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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSOFICAS Coleccién: CUADERNOS Director: DR. LEON OLIVE Secretario: DR. AMBROSIO VELASCO INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLOGICAS Directora: DRA. ELIZABETH LUNA ‘Secretaria: LIC. ALEIANDRA VIGUERAS Cuaderno 38 Mauricio Beuchot LA FILOSOFIA DEL LENGUAJE EN LA EDAD MEDIA 2da edicion, corregida y aumentada UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO MEXICO 1991 1a, edicion: 1981 2a. edici6n,correpida y aumentada: 1991 DR © 1991 Universidad Nacional Autnoma de México Citcuito Mario de la Cueva Ciudad de la Investigacion en Humanidades ‘Giudad Universitaria, 04510, Mexico, D. F INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSOFICAS. INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLOGICAS Impreso y hecho en México ISBN 968:36-2186-4 INDICE Prélogo a la segunda edicién L InTRODUCCION IL, SEMIOTICA ESCOLASTICA GENERAL: SU DESARROLLO HISTORICO| A. El siglo XIL San Anselmo de Canterbury Pedro Abelardo Escuela de Chartres B. El siglo XIII San Alberto Magno Santo Tomés de Aquino Guillermo de Sherwood Pedro Hispano Roger Bacon, Ramén Lull y Juan Duns Escoto C. El siglo XIV Guillermo de Ockham ‘Tomé de Erfurt Walter Burley Juan Buridan San Vicente Ferrer Alberto de Sajonia y Pablo de Venecia IIL, SEMIOTICA ESCOLASTICA ESPECIAL © APLICADA: LASEMIOTICA DEL DISCURSO METAFISICO TOMISTA TV. ConcLusion V. BipLiocRari 37 39 40 58 109 122 134 143 144 169 184 189 201 26 21 255 265 PROLOGO ALA SEGUNDA EDICION En esta segunda edici6n hemos procurado corregit y aumentar el texto. Hemos revisado y enmendado en algunos puntos los capitulos que conformaban la anterior edicién. Cambios muy significativos se encontrarn en el capitulo dedicado a la aplicacién de la semitica escolistica a la metafisica, sobre todo algunas precisiones importan- tes acerca del tipo de predicabilidad que ha de asignarse a la exis- tencia, Las adiciones también atafien a algunas partes y hasta incisos de los capitulos anteriores; pero, sobre todo, consisten en dos mue- vos capitulos: uno dedicado a Roger Bacon, Ramén Lull y Escoto, y el otro dedicado a Alberto de Sajonia y Pablo de Venecia. se es principalmente el material corregido y aumentado. En estas correcciones y adiciones nos han servido mucho las suge- rencias, discusiones y/o trabajos de estudio y de resefa critica de las siguientes personas, a las que les agradecemos: Fernando Alvarez Ortega (UIA, México),! Ignacio Angelelli (Austin, Texas), Rafael Avalos (CEOR, México), Roque Carrién (Valencia, Venezuela),? Adolfo Garcia Diaz (Maracaibo, Venezuela), Klaus Hedwig (Aa- chen/Kerkrade),? Larry Hickman (Texas A & M University), Angel Muitoz (Maracaibo, Venezuela), Lorenzo Pefia (CSIC, Madrid),¢ Carlos Rojas Osorio (Puerto Rico), y Walter Redmond (Austin, Texas). 2 Resefa en Reviie de lasofla (UIA, Mésico), 16 (1983), pp. 137-139. 2 Resefa en nvestgocioes Semisticas (Valencia, Venezuela), 23 (1982-1983), Pp. 256-258, > Resefa en PhilosophischerLiterawranzeiger(Meisenhei(Glan), 38 (1985), pp. 355-388 4 Reseta en Espiritu (Bareslona), 38 (1989), pp 61-69. 5 Reseia en Didlogas (Puerto Rico), 25 (1989), pp. 221-223, LINTRODUCCION 1. Demarcacion Este trabajo es un intento de presentar los rasgos mas sobresalien- tes de la filosoffa del lenguaje en la Edad Media. Muchas cosas ‘quedarén sin tratar, pues hemos procurado atenernos a lo més pro- vechoso y aprovechable de esta gran construccién medieval. De he- cho, la filosofia medieval o filosofia escoléstica ofrece en el campo de la filosoffa del lenguaje aportaciones que dfa tras dia son asimiladas Por los investigadores actuales a la semidtica moderna. La filosofia medieval ha llegado a constituirse en una fuente muy importante para el enriquecimiento de la semistica. Trataremos, pues, de aden- trarmos un poco en ésta. En la presente introduccién recogeremos Jos rasgos y elementos que podemos encontrar como comunes a la fitosofia det lenguaje escoldstica; por lo tanto, tal como se encuentra census etapas avanzadas de desarrollo. A parti del capitulo siguiente veremos precisamente la evoluci6n de estas nociones en los princi- pales pensadores del lenguaje. Esta presentacion de las teorias “co- munes” (en un sentido harto general y desvaido) nos ayudaré a tener tun marco de referencia para apreciar el surgimiento y desarrollo de su contenido. 2. Semidtica Entenderemos aquf la semidtica, en sus grandes lineas, tal como la sistematiz6 Charles Morris, aunque sin darle la acepci6n conductista cen que él la tomaba.' Aceptamos, en cambio, las bases y las divisio- nes por él trazadas. E1 objeto de la semidtica es la semiasis 0 todo 2 Ver M. Beuchor, Elementor de semitica, Méxica: UNAM, 1979, introd. y cap.v. 2 InTRODUCCION acontecimiento en el que aparece un signo. Aqu{ lo restringiremos al signo lingiifstico, més relacionado con los intereses de ta logica. La semiosis tiene tres componentes: el signo mismo 0 vehicula de signo, el significado o designatum, y tos inrpretes 0 usuarios. Segin estos elementos ocurren ciertas relaciones que configuran las distin- tas dimensiones de la semidtica. Hay una relaci6n de los vehiculos de signo entre si, qu es una relacién de coherencia,y la sinaxis esta blece las reglas requeridas, a saber, de formacion y transformacion de expresiones o reglas de implicacién. Hay una relacién entre el vehiculo de signo y el significado, que es una relacién de corres- pondencia, y la semdntica establece las reglas requeridas, a saber, de adecuacién entre signos y objetos o reglas de designacién. Hay tuna relaciGn entre el vehiculo del signo y los usuarios, que es una re- lacién de uso, y la pragmdtica establece las reglas requeridas, a saber, reglas de uso 0 expresién, El estudio completo de un acontecimiento semiético, por ejemplo et lenguaje, debe involucrar las tres dimen- siones aludidas.? Hay que sefialar, ademds, dos niveles y dos funciones en ta semié- tica, Los niveles son el del lenguaje-objeto y el det meta-lenguaje El lenguaje objeto es el sistema lingiistico que se analiza y el me- talenguaje es el sistema lingifstico con el que se analiza el anterior, dde manera que la propia semiotica es un metalenguaje. Finalmente, la semi6tica y sus partes pueden desempafar una funcién “pura” y una funcién “descriptiva”. La funcién primordial es la construccién de un metalenguaje adecuado y completo. Sie le aleanza constituird lo que podrfa llamarse semidnica pura, con sus ramas de sintaxis pura, semdntica pura y pragmtica pura. Aqut se elaborard en forma sistematica el metalenguaje mediante cl cual se {deseribirdn todas las situaciones que involucran signos. La aplicacién de este lenguaje a casos concretos de signos puede llamarse semidtica descriptiva (0 sintaxis, semntica o pragmética descriptiva, segin el caso) Asi, términos como “signo” “regla” pertenecen a la semiética, y no pueden ser definidos ni por la sintaxis, ni por la seméntica, ni por la 2 Ver Ch. Morris, Fundamentas dea tora de To signos, México: UNAM, 1955, p-36y 40; el mismo, Signos, knguajey conducta, Buenos Aites: Losada, 1962, p.239, 2 El mismo, Fundamentos dela teota de los signos, ed. ct, p. 38. INTRODUCCION B pragmética. Lo que nos da una idea de que la semistica, como un todo, es superior a sus partes. En la filosofia escoléstica encontraremos una concepcién semi6- tica general, que tomaremos como semitica pura (con sus partes), la cual aplicaremos al final a casos concretos, volviéndose asf una semitica aplicada (también con sus partes) al lenguaje metafisico. 3. Semidtica escoléstica Expondremos la semi6tica escoldstica medieval. A pesar de que no se le daba el nombre de “semidtica”, corresponde a lo que ella in- tenta con su teoria del signo, de los términos, de las proposiciones, etcétera, y todo ello era tratado en la légica misma (de la cual Peirce decia que no era mAs que otro nombre de la semistica. Es una semidtica del lenguaje natural, ordinario, no del lenguaje formal, y tuvo muy escasa formalizaci6n (presentaciOn y desarro- Ilo formalisticos), s610 en el Ambito de la sintaxis (en el caso de la inferencia 0 consequentia, que lleg6 a presentarse con una forma- lizacién harto rudimentaria de sus variables, tanto proposicionales como de términos). Incluso en el plano del lenguaje ordinario, si bien tuvo pretensiones de ser ta gramitica 6gica general —i. valida de una forma u otra para todo discurso humano—, en realidad es la ‘ramética I6gica de un sector del lenguaje ordinario: el latin, aun- {que en cierta medida aplicable a otros idiomas que dependen de é1 © tienen con é1 alguna anatogfa. Pero lo que si es inapreciable es su estudio de los fundamentos filos6ficos del lenguaje y del signo, que rocura ser atento y obediente a la naturaleza ‘Se manejan distintos niveles de lengua (lo que después de Frege serd denominado como “uso” y “mencién” de las expresiones, y des- pués de Tarski serd denominado como “lenguaje objeto” y “me- talenguaje”, y que para los escoldsticas era, respectivamente, Ia “suposicidn formal” y la “suposici6n material”), pero sin tanta pre- cisiGn, de modo que a veces llegaron a entremezclarse. También se ‘emplea una semiGtica general (tratado del signo), y del lenguaje 0 del signo linguistico (gramdtica especulativa, tratado de ta interpre: tacién, tratado de los modos de significa, ratado de las propiedades de los términos, tratado de las categorematicos y sincategoreméticos, etcétera), que incluye las tres ramas especificadas por Morris: sin- taxis, semantica y pragmdtica, segdn la distincin de Aristételes en 4 mTRODUCCION apoféintica, seméntica y ret6rica. Aunque no era muy clara la dis- Linci6n, se trabaj6 intensamente en el establecimiento de categorias sintécticas, semnticas y pragméticas, con sus correspondientes re- las. Pero, dada la imprecision en sus demarcaciones, a veces se mez claban los tratamientos respectivos (ug. el de la Seméntica con el de Ja pragmatica). Por eso ha sido necesaria una labor de reajuste 0 aco- modamiento (siempre tratando de no forzar demasiado las cosas). 3.1. Sintaxis La semiética medieval tomaba inicio, como es natural, en el estu- dio del signo en cuanto tal, elemento primario del acontecimiento semitico. Aunque es objeto de la semiotica misma en cuanto si tema, solfa estudirsele en la parte de la légica que vefa la sinta- xis y la seméntica de los términos. Por eso —aunque no es lo mas apropiado— to incluimos en esa parte de la semiética que es la sin- taxis. De una manera u otra, los escoldsticos atendian a ta definicién el signo aportada por San Agustin, como “la cosa que, ademds de Jas especies que da a conocer a los sentidos, hace pensar en otra cosa distinta de ella misma”.* Algunos la tomaban como si se diera por supuesta en sus investigaciones; otros, como Ockham, sin aludit explicitamente a ella, la tomaban para modificarla. Y ciertamente con esa actitud se vio muy enriquecida, a la vez.que precisada, pues se vefa que la definicién agustiniana se reducia al signo sensible, y hubo que generalizarla de modo que abarcara al signo intelectual (él concepto), definiendo al signo simplemente como aquello que esté cen lugar de algo distinto, y que puede ser conocido tanto sensible ‘como intelectualmente, En esto se fundaba la teoria de la significa- tividad de las expresiones lingOisticas. Aunque se tenfan en cuenta otros tipas de signos (naturales, imaginativos, etcétera), Ia investi gaci6n se centraba en el signo lingaistico, En el émbito del lenguaje, siguiendo tambien la tradicién agust niana, se distingufan dos tipos de éste: lenguaje interno (mental) y Ienguaje externo (oral o escrito). Y se pasaba al estudio de la corres- pondencia entre estos tipos de lenguaje. Pero, dados los fines de la 4 5, Agustin, De doctna christian, UH, 1; Pattologia Latina, ed de Migne 34, col 38. Ver ademas M. Beuchot, “Signo y lenguaje en San Agustin”, en Didnoia, 32 (1986), pp. 13-25 recogido también en el mismo, Ampectoshisériot de l semioice ‘ylaflosofla del lenguaje, México: UNAM, 1987 INTRODUCCION 15 16gica, el pivote era el lenguaje oral. Este lenguaje est constituido [por voces, y hay que seguir el proceso por el que una vor se confi- ura como voz significativa. Este era el proceso de la institucién 0 mposicion de las voces —que es mas bien pragmético que sintéctico. La vor es un sonido, el sonido es su materia, pero se restringe a los sonidos orales 0 vocales, esto es, que se exhalan por la boca de un ser animado, con exclusién de los sonidos que se emiten por otros medios; ambos sonidos tienen como 6rgano receptor el ofdo, pero el oral tiene como érgano emisor la boca. Las voces pueden ser articuladas o inarticuladas, Las inarticula- das incluyen muchas que son signos, como el grito de alegrfa, el gemido, etcétera, y se toman como signos naturales, pues la natu- raleza es la que los ha instituido e impuesto para que signifiquen. Sélo que éstos no atafen propiamente hablando a ta légica. Los que interesan son los articulados, pues para llegar a la articulacién tuvo ue intervenir la instituciOn y la imposicion de seres racionales, esto es, la convencion humana, y son signos convencionales, Atendiendo a a posibilidad de la escritura, si los signos articulados se pueden, ademas, escribir, se laman literados (o letrados), en caso contrario, iliterados (0 iletrados). Por 1a imposicién, las voces representan intenciones del alma o del intelecto, es decir, representan conceptos, y los conceptos re- presentan cosas. Se discutié mucho ta correspondencia entre las distintos tipos de imposiciones y de intenciones mentales que se adjudicaban a los vocablos, asi como la correspondencia de las vo- es con las cosas, pues algunos postulaban que To hacian por la me- diaciGn de los conceptos, y otros decian que, a pesar de que las voces tenfan correspondencia con los conceptos, se referian directamente las cosas reales. La voz como signo lingdfstico tiene dos niveles de correspondencia. En primera instancia designa el contenido mental {del que 10 usa, y en segunda instancia designa la realidad extramen- tal que se quiere manifestar. Como se ve, el signo lingUistico designa ta realidad extramental a través del significado mental. Incluso hay signos que s6lo designan contenidos 0 estados animicos. De modo ‘que puede haber lenguajes objetivos y ienguajes expresivos. Por eso el Lenguaje exterior es convencional, pero el lenguaje mental viene a ser un lenguaje natural Los términos mentales significan las cosas, y los términos orales © escritos significan primero los términos mentales y después —y 2 través de ellos— las realidades. Como nos centramos en el término 16 INTRODUCCION extramental (oral o escrito), vemos que su designatum es un término mental (imagen 0 concepto). El término mental se llama también ‘intenci6n” —dentro de esa teorfa escotéstica de la intencionalidad cognoscitiva que recogié la fenomenologia—, y tiene dos grados, pri- ‘mera intenci6n y segunda intencién; ya que el designatum del vocablo es una intencidn, ésta puede ser primera o segunda. La primera in- tenci6n de la mente es la realidad misma que pasa a ella en estado de conocida, esto es, en estado psicol6gico-gnoseol6gico, y se llama “concepto directo”. La segunda intenci6n es la estructuracién de esa realidad en cuanto conocida, esto es, en estado de estructuracién gnoseol6gica, y se llama “concepto reflejo” 0 “concepto reflexivo”. Por ejemplo, los vocablos “ciudad”, “bella”, “gusta”, “animal”, “ra- cional”, “risible”, “blanco”, “Pedro”, son de primera intencién; en cambio, los vocablos “substantivo”, “adjetivo”, “verbo”, “género”, “diferencia especifica”, “propio”, “accidente”, “individuo", corres ponden a los de primera intenci6n y son, por lo mismo, intenciones segundas. Asimismo, “Pedro es bueno” es una expresidn de primera intenci6n} en cambio, “proposicién”, “sujeto", “copula” y “predi- ado”, en cuanto se refieren a los anteriores (de primera intencién), son de segunda intenci6n, Finalmente, “todo hombre es mortal, S6- crates es hombre, luego Socrates es mortal” es una expresion de primera intenci6n; en cambio, “consecuencia”, “silogismo”, “premi- sas”, “conclusién”, “término mayor”, “término medio” y “término menor”, en cuanto se refieren a los anteriores (de primera inten- ci6n), son de segunda intencién. Por virtud de esta gradacién de in- tenciones, aplicada al término extramental, se puede efectuar una jerarqufa de lenguajes que corresponde al lenguaje objeto y al me- talenguaje de los l6gicos actuates. ‘Una vez que ha ocurrido la imposici6n, la voz se convierte en voz significativa, y se constituye en vocablo 0 diccion, esto es, pertenece ‘a.una de las partes de la oracién o “partes del discurso”. Como la I6gica centra su objetivo en un tipo de oracién, la indicativa, se pone de relieve y se la llama “proposicién”. La proposicién consta de dos extremos, sujeto y predicado, y de c6pula —para algunos autores, ‘como los tomistas, reabsorbida en el predicado—, por eso los voca- bios que pueden entrar en la proposicién como sujetos 0 predicados, cen cuanto son extremos suyos, reciben el nombre de “términos”. Los términos son voces incomplejas o simples. Las oraciones y propo- siciones son voces complejas, resultantes de la combinacién de las simples, Pero también los términos pueden ser compuestos, como INTRODUCCION 7 “hombre blanco”, sin que por eso sean proposiciones; para que una vyoz sea una proposiciGn, se atiende a la complexi6n o complicacion que afiade la c6pula. Los términos mas dispuestos para ser sujetos son los nombres (en- tre los que se incluyen tanto los substantivos como los adjetivos) y os més dispuestos para ser predicados son los verbos (por lo cual, el predicado incluye tanto al verbo como a sus complementos). Las oraciones tienen muchas clases, pero se toma como principal la aser- tiva 0 proposicién;® y las proposiciones también tienen muchas cla- ses, pero se toma como principal la categorica (y se le afaden secun- dariamente las hipotéticas, asf como las modales). También se habla de proposici6n inmediata (cuyo ejemplo principal es la categérica) y de proposiciones mediatas, es decir, en las que interviene un término medio 0 mediador, y dan como resultado las inferencias 0 conse- cuencias (entre las que destacan los silogismos). Por su parte, las dicciones (sean 0 no términos sujetables 0 pre- dicables) tienen como propicdad a significacién, consistente en presentar algiin concepto a la mente. A esto se afiade la propi dad correlativa de la consignificacién, consistente en presentar ese concepto a la mente de un modo determinado por virtud de su lugar en la oraci6n, por su categorfa sintactica o gramatical; por ejemplo, los verbos consignifican el tiempo, los adverbios el modo del verbo, etcétera, Pero s6lo el nombre y el verbo significan de suyo, por lo que son llamados “categoremsticos”, los restantes vocablos 0 dicciones significan s6lo por acompafiar y determinar a los anteriores, y por ello reciben el nombre de “sincategoremsticos’ De acuerdo con ello, por lo que hace a la significacién, hay ele- mentos que pueden teneria por s{ mismos, y hay otros que s6lo pue- den teneria en relacién con los que pueden tenerla por sf mismos, ‘Segiin hemos visto, los primeros se llaman “categoreméticos” y los rundos “sincategoremiticos”. Se llama a los categoreméticos la “materia” de la proposicién, y a los sincategorematicos la “forma”. De estos ditimos se tomé Ia idea del esquematismo formal de ta inferencia, es decit, que podia haber esquemas validos de inferen- cia atendiendo a los sincategoremas que se empleaban (“y”, “0”, 5 Damos a “proposicidn” una acepcisn semejante a “enunciada” (en inglés sentence) no como contenido mental (ei mucho menos coma entidad abstract, se ‘Gin la toman ahora algunos teéricos dela seméntica modal), sino como signe mate Fial de dicho contenido, para el que revervamos el nombre de “ics as la propo- sein es el signo exterior y corpseo del juici. 18 INTRODUCCION ‘in entonces..."), siendo as{ una consecuencia formal. Los sinca- “05 —que originaron tratados muy especializados— fun- ‘fan como conectivos, operadores o functores l6gicos, yse ve en ellos tuna estrecha vinculaciOn con lo que actualmente se llama “cons- tantes I6gicas”® Pero, atendiendo a la autonomia de significaci6n, en el uso normal, solamente los términos categoreméticos pueden fungir como sujeto o predicado; por eso se les considera a ellos, (© a las expresiones formadas por ellos, como términos en sen- tido estricto, mientras que los términos sincategorematicos no son términos en este sentido estricto. Conviene, pues, reservar el nom- bre de “término” en esa acepcién estricta, exclusivamente para los categoreméticos.” Restringidos a los términos en sentido estricto —los categoremé- ticos—, podemos atin tomarlos de dos maneras: (i) como un signo ‘con significacién independiente, y ({i) como un signo que, con esa significacion propia, es decir, en su uso normal, puede ser sujeto 0 predicado en una proposici6n. La primera propiedad era denor nada significacién, y la segunda era llamada suposicién. (La signifi- cacién se aproxima a lo que Gottlob Frege entiende por “Sinn” 0 “sentido”, y la suposiciGn a lo que entiende por “Bedeutung” o refe- rencia o significado; pero s6lo en cuanto a sus funciones semnticas, ‘no en cuanto a su status ontologico.) De acuerdo con esto, dado que la légica formal atiende a la forma proposicional y no a su materia 0 contenido, y ya que la materia es la significaci6n y la forma ¢s la su- posicion (por ser el aspecto més extensional), consiguientemente, la lgica formal se aplica espectficamente a la suposici6n (sobre todo @ Jas suposiciones extensionales, que veremos més adelante, dejando de lado las intensionales) con independencia de la significacién.® A través de la suposici6n se determina la cuantificacién y se puede regular el funcionamiento de los términos sujeto y predicado. Sin ‘embargo, la tcorfa de la suposicién, en cuanto ya comporta la inter- pretacién de las expresiones que sintacticamente pueden formarse y transformarse, propiamente pertenece a la parte seméntica, por lo cual la dejaremos para mas adelante. © Ver. M. Bochensk, “On Syntactical Categories 23 (1989), p. 266. 7 Yer EA, Moody, Tauth and Consequence in Medieval Logic, Amsterdam: North-Holland Publ. Co, 1983, p. 17 © Ver E. A. Moody, op cit p18 en The New Scholasticiom, PyTRODUCCION 19 De esta distincion entre formacién, transformacién e interpre- tacién hay que partir para efectuar las explicaciones posteriores. To- ‘mando esto en cuenta, se puede decir que la parte sintéctica de la formaciGn de expresiones pertenece ala teoria de la grammatica spe- culativa,y la parte sintéctica de la transformaci6n o derivacién logica de expresiones pertenece a la teoria de la consequentia (inferencia). Considerémoslas brevemente. (@)La teorta de la grammatica speculativa. La grammatica specula- tiva estudia los modi sigificandi 0 modos de significar. Cada modus significandi es una categoria sintéctica 0 gramatical (con sus respec- tivas propiedades), categorias que en los logico-graméticos modistas (modisiae) son las distintas partes sintécticas de la oraci6n latina. Laescuela de los modisiae hace honor a su nombre al fundamen- tar su teorfa lingQistica en una jerarquia de modos que van desde la realidad hasta el lenguaje. La base es el modus essendi (el modo de ser) de la cosa, el cual depara un modus inteligendi (el modo de ser entendida), que funge como mediaciGn hacia lo definitivo, que es et ‘modus significandi (el modo de ser signficada) que tiene la cosa en la palabra o signo lingdfstico. El modus significandi es, pues, la manera como la cosa es expresada, es decir, consiste en el vehiculo de signo que Ia representa, el cual pertenece a una categoria gramatical. En cuanto elemento lingoistico, el modus es una categoria gramatical, Enesto reside su cardcter de “modus”. El otro factor, el “signficandi”, es complejo. Los modistas toman de Prisciano (Insiitutio grammaticae, lib. Il, ¢. 4, n. 17) la nocién de significatio, y de Arist6teles, a través de los comentarios de Boc- cio al Peri Hermeneias, a nocion de consignifiatio, siendo Boecio el primero que introdujo el término “modus significandi”. El caso es que, para los modistas, el término “significaria” se equipara al de “consignificatio”, y, asi, el modus significandi es més bien un modus consignificandi, si se atiende a que “consignificandi”, aqui, recibe el sentido que tiene “significandi”. Este desplazamiento se debi6 a que el término “consignificare” perdié su sentido original y propio de sig- nificare cum (signiticar conjuntamente otra cosa), para adoptar el de idem significare (significat lo mismo que...), con el cual se fija el sen- tido del modus significandi, el cual viene a ser entonces el mado (que tiene un término) de representar a un concepto y a una cosa “signi- ficdndolos a eltos mismos”. El sentido primigenio deconsignificare,a saber, signiicare cum, se aplicaba en un comienzo a los términos que s6to significan en compatia de otros, es decir, ls sincategorematicos 20 INTRODUCCION (0 functores l6gicos), que solo significan en compafia de los catego- reméticos; pas6 después a aplicarse a los términos que significan algo de manera indirecta, como los connotativos, por ejemplo “blanco”, ‘que significa de manera indirecta el sujeto en el que se encuentra y ai cual califica con la blancura, es decir, consignifica al sujeto en el que se encuentra lo blanco; esta significacién indirecta de los deno- rminativos es un accidente suyo, y asf pas la consignificacién a apli- carse a todos los accidentes de las distintas clases de palabras; de esta manera, poco a poco la consignificatio y el modus significandi tue~ ron asimilaindose. El propio término “modus significandi” design6 al principio, para Boecio, simplemente que hay diferentes maneras de significar; en el siglo xit pas6 a designar todas las formas gramatica- les. Cada categoria gramatical es un modus significandi (y es cuando se equipara al término correspondiente de “consignificatio”). ‘A partir de Kilwardby, el modus significandi se dividié en dos: ‘modus significandi essentials y modus significandi accidentalis. 1 pri- mero determina la pertenencia de una palabra a una categoria ‘gramatical; el segundo determina los accidentes gramaticales que pueden sobrevenirle (por ejemplo género, némero, caso, tiempo, persona, etcétera). El modus significandi encontr6, ademés, otra di visién en modus significandi activus y modus significandi passivus. Esto se puede comprender sino se olvida que el término tiene refe~ rencia a la cosa. Por parte de la cosa, hay, por tanto, una capacidad de ser designads. A esta capacidad radicada en la cosa es a lo que se lama modus significandi passivus, es pasivo porque consiste en su ca~ pacidad de ser designada por la palabra; pero como esta capacidad Ja adquiere a través del concepto que nos formamos de la cosa, sur- ‘on polémicas sobre si es el concepto 0 modus intelligendi el que es en realidad tal modus significandi passivus 0 si es més bien algo de la cosa misma, perteneciente a su propio modus essendi. En cual- quier caso, el modus significandi passivus puede establecerse como la relacion del acto lingiistico con el modus intelligendi y con el modus essendi de 1a cosa; , por su parte, el modus significandi activus es el propio acto lingifstico, ode otra manera, el termino mismo, pertene- ciente a una categoria sintactico-gramatical. Las categorias que to- maron en cuenta los modisiae o gramiticos especulativos fueron las de la oraci6n latina, a saber: nombre (substantivo y adjetivo), pro- nombre, verbo, adverbio, participio, conjuncién, preposicién e inter- jecci6n, Entre estas categorias buscan la construccién, congruencia y perfeccidn. La grammatica speculativa (como to veremos al hablat INTRODUCCION a de Tomés de Erfurt, en su capitulo respectivo) es, pues, la parte de la sintaxis escoldstica que corresponde a la formacién de las expre- siones.* La parte que corresponde a la transformacién o inferencia es la teorfa de la consequentia (6) La teoria de la consequentia. Boecio emplea el término “‘con- sequentia” para traducir el término “akoloiitesis” usado por Arist6- teles en el Feri Hermeneias, con el significado general de sucesién 0 secuela. A partir de Ockham adquiere el significado técnico de una relacién consecuencial o inferencial entre proposiciones.!° ¥ Neg6 a constituirse en el fundamento de la l6gica proposicional —tanto de las proposiciones sin analizar como de las analizadas. Es, por ast decir, la teorfa sintéctica inferencial més importante de la semistica escolistica. Se ha querido ver la teorfa de la consecuencia como una proton- gacidn de la I6gica estoica, dado que tanto los estoicos como Boecio tuvieron gran aprecio por el silogismo hipotético, y la teorfa de la consecuencia parece basarse en éste. Pero los escoiasticos conocie- on muy poco de Ia I6gica estoica, siempre a través de Boecio. Por ‘eso hemos de localizar otras influencias ademas de éstas en la teorfa inferencial de la 16 ‘Acerca del origen hist6rico de las consequentiae han tratado Bo- chenski, Boehner y Alberto Moreno, Podemos establecer, como re- sultado de estas investigaciones, y como lo més fidedigno, que ta teoria de la consequentia fue en sus puntos més esenciales una inno- vvacién propia de los escoldsticos medievales. Se trataba de un desa- rrollo, introduciendo las reglas pertinentes, de temas tratados en el Peri hermeneias y en los Tépicos. Ciertamente hubo algunas influen- cias de los estoicos, que habfan trabajado con regias de inferencia; con todo, es mayor la influencia de Aristételes. El trabajo de los es- colsticos consistié en sistematizat los Tépicas con base en reglas de forma entimemética, ie. que llevan técita y presuponen una tercera proposicién que los transforma en silogismos completos. Un dato es el que la clasificacién de las consecuencias se hacia segin el crite- rio de si requerian 0 no esa tereera proposici6n. Fueron los Tépicos, ° Ver HI J, Stker, “Une zhéore linguistque au Moyen Age: 'école modiste”, en Revue des sciences philosophiques et thtotogiques, $6 (1972), . $90. Vésse ademss 4 Piaborg, Die Enowiclig der Sprachtheovie in’ Mitelaer, Kopenhagen: Arne Frost-Hansen, 1967, pp. =, 48 Ver 1M Bochenski, Historie de fa Uigice formal, Madtid: Gredos, 1966, p. 201-202, 2 INTRODUCCION pues, los que originaron historicamente el tratado de las consecuen- cias. Lo confirma siempre el cardcter entimemético de las reglas que se hicieron tfpicas de los Tépicos. Estas reglas entimeméticas fue- ron utilizadas en las discusiones y al tratar de los mismos lugares (0 t6picos) argumentativos. El recurso a los Analiticos fue inciden- tal y no pueden invocarse como origen histérico; fueron utilizados para comprender mejor las reglas tOpicas, y para entender mejor su division en consecuencias entimeméticas y no entimemiticas. Los escolisticos medievales, por tanto, {de los “Tépicos” escogieron y perfeccionaron algunas reglas dialécticas ¥ a éstas agregaron otras; estas adiciones fueron consideradas como ‘muy importantes y se les destin6 un tratado especial, Este tratado fue Mamado “tratado de las consecuencias”."" El origen del tratado de las consecuencias se ve, asi, muy claro. El punto de partida fueron los Tépicos aristotéicos, desarroliados por los escolasticos como consequentiae, ayudéndose de algunos puntos de los Analitcos y de elementos estoicos."? ‘También se ha querido ver la teorfa de la consecuencia como un desarrollo del silogismo hipotético, Pero esto noes exacto, pues nun. ca se llamé propiamente a la consecuencia “silogismo hipotético”, el cual ademds era formulado de manera diferente. En efecto, el si- logismo hipotético tenfa la forma “p aigui q, ergo r”, en tanto que la consecuencia tenfa Ia forma “er p ad q valet consequentia” 0 “est bona consequentia”, etcétera. Ademés, cuando llega a su expresién técnica solo se dice que es el transito de algo antecedente a algo con- secuente, una relacién inferencial entre proposiciones," y no se la restringe ni a ser una proposicién condicional —podia tener otros conectivos—, ni a ser un silogismo hipotético —que, junto con los 31 A.J. Moreno, “Légica medieval, en Sapien, 16 (1961, p.253. Fl artéeulo {de Bochenski es “De consequentisscholasticorum earumque origine”, en Ange ‘cum, 15 (1938), pp. 92-109; el de Bochner es “El sistem de Isp esoléstiea", en ‘Revista dela Universided Nacional de Cérdobo, 1948, pp. 1899-1620. "La tess de que el origen de las consecuencias fueron principalmente los tp «0s, se a visto corroborada recientemente por ls estudios de Fleanore Stump, que Sintetiza sus resultados en “Topics: theit Development and Absorption into Conse {quences”, en N. Kretzmann, A. Kenny yJ.Pinborg (eds), The Combridge History of Later Medieval Philosophy, Cambridge: University Press, 1982, pp. 273-208, 1 Ver M, Bochenshi, Historia del open formal ect, p. 203, INTRODUCCION B demés razonamientos, silogisticos 0 no, estaba contenido en la con- secuencia como una de sus especies. Esto ya lo habia visto Lukasi wiez, quien dice: “Por consecuencia los l6gicos medievales entendfan ‘no s6lo una implicaci6n, sino también un esquema de inferencia del tipo ‘p, luego q’, donde ‘p’y ‘q’ son proposiciones. Por regla gene- ral, sin embargo, las consecuencias se presentaban como esquemas de inferencia.”"* La consecuencia es, asf, la forma general del renci Cabe notar que al principio se entendia por “consequentia” un tipo de proposicion hipotética, y justamente una por la que Santo ‘Tomas tuvo poco aprecio, considerdndola instil para la demostra- cién.'5 Pero después se dio a “consequentia” la acepcién transiaticia yy més amplia de “inferencia”, de modo que pas6 a set un nombre genérico de Ia inferencia, una de cuyas especies era la silogistica; pero no era la tinica, y a veces ni siquiera la principal. Todos los ti- pos de inferencia (entimematica y no entimemética, inductiva y de- ductiva, probable, falaz, cierta, silogistica y no silogistica, asert6rica y modal, categérica e hipotética, etcétera) son considerados como partes y divisiones de la consecuencia. La importancia que tenia la consecuencia para los ldgicos medic vales dificilmente puede ponderarse en exceso. Constitufa el con- texto de todas las partes de la légica, pues todos los tratados légicos hacian referencia a la consequentia, como preparacién a ella 0 como prolongaciones suyas. Aunque hubiera sido considerada en algan ‘momento como proposiciGn hipotética, adquiere el sentido de ar- gumentaci6n en general, y no es ya, como la proposici6n hipotética, verdadera o falsa, sino correcta o incorrecta (bona vel mala), y, para algunos valida o invdlida, Llega a ser la instancia superior de todas las operaciones l6gicas, precisamente aquello que da la validez a la inferencia, objetivo de toda la l6gica; en este sentido es la innovacién mas importante de la légica escoléstica. Tuvo, ademds de su injeren- cia en todas las partes l6gicas, un tratado especial de consequentiis: 1-4, Lukasiewicz, “Paral historia de a Kigica de proposiciones",en sus Eetadios de ligic yfilosofa, Madrid: Biblioteca dela Revista de Occidente, 1975, pp. 101- 102. 3 Ver Sto. Tomds, fn 17 Peri ermeneias, lect. 1, n. 8: Contra Gentes, i. 1, eap. 67. Hay rastros de este sentido en vn texto del Peeudo-Escoto (Juan de Cormubia © ‘Cormuaes) en Bochenshi, ibid 24 meTRODUCCION La consecuencia se considera como ley y como regia, legando inclu- sive a aparecer libros titulados de regulisconsequantiarum y hay casos, como en el Pseudo-Escoto, que recuerdan ¢! método de deducci6n na- tural, Haba, ademas, una cierta sistematizacin de las consequentiae, distinguiendo casi todas las més fundamentales de otras que son deri- vadas.!* ‘Cualquiera que haya sido su origen hist6rico, nos muestra els que tenfan los medievales de la logica como teorfa de la inferencia. Las reglas de la consecuencia eran las reglas del razonamiento co- rrecto (y, para algunos, s6lo del valido), 1o cual es pretendido por la logica en su totalidad y alo cual se ordenan todas Sus partes. Por eso la nocion y la tcoria de la consecuencia se revela como la clave de boveda de la logica escoldstica medieval, basada en una atenta inqui- siciOn de los principios del razonamiento correcto y valido, tal como se hace en la actualidad, De todo lo anterior resulta que lo impor- tante es que la teoria de la consecuencia se consttuy6 en principio estructurante que ordenaba todas las demas partes de la I6gica."” Y es que la logica escolistica se ordena a ta tercera operacién de la mente, que es cl raciocinio, inferencia 0 consecuencia; pero Ja consecuencia tiene como preparacion la teorfa del juico, y éste la predicabilidad o teoria de los conceptos y términos con todas sus propiedades y tomando en cuenta su relacién con la esencia de las cosas. Por lo mismo, todas las partes de la légica se ordenan a la consequentia como a un fin, y su estudio esté encaminado a ella."* ‘Todos los elementos légicos encuentran su estructuracién en ella, El primer analogado de la consecuencia esel silogismo, que podia ser categorico 0 hipotético (conjumtivo, disyuntivo, condicional y bi- condicional), y era estimado sobre todo el categ6rico, aunque en cierta manera se le podia considerar como hipotético: tomando co- ‘mo antecedente las premisas unidas por la conjuncién y como con- secuente la conclusi6n. “En la deduccion silogistica hay dos partes, que suclen llamarse antecedente y consiguiente: el antecedente son 2 Ver V: Muioe Delgado, “Introduceiin a patrimonio eseoléstico dela Kigiea”, cen Cuademes salmentnos de losofa, 23973), pp- 65-57 Ver E. A. Moody, op. cl, p64 58 Ver V. Mutoz Delgado, “Domingo de Satoy la ordenacisn de la ensefanza Iégiea", en La Ciencia Tomita, 87 (1960), pp. 526-527, INTRODUCCION 25 Jas premisas, y el consiguiente la dos partes se llama consecuencia. Se coloca, pues, la consecuencia 0 inferencia como obra de la ter- ‘era operacién de \a mente, el raciocinio. La consecuencia en comin se define como aquella locucién u oracién en la que, dada una cosa, se sigue otra. De esa manera hay antecedente (premisa o premi sas) y consccuente (conclusién). Y el “se sigue” est4 tomado en sen- tido amplio, de manera que tinicamente es un signo de conexi6n 0 ilaciOn, As puede dividirse, anal6gicamente, en modos, y sus modos se constituyen a su turno en géneros, de manera que pueden divi- dirse, univocamente ya, en especies. Un l6gico de principios del siglo xv, Pablo de Pergola, nos ofrece una dvisign que esl resumen de lo conocido hasta su tiempo. Corre ast: clusion, La relaci6n entre esas De forma Formats {Pet Bona ) Simplicter De materia Consequentia - Mates tantum Mala La consecuencia se divide primeramente en dos modos anal6- gicos: correcta y/o valida (bona) € incorrecta y/o invalid (mala), después, la que es correcta se divide en la que lo es para cualquier tiempo y siempre (simpliciter) y en la que es correcta para un de- terminado tiempo y no siempre (ut nunc); la que es correcta siem- pre, se divide en formal (formalis), esto es, la que es vélida por su forma, dependiendo s6lo de los conectivos sincategorematicos —y cenesto se anticipa alas actuales constantes Kogicas—, cuyos términos se pueden substituir por otros cualesquiera sin perder la validez, y en s6lo material (materialis cantum), la cual es valida no por la forma, sino s6lo tomando en cuenta el contenido o materia (ie. la verdad de las proposiciones y el significado de los términos). Oc- kham dividia la formal en una que se realizaba con ayuda de un medio extrinseco, esto es, con otra proposiciGn (seria la consecuen- cia entimemética, que tiene una premisa implicita), y en otra que se realizaba con ayuda de un medio intrinseco (seria la consecuen- cia no entimemética, como el silogismo, que tiene el término me- dio necesario). Walter Burley dividia la material como la formal, en ° EL mismo, Légica mavemaiicaylgica flosfica, Madrid: Ediciones de la Re- vista Estudios, 1962, p. 173. 2° En W.y M. Kneale,£¥ desarolo dela gia Maid: ‘Tecmo, 191 26 mvTRODUCCION simplicter y ur nunc; Juan Buridan le afadia otra, la wt tune (para entonces, ie. no en presente, sino para el pasado o el futuro). Pablo de Pergola llama a la material “materials zantum’, pues admite en formal un ingrediente de materialidad, por eso remata su division distinguiendo la consecuencia formal en una que es valida s6lo por virtud de la forma (de forma) y otra que toma ademas en cuenta de algiin modo la materia (de materia). En cuanto a las reglas de la consecuencia, son tan notables, que muchas de ellas se anticipan a las que actualmente se usan en la l6gica proposicional (reglas del modus ponens, reglas del modus 10- lens, reglas de De Morgan, etcétera). He aqui algunas de las re- alas principales, que prescnta Anton Dumitriv,”! toméndolas de Oc- ham y cotejéndolas con la extensa lista que de ellas hace Ralph Strode (Radulfus Strodus, Consequentiae, Venecia, 1493). Compa- rando estas reglas con las de la l6gica matemtica actual, resaltardn las correspondencias. Algunas reglas generates de la consecuencia asertérica y categérica Ry Ex falsis verum, ex vers nl nisi verum. (De proposiciones falsas se puede seguir Ia verdad, pero de proposiciones verdaderas s6lo se puede seguir la verdad.) Ry, Ex vero nunquam sequitur falsum. (De ta verdad nunca se puede seguir la falsedad.) Rj, Ex falsis potest sequi verum. (De proposiciones falsas se puede seguir ia verdad.) Rz Siconsequens est falsum, igiturest antecedens. (Siclconsecuente es, falso, entonces también lo es el antecedente: una forma veritativo— funcional del modus follens.) Ry Si aliqua consequentia sit bona, ex opposizo consequentis sequitur ‘oppositum antecedents. (Si una consecuencia es valida, del opuesto del consecuente se sigue el opuesto del antecedente: otra formu- laci6n mas explicita del modus tollens.) Ry Quidquid sequitur ad consequens, sequitur ad antecedens. (Lo que se sigue del consecuente, también se sigue del antecedente: regla Iamada de primo ad ultimum, y que corresponde a la transitividad.) 21 A, Dumitru, Mitory of Logic, Tunbridge Wells, Kent (England): Abacus Press, 1977, vol. Il, pp. 156-188 mvTRODUCCION 2 Rs Non tamen quidguid sequitur ad antecedens, sequitur ad conse- quens. (Sin embargo, no todo lo que se sigue del antecedente se sigue también del consecuente: regla para evitar la falacia de conse cuente.) Re Quidquid stat cum antecedent, stat cum consequente. (Lo que es compatible con el antecedente, también es compatible con el conse- cuente.) Ry Quidquid repugnat consequent, repugnat antecedenti. (Lo que es incompatible con el consecuente, también es incompatible con elan- tecedente.) Rg Si aliquid antecedit ad antecedens, ergo illud idem antecedit ad consequens. (Si algo es antecedente para el antecedente, entonces también es antecedente para el consecuente: otra formulacién de Ia transitividad.) Rg Si aliqua consequentia est bona, ergo oppasitum consequentis non potest stare cum antecedente. (Si na consecuencia es valida, entonces, el opuesto del consecuente no es compatible con el antecedente.) Algunas reglas para las copulativas Rig Semper a copulativa ad utramque partem est consequentia bona. (De una proposicién copulativa la consecuencia siempre es buena a ‘cualquiera de sus partes: regia de simplificaci6n.) Rj, Opposita contradictoria copulativae est una disjunctiva composita ex contradictorils partium copulativae, (La opuesta contradictoria de tuna proposicién copulativa es una proposicién disyuntiva compuesta de las proposiciones contradictorias de las partes de la proposicién copulativa: 1a. ley de De Morgan.) Algunas reglas para tas disyuntivas Rj, Oppasita contradictoria disjunctivae est una copulativa compesita ex contradictonis partum ils disjunctivae, (La opuesta contradic- toria de una proposicién disyuntiva es una proposicién copulativa compuesta de las proposiciones contradictorias de las partes de la proposicién disyuntiva: 2a. ley de De Morgan.) Rj, Abaliera parte disjunctivae ad totam disjunctivamt est bonum argu. ‘mentum. (De una de las partes de una proposicién disyuntiva, pasar a toda la proposicién disyuntiva, es buena consecuencia: regla de la adjuncién.) 28 INTRODUCCION Ry, A disjunctiva cum negatione alterius partis ad alteram partem est bonum argumentum. (De una proposicién disyuntiva y la negacién de una de sus partes, pasar a la otra parte, es buena consecuencia: regla del modus tollendo ponens para el silogismo disyuntivo.) Algunas reglas de las consecuencias modales ‘M, Si antecedens est possibile, consequens est possibile. (Si el antece- dente es posible, el consecuente es también posible.) ‘Mz Si consequens est impossible, igitur antecedens est impossible. (Si el consecuente es imposible, el antecedente es también imposible.) ‘Ms Si consequens est contingens, et antecedens est contingens vel im- possibile. (Sil consecuente es contingente, el antecedente puede ser contingente o imposible.) ‘Mg Si antecedens est necessarium, et consequens est necessarium. (Si el antecedente es necesario, también el consecuente es necesario.) ‘Ms Necessarium sequitur ad quodlibet, quia quaelibet propositio sequi- tur ad impossible. (Lo necesario se sigue de cualquier proposici6n, porque cualquier proposicién se sigue de lo imposible.) ‘Ms, Ad impossibile sequitur quodtibet. (De lo imposible se sigue cual- quier cosa.) ‘Ms, Necessarium sequitur ad quodlibet. (Lo necesario se sigue de cualquier cosa.) ‘Mg Ex necessario non sequitur contingens. (De lo necesario nose sigue Jo contingente.) ‘My Ex possibile non sequitur impossibile. (De lo posible no se sigue lo imposible.) fstas son s6lo algunas de ls reglas ms elementales. Dumitriu enlista numerdsas reglas consecuenciales o de inferencia conocidas Por los escosticos que ni siquiera se mencionan en los actuales ra- tados de logic Estas reglas han sido muy estudiadas (incluso para ser formalizadas) por logos actuales como J. Lukasiewicz . Sala- mucha, I. M. Bochenski, A. N. Prior, E. A. Moody, EJ. Ashworth, I. Boh, V. Mufioz Delgado, A. Moreno, entre otros varios.2 ® Para la formalizacion de reglas consecuenciales escoléstics, ver Ia obra ya clésica de E. A. Moody, Truth and Consequence in Medieval Logic (ed. eit) y una lista muy completaen E.J. Ashworth, Language and Logic in te Pst-medieval Period, Dordeeeht: Reidel, 1974 INTRODUCCION 29 3.2. Semantica Las propiedades “I6gicas” de los términos caen en la parte sernénti- ca, Fungen como categorias y grads semanticos. Las dos propiedades principales eran la significacién y la suposicién (que, como hemos dicho, pueden asimilarse al sentido y a la referencia de Frege, pero s6lo en su funcién semntica, no en su funcién ontol6gica). Se les afiadian la apelacién, la distribuciOn, la restriccién, la ampliacién, la alienacién, la disminucion y ta analog. La significaciGn es la representacidn de la cosa por el signo segin convenci6n, y esto lo hace presentando la forma de algo al entendi- miento.” La significacién es doble: substantiva, la que se hace por un nombre substantivo como “hombre”, y adjetiva 0 copulativa, la que ‘se hace por un adjetivo 0 un verbo, como “blanco” 0 “corre”. Aq se marea una diferencia en el seno de los términos categoreméticos: mientras que los substantivos suponen, supositan o tienen valor de suplencia, esto es, tienen suposicién, los adjetivos y los verbos copu- lan, estoes, tienen copulacidn. Por tanto, solamente los substantivos tienen propiamente suposicidn, aunque secundariamente la pueden tener el adjetivo 0 el pronombre. La suposicién es una propiedad especial de los términos dentro de la proposici6n, que consiste en tener el lugar de la cosa representada. Y es una categoria tanto sintéctica (en cuanto permite conocer la cuantificacién de las proposiciones a través de sus términos), como también y sobre todo, seméntica (en cuanto permite discernir la ver- dad de las proposiciones a través de la referencia de sus términos), Moody se inclina a ver la teorfa de la suposicién como puramente sintéctica: “La suposicién es una relacidn sintéctica de término a término, y no una relacién seméntica del término a un ‘objeto’ o‘de- signatur’ extralingaistico”. Se funda en que se puede aplicar a dis tintos grados seménticos de lenguaje objeto y metalenguaje, esto es, 1no s6lo a Ja cosa como designatum, sino aun teniendo como designa- tum el érmino mismo. Y también en que puede aplicarse para deter- minar la extensi6n del término, esto es, tiene una funciGn sintéctica de cuantificacién, Mas esto se ve precisado por una observaciGn de Para un tratamiento més ampli, pede verse M. Beuchot, “La teora de Ia signifcario en Edad Medi", en Quaderi di Semamica (Bolonia, alia), 9 (1988), pp. 165-175, también recogido en el misma, Aspectos historic dela semitica yl flosofia del lenguaje, ed. i 21° EA. Moody, op. cit, 9.22. 30 INTRODUCCION " Bochenski: la suposici6n asume diversas funciones semisticas, tanto de referencia como de sentido y tanto sintécticas como seménticas; algunas suposiciones pertenecen con toda elaridad al campo de la se~ ‘mntica: asf las dos materiales y la personal; otras, por el contrario, ‘como la simple y las subdivisiones de la personal, son, como Moody ‘agudamente ha observado, no funciones seménticas, sino puramente sintéeticas.® Hay en esto —como deciamos— un acereamiento al binomio fre- ‘geano de sentido-referencia. Si bien, como asevera Norman Kretz~ ‘mann, no puede decirse que se haya aplicado siempre con toda co- rrecci6n a las proposiciones, sf parece haber sido bien aplicado a los. términos. Kretzmann encuentra dos lineas de desarrollo en cuanto a las proposiciones; una teoria de la referencia que recorre el andlisis. de los términos, y una linea del sentido que recorte el andlisis de Ia significatio 0 el dictum de las proposiciones.®* Tal vez lo que mas dificult6, en general, una adecuada teoria del significado, y, en es- ppecial, uria adecuada distincién entre sentido y referencia, fue el uso indiscriminado que se dio a la palabra “significare” como abarcando todas las nociones que tenjan que ver con el significado. Este uso no controlado hizo que se tendiera a confundir, en general, el signifi- cado de una proposicién con el significado de un término, y, en es- ppecial, el sentido de un término (0 proposicién) con la referencia de tun término (o proposicién)2” Pero esto parece haber sucedido sola- mente en el caso de la dificil suposicion simple, por la que el término designa una forma o esencia (ce. se refiere a ella), 10 cual se habie dicho que hace la significaciGn (ie. el sentido). ‘Asi, a pesar de indudables deficiencias, la teoria de los términos muede salvarse de esa confusién. Ashworth dice que se evitaron las confusiones més burdas. De alguna manera, como ya hemos apuntado, el binomio sentido-referencia puede encontrar su corres pondiente escoléstico en el de significatio-suppositio y, tal vez mds claramente ain en el de connotatio-denotatio; pues Ashworth tiene raz6n al decir que “la distincién entre significare y supponere fue muchas veces trazada explicitamente en términos de diversos 25 1.M. Bochenski, Historie dela lgica formal, ed it, p. 18. 26 Ver N. Kretzmann, “Medieval Logicians and the Meaning ofthe Proposiio", «en Journal of Philosophy, 69 (1970, p. 767 77 Ver BJ. Ashworth, op. cit, p47. INTRODUCCION 31 rangos de referencia, més bien que en términos de sentido versus referencia”, pero se puede decir que las mas de las veces se da esa correspondencia. ‘Tal vez este binomio de elementos seménticos pueda encontrar mayor precisién si se atiende a que los escolAsticos tuvieron cierta idea de la gradaciGn de rangos referenciales, 0 lo que podrfamos lla- mar, con Bochenski, “grados semnticos”, con su teorfa de una supo- sicién formal, referida a las cosas, yuna suposicién material, referida a las expresiones mismas; lo cual posibilita el establecimiento de un lenguaje objeto y un metalenguaje. Con todo, repetimos que los es- colisticos no hicieron un andlisis muy detallado de esta gradacién de lenguajes. (Aunque puede verse un andlisis muy complejo de esto en San Vicente Ferrer, en el capitulo que le dedicamos.) Los elementos seménticos mAs importantes fueron, sin duda, la significaci6n y ta suposicién, cargando la fuerza en esta citima, que fue considerada como una propiedad de los términos en la propo- sicién. Y en torno a ella eran estudiadas las demas propiedades de los términos. La significacion, como hemos visto, es la presentaciGn que hace el término de una forma o esencia al entendimiento, Esto lo realizan todas las dicciones independientemente, por lo cual no se requiere que estén en una proposicién, La suposicién, en cambio, es la propiedad que adquiere el tér- mino, s6lo dentro de la proposicién, de tener el lugar de una cosa ccuya sustituciGn es legitima de acuerdo con la exigencia de la e6pula y del predicado. Dejando a un lado algunas fdiferencias, podemos unificar las clasificaciones corrientes en el siguiente esquema sim- plificado que propone Bochenski: ag Una { cont (ee a tee ag may So Sein oa e ‘Material oer 8 Ibid. 2 INTRODUCCION Podemos explicar estas clases de suposicién de manera un tanto cercana a la semAntica actual: (a) Dentro del enunciado, un tér- ‘mino tiene suposicién formal sies una expresiOn del lenguaje objeto; por ejemplo: “el hombre construye las ciencias”. Tiene suposicion ‘material si es una expresiOn metalingiistica tomada como nombre de una o varias expresiones de la misma forma; por ejemplo: “cl hombre es un substantivo”. (b) Un término tiene suposicion perso- rnal si designa un objeto conereto; por ejemplo: “el hombre respira” (se refiere a cada individuo del conjunto). Tiene suposicién simple si designa un contenido conceptual correspondiente; por ejemplo: “el hombre es una especie de los primates” (se refiere al conjunto ‘en cuanto tal, y no s6lo a sus individuos). (c) Un término tiene su- posicién universal si funciona como nombre universal o comdn; por ejemplo: “el hombre es capaz de aprender”. Tiene suposicién singu- larsi funciona como nombre individual; por ejemplo: “el hombre no Ieg6 a ta cita” (ie. un hombre individual). (d) Un término tiene su- pposicién confusa si designa sus designata de manera indeterminada, sin que se pueda conocer bien a bien su cuantificaci6n; por ejemplo: “el hombre busca la paz”. Tiene supasicion determinada si designa un ‘mimero (mayor que uno) de designata de manera determinada; por ejemplo: “el hombre ha producido explosiones atmicas". (¢) Un {érmino tiene suposicidn distributiva si se le puede aplicar el “des- ccenso l6gico” (o ejemplificacion particular), esto ¢s, si de la propo- sicién que lo contiene es legitimo deducir una proposicién que lo contenga tomado en suposicién singular 0 que contenga un corres- pondicnte nombre individual; por ejemplo: “el hombre es un ani- mal”, pues de él se puede inferir “Iuego este hombre es un animal” (“luego Pedro es un animal”. Tiene suposicién no-distributiva i tal descenso no es legitimo; por ejemplo: “todo griego es un hombre”, pues no es legitimo inferir “luego todo griego es este hombre” ni ‘juego todo griego es Pedro”? 2 Ver I. M. Bochenski, Logique(policopiado), Université de Fribourg, Suisse, 1970, nn, 9.3-9.36, Para a historia dela suppositio, ease LM. de Rij Logica Mo- dernoram, v0. I, parte 1, Assen: Van Goteum, 1967, pp. 90 ss. En evanto a su im- portancia con respecto a ta Kigica actual, ver ibid, p. $93. Para una critica actual de festa teorfa, puede verse E. M. Barth, The Logic of Anicles, in Traditional Philosophy, Dordrecht: Reidel, 1974 0 Como complemento del estudio dela suposicén de los nombres sli aad ‘se un pequefio tatado sobre la suposcin de los pronombresrelativos (De relavi) INTRODUCCION 33 A la suposici6n personal ataften dos propiedades relativas ala ex- tensién del término en el universo del discurso. Una es la ampliacion yootra es la restriccién. La ampliacion es el ensanchamiento de la suposiciOn o designa- ci6n de un término en un universo de discurso, Por ejemplo, al decir “elhombre puede serel Anticristo”, el término “hombre” no s6lo su- pone por los que existen, sino también por los que existirdn, y asf se amplia a un universo de discurso que incluye a los hombres futuros. La restricciOn es la coartacién del término de una suposicién mayor una menor; lo que se restringe es la extensidn de la designacién de ‘un término en un universo de discurso. Puesto que la ampliacién y la restricci6n se refieren a la extensidn del universo de discurso, con- viene establecer los més frecuentes, y son tres: temporales, modales yconvencionales: (a) Un universo de discurso temporal esté formado por un espacio de tiempo; se sefialan especialmente el pasado y el futuro tomados como conjuntos, y en ellos se ubica la referencia del término, a pesar de que el verbo indique tiempo presente; por ejem- plo: “Copérnico ensefia en Cracovia” (ie. enelsiglo xv), “el hombre llega a la luna” (ie, en 1969). (b) Un universo de discurso modal es una clase de objetos necesarios, existentes 0 posibles; por ejemplo: tey de los Estados Unidos es racional” (te. el rey posible), “una pequefia minoria de hombres posce automéviles” (ie, los hombres actualmente existentes). (c) Un universo de discurso convencional es una clase de objetos constituida por reglas arbitrariamente elegidas, por ejemplo: “Hamlet no se cas6” (ie. en el universo de discurso de Jos dramas shakespeareanos), “Maigret tiene una mujer bonita” (ce. ene universo de discurso de las novelas de Simenon),.! La alienaci6n, también flamada remoci6n o transferencia, es la desviacién de un término a una suposicién impropia, es decir, trans- flere 1a suposicin propia a una suposicién impropia 0 metaférica, alterando la acepeiGn originaria y auténtica; y puede transferir la suposicién del sujeto a la del predicado, como en “el apéstol ests esculpido en piedra”, 0 la suposiciGn del predicado a la del sujeto, 3 Ver M, Bochenski, Losgue, op. cit, n, 9.421-9.423. Algunos afaden la dis inci (dminutio), que “eva va término a suplit por un sujet menor (menos extendido) de lo que significarta el término por sf solo: “Tado argumento es bueno en la medida en que es verdadero” (J. Maritain, £1 orden de los conceptos, Buenos Aires: Club de lectores, 1967, p. 108).

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