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Actitudes individuales
La opinión que los directores de las escuelas, los padres y los medios
de comunicación tienen de la educación física, influye de manera
positiva o negativa sobre el carácter y temperamento de los alumnos.
Actitudes sociales
ENFOQUE GLOBALIZADOR.
En definitiva tratamos de buscar las conductas que más les interesan al niño y
la niña en la edad concreta en que se encuentra, para encauzar su actividad,
convirtiendo esas capacidades en centros de aprendizaje.
En el desarrollo de los programas, debemos hacer especial hincapié en la
construcción de ambientes y de situaciones donde los diversos juegos y
situaciones traten varias áreas a la vez. Debemos huir todo lo posible de
la compartimentación de materias.
Entre los 2 y 3 años, el niño y la niña alternan frecuentemente el caminar con la carrera,
realizando esta última con mayor fase de vuelo; también caminan por encima de muros a pequeña
altura, aunque en la mayoría de los casos no lo hacen de forma continua. Lanzan y ruedan una
pelota pequeña con una y dos manos, no solo hacia delante y hacia arriba, sino también hacia los
objetos colocados a poca distancia, pero aún sin orientación. Realizan el gateo por el suelo, en
cuatro puntos de apoyo (pies y manos) y esta se ejecuta en una sola dirección. Asimismo, gatean
por encima de tablas inclinadas y bancos a pequeña altura. Este desplazamiento lo realizan de
forma continua.
Suben la escalera inclinada colocando un pie y la mano del mismo lado, continúan con la
colocación del otro pie y la mano correspondiente, pero sin continuidad en el movimiento. Saltan
con ambas piernas y con mayor despegue de los pies del suelo, incluso saltan por arriba de
pequeños objetos colocados en el suelo, ejecutándolo solamente en una dirección.
Se desplazan, reptando por el suelo, cuando se les coloca una tabla a poca altura, que les
facilita pasar por debajo de ella llevando los dos brazos al frente. A partir del apoyo de los brazos,
empujan su cuerpo hacia delante, arrastrándolo por el suelo. Suben y bajan trepando obstáculos a
poca altura, sin apoyarse con todo el cuerpo, solo con los brazos y las piernas.
La reptación se realiza con movimientos alternos de brazos y piernas, pero aún sin buena
coordinación, y también por bancos, de los que se sostienen por sus bordes y con una ligera flexión
de los brazos desplazan todo el cuerpo, arrastrándose por ellos. Gatean en cuatro puntos de apoyo
(pies y manos) por arriba de bancos y muros, pero sin un movimiento continuo, por lo que se
ejecuta descoordinadamente. Cuando realizan esta acción por las tablas inclinadas, recurren al
movimiento antecesor de gateo.
Caminan por tablas en el suelo no solo hacia delante, sino también hacia atrás y por arriba de
bancos y muros; al final de estos saltan hacia abajo. La mayoría de los niños, cuando saltan de
esta forma, caen con poca estabilidad y se observan las piernas extendidas en la caída. También
saltan del suelo para caer sobre un obstáculo a pequeña altura (tapa del cajón sueco infantil) y,
aunque sin una carrera de impulso, pasan saltando objetos a poca altura del suelo.
Utilizan el espacio y se orientan mejor en él, ejecutando todos los desplazamientos en el suelo,
en diferentes direcciones, y por arriba de obstáculos. En este caso, se destaca el salto abriendo y
cerrando las piernas, lateralmente, pasando cuerdas a pequeñas alturas y saltos desde obstáculos
a pequeña altura, cayendo con semiflexión de las piernas.
Trepan por la barra vertical haciendo el desplazamiento de brazos y piernas, pero aún este
movimiento es descoordinado. En este grupo de edad, hay grandes avances en el escalamiento con
relación al grupo anterior, pues suben la escalera con movimientos alternos de brazos y piernas en
un movimiento continuo con buena coordinación. Reptan por el suelo y también por bancos,
llevando un brazo al frente y la pierna correspondiente de forma alterna pero sin coordinación, ya
que el movimiento se realiza con pausas. La posición a gatas la ejecutan en cuatro puntos de
apoyo por encima de bancos y tablas, con movimientos continuos de forma coordinada.
Lanzan objetos combinadamente, pero para la captura necesitan la ayuda de todo el cuerpo
cuando les lanzan la pelota de aire. Ruedan la pelota por bancos y lanzan con las dos manos desde
el pecho hacia diferentes lugares, libremente, sin dirigirla a un punto de referencia, y combinan la
acción de lanzar y golpear objetos con la carrera, como ya se comentó al inicio de esta edad.
Caminan por tablas y muros estrechos no solo hacia delante, sino también lateralmente,
demostrando mayor estabilidad corporal. También se desplazan hacia atrás cuando caminan por
tablas colocadas en el suelo, manifestándose en esta acción motriz una mayor orientación
espacial. El desarrollo de las acciones psicomotrices en los niños entre los 5 y 6 años se
corresponde con la edad anterior, observándose como diferencia fundamental la ejecución de las
acciones con mayor calidad. En este grupo de edad, se manifiesta una gran explosión en el
desarrollo de las capacidades motrices: lanzan más lejos, corren más rápido y demuestran mayor
coordinación, equilibrio y orientación dentro de otras capacidades coordinativas en la ejecución
de los movimientos. Estas capacidades se manifiestan al saltar con un pie, lateralmente y hacia
atrás; al caminar por muros de diferentes formas, manteniendo el equilibrio; al trepar y escalar
mayor distancia y con buena coordinación.
Son capaces de combinar acciones más complejas como lanzar, rebotar y capturar la pelota que
les lanzan. Esta captura la realizan con ambas manos sin requerir la ayuda del pecho como en el
grupo anterior. Son aptos para percibir el espacio al saltar una cuerda o lanzar una pelota.
También regulan sus movimientos al lanzar hacia un objeto y correr para pasar saltando un
obstáculo a pequeña altura. Realizan el salto de longitud, cayendo con semiflexión de las piernas y
buena estabilidad. Saltan con un pie y con los dos, dan saltillos laterales y hacia atrás. Realizan la
reptación con movimientos coordinados de brazos y piernas no solo por el suelo, sino también por
arriba de bancos. Los movimientos refinados de los dedos de las manos y pies se observan entre los
4 y 6 años.
Según lo anterior, a partir de los 4 años las acciones motrices gruesas con participación de la
motricidad fina (manos, dedos y pies) alcanzan mayor desarrollo (coordinación ojo-mano y ojo-pie)
al lanzar, golpear, rodar y conducir la pelota, y más tarde, entre los 5 y 6 años, en la captura de la
pelota.
Como se ha podido apreciar, la conducta psicomotriz infantil varía significativamente entre los
2 y los 6 años, siendo cada vez más compleja. La evolución del desarrollo desde el nacimiento
hasta los 6 años refleja una progresión de las estructuras neuromusculares, que hacen posible los
movimientos del ser humano. El conocimiento de cómo ocurren los procesos evolutivos constituye,
además de lo expresado al inicio, un instrumento necesario para evaluar la conducta humana de
una forma efectiva.
La caracterización psicomotriz, cuya síntesis fue descrita anteriormente, facilitó conocer los
logros del desarrollo que alcanzan los niños en cada año de vida, desde los 2 a los 6 años. Estos
logros constituyen indicadores para valorar su desarrollo cuando finaliza cada grupo de edad.
TRANSICION.
Las edades de 5 a 6 años constituyen el grupo Terminal de la etapa
preescolar. La continuidad del proceso de la actividad motriz iniciado
desde el primer año de vida hasta este grupo de edad, debe
garantizar que los pequeños adquieran las vivencias y conocimientos
elementales que los preparen para la Escuela y para la vida.
Lo anterior significa que la preparación del niño(a) no debe centrarse
en los grupos finales del preescolar o sea en la etapa anterior a la
vida escolar, sino desde los primeros años, pues las influencias
educativas que se ejercen en cada grupo de edad por las que va
transitando el pequeño, tanto en las instituciones infantiles como en
el seno del hogar, potencian su desarrollo en todas las esferas:
motriz, cognitiva y afectiva. Las vivencias que el niño(a) adquiere en
cada uno de los grupos etáreos, posibilitan la adquisición de
conocimientos y habilidades que son básicos para los años que
continúan.
La etapa preescolar es un periodo sensitivo para el aprendizaje y en
la misma se forman los rasgos del carácter que determinan la
personalidad del individuo. Las experiencias cognitivas y motrices de
que se apropia el niño(a) en estas edades, si además están
acompañadas por la afectividad que este necesita: cariño, buen trato,
atención etc., garantizan el desarrollo armónico e integral como
máxima aspiración de la educación.
Los niños y las niñas entre los 5 y 6 años dominan todos los tipos de
acciones motrices, por tal motivo tratan de realizar cualquier tarea
motriz sin considerar sus posibilidades reales: trepan obstáculos a
mayor altura, se deslizan por pendientes elevadas, les gusta
mantenerse en equilibrio pasando por superficies altas y estrechas,
saltan desde alturas, etc.
Comienzan a diferenciar los más diversos tipos de movimientos, a
combinar unas acciones con otras: correr y saltar un obstáculo, correr
y golpear pelotas, conducir objetos por diferentes planos, lanzar y
atrapar objetos, etc. Demuestran gran interés por los resultados de
sus acciones y se observa un marcado deseo de realizarlas
correctamente, aunque no es objetivo de la enseñanza en esta edad
que los resultados se logren de forma inmediata y mucho menos que
siempre alcancen el éxito, pues los logros se van obteniendo en la
medida que el niño(a) se adapta a las nuevas situaciones motrices y
va adquiriendo la experiencia motriz necesaria para ir regulando sus
movimientos.
La riqueza de movimiento que poseen los pequeños en este grupo de
edad no solo se basa en el aumento de la complejidad y dificultad de
las habilidades motrices básicas logradas en la edad anterior (4 a 5
años), sino también en el interés por la realización de actividades que
pudieran estar más vinculadas a habilidades pre-deportivas
relacionadas con el Ciclismo, Patinaje, Natación, Actividades en la
naturaleza como: caminatas largas y de orientación, juegos,
campamentos, etc.
Son capaces de apreciar lo bello de la naturaleza, mostrando
sensibilidad a los animales, flores, paisajes, cambios naturales: la
lluvia, puesta del sol, el arco iris, y muestran gran emoción ante
estos. Una de las particularidades del sistema nervioso que se
destaca en los niños y niñas de estas edades es la gran
emocionalidad que demuestran ante cualquier tipo de
acontecimiento, manifestando reacciones que en ocasiones pueden
sorprender a los adultos, pues se ríen sin control, realizan expresiones
corporales exageradas, dentro de otras.
Aprecian las variaciones de la forma, el color, el tamaño de los
objetos y establecen nociones de contrastes elementales como: alto-
bajo, grande-chico, largo- corto, ancho-estrecho, dentro de otros y
estas nociones las aplican a las acciones motrices. Ejemplo: Caminan
con pasos largos y cortos, saltan lento y rápido, lanzan lejos y cerca,
caminan delante o detrás del amiguito.
Participan activamente en las actividades en grupos, de carácter
social y también en las del seno familiar y les gusta ser elogiado y
que reconozcan sus actuaciones. El niño(a) de 5 a 6 años es muy
independiente, capaz de vestirse solo, realizar sencillas encomiendas
laborales como: sembrar semillas y plantas, regarlas, recoger y
ordenar objetos y también organizan juegos más complejos, tanto de
roles como motrices, imitando en estos las actividades de los adultos:
hacen de chofer, piloto de avión, enfermera, constructor y estos roles
se acompañan de un argumento que se mantiene durante un largo
tiempo mientras están motivados y concentrados en su juego.
Los ámbitos que trabaja y desarrolla la motricidad (esquema corporal,
orientación espacio-temporal, lateralidad, y otros) adquieren para el
preescolar de 5 a 6 años un significado mayor gracias al desarrollo
cognoscitivo alcanzado, ejemplo: en el concepto de la lateralidad son
capaces de orientarse a la derecha y a la izquierda, no solo con
relación a su propio cuerpo sino también con el de otros niños y con
los de objetos a distancia, que con una simple indicación del adulto,
son capaces de discriminar su ubicación. También establecen una
mejor relación espacio-temporal, pues se desplazan hacia diferentes
direcciones y al mismo tiempo varían el ritmo del desplazamiento
realizándolo lento o rápido.
Las capacidades coordinativas se manifiestan al saltar, caminar y
correr combinadamente: lateralmente, hacia atrás, hacía arriba,
abajo. Mantienen muy bien el equilibrio al caminar por vigas y muros
de diferentes formas. También trepan y escalan una mayor distancia y
con buena coordinación.
Son capaces de combinar acciones más complejas como lanzar,
rebotar y atrapar la pelota, rodar aros por el piso y pequeñas pelotas
por planos estrechos. El atrape de la pelota lo realizan con ambas
manos sin requerir el apoyo del pecho como sucedía en el grupo de
edad anterior.
PRE-JARDIN.
A partir de los 3 años el crecimiento del niño transcurre mas lento.
Las actividades motrices y juegos realizados al aire libre pueden
contribuir favorablemente al mismo.
La gran riqueza de movimientos que se expresa en este grupo de
edad, pues el pequeño quiere desplazarse constantemente y realizar
nuevas proezas, puede tener cierta orientación pedagógica por parte
del adulto, sin abusar, ni pretender asumir un papel directivo.
Si consideramos lo expresado con relación al crecimiento, algunas
tareas motrices pueden sugerirse al niño realizando los movimientos
con gran amplitud, a fin de contribuir al estiramiento de los diferentes
planos musculares. El adulto debe ser muy observador de la actividad
del niño, debiendo evitar que el pequeño cargue o traslade objetos de
peso, así como intervenir cuando el niño realice ejecuciones
reiterativas de algunas tareas sin la alternancia de cada miembro,
tanto superior como inferior, ejemplo: saltar con un solo pie, lanzar
con una mano. En estas tareas debe hacerse énfasis en la atención a
la ejecución bilateral. Otras tareas como saltos desde alturas deben
realizarse ejecutando la caída en superficies suaves (colchón, césped,
arena). Con estas precauciones protegemos las articulaciones, que en
esta edad tienen predominio de tejido cartilaginoso, gracias a lo cual
se produce el crecimiento.
La intervención del adulto puede estar orientada a proponer al niño
algunas tareas y juegos que beneficien el desarrollo de su postura, lo
que se logra mediante diferentes actividades que contengan tareas
de equilibrio, como: caminar libremente llevando un objeto (sin peso)
en la cabeza, caminar por líneas trazadas en el piso, por cuerdas,
tablas, bancos, muros; rodar pelotas pequeñas o conos con uno y otro
pie (sin calzado), caminar por terrenos con desnivel en su superficie,
bajar y subir obstáculos de diferentes alturas, mantenerse en uno o
dos pies sobre objetos pequeños, dentro de otras.
El niño de 3 a 4 años realiza muchas acciones por si solo,
demostrando mayor independencia que en el grupo de edad anterior.
Comienza a diferenciar el color, la forma y el tamaño de los objetos
utilizándolos, según sus propiedades, durante las actividades
motrices. Se aprecia que a los niños de este grupo de edad, les gusta
mucho imitar los objetos y fenómenos de la realidad, ejemplo: imitan
que conducen autos, aviones, reproduciendo muchas acciones de la
vida cotidiana, por lo que es sumamente importante facilitar al niño el
contacto con todo el mundo exterior, a fin de que pueda adquirir
suficientes y diferentes vivencias de la realidad.
Resalta en este grupo de edad la curiosidad del niño por todo lo que
le rodea, con frecuencia pregunta el por qué de las cosas. Quiere
conocerlo todo, saber el nombre de los objetos y su utilidad.
El niño entre 3 y 4 años es capaz de ocupar roles en el juego, por
ejemplo: hace como si fuera el chofer y utiliza el aro como timón.
En este grupo de edad comienzan ciertas manifestaciones de
acciones cooperativas entre un niño y otro, en ocasiones comparten
sus juguetes y realizan algunas acciones en pequeños grupos: lanzar
o rodar la pelota en parejas, caminar en grupos pequeños dados de
las manos, girar en parejas, hacer rondas jugando en círculos, etc.
La motricidad del niño, en el período de tres a cuatro años, evoluciona
como sigue: se desplazan caminando, corriendo y saltando en
diferentes direcciones. El desarrollo de la orientación espacial
mayormente lo demuestran al lanzar de diferentes formas y hacia
diferentes puntos de referencia.
En este grupo ya comienzan a atrapar con las dos manos la pelota
que le lanzan rodando y también hacen intentos por capturar la
pelota que le lanzan a corta distancia aunque lo realizan con ayuda
de todo el pecho.
La acción de rodar la pelota se ejecuta en este grupo con mejor
dirección no sólo por el piso, sino también por encima de bancos. Los
lanzamientos se realizan con mayor variedad e inician el golpeo de la
pelota con un pie.
En este grupo la carrera la realizan combinadamente: corren y
caminan, corren y golpean o lanzan objetos; y también cambian la
dirección de la carrera al bordear objetos colocados en el piso, si
estos se encuentran separados unos de otros.
Además de subir y bajar la escalera con mejor coordinación y
continuidad en los movimientos, comienzan a realizar la trepa a un
plano vertical (cuerdas con nudos). Esta trepa la ejecutan con el
cambio de agarre de las manos sin lograr todavía el desplazamiento
de las piernas.
La reptación la realizan por el piso con movimientos alternos de
brazos y piernas, pero aun sin buena coordinación y también la
ejecutan por bancos donde se sostienen de sus bordes y con una
ligera flexión de los brazos, desplazan todo el cuerpo, arrastrándose
por el banco. Ejecutan la cuadrupedia en cuatro puntos de apoyo
(pies y manos) por arriba de bancos y muros pero sin un movimiento
continuo, por lo que se ejecuta descoordinadamente. Cuando realizan
esta acción por las tablas inclinadas o a nivel del piso, recurren
nuevamente al movimiento antecesor de gateo.
Toda la actividad que realizan los infantes, para ser valorada, debe
analizarse sobre los parámetros de la frecuencia, la intensidad y la
duración. Situados en la etapa de la Educación Infantil, considerando
la responsabilidad del equipo educativo sobre el área de la
motricidad, y vista la influencia fundamental para el desarrollo de la
personalidad, resulta imprescindible darles una frecuencia con una
sesión diaria, con una duración de 20 minutos de actividad motriz, y
una intensidad adaptada al umbral de asimilación de los pequeños.
Al comienzo del curso del segundo ciclo de la Educación Infantil, la
valoración de la motricidad se basa en la manifestación motriz sobre 10 pruebas
adecuadas a esta edad: gateo, carrera de frente, carrera lateral, salto desde 50
centímetros, salto con los pies juntos, salto a la pata coja, equilibrio, botar un balón y
cogerlo con dos manos, botar el balón de forma continuada, lanzamiento con una pelota
de tenis. La realización de estas pruebas puede realizarse en el primer trimestre y en el
tercero, para ver la evolución de los educandos.
Objetivos generales para el segundo trimestre.
Capacitar a los niños para crear ideas propias de movimiento.
Potenciarles las sensaciones propioceptivas para estructurar su
esquema corporal.
Lograr una variada y rica manifestación motriz.
Diferenciar diversas partes del cuerpo.
Participar en la clase en colaboración hacia tareas motrices de
llevar, traer, poner, quitar, ordenar, recoger, etc.
Fomentar la colaboración entre niños y niñas, evitando la
discriminación.
Los objetivos referidos a los diferentes componentes del ámbito motor, para este
segundo trimestre, han de ser la continuidad de los planteados en el primer trimestre.
Actividades que llevan a conseguir estos objetivos.
Estas no difieren a las propuestas en el primer trimestre; por ello
mantener el mismo bloque que figura en aquel apartado.
La organización de las sesiones es similar a la del trimestre anterior.
La variación que pueda darse estará en la adaptación a las
capacidades de los pequeños sobre su evolución y aprendizaje.
La valoración de la motricidad en el segundo trimestre ha de ser
hecha con la observación diaria de los maestros sobre los niños. Están
los objetivos de los dos primeros trimestres, la valoración del primero,
y a partir de esas referencias se puede valorar la evolución de los
educandos.
PARVULOS.
A los 3 años la denominada -crisis del desarrollo- da lugar a una
"autonomía" en el niño que antes no existía. La dependencia del
adulto disminuye, lo que no significa que el niño necesite de este. Los
niños comienzan a incorporar nuevas formas de movimiento y los
expresan con mayor independencia, pero como algunos de estos
movimientos no están totalmente logrados (subir y bajar escalones,
saltar desde pequeñas alturas, caminar por planos elevados), el
adulto interviene y en muchos casos con exceso de directividad,
limitando las posibilidades del niño. Este echo muchas veces trae
como resultado conflictos con el pequeño, agudizando más la crisis
del desarrollo mencionada. En este sentido debemos procurar brindar
al niño nuestra confianza y proporcionarle la mayor seguridad posible
en los lugares y objetos donde actúa, sin limitar o interrumpir de
forma brusca sus movimientos. Podemos ofrecerle a los pequeños
diferentes niveles de ayuda cuando lo requieran, y preferentemente
incorporarnos a sus tareas y juegos, no para darles todo el tiempo la
respuesta o solución a las mismas, sino estimulándoles ejecuciones
con esfuerzo propio y brindándoles la suficiente motivación.
En este grupo de edad se destaca también una mayor incidencia del
segundo sistema de señales, pues el lenguaje del niño se enriquece
aumentando el vocabulario y hay una mejor comprensión del lenguaje
del adulto. Este aspecto es considerado en la acción pedagógica, ya
que permite hacer propuestas a los niños para la realización de tareas
motrices y juegos con acompañamiento de frases o palabras en
metáforas, lo que incentiva además la motivación del niño para la
realización de las mismas, ejemplos: Caminar como el perro, saltar
como la pelota. Si además se le sugiere al niño que emita frases o
sonidos que acompañen el movimiento propuesto, se logra un
mejoramiento de su sistema respiratorio en proceso de desarrollo,
pues al pronunciar un sonido, se expulsa con mayor facilidad el
oxigeno, evitando retención del mismo durante la ejecución de
determinado movimiento, facilitando así un mejor ritmo respiratorio.
En la medida que se desarrolla el lenguaje y el pensamiento del niño,
se modifica cualitativamente la comprensión del lenguaje del adulto,
el pequeño no solo comprende sino que comienza a escuchar con
interés (es el período de formación del lenguaje activo). En este
sentido las tareas motrices pueden ser propuestas al niño haciendo
referencia también a partes de su cuerpo y formas de actuar con
estas, ejemplo: caminar apoyando las manos y los pies: como camina
el perro, saltar con las dos piernas imitando el salto de la pelota.
La capacidad de desplazamientos que tiene el niño de este grupo de
edad es una adquisición que aumenta el desarrollo de la orientación.
Esto permite además, incorporar a la tarea propuesta en el ejemplo
anterior, indicaciones que orienten al niño en el espacio: Ejemplo:
caminar apoyando pies y manos (como el perro), hacía adelante,
hacía atrás, a un lado y el otro, Saltar con las dos piernas: como la
pelota, hacía arriba, hacía adelante.
Manipulación
Continuar también los movimientos del período anterior.
Utiliza cubiertos en las comidas.
Practicar el juego de Los cinco lobitos.
Manipular materiales moldeables.
Crear construcciones con materiales que tenga plasticidad.
Garabatear con pinturas de bloque.
Quitar y poner una tapa de rosca.
Abotonar y desabotonar.
Subir y bajar cremalleras grandes.
Ensartar bolas.
Objetivos propios del equilibrio. Que los niños sean capaces de:
Muchos padres, sensibilizados con la importancia del desarrollo de sus hijos, acuden
preocupados a los especialistas cuando sus hijos presentan dificultades de aprendizaje y, en
muchos casos, manifiestan falta de concentración, problemas posturales y conductuales.
Las alteraciones del sistema nervioso en los infantes en esta etapa pueden afectar tanto a la
coordinación gruesa como la fina, el control de la respiración y la postura, etc.
En los casos más habituales, el asunto cardinal consiste en una atención individualizada dentro
del grupo, que conlleve un tratamiento metodológico diferenciado del contenido que se va a
desarrollar.
En las primeras edades, las alteraciones emocionales de los pequeños pueden ser de origen
genético y sociocultural; si no son bien atendidas, pueden desatar trastornos de la conducta en
edades posteriores, que traen como consecuencia dificultades en el aprendizaje.
Las de origen genético generan daños cerebrales que, en la mayoría de los casos, son
provocados por enfermedades de la madre, anomalías, irradiación en el embarazo, lesiones en el
momento del parto y enfermedades que afectan el organismo infantil en el primer año de vida. Las
de origen sociocultural se manifiestan mayormente por cambios bruscos en la vida del menor,
dentro de las que influyen las personas que los cuidan, el no seguimiento apropiado del horario de
vida, y por la poca o mala atención a la niñez en situaciones mantenidas en el tiempo, como puede
ser estimular el temor como medio de socialización, la sobreprotección, las discusiones en
presencia del pequeño, etc.
El contenido general del programa de motricidad para niños con alteraciones emocionales es
similar al que reciben el resto de los educandos; comprende el desarrollo de capacidades
(coordinativas y flexibilidad) y habilidades motrices que favorezcan la percepción y el control del
cuerpo, la ubicación en el tiempo y espacio, así como la ejecución de ejercicios respiratorios y de
relajación que mejoren las funciones orgánicas.
Con relación al tratamiento metodológico que se va a aplicar con estos infantes, se harán
algunas especificidades. Desde las primeras sesiones de actividades, deben determinarse las
particularidades de cada uno de ellos a fin de brindarles una debida atención individual dentro del
grupo.
Las principales particularidades que generalmente se detectan en estos niños son: torpeza
motora gruesa y fina, que les hace caerse con facilidad, tropezar contra los objetos, tener
dificultades para agarrar objetos, estar tensos, rígidos, concentrarse poco, llegar rápido a la
fatiga, estar inquietos, desganados, y se orientan mal en el espacio.
Cuando el niño o la niña manifiesta algunas de estas particularidades, las tareas motrices deben
sugerirse considerando la alteración emocional manifestada, y si esta provoca en un estado de
excitación o de inhibición.
Si, por el contrario, ellos están cohibidos, muy tranquilos, apartados y desinteresados, se
comienza la actividad de una forma más dinámica, elevándose el tono de la voz. En este caso, para
empezar la actividad se realizan desplazamientos por todo el espacio: caminando, corriendo y
saltando de diferentes formas y hacia distintas direcciones.
Los ejercicios de motricidad fina estimulan los pequeños segmentos del cuerpo: cara, manos y
pies. Estos tienen como objetivo básico el control de los pequeños músculos y el desarrollo
psicomotor.
Los ejercicios posturales están dirigidos más directamente a los más tímidos, ya que por sus
características se paran y se sientan encorvados, mantienen la cabeza baja, los brazos
generalmente recogidos y se hace necesario corregir su postura.
Todas estas actividades motrices pueden colaborar de manera eficiente en la solución de tales
alteraciones o problemáticas, pero en sí mismas no son los medios únicos para resolverlas, pues
cualquier situación psicológicamente conflictiva, no solo obedece a factores de tipo interno, sino
que, y de modo particular en la primera infancia, son debido a factores de tipo socioambiental,
fundamentalmente la calidad de la dinámica familiar, el grado en que son satisfechas las
necesidades básicas de los niños, el sistema de interrelaciones personales y sociales, entre otros
muchos.
Pero proporcionan un arsenal de métodos pedagógicos y psicológicos de los que pueden echar
mano los maestros para paliar las problemáticas de sus educandos y, en cierta medida, resolver su
difícil situación emocional.