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2
DESCAMPADO
Ensayos sobre las
contiendas universitarias
[Intervenciones]
3
Permitimos la reproducción completa o parcial de este libro
sin fines de lucro, para uso privado o colectivo, en cualquier
medio impreso o electrónico, con el debido reconocimiento de
la autoría y fuente de los textos, y sin alterarlos. Este permiso
corresponde a la licencia de Creative Commons BY-NC-ND.
Bill Readings
La idea de excelencia..............................29
Alejandra Castillo
Democracia elitista y educación..........79
Willy Thayer
Soberanía, cálculo
empresarial y excelencia....................201
Sergio Villalobos-Ruminott
El invierno chileno como
crisis del orden neoliberal..................223
Agradecimientos...................................267
6
En esa llamada acción estudiantil, los estudiantes
nunca actuaron como estudiantes, sino como
reveladores de una crisis de conjunto, como los
portadores de un poder de ruptura que ponía en
cuestión al régimen, al Estado, a la sociedad.
Maurice Blanchot
7
8
LA UNIVERSIDAD EN RUINAS
A modo de presentación
raúl rodríguez freire y
Andrés Maximiliano Tello
9
II
III
16
reterritorializando a la universidad en nuevos
procedimientos corporativos supeditados al mundo
de los negocios, del management.
La libertad de circulación de la cual goza
hoy la universidad flexible, para diseminarse en
sedes nacionales e internacionales, fragmentarse
en programas de investigación y en ofertas cu-
rriculares, presenciales y virtuales, se traduce
paradójicamente en la hipoteca de su autonomía, tal
como ésta fue pensada modernamente y por la que
se luchó en Chile durante décadas, puesto que la
coincidencia entre universidad y mercado de hecho
significa la reducción de la primera al segundo. Las
murallas reales y ficticias que otrora delimitaron el
espacio universitario, que le otorgaron su soberanía,
se han diluido, de manera que ya no existe un campo
de acción autónomo para la universidad, ni menos
un «campo cultural» que la cobije; habitamos un
descampado –un terreno baldío, parafraseando
a T. S. Eliot– que la universidad contribuye, y no
poco, a mantener. Una universidad líquida, en la
terminología de Zygmunt Bauman.
17
IV
18
sean éstas estatales o neoliberales. Lyotard informó
sobre la condición mercantil del saber universitario
en 1979, veinte años más tarde Derrida pensaba la
(im)posibilidad de una universidad y de un saber
(por venir) sin condición, pues a pesar de que la
Universidad se rinde y muchas veces se vende,
su resistencia y su articulación con otras luchas
todavía es posible, dentro y fuera de los campus.
La universidad sin condición «tiene lugar, busca su
lugar en todas partes donde esa incondicionalidad
pueda anunciarse»13. Su apuesta tiene lugar cada
vez que distinguimos «entre una idea del saber y
un proyecto de utilización técnica»14, a pesar de las
limitaciones que a tal distinción se le impongan. Este
libro se suma a otros esfuerzos semejantes en esa
insistencia, precisamente.
VI
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cuales, basados en el mismo modelo de moderni-
zación, desarrollismo, y temporalidad histórica –el
historicismo–, tienden a fundamentar el diseño
biopolítico de la sociedad con reformas cons-
titucionales, laborales y educacionales orientadas
por idénticos presupuestos normativos. Una vez
establecido este horizonte, el texto interroga la crisis
educacional chilena como sinécdoque de la crisis del
patrón de acumulación global, y resalta la política
reveladora del movimiento estudiantil, que vendría a
desocultar ese proceso de modernización que entraña
la precarización de la vida.
Finalmente, Alberto de Nicola y Gigi Roggero
plantean en sus ocho tesis la necesidad de enfrentar
el arruinamiento de la universidad moderna sin
nostalgias. Describen su nuevo estado como sitio
de control, jerarquización flexible e inclusión dife-
rencial del «trabajo y conocimiento vivo» en el capi-
talismo global contemporáneo. Si bien la institución
universitaria ya no ocupa un lugar central en la pro-
ducción del conocimiento, desbordado por las redes
de información, sigue siendo importante como espacio
de luchas políticas, como sitio del potencial exceso,
expresado en las manifestaciones de estudiantes y
trabajadores precarios que demuestran la posibilidad
de crear agencias antagónicas y de abrir nuevas
alternativas para pensar instituciones orientadas a la
cooperación social y a la construcción común.
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LA IDEA DE EXCELENCIA
Bill Readings1
34
empleado en el procedimiento de evaluación»8. Esta
frase, por supuesto, no tiene sentido alguno, y aun
así se supone que la invocación de la excelencia va
más allá del problema de la cuestión del valor entre
disciplinas, ya que la excelencia es el denominador
común de una buena investigación en todos los
campos. Aunque así fuere, significaría que la
excelencia no podría invocarse como un criterio,
porque no es un estándar fijo para juzgar, sino
un calificador cuyo significado se fija en relación
a algo más. Un bote excelente no es excelente por
los mismos criterios que un avión excelente. De ese
modo, decir que la excelencia es un criterio no dice
absolutamente nada más que el hecho de que el
comité no revelará los criterios usados para juzgar
las postulaciones.
Y el uso del término «excelencia» no se limita
a las disciplinas académicas en la Universidad.
Por ejemplo, Jonathan Culler me ha informado
que los Servicios de Estacionamiento de la Cornell
University recibieron recientemente un premio
por «excelencia en estacionamientos». Esto
significa que han logrado un nivel destacable
de eficiencia en restringir el acceso de vehículos
motorizados. Tal como me señaló, la excelencia
podría haber significado también que se facilitara
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altos y la mayor cantidad de becas, ese profesor
que es la reproducción más fiel del sistema. Pero,
¿quién dice que eso define a un buen profesor? ¿Es
la universidad más rica necesariamente la mejor?
¿Cuál es la relación que se tiene con el conocimiento
cuando se ve a la biblioteca como el lugar en que
éste es acopiado? ¿Es la cantidad la mejor medida
de relevancia para el fondo de una biblioteca? ¿Es
el conocimiento sólo algo que debe reproducirse
desde la bodega o es algo que se produce en la
enseñanza? ¿Por qué habrían de ser los altos funcio-
narios universitarios y los directores ejecutivos de
importantes corporaciones los mejores jueces de
la «reputación»? ¿Qué tienen en común, y no es
acaso preocupante esta compatibilidad? La idea
de reputación, ¿no eleva acaso el prejuicio al nivel
de un índice de valor? ¿Cómo fueron escogidos los
individuos? ¿Por qué se incluye la «encuesta de
reputación» en un ránking diseñado para establecer
reputaciones?
La mayoría de estas preguntas son abstractas, en
el sentido de que son sistemáticamente incapaces de
producir certeza cognitiva o respuestas definitivas.
Preguntas como estas necesariamente darán origen
a un debate mayor, ya que están radicalmente en
conflicto con la lógica de la cuantificación. En efecto,
se han hecho críticas a las categorías usadas (y a
la manera en que son definidas) en el estudio de
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las universidades con la lógica de la contabilidad.
La Universidad y Maclean’s parecen hablar el
mismo lenguaje, por decirlo de alguna manera:
el lenguaje de la excelencia. Pero esto de «hablar
el mismo lenguaje» es un asunto espinoso en
Canadá. Esta encuesta se realiza en un país que es
bilingüe, donde las diferentes universidades hablan,
literalmente, distintas lenguas. Y tras el hecho de
que los criterios están altamente sesgados en favor
de las instituciones anglófonas reside el supuesto
fundamental de que hay un estándar único, un
índice de excelencia, según el cual pueden ser
juzgadas las universidades. Y es la excelencia lo que
permite la combinación de rasgos completamente
heterogéneos, como las finanzas y la composición
del cuerpo estudiantil, en una sola escala. Un indicio
de la flexibilidad de la excelencia es que permite la
inclusión de la reputación como una categoría entre
otras en un ránking que está hecho para definir la
reputación. La metalepsis que hace posible que la
reputación sea el 20% de sí misma es permitida por
la intensa flexibilidad de la excelencia: posibilita
que el error categorial se haga pasar por objetividad
científica.
Sobre todo, la excelencia opera como la divisa
de un campo cerrado. La encuesta permite la
exclusión a priori de todos los asuntos referenciales,
esto es, cualquier pregunta sobre lo que pueda
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como otro bien durable, de modo que la capacidad
de acceder a ella o la relación calidad-precio se
vuelven unas categorías entre otras que influyen
la opción individual. Pensemos en las reseñas de
usuarios sobre qué auto comprar. El precio es un
factor entre otros, y el efecto de la integración de
categorías heterogéneas de clasificación en un único
cociente de excelencia se hace obvio. Escoger una
determinada universidad y no otra se presenta
como algo que no difiere mucho de la evaluación
de los costos y los beneficios de un Honda Civic
contra los de un Lincoln Continental en un año o
periodo dado.
En su edición del 3 de octubre de 1994, el
U.S. News and World Report incluso aprovecha
esta comparación potencial entre la industria
automotriz y la Universidad10. Un artículo dere-
chamente titulado «Cómo pagar la universidad» es
seguido por una serie de cuadros que evalúan las
«escuelas más eficientes» y las «mejores ofertas»,
10 «News You Can Use», U.S. News and World Report 117.13,
3 de octubre, 1994. Páginas 70 a 91. El U.S. News and World
Report no ha limitado su enfoque a la educación de pregrado,
como pareciera sugerir esta edición en particular. Antes, ese
mismo año, publicó una edición especial dedicada enteramente
a «Las Mejores Escuelas de Posgrado de Estados Unidos». Que
dicha edición haya sido patrocinada por una compañía de autos
–específicamente un auto, el Neon de Plymouth y Dodge– es
una ironía que no hay que perder de vista aquí.
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responsabilidad en juego aquí es la responsabilidad
de proporcionar informes administrativos para
grandes corporaciones, algo que se vuelve claro
cuando Borrero Cabal comienza a desarrollar lo
que quiere decir con planificación: «Ya que la
«planificación estratégica» [...] la «administración
por objetivos» [...] y los sistemas de «calidad total»
son debatidos con frecuencia, es natural adoptar
estos medios de planificación que son tan anti-
guos como la humanidad aun cuando no fueran
formalizados hasta finales del siglo XVIII» (197).
Una vez más, se invoca lo «natural». Borrero
Cabal cita una serie de autoridades con el fin de
sugerir que los antiguos cazadores-recolectores
estaban, en efecto, involucrados en una reflexión
sobre la gestión de calidad total, un argumento que
nos recuerda una de las sutiles burlas que Marx
deja caer sobre Ricardo:
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no es sólo un asunto de dinero, es el principio del
costo y el beneficio el que actúa como principio
de traducción. El análisis de costo y beneficio
le da forma no sólo a la contabilidad interna de
la Universidad, sino también a su desempeño
académico (en términos de consecución de metas)
y al lazo social con la Universidad en general. La
responsabilidad social de la Universidad, su ren-
dición de cuentas ante la sociedad, es únicamente
un asunto de servicios prestados a cambio de una
tarifa. La rendición de cuentas es sinónimo de
contabilidad, según el léxico académico.
En este contexto, la excelencia responde
muy bien a las necesidades de producción y pro-
cesamiento de información del capitalismo tec-
nológico, en el sentido de que hace posible una
creciente integración de todas las actividades en
un mercado generalizado, permitiendo a la vez
un mayor grado de flexibilidad e innovación a
nivel local. La excelencia es el principio integrador
que posibilita que la diversidad (la otra consigna
del prospecto de la Universidad) sea tolerada sin
amenazar la unidad del sistema.
El punto no es que nadie sepa lo que es la ex-
celencia, sino que todo el mundo tiene su propia
idea de lo que es. Y una vez que la excelencia ha sido
aceptada de manera generalizada como principio
organizador, no hay necesidad de discutir sobre
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total (gentes, estatuas y edificios de mármol
deslumbrantes), un origen transparente y puro.
Que el rol ideológico de este sujeto ya no sea per-
tinente es por sí mismo un síntoma primario de la
decadencia de la cultura como idea reguladora del
Estado Nación. Por ello los textos clásicos seguirán
siendo leídos, pero los supuestos que requerían un
Departamento de Clásicos para este propósito (la
necesidad de probar que Pericles y Bismarck eran
del mismo tipo de hombres) ya no se sostienen, y
por lo tanto ya no hay necesidad de dar empleo a
un tremendo aparato institucional designado para
convertir a los Griegos antiguos en Etonios ideales
o en Jóvenes Americanos avant la lettre17.
17 Así, los textos antiguos pueden leerse hoy en día de formas
considerablemente más extrañas, formas que reconocen la
discontinuidad histórica sin recuperarla inmediatamente en
términos de una Caída Narrativa como «la gloria que hemos
perdido». Uno de los ejemplos más chocantes de esto es el
reconocimiento contemporáneo por parte de pensadores
como Lyotard de que la noción de Aristóteles de «dorado
punto medio» y de phronesis no tienen nada que ver con los
supuestos del centrismo democrático –produciendo así una
descripción mucho más políticamente radical de la demanda
de Aristóteles del juicio prudente caso a caso. El punto de
Aristóteles en la Ética nicomaquea es que el punto medio se
resiste al individuo y que ninguna regla de cálculo permitirá al
juez arribar a él, ya que lo que constituye un comportamiento
prudente difiere radicalmente caso a caso. He hablado sobre
las implicancias políticas de esta prudencia revolucionaria
en «PseudoEthica Epidemica: How Pagans Talk to the Gods»,
Philosophy Today 36. 4. Invierno de 1992.
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de una serie de grandiosas y ordenadas ciudades,
viendo vuestro enorme presente y su potencial
casi infinito, la riqueza de todo tipo de bienes
así como la energía y la habilidad que hacen de
la riqueza algo ventajoso, hay algo sublime en
la perspectiva de futuro. No crean que estoy
apelando de manera complaciente a lo que se
entiende comúnmente como orgullo nacional...
El tamaño no es la grandeza, y no es el territorio
lo que constituye a una nación. Hay una gran
pregunta que sostiene la verdadera sublimidad
y el terror de un destino sobresaliente: ¿qué es
lo que van a hacer con todas estas cosas? ¿Cuál
será el fin del que ellas serán el medio? ¿Están
realizando un experimento nuevo en política a
la escala más grande que el mundo haya visto
hasta ahora?18
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incluso del vínculo social contractual, a favor de una
estructura de corporación burocrática autónoma.
En el mismo sentido, uno puede entender el
argumento que ya he planteado con respecto al
estatus de la globalización como un tipo de nor-
teamericanización. La norteamericanización
global de hoy (a diferencia del período de la Guerra
Fría, de las guerras de Corea y de Vietnam) no sig-
nifica predominio nacional norteamericano, sino
un descubrimiento global de la falta de contenido
que hay en la idea nacional norteamericana, la
cual comparte la vacuidad de sus relaciones de
transacción monetaria y de excelencia. A pesar
de la enorme energía invertida en intentos por
aislar y definir una norteamericanidad en los
programas de Estudios Americanos, uno podría
leer estos esfuerzos nada más que como intentos de
enmascarar la ansiedad fundamental que produce
el hecho de que en cierto sentido ser estadounidense
no significa nada, que la cultura norteamericana se
convierte cada vez más en un oxímoron estructural.
Me parece significativo en esta tendencia el hecho
de que una institución tan prestigiosa y central en
lo que respecta a la idea de cultura norteamericana
como la Universidad de Pennsylvania haya decidido
recientemente eliminar su programa de Estudios
Americanos. En una nación que se define por una
cierta desconfianza hacia la intervención estatal
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a la reforma es «sobre todo, un resurgimiento de las
aspiraciones del 68... Pero un resurgimiento discreto
y calmo»22. Nunca se especifica de quién son esas
aspiraciones a las que se refiere, pero resulta que
1968 significaba, sobre todas las cosas, apertura. Y
las dos características de esta nueva apertura son
–el lector estará poco sorprendido de saberlo– la
integración y la excelencia:
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La excelencia expone las tradiciones premoder-
nas de la Universidad a las fuerzas del capitalismo
de mercado. Son eliminadas las barreras puestas
al libre intercambio. Un ejemplo interesante de esto
es la decisión del gobierno británico de permitir
que los politécnicos puedan cambiar su nombre a
universidades. El Oxford Polytechnic se convierte
en la Brooks University, así sucesivamente. Esta
clásica maniobra libremercadista garantiza que el
único criterio de excelencia sea la performatividad en
un mercado expandido. Sin embargo, sería un error
pensar que esta es una movida ideológica por parte del
gobierno conservador. La decisión no fue motivada
primariamente por un interés en el contenido de lo
que se enseña en las universidades o los politécnicos.
Aun cuando pareciera que la tendencia de los
politécnicos a formar lazos con las empresas –con
el interés de incorporar entrenamiento práctico
en los grados académicos– aviva la corriente de
anti intelectualismo pequeñoburgués en el partido
conservador británico, también es cierto que el trabajo
de la Escuela de Estudios Culturales de Birmingham
tuvo su mayor impacto en los politécnicos. Por esto
la repentina redenominación de los politécnicos
como universidades se comprende mejor como una
movida administrativa: la ruptura de una barrera
a la circulación y a la expansión mercantil, análoga
a la derogación de leyes suntuarias que permitió la
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74
El corolario de esto es que debemos analizar la
Universidad como un sistema burocrático más que
como un aparato ideológico, que es el modo en que
la izquierda la ha considerado tradicionalmente.
Como sistema autónomo más que como instrumen-
to ideológico, la Universidad ya no debiera pensarse
como una herramienta que la izquierda puede usar
para otros propósitos que los del Estado capitalista.
Esto explica la facilidad con que los ex Alemanes
Occidentales han colonizado las universidades de
lo que fue alguna vez la República Democrática
Alemana (RDA) desde la reunificación. Las univer-
sidades de la antigua RDA han sido purgadas de
aquellos considerados aparatchiks políticos del
régimen de Honecker. No han ocurrido, sin embar-
go, purgas similares en las universidades de la ex
Bundesrepublik, pese a que no se suponía que la
reunificación fuera una conquista del Este por parte
del Oeste. Es decir, el problema no se presenta como
un conflicto entre dos ideologías –que hubieran
necesitado purgas en ambos lados–, sino como un
conflicto entre el Este, donde la Universidad solía
estar bajo control ideológico, y el Oeste, donde se
suponía que la Universidad era no ideológica.
Por supuesto, las universidades occidentales
tenían un enorme rol ideológico que cumplir durante
la Guerra Fría, y hay mucho que decir sobre los
casos particulares. Pero en general a uno le choca
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Puede que la exigencia de manos limpias en
las universidades alemanas o en la política italiana
sea presentada como un deseo de renovar el apa-
rato estatal, pero pienso que se entiende mejor
como producto de una incertidumbre general con
respecto al rol del Estado: un llamado a sacar las
manos. Un deseo como este –complejo y a menudo
contradictorio– puede producir, como en Italia,
alianzas tan paradójicas como la de los Fascistas
Integracionistas (el MSI) con los separatistas (la Liga
Norte). Es notable que esta alianza haya tenido lugar
bajo el paraguas de la organización curiosamente
transparente de Berlusconi, Forza Italia, cuyo
nacionalismo es la evocación de un cántico del fútbol,
y cuya pretensión de gobernar se basa en una dudosa
afirmación de éxito comercial. Si puedo ofrecer un
extraño diagnóstico de esta evidente paradoja, sería
que la alianza se da entre aquellos que desean que
la pregunta por la comunidad en Italia ya no sea
planteada –ya sea porque el Duce podría regresar
con una respuesta sobre lo que significa ser italiano
e imponerla con violencia brutal (la Lega le dirá a la
gente que «sea regional»)– o porque Berlusconi nos
dará la confianza de que esa no es una pregunta, de
que la respuesta es tan transparente y obvia como la
bruma que emana del televisor o como la camiseta
celeste usada por un futbolista. Berlusconi no ofrece
un nacionalismo renovado –como podría llevarnos
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DEMOCRACIA
ELITISTA Y EDUCACIÓN
Alejandra Castillo1
Democracia elitista
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aceptar o rechazar a las personas que pueden
gobernarle. Ahora bien, un aspecto de esto puede
expresarse diciendo que la democracia es el go-
bierno del político»1.
En este encuadre, la democracia anuda su
significado a tres adjetivos: pluralista, elitista y
equilibrada. Pluralista en la medida que funciona
en una sociedad de sujetos con diversos intereses
(consumidores y empresarios); elitista debido a que
el papel principal en el proceso político es asignado
a los grupos dirigentes que se escogen a sí mismos;
equilibrada porque debe estar atenta a contrape-
sar la oferta y la demanda de las mercaderías
políticas2.
Lejos de la retórica de los derechos y la igualdad
con que habitualmente se asocia a la democracia, la
democracia elitista es un mecanismo para elegir y
autorizar gobiernos. ¿Quiénes participan? Las elites
(grupos autoelegidos de políticos) organizadas en
partidos políticos. Como señala David Held, la
democracia elitista es «un arreglo institucional
para llegar a decisiones políticas –legislativas y
administrativas–, confiriendo a ciertos individuos
1 Joseph Schumpeter. Capitalismo, socialismo y democracia.
Barcelona: Ediciones Folio, 1976. Páginas 284 a 285.
2 Lenguaje híbrido entre política y mercado de las democracias
elitistas que en Chile puede ser revisado, por ejemplo, en un
libro como el de Eugenio Tironi. Radiografía de una derrota.
Santiago: Uqbar Editores, 2010.
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modo, sino que produce lo que es entendido
como política. Esta transformación de la idea de
democracia pasa también por la incorporación de
los medios de comunicación masiva, que estarán
centrados en las acciones de ministros y ministras.
De ahí que sea casi obligatorio pasar por el Ejecuti-
vo para tener alguna posibilidad de llegar a ser
Presidente o Presidenta de la República, a pesar
de que no se tenga experiencia en política, que se
perciba su cargo como técnico y no se milite.
En Chile esta transformación elitista de la
democracia comenzó a tener lugar durante el
gobierno de Ricardo Lagos, entre 2000 y 2006. Al
entender la política desde estas coordenadas, no
podemos dejar de mencionar el gesto presidencial
de nombrar a cinco ministras, respondiendo «a
un compromiso suscrito durante su campaña»16.
Asimismo fue relevante la nominación de Michelle
Bachelet, primero como Ministra de Salud, para
que luego pasara a la cabeza del Ministerio de
Defensa. ¿Qué hubiese pasado si Ricardo Lagos,
obedeciendo a algún otro ejercicio de contrapeso,
no hubiera vuelto a nombrar a Michelle Bachelet
como ministra, esta vez en la cartera de Defensa?
¿Hubiera ella llegado a ser Presidenta? Son pregun-
tas que nos llevan a la política de ficción, sin duda.
La educación de la excelencia
96
calidad de la educación. Al adoptarse un modelo
productivo de conocimiento basado en la eficiencia
y la cuantificación se termina por eliminar todo
vínculo entre el espacio universitario y el espacio
público y político. Esta desvinculación se da
por dos razones: la primera tiene que ver con el
sistema de control externo, centrado en la eficiencia
administrativa con que son evaluados los distintos
planteles universitarios. Este sistema de control es
avalado por el Estado y promovido por las distintas
agencias acreditadoras, instituciones privadas que,
en afinidad con un modelo democrático elitista,
delegan a una minoría de profesores funcionarios
la fiscalización y el control de la mayoría de los
docentes que conforman el sistema universitario
chileno. En relación a esta forma de control sobre
las universidades y la manera en que es concebido
el rol de los docentes se ha determinado que «las
competencias sitúan a los docentes en un plano
técnico, es decir, los descalifican profesionalmente,
al traducir en formas transparentes –medibles,
cuantificables y acumulables– las habilidades
profesionales»22.
Si tuviera que indicar algunas de las consecuen-
cias que trae consigo la adopción de este modelo de
22 F. Angulo Raco y S. Rendón Pantoja. Competencias y conte-
nidos: cada uno en su sitio en la formación docente (2011),
citado en José Carlos Bermejo. La maquinación y el privilegio.
El gobierno de las universidades. Madrid: Akal, 2011. Página 13.
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científicas, cuyo único idioma ya es prácticamente
el inglés»23. Bien se puede afirmar que esta forma de
entender la producción de conocimiento es afín al
neoliberalismo, puesto que sanciona negativamente
cualquier otra forma de generación de conocimiento
exterior a las universidades y el circuito de las
revistas estandarizadas.
Para terminar no está demás retomar el inicio
de este texto: toda política implica una estética que
visibiliza sujetos, funciones y tiempos. Nuestra polí-
tica estética se enmarca en una democracia elitista
instituida en Chile con la Constitución de 1980,
puesta en marcha por los expertos y técnicos de
los gobiernos de la Concertación, y hecha explícita
con todos sus contornos durante este gobierno
de derecha. Si políticos, expertos y técnicos han
generado una sociedad cada vez más injusta y una
educación de clases, quizás sea necesario cambiar
el marco: cambiar la Constitución.
100
Notas sobre la
inteligencia precaria
(o sobre lo que los
neoliberales llaman
capital humano)1
raúl rodríguez freire
a Miguel Valderrama
103
104
y Pinochet, los descubrimientos de Freud y Darwin,
la constitución de Jaime Guzmán y la reforma de
Harvard, pero también la radicalidad sesentaiochista,
los muchos mayos. Como acertó a decir E. B. Tylor, «el
presente está tejido de múltiples pasados», de manera
que nuestro tiempo está dominado por la heterocronía
y nuestro futuro depende de la capacidad que tengamos
de recuperar la radicalidad de tiempos anacrónicos, de
hacerlos supervivir2, de articular históricamente el
pasado en la búsqueda de la democracia por venir.
107
108
XIX sí, y son muchos los que aún viven en ese
tiempo, de ese tiempo. Pero el mundo de Rousseau,
Diderot, Danton –comprendería años después– ya
no era el mío. No sólo porque ellos habían vivido
en un continente distinto y hace casi dos siglos. No
era una cuestión solamente de tiempo y espacio.
No lo era simplemente porque el mundo que ellos
forjaron e iluminaron –y que algunos aún llaman
modernidad (errada o incompleta, lo mismo da)–
dejó de existir hace unas décadas. De ese mundo
hoy tan solo quedan unas ruinas que avanzan sobre
todo aquello a que dieron lugar, incluido el modelo
de la Universidad moderna, que emergió de las
entrañas de la Revolución Francesa4. Corolario: ya
no hay Universidad moderna, ya no hay profesores ni
estudiantes, únicamente empresas y trabajadores.
112
educacional a partir de marzo de 1981. El debate
sobre la educación como bien de consumo había
sido instalado en Chile cinco años antes: Rolf Lüders,
uno de los alumnos más destacados de Chicago,
señalaba en la revista Qué Pasa del 25 de marzo de
1976 que «la educación es el caso típico de un servicio
que debiera ser financiado por los que perciben
beneficios de él. De hecho, la educación universitaria
se puede concebir como un proceso de inversión»8.
Lüders reiteraría sus dichos el año de la reforma,
ahora a través de La Tercera del 14 de abril de 1981; a
su juicio, las universidades «ofrecen ciertos servicios
docentes, de investigación y de difusión. Existen,
por cierto, personas que demandan esos servicios, y
por lo mismo, se crea el mercado correspondiente».
Un mes antes, Jaime Guzmán y Hernán Larraín
salían en defensa de la nueva ley y de esta norma
en particular. Señalaron que se justificaba en virtud
de un presupuesto ético, pues terminaba con la
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El hombre ya no está encerrado, sino endeudado
Gilles Deleuze
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la fuerza de trabajo académica conllevan que una
gran mayoría de estudiantes están siendo formados
por trabajadores del saber superexplotados, que
en total llegan a enseñar hasta diez cursos por
semestre con tal de armarse un ingreso mensual, y
no siempre por doce meses continuos. Ya no tenemos
ingresos, sino flujos de ingresos, sin posibilidades
de investigar ni de diferenciar el tiempo de ocio y
el tiempo de trabajo –esta división correspondía al
fordismo–, enseñando con un cuerpo y una mente
poco activos, repitiendo un mismo programa en
varias universidades para así encontrar algún tiempo
que permita leer y seguir lubricando la máquina; sin
oficina, sin salud, sin seguridad. La Universidad-
empresa es por tanto la degradación de la enseñanza
y del aprendizaje83, el fin del estudiante y el fin de esa
figura del profesor que nuestras lecturas imaginaron
y que no llegamos a conocer. La deuda convierte al
estudiante en trabajador desde el momento en que
firma su Contrato de Capital Humano avanzado –u
otro similar–, y lo mismo ocurre con el académico,
convertido ahora en un capitalista de sí mismo que
se mueve en el mercado ultraflexibilizado a la caza
de sus rentas: un lumpen-profesorado al que se le
precarizó la vida y la inteligencia84.
83 Marc Bousquet. How the University Works. Higher Edu-
cation and the Low-Wage Nation. New York / London: New
York University Press, 2008. Página 8.
84 Cary Nelson y Stephen Watt. Academic Keywords: A Devil’s
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156
Contra la educación
gubernamental.
Fragmentos para una
crítica de los bienes
Andrés Maximiliano Tello
157
158
cuestionamiento de ese orden fáctico y la distorsión
de la nominación de los bienes como tales puede
afectar la jerarquía de los órganos, que se mantiene
gracias a la expulsión de todo movimiento que, al
igual que el de los estudiantes, sea en realidad una
manifestación de la política. Se trata de una curiosa
consecuencia de las metáforas de cuerpo político,
órganos institucionales u organismos económicos
internacionales, que refieren principalmente a
la administración de los bienes y sin embargo a
la vez rechazan su problematización política. El
movimiento, entonces, nos da la oportunidad de
volver a cuestionar la ordenación y la definición de
los bienes que se lleva a cabo en el cuerpo político
y en los organismos institucionales, y nos permite
ver cómo (re)aparece la política.
164
por derecho, escape a las reglas de la economía»8.
No obstante, la administración fáctica del acceso9
8 Maurizio Lazzarato. Por una política menor. Madrid: Trafi-
cantes de sueños, 2006. Página 132.
9 La noción de acceso resulta clave no sólo en el conflicto edu-
cacional –donde la retórica del gobierno repite una y otra vez
que su objetivo es «garantizar el acceso a una educación de
calidad»–, sino también en la mutación de los bienes inma-
teriales y culturales en el capitalismo contemporáneo. En su
libro La era del acceso. La revolución de la nueva economía
(Barcelona: Paidós, 2000), Jeremy Rifkin sostiene que el aco-
plamiento de tecnologías de la información y la comunicación
en una economía-red transforma gran parte de las nociones
y formas tradicionales del capitalismo, porque desmaterializa
sus bienes en el despliegue de una economía ingrávida, lo cual
volvería obsoletas ideas clásicas como la propiedad privada, sus-
tituyéndolas por producciones sociales y expresiones culturales
redefinidas mediante relaciones de acceso. No obstante, para
desazón del diagnóstico sociológico, lo cierto es que la figura del
acceso no surge de forma espontánea en medio de una revolución
económico-tecnológica a fines del siglo XX, ni tampoco es una
novedad histórica, puesto que de una u otra forma ha recorrido
un camino adyacente con la administración y la consagración
de los bienes en Occidente. Esta figura revela ya en su propia
etimología esa problemática más compleja y de larga data como
accessus –entrada a un lugar o acción de acercarse a una cosa
u objeto (accĕdere)–, pero también en la subacepción jurídica
de accessĭo (accesión), un modo de dominio –según la antigua
jurisprudencia romana– que al ser aplicado como principio reco-
noce un derecho de propiedad amplio al dueño de un bien sobre
la cosa en cuestión y sobre lo que ésta produce o se le adjunta;
los romanos no elaboraron una diferencia sistemática entre
occupatio y accessĭo, de modo que los glosadores en el Medioevo
la ensayarían y luego, por su uso en los siglos siguientes, llegaría
a su forma actual. Por otro lado, y en relación a su papel en la
165
15 Ibid. Página 9.
170
5
180
el fomento de estos últimos bienes, «la inestabilidad
de su posesión», el riesgo de que éstos sean
violentados o usurpados y «su escasez constituyen
el principal impedimento de esta [ventaja]»28. Para
Hume, tales contrariedades son imposibles de
solucionar con un recurso a la idea de justicia ni a
su consideración como principio natural capaz de
inspirar en los individuos el respeto mutuo; la única
salida sería un artificio: una convención en la que
todos los miembros de la sociedad participen, que
asegure la estabilidad de la posesión de los bienes
y su goce en paz. Pero este artificio funciona no en
virtud de una promesa, sino «en un sentimiento
general de interés común»; es decir que cada
uno deja gozar a otros de sus bienes sólo si esto
redunda en su propio interés, al reportarle un
beneficio similar29. La instalación discursiva de
este sujeto de interés a comienzos del siglo XVIII
es entonces clave para la nueva gubernamentalidad
liberal, que encuentra su formulación más conocida
en la mano invisible que promueve el interés
público como el fin de las actividades económicas
individuales, que inicialmente no lo consideraban.
Consecuentemente, «al perseguir su propio interés,
[el sujeto económico] promueve el de la sociedad
10
186
la propiedad es un derecho natural, este derecho
natural no es social, sino antisocial»36. A pesar
de estos razonamientos, la propiedad y los bienes
privados se habían convertido en el principio
intocable del gobierno desde mucho antes, a tal
punto que ya Rousseau reconocía, preocupado por
el problema de la recaudación de fondos públicos,
la existencia de una alternativa amarga: «entre
dejar que el Estado perezca o tocar el sagrado
derecho de propiedad consiste la dificultad de una
justa y sabia economía»37. Durante el siglo XX
esta disyuntiva se intentaría resolver probando de
diversos modos ambos extremos. Reconociendo
ese límite sagrado y tal vez a disgusto, el filósofo
de la soberanía del pueblo no podía ir más allá de
eso que John Locke fijara por primera vez en el
horizonte de la gubernamentalidad: la preeminencia
de la propiedad privada. En su Second Treatise, de
1690, Locke establece que la propiedad referida
al individuo está integrada por tres elementos: su
vida, su libertad y sus bienes; es decir que naturaliza
la propiedad subsumiendo en ella al propio ser
viviente. Asimismo, con su hipotético modelo del
estado de naturaleza, Locke dio a entender que los
190
oeconomicus. Tal emplazamiento gubernamental
consiste en una administración económica de las
poblaciones que abandona los procedimientos
imperantes hasta el siglo XVII. A partir de esto
se puede diferenciar también el liberalismo
dieciochesco de la reconfiguración neoliberal del
gobierno durante el siglo XX, donde la cuestión
fundamental ya no es el laissez-faire del Estado
hacia el mercado, para convertirse en un principio
activo de formalización de la competencia, aunque
también de formalización del propio Estado y
su legitimidad. Los principios formales de una
economía de mercado se vuelven entonces el índice
de un arte general para gobernar la sociedad.
En ese sentido, si la Escuela de Friburgo tuvo su
oportunidad de poner en práctica dicho principio
de formalización en el llamado milagro económico
alemán, podríamos decir que la Escuela de Chicago
tuvo la suya en el llamado milagro económico
chileno.
12
191
13
Glosa
200
Soberanía, cálculo
empresarial y excelencia
Willy Thayer
203
204
ellos Tomás Moulian y Eduardo Sabrovsky, han
denominado revolución, ya sea militar, capitalista,
o silenciosa.
Lo que transita o muta mediante la dictadura
soberana sería también la soberanía misma. Ese
tránsito o mutación de la soberanía lo sería, dicho
esquemáticamemente en la nomenclatura técnica
propia de la filosofía política contemporánea o de
las pragmáticas deconstructivas del biopoder, un
tránsito desde el paradigma soberano de gobierno
según la decisión y la excepción al paradigma
gestional-empresarial-transnacional de gobierno
de poblaciones según el cálculo financiero.
Creo que esta testificación del libro de Möncke-
berg hay que asociarla a otra de sus investigaciones
periodísticas, específicamente una publicada en
2001, que tiene por título El saqueo de los grupos
económicos al Estado chileno3.
206
soberanas entre lo público y lo privado, el amigo y
el enemigo, la excepción y la ley, la paz, la guerra y
el terror, el soberano y el comisario, etcétera; a la
vez, desata lo que el ala schmittiana de la Alianza
por Chile que hoy gobierna llamaría el Anticristo...
o postmodernidad, como dice la izquierda dogmá-
tica, reaccionando conservadoramente al resque-
brajamiento homogeneizante del Katekhon o
contención organicista, y al arribo del Skhaton,
la incontinencia, la nihilización neoliberal de la
soberanía y la organicidad de las oposiciones
binarias representacionales, jerarquizantes.
207
208
violencia fundadora la democracia soberana tiene
que conservar lo fundado, lo apropiado, resguardar
su acumulación originaria, la propiedad producida,
distribuida y fomentada, propiedad que incluye
como botín suyo, también, lo que excluye en su
inclusión.
210
La vanguardia popular puso a circular en demo-
cracia, como democracia de masas, a las masas
oprimidas por la democracia, radicalizando la
democracia; esto es, haciendo visible su principio
policial de gobierno sin romper su verosímil
constitucional. Aunque, cabe consignarlo, entre
la multiplicidad de vectores heterogéneos que se
desplegaban como vanguardia popular no todos ni
necesariamente los menos se dejaban contener en
dicho verosímil constitucional, y más bien buscaban
excederlo. Excederlo, pero siempre en términos
soberanos, fundacionalistas, ya sea afirmando un
mundo de productores libres trabajando en un
taller sin amos o enarbolando la dictadura soberana
del pueblo.
La Unidad Popular, en su multiplicidad de
vectores parlamentarios y vanguardistas, averió
rotundamente el fetiche de la democracia soberana,
la exhibió como régimen violento. Hizo visible que
la paz democrática se sustentaba principalmente, si
bien no exclusivamente, en la tenencia de las armas,
es decir, en la tenencia del poder de fuego; hizo
visible que el que tiene el poder de fuego tiene la
paz, es propietario de la paz, propietario del fetiche
de la democracia como paz. Pero lo que no se hizo
visible, lo que no se erosionó, creo, con la Unidad
Popular – y esta es una hipótesis mucho más que un
juicio categórico– es el paradigma de la soberanía,
211
10
212
11
213
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13
14
217
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16
218
cotidianeidad, el movimiento estudiantil. Y a ello
quería referirme para cerrar.
17
18
219
19
20
221
222
El invierno chileno
como crisis del
orden neoliberal
Sergio Villalobos-Ruminott
224
sistema de asignación de becas, beneficios sociales
alternativos y pases para transporte público
gratuito y permanente. La Confech representa a las
federaciones de estudiantes de las universidades
tradicionales agrupadas en el Consejo de Rectores
de las Universidades Chilenas (CRUCH), entre las
cuales están la Federación de Estudiantes de la
Pontificia Universidad Católica de Chile (FEUC),
la Federación de estudiantes de la Universidad de
Chile (FECH) y la Federación de estudiantes de la
Universidad de Concepción (FEC) como las más
importantes. Rápidamente las demás universi-
dades participantes en el CRUCH, junto a diversas
instituciones privadas de educación superior, se
plegaron a dichas demandas, que subsecuente-
mente se expandieron también a las reivindicacio-
nes específicas de los estudiantes secundarios,
tanto del sector público como del privado. En
este sentido, el asunto en cuestión no es y nunca
fue de carácter técnico o administrativo, sino que
compete a la problemática misma de la educación
en general y a su condición estratégica para la
sociedad. Tanto así, que acá intentaré mostrar
cómo las diversas manifestaciones estudiantiles
del año 2011 no solo se inscriben, a nivel mundial,
en las protestas contra la globalización neoliberal
que se han desarrollado desde el Medio Oriente
hasta el mismo corazón de Europa, desde El Cairo
225
226
social en la toma de decisiones estratégicas, tales
como las nuevas políticas de energía del gobierno.
228
junto con la presión internacional, han reabierto
las heridas dejadas por la inconclusa transición a la
democracia en el país; también han producido una
reacción caracterizada por el revival de la agresiva
retórica anticomunista propia de una derecha
dura y militarizada, esa que todavía considera a
Pinochet como un salvador providencial. Esta re-
politización del debate público, con su anacronismo
distintivo, ha despabilado la memoria colectiva de
las luchas contra la dictadura militar en las jornadas
de protestas nacionales en la década de 1980. Sin
embargo, los estudiantes parecen entender de
mejor forma la complicidad estructural entre el
gobierno y los principales partidos de oposición, y
se muestran profundamente escépticos con respec-
to a los procedimientos de la política formal, más
aun después de la domesticación de la marcha de
los pingüinos en 2006, por parte del gobierno de
Michelle Bachelet.
La tarea más urgente para el gobierno como
para la oposición, por lo tanto, no es encontrar una
solución adecuada a las demandas estudiantiles,
sino neutralizar su protagonismo político, por
medio de la redirección del debate hacia las ins-
tituciones democrático-formales enmarcadas en
el orden constitucional fundado por el régimen de
Pinochet y puesto a funcionar durante la transición.
Repitiendo el principio sagrado de la seguridad
229
231
4 Rancière, Disagreement.
En este sentido, los estudiantes resultan ser una no-identidad
diseminada socialmente y cruzada por múltiples lógicas de po-
der. Más que pensar su direccionalidad estratégica según el
lugar que ocupan en la división social del trabajo, o según su
pretendida pertenencia de clases, expresan la proliferación de
formas transversales de la existencia en el plexo de un régimen
de acumulación axiomático.
232
de acumulación flexibles del capitalismo contem-
poráneo.
Esta referencia también nos ayuda a enfatizar
algunas características distintivas del llamado
invierno chileno. En primer lugar que, desde su
brutal inauguración hasta sus últimos días, fue
un régimen caracterizado por una refundación del
contrato social de la nación. En efecto, con la nueva
constitución de 1980 y con la implementación
sistemática de las prioridades neoliberales –priva-
tización del sector público, desregulación de
la economía, políticas impositivas liberales,
precarización del empleo, etcétera– era sólo
cuestión de tiempo para que algo similar ocurriera
en el sector educativo. Y así fue que, muy pronto
y de manera coherente, la privatización como
mecanismo para compensar la falta de recursos
financieros resultante de la nueva orientación no
intervencionista del Estado –característica distintiva
de la nueva economía política diseñada por los
Chicago Boys y entusiastamente implementada en
Chile en la década de 1980– se extendería hasta las
políticas educacionales5. El eufemismo utilizado
para dicho proceso fue una racionalización, pero
la supuesta racionalidad implicada partía de la
234
un nuevo acuerdo basado en la definición política
del orden social, que puede ser efecto de procesos
colectivos instituyentes o, simplemente, fruto de
una fundación vanguardista –como en el caso de la
instauración del orden neoliberal en Chile– que se
legitima ex post facto, presentándose como proceso
de desarrollo necesario6.
A comienzos de la década de 1990, coinciden-
temente con el proceso transicional, esta tendencia
fue acentuada como resultado de lo que se presentó
como un nuevo contrato social entre el Estado, el
sector privado y la sociedad civil7. Si la proliferación
de instituciones de educación superior de carácter
privado fue una consecuencia directa de las políticas
educacionales de la dictadura, la desregulación
propuesta con anterioridad fue radicalizada por la
llamada ley Brunner en esos años, lo que explica
no solo el empobrecimiento de las universidades
públicas y tradicionales sino también la decadencia
6 La necesaria discusión sobre los procesos instituyentes
y la fundación de un nuevo contrato social se encuentra,
ejemplarmente, en el libro de Boaventura de Sousa Santos
Toward a New Legal Common Sense: Law, Globalization
and Emancipation (New York: Butherworths, 2004). Tiene
edición en castellano: Sociología Jurídica crítica: Para un
nuevo sentido común del derecho. Madrid: Trotta, 2009.
7 Por ejemplo: José Joaquín Brunner, Hernán Courard y
Cristián Cox. Estado, mercado y conocimientos: políticas
y resultados de la educación superior chilena 1960-1990.
Flacso: Santiago, 1992.
235
236
Badiou. En otras palabras, no debiera ser una
sorpresa que los mismos actores políticos respon-
sables de importantes decisiones en relación al
sistema educativo también pertenezcan o hayan
pertenecido a los directorios de corporaciones
financieras y educativas afectadas por tales políticas
–el mencionado caso Lavín es la punta del iceberg8.
A esto se suma la escandalosa situación relativa a
los acuerdos entre los bancos y el Estado que regula
los préstamos universitarios en el país: préstamos
con intereses desproporcionados y con una garantía
estatal llamada Crédito con Aval del Estado (CAE).
No sorprende que hoy tanto los intereses aplicados
a los préstamos como el costo de los aranceles
hagan de la educación chilena, proporcionalmente
hablando, la más cara en el mundo9.
8 Ver los monumentales trabajos de María Olivia Mönckeberg,
La privatización de las universidades en Chile. Una historia
de poder, dinero e influencias (Santiago: Copa Rota, 2005) y
El negocio de las universidades en Chile (Santiago: Ediciones
B, 2007).
9 «Datos de la Organización para la Cooperación y el Desa-
rrollo Económico (OCDE) consignan que, a precios relativos,
la Educación Superior (ES) en Chile es la más cara del orbe.
Con un valor promedio de US$3.400 anual, el arancel do-
méstico equivale al 22,7% del PIB per cápita, superior al
de naciones como Estados Unidos, Inglaterra, Australia
y Japón», en «Chile, la educación superior más cara del
mundo» (http://aquevedo.wordpress.com/2011/07/05/
chile-la-educacin-superior-ms-cara-del-mundo/). El va-
lor de la matrícula se ha incrementado en más del 100% en
237
240
dos décadas, la distribución del ingreso en el país es
una de las más inequitativas en el mundo13.
De manera coherente con lo anterior, la reducción
de los seres humanos a la condición de recursos y
materiales productivos está obviamente en el eje
de la política neoliberal; es decir, constituye el
predominio sustantivo del Homo economicus y
de la consiguiente degradación de la existencia
a la condición de vida desnuda o precarizada14.
Para referir someramente al análisis de Foucault,
si bien la reducción de la vida a su condición de
recurso productivo caracteriza la lógica de acumu-
lación capitalista en el largo plazo, adquiere una
preponderancia indesmentible en la emergencia
del neoliberalismo, complementando la onto-
teología propia de la metafísica occidental con
una antropología que continúa y radicaliza el
humanismo constitutivo de esta tradición, cuya
manifestación palmaria estaría en la biopolítica
destinada al control total de la existencia y a la
administración del momento de la muerte15.
En ningún lugar este proceso se ha desarrollado
de manera tan explícita como en Chile, donde la
248
lógica oposicional que lleva a la posibilidad de
tales cambios históricos. El antagonismo, como
diría Ernesto Laclau, no es una condición natural
de las luchas sociales, sino el efecto de prácticas
históricas específicas de oposición contra hege-
mónica22. Por esto la reivindicación de educación
gratuita para todos es fundamental, no porque
con ella se resuelva el problema, sino porque en
ella se concentran la serie de determinaciones que
definen la particular situación nacional y, por lo
mismo, su implementación lleva directamente
al cuestionamiento del orden constitucional de
1980; es decir que reactiva los procesos sociales
constituyentes como una forma de oposición a
la lógica del capital, esto es, como recuperación
de lo político-público, hoy secuestrado por la
racionalidad económica y calculabilista, y por los
expertos.
No debiera sorprender entonces que la agenda
estudiantil se intercepte con los intereses de
otros sectores –la hasta hace poco denominada
izquierda extra parlamentaria, por ejemplo– y
coincida al menos en un punto común: el llamado
a una asamblea constituyente para producir una
nueva y más democrática constitución. Esta es la
22 Sin ir más lejos: Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hege-
monía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de
la democracia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica,
2004).
249
23 Ver el ensayo de Bill Readings que abre este libro, «La idea
de excelencia».
250
concebir las movilizaciones como la irrupción de
lo político en medio de la democracia neoliberal
chilena, es decir, en medio de un régimen organiza-
do en torno a un pequeño número de instituciones
financieras pertenecientes a unas cuantas familias
adineradas, trabajando en conjunto con unas
cuantas compañías extranjeras privilegiadas. De
esta forma, las movilizaciones sirven para hacer
visible lo que estaba formalmente invisibilizado por
los discursos de la transición y de la globalización:
que la injusta situación socioeconómica de la
mayoría del país en los últimos veinte años se
perpetuó y radicalizó, lejos de resolverse con los
simulacros simbólicos de reconciliación nacional.
Es en este sentido que hemos invocado a Rancière.
Pero, por otro lado, después de más de ocho meses
de demostraciones, las movilizaciones han caído
inevitablemente en una suerte de rutina. Su lideraz-
go carismático ha adquirido un lugar reconocible
–y por ello anticipable– en el debate político, y el
gobierno con la oposición parecen haber triunfado
en reorientar el debate hacia la configuración del
presupuesto fiscal para el año 2012, estrategia que
tiende a fracturar la encomiable unidad estudiantil,
dada las diferencias entre los más escépticos y los
más realistas. Obviamente, después de años de
gobiernos transicionales incapaces de resolver el en-
démico problema educacional, para no mencionar
251
252
del orden. En este sentido, si la victoria real requiere
más que la mera interrupción de la distribución de
lo sensible, cualquier romantización de la multitud
se muestra también como insuficiente en la medida
que lo que está en juego acá es una concepción por
un lado crítica del capitalismo y por otro lado atenta
a las formas de auto-organización popular, no para
fetichizarlas sino para potenciarlas.
En tal caso, lo que Daniel Bensaïd llamó «el
retorno de la estrategia»24 no implica necesaria-
mente una elección entre alternativas mutuamente
excluyentes: o partidos políticos tradicionales
o una nueva organización política mesiánica; o
la auto-afirmación de la multitud o una forma
más tradicional de antagonismo de clases; o
la izquierda dogmática tradicional o el castizo
socialismo reformado del nuevo milenio. Resolver
estas tensiones e imaginar un horizonte distinto a
la administración biopolítica de la vida es menos
la responsabilidad de los estudiantes que de la
humanidad en general, y de una izquierda dispuesta
a reformularse para oponerse al salvajismo del
actual proceso de acumulación capitalista sin dejar
de imaginar un mundo mejor.
De alguna manera que no me cabe antici-
par, habría que combinar una crítica implacable
254
Ocho tesis sobre
la Universidad, la
jerarquización y las
instituciones DEL común
Alberto de Nicola y Gigi Roggero1
256
segmentación de la fuerza de trabajo se basan en el
conocimiento y en el control de la producción del
conocimiento. Pero la universidad no es el único
lugar de tal control, puesto que hay un desborde
de la producción de conocimiento desde las ins-
tituciones educativas: se extiende a las redes de
cooperación social. Estas redes son ambivalentes,
una combinación conflictiva de autonomía y
mandato capitalista, de luchas por la libertad y
de resultados mercantilizados. Por lo tanto, en
el amplio contexto metropolitano la universidad
se vuelve cada vez menos central dentro de las
jerarquías del capitalismo. Sin embargo, sigue
siendo un gran lugar de concentración espacio-
temporal de la fuerza de trabajo.
257
258
de instituciones autónomas de Black Studies fue
una acoplamiento de represión brutal e inclusión
diferencial. Esto es evidenciado –como lo demostró
Noliwe Rooks recientemente– por las estrategias
de la Fundación Ford y su selectiva financiación
de los programas de Black Studies, que favorece
a los moderados y margina a los radicales. Por lo
tanto, el gobierno contemporáneo de la universidad
reclama la inclusión con el fin de poder controlar.
Pero eso también implica que tal gobernabilidad
es un proceso que se abre continuamente a la
crisis y se funda en la imposibilidad de las formas
clásicas de gobierno del trabajo vivo. Como ha
sido espléndidamente descrito por Mezzadra y
Neilson, dentro de este marco la producción de
fronteras se convierte en el dispositivo principal
de la gobernabilidad y la multiplicación de los
regímenes del trabajo: las fronteras no son líneas
que dividen mediante procesos de inclusión y
exclusión, sino aéreas de jerarquización móviles,
flexibles y cambiantes.
259
260
del poder laboral. Por otra parte, los actores de la
clase creativa desean reclamar sus derechos legales
en el régimen de inclusión diferencial, pero lo hacen
sin ponerlo en cuestión.
261
262
sido completamente desarrollado, sino que se lo
ha mezclado con la conservación del poder feudal
académico. Sin embargo, esto no contrasta con la
tendencia a la corporativización. Por el contrario,
el poder feudal es la vía particular a través de
la cual el modelo corporativo es traducido en el
sistema universitario italiano. La interrupción de
la traducción capitalista en la universidad global
no significa volver a la universidad nacional de
cultura, sino plantear el problema de la traducción
–es decir, la traducción heterolingüe– desde el
punto de vista del trabajo como conocimiento
vivo. La traducción heterolingüe se refiere a la
relación entre la composición de clase técnica y
política, entre la singularidad y la producción del
común, y esto también se refiere a la comunicación
de las luchas. Esta traducción se mueve en una
dimensión del espacio-tiempo autónoma, que cruza
el avión global capitalista pero no coincide con él.
Quienquiera que hoy use el modelo historicista
y tradicional de centro-periferia no será capaz
de analizar el desarrollo global capitalista. Ante
todo, será incapaz de ver que este modelo fue roto
por las luchas y la irrupción de los márgenes en el
centro.
263
264
universales. El gran tema de las instituciones
implica la necesidad de ir más allá de la dialéctica
entre acción institucional y acción anti-institucional.
Vivir en las ruinas implica desarrollar luchas y
resistencias contra la universidad corporativa,
contra las fronteras y contra la construcción
inmediata de las instituciones en común. Como ha
mostrado Edu-factory, en el mundo hay muchas
experiencias de autoformación, universidades
autónomas y redes organizadas de producción
de conocimiento antagónico. Ahora, el problema
principal es su organización y traducción en las
instituciones del común. Es decir, instituciones
continuamente abiertas a su propia subversión,
no universalistas sino basadas en singularidades
irreductibles, que apunten hacia la construcción
del común y del comando colectivo dentro de la
cooperación social.
265
266
AGRADECIMIENTOS
268
Sobre los autores
269
270
Gigi Roggero es investigador postdoctoral
en el Departamento de Política, Instituciones
e Historia en la Universidad de Bolonia,
Italia. Es un miembro del consejo editorial de
WorkingUSA y de los colectivos Edu-Factory
y Uninomade. También escribe regularmente
para Il Manifiesto. Ha publicado Intelligenze
fuggitive. Movimenti contro l’universit
à-azienda (2005), Introduzione all’archivio
postcoloniale (2008) y La produzione
del sapere vivo. Crisi dell’università e
trasformazione del lavoro tra le due sponde
dell’Atlantico (2009), publicado también
en inglés durante 2011. Es coautor de
Futuro anteriore: Dai «Quaderni Rossi»
ai movimenti globali. Ricchezze e limiti
dell’operaismo italiano (2002).
271
272
Hegemonía y Antagonismo. El imposible
fin de lo político, que reúne las conferencias
de Ernesto Laclau en Chile, y se encuentra
a punto de publicar su libro Soberanías
en suspenso.
273
274
SANGRÍA EDITORA
Narrativas contemporáneas
1. El arca (bestiario y ficciones de treintaiún narradores
hispanoamericanos), compilación de Cecilia Eudave
y Salvador Luis
2. Los perplejos, Cynthia Rimsky
3. Segundos, Mónica Ríos
4. Caracteres blancos, Carlos Labbé
5. Carne y jacintos, Antonio Gil
6. La risa del payaso, Luis Valenzuela Prado
7. El hacedor de camas, Alejandra Moffat
En preparación
8. Los extremistas, Gonzalo Ortiz Peña
9. Retrato del diablo, Antonio Gil
10. Alias el Rocío, Mónica Ríos
11. Ñache, Felipe Becerra
Intervenciones
1. Cuál es nuestro idioma, varios autores
2. Descampado. Sobre las contiendas universitarias.
raúl rodríguez freire y Andrés Maximiliano Tello, editores
Monumentos frágiles
1. La Cañadilla de Santiago. Su historia y tradiciones. 1541-
1887, Justo Abel Rosales.
Edición de Ariadna Biotti, Bernardita Eltit y Javiera Ruiz
Texto en acción
1. El cielo, la tierra y la lluvia, José Luis Torres Leiva
2. Johnny Deep (Juanito Profundo) y la vagina de Laura Ingalls,
Alejandro Moreno Jashés
3. Chile, logo y maquinaria, Andrés Kalawski
4. La amante fascista, Alejandro Moreno Jashés
5. Berlín no es tuyo, Alejandro Moreno Jashés
6. Loros negros, Alejandro Moreno Jashés
7. Chueca / Partir y renunciar, Amelia Bande
En preparación
8. Art Cards / Fichas de arte, Gordon Matta-Clark
9. Verano, José Luis Torres Leiva
10. Los clásicos, Andrés Kalawski
11. Norte, Alejandro Moreno Jashés
12. Into Onto, Annette Knol & Amelia Bande
Ensayo
1. Las novelas de la oligarquía chilena, Grínor Rojo
En preparación
2. El arte agotado, Sergio Rojas
3. Las novelas de aprendizaje chilenas, Grínor Rojo
4. Catástrofe y trascendencia en la narrativa
de Diamela Eltit, Sergio Rojas
5. Máquina vertida, Guadalupe Santa Cruz
6. Las novelas de la dictadura chilena, Grínor Rojo
276
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