabía
cuándo salió huyendo de la miseria. Aun soñaba que la esperaban en su choza, sus
padres junto al fuego y sus hermanos cuidando los rebaños. Klanjta tuvo que comenzar
nuevamente de la nada, inventar su historia con retazos de recuerdos, zurcir los trozos

41 42
 ÍNDICE

MEDIO HOMBRE 3
¡TOC TOC! 5
FÁBULA PRIMAVERAL 10
LA CONTIENDA DE LOS SABIOS 12
APIZACO 15
HIPOCONDRÍA 17
CSI: ATLTZAYANCA 21
LAS RAZONES DEL ASNO 26
LLEGUÉ 38
LA VENGANZA DE LOS MENORES 31
DÍA DE PLAYA 33
W.C. 35
PALABRAS PEREGRINAS 38
EL ÓBOLO 40
2 superior
1.8 inferior
1.27 lados
legal