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LA INTERVENCIÓN DE TERCEROS EN EL PROCESO CIVIL PERUANO

Jorge María Luzuriaga Chiappe


Abogado

RESUMEN
Es sabido que la sentencia produce efectos con relación a los que han sido partes del
proceso (principio de relatividad de la sentencia), aunque muchas veces despliega sus
efectos respecto de terceros a quienes, directa o indirectamente, puede afectar. En
estos casos se produce la intervención de esos terceros que pueden ser afectados con
la decisión a recaer en el proceso.

ABSTRACT
It is known that the judgment produces effects in relation to those that have been part
of the process (principle of relativity of the sentence), although it often deploys its
effects with respect to third parties whom, directly or indirectly, it may affect. In these
cases, the intervention of those third parties that may be affected by the decision to fall
back on the process takes place.

INTRODUCCIÓN AL TEMA
Según Hugo Alsina “…el proceso sólo comprende a los que en él intervienen como actor
o demandado, y únicamente a ellos aprovecha o perjudica la sentencia, pero las
relaciones jurídicas son tan complejas que, con frecuencia la litis afecta derechos de
terceros, que se ven así vinculados a un proceso en el que no han intervenido y de cuya
sentencia, puedan derivarles un perjuicio” (Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal
Civil y Comercial).

Esta frase resume mejor que ninguna otra la razón de ser de la intervención de los
terceros en el proceso civil.

1. LAS CLASES O FORMAS DE INTERVENCIÓN DE TERCEROS EN EL PROCESO.

1.1 Los terceros pueden intervenir de varias formas en el proceso, afectando el


desarrollo y hasta el resultado del proceso con su presencia. Los casos más patentes de
afectación de un proceso con relación a terceros son los de la intervención excluyente
principal (dicho sea de paso, es la forma más agresiva de intervención) y los de la
intervención excluyente de propiedad o de derecho preferente, ya sea que en este
último caso se trate de una tercería de dominio o de una de derecho de preferente de

1
pago, que el art. 101 del CPC remite a las reglas particulares del proceso abreviado (arts.
533 y ss. del CPC), y que son los casos en que el proceso puede afectar un bien de
propiedad del tercero excluyente de propiedad, o el cobro de un derecho de crédito
preferente del tercero: en estos casos el tercerista no interviene directamente en el
proceso en donde se ha producido o puede producirse la afectación de su derecho según
el citado art. 101, sino que, como señalé arriba, debe iniciar un nuevo proceso, cuya
demanda dirigirá contra las partes del proceso en que se produjo su afectación con la
finalidad de conseguir que se alce el gravamen, en el caso de la tercería de dominio, o
que se declare que tiene derecho preferente para cobrar con el producido del remate
del bien a subastarse en ese otro proceso. Contrariamente a esto, en el caso de la
intervención excluyente principal el tercero hacer valer su alegado derecho
interviniendo directamente en el proceso en curso a través de una demanda que hace
valer contra ambos litigantes, como se va a ver más adelante.

1.2 En otros casos -distintos a los del litisconsorcio pasivo necesario, donde el tercero
es incorporado por necesidades del proceso con el fin de formar una relación jurídica
procesal válida (ya que la decisión a recaer en éste va a afectar de manera uniforme a
todos los litisconsortes; art. 92 del CPC)- el tercero se incorpora al proceso en curso de
manera voluntaria, como vamos a ver enseguida, o se incorpora obligadamente al
mismo, como consecuencia de la denuncia civil que formulada el demandado contra
dicho tercero para que sea incorporado lo quiera o no, como ocurre en los casos de
aseguramiento de pretensión futura (art. 104 de CPC), o de llamamiento posesorio (art.
105), o de llamamiento en caso de fraude o colusión (art. 106), distintos de los demás
casos de intervención voluntaria de los terceros en el proceso, como veremos.

1.3 La intervención de terceros en un proceso que les es ajeno supone un quiebre del
principio según el cual el proceso es, respecto de terceros, “res inter alios acta”, pero se
justifica siempre por razones de carácter jurídico y, otras veces, por razones de
economía procesal. Lo cierto es que estas intervenciones permiten que los efectos de la
sentencia, que pueden desplegarse afectando a esos terceros lo haga, pero dándoles la
oportunidad a éstos de ejercer su derecho de defensa en ese proceso, para evitar
cualquier daño que la misma pueda producir en su esfera personal o patrimonial; esto
en el caso de la intervención voluntaria. En el caso de la intervención obligada o forzosa,
existen otras razones para que ésta se produzca, de las que voy a señalar seguidamente
dos de carácter genera, desarrollando otras de carácter particular a lo largo de este
artículo.
La razón para la intervención obligada o forzosa está concebida a) en interés del proceso
como tal, para poder formar una relación jurídico procesal válida, como cuando se trata

2
del litisconsorcio necesario o b) en interés de una de las partes de proceso, como ocurre
en los casos de denuncia civil.

1.4 El profesor Enrique Palacios Pareja, en un artículo titulado LA INTERVENCIÓN DEL


TERCERO EN EL PROCESO CIVIL PERUANO dice lo siguiente con relación a la intervención de
terceros en el proceso:

“Es justamente de acuerdo a de quién (sic) proviene la solicitud de ingreso al


proceso, que la intervención se clasifica en voluntaria o espontánea, cuando es
el propio tercero interviniente quien solicita su incorporación al proceso; o
necesaria o provocada, cuando es el juez, por propia iniciativa o por pedido de
alguna de las partes originarias, quien llama al tercero para que ingrese al
proceso.

De otro lado, el grado de interés del tercero respecto de la relación sustantiva


subyacente en el proceso (conocido en doctrina como interés jurídico relevante),
determina la clasificación doctrinaria de la intervención de terceros en principal
y accesoria, subdividiéndose la primera en intervención de tercerista o ad
excludendum y en intervención litisconsorcial.

2. LA INTERVENCIÓN NECESARIA DEL TERCERO.

2.1 Como dijimos al comienzo, el litisconsorcio necesario se presenta cuando la decisión


a recaer en el proceso afecta de manera uniforme a todos los litisconsortes, la que sujeta
su validez a que todos comparezcan al proceso o sean emplazados; esto está en legislado
en el art. 93 del CPC. En el litisconsorcio necesario el tercero debe participar en el
proceso porque es demandado o porque el juez lo considera necesario para entablar
una relación jurídica procesal válida; si bien el tercero interviene forzosamente, no hay
que confundir esta intervención con la intervención coactiva que resulta de la denuncia
civil, donde se puede alcanzar una sentencia válida aun cuando el denunciado civil no
participe o no pueda ser válidamente emplazado con la denuncia.

Al respecto es fácil imaginar una situación litisconsorcial pasiva necesaria, como cuando
se hace imperativo demandar al marido y a la mujer la ineficacia de la transferencia de
dominio de un bien inmueble social hecha por uno de los cónyuges sin contar contar con
el consentimiento del otro.

El caso del litisconsorcio activo necesario es más difícil de imaginar, aunque, en teoría,
podría resultar de una situación donde exista necesidad que intervengan como
demandantes todos los involucrados en la relación substancial mediante un vínculo

3
inescindible, que obliga a que dicha relación se traslade al proceso tal cual se ha formado
con anterioridad a éste.

Debo dejar constancia que la figura del litisconsorcio activo necesario no está
reconocida jurisprudencialmente, pues no se puede obligar a nadie a litigar como actor
en unión de otro u otros. El caso hipotético de litisconsorcio activo necesario tendría su
razón de ser, como ya señalé, en la propia naturaleza de la relación jurídica material, o
mejor dicho en la inescindibilidad de ésta, que obligaría a la presencia conjunta de todos
los interesados en el proceso. También indiqué que nadie puede ser obligado a litigar
contra su voluntad, por lo que es posible que la disponibilidad del sujeto demandante
sobre el objeto demandado no puede ejercerse en forma conjunta con otro sujeto, lo
que ocasionaría un caso de falta de legitimación activa para litigar (legitimatio ad
causam), dando lugar a una excepción de fondo que se denomina exceptio plurium
litisconsortium que, con respecto a la necesidad de intervención de varios sujetos no
podría prosperar si se propone respecto del lado activo, por aquello que nadie puede
ser compelido a participar como parte demandante en un proceso junto con otros, ya
que eso importaría el desconocimiento del derecho a la libertad del individuo, que es
una garantía de orden constitucional. Por eso la sociedad conyugal, cuando actúa como
demandante, puede ser representada indistintamente por cualquiera de los dos
cónyuges; los acreedores solidarios pueden ser representados en el cobro del crédito
común por cualquiera de ellos; cualquiera de los copropietarios de la cosa común puede
demandar el desalojo, la reivindicación, etc.

Lo anterior no significa en modo alguno que no existan casos en que es necesaria la


existencia de una pluralidad de sujetos del lado activo, casos en que la demanda no
podrá ser introducida si no están presentes como demandantes todos los sujetos activos
que participaron en la relación material frente a otro u otros, que son quienes van a ser
demandados.

2.2 La doctrina habla de litisconsorcio propio, que existe cuando es la ley la que señala
que dos o más personas deben demandar o ser demandados de manera conjunta. En
realidad, esto está ya en la relación material que se traslada a la relación procesal: si no
están todos los de la relación material no se puede crear una relación jurídica procesal
válida; de ahí la necesidad de la presencia de todos en el proceso; esto dicho con las
reservas que he indicado arriba para el caso del litisconsorcio activo necesario.

Por otra parte, el litisconsorcio impropio resulta de la naturaleza de la relación jurídica


material respecto de la que se hacen las afirmaciones legitimadoras. Manuel de la Plaza
Navarro dice al respecto que existe litisconsorcio necesario impropio "siempre que, por

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la naturaleza de la relación jurídico material que en el proceso se actúa, los litigantes
están unidos de tal modo, que a todos afecta la resolución que en él pueda dictarse", lo
que obliga a examinar con el mayor detenimiento la naturaleza de esa relación material
que se traslada al proceso como relación procesal.

Como es sabido, la relación material preexiste siempre a la relación procesal, y su falta


hace que quien demande (legitimatio ad causam activa) o sea demandado (legitimatio
ad causam pasiva) no esté legitimado para actuar en el proceso por falta de interés para
obrar. La legitimación ad causam, como es sabido, es la vinculación de un sujeto con un
objeto litigioso determinado que le habilita para demandar o ser demandado. A
diferencia de este tipo de legitimación substancial, la legitimación procesal o ad
procesum no depende de la relación material que se traslada al proceso, sino de la
capacidad de comparecer al mismo como demandante o como demandado.

3. LA INTERVENCIÓN VOLUNTARIA DE TERCEROS.

3.1 Los casos de intervención voluntaria de los terceros son básicamente cuatro, según
nuestro Código Procesal Civil, y están recogidos en los artículos 97,98, 99 y 100 de dicho
código, que contemplan, respectivamente, las distintas formas en que el tercero puede
intervenir de manera voluntaria en un proceso al que son ajenos: 1°) el primero es el de
la intervención coadyuvante (también llamada “adhesiva”), para “quien tenga con una
de las partes una relación jurídica sustancial, a la que deban extenderse los efectos de la
sentencia (…) pero que pueda ser afectada desfavorablemente si dicha parte es vencida”;
2°) el segundo es la intervención litisconsorcial voluntaria (art. 98), que es la que solicita
“quien se considere titular de una relación jurídica sustancial a la que presumiblemente
deban extenderse los efectos de una sentencia”; 3°) el tercero es el de intervención
excluyente principal, que es el caso de “quien pretenda, en todo o en parte, ser declarado
titular del derecho discutido” en el proceso en que pide participar como tal, y 4°) el
cuarto es el de intervención excluyente de propiedad o de derecho preferente, dando
lugar estas últimas a las tercerías de dominio y de derecho preferente a las que ya nos
hemos referido anteriormente.

3.2 Con la intervención del tercero se busca que una persona distinta del actor y del
demandado pueda participar en el proceso en el que estos son partes originarias, ya sea
interviniendo voluntariamente para ayudar a alguna de esas dos partes en resguardo de
un interés propio que quiere defender en ese proceso que puede afectarle, o por
mandamiento del juez ante el pedido de una de las partes procesales. Existen dos formas
para ello: la intervención coadyuvante, regulada en el art.97 del CPC, y la intervención

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litisconsorcial del art. 98 del citado código; esta última es radicalmente distinta del
litisconsorcio necesario, en que la intervención se produce por necesidades del proceso,
mientras que la intervención litisconsorcial se produce a pedido de un tercero que se
considere legitimado para intervenir en el proceso en defensa de una de las partes para
evitar los efectos adversos que una sentencia adversa a sus intereses. El código autoriza
a que este tipo de intervención se produzca incluso durante el trámite del proceso en
segunda instancia.

3.3 En cuanto a los requisitos y trámite común de las intervenciones están regulados en
el art. 101 del CPC, que indica que los terceros deben invocar interés legítimo, por un
lado, y por ogro que la solicitud de intervención tendrá la formalidad prevista para la
demanda en lo que fuera aplicable debiendo acompañarse los medios probatorios
correspondientes. El juez puede declarar la procedencia o denegarla de plano; en este
último caso la resolución es apelable, más no en el primero. Hay que resaltar que los
intervinientes se incorporan al proceso en el estado en que éste se halle al momento de
su intervención.

4. LA INTERVENCIÓN EXCLUYENTE PRINCIPAL.

4.1 Como señalé al comienzo, es el caso más agresivo de intervención voluntaria en el


proceso; en efecto, en la intervención excluyente principal el tercero se apersona al
expediente con una pretensión a su favor que dirige contra los litigantes del proceso en
curso. Es principal y es excluyente porque su reclamo deja sin efecto el debate de las
partes. Por ejemplo, se está tramitando un proceso sobre mejor derecho de propiedad
y aparece un tercero que dice ser el verdadero propietario de la cosa o derecho sobre el
que se sigue el proceso, el que, de acuerdo con art. 99 del CPC, pude intervenir
formulando su exigencia contra demandante y demandado, actuando como una parte
más en el proceso.

El interventor excluyente debe ejercitar su pretensión por medio de una demanda


contras las dos partes del proceso en trámite. Es decir, interviene directamente en dicho
proceso, pero su demanda no detiene su avance, salvo la expedición de la sentencia.
Según el art. 99 puede presentarse en primera instancia hasta antes de la sentencia; en
otros países que la contemplan, como Costa Rica, donde recibe el nombre de
intervención principal excluyente, ésta solo se puede presentar en primera instancia,
pero hasta antes de que se dé por concluida la etapa probatoria; a mí me parece que
esta solución es mejor que la de nuestro código procesal, porque de esa manera toda la
prueba aportada por las partes es valorada conjuntamente, en tanto que en el sistema

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actual del art. 99 del CPC, si la intervención se produce luego de precluida la etapa
probatoria, el juez se verá obligado a apreciar nuevamente la prueba aportada por el
interviniente cuando 1) ya ha fijado el thema probandi, y 2) ya ha valorado la prueba
aportada por las parte originales del proceso; permitirle al tercero intervenir en el
proceso después de precluida la etapa de prueba va a significarle al juez una tarea
sumamente engorrosa (y que va a demorar ostensiblemente el proceso), pues tendrá
que comparar la valoración de la prueba ya, que dio lugar a la preclusión de esa etapa,
con la nueva prueba aportada por el interviniente, dejando de lado el thema probandi,
porque ahora tendrá que apreciar los nuevos hechos traídos al proceso por el tercero,
lo que significará una ampliación del tema o una modificación del mismo.
.
4.2 En otros países que cuentan con códigos de procedimiento civiles de reciente data
no se ha considerado necesaria su regulación; así, en Argentina se ha sostenido que el
Código Procesal de la Nación no ha legislado sobre este tipo de intervención porque sus
autores han considerado inconveniente contemplarla, ya que puede ser fuente de
situaciones complejas e inconciliables con la mayor celeridad que se persigue imprimir
al proceso.

Según ese criterio, la mayor parte de los casos pueden solucionarse a través de la
acumulación de procesos, pero como todos sabemos, el proceso iniciado en último lugar
detiene el trámite del primer proceso, con lo que el argumento de la celeridad queda
aniquilado.

5. LA DENUNCIA CIVIL (litis denuntiatio, o intervención coactiva),

Al comienzo me ocupé someramente de este instituto (supra 1.2), como un caso de


intervención necesaria o coactiva del tercero, porque ha sido llamado a intervenir en el
proceso contra su voluntad.

La denuncia civil puede, según nuestro Código, asumir hasta tres formas:

5.1 Aseguramiento de pretensión futura (o llamamiento ad eventum), es la clase o


forma de llamamiento contemplada en el art. 104 del CPC, que señala que la parte que
considera tener derecho para exigir de un tercero una indemnización por el daño o
perjuicio que pudiera causarle el resultado de un proceso, o derecho a repetir contra
dicho tercero lo que debiera pagar en ejecución de sentencia, puede solicitar el
emplazamiento del tercero con el objeto de que en el mismo proceso se resuelva
además la pretensión que tuviera contra él.

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Un ejemplo bastará para aclarar el supuesto de hecho de la norma transcrita; el caso es
el siguiente:

Se demanda a una empresa de Leasing para que pague una suma de dinero al vendedor
demandante del bien adquirido por la empresa (por ejemplo, un cargador frontal
Caterpillar), adquirido con el único fin de ser dado en arrendamiento financiero a un
cliente de esta última, argumentando el actor que la demandada (la empresa de Leasing)
no le ha pagado la totalidad del precio acordado por la compra de dicho cargador frontal.
En su defensa, la empresa de Leasing presenta una carta, de fecha muy anterior a la
interposición de la demanda, en la que la vendedora declara que ha recibido
directamente del arrendatario financiero la suma de dinero que ahora le reclama a la
demandada (con lo que demuestra que ese faltante ya le había sido pagado al
demandante); la demandada denuncia civilmente al arrendatario financiero bajo la
forma de “aseguramiento de pretensión futura”, para que en caso de ser condenada al
pago de la suma que se le exige (y que ya fue pagada), sea este último quien finalmente
responda en la eventualidad de una sentencia estimatoria que condene al pago a la
empresa de Leasing.

En este caso en comentario resulta evidente que las razones para denunciar civilmente
al tercero son de economía procesal, pues de no proceder así la empresa de Leasing
demandada se vería obligada -en caso de ser condenada al pago de la suma reclamada
por el actor- a interponer una demanda contra el arrendatario financiero para recuperar
lo pagado al demandante como consecuencia de la compra del bien hecha al vendedor
por encargo de éste.

5.2 Llamamiento posesorio (laudatio o nominatio auctoris).


Está contemplado en el art. 105 del CPC; este es un supuesto de hecho poco frecuente,
pero, sin duda, de cierta ocurrencia, pues de otra manera no hubiera sido materia de un
tratamiento especial en nuestro Código Procesal Civil, que lo contempla en el citado
artículo de la siguiente forma: “Quien teniendo un bien en nombre de otro, es
demandado como poseedor de él, debe expresarlo en la contestación a la demanda,
precisando el domicilio del poseedor, bajo apercibimiento…”

El supuesto de hecho parte de la premisa que el demandante erra con respecto de la


persona que debe citar como demandado para la restitución de una cosa y dirige la
demanda contra quien tiene la posesión en ese momento. Para que la hipótesis se
presente la demanda debe haber sido dirigida contra quien está en contacto con la cosa
poseída al tiempo de la demanda y emplazamiento, es decir el que está poseyendo, por
ejemplo, en sustitución del inquilino, que es quien debe ser demandado ya que la
demanda versa sobre desalojo (por ejemplo); en este caso, el demandado poseedor

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debe expresar ese hecho al contestar la demanda, bajo apercibimiento de ser
condenado, en el mismo proceso, al pago de una indemnización por los daños y
perjuicios que su silencio cause al demandante. La última parte del articulo dice que es
aplicable a quien fue demandado como tenedor de un bien, cuando la tenencia radica
en otra persona.

Como es sabido, la posesión puede ejercerse directamente por una persona que no está
en contacto directo con la cosa (caso de posesión mediata) o por medio de otra persona
que sí está en contacto con la cosa (posesión inmediata). La posesión mediata se
caracteriza porque el derecho posesorio se ejercita mediante interpósita persona, que
viene a ser el poseedor inmediato, por ejemplo: el nudo propietario es
el poseedor mediato en el usufructo, mientras que el usufructuario es el inmediato; lo
mismo en el derecho de habitación; lo mismo en el caso de arrendamiento, en que el
inquilino es el poseedor inmediato porque posee para el arrendador de la cosa alquilada,
etc.

Por otra parte, el código habla del tenedor, que obviamente es un poseedor inmediato
pero que posee la cosa para otro, que es el mediato; ejemplos de ello es el del locatario,
que tiene contacto directo con la cosa pero que reconoce en otra persona (el locador) la
posesión mediata de la misma. El tenedor es un representante de la posesión del poseedor
mediato; la línea divisoria entre un poseedor inmediato que posee para sí y un tenedor que
posee para otro, la da el hecho que este último es también un poseedor inmediato, pero posee
para otro (el arrendador, en este caso). Como es lógico, el poseedor inmediato que posee para
sí puede adquirir la cosa poseída por usucapión.

La denuncia, en estos casos, dará lugar a que el proceso se suspenda hasta el momento
del emplazamiento del denunciado, y aquí puede ocurrir que el denunciado comparezca
y reconozca su condición de poseedor, en cuyo caso será emplazado con la demanda y
reemplazará al demandado originario, quin será apartado del proceso. Si el denunciado
no comparece al proceso, o haciéndolo niega ser poseedor, el proceso seguirá en curso
contra ambos, esto es, contra el demandado originario y contra el denunciado en su
condición de litisconsorte, caso en el cual la sentencia surtirá efecto respecto de éste y
del poseedor por él designado.

5.3. Llamamiento en caso de fraude o colusión.


Este es un supuesto contemplado en el art. 106 del CPC, en que el juez de la causa
presume que puede haber fraude o colusión entre las partes litigantes, en cuyo caso
hace un llamamiento a las personas que pueden resultar perjudicadas a fin que hagan
valer sus derechos, pudiendo, a tal fin, suspender el proceso hasta por un plazo de 30
días hábiles. Nótese que el llamamiento lo hace el juez como deber a su cargo, pero nada

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impide que un tercero se lo haga notar; lo cierto es que quien decide o no llamar al
tercero es solo el juez de la causa.

Este supuesto está ligado íntimamente al caso del art. 178 del CPC, que legisla sobre la
cosa juzgada fraudulenta, pero la diferencia, en este el caso del llamamiento, es que el
juez del proceso advierte durante el curso del mismo que puede tratarse de un caso de
fraude o colusión, en tanto que, en el caso de la cosa juzgada fraudulenta, ese hecho ha
pasado inadvertido para el juez, quien incluso ha llegado a dictar sentencia, que es el
supuesto del citado art. 178.

6. LA EXTROMISIÓN.

Así como los terceros intervienen en el proceso alegando un derecho o interés que
deben defender, el juez de la causa, puede separar a ese tercero por considerar que ese
derecho o interés ha desaparecido o por haber comprobado su inexistencia. La
extromisión es el fenómeno inverso a la intervención: es la salida del tercero
interviniente del proceso, que puede incluso haber llegado a ser parte del mismo, por
efecto de una decisión del juez que lo excluye de continuar participando en el mismo, y
esa exclusión del proceso puede darse, incluso, respecto de una parte originaria como
también y, con más razón, del tercero que haya intervenido o haya sido incorporado al
proceso en trámite (aun cuando lo haya sido como parte), como los casos que han sido
vistos arriba.

En general, la extromisión tiene lugar cuando el Juez compruebe el defecto de


presupuestos particulares que condicionan la presencia de la parte en el proceso, o
cuando llegue a faltar la demanda propuesta en juicio por la parte o contra ella (y el
proceso deba, en cambio, continuar entre las dos partes).

La extromisión se produce de manera automática en el caso del inciso 3 del artículo 108,
esto es cuando el adquirente por acto entre vivos de un derecho discutido sucede en el
proceso al enajenante, como ocurre, por ejemplo, en los casos de cesión de derechos y
en los de cesión de posición contractual.

El siguiente caso que paso a exponer puede dar una idea más precisa sobre la
extromisión y cuándo puede darse este mecanismo procesal como forma para salir del
proceso por el tercero incorporado al mismo.

En un proceso de ejecución coactiva por cobro de tributos se embargan bienes que


pertenecen a una empresa de Leasing, pero que, como es lógico, están en posesión del

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arrendatario financiero, que es el deudor tributario: enterada la empresa de Leasing de
que se han embargado sus bienes, interpone ante el ejecutor coactivo una solicitud de
intervención excluyente de propiedad (el equivalente de una tercería de propiedad)
para que se alce el embargo trabado sobre sus bienes, y como no lo consigue en la vía
administrativa, interpone una demanda ante el juez en lo contencioso-administrativo
solicitando la nulidad de lo resuelto por el Tribunal Fiscal (que en última instancia
administrativa ha desestimado la intervención excluyente). Sucede que durante el
trámite de este proceso judicial, el arrendatario financiero ejerce la opción de compra y
adquiere de la empresa de Leasing los bienes embargados, convirtiéndose en
propietario de los mismos, por lo que la empresa demandante pierde el interés para
obrar y, equivocadamente, solicita al juez su extromisión del proceso, para que su lugar
sea ocupado por el actual propietario de los bienes embargados, la cual le es negada
bajo los siguientes argumentos que paso a transcribir:

“Con relación a la institución de la extromisión procesal, el artículo 107° del Código Procesal Civil
prevé: “Excepcionalmente, en cualquier momento el Juez por resolución debidamente motivada,
puede separar del proceso a un tercero legitimado, por considerar que el derecho o interés que
lo legitimaba ha desaparecido o haber comprobado su inexistencia”. Al respecto, en la doctrina
nacional LEDESMA señala: “Así como el Código permite la incorporación de terceros al proceso
cuando invoquen interés legítimo; también permite la expulsión de éstos cuando el interés que
lo legitimaba ha desparecido o se ha comprobado su inexistencia. A esta separación del proceso
se le denomina extromisión, la que puede operar de oficio o a pedido de parte. Nótese que el
artículo pone énfasis en la excepcionalidad de la medida, pues lo ordinario es que quien actúe en
el proceso lo haga con un mínimo de interés; esa es la justificante para la incorporación y
permanencia, a contrario sensu, opera la expulsión. Hay que recalcar que solo los terceros
legitimados son los llamados a ser separados del proceso a través de la extromisión. Las partes
tienen otros mecanismos para salir de él, por citar, el desistimiento, entre otros”1 y en la
jurisprudencia nacional se tiene señalado que “La figura procesal de la extromisión, está
reservada expresamente para los terceros legitimados y no para las partes originarias de un
proceso. La ratio legis de la norma está en otorgar al juzgador la facultad expresa de integrar al
proceso a un tercero en cualquiera de las modalidades que previene la norma y en separarlo
cuando considera que el derecho o interés que lo legitimaba ha desaparecido o haber
comprobado su Inexistencia”2.

El problema es que si el demandante se desiste, como quiere el juez, acaba el proceso,


y eso obliga al actual propietario de los bienes embargados a iniciar un nuevo proceso.
Entonces la pregunta obligada es: ¿qué debió hacer la empresa demandante para evitar
desistirse del proceso ya que la extromisión no era el mecanismo que podía emplear
para ello por las razones expuestas por el juez? La empresa demandante no pudo hacer
nada al respecto por la inanidad del arrendatario financiero, quien como propietario de

1
MARIANELLA LEDESMA NARVAEZ en “Comentarios al Código Procesal Civil”; Tercera edición; Lima; Perú; Gaceta
Jurídica Editores; 2011; Tomo I página 266.
2
(Exp. N° 333-98, Tercera Sala Civil, Ledesma Narvaez, Marlanella, Jurisprudencia Actual, Tomo 2, Gacela Juridica, p.
326).

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los bienes era el llamado a solicitar la sucesión procesal ante el juez, conforme al inciso
3 del art. 108 del CPC. y que, pese a haber sido notificado, no se apersonó al proceso
haciendo valer su título.

Queda claro, así, que la extromisión no es un mecanismo de salida del proceso para
todos los que intervienen en él, sinos solo para los terceros que han sido incorporados
voluntaria u obligadamente a participar en él.

7. LA SUCESION PROCESAL.

Por la sucesión procesal un sujeto ocupa el lugar de otro en un proceso, al reemplazarlo


como titular activo o pasivo del derecho discutido. Los casos de sucesión procesal están
contemplados en el art. 108 del CPC y existen varios supuestos para que se produzca la
misma. A mi entender estos supuestos no son numerus clausus, pues existen otros
supuestos que originan este fenómeno procesal, como veremos al final de este tema.

7.1 El primer supuesto considerado expresamente en la norma (disposición, como


quieren los exquisitos) es el fallecimiento de una persona que sea parte en el proceso,
que es reemplazado por su sucesor; esto va a ocasionar que el proceso suspenda su
tramitación hasta la comparecencia del sucesor, o del curador procesal a falta de éste.

7.2 El segundo ocurre al extinguirse o fusionarse una persona jurídica, sus sucesores en
el derecho discutido comparen y continúan el proceso. Si no comparecen, lo hace el
curador procesal nombrado por el juez a tal efecto.

7.3 El adquirente por acto entre vivos de un derecho discutido, sucede en el proceso al
enajenante. De haber oposición, el enajenante se mantiene en el proceso como
litisconsorte de su sucesor. Casos ordinarios de este supuesto son la cesión de derechos
y la cesión de posición contractual, en las que el cesionario reemplaza al cedente en el
proceso; en el primer caso no se requiere de la aquiescencia del deudor, en tanto que
en el segundo es necesaria la intervención de todos los partícipes del contrato original.

7.4 Cuando el plazo del derecho discutido vence durante el proceso y el sujeto que
adquiere o recupera el derecho, sucede en el proceso al que lo perdió.

Un ejemplo de tal supuesto de hecho es el siguiente: El propietario de un terreno urbano


celebra un contrato de arrendamiento por un plazo forzosos de tres años, autorizando
al arrendatario a subarrendar parte del terreno; éste subarrienda dicha parte a un

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tercero por el plazo de dos años, vencido el cual resuelve el contrato y demanda el
desalojo al subarrendatario. El proceso de desalojo se prolonga por más de un año, plazo
en el cual vence el contrato de arrendamiento y el propietario solicita la devolución de
terreno arrendado. En esta situación, el plazo del derecho discutido vence para el
demandante, y el sujeto que adquiere o recupera el derecho es el propietario, que
sucede en el proceso al que perdió el derecho.

7.5 La sucesión procesal y las obligaciones de garantía


Además de los casos de sucesión procesal contemplados en el art. 108, ésta también
puede originarse en los casos en que se hacen efectivas ciertas obligaciones de garantía
en un proceso pendiente, como en el caso de la citación de evicción, que permite que
un tercero sea citado a un proceso en curso para que asuma la obligación de defensa
que debe prestar a la parte compradora y así evite la evicción de la cosa comprada, esto
es, la pérdida de la cosa total o parcialmente por sentencia judicial. Si el tercero (el
vendedor) comparece al proceso, éste se sigue contra él, generándose de ese modo una
sucesión procesal.

La sucesión por causa de evicción, mejor llamada citación de evicción, está contemplado
explícitamente en los artículos 1498 y 1499 del Código Civil, que establecen,
respectivamente, lo siguiente:

Art. 1498.-
Promovido juicio de evicción, queda el adquirente obligado a solicitar, dentro del plazo para
contestar la demanda, que ésta se notifique al transferente que éste designe.

Art. 1499.-
Si el transferente sale a juicio ocupará el lugar del adquirente como demandado hasta la
conclusión del proceso. Cuando el adquirente lo solicite puede coadyuvar en la defensa.

El código, sin embargo, no se pone en el supuesto que el citado de evicción no


comparezca, en cuyo caso la sucesión procesal no podría producirse, debiendo
continuar el proceso entre el demandante y el demandado original.

Esta hipótesis de sucesión procesal, en el caso que el transferente citado salga a juicio,
permite que el demandado original pueda continuar en el proceso como un tercero
coadyuvante, si así lo solicita, de modo tal que en esta hipótesis estaríamos frente a dos
fenómenos procesales: por un lado, la sucesión procesal, y por otro la intervención
coadyuvante de quien fue parte y ahora es tercero, al haber sido sustituido en el proceso
por el transferente compareciente, pero que conserva un interés por defender.

Lima, junio de 2018.

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