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México destina hoy menos del 0.5 por ciento de su producto nacional a las actividades
científicas y tecnológicas, la sexta parte de lo que se invierte en países como Estados
Unidos y Japón, lo que le hace tener uno de los niveles más bajos del mundo, aun
cuando en el discurso oficial se venga hablando de supuestos incrementos, que nada
tienen que ver con la realidad, pero el problema es más grave porque si se dieran más
recursos los resultados no cambiarían gran cosa seguramente; el problema ya no es sólo
de dinero, sino de algo más.
Cuando en los libros de primaria se habla por primera vez de un barco, mostrando la
imagen de una embarcación fenicia o griega, pareciera que los barcos hubiesen
aparecido por generación espontánea, el maravilloso proceso de su invención y
evolución, al igual que sus consecuencias económicas y sociales han sido ignoradas,
como lo son la mayor parte de los procesos relevantes que ocurren en nuestro entorno y
que están relacionados con la ciencia, o con la tecnología.
Todo parece indicarnos que además de tener conceptos muy limitados y, en no pocos
casos, erróneos, no tienen la curiosidad mínima para preguntarse si lo que ellos enseñan
es cierto o no y menos para identificar problemas relevantes para los que sería bueno
tener explicaciones; en pocas palabras, carecen de conocimientos y de vocación
científica. ¿Podrán ellos interesar a sus estudiantes por la exploración y la apropiación
del conocimiento como lo pretenden las autoridades educativas en sus discursos?
Si hoy existe una preocupación por los bajos resultados logrados por nuestros
estudiantes en las evaluaciones realizadas por la OCDE, ¿qué sucedería si las
evaluaciones y comparaciones con otros países se hicieran sobre sus profesores?
Para cualquier analista que quiera entender el sistema actual de educación media
superior, le es fácil detectar que una buena parte de los profesores de este sistema no
reúnen las condiciones mínimas paraencargarse de las asignaturas que enseñan, ni
tienen tampoco la vocación de maestros que se observa en los sistemas de educación
básica. ¿A qué se debe esta situación? ¿Cómo puede corregirse?
Hoy la Secretaría de Educación propone modificar las cosas para superar el problema,
sin contar con una estrategia clara para lograrlo y sin analizar qué es lo que se ha hecho
mal, para corregirlo. Entre los más altos funcionarios se piensa que es suficiente con
indicar a los maestros que deben interesar a sus estudiantes en la ciencia, para que las
cosas mejoren, sin contar con mecanismos serios de seguimiento y evaluación que
permitan conocer los avances reales. Mucho me temo que el esfuerzo terminará en un
enorme fracaso.