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WITTGENSTEIN o LA NATURALEZA

COLECTIVA DEL LENGUAJE

Miguel Angel Bertrán

EL PROBLEMADEL LENGUAJE PRIVADO, como la mayor parte


de los problemas filosóficos, proviene, según Wittgenstein,
del uso incorrecto de nuestro lenguaje en una zona resbala-
diza del mismo. 1 Las imágenes mentales son fuentes inago-
tables de usos incorrectos, pues ejercen una fascinante in-
fluencia sobre nuestro pensar, de tal forma que nos hacen
formular ciertas tesis carentes de sentido o nos lanzan a la
búsqueda de entidades inexistentes; 2 en este caso, dice Witt-
genstein, "el lenguaje se va de vacaciones".
La tesis del lenguaje privado no es totalmente caprichosa,
sino que responde a este tipo de inclinación de nuestro pen-
samiento; es la respuesta más directa y "natural" a la pre-
gunta : cuál es la relación existente entre nuestras palabras
y nuestras experiencias.
La presuposición de la idea de un lenguaje privado apa-
rece con mucha frecuencia en la historia de la filosofía, arran-
ca del pensar que 10 que conocemos con mayor certeza es
10 que nos ocurre a nosotros mismos. De ahí que se piense
que si las palabras que hacen referencia a nuestras sensa-
ciones tienen sentido, es porque nosotros mismos se 10 he-
mos otorgado: "yo sé que me duele la cabeza, aunque nadie
me hubiese enseñado a hablar"; la idea que se oculta tras
tal afirmación es que cada hombre, al experimentar una sen-
sación la bautiza con un nombre, y esta mera ceremonia le
autoriza a usar esta denominación en futuras descripciones.

1 Wittgenstein: Zettel 211, Basil Blackwell, 1967.


2 Wittgenstein denomina a este fenómeno "craving for generality".

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102 Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje
En las Investigaciones, 3 Wittgenstein hace alusión a un
lenguaje en el que un sujeto describe sus experiencias inter-
nas (sentimientos~ estados d~ ánimo) no en el lenguaje ordi-
nario~ sino en otro de creación y uso exclusivo del sujeto en
cuestión. Su proceso de elaboración es muy simple~ asocia
sonidos con sus sensaciones y los usa como nombres en sus
descripciones. 4
A su vez~ el proceso de asociación de las palabras con
sus sensaciones es bien sencillo. Se trata tan sólo de un es":'
fuerzo de concentración; 5 el lenguaje así creado se caracte-
riza por el hecho de que no puede ser entendido por persona
alguna~ aparte de su inventor. 6 De ahí arranca la opinión
de que tan sólo puedo "creer" que otro siente dolor~ .pero
por el contrario "sé" si yo siento dolor; 7 referente a esto~
Wittgenstein formula la siguiente pregunta: 8 "Pero yo pue-
do (internamente) proponerme llamar a ESTO "dolor" en
el futuro". -"Pero seguro que te lo has propuesto? Estás
seguro de que era suficiente para este propósito concentrar
tu atención sobre la sensación?" "-Extraña cuestión"~ con
10 que Wittgenstein quiere implicar que la invención de una
tal denominación lleva consigo el usar tal palabra de una
forma determinada~ y ello~ a su ve:z~sólo puede realizarse
mediante la invención de una técnica (lingüística).
La palabra técnica es usada por Wittgenstein en conjun-
ción con costumbre 9 y es evidente que no tiene sentido la
expresión "inventar una costumbre"; ésta sólo se puede ad-

3 Wittgenstein: Philosophical lnvestigations, párrafo 243, Basil


Blackwell, 1953. En adelante, para citas referentes a ellas, P. l. 93
significa el apartado 93 de la primera parte; mientras que P. l., pá-
gina 93, significa la página 93 de la segunda parte.
4 P. l. 256.
5 P. l. 258.
6 Algunos defensores actuales del lenguaje privado pretenden cons-
truido de forma distinta, mantienen que el acto de nombrar sensa-
ciones es el que posee carácter propiamente privado, pero que en
tal lenguaje existe también una estructura lógica; ver, por ejemplo:
H. N. Castañeda "The Private Language Argument", en Knowledge
and Experience. Ed. Rollins, 1962.
7 P. l. 303.
8 P. l. 263.
9 P. l. 205.
Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje 103
qUlnr tras una práctica determinada. Aprender una técnica
es aprender a responder de una forma determinada ante
unos signos determinados; para ello hace falta ex.plicitar que
en el caso del supuesto inventor no se dan ni el contexto
adecuado, ni la técnica específica para la introducción de la
nueva palabra en "un lenguaje".
El defensor del lenguaje privado arguye: no hay nada
tan fácil como el reconocimiento de una sensación propia,
el reconocimiento es un acto primario que está presupuesto
en todo conocimiento. 10
Con ello entramos en el problema de la identificación
de las sensaciones, que en Wittgenstein toma la forma de
análisis de la expresión "lo mismo". 11
"Lo mismo" es una expresión que tiene multiplicidad
de usos en diversas ocasiones (es decir, no es una expre-
sión que tenga un status distinto del de las demás del len-
guaje ordinario); lo que nos permite usar la misma expre-
sión, en este caso "lo mismo", en diferentes contextos, es
una semblanza de familia.
La noción de "Family resemblances" es introducida por
Wittgenstein en lugar de la vieja noción de definición. Para
éste no existe un conjunto de notas que caractericen de
forma inequívoca el significado de una palabra. 12 El signi-
ficado de toda palabra viene única y exclusivamente estable-
cido por la práctica lingüística; analicemos, pues, algunos
usos de la expresión "lo mismo".

1'0 Ver, por ejemplo: A. J. Ayer, The Concept 01 a Person, pá-


gina 42. Macmillan, 1963.
11 El hecho de que Wittgenstein tome el análisis de las sensa-
ciones ha llevado a algunos a suponer que éste tiene especial interés
en la psicología y que investiga los términos psicológicos para poder
conocer mejor la naturaleza de los sentimientos, sensaciones, etc.
Creo que ésta es una forma incorrecta de leer a Wittgenstein; si
trata especialmente de las sensaciones es porque si logra convencer al
defensor del lenguaje privado de que en el caso de la identificación
de sensaciones es necesario un lenguaje público, a lortiori, valdra
para aquél en cuanto a la identificación de objeto se refiere, pues
el defensor del lenguaje privado confiere a la identificación de las
sensaciones un grado de certeza máximo.
12 Ver, por ejemplo, P. 1. 70

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104 Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje
En el caso de una regla matemática (donde la expresión
"10 mismo" parece alcanzar el mayor grado de precisión),
al igual que cualquier otro tipo de regla, no podemos sepa-
rar el uso de tal expresión de la cuestión de si se conti-
nuará en la forma particular que nosotros llamamos "co-
rrecta". No existe un acto del entendimiento que garantice
la práctica correcta. Nuestra mente tiene una imagen mental,
la de que la identidad de una cosa consigo misma es un
paradigma infalible de "10 mismo", y eso le lleva a la supo-
sición de la absoluta precisión de la expresión "lo mismo";
por 10 que dice que dos cosas son iguales, cuando están en
la misma relación en que está una cosa consigo misma, y
Wittgenstein pregunta: ¿Cómo debe aplicar esa relación de
una cosa consigo misma al caso de la relación entre dos
cosas? Con 10 que quiere implicar que nos falta un criterio
de aplicación, una técnica que nos especifique qué aspectos
tomamos como relevantes para cada tipo de "lo mismo"
determinado. En relación con lo anterior se halla un párra-
fo de las Investigaciones: 13 " ...Tú sabes perfectamente lo
que quiere decir "son aquí las cinco en punto"; luego
sabes también 10 que quiere decir "son las cinco en punto
en el sol". Quiere decir justamente que allí es la misma
hora que aquí cuando "son las cinco en punto". La explica-
ción mediante la identidad no funciona en este caso con-
creto. Pues yo sé verdaderamente que se pueden llamar "la
misma hora" las cinco en punto aquí y las cinco en punto
allí, pero justamente no sé en qué casos se debe hablar de
identidad de hora aquí y allí."
Wittgenstein afirma: 14 "Una cosa idéntica consigo mis-
'ma no hay mejor ejemplo de proposición inútil". La ley de
identidad no nos produce un criterio de "lo mismo" que po-
damos aplicar en los distintos casos. 15 No se trata de una
necesidad lógica, sino de una materia de hecho, el que nos-
otros empleemos esta expresión, en el modo determinado en
que lo hacemos; o si queremos expresarlo de otro modo:

13 P. l. 350.
14 P. l. 216.
15 P. l. 217.

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Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje 105

la necesidad lógica del principio de identidad se reduce al


mero acuerdo, y no nos proporciona un criterio de aplica-
ción para cada, caso concreto, sino tan sólo un espejismo
de aplicación. De ahí la importancia del criterio en Witt-
genstein, pues es el único capaz de producir una técnica de
aplicación para cada término. El lenguaje priva,do era un
espejismo producido por una interpretación metafísica del
principio de Identidad.
Mas si nos asomamos a la literatura filosófica anglosa-
jona de los últimos veinte años, comprobaremos que la tesis
de la privacidad del lenguaje no ha dejado de ejercer su
mágica influencia sobre los filósofos; en una, u otra forma
las tesis tradicionalistas 16 han sido mantenidas por Russell,
Ayer y Castañeda, siguiendo viejos caminos abiertos por
Agustín, Descartes, Berkeley, Hume, Locke y Stuart MilI.
En el frente wittgensteiniano encontramos a Rhees, Malcolm,
Strawson, Shoemaker, entre otros. .

Entre las numerosas polémicas vamos a centrar nuestra


atención a la establecida entre Ayer y Rhees,17 para la quo
procederé a exponer un ejemplo sobre un cierto lenguaje,
viendo cuáles serían las reacciones de ambos autores.
El ejemplo aducido es el de un supuesto lenguaje que,
aunque totalmente elaborado por un individuo, parece tener
ciertas características que 10 hacen aceptable como lenguaje;
es decir, parece albergar la posibilidad de establecer unos
criterios públicos.
Supongamos a un Robinson Crusoe 18 en su isla; para
satisfacer sus necesidades de subsistencia ha de "buscar ali-
16 Sigo la terminología de Henze y Saunders en The Private-Lan-
guage Problem; Random House, 1967, que agrupa bajo este término
a los defensores del lenguaje privado, y su postura se caracteriza por
la dificultad egocéntrica; su filosofía "comienza en casa", es decir,
considera el conocimiento del yo y de las experiencias personales como
los elementos fundamentales de todo conocimiento. Ello vale tanto
para el idealista, el dualista, como para el fenomenalista.
17 Simposium de ambos autores, Can There Be a Prívate Lan-
guage, P. A. S. S., vol. XXVIII, 1954.
18 Personaje ya clásico en el tratamiento del tema; debe tenerse
en cuenta que tal Robinson Crusoe no ha estado jamás en contacto
con comunidad lingüística alguna y se ha desarrollado en absoluta
soledad.

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106 Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje


mentos, y entonces experimenta que ciertos frutos le agra-
dan mientras que los otros le producen un terrible malestar;
ante tal acuciante imperativo ~gudiza su ingenio y se le ocu-
rre pintar en las paredes de su cueva, a un lado, los frutos
que le alimentan, y al otro, los que le perjudican, formando
largas hileras a ambos lados. Cada día después de la. reco-
lección de frutos silvestres, al volver a su cueva compara
los ejemplares conseguidos con sus pinturas murales, de tal
forma que desecha los frutos que se asemejan a los del
lado izquierdo, y come confiado aquellos cuya semblanza
es parecida a los del derecho; a veces aparecen nuevos
ejemplares, que no tiene más remedio que probar por su
cuenta y riesgo y, tras la dolorosa o sabrosa. experiencia,
representado a uno u otro lado. Siendo optimista, incluso
podemos esperar que con el paso del tiempo llegue a poner
nombres a los diversos ejemplares, de tal forma que ante la
posible aparición de Viernes por aquellos parajes, él ya
estaría totalmente preparado para comunicarle sus valiosos
conocimientos expresados en el lenguaje que tan costosa-
mente había creado.
Ante tal situación, Ayer mantendría que todo proceso
de comprobación debe tener un final, pues en caso contra-
rio caeríamos en un regreso infinito. En nuestro ejemplo,
este final lo constituyen los actos de reconocimiento de Ro-
binson Crusoe (i he aquí el mismo fruto que vi ayer!). Se-
gún Ayer, tales actos son válidos por sí mismos y no necesi-
tan de ulterior justificación, teniendo la cualidad de corro-
borarse entre sí. Con ello admite la existencia de actos pri-
mitivos de reconocimiento, lo que equivale a decir que la
expresión "lo mismo", al menos en cuanto al reconocimiento
de una experiencia personal se refiere, es totalmente aproble-
mática. Así afirma 19 qu:e la seguridad de usar una palabra
correctamente para referirme a un objeto determinado debe,
eventualmente, descansar en el testimonio de nuestros senti-
dos; en el ejemplo en cuestión, nuestro héroe puede obser-
var cada fruto de tal forma que lo reconoce con facilidad.

19 A. J. Ayer: The Concept 01 a Person, pág. 42. En adelante


citado C. P.

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Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje 107
No existe, pues, ningún inconveniente, diría, en suponer que
tal individuo pueda poner nombre a los frutos en cuestión,
y así utilizados para sus descripciones futuras.
Rhees adoptaría una postura antagónica. Es evidente, di-
ría, que todo proceso de reconocimiento tiene un final, pero
este final no está constituido por el reconocimiento de nues-
tros sentidos, sino por la aceptación de ciertos criterios lin-
güísticos que nos permiten saber cuándo algo constituye un
caso de X (en nuestro caso, si el objeto observado era una
fresa, por ejemplo), y para que esto pueda darse necesito
experimentar una sensación, como dice muy bien mi opo-
nente; pero si simultáneamente no poseyera el dominio de
un lenguaje, el reconocimiento estaría fuera de lugar. No
puedo saber si este objeto es el mismo que el de ayer, por-
que para ello necesitaría tener un criterio de aplicación del
término en cuestión. Así, el reconocimiento es un acto de
gran complejidad que presupone, entre otras cosas, una prác-
tica lingüística.
Ayer habla de que Robinson Crusoe adapta su conducta
a las cosas que halla en la isla; y ello lleva consigo un
cierto tipo de reconocimiento, pero tal reconocimiento, pro-
testaría Rhees, está a nivel meramente biológico, como en
el caso de un animal que rechaza algo que con anterioridad
le ha producido una s,ensación dolorosa; de tal modo, si
lo que entiende Ayer por reconocimiento es una mera adap-
tación biológica al medio, concedo el que se dé, pero ello
no lleva consigo el uso del lenguaje ; y, por ello, Rhees afir-
ma 20 "un toro puede embestir un trapo rojo, y se puede ense-
ñar a las ratas a reaccionar de una forma ante las luces rojas, y
de otra, ante las luces azules, pero ninguno de ellos conoce lo
que es rojo, ninguno sabe que esto es rojo". Continúa diciendo
que para tener el concepto de rojo y de color, debo saber cómo
es usada la palabra "rojo"; uno no adquiere el concepto de
color por el mero hecho de mirar a una superficie. Por ello,
no es una cosa tan simple como Ayer supone, el hecho de
nombrar un objeto o un color, sino que esto lleva consigo

20 R. Rhees, "Can There Be a Private Language", en Discussions


01 Wittgenstein, pág. 57, Routledge and Kegan Panl, 1970.

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108 Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje
un complejo aparato lingüístico del que está totalmente ca-
rente nuestro Robinson.
Ayer 21 hace gran hincapié en que Wittgenstein niega el
derecho de identificación de las sensaciones porque no puede
haber una prueba adecuada en el caso de la identificación
de la sensación "E", Y para ello, Wittgenstein exige una
prueba independiente de las intenciones del sujeto, que pueda
determinar si la he usado correctamente. Cuandq una sen-
sación está unida con algunas manifestaciones exteriores,
entonces ya podemos usar la palabra en el lenguaje público,
porque la palabra está unida con la expresión natural de la .

sensación 22 y otras personas pueden, así, entendemos. Ello


lleva a Ayer a pensar que el inconveniente que Wittgenstein
pone al lenguaje privado es que el reconocimiento de sen-
saciones, en contraste con el reconocimiento de objetos, no
tiene ningún signo exterior al que podamos apuntar; cree
que éste afirma que mientras en el caso de objetos materiales
podemos servimos de definiciones ostensivas para señalar el
el objeto en cuestión, no ocurre lo mismo en el caso de las
experiencias internas, lo que le lleva a imaginarIo como una
especie de fisicalista a lo Carnap.
Que ésta no es la manera apropiada de leer a Wittgenstein
se hace patente en el ataque wittgensteiniano de la definición
ostensiva cuando dice: 23 "sólo alguien que ya sabe cómo hacer
algo con él (refiriéndose a nombre) puede significativamente
preguntar el nombre de algo". Wittgenstein continúa su ata-
que de la definición ostensiva, mediante una crítica de la
teoría agustiniana del aprendizaje. Dicha teoría considera
que al señalar un objeto a un niño, éste comprende de inme-
diato a 16 que nos referimos, porque posee un lenguaje -inte-
rior con el que puede pensar; sólo le falta conocer el nombre
de los objetos para poder hablar.
Que el pensamiento de Ayer no es radicalmente distinto
al de Agustín en este punto, queda claro cuando dice que
una madre al ver que el niño llora tiene ocasión de enseñar

21c. P., pág. 47.


22P. I. 256.
23P. I. 31.

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Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje 109
a éste el nombre de tal sensación. 24 Ni tan siquiera se plantea
que para que el niño pueda usar significativamente la palabra
"dolor" antes tenemos que aguardar a que él nos pregunte:
¿Cómo se lla,ma la sensación que experimento cuando lloro,.
me quemo,. etc.? Y es evidente que el niño debe estar muy
diestro en el uso del lenguaje para poder plantear tales pre-
guntas. Ello no significa que no se pueda decir con toda
propiedad que el niño siente dolor,. evidentemente que lo
siente,. y por ello llora; pero el hecho de tener una sensación
no lleva consigo el que se sepa "que uno tiene tal sensación".
Contrariamente a ésto, cuando uno emplea un lenguaje debe
saber que lo emplea; lo que prueba que la palabra sensación
y la palabra lenguaje no pertenecen a la misma familia. Para
que el niño sea consciente de su sensación,. hace falta que sea
capaz de dominar un lenguaje. Sin embargo,. Ayer parece
plantearlo como si al niño solo le faltara conocer el nombre
de la sensación que él tiene. Mientras que para el aprendizaje
de actividades no conscientes, la forma en que han sido apren-
didas es irrelevante en cuanto a la naturaleza de la actividad
misma,. por el contrario la forma en que aprendemos una acti-
vidad consciente como es el lenguaje,. es relevante para ellen-
guaje mismo,. porque aplicar un criterio, usar una palabra,. son
movimientos dentro de una actividad consciente; el lenguaje
es una actividad intencional. 25
Evidentemente Wittgenstein está de acuerdo con Ayer en
que tiene tanto problema el reconocimiento de objetos ma-
teriales como el de sensaciones privadas,. y no cree que la
definición ostensiva pueda solucionamos el problema de los
criterios en ninguno de los dos casos. Para saber el uso co-
rrecto de un término, siempre necesitamos de un criterio de
aplicación.

24 C. P., pág. 47.


25 Por ello no es de extrañar que Grice y el mismo Strawson
(Meaning and Truth, 1969) afirmen que una teoría de comunicación-
intención sea la única que pueda explicar el concepto de significado
lingüístico, oponiéndose a los teóricos, que opinan que el significado
lingüístico debe ser entendido independientemente de su función
comunicativa (Chomsky).

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110 Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje
Ayer construye el siguiente argumento:
a) el reconocer sensaciones es tan legítimo como el reco-
nocer objetos.
b) reconocemos objetos por el mero hecho de percibirlos,
y sensaciones por el mero hecho de experimentarlas.
c) entonces no hay problema alguno concerniente al reco-
nocimiento de las sensaciones.

Pero este argumento no es válido porque (b) no es legítimo,


ya que para el reconocimiento de objetos es cierto que nece-
sitamos percibirlos, pero también necesitamos de unos crite-
rios que nos permitan identificarlos, como el caso de un X
determinado. 26 En nuestro ejemplo, para reconocer una fresa,
debemos saber las reglas de uso de tal palabra en el lenguaje,
y esto sólo puede adquirirse con la práctica lingüística: "a no
ser que yo estuviera habituado a hablar de colores y a com-
prender a la gente cuando lo hace, no sabría qué es rojo, y
no sabría reconocer el rojo cuando la viera". La identidad, dice
Rhees 27,proviene del lenguaje, con lo que quiere implicar
que la igualdad entre dos cosas es un término de relación, y
como tal, no forma parte integrante de las cosas mismas,
sino que somos nosotros a través del lenguaje los que las
ponemos en cierta relación, una vez hayamos elegido los ele-
mentos relevantes para el criterio de aplicación de este tér-
mino. Así afirma: "no es cuestión de si yo puedo confiar
en mi memoria, sino de cuándo tiene sentido hablar de re-
cordar" y en este mismo respecto dice que para inventar
nombres para las diversas sensaciones hace falta hablar un
lenguaje en el que se haga referencia a las sensaciones. Para
inventar un lenguaje haría falta inventar usos de palabras,
y ello no es una empresa difícil, sino un sinsentido linguístico.
El Crusoe de Ayer puede cometer los errores de identi-
ficación que pueden cometer los demás animales, por ejemplo
tomar una fruta que le perjudica en lugar de una inofensiva,
pero ello no es un error en la comprensión del significado
26 P. I. 378.
27 Discussions of Witt/?enstein, pág. 58.

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Wittgenstein o la naturaleza colectiva de/lenguaje 111
de una expresión, sino un error de identificación a nivel me-
ramente biológico. Así podemos ver que el punto de discre-
pancia entre Ayer y Rhees es la distinta forma de entender
la identificación; mientras que para Ayer identificar es ex-
perimentar una sensación, para Rhees identificar es saber
usar la palabra adecuada a un objeto, y por ello se encuentra
dentro de un actividad linguística. El tradicionalista por su
parte afirma que el mero reconocimiento biológico nos pro-
porciona un standard con el que distinguir supuestos actos
de reconocimiento de auténticos actos de reconocimiento,
lo que le lleva a afirmar la existencia de ciertos actos de
reconocimiento valederos por sí mismos.
En general los tradicionalistas tienen como punto de arran-
que y consideran verdaderos paradigmas del conocimiento
a los objetos privados; 28 mientras que el filósofo wittgens-
teiniano toma como hechos básicos a los hechos públicamen-
te observables. En tanto que para el primero lo dado son los
"Sense-Data", para el segundo lo que debe ser. aceptado son
las "formas de vida". 29
Así la teoría del conocimiento está en función de las de-
cisiones que tomemos ante el problema del lenguaje privado;
ésto es, de si tomamos como justificación modelo los datos
de los sentidos o las formas de vida. 30

28 Aquellos que hacen referencia a sensaciones pessonales de


un individuo.
29 Tal concepto wittgensteiniano está siendo objeto de numerosos
estudios en la actualidad y es, sin lugar a dudas, uno de los
aspectos más problemáticos de la obra wittgensteiniana. La impor-
tancia de las "formas de vida" en la concepción wittgensteiniana
del lenguaje creo que está bien expresada en P. I. 19: "Imaginar un
lenguaje significa imaginar una forma de vida". Para un tratamiento
más extenso de estos problemas ver mi tesis de licenciatura inédita,
Lenguaje Público versus Lenguaje privado. Facultad de Filosofía y
Letras de Valencia, diciembre 1970.
3'0 Al aceptar las formas de vida como "dadas", Wittgenstein
acata sumisamente la teoría e ideología que el lenguaje ordinario
incorpora. La filosofía del lenguaje puede inmunizarnos contra la
metafísica, pero según Wittgenstein debe permanecer en un nivel
meramente descriptivo. Mas cabe concebir un papel más activo para
la filosofía. Atenta a los cambios teórico-conceptuales operados en
las distintas ciencias, la filosofía analizaría el impacto de tales

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112 Wittgenstein o la naturaleza colectiva del lenguaje

transformaciones sobre nuestro lenguaje ordinario; he aquí una fuente


inagotable de dinamismo para nuestro aparato conceptual. Feyerabend,
y sobre todo Kuhn, son, a mi entender, los más acertados críticos
del quietismo inherente a la filosofía analítica.

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