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CONCEPTO DE REGION
“No hay en el grandioso país argentino -dice Canal Feijoo- región tan histológicamente integrada y
unificada por encima o por debajo de los limites interiores formales o convencionales como está el
Norte”.
Esta integración reposa en la disposición objetiva de las cosas de la naturaleza, en los vínculos
creados por su dilatado proceso histórico que nace del tiempo precolombino, en la estructura
étnico-social y en un acervo* cultural que distingue al viejo Norte del resto del país.
EL TUCUMAN HISTORICO
Diversos fueron los nombres que sirvieron para designarla. El más antiguo es de “tucma”, nombre
de un cacique seguramente anterior a la conquista española, dio origen a la voz “tucmanahaho”,
o sea “pueblo de Tucma” en lengua cacana. Dos siglos antes que Lozano, utilizara la voz Tucumán
Garcilaso de la Vega y el Licenciado Juan de Matienzo oidor de Chacras.
Cuando los caminos de la civilización venían del Perú se decía que Tucumán comenzaba en Jujuy,
abarcaba el país de los diaguitas, Juries y comechingones, y confiaba con el Alto Perú por el norte,
con el Gran Chaco por este, con el Rio de la Plata por el sur y con la cordillera de Almagro o
Nevada por el oeste.
Con la exclusión de Córdoba, el Tucumán paso a ser el Norte de la época patria y una vez realizada
la conquista del Chaco, a fines del siglo pasado, surgió la palabra diferenciadora de Noroeste,
imponiendo el vocablo N.O.A. con el que se identificaron seis provincias: Jujuy, Salta, Tucumán,
Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja.
Durante el tiempo indígena fue la región más pobladas y de mayor nivel cultural. Desde comienzos
de la Era cristiana florecieron distintas culturas sedentarias agro-alfareras que trabajaban metales,
especialmente bronce y oro. Vivian en pueblos y tenían un sistema de ideas y prácticas religiosas.
Antes de la llegada de los españoles, los diaguitas estaban recibiendo la influencia del imperio
incaico. Habíase iniciado en 1480 bajo el reino de Túpac Yupanqui. Hacia 1840 el Tahuantinsuyo*
había incorporado al Tucumán. Los incas construyeron pucaraes (fortalezas) con el concurso de
mitimaes de origen aymará.
Ana María Lorandi formula la hipótesis de que si bien el imperio incaico no ocupo las tierras bajas
de Bolivia y Tucunan, hubo grupos de ese origen parcialmente transculturado a las pautas del
altiplano que jugaron un rol importante en la defensa de la frontera oriental contra los chiriguanos
en el norte y los lules en el sur. Ese sería el caso de las colonias instaladas en Cochabamba, Ocloya
al oeste de Humahuaca, Tarija y de los “Juries” ocupados en la defensa de la frontera Tucumana.+
*Tahuantinsuyo: en quichua, las cuatro regiones Coyasuyo, Antisuyo, Contisuyo y Chichasuyo.
POBLACIONES ORIGINARIAS
La época de los desarrollos regionales se caracteriza por un fuerte crecimiento demográfico, por la
aparición de sociedades pujantes, territorios bien controlados y defendidos desde los pucarás. Se
destacaron Calchaquí, Tastil, Yocavil y Belén en las provincias de Salta, Tucumán y Catamarca. Al
Norte, y en relaciónmás estrecha con el altiplano estaban los núcleos de Tilcara, Humahuaca, Yavi
y Casabindo en la provincia de Jujuy. Más al sur operaban los centros de Sanagasta y Aimogasta,
en La Rioja, y de Angualasto, en San Juan.
Al producirse el siglo X las sociedades que concentraban el poder político y religioso colapsaron. La
Aguada en la zona central del noroeste y el poder económico y político de Tiwanaku, la situación
de la región fue de profundos cambios entrando en competencia estas sociedades. En el proceso
se entrelazaron los logros tecnológicos previos y las antiguas tradiciones culturales con los nuevos
fenómenos demográficos, políticos y económicos
El tránsito a la nueva época, más civil, llevó a un gran desarrollo regional.Estas sociedades
presentaron como característica la inhumación de niños en unas cerámicas, decoradas con caras
antropomorfas o zoomorfos, y geométricos pintados. Los lugares de vivienda eran villas con pocas
casas. A mediados del siglo XIII estaban en funcionamiento centros poblados. En esos núcleos con
tendencia al desarrollo urbano se inició el clima de florecimiento regional.
Humahuaca y Tastil: uno de los desarrollos sociales y políticos más complejos que
ocurrieron en los andes meridionales. Su sustento un sistema agrícola ganadero.
La tecnología tuvo avances en textiles, lapidaria, industria del hueso y de la madera, la
metalurgia y una producción de cerámica.
Calchaquí y Yocavil: la región de mayor complejidad socio-política, fue el principal
escenario de las guerras contra el dominio español. 11 núcleos importantes integraban
estos poblados, constituidos por terrazas de cultivo, canales de irrigación y drenaje.
Belén: centros ubicados en la cúspide de cerros o en mesetas con fines defensivos, su
centro hegemónico fue Loma Negra. El dominio político de Belén dejo sus huellas en los
asentamientos de Taton, Misha y Batungasta, como en la iconografía cerámica.
Sanagasta y Angualasto: se desenvolvieron, entre los siglos X y XV d.C., poblaciones en
estrecha relación con los valles de Hualfín y de Abaucán. La agricultura desarrollada en
fajas aluviales con irrigación, la ganadería y la caza. Es posible que la explotación minera
haya estado desarrollada en las sierras. La modalidad constructiva de paredes de barro
caracterizo a esta región, con extensos barriales sin piedras.
Tucumán fue descubierta en el S. XVI y colonizada por las corrientes conquistadoras provenientes
del Perú y Chile. La expedición de Almagro señalo las primeras referencias concretas de la
existencia regional del noroeste, al regreso de la conquista chilena. El Tucumán se presentaba
como la proximidad tentadora y el paso previo a la conquista total de la tierra nueva.
Diego de Almagro (hijo) juntos a sus partidarios terminaron con la vida de Pizarro, en su palacio
limeño. Ante la llegada del Licenciado Cristóbal Vaca de Castro, enviado para establecer una
Audiencia en Lima y asumir el mando de la acefalia, Almagro se retiró al Cuzco sin obedecerle.
IDEOLOGIAS DE LA CONQUISTA
También tuvo como propósito acabar con las guerras civiles en el Perú, por ello, Vaca de Castro,
pregono una serie de expediciones con lo que la tierra quedaba así “descargada” de ese potencial
peligro.
Hacia 1542, después de la batalla de Chupas, el Perú quedo pacificado y su gobernador, licenciado
Vaca de Castro se vio en la necesidad de alejar tantos soldados.
Se nombró para la expedición de Tucumán a Rojas, entre cuyos méritos pesaba su trato a los
indígenas como signo de preocupación evangelizadora hispánica.
Con esos claros objetivos se organizó la expedición de Diego de Rojas a quien cabe el título de
verdadero descubridor del Tucumán. Desde Cuzco emprendieron la marcha en la primera
quincena de mayo de 1543 divididos en tres columnas, la primera de ellas formada por 100
hombres a cuyo frente iba Rojas.
Atravesaron la puna jujeña y por cuesta de Ancay llegaron a Chicoana donde se detuvieron un
tiempo en los Valles Calchaquíes, internándose después de cruzar el Aconquija en llanuras de
Tucumán.
Rojas con su columna, entraron a tierras de los Juríes en jurisdicción santiagueña. Diego resulto
herido por un flechazo en la pierna y, en pocos días, murió víctima de horribles dolores a causa de
un misterioso veneno usado por los indios, en Mocacaxa, denominación dada a Maquijata.
De allí surgieron los enfrentamientos entre los expedicionarios, tomo el mando don Francisco de
Mendoza, quien siguió rumbo al sudeste hasta encontrar el cauce del rio Dulce y marcho hacia
Soconcho, allí fundo el real de Medellín, sin embargo un incendio destruyo esta ciudad y obligo
seguir marcha hacia el sur, siendo abandonada la primera población levantada por descubridores
en Santiago del Estero.
Francisco de Mendoza mando de vuelta a Felipe Gutiérrez y su mujer, deshonrados por la injusta
sospecha de envenenar a don Diego. Se propuso seguir y llego al Paraná a la altura del fuerte
Sancti Spiritus, desde donde emprendió el regreso desalentado.
Cuando los restos dispersos de la expedición de Rojas volvieron al Perú se encontraron con otra
trágica noticia. Había estallado nuevamente la guerra civil – en verdad la tercera y última de las
guerras civiles entre españoles del Perú- como consecuencia del intento de aplicar las nuevas leyes
de Carlos I por parte del virrey Blasco Núñez Vela y la resistencia de encomenderos y capitulares
dirigidos por Gonzalo Pizarro.
El 18 de enero de 1546, luego de haber sido vencido en Añaquito, Blasco Núñez Vela fue
decapitado en el campo de batalla, quizá cuando Pizarro vislumbraba la posibilidad de constituirse
en soberano de un reino independiente en el Perú.
Fue necesario el envió de una nueva autoridad con plenos poderes del rey. El Licenciado Pedro de
La Gasca traía la capacidad diplomática suficiente para volver las cosas a su lugar.
La Gasca obro con capacidad y cautela. Fruto de esa acción seria la fundación de La Paz,
encomendada al Capitán Alonso de Mendoza, el gobierno de Chile dado a Pedro Valdivia, el envió
de Diego Centeno con socorros al Paraguay y la conquista de Tucumán confiada a Juan Núñez De
Prado. Partió desde Potosí el 8 de octubre de 1549 acompañado de 60 hombres y tres sacerdotes,
el presbítero Hernando de Gomar y los dominicos Gaspar de Carabajal y Alonso Trueno.
Llego Núñez de Prado a Chicoana, lugar ya conocido que poblaban los pulares cerca de Cachi y
siguió por los Valles Calchaquíes la misma ruta de Rojas. La expedición penetro a territorio
tucumano y Núñez de Prado fundo al sudoeste de la ciudad de Monteros, la ciudad del Barco el 29
de Junio de 1550. La bautizo en honor a su homónima hispana Del Barco de Ávila, Cuna del
Licenciado Pedro de La Gasca, presidente de la Audiencia de Lima. El lugar coincidía con el mismo
valle donde después estuvieron emplazado San Miguel de Tucumán y Cañete, cercana del Rio
Escaba.
CONFLICTOS Y TRALADOS
En noviembre de 1550, al hallarse explorando tierras de Tipiro, Prado recibió noticias de una
partida hispana que merodeaba en las proximidades y cometía vejámenes contra indios. Se
trataba de una columna comandada por el Capitán Francisco de Villagra en cargado de llevar
socorro a Pedro de Valdivia desde el Perú.
Los ataco en la madrugada y tuvo un total fracaso. Se impuso en superioridad numérica los
españoles invasores, cuyo número desconocía Prado. Villacorta exigió la firma de actas y
documentos que lo hacían reconocer la jurisdicción chilena y la autoridad de Valdivia.
El asedio de los indios y el incendio de sus casas obligo a Núñez a realizar un nuevo traslado.
La concesión otorgada a Valdivia por La Gasca aclaraba que en caso de conflictos jurisdiccionales la
prohibición era acudir a la fuerza, siendo obligatorio dejar a quien hubiere poblado.
Se emprendió la marcha en marzo de 1553 y luego de recorrer los traslados en busca de Prado,
Aguirre llego en la noche del 20 de mayo a la Ciudad del Barco.
Al día siguiente se hizo reconocer por el Cabildo, mandando devuelta al Perú a los partidarios de
Prado, entre ellos los frailes Carvajal y Trueno, celosamente custodiados, y cuando fue hallado
Núñez lo envió preso a Chile.
Fray de Eudoxio de Jesús Palacios, sacerdote mercedario y distinguido historiador, afirma “que
toda traslación presupone la existencia de la cosa trasladada”. Agregando Vicente Sierra que no es
suficiente cambiarle el nombre y reemplazar a unos miembros del cabildo por otros para estimar
que el traslado sea una nueva fundación.Para los que vivieron aquellos años fundacionales ambas
ciudades son una sola y misma realidad.
En todos estos casos la crítica histórica indica como fundador al quien la pobló primero, nunca al
que realizo traslados o cambios de nombre. Solo Santiago del estero es el único caso en que
resulta ser fundador quien solo traslado y dio nuevo nombre a la ciudad.
Conviene saber que la ciudad de Santiago del Estero después del traslado efectuado por Aguirre
1553 sufrió otros. Así, el gobernador Felipe de Albornoz, autorizado por real cedula, concreto el
cuarto traslado, por las inundaciones, corriéndose hacia el oeste a un kilómetro donde la acento
Aguirre.
ULTIMAS INVESTIGACIONES
La comisión especial del Academia Nacional de la Historia dictaminaron que la ciudad de Santiago
de Estero fue fundada por Francisco de Aguirre el 25 de julio de 1553, “a pedido del gobierno de la
provincia”, fundamentándose en
la actas del cabildo santiagueño con fechas del 14 de abril de 1774: señala que los
cabildantes se han reunido para organizar la fiestas del patrono de la ciudad, el apóstol
Santiago, cuyo día era y es el 25 de julio “en memoria de que en días semejantes
introdujeron las armas españolas el santo evangelios y se hizo la primera fundación de
esta dicha capital”
El santo evangelio no fue introducido por Aguirre, sino por Núñez del Prado a quien acompañaron
3 sacerdotes, Gomar (murió) Trueno y Carabajal fueron expulsados por Aguirre por lo tanto no
pueden referirse a este.
El dictamen reconoce los méritos de Núñez del Prado sugiriendo en el futuro monumento en
homenaje a Aguirre se dé un lugar a la figura del primero “en hazañas a que le fueron comunes”
El concepto de trasladar no es sinónimo de fundar. Para que una ciudad pueda ser fundada de
nuevo es necesario que, previamente, haya desaparecido y ese no es el caso de la ciudad del
Barco, que fue trasladada sin dejar de existir
Aguirre encarta al rey de 23 de diciembre de 1553, dice: “porque habrá dos años escribimos a
vuestra merced lo sucedido en esta ciudad de Santiago del Estero. Porque Aguirre estando en
Santiago dice que hace dos años (es decir en 1551) aún se llamaba Barco por que el traslado y
cambio ya sabemos que lo hizo Aguirre en 1553.
El doctor Levillier a quien cita la Academia Nacional para dar su dictamen, refiriéndose a Juan
Cano, expresa: “asistió a la fundación de Barco III hasta que Aguirre se apodera de ella y la
reasentara con el nombre de Santiago de Estero (Biografía de Conquistadores). Este reitera en la
misma obra, cuando habla de remudar la ciudad del Barco III, de Núñez del Prado. En la Historia de
la Nación Argentina (tomo III) publicado por la Academia, Levillier reafirma que : “Aguirre 1553
después de haberse apoderado del Barco III y haber trasladado ese pueblo bautizándolo Santiago
del Estero” y para cerrar estas citas documentales el testimonio de Guillermo Furlong, miembro
de la Academia, en su libro Arquitectos Argentinos durante la dominación Hispania, dice: “cuando
Garay repobló la ciudad de Buenos Aires en 1580, Núñez de Prado ya había fundado a Santiago del
Estero en 1550”.
Furlong y Levillier, y tantos otros dan como indudable la identidad del Barco con Santiago del
Estero, dictaminaron lo contrario en la Academia Nacional de Historia.
Y si como dice la Academia para justificar su dictamen que Santiago tuvo nueva jurisdicción,
nuevos vecinos, nuevas encomiendas, esto obedeció al hecho de fuerza obrado por Aguirre.
Debe tenerse como fundador de Santiago del Estero al capitán Juan Núñez del Prado, y como
fecha fundacional la de 24 de junio de 1550 en que fue establecida la ciudad del Barco, y señalar la
del 24 de diciembre de 1553 como la correspondiente del traslado efectuado por el capitán
Francisco de Aguirre.
FUNDACIONES EN EL TUCUMAN
Santiago del Estero merece ser llamada “Madre de Ciudades” pues de su seno salieron los
hombres, bienes y expediciones fundadoras de las poblaciones del interior
1. En 1558 se fundó Londres, en el Valle de Quimil, expedición realizada por Juan de Zurita
2. En 1559 Córdoba de Calchaquí y Cañete, expedición realizada por Aguirre, en su segundo
gobierno, y su sobrino Diego de Villarroel.
3. En 1567 Diego de Pacheco funda Nuestra Señora de Talavera, luego llamada Talavera del
Esteco, en1592 fue trasladada por Ramírez de Velazco a Nueva Madrid de las Juntas. Al
año siguiente desaparecería por un terremoto.
4. En 1573 Gerónimo Luis Cabrera funda Córdoba de la Andalucía y San Luis sobre el rio
Paraná, pero esta no sobrevivió.
5. En 1577 Gonzalo de Abreu fundo San Clemente en territorio salteño, y en territorio de
Rosario de la Frontera, San Clemente de la Nueva Sevilla.
6. En 1582 Hernando de Lerma funda San Felipe de Lerma en el Valle de Salta
7. En 1591 Ramírez de Velazco funda la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja
8. En 1592 Nueva Madrid de las Juntas
9. En 1593 Francisco de Algañaras y Murguía ( mandado por Ramírez de Velazco) San
Salvador de Velazco
10. En 1683 Fernando de Mendoza Mate de Luna funda Fernando del Valle de Catamarca
11. En 1865 traslado de San Miguel de Tucumán a La Toma
La diócesis de Santiago del Estero comprendía el territorio del antiguo Tucumán siendo su primer
titular fray Francisco de Victoria.
Los reyes católicos gozaron de privilegio de patronato, la iglesia queda así en una verdadera
dependencia del Estado. El Patronato fue beneficioso durante tres siglos los reyes enviaron
religiosos a América.
El Rio de la Plata al ser separada de Lima, en 1547, Asunción fue la sede del primer obispado que
existió en el Rio de la Plata, el obispado de Buenos Aires se erigió en 1620 separándose del de
Asunción.
En 1570, fue creada la diócesis de Tucumán con sede en Santiago del Estero, en 1699 seria
trasladada a Córdoba.
Así como Santiago del Estero ha sido denominada “Madre de Ciudades”, de igual modo le
corresponde el “Madre de Iglesia” en la Argentina, no solo porque aquí residieron los primeros
sacerdotes y religioso que iniciaron el apostolado, sino porque en ella tuvo sede el primer
obispado de nuestra patria y su Catedral fue madre de todas las que después fueron erigiéndose
En 1577 el monarca español encontró en la persona de fray Francisco de Victoria el titular para
proveer la sede de Santiago del Estero que seguía vacante.
El primer día de febrero de 1580, Victoria arribaba a la ciudad de Lima y en carta al gobernador
Lerma le prometía encontrarse en Charcas para septiembre a la vez que le designaba como su
vicario al Pbro. Hernando Morillo y se entregaba, con afán, a lograr los recursos necesarios para
“socorrer a las paupérrimas iglesias de la provincia”, preocupación que lo tuvo en Potosí más
tiempo de lo prudente.
Lerma señala que el obispo más le interesaba los bienes materiales que los cuidados espirituales
de sus diocesanos, calificándolo como un codicioso.
Fueron muchos los conflictos entre Lerma y los clérigos, a pasar que el obispo trato de
congraciarse con el gobernador. Este encuentro tuvo lugar durante la fundación de la ciudad de
Salta. Lerma llevaba prisioneros al deán Salcedo, al sacerdote García y a los frailes mercedarios,
por haber hecho frente a sus potencias y abusos de poder.
En 1583, el gobernador Hernando de Lerma era reemplazado por el ilustre Juan Ramírez de
Velasco, este también choco con Victoria, con quien desde un principio no se pudo entender.
Comprendió el rey Felipe II la necesidad de la fundación que solicitaba obispo y gobernador desde
tiempo antes “donde pueden ser criados los mancebos en ciencia de virtud y letras”, según lo
pedía monseñor Trejo y Sanabria y, por decisión del 25 de julio de 1609, mando erigir un Colegio
Seminario de Ciencias Morales bajo la dirección de los jesuitas de Santiago del Estero.
ANALISIS DEMOGRAFICO
LEYES PROTECTORAS
Ordenanzas de Abreu
Del gobierno de Abreu en el Tucumán han quedado las ordenanzas que dictara sobre el buen trato
a los indios, y que, entre otras, pueden recordarse entre los afanes de la Madre Patria por
defender a los aborígenes.
Abreu tomo las ordenanzas del virrey Toledo, las que mejor se adaptan a Tucumán, y que no
fueron otras que las que dictara Toledo para los yanaconas de Charcas.
El servicio de los aborígenes era necesario para la subsistencia del Tucumán, porque si no se
sembraba se perecía de hambre.
Abreu acordó con los encomenderos el derecho de obligar a los indios a reducirse en pueblos,
hacer la iglesia y trabajarla tierra. Trabajaban una semana para el encomendero y la otra
atendiendo su propia chacra. Tenían prohibido el amancebamiento y la embriaguez. Se prohibía
hacer trabajar a las indias embarazadas, comprar o vender indios.
Ordenanzas de Alfaro
Llego a Santiago del Estero el 2 de marzo de 1611 reuniéndose con el gobernador Quiñones de
Osorio, su antecesor Alonso de la Rivera, el provincial los jesuitas P. Diego de Torrez y el obispo
Trejo y Sanabria de quien tomo parecer y consejo.
En esta junta se estudiaron las ordenanzas dictadas años atrás por el gobernador Abreu,
resolviéndose modificar el sistema de las encomiendas y servicios personales, por ser
considerados injustos, y ante esta junta, Alfaro hizo aprobar las ordenanzas para el Tucumán.
El cabildo secular de Santiago del Estero y los cabildos de las otras ciudades se dirigieron al rey
apelando ya que los indios no trabajaban, no se había sembrado, el hambre y la peste hacían
sentir su amenaza.
ECONOMIA Y SOCIEDAD INDIGENA DESDE EL TIEMPO COLONIAL HASTA EL SIGLO XIX
Las sociedades indígenas que en el siglo XVI, los conquistadores encontraron en el actual territorio
argentino, sucumbieron pronto en su mayoría. Algunas arrasadas por epidemias; otros
exterminados, sufrieron drásticas bajas en la población debido a las condiciones laborales
realizadas para los encomenderos, y su cultura se diluyo junto con la sociedad tradicional. Así
ocurrió en Córdoba, Santiago del Estero, el Litoral y muchos grupos del Noroeste que no llegaron
al siglo XVII.
Pero otras sociedades conservaron la independencia, así ocurrió hasta 1667 con los calchaquíes y
hasta la década de 1880 con las tribus pampeano-patagónicas, centro chilenas y chaquenses.
El noroeste argentino, de larga tradición agrícola, hizo lugar a nuevas plantas entre sus maíces,
porotos, zapallos y ancas, quínoa, papas y otros tubérculos. Fue probablemente temprano el uso
de hortalizas europeas, especialmente arvejas y habas.
Entre los aborígenes Mendocinos, el cultivo de ambos cereales parece más precoz.
Los mapuches también tenían una rica tradición agrícola. Pronto fueron entusiastas cultivadores
de trigo y cebada, sembrados al comenzar el frio y cosechados en primavera.
Los mapuches aprovecharon vides, manzanos y durazneros, que los españoles abandonaron al huir
de la ofensiva aborigen sobre Osorno y Villarrica.
Antes de los europeos, América tuvo pocos animales domésticos. Algunos (no todos) tenían
perros, guaraníes, mapuches y otros, tenían patos y los mesoamericanos criaban pavos. Los
pueblos andinos tenían llamas alpacas y cobayos. Pero no había ganados de gran porte para carne,
ni mucha oferta de bestias de cargar. Por eso la influencia europea fue más notable en estos
rubros que en los cultivos.
En el país, uno de los primeros animales adoptados por los aborígenes fue el perro. Los españoles
llevaron los primero caballos a Asunción en 1541 y aunque eran escasos los guaraníes
consiguieron algunos antes de 1544. En años siguientes hubo trueques similares posiblemente con
guaraníes y guaycurúes. Los últimos pudieron apoderarse de animales escapados de asunceñas.
En 1629 nos enteramos que al carne de caballos integraba la dieta de algunas tribus de frentones
(tobas, mocovíes y abipones).
En el siglo XVIII también montaba gente de habla mataco-mataguaya y Lule-vilela, también los
montañeses del noroeste usaron caballos al menos en la guerra. Durante el gran alzamiento del
noroeste iniciado en 1630, se multiplicaron los casos de calchaquíes a caballos.
Al sur charrúas y otros pueblos de Entre Ríos y la Banda Oriental han de haber conseguido sus
primeros equinos a fines del siglo XVI con las primeras estancias española en la región.
La zona bonaerense fue una de las áreas de difusión del caballo en las pampas. Los primeros
llegaron con pedro de Mendoza en 1536. Los aborígenes aprendieron a usarlos y a fines del siglo
XVI los pampas cercanos a la segunda Buenos Aires ya eran expertos jinetes.
En el norte de la Patagonia es posible que los indígenas aprendieran a montar en la segunda mitad
del siglo XV. Este uso del caballo introdujo costumbre españolas inversiones propias de los pueblos
pampeanos-patagónicos, se los entreno para habilidades especiales, como correr con las patas
enredadas en boleadoras o galopar en médanos y pantanos.
Hacia 1557 en cuyo los indígenas de la zona compraron ovejas en Chile y en los Valles Calchaquíes,
es probable que los primero ovinos cayeron en manos indígenas durante los alzamientos de la
década de 1560 y con los abandonos de los poblados españoles
Desde el S. XVI al se extiende el periodo histórico durante el cual los españoles conquistaron y
sometieron a parte de los pueblos que habitaban el actual territorio argentino. Los tres siglos del
periodo colonial concluyeron con la población indígena diezmada por guerras, epidemias, exceso
de trabajo y malos tratos, y con la mitad de los indios.
Las distintas zonas ambientales que habitaban los grupos indígenas no se corresponden con los
actuales límites internacionales, ni interprovinciales, ya que estas sobrepasan las fronteras y
atraviesan el territorio argentino.
Los pueblos de la Mesopotamia santiagueña: son los primeros pueblos asentados en las
tierras bajas, estaba situada en las tierras bañadas por ríos Salado y Dulce en la actual
provincia de Santiago del Estero, esta zona consistía en una extensa planicie cubierta por
un denso monte de algarrobos y chañares, que estaba bañada por dos importantes ríos.
Sus relaciones con otros pueblos eran muy frecuentes, y los españoles se sorprendieron de sus
habilidades y buena predisposición hacia los intercambios. Su asentamiento aldeano era más
inestable debido al oscilante curso del rio que, en cada inundación, obligaba al desplazamiento.
Los andinos incas llamaban “juries” a los pobladores de Santiago, los consideraban gente salvaje y
semi-sedentaria, el inca estableció una alianza con ellos, para que colaboraran con la defensa de la
frontera oriental del imperio, contra los avances de los chiriguanos.
Los españoles dejaron de llamarlos juries y los diferenciaron por tonocotes y lules de acuerdo a su
lengua.
Los pueblos de las sierras centrales en Córdoba: en medio de tierras bajas situadas al sur
de la Mesopotamia santiagueña estaban los pueblos de lengua sanavirona y, yendo hacia
el sur luego de cruzar una extensa zona con salares, seguían los mismos pueblos que
paulatinamente se iban entremezclando con otros de lengua comechingones que
habitaban las sierras centrales en la actual provincia de Córdoba. Practicaban la agricultura
temporal y a veces con riego, también la caza y la recolección cobraba importancia.
Los pueblos de la zona cuyana: los indios huarpes estaban en la zona seca cuyana, los
cursos de agua determinaban la formación de oasis húmedos que permitían una
instalación humana que aprovechaban recursos muy dispares según las estaciones. El
territorio ocupado por las actuales provincias de San Juan, Mendoza y quizás parte de La
Rioja.
Se relacionaron pacíficamente con los primeros españoles que llegaron a Chile y no ofrecieron
ninguna resistencia.
El norte argentino estuvo poblado por numerosos grupos organizados en distintos rangos de
complejidad política y por lo tanto con diferentes niveles de estratificación social. Las poblaciones
vecinas al actual sur boliviano participaban más intensamente de las prácticas corrientes en el
mundo Andino Central y se adaptaron con mayor facilidad a situaciones de dominio estatal. A
medida que se avanzaba hacia el sur aumentaba el rechazo de las imposiciones y paralelamente se
acrecentaba la vocación de conservar la autonomía política y cultural, acompañada por un
aumento de fragmentación política.
En los valles calchaquíes residían jefaturas importantes, los pueblos se escalonaban entre la Puna y
el fondo del valle, o entre los pisos altos de la cierra y las yungas (vertientes cálidas y boscosas)
orientales.
Los caciques del Tucumán habrían disfrutado de un poder más débil, con mayor fragmentación del
poder ocasionando mayores dificultades al conquistador para dominarlos, los españoles tardaron
bastante tiempo en reconocerlos en comprender que frente a esa fragmentación política no
podían aplicar los mismos recursos de dominio y colonización que habían utilizado los Andes
Centrales.
La fragmentación política dio como resultado una multietnicidad, que se vio acrecentada porque,
durante el periodo de dominio inca, el Cuzco instalo en la región varias miles de colonos
(mitimaes) que controlaban a las poblaciones locales. Esta situación multiplico los conflictos en
tiempos coloniales, porque los originaros trataban de recuperar los territorios que el inca les había
mutilado y provocaban constantes guerras interétnicas.
Estos “caciques más principales” provocaron confusiones en los europeos y en los que intentaron
escribir esta historia. Unos y otros consideraron que esos líderes ejercían dominio o control sobre
amplísimos territorios , y así como los españoles esperaban que una vez abatidos estos caciques
todos los pueblos sujetos a ellos entregarían sus armas, así algunos investigadores “fabricaron”
grandes señoríos según el modelo de los Andes Centrales.
Entre 1550-1593 se lograron instalar varias ciudades que a pesar de su precaria existencia en los
primeros decenios, permitieron organizar un arco de fundaciones que abarcaban desde San
Salvador de Jujuy en el norte hasta La Rioja en el sur. En el centro del territorio quedaba una
importante región sin conquistar: los Valles Calchaquíes, que serían el foco de las preocupaciones
de los invasores hasta mediados del S. XVII.
Esta historia de la conquista aunque presentada con grandes pinceladas, revela que hacia fines del
S. XVI a la provincia de “Tucumán, Juries y diaguitas” quedo dividida en dos grandes sectores. Un
sector donde la colonización comenzaba a consolidarse, con evidentes dificultades, y otro, en el
corazón del territorio, integrado por el complejo de los Valles Calchaquíes, que conservo su
autonomía hasta mediados del S. XVII.
Se ha sostenido que las comunidades indígenas de los sectores centrales del Tucumán no
producían el excedente suficiente para cumplir con la tributación en bienes y por eso se había
adoptado en tributo en energía personal. El modelo de encomienda de servicio personal produjo
notables alteraciones en las comunidades indígenas. La desestructuración de la comunidad fue un
proceso irreversible porque no se pudo impedir que los indios abandonaran sus pueblos o
escaparan cada vez que eran convocados para cubrir sus turnos. Proceso que se acrecentó por el
traslado de indios en viajes comerciales hasta Potosí o Chile.
Un tercer factor de desestructuración provenía lisa y llanamente de que los hombres eran
enviados con frecuencia a trabajar en las haciendas del encomendero que estaban alejadas de su
pueblo y que sus mujeres e hijos quedaban abandonados por lapsos muy prolongados. Por último,
las ordenanzas de Abreu de 1576 reglamentaban la tributación femenina, que aunque estaba
prohibida en la legislación comercial de indias, en esta región se las obligaba a hilar y tejer 4 días a
la semana. La situación que hemos descripto predominaba en las actuales provincias de Salta,
Catamarca, La Rioja, Santiago Del Estero y Córdoba, quedando parcialmente exentas la Puna y la
Quebrada de Humahuaca.
El panorama étnico social del Tucumán presentaba contrastes muy marcadas. Los indígenas
encomendados, sometidos en su mayor parte al servicio personal, sufrieron una progresiva
erosión demográfica acompañados por un creciente proceso de desestructuración que produjo a
principios del S. XVII el gran alzamiento diaguita.
Los incas habían invadido su territorio desde comienzos del S. XIV. Los caminos troncales y los
secundarios ponían en comunicación un gran número de centros estatales desde donde miles de
colonos (mitimaes) controlaban a los originarios y realizaban trabajos destinados a engordar las
rentas estatales, al tiempo que defendían la frontera oriental de las invasiones de lules y
chiriguanos. Aparentemente los indígenas enfrentaron la conquista cusqueña con diferentes
respuestas según la situación específica de cada grupo. Los Juries que ocupaban las fronteras
entre las sierras y las llanuras boscosas del este, y que forman la restringida región que los incas
llamarían provincia deTucumán, les ofrecieron su vasallaje según los relatos conocidos de
Garcilaso de la Vega y Cieza de León.
Las poblaciones de los Valles Calchaquíes ofrecieron una feroz resistencia. Los incas debieron
realizar tres campañas para dominarlos. Finalmente en la última, optaron por una gran matanza
que hizo posible un prolongado control de la región. Sus cacicazgos fueron desarticulados y
fragmentados quedando bajo el control de los colonos.
La región fue entonces profundamente alterada, tanto por el aspecto demográfico como político.
Y si bien aún los más rebeldes fueron finalmente sometidos, estas guerras le permitieron acumular
experiencia sobre dos aspectos fundamentales. Por un lado, que una hábil resistencia podría dar
frutos, demorando, tal vez por decenios, el desenlace final. Los españoles tardaron 65 años en
lograr la ocupación efectiva del oeste, y aunque en el corazón del territorio, los Valles Calchaquíes
conservarían su autonomía otros 65 años. En 1552 Francisco de Aguirre se internó en estos valles
por primera vez se hizo visible la presencia de Juan Calchaquí, cacique de Tolombón. En 1557
luego Juan Pérez de Zurita y en 1558 fundo Londres en el valle Quinmivil (cerca de Belén) y luego
se internó en el Valle Calchaquí. En esta ocasión Zurita aprisionó a Chumbicha hermano de Juan
Calchaquí y una vez más este consiguió liberarlo a cambio de promesas. En 1559, fundo Córdoba
de Calchaquí y al año siguiente Cañete en el Valle del cacique Gualán.
En 1561 Juan Pérez de Zurita fue remplazado por Castañeda, y este luego por Gonzalo de Abreu
que había llegado con estricto mandato del virrey Toledo para fundar una ciudad en el valle de
Salta, repoblar Londres y tratar de pactar la rendición de Juan Calchaquí “bajo amenaza de que si
no la aceptaba de ser impuesta por las armas”. Abreu no pudo cumplir con estas órdenes. Al
mismo tiempo,Toledo encargaba a Pedro Zárate una nueva fundación en Jujuy a la que se le
impuso el nombre de San Francisco de la Nueva Provincia de Alava, pero muy pronto fue atacada
por los indios.
Gonzalo de Abreu realizo cuatro entradas al Valle Calchaquí con el propósito de “pacificarlo”. En
una de esas entradas en 1577, instalo el fuerte de San Clemente de la Nueva Sevilla.
En 1588 en nuevo gobernador Juan Ramírez de Velasco realizo una nueva entrada al Valle
Calchaquí. Se dirigió hasta el sur y se instaló en las proximidades de Tolombón. Allí lo visito un hijo
de Juan Calchaquí, el viejo guerrero había muerto. Este no solo acepto el vasallaje que se le
imponía, sino que fue enviado a Santiago del Estero para adoctrinarlo en la forma de vida
española.
Ramírez de Velasco repartió encomiendas y salió del valle convencido de haber logrado la
pacificación definitiva.
En 1591 fundo La Rioja y ordeno en 1593 la fundación de San Salvador en el Valle de Jujuy. El
cacique Viltipoco tenía en la región de Humahuaca el mismo poder de convocatoria que Juan
Calchaquí había tenido en el sur. Logro organizar bajo su mando 10.000 indios de diversas
“naciones”, cortando el camino hacia el Perú, este fue derrotado y apresado en Purmamarca,
donde estaba acopiado alimentos antes del alzamiento. Con el cayeron otros caciques y la rebelión
fue desbaratada. En La Rioja, donde los indios asesinaron varios encomenderos y fueron
castigados por una expedición comandada por Tristán Tejeda.
En 1629 en gobernador el Tucumán Felipe Albornoz organizo una gran batida en la zona norte,
contando con el apoyo de los indios de la región llamados pulares, esta expedicióntuvo éxito.
Antes de retirarse Albornoz dejo un fuerte, en el extremo sur del valle, al que llamo Nuestra
Señora de Guadalupe.
Hacia 1631 los indios del segmento sur (valle del Yocavil), liberados por Utimpa, confederados con
los centros de Catamarca (Andalgalá y Aconquija) que combatieron bajo el liderazgo del cacique
Chalemín dieron la señal de alzamiento general. Asesinaron a 10 encomenderos que se
encontraban en sus haciendas. Se ha denominado el primer periodo de esta guerra (1630-1633).
En 1632 la refundación de Londres fue asediada por los indios malfines, encabezados por
Chalemín. Todos los indígenas serranos de la provincia de Tucumán se confederaron para expulsar
a los españoles. La rebelión se extendió hasta La Rioja, esta fue incendiada cuando sus pobladores
la desampararon.
En esos combates Cabrera cautivo y descuartizo a uno de los caciques, mientras tanto los
calchaquíes atacaron Salta y San Miguel. La situación del valle se complicó por la deslealtad de los
pulares, viejos aliados de los incas, estos abandonaron el valle y se trasladaron a Salta a cambio de
la alianza con los encomenderos que los libraron de tributo.
En 1635 Albornoz entro al Valle Calchaquí afirmando que lo pacificaron completamente, con
excepción de cacique Utimpa del sector Yocavil(estos estaban aliados con Chalemín). El objetivo
principal de Albornoz era que los indios cumplieran las encomiendas. Chalemín había atacado a los
de famatina, que se habían transformado en “indios amigos”, fueron derrotados en Abaucan.
Finalmente Contreras hizo una nueva entrada a Hualfín y a Andalgaláy prendió a Chalemín.
Trasladando 800 andalgalaes, confinándolos al norte de La Rioja en el fuerte del Pantano. El resto
de los indígenas se refugiaron en sitios mejor protegidos y se inició una tregua en este año 1637
termina el segundo periodo de la guerra.
Los efectos de la guerra se reflejaron en un descenso general de la producción. Por esta época
varias pestes asolaron a las poblaciones que, además, carecían de alimentos por las incursiones
contra sus cultivos. En 1657, llego al Tucumán el andaluz llamado Pedro Bohórquez, diciendo que
había descubierto el Paytiti, fabuloso país de maravillas oculto en el corazón verde de laAmérica
del sur.
Bohórquez ingreso en el Valle Calchaquí al amparo del cacique de los paciocas, del pueblo de
Tolombón. Se presentó con un doble discurso: a los indios diciendo que era descendiente de
Paulo el ultimo inca (coronado) por los españoles, y a estos que si le permitían usar el título de rey
de los incas les arrancaría a los indios los secretos sobre sus minas y tesoros.
Bohórquez había llegado a Lima en 1620 y luego de una vida entre los indígenas serranos del
centro del Perú donde aprendió el quechua y recogió vitales informaciones para su vida posterior,
decidió emprender la aventura de localizar el Paytiti.
Tras largar aventuras en oriente peruano en busca del Paytiti, aventuras en muchos aspectos
ilegales Bohórquez fue apresado y enviado al fuerte de Valdivia en Chile. Al encontrar la
oportunidad para escapar llego a Mendoza y subió luego hacia el norte.
A mediados del siglo XVII la resistencia de las poblaciones de los Valles Calchaquíes se prolongaba
por más de 100 años y los españoles estaban dispuestos a darle término definitivo. La llegada de
Bohórquez fue importante para los indios por la ausencia de un líder capaz de oponerse a la
conquista, la mayoría de los caciques aceptaron aliarse con él.
Una vez que se agotaron las tratativas, y los homenajes al inca Bohórquez, sus indios regresaron a
Calchaquí. Bohórquez prometió al gobernador inducir a los indios para cumplir las mitas y
encomiendas, revelar los tesoros y minas que descubriesen.
Apenas culminado el encuentro de Pomán, el gobernador recibió cartas del virrey Conde de Alba y
Aliste por lo cual le reprochaba que hubiera iniciado negociaciones con el ex presidiario y le
ordenaba que lo apresase, de modo que Mercado decide borrar con el codo lo que había firmado
con su mano.
Mientras el gobernador tramaba la mejor manera de expulsarlo del Valle, Bohórquez realizo un
viaje por su jurisdicción, donde dirigió violentos discurso a los indios, incitándolos a una rebelión
general.
En medio de todas estas diatribas, se produjo un encuentro armado entre los indios comandados
por Bohórquez y la fuerza del gobernador. El combate tuvo lugar en el fuerte de San Bernardo. Los
españoles lograron desbaratar las fuerzas enemigas, pero Bohórquez continuo refugiado en el
valle hasta que finalmente llego al Tucumán don Juan de Retuerta, (oidor de la Audiencia de
Charcas), este le convence de deponer las armas y entregarse, asegurándole el perdón. El resto de
las poblaciones continuaron en rebeldía y el gobernador invadió Calchaquí, apartir de allí comenzó
a conquistar pueblo por pueblo, se dirige directamente hacia los Quilmes quienes cercaron y
rindieron por hambre, atacando a los restantes grupos.
En el siglo XVII era repoblado con encomenderos instalando sus haciendas. Solamente los
tolombones tuvieron permiso para cultivar parte de las tierras que le habían pertenecido
Cuenta el P. Lozano que Chalemín, cacique de Hualfín, mando uno de sus hijos con 200 indios a
saludar al gobernador Albornoz cuando este llego a Santiago, siguiendo con esta pleitesía una vieja
costumbre. El gobernador “por no sé qué desmán mandólos azotar y cortar el cabello, agravio el
mayor que se le podía hacer a aquella gente altiva que volvieron despechados y resueltos a
vengarse”
Este agravio fue la causa inmediata del Gran Alzamiento organizado por Chalemín y propagado por
toda la región diaguita. La actuación de Albornoz pudo haber sido la gota de agua que hizo que
desbordara la copa. Es que los aborígenes estaban hartos del mal trato que se le daba el
aprovecharse los encomenderos de su trabajo y del constante avance de los blancos sobre las
tierras de los indios, en busca de agua y pastos. En el S. XVII los indios disminuyeron
notablemente, mientras aumentaban los encomenderos y las necesidades, el aborigen sufrió las
consecuencias. La opresión se hizo sentir cada vez con mayor fuerza, tanto que los servicios que
presentaban los indios se hacían duros, crueles y excesivos. Cuando Alfaro dicto sus famosas
Ordenanzas, por reacción, los indios, libres de los servicios obligatorios y gratuitos, no quisieron
servir ni por una paga.
Las ciudades más amenazadas fueron Londres y La Rioja, cuyos vecinos habían sido mal culpados
en las causas que motivaron la rebelión. Las parcialidades de andalgalaes, famatinas, capayanes y
guandacoles fueron aliados más decididos de Chalemín y los calchaquíes.
Los indios del pueblo Malcachisco atacaron la estancia, mataron a todas las personas mayores,
cautivaron a las tres hijas de Urbina y a la de Fajardo. Saquearon e incendiaron la casa y capilla y
se volvieron luego contra el pueblo de Atapsi, amigos de los españoles, matando allí a 60
personas.
Desde el gobernador Ramírez de Velasco la política de los gobernadores tuvo que ser una forzosa
coexistencia pacífica, hasta la acción de Albornoz.
Las guerras calchaquíes, iniciadas en 1630, se prolongaron con algunas pausas durante treinta y
seis años, causando la destrucción de Londres, y poniendo en graves aprietos a La Rioja.
Las consecuencias de esta guerra seria el exterminio de los pueblos del Valle, los que quedaron
fueron extrañados a haciendas u otras localidades, obligados a trabajar, siendo separados de su
familia y comunidades.
El obispo mercadillo y el traslado de la diócesis a Córdoba
La larga vacancia del obispado se cubrió recién con la presentación de Carlos II en favor del
dominico toledano Fray Manuel Mercadillo que llego a su sede en 1698. Fue este el más negativo
acontecimiento a finales del siglo y el pastor más perjudicial para Santiago. Al mismo tiempo,
sucedían al gobernador Argandoña, Martin de Jáuregui en 1691, y Juan de Zamudio en 1696.
Ambas potestades chocaron repetidas veces: la codicia y el autoritarismo del prelado le llevaron a
múltiples incidentes. Persiguió a jesuitas y franciscanos, puso tienda y pulpería con insaciable afán
comercial y busco empeñosamente, sin entender razones, trasladar la Catedral y el Seminario a
Córdoba fundado en conveniencias económicas e intereses que venían de tiempo antes.
La mudanza del seminario se determinaba por auto del mismo obispo y si bien ambos episodios se
relacionaban entre sí, el traslado de la Catedral justificaba enseguida el del Seminario. Un auto del
7 de octubre de 1700 establecía: “se continúe el Colegio Seminario que con la dicha traslación se
extinguió en la dicha ciudad de Santiago, y se funde y se erija de nuevo en esta de Córdoba”.
Nombro rector al doctor Pedro Martínez de Lezama y puso el establecimiento bajo la advocación
de Santo Tomas de Aquino al cuidado de la orden de santo domingo, a que pertenecía monseñor
Mercadillo.
Decidió excluir de la enseñanza a los jesuitas. La falsedad de los argumentos en favor del inusitado
progreso cordobés caía destrozada por sus mismos sostenedores.
La entrega del Colegio Seminario en 1699, mejor dicho su extinción en la ciudad, estuvo a cargo
del ultimo rector licenciado Cosme del Campo Ibáñez, junto con sus colaboradores jesuitas y
seculares. Concluía la etapa más fecunda de la cultura santiagueña.
El siglo XVII testimonio los grandes esfuerzos comunitarios santiagueños. Cabía destacar la
instalación del primer Colegio Seminario de ciencias morales del país, y la construcción de
sucesivos templos, verdaderas joyas del arte hispanoamericano. Sin embargo no constituyeron
méritos suficientes para impedir el despojo inferido a la vieja capital del Tucumán. En un mismo
proceso corrieron parejos el cierre del Colegio Seminario y el traslado de la serie episcopal. Ambos
se vinculaban a idénticas motivaciones e intereses materiales.
Desde los tiempos del obispo Ulloa se ventilaba el tema del traslado diocesano. El prelado lo
defendió en numerosas cartas al rey, varias veces apoyado por el bachiller Bustamante y Albornoz.
Su carta de 1682 puso en evidencia que las rentas de las catedrales santiagueñas no llegaban a los
4000 pesos anuales, magra cifra que apenas alcanzaba para mantener 20 personas. Todo giraba
alrededor del tema económico.
A cuantos defendían la sede catedralicia, se les acusaba de estar movidos por intereses
personales.
Monseñor Mercadillo ya vino de Europa decidido al traslado, aun sin conocer Santiago. Le habrían
mencionado las mentadas riquezas de Córdoba o las misivas de su antecesor al soberano, pero ya
traía un juicio adverso a la sede obispal y lo reitero a poco de su llegada. Los informes favorables al
traslado obraban en el consejo de Indias desde 1678 y en principio la mudanza estaba aceptada
por resolución del 29 de agosto de 1685 en un trámite de la corte sin conocimiento papal.
Las órdenes del gobernador de Bs As don Francisco de Paula Bucareli, al del Tucumán, establecían
las normas a seguirse en todo el territorio.
Entregadas las llaves de la casa y recluidos sus sacerdotes hasta su salida de la cuidad, se publicó
esa mañana a son de caja en la plaza mayor y en las esquinas del colegio, el bando que hacia
conocer lo dispuesto. Partieron los padres de Santiago, el comisionado Martínez designo al
sargento mayor José Miguel de Silbeti al mando de 25 hombres.
Entre tanto, el mismo capitán Martínez, se trasladó en compañía del padre rector a la Estanzuela
de Maco, aledaña a la ciudad recibida e inventariada el día 17 de agosto de 1767.
En el inventario santiagueño constaban los objetos religiosos del templo, los bienes que ayudaban
la subsistencia de los padres, las mesas, bancos y demás utensilios de la escuela de gramática y la
de niños, del arpa, el clave, los violines e instrumentos musicales que posibilitaban una vida
superior cultivada en el arte sacro; de las herramientas para trabajos manuales
Los territorios bajo su jurisdicción recibían el nombre de virreinatos. Los primeros creados fueron
los de México o Nueva España y el del Perú.
Gobernadores y Capitanes Generales: Los virreinatos se dividieron en provincias dirigidas por los
gobernadores. Los gobernadores tenían funciones políticas y administrativas y estaban
subordinados a la autoridad del virrey. En los territorios fronterizos, las provincias estaban a cargo
de un capitán general, que además de las funciones de gobierno se encargaba de la defensa de la
región.
Los Corregidores: Las provincias estaban integradas por distritos a cargo de los corregidores. Los
corregidores se encargaban del gobierno local. Los pueblos de indios estaban a cargo de un
“corregidor de indios”. Estos funcionarios terminaron con el poder de los encomenderos sobre los
aborígenes.
Las Audiencias: Organismos creados por Fernando el Católico para la administración de justicia en
América. Estos tribunales de apelación estaban integrados por jueces, que debían ser abogados de
carrera y españoles. Intervenían en los juicios civiles, criminales y administrativos. Las Audiencias
se convirtieron en las instituciones de mayor confianza para la Corno, sus agentes más fieles.
Vigilaban el desempeño de virreyes y gobernadores e informaban a la monarquía sobre su
conducta.
Lo presidian dos alcaldes (de primero y segundo voto) que tenían a su cargo la administración de
justicia en los asuntos de menor importancia. Ante situaciones extraordinarias o de peligro, se
convocaba un Cabildo Abierto, al que concurrían los vecinos, “la parte principal y sana de la
población”, para deliberar sobre las soluciones posibles ante la emergencia. En los inicios de la
Conquista, los miembros del cabildo eran designados por los conquistadores. A partir de la
segunda mitad del siglo XVI, se extendió la costumbre de comprar estos cargos a la corona o eran
designados por sus predecesores.
A las sociedades que se conformaron fueron básicamente sociedades agrarias, el sistema colonial
supuso una profunda innovación de los ecosistemas, cambios en la utilización de recursos y en la
estructuración del espacio.
Tercera fase: (siglo XVIII) incremento de la producción rural regional, una creciente
mercantilización de las relaciones sociales, se emplearon las áreas territoriales de
colonización y tendieron a endurecerse las condiciones y las relaciones interétnicas en
las fronteras. En esta fase se reasento la reorientación de los circuitos de intercambio
hacia el Atlántico y se evidenciaron signos de creciente actividad, prosperidad y
enriquecimiento urbano, con una mayor liberalización del comercio exterior.
Para trazar un cuadro más o menos ajustado de la situación a fines del periodo colonial, es preciso
dar cuenta de esta diversidad regional y de sus articulaciones. Hacia fines de la década de 1780 las
dos áreas más importantes eran claramente Buenos Aires y la Banda Oriental, también lo que es, a
principios del S. XIX. Córdoba había pasado a ocupar claramente un segundo lugar después de la
Capital y que el Tucumán en su conjunto era claramente la región con más rápido crecimiento.
Córdoba expresa el caso de una zona en muy rápido y decisivo crecimiento que a fines del siglo
XVIII tiene varios renglones exportables : Las mulas, que buscaban los mercados norteños hasta la
crisis de 1806, los cueros y los tejidos, que se orientaban al litoral y a buenos aires, y el
crecimiento de la cría de vacunos, que se dirigía hacia Chile, con una escala previa para el engorde
en Mendoza; por el contrario Santiago del Estero era la zona de menor importancia económica en
el conjunto regional y Catamarca, Salta y San Miguel de Tucumán representaban la situación
intermedia.
El impacto de las medidas liberalizadoras del comercio y la circulación se hizo sentir en las zonas
productoras de textiles que utilizaban el algodón como materia prima y se vincula a la lenta pero
persistende erosión de la encomienda y, en el Paraguay, se explica más por la desarticulación del
sistema misional jesuita que por el “libre comercio”
A la lana de Córdoba, San Luis y Catamarca, e, incluso, de las sociedades indígenas de la pampa,
siguieron participando activamente de los mercados.
Las crecientes importaciones de vinos hispanos afecto la participación cuyana en este mercado
pero con efectos bastante diferenciados.
En el litoral las evoluciones también son diferenciales dentro de una clara tendencia general al
crecimiento de las producciones agrarias incentivado por las nuevas oportunidades que se abrían
a las exportaciones y por el aumento de la demanda urbana.
Montevideo contaba con una importante producción agrícola además de la ganadera. Corrientes,
Entre Ríos, Santa Fe tenía un importante crecimiento de ganaderías pero inestable y sufría fuertes
oscilaciones. Todavía la ganadería vacuna no estaba afirmada en su fase netamente expansiva,
para ello habrá que esperar hasta las primeras décadas del siglo XIX.
Hacia mediados de S. XVI la conquista se extendió al territorio situado entre el Rio de la Plata y el
Alto Perú. Entre esa fecha y principios S. XVII, se fueron consolidando las principales
circunscripciones administrativas de la región, las gobernaciones del Tucumán y del Rio de la Plata.
Ambas dependerían de la jurisdicción de un mismo tribunal de apelación, la Audiencia de Charcas,
que se desempeñaba asimismo importantes funciones políticas.
El conjunto de esas “ciudades” constituía una unidad administrativa con sede permanente en la
más antigua de ellas. Para cada una de las ciudades se estimaba el número de “vecinos
encomenderos” y de indios de servicio. Es decir, el número de residentes permanentes.
Los jefes de familia tenían casa poblada en el trazado urbano y formaban parte de la comunidad
política con plenitud de obligaciones y derechos. Entre estos estaba el de ser miembro del cabildo
o, eventualmente, participar en su elección, así como el de ejercer oficios en cualquiera de las
magistraturas y en el campo de milicias.
La existencia de un cabildo distinguía una ciudad de un simple pueblo, la corona con sus
disposiciones incitaba a los súbditos en América a agruparse en pueblos, dentro de estos trazaba
una línea jurisdiccional respecto a los transeúnte o blancos de más baja condición. Dentro del
conjunto que reunía a españoles de toda condición, nacidos en Europa o en América, y más tarde
también en mestizos.
Una ley de 1554 establecía que “el que tuviere casa poblada, aunque no sea encomendero de
indios, se entienda por ser vecino”, ósea elegible para un cargo del cabildo, así la vecindad
aparecía asociada a una posición social. La noción de “casa poblada” suponía una residencia
importante, capaz de albergar y alimentar huéspedes, parientes y criados, así como sirvientes,
disponiendo una distinción social como medios para sostener a esta.
Los intelectuales positivistas tienen un particular interés en adjudicar a la composición racial de las
sociedades latinoamericanas el carácter para explicar el freno del desarrollo. La explicación racial
exime la voluntad humana (y por ende a las políticas de las clases dominantes) de las
responsabilidades de la conducción, cualidades que desde el terreno filosófico se desplazan al
plano político.
El tejido ideológico del periodo se halla fuertemente influido por la raciología de Gustav Le Bon y
su concepto de “alma racional”: “Cada raza tiene una constitución física tan marcada como su
constitución anatómica (…) las características psicológicas se transmiten regular y fielmente por
herencia. Este conjunto (…) constituye los que en justicia puede llamarse el carácter nacional.
Este paradigma científico lleva a la hermenéutica raciológica a dos primeras operaciones básicas:
la clasificación y jerarquización. Porque esta jerarquización supone un piso, la animalidad, y un
techo, la de humanidad.
La mestización
Según Bunge “llamase mestizo al vástago de dos animales pertenecientes a distintas variedades de
una misma especie; hibrido, al producto de individuos de diversa especie de un mismo género”
Esto lleva a plantear, brutalmente, otro de los temas privilegiados y probablemente, uno de los
cliches más terribles legados por las corrientes positivistas
“todo mestizo físico, cualesquiera que sean sus padres y sus hermanos, es un mestizo moral”
Desde estas lentes, no sorprende la caracterización genérica que Bunge traza para los mestizos, los
cuales tienen una “cierta inarmonía psicológica, una relativa esterilidad y la falta de sentido moral.
Siglos XVI-XVII
La multietnicidad tuvo muy diversos orígenes por una parte implementar diversos tipos de
relaciones políticas, sociales y económicas con los conquistadores y que fueron modelando nuevos
patrones culturales. Este sector se amplió, a poco de andar con los nacidos en la tierra ósea los
criollos.
Los españoles de largo arraigo en el nuevo mundo, sus hijos legítimos y los mestizos, fueron
configurando un nuevo núcleo de población, se construyeron identidades que culminaron en la
definición de los diversos perfiles regionales. No fue por azar que los peninsulares recién llegados
se asombraran de las nuevas costumbres de estos americanos, entre los que debe incluirse a los
españoles que pasaron la mayor parte de sus vidas en estas tierras, que fueron dando forma a un
creciente “Acriollamiento”.
También debe considerarse la llegada de los esclavos africanos, un nuevo componente étnico que
tuvo diferentes impactos según las distintas regiones. En la provincia de Tucumán el número de
esclavos aumento a la medida que la economía se fortalecía. En primer lugar, es necesario analizar
algunos hitos que marcaron el cambio demográfico en el espacio comprendido “provincia del
Tucumán, Juries y diaguitas”, como se la denomino en el siglo XVI.
1) Los procesos de etnogenesis de las comunidades indígenas, producido a lo largo del siglo XVII,
que culminaron en la primera mitad del siglo XVII, provocando un dramático cambio en el perfil de
este grupo social.
2) Si bien las grandes regiones Borbonicas se iniciaron a partir de la década de ese siglo, fueron
precedidas por medidas parciales tendientes a ejercer un control más estrecho sobre las
instituciones ultramarinas.
Los indígenas hicieron perder valor tanto económico, como simbólico a la antigua institución de la
encomienda, obligando a reformular la producción.
Las características de la legislación indiana, fomentaba la existencia del ritual de atacamiento que
permitía negociar el cumplimiento de las órdenes reales. El cabildo fue la única institución
colonial, cuyos miembros eran electivos y mostro una gran habilidad para conservar el dominio en
la esfera local mediante la instauración de una rotación ficticia de funcionarios, eludiendo las
reglas que impedía reelecciones o coexistencia de parientes durante el mismo año de gobierno,
fomentando un cerrado nepotismo.
En el mundo colonial la estructura de base estaba compuesta por una multitud de grupos
indígenas sometidos al control español por medio de las encomiendas de servicio personal. La
encomienda provoco la desestructuración de la comunidad indígena mediante: el desplazamiento
de los tributarios con la obligación de las mujeres para entregar cuotas fijas de hilado y tejidos, el
reemplazo de los hombres en las tareas rurales durante sus ausencias, las migraciones forzadas
para instalarlos en las propiedades de sus encomenderos. Estos factores causaron la
desarticulación social y la pérdida de derechos sobre las tierras originarias.
Hacia mediados del siglo XVIII el número de encomiendas, como la cantidad de familias
encomendadas había disminuido consideradamente. La resistencia de los indígenas culmino en
una política de desnaturalizaciones después del Gran Alzamiento de 1630-43 todo el contexto se
puede resumir como de desarticulación de obligada convivencia multiétnica y descenso brusco del
numero total de encomendados.
En la época colonial el peso de los mercados internos, le dieron ciertos elementos de coherencia al
enorme y desigual espacio del mundo rural. La ruptura del vínculo colonial, las guerras y la
disgregación en múltiples soberanías no hicieron más que acentuar esas diversidades por un
periodo relativamente prolongado.
A finales del periodo colonial se mantenían, a grandes rasgos las características de la dominación
española: una distribución de población desigual, con un fuerte peso en el centro y el noroeste
vinculados a las economías mineras del Alto Perú, zonas en las que la presencia de la población
indígena todavía era notable: y el Litoral escasamente poblado que había comenzado a
beneficiarse del franco proceso de crecimiento de Buenos Aires.
La economía del Virreinato giraba todavía alrededor de los centros mineros andinos, a su vez la
plata de los centros mineros se dispersaban por todo el territorio mientras una parte importante
fluía hacia Buenos Aires para concentrarse en las manos de sus comerciantes, que la enviaba hacia
Europa, a cambio de “efectos de Castilla”, que luego introducían a los largo del territorio.
Las regiones que producen para exportar a sus vecinas, al Alto Perú, a Chile o incluso a Europa.
Además, cada una de ellas tiende también a satisfacer la producción de bienes de subsistencia
indispensables para su población. Este rasgo caracteriza no solo al gran productor: la familia
campesina parece haber obrado de la misma manera, limitando al máximo su recurso de mercado
de subsistir. La excepción a este cuadro es quizás el litoral, donde las estancias que crecen todavía
moderadamente, y aun los campesinos parecen haber estado más francamente vinculados a los
mercados, no solo vendiendo sus excedentes sino recurriendo a ellos para adquirir diversos bienes
que los transportes fluviales y marítimos o incluso carreteros, permitían conseguir a precios más
razonables.
Las estancias recurrirían al mercado para comprar casi todo, excepto la carne y alguno que otro
subproducto de sus actividades.
La suerte que conocen las distintas regiones agrarias a fines del periodo colonial es muy diversa, ya
que se ven afectadas de muchas maneras por una serie de acontecimientos importantes como la
creación del Virreinato del Rio de la Plata en 1776; el libre comercio que instauran los Borbones
favorece la llegada de textiles europeos de consumo más masivo y sobre todo los productos
agrarios del mediterráneo español; los levantamientos del mundo andino a inicio de los años 80;
las guerras intra-europeas que afectan toda la circulación del Atlántico; las invasiones inglesas y la
crisis final de la monarquía española.
El crecimiento del comercio Atlántico con las leyes borbónicas a fines del S. XVII habría tenido
efectos positivos para as regiones litorales, que recibían bienes manufacturados, vinos y aceites de
mejorcalidad y precios más bajos que los de las regiones interiores. Mientras la economía pecuaria
crecía al volcar cantidades crecientes de cueros y otros derivados vacunos en el mercado mundial,
sin mayores inversiones. El Interior productora de bienes que competían mal con las
importaciones, habría sufrido una aguda crisis, de la cual ya no se recuperaría en largo tiempo.
Las regiones que padecieron la competencia extranjera fueron productoras de textiles de algodón,
pero este proceso se había iniciado antes del libre comercio, sobre todo por la crisis de las
misiones jesuitas, su principal productor regional, cuando los religiosos fueron expulsados por los
Borbones en 1767.
La situación de Mendoza y San Juan fue diversa. En primer lugar los frecuentes cortes de tráfico
transatlántico permitieron repetidas recuperaciones del mercado litoraleño por los productores
cuyanos y, en segundo lugar, el agua ardiente parece resistir mejor que el vino los embates de la
concurrencia europea. Los productores mendocinos, especializados en vino, irán perdiendo
terreno en los mercados regionales, mientras que los sanjuaninos, más orientados al aguardiente,
conservaron importantes cuotas de mercado. Esto estimulara a los mendocinos hacia la ganadería
u otros rubros.
Distinta es la situación de las regiones productoras de textiles de lana, desde Santiago del Estero
hasta Córdoba, Catamarca, San Luis continuaran haciéndose presentes en todos los mercados
regionales, incluyendo los litoraleños. Sus familias tenían a veces las pequeñas majadas de ovejas
que criaban y esquilaban. Lavaban la lana, la hilaban y tejían sin recurrir al mercado.
Uno de los rubros más activos de las economías rurales desde el Litoral hasta el Alto Perú, durante
toda la época colonial, fue el “ramo de mulas”. La cría y venta de mulas generaba una actividad
enorme a lo largo y ancho del Virreinato. Tucumán, Salta y Jujuy donde estaban los propietarios de
las tierras de invernada. La crisis mular afectaría en Córdoba será una “crisis social de masas”, al
afectar a centenares o tal vez millares de pequeños productores que vivían de criar unas cuantas
mulas por año para subsistir.
La contra cara de la situación del interior la presenta el litoral. La capitalidad de Buenos Aires
refuerza su rol articulador de todo el espacio y su propia magnitud demográfica la convierte en
uno de los mercados más preciados para todas las regiones virreinales. Conocerán una expansión
impensada: Entre Ríos comienza a poblarse de gente, estancias y animales y quizá sobre todo la
campaña de la Banda Oriental conoce una expansión sin precedentes.
La cría para abasto de carne a los cada vez más importante mercados locales. Pero además se
desarrolló la cría de mular, del lanar y de una pujante agricultura, destinada a esos mercados
locales en que se destacaba el trigo.
La economía regional del litoral no cambió radicalmente con relación al periodo previo. Buenos
Aires concentraba los beneficios máximos del sistema.
La revolución y las guerras que le sucedieron traerían aparejados cambios drásticos que los que
habían producido a fin de periodo colonial, en las diversas regiones agrarias del ex Virreinato del
Rio de la Plata.
La ruptura del enorme espacio de intercambios que se había orientado a las economías agrarias de
las diversas regiones, la desestructuración de bienes y medios de producción que ocasionaron las
guerras. La separación bajo dominio realista o criollo disidente del Alto Perú, de Chile, de Paraguay
y de la Banda Oriental.
Pero la guerra no solo significo la ruptura de los circuitos mercantiles y crisis para los sectores
agrarios orientados a ellos, sino también desestructuración directa. Además de la muerte de
centenares de seres humanos, mucho más fueron movilizados por los ejércitos, debieron
abandonar sus familias y actividades productivas.
A su vez los ejércitos arrasaban todo lo que encontraban a su paso, el noroeste, con los avances y
retrocesos de los llamados ejércitos realistas y patritas sufrieron el mayor peso de las guerras,
Santa Fe, vio diezmado su ganado debido a los conflictos civiles, después de haber pasado por la
“crisis mular”, la Banda Oriental, con las guerras entre artiguistas y porteños, y las invasiones
portuguesas.
Pero esta crisis revolucionaria también crearía nuevas oportunidades, con su demanda creciente
de bienes de origen pecuario a partir del relativo orden de los años ’20 en Buenos Aires comenzara
el proceso de expansión que llevaría a darle el primer lugar en el crecimiento agrario, quedando el
Interior bajo la influencia de esta, sufriendo una desigual suerte.
Las provincias del Noroeste padecen la guerra de manera aguda y también la ruptura de los
vínculos con los mercados alto peruanos, si bien esa ruptura no fue drástica, la fuerza de los
mercados andinos ya no será la misma que en la época colonial y, por otra parte, el noroeste
pierde definitivamente su carácter de intermediario entre estas regiones andinas y el litoral, ahora
volcado masivamente hacia el Atlántico.
En Santiago del Estero la situación es compleja: por un lado se continua practicando la agricultura
de aluvión en las zonas inundables de los ríos Dulce y Salado. La ganadería, por su parte, parece
conocer una cierta expansión desde los años ’30 (vacunos y mulares). Se produce un proceso de
privatización y concentración de las mejores tierras de cultivo y ganadería que parece acentuar las
dificultades de subsistencia de una porción importante de la población.
En Córdoba los años ’30 y ’40 se acompañan ahora de una reorientación de su economía al
Atlántico: sobre todo al sur de la provincia se convierte en un fuerte productor de ganado vacuno
que envía hacia Buenos Aires y el exterior.
Algunas regiones del litoral van a quedar al margen del crecimiento de la primera mitad del S. XIX,
o incluso van a retroceder severamente, como Santa Fe y la Banda Oriental del Uruguay.
El crecimiento más vertiginoso es sin duda en Buenos Aires, seguido tardíamente por Entre Ríos,
necesitando continuas migraciones para mayores trabajadores, contando con el apoyo de las
leyes de “vagancia” reclutando trabajadores forzados.
Todo habría dado entonces un golpe de muerte a la articulación entre la pequeña producción
agrícola y la estancia ganadera de fines de la época colonial, y habría favorecido la expansión
acelerada de la gran estancia mono productora.
Este fabuloso crecimiento demográfico del litoral se hizo en parte a expensas del interior, que le
enviaba cantidades crecientes de migrantes, que provenían de buena medida de Santiago, San
Luis, Córdoba, Misiones o incluso la Banda Oriental, aceptando trabajar como asalariados en las
nuevas estancias ganaderas del litoral.
En Santiago del Estero se encontrara a inicios de S. XIX con una población mayormente femenina,
una parte importante de los hogares encabezados por mujeres y aumento de las familias
complejas, con muchos miembros parentales o no, que crecen como respuesta a una economía
frágil y cada vez más desigual. Se nota una proliferación de dependientes en el interior de algunas
familias, sobre todo “criadas o agregadas”, que reflejan la necesidad de protección de familias
incompletas y sin acceso a la tierra.
Buenos Aires quedo erigida en cabeza de una dilatada jurisdicción que comprendían las
gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Charcas, Cochabamba y La Paz a la
que pronto se agregaría Cuyo. La medida se profundiza y amplia con la aprobación del Reglamento
de Comercio Libre (1778) y la creación de la aduana. Potosí seguía siendo pieza clave en la
articulación del espacio económico sudamericano. Entre 1789 y 1784 el metálico que salía de
dicha ciudad superaba el 80% del total en las exportaciones del nuevo virreinato, el crecimiento
económico genuino de Buenos Aires se produce a partir de los primeros años del siglo XIX.
Los vínculos sociales, culturales y comerciales cimentados durante más de dos siglos siguieron
teniendo vigencia por encima de las disposiciones administrativas fundadas en los intereses de la
corona.
Si potosí fue el polo económico del sistema colonial, cabe a Chuquisaca o Charcas el importante
papel del eje administrativo y cultural. La universidad de San Francisco Javier, donde se formaron
abogados y eclesiásticos insignes que fueron los dirigentes de la revolución, y no es mérito menor
haberlos nutrido con ideas de emancipación.
En esos momentos ya se habían producido los movimientos alto peruanos de Chuquisaca y La Paz
que indicaron lo voluntad de un cambio político. Esos movimientos alto peruanos tuvieron
repercusión en el Norte, especialmente en las ciudades de Salta, Jujuy y Tucumán.
La propaganda realizada por Moldes, con el apoyo de la logia independentista de Cádiz para
promover la causa de la independencia en los países de América. Moldes fue enviado al Rio de la
Plata para informar sobre el estado de la metrópoli y difundir el credo revolucionario. Estableció
contacto con Juan Francisco Borges (Santiago) y Nicolás Laguna (Tucumán)
La ciudad de Jujuy tenía estrechos contactos con Chuquisaca y a ella llegaron las nuevas ideas que
estaban cambiando el rumbo político europeo. Había quienes compartían ya las ideas
revolucionarias como: Bustamante, Gorriti, Iriarte, Portal y Monteagudo.
En Córdoba, el deán Gregorio Funes había nutrido sus ideas, en 1809 viajó a Buenos Aires y trabo
amistad con Manuel Belgrano y Castelli.
En Catamarca la situación política se había caracterizado por una notable estabilidad y en La Rioja
predominaba un patriciado criollo donde se acato hasta 1810 las pautas que fijaban el régimen
virreinal, la transferencia del poder ya se había producido antes de la Revolución de Mayo con
Francisco Ortiz de Ocampo.
Se mandaron las circulares para que en cabildo abierto designaran diputados que concurrirían a la
formación del nuevo gobierno. Pero también se decidió él envió de una expedición militar que la
Junta Provisional Gubernativa puso a órdenes de Francisco Ortiz de Ocampo como argumento
disuasorio de cualquier rebeldía.
Esta votación del cabildo salteño tuvo influencia para el reconocimiento del cambio político por las
ciudades del Norte. En varias ciudades se suscitaron situaciones conflictivas demostrando la
división del vecindario en facciones antagónicas, presentándose un grupo de vecinos al que no
habían sido citados haciendo peticiones escritas para que se los admitiera en la comisión. El
gobernador alentó esa aspiración y propuso hacer una nueva convocatoria. El Cabildo, por el
contrario, considero que los peticionantes carecían de personería como vecinos principales y luego
de oír al síndico ordenaron su expulsión del recinto, se realizó un pedido de causa criminal por
considerar el petitorio “atrevido e injurioso”, pero surgió un entredicho entre el alcalde de 2° voto
y el Gob. Isasmendi. Este ordeno que se sobreseyera dicha causa pero como Cornejo se negó fue
reducido a prisión junto con el síndico Tamayo. La violencia fue creciendo y terminaron presos
todos los cabildantes. Desde su prisión estos hicieron llegar sus quejas a Buenos Aires, quien
destituyo a Isasmendi y nombro a Chiclana, sentándose el centralismo porteño.
Chiclana mando a prisión a Isasmendi quien fue remitido a Buenos Aires para su juzgamiento,
mientras el virrey Abascal producía una resolución declarando agregadas al Perú las provincias de
Charcas, Potosí, La Paz y Córdoba.
En Jujuy la elección de diputado demoro hasta el 3 de septiembre, cuando llego Chiclana, investido
de su cargo de gobernador, siendo elegido Juan Ignacio de Gorriti, hombre de prestigio, cuyas
ideas en favor del gobierno criollo eran notorias.
En Santiago del Estero la elección de Diputado genero la disconformidad de un sector, por haber
sido excluidos de la convocatoria varios vecinos principales y aduciendo también que el diputado
elegido, Pedro Lamí representaba la continuidad del viejo sistema político. Borges envió una
extensa a la Junta, con esos antecedentes la Junta ordeno nueva elección. Obteniendo el triunfo
Pedro Francisco de Uriarte quien a pocos días de llegar a Buenos Aires fue sorprendido con la
disolución de la Junta Conservadora.
En Catamarca solo después del reconocimiento de Salta, se convocó al vecindario para elegir
representante, se eligió a José Antonio Olmos, organizo su viaje y pudo incorporarse al gobierno
nacional en la primera sesión.
La Rioja eligió diputado a Francisco Ortiz de Ocampo, quien luego fue designado por la Junta, Jefe
de la División Auxiliar del Alto Perú, siendo reemplazado por Domingo Ortiz de Ocampo.
Por Real Ordenanza del 28 de enero de 1782 Santiago del Estero había pasado a integrar, dentro
del nuevo ordenamiento político originado por la creación del Virreinato del Rio de la Plata, la
Gobernación Intendencia de Salta del Tucumán, que comprendía el territorio de las actuales
provincias de Salta, Jujuy, Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero.
Al gobernador Luz le siguieron Tomas de Arrigunaga y Arconcho hasta 1808, año en que es
designado don José de Medieros, quien, después de los interinatos de don Nicolás Severo de
Isasmendi y de don Joaquín Mestre, se hace cargo de nuevo, para ser, en 1810, sustituido por el ya
citado Isasmendi.
Durante la segunda mitad del S. XVIII y comienzos del XIX se produjeron algunos sucesos como
inundaciones, sequias, incendios, desidia de malos gobernantes, ataques de los salvajes, etc., que
contribuyeron a que los ánimos, aun el de los más valientes, se mostraran cada vez más abatidos y
desesperanzados por esta serie de calamidades.
Estos oficios fueron recibidos por el Alcalde de Primer Voto don Domingo Palacio quien, ante la
ausencia de la ciudad de los otros regidores, dejo constancia en el libro de actas acerca de las
comunicaciones que se habían recibido.
De acuerdo con la convocatoria formulada por el Palacio, el Cabildo se reunió el 25 de junio con la
presencia de los miembros José Manuel de Achával, Francisco Solano de Paz y Pedro Lamí
presididos por el Alcalde de Primer Voto don Domingo de Palacio. Después de interiorizarse de
toda la documentación recibida, ya citada, a la que venía a agregarse la nota del Gobernador
intendente de Córdoba de facha 17 de mayo en que comunicaba varias plausibles noticias de
“nuestra España” y la del Gobernador Intendente de Salta don José de Medeiros, con un despacho
del virrey en que lo restituía a su cargo de Gobernador de la Intendencia, de lo cual Santiago
dependía, el cabildo, por pronta providencia, resolvió “se suspenda toda determinación hasta lo
que decida como jefe inmediato el Gobernador Interino de la provincia, desenado el mayor
acierto”.
El candidato oficial, sacerdote bachiller Juan José Lamí López de Velazco estaba impulsado por su
hermano el regidor llano Pedro José Lamí y los Alcaldes Domingo de Palacio y José Manuel
Achával, siempre distanciados de Borges. Lamí obtuvo 23 votos sobre 31 asistentes. No lo votaron
los militares Cumulat ni Araujo, ni Ignacio Arias y, llegado el momento de elegir el suyo, denuncio
la exclusión del vicario.
Esa oposición fue llevada ante la misma junta gubernativa y Borges dirigió una larga misiva a Bs As
el 15 de julio.
La carencia de un proyecto político por parte del gobierno criollo hizo de la guerra el principal
argumento para su cimentación. La hostilidad de los realistas de Montevideo adictos al Consejo de
Regencia, el retraimiento del Paraguay que rehusó acatamiento a Buenos Aires y la decisión del
virrey del Perú de agregar a su jurisdicción las provincias altoperuanas preservando en ellas la
autoridad real por medio de la fuerza, crearon a la Junta Provisional Gubernativa la necesidad
perentoria de sostener la causa revolucionaria en el terreno militar.
Desvanecida la resistencia de Córdoba, el principal objetivo de la guerra fue dirimir la posesión del
Alto Perú. Esto fue advertido con claridad por un nuevo gobierno rioplatense cuando resolvió
organizar el Ejercito Auxiliar del Alto Perú.
A estas noticias se agregaban otras: en La Paz, Tupiza y Oruro fue reconocida la Junta de Buenos
Aires, aunque dichas adhesiones se produjeron después de la victoria de Suipacha obtenida por el
Ejercito Auxiliar. El mérito mayor fue en Tarija y Cochabamba, que no esperaron resultados
militares favorables para pronunciarse por la Revolución. No hubo aquí actitudes cautelosas y
especulativas como sucedió en algunas ciudades del Norte, ni tampoco se produjeron conflictos
facciosos entre quienes se proclamaron revolucionarios como sucedió en Salta o Santiago del
Estero.
En la primera etapa se registran tres campañas del Ejercito Auxiliar del Perú:
Se inició el combate de Cotagaita donde el ejército patriota tuvo que retirarse del campo de
batalla, luego en Suipacha obtuvo una victoria decisiva allanando todo el territorio alto peruano a
la autoridad del gobierno patriota, para ocupar las cuatro intendencias alto peruanas. Castelli se
ocuparía de los aspectos políticos, donde su espíritu jacobino atrajo la desconfianza de la clase
“sana y principal”.
El ejército patriota avanzo lentamente hacia Oruro para continuar a principios de abril hacia La
Paz. Sobrepasada esta ciudad, instalo su campamento en el pueblo de La Laja, sobre el
Desaguadero. Entonces, siguiendo sus instrucciones, Castelli entablo negociaciones con el general
Goyeneche, comandante de las fuerzas realistas.
En ese estado se produjo la batalla de Huaqui, que fue un verdadero desastre para el Ejercito
Auxiliar. No hubo retirada sino dispersión y fuga, quedando la artillería y el parque en poder de los
vencedores.
Esta es la única etapa gloriosa del Ejercito Auxiliar. Cuando llego a Jujuy comprendió que los
pueblos del Norte, enfriado el entusiasmo inicial, con sus derrotas militares y lucha de facciones
en el gobierno, estaban desmoralizados y casi hostiles.
Mientras organizo los despojos del ejército creando nuevos cuerpos y compañías, estableciendo el
parque y maestranza, los servicios de sanidad y de intendencia, quiso solemnizar el segundo
aniversario del 25 de Mayo con una tocante ceremonia religiosa, frente a las tropas y al pueblo
reunidos en la plaza mayor, presento la bandera celeste y blanca que había creado. La enseña fue
bendecida por el canónigo Gorriti.
Se hacían los preparativos para auxiliar a los patriotas de Cochabamba y Chuquisaca que,
conducidos por Arce y Padilla, sostenía la resistencia contra Goyeneche. El gobierno de Buenos
Aires ordeno la retirada.
La batalla de Tucumán, dada en el campo de La Ciudadela, fue la más nacional de todas las que se
liberaron en la guerra de la Independencia. Ahí estuvieron representados casi todos “los pueblos”
de la convocatoria de Mayo.
Belgrano instalo su cuartel general en Potosí y estableció claras normas para las relaciones con el
clero, los vecinos y los indígenas para evitar que se repitieran las quejas que hubo contra la gestión
de Castelli. El 1° de octubre se libró la batalla de Vilcapulco, reñida, por largo tiempo indecisa,
donde finalmente el Ejercito Auxiliar debe retirarse del campo con grandes pérdidas, Belgrano
recompuso sus efectivos.
3. San Martin su jefatura fue corta, resolvió que la línea avanzada del rio Pasaje fuera
cubierta solamente por la milicias salteñas a las órdenes del Tte. Martin Güemes y ordeno
construir un recinto fortificado “La Ciudadela”.
Cambios políticos
Al iniciarse 1814, la preservación de un gobierno regular era un tanto más necesaria cuanto estaba
amenazada la independencia de esos pueblos en la órbita política de la incipiente revolución. Un
ejército, deshecho y desmoralizado por dos derrotas, habíase replegado a Tucumán y era urgente
arbitrio ponerlo nuevamente en estado de combatiente.
El 8 de abril entro el gobernador Bernabé Araoz propuesto por San Martin con laudatoria
recomendación. Se desempeñó respondiendo a la confianza depositada en el por el Comandante
del Ejército.
Por motivo de la invasión realista a Salta y Jujuy, su jurisdicción se vio recortada territorialmente, y
aun después de que dichas ciudades fueron evacuadas siguieron sometidas de hecho a las
autoridades militares. Su potestad pública se redujo a las ciudades de Tucumán, Santiago y
Catamarca, aunque en ciertos casos sus resoluciones fueron retenidas por el directorio. Su
influencia en Tucumán fue y siguió siendo decisiva. También hallo eficaz colaboración en
Catamarca, pero no ocurrió lo mismo en Santiago, donde algunos de sus actos fueron
cuestionados por uno de los grupos que disputaban la hegemonía lugareña.
La situación política santiagueña fue harto conflictiva desde el momento mismo de la Revolución.
La elección de diputado a la junta electoral gubernativa (2 de julio de 1810) en la persona del
bachiller Juan José Lamí genero la disconformidad de un sector.
El Triunvirato ordeno nueva elección intentando subsanar los vicios que se manifestaron en la
anterior. Esta elección viciosa era la segunda que se hacía con el mismo objeto. En febrero, 12
vecinos habían proclamado diputado al Teniente Coronel Juan Francisco Borges, que se hallaba en
preso en Buenos Aires, procesado por insurrecto por la formación de un partido autonomista que
veía con fastidio la excesiva injerencia de Buenos Aires en los asuntos políticos santiagueños. En
octubre de 1810, el Cabildo tuvo que suspender la elección de oficios concejiles por orden de Ortiz
de Ocampo, jefe del Ejército Auxiliar. El ayuntamiento tuvo que someterse a directivas expresas de
Castelli sobre la nómina de elegibles. En agosto de 1813, en Teniente gobernador Mariano Saraza
remitió al Segundo Triunvirato una declaración jurada donde afirmaba que Pedro Francisco Carol
manifestaba una conducta criminal al tratar de déspota al superior gobierno y de usurpadores a
los porteños. La denuncia quería impedir que Carol fuera elegida Alcalde por un desordenado
Ayuntamiento.
Este clima de inquina y desconfianza seguía vigente cuando Bernabé Araoz se recibió de
gobernador. Una exteriorización de ese estado de cosas fue el enfrentamiento del cabildo con el
teniente gobernador Saraza. Y aquí se iniciaron los problemas con Araoz.
La conquista del poder local, cuestión todavía no resuelta en el marco de la nueva situación
política nacional y un sentimiento localista de rechazo a las intromisiones de ajena jurisdicción
fuera de Buenos Aires o de Tucumán.
Mientras estos pleitos se sustanciaban una seria amenaza ocurrió en la frontera del Chaco. Los
indios de la reducción de Abipones sobre el rio Dulce, invadieron las poblaciones blancas
cometiendo atropellos y muerte. Bernabé Araoz dispuso la inmediata salida de un contingente al
mando del sargento mayor José Manuel Millán, pero esta división auxiliar de caballería fue
derrotada y perseguida por los indios, lo cual obligo al gobernador a pedir auxilio al jefe interino
del Ejército.
A través del triunvirato, Bs As mantenía la estructura institucional del virreinato. Los pueblos del
interior seguían sometidos a decisiones extrañas, y el cabildo santiagueño ni siquiera había
recuperado el derecho de elegir sus propios sucesores al final del año. En la sesión del 31 de
diciembre de 1811 prorrogaron sus mandatos para 1812, hasta tanto se resolviera restituir el
ejercicio de esa facultad que gestionaba en Bs As el diputado procurado Juan Francisco Borges.
El triunvirato disponía que el alcalde de primer voto y la mitad de los elegidos del año 1810 que
vetara autoritariamente Castelli pasaran a desempeñarse en el cabildo de 1812, y la otra mitad de
miembros fuera elegida por el cabildo saliente.
El mismo 27 Borges hizo conocer la decisión al cabildo. Exponía una avanzada concepción política
del gobierno propio e instruía a los cabildantes. Era ya un anticipo de federalismo, a través de la
versión foral y comunalista de la tradición hispánica.
Interrogado por Rondeau justifico sus reacciones contra la medida triunviral que encumbraba al
Alcalde Germán Lugones. Solo pedía “facultades iguales” en favor de Santiago del Estero. El
procurador fiscal Pedro Somellera solicitaba privación de derechos y honores, confiscación de
bienes y destierro por haber “promovido la desunión de la ciudad de Santiago, negando la
superioridad del V.E. en las provincias unidas y atacando nuestra libertad civil”.
La prolongada prisión, la enormidad de las penas propuestas y el injusto trato delataban la mano
aviesa de Rivadavia empeñado en consolidar su política centralista y destruir toda oposición
provinciana.
El 27 de enero intimaban al cabildo deponer toda resistencia a la integración del nuevo cuerpo. El
exceso autoritario llego a imponer a cada cabildante desobediente una multa de 100 pesos
fuertes.
La tendencia centralista suprimía a poco andar el nuevo año 1812 las Juntas provinciales y
subordinadas. Se Volvía al sistema de los gobernadores–intendentes y los tenientes locales. Por
nota, el 8 de febrero de 1812 fue conocida legalmente la designación del capitán José Prudencio
Vargas nuevo teniente del gobernador posicionado del cargo el 20 de abril.
El día 4 se inauguró con solemnes votos y salvas militares. Todos los miembros eran porteños e
inrepresentativos del interior. Allí concurrió Borges sin aceptar sumiso el inicial reemplazo y el 6
de abril planteo un recurso original de verdadero privilegio parlamentario.
El Triunvirato, que no pudo dominar el cuerpo legislativo, Rivadavia disolvió la asamblea, ordenaba
a los asambleístas que se retiren sin otro carácter que simples ciudadanos y les amenazaba con la
pena de muerte. Pero como necesitaban simular la existencia de una institución nacional se invito
en junio a los cabildos, a elegir nuevos representantes al futuro congreso extraordinario. El día 3,
el cabildo santiagueño unido a los 12 vecinos y presidios por el teniente gobernador Vargas eligió a
Pedro Francisco Carol. El triunvirato decidió que no podía desempeñarse. El 31 de agosto y
practicado el mismo sistema, los cabildantes santiagueños consagraron un nombre imparcial.
Borges seguía detenido en Bs As. Fue votado don Antonio José Escalada, a quien posiblemente no
conocían y cuyo mayor merito lo daría el casamiento de su hija remedios con el recién llegado
teniente coronel José de San Martin. El futuro suegro del libertador tampoco alcanzo a ocupar la
banca; el 8 de octubre los Granaderos de San Martin encabezaron la protesta civil y militar contra
los excesos del Triunvirato y defenestraron a sus miembros eligiendo para reemplazarlos a
Rodríguez Peña, Paso y Álvarez Jonte. La revolución del 8 de octubre trajo también la libertad de
Borges al anularse el inicuo proceso.
Solamente una sombra nublaba el horizonte aunque el alcalde Lugones quisiera desentenderse,
las actitudes del regidor Aranda conspiraban contra los sentimientos patrióticos santiagueños. El
tiempo y los hombres habían dado plenamente la razón a Borges. Después se aboco al cabildo a
elegir el diputado para la asamblea de 1813.
En Catamarca la situación política era distinta. El pleito por el poder ya estaba definido a favor del
partido que declaro su adhesión a la causa del gobierno propio. El intento de los realistas de
prolongar su influencia había sido desbaratado en 1810 cuando la Junta provisional gubernativa
rechazo la elección de Francisco de Acuña, español europeo y Comandante de armas del Rey para
representar a la ciudad como diputado. Surgió entonces el nombre de José Antonio Olmos,
patriota decidido que encabezo junto a otros el partido de los criollos. Figuración destacada
tuvieron en el mismo el comerciante Feliciano de la Mota Botello.
En 1814 la situación política era estable, sin fisuras y con un grupo adueñado fuertemente del
poder, ese grupo tenía el control del Cabildo cuyo Alcalde de 1° voto era el sargento mayor
Bernardino Ahumada y Barros, jefe del contingente catamarqueño que peleo en la batalla del
Tucumán. Desde abril de 1812 desempeño la función de Teniente gobernador Domingo Ortiz de
Ocampo, riojano, quien colaboro eficazmente con la revolución y actuó con prudencia en los
asuntos internos de Catamarca. Esto contribuyo a amortiguar los enfrentamientos en esta inédita
experiencia de los criollos manejando el gobierno propio. Su hermano Francisco Antonio,
protagonista de un agrio pleito con el santiagueño Borges, ocupaba en ese momento la
gobernación intendencia de Córdoba, permaneció en el cargo de teniente hasta julio de 1814,
cuando fue reemplazado por el coronel Francisco Pico. La actuación de este fue accidental, pues el
destinatario del cargo Francisco Pantaleón de Luna, enfermo gravemente y no pudo asumirlo. Pico
quedo solamente tres meses y su reiterada renuncia dio ocasión a Mota Botello para acceder a la
función que estaba apeteciendo y para la cual había acreditado meritorios servicios. Ese
nombramiento afianzo su gravitación política que culminara en 1817 con su designación como
gobernador de Tucumán. La situación descripta explica el normal funcionamiento del gobierno y la
administración.
Una grave cuestión se originó en el intento separatista de vecinos del curato de Belén. Con fecha
del 21 de abril de 1813, un grupo de vecinos domiciliados en este curato, que abarcaba una vasta
extensión territorial del oeste catamarqueño, hizo petición al gobierno nacional para que dicho
territorio sea desmembrado de Catamarca e incorporado a la jurisdicción de San Miguel De
Tucumán.
Las autoridades nacionales giraron el petitorio a informe de la gobernación de Salta cuyo Cabildo
recabo dictamen del síndico procurador. El expediente fue elevado por Hilarión de la Quintana,
gobernador interno, al directorio, y por lo que sabemos no hubo pronunciamiento ulterior.
Esto suponía también la atención de los heridos, para cuyo objeto fue menester habilitar
hospitales de campaña atendidos por varios cirujanos.
Esta animación inusitada de la cuidad tenía una imagen bien elocuente con los trabajos de
fortificación que se hacían en La Ciudadela. Desde el punto de vista administrativo, se comprueba
una centralización cada vez mayor del poder político. Hay avance del poder directorial sobre
materias que antes fueron resorte ordinario de las autoridades locales.
El 8 de octubre del 1814. Posadas decidió dividir la Intendencia de Salta para crear una nueva
provincia, Tucumán. Los motivos que se dieron oficialmente fueron que era necesario “remediar
los quebrantos de Salta, como teatro de la guerra” y “distinguir de algún modo al glorioso pueblo
de Tucumán”. El artículo 1°: “El territorio que comprenden los pueblos de Tucumán, Santiago del
Estero, Valle de Catamarca, formara desde hoy una provincia del estado, con la denominación de
provincia de Tucumán y sus límites serán las respectivas jurisdicciones de los pueblos
mencionados”. Artículo 2°: se establecía la jurisdicción de la provincia de Salta que quedaba con
dicha ciudad, “Jujuy, Oran, Tarija y Santa María”.
Primero queremos referirnos al alcance político de este decreto, el cual se inscribe en el marco de
la idea de la creación de nuevas provincias. Meses antes se había creado la provincia de Cuyo,
separándola de la Intendencia de Córdoba, cuyo gobierno fue confinado a San Martin. Esa medida
sirvió a la estrategia militar del proceso revolucionario, primordialmente, y también favoreció el
buen gobierno de una región con indiscutible identidad histórica.
El eje político y comercial del Norte fue la ciudad de Salta, donde residieron los gobernadores
desde mucho antes de la implantación del régimen de intendencias. Por consiguiente, el decreto
de Posadas lesionaba los intereses salteños y no contribuía para nada a “remediar sus quebrantos,
como escenario de la guerra” pese a que ese era el objetivo oficialmente invocado. El historiador
Bernardo Frías sostiene que la división “era circunstancia la más propicia para debilitar la fuerza de
los pueblos, divididos así en pequeños gobiernos”
Si Salta perdía su antigua preeminencia como centro de poder en el norte, en Santiago del Estero,
el decreto de Posadas que la hacía sufragánea de Tucumán, produjo honda irritación. “…..no
tuvimos un día más amargo que aquel aciago en el que se estableció Tucumán en cabeza de
provincia y se nos sometió a este gobierno bajo el cual no hemos experimentado otra cosa que
vejaciones, insultos y despotismo….No podemos subsistir bajo este yugo de fierro”.
Otra consecuencia que tuvo el decreto sobre la división de la provincia de Salta se relaciona con la
disconformidad de los catamarqueños con la agregación del pueblo de Santa María a la
jurisdicción salteña. En sesión del 17 de Diciembre el cabildo tomo conocimiento del supremo
decreto que le fue notificado por el Teniente Gobernador Mota Botello. Se acordó que sin pérdida
de tiempo se representase al supremo director “el derecho que tiene este pueblo para no
sufrir……el desmembramiento del partido de Santa María fundado en su situación local y en su
inmemorial posesión”.
Su intencionalidad fue eminentemente de carácter estratégico militar y se basó en el plan de
operaciones trazado por San Martin para la frontera Norte.
Pérez Amuchástegui dice que san Martin cuando fue Comandante del ejército auxiliar del Perú
elaboró un plan de operaciones fundamentalmente defensivo, donde Tucumán resultaba el punto
estratégico crítico cuya defensa debía asegurarse a cualquier precio. “la necesidad de salvar
Tucumán es vital, y San Martin debe arbitrar los medios, esa es la primera razón por la cual
resuelve construir un recinto fortificado en las afueras de la ciudad”. La defensa de Salta y Jujuy
hasta la línea del Rio Pasaje debía ser sostenida por las milicias gauchas puestas a las órdenes de
Güemes. El avance realista desde el Alto Perú había convertido en teatro de la guerra a las
ciudades y campañas situadas al norte del Rio Pasaje, Tarija, Jujuy, Salta y Oran.
Desde Enero hasta Noviembre las autoridades civiles se vieron obligadas a residir en Tucumán
durante la gestión de Fernández de la Cruz y de Bernabé Araoz, Tucumán, Santiago del estero y
Catamarca pasaban a ser la retaguardia política y militar del frente de operaciones. La ciudad de
Salta, capital de la provincia, fue invadida y ocupada en reiteradas oportunidades por los ejércitos
realistas. En ella se vivía en pie de guerra, lo cual era un grave tropiezo para el funcionamiento
regular de sus actividades civiles. La notificación oficial sobre la división de la intendencia fue
recibida por Araoz.
En la noche del 4 de septiembre de 1815, secundado entre otros líderes civiles por el presbítero
Felipe Ferrando, Manuel Alcorta, Mariano Medina y Juan Gregorio Salvatierra , y frente ante una
numerosa pueblada reunida ante el cabildo, proclamaron a Borges gobernador político y militar.
Borges comunico los hechos al Director Supremo con la promesa de ejercer un gobierno
provisional hasta la convocatoria de una asamblea provincial definitiva. Esa amplia configuración
social que por primera vez daba participación a las clases populares, sería la piedra del escándalo
esgrimida contra Borges. Aquel día de septiembre se hallaba en tránsito el teniente coronel Ortiz
de Ocampo y visitaba la residencia de don José Manuel Achával. Borges no lo creyó así y marcho
con sus hombres a detenerlo. Ocampo iba a incorporarse al ejército del alto Perú y descansaba del
viaje en Santiago. Abalanzando sobre Ortiz de Ocampo, fue amarrado y así conducido a casa del
Alcalde, mientras huían a Tucumán Achával y don Doroteo Olivera portadores del parte oficial.
Por vez primera Borges buscaba establecer el gran principio de la soberanía popular sin cortapisas,
a través de la adhesión de los movimientos federales artiguistas, dar participación especial a las
masas de todo el territorio santiagueño y luchar por la autonomía provincial. Había convocado a
una gran asamblea que debía reunirse el 20 de septiembre, pero en la noche del día 8 la ciudad
fue invadida por contingentes tucumanos a manos de Juan Francisco Lobos con el apoyo de un
piquete que reclutaran los Taboada. Atrincherado frente a la plaza, Borges resistió junto a sus
hombres en duro combate. Llegada la madrugada le vieron caer ensangrentado y comenzó la
dispersión, dándole por muerto. Sin embargo, recuperado de sus heridas, busco los cuidados
hogareños y allí llegaron las tropas oficiales a detenerlo y conducirle preso a Tucumán el día 11
apenas repuesta su salud. El proceso quedo trunco al fugar en noviembre Borges rumbo a Salta.
La pacificación santiagueña posterior, respuestas la viejas autoridades, permitió reunir los días 2 y
3 de octubre subsiguientes, la asamblea electoral en cabildo abierto que presidio el teniente
gobernador Taboada con representantes de los 9 curatos rurales, para elegir los diputados para el
próximo Congreso en Tucumán. Resultaron electos el padre Franciscano Juan Ignacio Garay,
definidor de su orden en Bs As, a quien sustentaría el pueblo santiagueño, y el párroco de Loreto
don Pedro Francisco de Uriarte.
La precaria salud del P. Garay le hizo declinar la honrosa representación, lo cual se conoció en
Santiago el 21 de febrero. Para entonces actuaba el nuevo cabildo que dirigían Pedro F. Carol y
José de Frías.
La asamblea logro reunirse recién el 4 de abril y eligió por mayoría l presbítero Pedro León Gallo,
de distinguida tradición social y cultural. Gallo y Uriarte se incorporaron a la sesión del 20 de abril
y suscribieron el acta emancipadora como dignos y legítimos representantes santiagueños.
Quedaba pendiente la designación del nuevo teniente gobernador y a propuesta del general
Belgrano el Congreso nombro el 30 de agosto al sargento mayor Gabino Ibáñez.
Comenzaba el año 1815 con una situación verdaderamente crítica para el gobierno rioplatense. La
autoridad del Director Supremo Carlos María de Alvear, sucesor de Posadas, no era obedecida por
el ejército auxiliar del Perú. Tampoco tenía influencia en la Banda Oriental, donde el fracaso de la
política de Bs As había exaltado el liderazgo de Artigas, quien gano para su causa a Entre Ríos y
Corrientes. Producida la derrota de Guayabos, Alvear ordeno la evacuación de Montevideo por las
tropas directorales, abrió negociaciones con el protector de los pueblos libres ofreciéndole la
independencia de su provincia. El caudillo rechazo este ofrecimiento, con lo cual afirmaba su
voluntad de pertenecer a las Provincias Unidas pero bajo un pacto de confederación.
En Santa Fe el teniente gobernador Eustaquio Díaz Vélez no pudo sostenerse frente a una
invasión de tropas entrerrianas y orientales que fueron recibidas en triunfo por la población. Fue
tomado prisionero y el 2 de Abril se produjo la autonomía provincial cuando el cabildo eligió
gobernador a don Francisco Antonio Candioti, caracterizado vecino. Desde Córdoba llegaron
diputados trayendo la adhesión a la Liga Federal después que el gobernador Francisco Ortiz de
Ocampo fue conminado a renunciar designándose en su lugar a José Javier Díaz, de tendencia
antigüista. Medio país destacaba la autoridad del Director Supremo. Alvear quiso desplazar a San
Martin de la gobernación de Cuyo. La medida origino resistencia de la población mendocina y
obligo a dejarla sin efecto. El Norte obedecía a las autoridades centrales; Güemes, profundamente
distanciado de Rondeau y Bernabé Araoz, no manifiesta signos de rebeldía. En La Rioja, el partido
directoral de los Brizuela y Doria acredito con hechos su rechazo del nuevo gobernador de
Córdoba, promoviendo un cabildo abierto el 24 de mayo del 1815 que en arreglado tramite
declaro la autonomía riojana y declaro gobernador a Ramón Brizuela y Doria.
Contribuyo a agravar ese panorama interno la desacertada política exterior del Directorio.
“Apenas instalado en el fuerte, confió Alvear una misión diplomática ante a Lord Strangford a don
Manuel José García…urgido por las noticias de Europa-donde se afianzaba el absolutismo
monárquico- dio nuevas y perentorias instrucciones. Estas provincias desean pertenecer a la Gran
Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno, y vivir bajo su influjo poderoso”. Era la
claudicación de la idea revolucionaria.
En Abril de 1815 se sublevo en Pontezuelas el ejército enviado desde Bs As contra Artigas y contra
Santa Fe. Jefe del movimiento era el coronel Ignacio Álvarez Thomas, que produjo una proclama
con duros términos para la política sostenida “por la pequeña fracción de hombres inmorales y
corrompidos” que formaban el gobierno de Alvear comprometiéndose a librar a sus compatriotas
“de los horrores que sufren”. Se mandó una intimación a Alvear para que dimitiera el mando. Al
recibir la noticia y no sin resistencia, opto por renunciar ante la asamblea el cargo de director pero
quiso retener la jefatura del ejército. La maniobra no prospero por la firme actitud del cabildo que
retiro los poderes a sus diputados en la asamblea y envió una misión para exigirle la entrega del
ejército que había situado en Olivos. En medio de la hostilidad general Alvear tuvo que resignar
todo poder y se embarcó en una fragata inglesa para salir de Bs As.
Un cuerpo electoral formado por los miembros del cabildo más doce electores, todos de Bs As,
nombro Director Supremo al General Rondeau, ausente en el alto Perú, y director sustituto a
Álvarez Thomas. Crea al mismo tiempo una junta de observación para vigilar y limitar al poder
legislativo. A dicha junta se confió la tarea de redactar un Estatuto Provisional que fijara la
competencia de los poderes nacionales y provinciales. El 5 de Mayo esa labor quedo concluida y
Álvarez Thomas pudo asumir funciones después de haber jurado obediencia al nuevo
ordenamiento.
El 17 de Abril amaneció ondeando en el mástil del fuerte la bandera azul y blanca creada por
Belgrano, enarbolada en rosario, jurada en Jujuy y escondida por orden de Rivadavia, primera vez
que se puso pues hasta entonces se usaba en la sede del gobierno nacional la bandera española.
“”y en un gesto escasamente honorable los orientales disidentes que se han puesto ante el
servicio del caído Director Supremo son entregados a Artigas que los devuelve de inmediato, sin
ejecutar sobre ellos la esperada venganza y negándose desdeñosamente a servir de ayudante de
verdugo al gobierno de Bs As”.
El cambio fue bien recibido en el Norte, el 4 de Junio, el cabildo de Santiago del Estero se dirige al
de Bs As manifestándole su satisfacción y resuelve jurar el Estatuto. Ese mismo mes hace lo propio
el cabildo de Tucumán, y en ejercicio del derecho de aprobación que se reconocía a las provincias,
se convocó a elecciones “para resolver lo que convenga sobre el Estatuto del 5 de mayo
sancionado en la capital de Bs As” y ratificar la elección celebrada en la persona de José Rondeau
para Director del estado y para suplente suyo a Alvares Thomas. Respecto de la Banda Oriental, el
nuevo Director tentó un acuerdo con Artigas. El caudillo oriental reitero su conocida posición
manifestada en las instrucciones a los diputados en 1813 y las propuestas a los comisionados
Amaro Y Candioti. “La Banda Oriental entra en el rol, para formar el estado denominado Provincias
Unidas Del Rio de la Plata sobre la base de igualdad de derecha con las demás provincias y sujeta a
la constitución que organice el congreso general de estados legalmente reunido”. Quería la
organización constitucional asegurando un régimen federativo para el estado que se constituyera.
Los comisionados directorales hicieron una histórica propuesta: Bs As reconocería la
independencia de la Banda Oriental renunciando a los derechos que por el antiguo régimen le
pertenecían. Se reiteraba de ese modo la política directorial de Alvear, agravada si cabe, invitando
a tres provincias a retirarse de las Provincias Unidas y negando la autonomía conquistada por
Santa Fe. No hubo acuerdo y el conflicto litoral “renace de sus aun calientes cenizas”
determinando la ausencia de todas ella en el Congreso de Tucumán.
En Tucumán la decisión fue conflictiva Bernabé Araoz promovió una gran asamblea reunida en el
campo de La Ciudadela congregando a la gente que le era adicta. La asamblea dio su aprobación al
Estatuto y a la elección de Director de estado, y ratifico en el cargo de gobernador a Araoz y
procedió a nombrar diputados al Congreso general. Fueron elegidos los doctores Pedro Miguel
Araoz, José Agustín Molina y Bautista Paz. El cabildo cuestiono enérgicamente la validez del acto
alegando que se había realizado sin las formalidades requeridas. Hay una carta del doctor Nicolás
Laguna al Director Álvarez Thomas (3 de julio) donde denuncia las maniobras de Araoz quien había
reunido en La Ciudadela “como 500 o 1000 hombres todos armados y realizaron un comisión
militar y no cívico donde firmaron el acta los oficiales a nombre de los soldados”. El director derivo
el asunto al Congreso y este mando practicar nuevas elecciones, lo cual demoro la incorporación
de los diputados tucumanos.
Araoz consiguió ser reelecto y se aseguró el nombre del Dr. Serapino de Arteaga quien renuncio en
la sesión del 10 de Junio de 1816, lo cual dejo a Tucumán con un diputado menos. Medrano
considero que esa tardía renuncia “era un desacato a la soberanía”. El Dr. Pedro Miguel Araoz cura
y vicario foráneo de Tucumán, había obtenido las borlas doctorales en la universidad de córdoba.
En Santiago del Estero la elección se realizó el 3 de Octubre. Fueron elegidos dos sacerdotes,
Ignacio Garay y Francisco de Uriarte. La renuncia del primero hizo necesario su reemplazo por el
presbítero Pedro León Gallo.
El coronel José de Moldes, decidido por la causa del federalismo y candidato a la jefatura del
gobierno nacional Dr. José Ignacio de Gorriti, amigo de Güemes, y el Dr. Mariano Boedo, que
figuro en el grupo de abogados comprometidos con el cambio político antes de mayo de 1810.
Constituía en tercer grupo, los diputados alto peruanos nombrados por los emigrados refugiados
en Tucumán, Salta y Jujuy después de la derrota de Sipe-Sipe. Su jefe era el Dr. Marino Serrano, el
más joven de los congresistas y en la opinión de Bernardo Frías, el primer orador de aquella
asamblea. Este grupo sustento inicialmente el proyecto restaurador de la hegemonía del Perú con
la coronación de un descendiente de los incas y haciendo del Cuzco la capital de las provincias
unidas. Toda vez que el mismo fue promovido por Acevedo de Catamarca, auspiciado por Belgrano
y Güemes y compartido por casi todos los provincianos con excepción de la bancada porteña. No
todos los diputados norteños siguieron la inspiración federalista liderada por los cordobeses. En
rigor, el grupo de congresales del Norte careció de una estrategia propia. Sus miembros tuvieron
actuación destacada por varios motivos pero sin la cohesión de bloque que exhibieron porteños y
cordobeses. Estos definieron respectivamente las tendencias unitaria y federal que entraron en
pugna y casi provocan la disolución del congreso. El grupo de Córdoba no tuvo apoyo suficiente de
sus colegas norteños y alto peruanos y por eso los porteños ganaron la partida.
La Asamblea del año XIII había sido convocada en medio de la euforia suscitada por los triunfos de
Tucumán y Salta, ahora los Congresales debieron reunirse con el desaliento de una derrota militar
aplastante en el alto Perú y teniendo la frontera prácticamente desguarnecida. Todavía las cosas
se agravaron por la imprudencia de Rondeau que marcho sobre Salta para dirimir su pleito con
Güemes planteado una lucha fratricida con el enemigo a la vista.
En orden a la política interna persistía la cuestión con Artigas que determino la ausencia de todo el
litoral y trajo ulteriormente graves complicaciones políticas y militares. ¿Qué sucedía en América?
la expedición española al mando de Morillo llevada sobre Costa Firme (Venezuela) tuvo un éxito
fulminante. Bolívar debió refugiarse en la isla de Jamaica “y desde allí mantuvo vivo el sentimiento
emancipador mediante proclamas, cartas e impresos en los que ponderaba la necesidad de que
todos los hispanoamericanos se unieran para llevar adelante la idea de construir una gran nación”.
Antes de que esto sucediera se había perdido chile. El 2 de Octubre de 1814 tuvo término en
Rancagua la revolución de la patria vieja obligando a emigrar a sus defensores con O’Higgins y José
Miguel Carrera a la cabeza. Cruzaron la cordillera y se refugiaron en Mendoza, donde San Martin
tuvo problemas con carrera que pretendió ser reconocido como jefe de gobierno en el exilio con
autoridad sobre todos los emigrados. A partir de ese momento Mendoza se convirtió en una
Ciudad-cuartel. La convocatoria del congreso de Tucumán fue temeraria respuesta de los
americanos insurgentes a tantas adversidades. Para peor la política europea era decididamente
hostil. El 9 de Junio de 1815, los soberanos habían firmado el acta final del congreso de Viena
dando origen a la Santa Alianza. Ella propendería a la extinción de los gobiernos republicanos.
Borges que ya había preparado un plan autonómico arresto a Gabino Ibáñez, llevándolo preso a
Loreto. Araoz, al ser informado, dispuso que el general Belgrano adoptara medidas; este designo a
Lamadrid con cien hombres.
Borges fue proclamado gobernador y jefe militar. Se dirigió a Piatambala estableciendo allí su
campamento, en ese momento en la madrigada fueron sorprendidos al amanecer por Lamadrid.
Las fuerzas de Borges se desbandaron siendo su jefe perseguido hasta Sabagasta, cayendo
prisionero al ser denunciado por Leandro Taboada. Fue fusilado el 1 de enero de 1817
La constitución de 1819
Una vez declarada la Independencia, el otro objetivo fundamental del Congreso era organizar
constitucionalmente a la nueva a la nueva nación. El 1° de agostos se puso a votación la
preposición de si convenía o no dar la Constitución; La votación no resulto definitoria y el debate
se reanudo. Por fin, en la sesión del 11 de agosto fue designada la comisión redactora la cual
quedo integrada por los diputados Serrano (Chuquisaca), Diego Estanislao Zavaleta (Buenos Aires).
Sánchez de Bustamante (Jujuy), Juan José Paso y Antonio Sáenz (Buenos Aires). Mientras, se puso
en vigencia el Reglamento Provisorio que había sido sancionado por el Congreso.
Basados en los principios, resolvieron utilizar los aspectos más salientes de las Constituciones de
Inglaterra y Estados Unidos. También tuvieron en cuenta como antecedentes los proyectos
elaborados por la Asamblea del año XIII, el estatuto de 1815, la Constitución francesa de 1791 y la
española de 1812.
La Capital y las ciudades del Interior, con excepción de las litorales excluidas del Congreso, juraron
solemnemente la Constitución. Las fiestas de la jura de Buenos Aires (25 de Mayo) “tuvieron
entusiasmo y fervor de pueblos”mientras en el interior se realizaron los actos en los últimos días
de mayo y primeros de Junio.
Los pueblos del Norte le dieron su aceptación sin cortapisas. La Constitución era contraria a la
voluntad de los pueblos. Centralista, aristocrática y ambiguamente monárquica para un país que
ya estaría definido por la República y la igualdad civil.
Existían, es cierto, los localismos municipales de Jujuy respecto de Salta, de Santiago con Tucumán
y de La Rioja con la relación de Córdoba. Pero esta aspiración autonómica de los distritos
subordinados no contaba todavía una ideología verdaderamente federal como la que tenía
robusta vigencia en el Litoral desde 1813. Ni Güemes, ni Araoz, los dirigentes de mayor influencia
en el Norte, eran federales. El primero tenía sus reservas respecto de Artigas y condeno la manera
de hacer la guerra.
Por lo que atañe a Araoz, siempre había sido directorial. Solo después de Cepeda lo vemos
tratando d reubicarse en el nuevo marco político que ese suceso ha creado.
Desde el punto de vista de las ideas y normas contenidas en la Constitución de 1819, no cabe duda
que erigía un sistema centralista, aristocratizante y abierto a la posibilidad de una monarquía
constitucional que varias misiones diplomáticas negociaron en Europa y también en América.
Con la caída del poder central en 1820 emergió una nueva realidad: el esfuerzo por afirmarse por
parte de los estados autónomos provinciales. Este proceso demuestra los problemas en la
cuestión de organización nacional argentina, así como permite modificar algunos enfoques y rever
simplificaciones en el análisis de los fenómenos del caudillismo y del federalismo rioplatense.
La provincia autónoma no fue una prolongación de la antigua provincia de intendencia, sino una
ampliación del papel político de las ciudades soberanas.
Las “provincias” no surgieron así como partes integrantes de un estado superior a ellas, sino como
estados independientes que llegaron incluso progresivamente a asumirse como sujetos de
derecho internacional.
Buenos Aires intento doblegar al Litoral con invasiones a Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos.
Consolidándose así aún más los partidarios artiguistas, como Estanislao López (Sta. Fe) y Francisco
Ramírez (Entre Ríos).
En febrero de 1820, el ejército porteño fue vencido en los campos de Cepeda por las fuerzas del
Litoral, conducidas por Ramírez y López que exigían la disolución del Congreso y la renuncia del
Director Rondeau.
La desaparición del directorio no hizo más que acelerar el proceso de disgregación de la antigua
estructura virreinal que los gobiernos revolucionarios ya había iniciado, para dar nacimiento a
verdaderas soberanías autónomas.
Santiago del Estero, en 1820, y Catamarca en 1821, decide declarar su independencia del
Tucumán. La Rioja se separa en 1820 de Córdoba y Jujuy de Salta en 1834.
El caudillo aparecía así como el jefe de tropas que no eran profesionales sino que compuestas por
grupos armados, organizados sobre la base de un sistema informal de obediencia.
Si se ubica a los caudillos dentro del proceso de desarrollo de las tendencias autonómicas, se
puede adoptar una mejor perspectiva a entender, así como explicar porque tendieron a basar su
dominio en formas republicanas y representativas de gobierno. El conjunto de la soberanías
provinciales adopto, según se vio, ciertas formas “republicanas representativas”, a las cuales no se
escaparon los mismos regímenes de caudillos, como solución provisional para legitimar un orden
social y político luego de las luchas de la independencia, pero también para resistir a la tendencia
hegemónica de Buenos Aires. Una nueva y compleja relación se establecióasí en la legalidad,
coerción e incluso terror (régimen de Rosas) en los regímenes de caudillo.
Junto al poder de caudillo existieron afectivas funciones de gobierno, parte de ellas de origen
colonial, articulando las relaciones militares entre las milicias del caudillo y el gobierno provincial,
reconociendo una relación entre legalidad y legitimidad en los regímenes de caudillos, en un
periodo en la que la formación de liderazgos políticos se vinculó con la afirmación de soberanías
provinciales que coexistieron conflictivamente con proyectos de organización nacional.
Las ideas de Bustos coinciden en sustancia con el proyecto que Bernabé Araoz desarrollo con su
Republica del Tucumán. Hablamos ya de la invitación que el gobernador tucumano curso a los
Cabildos de Catamarca, Santiago y Tucumán para definir la organización provincial hasta tanto se
reuniera el Congreso general por el que trabajaban Bustos y Artigas.
La iniciativa no hallo eco en los santiagueños, que mantenían viejas diferencias con Araoz y en
cuyo ánimo el sentimiento autonómico estaba maduro desde hacía tiempo. El congreso provincial
se formó pues con solamente los diputados de Tucumán y Catamarca. El Congreso constituyente
del Tucumán se conformó el 17 de mayo, y una vez aprobados los poderes de sus miembros, eligió
presidente al diputado Arteaga, estableciendo que esa función era rotaria semanalmente.
Fue cometido primordial del cuerpo sancionar una constitución para la provincia de Tucumán,
hecho que se concretó el 6 de septiembre de 1820. Fue publicada y jurada el día 24, aniversario de
la batalla de Tucumán.
El gobierno nacional había caducado con la caída del Directorio y jurídicamente la nación estaba
disuelta. Con el rechazo de la Constitución de 1819. Estos sucesos imponían a la provincia de
Tucumán la necesidad imperiosa de reasumir sus derechos hasta el momento en que el Congreso
general, que debía reunirse en virtud del tratado del Pilar y del pacto de Benegas, estableciera
forma de gobierno y la organización de la nación en conjunto.
Ernesto H. Celesia, quien hizo conocer la constitución, cuyo desconocimiento extravió el juicio de
otros historiadores y cronistas, siguiendo la observación de Alberdi “elementos del derecho
público provincial” sostiene que la constitución de la republica del Tucumán no es otra cosa que
una copia de la nacional de 1819, con las variantes de forma necesaria para su adaptación a la
provincia, y algunas variantes, aunque pocas, de fondo. Comprende cinco secciones, religión,
poder legislativo, poder ejecutivo, poder judicial, declaración de derechos.
En cuanto a religión declara que la Católica Apostólica Romana es la del estado, agregando que es
la única religión de la república.
En la sección del poder legislativo, adopta el sistema unicameral, según la tradición del derecho
público argentino en la forma de las legislaturas o Salas de representantes que aquí se
denominaban “Congreso Provincial”integrado de un diputado de cada pueblo con precedencia del
número de habitantes.
Las normas relativas al poder ejecutivo, sección tercera, determinan que será ejercido por el
presidente supremo con mandato de 4 años elegido por el congreso en votación unánime.
La sección 4 dedicada al poder judicial, crea una Corte Suprema de Justicia de tres miembros sin
exigencia expresa del título de abogado para los mismos. Completa al poder judicial la formación
de la corte primera de justicia que sustituye a los Cabildos.
Este importante antecedente de nuestra historia institucional tuvo efímera vigencia. Duró lo que el
gobierno de Araoz, derrocado este por Abraham Gonzales (28 de agosto de 1821) desapareció la
republica del Tucumán. Al día siguiente el propio Gonzales fue elegido gobernador intendente y de
inmediato se procedió a la recomposición del Cabildo, volviéndose a las instituciones tradicionales.
Y como Catamarca acababa de proclamar su separación de Tucumán, quedo también disuelta la
provincia creada por el Directorio el 8 de octubre de 1814. El federalismo provincial querido por
Araoz y sostenido doctrinariamente por Juan Bautista Bustos, quedaba desbordado por el
federalismo municipal en auge desde la disolución nacional del año 20.
Trascurrían los días del Comandante Ibarra en Abipones atento a los sucesos provinciales y
nacionales, en comunicación constante con López, con Bustos y Güemes con quien hacia
proyectos para desbaratar los planes del tucumano Bernabé Araoz, cuando sus comprovincianos
lo llamaron para hacer frente a los abusos de los tucumanos al mando de Echauri, Ibarra no vacilo
un momento en llevar sus huestes populares para hacer frente a la defensa de los derechos
santiagueños conculcados.
Faustino Silveti, hizo entrega al cabildo de una nota del comandante de Abipones en la que
expresaba “no puedo ser más insensible a los clamores con que me llama ese pueblo en auxilio
por la facciosa opinión que sufre indebidamente de V.S. para cimentar de mucho su esclavitud. Me
hallo ya a las inmediaciones de ese pueblo benemérito y si V.S. en el preciso termino de dos horas
desde el recibo de esta intimación, que desde luego le hago, no le permite reunir libremente un
cabildo abierto a manifestar su voluntad, cargo con toda mi fuerza al momento. De los males que
resulten y de todo lo demás hago responsables a los individuos de esa corporación y secuaces,
como de los costos y gastos que he causado a mi marcha”
La respuesta no alcanzo a llegar a manos del caudillo, fueron derrotadas las fuerzas regulares de
Echauri por las huestes gauchas, debieron abandonar la ciudad, apoderándose de ella Ibarra.
En ese mismo día los vecinos fueron convocados para un cabildo Abierto que presidio don Pedro
Pablo Gorostiaga quien propuso “nombrar un teniente gobernador político militar interino, hasta
que reunida la campaña, por la voluntad unánime de ella y del pueblo, declaren al sujeto que haya
de suceder en propiedad” esta propuesta era sancionar la autonomía santiagueña.
Gorostiaga mociono para que fuese elegido en tal carácter, el comandante don Juan Felipe Ibarra,
lo que así se hizo por unanimidad, quedando designado como gobernador provisorio.
El acta de la autonomía
El día 25 de marzo, Ibarra solicita al Cabildo, convoque a los electores para que se constituyan, los
que así se cumplió, en la Sala Capitular con la presencia de dicho gobernador interino.
Nombrándose secretario a Fernando Bravo y por último, se eligió como diputado para el congreso
que debía constituirse en San Lorenzo, en virtud de pacto de Pilar, a Mateo Saravia.
El acta no reconoce “otra soberanía ni superioridad sino la del congreso de nuestros co-estados
que van a reunirse para organizar nuestra federación”
En el artículo tercero se ordenaba “que se nombre una junta constitucional para formar la
constitución provisoria y organizar la economía interior de nuestro territorio, según el sistema
provincial de los Estados Unidos de la América del Norte en tanto como lo permitan nuestras
localidades”
Ibarra, al ascender al poder, lo hizo con el apoyo tanto de las clases altas de la ciudad y de los
grandes señores del interior como con el de las masas suburbanas y campesinas. Su política era
coincidente con la de López, Bustos y Güemes.
Era de prever una acción armada por parte de Araoz, ya que la autonomía de Santiago venía a dar
por tierra con sus planes de constituir la Republica del Tucumán. Ibarra delego el mando al capitán
Beltrán Martínez, el 23 de mayo, dirigiéndose hacia abipones para regresar con las fuerzas
necesarias preparadas ante cualquier ataque.
Encontrándose en Abipones le llego el chasque enviado por Martínez, quien le comunicaba que
Araoz se proponía someter de nuevo, por la fuerza, a la provincia.
Entre los esfuerzos de Araoz han sido señalados dos intentos en los que encontró colaboración de
algunos santiagueños. Para ello trataron de imponer figuras militares que hicieran “sombra” a la
de Ibarra
Capitán Lorenzo Lugones: había participado junto con Borges en los intentos de
autonomía. Este proyecto no pudo concretarse porque Lugones estaba en el Ejército
Nacional y cuando regreso Ibarra ya se había consolidado.
Capitán Gregorio Iramaín: junto con los Frías autonomistas desde Borges, y que
querían seguir manejando la política lugareña. Conto con el apoyo del capitán
Celedonio Gutiérrez y el comandante López, quienes se reunieron en Ardiles,
acordando un plan con Iramaín contra Ibarra
Tratado de Vinará
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Martin Rodríguez había hecho llegar a las
provincias una exhortación para que trataran de llegar a compromisos amigables, esta no cayó en
saco roto y se nombró como representante al Pbro. Pedro León Díaz Gallo y por Tucumán Pedro
Miguel Araoz.
Suscribieron al tratado el 5 de Junio de 1821, por el cual se pactaba la paz con Tucumán y se
obligaba a ambas provincias a enviar sus representantes a Córdoba.
Sus cláusulas establecían cesación de guerra, devolución de prisioneros, garantías para los
emigrados; devolución de bienes incautados en la lucha, ayuda mutua contra los indios y, sobre
todo, la ayuda militar a la provincia de Salta amenazada por el ejército realista.
El comercio libre, entraba a destruir las artesanías nacionales. Surgieron en replica las aduanas
interiores e impuestos que Ibarra aplico desde entonces para defender el mercado interno.
En 1823 se creó la primera acuñación de monedas de un real y medio real. Esta primitiva moneda
buscaba impulsar el mercado.
Santiago mantenía el tercer lugar de importancia demográfica del país y era ponderable su valor
geográfico.
El 10 de junio de 1824, eligieron diputados al congreso nacional a Félix Frías, Pedro F. Carol, y los
presbíteros Pedro León Gallo y Vicente Mena. Mena resulto el único diputado solidario con el
bloque federal.
El tratado de cuadrilátero (25 de enero de 1822) suscripto por Bs As, Santa fe, Corrientes y Entre
ríos, llevaba a la convocatoria de un nuevo Congreso en el que Buenos Aires recuperaba la
iniciativa.
La convocatoria fue aprobada por Martin Rodríguez y ejecutada por Las Heras. Las provincias
respondieron con interés al nuevo intento organizativo. En Santiago del estero se llamó de
inmediato a la asamblea electoral que se reunió el 10 de junio y fueron electos los diputados Dr.
Félix Frías, Pedro Carol y los presbíteros Pedro León Gallo y Vicente Mena.
Se afirmaba la voluntad federativa de constituir un gobierno donde tomara parte la provincia sin
estar sujeta a otro gobierno inferior como antes lo estaba.
Salta designo diputado al canónigo Juan Ignacio de Gorriti y a don Remigio Castellanos. El primero,
hombre de talento y experiencia, había tomado parte activa después de la muerte de Güemes.
Tucumán estuvo representada desde la constitución del congreso por sus diputados Coronel
Alejandro Heredia, y Don Manuel de Arroyo.
La composición del cuerpo se practicó sobre la base de una estimación de la población de cada
provincia. A Buenos Aires le corresponderían 3 diputados sobre una población de 151.000
habitantes. Seguía Córdoba con 80.000 y en cuanto a las provincias del norte, encabezaba
Santiago que elegía 4representantes, Salta y Tucumán con 2 cada una, mientras que a La Rioja,
Catamarca y Jujuy les correspondería inicialmente 1 diputado. Esto fue así hasta que se resolvió la
duplicación de representaciones.
El congreso se denominó “Congreso General de las Provincias Unidas del Rio de la Plata”
constituyente y legislativo. Se encargó al gobierno de Bs As el manejo de las relaciones exteriores
acordándose que las provincias se regirían por sus propias instituciones hasta la sanción de la
constitución.
Haciendo la valoración de la etapa constitutiva del congreso, Ravignani formula el siguiente juicio:
la Ley Fundamental, etapa de un proceso, desde el punto de vista de los partidos se sanciona con
la concurrencia de unitarios y federales, razón por la cual no encontrara resistencia en el país. Fue
bien recibida porque respeto el federalismo nacional de hecho, como asimismo la organización de
las provincias, cuyas constituciones y leyes especiales hemos estudiado.
Buenos Aires acepto el encargo que se le hacía para ejercer el poder ejecutivo provisional
Había comenzado la las invasiones ante el rechazo de Ibarra a la Constitución unitaria. Primero
fueron las tropas del gobernador catamarqueño Gutiérrez queriendo dar muerte a Ibarra y
cambiar la voluntad popular santiagueña.
Luego llego Lamadrid seguido de un millar de hombres, cometieron crímenes y vejaciones contra
la población abandonaron la provincia el 16 de junio ante la proximidad de refuerzos dirigidos por
Quiroga.
Desde el campamento de saladillo, Quiroga e Ibarra denunciaron los atropellos en patética carta al
gobernador Bustos, revelando asesinatos, robos estupros e incendios de poblaciones victimas del
saqueo autorizado escandalosamente por el Presidente de la Republica.
La reacción popular se hizo sentir en las victorias finales de Palma Redonda (26 de junio), lugar
limítrofe santiagueño-tucumano y Rincón de Valladares (6 de julio de 1827) . Los triunfos de
Quiroga e Ibarra terminaron con Lamadrid y precipitaron la caída del institucionalismo unitario,
falto de sustentación militar interior.
El interregno unitario
La vida santiagueña se desenvolvía en medio de sobresaltos continuos y levas de sus mejores hijos
para incorporarlos forzadamente al ejército y llevarlos hacia Córdoba. Los unitarios urbanos
solamente se preocupaban de las formalidades institucionales y para ello promovieron una
renovación legislativa concentrada el 8 de julio con la elección del nuevo cuerpo, que ahora
presidia Felipe Ferrando, don Santiago de Palacio era su vice y Tomas Juan de Taboada secretario
El 26 de julio de ese mismo año, siendo gobernador Alcorta, la legislatura sanciono el Primer
Reglamento de Organización Política al no haber Constitución, organizándose los tres poderes
clásicos; Ejecutivo seria ejercido por un gobernador, a la vez Capitán General, por tres años,
ayudado por dos ministros, uno de Gobierno, Guerra y Relaciones Exteriores y otros de Hacienda.
El Legislativo estaría ejercido por la Sala de Representantes, uno por cada curato y dos por el
rectoral, durando cuatro años en cargo, y el poder Judicial integrado por el gobernador y dos
vecinos designados.
Regreso de Ibarra
El 19 de julio la Legislatura eligió nuevamente como gobernador a Juan Felipe Ibarra, pero este, no
acepto hasta no tener la autorización del General en Jefe de la Liga del Litoral Estanislao López.
Mientras tanto, don Santiago Palacio seguía, aparentemente, al frente del gobierno, aunque en
verdad el poder lo detentaba Ibarra. El 21 de enero de 1832, palacio se dirigía a Ibarra instándolo a
aceptar el gobierno.
Disolución de la legislatura
En el año 1835 las conspiraciones realizadas por los unitarios que habían costado la vida de
Quiroga, Latorre, y los anteriores Ramírez y Dorrego, presagiaban una conspiración por este
motivo Ibarra recurrió al pueblo santiagueño y este retrovertido en la persona del gobernador la
suma de los poderes.
El proteccionismo de Ibarra
Las reformas rivadivianas que hicieron de Buenos Aires uno de los mercados internacionales más
libres del mundo en aquella época, terminando de arruinar la actividad industrial de las artesanías
provincianas, por lo cual, estas, para subsistir
Revolución de 1840
Libarona que ha trascendido por la fortaleza de su esposa, vino desde Canarias a BS AS donde
trabajo como escribiente de la casa de comercio de Lezica, y de allí se trasladó a Tucumán.
Oficiaba también de copista o secretario comercial y tenedor de libros de importantes
comerciantes cuando conoció a la grácil hija menor de don Santiago de Palacio que visitaba
frecuentemente a Tucumán para sus negocios. Libarona ahora traía mensajes desde Tucumán
favorables a un pronunciamiento planificado para el 24 de Septiembre.
Ibarra toma medidas precautorias, entre ellas hizo bajar desde Abipones un contingente de 500
hombres, recluto soldados dispersos en las proximidades de la ciudad y puso esas fuerzas bajo el
mando de su hermano Francisco Antonio Ibarra. En el campamento militar revistaban Santiago
Herrera, Mariano Cáceres y Ramón Roldan, secretamente complotados con Lamadrid, en la
madrugada del 24 al 25 de septiembre, reunieron a la tropa e incitaron un pronunciamiento
contra el gobernador Ibarra. Un soldado fiel a su jefe aprovecho la euforia y monto presuroso en
busca del coronel Francisco Ibarra el cual dormía en su casa frente a la iglesia San Francisco. Don
Pancho monto de inmediato en su caballo y ordeno comunicar la novedad a su hermano. Sin
vacilaciones y demostrando el valor que siempre le distinguiera, marcho solo hasta el
campamento sublevado. En tono severo recrimino la traición. Los ánimos se exaltaron. Herrera
reacciono enfurecido mientras los sublevados rodeaban al coronel Ibarra y lo atacaban a lanzazos
ensañándose hasta dejarle muerto. Ni siquiera pudo sacar su espada ante el alevoso ataque y
quedo tendido en el suelo hasta morir desangrado mientras el comandante Rodríguez presenciaba
la escena impasible. Después del asesinato de don Pancho, los jefes rebeldes en misionaron al
capitán Herrera para que acompañado de 100 hombres se encargaran de tomar prisionero al
gobernador.
Los sublevados acampados sobre la acequia urbana hicieron compadecer a la plaza al juez Pedro
Unzaga quien conferencio con Rodríguez y acordaron la convocatoria popular para elegir nuevo
gobernador. Instalado en el antiguo edificio capitular, Unzaga fuertemente custodiado logro el
concurso del alguacil Manuel Arana para que a son de campana se convocara al vecindario. Un
reducido concurso ciudadano eligió gobernador interino a Rodríguez, quien sería confirmado
según la intención de los sublevados, por una nueva cámara legislativa. A las 4 de la tarde
Rodríguez firmo el acta de sunción gubernativa y presto juramento ante el juez Unzaga. Dieron
lectura a una proclama de adhesión la coalición del norte redactada por Libarona.
Ibarra actuó sin misericordia cada vez que era apresado alguno de los cabecillas. Tal el caso de
Santiago Herrero, que dignamente asumió toda la responsabilidad del complot, el cual fue cocido
a un cuero de buey en posición de cuclillas y poco menos que convertido en una masa informe,
atado a un caballo que lo llevo rondando por las calles. Unzaga y Libaren, retobados en cueros y
atados a los naranjales del campamento militar existente sobre la acequia de la ribera,
sobrevivieron para ser confinados en el fortín del Bracho donde Libarona enloqueció antes de
morir en 1841. Su compañero Unzaga logró huir pero lo recapturaron y trasladaron a Salavina
donde murió degollado en agosto de 1844. El capitán Mariano Cáceres encontró refugio en
Catamarca hasta que la provincia cayo dominada por el ejército federal de Oribe y este jefe lo
envió prisionero ante Ibarra en 1841. Al gobernador Domingo Rodríguez lo detuvieron en Salta y
murió también degollado en el Bracho el año 1845.
Ha reconstruido este momento del drama histórico santiagueño el gran novelista argentino
Abelardo Arias en su consagrada novela “polvo y espanto” cuya factura documental se inspiró en
nuestro libro “Juan Felipe Ibarra y el federalismo del Norte” con la fidelidad digna de una pluma
magistral.
En Jujuy iba a completarse este cuadro con la deposición del gobernador Iturbe en abril de 1840
reemplazado por el antiguo unitario Roque Alvarado. Catamarca y La Rioja no modificaron su
cargo político al ser absorbidos sus gobernantes Cubas y Brizuela. Este complot se coordinaba con
la acción de Lavalle en el litoral y el bloque francés sobre el Rio de la Plata. Precipito el
pronunciamiento del año 40 la llegada del general Lamadrid a Tucumán. Dejo el país y desde el
exilio ofreció servir al gobernador Rosas para regresar a Bs As. Lamadrid residía en Uruguay gracias
a una pensión que el mismo Rosas le pasaba de incognito. Volvió Lamadrid y logro conseguir ser
enviado por este a Tucumán para retirar armas guardadas desde la guerra con Bolivia.
Lamadrid llego a Tucumán y promovió un exultante clima antifederal. Simultáneamente los restos
del parque militar eran tomador por el coronel Mariano Acha, llegado desde su exilio boliviano, y
el ministro Zavalía los vendía desembozadamente en la tienda y bufete de Avellaneda. Contribuían
al clima eufórico las noticias halagüeñas de Alberdi, quien ofrecía desde Montevideo, dinero,
hombres, cañones y barcos a cambio del retiro de las relaciones exteriores al gobernador de Bs As.
Lamadrid tentó al mandatario santiagueño Ibarra con honores y glorias, jefaturas o amenazas si no
cedía al halago. Refirió que Rosas le había mandado al norte con la intención oculta de matar a
Ibarra, a Cubas y a Brizuela. Ibarra constituía un fiel ejemplo y lo confirmo al contestar a Lamadrid
el 13 de abril: “esta provincia no tiene queja de ningún gobierno de la república, nadie la ha
tiranizado, ningún jefe fuera de ella ha intervenido en su administración, y de consiguiente contra
nadie puede pronunciarse”
Muerte de Ibarra
Ibarra había cumplido 60 años y sus dolencias eran consecuencias lejanas de una existencia que no
conoció la malicie, fogueada en los campamentos militares. En páginas anteriores y no obstantes
conocer la carta de Ibarra a Rosas, que no admita dudas, escribió: “En su testamento como López
de Córdoba y Lopez del Paraguay, hizo el legado de autoridad, cual si fuera propiedad,
disponiendo que, después de su muerte pasase el gobierno de la misma a manos del ilustre
restaurador de las leyes”.
Aumentaron también sus prácticas religiosas, los diálogos permanentes con sus amigos sacerdotes
Fray Wenceslao Achával, Fray Miguel Lopez y presbítero Pedro León Gallo. Sus últimos años los
paso casi postrado por una hidropesía aguda que minaba el organismo.
El 15 de julio de 1851 pasadas las 10 de la mañana, paró las patas en brazos de su esposa y los
padres Achával y Gallo
La transición
Don Juan Felipe Ibarra como una premonición, deseaba evitar después de su muerte la anarquía
que podía sobrevenir al desatarse las pasiones de las luchas por el poder.
Ibarra apreciaba a sus sobrinos, tanto a los Ibarra como los Carranza que rivalizaban. Quienes
rodeaban a Ibarra reconocían en los Carranza los sucesores de Ibarra.
El mismo día de la muerte del gobernador Ibarra, el juez de la instancia don Felipe Santillán se
procedió a abrir y dar lectura de su testamento. Una de las clausulas “nombro, instituyo y declaro
por mis albaceas testamentarios o ejecutores de esta mi deliberada voluntad, en primer lugar a
don Mauro Carranza, en segundo lugar a don Manuel Taboada y en tercer lugar a doña Ventura
Saravia”
Pese a las cláusulas que favorecían con notoriedad, el testamento fue impugnado por los Taboada
y el sacerdote José Wenceslao Achával y Medina (consejero en vida de Ibarra) fue acusado de
haber falsificado este documento en el que se expresa la última voluntad.
Reunido el pueblo en la plaza capitalina por convocatoria del Juez Santillán, fue electo Mauro
Carranza. Los hechos que le suceden desencadenaron lo que Ibarra tanto temía.
La lucha entre ambos parientes se volvió enconada, Carranza para reinstalar la Cámara de
Diputados que había sido suprimida en 1835, llamo a elecciones para así lograr que su mandato
fuese ratificado. Pero después de realizadas comprobó que habían sido triunfantes sus opositores,
por lo que anulo por decreto las mismas, por no haber sido respetada la ley.
Sin embargo, no existieron luego de la revolución, una economía de carácter nacional. Por el
contrario, en el espacio territorial del ex Virreinato rioplatense se produjo apartir de 1810 una
gran disgregación política. Y fue recién a partir de la década de 1820 cuando comenzó a
configurarse un nuevo orden estatal a través de gestación de Estados provinciales, que a partir de
1831 conformaron una Confederación de provincias.
Desde la década de 1550 comenzó en auge minero en Potosí, se produjo en el Alto Perú una gran
demanda de medios de producción y de subsistencia. El consumo de los miles de trabajadores que
se empleaban en el centro minero, junto con los insumos necesarios para la producción de plata
fueron los disparadores del crecimiento de la demanda de bienes. Esta situación promovió una
acelerada oferta y mercantilización de producciones de origen tanto europeo como de un vasto
espacio regional, llego a cubrir un extenso territorio que abarcaba loa actuales tierras del sur
Ecuador, Perú, Bolivia y parte de Chile, Paraguay y la Argentina.
La mayor parte de necesidades la cubrieron con las mercancías originadas en el territorio del
“Nuevo Mundo” desarrollándose con éxito las producciones locales.
Todavía en las últimas décadas del periodo colonialhabía una sólida vinculación mercantil del Rio
de la Plata con el alto Perú, desde 1776, en la unidad política de las Reformas Borbónicas, con la
creación del Virreinato del Rio de la Plata otorgaba a esta el manejo de las finanzas que se nutrían
de la producción minera potosina, a partir de entonces la caja fiscal de Buenos Aires manejo
grandes remesas de dinero con las que cubrían la mayoría de los gastos del Estado.
Los conflictos bélicos llegaron a todos los territorios rioplatenses, comerciantes y productores
tuvieron que costear buena parte del abastecimiento de los ejércitos libertadores. A ello se sumó
la creciente pobreza de recursos fiscales que afectaron los gobiernos revolucionarios, ya que la
dislocación política y el mantenimiento del poder español en el Alto Perú tornaron irrecuperables
la provisión de recursos financieros procedentes de la actividad minera alto peruana.
Pero para el resto de las provincias del “Litoral de los ríos” (Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe) las
cosas no cambiaron rápidamente, ya que quedaban subordinadas al puerto de Buenos Aires.
A partir de 1820 comenzó este proceso de expansión, mostrando Entre Ríos similitudes con la
evolución económica porteña, aunque más retardada, Santa Fe recién consolidaría el control
apartir de 1870 logrando su expansión sobre la frontera indígena, Corrientes seria perjudicada por
la economía librecambista de Buenos Aires al tener los productos brasileños como competencia.
Córdoba y Tucumán encontraron nuevos rumbos para sus economías, mientras que los territorios
del Noroeste y Cuyo reconstruyeron antiguos circuitos comerciales similares a los del periodo
colonial.
Para 1815 desaparecerían los vínculos mercantiles permanentes que unían a Tucumán con el Alto
Perú, Paraguay y Chile, acentuándose su rol de intermediaria de productos europeos entre Buenos
Aires y las provincias del Noroeste.
Las provincias del actual territorio argentino luego de la revolución tuvieron una orientación
bifronte, en la que convivieron las economías fuertemente vinculadas al mercado atlántico con
otras constituidas fundamentalmente por modestos mercados.
Uno de los procesos que caracterizaron a la historia del área rioplatense durante el S. XIX fue el
lento pero paulatino afianzamiento de la orientación atlántica de su economía, con el cuero y el
sebo, en un primer momento; el tasajo y la lana de oveja avanzando el S. XIX, fueron los productos
en torno a los que se organizó la prospera economía ganadera de las pampas rioplatenses,
especialmente de las provincias de Buenos Aires.
Diferente era la situación de las regiones no pampeanas, en particular las provincias norteñas y
cuyanas. Vinculadas por circuitos comerciales forjados en la colonia, su relación con los mercados
andinos y del Pacifico eran muy fuertes. Tanto Mendoza como San Juan, Tucumán, Salta, Jujuy,
Catamarca y La Rioja habían desarrollado una serie de producciones que satisfacían la demanda de
las economías chilena y boliviana. La conexión con Buenos Aires, no era menos fuerte, siento uno
de los puntos de aprovisionamiento de productos de ultramar, función en la que competía con
Valparaíso, Cobija y otros puertos del Pacifico.
Tucumán poseía una ubicación estratégica que le permitía ser la bisagra de los mercados andinos
con el litoral atlántico, sus recursos naturales como el quebracho, el cebil y otras maderas de sus
bosques posibilitaban el desarrollo de la construcción de carretas y la curtiembre; en sus campos
cereales, tabaco, azúcar y agua ardiente daban una intensa actividad comercial local y regional,
era el centro de operaciones comerciales donde también se concentraban “ingenios de
destilación”.
También producía quesos, aperos, botas, sillas de montar, caronas, cordobanes, pellones, etc., que
eran enviados a los mercados del litoral
Como en 1820, el vértice del poder había pasado nuevamente al litoral. Todos estaban en la nueva
etapa, antiguos rosistas, federales auténticos y emigrados unitarios que pudieron regresar a su
patria gracias al triunfo del 3 de febrero de 1852.
Manuel Vicente Bustos, Celedonio Gutiérrez y Manuel Taboada, asistieron a San Nicolás y
suscribieron el acuerdo junto al hombre que tanto habían denostado en los papeles oficiales.
Debió haber sido consuelo verse acompañados por los rosistas cuyanos Nazario Benavidez, Pedro
Pascual Segura y Pablo lucero. En Salta se había producido cambio de gobierno. Un movimiento
popular derroca a José Manuel Saravia (3 de marzo) y elije como sucesor a Tomas Arias. Arias viajo
a San Nicolás pero no pudo llegar a tiempo para firmar con sus colegas el documento del acuerdo.
En Jujuy ocurrió una situación similar, Mariano Iturbe fue desplazado del mando por una asamblea
que el convoco, donde resulto elegido el Dr. José Benito de la Bárcena.
Navarro tenía la intención de acudir a San Nicolás pero enfermo gravemente y falleció el 4 de
mayo. La sala eligió como nuevo gobernador a don Pedro José Segura, hombre de militancia
federal y eternamente respetable por sus avicas.
Los diputados jujeños también salieron de las filas del partido unitario.
Tucumán designo diputados al Sr. Salustiano Zavalía y al Fray José Manuel Pérez. El primero había
pertenecido al grupo de ideólogos de la asociación de mayo con Marco Avellaneda y Benjamín
Villafañe, activos promotores de la coalición del norte contra Rosas.
Santiago Del Estero estuvo representado lucidamente en Santa Fe. El Dr. José Benjamín
Gorostiaga tenía escasamente 29 años y, si bien no podía escribir larga ejecutoria, su talento y
saber jurídico fueron la mejor recomendación para asumir semejante responsabilidad. El otro
diputado santiagueño fue el Pbro. Benjamín Lavaysse, hijo de un militar francés, era hombre
adinerado y de tendencia liberal.
En Catamarca Fueron designados diputados el presbítero Pedro Alejandro Zenteno y Don Samuel
Molina. Este resigno su mandato y el gobierno decidió su reemplazo con Manuel Leiva.
No hubo más remedio que buscarle un sustituto. No había tiempo ya para designar a un hombre
del medio. Zenteno sugirió la designación del General Pedro Ferre, ex gobernador de Corrientes y
uno de los principales voceros del federalismo del Litoral en contra de Juan Manuel de Rosas.
En el Congreso estaban también todas las ideas políticas viejas unitarias como Zuviría y Del Carril ,
antiguos federales, como Leiva, Ferre y Zenteno, hombres de la generación del 37 como Gutiérrez
y Zavalía, jóvenes liberales como Gorostiaga, Seguí y Zapata. Eran una síntesis de la historia
nacional.
La primera generación de los Taboada estaba formado por Leandro Taboada, Juan Tomas Taboada
y Antonio María Taboada. Del matrimonio formado por don Leandro Taboada y doña Águeda
Ibarra (hermana de Juan Felipe Ibarra) surgen Manuel, Gaspar, Felipe y Ramón Antonino.
La tradición familiar Taboada era unitaria, estos se habían identificado con la política centralista
del Director Supremo Carlos María de Alvear, y hasta 1820, en que se proclamó la autonomía
santiagueña, coincidía con la política del tucumano Araoz. En 1815 desbaratarían los planes
autonomistas de Borges.
En 1820 cuando Juan Felipe Ibarra llego al poder, los Taboada se habrían transformado al
federalismo triunfante, que abandonaran a poco de la caída de Rosas.
En 1826 Antonio fue designado para representar a la provincia en el Congreso nacional, donde se
unió a los unitarios traicionando e mandato recibido, mientras su tio Juan Tomas Taboada votaba
en contra (en la legislatura santiagueña) de la resolución de la Cámara provincial que desconocía la
autoridad de Rivadavia, firmo el acta de la revolución unitaria por la que era depuesto Ibarra,
conforme a los planeado por la Coalición del Norte.
Una década después, siendo de nuevo diputado, suscribió a la resolución por la cual se condenaba
a quien se había pronunciado contra Rosas (Urquiza)
Reinstalación de la legislatura
Para legalizar su gestión de gobierno Manuel Taboada convoca a los diputados que Carranza había
anulado, constituyendo así la Legislatura que lo designaría como gobernador propietario
señalándole un mandato de tres años conforme al reglamento de 1830.
Manuel Taboada designo una comisión integrada por los señores Pedro Pablo Olaechea, Carlos
Rueda y el Pbro. Ángel Fernández los que acordaron un entendimiento al reunirse en Pozo Hondo
con los delegados tucumanos Vicente Gallo, Manuel Paz y Agustín de la Vega por que los Carranza,
con el apoyo y la protección de Celedonio Gutiérrez, que regían los destinos de Tucumán desde
1841, hostilizaban a Santiago y por medio de Adeodato Gondra, en Buenos Aires, echaban sombra
sobre los Taboada acusándolos de ser unitarios.
El nuevo gobernador debió iniciar una campaña para desvirtuar esos rumores y en momentos en
que Urquiza se aprestaba a luchar en contra de Rosas, comunico este su elección como
gobernador aprovechando la circunstancia para hacer profesión de fe en el federalismo al repudiar
el “funesto grito del loco traidor, salvaje unitario Urquiza”. Al día siguiente en un acto realizado en
la Plaza Santiago formulo juramento público de fidelidad a Rosas.
Manuel Taboada promovió el nacimiento de colonias agrícolas y dicto una ley creando el impuesto
de patentes mientras eran suprimidos los de aduana, transito, etc.
La constitución nacional que obligaba a cada provincia a darse una carta constitucional bajo el
régimen Representativo, Republicano y Federal.
La comisión fue integrada por don Manuel Palacio, don Juan Felipe Borges, don Luciano
Gorostiaga, don Pedro R. Alcorta y el doctor Domingo E. Navarro, elegidos por el poder ejecutivo
por decreto del 19 de junio, elevo un proyecto de Constitución el 27 del mismo mes.
El 15 de julio fue sancionada la primera constitución que tuvo nuestra provincia y un adicional
referente al Régimen Electoral.
Desde Tucumán Alcorta recabo la intervención del gobierno federal. El presidente Derqui designo
a don Salustiano Zavalía quien en las instrucciones que se le dieron debía reponer a Alcorta en el
cargo de que había sido despojado
Después de pasados 4 meses en que Alcorta estuvo fuera de la provincia, la legislatura conforme al
artículo 27° de la constitución, nombro por ley dictada el 24 de enero de 1881 a Pedro Gallo para
completar el periodo de su gobierno.
En ocasión en que el presidente Derqui se encontraba en Córdoba reuniendo fuerzas para hacer
frente a Bs As, tuvo una entrevista con Alcorta de la cual resulto que el vicepresidente Juan
Pedernera dictara el decreto de fecha 5 de julio de 1851 por el que se reiteraba la reposición de
Alcorta en el gobierno de la provincia y desde Córdoba el presidente Derqui encomendaba esta
misión al coronel Octaviano Navarro.
Tanto la misión de navarro como la misión de la legislatura de Santiago Del Estero dispuso dar
ante Derqui para par las explicaciones del caso y pedir quedar sin efecto la deposición de Alcorta,
fueron superadas por los acontecimientos que tuvieron lugar en el litoral al ser derrotadas, el 17
de septiembre de 1861, las fuerzas nacionales en Pavón por los ejércitos de Bs As lo que trajo
aparejado el alejamiento del presidente Derqui y la disolución de los poderes nacionales.
Vencedor Mitre, los Taboada a poco se inclinaron a su favor lo que aseguro su dominio por 15
años más, según expresa Arturo bustos navarro.
Imposición de un nuevo régimen
Cuando la suerte de las armas allano Buenos Aires el sometimiento del país mayoritariamente
adverso a su política, sus dirigentes no lograron ponerse de acuerdo sobre la mejor manera de
aprovechar el triunfo.
Para unos el interior era tierra gobernada por hombres retrógrados y sangrientos a quienes había
que someter por la fuerza; otros defendían la tesis de ignorar el acto jurídico de una Constitución a
la que Buenos Aires había adherido mediante el pacto de San José de Flores y la convención
reformadora de 1860 y declara a esta independiente, dejando a las provincias libradas a su propia
suerte.
Mitre resolvió con firmeza llevar adelante su programa. A su juicio, el único objetivo de la guerra
fue conseguir la caída del gobierno federal, el empleo de la violencia era inútil contra aquellos
gobiernos que estaban dispuestos a aceptar el cambio producido. Tampoco adhería a la posición
de quienes propugnaban intervenciones federales indiscriminadas, abuso que, a su juicio había
desacreditado al partido federal. Mitre sintetizo su política en los principios de Nacionalidad,
Constitución y Libertad. Precisando su programa respecto al Noroeste, contaba como su base de
poder a Santiago del Estero donde estaban los Taboada, sus principales aliados.
Mitre ratifico su pensamiento acerca de la inutilidad de la violencia. Marcos Paz siguió el camino
limítrofe de Santiago y Catamarca con la intención de coordinar sus operaciones con Taboada.
Hubo una conferencia donde se acordó el nombramiento de Gregorio Moreno y Carmen Gigena
para obtener la renuncia de Galíndez. Los informes de estos agentes sirven para conocer el clima
político que se vivía en la Capital. Cuando se publicó el bando que reconocía al comisionado
nacional, la tropa dio vivas a Navarro y a Peñaloza y mueras contra los liberales. Moreno tuvo
miedo y esto lo movió a pedir urgente presencia de Marcos Paz con su columna de 600 hombres.
Se firmó un tratado por la invasión que había realizado Navarro a Tucumán y Santiago, fue
suscripto por Isidoro López (Catamarca), Agustín de la Vega (Tucumán) y Juan pablo Borges
(Santiago), en virtud de cual Catamarca debía devolver el armamento requisado en Tucumán,
reconociendo el derecho de sus vecinos para reclamar ante los tribunales federales contra Navarro
y Molina como responsables de la invasión. Llama la atención que Catamarca haya estado
representada por un salteño en la firma de ese tratado.
Cuando estas elecciones se produjeron Marcos Paz se había ausentado, no sin antes intentar un
arreglo con Peñaloza cuya colaboración estimo indispensable a fin de pacificar a Catamarca y
demás provincias del Norte.
Peñaloza marcho a Tucumán solicitado por Gutiérrez, quien quería recuperar el gobierno. Los
liberales pidieron a Marcos Paz su urgente intervención.
La batalla del Rio Colorado librada entre las fuerzas de Peñaloza y las milicias de Tucumán del
gobernador Campo no fue decisiva. La infantería tucumana quedo dueña del terreno pero la
caballería fue deshecha en las primeras cargas. Esta circunstancia permitió al Chacho reorganizar
sus efectivos y amargar un ataque a la capital. La amenaza existió durante varios días, hasta que
Peñaloza comprendió que carecía de fuerzas suficientes para tomar el gobierno y además
controlar el territorio provincial.
Inicio la retira a La Rioja, mientras, su aliado Gutiérrez, acompañado de reducida comitiva, trataba
de llegar a Salta para buscar a protección de su amigo José María Todd. El Chacho no encontró
resistencia en ninguna parte y cuando se internó en Catamarca causo el pánico de los dirigentes
liberales.
Levantamiento de La Rioja
La política liberal hallo en la Rioja su más grande tropiezo. Las condiciones políticas y sociales
vigentes en La Rioja hacían difícil que se lograra sin violencia un cambio favorable al liberalismo, ya
que este partido constituía una pequeña minoría formada por la gente ilustrada de la ciudad.,
mientras que Peñaloza era apoyado por la multitud campesina y un grupo de tenientes
distribuidos en el territorio provincial y en las zonas limítrofes de las vecinas provincias.
El general Paunero trazo desde Córdoba la estrategia de dominación militar, la invasión no solo
provenía desde Córdoba. Desde San Luis se desprendió otra columna. El gobernador, Daract puso
200 hombres al mando del coronel Loyola, sumándose un avance de la fuerzas de Rivas desde San
Juan. Ante esta situación Villafañe se rindió. Pocos días después decreto que La Rioja reasumía
todas sus facultades y que se encontraba en paz con Buenos Aires, desautorizando los
procedimientos militares de Peñaloza en Catamarca y Tucumán.
La invasión en marcha produjo reacciones de elemento federal. El guerrillero Lucas Llanos, con un
puñado de hombres, se pronunció por la resistencia armada, inmovilizo a las fuerza de Loyola,
intercepto las comunicaciones con Paunero y tomo prisionero al Dr. Abel Bazán (ministro general,
liberal), una fuerte suma de dinero que este traía paso a manos de Peñaloza, Paunero ordeno a
Rivas que actuara con energía desde San Juan, pero este mando al comandante Aguilar en apoyo a
Loyola y al teniente Sandez hacia Famatina, donde Carlos Ángel se reunía con su gente.
Las bajas montoneras fueron numerosas el triunfo de Rivas alentó a este a movilizarse hacia los
llanos, posicionándose en Olta buscando al chacho. Todo este plan de aniquilamiento se completó
con el avance desde Catamarca de Arredondo y envió una misión diplomática a cargo del vicario
José Facundo seguro este entrevisto a Peñaloza en los Llanos, no pudo llegar a un acuerdo,
puntualizando que solo podría entenderse con marcos paz a quien iba a dirigirle un oficio.
Las montoneras de Carlos Ángel y Severo Chumbita controlaban los caminos e interceptaban la
correspondencia. El gobernador Villafañe regreso el 10 de abril y cumpliendo órdenes recibidas
convoco a elecciones de diputados nacionales.
A fines de mayo, la capital fue sitiada y atacada por la montonera de Ángel y Puebla. Durante
nueve días se prolongó ese asedio “sitio del 62”. Arredondo, con la colaboración de Tristán Dávila
y Manuel Vicente Bustos, organizo trincheras protegiendo las manzanas que rodeaban a la plaza.
Ambos bandos pelearon duramente. Felizmente, la llegada desde Catamarca del mayor Julio
Campos con la compañía de 60 hombres cambio una situación que se hacía insostenible. Valido de
su mejor organización, campos desbarato un ataque llevados por los montoneros, numéricamente
superiores. El sitio quedo así levantado con gran alivio de la población.
Concluida la tregua impuesta por la misión Segura, Rivas fracaso en un intento de envolver a
Peñaloza. En el paraje Casas Viejas derroto al coronel Iseas que quiso interceptarlo al frente de
400 guardias nacionales y quedos sin obstáculos para avanzar hacia la capital puntana. En pocos
días pudo reunir 2000 hombres.
Paunero dio órdenes enérgicas a sus subordinados. Rivas debía marchar hasta Quines en apoyo de
Iseas y dejar un contingente en Catuna para prevenir el regreso de Peñaloza a sus predios llanistas.
El 21 de abril ataco Peñaloza a San Luis poniendo en mayor conflicto a su población y gobierno. La
demora de los auxilios la carencia de agua decidieron a gobernador Juan Barbeito a negociar con
Peñaloza un tratado. El gobierno puntano se comprometió a obtener de Mitre una amnistía para
el caudillo, sus oficiales y tropas, y se obligó a proveerlo de la reses necesarias para el consumo y
de un auxilio pecuniario para los soldados. Peñaloza cumplió lo pactado pero cuando el caudillo se
retiraba hacia el norte fue atacado por Rivas, quien le deshizo la retaguardia e inicio una
persecución. El Chacho pudo refugiarse en los llanos.
Paunero decide encarar negociaciones buscando una paz honrosa para las armas nacionales
enviando a Eusebio Bedoya y a don Manuel Recalde, viejo amigo de Peñaloza. El 30 de mayo
suscribieron un tratado de Paz en la estancia la Banderita. Se reconocía a Peñaloza el carácter de
beligerante y se le conservaba el grado de general de la nación. Por su parte él se comprometía a
obedecer al gobierno de Mitre, a disolver los grupos armados y a ser entrega del armamento a la
primera requisitoria.
Paunero y Rivas recibieron con beneplácito de Banderitas, pero Mitre objeto a Paunero que se
hubiese consentido la permanencia de Peñaloza en la Rioja.
Intervención santiagueña
Juan F. Borges
Fomento la educación
Creación de la Junta Central de Instrucción Publica
Fundo la escuela “9 de Julio” para niñas
Aparición del primer periódico santiagueño “El Guardián”
Instalación de una Cámara de Justicia
Emisión de billetes de 5, 10, 50 y 100 para los gastos de la provincia
Construcción del cementerio de la ciudad
Pedro Alcorta
Absalón Ibarra
Alejandro S. Montes
Luis Frías
El conjunto de factores, entre los que se destacan el desarrollo del sistema ferroviario y el
afianzamiento del mercado nacional y del Estado-Nación, el debilitamiento y desestructuración de
los antiguos circuitos mercantiles que producirá una crisis, de la cual surgirán dos nuevos modelos,
el agroindustrial vitivinícola en Mendoza y San Juan y el azucarero en Tucumán, las restantes
provincias del Norte, que posibilitaron a ambas regiones adaptarse notablemente a las nuevas
condiciones del mercado y acoplarse con el relativo éxito al modelo agroexportador cuyo auge
despuntaban esos años.
El sector azucarero se perfilaba ya en los cincuenta y los sesenta como el más dinámico y rentable,
atribuyéndole al ferrocarril el haber desempañado la función de disparador de ese proceso.
El abaratamiento de los fletes con la irrupción del Ferrocarril Central Norte, su gran capacidad de
carga y el efectivo acortamiento de las distancias desde el puerto de rosario facilitaron la
importación de maquinarias eximidas de todo impuesto aduanero en 1876.
El rol de Estado fue clave en la protección y fomento del nuevo modelo productivo. No solo
hacerse cargo de la construcción de línea férrea desde Córdoba, sino que también modernizando
el sistema financiero, reduciendo las elevadas tasas de interés y otorgando los créditos para
solventar las cada día mayores inversiones que exigía la importación de maquinaria, las obras
civiles y la extensión del área de cultivo.
La trascendencia de los mismos podrá aquilatarse mejor si se considera que también se manifiesta
en Jujuy, Salta y Santiago del Estero, provincias en las cuales entre los setenta y los ochenta se
pusieron en marcha o se modernizaron totalmente más de una decena de ingenios azucareros.
El ferrocarril promovió, además, la valorización de las tierras, así como la introducción de equipo
técnico, agregado a ello, el libre flujo de la mano de obra, los altos salarios iniciales que abrieron
posibilidades de ahorro y capitalización, la difusión del crédito institucional.
La educación
La constitución nacional sancionada en Santa Fe, art 5°, imponía como obligación de las provincias
asegurar la educación primaria gratuita junto con la administración de justicia y el régimen
municipal.
Hasta ese momento, la enseñanza elemental había sido atendida generalmente por escuelas
conventuales pertenecientes a las órdenes religiosas. Pero ahora la educación primaria pasaba a
ser obligación de los Estados provinciales en virtud de la norma positiva acordada en Santa Fe. El
problema no fue de fácil solución debido a las carencias presupuestarias, la supresión de las
aduanas interiores abrogo los derechos de transito que ellas recaudaban y constituían el principal
ingreso de la renta provincial.
Las provincias debieron crear su propio sistema rentístico para sufragar los gastos concernientes al
funcionamiento de su administración.
Catamarca fue la primera provincia que formulo una política educativa orgánica y logro sostenerla,
pese a su progresivo empobrecimiento, hasta la nación acudió en ayuda de las provincias
mediante la creación de las escuelas Laínez.
Los espacios regionales argentinos fueron redefinidos en la segunda mitad del siglo XIX, por alta
diversificación en inversiones, actividades económicas y especulativas.
Un nuevo grupo social dominante comenzó a consolidarse de manera lenta y sistemática en este
mismo periodo formado por distintos sectores de comerciantes, hacendados y financistas.
El conjunto de las actividades económicas de estos grupos se caracterizó por una ductilidad y
polivalencia extremas que le permitieron disfrutar hasta el límite los recursos del mercado.
Los burgueses del periodo resolvieron con la regla de oro su economía “cargos públicos igual a
negocios privados”.
Las distintas burguesías provinciales conformada por estos viejos hombres, identificados con sus
raigambre colonial y consolidado durante el primer periodo independiente, fueron constante
mente mixturados por la agregación persistente de algún que otro extranjero, y de los numerosos
viandantes internos, durante las décadas anteriores a Caseros.
Los hombres nuevos en general fueron los inmigrantes que se instalaron de manera inicial en una
ciudad, y que pudieron crecer en ellas como comerciantes, o bien que pasaron de una a otra en
busca de oportunidades estableciendo un eslabonamiento de relaciones comerciales y sociales.
“la republica posible” pensada por Alberdi en la constitución de 1853 mediatizo los derechos
políticos restringiendo la forma de participación en la elección de los mandatarios. Si bien el
pueblo es la fuente que legitima teóricamente los mandatos, el gobierno resulta en la práctica la
obra de un grupo reducido de personas donde reside el efectivo poder político.
Esa democracia restringida era la que conjugaba los antecedentes históricos del derecho público
Argentino. “las clases sanas y principales”, gobernaban la ciudad, y también el derecho patrio,
según el cual las legislaturas elegían a los gobernadores sin ninguna participación popular, e
incluso les otorgaban las facultades extraordinarias y a veces la suma del poder público,
delegación de poderes que fue prohibida por la constitución de 1853. Cuando se puso en marcha
la Constitución Nacional y de las provinciales, dictadas en consecuencia, las cosas no cambiaron en
lo sustancial. El ejercicio de los derechos políticos siguió siendo el privilegio de las minorías. Había
elecciones pero la libertad de sufragio no existía y siendo así el poder residía en los gobernantes y
no en los gobernados. Tal fue el sistema que impero en nuestro país hasta la promulgación de la
ley Sáenz Peña. Esto Patentizo claramente en la formación de la Liga de Gobernadores que
impulso las candidaturas presidenciales de Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca y Miguel
Juárez Celman. Cuando ese control peligraba se apeló al sistema del Acuerdo de Notables que hizo
naufragar la postulación de Roque Sáenz Peña y encumbro a su padre en la presidencia, y más
tarde decreto el ascenso de Manuel Quintana.
Julio A. Roca forjador de ese sistema para frenar la escalada política del radicalismo,
genuinamente popular. El sistema presidencialista implícito en la constitución favorecía a este
sistema.
Estos parámetros políticos contribuyeron a la consolidación de las Oligarquías provinciales que ya
existían en forma de un patriciado criollo formado en la época colonial. El régimen fundado en el
80 posibilito la inserción de hombres nuevos que anteriormente no tenían figuración por su
humilde origen social (ejemplo Rojas en Santiago del Estero). El régimen Oligárquico presidia del
pueblo como protagonista de la vida política, sustentándose en grupos familiares que negociaban
las principales funciones públicas y se turnaban en su ejercicio: gobernaciones, senadurías,
diputaciones, bancas legislativas. Los comicios eran solamente un simulacro de participación para
aprobar lo que ya estaba decidido por los grupos Oligárquicos.
La Oligarquía salteña fue protagonista de la situación paradigmática en el marco del sistema. Ella
formo un bloque solido sin fisuras ni contradicciones. Desde 1880 hasta 1916 los gobiernos se
sucedieron regularmente sin que nunca los poderes nacionales hayan tenido que recurrir al
remedio disciplinario de la intervención federal.
Durante los 15 primeros años del régimen en Tucumán no pudo armonizar su marcha con la
política nacional provocando reiteradas intervenciones. La Oligarquía lugareña estuvo dividida
esto origino conflictos. En 1886, los electores tucumanos dieron su voto a la candidatura
presidencial de Bernardo de Irigoyen, hecho que disgusto profundamente a Miguel Juárez Celman.
En 1887 los juaristas tucumanos Lindoro Quinteros y Silvano Bores prepararon una revolución que
derroco al gobernador Posse. El atentado constitucional fue aprobado por el presidente y el
Congreso como una intervención federal a cargo de Salustiano Zavalía llamando a comicios, siendo
elegido Lindoro Quintero, quien no completo su periodo sucediéndole Silvano Bores quien asumió
el cargo en 1890 coincidiendo con la revolución que provoco la renuncia de Juárez Celman
debiendo renunciar. Su sucesor Prospero García quien no logro conformar a los radicales,
privándolo de su libertad. Esto provoco el envió de una misión militar a cargo del general Bosch.
Entonces se resolvió intervenir la provincia, renovando la legislatura y el colegio electoral.
Asumió Benjamín Araoz sin completar su periodo por su muerte repentina en 1895, siendo elegido
Lucas Córdoba estabilizando la situación.
La clase dirigente jujeña había dado testimonio de su ponderación para adaptarse a las cambiantes
circunstancias que afectaban la política nacional. Solamente en la década del 70 la provincia se vio
convulsionada por enfrentamientos partidarios.
En Santiago del Estero el régimen Taboadista había asegurado a la provincia 25 años de estabilidad
suprimiendo la libertad política. El enfrentamiento de este y Sarmiento provocaran su
derrocamiento en la presidencia de Nicolás Avellaneda quien impulso la caída del taboadismo.
El cambio encumbro la influencia de Absalón Rojas. Pero esa tutela permanente de la vida política
local y un manejo exclusivista del poder irrito a los grupos taboadistas, mitristas y modernistas.
Santiago se vio sacudida por revoluciones que provocaron la intervención del gobierno nacional. Y
ese estado de inestabilidad persistió aun después de la muerte del caudillo Rojas.
En Catamarca, la política local estuvo manejada por el navarrismo hasta el comienzo de la década
del 80. En 1882 gobernaba Joaquín Acuña (yerno de Navarro). Cuando la sucesión de Acuña, Roca
confió la misión de imponer un “gobierno amigo” al interventor general Onésimo Leguizamón,
imponiendo la candidatura del coronel José Silvano Daza. Este hizo fecundas iniciativas, con gran
sensibilidad social, sin entender las reglas de la libre discusión democrática realizando un atropello
a Bernardo de Irigoyen.
La política riojana durante el régimen estuvo dominada por dos personalidades de muy distinta
formación y temperamento. Desde 1880 hasta 1898, fue árbitro de su destino político Francisco
Vicente Bustos. Fue gobernador en 3 periodos y 2 veces Senador nacional. Cuando se preparaba
para volver al Senado en la banca que le había conservado su sobrino (Antonio García), a quien
postulo para gobernador, una revolución lo derroco en mayo 1898. Remplazándolo por el doctor
Joaquín V. González.
La política santiagueña
Al producirse las sublevaciones de los contingentes que con destino a la Guerra del Paraguay
enviaba Taboada en 1867, Absalón Rojas, muy joven aun, pues apenas tenía 22 años, fue puesto
en prisión. Alcanzo a huir con la ayuda de un guardia y, a caballo, se dirigió a Tucumán, y después a
Salta.
Regresando luego a Tucumán con su hermano Segundo. En esta ciudad conoció y estrecho muy
finos lazos de amistad con Roca. Estrecho vínculos con Juárez Celman y Antonio de Viso.
El ejército, al mando del coronel Navarro, logro el objetivo del gobierno nacional, pues Absalón
Ibarra y Antonino Taboada debieron dejar Santiago para siempre, lo que a Absalón Rojas le
permitió regresar a su provincia.
Así el roquismo gano adeptos en Santiago y alcanzo un fuerte predominio que duro hasta 1910
aproximadamente, siendo Absalón Rojas el artífice político de todo ello.
Máximo Ruiz
Se había producido la revolución y a los pocos días Juárez Celman presentó su renuncia, estas
situaciones repercutieron en el interior, y en Santiago del Estero ya que Absalón era roquista y
defensor de Juárez Celman, sufrió en carne propia los favores recibidos del gobernante caído.
Al finalizar el periodo de Don Máximo Ruiz, fue electo gobernador por segunda vez Absalón Rojas.
Ocurría algo semejante a los cambios y recambios entre Manuel Taboada y Absalón Ibarra, su
primo hermano. Absalón Rojas fue derrocado, a los pocos días de asumir la presidencia Luis Sáenz
Peña, señalando como responsables a los gorostiaguistas y a los radicales.
Rojas solicito la intervención federal y se entregó preso para el cese de toda resistencia, obligando
a renunciar el vicegobernador y los diputados.
Fue designado interventor Eduardo Acosta, quien ordeno la libertad de Rojas, con la caducidad de
los poderes ejecutivos y legislativos. El interventor convoco a elecciones saliendo electo
gobernador Gelasio Lagar y vice Mariano Gorostiaga.
Proyecto obras grandiosas para su tiempo. El periodo 1886-1889 merece una consideración
especial pues marchan parejas las iniciativas educacionales y realizaciones de orden material. Se
criticó el personalismo absorbente de Absalón Rojas, su peso político había contribuido al
afianzamiento del unicato roquista. Este aprovecho los beneficios inmediatos del sistema sin
medir sus consecuencias de subdesarrollo futuro para la provincia.
La ley de 4 de agosto de 1887, organizativa de las plazas públicas santiagueñas. Su inspiración era
loable pues la ciudad no tenía espacios verdes, solo la plaza principal.
Ese sistema que parecía sólidamente establecido, hizo crisis en 1890 cuando la corruptela política
se vio agravada por causas morales, financieras y administrativas que hicieron zozobrar al
gobierno en la presidencia de Juárez Celman.
Un gobierno que multiplico las concesiones de obra pública y la emisión monetaria, fomentando la
especulación, desataron la reacción violenta de partidos y sectores de opinión por vía de la
revolución armada. Ahí coincidieron casi todos en una condenación unánime que reivindico los
valores subversivos: mitristas, católicos, republicanos, un sector de los autonomistas y también las
fuerzas armadas, fenómeno novedoso en nuestra historia. Dicho sentimiento de repudio al
unicato juarista genero la irrupción de la juventud.
Esa coalición era heterogénea por su composición y perfil ideológico. Y también por sus
motivaciones. Algunos elementos solo quisieron cambiar al presidente para mantener el régimen,
porque ellos habían contribuido para forjarlo. Otro sector se proponía sincero y ambicioso objetivo
de cambio revolucionario. La Revolución del Parque (26 de julio de 1890), hábilmente manipulada
por Roca y Pellegrini, consiguió en el corto plazo los acotados objetivos que ellos se propusieron:
derrocar a Juárez Celman para que el sistema siguiera intacto. Y así quedaron burlados los
auténticos revolucionarios: Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle.
Crisis institucionales
La revolución del 90 no fue un sacrificio inútil. Fue una clarinada de alerta para los hombres del
régimen conservador, los frutos demoraron en llegar. El 15 de enero de 1891, durante la
presidencia de Carlos Pellegrini, se reunió en Rosario la Convención Nacional de la Unión Cívica. El
movimiento vivía todavía la etapa de la conciliación de sus tendencias internas que habían
alumbrado la revolución del parque; cívicos mitristas y cívicos intransigentes, y así surgió la
fórmula presidencial Bartolomé Mitre-Bernardo de Irigoyen.
En el mes de marzo, el general Mitre, que regresaba de Europa, fue recibido en el puerto de
Buenos Aires por el general Roca, Ministro del Interior y los dirigentes estrechan en una abrazo.
Ahí comenzó a gestarse el “Acuerdo” para frenar nuevamente a Alem y a los intransigentes.
El 26 de junio se reúne en Buenos Aires el Comité Nacional de la Unión allí se resolvió someter a la
Convención Nacional la propuesta del “Acuerdo” pero una minoría de filiación mitrista se reúne
por separado y desconoce la convocatoria. En su carácter de presidente del Comité Nacional,
Leandro Alem se dirige a los comités de distritos previniéndoles que una minoría del cuerpo
“compuesta en su mayor parte de miembros que no tienen representación de las provincias,
acaba de separarse para constituir un nuevo centro usurpando el nombre de nuestra gloriosa
institución”. En esas deliberaciones se aprueba por unanimidad una propuesta del delegado
salteño, Joaquín Castellanos, para separar del partido a los miembros firmantes del manifiesto
separatista.
Frente a la separación de Mitre como cabeza de la UniónCívica Nacional, que había integrado
formula con el roquismo. Fue necesario elegir nuevos candidatos para la elección presidencial.
Alem impulso el nombre del doctor Bernardo de Irigoyen y como compañero de fórmula Juan M.
Garro, que venía de la UniónCatólica.
La inusitada acogida popular hacia predecir un triunfo resonante de la UniónCívica Radical en los
comisios presidenciales. Pero los hombres del régimen sabrían encontrar los medios para
contrarrestar la ola de adhesión al radicalismo. Ya habían demostrado esa habilidad cuando los
rochistas, enfrentados a Roca desde un lustro antes, formaron el partido modernista, lanzando la
candidatura de Roca en Sáenz Peña. Entonces, Roca y Pellegrini, hicieron la jugada maestra de
oponerle la candidatura de Luis Sáenz Peña en coincidencia con su hijo Roque que retiro su
postulación, dejando allanado el camino para el “Acuerdo” entre la UniónCívica Radical y el
partido de Roca.
El 2 de Abril, una semana antes de las elecciones, el presidente Pellegrini denuncia una
conspiración subversiva; en consecuencia, decreta el estado de sitio en todo el país, detiene y
confina en un buque de guerra a los dirigentes radicales, los comités son clausurados, así también
los diarios de la oposición. Los miembros del Comité que quedaron libres, declararon la
abstención. El estado de sitio se levantó por 24 horas, el 10 de Abril, para permitir las elecciones
con el resultado previsible: el triunfo sin oposición del binomio Luis Sáenz Peña-José Evaristo
Uriburu
Intervenciones federales
En La Rioja, gobernaba don Florentino de la Colina, necesitando más que ningún otro del apoyo
federal. Hasta ese momento, las autoridades nacionales habían auxiliado con largueza a los
gobiernos riojanos. A partir de Yrigoyen, las cosas cambiaron fundamentalmente hasta que se
lograra el cambio de un gobierno no considerado legítimo por el presidente de la nación. El
ejecutivo nombro veedor al doctor Luis Álvarez Prado, quien llego a La Rioja con el cometido
inmediato de presidir comicios legislativos y de informar al Ministro del Interior la situación.
El poder ejecutivo resolvió el envió de la intervención federal y como titular de la misión el doctor
Daniel Frías. Este procedió a convocar al pueblo para elecciones que tendrían lugar el 2 de Junio a
fin de elegir electores de gobernador y legisladores provinciales. A los comicios solo concurrió el
radicalismo con la formula Daniel Bausch- Condell Hünicken. Sobrevino la ruptura de Yrigoyen y
Luna, y se buscó la renuncia de Bausch, yerno del vicepresidente. Fue nombrado interventor
Federico Quijarro, la intervención provoco protestas en el congreso y algunos escándalos locales.
La muerte de Luna vino a sacar de apuros al presidente Yrigoyen en el pleito riojano. El 30 de Junio
nombro interventor a pedro Echague con la intención declarada de realizar una revisión del
proceso electoral cumplido más de un año antes. Aconsejo la realización de una nueva elección.
Finalmente, se convenció al gobernador nominado (Bausch), que renunciar a sus derechos a
cambio de una diputación nacional.
El 25 de febrero se reunió el Colegio y eligió gobernador a Benjamín Rincón, radical nuevo cuño,
manteniendo a Condell Hünicken como vice.
Decidieron una postergación de los comicios, pero el conflicto radical demoro en solucionarse y ya
no hubo tiempo para la oficialización de los candidatos y boletas electorales. Se resolvió una nueva
prórroga. El 26 de octubre López García con el ministro Gómez realizaron una nueva postergación.
La campaña fue intensa y de gran repercusión por la presencia de numerosos dirigentes nacionales
de los dos partidos Radical y Conservador.
A fin de anular 28 votos adherentes, se fraguo la aparición de un brote de peste bubónica, lo cual
motivo su enérgica denuncia al ministro de Relaciones Exteriores y Culto. El triunfo radical fue
ajustado, consagrando la formula Ramón Clero Ahumada- Osvaldo Gómez.
La escoba radical también llego a Salta ahí gobernaba Abraham Cornejo sostenido por la Unión
Provincial (conservadoras). El proceso intervencionista comenzó con el envió de un veedor para
controlar los comicios del 3 de marzo de 1918, Avelino Ferreyra elevo un informe con
irregularidades cometidas. La tarea de reparación institucional fue encomendada a Emilio
Giménez Zapiola, quien procedió a la designación de nuevos juecesy convoco a elecciones para
gobernador y legislador. Los radicales nacionales solicitaron una prórroga para la depuración de
los padrones, pedido que fue desestimado por Zapiola y así surgió un entre dicho del comisionado
con el ministro del Interior. Esto origino la renuncia telegráfica del funcionario a su misión política.
Quedo al frente del gobierno el jefe de la guarnición militar coronel Ricardo Sola, quien entrego el
mando al interventor Manuel Carlés. Quiso resolvió el problema de acefalia judicial, luego
constituyo la Junta Electoral. Triunfaron los radicales intransigentes con Joaquín Castellanos, quien
realizo una gestión progresista con importantes iniciativas. Tuvo que afrontar serios conflictos de
carácter partidario, tuvo un entredicho con el ministro del interior y se produjo una ruptura con
Yrigoyen que tomo forma en 1920 con la fundación de la U.C.R. principista, que él y Laurence
lideraban.
El presidente nombro interventor al Dr. Arturo S. Torino, convoco a elecciones siendo elegido Dr.
Adolfo Güemes por la U.C.R.
La intervención federal a Jujuy donde gobernada desde 1916 el Conservador Mariano Valle, se dio
por no coincidir las fechas designadas por el gobernador y el presidente del Cámara, la cual le
inicio juicio político al gobernador y también a los miembros del Tribunal Superior. Los dos
poderes solicitaron la intervención federal. Nombrado interventor Justo P. Luna, este declaro la
caducidad de los poderes Legislativo y Ejecutivo, convoco a elecciones y solo concurrieron los
radicales pero divididos, triunfo el comité nacional con Horacio Carrillo.
Tucumán fue la primera provincia del Noroeste con gobierno radical, asumió Juan Bautista
Bascary, afronto en la legislatura la oposición que le hicieron los conservadores y la fracción radical
“azul”. Bascary rompió relación con ambas Cámaras, clausurando la Legislatura y pidiendo la
intervención federal. Los liberales y radicales le hicieron juicio político y lo reemplazaron por el
presidente del Senado León Rougés. El conflicto obligo la intervención del gobierno federal, Juan
M. Garro fue designado para esa misión.
Más tarde se mandó una intervención queriendo resolver el conflicto radical, fue designado
Federico Álvarez de Toledoque quiso reunificar a los radicales, se siguieron posponiendo las
elecciones y el interventor renuncio a su cargo. Nombrando en su lugar a Benito Názar de
Anchorena, los comicios se realizaron triunfando el radical disidente Octaviano Vera.
En Santiago los radicales, como buenos radicales estaban divididos al iniciarse la presidencia de
Yrigoyen, en radicales negros (con la conducción de Ramón Gómez, ministro del Interior) y
radicales blancos (yrigoyenista).
Con la muerte de Cabanillas, se nombró interventor para las elecciones a Martin Rodríguez
Galisteo. Convoco a elecciones, donde se produjo una nueva división de los radicales negros y
obtuvieron el triunfo los blancos gomistas con Manuel Cáceres, quien representaba los viejos
intereses del privilegio lugareño.
En 1870 se inaugura la línea Central Argentino, que unía el puerto de Rosario con Córdoba. El
empeño de Sarmiento y Avellaneda hicieron posible el ambicioso proyecto de llevarlo hasta
Tucumán a costa de un máximo sacrificio financiero y construido en un tiempo record.
El optimismo era generalizado, pero nadie advirtió cuales serían las consecuencias que soportarían
las partes del territorio nacional que quedaron aisladas o no servidas a tiempo por esas líneas de
esa nueva frontera que creaba el ferrocarril.
Hacia 1870 estaban llegando a su término las luchas civiles que habían enfrentado durante medio
siglo ideas políticas, intereses económicos y mentalidades contradictorias. La amenaza dl indio fue
conjurada por Alsina y Roca con el patrocinio del presidente Avellaneda, y en 1880 el porteñismo
de ultranza fue derrotado por los poderes nacionales al cabo de una sangrienta guerra civil que
tuvo como fruto solucionar la cuestión de la Capital.
La economía de la región tenía una estructura productiva diversificada. Ella resolvía en buena
medida los requerimientos del consumo local y proveía de saldos exportables para el comercio
interregional y a la demanda de los mercados de Bolivia, Perú y Chile, asegurando fuentes de
trabajo estables a la mano de obra nativa, los presupuestos fiscales eran pequeños. En ese
panorama se insinuaba el ascenso de Tucumán respecto de las otras provincias, Catamarca y Salta
contaban con una relativa prosperidad, mientras que Santiago y La Rioja eran provincias que
soportaban situaciones económicas más críticas.
Tucumán producciones más significativas la caña de azúcar, el tabaco, el arroz y las maderas, la
ganadería orientada hacia la cría de vacunos y mulares, siendo escasos los productores que
poseían plateles de gran volumen. La llegada del ferrocarril redujo el número de ingenios pero
incorporo maquinaria de gran capacidad de molienda y elaboración. Otro cultivo industrial de
significación era el tabaco. El productor tenía muy buena calidad pero los métodos culturales eran
rutinarios y deficientes. La exportación más ventajosa que tenía era la curtiembre, procesando la
materia local y también la que se adquiría en Santiago, Catamarca y Salta. Otro recurso importante
era la explotación forestal.
La provincia de Salta tenía como producciones los cueros y sus derivados industriales. El comercio
de las mulas a Bolivia y Perú había declinado pero se compensaba en parte con los arreos de
hacienda vacuna a esos mismos mercados y también a Tucumán y Santiago del Estero. La
ganadería era sin duda, la riqueza de Salta.
Jujuy era una provincia de escasa población, la más baja del Noroeste, y de comercio limitado.
Bolivia y Salta eran sus mercados. La principal riqueza era la ganadería, con una producción de
azúcar que estaba en alza, abastecía el consumo local y se vendía en Salta, pues esta provincia
todavía no había desarrollado su industria azucara. También se exportaba el maíz en grano, la
papa, el charqui, las naranjas y el agua ardiente de caña. También se explotaba el oro en pepitas.
Santiago del Estero padecía una situación de aguda pobreza. Era la provincia más poblada del
Noroeste pero no había podido desarrollar una economía acorde con sus necesidades y también
con sus recursos. Se hacía sentir la falta de agua para el riego, el gobierno carecía de fondos para
obras públicas. Tenía una explotación ganadera primitiva, agricultura de subsistencia, manufactura
artesanal del tejido y del cuero. La ganadería proveía de animales para el consumo y la explotación
de hacienda y cueros a Tucumán y Córdoba. Se confeccionaban primorosas colchas, ponchos y
jergas se vendían en Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires. Cubierto en vastas
extensiones por bosques de quebracho brindaba prodigo un material que estaba necesitando la
expansión del ferrocarril.
El santiagueño del común sobrellevaba su pobreza y a veces su miseria gracias a la gran fragilidad.
Su dieta alimentaria consistía en la algarroba, mistol y maíz. Se complementaba con zapallo y
melones de estación que se cultivaban en las chacras y huertas familiares.
Catamarca era la provincia minera más importante del país, seguida por San Juan y La Rioja.
La Rioja los pocos recursos hídricos y las frecuentes sequias asolaba la escasa producción
agropecuaria, carecía de ríos importantes que pudieran ser aprovechados, los cultivos se reducían
a pequeños oasis de riego al abrigo de montañas empinosas.
El estado de guerra casi permanente que vivió desde 1820 a 1868 hizo de ella un baluarte del
federalismo agresivo.
Los riojanos vendían sus vinos tan acreditados en el Noroeste, cultivaban trigo y molían harina,
también desarrollaban pasturas para la alfalfa. Muchos seguían apostando por lo minería el
problema radicaba en la falta de capitales.
Antes que el ferrocarril cambiara nuestro sistema de comunicaciones, el N.O. estaba estructurado
sobre los ejes de circulación establecidos durante la época colonial. Cuando irrumpió llego a
Tucumán en medio de la euforia colectiva en 1876. Desde ese momento aumento
considerablemente el cultivo de caña de azúcar, se introdujo moderna maquinaria y la producción
registro un crecimiento significativo. La expansión tucumana estaba en marcha.
La primera desventaja que soportaría el Noroeste del ferrocarril fue su marginación respecto a la
red ferroviaria. Santiago del Estero solo la recibió en 1884, en forma de ramal secundario derivado
de la estación Frías. Catamarca tuvo tren a mediados de 1889 con las desventajas consiguientes al
ser punta de riel. Ese mismo año, la primera locomotora entro en la ciudad de Salta, aunque en
este caso la estación quedo emplazada sobre la línea troncal que venía de Tucumán. Tarde, muy
tarde, se le dio ferrocarril a La Rioja, donde llego a fines de siglo. La nueva frontera de hierro no
vinculo a las provincias andinas con Tucumán y tampoco con Santiago del Estero siguiendo el
trazado de caminos tradicionales. El riel corto la realidad económica- social preexistente, margino
pueblos y cambio la geografía política.
Las consecuencias fueron en muchos casos negativas. Para sacar sus producciones, los pueblos
marginados siguieron durante cierto tiempo con su locomoción a mula, pero este sistema no podía
resistir la competencia del tren. En Catamarca y Santiago comenzó un éxodo de trabajadores a los
ingenios tucumanos atraídos por mejores salarios. Era el comienzo del fin de la industria azucarera
e Santiago. Si bien el ferrocarril modernizo algunas partes de las comunicaciones, la rigidez del riel
aprisiono al sistema económico del N.O., desarticulando la integración de sus partes constitutivas.
También desalentó los antiguos ejes de circulación que vinculaban a la región con Chile, Bolivia y
Perú, subordinándola a los puertos del Litoral. Esto reporto una decadencia generalizada, con
excepción de Tucumán, centro de economía complementaria del nuevo sistema, que hizo de
Buenos Aires el punto de convergencia necesario y forzoso. La región paso a ser consumidora de
las manufacturas que se introducían del exterior, por los puertos del Litoral, desplazaron a los
artículos producidos por las industrias y artesanías regionales.
Sociedad y población
La inmigración
La gran extensión territorial baldía era el problema de la República Argentina, era imperioso hacer
desaparecer el desierto aplicando la formula “gobernar es poblar”, lo cual significaba abrir las
puertas de la inmigración, asegurándole libertad y bienestar. Esta inmigración debía venir de
Europa. Ella traería la civilización en sus hábitos de trabajo, de libertad y de cultura.
Ese diagnóstico de Alberdi coincidía en sustancia con la opinión de los hombres ilustrados de su
generación, Sarmiento, principalmente. El sanjuanino había abordado el problema de la política
inmigratoria en varios de sus difundidos escritos. El texto de la ley fundamental es elocuente al
respecto consagrando la igualdad civil entre nacionales y extranjeros (art. 14). Este programa de
irrestricta apertura a la inmigración, no fue compartido por todos los constituyentes, pero esa
objeción fue por el carácter religioso.
La mayoría liberal había sancionado un proyecto que concedía a la inmigración todos los derechos
civiles y también la posibilidad de adquirir ciudadanía para gozar de derechos políticos, con
excepción de la presidencia y vice de la nación.
Los primeros contingentes de colonos extranjeros comenzaron a llegar enseguida, por gestión de
los gobiernos provinciales.
El proceso de colonización no se detuvo, como es sabido pero la nación demoro bastante el
dictado de la ley reglamentaria sobre inmigración y colonización. Esto sucedió solo en la
presidencia de Avellaneda cuando se dicta la ley n° 817. Le ley creo el Departamento General de
Inmigración con la misión de promover el ingreso de la inmigración. También dispone la creación
de Comisiones de Inmigración en las provincias para facilitar en el interior del país la radicación de
los inmigrantes. El proceso de inmigración demoro bastante en las provincias del Noroeste, y fue
mucho más reducida.
Tucumán fue la provincia que más inmigrantes había receptado. La colectividad más numerosa era
la española, siguiéndole la italiana, árabes y franceses. Era la provincia con mayor desarrollo
económico y ofrecía mejores oportunidades laborales a los inmigrantes que querían radicarse en
ella. Salta ocupaba el segundo lugar, venia después Santiago del Estero, más reducida en
Catamarca, La Rioja y Jujuy.
Quien no acreditaba su condición de propietario pasaba a engrosar las filas de los vagos,
susceptibles del enganche militar, la leva forzosa o el servicio de fronteras.
Tal justificación de la esclavatura encajaba en la concepción demo liberal reaccionaria del régimen:
una minoría ilustrada gobernaba al estilo despótico europeo, en nombre del pueblo, pero sin el
pueblo, por cuanto su notoria incapacidad impedía intervenir en los complejos negocios públicos.
Esta ideología también llego a Santiago. En la primera Constitución de 1856 se estableció entre los
requisitos para ser diputado o gobernador, “tener una posición independiente”. La reforma de
1864 exigía al titular del poder ejecutivo “tener un capital propio que no baje de los cinco mil
pesos”.
El cap. VI legislaba sobre los “conchabados”, a partir del principio de que todo aquel que no
tuviera una propiedad, profesión o industria estaba obligado a conchabarse, a jornal o servicio
doméstico. Ningún peón, jornalero o sirviente podría obtener nuevo conchabo sin presentar la
papeleta firmada por su anterior patrón.
Si esta fue la situación social de los Taboada, versión santiagueña del mitrismo nacional, se agravo
con Rojas, versión local del roquismo centralista. La región sufrió el impacto del ferrocarril, las
explotaciones forestales, incremento de la industria azucarera tucumana alimentada por los
brazos de zafreros santiagueños. Resultado de estas incidencias fue la ley sancionada el 23 de
noviembre de 1887 y promulgada por el gobernador Absalón Rojas. Establecía el mecanismo de las
relaciones laborales, bajo jurisdicción policial. Obligaba a tomar conchabo a todas las personas sin
rentas propias oficio, industria u ocupación. En caso de huelga los obreros serian penados como
vagos; y la policía expendería boleta haciendo constar.
El patrón podía exigir resarcimiento por daños causados por mal servicio de sus peones, o
ausencia indebida del trabajo. No podría disolver contrato de servicio, ni negarse a continuarlo, sin
recibir pena de 30 días de trabajos forados, normas también aplicables a las sirvientas y nodrizas
igualmente obligadas a tener papeleta de conchabo. Tuvo que producirse la revolución de octubre
de 1892 para que recién tomara estado público las críticas a esta legislación.