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Extractos de “Educar para una nueva sociedad”

La persona ante la realidad histórica

40. La realidad del hombre no se explica solo por el universo en el que


habita, sino también por la realidad histórica que va escribiendo con sus propias
decisiones. Es esta historia su realidad más propia. Ella es fruto de los aconteci-
mientos, se enriquece con la tradición y con la expresión de cada persona y
de cada comunidad. La historia, en una palabra, es construcción colectiva.

La persona humana siempre pertenece a una familia y a una comuni-


dad, donde están implicadas las decisiones personales y comunes que se
convierten en un pasado donde se asienta toda persona, son su raíz, pero
también se convierten en el espacio hacia el que se dirige en continuidad
o ruptura, son su futuro.
La ambivalencia propia de todas las acciones humanas, y la constante
búsqueda de nuevas respuestas, mediante la corrección de antiguos erro-
res o por el dinamismo y la creatividad de la vida, hace de esta historia
siempre algo nuevo. El verdadero desarrollo educativo implica una mirada
crítica hacia la historia y una actitud propositiva hacia el futuro.

Educados para la apertura a los demás y la solidaridad

50. La persona no solo se forma en medio de una comunidad desde


la propia familia y en el contexto comunitario al que pertenece, sino que –
también-- aprende las actitudes de convivencia en el respeto y aceptación de
los demás. Más aún, es en relación con los demás que adquiere su madurez y su
sentido.
Uno de los principales valores que conlleva la experiencia comunitaria y
social es el de la solidaridad. “Se trata de la consecuencia de la realidad familiar
fundada en el amor: naciendo del amor y creciendo en él, la solidaridad pertene-
ce a la familia como elemento constitutivo y estructural.”119
Desde la experiencia de una familia que asume el rostro de servicio a las
distintas realidades de la persona, ya sea en sus necesidades básicas de alimen-
tación y bienestar hasta las más fundamentales como el amor o la aceptación,
la persona aprende el principio de la interdependencia entre los hombres en
todos los niveles.

La solidaridad es una verdadera virtud moral, no solo un sentimiento su-


perficial, “es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el
bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos sea-
mos verdaderamente responsables de todos.”120

Reconocer el papel fundamental


de la familia
63. Es básico que cada familia tenga conciencia de su vocación como co-
munidad educativa, como espacio esencial e imprescindible, sujeto activo, lugar
privilegiado y pilar de toda educación humana y cristiana.
Así como los padres de familia tienen el derecho a educar a sus hijos, estos
tienen “el derecho a vivir en una familia unida y en un ambiente moral,
favorable al desarrollo de la propia personalidad; el derecho a madurar la
propia inteligencia y la propia libertad”145.

Cuando se pone el énfasis en el derecho natural de los padres para “ser


reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos”146, se está
señalando la importancia que tiene la familia como estructura fundamental
de la sociedad, por lo que el primer apoyo que debe brindar la sociedad en su
con- junto y las instituciones del Estado en particular, es favorecer la
estabilidad de la misma familia, en orden al acompañamiento de la vida por los
mismos que la comunican.
La familia, como célula originaria de la sociedad es la instancia primordial
donde se genera y va madurando una verdadera educación, donde los hijos asi-
milan los valores humanos y cristianos, donde se vive y practica la solidaridad
entre las generaciones, el respeto mutuo, el perdón y la aceptación del otro,
el amor a la propia vida y a Dios.

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