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03/02/2018

Extinción de los contratos de obras por recepción

Moreno Molina, José Antonio

Pleite Guadamillas, Francisco

El Consultor Contratación Administrativa, Editorial LA LEY

Al igual que todo contrato administrativo el contrato de obras se extingue por su conclusión o
cumplimiento, o por resolución. El contrato se entenderá cumplido por el contratista cuando éste haya
realizado, de acuerdo con los términos del mismo y a satisfacción de la Administración, la totalidad de
la prestación. En todo caso, su constatación exigirá por parte de la Administración un acto formal y
positivo de recepción o conformidad dentro del mes siguiente a la entrega o realización del objeto del
contrato, o en el plazo que se determine en el pliego de cláusulas administrativas particulares por
razón de sus características.

1. Acta de recepción.

En la recepción del contrato de obras la LCSP tiene una vertiente material; la recepción es una
conducta positiva o negativa, una acción o una omisión, y una vertiente formal; la recepción es un acto
administrativo, aunque no siempre manifestado con la formalidad propia de estos actos.

En su acepción material, la recepción como acto viene referida tanto en el TRLCSP como el RGLCAP y
consistiría en el conjunto de actuaciones que comportan la inspección y comprobación de las obras
para que los asistentes posteriormente presten su conformidad o disconformidad. No obstante, ha sido
la jurisprudencia la que ha profundizado en la naturaleza de este acto calificándolo como unilateral,
STS 10-3-1989, Sala de lo Contencioso-Administrativo:

«(...) de modo que, aunque en su plasmación formal se exige la presencia del contratista y se produce
en el curso de una relación jurídica contractual, se integra por una única voluntad, la de la
Administración, en cuyas manos y a virtud del privilegio de la decisión ejecutoria, queda la calificación
sobre el buen o mal cumplimiento del contrato, todo ello, obviamente, sin perjuicio de la interposición
de los recursos que procedan. La presencia del contratista en el acto de la recepción definitiva o de su
denegación, tiene el sentido de garantizar su audiencia en orden al estado de la obra y a las
reparaciones que, en su caso, puedan decidirse, pero no la significación de integrar con su voluntad la
estructura del acto final del proceso contractual, que se consumará luego con la liquidación final y el
abono del saldo resultante».

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Además de unilateral se ha caracterizado como un acto probatorio y no constitutivo, pues se limita a


declarar conforme o disconforme una situación fáctica preexistente a la que el ordenamiento jurídico
seguidamente le atribuye unos efectos, pero nunca creará situaciones jurídicas ex novo.

Desde la perspectiva formal, a la recepción como acta aluden igualmente el TRLCSP revistiéndolo así
de la solemnidad que requieren los actos administrativos. Si la recepción de obras es al tiempo que
una actuación material, un acto formal y positivo, significa que le será de aplicación, entre otros, el
mismo régimen impugnatorio de los actos administrativos y esto, aunque se trate de una deducción
obvia, merece ser destacado pues hemos observado que constituye práctica habitual de algunas
Administraciones utilizar modelos de actas en los que no se da «pie de recurso» a los destinatarios o
interesados, con la consiguiente indefensión y nulidad que ello puede conllevar (1) .

La observancia del trámite de la recepción crea a favor del constructor la presunción de que por su
parte se han cumplido fielmente los deberes que le correspondían en la ejecución del contrato,
extinguiéndose las facultades exorbitantes que la Administración tiene reservadas para sí. Pero esto no
implica la liberación del contratista, sino su pase de un estado de tutela a otro de responsabilidad para
con la Administración. No podía ser de otra forma, convertir a un trámite como la recepción de obras
en un motivo de exoneración de responsabilidad del contratista iría en contra de la presunción iuris
tantum de legalidad y veracidad de los actos administrativos que en lugar de una presunción se
convertiría en un axioma, sin admitir prueba en contra (STS 23-5-1983).

En cuanto al procedimiento para efectuar la recepción de conformidad con el artículo 163 del RGLCAP
(LA LEY 1470/2001) el contratista, con una antelación de cuarenta y cinco días hábiles, comunicará por
escrito a la dirección de la obra la fecha prevista para la terminación o ejecución del contrato, a efectos
de que se pueda realizar su recepción. Hay que señalar que podrán ser objeto de recepción parcial
aquellas partes de obra susceptibles de ser ejecutadas por fases que puedan ser entregadas al uso
público, según lo establecido en el contrato.

El director de la obra en caso de conformidad con dicha comunicación, la elevará con su informe al
órgano de contratación con un mes de antelación, al menos, respecto de la fecha prevista para la
terminación. A la vista del informe el órgano de contratación adoptará la resolución pertinente
procediendo a designar un representante para la recepción y a comunicar dicho acto a la Intervención
de la Administración correspondiente, cuando dicha comunicación sea preceptiva, para su asistencia
potestativa al mismo en sus funciones de comprobación de la inversión. La comunicación a la
Intervención a la que se refiere el párrafo anterior deberá realizarse con una antelación mínima de
veinte días a la fecha fijada para realizar la recepción.

El representante del órgano de contratación fijará la fecha de la recepción y, a dicho objeto, citará por
escrito a la dirección de la obra, al contratista y, en su caso, al representante de la Intervención
correspondiente. El contratista tiene obligación de asistir a la recepción de la obra. Si por causas que le
sean imputables no cumple esta obligación el representante de la Administración le remitirá un

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ejemplar del acta para que en el plazo de diez días formule las alegaciones que considere oportunas,
sobre las que resolverá el órgano de contratación (artículo 164 RGLCAP (LA LEY 1470/2001)).

En consecuencia, a la recepción de las obras concurrirá el responsable del contrato si se hubiese


nombrado según el artículo 52 TRLCSP (LA LEY 21158/2011) o un facultativo designado por la
Administración, representante de ésta, el facultativo encargado de la dirección de las obras, el
contratista asistido, si lo estima oportuno, de su facultativo y, en su caso el representante de la
Intervención.

De acuerdo con el artículo 235.2 TRLCSP (LA LEY 21158/2011) «si se encuentran las obras en buen
estado y con arreglo a las prescripciones previstas, el funcionario técnico designado por la
Administración contratante y representante de ésta las dará por recibidas, levantándose la
correspondiente acta y comenzando entonces el plazo de garantía. Cuando las obras no se hallen en
estado de ser recibidas, se hará constar así en el acta y el Director de las mismas señalará los defectos
observados y detallará las instrucciones precisas fijando un plazo para remediar aquéllos. Si
transcurrido dicho plazo el contratista no lo hubiere efectuado, podrá concedérsele otro nuevo plazo
improrrogable o declarar resuelto el contrato».

Del resultado de la recepción se levantará un acta que suscribirán todos los asistentes, retirando un
ejemplar original cada uno de ellos. En el acta de recepción el director de la obra fijará la fecha para el
inicio de la medición, quedando notificado el contratista para dicho acto plazo de un mes desde la
recepción. Excepcionalmente, en función de las características de las obras, podrá establecerse un
plazo mayor en el pliego de cláusulas administrativas particulares.

El Decreto 137/2012, de 14 de septiembre, del Consell de la Generalitat Valenciana, regula la


intervención de la inversión de fondos públicos y prevé en su artículo 2 que los órganos de contratación
deberán solicitar a la Intervención General de la Generalitat la designación de un representante para
asistir al acto de recepción en los contratos de obras, suministros o servicios adjudicados por importe
igual o superior a noventa mil euros. La inasistencia al acto de recepción, en estos casos, de un
representante de la Intervención determinará que no puedan entenderse como recibidas las
prestaciones ni nazca la obligación de pago para la Administración.

En los contratos de obras, suministros o servicios adjudicados por un importe inferior a noventa mil
euros, la designación se solicitará a la Intervención Delegada, siendo la asistencia potestativa para
ésta, y, en caso de inasistencia, la comprobación de la inversión se justificará mediante certificación
expedida por el responsable del servicio, dependencia, centro u organismo en la que se exprese la
conformidad de las prestaciones realizadas. Para la tramitación de los pagos en este último supuesto, a
la factura deberá acompañarse un documento acreditativo de la solicitud de representante.Quedan
excluidos de lo dispuesto en el presente precepto los gastos que se tramiten a través del sistema de
caja fija, en los que resultará suficiente la mera existencia de una factura recibida de conformidad.

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Ello no obstante, tanto la Intervención General como los Interventores Delegados podrán en cualquier
momento comunicar al órgano gestor su intención de realizar cualquier tipo de comprobación material
o documental sobre la aplicación de los fondos públicos.

2. Medición general y certificación final de las obras.

El TRLCSP establece en el artículo 235 (LA LEY 21158/2011) que dentro del plazo de tres meses
(anteriormente eran dos meses), contados a partir de la recepción, el órgano de contratación deberá
aprobar la certificación final de las obras ejecutadas, que será abonada al contratista a cuenta de la
liquidación del contrato. Sin embargo, antes de la aprobación de la certificación final es necesario
realizar la medición general y expedir la certificación general.

El RGLCAP establece el procedimiento para tramitar la certificación final de obra. Recibidas las obras en
la fecha fijada en el acta de recepción se procederá seguidamente a su medición general con asistencia
del contratista. El contratista tiene la obligación de asistir a la toma de datos y realización de la
medición general que efectuará el director de la obra.

De la medición se levantará acta en triplicado ejemplar que firmarán el director de la obra y el


contratista, retirando un ejemplar cada uno de los firmantes y remitiéndose el tercero por el director
de la obra al órgano de contratación. Si el contratista no ha asistido a la medición el ejemplar del acta
le será remitido por el director de la obra. El resultado de la medición se notificará al contratista para
que en el plazo de cinco días hábiles preste su conformidad o manifieste los reparos que estime
oportunos. Las reclamaciones que estime oportuno hacer el contratista contra el resultado de la
medición general las dirigirá por escrito en el plazo de cinco días hábiles al órgano de contratación por
conducto del director de la obra, el cual las elevará a aquél con su informe en el plazo de diez días
hábiles.

Dentro del plazo de un mes desde la recepción y sobre la base del resultado de la medición general, el
director de la obra redactará la correspondiente relación valorada y dentro de los diez días siguientes el
director de la obra expedirá y tramitará la correspondiente certificación final.

Por último, como hemos dicho anteriormente dentro del plazo de tres meses, contados a partir de la
recepción de la obra, el órgano de contratación deberá aprobar la certificación final de las obras
ejecutadas, que será abonada, en su caso, al contratista dentro del plazo de dos meses a partir de su
expedición a cuenta de la liquidación del contrato. La Administración tendrá la obligación de abonar el
precio dentro de los sesenta días siguientes a la fecha de la expedición de las certificaciones de obras
si se demorase, deberá abonar al contratista, a partir del cumplimiento de dicho plazo los interese de
demora y la indemnización por los costes de cobro en los términos previstos en la Ley 3/2004, de 29
de diciembre, por la que se establecen medidas de lucha contra la morosidad en las operaciones
comerciales.

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Según lo anteriormente expuesto podemos resumir el procedimiento que concluye con la aprobación
de la certificación final de obras en el siguiente esquema:

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3. Plazo de garantía.

El principal resultado de la recepción es el comienzo del plazo de garantía que se establecerá en el


pliego de cláusulas administrativas particulares, atendiendo a la naturaleza y complejidad de la obra y
no podrá ser inferior a un año, salvo casos especiales. Según el artículo 167 RGLCAP (LA LEY
1470/2001) el contratista durante el plazo de garanidará en todo cade conservación y policía de las
obras con arreglo a lo previsto en los pliegos y a las instrucciones que diere el director de la obra. De
tal manera que si descuidase la conservación y diere lugar a que peligre la obra se ejecutarán por la
Administración y a costa del contratista los trabajos necesarios para evitar el daño.

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4. Liquidación del contrato.

Con una antelación de quince días anteriores al cumplimiento del plazo de garantía, el director
facultativo de la obra, de oficio o a instancia del contratista, redactará un informe sobre el estado de
las obras. No obstante, en aquellas obras cuya perduración no tenga finalidad práctica como las de
sondeos y prospecciones que hayan resultado infructuosas o que por su naturaleza exijan trabajos que
excedan el concepto de mera conservación como los de dragados no se exigirá plazo de garantía.

Si el informe fuera favorable, el contratista quedará relevado de toda responsabilidad, salvo


responsabilidad por vicios ocultos, procediéndose a la devolución o cancelación de la garantía, a la
liquidación del contrato y, en su caso, al pago de las obligaciones pendientes que deberá efectuarse en
el plazo de 60 días. Si el informe no fuera favorable y los defectos observados se debiesen a
deficiencias en la ejecución de la obra y no al uso de lo construido, durante el plazo de garantía, en
este supuesto el director facultativo procederá a dictar las oportunas instrucciones al contratista para
la debida reparación de lo construido, concediéndole un plazo para ello durante el cual continuará
encargado de la conservación de las obras, sin derecho a percibir cantidad alguna por ampliación del
plazo de garantía.

De conformidad con el artículo 169 RGLCAP (LA LEY 1470/2001) una vez emitido el informe favorable
se ará por el direc en plazo de un mes la propuesta de liquidación de las realmente ejecutadas,
tomando como base para su valoración las condiciones económicas establecidas en el contrato. La
propuesta de liquidación se notificará al contratista para que en el plazo de diez días preste su
conformidad o manifieste los reparos que estime oportunos. Dentro del plazo de dos meses, contados
a partir de la contestación del contratista o del transcurso del plazo establecido para tal fin, el órgano
de contratación deberá aprobar la liquidación y abonar, en su caso, el saldo resultante de la misma.

Respecto a la responsabilidad del contratista por vicios ocultos y ruinógenos por actuación directa o por
culpa «in eligendo o in vigilando» sobre el subcontratista señalar que según el artículo 236 TRLCSP (LA
LEY 21158/2011) «si la obra se arruina con posterioridad apiración del po darantía por vicios ocultos
de la construcción, debido a incumplimiento del contrato por parte del contratista, responderá éste de
los daños y perjuicios durante el término de quince años, a contar desde la recepción. Transcurrido
este plazo sin que se haya manifestado ningún daño o perjuicio, quedará totalmente extinguida la
responsabilidad del contratista».

Este precepto viene a recoger en el ámbito administrativo la misma responsabilidad sancionada en el


artículo 1591 (LA LEY 1/1889) del Código Civil y contiene la misma redacciónon anterioad,nto el
artículo 149 LCAP, como el artículo 148 (LA LEY 2206/2000) del TRLCAP.

Transcurrido este plazo sin que se haya manifestado ningún daño o perjuicio, quedará totalmente
extinguida la responsabilidad del contratista. «Vemos que existe una pequeña diferencia en los
términos utilizados, en tanto que en la Ley de Contratos del año 1965 y en su reglamento se emplea el

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concepto de "incumplimiento doloso del contrato por parte del empresario", y en la regulación posterior
se dice "debido a incumplimiento del contrato por parte del contratista..."; en todo caso la diferencia
gramatical, entendemos que no conlleva una diferencia interpretativa acerca de los presupuestos
exigidos para apreciar responsabilidad en el contratista».

El Tribunal Supremo ha interpretado estos en la sentencia 26-3-1999 (LA LEY 4400/1999) (LA LEY
4400/1999) afirmando en el fundamento jurídico tercero que:

«Dos son los requisitos imprescindibles para que pueda exigirse al contratista de la obra esta
responsabilidad: que se trate de vicio ocultos y que se deban a un incumplimiento doloso por parte del
contratista, entendiéndose el dolo como dolo civil, esto es, como la infracción consciente y voluntaria
de un deber jurídico que da lugar a la producción de un daño, mediando entre ambos una relación de
causalidad necesaria y prevista (cfr. sentencia de 23 de mayo de 1983)».

En este sentido hay que citar la STSJ Castilla-La Mancha 4-5-2005 (LA LEY 99884/2005) (LA LEY
99884/2005) en la que se manifiesta:

«Aplicada la normativa expuesta a los hechos anteriores, entendemos que el recurso ha de rechazarse;
para llegar a esta conclusión, partimos en primer lugar de que en la obra ejecutada por la mercantil
recurrente, existen unos vicios, que estos vicios consisten en que la resistencia del hormigón de la
estructura, once años después de entregada definitivamente la obra, es inferior a la exigida tanto por
la norma técnica que era de aplicación (Instrucción EH-80), como por lo establecido en el Proyecto,
que a su vez era la condición económico administrativa primera del concurso, de 175 kg/cm², así como
que dicha resistencia y el hormigón utilizado no es uniforme ni homogéneo; que estos vicios tenían la
consideración de ocultos y ruinógenos, en tanto que no eran perceptibles a la recepción de la obra sino
que han aparecido con posterioridad, y porque afectan a la estructura del edificio y por tanto a su
propia existencia y seguridad. Es evidente que la recurrente no puede escudarse en que la estructura
se ejecutó por subcontratista, testigo que por cierto aventura como posible motivo de la menor
resistencia del hormigón, el empleo de cemento inadecuado por estar afectado por aluminosis, pero
que es una incógnita no despejada; y no puede hacerlo porque quien es el adjudicatario de la obra y
tiene completo control de la misma es el recurrente, y por tanto quien responde frente a la
Administración; es cierto que se desconoce la causa exacta de por qué el hormigón no tiene once años
después, la resistencia requerida, pero el caso es que el vicio ahí está cuando no debía estar
transcurrido tan corto periodo de tiempo. La conclusión que se impone es por lo tanto que o bien el
material empleado no era el adecuado, o bien no se empleó debidamente, a falta de otras causas no
acreditadas, lo que es imputable a la empresa contratista, subsumiéndose dicha conducta, bien por
actuación directa bien por culpa in eligendo o in vigilando sobre el subcontratista, en lo que es el dolo
civil antes examinado según la normativa de aplicación, o lo que es un incumplimiento del contrato
según el actual artículo 148 de la LCAP, del que dimana la obligación de responder por dichos vicios en
la forma establecida por el Ayuntamiento en el acuerdo de 26 de septiembre de 2001».

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Hay que señalar que no pudiendo determinarse el «quantum» en que son atribuibles los defectos
constructivos a cada uno de los partícipes en el proceso constructivo, ha de predicarse la obligación de
reparación del constructor, con carácter solidario y sin perjuicio de la que pueda corresponder a otros
intervinientes en el proceso constructivo, todo ello sin prejuzgar la responsabilidad que pueda
corresponder al Técnico Director de las obras.

En este aspecto puede aplicarse al presente supuesto la doctrina jurisprudencial establecida respecto al
artículo 1591 CC (LA LEY 1/1889), por vicios de construcción, y ello por el juego de la supletoriedad de
este cuerpo normativo respecto a la contratación administrativa. Deriva, en síntesis, de este precepto
una responsabilidad solidaria tanto del contratista como de los técnicos intervinientes, de no poder
expresarse una cuantificación exacta del porcentaje en que la conducta de cada uno ha influido en el
resultado.

La jurisprudencia de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo expresa en tal sentido como en defecto de
posibilidad de la determinación del cuanto de responsabilidad que cabe a cada uno de los partícipes en
las obras, promotor (no en el presente caso, pues esta ha sido la Administración Municipal),
constructor y técnico director, ha de declararse la responsabilidad solidaria de todos ellos, como
muestra de tal jurisprudencia y solo de forma ejemplificativa cabe referirse a las sentencias 17-5-1967,
18-11-1973, 18-11-1975, 4-11-1978, 9-10-1981, 9-3-1988 y 24-9-1996, la cual se expresa en los
siguientes términos:

«muy reiterada y conocida doctrina de esta misma Sala tiene declarado que la acción fundada en el
art. 1591 CC (LA LEY 1/1889), permite condenar solidariamente a todos los demandados que con su
conducta han contribuido a los defectos funcionales o ruina del edificio y a los cuales no se les
determine y cuantifique el grado de contribución al daño».

Ha de traerse también a colación la sentencia 4-10-1996, para la cual «según reiterada jurisprudencia
de esta Sala (entre otras, SS 29 marzo 1966, 22 noviembre 1971, 24 enero 1971, 21 diciembre 1981,
11 noviembre 1982, 8 junio 1984, 14 diciembre 1984, 10 mayo 1986, 15 julio 1987 y 26 marzo 1988),
el arquitecto responde por los vicios del proyecto y de la dirección». La doctrina de la Sala de lo
Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo en sentencia de 13-6-2000 (LA LEY 9186/2000),
admite la aplicación de esta doctrina al ámbito de la contratación administrativa.

5. Ocupación o puesta en servicio de las obras sin recepción formal.

Puede suceder que sin la recepción formal de las obras el órgano de contratación acuerde la ocupación
efectiva de las mismas o su puesta en servicio para el uso público, para ello deberán concurrir razones
excepcionales de interés público, debidamente motivadas en el expediente. Esta recepción implícita
está fundamentada en la «doctrina de los hechos concluyentes» según la cual la existencia de actos
administrativos tácitos siempre que cumplan todos los requisitos (excepto el de su formalización) crea
una situación jurídica concreta que impide a la Administración denegarla posteriormente, y esta

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situación desencadena los efectos jurídicos propios de la recepción en cuanto a plazos, liquidación final
y devengo de intereses. Se trata en definitiva de aplicar la máxima «nadie puede ir contra sus propios
actos». Desde luego, si la jurisprudencia no hubiera diseñado esta teoría no sólo quedarían
desprotegidos los derechos del contratista, además dejaríamos al arbitrio de la Administración la
fijación de los plazos para la recepción, con lo que estaríamos manteniendo las obras en permanente
garantía y prolongando la responsabilidad del contratista sine die.

En estos supuestos de acuerdo con el artículo 168 RGLCAP (LA LEY 1470/2001) el acuerdo de la
ocupación efectiva de las obras o de su puesta en servicio para uso público «requerirá del
levantamiento de la correspondiente acta de comprobación de las obras, que será suscrita por el
representante designado por el órgano de contratación, el director de las mismas y el contratista,
debiéndose comunicar a la Intervención de la Administración correspondiente para su asistencia
potestativa al mismo. En los supuestos en que la obra vaya a ser gestionada por una Administración o
entidad distinta a la Administración contratante el acta también deberá ser suscrita por un
representante de la misma».

El acta producirá los efectos de la recepción si, de acuerdo con el acta de comprobación, las obras
estuviesen finalizadas y fueran conformes con las prescripciones previstas en el contrato. Si por el
contrario se observaran defectos, deberán detallarse en el acta de comprobación junto con las
instrucciones precisas y el plazo fijado para subsanarlos. El órgano de contratación, a la vista de los
defectos advertidos, decidirá sobre dicha ocupación efectiva o puesta en servicio para uso público de
las obras.

(1)

ISIDRO VALENZUELA VILLARRUBIA, «La recepción de obras. Un acto y un acta», El Consultor de los Ayuntamientos y de los Juzgados, nº

7, 2000, pág. 1175, Tomo 1.

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