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Semiología y semiótica en la entrevista clínica

Por Marco Eduardo Murueta

Como lo hizo notar Heidegger, los seres humanos estamos “arrojados” en la


significatividad, para esta especie todo es signo de algo otro, todo aquello que se percibe
tiene uno o varios significados y se interpreta dentro de un contexto. Una vez que se entra
en la significatividad sólo es posible salir de ella con la muerte o el coma profundo. En la
Teoría de la Praxis todo signo o símbolo para mantenerse requiere ser compartido de
manera reiterada. Cuando un signo o símbolo surge como integración de otros signos o
símbolos y no se comparte es efímero. Si un signo o símbolo había sido compartido y se
interrumpe indefinidamente la acción de compartirlo irá diluyéndose gradualmente hasta
desaparecer. Los seres humanos suelen preferir la muerte antes de acercarse demasiado a
la nada, la falta de signos y símbolos que le den estructura al entorno.

A la estructura de signos, el sistema de relaciones entre ellos, que prevalece y da identidad


a una comunidad, a principios del Siglo XX Ferdinand de Saussure le llamó “Lengua”. El
propio Saussure distingue entre signo y símbolo: el signo es “arbitrario”, no tiene una
relación intrínseca con aquello que representa; el sonido de la palabra “agua” en español o
“water” en inglés no tienen una relación implícita con su significado: el líquido
transparente al que se refieren. El símbolo, en cambio, tiene una relación implícita con su
significado, por ejemplo las señales no verbales en las carreteras (curva, gasolinera,
restaurante, etc.).

Saussure, “padre de la lingüística”, propuso incluir a ésta disciplina en una ciencia más
amplia, cercana a la “psicología social”, que estudiara integralmente los procesos de
significatividad tanto de signos como de símbolos a la que denominó “Semiología”, la cual
tenía también antecedentes en Pierce y en algunos filósofos anteriores. Durante el Siglo XX
la nueva ciencia semiológica avanzó mucho a través de autores como Roland Barthes y
Umberto Eco, destacadamente entre muchos otros. Sin embargo, su vínculo con la
psicología ha sido relativamente poco. La semiología se ha ocupado de analizar el
significado de discursos, carteles, anuncios comerciales, fotografías y filmes.

A la semiología también se le ha llamado semiótica por dichos autores, como si ambas


denominaciones fueran sinónimas. Sin embargo, es posible establecer una importante
distinción ente los conceptos de semiología y semiótica. La semiótica debe referirse al
proceso integral de la significación en una comunicación mientras que la semiología sería
el estudio científico de ese proceso de significación. La semiótica ha existido, existe y
existirá en todo proceso de comunicación humana, mientras que la semiología es una
ciencia cuya existencia se inició con la obra de Saussure. Todo lo que existe es semiótico
pero muy pocas expresiones semióticas han sido objeto de estudio semiológico.

La vinculación entre semiología y psicología es cada vez más necesaria y tiene amplias
posibilidades fructíferas. Esa unión es uno de los elementos destacados que constituyen la
Teoría de la Praxis, dado que se concibe a la praxis como toda actividad humana y a ésta
teniendo una dimensión necesariamente semiótica, es decir, interpretando-expresando
signos y significados de manera continua, permanente y total.

En las orientaciones escritas y verbales para la realización de entrevistas psicológicas,


especialmente en el ámbito clínico, suele recomendarse la atención a las señales “no-
verbales” del entrevistado como parte de los elementos a considerar en las conclusiones.
Existen propuestas de códigos de significado no-verbal: si mueve las piernas es símbolo de
ansiedad o nerviosismo que puede asociarse a ciertos temas o preguntas; la forma de
sentarse, el contacto visual, el movimiento de las manos, las gesticulaciones, los
reacomodos en la silla, etc., son observados por el entrevistador como elemento
significativo relacionado con las respuestas del entrevistado.

Además del “lenguaje no-verbal” se sugiere observar la manera de vestir, el tipo de arreglo
del cabello, las joyas que usa, el cuidado de las uñas y manos, la complexión, el contraste
entre edad real y edad aparente y otras dimensiones significativas del entrevistado que
pueden brindar información complementaria a la de sus expresiones verbales. Asimismo,
es posible observar dimensiones semióticas en las propias expresiones verbales: tono e
intensidad de la voz relacionadas con el contenido de lo que habla, estructura sintáctica
(forma de ordenar las palabras), elección de ciertas palabras (suaves, altisonantes,
cariñosas, tajantes, etc.) para describir una situación o proceso vivido, etc.

La capacidad para captar e interpretar las diversas expresiones semióticas durante la


entrevista a una persona requiere de vocación sensible, familiaridad cultural, contexto
compartido, entrenamiento especializado y experiencia profesional; factores que pueden
tener diferentes grados en cada psicoterapeuta y deben ser integrados dentro de un
proceso racional lógico propio del pensamiento científico o formal, para evitar el sesgo
fácil y los juicios precipitados que pueden ser erráticos. La vocación sensible y la capacidad
para captar la dimensión cultural y el contexto del entrevistado pueden desarrollarse en la
medida en que el profesional ha estado en mayor contacto con diversas expresiones
culturales, especialmente las de carácter artístico, así como es conocedor de historias
colectivas e individuales diversas. Es eso lo que permite codificar con más precisión las
dimensiones semióticas antes mencionadas.
Antes de realizar entrevistas clínicas es importante es tener nociones básicas de
semiología y hacer ejercicios y prácticas que familiaricen al profesional con estas
dimensiones.

Denotación y connotación

La semiología ha desarrollado dos conceptos básicos para realizar el análisis de los


significados: denotación y connotación. La denotación se refiere a la descripción estricta y
apegada a las percepciones directas del texto, imagen o sonido cuyo sentido semiótico
pretende ser analizado. La connotación consiste en interpretar lo que ese texto, imagen o
sonido puede significar dentro del contexto en que están siendo expresados por un emisor
y en relación con el contexto en que son captados por uno o varios receptores.

Para la interpretación connotativa es importante captar la sintaxis del mensaje, es decir, la


manera en que cada aspecto del mismo se relaciona con otros; por ejemplo, la posición en
que se encuentra dentro del conjunto de elementos simbólicos que constituyen el
mensaje completo, o bien la manera en que es congruente o no con los demás elementos.

Los semiólogos han trabajado sobre expresiones intencionales de mensajes (textos,


anuncios, fotografías, videos, películas), en los cuales se asume que el emisor desea
expresar algo a través de ellos y que los signos o símbolos son “representantes” de algo
otro. Sin embargo, también es posible aplicar los conceptos de denotación y connotación a
los mensajes no intencionales como pueden ser la precisión o no en la puntualidad, la
manera de saludar, la forma de vestir, la complexión corporal, la gesticulación, la manera
de peinarse, el tipo de joyas que se use o no, los movimientos corporales, el uso de ciertos
tonos de voz y la selección de algunas palabras y no de otras durante la entrevista. Esa
comunicación no intencional que se trasluce en la imagen, las modalidades de la voz y la
manera de actuar de los “pacientes” forma parte de los datos que un entrevistador clínico
toma en cuenta para la integración de sus conclusiones diagnósticas.

Sin embargo, el análisis semiótico no debe incluirse en las concusiones de la entrevista a


través de “corazonadas” o intuiciones simples, es necesario tener en cuenta su carácter
estructural y la rigurosidad lógica para considerarse como semiológico, es decir, científico.
Al igual que las palabras, frases y narraciones del entrevistado, los demás elementos
semióticos deben ser considerados como datos que deben relacionarse de manera integral
para generar hipótesis y verificarlas o desecharlas a través de la exploración clínica
mediante preguntas sistemáticas. El entrevistador no da por concluida la entrevista
mientras haya algún elemento significativo que no encuadre claramente con sus
conclusiones. Por ejemplo: ¿cómo explicar que una persona se queje de carencias
económicas actuales mientras su ropa y sus atuendos reflejan una gran capacidad
económica? O, al revés, dice tener gran solvencia económica y su vestido refleja lo
contrario. Otra persona se queja de no tener tiempo para cumplir con la gran cantidad de
actividades que ha de cumplir cada día, mientras su pelo largo y sedoso y el cuidado de sus
uñas y manos reflejan que dedica muchas horas para ello; otra persona dice ser muy
conservadora y estar demasiado influida por la crítica pero en sus brazos o cuello se
alcanzan a ver tatuajes y tiene pintado el pelo con algún color exótico. Sin descalificar lo
que dice el entrevistado, el entrevistador hace preguntas respetuosas y directas hasta
encontrar la explicación que le resulte convincente. Con todos los datos (verbales y no-
verbales) que el psicoterapeuta haya captado a través de la entrevista, elabora su
diagnóstico y pronóstico para orientar al “paciente” sobre las perspectivas psicológicas y,
con su aprobación, iniciar un proceso de tratamiento psicoterapéutico correspondiente a
esas conclusiones.

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