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EJERCICIOS ESPIRITUALES
DE SAN IGNACIO DE LOYOLA
POR EL
R. P. IGNACIO CASANOVAS, S.
Tomos I y II
COMENTARIO Y EXPLANACIÓN
INTRODUCCIÓN Y DOCUMENTOS
DE LOS
CAPÍTULO
Exercitia Spiritualia, cap. XXI. Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 1096.
sencilla y clara. Las sutilezas en estas materias van
mezcladas de curiosidad y engendran más bien aridez hecho por encargo de la primera Congregación General,
que afectos sólidos en el alma ; cuanta más atención no se preocupa lo más mínimo de esta cuestión, dice
claramente en su segundo, que el gusto y el olfato se
se pone en esas cosas, más fruto se pierde de la medi-
han d de aplicar
apli por vía espiritual : «En la quinta con-
tación. Lo mismo se diga de los sentidos anagógicos,
templación de la segunda semana, en el punto tercero,
más aptos para predicar que para meditar ; por lo cual
que es la aplicación de los sentidos del olfato y del
mejor es evitarlos. Camino es éste más conforme a los gusto, se ha de subir por encima de la imaginación, hasta
Ejercicios de nuestro Padre Ignacio, los cuales, como la razón, considerando la suavidad y dulzura de los do-
sabemos, se apoyan siempre en cosas sólidas, como nes de Dios en el alma santa, que llenan nuestro olfato
son las acciones, las personas y otras cosas pareci- y gusto espiritual ; la imaginación de los olores y sa-
das» 1. bores que perciben el gusto y el olfato corporales, po-
Complicada y difícil es la explicación citada de San drá llevarnos al ejercicio de esos sentidos internos y
Buenaventura, según la cual los sentidos espirituales mentales» 1.
obran por medio de las virtudes teologales. Más sen- El Directorio más cercano a los tiempos de San Ig-
cilla es la exhortación del proemio a la Vida de Jesu- nacio es el del P. Polanco, escrito por los años 1573
cristo, que citan con las siguientes palabras tanto el a 1575, y en él nos habla de lo mismo que los Directo-
P. Gil González Dávila como el Directorio oficial-: rios siguientes admitiendo dos maneras de aplicación
«Si quieres, dice San Buenaventura, sacar provecho de de sentidos: la imaginativa y la mental, dejando a la
estas cosas, hazte presente a lo que se cuenta que hizo prudencia del Director explicar la una o la otra.
y dijo nuestro Señor Jesucristo, como si lo vieses con Éstas son sus palabras : «El quinto ejercicio que es
tus ojos y lo oyeses con tus oídos, con todo el interés
la aplicación de sentidos, o puede entenderse de los sen-
y afecto de tu corazón, con gran detenimiento y com- tidos imaginativos (y así conviene en la meditación de
placencia, abandonando toda otra preocupación y cui- los pocos ejercitados para quienes principalmente se
dado.» proponen estos ejercicios), o de los sentidos de la ra-
El editor de Monumento hace constar, que Ludolfo zón superior o mentales, y así cuadran mejor a los
de Sajonia, el Cartujano, probablemente leido por San proficientes y versados en la vida contemplativa. En-
Ignacio de Loyola, trae unas palabras parecidas a estas tendida en la primera forma, ninguna dificultad hay
de San Buenaventura en el proemio de su Vida de Je- en la mirada imaginaria de las personas con sus cir-
sucristo. Tampoco tienen nada de complicado las si- cunstancias, ni en oír las palabras que hablan, o que
guientes del mismo*** P. Gil González Dávila : «Santo To- convenientemente se juzga que puedan hablan Tampoco
más (ad Philip.; 2º. , lect. .2ª) aplica estos sentidos al en el tacto hay gran dificultad en imaginar que besa-
trato con el Verbo encarnado : ver su luz, oh su sabi- mos la huella que dejan los pies de Cristo o sus vestí;
duría, oler las gracias de su mansedumbre (trahe me **dos; pero si imaginamos besar algo más, la imaginación
post te, etc.), gustar la dulzura de su piedad, tocar su debe ir acompañada de reverencia, como por ejemplo
virtud para salvarnos.» al besar los pies de Cristo, nuestro verdadero y sumo
El P. Diego Mirón que en su primer Directorio, Pontífice (de quien son vicarios Pedro y sus sucesores,
Cris* a los cuales besarnos los pies por tener el lugar de
1 Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 1047, nota.
Cap. XIV, núm. 5. Mo numenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 867, nota.
La prudencia del Director, concluye, dictará hasta donde
to), o bien sus manos, como a nuestro supremo y ver-
dadero Padre, 'Rey y Señor, tal corno aquí los hijos y esas cosas hayan de ser tocadas o explicadas» 1.
súbditos suelen besar las manos de sus padres, reyes Este tímido regateo que observamos, o que fácil-
y señores. En el olfato v en el gusto conviene superar mente se adivina en la serie de testimonios citados y
la imaginación subiendo hasta la razon, considerando que aumenta a medida que los escritores viven más
que los dones de Dios en el alma santa nos recrean con apartados de la época de San Ignacio, nace sin duda
la suavidad de su fragancia, como de cosa ausente; y alguna de su temor al iluminismo que traía entonces
de su gusto, como de cosa presente. Y la imaginación perturbados a muchos espíritus, y al sensualismo, com-
pañero casi inseparable del primero.
de los olores y sabores, que perciben el gusto y el olfato
corporales, nos introduce a ejercitar en estas medita- Les parecía a aquellos Padres que huyendo de los
ciones los sentidos internos de la razón. Si interpreta- sentidos espirituales y acogiéndose a los puramente
rnos la aplicación de sentidos según la doctrina de San imaginarios, evitaban o por lo menos disminuían el peli-
gro de ser acusados de iluminados; cargo que repetidas
Buenaventura (cap. 4 del Itinerarium mentis ni Deum)
entendiéndola de los sentidos mentales pertenecientes a veces se había hecho ya, tanto a los que daban como
la razón superior, se pueden explicar tales sentidos del a los que hacían los Ejercicios 2.
alma en que la imagen de Dios ha sido reformada por En los dos sentidos del gusto y del olfato la difi-
la gracia divina, mediante la fe, la esperanza y la ca- cultad de hallar una solución era mayor, y para esqui-
ridad. Pues creyendo en Cristo por la fe, por Él, como var el peligro, o concedían que al aplicarlos había que
Verbo increado resplandor del Padre y brillo de la luz elevarse por encima de la imaginación hasta el enten-
dimiento, o violentaban algo las palabras de San Igna-
eterna, recupera y ejerce la vista espiritual para con-
cio, diciendo, no lo que él escribió: «oler y gustar con
siderar los resplandores de la misma luz, y de ese mis-
mo Cristo en su verdad. Creyendo en Cristo por la fe el olfato y con el gusto la infinita suavidad y dulzura
como en el Verbo encarnado, que enseña lo tocante a de la divinidad, del ánima y de sus virtudes y de todo,
nuestra salvación y perfección, por él recupera y ejerce según fuere la persona que se contempla» [124], sino
«oler la fragancia del ánima por los dones de Dios,
el oído para percibir sus palabras; y de ese modo Cristo
en su camino. Y cuando por la esperanza suspira por y saborear su dulzura». Esta su alma así perfumada por
los dones de Dios, parece ser la nuestra propia; mien-
recibir a Cristo como al Verbo inspirado, que habita
en nosotros por sus dones y nos invita a mejores caris- tras que San Ignacio se refiere inmediatamente a la
mas y finalmente a la plena fruición de sí mismo, con infinita suavidad y dulzura de la divinidad, del alma
el afecto del deseo y de la esperanza, recupera el hom-
y de las virtudes de Jesucristo.
bre el olfató espiritual, que ejercita corriendo detrás Verdad es que San Ignacio habla claramente de los
de los ungüentos de Cristo, que de este modo es su sentidos de la imaginación [66, 121], pero los actos que
les atribuye, pueden también referirse a los sentidos
es
vida. Uniéndose a Cristo por la caridad como a Verbo
encarnado, cual si percibiese ya sus delicias, gustando,
aun en esta peregrinación, cuán suave es el Señor, recu-
Monumenta Ignatiana, Ser. 2 º, págs. 812 y 813.
pera y ejerce el gusto espiritual. Abrazándole y unién- El P. Gil González Dávila quería enmendar la palabra
dose a Él por puro amor transformativo que no per- perentiscere que la Vulgata usa en el núm. 184***, porque «eo
mite separarse de Él, ni deja pensar ni amar sino a Él, dicendi modo, qui in Hispana illuminati aut*** derelicti vacati
por Él y en Él, recupera y ejerce el tacto espiritual, sunt abutuntur». Monumenta*** Ignatiana , Ser. 2º, Pág. 901.
pirituales, y algunos, como los del olfato y del gusto,
naturalmente han de referirse a ellos. El Directorio de Gregorio, San Bernardo y otros; cuyos dichos larga-
Granada dice explícitamente, que en la aplicación de los mente trae San Buenaventura en el Tratado de los siete
caminos de la e tern idad,
sentidos imaginarios, no entran ni el gusto ni el olfato 1. en el camino sexto» 1.
Con los tres primeros puntos de las tres últimas se- A continuación y declarando cómo ha de hacerse di-
manas de los Ejercicios se podría cumplir muy bien cha aplicación de sentidos añade: «Es un modo, más
usando sólo los sentidos de la imaginación, pero cla- de contemplación que de meditación; porque la
ramente se apartaría esto de la intención del Santo, que meditación discurre de una cosa en otra buscando verda-
des escondidas, como hasta aquí e ha hecho; pero la
quiere que se apliquen las tres potencias espirituales del co ntemp lació n es una
alma, y así lo declara manifiestamente con las palabras: vista sencilla de la verdad, sin
variedad de discursos, con grandes afectos de admira-
mirar, contemplar, advertir, considerar, de que se vale
ción y amor; y como regularmente se alcanza después
para explicar el modo como se debe cumplir con estos de la meditación, así después de haber meditado estos
puntos [11 4-116]. ¿Quién no -ve el parecido substan- misterios de Cristo nuestro Señor, es bien dar otra vez
cial que tiene todo esto con los dos primeros puntos de vuelta sobre cada uno con este modo de contemplación
la aplicación de sentidos? afectuosa, que llamamos aplicación de. sentidos; porque
Toda esta materia de la aplicación de sentidos la así como los sentidos perciben sus objetos, y se delei-
expone muy bien el P. Lapuente. Primeramente pone tan y saborean en ellos, así en esta contemplación los
en seguro el fundamento psicológico de la existencia de
los sentidos espirituales y dice: «Así como el cuerpo sentidos interiores del alma, que son sus mismas poten-
tiene sus cinco sentidos exteriores con que percibe las cias interiores, con la variedad de sus actos sin nuevos
cosas visibles y deleitables de esta vida y toma expe- discursos, presuponiendo los que se han hecho en otros
riencia de ellas, así el espíritu, con sus potencias de tiempos, perciben estas verdades y sacan de ellas afec-
entendimiento y voluntad, tiene cinco actos interiores, tos maravillosos de devoción, previniéndolo nuestro
proporcionados a estos sentidos, que llamamos, ver, Señor con su especial gracia, sin la cual no acertaremos
oír, oler, gustar y tocar espiritualmente, con los cua- a entrar en tal modo de contemplación.»
les percibe las cosas invisibles y deleitables de Dios, y Posteriormente, aplicando la doctrina de San Bue-
toma experiencia de ellas. De donde nace la noticia o naventura y perfeccionándola, dice que esos sentidos
espirituales del alma, potencias naturales suyas, son
conocimiento experimental de Dios, que excede incom-
ayudados sobrenaturalmente por las virtudes infusas
parablemente a todos los conocimientos que proceden cuando se aplican a contemplar los misterios de
de nuestros discursos; así corno se conoce mucho mejor la fe 2.
la dulzura de la miel gustando un poco de ella, que
Demos por. terminada esta digresión histórica y pa-
haciendo grandes discursos para conocerla. Y así por
semos a declarar la práctica de la aplicación de sen-
estas experiencias se alcanza la Teología mística, que tidos, con las palabras y el espíritu de San Ignacio.
es la sabiduría y ciencia sabrosa de Dios; la cual se
Consiste este último ejercicio en aplicar a los mis-
alcanza por medio de estos cinco sentidos interiores de
los cuales hacen mucha mención la Sagrada Escritura, terios que se contemplan los cinco sentidos internos de
y los Santos Padres, especialmente San Agustín, San modo parecido a lo que hacemos con los sentidos ex-
dél amor divino por el camino de la abnegación y de la querer y libertad para que su divina majestad , a sí de
victoria sobre las pasiones, sin exponerlas a las ilusiones su persona como de todo lo que tiene, se sirva confrme
sutiles del orgullo.» a su santísima voluntad** Esto se ha de conseguir nece-
sariamente, y quien de hecho no tenga
Monumenta Monumenta, Ser. 2º, págs. 962-965. sdemjanfitczporl,sen
puede adelante; y si le pareciese cosa imposiblle
de adquirir, sería más conveniente variar entonces de
plan y darle una simple acomodación de los Ejercicios.
Materia. -- Compónenla, las veinte anotaciones [1-20-
], el Título del libro [21], el Prosupuesto [22], el
Principio y Fundamento [23], el Examen particu-
acciones. Esto último se logra de ordinario, llevando
lar [24-31], el Examen general [32-34] y la Confesión muchas veces a la oración para meditarlo despacio ese
general [44]* Materia toda ella, rica, abundante y va- Principio y Fundamento,, como oportunamente lo ex-
riada que suave y provechosamente puede entretener pondremos**
la reflexión atenta del ejercitante despertando en su
Documentos. – San Ignacio para la preparación da
alma el espíritu que San Ignacio desea en los que co-
documentos, no ejercicios de meditación o contempla-
mienzan los Ejercicios** Podrá añadirse a la materia
dicha** alguno de los Tres modos de orar, con preferen- ción, exceptuando lo dicho acerca del Principio y Fun-
damento** Los documentos son muy diversos los unos
cia el primero** de- los otros, las anotaciones se dirigen principalmente
Forma** — La forma de proponer al ejercitante esta al entendimiento y los exámenes, como documentos
materia es la propia de todos los documentos, a sa-
ber: exposición de la misma, hecha por el Director, y .prácticos, van más directamente a la voluntad** Los prác-
reflexión por parte del ejercitante. La oración se re- ticos. piden una ejecución inmediata, fiel y que vaya in**
duce durante todo este tiempo a las siguientes prácticas formada por el espíritu propio de los Ejercicios.
Distribución. — Ha de abarcar la víspera misma de
generales: santa misa, horas litúrgicas, rezos privados los E j ercicios y dar a las últimas*** horas de ese día el
y práctica de alguno de los Tres modos de orar. El
tono de seriedad de quien se aleja
ejercitante, claro es, debe acudir a Dios y tratar con Él
el asunto de sus disposiciones internas, tarea en la que pasa acercarse mas a Dios. De esta primera noche de
debe ayudarle el Director y no dejarlo hasta que aquél Ejercicios habla con gran solemnidad el tercer Direc-
torio ignaciano, conservando reminíscencias de la noche
haga con toda verdad el ofrecimiento de la anotación
que pasó el Santo en Montserrat velando sus nuevas
quinta** armas espírituales. «La noche, dice, que se recogiere,
El Principio y Fundamento pide consideración apar- no ha de bazar otra cosa, salvo que se prepare y dis-
te, como lo exigen lo profundo de la materia que con ponga con oración a hazer dichos exercicios perfecta**
tiene y su gran trascendencia en el resto de los Ejer- mente y como noble caballero de Cristo» 1**
cicios** Lo incluimos en la parte destinada a la prepa- - De un modo especial debe procurar el ejercitante
ración, pero no quiere decir esto que carezca de ulterior ad aptarse en todo a las condiciones que pide San
ordenación** Se puede proponer, bien compo documento,
Ignacio.Éstdel,xrnasuydeo
bien como materia de oración. En el primer caso, su interno otras** Vamos a exponer las dos de un modo
lugar propio es inmediatamente después del título de p
los Ejercicios, puesto que en él se nos enseña el orden ráctico, empezando por las externas, mas propi as que
que debe presidir en toda nuestra vida** las otras para la tarde que precede a los Ejercicios**
Cada uno ordena su vida conforme al criterio que Entre las condiciones externas, la primera a que se
del orden tiene formado y para todos es cosa evidente, refiere San Ignacio es el sitio adonde debe retirarse la
que San Ignacio en el Principio y Fundamento nos persona que entra en Ejercicios. Lo mejor y más con-
v
proporciona una fórmula de orden muy levantado y ex- eniente es que cambie de casa y se recoja en otra a
P r opósito y lo más apartada posible [20]. Si tal mu-
celso, que debe conocer perfectamente el ejercitante des-
danza no fuera factible, déjese al menos la habitación
de el primer momento** or
Pero no se crea que es lo mismo conocer bien este dinaria que nos habla de ocupación y preocupaciones
criterio** y tenerlo ya vivo en el alma dictando de hecho
las normas a que deben conformarse todas nuestras Monumenta*** Ignatiana, Ser. 2º pág. 789.
de ínundo y búsquese otra, disponiéndola de manera
que ayude y favorezca el recogimiento** cosas a la vez, debe dársele la distribución del tiempo,
Ha de estar en nuestra mano poder regular la luz fijando en ella la hora de levantarse y acostarse, se-
ñalando lo que se ha de hacer en las restantes horas
y obscuridad de la habitación, como más convenga para
del día y cuidando de que los tiempos destinados a la
los fines espirituales [79]** Se ha de poder estar de pie**
oración y a los exámenes, aparezcan como distribucio-
sentado, arrodillado, postrado o si conviene paseán-
nes de la mayor importancia. Conforme a lo que San
dose [77]** Facilidad para ir al templo a oír misa y Ignacio manda en diferentes p artes de los Ejercicios,
asistir a vísperas, disponiendo para ello de los libros se debe procurar por todos los medios que las siguien-
necesarios [20]. Debe estar bien señalado el lugar donde tes horas de ejercicios espirituales, queden del todo ase-
se ha de hacer la oración [75] y no ha de faltar el guradas**
librito del examen particular [28]** Tampoco pueden
faltar los instrumentos de penitencia que se crean con- A medianoche
venientes [85-86]**
Supone San Ignacio que el ejercitante traerá su Una hora de oración y un cuarto de hora de examen**
libro o cuaderno donde poder tornar notas que le con- (Si se hacen los cinco ejercicios.)
venga guardar. Así lo hacia él; lo mismo exige la ter-
cera manera de hacer elección como lo indica clara-
Por la mañana
mente el segundo Directorio ignaciano con las siguientes
palabras: :Podrá avisarse al ejercitante que escriba sus Después de vísperas, una hora de oración y un
pensamientos y mociones» 1. cuarto de hora de examen**
El trato y conversación del ejercitante ha de ser con
muy pocas personas, cuantas menos mejor, limitán- Misa
dose en esto a lo que pide la urbanidad [8]** Negocios Después de misa, una hora de oración y un cuarto
y solicitud de cosas terrenas, deben desaparecer** En de hora de examen**
sentir de San Ignacio, el Director es la única persona Media hora de instrucción o lectura de documentos.
con quien de ordinario tratará el ejercitante, y para Antes de comer, un cuarto de hora de examen gene-
estas conversaciones debe determinarse de antemano el ral y particular,
sitio y la hora** En ellas el ejercitante debe darle cuco-
ta fielmente de cómo practica todo lo referente a los
Ejercicios, de las consolaciones, desolaciones [6] y de! Vísperas Por la tarde
las dificultades internas que se le ofrezcan [9]. Si no
es para confesarse con él, ninguna necesidad hay de Después de levantarse, una hora de oración y un
que le declare o cuente sus pecados, pero debe mani- cuarto de hora de examen**
festarle el efecto que los Ejercidos producen en su Antes de cenar, una hora de oración y un cuarto de
alma [r7]. hora de examen**
La misma víspera de Ejercicios, o mejor tal vez al Antes de acostarse, un cuarto de hora de examen
día siguiente para no fatigar al ejercitante con tantas general y particular**
Las horas que la distribución deja libres, pueden
Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, pág. 784. repartirse en atender a lo que la vida corporal pide, cui-
dando en esto de no quitar al sueño el tiempo conve-
niente [84], en ratos de suave y descansada considera** verdades resentes, como si , todo se acabara allí, mor**
[*c1ión064],elturasbcogid
e n devo- tificando a curiosidad de querer saber lo que vendrá
ciones, en descanso y en conversación y . trato con el La después [11].
Director** tercera, que no se deje llevar de apresuramiento
Éste es un plan o distribución general que, según las ni ansiedad en querer resolver antes
semanas y aun según los días de una misma semana, **blemas particulares» [14].
puede modificarse siguiendo las indicaciones particula- La cuarta, que abra su corazón con el Director en
res que en este punto se hagan** Tiene San Ignacio sumo todo lo concerniente a Ejercicios, pero sin que éste re**
interés en que se guarde fielmente la distribución y para presente el papel de intermediario entre su alma y
lograrlo, manda que durante todo el tiempo de Ejerci- Dios [15].
cios se lleve examen particular sobre esta guarda [90]** La quinta es entrar en comunicación directa con
Por nada se debe acortar el tiempo destinado a la ora- ypesDtroSiañ lncmudeor[15]
ción, para que el espíritu quede plenamente satisfecho esto que purifique todas sus intenciones allí donde se
de haber cumplido en esto con toda fidelidad [12] ; si sienta inclinado a una parte, y que si advierte en sí la
le acometiese la tentación de acortarlo, alárguelo enton- presencia de alguna afección desordenada, vaya al extre-
ces un poco más [13]** Hay que entrar con firme pro- mo opuesto ayudándose para ello de la oración y del
pósito de hacerlo todo bien** afecto [16].
La penitencia corporal es muy conveniente, y una La sexta y principal es entrar en Ejercicios con un
vez explicadas las diez adiciones, deben tomarse en este firme deseo de no contentarse con cualquier cosa, sino
punto las disposiciones oportunas, siguiendo el con- con una determinación de adelantar cuanto
sejo del Director** Se puede hacer penitencia en la co- [ipfb2l0e]uyncoasgrtd z
mida, en el dormir y castigando el cuerpo dándole do- corazón para darse del todo a Dios [5]. El mismo San
lor [83-83]** Lo que en esto se haga, debe estar bien Ignacio nos proporciona la fórmula de un breve ofre-
determinado y conforme a prudencia, observando fiel- címiento, repítiéndolo entre día durante todo el tiempo
mente lo establecido y modificándolo según las adver- que dure la preparación**
tencias de San Ignacio y del Director** Estas cosas crean Una palabra sobre la distribución del primer día de
a los Ejercicios un ambiente propicio al que San Igna- esta preparación. Quiere San Ignacio que las cosas se
cio atribuye una importancia extraordinaria. Las hagan todas con suavidad ; ateniéndonos pues al espí
disposiciones internas del ejercitante piden, sin embargo, rito*** del Santo, este primer día, el ejercitante se levan-
un cuidado más atento y delicado que todas esas cosas tará a la hora de costumbre, y la meditación de la medía-
exteriores** noche será mejor inaugurarla con los ejercicios serios de
La* * primera disposición interna del ejercitante debe la primera semana** Las cuatro horas de oración du-
ser, colocarse en una perfecta serenidad v paz de es- rante el día, pueden suplirse con otros cuatro actos de
píritu, con grandes deseos de hallar la verdad***, reci- co nsideración sobre materias que el Director las crea
biendo sin prevención de ninguna clase cuan gatoseprn -más convenientes, atendida la disposición de cada per-
* su consideración y desterrando de sí toda ca
a , sona** En general podrán atenerse a las s i guientes nor-
vilación y el prurito de disputar [22]. mas:
La segunda es ocuparse de lleno y solamente de las
La media hora dedicada a la instrucción, puede em-
Primera hora plearse exponiendo el examen particular [24-31 y el
Fin de los Ejercicios y disposiciones con que se debe modo de hacer el general [43], empezando a dedarar
entrar en ellos** El fin general se halla expuesto en el m que en parte es la
título del libro [2i] y en la primera anotación [I]** -Las (**
* mter*)lczi
ad eesteúltimo[32-44] que en parte es la misma del primer modo de orar, y pide más largas ex
disposiciones generales están en las anotaciones quinta plicaciones. Éstas se pueden simplificar valiéndose del
y dieciséis principalmente y lo referente a la fidelidad algún libro que contenga un sumario sobre los manda**
en los ejercicios, en las anotaciones II, 12, 13, 17 y 20. mientos de la ley de Dios y de la Iglesia y sobre las
Nuestro comentario acerca de estos documentos pro- obligaciones del propio estado**
porciona materia oportuna para los puntos de la con-
sideración.
Segunda hora
El Director expondrá la primera mitad del Principio
y Fundamento hasta que quede del todo clara y bien
fundamentada la norma perfecta del orden, que por
voluntad de San Ignacio debe tener siempre delante
el ejercitante durante la tarea de ordenar su vida. Éste
debe ir repasando después las ideas expuestas y debe
repetir el ofrecimiento pidiendo al Señor gracia para
hacer los Ejercicios con el mayor provecho posible**
Tercera hora
Exposición hecha por el Director, de la segunda mi-
tad del Principio y Fundamento, de modo que ponga
de manifiesto la extensión y las cualidades de la indi-
ferencia, que según la mente de San Ignacio, se debe
conseguir en los Ejercicios a todo trance. El ejercitante
debe repasar después estas ideas por toda la hora y
acabar como en la anterior**
Cuarta hora
Puede ejercitarse en alguno de los tres modos de
orar [238-26o] : por ejemplo en el primero acerca de
los mandamientos, o bien en el tercero aprendiendo a
rezar con toda devoción el Padrenuestro, el Avemaría
y el Anima Christi, oraciones las tres muy apreciadas por
San Ignacio y de uso frecuentisimo en los Ejercicios.
señalada en el libro para esta semana, lean la nota
puesta en el número 71 de la versión Vulgata latina de
la que hablamos en el prólogo de la explanación de las
Meditaciones de la 1ª semana (tomo III); y allí encon-
trarán la explicación satisfactoria** Pero esta nota debe
entenderse bien**
CAPÍTULO II El segundo Directorio ignaciano dice, que se pueden
proponer los ejercicios de la muerte, etc**, «si son nece-
DIRECTORIO DE LA PRIMERA SEMANA sarios para hallar lo que se busca; a saber, dolor, etc**,
pero que si bastan para esto los cinco ejercicios
anterios,y calostr»1.
Recordemos de nuevo las cinco cosas que breve- El tercer Directorio inspirado por el mismo San Ig-
mente se declaran en nuestro Directorio, a saber : fin, nado dice, que la materia de la muerte. etc., es más
materia, forma, documentos, y distribución de los Ejer- propia de los que entran en Ejercicios poco dispues-
tos 2 y a este mismo caso parece referirse lo que acon-
cicios**
La anotación primera [1] 1 y el título del libro [21] 2, seja el Directorio oficial: «hace rarissime omittenda
declaran el fin general de los Ejercicios y en la ora- videntur***» Ep3.lrofinque,SaIgsc
ción preparatoria de cada ejercicio, se renueva el de- ha de perder nnuca de vista y con él como regla hemos
seo de alcanzar este fin. El fin propio de la primera 1 de ordenar éstas y las demás cosas. Aquí como en n i n-
semana es conocer, detestar y enmendar lo que hay en guna parte está en su punto el dicho del Santo : «no el
nuestras acciones de pecado contra la ley divina y -mucho saber harta v satisface al ánima, más el sentir y
gustar de las cosas internamente» [2]**
de desorden interno contra el fin para que somos cria-
dos [4, 55, 57], y además sentir la predilección que Forma de la primera semana** San Ignacio en esta
con nosotros ha tenido Jesucristo librándonos de las semana aplica, o al menos menciona, todas las formas
penas merecidas por nuestros pecados, habiendo sido de oración contenidas en los Ejercicios: Meditación,
C ontemplación, Repetición, Resumen, Aplicación de
justamente condenados otros muchos, por menos peca-
dos que nosotros [53, 65, 71]** Convendría leer la decla- sentimientos y Tres modos de orar.
ración de este fin 3 y la del título de los Ejercicios k Antes de practicar cualquiera de estos ejercicios,
La Materia de la primera semana son los pecados y debe el Director explicar brevemente la forma propia
las penas con que éstos son castigados** Precede a es- y peculiar de él, y para ello puede valerse de la expli*
tas meditaciones la consideración del Principio y Fun- ción que dimos en la primera parte de este volumen 4.
4 ylpF.EunedaPrm*iotcb
damento que es la regla esencial del orden, muy nece**
saria para conocer la fealdad y malicia del pecado. ma del que ya hemos hecho mención en el Directorio
de la Preparación s y que declararemos más aún al final
A quienes les narezca poca la materia expresamente
Monumenta Ignatiana, Ser.784. 5,pág2º784.
Cír. supra, págs** 108-114** Ibíd., pág. 791.
2 Infra. págs. 331-336. -' 3 Cap** XV, n.
Cfr** 117-200**
3 Supra, págs. 114-119**
Infra, págs** 331-336** Véase pág** 207**
del presente. Este lugar es a propósito para insistir en
**rio se hallará en la III parte de este tomo o en el si-
lo que dijimos en el capítulo V de la primera parte, guiente:
es decir, que la oración mental en sus diversas formas
Anotaciones*** [ 1-20].
es el centro de los Ejercicios de San Ignacio 1 . La ma- Título [21]**
teria en esta semana, corno ya hemos dicho, es corta Prosupuesto*** [22].
y la documentación como diremos ahora** es copiosa** Principio y Fundamento [23]**
Pero ahí están las largas horas de oración, que descu- Examen particular [24-31]**
brirán el sentido de todas las cosas y sabrán conver- Examen general [32-43]**
tirlas en vida espiritual del ejercitante** Confesión general [44]**
Documentos**— Aparte de los que pertenecen a la- Adiciones [73-903**
Preparación 2 , hay para la primera semana los siguien- Primeras reglas de discreción de espíritus [313-327]**
tes: Addiciones [73-87], Notas [88-90], las Primeras- Asimismo pueden ser temas convenientes de instruc-
reglas de discreción de espíritus [ 3 13-327], y las Reglas ción o de lectura, los siguientes:
para sentir y entender escrúpulos [ 3 45-351]** Documen Fin general de los Ejercicios: explanado en este mis-
tación, como se ve, abundante, y más si se la compara mo volumen, parte 1ª , c. IV, I.
con la reducida materia de la oración** Fin de la primera semana : Ibídem, II**
Los documentos pueden darse o bien de un modo Formas de oración enseñadas por San Ignacio: Ibí-
teórico declarándolos metódicamente, o bien dem, c** V, IV**
enseñando la manera de usarlos cuando se ofrece Entre los ejercicios y documentos de esta primera
una ocasión oportuna. Lo más práctico es hacerlo de semana, intercala San Ignacio las siguientes notas de
las dos maneras, empezando por la teoría para que Directorio:
así se entienda mejor el documento** San Ignacio, por Acerca de la oración preparatoria 31. preámbulos,
ejemplo, nos da seguidas todas las Adiciones [73-9o],
dice: «Ante todas contemplaciones o meditaciones, se
documento importantísimo de cuya observancia depen** deben hacer siempre la oración preparatoria sin mu-
de en gran parte el fruto de los Ejercicios; pero la darse y los dos preámbulos ya dichos, algunas veces
práctica de las mismas la va inculcando por medio de múdanse según subiecta materia» [49]..
notas esparcidas por todo el libro y que componen una Tratándose en particular de la composición de lu-
especie de Directorio** gar, distingue la meditación visible de la invisible:
La explicación metódica de los documentos, suele «Aquí es de notar que en la contemplación o medita-
hacerse durante la media hora que precede al examen ción visible, así como, contemplar a Christo nuestro Se-
del mediodía, tiempo destinado en la distribución gene- ñor el cual es visible, la composición será ver con la
ral a la instrucción dada por el Director o a la lectura vista de la imaginación el lugar corpóreo donde se ha-
particular del ejercitante** Para facilitar el que esa dis- lla la cosa que quiero contemplar** Digo el lugar cor-
tribución se cumpla provechosamente, daremos ahora póreo así como un templo o monte, donde se halla Jcsu
la lista de todos los documentos dados o indicados por Christo o Nuestra Señora, según lo que quiero contem-
San Ignacio para toda esta semana y cuyo comenta- plar** En la invisible, como es aquí de los pecados, la
composición será ver con la vista imaginativa y consi-
Véanse págs. 149-153** derar******» (una forma corpórea que cause un efecto pare-
Págs** 295-384. cido a la cosa invisible) [47]**
na que se exercita, para hacer los cinco exercicios o
Se fija el Santo en la petición y la declara de un menos» [72]**
modo especial advirtiendo de nuevo que ella es «lo que Distribución de la semana** Es éste el punto más obs-
quiero y deseo» ; es decir, que en la petición está en- curo y difícil del Directorio de la primera semana, por:
I
cerrado el fruto que pretendo sacar de la meditación que en el libro de San Ignacio queda esto bastante más
o contemplación. «La demanda ha de ser según sub- indeterminado que en las otras tres** En éstas se hace
iecta materia, es a saber, si la contemplación es de la distribución de los días y de los ejercicios que tocan
resurrección, demandar gozo con Christo gozoso; si es a cada día, pero hablando de la primera, se señalan
de pasión, demandar pena, lágrimas, y tormento con para ella cinco ejercicios y no se dice una sola palabra
Christo atormentado» [48]** acerca de los días que ha de durar** San Ignacio no nos
También explica el coloquio con que se acaba la da explícitamente la razón de semejante determinación,
oración. Las disposiciones en que se encuentra nues- pero podemos deducirla con probabilidad suficiente**
tra alma pueden ser muy diversas, pero siempre halla- En primer lugar, aqui todo depende de las disposi-
remos en Dios lo que ese nuestro estado actual nece- **ciones en que está el ejercitante al entrar en Ejercicios,
site** Y en esto consiste el coloquio, en acertar a dar y según ellas sean, se habrá de alargar o acortar la
con esa relación existente entre Dios y el estado de mi preparación** Además se deben examinar y atender los
alma y partiendo de ahí, en entablar una tres puntos esenciales declarados por San Ignacio
comuniaóít Él*LspabrdeSnIgcios cuando dice: «como acaesce que en la primera sema-
éstas «El coloquio se hace propriamente hablando así na unos son más tardos para hallar lo que buscan, es
como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor, a saber : contrición, dolor, lágrimas por sus pecados ;
cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose asimismo como unos sean más diligentes que otros, y
por algún mal hecho, cuándo comunicando sus co- más agitados o probados de diversos spíritus; requié-
sas y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater rese algunas veces acortar la semana y otras veces
noster***» [54]. alargarla» [4].
Finalmente nos avisa, ahora por vez primera, de lo En lo dicho por San Ignacio hallamos ya tres nue-
que repetirá otras muchas para que nos demos perfec- vas causas de aquella indeterminación, a saber : la faci-
ta cuenta de la gran importancia que le atribuye : «El lidad o dificultad por parte del ejercitante en alcanzar
examen particular se haga para quitar defectos y ne- o no el fin propio de esta semana, su diligencia perso-
gligencias sobre ejercicios y addiciones; y así en nal y los estorbos que pone el enemigo** Ateniéndose
la 2ª***,ªs3eman»[9y0].4 el Santo a estas razones, encierra toda la materia de
Las distribuciones son dos : una la de las horas del meditación en cinco ejercicios que presentan la forma
día y otra la de los días de la semana** Hablando de la di stribución que suele darse para un día, y por lo
primera de ellas, dice San Ignacio : demás da libertad al Director para determinar los días
«Nota** El primer exercicio se hará a la mediano- que ha de durar la semana.
che ; el 2**° luego en levantándose a la mañana; el 3 **° an- Todavía nos queda otra dificultad y es, que la nota
tes o después de la misa, finalmente que sea antes de (in*mdezícla*)rqSutosenlúmr72.pac
comer ; el 4**° a la hora de vísperas; el 5**° una hora s cinco ejercicios por él señalados, se han de hacer
antes de cenar** Esta repetición de horas, más o menas, todos en un solo día** Los antiguos Directorios asi i n-
siempre entiendo en todas las cuatro semanas; según terpretaron este punto e igual criterio sigue el Direc**
* la edad, disposición y temperatura ayuda a la perso-
torio oficial'. Por lo tanto, en este sistema cíclico cada ejercicio con sus repeticiones y aplicación de sentidos**
día de la semana se repetirían los mismos cinco ejer- Entre estas materias incluirnos también el Principio y
cicios, poniendo siempre en ello mayor intensidad** Fundamento** La primera semana, queda, pues, distri-
. En sentir del P** Miró 2 , es ésta al parecer la úni- buida en seis días** El que prefiera seguir el método
ca manera admitida por San Ignacio, y así rechaza el cíclico dando cada día toda la materia de los cinco ejer-
método de dar para cada día un solo ejercicio con sus cicios, puede hacerlo sin la menor dificultad**
repeticiones, como se hace en las otras semanas 3 . Pero Al determinar la distribución que se haya de dar a
el tercer Directorio ignaciano hace suya la interpreta- la primera semana, no se eche en olvido que a ella
ción rechazada por el P** Miró, y después de su explica- pertenece la confesión general como uno de sus ejer-
ción sobre la preparación que debe tener el ejercitante cicios propios** Dice el segundo Directorio ignaciano:
y decir cómo se le ha de proponer a éste el Principio «Mientras esté preparando el ejercitante su confesión
y Fundamento y otros documentos** añade: «El primer general, no debe ocuparse en otros ejercicios que no
día, darle el primer ejercicio [45-53] con cuatro repe- sirvan para ella» '. Y el primer Directorio: «Los que
ticiones, y tras él luego darle las diez adiciones que se tienen mucho deseo de passar adelante para determinar
ponen para hacer bien los exercicios [73-90]; y el se- de su estado, después que acabaren su confesión gene-
gundo, el segundo día [55-61], y el tercero, el tercero ral, aquel día y el que se comunicaren, pueden dexarse
día [62-63] con repeticiones, etc** Pero si fuese persona, reposar hasta la mañana siguiente sin darles exercicio
como dicho es, espiritual y que hubiese llorado sus pe- ninguno a modo de ejercicio, aunque alguna cosa lige-
cados** etc**, se pueden dar todos en brevísimo tiempo****** ra podría dárseles, como los Mandamientos de la ley
Cuando se diere sólo un ejercicio cada día, puédele de Dios» (el primer modo de orar) 2 . Este día de des-
compartir que haga un puncto o más en cada hora, canso al fin de la primera semana, lo aconsejan todos
con una o dos repeticiones, todo junto******» Y el relator los Directorios**
de ese Directorio acaba diciendo: «Conviene que el que Principio y Fundamento** —Recogiendo y a la vez
dé los ejercicios guarde la orden de ellos, que importa confirmando las ideas expuestas en otros lugares, dare-
mucho, y a mí guando los daba me fué assí recomen- mos ahora un Directorio del Principio y Fundamento
dado de nuestro Padre; porque de otra manera hará dedicándole una exposición más amplia que a los otros
muchos errores y el ejercitante non hará el provecho puntos, atendiendo a la grar importancia que tiene den-
que conviene, como se parece por experiencia» 4** tro de los Ejercicios**
Creemos necesario adoptar en esta nuestra obra uno Dijimos ya que el Principio y Fundamento puede
de los dos sistemas que se disputan el pensamiento de proponerse, bien como documento bien como ejercicio
San Ignacio y nos ha parecido que lo mejor era guar- de meditación o contemplación** Tomado en el primero
dar una norma semejante a lo que se hace en las otras de los dos significados, lo expondremos entre los docu-
semanas, y así damos como materia para cada día, un mentos de la Preparación a los Ejercicios dando así
a conocer la ley del orden y la indiferencia necesaria
Cap** XIV, I** Véase también el Directorio de Granada, para ordenar nuestra vida como lo exige el título del
Monumenta Ignatiana, Ser. 2ª, pág. 953. libro
expo* de los Ejercicios. Sin ese documento y su
2 Los antiguos documentos españoles lo llaman Mirón y
los portugueses mima**
Ibíd.. pág. 854; 855, not. b; 860, not. Monumenta Ignatiana, Ser.2º,pág.784.
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, págs. 791-793. Ibíd., pág. 780.
sición. andaríamos desorientados o nos tendríamos que de los Ejercicios y que dirigiéndose éstos no a la inte-
contentar con una ley del orden, ordinaria y muy infe- ligencia solamente, sino a todas las potencias del hom-
rior a la propuesta por San Ignacio** bre, es muy conveniente que todas ellas lo conozcan a
Merced a este documento sabemos que el fin para fondo y se lo asimilen, no tan sólo con la fuerza que nos
que hemos sido creados es la regla por la que deben prestan nuestras operaciones naturales, sino con aquella
guiarse tanto nuestro amor a las cosas corno la elección penetración superior y con aquella luz y fuerza que na-
que de las mismas hayamos de hacer** Pero esto, tanto cen de la contemplación** No hay ejercicio espiritual
cuanto; es decir, que se debe buscar lo que nos lleva alguno que en punto a eficacia pueda compararse con
al fin y hemos de rechazar lo que de él nos aparta; que la oración, por cuyo motivo es para San Ignacio el
lo que más nos acerca al fin, debe preferirse a lo que,
ejr¬ciotíp anmsi.
menos, y que en todo esto solamente han de intervenir Por consiguiente, si el Santo Autor de los Ejerci-
un deseo y una elección, ambos ordenados: «solamente
cios nos acostumbra y obliga a llevar a la contemplación
deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el
todas las grandes verdades no una, sino repetidas ve-
fin que somos criados». Lo demás es cosa desordenada.
Sabempos también que para poder poner en práctica - ces y bajo tantas y tan variadas formas, ¿dejará de
esta regla de orden, es necesaria una labor anterior que ser una cosa muy conforme con su modo de pensar,
nos haga indiferentes con una indiferencia de voluntad**
de inclinación y de afección que quite de nosotros todas
las afeccíones desordenadas**
Expuesto el Principio y Fundamento como docu-
mento en el que vamos a buscar la ley del orden, el
entendimiento no se distrae con las muchas y profundas
verdades que corno chispas saltan de cada una de las
palabras del mismo, sino que va directamente en busca
de la conclusión final que ciertamente es de una lógica
rigurosa** Y sin ningún género de duda hay que hacerlo
así, ya que el querer detenerse desde los principios en
analizarlo y meditarlo todo minuciosamente, podría ser
en perjuicio de lo principal**
Por este camino venimos en conocimiento de la ley
del orden y de la indiferencia y si se tratara tan sólo
de conocer estas dos cosas, podríamos dar por termi-
nada la consideración del Principio y Fundamento can
el análisis del mismo, llevado a cabo en la preparación
de los Ejercicios 1.
Pero se da el caso, de que en el Principio y Fun**
damento está encerrado nada menos que el fin general
La manera práctica de cumplir con estos llamados La tercera forma es la aplicación de sentidos; he
puntos formales, deben entenderse bien 1. aquí el texto:
Después de la oración preparatoria y de los tres preám-
1 El P** Gil González Dávila en nota al Directoria de 1591, bulos, aprovecha el pasar de los cinco sentidos de la imagi-
dice de este contemplar por personas, palabras y obras: «Non nación por la 1ª y 2ª contemplación de la manera siguiente:
ita accipiendum est ut prius omnes personas, deinde omnia dicta,
postremo omnia facta separatim expendatur, sic enim confude-
rentur puncta meditationis, sed demostratum est quo in singulis transeat ad aliud, et idem in en faciat (Monumenta Ignatiana,
punctis dirigi debeat meditantis intentio, ut nempe cogitet perso-
nas et dicta et actiones quae occurrunt in uno punto, deinde Ser. 2º, pág. 1047, nota).
Ibíd., pág. 961.
El primer puncto es ver las personas con la vista imagi- Tal ejercicio está propuesto bajo la forma de una
nativa meditando y contemplando en particular sus circuns- parábola, pero entiéndase que lo esencial de la pará-
tancias y sacando algún provecho de la vista** bola, lo mismo en este caso que en los otros dos simi-
El 2º: oír con el oído lo que hablan o pueden hablar, lares de esta misma semana, el de las Banderas y el
y refietiendo en sí mismo, sacar de lo algún provecho. de los Binarios, es su aplicación y que lo demás es
El 3º: oler y gustar con el olfato y con el gusto la infi- cosa meramente accidental** San Ignacio escogió las
nita suavidad y dulzura de la divinidad, del ánima y de sus parábolas que le parecieron las más eficaces atendida
virtudes y de todo, según fuere la persona que se contem- la disposición de su espíritu y la de sus contemporá-
pla, refietiendo en sí mismo y sacando provecho dello**
El 4.°: tocar con el tacto, así como abrazar y besar los neos; y tales que, en su espíritu fundamental, tienen
lugares donde las tales personas pisan y se asientan, siempre realmente una fuerza siempre duradera; pero por otro
procurando sacar provecho dello** lado, tampoco puede negarse que algunas de las cir-
Acabarse ha con un coloquio como en la primera y se- cunstancias accidentales de las mismas, hayan perdido
gunda contemplación y con un Peter noster [121-126]** para con algunas personas toda, o por lo menos gran
parte de su eficacia.
Distribución. — Hablaremos primero de la En este último caso. el Director obrará cuerdamente
distribución de la semana, que comprende un preámbulo o día cambiando esa parte accidental de la parábola de la
de preparación, y dos partes bien determinadas. manera que crea más oportuna, pero sin perder nunca
El preámbulo tiene un solo día, casi de descanso, de vista la necesidad de emplear una comparación de
pues en él sólo se hacen dos horas de oración, como tales condiciones, que tanto objetivamente por la impor-
reza la siguiente nota: tancia trascendental de la empresa, como subjetivamente
por la calidad moral y lo atractivo de la persona que
Este exercicio se hará dos veces al día, es a saber : a la hace el llamamiento, despierte el máximo interés en el
mañana en levantándose y a una hora antes de comer o de
cenar [99***]. espíritu del ejercitante,
Aquí lo importante y lo substancial es, que Jesucris-
Para estas dos horas de oración, el ejercicio es el to, con quien nos une inseparablemente el serle nosotros
mismo el llamado del Reino de Cristo o del deuorstanvidoempral
Reytmporal.quvinsecomPrpiy como aletcmornquis*,d a
loFudneamsgtó,ioambéndel y a la victoria sobre nuestros enemigos internos; fines
tercera y cuarta, puesto que en él se nos enseña el es que constituyen el único y verdadero problema de la
píritu con que debemos contemplarla vida de Jesucristo vida.
En esta contemplación se nos presenta Jesucristo A continuación 'del preámbulo vienen las dos partes
proponiéndonos su vida como modelo el más perfecto en que está dividida la semana. La primera parte abar-
de la santidad puesta en práctica y manifestándonos ca los cuatro primeros días y es la preparación de*** las
además, que los ejemplos de esa su vida nos los da elecciones [101-157] ; la segunda comprende los otros
expresamente a nosotros para que aprendamos de ello: ocho, donde están las elecciones [158-189]. En el actual
a vencer a nuestros enemigos. Y justamente lo propio*** Directorio trataremos solamente de lo que toca a la
de los ejercicios que se siguen a continuación del Reino primera parte o en general a toda la semana, dejando
de Cristo, está en entender bien ese intento de Jesucris para su propio Directorio lo correspondiente a la
tu y en contemplar su vida sin perderlo nunca de vista segunda parte.
La primera parte comprende los misterios desde la
de la visitación de Nuestra Señora a sancta Elisabet , los
infancia de Jesús hasta la vida en la casa de Nazaret, pastores, la circuncisión del Niño Jesús, y los tres reyes, y
incluida la subida del Niño Dios al Templo. El intento así de otros; y si abreviar, aun quitar de los que están
de San Ignacio es dar lugrar a una contemplación de puestos; porque esto es dar una introducción y modo para
gran intimidad, paz y dulzura y a la vez después mejor y más cumplidamente contemplar [162].
nerdlvació.DosgmteñlaSnoprcdu
de los tres primeros días, con cinco ejercicios o medi- Por último señala las modificaciones que hay que
taciones cada uno, como claramente lo dice en la si- hacer en las adiciones ya explicadas en la primera se- )
guiente nota donde hace la distribución de las horas mana :
del día primero: En esta segunda semana, en todas las diez addiciones, que
El primer ejercicio de la Encarnación se hará a la media- se dixeron en la primera semana, se han de mudar la 2Y,
noche; el 2° en amanesciendo; el 3º a la hora de misa; la 6ª, la 7ª y en parte la 10ª.
el 4º a la hora de vísperas, y el 5º antes de la hora de En la segunda será luego en despertándome poner en-
cenar, estando por espacio de una hora, en cada uno de los frente de mí la contemplación que tengo de hacer, deseando
cinco ejercicios; y la misma orden se llevará en todo lo más' conoscer el Verbo eterno encarnado para más le servir
siguiente [128]. seguir.
Y la 6ª será traer en memoria freqüentemente la vida y
En estos días concede San Ignacio algún alivio como! misterios de Christo nuestro Señor, comenzando de su encar-
lo dejó escrito en estas otras dos notas: nación hasta el lugar o misterio que voy contemplando.
Y la 7. 8 será que tanto se debe guardar en tener obscu-
Es de advertir que si la persona que hace los exereicios ridad o claridad, usar de buenos temporales o diversos.
es viejo o débil, o aunque fuerte, si de la 1ª semana ha quanta sintiere que le puede aprovechar y ayudar para ha-
quedado en alguna manera débil, es mejor que en esta se- llar lo que desea la persona que se ejercita.
gunda semana a lo menos algunas veces no se levantando Y en 10**a addición el que se exercita se debe haber según
a medianoche, hacer a la mañana una contemplación y otra
los misterios que contempla; porque algunos piden peniten-
a la hora de missa, y otra antes de comer, y sobre ellas una cia, y otros no, de manera que se hagan todas las diez addi-
repetición a la hora de vísperas, y después el traer de los ciones con mucho cuidado [1301.
sentidos antes de cenar [129]. En todos los ejercicios, dempto en el de la medianoche y
Algunas veces aprovecha, aunque el que se ejercita sea en el de la mañana, se tomará el equivalente de la 2ª addi-
recio y dispuesto, el mudarse desde este 2º día hasta el 4° ción, de la manera que se sigue: luego en acordándome que
inclusive para mejor hallar lo que desea, tomando sola una es hora del exercicio que tengo de hacer, antes que me vaya,
contemplación en amaneciendo, y otra a la hora de missa, poniendo delante de mí adónde voy y delante de quién, re-
y repetir sobre ellas a la hora de vísperas, y traer los sen- sumiendo un poco el ejercicio que tengo de hacer, y des-
tidos antes de cena [133]. pués haciendo la 3. 8 addición. entraré en el exercicio [131].
También da libertad para alargar o acortar la se**
mana, según sea el fruto que en ella va sacando el ejer- / Documentos.— De las reglas que pone San Ignacio
citante : al final del libro de los Ejercicios, corresponden a esta,
segunda semana las de «mayor discreción de espíri**
En las contemplaciones desta segunda semana, según que tus» [328-336] ; pero la documentación principal de la
cada uno quiere poner tiempo o según que se aprovechare, misma, o sea la referente a las elecciones, es propia i
puede alongar o abreviar. Si alongar, tomando los misterios de la segunda parte 1169-189]
otros se quiere servir su divina majestad; y así para al-
guna introducción dello, en el primer ejercicio siguiente ve-
remos la intención de Cristo nuestro Señor, y por el con-
trario la del enemigo de natura humana, y cómo nos
deb¬mosipnrave fciónqualerstdo
vida que Dios nuestro Señor nos diere para elegir [135***].
CAPÍTULO IV Y dicho esto, entremos ya en las elecciones.
.Constan éstas de materia v forma. La materia son
DIRECTORIO DEL DÍA CUARTO las cosas que se someten a elección; la forma de elegir y comprende: -
DE LA SEGUNDA SEMANA nera de elegir y comprende: el estado de nuestro espí**
INTRODUCCIÓN A LAS ELECCIONES ritu, el tiempo y el modo práctico de hacer la elección.
La materia principal es el estado o modo de vida
que se ha de elegir. San Ignacio propone como ejm*
El cuarto día de la segunda semana es de una im- de estado o clases de vida, dos que en materia de
plo
portancia capital por las dos cosas absolutamente elección pueden t omarse como fundamentales (las va*
necesarias*** que San Ignacio pretende sacar de él. Es la riaciones accidentales de los mismos no ofrecen nin *
primera, un conocimiento de la verdadera doctrina de guna dificultad) y son: vida de familia el uno y el otro
la santidad y un sentirse el hombre llamado por Jesu- vida totalmente consagrada al puro servicio de Dios
cristo a esa santidad. obligación familiar alguna. Nuestro Señor Jesucri*
La segunda, el examen que hemos de hacer de nues- to enlas meditaciones anteriores, ha dado ya ejemplo de
tra voluntad para ver cómo se ajusta ella a ese conoci- estos dos estados; del primero en su vida de Na-
miento adquirido y con qué resolución responde a dichc zaret, y del segundo cuando dejando a sus padres, se
llamamiento. Equedó
l en el Templo.
Téngase en . cuenta que esas dos cosas no son un e j ercitante, a medida que va contemplando estos
fin, sino simplemente una introducción al acto central días la vida de Jesucristo, ha de ir pensando en qué
de los Ejercicios, que son las elecciones. Así lo declara vida o estado se quiere servir de él su divina majestad,
San Ignacio en el preámbulo que sirve de entrada a ju ntando con la investigación la petición al Señor. Para
este cuarto día. **
ir seguro, ha de partir de la siguiente verdad funda
mental, a saber: que le es del todo necesario armarse
PREÁMBULO PARA CONSIDERAR ESTADOS
de una firme resolución de ser perfecto en cualquiera de
los estados que elija y que debe tratar de conocer muy
Ya considerado el ejemplo que Cristo nuestro Señor bien la manera de disponerse para conseguirlo.
A
nos ha dado para el primer estado, que es en custodia de los
mandamientos, siendo él en obediencia a sus padres; asi-
y
Págs. 149-206.
Eph S Eph es. , 5, 13***.
ción. Si Dios se digna premiar el esfuerzo del discurso es decir, a la oración a la cierto modo(**mezcla**) resentación ante Dios
con alguna gracia del segundo o del tercer tiempo del cierto modo, que esto, en es
Elección, lo más fácil será que la conceda en la ora_ * deconverti * *eltercertiempo,qu s
,eslnutro e
ción (c. 3o, n. 3-5). gundo o en el primero que son los de Dios. La sana
Para que de nuestra parte no falte nada a fin de y buena Elección, o se hace en la oración, o en ella
mover a Dios a concedernos la gracia de la consolación se afianza y confirma obteniendo del Señor el senti-
que confirme y eleve el trabajo que ponemos en con** miento de que la acepta y se complace en ella (c. 32,
siderar y discurrir, el alma ha*deprocu,nl n. 1-4).
oración ya también fuera de ella, ponerse sencilla y El Director por su parte debe dar su conformidad al
totalmente en la presencia de Dios, presentándole la Elección del ejercitante. Si ve que ésta se ha rea**
tambiénlercotadlión,moque lizado en las debidas disposiciones y siguiendo las nor**
pregunta al Señor cuál sea su voluntad y espera de él mas trazadas par San Ignacio, asegúrele que lo elegido
una respuesta que le deje sentir su asentimiento y com- es la pura voluntad de Dios y esto para siempre. Pero
placencia divinas (ibid., n. 6). si el ejercitante no ha sido del todo fiel y en su Elección
Si la Elección se hace por el tercer tiempo, hay que ha influido alguna afección desordenada o alguna alu-
evitarle al ejercitante a todo trance la fatiga, el tedio cinación, no lo exaspere por ello, pero tampoco le dé
y el desaliento nacidos de la dificultad de la materia y seguridad de haber acertado. Dígale, que tal vez otro
del cansancio físico y moral, mayormente si sobrevienen día verá con mayor claridad y firmeza la voluntad
además desolaciones y ataques del enemigo. Cuesta mu- divina.
cho levantar un corazón desengañado y caído. Asimismo Esto realmente puede suceder. Por las condiciones
deben tenerse en cuenta las debilidades espirituales del de la materia de la Elección, y de un modo particular
ejercitante y sus resistencias a la gracia, sin espantarse por el temperamento del ejercitante y por su estado
por ellas; antes imitando la magnanimidad de Dios, hay en el punto de elegir, puede asaltarle a éste alguna pre-
que soportar con suavidad y gran esperanza las lenti- ocupación o apoderarse de él el ahogo y la fatiga que
tudes de la naturaleza y de la gracia (c. 31, n. 4-5). con el tiempo se desvanecen, y entonces se ven más
A veces el Espíritu Santo mueve las almas a. que claras las verdaderas razones que dan los Ejercicios
confirmen la Elección con voto. El Director no tome (c. 33, n. 1-3).
jamás en esto la iniciativa ni se empeñe en ello; antes
ponga freno sobre todo a los temperamentos vehemen**
tes y poco estables. No presente tampoco dificultades
insuperables, si la Elección ha sido tranquila, hecha con
madurez y acompañada de ciertos indicios que dejen
ver la voluntad de Dios; porque en semejantes casos
el voto puede ser un arma excelente para vencer las
resistencias de la carne, del mundo y del demonio, y
un cerrar la puerta a las posibles vacilaciones del enten-
dimiento o del sentimiento (ibíd., n. 6).
Debe dársele*** gran importancia al último punto de
los dos modos de hacer Elección en el tercer tiempo;
cristo. Una vez, pues, que hayamos repasado en paz
y con todo fervor los seis capítulos de la primera se-
mana anotados en el Directorio de la segunda 1 , aña-
diremos los seis siguientes, resumen de la semana an-
terior :
I. Jesucristo con sus palabras, obras y su misma
CAPÍTULO VII persona, me ha dado a conocer claramente lo que debo
hacer por Él. Él es el camino, la verdady2.Slavid
DIRECTORIO DE LA TERCERA SEMANA yo no voseo esa vida sobrenatura l , permanezco en la
muerte; si la tengo. es ya mía la vida eterna. Debo así-
milarme su doctrina, sus ejemplos y su misma persona
El mecanismo externo de los Ejercicios, a medida por la vía del conocimiento, del amor y de la imitación;
que se va adelantando en ellos, necesita menos ejpli- en eso está la verdadera contemplación de la vida del
caciones, pues con el uso diario de los mismos el ejer- Redentor, en saber sacar de ella esa asimilación [104].
citante se acostumbra a todas las prácticas ordenadas II. En este proceso hay diferentes grados: desde[
por San Ignacio. No sucede lo mismo con el alma de los que «se hacen el sordo», pasando por los que «ofrc
los Ejercicios que consiste principalmente en su fin, el cen sus personas al trabajo», hasta los que «más s-
cual cada vez recibe mayor cantidad de luz y aparece quieren affectar v señalar en todo servicio de su re
mejor y más claramente definido. Por esta razón cree- eterno y señor universal». Estos terceros son los que
mos necesario declarar los cinco puntos ordinarios del «no solamente ofrecen sus personas al trabajo, mas au
Directorio una vez que el ejercitante haya renovado haciendo contra su propia sensualidad y contra su amo
las buenas disposiciones con la recapitulación de las carnal y mundano, hacen oblaciones de mayor estima
adquiridas en la segunda semana. Y mayor momento» porque «quieren y desean y es st
Recapitulación.— En los comienzos de la segunda determinación deliberada de imitar a Jesucristo en pa
semana recapitulamos los pasos más notables de la sar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza as,
primera, y movidos de las mismas razones, haremos lo actual como espiritual» [97-98]. Entre éstos he querido
mismo ahora con los de la primera y segunda. Pero yo ser contado ofreciéndome de todas maneras al Eter
adviértase que éste no es un repaso especulativo a caza no Señor de todas las cosas.
de principios teóricos para sacar una conclusión tam- III. Jesucristo ha hecho de la pobreza y de la hu-
bién teórica, sino de los principios de la vida eterna mildad el centro de sus enseñanzas: las ha convertido
que vivimos ahora por nuestro Señor Je s ucristo con el en su «bandera» dándomelas como escalones que me
_designio de que esa vida en nosotros sea llena, real y lleven a todas las virtudes. Yo he pedido a la Virgen
verdadera. Santísima, al mismo Jesucristo y al Padre celestial,
La recapitulación, por lo tanto, consi stirá en poner como una gracia muy singular, «ser recibido debaxo de
de nuevo nuestro espíritu en aquel mismo estado de su bandera, primero en summa pobreza espiritual, y si
fervor que tuvo en aquellos pasos, valiéndonos del pro- su divina majestad fuere servido y me quisiere elegir
cedimiento de la reflexión que San Ignacio nos ha en-
señado y nos ha hecho practicar en todos los puntos de 1 Pág. 227,
las contemplaciones de la vida de nuestro Señor Jesu** Joan., 14, 6.
y rescibir, no menos en la pobreza actual; 2° en
Dios viniese derecho a mis afecciones desordena
sar opprobrios y injurias por más en ellas le imi** das[169],porque«tngds mialnfrutos
tan [147]. Más aún, he examinado esta mi vo
luntad, notablesymupciDonestrSñ»[174].
le he aplicado para probarla toda clase de reactivos, He buscado la voluntad divina en la disposición de mi
incluso los de la más cruda realidad, y he visto que era ¡ida [1] siguiendo los tiempos y modos que me ha
hasta tal punto ver dadera, que «siendo igual al enseñado San Ignacio y estoy cierto de haber hallado
y gloria de la divina majestad, por imitar y parecer abanza .
a voluntad divina, porque «Dios ha movido mi volun-
más actualmente a Cristo nuestro Señor, quiero y tad y ha puesto en mi ánima lo que yo debo hacer para
elijo más pobreza con Cristo pobre que riqueza, nás alabanza y gloria suya» [180], y se ha dignado
opprobrios con Christo lleno de ellos que honores. y deseo más «rescibir y confirmar mi elección» [183].
de ser estimado por vano y loco por Christo que pri- VI. Desfilan por mi memoria la fortaleza de Jesu**
mero fué tenido por tal, que por sabio ni prudente en C risto al separarse de su Santa Madre para ocuparse'
este mundo» [167]. de las cosas de su Padre celestial; su magnanimidad{
(**mezcla**). Esa vida de Jesucristo la he vivido en en abandonar pan siempre Nazaret para entrar de
compañía suya, de la Virgen Santísma y de San José, «ha- lleno en la vida apostólica; el amor ardiente con que
ci endome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirando entra en Jerusalén, acabado ya su ministerio de predi-
los, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, cación y rodeado del triunfo del Domingo de Ramos,
como si presente me hallase, con todo acatamiento y porque ve que en lo alto del Calvario le espera la Cruz
reverenda posible» [114]. He gustado las infinitas donde consumará el holocausto de su vida, a gloria de:
ternuras de Belén, las amarguras crueles de Egipto, la Dios y por la salvación del mundo.
paz profundísima de Nazaret y las renuncias, fatigas A su imitación, me siento desligado de todas las
y contradicciones del apostolado. «He considerado el cosas de la tierra, enamorado por amor su yo de
exemplo que Christo nuestro Señor nos ha dado para la pobreza y de la humildad dispuesto a trabajar por la
el primer estado, que es en custodia de los mandamien- gloria divina y deseoso de subir con Jesucristo al Cal
tos, siendo él en obediencia a sus padres; y asimismo vario y con Él clavarme en la cruz. Con semejante es-
para el 2.° que es de perfección evangélica, quando que- tado de ánimo entro en la tercera semana de mis Ejer-
dó en el templo dejando a su padre adoptivo y a su cicios, y como en las anteriores con grandes ansias de
madre natural, por vacar en puro servicio de su Padre «aprovechar todo lo posible» [20].
eternal» [135 ], pidiendo y suplicando al Señor que se En resumen; me parece que me he metido dentro del
dignase manifestarme en qué estado o clase de vida me mismo Jesucristo, merced a un conocimiento interno, a
quería, porque el fin de mis Ejercicios es «buscar y ha- un amor íntimo, a tina imitación mu y perfecto* hasta
llar la voluntad divina en la disposición de mi vida para por un sentimient o profundo de unidad de persona, que
la salud del ánima» [i]. me hace una misma cosa con Él, como lo son el sar-
V. Llegada la hora de hacer mi elección hice lo miento y la vid 1 y como los miembros constituyen un
posible para que fuera «sana y buena» [175], «sincera solo cuerpo. Parece que toda mi vida no pueda tener
y bien ordenada» [174], «no llegando a carne ni 4 ya otro ser que el mismo de Jesucristo.
inundo» [173], «sin affecciones desordenadas» [ 1 72]; *Fin.
Joan., — El fin de esta tercera semana lo hemos expli
«no ordenando ni trayendo el fin al medio, mas el me
dio al fin» ; yendo derecho a Dios, y no queriendo que 15
**cado anteriormente 1, pero queremos recordar otra vez la vida por Jesucristo. Las cartas de San Ignacio de
las mismas ideas. Antioquía, están llenas de expresiones parecidas.
Jesucristo es nuestra única vida y su deseo es que Nuestro Padre San Ignacio solía decir, que en las
sea vida llena. La existencia de esa vida en nosotros cárceles de Alcalá no había tantas cadenas como las
presupone necesariamente nuestra muerte; paradoja que él deseaba llevar por amor de Jesucristo. Cuando
evangélica cuya explicación la hallamos en el Apóstol! en Italia le quitaron los vestidos y lo llevaron por me-
San Pablo cuando escribe: «Estoy clavado en la cruz dio de un campamento entre burlas y acusado de es-
con Jesucristo : vivo yo, pero no soy yo quien vive, sino pionaje, cuando lo atropellaron en la Tierra Santa por
que Jesucristo vive ea mí. La vida que vivo es vida de haber dado rienda suelta a la devoción y cuando en la
fe en el Hijo de Dios que se ha entregado por mí» 2. ciudad de Barcelona lo dejaron medio muerto por
Palabras misteriosas ciertamente, pero que llegan a ser sa¬lir en defensa de la honestidad y recogimiento de un
en las almas santas una verdadera y profunda realidad. 'monasterio, le parecía hallarse en medio de los miste-
Fácilmente se ve que aquí se habla de la vida sobre- rios de la pasión cuando Jesucristo era acusado, escar-
natural y de la muerte natural y que por lo mismo no necido y atormentado.
ejiste la menor contradicción. La sobrenatural es la La razón más profunda de este misterio nos la da
crucifixión de la natural, con Jesucristo y en Jesucris- el Apóstol cuando dice: «completo en mi cuerpo lo que,
to: «Los que son de Jesucristo han crucificado su carne falta a las penas de Jesucristo para su cuerpo, que es
con los vicios y concupiscencias 3 . La muerte natural la Iglesia» Así entendidas las cosas, nuestra pasión
es cosa visible para todos, la vida sobrenatural no la y muerte son la muerte y pasión de Nuestro Señor Je-
ve mundo y sólo a Dios es manifiesta. «Estáis muer- sucristo. La obradora de tan grande maravilla, es la
tos y vuestra vida está escondida con Christo en Dios.» caridad. La de Dios entregó su Hijo a la muerte por
Este misterio durará hasta la última y definitiva mani- nosotros 2 ; la nuestra hace que nos entreguemos a la,
festación de Jesucristo. «Cuando aparezca Jesucristo, muerte por Dios 3.
amor a Cristo, nos
vida nuestra, apareceréis vosotros con Él en la gloria» 4. Cuando es muy encendido nuestro
La cosa más natural es, que conociendo el alma este hace sentir en lo íntimo de la conciencia y casi
misterio se lance enamorada a la cruz para ser cruci- euxntrid*aspvmyle,rtcon
ficada con Jesucristo. De sí mismo dice San Pablo : nuestro Redentor** La fragua que a imenta ese gran
«Estoy lleno de consolación, reboso de gozo en todas fuego de amor, es pr i ncipalmente la pasión y muerte
mis tribulaciones» 5 . La muerte para él es un ideal : de Jesucristo.
«Mi vivir es Cristo, el morir es una ganancia» 6 . San En la pasión, la caridad, como dice San Pablo, nos'
Francisco Javier al emprender una expedición en la «espolea» «ponderando que por todos murió uno ; que
que le va la vida, no acierta a dar otra razón de su murió por todos para que los que viven, ya no vivan
hay
manera de obrar, que la necesidad que siente de dar para sí sino para el que murió por todos» 4 . No
c osa que mejor nos haga sentir esta unidad moral de
Págs. 133-141.
• Gal., 2, 19-20.
• Gal., 5, 24. • CoL, 24.
• Col., 3, 3-4. • J on, 3, M-
• 2 Cor.. 7, 4. I Rom.., 8, 36.
Phil.,12 4 2º Co r ., 5, 14, 15.
persona que la gracia produce entre Jesucristo y nos: tio debemos contentarnos con pedírselo al Señor, sino
otros, como el padecer y morir con Él. En la misrnt me además en el cuarto punto formal de todas las con-
vida humana, lo que más íntimamente une a las almas. Snerei±,...).„_ fl empeño en.ip,_
es, sufrir los mismos dolores y morir la misma muerte, emplaciones, hem c
practicarles. ‘ El 4.° considerar lo que Christo
por amor. La convicción de los mártires era ésta: que, nuestro Señor padesce en la humanidad o quiere pa-
morían en Jesucristo y que Jesucristo moría en elloti lescer, según el paso que se contempla; y aquí co-
Así se lo dijo Santa Felicitas a sus verdugos.
neazar con mucha fuerz,a v .,,esforzarme a doler, instar
Todo este misterio lo había vivido San Ignacio y em así trabaxando sor Íos otróLaurztó.5,....que,....5e
esta tercera semana quiere introducir en él al ejerci- y llorar,
(595}. Este doloroso esfuerzo se ha de comen-
tante'** «Lo proprio de demandar en la passión es dolar
zar al cumplir por la mañana con la segunda adición:
con Christo doloroso, quebranto con Christo quebranta- asiorzándeme mientras me levanto y me visto en en-
do, lágrimas, pena interna de tana pena que Christo
tristecerme y dolerme de tanto dolor y de tanto pades-
passó por mí» [203]. Ésta es la peticíón de la tercera cer de Christo nuestro Señor» 1 . 2061** En ningún otro'
semana y en ella está contenido el fruto que buscamos, lugar de los Ejercicios usa San Ignacio de tanta energía
de palabras para expresar el sentimiento que quien ei
j Es admirable el sentimiento de íntima y total incorpora- provocar. «Los otros punctos que se siguen» son i
ción con la persona de Jesucristo que el P. Jerónimo Nadal
manifiesta en sus apuntes espirituales. Permítasenos co piar &II al 5. 0 : considerar cómo la divinidad se esconde, es a
dos párrafos siquiera sabes, cómo podría destruir a sus enemigos, y no lo
cAccipe atque exerce diligenter uniones guara, tibi gratificas': hace, y cómo deja padescer la sacratísima humanidad
tur spiritus Domini ad Christurn Jesurn atque ejus percutías,
ut segtiatin spkigu ,, te ser ejus intellectura intelligere, per ve- tan crudelísimarnente » [19.6]. De suerte que la causa
luntatern veije, per rnemoriam recordari. taturnque te et esse Ultima y la más verdadera de sus pikeiziSut°son
vi d ere,, et operan, non in te sed in avisto " haec est hojas teras Te-
sns enemigos, sino aquella voluntad santísima de
poris perfecto sun-una, v i rtus divina, admirabilis sumitasss (Epist ara lozrarlo, oculta la
P. Nadal, IV, pág. 97).
<Horno interius constituendus, qui venos est haud dable guara di vinidad 4:i.±uede impesír tou) J.:SarnaE0
exterior. Is creatus est a ,Deo in Christo; hojas est caput Chri- quiere que -hagamos nuestra esa vóruntadsa ntísima de
stus; atque adeo Christus est hominis intersi et caput et corpus, risto, como lo dice en el sexto punto g el sexto
Jesuc
considerar cómo todo esto palece29/mis pecados, y
ut ecclesiae. In Christo enim est et principiar omnis spiritualis
operationis, et operario simul omnis, et subetantia, et censas, et qué debo -o hacer r - St4,„agjelaz [5973**
vita. In bac capite viget intellectus, et rejuntas, et memoria Jesucristo»;
intellectualís in spiritu, tum sensus interni in codea/. spiritu. Sed acer y padecer por Jesucristo y con
Itnitá est homo perfectas, ubi nihil inferioresa hominem, qui caro he ahí el fin y fruto de la tercera semana, que excede
est, sequitur, et haec inferiora nihil interturbant; quod rarunn sobremanera al de las anteriores. A la pobreza y a la
est in bac rnortalitate. Sensum harem cesan huno habuit quidam humillación propias de la segunda semana, añadiremos
(el misma 1'. Nadal); videbatur videre animan; creandarn a
Deo, ut inocentíae statu fuerat creata, spl gididam. divina elu-
en ésta el dolor, tercer clavo de la cruz de Jesucristo;
dan-1 luce ac dosis naturalibus illustrem tus inmergí ac conta- pero dolor que dure usque od mortent, mortem eutein
et hunc
minara et colligari hac corruptione canje. Hinc, ubi contendit crucis', hasta la muerte en cruz, por Jesucristo,
ad illam lucen et libertatem, Dei gratia in Christo fit, ut con- crucifizzon 2.
stituatur horno interior, qui solos sit toturn hominem gubernatu-
rus** Frie -cero sentitur in luce quadam spirítus et sernos quasi
Christum induamus tata anima et corpore tate, virtutemque ipsius ' Phil., 2, 8.
omni ex parte sentiamus» (Iba, págs. 709 7r0). 2 r.a Cor., 2, 2.
Si el ejercitante ha hecho ya su elección en la se- tro Señor Jesucristo, son la materia de la tercera se-
gunda semana, como lo supone San Ignacio, o si la mana. San Ignacio señala para cada día dos misterios,
La aplazado por especiales dificultades que el caso a pero indica otras combinaciones para los que quieran
las veces ofrece; puesto que en los Ejercicios típicos alargarla o acortarla [209***]. En la lista de los misterios
se trata «de buscar y hallar la voluntad divina en la que pone al final, encierra toda la pasión en diez con-
disposición de su vida para la salud del ánima» [I], templaciones [289-2981. Sea cualquiera la duración de
-o lo que es lo mismo de «que su divina majestad, así la semana., recomienda el Santo que se emplee un dial
de su persona como de todo lo que tiene, se sirva con- en contemplar junta toda la pasión [209],
forme a su santísima voluntad» [5]; es muy fácil que declaránostudeqlosprmne
en esta tercera semana se reproduzcan las dificultades hagan perder de vista la grandiosidad del conjunto,
de la segunda; las de la elección por ejemplo, o las de como tampoco quiere que los padecimientos externos
la ejecución de la misma, a veces más dura y difici** :de Jesucristo nos entretengan tanto, que lleguen a ce-
que aquélla. Entonces habrá llegado la hora de «hacer rrarnos el paso para poder penetrar en el interior de
y padecer». su persona y llegar hasta su voluntad santísima que
San Ignacio conoce la dificultad que esto encierra y «quiere padescer» [195] y hasta la misma «Divinidad
echa mano de los grandes recursos de la segunda se- que se esconde, es a saber, cómo podría destruir a sus
mana, o sea de los tres coloquios de las banderas y de enemigos, y no lo hace, y cómo dexa padescer la
los binarios, «con la nota que se sigue a los binarios», sacratísima humanidad tan crudelisimamente» [196].
que es el mayor esfuerzo espiritual de los Ejercicios. El designio San Ignacio es, que el ejercitante
Quiere el Santo que el ejercitante ponga en juego todos tenga muy presentes en su contemplación todos los
esos medios y con la mayor intensidad posible «según trabajos y dolores de Jesucristo; que se mueva a sí mismo
subiecta materia, es a saber, según que me hallo tentado «a dolor y a pena y quebranto, trayendo en memoria
o consolado, y según que deseo haber una virtud o otra, frecuente los trabajos, fatigas y dolores de Cristo
según que quiero disponer de mí a una parte o otra, se- nuestro Señor, que pasó desde el puncto que nasció
gún que quiero dolerme o gozarme de la cosa que con- hasta el misterio de la passión en que al presente se
templo, finalmente pidiendo aquello que más efficaz- halla» [206]; que en cada paso contemple, no sólo lo
mente cerca algunas cosas particulares desseo» [199]. que ahora padece el Señor, sino además «lo que quiere
El Santo quiere anticiparse a las grandes crisis que" padecer» [195] y que por remate de la semana. dedique
pueden presentarse después de los heroicos esfuerzos un día a contemplar de una vez toda la pasión [208].
que ha sostenido la voluntad, y avisa que el remedio Forma. — Tres son en esta tercera semana las
no está en dar un paso atrás, sino al contrario en abra- formas de oración: contemplación
zarse resueltamente con el padecer usque ad mortem, A los puntos ya sabidos de personas,
mrtem autem crucis, sin querer saber otra cosa que a pa¬lbrsyoeñdncajriotse
Jesucristo et hunc crucifixum. Quien así «se une con muy eficaces.
Jesucristo, es corno dice San Pablo, un solo espíritu
con El» 1. El 40 : considerar lo que Christo nuestro Señor padeces
en la humanidad o quiere padescer, según el paso que se
— La pasión, muerte y sepultura de contempla; y aqui comenzar con mucha fuerza y esforzame-
a doler, tristar y llorar, y así trabajando por les otros
nues** Con, 6, 17. puntos que que se siguen, [195].
Qué energía de palabras tan maravillosa! La tes [53], pero ahora me debo preguntar: ¿qué he de
**luntad del Santo es, que en la pasión de nuestro Se hacer y que he de padecer por Él? Es evidente el pro-
ñor nos entreguemos totalmente y sin reservas al doler, pósito de San Ignacio de que renovemos en este punto
Hemos de contemplar todas y cada una de las penas los grandes afectos de la meditación de los pecados.
que padece y las que quiere padecer, como si fueran pro- Como ya lo hemos advertido, el Santo quiere que
pias nuestras; y esto no ya por la consideración, sino el ejercitante tenga, siempre a mano, las grandes armas
sintiéndolas en nosotros mismos, pues formamos una de los tres coloquios para valerse de ellas cuando lo
sola persona con Jesucristo. pida la necesidad.
El 5º: considerar cómo la Divinidad se esconde, es a Nota. — «Es de advertir, como antes y en parte está
saber, cómo podría destruir a sus enemigos, y no lo hace declarado, que en los coloquios debemos de razonar y
y cómo den padescer la sacratissima humanidad tan pedir según la subiecta materia, es a saber, según que
crudelísimamente [196].
me hallo tentado o consolado, y según que deseo haber
una virtud o otra, según que quiero disponer de mí a
Tengamos siempre ante la vista que quien padece es una parte o a otra, según que quiero dolerme o ga-
Dios, aunque la divinidad se esconda; que padece vo- zarme de la cosa que contemplo, finalmente pidiendo
luntariamente, pues podría destruir a sus enemigos
aquello que más eficazmente cerca algunas cosas par-
no lo hace. Esta su voluntad es lo más precioso de
la pasión; voluntad de padecer que debe ser también la tic ulares desseo; y delta manera puede hacer un solo
nuestra, sin admirarnos nunca de que Díos deje en li- coloquio a Christo nuestro Señor, o si la materia o la
bertad a nuestros enemigos para que nos atormenten, devoción le conmueve, puede hacer tres coloquios, une
como si Él no supiera o no quisiera estorbarlo. a la Madre, otro al Hijo, otro al Padre, por la misma
forma que está dicho en la segunda semana en la me-
El 6°: considerar cómo todo esto padesce por mis ditación de los dos binarios, con la nota que se sigue
pecados, etc., y qué debo yo hacer y padescer por él [197]. a los binarios» ['993.
Las adiciones sufren también alguna variación**
Éste es aquel reflectir sobre sí mismo que San Igna-
cio va buscando siempre como medio el más eficaz En esta tercera semana se mudarán en parte la segunda
para que nosotros tomemos en los Ejercicios parte muy y sexta adición; la segunda será, luego en despertándome,
activa. Todo esto lo padece por mí, en mí piensa Jesús, poniendo delante de raí adónde voy y a qué, resumiendo
a quien quíere mover, es a mí, los pecados por quien un poco la contemplación que quiero hacer; según el miste-
paga. son los míos, y yo soy objeto de un amor de rio fuere, esforzándome mientras me levanto y me visto, en
entristecerme y dolerme de tanto dolor y de tanto padescer
predilección por parte de Jesús. También padece por
de Christo nuestro Señor.
otros, pero éstos no se quieren aprovechar de sus pa-
La 6ª se mudará no procurando de traer pensamientos
decimientos, y se condenan. Hasta aquí, tampoco yo alegres, aunque buenos y santos, así como son de resurrec-
me he aprovechado como debía, pero Él no ha permi- ción y de gloria, mas*** antes induciendo a mi mismo a dolor
tido que yo me condenara y ahora mismo viene otra y a pena y quebranto, trayendo en memoria frecuente los
vez a mí y me invita a amarlo y a seguirle, como si ne** trabajos. fatigas y dolores*** de Cristo nuestro Señor, que
cesitara*** de mi. pasó desde el punto que nasció hasta el misterio de la
¿Qué debo hacer por Cristo? pregutéme an** pasión en que al presente me hallo [206].
terios, es a saber, en la primera contemplación solamente
El examen particular es siempre el mismo. la cena; en la 2ª el lavar de los pies; en la 3ª el darles
El examen particular sobre los exercicios y addiciones el sacramento; en la 4ª el sermón que Christo les hizo, y
presentes se hará, así como se ha hecho en la semana pas- así por las otras contemplaciones y misterios.
sada [207]. Asimismo después de acabada la passión, tome un día
entero la mitad de toda la pasión, y el 2° día la otra mi-
Distribución. —Primero la de la semana. San Igna- tad, y el 3**° dia toda la passión.
cio le da a la tercera siete días, dejando en libertad Por el contrario quien quisiere más abreviar en la
para alargarla o acortarla. Señalados los ejercicios del pasión, tome a la medianoche la cena,ealhmuñrton,
primer día, añade: a la hora de misa la casa de Anás, a la hora de vísperas
la casa de Caifás en lugar de la hora antes de cena la
El segundo día a la medianoche, la contemplación será casa de Pilato; de manera que no haciendo repeticiones ni
desde el huerto a casa de Anás inclusive, y a la mañana el traer de los sentidos, haga cada día cinco ejercicios
de casa de Anás a casa de Cayphás, inclusive, y después distintos, y en cada uno ejercicio distinto misterio de
las dos repeticiones y el traer de los sentidos, según que CristonueSñ;ydpésaícbtodlpsión,
está ya dicho [208]. puede hacer otro día toda la passión junta en un ejerci-
El tercero día a la medianoche, de casa de Cayphás a do o en diversos, corno más le parescerá que aprovecharse
Pilato inclusive, y a la mañana de Pilato a Herodes inclu- podrá [209].
sive; y después las repeticiones y sentidos por la misma
forma que está dicho [208]. Distribución del día. Es la completa, con cinco ejer-
El cuarto día a la medianoche de Herodes a Pilato, cicios: el primero a la medianoche y es una contem-
haciendo y contemplando hasta la mitad de los misterios de
la misma casa de Pilato, y después en el exercicio de la plación; el segundo a la mañana, otra contemplación:
mañana, los otros misterios que quedaron de la misma casa, el tercero a la hora de misa, repetición; el cuarto a la
y las repeticiones y los sentidos corno está dicho [208]. hora de vísperas, segunda repetición; el quinto antes
El quinto día a la medianoche, de casa de Pilato hasta de cenar, aplicación de sentidos. Atendiendo a la edad,
ser puesto en cruj; y a la mañana desde que fué alzado , disposición y temperamento del ejercitante, puede dis-
en cruz hasta que espiró; después las dos repeticiones y minuirse el número de los ejercicios. Oigamos a San
los sentidos [208]. Ignacio:
El sexto día a la medianoche, desde la cruj descendién-
dole, hasta el monumento ejclusive; y a la mañana desde En esta segunda contemplación, después que está puesta
el monumento inclusive hasta la casa donde Nu e stra Se- la oración preparatoria con los tres preámbulos ya dichos,
ñora fué después de sepultado su Hijo [208]. se terná la misma forma de proceder por los punctos y
El séptimo día contemplación de toda la pasión junta en coloquio que se tuvo en la primera contemplación de la
el ejercicio de la medianoche y de la mañana, y en lugar cena; y a la hora de missa y vísperas, se harán dos repe-
de las dos repeticiones y de los sentidos, considerar todo ticiones sobre la primera y segunda contemplación, y des-
aquel día, quanto más freqüente podrá cómo el cuerpo sa- pués antes de cena se traerán los sentidos sobre las dos
cratíssimo de Christo nuestro Señor quedó desatado y apar- sobredichas contemplaciones, siempre preponiendo la
tado del ánima, y dónde y cómo sepultado. Asimismo con- oraciónpetylsrámbuo,egún
subiecta ma-
siderando la soledad de Nuestra Señora con tanto dolor y ter ia, de la misma forma que está dicho y declarado en la
fatiga; después por otra parte la de los discípulos [208]. segunda semana [204].
Nota. — Es de notar que quien más se quiere alargar en
Según la edad, disposición y temperatura, ayuda a la
la pasión, ha de tomar en cada contemplación menos mis-
persona que se ejercita , hará cada día los cinco
o menos [205]. ejer eicios
Joan.,172-6
Col., 1, 18. Col., 2, 6.
grandeza. Dios Padre le llenó de honor y gloria ha-
verdadera que ilumina a todo hombre que vino a este ciendo descender sobre Él esta magnífica voz : Éste es
mundo. El Verbo hizo el mundo, y sin Él nada tiene mi Hijo estimado en quien tengo mis complacencias ;
ser, pero el mundo no le conoció; vino a su casa, y los oídle. Voz que oímos bajar del cielo, estando nosotros
suyos no le recibieron aunque les traía la filiación divina, con Él en el santo monte» 1.
no por carne ni por vía humana, sino por vía divina. El Idéntico procedimiento experimental nos enseña San
Verbo se hizo hombre y habitó entre los hombres» 1. Ignacio. Reparemos en el horizonte infinito que nos des-
Anunciadas estas grandes verdades de la fe, el evan- cubre el cuarto punto formal, primero de los propios
gelista las confirma con su propia experiencia y en cier- de la cuarta semana.
to modo las hace hasta sensibles. «Hemos viste su glo- recíasond lpió,arecysmut «El cuarto: considerar, cómo la divinidad que pa**
ria, dice, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad» 2 . «Al que era desde el principio, al ahora tan milagrosamente en la santísima resurrección,
Verbo de vida, nuestros oídos lo han oído, nuestros ojos por los verdaderos y santísimos ctos dela».[23] efe
lo han visto y lo han tocado nuestras manos. Se nos Ah
cuanto
ondems podamos en la consideración de
ha manifestado la vida sensiblemente; la vimos y damos la divinidad a que nos invita San Ignacio, hasta sentir,
testimonio de ella. Os anunciamos esa vida eterna que .si es posible, por ejperiencia su acción. Estemos ínti-
estaba en el Padre y se nos descubrió. Lo que vimos mamente persuadidos de que ese Jesús Dios, no está
y oímos, eso os predicamos para que también vosotros fuera de nosotros. Nos incorporó a sí con unidad de
gocéis de nuestra comunión y para que esa comunión vida sobrenatural y ahora vemos, que esa incorpora-
nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os ción la quiso y la buscó Él, no para comunicarnos su
escribimos todo esto para que os alegréis y para que vida humana, sino para hacernos partícipes de su misma
sea completo vuestro gozo» 3. vida divina; es decir, para divinizarnos: «ut*** nos
El apóstol San Pedro usa de un procedimiento pa- divinitatis*** suae tribueret esse participes» 2 . Penetremos
recido al de San Juan. Quiere meter a todos los fieles en tan profundo misterio.
en el que él llama «el reino eterno de Jesucristo Señor Cuando Jesús dijo a Nicodemus que debíamos na-
y Salvador nuestro», afianzando en ellos firmísima- cer otra vez a , se refería naturalmente a esta vida di-
mente esta verdad. Establecer ese reino ha sido la ocu- vina que se añade a la natural. Nacimos de un hombre
pación y el ministerio de su vida, y viendo ahora que y debemos nacer a su vez de Dios, por Jesucristo y en
esa vida se le acaba rápidamente, como ya se lo ha Jesucristo. Como en el orden de la naturaleza sería
anunciado el mismo Jesús, quiere escribir su testa- cosa anormal que uno se quedase siempre en el mismo
mento y dejárselo para que lo recuerden frecuentemente estado que tiene al nacer, tampoco en este nacimiento
después de su muerte. Escribe así con gran solem- sobrenatural podemos quedarnos estancados, sino que
nidad:
«Os hemos manifestado la virtud v la presencia de Aquel conocer cada día mejor a Jesucristo, amarle
Jesucristo Señor nuestro, no ilusionados por doctas es- cada día más, e imitarle más de cerca y sentirnos una
peculaciones, sino como testigos oculares de su propia
Joan., 1-14.
2
ª Petr., 1 11-18.
2 Offert. Missae; 2ª Petr., 1, 4.
Joan., 1, 14. Joan., 3 , 3.
Joan***., 1, 2-4.
sola persona con Él en los padecimientos de su pasión, parte contamos con los actos meritorios y divinizadores
cosas éstas que San Ignacio nos mandó pedir y pro.. de la presente vida.
curar en la segunda y tercera semana, no tienen otro Tanto en la una como en la otra vida sobrenatural,
fin que estrechar más y más nuestra unión con la divi- ejisten en la intensidad grados diversos** La fe, la es-
nidad. El conocimiento, el amor, la imitación activa y peranza y la caridad que son las virtudes que nos di-
la compenetración con la vida sobrenatural, no conocen vinizan, crecen de claridad en claridad 1 , más en unas
límite alguno ; la unión divinizadora tampoco lo tiene almas que en otras, y hasta en una misma, según los
y no se detiene hasta pensar como Dios, amar como designios de Dios y nuestra propia cooperación.
Dios, sentir como Dios y gozar como Dios. Hay entre las almas diversidad puramente gratuita
Esto que decimos no es el sueño de los panteístas, según el ministerio a que las destina Dios dentro de
en el que el alma, al ser absorbida por Díos, en reali- su Iglesia, como existen en el cuerpo humano diversos
dad desaparece totalmente y viene a parar en la nada, miembros encargados de actos diferentes. Aparte de
que es el término fatal de todas las cosas fundadas en ésta, aun hay otra diferencia en la que nosotros inter-
la falsedad** venimos según sea el fruto que sacamos del talento que
La divinización del cristiano, por el contrario, con- el Señor nos ha confiado. Así por ejemplo, uno camina
siste en la unión con Dios mediante los actos producidos. y otro corre; una semilla produce sólo el uno p or, uno,
por el alma ayudada de otro principio sobrenatural y otra el mil por uno. La vida divina es infinitamente
adherido a ella. Conoce a Dios, pero con luz divina. participable; Dios la reparte con amor creciente en ra-
Ama a Dios, pero con la claridad que le infunde el zón de nuestra fidelidad en corresponderle. Las progre-
Espíritu Santo. Goza de Dios, pero es entrando en el siones de un amor fiel superan todos los cálculos mate-
mismo gozo divino. Vive en Dios y Dios vive en ella, máticos y nos acercan a Dios uniéndonos con Él de
pero no por unión personal con Jesucristo 1 , sino por, manera cada vez más perfecta.
otra clase de unión que, conservando la total distinción El argumento más frecuente de cuantos maneja San
entre la personalidad humana y las personas divinas, Pablo en sus predicaciones, es el de nuestra diviniza-
comunica a la primera una participación de la natura- ción por Jesucristo que él designa con la frase da ple-
leza divina y de la vida de Dios. nitud de Dios». Misterio es éste oculto a todos los tiem-
Semejante divinización del hombre, admite diferen- pos y no hay luz de entendimiento creado que pueda
tes grados. Tiene sus principios en la presente vida al comprenderlo; por eso el Apóstol dobla su rodilla ante
modo de semilla que germina y alcanza su término en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, pidiéndole que
la otra, cual fruto que llega a la madurez. Aunque en envíe su luz sobrenatural para que ilumine las almas
grados sean diferentes, las dos son una, porque en ésta y les dé a conocer estas grandiosas maravillas 2.
como en la otra vida, ambas se alcanzan por el conoci- Guiados por Jesucristo resucitado, aun podernos ade-
miento: el amor y la fruición. Siendo los actos de esta lantar más en este camino. Nuestra divinización es obra
vida ' sobrenaturales, dan derecho a los actos sobrenatu- peculiar del Espíritu Santo y de este modo toda la San-
rales de la otra. Dios nos ha llamado al orden sobre- tísima Trinidad concurre a nuestra santificación. El Pa-
natural gratuitamente, pero ha querido .obligarse en dre nos envía a su Hijo para que nos redima; el Hijo
justicia a darnos la plenitud en la patria, si por nuestra
32C.o1r8ª,
1 Col., 1, 15. Eph., 1, 18; 3, 19.
nos merece la gracia y nos comunica la doctrina de la
santidad que el Padre le ha dado; el Espíritu Santo las virtudes y dones- sobrenaturales que la acompañan.
vivifica y hace que fructifique en nosotros esa gracia di- Cuando nos tiene de esta manera unidos con Jesu**
vina y que entendamos y practiquemos las enseñanzas cristo, entonces pone en acción dentro de nuestras al
de Jesucristo. *almstode nviasobretul,
Más aún. Toda la Santísima Trinidad viene a nos- manera que el sol hace circular la savia de las plantas
otros, no tan sólo por medio de sus dones, sino perso- vistiéndolas de hojas, de flores y de frutos.
nalmente y hace de nuestras almas su morada, donde Dejando a un lado las metáforas, he aquí algunos
realmente habita. Es palabra de Jesucristo: «Si alguno de los actos vitales que produce en nosotros el Espíritu '
me ama, vendremos a él y haremos morada en él» Santo, sacados de lo que nos dicen los textos revelados.
Ahora bien; ese morar divino de la Trinidad en nos- Él nos comunica el conocimiento o sentido de Dios y
otros es, como dijimos, obra peculiar del Espíritu San- 'de Jesucristo' con cierta unción y gran suavidad 2 ; es
to. Él víveen el alma santa como en su templo y por el Maestro que nos da a entender la doctrina de Jesu-
la unidad de naturaleza entre las tres personas, hace cristo y nos la recuerda en el momento oportuno 3 ; el
que las otras dos estén allí igualmente presentes. Los que habla por nosotros en los casos de peligro y difi-
Padres de la Iglesia no han logrado encontrar compa- cultad 4 ; el que difunde en nuestros corazones la carí-
raciones adecuadas para expresar esa unión del Espí- dad divina 5 ; y finalmente el que hace que seamos un
ritu Santo con nosotros; porque no es unión personal mismo espíritu con Dios 6.
como la que tiene la naturaleza humana en Jesucristo San Ignacio aun nos da otro quinto punto propio de
trascendilm.
lal cuart seman ,queac b por ev larnoslainme sa
con la persona del Verbo; pero excluido ese grado su-
premo e inefable de unión substancial, ninguna unión
accidental basta para declararla, «El quinto: mirar el oficio de consolar, que Christo
¿Hay cosa mejor y más unida que una gota de agua nuestro Señor trae, y comparando cómo unos amigos
con otra, o el perfume con el objeto perfumado, o el suelen consolar a otros» [224
fuego con el hierro de la fragua hecho ascua? Pues • De los varios oficios que Jesucristo tomó como suyos
aun estas comparaciones las tienen por insuficíentes, propios, muchos se acaban con su vida temporal; por
porque nuestra unión con el Espíritu Santo es vital y ejemplo, el de Redentor 7 , el de Legado divino s de un
por esa razón debe compararse con la que existe entre Nuevo Testamento y el de Compañero 9 y partícipe del
el alma y el cuerpo que vivifica, excluida se entiende nuestras penas, etc., etc. Otros continúa teniéndolos,
la subsistencia personal que nos haría dioses. como el de Abogado nuestro 10 ante su Padre celestial.
El Espíritu Santo es en nosotros el principio de la)
vida sobrenatural. Quien formó a Jesucristo, lo llenó
de la plenitud total de la gracia y le hizo obrar las ma- 11ª
ª Cor., 2, 16.
• Joan., 2, 27.
ravillas de la redención. Él mismo echa ahora mano Joan.. 14, 26; 16, 13.
de la plenitud de esa gracia y la desvía hacia nosotros, 20. lit.,M10
así como la sangre vital sale del corazón para vivificar • Ron., 5, 5.
los miembros, y nos hermosea y enriquece con todas . ° Cor.,617 L a1ª
1ª Petr., 1, 18, 19.
' Jean., 12. 49.
Jean., 14, 23 o Tit., 3, 4.
Jean., 14, 13.
Ahora nos dice San Ignacio, que uno de los oficios Ya se entiende qüe todo esto se refiere de un modo
que Jesucristo resucitado conserva y ejerce con espe**
cial propiedad es el de Consolador 1 : Trae el oficio particula r al amor sobrenatu ral , pero no debemos mm-
de ca olvidar que Jesucristo, además de ser Dios, es hom-
consolar, y la verdad no le vimos hacer otra cosa du** bre, hermano nuestro y de nuestra misma carne y san-
rante los cuarenta días que tardó en irse al cielo des** gre, que nos ama con amor sensible, aunque el motivo
pués de haber resucitado. último de amarnos sea sobrenatural. San Ignacio, pues,
Divinamente consuela echando de las almas las tris- nos traza aquí el camino por donde subimos a la amis-
tezas que acarrea la vida humana de un modo espe** tad divina, que no es otro que Jesucristo, Dios y hom-
cial los miedos de la pasión, y descubriéndonos los
bre verdadero 1 , ayudados, por lo tanto, con todas las
ideales de la vida inmortal que Él inaugura, para la que suavidades de la vida divina y humana.
también nosotros hemos sido llamados 2 . Consuela tam** Pongamos ya término a la declaración del fin de la
bién humanamente, porque no se olvida nunca de que,] cuarta semana, larga en ejceso para lo que pide el
excluido el pecados en todo quiso ser igual a nosotros. carácter de directorio, pero corta y pobre para su tras-
Así' lo vemos buscar y aprovechar las coyunturas cendenc i a en la vida espiritual.
más amorosas, preparar las sorpresas más inesperadas, De intento pasamos por alto la «contemplación para
comer con sus apóstoles y hasta prepararles Él miso alcanz ar amor»; porque siendo la corona de los Ejercicios,
el desayuno 4. se sale del ámbito de esta cuarta Nos
A éstos los consuela, asegurándoles que estará siem** parece más acertado dejar su exposición para su
pre a su lado hasta la consumación de los siglos, no proi*luga.
solamente asistiéndoles con su protección, sino con su Materia. —DiceSanIgoqulmtridea
presencia sacramental 5. Los consuela revelándoles el lu-
cuarta semana es «la resurrección y ascensión, ponien-
gar que les tiene preparado en el cielo y prometiéndoles- do tres modos de orar» [4], y de hecho en el catálgo
el envío del Espíritu Santo, Consolador por excelencia s. de los misterios puesto a continuación de los tres mo-
Nos dice San Ignacio que «comparemos cómo unos dos de orar, están la resurrección, trece apariciones y
amigos suelen consolar a otros», queriendo significar, la ascensión de nuestro Señor Jesucristo [299-3121.
con ello que Jesucristo no quiere dejar ese oficio de Sobre la venida del Espíritu Santo, no pone contem**
Ser 'amigo nuestro. Lo es en verdad y quiere que tam plación propia, tal vez porque no es misterio que en
bién nosotros lo seamos suyos. realidad pertenezca a la vida de Jesucristo. Pero adu**
de amistad es entre todos los amores el más ciendo el Santo en la contemplación de la ascensión.
perfecto por lo que supone y exige, a saber: conoci** las palabras de Jesucristo que «mandóles a los após-
miento mutuo, mutua caridad de benevolencia dada y toles que en Jerusalén esperasen el Espíritu Santo
recibida desinteresadamente y comunicación íntima 3 prometido», parécenos que no será contrario al pensa-
familiar. miento, al espíritu ni a la letra siquiera de San Ignacio,.
contemplar también este inefable misterio que corona
Joan14,8. la obra de nuestra santificación y consiguientemente la
- Joan., x6, 22**
Hebr., 4 , 13. obra del Redentor.
Joan., 20, 16, z9; 27; Losma**tres modos de orar [238-260] más que a la
21, 9; Luc., 24, 43.
Mt., 28, 20.
6 Jean., 1 4, 2, 16.
Joan., 14, 6.
la resurrección, que se tuvo en toda la semana de la pa-
tenia pertenecen a la forma de esta semana y por eso sión. De suerte que por esta primera contemplación de la
los ciamos como documentos. resurrección, se rija en cuanto los preámbulos, según
Forma. — Las ciases de oración son las mismas que subiecta materia; y en quanto los cinco punctos sean los mis-
mos; y las addiciones que están abajo sean las mismas; y
en la tercera semana : contemplación, repetición y apli** así en todo lo que resta se puede regir por el modo de la
cación de sentidos [2263. Los preámbulos son tres y semana de la passión, así como en repeticiones, cinco sen-
los puntos llamados formales, cinco. De éstos los tres tidos, en acortar o alargar los misterios, etc. [226].
primeros son idénticos a los de la segunda y tercera
semana. Distribución. — No nos dice San Ignacio cuántos
El primero, 2º y 3º puncto sean los mismos sólitos que días debe durar la cuarta semana. Conocido su sistema,
tuvimos en la cena de Cristo nuestro Señor [222]. nos parece la cosa más natural que esto lo deje al rec-
El
to criterio del Director. No contando el tiempo que se
cuarto y quinto son propios de ésta. destine a la «Contemplación para alcanzar amor» [230-
2371 y a los «Tres modos de orar» [238-260], si se
El cuarto: considerar, cómo la Divinidad. que parescía quieren contemplar todos los misterios que el Santo se-
esconderse en la pasión, parece y se muestra ahora tan ñala 1299-312], a razón de dos misterios por día, se
milagrosamente en la santisima resurrección, por los
verdaderos y sanctissimos efectos de ella [223]. emplean bien siete días completos.
El quinto: mirar el officio de consolar, que Christo Para la distribución de cada día nos hemos de ate-
nuestro Señor trae, y comparando cómo unos amigos suelen ner a la nota segunda, según la cual lo más conve-
consolar a otros [224]. niente es hacer dos contemplaciones por la mañana, una
repetición antes de vísperas y la aplicación de sentidos
La nota que pone a continuación San Ignacio, no antes de la cena. Según esto, se suprime en esta semana
parece referirse a los puntos formales, antes a los ma- - la oración de la medianoche. Leamos las palabras del
teriales en que se divide el asunto de la contemplación. Santo:
La tercera, dado que en todas las contemplaciones se La segunda nota: comúnmente en esta quarta semana es
dieron tantos punctos por número cierto, así como tres o más conveniente que en las otras tres paseadas, hacer qua-
cinco. etc., la persona que contempla puede poner más o tro ejercicios y no cinco: el primero luego en levantando
menos puntos, según que mejor hallare; para lo qual me- a la mañana: el 29 a la hora de missa o antes de comer
dío aprovecha antes de entrar en la contenlación en lugar de la primera repetición; el 3.° a la hora de vís-
conietura eñalar los puntos, que ha de tomar en cierto nú-
ys peras en lugar de la segunda repetición; el 4.° antes de
mero [228].. cenar** traiendo los cinco sentidos sobre los tres ejercicios
del miento día, notando y haciendo pausa en las partes más
En lo del número de coloquios, da amplia liber- gus*
principales, y donde haya sentido mayores mociones y
tad [225]. tos espirituales [227].
Varias de estas normas las resume el Santo en la
nota que pone después de la primera contemplación. También advierte cómo deben guardars e las adi-
ciones.
En las contemplaciones siguientes se proceda por todos
l os mi sterios de la resurr ección, de la manera que abajo se En esta cuarta semana en todas las diez addiciones se
sigue, hasta la ascensión inclusive, llevando y teniendo en han de mudar la 2ª la 6ª , la 7ª y la so E.
lo restante la misma forma y manera en toda la semana de
La 2ª será luego en despertándome, poner enfrente la
contemplación que tengo de hacer, queriéndome afectar y.
alegrar de tanto gozo y alegría de Cristo nuestro Señor.
La sexta, traer a la memoria y pensar cosas motivas a
placer, alegría y gozo espiritual, así como de gloría.
La 7ª usar de claridad o de temporales cómodos, así
como en el verano de frescura, y en desinovlrca,
en quanto el ánima piensa o coniecta que la puede ayudar, PARTE TERCERA
para se gozar en su Criador y Redentor.
La 10ª , en lugar de la penitencia, mire la temperancia PREPARACIÓ N A LOS EJERCICIOS
y todo medio, si no es en preceptos de ayunos o abstinen** ESPIRITUALES
cias, que la Iglesia mande, porque aquéllos siempre se ha
de complir, si no fuere justo impedimento [229].
CAPÍTULO
Respecto de los «Tres modos de orar», como son
formas de oración diferentes de las que generalmente ANOTACIONES
se practican en el ejercicio o meditación, y su explica**
ción la hemos de dar al tratar de los documentos, nos
D
contentamos ahora con citarlos solamente.
ocumentos. — Son dos: «Tres modos de orara
[238-260] y las «Reglas para el sentido verdadero en
texto. — Anotac iones para tomar alguna inteligencia
en los Ejercicios espirituales que se siguen, y para ayudarse
así el que los ha de dar, como el que los ha de rescibir [r].
la Iglesia» [352-370].
En la primera división que en la cuarta anotación COMENTARIO. — San Ignacio pone las anotaciones al
del principio del libro, hace San Ignacio de los Ejerci- principio de su libro, antes del titulo del mismo, indi-
cios, incluye explícitamente en la cuarta semana los cándonos con ello claramente que son una como prepa-
«Tres modos de orar». Esto, como claramente lo da a ración o introducción de los Ejercicios. Unas son para
entender el Santo en la anotación 18, no quiere decir el Director y otras para el ejercitante, pero es muy
que sólo en la cuarta semana se puede practicar ese conveniente que los dos las lean todas, pues lo que en
modo de orar** ellas se refiere a uno directamente, también aprovecha
En el segundo documento no hay nada que de un al otro indirectamente. Todas deben leerse y considerar-
modo especial pertenezca a esta semana. Lo comenta** se, pero algunas merecen además cumplida explicación.
remos al fin de todos en el tomo siguiente, porque es En las anotaciones, no hay que buscar una teoría o
el que cierra el libro de los Ejercicios y no tiene en un sistema, porque generalmente hablando, son sólo no-
ellos señalado otro lugar. tas prácticas** Si alguna vez encierran también doctrina,
ésta como aquéllas va dirigida a la práctica.
El fin de las anotaciones es formar el criterio v la
mentalidad del ejercitante, crearle un ambiente interíor
y exterior y un espíritu, propios de los Ejercicios de
SanIgnacioyeldeltodonec sariospar sac rde l os
el fruto que se desea._
Basta una lectura de las anotaciones para hacernos affecciones desordenadas, y después de quitadas para bus-
ver las muchas precauciones que se toman, y cómo se car y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida
atiende en ellas a tantas _cosas con un cuidado y una para la salud del ánima, se llaman exercicios spirituales [i].
minuciosidad mayores de lo que se acostumbra a tener
en los asuntos humanos; esto sólo engendra ya en e! COMENTARIO. — Dos partes tiene la presente anota-
ánimo, el convencimiento de que el problema de la san- ción. En la primera declara San Ignacio lo que se en-
tidad que se trata de resolver en los Ejercicios, es entre, dende en general por ejercicios espirituales; a saber,
todos el único esencial. Anotaciones hay que sólo tienen una actividad del alma en orden a su santificación. En,
aplicación en los días de Ejercicios; otras, en cambio, la segunda determina específicamente lo que son sus
dan leyes espirituales para to do el curso de la vida. Ejercicios, o sea, un sistema de preparar y disponer el
El título de las anotaciones*** nos dice que son «para alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas,
tomar alguna inteligencia en los Ejercicios espiritua- yunavezqitds,prbcayhlvountd'
les». No les pidamos, pues, más de lo que tienen, pero divina en la disposición de su vida para la salvación
leídas consideradas a continuación de la Teoría ge- del alma.
neral ejpuesta en el presente volumen, tal vez nos pue- Por tanto, unas operaciones que no sean de esta na-
dan decir algo más. Nadie, pues, se ejtrañe si repeti- turaleza. podrán ser ejercicios espirituales, pero no
mos en estos comentarios algunas ideas dadas ya al serán los Ejercicios espirituales de San Ignacio.
tratar de la Teoría. La palabra ejercicio tiene en boca del Santo doble
El primer Directorio ignaciano 1 indica la convenien- significación, una general y otra particular. Tomada en
significac
ión,
cia de que a todos cuantos hacen los Ejercicios, en sentido general, abarca el conjunto de actos contenidos
cualquiera de sus formas, se les declaren y expliquen en su libro y ordenados a la consecución del fin que
las anotaciones, porque de conocer la mente de San Ig- se propone el Santo. Éstos son los Ejercicios definidos
nacio, sólo provecho puede seguirseles, aun cuando de en la primera anotación.
ellos sólo hagan una aplicación la más breve. Las anota- En la segunda significación, se da el nombre de ejer-
ciones se ponen en el libro todas juntas, pero pueden cicio, en particular y por antonomasia, a cada hora de
declararse ahora unas, ahora otras, corno más conven- oración.
ga** Después pueden leerse todas seguidas y de una vez. La primera acepción se toma siempre en plural «los
Ejercicios» y la segunda, en singular o en plural:
Anotación primera ejercicio, dos ejercicios.
De la ejplicación del nombre hay que pasar al co-
TEXTO. — nocimiento de la realidad por él significada. Lo que el
La primera annotación es, que por este nom-
bre, ejercicios espirituales, se entiende todo modo de exami- nombre quiere decir es, que los ejercicios son una ac**
nar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal tividad espiritual del ejercitante, continua, e incesante
y mental, y de otras espirituales operaciones, según que ade-
del mismo modo que los ejercicios corporales son una
lante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr
actividad material. Error grande sería por parte del
son cjercicios corporales; por la mesma manera todo modo
de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las que hace los Ejercicios dejarlo todo a la actividad del
Director o adoptar una actitud pasiva o ejpectante,
como si todo le hubíera de venir del cielo. Al contra-
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º . pág. 77. ri o, todas sus potencias deben entrar en acción ocu-
**pándose en toda clase de operaciones espirituales, tales que lleguemos a aborrecerlas; pasando después más
como ejaminarse. meditar, contemplar, orar, etc., etc. adelante aún, hasta despojarnos del amor a las mismas
Semejante actividad de parte nuestra, no tiene más cosas inocentes o buenas, cuando a ellas no nos mueva
obj eto que preparar nuestra alma y disponerla para qui- el agradar al Señor, sino que las buscamos o las que-
tar de sí todas las afecciones desordenadas, a fin de remos guardar movidos por motivos s naturales y hu -
que una vez quitadas, podamos buscar y hallar la vo** manos, no puramente por el mayor servicio de Dios y
luntad divina en la disposición de nuestra vida. Con provecho espiritual de nuestras almas.
esto quedan p erfectamente determinadas las tres partes Si el hombre no ha echado de sí semejantes afeccio-
que corresponden a nuestra actividad, a saber: 1ª , pre** nes, que no intente buscar, ni mucho menos hallar la
parar nuestra alma y disponerla para quitar las afec- voluntad divina en la disposición de su vida y en las
ciones desordenadas; 2ª, quitar de hecho las tales demás cosas, porque como agudamente lo apunta San
afecciones; 3ª, una vez logrado el propósito, buscar y Agustín, amor meus pondus*** meum,elpesodafc*
hallar la voluntad divina. Nótese que las tres cosas son ciones inclinará de un lado la balanza de la delibera-
del todo necesarias en los Ejercicios típicos de San ción aun sin darnos nosotros cuenta de ello.
Ignacio y que ninguna de ellas puede faltar. La raíz y fuente de estas afecciones desordenadas,
Además, las tres han de practicarse según el orden es nuestra misma naturaleza caída por el pecado; por
señalado sin que éste se pueda variar o invertir ; pues eso no está en nuestras manos quitar las causas de las
tan absurdo sería querer buscar la voluntad divina sin mismas ; pero sin duda es uno de los grados de la vida
quitar antes las afecciones desordenadas, como pensar espiritual llegar a corregir ese desorden radical
en lograr esto último prescindiendo de la preparación poniedraqulstomr,eipdnqusa
y disposición que ello requiere. Claro es que la gracia afecciones desordenadas del corazón obscurezcan la luz
divina ha de obrar mancomunadamente con estas nues- de nuestra inteligencia adelantándose a ella, o
tras actividades, pero es mayor éxito suyo crear en pertubnlaod micóneustravold.
nosotros un alma nueva, desnuda de afecciones desorde- Poder llegar a semejante estado, es un don especia-
nadas tal vez antiguas, y ponerla en camino de hallar lísimo de Dios y una creación nueva del Espíritu Santo
con seguridad la voluntad divina. — emitte Spiritum tuum, et creabuntur —; y lo que en
¿Pero cuáles son esas afecciones desordenadas? San este punto se propone San Ignacio en sus Ejercicios es,
Ignacio da ese nombre al amor, poco o mucho, que que nosotros nos preparemos y dispongamos para que
te¬nmosalpr cos[184-]delqu, Dios obre en nosotros tal maravilla, seguros de que Él
a veces no nos damos, cuenta >ere que en la hora de suplirá lo que faite. Solía decir el Santo, que hay po-
las deliberaciones nos inclina a un lado o a otro, despertando des** cos hombres, y tal vez ninguno, que comprenda bien
pertando en nosotros ganas, deseos o repugnancias ins** cuánto estorbo ponemos a Dios, y cuánto obraría Él
piradas por él desde lo más oculto del corazón donde en nosotros si no le pusiéramos impedimentos.
se asienta.
¿Y qué quiere decir quitar de sí todas las afecciones
des ordenadas? Pues trabajar con el mayor empeño pasa! Anotación segunda
desarraigar ese amor que en el estado de nuestra caí- Tato. —La segunda es, que la persona que da a otro
da naturaleza, nos es natural y nos lleva a lo malo y modo y orden para meditar o contemplar, debe narrar fiel-
peligroso. En esto no nos hemos de detener hasta tanto mente la historia de la tal contem p lación o meditación, dis-
curriendo solamente por los pandos con breve o sumaria de**
claración; porque la persona que contempla, tomando el mones del Director, sino en orar sin temor de hallarse
fundamento verdadero de la historia, discurriendo y racioci- solo en la presencia de Dios o creerse desarmadopro
nando por sí mismo, y hallando alguna cosa que haga un prir
oecdsuntiyabvmexpus. a la oración con sólo una verdad árida al parecer,
poco más declarar o-sentir la historia, quier por la racio-
cinación propia. quier sea en quanto el entendimiento es
ilucidado por la virtud divina; es de más gusto y fruto San Ignacio dicelo que ha de hacer. Aférrese
spiritual, que si el que da los exercicios hubiese mucho de- como a fundamento inconmovible, a la roca de la ver-
clarado y ampliado el sentido de la historia; porque no el dad conocida por la fe, por la razón o por la historía;
mucho saber harta y satisface al alma, mas el sentir y gus- golpee vigorosamente esa roca con el discurso y racio-
tar de las cosas internamente [2]. cinio o contémplela detenidamente con los ojos del
espíritu; avive su esperanza en la iluminación divina, y
COMENTARIO. – Comyadejsichárba, dude un punto de que al fin saltarán de esa roca
los Ejercicios de San Ignacio son todo actividad espi- las limpias aguas de una oración sabrosa y fecunda
ritual que corre a cargo del ejercitante y no del Direc** . Esta segunda anotación encierra en sí una gran ley
tor, ya que la tarea de este último es muy reducida. de la vida espiritual, sacada de la psicología humana
El Director no tiene que inventar ni buscar siquiera y ordenada a la más alta pedagogía y formación del
la materia de la meditación; está ya bien determinada hombre. No el mucho saber harta y satisface el ánimo,
en los Ejercicios; todo su cuidado ha de consistir en' sino el sentir y gustar de las cosas internamente.
conservarla intacta sin dejarse tentar de la curiosidad, El maná dado por Dios a los Israelitas, contenía
de la erudición o del afán y concupiscencia científica. toda clase de sabores, pero no gustaba mayor número
Después, ha de ser fidelísimo a la verdad poniendo todo .de éstos el que lo recogía en mayor cantidad, sino aquel
su empeño en no desvirtuarla con humanas exagera- que sabía saborearlo aun cuando sólo comiera de él
ciones y on no cercenarla por temores algunos. La ver- una porción pequeñísima. Esto mismo acontece con la
dad no es un vestido que se ha de cortar a gusto y a verdad, especialmente con la sobrenatural, que aun la
la. medida del cliente; sino que el hombre es el que parte más pequeña de ella, lo encierra todo. Lo único
ha de ajustarse en todo a sus formas. En tercer lugar necesario es, saberla gustar mediante la propia activi-
quiere San Ignacio, que el Director sea hábil para dad dad ayudada con el concurso de la divina gracia. Un
con los puntos esenciales de cada materia y fiel en pro** sol o hilillo del agua sabrosa y pura, nos llevará a la
ponérselos al ejercitante mediante una breve aclaración• fuente que es Dios, mar inmenso de verdad. Las fuen-
Finalmente debe trazarle a éste el orden y la manera tes de la consolación espiritual son estas dos: el propio
que ha de tener para bien meditar o contemplar; o en esfuerzo y la luz divina. Pongamos nosotros lo que está
otras palabras, le ha de explicar y enseñar el método de nuestra parte, que todo lo demás se nos dará por,
de orar. añadidura.
Por lo dicho se ve claramente que la principal acti- Esta anotación tiene por otra parte la particularidad
viciad corre por cuenta del ejercitante y que éste debe de ser como un retrato interno de San Ignacio. De él
ponerla toda entera en el ejercicio; es decir, en la me* decía el P. Laínez, que era hombre de pocas
ditación o contemplación que al fin y al cabo es el acto Pero téngase en cuenta que el Santo las penetraba has-
capital de los Ejercicios. Las horas principales del día ta el fondo, a la par que ellas lo penetraban a él me
las ha de ocupar. no en lectura de libros o en oír ser** tiéndose en las raíces mismas de su alma.
Los Ejercicios Espirituales participan del mismo ca**
rácter : pocas verdades, pero seguras. bien sentidas, al hablar con Dios; acto tan particularmente cristiano y
hechas luz, amor y fuerza, y puestas en calidad de propio de las almas santas. Jesucristo durante su vida
motor de la vida entera. mortal nos dió en este punto, ejemplos admirables , y
La palabra sentir la repite San Ignacio en esta por ello, corno bien lo advierte San Pablo, fué oído del
anotación refiriéndola a las verdades meditadas o con- Padre.
templadas. Palabra o expresión llena de profunda sabi La reverencia es un acto de adoración, mezcla a la
**duría y muy propia de los Ejercicios; porque sentir vez de amorofi.laPydehumqsirv
una verdad, no es sólo conocerla, sino cobrar de ella sea legítima, ha de salir del entendimiento, pasar por
un gran aprecio y llevarla bien meditada al punto de la voluntad y llegar hasta el sentimiento, porque éste
concurrencia de las fuerzas espirituales y sensibles, lla** es el camino natural de todos los actos que llamamos
piado sentimiento, en el que todo el hombre actúa y de fundamentales. Esta reverencia para con su 'divina Ma-
donde arrancan las grandes actividades humanas. jestad, la debemos tener siempre y en todo lugar, pero
Muchos, en la ascética ignaciana, se fijan solamente de una manera especial es propia del tiempo de Ejer-
en el esfuerzo de la inteligencia para meditar y en el cicios y de los actos que en ellos practicamos; ha de
de la voluntad para querer y pasan por alto la parte crecer sobre todo cuando en la oración nuestra
que toca al sentimiento que es verdaderamente voluntadseirgD,hblndocaÉ str
princal. personas celestiales**
No es posible que el método de San Ignacio-, siendo Piedad que eche en olvido esta revncia,spdoeh.
corno es profundamente humano, desconociera punto sospechosa. San Ignacio nos enseña a empezar y aca- 1
tan vital como éste y origen de las grandes resolucio- bar la- oración con actos de gran reverencia, y nos la
nes y de las grandes actividades. El sentimiento, libre trae a la memoria en los momentos de mayor ternura
de freno y a sus anchas, es una bestia salvaje que va y más llenos de devoción.
sin tino de las cumbres a los abismos, pero que guiado
por el entendimiento y por la revelación, y dominado
por una voluntad recta y firme, es la fuerza más fecun- Anotación cuarta
da y poderosa.
TEXTO. —La quarta: dado que para los exercicios si-
guientes se toman cuatro semanas, por corresponder a
Anotación tercera cuatro partes en que se dividen los ejercicios; es a saber, a la
primera, que es la consideración y contemplación de los pe-
TEXTO. — La tercera: como en todos los exercicios si- cados; la segunda es la vida de Cristo nuestro Señor hasta
guientes spirituales, usamos de los actos del entendimiento el día de ramos inclusive; la 3ª la pasión de Cristo nues-
discurriendo y de los de la voluntad affectando; advertamos tro Señor; la 4 ª la resurrección y ascensión, poniendo tres
que en los actos de la voluntad guando hablamos vocal- modos de orar: tamen no se entienda que cada semana ten-
mente o mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus ga de necesidad siete o ocho días en sí. Porque como acaece
santos, se requiere de nuestra parte mayor reverenda, que- que en la primera semana unos son más tardos para hallar
guando usamos del entendimiento entendiendo [31. lo que buscan, es a saber, contrición, dolor, lágrimas por
sus pecados; asimismo como unos sean más diligentes que
COMENTARIO. — Nos hablan San Ignacio en la pre** ** y más agitados o probados de diversos spíritus; re
otros,
sente anotación de la reverencia que debemos guardar! quierese algunas veces acortar la semana, y otras veces alar
llamarse pedagogía- espiritual, con el ejemplo de los
garla, y así en todas las otras semanas siguientes, buscando
otros, acierten éstos o fracasen lastimosamente en la
las cosas según la materia subiecta; pero poco más o me-
nos se acabarán en treinta días [4]. resolución de sus problemas. Quien carece del funda-
mento de la propia experiencia, jamás llegará a ser un
COMENTARIO** - En apariencia. esta anotación parece buen Director y tendrá que contentarse con ser un co-
sólo una norma para distribuir el tiempo de los Ejer- leccionador de historias ajenas.
cicios en semanas y éstas en días, pero en el fondo es Lo que decimos del conocimiento que debe tenerse
una revelación del razonable espíritu de San Ignacio,' del ejercitante, debe aplicarse íntegramente a los Ejer-
enemigo de rutinas y de supersticiones. cicios corno claramente lo indica la anotación. El
Dos cosas lo regulan todo en los Ejercicios: el fin Director debe conocerlos por experiencia propia
que en ellos se busca y las condiciones personales del ’ntimamente persuadido de que ni el estudio especulativo del
ejercitante. Las soluciones, pues, son innumerables. De libro ni el haberlos explicado repetidas veces a los de-
aquí nace la absoluta necesidad de que el Director co- más, le proporcionará aquel sentimiento profundo y
nozca tanto al ejercitante como los Ejercicios, y sería esencial que saben dar las cosas vividas.
abiertamente contrario al espíritu ignaciano, presentar- El libro entero de los Ejercicios de San Ignacio no
se a dirigirlos siguiendo una fórmula o una pauta de es más que esto: un fiel reflejo de sus propias y pro-
antemano preparada y aplicable a todos por igual. fundas ejperiencias. Quien en esto imite al Autor del
Los Ejercicios típicos de San Ignacio, si se quiere libro, sintiendo en sí mismo por la ejperiencia la vir-
seguir el camino más conveniente y acertado, debe ha- tud de todos los Ejercicios y de cada ejercicio en par-
ticular, ése será el gran Director. El que no haya he-
cerlos una sola persona con su Director al lado ; solu
cho muy bien todo el mes de Ejercicios, no pasará de
cura solo. Si es una multitud la que los hace, el resul-
ser un pobre Director que va quasi in incertum y lucha
tado en el mejor de los casos, no pasará de ser acep-
table, y el mayor trabajo del Director será entonces, quasi aerem verberans.
Aparte del conocimiento de la persona y de los Ejer**
suplir con el trato particular el estorbo que ocasiona
la reunión de muchos. cicios, se necesita para hacer con acierto la distribución
de que habla San Ignacio, conocer muy bien la Material
El conocimiento ejacto de la persona a quien se hall
Y el fin de cada semana. La anotación, aunque suma**
de dar los Ejercicios pide, además del necesario cono-
cimiento de los hombres, una noticia particular de las riamente, ya nos da la materia; el conocimiento del fin
especiales circunstancias que rodean al ejercitante; no- se supone adquirido por otras vías 1.
ticia que no debe ceñirse al conocimiento de su natural Notemos por último que el Santo dice, o por lo me-
y de sus intenciones y pasiones aun las más íntimas, nos supone, que los más diligentes serán los movidos
O agitados de diversos espíritus, cosa difícil de enten-
sino que más directamente debe fijarse en las luchas
que trae su conciencia con Dios y consigo misma. der para los novicios en la vida espiritual y que más
largamente declararemos en la anotación sexta.
Ciencia es ésta que sólo se aprende a fuerza de ex-
periencia propia, sin que baste para ello haber sentido
en sí mismo estos problemas de orden moral y sobre- 2 Véase el cap. IV de la Primera parte de este tomo.
natural, pues es además necesario haberlos resuelto sa-
tisfactoriamente. Los que se hallan en este caso, enri-
quecen cada día su ciencia humana que bien puede
algún problema espiritual, las suelen clasificar los hom-
bres siguiendo la norma marcada por esta clase de
Anotación quinta deseos. De estas acciones, unas se ofrecen a nuestra vista
TEXTO. - La quinta: al que rescibe los ejercicios, mu** con tanta claridad, que las queremos, sin titubear y las
cho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad &recemos al punto a su Divina Majestad; otras por
con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y s er más difíciles las miramos de reojo, las queremos
libertad, para que su divina majestad, así de su persona como sólo a medias y confusamente y se las ofrecemos a
de todo lo que tiene, se sirva conforme a su santísima vo Dios faltos de sinceridad, con regateos y dilaciones,
luntad [a]. a cabando por dejarlas para mejor ocasión; finalmente,
las más duras, pero regularmente las más necesarias,
COMENTARIO, — La anotación vigésima nos da una ni las queremos mirar y hasta llegamos a creer que no
fórmula algo diferente de ésta, pero que encierra la exist,equrindosp talecoins
misma disposición que se recomienda en la presente; no pueden ser voluntad de Dios respecto de nosotros,
a saber «el deseo de aprovechar en todo lo posible». atendidas la situación y condiciones denustravi.
Quien posea la una, poseerá también la otra. Un ejemplo que San Ignaciotrae y repite en su
La anotación quinta es la principal entre todas las libro, puede aclarar este punto. Pongamos un hombre
anotaciones y nos declara cuál ha de ser la disposición que ha empleado todo el esfuerzo de su vida en crearse
de aquel ejercitante que quiere hacer los Ejercidos de - una posición económica, en obtener un cargo o digni-
San Ignacio con toda perfección. Estas disposición dadque le da honra y prestigio, o que ha consegutdc
qué el ejercitante no ponga ningún obstáculo al Espí- ya un bienestar honesto, premio de una vida de tra-
ritu Santo y que le abra todas las puertas de su alma bajo. Este tal mirará naturalmente como su mayor des**
de par en par. gracia, el perder lo que ha adquirido, y consiguiente**
Nuestros deseos, en las materias que no fuerzan por mente ni le pasará por las mientes la posibilidad si-
su bondad infinita evidentemente propuesta, corno sue- quiera de que Dios se vaya a complacer pidiéndole e:
len ser los que se refieren a los caminos de la santidad, toda sacrificio voluntario de una cosa que la posee con
dependen en gran manera del esfuerzo de nuestra vo-
luntad. Asi desear ser santo, es casi lo mismo que que-
j usticia y sin la menor ofensa ni daño de nadie.
Él quiere servir a Dios en la posición en que está
rer serlo; queriéndolo, se entiende, con firme y eficaz ¿por qué se ha de preocupar de otras cosas? Y clan
voluntad. es, la menor duda, un simple interrogante sobre est
Los hombres generalmente quieren y desean las co punto, y hasta el asomo de un pensamiento que se le
sas espirituales sólo hasta ciert opuntyciesda vante en su conciencia, lo rechazará al momento corra
limitada; si se trata de algo más elevado y que requiere si fuera una cavilación o un escrúpulo.
mayores esfuerzos, las voliciones suelen ser condiciona- El consabido proverbio de que «las cosas de los San
das por esta condición imposible: «si no costase tanto». tos son más para admirarlas que para imitarlas» no
Tal vez esto no se lo diga el hombre a sí mismo clara** sólo lo refieren los hombres a los prodigios o milagro
mente, ni aun pare mientes en ello, pero en el fondo y, que por ellos obra la Omnipotencia de Dios, sino que
en la realidad éste suele ser nuestro modo de querer y lo aplican también indebidamente a las
por lo tanto nuestro modo de desear la santidad. virtudes*qloSanjrcitphodesuDvinaMjt
Las acciones o situaciones que en la vida plantean y en la santificación de sus propias almas.
Con decir «Dios no me llama por estos caminos», semejante manera, con los que pretenden entrar en la
se queda el hombre tan satisfecho, aunque no se haya Compañía y ve que no tienen aún una disposición es-
tomado la menor molestia para investigar en serio sil piritual perfecta, se contenta con que tengan sincero
lo llama o no lo llama Dios. O bien esto otro: «Las -deseo de alcanzarla. En los mismos Ejercicios, si el
virtudes evangélicas son sólo consejos que no obligan hombre siente repugnancia hacia la pobreza actual,
a nadie», y con esto dan por resuelto el problema y manda y ordena que haga actos contrarios a tal repug-
ya no hay que pensar más ¡Qué nieblas y aun qué nu- nancia y junta con ellos la oración, dirigiéndola a la
blados ponernos los hombres entre Dios y nosotros! ¿Es consecución de tan deseada disposición.
posible hallar, con semejante proceder, la voluntad di- Aplicando esta doctrina al caso presente decimos
vina en la disposición de nuestra vida y en cada cosa su el ejercitante ve que no tiene la disposíción que
particular? Todo esto no son más que cobardias espi- pide esta anotación va** des nos lme a ue q dmesnvoia
rituales, falta clara de generosidad y deseos poco o nada mente tenerla, que repita muchas veces estos deseos y la pida a Dios
sinceres. Dios nuestro Señor. Esta anotación pone de
No quiere en manera alguna San Ignacio, que su manifiesto lo necesaria que es una intensa preparación
ejercitante entre en los Ejercicios con la carga de se- espiritual, para hacer los Ejercicios totales, como es
mejantes prejuicios, que irremisiblemente ahogarán en debido.
él cualquier anhelo de gran santidad en el punto mismo El Tercer Directorio ignaciano nos da las normas si-
de nacer. (* *falta**) «Los no dispuestos y todos los que no
siguientes:
Tampoco pretende el Santo que en los comienzos estuv¬ieren aún resignados en las manos de Dios N. S., etc.,
resuelta ya los grandes problemas. Lo que quiere es, para que él haga de ellos y los eche a aquella parte que
quitar de su alma toda disposición espiritual que pueda más les conviene, y entran con algunos disegnos y in-
dificultar o entorpecer la solución de los mismos, **tentos; conviene mucho poner toda diligencia para que
Ilegada la hora oprtuna. Por esto exige del ejercitante se deshagan de tal imperfección, porque es una poli *
un acto por lo menos de deseo sincero de adelantar lla , que apolil la aquella preciosa ropa de la verdadera
cuanto le sea posible por el camino de la santidad; le no deja conocer por ninguna manera la
ejige un acto valiente y generoso con el que ponga a el que se conociese estar muy pertinaz en
la entera disposición y gusto de la voluntad divina, su esto antes que entrase en los ejercicios no se había
persona y todas sus cosas.
de incitar a ellos ni admitir frecuentes
Tal vez esto, de presente, no llegue a ser una dispo- confes iones,estuvimáadro.Ptví,y
sición firme y habitual de su voluntad; quizás ello se que es entrado a los hacer es menester intentar de le
reduzca a un simple acto. No importa: haga ahora ese
ayudar, y para esto ayuda mucho detenerle en la consi**
acto sincero, animoso, liberal, que será muy acepto a
deración del fundamento, y en los exámenes particular \
Dios y que más adelante se reiterará, se fundamentará
y se llevará a la perfección. y general, y en el conocimiento de cómo se peca con
p ensamientos, obras y palabras, para que se vaya ma-
No se le oculta a San Ignacio lo grande y difícil que
durando; y guando estuviese la primera semana muy
es una disposición de esta naturaleza y sabe muy bien pertinaz, paréceme que yo no passaría con él adelante,
que no se llega a ella de golpe. Por lo mismo no la im-
O a lo menos le daría los exercicios que quedassen con
pone en la entrada de los Ejercicios como de necesi-
la brevedad possible. Non obstante esto, se habría de
dad absoluta, sino como cosa altamente provechosa. Por*** despedir de tal manera que no fuesse causa que por
(*paginscore=10 *)aquloédexsfrntalcoesióy &lados y cómo; asimismo de las addiciones, si con diligen-
colloquios familiares y espirituales. Esto se entiende siendo cia las hace, pidiendo particularmente de cada cosa destas.
tal sujeto, de quien se esperase mucho, y no habiendo tala de consolación y desolación nn. 316-324, de adicio-
otros más dispuestos que él, con quien se hubiesse de nes, nn. -
73 90 [6].
notar el Santo en la anotación quince. Si aquí cumple ejercitante, sino que se apoya en la infinita bondad
el alma con fidelidad, todo está asegurado; pero si falta y la fidelidad de Dios, que quiere comunicarse con su
la fidelidad en lo que es esencial de todo punto, lo na- Criaturas y que infaliblemente lo hace desde el moment
tural es que todo lo demás venga entonces a parar en que ellas por su parte se disponen a recibir sus gracias.
un lastimoso desbarajuste. Así vemos que en los Ejercicios se multiplica la ora
Atento a todo el Director, si ve que el ejercitante ción en forma de petición dirigida a la generosidad di
no siente en su espíritu ni la acción de Dios ni la gue- vina de la que en último término hemos de esperar el
rra del enemigo, con toda razón puede sospechar que don de la santidad perfecta.
el contacto que la oración establece entre el alma y Lo que el P. Polanco recomienda en primer térm
Dios, en él no ha tenido lugar aún; por eso debe exa- inoycmpral,síDiectomjran
minarlo detenidamente y ejhortado a guardar la ma- e s, que el uno y el otro pidan al Señor con el mayor
yor fidelidad en todas las cosas en general y en cada fervor y constancia el fruto de los Ejercicios 1.
una en particular, sin que omita ninguna de ellas por
pequeña que le parezca.
Tanto la guerra que mueve el demonio como la ac** Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 803.
sí, pero a la que tantísima importancia le atribuyen el
cielo y el infierno.
Anotación séptima Entre las cosas criadas, nada más grande que un acto
moral o espiritual. De este valor de los actos, San Ig-
TExto.— La séptima: el que da los ejercicios, si ve, al
que los rescibe, que está desolado y tentado, no se haya con nacio tiene un conocimiento clarísimo y es conveniente
él duro ni desabrido, más blando y suave, dándole ánimo y que el ejercitante abra bien los ojos para apreciarlo
fuerzas para adelante; y descubriéndole las astucias del como él merece.
enemigo de natura humana, y haciéndole preparar y dis-
poner para la consolación ventura [7].
Anotaciones octava, novena y décima
COMENTARIO. — Esta anotación, corno las tres si- Texto.— La octava: el que da los ejercicios, según la
guientes, son momentos especiales de la lucha que ten- necessidad que sintiere en el que los recibe, cerca de las
drá que sostener, a juido de San Ignacio, el que es fiel dessolaciones y astucias del enemigo, y así de las consolacio-
en hacer bien los Ejercicios. Aquí encarga el Santo al nes; podrá platicarle las reglas de la primera y V semana,
*Director, que cuando vea al ejercitante tentado o de que son para conocer varios espiritus, nn. 314-327, 328-
solado, no lo trate con dureza y sequedad, antes con suavidad y dulzura. 336 [8].
En este caso la tristeza del La nona: es de advertir, guando el que se exercita anda
íaDsirencdtoumlg piejrctan en los ejercicios de la primera semana, si es persona que
y ambos colaborarían a la acción del demonio. en cosas spirituales no haya sido versado, y si es tentado
Lo que el uno y el otro deben procurar es reconocer grosera y abiertamente, así como mostrando impedimentos
que se trata de tentación y lucha con el enemigo, no para ir adelante en servicio de Dios nuestro Señor, como
son trabajos, vergüenza y temor por la honra del mundo,
de culpa propia; y aun dado que ésta existiese, tal falta etcétera; el que da los exercicios, no le platique las reglas
no debe favorecer la astucia infernal, antes hay que de varios spiritus de la 2ª semana; porque cuanto le apro-
volverla contra ella, vecharán las de la primera semana, le dañarán las de la 2ª,
El Director debe hacer comprender al ejercitante, por ser materia más subtil y más subida que podrá enten-
que si ahora se halla en estado de desolación, después der [93.
de éste vendrá el de consolación, para el que debe pre- La décima: guando el que da los exercicios siente al que
pararse y disponerse con fidelidad en todo. Cierto que los rescibe, que es batido y tentado debaxo de especie de ,
no debemos nosotros fijarle al Señor días ni horas, y bien, entonces es propio de platicarle sobre las reglas de
la segunda semana ya dicha. Porque comúnmente el ene-
por lo mismos seria gran imprudencia de nuestra parte migo de natura humana tienta más debaxo de especie de
prometernos consuelos a tiempo fijo, pero podemos ase- bien, guando la persona se exercita en la vida illuminativa,
gurar que las almas suelen experimentar alternativas que corresponde a los ejercicios de h semana, y no
espirituales que en vez de mal indicio, son una buena tanto en la vida purgativa, que corresponde a los exercicios
señal. de la La semana [ro].
Necesariamente deben ser los Ejercicios cosa de gran
valor, cuando en torno suyo despliegan todas sus fuer- COMENTARIO. — Estas tres anotaciones nos dicen
zas el demonio y la gracia de Dios. En el centro de cómo y cuándo se han de explicar las reglas de dis-
todo este movimiento no hay más que una cosa, a sa- creción de espíritus que San Ignacio pone en la prime-
ber, nuestros actos: a la verdad cosa pequeñísima en ra y en la segunda semana.
mientas, la luz y la obscuridad, el bueno y el mal
En la primera semana, si ejrcitasplon tiempo [130].
poco versada en las cosas espirituales, o si es tentado El Director, pues, debe ser un psicólogo sagaz, con
de manera claramente diabólica, con ganas de retroce** la vista siempre atenta para descubrir con facilidad los
der en el servicio de Dios, por lo difícil que se le pre** fenómenos que obedecen a causas puramente naturales.
senta la vida o por respetos humanos y por la afición Además de éstas, están las causas preternaturales,
que tiene a la honra y comodidades temporales, éste es o sea, Dios y el demonio, el ángel bueno y el ángel
el tiempo a propósito para explicarle las reglas de la enemigo de la naturaleza humana.
primera semana y no las de la segunda [9]. Que estos dos principios influyen en nuestra vida
Pero cuando el ejercitante sea tentado con aparien** espiritual y de una manera especial en tiempo de Ejer-
cias de bien que encubran alguna mala estratagema del cicios, es cosa certísima. Las reglas de discreción de
demonio, cosa más frecuente en la segunda semana, en espiritus [316-324, 328-336] nos dan a conocer las leyes
tonces es hora de explicarle las segundas reglas de dis que siguen estas dos fuerzas en su manera de obrar en
creción [10]. Esto es lo que en general puede decirse los diferentes estados espirituales de cada persona.
aquí y no hay cosa particular que añadir. En la obra de San Ignacio, no hay ni rastro siquiera
Esta materia es sutil y difícil. Lo que en un estado de terrores demoníacos ni exaltados iluminismos; no
de espíritu puede ser provechoso, en otro tal vez sea hay más que una estrategia perfectamente racional. El
perjudicial. Para no errar en esto, hay que conocer per- espíritu bueno quiere llevarnos a la perfecta doctrina
fectamente estas dos cosas: la naturaleza de las expe- evangélica; el malo por el contrario procura enturbiar
riendas por que va pasando el ejercitante y las fuerzas , primero esta doctrina, para después corromperla del
no humanas que en ello intervienen. todo y hacer del hombre, si puede, un enemigo de la
En la interpretación de las ejperiencias que pasan in*
misma. Las armas que esgrime para conseguir su
por el ejercitante, hay que tener cuenta con las con- tento, no son apariciones ni efectos misteriosos, antes
diciones del sujeto, porque no en toda clase de personas sugestiones y sentimientos que lleven al ejercitante a
obedecen a las mismas causas ni tienen idéntico signi- ' tomar resoluciones y a formular determinados propó-
ficado. Además de las circunstancias espirituales de sitos.
cada persona, debe estudiarse su temperamento, saber- San Ignacio, fija la vista en el ideal inconmovible
se su estado de salud y conocer hasta las cosas mate- de la verdadera doctrina de Jesucristo, legisla con pre-
riales que lo rodean, para no exponerse a equivocacio- cisión y seguridad admirables, en la seguridad de que
nes lamentables. todo hombre racional aceptará convencido éstas sus
San Ignacio, en la anotación 18, quiere que se estu- leyes.
dien, la complexión, la edad, la cultura, el ingenio y las En la historia de la dirección espiritual de las almas,
ocupaciones del ejercitante [18]. Aunque manda que se encuentran cosas harto raras, como, por ejemplo, las
se haga penitencia corporal, no permite que se llegue pruebas a que someten los Directores a sus dirigidos,
en esto a perjudicar ni a debilitar con la falta del sue- imponiéndoles cosas dificiles, contradictorias, misterio-
ño debido, el sistema nervioso [84], sino que se vaya sas e imposibles. Nada de esto se ve en los Ejercicios,
tanteando y probando, para estar seguros de lo que y consiguientemente el Director debe huir de semejantes
puede sobrellevar cada temperamento [8g, 133]. Sabe cosas v no tener otras normas que las de la razón y la
revelación. Advertimos también, que las leyes de dis-
también la influencia que ejercen en nuestros senti-
creción de espíritus son muy útiles durante toda la vida en particular. Fuera de esto tiene que aprender aquí
espiritual, aun fuera del tiempo de Ejercicios. dos lecciones. La primera es, que en todo tiempo y mo-
Sabido es que los ejemplos enseñan más y con ma** mento ha de emplear el mayor esfuerzo posible y pres-
yor facilidad que las palabras. No siendo, pues, las le- tar una atención inteligente y viva a cuanto Dios o el
yes de discreción de espíritus dadas por San Ignacio
demonio obran en el espíritu del ejercitante; a la ma-
más que las propias experiencias del Santo, reducidas ñera de un médico que observa todos y cada uno de
a cánones, el Director obrará cuerdamente si hace leer lbs síntomas que presenta su enfermo. La segunda, que
al ejercitante, en tiempo oportuno, las luchas internas aun llevando él muy bien preparado su plan, esté siem-
del Autor de los Ejercicios Espirituales 1. pre dispuesto a sacrificar todos sus p r oyectos en aras
de las disposiciones de Dios, en el mismo punto "y hora
que le sean conocidas.
Anotación undécima
Turro.— La undécima: al que toma ejercicios en la Anotaciones doce y trece
primera semana aprovecha que no sepa cosa alguna de lo
que ha de hacer en la segunda: semana más que aní tra** TEXTO. — La duodécima: el que da los exercicios, al que
baje en la primera, para alcanzar la cosa que busca, como los rescibe ha de advertir mucho, que como en cada uno de
si en la 2ª ninguna buena sperase hallar [11]. los cinco exercicios o contemplaciones, que se harán cada
día, ha de estar por una hora, así procure siempre que el
COMENTARIO. — No es hombre San Ignacio que gus- ánimo quede harto en pensar que ha estado una entera hora
te de dar sorpresas o preparar golpes teatrales; se con- en el ejercicio, y antes más que menos. Porque el enemigo
tenta con darnos sencillamente para el trabajo una ley no poco suele procurar de hacer acortar la hora de la tal
eficaz y llena de sentido práctico cual es, hacer con contemplación, meditación o oración [12].
toda la perfección posible lo que tenemos entre manos. La terdécima: asimismo es de advertir que, como en
Esperarlo todo del porvenir y dejar las cosas para el el tiempo de la consolación es fácil y leve estar en la con-
mañana, es propio de los proyectistas y soñadores que templación la hora entera; assí en el tiempo de la desolación
militan en la clase de los perezosos y son gente com** es muy difícil cumplirla; por tanto, la persona que se ejer-
cita, por hacer contra la desolación y vencer las tentacio-
pletamente estéril, sobre todo en el campo de la san- nes. debe siempre estar alguna cosa más de la hora
tidad. En los asuntos de orden sobrenatural nos hemos cumplida;orqensóvcaitrldeso,ma
niayer de ajustar a la hora de Dios, que para nosotros noes
mañana sino hoy. En todo momento hemos
de recibir cuanto a Dios le plazca darnos, devolviéndole COMENTARIO. — Son tan claras estas anotaciones que
cuanto nos pida** ciertamente no necesitan comentario alguno. Dos cosas
tan sólo queremos notar.
Primera, la voluntad diamantina de San Ignacio no
admite dirección ni de las pasiones internas ni de ex
temas dificultades. Una vez ha resuelto una cosa con
luz de lo alto, jamás se mueve del punto donde se ha
colocado.
Segunda, la estrategia igualmente ignaciana, de no
estar nunca a la defensiva sino de acometer siempre al COMENTARIO. — Admiremos la humana prudencia de
enemigo. San Ignacio, verdaderamente exquisita** Aquel hombre
Estas dos notas peculiares de los Ejercicios, marcan del fervor osado y de la decisión generosa, el que en
el corte y carácter de la vida espiritual de los que en general lo ofrece todo a Dios desde el primer
esta escuela se educan. Esto ciertamente, no es men-*,cargqudoset rnalucioes
tozude,sinfral pítuyideabl concretas, vaya, como suele decirse, con pies de plomo.
gracia. Resolución que se toma con Dios y por Dios, En semejantes casos se han de pesar bien los ele-
no es cosa exclusivamente, nuestra, sino nuestra y de mentos naturales con que podemos contar y no es pru-
Dios. Hay que defenderla, pues, como a cosa sagrada. dente fiarse de audacias inconsideradas.
Hasta en la educación de los hombres tienen estas El Director debe frenar las precipitaciones del ejer-
anotaciones suma importancia, pues a juicio de los en- citante, es cierto; pero ha de andar con más cuidado
tendidos en esta materia, no hay nada tan eficaz para aún, para no empujarle él mismo con estímulos incon**
que el hombre sepa vencerse a sí mismo, como el quitar siderados. Aquí toda prudencia 'es poca.
a las pasiones la esperanza de triunfar; y mejor todavía,
castigar en ellas inflexiblemente cualquier intento de
Anotación quince
sublevación. La verdad de esto se ve claramente en los
niños, y niño es el hombre, juguete de las pasiones. TEXTO. —La décimaquinta: el que da los exercicios, no
El entendimiento, pierde además con esto la cos** debe mover al que los rescibe más a pobreza ni a promesa,
tumbre de ir buscando razones para eludir la obliga- que a sus contrarios, ni a un estado o modo de vivir, que
ción, razones las más de las veces pueriles, pero que a otro. Porque, dado que fuera de los exercicios lícita v
meritoriamente podamos mover a todas personas, que proba-
engañándose el hombre a sí mismo, las torna como ar** biliter tengan subiecto, para eligir continencia, virginidad,
gumentos de mucho peso. Con un acto resuelto y enér religión y toda manera de perfección evangélica; tamen en
gico, como el que aquí aconseja San Ignacio, todas es los tales exercicios spirituales más conveniente y mucho me-
tas fantasmagorías caen al momento por tierra. jor es, buscando la divina voluntad, que el mismo Criador
'Y Señor se communique a la su ánima devota abrazándola
ea su amor y alabanza; y disponiéndola por la vía que
Anotación catorce mejor podrá servirle adelante. De manera que el que los da
no se decante ni se incline a la una parte ni a la otra; mas
TEXTO. — L a quatuordécima: el que los da, si ve al que estando en medio como un peso, dexe inmediate obrar al
es recibe que anda consolado y con mucho hervor, debe Criador con la criatura, y a la criatura con su Criador y
?revenir que no haga promessa ni voto alguno inconsidera- Señor [15].
do y precipitado; y quanto más le conociese de ligera con
dición, tanto más le debe prevenir y admonir. P orque, dado COMENTARIO. — En esta anotación, San Ignacio to-
que justamente puede mover uno a otro a tomar religión. ma el puesto del apóstol San Pablo cuando éste decía
en la qual se entiende hacer voto de obediencia, pobreza y que él no era el esposo de las almas, sino el fiel
castidad; y dado que la buena obra que se hace con voto, parnifoecgdlvarsJeucito.Dg,ns
es más meritoria que la que se hace sin él; mucho debe de disponer a su parecer de la vida de otro ni imponerle
mirar la propria condición y subiecto, y cuánta ayuda o sus propios pensamientos, sino velar cuidadosamente
Dios.
estorbo podrá hallar en cumplir la cosa que quisiese pro- Para que en todas las cosas se cumpla la voluntad de
meter [4].
ANOTACIÓN DIECISÉIS 323
Para San Ignacio el oficio del Director es muy di** La providencia de Dios no puede faltar y se dará a
ferente, dentro o fuera del tiempo de Ejercicios. Fuera conocer claramente en su hora y por los medios que él
de Ejercicios, si la persona posee las disposiciones que sabe; pues no es de nuestra cuenta anticiparlos.
el caso requiere, puede el Director inclinarla lícita y El tercer Directorio ignaciano aconseja al Director,
meritoriamente a la continencia, a la virginidad, a laj que sea sumamente discreto en no decir cosa alguna
religión y a cualquier otro estado de perfección evan** que tenga la menor apariencia de querer inclinar al
gélica. En esto, el ejemplo de los Santos, la historia ejercitante a entrar en la Compañía de Jesús: «Porque
cotidiana de las vocaciones y la razón misma, nos di- es contra la regla de los ejercicios y puridad del es-
cen de consuno que el prudente consejo de un hombre píritu de la Compañia, que no quiere sino líberamente
espiritual, es uno de los medios ordinarios de que se y por divino instinto y beneplácito, etiam se fuere
vale el Señor para declarar su voluntad. posible tan notorio que non aya que dudar, se Muevan a
En tales casos aplicamos a las cosas sobrenaturales entrar en la Compañía y no otramente. Aliende que
la norma y el criterio que seguimos en las naturales, hacer al contrario es meter la hoz en la mies de Dios
pero, poniendo aquí más prudente y esmerado cuidado, nuestro Señor, que a la hora se quiere haver con su
porque la materia de que se trata es más alta y delicada " ánima a su beneplácito; y aun siendo en tal tiempo
que la de los otros problemas de la vida. movido el exercitante por consejos o industria de algún
Dentro de los Ejercidos, ya es otra cosa muy dife- hombre mortal, siempre quedaría abierta la puerta al
rente. El oficio del Director en tiempo de Ejercicios es demonio pan le tentar, diciendo y sugeriéndole que si
ayudar al ejercitante a preparar y disponer su alma él no se moviera por consejo del tal," etc., que nunca
para quitar de ella las afecciones desordenadas, a fin. huviera hecho tal cosa; y que, al fin, consejo era de
de que Dios le manifieste su voluntad. Así, pues, ha de hombre, y que quasi siempre yerra; y así le queda la
llevar a Dios la persona ejercitada poniéndola en in- tentación en la mano. Esta manera de se governar ha
mediata comunicación con él; hecho esto, déjela allí, de tener el que da los exercicios, solícito que no ponga
encendida de amor y deseosa de conocer lo que debe otra cosa de su casa, salvo el ministerio de darle los
hacer para alabanza y servicio de nuestro Señor; Dios ejercicios, como se han de dar, con m ucha caridad
se encargará de declarárselo. y solicitud y oración, encomendándole may de veras a
Todo el tiempo que duran las elecciones, ha de es- Dios para que no permita que por los pecados del que
tar el Director atento y con gran diligencia para que le da los ejercicios, aquella ánima no sea engañada» 1.
aquella comunicación de Dios con el alma y de ésta con
el Señor no se interrumpa; si esto hace, habrá
lcidouetmcnspuf. Anotación dieciséis
Aunque al Director le parezca que ve las cosas muy
claras, entienda que pueden ser funestas sus iniciativas. Tarro.— La decimasexta: pata lo cual, es a saber, para
No se le ocurra, pues, ponerse en el lugar de Dios; no, que el Criador y Señor obre más ciertamente en la su cria-
ha de tener, no ya iniciativas, pero ni siquiera prefe- tura si por ventura la tal ánima está affectada y inclinada
rencias. Por su parte guarde la total indiferencia que a una cosa desordenadamente, muy conveniente es moverse,
al ejercitante le ha enseñado y vaya él delante practi- poniendo todas sus fuerzas, para venir al contrario de lo
cándola y no inclinándose a una parte o a otra, sino
que esté en el justo medio como el fiel de la balanza. Monumenta Ignatiano, Ser. 2º, pág. 788.
Poco importa que la cosa de que se trata no sea en
que está mal affectada; asi como si está affectada para bus-
car y haber un officio o beneficio, no por el honor y gloria sí mala, cual acontece con el ejemplo del oficio o bene-
de Dios nuestro Señor ni por la salud espiritual de las ficio de que aquí habla San Ignacio; basta con que se**
ánimas, mas por sus proprios provechos y intereses tenora- quiera, la cosa mirando a su provecho e interés temporal
les, debe affectarse al contrario,- instando en oraciones y y no simplemente a la honra y gloria de Dios nuestro
otros exercicios espirituales, y pidiendo a Dios nuestro Se- Señor y a la salud espiritual de las almas.
ñor el contrario, es a saber, pie ni quiere el tal officio o Doctrina es ésta tan contraria a lo que da de sí nues-
beneficio ni otra cosa alguna, si su divina majestad, orde- tra pobre naturaleza y tan opuesta a las máximas que 1
nando sus deseos, no le mudare su affección primera** De gen* triunfan o toman carta de naturaleza entre las
hoy
manera que la causa de desear o tener una cosa o otra, sea tes tenidas por buenas y espirituales, que deberá ser
sólo servicio, honra y glori a de la de su divina majestad [16]. muy grande el trabajo del Director para explicar
debidamente, los fundamentos solidísimos donde la asienta
COMENTARIO. - La anotación dieciséis es esencial- San Ignacio, y descubrir el veneno que se oculta en la
mente ignacíana. Es principio inconcuso de San Igna- doctrina contraria, capaz de matar todo el bien espiri-
cio, que nuestras afecciones desordenadas son el único tual que se pretende sacar de los Ejercicios.
estorbo que Dios halla en nosotros para darnos a cono-
cer su santa voluntad, y que las mismas son las que
impiden o perturban la acción inmediata de Dios con Anotación diecisiete
sus criaturas y de éstas con él; consiguientemente or-
dena que mientras el hombre descubra en sí alguna de Texto. - La décimaséptima: mucho aprovecha, el que da
ellas, aplique todas sus fuerzas a vencerla del todo, los ejercicios, no queriendo pedír ni saber los proprios pen-
fiel*
samientos ni pecados del que los rescibe, ser informado
echando mano de la gran estrategia de hacer el mente de las varias agitaciones y pensamientos, que los varios
*oppositum per diametrum; es decir, de inclinarse resuelta espíritus le traen; porque según el mayor o menor provecho
mente a la parte contraria para llegar de este modo al le puede dar algunos spirituales ejercicios convenientes y
justo medio. conformes a la necesidad de la tal ánima asi agitada [ir].
Para esto se ha de servir de actos de voluntad mu-
chas veces repetidos y de oraciones fervorosas, ponien- COMENTARIO. - Lo que en otro lugar dejamos di-
do de su parte la conveniente disposición para que venga dm, lo repetimos aquí con San Ignacio. Ser Director de
Dios a él y con su suave y poderosa gracia le imponga Ejercicios, no es lo mismo que ser confesor o director
su amor clavando de modo inmutable en su alma el espiritual de una persona.
deseo purísimo de buscar sólo la gloria y servicio de Ninguna necesidad hay de que el ejercitante decla-
su Señor** re al Director sus pecados o el plan de vida que lleva;
En el caso presente, el Director no debe atenerse a basta con que le manifieste el efecto que en su alma
la reserva o indiferencia que se le recomendaba en la van produciendo Ejercicios v. g. las tentaciones o
anotación anterior; antes cumpliendo con la fidelidad. consolaciones que siente, su fidelidad en guardar la dis-
que
mo* debe tanto a Dios como al ejercitante, procure tribución, y principalmente la disposición de su ánimo
verle a luchar contra la afección desordenada, exhor** ante las verdades que en cada ejercicio se inculcan.
tándole y prestándole cuanta ayuda pueda para arrancar' Esto le basta al Director para ordenar conveníente-
de cuajo aquella mala raíz. mente las materias y determinar el tiempo q ue se ha
de dar a cada semana y fijar con acierto cuándo y cómo poca capacidad natural, de quien no se espera mucho fruto;
se ha de hacer cada ejercicio para poder conseguir los más conveniente es darle algunos de estos ejercicios leves has**
fines generales y particulares. Esto basta, volvemos a - ta que se confiese de sus pecados; y después dándole algunos
decir, pero entendiendo que es absolutamente necesa- exámines de conciencia, y orden de confesar más a menudo
rio; de tal manera, que si el ejercitante se negara a hacer que solía, para se conservar en lo que ha- ganado, no pro-
semejantes manifestaciones, esto equivaldría a no querer ceder adelante en materias de elección, ni en otros algunos
hacer los Ejercicios, y en consecuencia no podría seguir, exercicios, que están fuera de la primera semana; mayor-
adelante. mente guando en otros se puede hacer mayor provecho, fal-
tando tieno para todo [18].
Dice el primer Directorio ignaciano: «Mejor es, La diecinueve: al que estubiere embarazado en cosas pú-
pudiendo, que otro le confiese y no el que da los blicas o negocios convenientes, quier letrado o ingenioso, to-
ejercicios» 1 . Y el segundo: «Si el ejercitante no obedeciese mando una hora y media para se ejercitar, platicándole para
al que le propone los Ejercicios, sino que quisies qué es el hombre criado, se le puede dar asimismo por spa-
guiarse por su propio juicio, no convendría continua cio de media hora el ejamen particular, y después el mismo
dándoselos» 2. general, y modo de confesar y tomar el sacramento, hacien-
do tres días cada mañana por spacio de una hora, la me-
ditación dei 1º, 2º y 3º pecado [45-54]; después otros tres
Anotaciones dieciocho, diecinueve y veinte días a la misma hora la meditación del processo de los
pecados [55-61], dándole en todas tres meditaciones las diez ad-
TExto. — La décima octava: según la disposición de las diciones [73-90], llevando el mismo discurso por los misterios
personas que quieren tomar ejercicios spirituales, es a sa- de Christo nuestro Señor, que adelante y a la larga en los
ber, según que tienen edad, letras o ingenio, se han de apli- mismos Ejercicios se declara [m].
car los tales ejercicios; porque no se den a quien es rudo La vigéssima: al que es más desembarazado y que en todo
o de poca complisión, cosas que no pueda descansadamente lo possible desea aprovechar, dénsele todos los ejercicios
llevar, y aprovecharse con ellas. Assimismo según que se qui- spirituales por la misma orden que proceden, en los quales
sieren disponer, se debe de dar a cada uno, porque más se por vía ordenada tanto más se aprovechará. quantó más se
pueda ayudar y aprovechar. Por tanto, al que se quiere ayu- apartare de todos amigos y conoscidos, y de toda solicitud
dar para se instruir y para llegar hasta cierto grado de con- terrena; así como mudándose de la casa donde moraba, y
tentar a su ánima, se puede dar el ejamen particular [24-31], tomando otra casa o amera para habitar en ella, quanto
y después el examen general [32-43] ; juntamente por media
más secretamente pudiere; de manera que en su mano sea
hora a la mañana el modo de orar sobre los mandamientos, ir cada día a missa y a vísperas, sin temor que sus
pecados mortales, etc. [238-248] comendándole también la conocidos le hagan impedimiento. Del qual apartamiento se si-
confesión de sus pecados de ocho en ocho días, y si puede to- guen tres provechos principales, entre otros muchos: el pri-
mar el sacramento de quince en quince y si se afecta mejor mero es, que en apartarse hombre de muchos amigos y co-
de ocho en ocho. Esta manera es más propria para personas noscidos, y asimismo de muchos negocios no bien ordenados,
más rudas o sin letras, declarándoles cada mandamiento, y así
de los pecados mortales, preceptos de la Iglesia, cinco sen- por servir y alabar a Dios nuestro Señor, no poco meresce
delante su divina majestad; el segundo, estando así apartado
tidos y obras de misericordia. Asimismo, si el que da los
ejercicios viere al que los recibe ser de poco subiecto o de no teniendo el entendimiento partido en muchas cosas, mas
poniendo todo el cuidado en sola una, es a saber en servir
a su Criador, y aprovechar a su propria ánima, usa de sus
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 779. potencias naturales más libremente, para buscar con dili-
Ibíd., pág. 784. gencia lo que tanto desea el 3° cuanto más nuestra ánima
se halla sola y apartada, se hace más apta para se acercar A quien quiere hacer los Ejercicios. que - llamamos
y llegar a su Criador y Señor: y quanto más así se allega, típicos, San Ignacio le exige el deseo de adelantar todo
más se dispone para recibir gracias y dones de la su divina lo posible y una grande generosidad para ofrecer ardo-
y suma bondad [20]. rosamente al Señor toda su persona y todas sus cosas.
Si se entra ya en Ejercicios con esta magnífica dispo-
COMENTARIO. — Estas tres anotaciones ponen en las
sición, mejor que mejor ; pero si falta aún algo de ella,
manos del Director la acertada aplicacíón de los Ejer- puede suplirse de alguna manera con la esperanza de
cicios, atendidas las diversas clases de personas que adquirirla en los días de preparación de los mismos,
los hacen. El maná del desierto tenía para cada persona mayormente si con esta esperanza va junto un vivo
un sabor diferente, y el Evangelio o reino de Dios, a deseo de llegar cuanto antes a aquella disposición, deseo
unos se les declaraba por medio de parábolas, a otros s ignificado por las palabras: «Quererse disponer».
del todo y abiertamente. De la misma suerte, los Ejerci-
cios de San Ignacio, que son mm - introducción a la san- El que carezca de esta disposición moral, puede dar-
se también por eliminado y contentarse como el ante-
tidad, se dan total o parcialmente, según las disposi-
ciones del ejercitante. rior, con una aplicación. El primer Directorio ignaciano
es algo más condescendiente : «Los que en la primera
Éstas las reduce. San Ignacio a dos clases, físicas
semana, dice, no mostrasen mucho fervor y deseo de yr
unas y morales otras. Entre las primeras se cuentan,
adelante para determinar del estado de su vida, mejor
las fuerzas corporales,' la cultura, el talento del ejerci-
será dexar de dar los de la segunda semana, a lo menos
tante y el tiempo de que dispone; las segundas no son
por un mes o dos» 1.
más que la voluntad que éste tenga de darse más o Para poder hacer íntegramente los Ejercicios, hay
menos a buscar el fin y a poner los medios señalados que tener en cuenta otra condición, física y moral a la
en los Ejercicios. vez; es la soledad y alejamiento de todo negocio tem-
Disposiciones físicas. — Las fuerzas pueden no ser poral. Desea el Santo que el ejercitante cambie de casa
suficientes, por enfermedad, por debilidad y comple- o por lo menos de habitación; que no dependa entonces
xión natural o por la edad. El ingenio o talento natu- de la voluntad de nadie, y que tenga entera libertad
ral, puede muy bien suplir la falta de cultura. El tiempo, para dar todo el tiempo a las cosas espirituales.
con aquellas personas muy ocupadas pero de buenas
Aprecia tanto el Santo esta condición, que por ella
prendas, puede compensarse dando más días a la sema- mide el fruto de los Ejercicios: «Por vía ordinaria,
na y alargando la duración de los Ejercicios. Para hacer,
dice, tanto más se aprovechará, quanto más se apartare
pues, íntegramente los Ejercicios de San Ignacio, son
de todos sus amigos y conoscidos, y de toda solicitud
necesarias: la salud o fuerzas físicas, cultura o talento
terrena» [2o]. Y enumera aquí tres provechos princi-
natural y tiempo libre y desocupado. El ejercitante que
no reúna estas condiciones, queda eliminado y debe pales, que pueden verse en el texto.
contentarse con una de las aplicaciones que se hacen de Hombre puede haber de mucho mérito y valer que
los Ejercicios. debido precisamente a ello, no podrá desentenderse de
Disposiciones morales. — No son más que la volun-
toda ocupación. Lo sabe San Ignacio y en gracia de él
consiente en suplir la intensidad perdida y la falta de
tad de adelantar en la vida espiritual y la generosidad
para entregarse a Dios nuestro Señor. En esto puede
haber, como se comprende, muchos grados. Monumenta Ignatiana, Ser. 2º , P ág . 788.
soledad y apartamiento, con una mayor duración de cho
rebajaren
en dos cosas. Primera ue no es lo mismo
el algo
los Ejercicios. el grado total de perfección que se busca
Estas disposiciones físicas y morales de que
shablimon,exgSIacosprdment, enlosEjerciostípc,queircontaesmi aperfción,osaétenodysiemprntoleab.No
todas a la vez; y como el reunirlas es de muy pocos, hay que poner a nadie carga que no le permitan llevar
por eso mismo dice el Santo en las Constituciones, que sus fuerzas, y al que por mala disposición de su vo-
los Ejercicios, totales y llamados típicos, se darán raris luntad no quiere cargar con la que puede llevar (**parece faltar un par de renglones**) pru-
personis. dencia ha de ver si será más conveniente ocultarle lo
Esas eliminaciones que tanto acortan el número de que con ello pierde o decírselo claramente por si más
ejercitantes, no se achaquen a dureza de San Igna- adelante mejorara su voluntad; pero jamás
cio, sino a gran prudencia suya, tanto natural como so- **gún caso el Director debe atreverse a n o desvir-
brenatural. A nadie, dice él, se deben dar «cosas que tuar la más alta perfección evangélica pro uestapor
no pueda descansadamente llevar y aprovecharse con San Ignacio, ni a callar que existen unos Ejercícios
ellas» [18]. un esfuerzo tan heroico como éste, no se íntegros y típicos en los que ésta se enseña totalmente
ha de hacer con personas «de quien no se espere a quien puede y quiere hacerlos cual conviene,
fhmruto»[1*8].Añacdsrzón,potlicae La segunda cosa capital que todos deben entender
verdad: no malgastemos nuestras fuerzas «mayormente , que para que estas aplicaciones parciales -muybiens
guando en otros se puede hacer mayor provecho, fal- de los Ejerciciossehagncomdbr,espio
tando tiempo para todo» [r8]. lconocer
otancveiísm,olanzrdsite a fondo los Ejercicios totales y que sería por
Aplicaciones de los Ejercicios. — Para el caso de no
tener el ejercitante las condiciones requeridas para ha- haberlos hecho íntegramente. Si esto se cumpliera no
cer íntegramente los Ejercicios, dice San 4-naco que se harían cosas a aquebsioenratbimrtmnccosslepi*on l es
éstos se apliquen. Aplicar los Ejercicios es, según el ios de San Ignacio.
píritu de los Ejercic
sentido de las anteriores anotaciones, dar solamente
algunas de las cosas Que se proponen en el libro, o
darlos, por decirlo así, de una manera leve sin ir a
buscar el fin total de los Ejercicios y el particular de
cada, ejercicio, sino otro grado inferir de p erfción.
qCon
ue esto están justificadas las formasvidíen
p ueden dar se los Ejercicios.
San Ignacio, al parecer, distingue tres categorías:
la de aquellos que por falta de salud no pueden hacer
todos los Ejercicios; la de los que quieren hacerlos
todos, pero solamente «se quieren ayudar para se ins-
truir y para llegar hasta cierto grado de contentar a su
ánima» [18]; y por último, la de los que aun querien-
do, no pueden por impedírselo sus imprescindibles
ocupaciones¬.
Tratándose de esta materia, es necesario fijarse mu**
ritu, dotado de miembros, sentidos y potencias internas
de orden sensitivo y espiritual.
Primeramente se debe lograr que el cuerpo y los
sentidos, la imaginación 'y los afectos sensitivos obedezcan puntualmente a la dirección
mos de hacer. Decir que el ejamen general cotidiano bamulta de pensamientos, palabras v obras defectuosas
es un medio para purificar nuestras almas de sus faltas que se le han entrado por todas partes sin que nadie
ordinarias y una preparación remota que asegura y fa-. se lo estorbara; al paso que el segundo, o no deja pasar
**cilita la confesión general, sería contestar a la pregunta a ninguno de estos enemigos, o si alguno ha entrado en
de una manera inadecuada. Cierto que ésos son buenos su casa, no sale de ella sin !saberlo antes registrado.
frutos del ejamen, pero San Ignacio va tras un fin espi- Éste es el primer fin del examen general de cada día.
ritual de más elevada importancia; pretenoe que nues- Grande es el poder de la introspección diaria para
tras faltas cotidianas no enfríen nuestro fervor, y menos descubrir las faltas; pero de si, sin una luz superior,
aún nuestro amor a Dios. no es suficiente. Entra un rayo de luz en una habitación
Conocer el camino para hacernos santos y saber y vemos que revolotean en el aire infinitas partículas
amar a Dios rodeados de faltas, es punto y asunto ca- que no sabíamos que ejistian.
pital í simo. Por lo que se refiere a nuestras intenciones, al móvil
Convenzámonos de esta triste realidad; es decir, de principal de nuestros actos y a los fines complicados
que siempre tendremos faltas y que carecer de ellas que a veces nos proponemos en ellos, hay en nuestro
por completo, es un don extraordinario con el que no espíritu profundidades muy obscuras** 1
podemos contar. Sólo el espíritu sobrenatural que, escudriña las
Quede asimismo bien asentado esto otro: que a pe- 1yprloa*ndbievsDqucza
sar de las faltas podemos y debemos ser santos. Viene hasta a divisíon del alma ydelspíritu2,dn 2**
aquí muy a cuento lo que en la meditación del infierno **nar ante nuestros ojos esas tinieblas del espíritu, de¬sc
advierte San Ignacio, o sea, que las faltas pueden ha- ubriéndosleymadnustroc.
cernos olvidar del amor de Dios [65]. Dios nuestro Señor da esta sabiduría del cielo a,
Por consiguiente, hay faltas que disminuyen el fer- quien se la pide con humildad y sinceridad, confiada y
vor, y otras que no. La causa de tal diferencia, no es constantemente; por eso San Ignacio quiere que se la
objetiva sino subjetiva; no está en ellas, sino en nos- pidamos todos los días y en cada uno de los exámenes.
otros mismos. Uno conservará el fervor o lo perderá, El conocimiento de nuestras faltas no neutralizaría
según que sepa o no caminar por entre dichas faltas. cumplidamente la influencia maléfica que ellas ejercen
Ahí está el fin del ejamen general ; su oficio es ayudar sobre nuestro fervor, y por esta razón pone San Igna-
a conservar el fervor, sin que lo destruyan las faltas de cio en el examen otros actos esenciales.
cada día. El primero de éstos, contrapone nuestras faltas dia**
Para llegar a este ideal, lo primero es conocer nues- rias a los infinitos beneficios que recibimos de Dios,'
tras propias faltas. En una casa sin guardián, no hay repetidos por Él cada día y con el mismo amor de
nada seguro y quien quiera conservar sus tesoros ha de siempre. La creación, la redención y la providencia, que
estar muy al tanto de quién entra y quién sale de su meditadas en los Ejercicios crearon el amor de Dios
:asa. Esta comparación gráfica, nos declara la diferencia en nuestros corazones, se renuevan con nuevas mara-
que va del hombre que no cae en la cuenta de sus actos villas de la bondad del Señor, todos los días y en cada
más íntimos, al que los conoce uno por uno. momento. sin que nuestras multiplicadas miserias sean
El primero, casi sin advertirlo, se encuentra con que
ha perdido por completo el tesoro de los santos deseos
1 1ª Cor., 2, 10.
que le enfervorizaban, porque se los ha robado la tur** Hebr., 4, 12.
parte para hacerle apartar sus ojos de nosotros peca- la desesperación, por lo menos a un obscuro pesimismo,
dores. persuadiéndonos que no habríamos nacido para la san-
Qué aspecto tan diferente adquieren nuestras faltas, tidad. En cambio, un examen orientado principalmente
si las proyectarnos sobre el corazón de Dios y el cora- a fomentar en nosotros el amor de Dios, hará que apo-
zón de Jesús, que a pesar de mis ingratitudes me ha yemos toda nuestra confianza, no en nosotros mismos,.
amado y me ama hasta la misma muerte! Vistas así, sino únicamente en Dios; y consiguientemente que mire-1
no sólo no enfrían en nuestro corazón el amor de Dios. mos confiados el mañana, es pe rándolo todo de su infinita
sino que lo encienden todavía más. Por eso quiere San misericordia.
Ignacio que el primer punto del examen sea dar gra- Si Dios no se cansa, ni me vuelve la espalda viendo
cias a Dios por los beneficios recibidos. mis faltas cotidianas, ¿por qué me he de cansar yo de
De aquí nacen naturalmente, los actos de dolor y de aguantarme a mí mismo? Si Dios me regala con un
propósito que son los dos últimos puntos del examen. nuevo dia para que le ame, ¿por qué no entrar en él,
y los principales a juicio de los autores ascéticos. lleno de humildad y confiada esperanza de que yo tam-
Si sentimos las cosas tal como San Ignacio las pro- bién le amaré a Él un poquito más? No tengo yo pren-
pone, fácilmente nuestro dolor será de contrición, por- das que afiancen estas mis promesas, pero puedo ase-
que traerá su origen del contraste entre nuestra malicia gurarlas en el amor infinito que me ayudará'.
y la bondad infinita de Dios. Será un dolor amoroso, Sólo nos falta ya comentar el tercer punto que es
que no se encogerá ajustándose a la medida de nuestras «demandar cuenta al ánima desde la hora en que se
miserias, sino que se extenderá por las inmensidades levantó hasta el examen presente». Entre los dos ex-
del amor misericordioso de Dios que, corno lo canta la tremos igualmente viciosos, a saber: el de los que sien-
Iglesia, en nada muestra más su omnipotencia que en ten pereza y hasta horror de ejaminar sus obras y el
ser benigno y perdonador. Será un dolor humilde, quieto de los que en esto padecen verdadera obsesión y no
y confiado, considerando que Dios nuestro Señor nos acabarían nunca de examinarse, existe el justo medio de
ama, no por alguna perfección nuestra, que ninguna pedirse uno cuenta de sus actos, con firmeza, sí, pero
tenemos, sino movido de su corazón de padre, qué tanto a la vez con apacible serenidad de espíritu.
más ama a su hijo cuanto lo ve más pobre y llagado Dice San Ignacio, que ese examen se debe hacer re-
de pies a cabeza** Y este dolor parará naturalmente en pasando nuestros actos del día, de hora en hora; o lo
amor, avivándose cada vez más aquel nuestro valeroso que es lo mismo, de ocupación en ocupación, para lo
atrevimiento con que nos preguntábamos en los Ejer- cual ayudará mucho tener una copia de la distribución
cicios, qué habíamos de hacer por Cristo, y nos ofre del dia y seguirla con atención, deteniéndose sólo un
-cíamosÉlpreguihatmsMer.Con momento en cada una de sus partes para ver si hemos
esto nuestras faltas lejos de ser agua que enfríe nuestro cumplido y cómo. En este cómo se ocultan generalmen-
amor a Dios, serán combustible que lo encenderá cada te todos nuestros defectos, y también todas nuestras
vez más. virtudes.
Por el mismo camino correrá el propósito: será sin-
cero, humilde y confiado. Un examen cuyo fin princi** 1 El que desee una explicación más práctica de los cinco
pal fuera el conocimiento exacto de todas nuestras faltas, puntos del examen general, y fórmulas inspiradas en el espíritu
fácilmente engendraría en nosotros el desaliento. vién- ignaciano que comentamos, puede acudir al Libro del Examen
(páginas 25-50 que hemos recomendado at hablar del examen
donos caer cadaa día; y hasta podría llevarnos, si no a particular.
Para darnos perfecta cuenta de nuestras obras, en-
carga el Santo que en torno de ellas analicemos nues-
tros pensamientos, palabras y obras. No quiere decir
esto que en todas se hayan de ejaminar esas tres co-
sas, porque en muchas de ellas, no habrá por qué; sino
que a cada una la miremos por el lado que más con- CAPÍTULO VII
viene para hacerla con perfección. Si se tiene escrita
la lista de las ocupaciones del día, será muy conveniente CONFESIÓN GENERAL Y COMUNIÓN
tener estudiado lo que en cada obra se ha de examinar
de un modo especial, atendiendo a su naturaleza, o a
las veces que en ella solemos faltar, o a los planes de TEXTO. — Confesión GENERAL CON LA COMUNIÓN
perfección que nos hemos trazado. En la general confessión, para quien voluntarie la quisiere
San Ignacio en las Constituciones 1 encarga que se hacer, entre otros muchos, se hallarán tres provechos para
haga el examen general dos veces al día juntamente aquí.
con el examen particular; a mediodía y a la noche; Los El primero: Dado que quien cada un año se confiesa, no
que quieran llevar una vida espiritual, deben hacerlo, sea obligado de hacer confessión general, haciéndola hay ma-
por lo menos, una vez al día. yor provecho y mérito, por el mayor dolor actual de todos pe-
cados y malicias de toda su vida.
1 P. IV, c. 4, nn. 3 y 4. El segundo: Como en los tales exercicios spirituales se
conoscen más interiormente los pecados y la malicia de ellos.
que en el tiempo que el hombre no se daba asi a las cosas
internas, alcanzando agora más conocimiento y dolor dalos,
habrá mayor provecho y mérito que antes hubiera**
El tercero es consequenter que estando más bien
ymsdceáoihasnlppfrujedtto,
rescibir el sanctíssimo sacramento, cuya recepción no sola-
mente ayuda para que no caya en peccado, mas aun para
conservar en augmento de gracia; la qual confessión general
se hará mejor inmediate después de los exercicios de la pri-
mera semana [44J.
TOMO II
DOC U MENTOS
Documento primero
ADICIONES
' Tomo I. c. In, 4. Adiciones, pág. sao. Torno I, P. III, y . Examen particular, pág. 359,
m contra de esas resistencias que pueden presentarse a
a hora de levantarnos. SEGUNDA ADICIÓN
El segundo elemento es, pensar «a que» me he de
levantar a la hora señalada. Este «a qué» no es un TEXTO. —La 2ª cuando me despertare, no dando lugar
simple y frío recuerdo de la primera distribución del futuro a unos pensamientos ni a otros, advertir luego a lo que voy
día, o sea la oración; sino un vivo deseo y sentimiento a contemplar en el primer exercicio de la medianoche, tra-
(*ojrevisabntdlpág)efiqumhprostacde ión. yéndome en confusión de mis tantos pecados. poniendo ejem-
Supone aquí San Ignacio que al ejercitante se le ha plos; así como si un caballero se hallase delante de su rey y
declarado va el primer ejercicio del día siguiente, con- de toda su corte, avergonzado y confundido en haberle mu-
* ofendido, de quien primero recibió muchos dones y mu
cho
cretando muy bien el fruto que debe buscar en él; por
esa razón ordena, que el último acto antes de dormirse
chas mercedes; asimismo en el 2 .0 exercicio haciéndome pec-
cador grande y encadenado, es a saber, que voy atado como
sea un acto fervoroso de la voluntad, queriendo y de- en cadenas a parescer delante del sumo juez eterno, tra-
seando ese fruto con la mayor intensidad posible: «lo yendo en ejemplo cómo los encarcerados y encadenados ya
que quiero y deseo». La repetición deliberada de seme- dignos de muerte parescen delante su juez temporal;*** y con
jantes actos de la voluntad, son los martillazos que cla- estos pensamientos vestirme o con otros según subiecta ma-
van en lo más profundo del alma los ideales heroicos. teria [74].
El tercer elemento es, «resumir el ejercicio que
tengodhacr».SIisuelpntarjcio En la segunda semana :
o materia de la meditación distribuida con la mayor En la segunda semana será luego en despertándome po-
eclaridenpálmbuos,tyclqiparue ner enfrente de mí la contemplación que tengo de hacer, de-
entendimiento no vaya a la oración desprevenido y a seando más conoscer el Verbo eterno encarnado, para mas
la Ventura, entendiendo que la dignidad del trato con le servir y seguir [130].
Dios exige una preparación. No es que el Santo quiera
En la tercera semana:
que Dios venga a nuestros pensamientos, sino todo lo
contrario ; que nuestros pensamientos vayan a Dios, La segunda será, luego en despertándome, poniendo de-
cuando el Señor, por sí, no nos dé otra cosa mejor que lante de mí adónde voy y a qué, resumiendo un poco la con-
templación que quiero hacer, según el misterio fuere, esfor-
ellos. El resumen de que se habla en la adición, es esa zándome mientras me levanto y me visto, en entristecerme
mirada rápida a la distribución o ejercicio.
y dolerme de tanto dolor y de tanto padecer de Christo
Claramente se ve, por lo dicho, que la primera adi- nuestro Señor [206].
ción no debe ser una fórmula fría y rutinaria, sino que
para cumplir con ella se nos pide un acto bien despier- En la cuarta semana:
to, intenso y complejo, dirigido inmediatamente al pri- La 2ª será luego en despertándome, poner enfrente la con-
mer ejercicio de la mañana, pero íntimamente unido con templación que tengo de hacer, queriéndome afectar v ale-
el fin de los Ejercicios. Quiere San Ignacio que este grar de tanto gozo y alegría de Christo nuestro Señor [29].
acto sea una cosa corta, como el tiempo que se emplea
El equivalente de la segunda adición para los ejer-
«en rezar una avemaría» ; y que, hecho esto, el hombre
«quiera dormirse» como para cobrar fuerzas corporales cicios de entre din:
para la tarea dispuesta para el siguiente día. dempto en el de la medianoche
En todos los ejercicios
y en el de la mañana, se tomará el equivalente de la 2ª ad- Es. pues, la cosa más natural, que en despertándonos
dición, de la manera que se sigue: luego en acordándome que se apodere de nosotros el pensamiento de lo que antes '
es hora del ejercicio que tengo de hacer, antes que me vaya, preparamos para la oración, y que si por una cosa o
poniendo delante dpemíoaóncvyltedquién,rs- por otra tratan de cercarnos otros pensamientos distin-
mien do un tengo de hacer.
el exercicio que y después tos, los rechacemos enérgicamente, sean los que sean.
haciendo la 3ª adición entraré en el exercicio [131]. Pero la parte principal es la positiva , y está, en «adver-
tir luego a lo que voy a contemplar».
COMENTARIO. — La segunda adición ordena el pri- Como decíamos ya en la primera adición, lo que aquí
mer acto del día, que es sin duda alguna de mayor im- se nos inculca no es sólo que recordemos la materia de
portancia que el último del anterior, y por lo mismo, la contemplación inmediata, sino algo mucho más
supera en interés a la primera. La primera, como ya portante ; es decir, que despertemos en nosotros y avi-
dijimos, no es un examen retrospectivo, sino una pre- vemos el espíritu, puesta la mira en lo que vamos a ;
paración para el día siguiente, cu y o fin es asegurar el contemplar.
primer acto de este nuevo día ; claramente, pues, va diri- San Ignacio nos pone un ejemplo de esto en la con-
gida y ordenada a la segunda. templación de los pecados, correspondiente a los dos
A este primer acto del día le atribuye San Ignacio primeros ejercicios de la primera semana, apuntando
una eficacia muy grande y muy inmediata respecto dei allí ideas y comparaciones, aptas para excitar la con-
ejercicio que se ha de comenzar media hora después de fusión y vergüenza que se quiere obtener en la contem-
levantarse, poco más o menos;*** por eso quiere unirlos plación. La segunda adición no es, pues, una práctica
a los dos, acto y ejercicio, de la manera más íntima po- mecánica, sino la verdadera renovación del espíritu que
sible. No es un acto breve, como el de la primera adi- debe tener el ejercitante en el punto y hora en que co-
ción, sino toda una serie de actos que deben ocupar mienza su ejercicio.
todo el tiempo que media entre levantarse y comenzar jamás se olvida San Ignacio de concretar por me-
la oración, Es, por lo tanto, la preparación inmediata dio de notas en cada una de las semanas el espíritu de
de ésta. esta segunda adición. Así, en la segunda, el interés del
San Ignacio, saliéndose de su estilo, se extiende en ejercitante ha de ser, «desear más conoscer el Verbo
la explicación de esta segunda adición, que divide en eterno encarnado, para más le servir y seguir» [130]:
dos partes, una positiva y negativa otra. La negativa en la tercera, «esforzarme, mientras me levanto y me
nos enseña lo que no se debe hacer, esto es: «no dar visto, en entristecerme y dolerme de tanto dolor y de
lugar a unos pensamientos ni a otros». La del despertar, tanto padescer de Christo nuestro Señor» [206] ; en la
suele ser la hora en que nos embiste el tropel de pensa** cuarta, «queriéndome affectar v alegrar de tanto gozo
mientes que más nos preocupan en el día que empeza** y alegría de Christo nuestro Señor» [229]; palabras
mos. En tiempo de Ejercicios hemos dado de mano al todas y expresiones que indican con toda precisión el
todo lo que les sea ajeno; y aun dentro de ellos, debe** fruto propio de cada semana.
mos concentrar la atención por entero en sólo el ejer** No se pues bien la segunda adición, resu-
cicio presente in, 127j. miendo los ,puntos que he de meditar; lo principal es,
La noche anterior nos quedamos dormidos con el renovar y avivar todo lo posible el sentimiento que debo
único pensamiento de levantarnos puntualmente, puesta teneryquexiglpntodsEjerciqum
toda nuestra alma en la contemplación primera del día. hallo, pues en ese sentimiento se encierra todo el fruto
obtenido hasta el presente. Lo hemos de renovar con
repetidos actos de nuestras potencias, singularmente de
TERCERA ADICIÓN
la voluntad, «affectándome» i ntensamente según la ex-
presión de San Ignacio. Si entro en la contemplación
con la voluntad así caldeada, he asegurado el fruto de TEXTO. — La 3. a : un paso o dos antes del lugar donde ten-
go de contemplar o meditar, me pondré de pie por espacio
la misma. Estimaba en tanto San Ignacio esta prepa- de un Pater noster, alzado el entendimiento arriba, consi-
ración inmediata, sacada de las entrañas mismas de la derando cómo Dios nuestro Señor me mira, etc., y hacer una
contemplación, que la recomienda para los demás ejer- reverencia o humillación [75].
cicios de entre día, con lo que él llama «equivalente de
la segunda adición». «En todos los exercicios, dice él, COMENTARIO. — Esta adición nos enseña una prác-
dempto el de la medianoche y el de la mañana, se tomará tica que viene a ser la última preparación para la ora-
el equivalente de la 2. a addición, de la manera que se ción y al mismo tiempo la entrada en la misma.
sigue : luego en acordándome que es hora del exercicio Oración es levantar el alma a Dios ; y claro es, que
que tengo de hacer, antes que me vaya, poniendo de- para poderlo hacer, debemos estar plenamente conven-
lante de mí adónde voy y delante de quién, resumiendo cidos de que tenemos al Señor delante de nosotros, de
un poco el exercicio que tengo de hacer» [131]. que estamos en su presencia. Cuantas veces queramos
Si inmediatamente antes del ejercicio, se dedica como hablar con Dios, debemos pensar en esto ; pero el caso
es costumbre, un cuarto de hora a lo que decimos «to- actual reviste un carácter especial y propio del método
mar puntos», o sea a preparar la contemplación, pone- ignaciano, porque, como hemos dicho, este acto lo vie-
mos con ello el equivalente de la segunda adición. Pero nen preparando ya las adiciones primera y segunda y
es necesario saber lo que en esos minutos se debe hacer. el alma por tanto está llena de pensamientos, sentimien-
Escoger la materia y dividirla en sus puntos conve- tos y propósitos que los quiere meter en la fragua de
nientes, es lo que el Santo entiende por «resumir el la oración para que en ella se amolden a las formas
exercicio» ; pero aquí lo principal consiste en excitar de la santidad. Jamás el ejercitante va a la oración con
eficazmente el ánimo para que desee ya el fruto que de las manos vacías.
la meditacion queremos sacar; que es lo mismo que Para esta entrada en la oración, prescribe San Ig-
nos dicen las ejpresiones: «adónde», «a q ué», y nacio un rito externo y otro interno, cual si fuera ello
«delantquié».Nbdancelmtri,os un acto de culto. El externo, dentro de su gran senci-
sentimientos" cualesquiera de ella derivados, por bue- llez, reviste la majestad de una gran reverencia. Uno
nos que se an, deben jamás ahogar ese ánimo y deseo; o dos pasos antes del lugar donde se ha de hacer la
mates hemos de trabajar, para concentrar en él si es oración, el orante se pone en pie, como pidiendo au-
posible, todas nuestras potencias, entendimiento, volun- diencia a su Divina Majestad, y obtenida la respuesta,
tad y sentimiento. El ideal sería comenzar la oración se le hace un acatamiento humilde y reverente. Este acto
puestos ya en contemplación. externo de reverencia y acatamiento a la presencia de
Dios, va acompañado del acto interno de fe en esa mis-
ma presencia divina y es el que establece la comunica-
ción entre el Señor y el alma. El alma entonces pone
amorosamente su entendimiento en Dios y Éste la mira
con aquella benevolencia que ella desea y espera.
Esta adición puede compararse con la ceremonia que el fruto esencial que se trata de alcanzar en los Ejer-
al comenzar la santa Misa coloca al sacerdote delante cicios, en grado diferente según el punto de ellos en que
del altar v profundamente inclinado y con el alma pues- nos encontremos. No debemos, pues, hacer del medio.
ta ante el solio mismo de Dios, le hace entrar en la fin, sino tomar las cosas siguiendo la norma conocida del
sancta sanctorum, para ofrecer el divino sacrificio. «tanto cuanto».
Fijémonos también en el orden que llevan estos tan-
teos.
CUARTA ADICIÓN Como primera posición pone el estar de rodillas.
porque es la actitud reverente admitida en la costumbre
TEXTO. — La 4ª entrar en la contemplación cuándo de eclesiástica, y que puede por lo tanto adoptarse en toda
rodillas, c uándo postrado en tierra, cuándo supino rostro suerte de circunstancias, bien p ri vad as , bien
bi públi c as
arriba, cuándo asentado, quándo en pie, andando siempre Las dos siguientes, a saber: postrar todo el cuerpo con
a buscar lo que quiero. En dos cosas advirtiremos: la pri- el rostro pegado a la tierra. o vuelta la cara al cielo,
mera es que si hallo lo que quiero de rodillas, no pasaré añaden a la humilde reverenda el abatimiento extraor-
adelante, y prostrado, asimismo, etc.; la 2ª en el puncto dinariamente penitente; y, como ya lo advierte San Ig-
en el qual hallare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener nacio [881, sólo puede emplearse a solas en la celda,
ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga [76]. pero dejando siempre en libertad al ejercitante para que
pueda servirse de esa posición mortificativa, cuando
COMENTARIO. — Al leer esta adición, recuerda uno a así se lo pida la interior devoción, o en los tiempos de
San Ignacio y parece que lo vemos ensayando diversas lucha consigo mismo, o con el enemigo.
actitudes corporales en aquel su noviciado de Manre- En los casos en que estas actitudes más penosas no
sa, «andando siempre a buscar lo que quería». Cuando produzcan el resultado apetecido, se puede aplicar la
clamaba a Dios para que le diese alguno que le guiara, norma dada en la adición décima sobre la penitencia:
prometiéndole sir en pos de un perrillo, si menester ensayando la dirección contraria de buscar posturas más
fuese» ; cuando en los largos meses de escrúpulos no de- cómodas, como son, estar sentado o de pie. Los hombres
jaba nada por probar, personas y cosas, ansioso de ¿Ca guiados de juicios erróneos, fácilmente nos vamos por
llar en paz a Dios nuestro Señor», pasando días y no- los extremos: «y como Dios nuestro Señor en infinito
ches en oración y ayuno; lo natural es que ensayara conoce mejor nuestra natura, muchas veces en las tales
todas las formas de oración con toda clase de actitudes mudanzas da a sentir a cada uno lo que le convie-
corporales, aun las más humildes, como «postrado en ne» [89].
tierra» o «supino rostro arriba». No siendo la postura del cuerpo más que un medio
Cuando después en los Ejercicios se serenó el cielo para alcanzar lo que buscamos en la oración, una vez
de su alma, reunió la experiencia de todas aquellas prue- lo hallemos con alguna de las indicadas, quedémonos
bas en esta adición; advirtiéndonos que todas esas acti- en ella sin ganas de ensayar otras. Esta conclusión tan
tudes son cosa accidental ; que todas, según sean las natural, iluminó el espirito de San Ignacio descubrién-
circunstancias, pueden sernos o no útiles, y que por lo dole otra ley más universal y por lo mismo aplicable
mismo las podemos probar todas, no tomándolas por si a cosas de más peso que la posición del cuerpo, ley
mismas, sino como medio para «buscar lo que quiero». que formuló con las siguientes palabras: «en el puncto
Sabida es que esta frase en boca de San Ignacio denota en el cual hallare lo que quiero, ahí me reposaré sin
tener ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga».
La expresión «en el punto» lo mismo puede refe- la consolación divina, porque en ella nos habla Dios
rirse a la parte de la materia que llevaba preparada para [318, 329] ; y consolación para San Ignacio, es nada
la oración, como a uno cualquiera de los muchos actos menos que encenderse el alma en el amor de Dios, es
que prescribe el método ignaciano. no poder amar en sí cosa terrena alguna, es aumento
Conviene advertir que todo esto es secundario de fe, esperanza y caridad. es alegría interna que arre**
accidental con relación al fin que buscamos ; por lo mis- bata el alma hacia las cosas celestiales, aquietándola y
mo ninguna de estas cosas debe buscarse por sí misma, pacificándola en su Creador y Señor [316].
n i hay por qué dejarse llevar de ansias, por decirlo así, En estas cosas, pone San Ignacio aquel «reposo»
formularias, de seguirlas todas. del alma, y quiere que cuando tope con él, no se mueva
No es San Ignacio ese espíritu ordenancista que de allí y no tenga ansia de pasar adelante, hasta que se
algunos se empeñan en pintarnos, ni fué nunca su pro- satisfaga.
pósito tratar a los hombres corno si fuesen máquinas ; La norma que nos traza esta adición, vale lo mismo
lo que quiere es que ellos se muevan libremente impul- para la contemplación de cosas, como para el segundo
sados por un ideal. Recordemos, si no, la libertad que modo de orar que es contemplación de las palabras de
concede para alargar o acortar las semanas [4], para una oración vocal. «Si la persona que contempla el Pa-
distribuir un mismo misterio en mayor o menor número ter noster hallare en una palabra o en dos tan buena
de contemplaciones [162, 209], para omitir algún ejer- materia que pensar y gusto y consolación, no se cure
cicio [129, 133], para tomar más o menos puntos en pasar adelante, aunque se acabe la hora en aquello que
una misma contemplación [228], para tantear en lo de halla» [254].
la penitencia [891 y para tomar o dejar otras cosas ex-
teriores [130].
QUINTA ADICIÓN
Por . otra parte, volviendo a la ley con que termina
esta adición cuarta, consideremos la importancia capital TEXTO. — La quinta: después de acabado el exercicio, por
que San Ignacio ay tribue a ese «reposar» del alma en espacio de un quarto de hora, quier asentado, quien paseán-
la oración. De sobra saben les contemplativos lo que dome miraré cómo roe ha ido en la contemplación o medita-
eso significa, pero fijándonos en lo que se escribe acerca ción; y si mal, miraré la causa donde procede, y así mi-
de los Ejercicios de San Ignacio, muchos por lo visto rada arrepentirme, para roe enmendar adelante; y si bien,
ignoran o no quieren saber la gran estima que tiene el dando gracias a Dios nuestro Señor ; y haré otra vez de la
Santo de ese reposo espiritual. misma manera [77].
Pues sí. señor: él lo conoce, lo estima, lo fomenta
y lo defiende como el
más preciado tesoro. Hablan de COMENTARIO. — Ya hemos declarado en otro lugar
ello algunas de las fra s es usuales en él. Para la ora- el espíritu del examen de la oración 1 yporesn
c i ón mental , q ui ere y desea aquel «sentir y gustar de limitaremos ahora a dar un comentario práctico de las
las cosas internamente» que «harta y satisface al áni- palabras de San Ignacio, explicando más por extenso lo
ma» [2]: lo que declara y ejplica con aquellas expre- que a nuestro parecer es parte principal del examen de
sones suyas tan sabidas, de «conoscimiento interno». la oración, si éste se hace según la mente del Autor
de «oler y gustar la infinita suavidad y dulzura de la de los Ejercicios.
divinidad». Nos manda que en la oración busquemos
' Tomo pág. 175.
«Después de acabado el exercicio.» Estas palabras suden fijarse en esta diferencia, pero el ejercitante no
parecen indicar que el examen debe hacerse inmedia- la debe perder de vista.
tamente después de cada ejercicio, como si fuese parte Tres personas concurren al éxito de nuestra oración:
integral del mismo. La razón de hacerlo entonces y no nosotros mismos, el demonio y Dios; el saber «cómo
más tarde es, porque en este punto están frescas en la me ha ido en la contemplación o m editación», depende
memoria las cosas, y sobre todo el estado espiritual con de que nos sea muy bien conocida su acción. Esta ac-
que sale el alma de la oración, que es, como diremos ción de las tres anda siempre mezclada, pero para ha-
después, la parte principal de la materia de dicho cer bien el examen conviene examinar cada una por
examen. separado.
«Por espacio de un quarto de hora.» Generalmente Nuestra acción. En el lenguaje de San Ignacio,
a todos les parece largo este tiempo, pero esto es de- «ejercicio» significa actividad espiritual; siendo pues la
bido a que no se hace el examen conforme al espíritu contemplación o la meditación el ejercicio principal,
de San Ignacio. Corto o largo el tiempo, entendemos fácilmente se entiende que en ella alcanza su máximo
que sin fidelidad y sin esfuerzo, nunca se hará bien desarrollo la actividad del espíritu. La actividad va
No cabe la menor duda, de que el examen de la ora- dirigida íntegramente al fin que buscamos, a «lo que
ción es uno de los ejercicios serios en el método de; quiero» ; y aunque es verdad que todas las cosas con-
Santo. curren a dicho fin, no es menos cierto que el máximum
«Quier asentado, quier paseándome.» Aquí señala el de eficacia reside en la contemplación o meditación. Por
Santo las dos posturas del cuerpo que le parecen más esta razón el examen de la oración debe ir a saber, pri-
apropiadas al caso. maria y principalmente, qué eficacia ha tenido el ejer-
La posición corporal tiene aquí particular importan- cicio que acabo de hacer en la consecución del fin gene-
cia, porque lo natural es que el ejercitante salga fati- ral y de los fines de cada semana y de cada ejercicio
gado de la oración y le convenga dar con una que le en particular.
descanse sin fomentar la inacción. Tal vez un pasear San Ignacio no puede comprender que se haga bien
reposado sea lo más favorable para la disposición in- ni un solo ejercicio sin que éste origine alguna per-
terna. En esto cada cual puede consultar y guiarse por fección en las disposiciones espirituales de nuestra alma;
su propia experiencia. del mismo modo que un médico no receta medicina
. «Miraré cómo me ha ido en la contemplación o me- alguna sin el propósito de que produzca un efecto bene-
ditación.» Éste es el punto principal. Este «cómo me ficioso para la salud. De ahí su gran interés en tornar
ha ido» parece corresponder a «lo que quiero», puestc el pulso al alma y examinar el estado de sus fuerzas
al principio de cada ejercicio ; por lo tanto su principal vitales, apenas se acaba el ejercicio.
significado es, que debemos examinar si hemos alcan- La tarea principal del examen de la oración, es la
zado o no el fruto que pretendíamos sacar de la con- siguiente:
templación. No quiere decir esto. que en el examen nc ¿En qué grado poseo aquel deseo de aprovechar en
tengan también cabida las demás particularidades de: todo lo posible y aquella generosidad magnánima de
ejercicio, sino que cada cosa entra en él con su valor darlo todo a Dios? ¿Con qué fuerzas y ardor de volun-
propio: lc principal como principal y lo secundario come tad cuento para prepararme y disponerme a vencerme
secundario. Las fórmulas o cuadros sinópticos que sue- a mí mismo, quitando todas las afecciones desordena-
len darse como guía para el examen de la oración, nc das y ordenando mi vida según la voluntad divina?
del enemigo, y para ello escribió las reglas admirables
; Hasta dónde llega la intensidad de la luz con que res- de discreción de espíritus, que si tienen aplicación en
plandece en mi espíritu la suprema ley del orden, y todos nuestros actos espirituales, la tienen mayor aún
cuánto es mi deseo de aplicarla a todos mis actos como en la oración.
norma única de mi vida? ¿ Cuál y cuán intenso es el Muchas veces será éste el punto más sutil, el más
dolor de mis pecados; cuánto el sentimiento por el des- difícil y aun el más importante; porque puede darse
orden de mis operaciones, cuán grande mi enamora- el caso de que el ángel malo transfigurado sub angelo
miento de Jesucristo que con tanta predilección me ha lucis, haya entrado junto conmigo en la oración, para
amado, y qué anhelo es el mío de realizar grandes cosas hacerme salir después con él, comenzando por inspi-
por Él? ;A cuánto alcanza mi conocimiento íntimo de rarme buenos y santos pensamientos a tenor de los que
este mi Redentor y Señor, y el sentido verdadero que yo llevaba, y arrastrándome luego, poco a poco, a sus
tienen para mí los actos de su vida y su doctrina pu- engaños encubiertos y perversas intenciones [332]•
rísima acerca de la santidad? ¿Crecen en mi alma el Estas trazas del enemigo se descubrirán, si en
amor y el deseo de imitarle? ¿Qué eficacia ha ejercido el discurso y final de mis pensamientos he venido a pa-
en mis disposiciones espirituales el ejercicio que acabo rar en alguna cosa mala, o distractiva o no tan buena
de hacer?
como la q ue yo me proponía hacer; o bien en algo que
Este examen requiere más concentración de espíritu me «enflaquece», inquieta o conturba, quitándome la
'que el de las prácticas externas.
paz, tranquilidad y quietud que antes tenía [ 3 33]. En
Si hallo que de uno a otro ejercicio es menor el tal caso he de examinar detenidamente el discurso de
fervor y más bajo el tono de esas mis disposiciones de esos buenos pensamientos que el demonio me ha inspi-
espíritu, la causa de ello provendrá del último, y es rado; comenzando de su principio y viendo cómo poco
cuestión de averiguarlo con la mayor diligencia. Por a poco me ha hecho descender de la suavidad y gozo
lo que a mí se refiere, la causa puede nacer de que he espiritual en que estaba, hasta traerme a su intencion
descuidado las cosas que con tantas veras me tiene en- depravada. Conocida y anotada esta experiencia, apren-
comendadas San Ignacio para que los Ejercicios vayan deré a guardarme para adelante de los engaños a que
bien hechos y de las cuales quiere que se lleve el examen tan sutilmente me ha llevado el enemigo [334].
particular. Ésta es precisamente la hora de recorrer Por último, he de examinar la acción de Dios en mi
todas esas prácticas, aun las más menudas, para ver en oración. San Ignacio tiene por cosa cierta y averiguada
qué me ha ido bien y en qué mal, sin detenerme en una que en los Ejercicios «el mismo Criador y Señor se co-
observación puramente material, sino fijándome princi- munica a la su ánima devota abrazándola en su amor
palmente en si las he hecho conforme al espíritu de San y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor po-
Ignacio. De esta manera se aprende la ciencia práctica drá servirle adelante» [15]. Quiere que, en lo esencial,
de la oración.
esta comunicación sea inmediata, sin que ni el mismo
Lo segundo que debo examinar es, la intervención Director se entremeta, sino que «dexe inmediate obrar
que ha tenido el demonio en el ejercicio que acabo de al Criador con la criatura, y la criatura con su Criador
hacer. El Santo da por sabido que el demonio desarro-
y Señor» [15***, 16]. Para obrar dentro del alma no ne-
lla una actividad especial en torno al ejercitante [ 6 ], y cesita Dios mirar tiempos ni lugares, ni atender a cosa
siendo la contemplación el ejercicio por excelencia, alguna «porque es propio del Criador, entrar, salir, ha-
daroesqucntljaráodsuengí.Qir cer moción en ella trayéndola toda en amor de la su
San Ignacio que nunca perdamos de vista esa acción
divina majestad» [33o] ; pero bien sabe San Ignacio,
viene sin causa precedente, es decir, sin ningún previo
que la oración, de ley ordinaria, es el lugar propio para
esa íntima comunicación, y que en ella por lo tanto se sentimiento o conocimiento de algún objeto [330 , en
que tengan parte los actos de mi entendimiento y volun** ]
han de resolver en definitiva los grandes problemas de
los Ejercicios. :Cómo , pues, puede desatender esa ac- tad ; aun entonces debo mirar, y con gran vigilancia y
atención discernir el tiempo propio de la actual conso-
ción divina un buen examen de la oración
lación del siguiente; porque podría suceder que en este
Lo más frecuente es que Dios nos hable en tiempo
segundo, caliente el alma y favorecida con el favor y
de consolación [318, 176], pero la desolación es tam-
reliquias de la consolación pasada, haya hecho propó -
bién a las veces una verdadera lección divina [322] ;
sitos y tomado pareceres «por su propio discurso de
por consiguiente, la una y la otra deben ser examina- habitudines y consecuencias de los conceptos y juicios»,
das siguiendo las leyes sapientísimas de San Ignacio.
que no vengan inmediatamente de Dios nuestro Señor,
Empezaré, pues, mirando si he tenido consolación espi-
sino que tal vez proceden del bueno o del mal espíritu.
ritual, fijándome principalmente en sus partes esencia-
En tales casos he de examinar con la mayor detención
les, como son: «todo aumento de esperanza, fe y cari- todos esos «propósitos y paresceres, antes de darles en-
dad», y cuando «viene la ánima a inflamarse en amor tero crédito ni que se pongan en efecto» [336]. «Si el
de su Criador y Señor, y consequenter guando ninguna
principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo
cosa criada sobre la haz de la tierra puede amar en sí, bien, señal es de buen ángel» [333].
sino en el Criador de todas ellas» [3163.
Si he estado desolado en la oración, examinaré
Examinaré si Dios nuestro Señor ha movido mi vo-
luntad y puesto en mi alma lo que debo hacer [180]: de dónde ha podido venir la desolación. Han podido
si ha aceptado y confirmado alguna oblación mía, te** ser causa de ella mi tibieza, pereza o negligencia, y en:
niéndola por mayor servicio y alabanza suya 183]; si este caso mis propias faltas son las que han alejado
he sentido que descendía de arriba, del amor de Dios de mí la consolación espiritual. Puede ser también una
nuestro Señor, el amor que me mueve y me hace elegir prueba de Dios, que quiere ver para cuánto somos y en
alguna cosa, seguro de que sólo lo hago por mi Criador cuánto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin
tanto estipendio de consolaciones y crecidas gracias.
y Señor [184, 338] ; si he sentido que la divina ma- Entonces hay que aceptarla de buen grado, porque es
jestad ordenaba mis deseos, mudando mis afecciones señal manifiesta de que el Señor me quiere valiente y
desordenadas [46].
esforzado en el camino de la santidad.
El fruto de la oración y el de todos los Ejercicios La desolación es a veces una lección del Señor, para
depende principalmente de esa acción divina sobre las «darnos vera noticia y conocimiento para que
disposiciones del Ejercitante, encaminada a que éste se
interamsoqunedstraone
ajuste perfectamente a las disposiciones esenciales exi- devoción crescida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna!
gidas por San Ignacio. Ella debe ser, pues, la materia
principal del examen. consolación espiritual, mas que todo es don y graci
de Dios nuestro Señor; y porque es cosa ajena no
Pero qué finura de análisis tan maravillosa la que pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en al-
pide San Ignacio en este punto de la acción que Dios guna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nosotros la
lleva a cabo en nuestra oración por medio de sus con- devoción o las otras partes de la espiritual consola-
solaciones! Porque aun dando por cierto que la conso- ción» [322]. El remedio para este caso lo encontraré en
lación que he tenido es de Dios, como lo es cuando me la paciencia y en la santa esperanza de que volverá
otra vez la consolación, si yo pongo de mi parte contra luntarias que haya habido, sino además de las involun-
la desolación las diligencias convenientes, «como es ins- tarias deficiencias que han podido influir o ser causa
tar más en la oración, meditación, en mucho examinar- del mal éxito.
me y en alargarme en algún modo conveniente de hacer «Si me ha ido bien en la contemplación o medita-
penitencia» [321, 319j. Entretanto, «consideraré cómo
ción, daré gracias a Dios nuestro Señor, y haré otra
el Señor me ha dejado en prueba en mis potencias na- vez de la misma manera.» El agradecimiento es una de
turales, para que resista a las varias agitaciones y ten- las virtudes más recomendadas en las relaciones que
taciones del enemigo», persuadido de que siempre me unen al hombre con Dios, y siendo la oración, bien he-
queda el auxilio divino, aunque yo claramente no lo cha, un don del Señor, así lo hemos de reconocer y a
sienta, y también la gracia suficiente para la salud eter- Él se lo debemos atribuir por medio de la acción de
na [320].
gracias. Traigamos a la memoria las palabras gravísi-
He de examinar con especial detención, si he hecho
propósitos en tiempo de desolación, o he cambiado de mas de San Ignacio en la explanación del pecado de
dictámenes. Si así ha sido, he de reconocer mi error los ángeles: «Cómo siendo ellos criados en gracia, no se
y enmendar el yerro; constándome, corno me consta, queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia
que el consejero en la desolación es el mal espíritu, «con y obediencia a su Criador y Señor, veniendo en super-
bia, fueron convertidos de gracia en malicia» [50].
cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar».
Miraré también si los tales propósitos y sentimientos Ensoberbecerse o envanecerse por las gracias reci-
bidas de Dios, es el camino más seguro para perderlas
son contrarios a los que tenía en la anterior consolación,
todas y volvernos a quedar en nuestra pura miseria.
y me decidiré a estar firme y constante en la determina-
ción en que entonces me hallaba [317, 318J. Acordémonos de aquella otra sentencia del Santo: «he-
mos de sentir internamente que no es de nosotros traer
El que se examine con este cuidado y diligencia pue- o tener devoción crescida, amor intenso, lágrimas ni
de estar seguro de que ha cumplido a la perfección con lo otra alguna consolación espiritual, mas que todo es don
que encargan las últimas palabras de la adición, cuando
sé dice, que no solamente hemos de saber si la oración y gracia de Dios nuestro Señor ; y porque en cosa aje-
na no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento
ha ido bien o mal, sino también por qué ha ido de la
una o de la otra manera. en alguna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nos-
otros la devoción o las otras partes de la spiritual con
Hecho ya el balance de la oración y descubierta la
solación» [322].
causa del bueno o del mal éxito, Quedan aún otros actos
espirituales que necesitan también su tiempo. Si la ora- Por el contrario hemos de procurar que las gracias
de la oración nos funden en la verdadera humildad,
ción ha ido mal, vista la causa del fracaso, dice San
Ignacio que he de « arrepentirme para me enmendar pues ésta es la mejor disposición para conservarlas y
aumentarlas. Por eso dice San Ignacio que «el que está
adelante». Esto es lo lógico, porque un examen de con-
ciencia no practicado por puro estudio psicológico, sino consolado procure humillarse y baxarse cuanto puede,
pensando quán para poco es en el tiempo de la desola-
que reviste la categoría de ejercicio espiritual para la
ción sin la tal gracia o consolación» [324]. Y aun aña-
salud del alma, necesariamente ha de acabar por el dolor
de las faltas y el propósito de no volverlas a cometer. de esta otra regla de prudencia : «el que está en con-
Y éste es el caso del examen de la oración, puesto solación piense cómo se habrá en la desolación que
que nos hemos de enmendar no sólo de las faltas vo** después vendrá, tomando nuevas fuerzas para enton-
ces» [323].
Salta a la vista, que un examen de esta naturaleza COMENTARIO. — Lo que se dice en esta adición, de-
es algo más fundamental que ir recorriendo un simple muestra a las claras que los doc umentos que vamos co-
formulario; pide mayor atención, pero es también de mentando, ni van dirigidos inm ediatamente a la ora-
mucho más provecho. Tendrá siempre su dificultad, bien ción, ni pertenecen a ella exclusiv amente, como se dice
sea por nuestra flojedad, bien por la desolación espi- o se supone con harta frecuencia; sino que
ritual; pero si uno va a él con la decisión de hacerlo vanedrzostlEjeciydun*moespcial
bien, hasta puede parecerle corto ese cuarto de hora, al fruto que pretendemos sacar de ellos; o como lo
que de otra manera resulta muy largo. diceSanIgoltíu,«mejrhaoq
desea» [7 3 ]. Por esta causa, unas adiciones tienen bien
determinado el tiempo en que se deben observar; pero
SEXTA ADICIÓN ésta y las que le siguen no tienen señalada hora pro-
pia; se han de cumplir a todas horas.
TEXTO. — La sexta: no querer pensar en cosas de placer Su objeto es, que el fin peculiar asignado al punto
ni alegría, como de gloria, resurrección, etc.; porque para de los Ejercicios en que ahora nos hallamos.
sentir pena, dolor y lágrimas por nuestros pecados, impide totalmente nuestro entendimiento. Si éste no se entrega
qualquier consideración de gozo y alegría; mas tener de- de lleno a estas cosas, por no haberlas penetrado como
lante de mí quererme doler y sentir pena, trayendo más en convenía. debe intervenir con su imperio la -voluntad
memoria la muerte, el juicio [78].
para que las quiera recordar y rumiar con aquella ac-
Estas palabras se refieren a la primera semana; para ción lenta que hace que las asimilemos. El entendimiento
la segunda dice lo siguiente: es el fundamento de la vida racional, y por lo mismo,
también de la sobrenatural de la santidad; y en razón
La 6ª será traer en memoria frecuentemente la vida y de esto es justo y eficaz el propósito de que se entregue
misterios de Christo nuestro Señor, comenzando de su en- únicamente y sin reservas a lo que queremos que se
carnación hasta el lugar o misterio que voy contemplan- convierta en substancia espiritual de nuestra alma.
do [13o]. Observemos que el Santo, apartándose de lo que sue-
le hacer con respecto a la oración, señala en la adición
Para la tercera : para cada semana materias generales y múltiples, pero
La 6ª se mudará no procurando de traer pensamientos todas convergentes en un mismo punto; o sea, en el
alegres, aunque buenos y sanctos, así como son de resurrec- fin propio de cada semana. Argumento claro de que el
ción y de gloria, mas antes induciendo a mi mismo a dolor fin es lo que con preferencia buscamos y lo mismo que
y a pena y quebranto, trayendo en memoria freqüente los ha de querer y fomentar el ejercitante con toda dili-
trabajos, fatigas y dolores de Christo nuestro Señor, que gencia. Ese fin concreto lo, obtenemos en la oración, pero
passó desde el puncto que nació hasta el misterio de la lo preparan las adiciones antes de entrar en ella, y lo
passión en que al presente me hallo [206].
conservan y hacen que penetre en el alma cuando de ella
Para la cuarta: hemos salido. De esta manera todo el día andamos
ocupados con un mismo asunto, ciertamente esencial.
La 6ª traer a la memoria y pensar cosas motivas a pla- Tal vez se nos haga difícil el cumplimiento de esta
cer, alegría y gozo espiritual, así como de gloria [229]. adición por el cansancio natural o por la sequedad del
espíritu. No nos admiremos de ello. Estelpuno
y' hora de aquel «querer» tan propio del sistema igna- Aquí, nada de superstición o rutina, nada de aflo-
ciano ., que con energía perseverante y deliberada se jamiento sensual o sensible; sino perpetuamente el mis-
impone a todos los actos de la persona y les hace ser- mo criterio y determinación de poner , los medios que el
vir para sus intentos. De un modo especial debernos fin*exja.
frenar la curiosidad, aun la espiritual, porque es una De todos es conocida la influencia que tienen en el
de las formas de la pereza con que nos combaten y nos estado actual del alma las cosas sensibles y de un modo
engañan frecuentemente el enemigo y nuestra natural especial la luz y la temperatura: sabido es que el alma
condición. puede dirigirlas más o menos en un sentido puramente
natural o llevarlas a esferas más levantadas. He ahí,
pues, lo que pretende San Ignacio: que el ejercitante
SÉPTIMA ADICIÓN tenga el suficiente criterio para ver si sabrá encauzar
o no esas impresiones sensibles para que ellas favorez-
Texto. —La 7ª: privarme de toda claridad para el mis- can los grandes sentimientos espirituales que desea sacar
mo effecto cerrando ventanas y puertas, el tiempo que estu- de la oración. Si calcula que si, eche mano de esas cosas
viere en la cámara, si no fuere para rezar, leer y comer [7g].
materiales y naturales para las espirituales y sobrenatu-
rales; pero si, por una causa o por otra, entiende que
Segunda y tercera semanas: no, evite todo tropiezo y no use «buenos temporales»,
sino «diversos».
La 7ª será que tanto se debe guardar en tener obscuri- La adición tiende a crear en nosotros, poco a poso,
dad o claridad, usar de buenos temporales o diversos, cuanto
sintiere que le puede aprovechar y ayudar para hallar lo
el hábito de saber hacer que las cosas naturales que
que desea la persona que se exercita [130]. nos rodean nos hablen un lenguaje espiritual: ciencia
en verdad difícil, que alg unos poseen como don natural,
yquelosSantdirceluxoagi
Cuarta semana: sobrenatural, de un modn más elevado y perfecto. El
La 7ª: usar de claridad o de temporales cómmodos, así Principio y Fundamento nos enseñó a ver en todas las
como en el verano de frescura, y en el hibierno de sol o cosas la ley del amor; pero el ejercicio ascético y mís-
calor, en quanta el ánima piensa o coniecta que la puede tico hace que el alma advierta en ese lenguaje y lo
ayudar, para se gozar en su Criador y Redemptor [229]. entienda y se acostumbre a responder en idéntico sen-
tido. Nunca como en los Ejercicios se halla el alma tan
Comentario. — «Para el mismo efecto», o sea bien dispuesta para un trabajo como ése.
«para hallar lo que desea», para el fin que se pretende
sacar en cada semana de Ejercicios. En la materia de
que trata la presente adición, tiene más entrada la pro- OCTAVA ADICIÓN
pia personalidad o condición, por el misterioso enlace
que tienen entre si las cosas sensibles y las espirituales;
TEXTO. — La 8ª: no reír ni decir cosa motiva a risa [So].
por eso lo deja todo el Santo a la discreción del ejerci**
tante: «tanto quanto sintiere que le puede aprovechar COMENTARIO. — Esta corta adición no sufre modifi-
ayudar»; «en quanto el anima piensa o coniecta que cación alguna en las restantes semanas. La alegría no
la puede ayudar», debe confundirse con el «reír o decir cosas motivas a \
risa» ; son dos cosas muy distintas, como lo son la tris-
teza y el mal humor adusto.
La alegria y la tristeza son dos grandes afectos dei NOVENA ADICIóN
alma que San Ignacio aprecia y fomenta: buscando que
la primera, cuando conviene, llegue hasta el gozo más TEXTO. —La nona: refrenar la vista, excepto al rescibir o
intenso, y que la segunda se convierta en pena, dolor, al despedir la persona con quien hablare*** [81].
aflicción y lágrimas. Quiere que los Ejercicios estén re-
vestidos de una seriedad externa matizada por la ale- COMENTARIO. — Tampoco esta adición se modifica en
gría o tristeza interiores, así como rechaza de ellos las el resto de los Ejercicios. Su objeto es refrenar la vista,
risas o las palabras motivas a risa y atribu y e a influen- que entre todos los sentidos externos es el más espiri-
cia del enemigo la obscuridad del alma, la turbación, tual. La adición siguiente se ocupará de los sentidos
inquietud, desconfianza y la misma tristeza no nacida materiales.
de causa espiritual [317]. A este sentido hay que ponerle leyes y, dada su ten-
La perfecta educación de los sentimientos es cosa dencia a distraerse con las cosas de fuera. hay que re-
ciertamente difícil, pero es muy necesaria, y para lo- frenarlo también con energía por algún procedimiento
grarla existen dos procedimientos: uno interno y otro parecido al de la adición anterior. Los grandes enemi-
externo. El interno procura fundar esos sentimientos gos de los Ejercicios espirituales son: un corazón disi-
en grandes ideas y en amores igualmente grandes que pado y un entendimiento distraído, y precisamente la
le sirvan de alimentación saludable. Los Ejercicios son vista es la puerta por donde entran la disipación y la
como una escuela práctica de este procedimiento, que distracción.
es el más justo y a la vez el más eficaz. Refrenarla, pues, es cerrar esa puerta.
El externo atiende a regular v corregir las manifes- La expresión que usa San Ignacio es muy general,
taciones desordenadas con que se muestran al exterior y la misma excepción que pone confirma esa genera-
los sentimientos internos; y aunque no alcance, ni de lidad ; porque si la reserva se circunscribe a la sola
lejos, la eficacia del procedimiento interno, es algunas l*uzaptendcsrióo éptma,uesil
veces de gran utilidad. Este segundo es el que pone en habla, eso mismo indica que debe reprimirse en todo lo
nuestras manos San Ignacio con esta adición octava. demás. A pesar de lo dicho, también aquí tiene apli-
tomando como ejemplo la risa, que suele ser causa de cación la adición séptima, pues si la luz puede sernos
la ligereza, de la disipación y desedificación; cosas to- una ayuda en los días de alegría espiritual, también
das que deben estar muy apartadas así de los Ejerci- podrá consolarnos el mirar y contemplar el cielo y otras
cios como de los ejercitantes. cosas buenas que elevan el espíritu. Fuera de estas cosas,
es utilísimo cerrar los ojos a cuanto pueda ocasionar
distracciones, para que el alma concentre todas sus ener-
gías en el gran negocio de los Ejercicios.
Este rigor de San Ignacio en lo de refrenar la vista,
parece indicar que además de la más perfecta modestia,
busca el Santo la mortificación. Modestia es, apartar la
vista de cuanto pueda perturbar el espirita mortifica-
ción es prohibirle mirar lo que se podría ver sin ningún
inconveniente. La modestia debe guardarse con toda dili- reglas de la modestia que legó escritas a sus hijos. Hijas
gencia lo mi s mo en Ejercicios como fuera de ellos, pero como él dice, de larga oración y de muchas lágrimas.
el tiempo de Ejercicios pide además penitencia, como Son las siguientes:
lo dice el Santo en la adición décima; y buena y exce**
lente mortificación es, privarse de mirar cosas agrada** Lo que deben observar los de la Compañía en el andar
bles, que aunque buenas , no son necesarias; y esto público, en general se puede brevemente decir de nuestros
Hermanos, que en todo el hombre exterior se vea en el os
cuanto más, mejor, mientras no faltemos a las atenciones
modestia, humildad y madurez religiosa, y edificación en
debidas, ni caigamos en reprensibles descortesías. todos los que los miran: pero, viniendo al particular, se ob-
Hablábamos en la octava adición de la necesidad que serven las cosas siguientes:
hay de educar nuestros sentimientos, y lo mismo hemos No se vuelva ligeramente la cabeza acá ni allá; sino cuan-
de decir de nuestros sentidos. Para ello, no hay mejor do acaeciese, con madureza religiosa; y no siendo menester,
escuela que la de los Ejercicios, porque el método de se tenga derecha, con moderada inclinación del cuello hacia
contemplar de San Ignacio es sumamente plástico: ver, la parte anterior, y no hacia el un lado o al otro.
oír y mirar espiritualmente. Además está la aplicación Los ojos se tengan comúnmente bajos, sin mucho alzarlos
de los sentidos internos, cuyos actos son más durade- ni volverlos a una parte ni a otra; y hablando, máxime con
ros, intensos y elevados. Supuesta, pues, la mutua in- personas de respeto no les miren fijamente a la cara, más
comúnmente abajo.
fluencia entre los unos y los otros, el acostumbrar a
Las rugas en la frente se deben evitar, pero mucho más
los internos al ejercicio de la contemplación ha de re** en la nariz, de manera que por la serenidad de fuera se co-
Anudar eficazmente en la moderación de los externos.¡ nozca la de dentro.
Añadamos aún otra consideración más. Las perso- Los labios ni muy cerrados ni muy abiertos.
nas santísimas de Jesucristo y la Virgen Santísima, que Todo el rostro muestre antes alegría que tristeza u otro
son la perfección ideal en todas sus acciones, son el afecto menos ordenado.
objeto primario de todas nuestras contemplaciones. Los vestidos estén limpios y compuestos con religiosa mo-
Será, pues, la cosa más natural que el contemplar nos- deración. .
otros detenida y amorosamente, cómo miran y hablan, Las manos, si no se ocupan en alzar la ropa, se tengan
cómo caminan y trabajan, con la intención deliberada en modo decente y quieto.
Sea el andar moderado, sin notable priesa, si la necesidad
de imitarlos a ellos y reflictiendo sobre nosotros mis-
no fuese urgente, guardando el decoro que se podrá.
mos para hacerlo después de la misma manera, imprima
Todos los movimientos y acciones finalmente sean tales,
en nuestros propios sentidos el mismo modo espiritual que muestren humildad, y muevan a devoción a los que
de obrar que vemos y apreciamos en aquellas santas los miran.
personas. Cuando son muchos, téngase orden, viniendo dos o tres
No satisfecho aún San Ignacio con todo esto, ensa- juntos, como serán repartidos.
ya en el primer modo de orar, de una manera más prác- Si aconteciere hablar, acuérdense de la modestia y- edifi-
tica, este sistema de educar nuestras facultades internas cación en las palabras s modo de decir.
y externas, examinando las faltas que cometimos en el
uso de los sentidos, pero poniéndonos para este examen,
delante de los ojos, el ejemplo de Jesucristo y de la
Virgen Santísima [ 246-248] .
De esta misma contemplación sacó San Ignacio las
2ª nota. La 2ª: es de advertir que la 1ª y 2ª adición
se han de hacer para los exercicios de la medianoche y en
DÉCIMA ADICIóN arnaneciendo y no para los que se harán en otros tiempos;
y la 4ª addición nunca se hará en la iglesia delante de otros,
Texto. — La décima adición es penitencia, la cual se sino en escondido, como en casa, etc. di* [8 ].
vide en interna y externa, Interna es dolerse de sus pecados 3ª nota. La 3ª: guando la persona que se exercita aun
con firme p r op ó s it o de no cometer aquéllos ni otros algunos; no halla lo que desea, ansi como lágrimas, consolaciones, etc.,
la externa o fruto de la primera es castigo de los pecados muchas veces aprovecha hacer mudanza en el comer, en
cometidos, y principalmente se toma en tres maneras [82] - el dormir y en otros modos de hacer penitencia; de ma-
1ª manera. La 1ª es cerca del comer, es a saber, guan- nera que nos mudemos haciendo dos o tres dias penitencia,
do quitamos lo superfluo no es penitencia, mas temperancia; otros dos o tres no; porque a algunos conviene hacer Más
penitencia es guando quitamos de lo conveniente, y quanta penitencia y a otros menos; y también porque muchas veces
más y más may or y mejor, sólo que no se corrompa el dejamos de hacer penitencia por el amor sensual y por jui-
subiecto, ni se siga enfermedad notable [83]. cio erróneo, que el subiecto humano no podrá tolerar sin no-
2ª manera. La 2ª: cerca del modo del dormir ; y asimis- table enfermedad; y algunas veces, por el contrario, hace-
mo no es penitencia quitar lo superfluo de cosas delicadas mos demasiado, pensando que el cuerpo pueda tolerar; y
o moles, mas es penitencia guando en el modo se quita de como Nos nuestro Señor en infinito conosce mejor nuestra
lo conveniente, y cuanto más y más mejor, sólo que no se natura, muchas veces en las tales mudanzas da a sentir a
corrompa el subiecto, ni se siga enfermedad notable, ni tam- cada uno lo que le conviene [89].
poco se quite del sueño conveniente, si farsan no tiene há-
bito vicioso de dormir demasiado, para venir al medio [84]. COMENTARIO. — Muy clara y segura es esta doctrina
3ª manera. La 3ª castigar la carne, es a saber, dándole de San Ignacio y sobre ella sólo haremos unas ligeras
dolor sensible, el cual se da trayendo cilicios o sogas o barras observaciones.
de hierro sobre las carnes, flagelándose o liagándose y otras La primera es, que en tiempo de Ejercicios hay que
maneras de asperezas [85]. hacer penitencia. La hizo San Ignacio en Manresa, ex-
Nota. Lo que par esce más cómodo y más seguro de la traordinariamente intensa y prolongada. La hicieron sus
penitencia, es que el dolor sea sensible en las carnes y que primeros compañeros imitando en esto a su Padre. La
no entre dentro en los huesos, de manera que dé dolor y no historia entera de la santidad nos predica lo mismo.
enfermedad; por lo cual paresce que es más conveniente las-
timarse con cuerdas delgadas, que dan dolor de fuera, que
Por lo tanto, cuando en Ejercicios hacernos el esfuerzo
no de otra manera que cause dentro enfermedad que sea supremo para entrar decididos por el camino de los
notable [86].
Santos, no podemos en manera alguna prescindir de la
Nota. La primera nota es que las penitencias externas pemtencia. Un espíritu inmoderadamente penitente en-
principalmente se hacen por tres efectos: el primero por sa- cierra graves peligros; pero la falta absoluta del espi**
tisfacción de los pecados pasados: 2º, por vencer a sí ritu de penitencia nos avisa de que tal vez estamos pi-
mesmo, es a saber, para que la sensualidad obedezca a la sando una tierra totalmente estéril para cultivar en ella
razón, y todas partes inferiores estén más subiectas a las su- la planta de la santidad.
periores; 3º , para buscar y hallar alguna gracia o don que La vida moderna predica continuamente el huir de
la persona quiere y desea, así como si desea haber interna toda incomodidad como se huye de la enfermedad, y va
contrición de sus pecados o llorar mucho sobre ellos o sobre en busca de los refinamientos como si fueran la misma
las penas y dolores que Christo nuestro Señor passaba en salud. Ciertamente que no es éste el espíritu cristiano,
su passión, o por solución de alguna dubitación en que la y si viniera a hacer los Ejercicios una persona tan llena
persona se halla [87].
de ese espíritu de mundo, que tuviera por cosa absurda
la penitencia, se le deberían exponer detenidamente las todos sus secretos y a saber ponerlos en práctica con
tres razones que para hacerla alega San Ignacio. la mayor presteza y facilidad.
La primera de estas razones es, la satisfacción que Más arriba hemos insinuado la necesidad de educar:
debemos por los pecados ya cometidos. Todo pecado nuestros sentidos y sentimientos. El comienzo de seme-
se pres e nta ante la divina justicia llevando encerrada jante educación debe ser una victoria absoluta sobre
en sí una culpa y una pena; la penitencia cristiana, más todo lo que es material, lo mismo en el obrar que en
la voluntaria, es una expiación que paga por la pena el padecer. Sólo a precio tan subido se compra la liber-
debida v una reparación de la culpa, que desagravia a tad del espíritu. Cuando el alma llega a ser señora de
Dios. Expiación y reparación son proporcionales, pri** la carne, dominando todos sus vicios y concupiscencias,
mero y principalmente a la penitencia interna, pero tam** y aun las mismas necesidades naturales en cierto grado
bién a la externa ; por esto está en su debido punto prudencial, entonces se ve iluminada de luz superior y
regla de San Ignacio, «quanto más y más, mejor». empieza a gustar las cosas divinas y puede comunicar
A lo que en esta materia se debe atender es, a que algún destello espiritual a sus sentimientos y sentidos
la penitencia interna vaya siempre junta con la externa, inferiores, logrando así que le ayuden a saborear
para que ésta no venga a parar en un acto puramente plenamente las cosas del cielo: «quae sursum sunt sapite»
material, sino que llegue a ser un acto íntegramente El hombre animal no puede gustar ni aun la mínima
humano y sobre todo sobrenatural; dentro ya de este de esas dulzuras espirituales; pero los que saben cru-
último orden, hay que procurar que los motivos o ra- cificar su carne con Jesucristo, aun en la presente vida
zones de hacer penitencia sean cada vez más elevados, participan en su tanto de la espiritualización de sus
hasta hacerla puramente por el amor de Dios. Esta úl- sentidos. No puede estar más clara en el texto igna-
tima penitencia es oro purísimo de caridad. ciano la necesidad de despertar el sentimiento espiritual
La segunda razón es «por vencerse a sí mesmo, es para que los Ejercicios se apoderen de todo el hombre
a saber, para que la sensualidad obedezca a la razón, y le comuniquen fuerzas para las grandes resoluciones.
y todas "partes inferiores estén más subiectas a las su- En la primera carta que sabemos dirigida por el Santo
periores». a su antiguo confesor, Manuel Miona, y que a su vez
Aquí entramos de lleno en el fin esencial de los Ejer- es también la primera y más fervorosa exhortación a
cicios. «Vencer» es término que indica esfuerzo y aun hacer Ejercicios, dice que éstos «han de ser gustados» 2.
violencia., y tratándose aquí de vencer y dominar nues- La penitencia practicada como es debido, es un des-
tra parte animal, o sea la sensualidad con todas sus pertador eficacísimo del gusto espiritual, como nos lo ad-
facultades sensibles desprovistas de razón, ya se entien** viene la tercera razón, aunque fundada en otros motivos.
de que la violencia ha de ser de orden material; esto se La penitencia no es la victoria total y com p leta de
llama penitencia. pero es la primera parte de la lucha, nece-
Tarea es ésta que dura toda la vida, porque la in- saria para alcanzar otras victorias superiores. La que
subordinación de la sensualidad contra el imperio de debe llamarse gran victoria es, la alcanzada por la
la razón no acaba nunca , y por otra parte es del todo voluntad de Dios sobre la nuestra, y la de la vida so-
necesario que triunfe siempre dicho imperio. L a estra- brenatural sobre la vida puramente natural. pensar
tegia contra este enemigo interno la hemos de ejercitar
en tiempo de Ejercicios, hasta que lleguemos a conocer 1 Col., 3, 2.
Monumenta Ignatiana, Ser. 1º , I, 113.
siquiera en escalar estas alturas, sin antes habernos que quiere cenar ; c así después de cena, lo que querrá
librado de la esclavitud de la carne. comer el día siguiente.» El que tr ansmite estas palabras
La tercera razón de la penitencia es «para buscar de San Ignacio. añade que «esto juzga (el Santo) ser
y hallar alguna gracia o don que la persona quiere o de las cesas que más ayudan».
desea, aní como si desea interna contrición de sus pe- «Guando a las otras penitencias, dice San Ignacio,
cados e' llorar mucho sobre ellos o sobre las penas y decláresele lo que dicen los Exercicios y en lo que podía
dolores que Christo nuestro Señor passaba en su pas- pedir algún instrumento, como disciplina , cilicio, etc.,
sión, o por solución de alguna dubitación en que la en general se ofrezca el que da los Ejercicios que le
persona se halla». Todos éstos son dones de Dios y la dará lo que pidiere» 1 . Dice el P. Polanco, que se le'
experiencia de las personas espirituales nos dice que ver* puede invitar a ello, porque hay algunos que por
suele Dios concederlos a la verdadera penitencia. El güenza no lo piden 2 . En opinión del P. Gil González
mismo Jesucristo les dijo a sus apóstoles, que cierta ávila, conviene espolear a los perezosos 3 y otra redac-
clase de gracias no se obtienen más que con la oración ción añade que «el que da los Ejercicios procure ente-
y el ayuno 1. rarse de lo que come el ejercitante, para huir del exceso
Todas estas cosas las debe experimentar en sí mis- en uno y otro sentido» 4 y vuelve a repetir el tercer'
mo el ejercitante, y haciendo la cuenta de todo lo que Directorio lo de dejar en manos del ejercitante la elec**
necesita y atendiendo de modo especial a las gracias ción de lo que quiere comer, añadiendo que lo haga a
contenidas en el fin general de los Ejercicios y en el la hora que él prefiera: «en qualidad y quantidad
particular de cada semana, comience por pedirlo conti- tiempo. se ha de guardar estrechamente lo que el exer**
nuamente en la oración y acabe por impetrado mediante citante le dixere»
la penitencia. La penitencia debe ser verdaderamente tal, y no una
No es del Director señalar o imponer la penitencia, prudente moderación en el uso de placeres
pues ésta debe quedar siempre a la libre y espontánea ycomdiaes,njporlmaz.Estúieco
elección del ejercitante. Muy de veras la recomienda de toda la vida si queremos ser hombres espirituales,
San Ignacio, y con todo, ninguna en particular señala, pero en tiempo de Ejerciicos se debe buscar algo .más: _
quando quedó en el templo dexando a su padre adop- ficar las cosas inmutables y «vida» las mudables, como
tivo y a su madre natural, por vacar en puro servicio lo dice San Ignac o en otro lugar de su libro [171]
i
de su Padre eternal». Sea o no éste el sentido de dichas palabras, conviene
ciertamente fijar la atención en la vida de perfección
evangélica que se lleva en el mundo y en el seno de la
propia familia; vida practicada ya en la Iglesia desde
los tiempos de Jesucristo y que en los nuestros renace
de una manera altamente consoladora en gran número
de almas que consagran todas sus fuerzas a la Acción
Católica o a otras obras de la gloria de Dios. Vida como
ésta, que muy acertadamente podría tomar por modelo Documento tercero
a la Santísima Virgen y a las santas mujeres que la
acompañaban, tiene abiertas sus puertas a todo género TRES MANERAS DE HUMILDAD
de perfección y muy bien puede ser objeto de una vo-
cación divina distinta de la vocación al matrimonio, al
sacerdocio o a la vida religiosa, TEXTO. - Antes de entrar en las elecciones para hombre
afectarse a la vera doctrina de Christo nuestro Señor, apro-
vecha mucho considerar y advertir en las siguientes tres ma-
neras de humildad, y en ellas considerando a ratos por todo
el día, y asimismo haciendo los coloquios*** según q ue adelante
se dirá [164].
1 Examen. c. 4 - n
ESPÍRITU DEL EJERCITANTE EN LAS ELECCIONES 453
PUNTO 4.°
NotA
Texto. — Quarto: síalgunoheciódbay
ordenadamente de cosas que están debajo de elección muta- Tarro.— Es de advertir que si la "tal elección mutable no
ble, y no llegando a carne ni a mundo, no hay para qué de se ha hecho sincera y bien ordenada, entonces aprovecha
nuevo haga elección, mas en aquella perficionarse quanto hacer la elección debidamente, quien tubiere deseo que dél
pudiere [173j. salgan fructos notables y muy apacibles a Dios nuestro Se-
ñor [174].
COMENTARIO. — La elección de una cosa que jurídica
y aun moralmente es mudable, la dene San Ignacio y COMENTARIO. — La nota nos propone el caso de
la trata como si fuera inmutable, si ha sido hecha «de- aquellos que han elegido cosas jurídica y moralmente
bida y ordenadamente, y no llegando a carne ni a mun mudables; por ejemplo un beneficio eclesiástico. San
do» ; y la razón es porque el Santo tiene por inmutable Ignacio distingue aquí dos clases de personas: una que
el beneplácito divino que la dictara. El que no exista «ha hecho elección debida y ordenadamente y no lle-
ley divina o humana que me obligue de una manera in- gando a carne ni a mundo» ; otra cuya elección «no se
mutable, poco o nada importa; pues para quien en su ha hecho sincera y bien ordenada».
obrar no tiene más norma que la voluntad divina, la El primer caso lo resuelve San Ignacio diciendo que
sola complacencia de Dios es ya una ley. No reza con «no hay para qué de nuevo haga elección, mas en aque-
Dios lo que nos sucede a nosotros, que siendo misera- lla perficionarse quanto pudiere». Y la razón de esto
bles, fácilmente pasamos de unas complacencias a otras es muy clara : Dios no se muda. Por lo tanto, si por
porque con la misma facilidad cambiamos de parecer. nuestra parte tampoco han cambiado las circunstancias,
Dios por el contrario, en no cambiando las cosas, en la cosa permanece en el ser en que se encontraba cuan-
nada modifica sus juicios y sus complacencias respecto do se hizo la primera elección, debida y ordenadamente
de los hombres; y lo que a nosotros nos conviene es y no llegando a carne ni a inundo, y lógicamente el re-
divinizamos, acercándonos cuanto podamos a esta in- sultado de una nueva elección debería ser el mismo.
mutabilidad divina. San Ignacio no es ningún formulista, de aquellos
hombres que hacen las cosas porque si; quiere que en Todo el problema se reduce a esto: a querer como
todo se proceda movido por un fin digno de las per- es debido; y si así no se hace, entonces se presentan 1
sonas espirituales y digno de Dios, en la medida que todas aquellas dilaciones de para más adelante, para
nos es dado remontarnos a esas alturas. la hora de la muerte; aquellas voluntades contradicto-
En el segundo caso, debe enmendarse la elección rias de si la cosa no fuera tan difícil; aquellas absurdas
primera, porque fué mala. Si versó acerca de cosas in- pretensiones de entrar en tratos con Dios «de manera
mutables, no hay que repetirla por muy equivocada que que allí venga Dios donde él quiere, y no determina
haya sido, pues sería perder el tiempo y el trabajo. de dexar la cosa, para ir a Dios, aunque fuesse el mejor
Si fué de cosas mudables, «entonces aprovecha ha- estado para él», con el plan miserable y raquítico de
cer la elección debidamente, quien tubiere deseo que querer quitar la afección desordenada «quedándose con
dél salgan fructos notables y muy apacibles a Dios la cosa adquirida» [154].
nuestro Señor». Aquí tenemos el caso que San Ignacio Por remate de este comentario, notemos que en este
nos presentó en los Tres Binarios, cada uno de los cua- documento nos da San Ignacio más aún de lo que decía
les «ha adquirido diez mil ducados, no pura o debida- el título. Éste nos dice escuetamente que todo va enca-
mente por amor de Dios; y quieren todos salvarse y minado a «tomar noticia de qué cosas se debe hacer
hallar en paz a Dios nuestro Señor, quitando de sí la elección» ; pero el Santo, hablando de todo, nos ha di**
gravedad e impedimento que tienen para ello, en la cho además qué personas deben hacer elección y cuá-
afección de la cosa acquisita» [150]. Examinemos de les no.
nuevo el caso, pero en orden a hacer una nueva elección. No deben hacerla los que están ya en un estado in-
A la primera elección no se le da aquí el nombre de mutable; o si se trata de cosas sujetas a mudanza, cuan-
tal, sino que se la llama simplemente adquisición, por** do sobre ellas han hecho ya una buena y sana elección.
que en verdad ésta suele ser la manera práctica de ha- Deben hacerla todos los que han de «buscar y hallar
cer semejantes elecciones desordenadas. Se presenta la, la voluntad divina en la disposición de su vida» [I]
ocasión de poder adquirir algo terreno, por ejemplo y cuantos habiendo hecho elección de cosa mudable, no
bienes materiales, honores, oficios o comodidades, y sin la hicieron «sincera y bien ordenada».
más se entra en posesión de ellos, mirando sólo a no; Aquellos que «en todo lo posible no deseen aprove-
cometer en ello pecado, pero «no pura y debidamente; char» [20], y que sólo se «quieren ayudar para se ins-
por amor de Dios». Si la persona que así procede tiene) truir y para llegar hasta cierto grado de contentar a su
deseos de llevar vida espiritual, y mucho más si hace; ánima» [ 'S] (si es que alguna de semejantes personas
los Ejercicios de San Ignacio, ya no encuentra en paz; hubiere llegado hasta este punto de los Ejercicios), se-
a Dios y siente la gravedad y el impedimento nacidos guramente no estarán para tantos quebraderos de cabe-
de la afección a la cosa así adquirida. za, y es preferible que dejen no sólo esto de las elec-
En este caso la situación es la siguiente: esta per- ciones, sino los mismos Ejercicios. Pero quien «tubiere
sona o permanecerá indefinidamente en este estado de deseo que dél salgan fructos notables y muy apacibles
contienda con Dios y de peso y estorbo para toda su) a Dios nuestro Señor» que se prepare para hacer elec-
vida espiritual, o r esueltamente debe determinarse al ci ón y que la haga «debidamente».
desandar el mal camino y hacer una nueva elección
espiritual como si se tratase de adquirir ahora y por;
primera vez los bienes dichos.
vez mejor para hacerlas y hacerlas del todo bien. As
lo supone el primer Directorio i gnaciano y da para estc
los siguientes consejos:
«Entrando en los tres o quatro tiempos de electrón,
especialmente se encierre, sin querer veer ni sentir cosa
que non sea de arriba. Antes de lo qual inmediate le
Documento sexto disponga a estar en todo resignado a consejos o a pre-
ceptos, Para estar más dispuesto a mayor gloria divina
TRES TIEMPOS DE ELECCIÓN y a su may or perfectión, le disponga a desear más los
consejos que los preceptos, sí Dios fuese más dello
ser,*vido.Lpngayhczquesomntr
TíTuLo ma¬yoresñldDipaorectsqual
consejos, pues Xpo. N. S. aconseja a los consejos y pone
Taro.— Tres tiempos para hacer sana y buena elección dificultad en el posseer haziendas, lo que se puede en
en cada uno dellos [175]. los preceptos»
COMENTARIO. — Una vez expuesto lo que se refiere a
la necesaria disposición subjetiva para hacer una bue-
na y sana elección (documentos primero, segundo y PRIMER TIEMPO
tercero) y sabido ya qué personas y de qué cosas deben
hacerlo (documento cuarto), pasa San Ignacio a decla** Tarro. — El primer tiempo es guando Dios nuestro Señor
rarnos los tiempos más convenientes para hacer la elec- así mueve y atrae la voluntad, que sin dubitar*** ni poder du
ción ordenada y debidamente. bitar. la tal ánima devota sigue a lo que es mostrado: assí
como San Pablo y San Matheo lo hicieron en seguir a Christo
«Tiempo» aquí no se refiere precisamente a meses, nuestro Señor [175].
semanas, días ni horas, sino más bien a las diversas
situaciones espirituales que se suceden en la vida del COMENTARIO. — LO primero en que aquí debemos
hombre y son apropósito para llevar a cabo una sana fijarnos es en el ambiente pasivo o místico de este pri-
y buena elección. Estos tiempos o disposiciones espi- mer tiempo de elección. San Ignacio es el hombre de los
rituales son tres, y no de la misma sino de especie di- Ejercicios, que como su mismo nombre lo indica, son
**ferente; y aunque todos ellos sean aptos para hacer en todo actividad, trabajo, esfuerzo y lucha. Oír, pues, en
ellos una buena y sana elección, cada uno tiene sin medio de este verdadero camp de batalla, semejante
embargosuptidcífmenvrsaypol toque de quietud y dentro de la total paralización de
misoujetalypcis.Érometdánlas! apestnircovu,xmalción
di-
San Ignacio en el presente título. Es cosa de admirar vina que «mueve y atrae la voluntad***», y ver al alma
la prudencia con que el Santo va tratando este asuntoí que «sin dubitar ni poder dubitar , sigue a lo que es
de las elecciones atendiendo a todos sus aspectos. mostrado», *ordina. causa verdaderamente una impresión extra-
De creer es que a medida que adelanten los días y
el ejercitante vaya penetrando más y más en esta ma-
teria de las elecciones, disponga éste su espíritu cada Monumenta Ignaciana; Ser. 2. º, pág. 779.
En otro lugar hablamos ya de los muchos elementos y se entrega t otalmente a la voluntad divina, respon-
místicos esparcidos por el libro de los Ejercicios, cuan- diendo «Señor, ¿qué queréis que haga?» 1,
do intentábamos desvanecer la preocupación de los que Ni el uno ni el otro han hecho ninguna clase de
les niegan toda competencia en este grado superior de *
ción ; se la han dado ehloscanimtdy
la vida espiritual 1 ; pero hay que reconocer que este
seguirla «sin dubitar ni poder dubitar». "Quien hace la
pasaje es del todo excepcional y que causa verdadera
elección en este caso es Jesucristo y la hace sicut po-
maravilla el que no lo vean brillar como un sol esplen-
testotem habeas'- como dice el Evangelio; o como dice
doroso, los que se muestran tan aficionados a mirar San Ignacio «mueve y atrae la voluntad», «entra, sale,
la santidad casi exclusivamente desde este punto de
vista. hace moción en ella, trayéndola toda en amor a la su
divina majestad» ; y obra de esta manera, porque «es
Hay otro lugar paralelo a éste y que queremos tras-
proprio del Criador» hacerlo así. Por esto dice Jesu-
ladar aquí, porque el uno con el otro se completan: es
la segunda de las Reglas de discreción de espíritus, más cristo a sus apóstoles: nos vos me elegistis, sed ego
elegi vos 3 ; no sois vosotros quienes me habéis escogido
propias de la segunda semana. Dice así : «Sólo es de
Dios nuestro Señor dar consolación a la ánima sin causa a mí, soy yo quien os ha escogido a vosotros.
precedente; porque es proprio del Criador entrar, salir, Claro es que Dios puede llamar de esta manera sen**
hacer moción en ella, trayéndola toda en amor de la sible, como vemos que lo hizo con San Mateo y con
su divina majestad. Digo sin causa, sin ningún previo San Pablo; pero puede hacerlo también sin valerse de
sentimiento o conoscimiento de algún objeto, por el ningún medio externo y con sola la luz y fuerza espi**
qual venga la tal consolación mediante sus actos de ritual comunicada interiormente al alma, dándole por
ella tanta o mayor certeza de ser ésta la voluntad de
entendimiento y voluntad» [330]. Como se ve. la ma- Dios, que si lo viera con los ojos, lo oyera con los oidos
teria de las Elecciones y la de las consolaciones tienen y lo tocara con sus mismas manos.
en los Ejercidos de San Ignacio una conexión muy Quien da la certeza no es el medio de que se vale
íntima.
Dios, sino Dios mismo que se manifiesta y comunica al
Vengan a colación ahora los ejemplos de San Mateo alma, como Él solo sabe hacerlo. Por esta razón quiere
y San Pablo. Sentado está Mateo junto a su mesa de San Ignacio, sobre todo en los Ejercicios, que nada ni
cobrador de contribuciones, pasa por alli nuestro Se- nadie se interponga entre Dios y el ejercitante; y advier-
llar jesucristo, le dice que deje todos aquellos negocios
terrenos y que le siga a Él que predica el reino del te que «más conveniente y mucho mejor es, buscando
cielo 2 ; y Mateo «sin dubitar ni poder dubitar, sigue la divina voluntad, que el mismo Criador y Señor se
comunique a la su ánima devota abrazándola en su amor
a lo que es mostrado» y se va en pos de Jesucristo.
y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor podrá
Santo va camino de Damasco comisionado por las auto-
ridades judías para detener y llevarse presos a cuantos servirle adelante» [15].
vea que profesan vida cristiana. Jesucristo lo detiene Existe, pues, este primer tiempo de hacer buena y
en mitad del camino, lo llama por su nombre, y él «sin sana elección, y él es el mejor de todos; pero nótese,
dubitar ni poder dubitar, sigue a lo que es mostrado» extraodi* que no es el camino ordinario, sino un don
leza de las cosas. Por esto mismo sería una verdadera mino excelente para llegar a esa disposición, los pasos
presunción el pretender que Dios nos rigiera inmediata- que nos ha hecho dar ya San Ignacio. Recordémoslos.;
mente por si mismo «sin causa». Esto sería iluminismo Disposición excelente es «todo modo de preparar v
detestable. disponer el anima, para quitar de sí todas las affecciones
Pero no es iluminismo ni presunción aceptar el don desordenadas, y después de quitadas scar y ha-
de Dios, dado que Él quiera comunicarse así «a la su llar la voluntad divina en la disposición de su vida para
ánima devota». Ni puede tampoco tenerse por desacer- la salud del ánima» [1]. Excelentísima. el darse en el
tado el pedir esta gracia extraordinaria, si se trata de acto a Dios nuestro Criador y Señor «con girande ánimo
casos muy díficiles y el alma siente en sí un gran de- y liberalidad ofreciéndole todo su querer y libertad,
seo de hallar la voluntad divina y la petición va acom- para que su divina majestad, asi de su persona como
pañada de muy sincera humildad y de una confianza y de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctísima
absoluto abandono en la voluntad divina. voluntad» [5]. Asimismo, estar actual y habitualmente
Dejamos ya dicho que en este documento, donde se «indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que
definen los tres tiempos «para hacer sana y buena elec- es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, .
ción en cada uno de ellos», esta palabra «tiempo» no no le está prohibido; en tal manera que no queramos
se refiere expresamente a meses, semanas, días ni horas, de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza
sino a los diversos estados espirituales aptos todos para que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta,
llevar a cabo una buena y sana elección. Según esto, y por consiguiente en todo lo demás; solamente desean-
fácilmente se comprende que semejantes tiempos no se do y eligiendo lo que más conduce para el fin que somos
suceden siguiendo algún orden determinado e impuesto criados» [23]. Ítem, aquella voluntad actual con la que
por una ley física, sino que, como acontece con todas las «quiero v deseo y es mi determinación deliberada, sólo
situaciones o disposiciones espirituales de los hombres, que sea mayor servicio y alabanza de Dios, de imitar
vienen dados por la acción soberana de Dios misterio- a Jesucristo en pasar todas injurias y todo vituperio y
samente combinada con la libre determinación humana. toda pobreza asi actual como espiritual» [98]. Ítem
Alguno podría creer que nuestra cooperación no tie- aquella disposición que lleva encerrado en sí el fin de
ne arte ni parte en este primer tiempo de elección. Cierto la segunda semana y que según ella, lo que quiero y
que Dios puede darnos esa gracia extraordinaria sin deseo es «conocimiento interno de Jesucristo para que
nosotros y aun contra nosotros; pero en manera alguna más le ame le siga» [104]. Además el amor con que
es indispensable que todo el proceso de la elección siga pido «gracia para que yo sea recibido debaxo de la
este desarrollo, y bien se compadece el que vaya unida bandera de jesucristo, y primero en suma pobreza espi-
con la acción soberana de Dios, una previa disposición ritual, y si su divina majestad fuere servido y me qui-
por parte nuestra, mediante la cual preparemos los cami- siese elegir y rescibir, no menos en la pobreza actual
nos a la gracia sobrenatural. 2.° en pasar opprobrios y injurias por más en ellas le
¿Cuál puede ser esta previa disposición humana? imitar, sólo que las pueda pasar sin pecado de ninguna
Pueden serlo y aptisima, la purificación espiritual que persona ni displacer de su divina majestad» [147].
le quite estorbos a la divina gracia, y el mayor acerca** Singularmente preciosa es esta otra disposición
miento a Dios por una más perfecta divinización nues** «guando nosotros sintimos affecto o repugnancia con**
tra la pobreza actual, quando no somos indiferentes a neras de humildad, y en ellas considerando a ratos per
pobreza o riqueza, y para extinguir el tal affecto des- todo el día, y asimismo haciendo los coloquios» [164].
ordenado, pedirnos (aunque la carne) que el Trahe me post te... curremus 1 , atraedme, Señor, en
Señor nos elija en pobreza actual; y nosotros queremos, pos de Vos... corriendo iremos. Y esta gracia podemos
pedimos y suplicamos, sólo que sea servicio y alabanza pedirla a Jesucristo por mediación de la Virgen San-
de la su divina bondad» [157]. tísima y al Padre por Jesucristo nuestro Señor, subien-
De todas e s tas magníficas disposiciones nace la ter- do así por esta escala mística de Jacob por la que tantas
cera humildad que a todas las reúne y concentra como veces nos ha llevado San Ignacio. Haciéndolo así, se-
en preciosa esencia «quando incluyendo la 1.ª y la 2.ª, guiremos al pie de la letra la dirección del Santo, que
siendo igual alaba nza y gloria de la majestad, en el tercer punto del primer modo de hacer sana y
por imitar y parescer más actualmente a Cristo n ues- buena elección nos ordena «pedir a Dios nuestro Se-
tro Señor, quiero y elijo más pobreza con Christo po- ñor quiera mover mi voluntad y poner en mi ánima lo
bre que riqueza, opprobrios con Christo lleno dellos que que yo debo hacer acerca de la cosa propósita, que más
honores, y desear más de ser estimado por vano y loco su alabanza y gloria sea» [180].
por Christo que primero fué tenido por tal, que por sa-
bio ni prudente en este mundo» [167].
Los Ejercicios son, sin ningún género de duda, una 'SEGUNDO TIEMPO
disposición aptisima y la mejor tal vez de cuantas pue-
TExto. — El segundo: quando se toma asaz claridad y cog-
de poner el hombre de su parte para entrar en el «pri- noscimiento por experiencia de consolaciones y dessolacio-
mer tiempo de hacer sana y buena elección» ; y por eso nes, y por experiencia de discreción de varios espíritus [176].
cuando San Ignacio conjetura que el ejercitante ha
alcanzado o ha podido alcanzar la tercera manera de COMENTARIO. — Este segundo tiempo es un proceso
humildad, entonces le propone este primer tiempo. El largo y delicado. El primer Directorio ignaciano lo de-
ejercitante ha hecho cuanto estaba en su mano para clara de la siguiente manera : «Si en el primer tiempo
preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas de hacer electión Dios no moviese, déuese insistir en
las affecciones desordenadas, y para buscar y hallar el segundo, de conocer su uocación con experiencia de
la voluntad divina -en la disposición de su vida para la consolaciones y desolaciones ; en manera que procedien-
salud del ánima» [1]; es por lo tanto muy conforme do en sus meditaciones de Cristo nuestro Señor, mire,
con el proceder de la divina Bondad, el que ésta se quando se hallara en consolación, a quál parte D eiomsuval;
comunique «a la su ánima devota» manifestándole lo mueva; y asimesmo en desolación; déuese bien decla**
que quiere de ella «sin dubitar ni poder dubitar» de rar qué cosa sea consolación, que es tanto como agrlíea
ello. No siendo éste el único medio de que dispone Dios espir tual, amor, esperanza de las cosas de ar iba, láigri*
para declarar su voluntad, nadie puede prometérselo de mas y todo mouimiento interior, que dexa el ánima en
un moco infalible; pero como a su vez es el principal el Señor nuestro consolada. Lo contrario desto es deso**
y más seguro. podemos pedirlo al Señor, con toda hu- **lación: tristeza , falta de amor,
desconfianza, sequda,
mildad, confianza y constancia.
etcétera» 2.
Es ésta una petición y súplica que mientras duran
el segundo y tercer tiempo de las elecciones la podemos Cant., 1, 3.
juntar con aquel «considerar y advertir en las tres , ma* Monumenta Ignatiana, Ser. 2.º , pág. 781.
Y el P. Polanco en su Directorio: «Al hacerse me- deben poner la vista v la intención en las Reglas de
particular
ditación y coloquios, en la presencia de Dios, proponga discreción de espíritus y de un un modo particular are e n las (* verif caras
el pár afo* )
simplemente sin raciocinios a la consideración de su que declaran qué cosa sea consolación y qué de so lación;
alma la vida de los consejos y observe si siente en su teniendo muy presente que la experiencia de que aqui
espíritu movimientos de consolación o de desolación se habla se refiere principalmente a la consolación subs-
hacia ella; lo mismo haga proponiéndose la vida de los tancial, al «aumento de esperafneycazrid»l,
mandamientos. Y no es necesario que para esto se haga «moción interior con la qual viene la ánima a infla
ningún ejercicio especial; basta ponérselo delante de marse en amor de su Criador y Señor, y
Dios en las mismas meditaciones y oraciones ordinarias, ter, guando ninguna cosa criada sobre la haz de la
con absoluta resignación de la voluntad y deseando sen- tierra_ puede_ amar sino en el Criador de todas
tir en sí la voluntad divina. ellas» [3161.
»Aun fuera de los ejercicios acostumbrados, vaya Quien profunda y constantemente sienta en su alma
resolviendo esto mismo en su entendimiento, y observe esos santísimos efectos cada vez que piensa elegir una
igualmente los sobredichos movimientos, no entregán- cosa porDios,yloscontra ioscuandopiensa
dose a los propios discursos, sino disponiéndose del lo contrario, acertadamente puede tomar aquella***
mejor modo posible a recibir la inspiración del Espíritu mando.
consolación substancial como voz de Dios
Santo. Cuando le visite el Director, ha de preguntarle
sobre los dichos movimientos, y si encuentra en ellos Del texto de San Ignacio y de las declaraciones más
señales del bueno o del mal espíritu, aplique las reglas autorizadas del mismo se sigue, que este segundo tiem-
de discreción, sobre todo las de la segunda semana, y po para hacer una sana y buena elección es también
dele de ellas lo que juzgue conveniente para dirigirle, un procedimiento místico aunque distinto del primero,
y si conveniente fuese, para animarle. Si le pareciese que es una gracia extraordinaria, al paso que este últi-
que va por buen camino, al darle otra meditación, ex- mo debe contarse entre las gracias ordinarias del orden
hórtele a que vuelva a proponerse lo mismo para ver sobrenatural. La práctica y la eficacia de este segundo
si perseveraban las mismas mociones o si le venían otras tiempo dependen de lo perfecta que sea la experiencia
contrarias: y vuelto a visitarle, si encuentra que siguen que cada uno tiene de las gracias de la consolación;
las mismas y que parecen venir del buen espíritu, ten- y como aquí -tiene también entrada la vigilancia del Di**
drá fundamento bastante para dar por aprobada la elec- rector, ésta será másomenosacerta* da,
ción; y si hubiesen aparecido mociones contrarias, pro- scergúinódaupíot.msenarid
cure, ton he reglas antedichas, discernir cuál sea la Hora es, pues. de ponderar y darse cuenta exacta
voluntad de Dios en lo de seguir el camino de los de la necesidad que hay de conocer a fondo las Reglas
consejos o de los preceptos» 1. dadas por San Ignacio sobre esta materia; no sólo con
Ya hemos visto cómo el primer Directorio ignaciano un conocimiento especulativo o teórico, sino por la ex-
hablando a nuestro propósito, dice que «débese bien periencia, preferentemente la personal, que es la ver-
declarar qué cosa sea consolación, etc.». En esto efecti- dadera clave de los Ejercicios, y haciendo hincapié de
vament e está todo el fundamento de este segundo tiem** una manera especial en aquellas cosas po o materias que
y por lo tanto asi el Directo r como el ejercitante tiran más a la mística.
Y en verdad que en este punto conviene mucho
1 Monumenta Ignatiana***, Ser, 2.º pág. 818. guardarse del peligro de iluminismo, ya que todos los de
ª
2. Cor.,1 4.
Monumenta Ignatiana , Ser. º
2. , pág. 927.
perfecto perdiendo la mejor di sposición en que antes
estaba, no se debe pasar adelante mientras no recobre
TERCER TIEMPO la primera posición, por muchas tazones o mociones
que se le ofrezcan en contra; pues de no hacerla así,
Texto. — El tercero tiempo es tranquilo, considerando siempre quedará un fundado temor de andar en ello el
primero para qué es nascido el hombre, es a saber, para ala- mal espíritu y se perturbaría la paz en la elección.
bar a Dios nuestro Señor y salvar su ánima, y esto desean- No hay que temer que la inclinación a lo más per**
do dije por medio una vida o estado dentro de los límites recto venga de la parte del mal espíritu; v viniendo de
de la Iglesia, para que sea ayudado en servicio de su Señor Dios no nos impedirá conocer su santa voluntad. «Con
y salvación de su ánima. todo, si un sujeto con inclinación a lo más perfecto,
Dixe tiempo tranquilo, guando el ánima no es agitada de pareciese estar haciendo una elección no razonable, * llé
varios espíritus y usa de sus potencias naturales libera y vese a examen la tal elección, no sólo por med io de las
tranquilamente [177]. reglas de discreción de espíritus, sino además por los
dos modos del tercer tiempo, para mayor satisfacción
COMENTARIO. — Fijémonos ante todo en la claridad
y exactitud con que San Ignacio define este tercer tiem- de Director y ejercitante » 2.
Tanto si el «tiempo tranquilo» se toma en sentido'
po: «tiempo tranquilo, guando el ánima no es agitada
de varios spíritus y usa de sus potencias naturales liberal literal estricto, como si se le da una significación más
y tranquilamente», íntima, es cosa cierta y averiguada que los Ejercicios
Aquí, pues, queda excluída cualquier causa sobrena- son un medio aptísimo para colocar el alma en ese tiem-
tural o preternatural capaz de agitar el espíritu, par po o disposición. Anteriormente dejamos ya dicho que
ejemplo las consolaciones y desolaciones extraordina- son igualmente aptos para disponerse a los tiempos pri-
rias, y también las naturales que impidan o perturben mero y segundo, ambos tranquilos también, aunque con
el libre y tranquilo uso de nuestras potencias, y . g. en- superior tranquilidad mística.
fermedades, preocupaciones, tristeza, etc., etc. Conse- A la divina bondad toca escoger el tiempo en que
guidas estas disposiciones, el procedimiento es entera- quiere colocar al alma pan hablarle y manifestarle su
mente racional, sin ninguna clase de mociones de dentro voluntad; nosotros por nuestra parte nos hemos de con-
ni de fuera. El hombre atiende únicamente al último y tentar con el que el Señor quiera darnos; y podemos
supremo fin, que debe ser el norte de su vida en todas estar ciertos de que si no nos pone en el primero ni en
sus determinaciones y con su discurso busca en el cam- el segundo, nos otorgará la disposición propia del ter-
po de su elección el medio que más le puede servir para cero. Y si nos parece que el Señor tarda «procuremos
alcanzarlo con seguridad. La mística queda ciertamente (siguiendo el consejo de San Pedro) que nos halle en
muy lejos de aquí. paz, inmaculados y sin defecto, recibiendo su retraso
como medio que nos da de salvación» 2.
El P. Polanco, ampliando un poco la significación
del vocablo, llama al «tiempo tranquilo» de San Igna-
cio, equilibrio en las inclinaciones; es decir, un estado Monumenta Ignatiana***, Ser. 2.º, pág. 820.
de es p íritu indiferente a todos los medios y para ma * Petr., 3. 14.
yor seguridad una mayor y más fuerte inclinación a lo
más perefcto conforme a las máximas de Jesucristo.
Si se notara que ese espíritu se inclinaba a lo menos
verificada según el tercer tiempo, da también su parte
ORDEN DE LOS TRES TIEMPOS al segundo, cosa muy digna de tenerse en cuenta pata
poder hacer la elección conforme al legítimo espíritu
TEXTO. — Si en el primero o segundo tiempo no se hace de los Ejercicios.
lección, siguense cerca este tercero tiempo dos modos para Así vemos que en el punto tercero del primer modo
aceda [178]. dice: «pedir a Dios nuestro Señor quiera mover mi vo-
luntad y poner en mi ánima lo que debo hacer acerca
COMENTARIO. — San Ignacio en esta nota nos
de la cosa propósita» [180]; palabras idénticas a las
dec*laornpfeciqudbgarsentlo usadas en el primer tiempo: «guando Dios nuestro Se-
tres tiempos de elección, y los Directorios añaden que ñor así mueve y atrae la voluntad...» [175]. Cuando
:on el segundo y el tercero puede hacerse alguna trato de «discurrir bien y fielmente con mi entendimien-
comparión(*jquefltrasmgnizquedo*).Cvclarhombspunt,
to y de eleg ir conforme a la sanctísima y beneplácita
aunque sólo sea brevemente, para que con ello quede expe- voluntad de Dios», invito antes a Dios a que «ponga»
dito el camino para hablar de los «dos modos para hacer
sana y buena elección». Él en mi alma lo que yo debo hacer, y a que «mueva»
mi «voluntad» [180], no sólo con la «moción racional»
El primer tiempo debe ser tenido y apreciado como contrapuesta a la «moción sensual» y que es fruto del
el más excelente y deseable, porque todo él es obra de discurrir bien y fielmente, sino con la «moción de con-
Dios y la consiguiente elección resulta por eso mismo solación» que es el lenguaje de Dios en su conversa-
segurísima. El segundo tiempo es •inferior al primero
ción con las almas [329].
tanto en dignidad como en seguridad, pues aunque tam- Más aún. «Hecha la tal elección o deliberación, debe,
bién nos habla Dios en él por la consolación, pero ya ir la persona que tal ha hecho, con mucha diligencia
no es sólo Dios (el que habla) sino que entramos a la a la oración delante de Dios nuestro Señor y offres**
parte el enemigo y nosotros mismos. El tercer tiempo cerle la tal elección para que su divina majestad la
es inferior en dignidad al segundo, porque en este úl- quiera rescibir y confirmar, siendo su mayor servicio y
timo está la palabra de Dios representada por la conso- alabanza» [183]. Y en este mismo punto, vuelve San
lación; y en el tercero sólo interviene el hombre usando Ignacio a ofrecer toda su alma para recibir las mocio-
libremente de sus potencias, que cuentan ciertamente nes que Dios se digne otorgarle.
con el concurso de Dios, pero esto dentro del orden Pero de lo dicho aquí nace un nuevo problema, a
general y sin la moción especial de la consolación divina. saber: Las mociones de consolación recibidas en la ora-
Pero cabe preguntar : la seguridad en la elección
ción que precede y en la que sigue a este tercer tiempo,
hecha en este tercer tiempo, ¿es de inferior calidad o
menor comparada con la del segundo ? Punto difícil es pueden convenir y andar acordes con las mociones pu-
éste. ramente racionales que nacen del discurso, o pueden tal
vez ser más o menos divergentes. Para este caso even-
Teniendo San Ignacio tan alta estima de las mocio- tual, el Directorio oficial hace su y as las conclusiones
nes divinas y siendo como era maestro tan consumado
de los PP. Polanco y Mirón, que dicen así:
en descubrir hasta la menor intromisión del enemigo en q su enten -
materia tan delicada y sutil como ésta, sin duda que «Si el ejercitante siente en la oración que
con* dimiento se confirma en la elección ya hecha, sintiendo
cedía mayor seguridad al segundo que al tercer tiempo.
Así nos lo persuade el que el Santo, en la elección en sí algunas mociones o ilustraciones superiores por
las cuales parezca aprobar Dios lo que lleva hecho y
prometerle fuerzas para efectuarlo, será esto un indi- a discernir los effectos de buen espíritu y de malo) tó
cio excelentísimo v habrá de ser mirado como el sello **mese el tercero modo del discurso intellectivo por los
de toda elección. Pero, caso que las mociones, afectos seis puntos. Ultimamente se tomará el m udoque tras
o ilustraciones del entendimiento fuesen tales que de- éste se pone, de quatro puntos, como el último que pue-
bilitasen la elección hecha, si examinadas según las re** de tomarse. Se, podría usar de presentar un día a Dios
glas sobredichas, pareciesen del mal espíritu o dudo-i nuestro Señor una D arte, otro día otra, como seria un
**sas, no debe mudarse la elección. Si se viese empero día los consejos y otro los preceptos, y observar adónde
claramente que p r ocedian del buen espíritu, señal se** le da más señal Dios nuestro Señor de su divina volun**
ría de que el discurso no fué correcto, y de que ha del tad, como quien presenta diversos manjares a un
ser repetida la elección. Si en cambio nada notable, ni príncipe y observa quál dellos le agrada. Lo que se propone
por un lado ni por otro ocurriese en esa oración, ni en para deliberar es : primero, si conseios o preceptos;
el afecto ni en el entendimiento, y la voluntad del ejer** segundo, si consejos, en religión o fuera de della; ter-
citante perseverase en su propósito no puede dudarse cero, si en ella, en quál; quarto, después, quando; y en
de la elección; hay que tener por cierto que ha querido qué manera. Si preceptos, en quál estado o modo de
Dios que fuese su voluntad hallada por medio del dis** vivir, y va discurriendo» 3.
curso de la razón» 1. Supóngase ahora que, al hacer elección, por el se-
Escribe el P. Polanco: «Si no se ve que el espíritu gundo y tercer tiempos, o sea, por las reglas de discre-
que mueve de esa manera superior venga de Dios y el ción de espíritus y por el procedimiento racional, se
ejercitante, o el Director, o ambos, dudan de si aquellas llegara a conclusiones contrarias. Para ese caso difícil
ilustraciones y consolaciones espirituales provienen del dice el P. Polanco: «Si constase claramente que la
buen espíritu, o, al menos en parte, del malo transfi- razón caía del lado del tercer tiempo, sería más seguro
gurado en ángel de luz ; aunque se haya hecho la elec- atenerse a la razón, toda vez que el Director tiene duda
ción en el segundo tiempo, puede ser examinada según de que las mociones del segundo tiempo sean de Dios.
los dos modos del tercero; lo cual pone en ejercicio las Por el contrario, si las razones del tercer tiempo fuesen
fuerzas naturales y dispone al propio tiempo a la so- débiles, y se viese más claramente que las mociones del
brenatural ilustración y moción de Dios. Por esto, de segundo tiempo provienen del buen espíritu, y que nada
la elección así efectuada podrá el ejercitante dar per- había en ellas. opuesto a la razón, en tal caso deberá
fecta razón a Dios: ha hecho en efecto, cuanto estaba' ser preferida la elección del segundo tiempo. Porque,
de su parte por conocer la voluntad divina, después aun dado que en un principio no constaba claramente.
que no logró quedar seguro de haberla hallado en el por ella la voluntad de Dios, puede sin embargo constar
segundo tiempo» 2 . El Directorio de Granada repite ahora, con el testimonio de la razón, mejor pensadas
substancialmente las mismas ideas 3. y ponderadas las cosas» 1 . Hizo suya esta norma el
Y el primer Directorio ignaciano dice: «guando por Directorio oficial en el capitulo XXVIII, número 9.
d segundo modo no se tomarse resolución, o no buena
al parecer del que da los exercicios (de quien es ayudar Monumenta Ignatiana, Ser. 2. º , pág. 78!.
Ibid***., págs. 820 y 821.
Directorio , cap. XXXII.
Monumenta Ignatiana, Ser. 2. º , pág. 820.
Ibíd., pág. 967.
raciocinado a todas partes sobre la cosa propósita, mirar
dónde más la razón se inclina, y así según la mayor moción
racional, y no moción alguna sensual, se debe hacer delibe-
ración sobre la cosa propósita [182].
6.° puncto.— Sexto: hecha la tal elección o deliberación
debe ir la persona que tal ha hecho, con mucha diligencia
a la oración delante de Dios nuestro Señor y offrescerle la
Documento séptimo tal elección para que su divina majestad la quiera rescibir
y confirmar, siendo su mayor servicio y alabanza [183].
PRIMER MODO PARA HACER ELECCIÓN
COMENTARiO. — Fijémonos en la maestría de San
Ignacio para hacernos practicar lo que nos ha enseñado
TEXTO. — El primer modo para hacer sana y buena elec- acerca de la elección combinando admirablemente nues-
ción contiene en sí seis punctos. tra acción personal con la de Dios, que ahora de un
puncto. — El primer puncto es proponer delante la cosa modo especial «se comunicará a la su ánima devota
sobre que quiero hacer elección, así como un officio o bene- abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola
ficio para tomar o dexar, o de otra qualquier cosa que cae por la via que mejor podrá servirle adelante» [15].
en elección mutable [178]. - El primer punto determina y fija la materia de la
2.° puncto. — Segundo: es menester tener por obiecto el
elección. El segundo es un resumen de la disposición 1
fin para que soy criado, que es para alabar a Dios nuestro subj etiva en que debe estar colocado el ejercitante.
Señor y salvar mi ánima; y con esto hallarme indiferente El tercero es una invitación a Dios y súplica a la vez.
sin affección alguna desordenada, de manera que no esté más
poniéndonos en sus manos dispuestos a ser movidos
inclinado ni affectado a tomar la cosa propuesta, que a de- por Él, conforme al primero o segundo tiempo de elec-
xarla, ni más a dexarla que a tomarla; mas que me halle ción, y pidiéndole que se digne guiar nuestra elección.
como en medio de un peso para seguir aquello que sintiere
ser más en gloria y alabanza de Dios nuestro Señor y sal- El cuarto es la deliberación objetiva, espiritual y
vación de mi ánima [179]. acerca del pro y del contra del asunto sobre
3.° puncto.— Tercero : pedir a Dios nuestro Señor quiera que versa la
mover mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo debo ha- El quinto es el juicio racional que debe hacerse de
cer acerca de la cosa propósita, que más su alabanza y glo- la deliberación practicada.
ria sea, discurriendo bien y fielmente con mi entendimiento El sexto es una nueva invitación y súplica al Señor
y eligiendo conforme su sanctisima y beneplácita volun-
presentándole nuestro juicio y deliberación y pidiendo
tad [180].
su aprobación divina.
4.º Puncto. — Quarto: considerar raciocinando quántos Y todo esto lo hace el ejercitante después de haber
commodos o provechos se me siguen con el tener el officio pasado muchos días en Ejercicios «preparando y dis-
o beneficio propuesto, para sola la alabanza de Dios nuestro
Señor y salud de mi ánima; y, por el contrario, considerar poniendo el ánima, para quitar de si todas las affeccio-
assimismo los incómodos y peligros que has en el tener. nes desordenadas, y después de quitadas para buscar
Otro tanto haciendo en la segunda parte, es a saber, mirar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida
los cómodos y provechos en el no tener ; y asimismo por el para la salud del ánima» [1].
contrario, los incómodos y peligros en el mismo no te- Claramente se ve que el hombre no puede hacer ya
ner [181]. más,soenipfurmjzdsobenaturl
5.° — Quinto: después que así ha discurrido y
humano que sea más dili g ente y prudente, San Ignacio
tenia plena conciencia de que en rea dadse podía
hacer nada más ni mejor ; y por eso está tan seguro de
que se ha hallado la voluntad de Dios, que no permite
que se repita una elección efectuada con tantos mira-
mientos [ 1 73], y espera que de ella «salgan fructos
notables y muy apacibles a Dios N. Señor» [174]. Documento octavo
ha de aplicar el ejercicio y modo de elección más aco- la segunda al ministerio y servicio del templo, la tercera
modados, después de haberlo considerado largamente y tomaban para la substentación dellos mismos y
meditádolo profundamente. familia» [344].
Quien ha de hacer elección para tomar o dejar una El mismo Santo escribe a su hermano Martín (Sarria
cosa concreta, atiende a sola una materia donde con- de Oñaz: «Un hombre en esta vida tener vigilias, an-
centra toda su atención; pero el que trata de reformar sías y cuy-dados para mucho edificar, augmentar pare-
su vida y estado, se encuentra ante muchas y variadas, des, rentas y estado, para dexar en la tierra mucho
de las que cada una pide su especial consideración y nombre y mucha memoria, non est meum condemnare,
exige el modo que le es más conveniente. laudare autern nequeo; porque, según San Pablo, Re-
San Ignacio, como es natural, no puede bajar a to- bus ipsis debemus vti tanquam non vtentes, possidere
das v a cada una de estas cosas particulares, y por esta tanquam non possidentes... Si alguna parte de esto avéis
razón se limita a señalar ternas generales de enmienda sentido en tiempo passado o presente, por reverencia
y reforma dejando para el ejercitante el concretarlos. y amor de Dios N. S. os pido procuréis con enteras
Cuatro son los pinitos que marca el Santo: 1.°, «casa fuerzas de ganar honrra en el cielo, memoria y fama
y familia» ; 2.°, «cómo la debe regir y gobernar»; delante del Señor, que nos ha de juzgar» 1.
3.º, «cómo la debe enseñar con palabra y con exemplo» ; Punto segundo: «Cómo debe regir y gobernar la
4º, casa y familia.»
°, la distribución de los bienes materiales.
Punto primero: «Casa y familia.» Quiere decir: la Punto tercero: «Cómo la debe enseñar con palabra
casa con todo su séquito de bienes materiales, de ser- y con exemplo.»
vidumbre y de empleados. Por los tiempos de San Ig- Nada dice directamente sobre este particular el libro
nacio, los prelados eclesiásticos llevaban en todo esto de los Ejercicios, que todo él está ordenado a la per-
mucho rumbo y generalmente necesitaban una seria en- sonal santificación del ejercitante. Indirectamente muy
mienda y reforma, tanto mirando a su salvación y san- bien puede uno acomodar al gobierno y enseñanza de
tidad personal, como a la dignidad y perfección espi- la familia cuanto le ha sido enseñado para la enseñanza
ritual del cargo que ostentaban. y gobierno de su persona.
San Ignacio en la regla séptima para distribuir li- Punto cuarto: La distribución de los bienes mate-
mosnas, declara cuál era su pensamiento en este punto. riales. Sobre este punto San Ignacio nos ha dejado unas
«Siempre es mejor y más seguro, en lo que a su per- reglas especiales que pertenecen por entero a las elec-
sona y estado de casa toca, quanto más se cercenare y ciones y constituyen el último documento que nos queda
disminuyere, y quanto más se acercare a nuestro sumo por comentar.
pontifice, dechado y regla nuestra, que es Christo nues- Digna es de especial reflexión la máxima de vida
tro Señor. Conforme a lo qual el tercero concilio cartha- espiritual con que el Santo cierra este punto de la re-
ginense (en el qual estuvo Sancto Augustín) determina forma de la vida: «Piense cada uno que tanto se apro-
y manda que la suppeléctile del obispo sea vil y pobre. vechará en todas cosas spirituales, quanto saliere de
Lo mismo se debe 'considerar en todos modos de vivir,
mirando y proporcionando la condición y estado de las Monumenta Ignatiana, Ser. 1.º, I, pág. 81.
mresu*nsu propio amor, querer y interesse.» Espléndido
de toda la ascética cristiana, tornándola en su
partengiv;yxclsítedaorin
ignaciana acerca de las afecciones desordenadas que el
hombre debe quitar de sí, o de aquel «vencerse a sí
mismo» [21] a que van dirigidos los Ejercicios. Documento décimo
1 Cor., 2, 14
leer las insinuaciones que hemos hecho sobre ellas en El apetito material es más o menos intenso, según
otros lugares de esta obra 1 y an tes de dej ar el título, sea el objeto que se le propone. Para saber esto están
querernos hacer alguna observación de carácter general de más los dictámenes de la ciencia, porque la experien-
Ordenarse o estar ya ordenado, son dos cosas muy cia se encarga de enseñárnoslo de una manera evidente.
diferentes; o dicho técnicamente: una cosa es el orden Verdad es que hay en esto ex periencias generales' cae
ira fieri y otra el orden in facto esse, como dicen los a todos nos dicen lo mismo, pero cada persona tiene las
trade filósofos. Y más en concreto todavía: no es lo mismo suyas propias que en esta materia son las más seguras.
conocer el orden que la persona debe guar- No debemos steros en nuestra misma casa,
darenlcom,quvz antes debemos conocer *enprác muy por menudo todos los ata-
tica. Se compadece muy bien el que ciertas cosas sean ques de la pasión con sus disimuladas artimañas y tai-
necesarias mientras se busca el orden y dejen de serlo madas coqueterías. Acostumbrado el ejercitante por San
una vez el orden o «el medio» quede bien determina- Ignacio a una fina introspección y a la reflexión sobre
do [229]. Ítem más: cosas diversas son el orden o me- sí mismo, fácilmente sabrá discernir los movimientos
dio objetivo y el subjetivo. En el presente caso: una todos de su apetito; sobre todo, si al tratar de estudiar
cosa es haber llegado al justo medio en la cantidad y y aplicarse estas reglas dirige su examen al conocimiento
calidad del comer, y otra diferente el que la tal persona de la pasión y del objeto de la misma.
posea el espiritu necesario para convertir ese acto ani- En esta materia supone San Ignacio que cada uno
mal en acto espiritual. ha estudiado o está dispuesto a estudiar esta función
San Ignacio nos quiere dar a conocer ambas cosas. animal del comer y beber, poniendo en claro y con la
Primero el orden objetivo, dis uniéndonos sar . mayor precisión los extremos siguientes: fuerza del
la medida justa en la cantidad y calidad de la apetito, objetos a que se siente más inclinado y.con qué
;ycoels-nti*dañ cutro intensidad, tiempos y horas en que es mayor la guerra
añadiendo en la octava un medio práctico para poder o la paz y-también el caudal de fuerzas corporales en
conservar siempre ese justo medio. En segundo lugar, relación con las propias actividades.
y esto con preferencia, quiere enseñar al ejercitante el Conocido todo esto, hay que tener cuenta con aque-
espíritu que debe guiarle en la comida para que esta llas leyes estratégicas que el Santo nos enseñó en otros
funcion, del grado infimo animal pase al valor superior lugares y que conviene recordar aquí con firme pro-
de una operación espiritual. Las reglas quinta, sexta y pósito de cumplirlas. El enemigo combate por la parte
séptima dan el medio para ello. más débil [327]. No nos ataca cuando nos tiene por
Tal vez el Santo no tuvo la intención de dividir sus suyos [34]. Arrecia en su ataque cuando huimos de
reglas de esta manera, pero ciertamente puso la mira él [329]. Acomete con mayor furia si nos acobarda-
en los dos fines de hallar y conservar en el comer el fi nos, pero huye si damos la cara [325
]. Es traidor y
.orden así objetivo como el subjetivo, y las reglas le sabe disimular y dar mil rodeos para salir con su de-
salieron divididas conforme a ese orden. pravado intento [331, 332]. No hay que retroceder nun-
Pasemos ahora a otro género de consideraciones ca [318], antes al contrario hay que revolverse contra
muy convenientes, para que luego se entienda mejor la tentación, atacando y venciendo al enemigo en aque-
nuestro comentario. llo mismo que nos propone [13, 319].
Dios en la Sagrada Escritura 1 , como el modo de hablar COMENTARIO. — Una nota de la cuarta semana dice
tradicional entre los hombres. Dos buenos criterios de textualmente: «en, lugar de la penitencia, mire la tem-
verdad. Ya se entiende que aquí hablamos de hombres perancia y todo medio, si no es en preceptos de ayunos
sanos o que al menos no están sujetos a contraindica- o abstinencias, que la Iglesia mande, porque aquéllos
ciones médicas justificadas. siempre se han de complir, si no fuere justo impedi-
El código que en este punto rige la vida moderna mento» [229]. Hay en esta nota dos palabras técnicas:
está en abierta oposición con esta nuestra norma; él «templanza» y «penitencia», cuya definición conviene
dice: no comer pan, o comer poco. ¿Razones? Salvo 'as conocer y recordar porque nos es necesaria para la ex-
excepciones arriba indicadas, todas las que alega son fú- plicación de ésta y de las siguientes reglas.
t iles, como el espíritu mundano que dicta la ley; y se San Ignacio en la primera semana y aplicándolas a
reducen, o al poco gusto que el pan proporciona o a la esta misma materia del comer y beber, las definió de la
enea de conducta que impone la moda. manera siguiente: «Temperancia es guando quitamos lo
¿Qué caso debe hacer el ejercitante de este modo de superfluo; penitencia, guando quitamos de lo conve-
niente» [83].
Gen., 3, 19.
lo., 6, 35: hit., 26, 26.
Vengamos ahora a las palabras de la regla. «Absti- De dos maneras podemos evitar prácticamente el
nencia» es privac i ón voluntaria, la dicte la templanza desorden: o acostumbrándonos a las bebidas vulgares,
o la penitencia; es lo mismo, El «provecho» y el «daño» o si se trata de las finas y delicadas, tomándolas en
de que nos habla, se entiende en el terreno y sentido pequeña cantidad como se dirá de los alimentos. Éstas
racional y espiritual; que sí se las quisiera referir a la son las normas que nos da San Ignacio en la regla si-
parte física, ipso jacto, se relacionarían también con la guiente:
moral, tratándose como se trata de efectos voluntarios.
El «beber» de que habla aqui San Ignacio, puede
REGLA 3ª
referirse a la parte líquida que exige toda clase de ali-
mentación, o bien a la satisfacción del sentido. El Santo Texto-- La tercera: acerca de los manjares se debe
no lo declara, pero es seguro que no nos apartarnos un tener la mayor y más entera abstinencia; porque así el ape-
punto de su propósito estudiando separadamente las dos tito en desordenarse como la tentación en investigar, son
cuestiones. más promptos en esta parte, y así la abstinencia en los man-
da que se juzga necesaria para la nu-
parte jares para evitar dessorden, se puede tener en dos maneras:
trición es el agua; comprendiendo la que ya llevan en la una en habituarse a comer manjares gruesos, la otra, si
sí los alimentos que injerimos y la que se bebe por se- delicados en poca quantidad [ata].
parado. En el caso de una alimentación conveniente así
en la cantidad como en la calidad, no es mucha el agua ComENTARio. — Ordenado el uso del pan y del agua
que de ordinario pide y necesita el organismo, y lo más en las dos primeras reglas, y asegurado con ello lo que
conveniente es no cargarlo. es esencial e intangible en la vida, resta todavía el cam-
Por lo tanto, no sólo la razón y la ascética, sino la po vastísimo de tantos y tantos alimentos como Dios
misma higiene están conformes con la conclusión de ha puesto a la disposición del hombre y que San Igna-
San Ignacio de que: «paresce más cómoda la abstinen- cio comprende con el nombre general de «manjares».
cia del beber, que no acerca el comer del pan». Quiere Él los a ru a en dos categorías: manjares «gruesos»
decir, que hay menos dificultad en que cercenemos la y manjares «delicados». Cuenta entre los primeros a
bebida que el pan; y que antes pasaremos de la medida todos los alimentos vulgares, ordinarios y sencillamente
justa bebiendo demasiado, que faltemos a ella bebiendo condimentados; y entre los segundos, a los más selectos
poco. Y volviendo sobre las definiciones de templanza o a los que siendo vulgares y ordinarios, están prepa-
y penitencia, añadirnos que en este punto nos debemos rados exquisitamente.
atener a la primera y no a la segunda, porque la tem- Para conseguir en el uso de los manjares el orden
planza quita de lo superfluo y no toca lo conveniente objetivo que buscamos, nos dice San Ignacio que debe-
ni de ordinario debe tocarlo. mos emplear la «abstinencia» o sea la privación
Si se mira el beber como satisfacció n o deleite del voluntari; o una abstinencia
yn cualquiera. sino «la mayor
sentido, entonces entran en la cuenta toda clase de be- y más entera» ; una abstinencia que no se contente con
bidas; y en tal caso sí que «el apetito, se suele desor- la «temperancia», que sólo es privación de lo super-
denar y la tentación insistir» y por lo mismo, corno se fluo, sino que llegue a la «penitencia», que es privación
dice en la regla tercera «se debe tener la mayor y más de lo conveniente.
entera abstinencia» ; es decir, hay que valerse de la Conseguido de una manera permanente este orden,
templanza y de la penitencia; de las dos a la vez. ya no es necesario que la abstinencia sea «la mayor y
más entera» ; puede prescindir ordinariamente de la pe- nacío es la siguiente: La rapidez en conseguir el orden
nitencia y ceder el puesto a una constante templanza. deseado es ordinariamente proporcional a la intensidad
Mientras dure la lucha por el orden y la penitencia lleve con que interviene la penitencia con su norma de abs-
*ladirecón la dirección hemos de tener muy presente el límite que tenerse de lo conveniente, sin que el hombre venga a
repeti damente impone San Ignacio en otros lugares: caer en alguna enfermedad.
«Que no se corrompa el subiecto; ni se siga enferme- Un orden prontamente adquirido es doblemente orde-
dad notable» [83 y 84]. El orden se podrá dar por bien nado y doble don también del alma; es por lo tanto
aseg urado. cuando ni el apetito «sea prompto en des- convenientísimo lanzarse a su rápida adquisición, pero
ordenarse», es decir cuando no se adelante a la razón sin olvidarse nunca de la limitación expresamente de-
y a la voluntad; ni la tentación «sea prompta en insti- clarada por San Ignacio. En este punto, no se contenta
gar» perturbando el uso de las potencias espirituales. el Santo con darnos la regla, sino que añade las razo-
San Ignacio atendiendo a las dos categorías en que nes en que ella se apoya, y son dos.
dividió los manjares, nos da dos maneras prácticas para Enprimelugatsd penica
guiarnos en esa lucha por el orden: «la una (está) en petición de una especial asistencia divina. Es ley de la
habituarse a comer manjares gruesos; la otra, si deli- penitencia, según el Santo, ser medio «para buscar y
cados. en poca cantidad». La misma medida debe adop- hallar alguna gracia o don que la persona quiere yde-
tarse por lo que toca a las bebidas, como ya antes indi- sea, ansi como si desea haber interna contrición de sus
cábamos. Todo son golpes contra el apetito y la pecados o llorar mucho sobre ellos o sobre las penas y
tentación y ya se sabe que a fuerza de golpes hasta las dolores que Christo nuestro Señor passaba en su pas-
bestias obedecen. Otro medio propone el Santo en la sión, o por solución de alguna dubitación en que la
regla siguiente, que es la manera conveniente de asestar persona se halla» [87]. Es también medio particular-
esos golpes al apetito desordenado. mente efi caz contra la desolación «alargarnos en algún
modo conveniente de hacer penitencia» [319].
Nótese que la eficacia de la penitencia no proviene
REGLA 4ª inmediatamente de la penitencia misma como ex opere
opereta, sino que viene de Dios, el cual cuando nos-
Texto. — La quarta: guardándose que no caiga en enfer- otros «nos ayudamos y disponemos», también se mue-
medad, quanto más hombre quitare de lo conveniente, alcan- ve a obrar directamente en nosotros. Idea es ésta muy
zará más presto el medio que debe tener en su comer y exacta, y muy arraigada también en San Ignacio. Las
beber, por dos razones: la primera porque así ayudándose transformaciones espirituales del alma son una gracia
y disponiéndose, muchas veces sentirá más las internas no- de Dios y nosotros no hacemos más que prepararles el
ticias, consolaciones y divinas inspiraciones para mostrár-
camino. Los mismos Ejercicios no son otra cosa que
sele el medio que le conviene: la 2ª si la persona se vee en
la tal abstinencia, y no con tanta fuerza corporal ni dispo- «un modo de preparar y disponer el ánima» [1 ]. El Se-
sición para los exercicios espirituales, fácilmente vendrá a ñor a las veces nos hace ver claramente que Él es el
juzgar lo que conviene más a su sustentación corporal [213]. que quita y pone en nuestras almas dándonos consola-
ción sin que medie causa alguna precedente [33 0];*** pero
Comentario. — Lo propio de esta regla es, declarar- cierto es que de ordinario pide nuestra cooperación.
nos la estrategia que debemos adoptar para llegar a un En conformidad con lo dicho, nos dice ahora San
orden sólidamente establecido, La fórmula de San Ig** Ignacio que en el caso presente de buscar y hallar el
orden en* * el comer, la penitencia intensa «muchas veces que está subjetivamente ordenado. Para ello nos da San
hará sentir más las internas noticias, consolaciones y Ignacio un medio fácil, agradable y eficaz, fruto directo
divinas inspiraciones para mostrársele el medio que le de los Ejercicios, que consiste en ponerse delante a e -
conviene». «Noticias», «consolaciones » y «divinas ins- sucristo y tomar ejemplo de él.
piraciones», constituyen el segundo tiemopo de hacer Durante dos semanas consecutivas nos hemos acos-
sana y buena elección [176] y ya sabemos que ésta es tumbrado a mirar, oír y contemplar la persona de le -
divina y segurísima. Por lo tanto, una penitencia in- sucristo en toda suerte de acciones y con tanta intimi-
tensa puede ser, según el Santo, un medio rápido y se- dad «como si presentes nos hallásemos» [ 14j ; de se-
guro para dar con el orden estable en el comer. mejante contemplación nacen el conocimiento y el amor,
La experiencia personal que la penitencia propor- y por reflexión sobre nosotros mismos también la imi-
ciona puede muy bien ser una segunda razón de la rapi- tación.
dez en hallar el orden deseado. Así, cuando la persona ¿Queremos, pues, ordenarnos en el comer? Contem-
penitente experimenta que con la abstinencia «no se ha- plemos para ello detenidamente a Cristo nuestro Señor,
lla con tanta fuerza corporal ni disposición para los como si lo estuviéramos viendo «comer con sus após-
exercicios espirituales» cae en la cuenta de que ha lle- toles; y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla; y pro-
gado a un límite donde no le conviene permanecer y curemos de imitarle». Sin duda San Ignacio se detuvo
que debe buscar otro medio «que convenga más a su en esta contemplación con gran dulzura de su alma
sustentación corporal». La serie de Stas experiencias de ella sacó la presente regla.
graduadas le proporcionarán sin duda alguna ese medio Tres frutos nos proporcionará, según San Ignacio,
que va buscando. esta contemplación. Primeramente aprenderemos de je-
sucristo una regla de «mayor concierto y orden de cómo
nos debemos haber y gobernar», porque en el acto ma-
REGLA 5ª terial del comer guardaba el Redentor un orden mucho
más perfecto del que nosotros podemos alcanzar con
Trato. — La quinta: mientras la persona come. considere todas nuestras pruebas y tanteos. En segundo lugar
como que vee a Christo nuestro Señor comer con sus após- contemplando cómo come Él con sus apóstoles y com
toles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla; y procure habla y se comunica con ellos, siendo como eran tan
de imitarle. De manera que la principal parte del entendi-
miento se occupe en la consideración de Nuestro Señor, y imperfectos; la perfección que en Él advertimos será
la menor en la sustentación corporal, porque así tome parte para que nos sintamos atraídos a su compañía y
mayor concierto y orden de cómo se debe haber y gober- a su imitación. finalmente podremos dar a nuestro en-
nar [214]. tendimiento una nutrición espiritual que contrapese la
parte animal que lleva en si la nutrición corporal, «de
COMENTARIO. — Las reglas que vamos ahora a co- manera que la principal parte del entendimiento se ocu-
mentar nos proporcionan el orden subj etivo en el comer. pe en la consideración de Nuestro Señor, y la menor
objetivo tiende principalmente a quitar defectos, en la sustentación corporal». Admiremos aquí dos co-
el subjetivo comunica perfecciones que dan al acto del sas: la perfección positiva que en todo esto nos enseña
comer un valor espiritual y de cosa perfecta. Cuando San Ignacio y el medio fácil y atractivo que nos propone
elhombracputensíriocpad para conseguiría.
en cosas espirituales y de perfección, podemos decir
REGLA 6.' REGLA 7ª
TEXTO. - La sexta: otra vez mientras come, puede tomar TEXTO. - La séptima: sobre todo se guarde que no esté
otra consideración o de vida de santos o de alguna pía con- todo, su ánimo intento en lo que come, ni en el comer vaya
templación o de algún negocio espiritual, que haya de hacer; apresurado por el apetito; sino que sea señor de sí, así en
porque estando en la tal cosa atento, tomará menos la manera del comer, como en la quantidad que come [216].
[cmaysdento2ir1pól5j].t
COMENTARIO. - Ésta es, entre todas, la regla más
COMENTARIO. - La presente regla nos ofrece nuevo esencial, porque nos da toda la orientación subjetiva
y abundante alimento espiritual para el alma y a la qus buscamos contenida en una fórmula total, clara y
vez nos declara el fin inmediato que con ello persigue. precisa. Hela aquí : «EI espíritu sea señor de sí»
El alimento espiritual es mucho y variado : vidas de Los apetitos y concupiscencias caen en el desorden
Santos, piadosas contemplaciones y negocios espiritua- porque quieren mandar, cuando han sido creados sólo
les. Las personas que andan ocupadas en rosas santas para obedecer ; quieren ser señores, siendo de su con-
tienen el alma llena de semejantes consideraciones, y la dición esclavos. El espíritu es el señor y el que ha de
santa costumbre que guardan las comunidades religiosas mandar ; pero si el apetito se desordena, pasa entonces
de tener lectura durante las comidas, es sin duda alguna a ser el esclavo que obedece.
una hermosa aplicación de esta ley. «El espíritu sea señor de sí», que es lo mismo que
El fin que se pretende con todas estas consideracio- decir: tenga el espíritu conciencia muy viva y bien
nes espirituales es, que «estando en la tal cosa atento, despierta de que es señor de derecho y de que debe
binará menos delectación y sentimiento en mamar serlo también de hecho; tenga plena conciencia de aque-
corporal». El desorden en el comer, no está precisa- lla ley que dictó Dios en los tiempos mismos de la crea-
mente en lo material de la comida, sino en el deleite ción: «debajo de ti estará el apetito y tú le domina-
que en ella busca y encuentra el alma. Come el animal rás» O se tiene o no se tiene esa conciencia viva:
y no se desordena, porque él y las cosas se mantienen en el primer caso, todo iría ordenado; en el segundo,
en el lugar que les corresponde; pero el hombre falta todo lo dicho y lo que se pueda añadir quedará redu-
y quebranta el orden en el comer, porque el alma siendo cido a meras fórmulas y preceptos externos que de poco
espiritual se entrega a una cosa material que le es muy o nada servirán.
inferior, buscando allí una complacencia y sentimiento «El espíritu sea señor de sí.» San Ignacio explica
excesivos, en los que no sólo se goza el cuerpo, sino algo más en que debe consistir semejante dominio. Dice
también ella misma. primeramente, que «se guarde que énotodo est su áni-
La manera, pues, de elevar el acto material del co- mo intento en lo que come» ; no quiere decir con ello
mer debe consistir en lograr que el placer y el senti- que el espíritu esté total y absolutamente alejado de
mien to del alma se trasladen a cosas espirituales; y que lo que hace, porque esto nos llevaría a una exageración
en las puramente corporales se detengan el menor tiem- imposible de guardar.
po posible.
Gen. , 4, 7.
Atendiendo a lo dicho en las reglas quinta. sexta y la comida o cena por venir, y ansi con s equenter cada día,
séptima. claramente se ve que la mente del Santo es, la cantidad que conviene que coma; de la cual por n ún
ni g
appetito ni tentación pase adelante, sino antes por más ven-
que el espíritu no se concentre todo éenloqucm,
cer todo apetito desordenado y tentación del enemigo , si es
sino que ponga la parte principal de su atención en tentado a comer más, coma menos [217].
«algún negocio espiritual» y «la menor en la sustenta-
ción corporal», y de esta manera «no tomará tanta de- COMENTARIO. —De nuevo vuelve San Ignacio al cm-
lectación y sentimiento en el manjar corporal».
den objetivo, para dejarlo del todo asegurado en la
Haciéndolo así, el acto ya no es puramente animal, infinita variedad de circunstancias en que puede hallarse
sino acto humano, acto al mismo tiempo del cuerpo y la persona y que de seguro sobrevendrán.
del espíritu, y acto capaz de espiritualidad y de per- Las reglas tercera y cuarta nos dieron un procedi-
fección. miento experimental para llegar a conocer con certeza
Dice en segundo, lugar San Ignacio que el espíritu la justa medida que debemos tener en el comer. Dán-
debe ejercer su dominio «en la manera del comer». El dola, pues, por sabida y no olvidada, pasa ahora San
animal «va apresurado por el apetito», el espiritu debe Ignacio a ponernos en conocimiento de un medio
refrenar y moderar este apresuramiento. La misma nor- suyo para que aquella medida no se quede en la región
ma nos impone la urbanidad ; pero siendo, como es, una de los conocimientos generales, sino que se aplique a
disciplina simplemente exterior y en gran parte con-
vencional, no va a buscar la raíz donde residen el mé- cada caso en particular, y de hecho entre en la práctica
durante toda la vida.
rito y la elevación de la moderación deseada, y a todo
tirar consigue su propósito sólo en presencia de otros El medio no es otro que aquel examen de previsión
y por respetos humanos. Nuestra ley espiritual, en cam- del que ya tratamos hablando del examen particular';
bio, lleva en sí una fuerza su erior que eleva el acto un examen por adelantado de lo que debe ser el acto
al valor de verdadera virtud v as gura el éxito lo que nos proponernos realizar, y acompañado de la firme
mismo ante las personas que en la más completa soledad. resolución de que, llegada la hora, el acto se realizará
Resumiendo: San Ignacio proclamando y afianzando como estaba , determinado.
el imperio del espíritu en el acto del comer, consigue Dos partes, pues, tiene semejante examen: primera,
tres cosas que nos dan la posesión del orden perfecto fijar con exactitud y de antemano lo que debe ser
que persiguen estas reglas. primero, pone a salvo la nuestra próxima comida ordenada; segunda, proponer firme-
dignidad interna de la persona colocándola en un am- mente que ella sea de hecho tal cual lo propusimos.
biente de alta espiritualidad; segundo, asegura la mode- En este caso, como en el examen particular, es de
ración en la forma y modo externo del comer ; tercero suma importancia escoger el tiempo con la mayor pre-
cisión.
fija la cantidad y la calidad de los alimentos. Todo ello,
Allí el primer tiempo es «luego en levantándo-
como se ve, muy racional y sólidamente espiritual.
se» [24], la hora en que el espíritu está más sereno con
respecto al asunto de que se trata, cuando ni la tentación
REGLA 8ª ni la ocasión obscurecen o perturban la visión del alma.
Aquí se ha de buscar de la misma manera ese tiempo
TEXTO. — La octava: para quitar dessorden mucho apro-
vecha que después de comer o después de cenar o en otra
hora que no sienta apetito de comer, determine consigo para Tomo 1, pág. 360.
tranq uilo con relación al apetito; y a San Ignacio le
parece que el mejor es «después de comer o después
de cenar o en otra hora que no sienta apetito de comer». Epílog
Y corno este examen de previsión debe hacerse para
cada comida, cada una exige hora diferente, que podrá Terminado ya el comentario de las «Reglas par.,
ser o al terminar la comida presente o en otro tiempo ordenarse en el comer», creo conveniente detenernos en
en que la persona se vea del todo libre del estímulo la consideración de dos puntos de vista, más claros
del apetito. Fijémonos ahora en las dos cosas ahora que durante la explicación del comentario. El
practicarse en este examen de previsión. primero es, definir con claridad qué reglas pertenecen
La primera es determinar para la próxima comida exclusivamente al tiempo en que vamos buscando la or-
con toda exactitud «la cantidad (y la cualidad) que con- denación objetiva, y cuáles las que debemos observar
viene que coma». Quien respecto de la templanza y pe- durante toda la vida, una vez conseguida dicha orde-
nitencia haya hecho todas las pruebas y tanteos que nación. Esta distinción viene ordenada e impuesta por
San Ignacio nos enseña en es tas reglas, y acabe ahora la experiencia, pues hay almas que cometen excesos en
de comer ordenadamente y «siendo señor de sí», no hay materia de penitencia y se escudan con algunas pala-
duda de que está en la mejor disposición para deter- bras de San Ignacio, arrancadas de su propio lugar y
minar «lo que conviene que coma» en la refección si- desfigurada su verdadera significación, contra el intento
guiente. manifiesto del autor de los Ejercicios. Las tales palabras
De aqui que dentro de los Ejercicios, quiera San Ig- se hallan en las «Reglas para ordenarse en el comer»
nacio que se le pregunte al ejercitante cuando acaba de y en la adición décima donde se trata de la penitencia.
comer, lo que desea para la cena «en cualidad, cantidad Dijo el Santo en la tercera regla que «acerca de los
y tiempo» 1 ; y que después de la cena se le vuelva a manjares se debe tener la mayor y más entera abstinen-
preguntar lo mismo para la comida del día siguiente. cia» [212]. Añadió en la cuarta que «guardándose que
En manera alguna consiente el Santo que eso lo deter-
no caiga en enfermedad, quanto más hombre quitare
minen ni el Director ni otra persona alguna. de lo conveniente, alcanzará más presto el medio que.
La segunda es el propósito de que «por ningún ap- debe tener en su comer y beber» [213]. En la adición
perito ni tentación pase adelante, sino antes por más décima dice de la penitencia que la primera manera de
vencer todo apetito desordenado y tentación del enemi- practicarla es en el comer : «penitencia es guando qui-
estragi go, sí es tentado a comer más, coma menos» La gran
tamos de lo conveniente y quanto más y más, mayor y
de no retroceder jamás, sino atacar siempre,,
mejor, sólo que no se corrompa el subiecto, ni se siga
haciendo el oppositum per diametrum [13, 319]. De
enfermedad notable» [83].
presente, el propósito; y cuando llegue la hora, su cum- La segunda manera de penitencia consiste en «el mo-
plimiento mas exacto. Quien así lo cumpla «se ordena- do de dormir» no en el tiempo conveniente, y «es peni-
rá en el comer» no sólo en t iempo de Ejercicios, sino
tencia guando en el modo se quita de lo conveniente, y
«para adelante» y para toda la vida.
cuanto más y más, mejor, sólo que no se corrompa el
subiecto ni se siga enfermedad notable» [84] La ter -
Supra. pág. 419.
cera manera de penitencia es «castigar la carne, dan-
**dole dolor sensible» [83].
En este último punto omite San Ignacio la expresión
de «quanto más y más, mayor y mejor», pero la ponen rdinar en él; salvando, ya se en
planza, viva de ordinario
por su cuenta y con la mayor facilidad algunos tiende, lolosprecaIgdit d
discípulos celosos, y hasta pasan a confirmarla, incluso con entlea, lo m ismo
my o d epjaarnad o(riog:*enludsmzca)al ordinaria
las penitencias terribles que el Santo practicó y con las como para la extraordinaria, que en casos excepciona-
que él permitió y aun aconsejó a sus primeros compa- les puede ser hasta necesaria.
ñeros.
Éstos son los pasajes de los Ejercicios que dan pie En este punto, el problema sale ya del terreno pro-
E
a interrogaciones, teórica y prácticamente exageradas; pio de las presentes regias para entrar en el campo
de las leves generales de la penitencia externa. Sigamos
son todos ellos lugares paralelos que necesitan su au-
pues con él, planteado en este lugar paralelo al de las
téntica explicación, sacada, se entiende, del mismo San-
reglas, pero siempre conforme a los dictámenes de San
to, y no de nuestras preferencias personales. Comen-
tando en la primera semana la adición décima, anota- Ignacio y no a los de nuestras propias inclinaciones.
Los puntos ignacianos son los siguientes:
rnos la moderación y las cautelas que San Ignacio le
pone a la penitencia i ; ahora diremos más en particu- • Primero: Se debe practicar la penitencia externa,
lar cómo deben entenderse y practicarse las reglas del porque es el fruto natural de la penitencia interna que
comer, aunque haciendo referencia, corno es debido, a todos hemos de sentir (siendo ella el dolor de nuestros
la penitencia general. pecados) [82].
Repetimos aquí lo que ya dijimos en el comentario: • Segundo: La penitencia externa puede hacerse de
que las cuatro reglas se ordenan a «alcanzar más pres- muy diversas maneras [83-851; admite varios grades
te el medio que debe tener en su comer y beber» [213], como lo deja entender la expresión «quanto más y más,
y que por lo tanto su práctica sólo se extiende hasta mayor y mejor» ; hay tiempos que la piden mayor o
haber conseguido ese justo medio en que consiste la menor [87], y es también diferente según la clase de
ordenación que se busca en el comer. Conseguido esto, las personas que la hacen [89].
las reglas ya han cumplido con su deber y no hay que Tercero: La penitencia externa debe ir regida
forzarlas a que den más de lo que tienen, no sólo para leyes espirituales. Así la primera y la tercera semanas
que el sujeto «no caiga en enfermedad» sino para evitar de Ejercicios invitan y piden penitencia, y en ellas cum-
que «la persona se vea no con tanta fuerza corporal ni plía San Ignacio y quería que los demás cumplieran
disposición para los exercicios espirituales». con el aguanto más y más, mayor y mejor». En la
San Ignacio no se olvida de hablar claro en este segunda «algunos misterios piden penitencia, y otros
punto como lo hace en una nota referente a la cuarta no» [130]. En la cuarta, «en lugar de la penitencia,
semana, donde dice: «en lugar de la penitencia, mire la mire la temperancia y todo medio» [229].
temperancia y .•* todo medio, si no es en preceptos de Si la penitencia, como vemos, debe ir graduada en
'* tiempo de Ejercicios, con mayor motivo debe hacerse
ayunos o abstinencias, que la Iglesia mande, porque
aquéllos siempre se han de complir, si no fuere justo lo mismo fuera de ellos. Ha de haber en esto una me-
impedimento» [229]. La ley ignaciana puede, pues, for**
dida justa, como en el comer ; medida que debe ser fruto
cemlarse diciendo que la persona que sale de los de repetidos tanteos: «muchas veces aprovecha hacer
Ejercicios, una vez haya hallado el justo medio de la tem- mudanza en el comer, en el dormir y en otros modos
de hacer penitencia; de manera que nos mudemos ha-
1 Supra, págs. 420-421. ciendo dos o tres días penitencia, y otros dos o tres
no; porque a algunos conviene hacer más penitencia y gañía de Jesús, que no tiene penitencias que la obliguen
a otros menos; y también porque muchas veces dejamos por ley, pero quiere y procura que cada uno de sus
de hacer penitencia por el amor sensual y por juicio hijos tenga bien reglamentadas sus penitencias particu-
erróneo, que el subiecto humano no podrá tolerar sin lares guiándose en todo por luz sobrenatural y por la
notable enfermedad; y algunas veces, por el contrario, dirección de la obediencia.
hacemos demasiado, pensando que el cuerpo pueda to- Esto no es ciertamente prescindir de la penitencia,
lerar; y como Dios nuestro Señor en infinito conosce ni mucho menos entrar por el camino de una espiritua-
mejor nuestra natura, muchas veces en las tales mu- lidad muelle, sin nervio ni virilidad; es sencillamente
danzas da a sentir a cada uno lo que le conviene» [89]. espiritualizarla, sacarla del arduum sub ratione ardui,
Cuarto: Una vez hallada la medida justa, no se debe para hacer de ella un medio dócil que sepa sentir las
salir de ella en la vida ordinaria si no es por justas más finas virtudes y aun la perfección de las mismas.
razones. San Ignacio pone como ejemplo «buscar y hallar El cuerpo debe servir al espíritu y éste debe regir
alguna gracia o don que persona quiere y desea» [87], y gobernar el cuerpo, con una serenidad, que ya que
o luchar contra alguna desolación fuerte «alargándose no puede llegar a igualarla se acerque cuanto sea po-
en algún modo conveniente de hacer penitencia» [3191. sible a la armonía que Dios concedió al hombre al darle
Muy conveniente sería volver a leer la carta del Santo la gracia de la integridad. El alma es el jinete que ca-
que en otro lugar dejamos copiada 1. balga lleno de dignidad, marcando ágil y expeditamente
San Ignacio practicaba lo que enseñaba. En los tiem- el paso v la dirección; y si la bestia no obedece ni se
pos de su conversión tomó la penitencia únicamente sujeta a ley, viene entonces el castigo, que por eso
como fuerza poderosa para dominarse a sí mismo y no dejó el alma las riendas, ni el freno, ni la espuela.
la practicaba ateniéndose constantemente al «cuanto Estas reglas tomadas literalmente se aplican sólo al
más y más, mayor y mejor». Los Ejercicios le dieron comer y beber, pero el espíritu que las anima y los
gran luz sobre este punto y sobre todos los demás con- procedimientos que nos proporcionan, sirven a mara-
cernientes a la vida espiritual, y vió entonces que la villa para materias análogas; para todo aquello que
penitencia no era un fin, sino un medio para el fin, y necesariamente nos es presente y que por tocarnos a
desde su salida de Manresa la practicó de modo muy nosotros hemos de velar sobre ello.
diferente. Pasan los tiempos, funda la Compañía, y en San Ignacio, por ejemplo, nos habla en los Ejercicios
punto a penitencia el San Ignacio de Roma es muy del uso de la claridad [79], de la temperatura [130],
otro que el de Manresa. Sus compañeros siguieron un del mirar [SI] y del hablar [8o]. El que haya enten-
camino parecido al de su padre. En los Ejercicios, du- dido bien estas reglas para ordenarse en el comer ; y
rante su transformación y mudanza espiritual o cuan- mejor, si aplicándoselas a sí mismo ha llegado a ad-
do en determinadas ocasiones deseaban alcanzar de Dios quirir un conocimiento práctico de las mismas,
algunos fines particulares, se daban a grandes peniten- facilísimamente sabrá aplicarlas a otras materias paralelas
cias. En el resto de la vida ordinaria , se atenían a una o parecidas; y no sólo a las de orden exterior y sen-
justa y razonable medida . en conformidad con lo que sible, sino también a las internas y espiritual e s . Por
pedían sus ministerios con los prójimos y su clase de ellas v. g. podrá ordenar el uso de la imaginació n , de
Com* vida espiritual. 1 esto mismo sigue practicando la la memoria, de las facultades estéticas, del sentimiento
y aun de la misma potencia especulativa. Por esta ra-
' Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, I, pág. ;o& zón, aunque hubieran estado bien en cualquier otro lu-
gar de los Ejercicios . en la entrada de la cuarta semana sea la energía, antes se dará con el debido y justo
medio.
están como en su lugar propio, pues este tiempo, como Hallado éste, hay que procurar conservarlo y espi**-
dice San Ignacio, es de «tem planza y todo medio» [29]. ritualizarlo. Conservarlo quiere decir, perseverar firmes
Fijémonos por un momento y- de una manera parti- en eI convencimiento de que aquello y no otra cosa es
cular en el método de dominar y educar nuestras pa- lo conveniente; conciencia que debe •formarse valiéndo-
siones sensibles por analogía con lo que nos ha ense- nos de los tiempos en que el apetito está quieto y so
ñado San Ignacio para ordenarnos en el comer. A pri- segado, y haciendo caso omiso de los de excitación. En
mera vista nos podría parecer que el alma no puede segundo lugar debe espiritualizarse el acto en el une
hacer nada con una pasión material que reside en un se le concede al apetito el justo medio; esto se logra
órgano corporal y está sometida a unas disposiciones despertando en el alma sentimientos que aparten del es-
físicas que ella no puede quitar ni siquiera modificar, píritu la atención al gusto material de semejante acto,
pero pensando mejor las cosas a la luz de las normas para ponerla en otras cosas puramente espirituales. Con
que nos ha dado San Ignacio para dominar y educar este proceder el hombre es siempre señor de sí mismo
el apetito de comer, se ve que existe realmente una y puede convertir esas funciones materiales y animales
sabiduría espiritual capaz de regular, aunque indirec- en actos espirituales y de perfección.
tamente, hasta las concupiscencias más animales que
exigen y reclaman lo que para la vida del cuerpo es
esencial. Veamos de formular los puntos principales de
esta altísima pedagogía.
Lo primero que debe examinarse es el caso de que
el apetito reclame algún acto presentándolo como ne-
cesario para la vida. Si dicha necesidad realmente no
existiera, la sabiduría dicta entonces que decidida y
absolutamente se le cierre el paso a la concupiscencia
sin ceder en ello un punto por ninguna razón. No tiene
aquí lugar el «quanto más y más, mayor y mejor», sino
que hay que ir a la negación más rotunda y al oppo-
situm per diametrum, tantas veces enseñado por San
Ignacio. Estamos frente a un enemigo, al que no basta
vencer, sino que es preciso derrotar completamente.
Si lo que pide el apetito fuera cosa necesaria para
la vida, ante todo se debe conocer experimentalmente
lo que hay en tal caso de necesario y conveniente; y
para saberlo con certeza el mejor camino es quitar aun
de lo conveniente hasta dar con el justo medio por ex-
periencias repetidas. No basta aquí la templanza, y es
preciso echar mano de la penitencia, y «quanta mas
y más, mayor y mejor» con tal que no peligre la vida
ni se siga enfermedad notable, Cuanto mayor en esto
la consideración y escrutinio dél, y lo mismo se guarde en
los pecados mortales [242].
2ª nota. — Después de acabado el discurso ya dicho so-
bre todos los mandamientos, acusándome en ellos, y pidiendo
gracia y ayuda para enmendarme adelante, hase de acabar
Documento undécimo con un coloquio a Dios nuestro Señor según subiecta mate
ria
TRES MODOS DE ORAR
SECUNDO SOBRE PECADOS MORTALES.
Acerca de los siete peccados mortales, después de la addi-
TEXTO. — TRES MODOS DE ORAR, Y PRIMERO SOBRE MANDA- ción, se haga la oración preparatoria, por la manera ya di-
MIENTOS.
cha, sólo mudando que la materia aquí es de peccados que
La primera manera de orar es cerca de los diez manda- se han de evitar, y antes era de mandamientos, que se han
mientos, y de los siete peccados mortales, de las tres po- de guardar, y asimismo se guarde la orden y regla ya dicha
tencias del ánima, y de los cinco sentidos corporales; la y el coloquio [244].
cual manera de orar es más dar forma, modo y exercicios, Para mejor conoscer las faltas hechas en los peccados
cómo el ánima se apareje y aproveche en ellos, y para que mortales. mírense sus contrarios y así para mejor evitarlos
la oración sea acepta, que no dar forma ni modo alguno de
orar [238]. proponga y procure la persona con sanctos ejercicios
[ytaend2rlqs4iuv5].ocntrais
Primeramente se haga el equivalente de la 2. a addición
de la 2ª semana, es a saber, ante de entrar en la oración 3° SOBRE LAS POTENCIAS DEL ÁNIMA.
repose un poco el espíritu asentándose o paseándose, como Modo. — En las tres potencias del ánima se guarde la
mejor le parecerá, considerando adónde voy y a qué; y misma orden y regla que en los mandamientos, haciendo su
esta misma addición se hará al principio de todos modos del adición, oración preparatoria y coloquio [246].
orar [239].
Oración. — Una oración preparatoria, así como pedir 4° SOBRE LOS CINCO SENTIDOS CORPORALES.
gracia a Dios nuestro Señor, para que pueda conoscer en lo Modo. — Cerca los cinco sentidos corporales se tendrá
que he faltado acerca los diez mandamientos, y asimismo siempre la misma orden, mudando la materia de ellos [247].
pedir gracia y ayuda para me enmendar adelante, deman- Nota. — Quien quiere imitar en el uso de sus sentidos a
dando perfecta inteligencia cienos para mejor guardallos y Christo nuestro Señor, encomiéndese en la oración prepara-
para mayor gloria y alabanza de su divina majestad [240]. toria a su divina majestad; y después de considerado en cada
Para el primer modo de orar conviene considerar y pen- sentido, diga un Ave María o un Pater noster, y quien qui-
sar en el primer mandamiento cómo le he guardado, y en siere imitar en el uso de los sentidos a Nuestra Señora, en
qué he faltado, teniendo regla por espacio de quien dice tres la oración preparatoria se encomiende a ella, para que le
veces Pater noster y tres veces Ave Maria, y si en este tiem- alcance gracia de su Hijo y Señor para ello; y después de
po hallo faltas mías, pedir venia y perdón dellas, y decir considerado en cada un sentido, diga un Ave María [248].
un Pater noster; y desta misma manera se haga en cada
uno de todos los diez mandamientos [241]. 2° MODO DE ORAR ES CONTEMPLANDO LA SIGNIFICACIÓN DE
Es de notar que guando hombre viniere a pensar en un CADA PALABRA DE LA ORACIÓN [249].
mandamiento, en el cual halla que no tiene hábito ninguno Addición. — La misma addición que fué en el primer mo-
de peccar. no es menester que se detenga tanto tiempo; mas do de orar, será en este segundo [250].
según que hombre halla en si que más o menos estropieza Oración. — La oración prepratoria se hará conforme a la
en aquel mandamiento, así debe más o menos detenerse en persona a quien se endereza la oración [251].
2º usado de orar. — El segundo modo de orar es, que la do una palabra del Pater noster o de otra oración que se
persona, de rodillas o asentado, según la mayor disposición rece, de manera que una sola palabra se diga entre un anhé-
en que se halla y más devoción le acompaña, teniendo los lito y otro, y mientras durare el tiempo de un anhélito a
ojos cerrados o hincados en un lugar sin andar con ellos otro, se mire principalmente en la significación de la tal
variando, diga Pater, y esté en la consideración de esta pa- palabra, o en la persona a quien reza, o en la baxeza de sí
labra tanto tiempo, cuanto halla significaciones, compara- mismo, o en la diferencia de tanta alteza a tanta baxeza
ciones, gusto y consolación en consideraciones pertinentes a propria; y por la misma forma y regla procederá en las otras
la tal palabra, y de la misma manera haga en cada palabra palabras del Pater noster; y las otras oraciones, es a saber.
del Pater noster o de otra oración cualquiera que desta ma- Ave María, Anima Christi, Credo y Salve Regina hará se-
nera quisiere orar [252]. gún que suele [258].
regla.—La primera regla es, que estará de la manera I.° regla. — La primera es, que en el otro día o en otra
ya dicha una hora en todo el Pater noster, el qual acaba- hora que quiera orar, diga el Ave María por compás, y las
do, dirá un Ave María. Credo, Anima Christi y Salve Regina otras oraciones según que suele, y así conseqüentemente pro-
vocal o mentalmente, según la manera acostumbrada [253]. cediendo por las otras [259].
2.c regla. — La segunda regla es, que si la persona que 2ª regla. — La segunda es, que quien quisiere detenerse
contempla el Pater noster hallare en una palabra o en dos más en la oración por compás, puede decir todas las sobre-
tan buena materia cue pensar y gusto y consolación, no se dichas oraciones o parte de ellas, llevando la misma orden del
cure pasar adelante, aunque se acabe la hora en aquello que anhélito por compás, como está declarado [26o].
halla, a qual acabada, dirá la resta del Pater noster en la
manera acostumbrada [254]. COMENTARIO. — Entre todas las formas de orar, no
3ª regla. -- La tercera es, que si en una palabra o en dos hay ninguna que haya sido tan minuciosamente expli-
del Pater noster se detuvo por una hora entera, otro dia cada por San Ignacio como los «Tres modos de orar»
guando querrá tornar a la oración, diga la sobredicha pala- y por eso es la que menos necesita de comentario. En
bra o las dos, según que suele; y en la palabra que se sigue otro lugar dimos ya de ellos la explicación que nos
inmediatamente comience a contemplar, según que se dixo pareció conveniente y a ella remitimos al lector'.
1ªen la segunda regla [255]. La atenta lectura del texto y su práctica son el mejor
nota. — Es de advertir que acabado el Pater noster en
uno o en. muchos días, se ha de hacer lo mismo con el Ave
comentario que puede hacerse, y no cabe duda alguna
María y después con las otras oraciones, de forma que por de que San Ignacio de la práctica sacó la teoría. Todo
algún tiempo siempre se exercite en una dellas [256]. el secreto para saber practicarlos como es debido está,
2ª nota. — La 2 ª nota es, que acabada la oración, en po- en emplearlos cuando el alma se halla en las disposi-
cas palabras convertiéndose a la persona a quien ha orado, ciones que pide cada uno de ellos. Son modos de orar
pida las virtudes o gracias, de las quales siente tener más muy diferentes entre sí y piden naturalmente disposi-
necessidad [257]. ciones también diversas; pero cuáles hayan de ser las
que cada persona debe tener, nada ni nadie se lo dirá
3° MODO DE ORAR SERÁ POR COMPÁS. más claramente que la experiencia personal.
Adición. — La adición será la misma que fué en el pri- Hechas las anteriores observaciones, sólo nos resta
mero y 2.° modo de orar. responder a la pregunta del por qué ponemos los «Tres
Oración. — La oración preparatoria será como en el se- modos de orar» como documento de la cuarta semana.
gundo modo de orar. Y contestamos así : en primer lugar porque el libro
3.° modo de orar. — El tercero modo de orar es, que con
cada un anhélito o resollo se ha de orar mentalmente dícien- Tomo 1, págs. 194-2022.
de lo s Ejercicios los pone a continuación de la «Con-
templación para alcanzar amor». Y en segundo porque
en la anotación cuarta dice San Ignacio, que a la cuar-
ta semana pertenecen da resurrección y ascensión, po-
niendo tres modos de orar» [4].
Pero no vaya a entenderse por esto que sólo en
ella se puedan o deban usar; pues hablando San Ig-
nacio del que por defecto natural o por falta de gene- Documento duodécima
rosidad con Dios no es apto para hacer los Ejercicios
completos, dice que se le entretenga algunos días en- PRIMERAS REGLAS DE DISCRECIÓN
señándole la manera de hacer el examen particular y DE ESPÍRITUS
haciendo que practique el primer modo de orar por es-
pacio de media hora, etc. [18].
Hay que concluir, pues, diciendo que el intento y TEXTO. — Reglas para en alguna manera sentir y cog-
propósito de San Ignacio es, que los «Tres modos de noscer las varias mociones que en la ánima se causan : las
buenas para rescibir y las malas para lanzar ; y son más
orar» se expliquen en la cuarta semana como en su
proprias*** para la primera semana [313].
lugar propio, sobre todo cuando se dan los Ejercicios
completos, pero que esto no quiere decir que en todo COMENTARIO. — Supone San Ignacio que nuestra
o en parte no se puedan y deban explicar antes, si se alma siente mociones muy diversas, como por ejemplo
juzga más conveniente para el ejercitante. consolación, alegría o tristeza, es p eranza o desespera-
Y de hecho no pocas veces será conveniente adelan- ción; y aunque esto en cierto grado es cosa y ley de
tar la explicación y la práctica, mayormente cuando toda la vida, es sin embargo distintivo propio del tiem-
se trate de personas que tienen sujeto para hacer todos po de Ejercicios [6]. Estas mociones son de orden espi-
los Ejercicios y no están todavía en las disposiciones ritual tocantes al servicio de Dios y a la salud del alma.
exigidas por San Ignacio para comenzarlos [5, 20]. En Son a la vez diversas, no sólo por ser las unas distintas
este caso la Preparación ' tiene una importancia extra- de las otras, sino también por ser opuestas entre si,
ordinaria, y uno de los medios más aptos que puede tanto si se mira a la impresión que producen en el alma
emplearse para acostumbrar el alma al examen y a la como a los efectos que se siguen de ellas y a los fines
osada, es sin duda alguna la práctica de los «Tres
a que se enderezan.
mod os de o r ar», que no son otra cosa que exámenes La palabra «mociones» parece referirse, al menos de
fáciles maneras de orar. modo principal, a la parte afectiva y sensible. ya que
Cuando no haya buena coyuntura para explicarlos la consolación y la desolación, señaladamente perten e
durante los Ejercicios, hágase al final, tomándolos como nos dará-cenal,sgúdripcónquelas
medios de perseverancia; y también, principalmente el
segundo y tercer modo, como camino llano para pasar más adelante [316 y 317]. No quiere decir esto qu e
en la consolación y desolación dejen de tomar parte los
de la oración vocal a la contemplación; lo cual cuadra pensamientos y las imaginaciones, pero como oportuna-
admirablemente con la cuarta semana. mente advierte San Ignacio, «salen de ellas» [317] o
lo que es lo mismo, o son producidas por las mociones
Tomo 1, págs. 207-215. de que está llena el alma en uno y otro estado, o son
anteriores a la consolación y desolación propiamente di- cia personal; pero entienda que su propia experiencia,
chas, obrando como concausas de dichas mociones. y la de los otros, acompañadas siempre de un estudió
No por esto debe abandonarse el estudio de la parte humilde, atento y teniendo siempre a Dios pr e sente, son
que le corresponde al pensamiento previo o consecu- cosas que deben durar toda la vida.
tivo; sino que aquí, como en todo, es San Ignacio muy Se trata de reglas de prudencia que abarcan toda
prudente en sus expresiones. la amplitud, complejidad y sutileza de la vida espiri-
Por lo que toca a estas mociones, San Ignacio pre- tual, viviente en temperamentos d i versísimos. Los
tende dos cosas; a saber que el ejercitante las*** sienta*** principios de San Ignacio son ciertamente buenos y seguros,
y las conozca, Quiere primeramente que las sienta, es pero adviértase que se han de aplicar a cada persona
decir que se dé perfecta cuenta de que pasan por su y a cada circunstancia en particular, y que por encima
alma; segundo***, que advierta la diversidad que existe de esta prudencia experimental se hallan los dones del
entre ellas. Ambas cosas son necesarias para la vida Espíritu Santo que gobiernan las almas de una manera
espiritual. más elevada y segura. Tales dones son multiformes y
Quien ni siquiera se da cuenta de las impresiones todos de orden sobrenatural, pero dados por Dios a
que pasan por su alma, jamás se pondrá en camino de cada uno conforme a la medida ordenada por su provi-
ordenarse, porque, aun sin saberlo, se verá arrastrado dencia sapientísima.
por fuerzas internas (las impresiones evidentemente son Existen también luces divinas, que se llaman extra-
fuerzas internas) que se escapan a la vigilancia de la ordinarias, por no estar comprendidas en la economía
inteligencia y de la voluntad y obran por lo mismo ordinaria de la gracia; pero además hay otras que
fatalmente y a manera de fuerzas ciegas. son ordinarias, porque en cierto grado y medida las da
A su vez, el que advierte en ellas, pero las desconoce, Dios a las almas que viven la vida sobrenatural inten-
no las distingue entre sí y no se fija en lo diversas que samente. Estas últimas puede esperarlas confiadamente
son por su misma naturaleza, por sus efectos y por los quien aplique fielmente las reglas de prudencia dicta-
fines a que tienden; anda tan desorientado como el pri- das por San Ignacio, las cuales encontrarán su com-
mero por lo que hace a la ordenación espiritual de su plemento en esta comunicación divina.
alma. Es por lo tanto necesario sentir y conocer las El título que estamos comentando, supone que fuera
mociones que se producen en el alma. de nosotros hay causas externas que engendran esas
Nos dice San Ignacio que las reglas que nos da-nos mociones espirituales; supone asimismo que entre si
servirán para sentir y conocer semejantes mociones «en son opuestas, como lo son las Mociones nacidas de ellas
alguna manera». Las palabras del libro de los Ejerci- y por último que esas causas son Dios y el demonio,
cios son tan medidas y exactas, como la doctrina que en el buen espíritu y el maligno espíritu, enemigo de la
ellas se nos enseña. naturaleza humana. Todo este lo da por descontado
Esta sabiduría interna es cosa difícil y complicada San Ignacio, y con razón.
y no se llega a aprender si no es con mucha luz sobre- Dios nuestro Señor influye en nuestra vida espiritual
natural y con larga experiencia de la vida. No se ima- directamente y por sí mismo, o por el intermedio de
gine nadie que va a salir de los Ejercicios hecho todo sus ángeles, concediéndonos ilustraciones y mociones
un maestro de discreción de es p íritu; se habrá adue- encaminadas a nuestra propia santificación; pero tam-
ñado de las leyes fundamentales, tanto mejor penetra- bién permite, si bien hasta cierto límite, que nos tiente
das cuanto mayor y más interna haya sido su experien- el demonio con sus malignas sugestiones para someter
a prueba nuestra virtud y para que sea mas meritoria Si el ejercitante no quiere tomar ningún remedio
nuestra corona. No se habla aquí de influencias extra- contra este defecto voluntario, o entró en Ejercicios sin
ordinarias que pueden venirnos unas veces de Dios y las disposiciones debidas, o si las tenía ahora las ha
otras del diablo, sino de lo que le suele acontecer a perdido, es claro que para un sujeto así son del todo
toda persona espiritual que lleva una vida normal y inútiles los Ejercicios.
ordinaria. Por consiguiente mi vida espiritual está tam- Las reglas de que ahora hablamos pueden dividirse
bién sujeta a semejantes leyes. en cuatro partes. La primera comprende las cuatro pri-
El estudio de que tratamos no es especulativo, sino meras [314-317] que plantean el estado de la cuestión,
práctico; es decir, no vamos a enredarnos en disquisi- definiendo con toda claridad las personas de quien se
ciones y teorías, sino a aprender normas de conducta; trata, la acción de los espíritus y lo que se entiende
conducta que debe consistir en la resolución firme y por consolación y desolación. La segunda, que abarca
práctica de aceptar las mociones del buen espíritu y desde la quinta hasta la décima, nos enseña el modo
rechazar las del malo. El cumplimiento de semejante de portarnos en tiempo de desolación [318-322]. La
resolución, durante toda la vida, y con mayor empeño tercera, que incluye las reglas diez y once, se refiere
aún en tiempo de Ejercicios, exige ciertamente un es- a lo que debemos hacer cuando estamos consolados
fuerzo grande; pero hay que hacerse la cuenta de que [323-324]. Finalmente la cuarta contiene las tres últi-
nos es absolutamente necesario. Malo es desconocer los mas [325-327], que- nos pintan al vivo el carácter y
caminos de Dios y los del demonio, pero sería mucho modo de obrar de nuestro enemigo por medio de com-
peor conocerlos y no sacar de ello ningún provecho. paraciones y símiles sumamente gráficos.
La doctrina que San Ignacio nos da sobre este punto
es, sin ningún género de duda, buena y segura; no du-
demos, pues, un punto en seguirla. REGLA 1.ª
Por último, nos dice el Santo que estas reglas «son
más propias para la primera semana». Esto no quiere TEXTO. - La primera regla: en las personas que van de
decir que no sean siempre y para todos útiles, sino que peccado mortal en peccado mortal, acostumbra comúnmen-
de ordinario son más apropiadas para las personas que te el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo ima-
se hallan en las disposiciones que suponen los ejercicios ginar delectaciones y placeres sensuales, por más los con-
de la primera semana. Los que se encuentren en situa- servar y aumentar en sus vicios y peccados, en las quales
personas el buen spíritu usa contrario modo, punzándoles y
ción distinta, deben aplicar regias diferentes. En las remordiéndoles las consciencias por el sindérese de la ra-
anotaciones octava y novena [8 y 9] ya nos advierte
zón [314].
claramente San Ignacio acerca de la gran discreción que
hemos de tener en toda esta materia. COMENTARIO. - Comienza San Ignacio determina n
Prevé también el Santo el caso de una persona que se refiere esta-docntapreisólujoqn
no siente moción alguna, ni del bueno ni del mal espí- primera regla que es el hombre que va de pecado mor-
ritu. Si esta espiritual insensibilidad no es cosa tran- tal en pecado mortal, incluyendo en tal denominación
sitoria y relativa, sino absoluta y permanente, de ley no tan sólo al que desenfrenadamente se entrega a toda
ordinaria debe atribuirse a infidelidad o negligencia en clase de pecados mortales, sino también al que volun-
hacer los ejercicios señalados para cada hora del día, o tariamente se deja dominar por un solo vicio y en él
a descuido y falta de observancia de las adiciones [6]. comete pecado tras pecado. Se trata, pues, de aquella
clase de personas que deliberadamente viven siendo es- a que
q con tantog gusto suyoo se entregaba en los días de
clavas de una afección pecaminosa que les lleva a caer su convalecencia en Loyola, como él mismo nos lo re-
habitualmente en culpas graves. lata en su Autobiografia; y reco r dándolas veía clara-
Es necesario que semejante hombre sienta y conoz- mente que todo aquel enamoramiento que tan fuerte-
ca las diversas mociones que se engendran en su alma; mente le obsesionaba, no era otra cesa que moción del
las buenas para admitidas y las malas para rechazarlas. enemigo que le hacía imaginar deleites y placeres sen-
Y debe saberlo de una manera cierta y a la vez prác- suales para retenerlo y hacerle ir más lejos aún en su
tica; siguiendo una ley o regla fija y perfectamente vicios y pecados'.
definida. El que va, pues, de pecado mortal en pecado mortal,
La regia para las mociones que vienen de la parte ya tiene la regla necesaria para sentir y conocer lar
del demonio, es la siguiente: el enemigo no agita ni mociones que produce en su alma el enemigo, y las
perturba el alma, sino que engendra en ella mociones puede echar de sí, resistan cuanto quieran la oasión
que la deleitan, «proponiéndole placeres aparentes, ha** las potencias internas que son sus cautivas. Por expe-
riendo imaginar delectaciones y placeres sensibles». riencia propia conocerá que hay una delectación interna
La concupiscencia va tras esas mociones deleitables que es mala, que trae su origen del pecado y arrastra
del alma con más ahinco aún que tras las del cuerpo, al pecado y es la primera y principal arma con que te
porque son más duraderas, más secretas e íntimas que ha de acometer el enemigo. Aunque haya entrado en
las otras. La memoria, la imaginación, el sentimiento Ejercicios con la mejor voluntad del mundo, no se ma-
interno, el entendimiento y la voluntad están como fas- raville de que le tiente el demonio con estas mociones
cinadas por estos placeres y delectaciones, que hacen seductoras, y rechácelas valerosamente permaneciendo
del hombre un esclavo de su pasión tan rendido, que alerta contra las nuevas acometidas.
estima ese cautiverio como la propia vida y su mayor Y el ángel bueno, ¿qué hace con estos hombres que
consuelo. van de pecado mortal en pecado mortal? «Usa contra
Cualquiera hora es oportuna para dar entrada a río modo, punzándoles y remordiéndoles las conciencias
estas mociones y todas son cortas para saciar el hambre por el sindérese de la razón.» Tratando el ángel bueno
y la sed de gozarlas. El enemigo conoce perfectamente, de apartarlo del pecado, fin totalmente opuesto al del
que dar calor a esas mociones es el mejor camino para enemigo. ya se entiende que las mociones que inspira
conseguir el fin que se propone de «más le conservar son contrarias a las de aquél: punzadas y remordimien-
y aumentar en sus vicios y pecados». tos contra delectaciones y placeres.
En todo este proceso, caben pecados de muy diver- Nos dice San Ignacio, que lo primero que advirtió
sa clase c gravedad, como lo hace notar San Ignacio reflexionando sobre sí mismo, fué esto: que los pensa-
en el Examen general [32-37] ; pero el hombre que se mientos de Dios al entrar en su alma le entristecían,
encuentra en este caso, sólo atiende a su deleite inter- porque le estorbaban el gozar de aquellas ilusiones mun-
no, y aun puede suceder que no le parezca el tal deleite danas en que tanto placer hallaba, pero que después
tan malo como el acto material externo, sobre todo esos mismos pensamientos le eran dulces y consoladores.
cuando reviste y disfraza su pasión con ciertos falsos En otro lugar nos da la razón del contrario estilo que
idealismos que el enemigo sabe muy bien inspirar. Es
casi seguro que cuando el Santo escribía esta regia, 1 Cír. vol. V de esta colección: San Ignacio de Loyola,
e acordaba de aquellas horas de apasionada divagación páginas 56-58.
tienen las mociones de los espíritus en nuestra alma: **sión ni la caridad deben pretender ahorrarle al pecador
«cuya causa es la disposición del ánima ser a los dichos las punzadas y los remordimientos que nacen del buen
ángeles contraria o símile; porque cuando es contraria, espíritu, sino que deben colaborar con éste avivando
entran con estrépito y con sentidos, perceptiblemente; y esos mismos remordimientos y llevando al ánimo del
quando es símile, entra con silencio como en propia casa pecador el convencimiento de que son un don del cielo
a puerta abierta» [335]. que debe recibirse con hacimiento de gracias.
Añade San Ignacio que las punzadas y remordimien- Persuádase el pecador de que*** la paz
tos nos vienen por el camino de la sindérese de la ra- la despreocupación del alma engolosinada con sus , con-
zón. al contrario de las delectaciones del demonio, que a**cupiscencias,
lm son una grandesgracia y un engaño mas
nos llegan por la vía de la imaginación. **nifiesto del mal espíritu.
En todo lugar tropezamos con pruebas que ponen
de manifiesto lo razonable y sólido de la doctrina
ignaciana ; pero la presente tiene una fuerza muy especial. REGLA 2.ª
Son muchos los que al tratar de convertir a los pe-
cadores prefieren los medios sacados de la imaginación TEXTO. — La segunda: en las personas que van intensa-
y del sentimiento, como por ejemplo, descripciones pa- mente purgando sus peocados y en el servicio de Dios nues-
téticas de la muerte y de los tormentos del infierno y tro Señor de bien en mejor subiendo, es el contrario modo
hasta representaciones plásticas que hablen e impresio- que en la primera regla; porque !entonces proprio es del mal
nen a los sentidos. San Ignacio para ganar a todo hom- espíritu, morder, tristar y poner impedimentos inquietando
bre para la verdad, también echa mano de la imagi- con falsas razones, para que no pase adelante; y proprio
del bueno dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, ins-
nación y del sentimiento, pero su principal y preferido piraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedi-
camino es el de la razón y por ella va a la voluntad. mentos, para que en el bien obrar proceda adelante [355].
La vía de la imaginación y del sentimiento es sin duda
más fácil y de efectos más aparatosos. pero la de la COMENTARIO. — Muy distinto del anterior es el su-
razón es más segura y mucho más p rofunda. El pecador jeto a quién va dirigida esta segunda regla, porque éste
a costumbrado a no moverse más que por delectaciones
no sólo no va de «pecado mortal en pecado mortal»,
sensuales, necesita más que ninguno volverse racional y sino que «va intensamente purgando sus pecados y en
dejarse guiar por la razón y por la fe. el servicio de Dios de bien en mejor subiendo». Para**
Medite mucho el Director esta regla para sacar de pertenecer a esta segunda categ oría no basta haber
ella conclusiones prácticas que le ayuden a cumplir bien hecho alguno que otro acto de dolor y haberse purifi-
con su oficio. No vaya en busca de éxitos sentimentales cado de sus pecados; es necesario hacer todo eso de
a que son propensos los hombres impresionables, ni de un modo habitual e ir adelantando en las obras vir-
conmociones contagiosas de las multitudes, antes ex- tuosas.
ponga ideas claras y verdades bien comprendidas con
Son éstos, dos estados espirituales perfectamente
el auxilio de la razón y de la revelación divina. No cai- definidos y opuestos entre sí, y entre ellos caben situa-
ga tampoco en el error de creer que a los pecadores ciones intermedias que gradualmente se apartan dei
hay que convertirlos con halagos y condescendiendo con uno para acercarse al otro, y a los que se deben aplicar
ellos y sus concupiscencias a título de caridad cristiana prudencialmente la primera o la segunda regla, como
y de ser humano y comprensivo; porque ni la compren- lo pidan los casos.
¿Cuál es la táctica de los dos espíritus con semejan- Y el ángel bueno, ;qué hace con estas personas que
tes personas? Nos dice San Ignacio que «es el contrario van de bien en mejor? San Ignacio nos lo dice con
modo que en la primera regla). palabras muy expresivas; «Dar ánimo y fuerza s ,
El mal espíritu las perturba con toda suerte de tri- consolaciones, lágrimas, Inspiraciones y quietud, facilitando
bulaciones internas, expresadas gráficamente con las y quitando impedimentos, para que en bien obrar pre-
palabras ; morder, tristar, poner impedimentos e inquie- I ceda adelante». El buen espíritu llena el alma de senti-
tar insinuando razones falsas. Ya se ve que no se con-I mientos consoladores y al mismo tiempo ilumina y
tenta con atacar a la parte imaginativa y sensible sino aquieta el entendimiento con santas inspiraciones, direc-
que procura también trastornar la razón, Lo que pre** tamente encaminadas a deshacer las falsas razones del
tende es que no pase el hombre adelante en el camino I enemigo.
emprendido, sino que vuelva atrás, o por lo menos que Estas gracias proporcionadas por el ángel bueno
dude y se entretenga sin salir del paso. pueden ser tan poderosas que anulen completamente la
Esto es un verdadero retrato del estado interior de 1 acción diabólica, dejando al alma en paz y tranquilidad
no pocas almas buenas, a las que el demonio enreda admirables; pero lo más corriente es que no pongan Fin
con tristezas, temores, confusiones y dudas intermina- a la lucha interior que mueven los diferentes espíritus,
bles que por largo tiempo las detienen en el camino de y que la intervención del ángel bueno siga dando áni-
la virtud y les hacen dejar, a veces, la vía comenzada. mos y fuerza para admitir las mociones buenas y re-
En estos casos lo más difícil es saber ver que toda chazar las malas aunque persistan unas y otras, bien
esta máquina de mociones atormentadoras es pura arti- simultáneamente, bien repitiéndose sucesivamente,
maña del enemigo, pues andan envueltas con falsas ra- Quiere San Ignacio que nos convenzamos de que
zones que el alma no acierta a desenredar. nuestra vida espiritual es una lucha y que en ella quien
De todo sabe sacar provecho el maligno enemigo : decide la victoria no es el espíritu bueno o malo, sino
de los pecados de la vida pasada, de las faltas de la nosotros mismos con la gracia de Dios nuestro Señor.
presente, de los temores de la futura y hasta de*** la mis** Pueden ser las leyes de la estrategia excelentes y per-
ma eternidad, que se representa al alma como una noche fectas, pero serán totalmente inútiles sin nuestra deter-
espantosa rodeada de todos los terrores. Aun las mis- minación decidida y firme de luchar ateniéndonos a ellas.
mas obras buenas, y de un modo especial los sacramen-
tos que son las fuentes de la gracia, se convierten en
fuentes de amargura y tribulación, porque llega a creer REGLA 3.ª
el hombre que en vez de purificarse frecuentándolos,
se hace reo de nuevas culpas. Texto.— La tercera de consolación espiritual: llamo
Habla así San Ignacio por propia experiencia, pues consolación guando en el ánima se causa alguna moción inte-
rior, con la qual viene la ánima a inflamarse en amor de su
en sus primeros tiempos de Manresa tuvo que aguan-
tar esta clase de embestidas, de una dureza e intensidad Criador y Señor, y consequenter guando ninguna cosa cria-
da sobre la haz de la tierra, puede amar en sí, sino en el
grandes. Muy útil será leer las páginas de su autobio- Criador de todas ellas. Assimismo guando lanza lágrimas
grafía, en las que se describen estas tribulaciones 1 motivas a amor de su Señor, agora sea por el dolor de sus
pescados, o de la passión de Christo nuestro Señor, o de
Núms***. 20-25. Cír. vol. V de esta colección: San Ignacio otras cosas derechamente ordenadas en su servicio y ala-
de Loyola, págs. 98-106. banza; finalmente llamo consolación todo aumento de esPe-
ranza, fe y caridad y toda leticia interna que llama y atrae nas, como lágrimas, alegría, quietud, paz y esperanza
a las cosas celestiales y a la propria salud de su ánima, de las cosas del cielo, sólo son fruto y residuo de la
quietándola y pacificándola en su Criador y Señor [316]. misma consolación.
La verdadera consolación espiritual es cosa muy
COMENTARIO. — Las mociones que engendran en elevada y santificadora, y por esa razón quiere San
nuestra alma el bueno y el mal ángel, dan lugar en la Ignacio que; tanto en tiempo de Ejercicios como fuera
misma a dos estados característicos que tienen sus leyes de ellos, la busquemos y la pidamos, rendidos siempre
propias y especiales. Comencemos por el estado produ- a la disposición de la divina Providencia 1 . Los autores
cido por las mociones del buen espíritu, que se llama espirituales que hablan de las consolaciones como de
de consolación espiritual. algo accidental, especie de golosina espiritual que pue-
La descripción que de este estado interior - del alma de debilitar la vida del espíritu, no profundizan tanto
hace San Ignacio es riquísima, porque las mociones que como San Ignacio en las cosas, El alma puede muy (
en él se producen son de una variedad de consuelos bien estar en consolación substancial, sin muchos efec-
!infinita; y más preciosa aún que esa variedad, es en tos sensibles y aun sin ninguno, aunque lo ordinario es
este estado la verdad esencial de la verdadera conso- que vaya acompañada de ellos; pero aun en este caso,
lación, sin la cual fácilmente andaríamos desorientados. su amor no se detiene ni descansa en esos efectos, sino y
Consolación espiritual es substancialmente un aumento en Dios.
sensible de las virtudes teologales, fe, esperanza y cari- San Ignacio en todas las reglas de discreción de es-
dad, singularmente de la caridad que es la reina de to** piritus que dictó sobrentiende una norma práctica, ex-
das las virtudes y la que posee mayor fuerza consola-1 presada alguna vez claramente, y es ésta ; que el tiempo
3
dora. Las otras mociones que la acompañan son acci** de la consolación verdadera es la hora en que nos habla
dentales. el buen espíritu, aunque el enemigo procure entonces
El momento de mayor trascendencia en la vida espi- remedarlo para engañarnos.
ritual es aquel en que nuestro amor se ordena y se
enciende. Esto propiamente es obra de Dios, pues cuan-
to hacemos nosotros no pasa de ser una simple REGLA 4.ª
preparación o disposición para esta obra divina.
La Providencia, en la santificación de cada alma, TEXTO. — La quarta de desolación espiritual: llamo deso-
tiene sus horas secretas ; horas dichosas en las que el lación todo el contrario de la tercera regla; así como escu-
amor germina m isteriosamente y crece y se robustece ridad del ánima, turbación en ella, moción a las cosas bazas
y purifica y se desarrolla hasta alcanzar la perfección, y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones,
entre mociones y estados espirituales variadísimos. moviendo a infidencia, esperanza, sin amor, hallándose
La hora más dulce y sabrosa es aquella en que el toda perezosa, tibia, triste, y como separada de su Criador
amor divino se torna sensible, se enardece y extingue Y Señor. Porque asi como la consolación es contraria a la
en nosotros los amores a cualquiera otra criatura, de- desolación, de la misma manera los pensamientos que salen
jándonos en la venturosa imposibilidad de no poder ni de la consolación son contrarios a los pensamien tos que
querer amar más que a Dios y a las demás cosas por salen de la desolación [317].
el mismo Dios. Ésta es la legítima y verdadera conso-
lación espiritual, y cualesquiera otras mociones inter- Constitutiones Societatis lesu, P. III, c. I n. 20.
Comentario.— Al estado en que dejan al alma las el malo forma diversos propósitos y paresceres» [336
mociones del mal espíritu, lo llama San Ignacio desola- Parémonos a admirar el primoroso análisis y la
ción espiritual, la cual es totalmente contraria a la percepción de nuestro maestro para saber distingu**
consolación. La descripción de la desolación hecha por entre los diferentisimos estados espirituales por que** p**
el Santo. es también muy rica de matices, pero la raíz san nuestras almas. Su deseo y gusto seria vernos sien
substancial es una y consiste en hallarse el alma falta pre colocados en algún estado espiritual; es decir,
de amor y como sepa rada de su Dios; todo lo demás: ocupada nuestra alma en el servicio de Dios mplean
ye
son «pensamientos que salen de la desolación». La en él las fuerzas naturales y sobrenaturales que el SI
solación substancial es tormento también substancial y flor nos comunica y que desaparecieran por complet
una especie de pena de daño que va contra la misma esos otros estados inconscientes, rutinarios o de
vida espiritual. Las mociones accidentales de la desola- abandono espiritual que nos hacen olvidar las cosas de Dio
ción son penas asimismo accidentales. contrarias a las para vivir sólo la vida de los sentidos.
mociones accidentales de la consolación, pero que no Aunque el Santo nos exige esa actividad espiritua
atacan a la raíz misma de la vida. Por esto el experi- de un modo especial en tiempo de Ejercicios, quien
mentar esas sus mociones accidentales estado nuestra sin embargo que la conservemos durante todo el pro
alma en posesión de la consolación substancial, es un ceso de nuestra vida, para que toda entera sea venda
grado inferior de desolación. **deramente espiritual.
El tiempo de la desolación es la hura que escoge
ordinariamente el mal espíritu para hablarnos, y de aquí
sacó San Juan Berchmans aquella su máxima de apli-
cación práctica y constante: «quidquid affert inquietu- REGLA 5.ª
dinem est a diabolo», lo que causa inquietud a un alma
dada a la vida espiritual, tiene por autor al diablo. Texto. –q La uinta; en tiempo de desolación nunca ha-
cer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos
Nadie crea que San Ignacio no admite en la vida
y determinación en que estaba el día antecedente a la. tal
espiritual más que dos estados o tiempos: el de conso- desolación, o en la determinación en que estaba en la ante-
lación y el de desolación. Entre la una y la otra puede cedente consolación. Porque asi como en la consolación nos
haber muchos grados y por esto nos enseña el Santo guía y aconsejo más el buen espíritu, así en la desolación
a fijarnos en el principio, medio y 'fin de cada uno de el malo, con cuyos consexos no podemos tornar camino para
los estados o tiempos espirituales [333]. acertar [318].
Aprecio especial le merece lo que él llama «tiempo
tranquilo, quando el ánima no es agitada de varios spí- COMENTARIO. — Con esta regla comienza la segunda
ritus y usa de sus potencias naturales libera y tranqui- parte donde se nos declara lo que debemos hacer en
lamente» [177]. Quiere también que «con mucha vigi- tiempo de desolación.
lancia y attención, miremos y discernamos el tiempo Repetidas veces hemos dicho que los Ejercicios de
propio de la tal consolación, del siguiente en que la San Ignacio no son una teoría espiritual, sino una prác-
ánima queda caliente y favorescida con el favor y reli- tica viva de la santidad y eso mismo hay que decir en
quias de la consolación passada», en la cual el hombre en el caso presente.
«por su propio discurso de habitúdines y conseqüencias Aquí no se trata de darnos un sistema teórico acerca
de los conceptos y juicios o por e) buen espíritu o por de la discreción de espíritus, sino una estrategia v iva
y práctica para la lucha en que vivimos continuamente y aviso para que estemos prepararlos a mantenernos fir-
que es aún más empeñada en el tiempo de los Ejerci- mes en nuestro propósito de guardar la regla que aquí
cios. El bueno y el mal espíritu, no son entelequias, nos da San Ignacio.
ni símbolos, ni seres misteriosos que sólo aparecen en Cierto que en tiempo de Ejercicios, o en algunos
el mundo cuando hay en él hombres de vida momentos especiales de los mismos, se ven las cosas
extraordinaria; son seres reales que intervienen en la vida es- muy claras y se hacen propósitos de acuerdo con esa
piritual de los que la quieren llevar ordenada y confor- claridad, pero su cumplimiento es siempre difícil si se
mada con la voluntad de Dios. quiere poner en ello el cuidado que es debido y con una
Por lo tanto, yo que estoy ahora haciendo Ejerci- constancia a toda prueba. Recordemos las tres maneras
cios; yo que vivo en estos momentos pendiente de unos como suele manifestarse la acción de la voluntad.
problemas concretos que quiero resolver, estoy metido Hay una voluntad impetuosa, que se lanza violen-
en semejante lucha y tengo a mi lado al bueno y al mal tamente y se para. Otra enérgica, de esfuerzos más du-
espíritu, que están influyendo en mi espíritu con las raderos, pero que al fin cede también. Y una tercera,
mociones de que me ha hablado San Ignacio; y si no resuelta y constante, que a paso normal va camino de
quiero vivir engañado y a la ventura, me he de resolver su fin sin detenerse nunca. Esta última es la que vale,
a reñir el combate por la santidad, como buen soldado mayormente si sabe desplegar en los momentos
de Jesucristo. difíciles el ímpetu y la energía necesarios. Para la lucha
La primera regla práctica que me da San Ignacio, con un enemigo astuto y pérfido es necesario poder
es ésta; «en tiempo de desolación nunca hacer mudan- disponer de una voluntad firme.
za, mas estar firme y constante en los propósitos y de- San Ignacio al darnos la regla, nos da también el
terminación en que estaba el día antecedente a la tal motivo en que la funda. «Porque así como en la con-
desolación, o en la determinación en que estaba en la solación nos guía y aconseja el buen espíritu, así en
* antecedente consolación». la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos
La desolación es una crisis experimental del amor, tomar camino para acertar.»
y ni el tal desfallecimiento espiritual ni los efectos que Por lo común, la consolación es voz de Dios que
de él dimanan, son los que han de determinar los pro- debe seguirse. porque el Señor no se contradice nunca.
pósitos o decisiones de la vida. La consolación a su El mal espíritu es el contradictor de Dios v de cuanto
vez es plenitud de amor también experimental, y de esa de Él procede; por lo mismo es él quien me inspira en
plenitud nacen los propósitos y determinaciones que me el tiempo de la desolación en contra de los propósitos
han de llevar a Dios. y determinaciones de la consolación. De ordinario la
Importa por lo tanto no hacer ningún cambio en los desolación es palabra del demonio, y no son los con-
propósitos y determinaciones de la consolación, sino sejos de este enemigo los que debo seguir para hallar
armarse de energía y ejercitar con valor la virtud de mi camino.
la fortaleza y la de la constancia contra toda suerte de Hemos dado por supuesto que la desolació n tiende
imaginaciones, sentimientos y pensamientos y contra a atacar los propósitos y resoluciones tornados en tiem-
cualquier desfallecimiento de la voluntad que pretenda po de consolación; y lo mismo debe decirse, con la de-
arrancarme de mis decisiones y propósitos. Estemos se- bida proporción, de aquellos propósitos y determina-
guros de que vendrá la desolación tentando fuertemente ciones que mediante una buena elección se han hecho
nuestra constancia y fortaleza, pero eso mismo es un en tiempo tranquilo, porque en este caso también va
el demonio contra la voz de Dios que se ha manifes- «es de advertir que como en cl tiempo de la consola-
tado por la vía de la razón iluminada por la gracia. ** ción es fácil eve
Parece que San Ignacio alude a estos dos casos cuando ceinótn t i eens-;aor
en(*ojrvisalpág)e ed le llaa de oerisot anclipól na ocia-
cita alternativamente los propósitos y determinaciones fícil cumplirla; por tanto, la persona que se exercita,
de la «antecedente consolación» o los del »día antece- por hacer contra la desolación y vencer las tentaciones
dente a la tal desolación». debe siempre estar alguna cosa más de la hora cum-
plida; porque no sólo se avece a resistir al adversario,
mas aun a derrocarle»
REGLA 6, Recuérdese también a enseñanza del Santo, cuando
nos dice que la consolación espiritual es uno de los
TEXTO. — La sejta: dado que en la desolación no debe- frutos de la penitencia [88 y 89]. De todos estos textos
rnos mudar los primeros propósitos, mucho aprovecha el se deduce que cuando el enemigo nos embiste con el
intenso mudarse contra la misma desolación, así como es arma de la desolación, nuestro ataque contra él, intenso
en instar más en la oración, meditación, en mucho exa- y hasta derrocarle, consiste; en mucha oración, mucha
minar, y en alargarnos en algún modo conveniente de ha- meditación, mucho examinarse y más penitencia.
cer penitencia [319].
COMENTARIO. — La estrategia abarca , estos dos actos;
resistir y atacar. La regla anterior nos ha explicado REgLA 7,
cómo debemos resistir valiéndonos de las virtudes de
la firmeza y de la constancia ; esta otra nos enseña el Texto.— La séptima: el que está en desolación, consi-
modo de atacar tan propio de los Ejercicios de San dere cómo el Señor le ha dexado en prueba en sus poten-
cias naturales, para que resista a las varias agitaciones y
Ignacio. Provechosisimo es no contentarse con resistir tentaciones del enemigo ; pues puede con el auxilio divino,
al enemigo y pasar resueltamente al ataque, porque esta el qual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta ;
táctica infunde valor al alma, agrada a Dios y al buen porque el Señor le ha abstraído su mucho hervor, crecido
espíritu y desconderta al demonio. Pero para que el amor y gracia intensa, quedándole tomen gracia suficiente
ataque alcance plenamente esos resultados tan provecho- para la salud eterna [320].
sos, nos dice el maestro que debe consistir en un »in-
tenso mudarse contra la misma desolación», es decir, COMENTARIO. — En las reglas precedentes nos ha
en hacer todo lo contrario de lo que ella inspira, y esto dado San Ignacio las leyes de la estrategia para resis-
con toda la energía y de frente al enemigo. tir y derrocar al enemigo; y reparando en que todas
San Ignacio propone ya aquí algunos de estos actos, ellas reciben su fuerza del esfuerzo de la voluntad pre-
tomo ejemplo de lo que puede hacer el ejercitante, y cisamente cuando la pobre se halla desamparada de la
notemos bien que en esos mismos actos están indicados consolación y atacada por la desolación; quiere el San-
os principales ejercicios espirituales incluidos en la to vigorizar nuestro entendimiento con verdades claras
definición que nos dió en la anotación primera [I]. a- seguras que sirvan de fundamento solidísimo al es-
Dice así : «Instar más en la oración. meditación, en fuerzo de la voluntad. Esto es lo que hace en esta y en
nicho examinar, y en alargarnos en algún modo las dos reglas siguientes.
conveniente de hacer penitencia.» Estas palabras son pa- La presente contiene la verdadera doctrina teológica
alelas a las de la anotación decimotercera, que dicen: acerca de la desolación. y deja entrever las fuerzas que
sexta, no se hace esperar mucho la consolación; y sien-
le quedan siempre al alma para poder luchar. En primer do esto así no hay que hacer ningún caso de las veja-
término hay que dejar bien sentado que Dios quiere ciones que el enemigo añade a la desolación, querién-
la desolación para probar nuestra fidelidad y para que donos persuadir que para nosotros se ha acabado para
venzamos nosotros y derroquemos al enemigo. A este siempre el consuelo, o por lo menos que el tiempo de
fin Dios deja al hombre reducido a sus potencias na- la desolación será larguísimo.
turales eso si, sostenidas en realidad, aunque no de El remedio en estos casos está en tener un poco de
modo sensible, por el auxilio divino de la llamada gra- paciencia. El Santo no nos promete la gracia de la con-
cia suficiente, quitándole empero las sobreabundantes solación a plazo fijo; porque quiénes somos nosotros
del mucho fervor, crecido amor e intensa gracia. para señalarle a la soberana majestad de Dios, días ni
Nada hay por lo tanto en la desolación, tal como horas? Lo que hace es dar fe de la norma de conducta
Dios la quiere, que no sea recto y santo, pues el pro- que ordinariamente guarda su divina bondad con sus
ceder del Señor se limita a retirar los dones extraor- escogidos, cuando éstos se hallan en medio de estas lu-
dinarios de la consolación, dejando al alma con solas chas espirituales.
sus fuerzas naturales y con la gracia sobrenatural su-
ficiente para salvarse y poder resistir a las mociones
diabólicas y todo con la única intención de probar nues-
REgLA 9.ª
tra fidelidad y vencer a nuestros enemigos.
Siendo esto así, debe el alma rechazar toda idea que TETO. —La nona : tres causas principales son por que-
no sea completamente favorable a la Providencia divina nos hallamos desolados : la primera es por ser tibios, pere-
y descansar segura en la fidelidad de Dios, que no per- zosos o negligentes en nuestros exercicios espirituales, y
mitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuer- así por nuestras faltas se alela la consolación espiritual de
zas. antes hará que saquemos provecho de la misma ten- nosotros; la 2. ª por probarnos para quánto somos, y en
tación 1. quanto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin tanto
estipendio de consolaciones y crescidas gracias; la 3. ª por
darnos vera noticia y cognoscimiento para que internamen-
REGLA 8.ª te sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción
crescida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación
TEXTO —La octava: el que está en desolación trabaxe espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro
de estar en paciencia. cue es contraria a las vexaciones que Señor; y porcue en cosa ajena no pongamos nido alzando
te vienen, y piense que será presto consolado, poniendo las nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria vana,
diligencias contra la tal desolación, como está dicho en la attribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de la
sexta regla [321]. spiritual consolación [322].
COMENTARIO. — En ésta nos da a conocer el Santo COMENTARIO. — Para que la inteligencia se manten-
la ley que tiene ordinariamente la divina Providencia ga firme en los tiempos de consolación y desolación, San
en el tiempo de nuestras desolaciones, y es la siguien- Ignacio le ofrece en esta regla novena el último apoyo,
t e : cuando el hombre lucha fiel y esforzadamente con- dándole conocimiento de las causas que de ley ordi-
ura la desolación sujetándose a las normas de la regla naria ocasionan la pérdida o desaparició n de la pri-
mera, causas que unas veces proceden de Dios y otras
1.ª Cor. 10,
de nosotros mismos. No puede negarse que era nece- Si somos tibios, perezosos o negligentes en actuar
sario aclarar este punto, porque siendo la consolación y perfeccionar en todos los momentos semej a nte volun-
obra principalmente de causas externas y superiores tad, ya sabemos cuál es la primera causa de encon-
a nosotros, podría creerse que era ésta una lucha fatal t rarnos desolados. Hagamos memoria de aquel espirito
y que los hombres que se dan a la vida espiritual eran esencial con que debe hacerse el examen 1 , especialmente
juguete del bueno o del mal espíritu. el de la oración e veremos cuánta y cuán grande es
La presente regla apunta tres causas. no corno úni- la vigilancia de San Ignacio para que no se apoderen
cas, sino como las «principales» en la vida ordinaria. de nosotros la tibieza, pereza o n egligencia, exponién-
Las otras secundarias fácilmente se reducen a las prin- donos a perder por nuestra culpa el don de la conso-
cipales y las causas que son extraordinarias, en sí mis- lación y a franquearle la entrada a la desolación del
mas llevan la razón de ser. enemigo.
Notemos que solamente se nos habla aquí de las cau- Repetimos aquí lo declarado ya en su propio lugar ;
sas principales «por que nos hallamos desolados». La a saber, que es imposible que se nos entre en el alma
causa de la consolación no se estudia directa y positi- la tibieza espiritual si nosotros hacemos las cosas con
vamente, porque se da por conocida, puesto que es Dios el espíritu deseado y querido por San Ignacio; y que**
mismo o su ángel bueno. La consolación es un aumento no deja de ser una especie de flojedad o negligencia
sensible de la caridad; el intento de Dios y de su ángel contentarse con la práctica externa y puramente mate-
es llevarnos a la caridad más perfecta. Por lo tanto las rial de las mismas, haciendo caso omiso de la vida in-
causas de la consolación siempre están a punto, si nos- terior que les comunica toda la eficacia.
otros ponemos lo que está de nuestra parte, y esto es La segunda causa de nuestras desolaciones es «por
lo que nos enseña San Ignacio en todos los Ejercicios probarnos para quánto somos, y en quánto nos alar-
y lo recalca con muy particular energía cuando nos dice gamos en su servicio y alabanza, sin tanto estipendio
en la regla sexta cómo hemos de luchar contra la de- de consolaciones y crescidas gracias». No se nos con-
solación [319]. Examinemos, pues, las tres causas prin- cede la consolación a título de gozo estéril y sin ulte-
cipales por que nos hallarnos desolados. rior finalidad, sino como un verdadero estímulo y nue-
«La primera es por ser tibios, perezosos o negligen- va fuerza para adelantar en el servicio de Dios. Somos
tes en nuestros exercicios espirituales.» En esta misma nosotros mismos los que pervertimos el uso de las co-
primera semana nos ha dado San Ignacio unas «addi- sas más santas haciendo del medio fin y deteniéndonos
ciones para mejor hacer los exercicios y para mejor engolosinados en el placer y gozo espiritual, sin levan-
hallar lo que desea» [73]. El «mejor hacer» y el «me- tarnos a ser tanto más fieles cuanto más consolados
jor hallar» es lo opuesto a «ser tibios, perezosos o ne- somos.
gligentes en nuestros exercicios espirituales» ; por con- Cuando de esta manera obramos, el que se nos quite
siguiente la primera causa de hallarnos desolados es la consolación es un favor que nos hace la misericordia
nuestra tibieza, pereza o negligencia en cumplir las divina; porque entonces, privados de las gracias espe-
adiciones con aquella amplitud e intensidad que San ciales del Señor v sin el temple de voluntad que hemos
dis*Ignacio se proponía. No olvidemos tampoco aquella perdido por dejarnos llevar de la golosina espiritual,
posición esencial con que debemos comenzar y con
tinuar los Ejercicios, es decir «deseando
lo posible» [20]. Tomo P ág s - 353-382.
2 Supra, Adición 5,ª, págs. 397-406.
nos vemos abandonados a nuestra miseria e impotentes
para toda obra buena. El fin que Dios se propone ea los miramos como cosa que nos es debida, o propia
semejantes casos es éste: darnos una prueba nuestra o cosa que está siempre al alcance de nuestras
experímental de nuestra propia nada. fuerzas. Por eso, cuando lo perdemos todo en un mo-
En cambio, si no hemos pervertido el uso que de la mento, sin que sean parte para conservarlo nuestros
consolación debe hacerse, sino que real y verdadera- esfuerzos, entonces conseguimos la «vera noticia y co-
mente la hemos hecho servir para aumento de nuestra noscimiento» y llegamos incluso a sentir internamente,
generosidad en darnos más a Dios y en afianzar nuestra que la consolación no es cosa nuestra, sino don y gra-
voluntad en el servicio de su divina Majestad, la desola- cia exclusiva de Dios nuestro Señor.
ción nos proporciona la ejperiencia de la fuerza adqui- Con esto queda deshecha una de las enfermedades
rida para saber perseverar sin la ayuda de la consola- espirituales que más aborrece Dios y mayores daños
ción. nos causa a nosotros; a saber, la sob e rbia o vanagloria
La dureza del sacrificio sobrellevado careciendo de de nuestro entendimiento, empeñado en que son obra
todo consuelo es manjar de escogidos, y el que gusta nuestra las gracias de la consolación.
ysaboreuftmgsinecóoart Ni total ni siquiera parcialmente nos pertenecen, y
notablemente el temple de su voluntad. Las consolacio- por lo mismo, como tan gráficamente nos lo dice San
nes y crecidas gracias son un estipendio concedido a Ignacio, no debemos poner nido en casa ajena, porque
nuestro esfuerzo en servir a Dios; el servidor más no- nos sacarán v nos echarán de él con grande ignominia
ble es aquel que no necesita de estipendios y sin ello nuestra.
se alarga cuanto puede en darse por entero a sí mismo.
A Dios nuestro Señor le sobran estas pruebas por-
que conoce perfectamente el barro de que estamos for- REGLA 10.ª
mados mucho antes de que se quiebre nuestra constan-
cia; nosotros las necesitamos muy de veras porque no TEXTO. — La décima; el que está en consolación piense
nos damos cuenta de nuestra flaqueza hasta que nos cómo se habrá en la desolación que después vendrá, toman-
vemos caídos. Ya tenemos, pues, una segunda prueba do nuevas fuerzas para entonces [323].
para convencer a nuestro entendimiento de lo conve-
mente que nos es encontrarnos de vez en cuando de- COMENTARIO. — Esta tercera parte comprende las
solados. reglas que tocan al tiempo de la consolación; y en esta
La tercera causa es «por darnos vera noticia y co- primera se nos avisa que cuando estamos consolados
noscimiento para que internamente sintamos que no es debemos prepararnos para cuando sobrevenga de nuevo
de nosotros traer o tener devoción crescida, amor in- la desolación. Ya la experiencia nos ha enseñad o que
tenso , lágrimas ni otra alguna consolación espiritual». la consolación y la desolación se suceden en nosotros
Tenemos una i nclinación innata a tomar como obra como la noche y el día, y que cuando carecemos de las
nuestra cuanto Dios hace en nosotros esa nuestra obs- gracias abundantes de Dios, son frecuentes nuestros
uinada necedad no se rinde si no es a fuerza de repe- desfallecimientos y muchas las faltas en que incurrimos.
tidas experiencias. viendo que nos quitan las cosas de Por lo tanto ahora que gozamos de luz, nos hemos
las m anos.Los dones v gracias espirituales son toda- de preparar para el tiempo de la obscuridad, y cuando
vía más pegajosos por nuestra gran miseria; y pronto n o s regala Dios con auxilios sobrenaturales robustez-
camos el ánimo para cuando nos sintamos desfallecidos,
Regla es ésta de gran prudencia y de mucho sentido huir perdiendo ánimo, la ira, v enganza y ferocidad de la
común. mujer es muy crescida y tan sin mesura: de la misma Ma-
nera es proprio del enemigo enflaquecer se perder ánimo,
dando huida sus tentaciones !guando la persona que se exer**
cita en las cosas spirituales pone mucho rostro contra las
REgLA 11.ª tentaciones del enemigo haciendo el oppósito per diametrum:
y por el contrario, si la persona que se excercita comienza a
Texto. — La undécima: el que está consolado procure tener temor a perder ánimo en sufrir las tentaciones, no
humillarse y baxarse guante puede, pensando quán para hay bestia tan fiera sobre la haz de la tierra como el enemi-
poco es en el tiempo de la desolación sin la tal gracia o go de natura humana, en prosecución de su dañada inten-
consolación. Por el contrario piense el que está en desola- ción con tan crecida malicia [325].
ción, que puede mucho con la gracia sufficiente para resistir
a todos sus enemigos, tomando fuerzas en su Criador y COMENTARIO. — Aquí comienza la cuarta y última
Señor [3241
parte de las reglas, encaminada a que conozcamos a
fondo el carácter de nuestro enemigo y su manera de
COMENTARIO, — San Ignacio nos enseña en esta re-
gla el modo de prepararnos para el tiempo de la deso- obrar en las almas. Las tres reglas que abarca, son las
lación. Toda su instrucción se compendia en solas dos únicas páginas del libro de los Ejercicios que con razón
palabras: humildad mirando a nuestra miseria y valor pueden calificarse de literarias. Fuera de ellas, en todo
apoyándonos en la gracia de Dios. Humildad por tan** lo demás del libro, San Ignacio sólo se preocupa de
gran miseria como la nuestra, que nos es tan bien co- ser lo más claro y exacto posible, conteniéndose en una
nocida y que acabamos de experimentar en la pasada pobreza de palabras austerisima. Aquí, sin que esa su
desolación al vernos a obscuras, turbados, inclinados a claridad y exactitud pierdan un punto, es rico de ex-
las cosas bajas. sin esperanza y sin amor, tibios y pere- presión y pintoresco en las imágenes; reminiscencia
zosos, tristes y apartados de Dios. cierta de aquellas sus lecturas caballerescas y de su vida
Valor sacado de la gracia de Dios, pues aunque este cortesana y militar.
amor encendido que ahora siento v estas lágrimas y ale- Estas páginas, cuanto más se leen, más gustan, y
gría interna desaparezcan cuando la desolación se pre- dado que la enseñanza que encierran no puede ser más
sente, cierto estoy de que contaré siempre con la gracia clara y patente, el mejor comentario que de ellas se
suficiente que me dará el Señor, la cual me proporcio- puede hacer es recomendar que se lean atentamente. y
nará fuerzas para resistir a todos mis enemigos, si yo repetidas veces.
quiero valerme de ella. De sobra conocemos el método ignaciano de no co-
locarnos jamás a la defensiva en la lucha con nuestro
enemigo, sino de atacarle siempre con vigor y fortaleza
hasta derrocarle. Las razones en que se apoya este mé-
12.ª* REGLA
todo son todas de la más alta y segura estrategia y
traen también su origen de aquel gran espíritu y libe-
Texto. —. La duodécima: el enemigo se hace como mu-
ger en ser flaco por fuerza y fuerte de grado: porque asi
ralidad que nos recomendó al emprender esta lucha [5] ;
como es proprio de la muger, guando riñe con alga varón, pero aquí se nos descubre una nueva razón sacada del
perder ánimo, dando huida quando el hombre le muestra carácter del enemigo con quien hemos de luchar.
mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a Parecido a la mujer que riñe con un varón, él ce
débil ante la fuerza v fuerte ante la debilidad y los su malicia c sus engaños. Por el mismo cauce discu-
halagos; tímido y huidizo, cuando resueltamente se le rren sus tentaciones. Todas ellas son embrollos, lazos,
hace cara; lleno de ira, de ven ganza y de ferocidad artimañas, embustes y mentiras que sólo saben engañar
desenfrenada, como la fiera más salvaje, si el hombre a las almas mezquinas que se empeñan en caminar a
se acobarda y empieza a retroceder. solas, pero que se deshacen como el humo con el soplo
Ese nuestro enemigo es el demonio; aquel león en- de un hombre espiritual y muy experimentado.
cadenado que ruge en torno nuestro queriéndonos de- Los 'incipientes carecen de esta experiencia y son
vorar 1 . Y particularizando más, el enemigo es cada una como niños a los que ha de guiar la mano de sus pa-
de las tentaciones con que nos acomete. Ni una siquiera dres. Por esta razón ha querido la divina Providencia
de éstas resistirá si la embestimos llenos del espíritu que así como en la vida material nuestra educación co-
ignaciano, pero todas nos vencerán si espantados y co- rre a cargo de nuestros padres naturales, también en la
bardes nos apocamos. sobrenatural debemos ser educados por nuestros padres
espirituales.
Pero tengamos muy en cuenta que estos nuestros °
REGLA 13.ª
padres no conocerán las tentaciones con que nos aco-
mete nuestro enemigo, si nosotros no se las descubrimos
TEXTO. - La terdécima: assimismo se hace como vano
con entero candor y confianza. De aquí que toda la per-
enamorado en querer ser secreto y no descubierto: porque fidia del demonio esté en cerrarnos la boca y en per-
así como el hombre vano, que hablando a mala parte re- suadimos que vamos bien ; solos. Esas sugestiones para
quiere a una hija de un buen padre, o a una muger de buen que callemos, nacen de vergüenza, encogimiento y temor
marido, quiere que sus palabras y suasiones sean secretas; vano, y algunas veces también de presunción y exage-
y el contrario le displace mucho, guando la hija al padre rada suficiencia propia. Cerremos, pues, resueltamente
o la muger al marido descubre sus vanas palabras y inten- con esos fantasmas, abramos el corazón y huirá el ene-
ción depravada, porque fácilmente collige que no podrá migo y la tentación se desvanecerá.
salir con la impresa comenzada: de la misma manera, guan-
do el enemigo de natura humana trae sus astucias y suasio-
nes a la ánima justa, quiere y desea que sean recibidas y REGLA 14ª
tenidas en secreto; mas guando las descubre a su buen con-
fessor o a otra persona spiritual, que conozca sus engaños
y malicias, mucho le pesa; porque collige que no podrá salir TEXTO. - La quatuordécima: assimismo se hace como
con su malicia comenzada, en ser descubiertos sus engaños un caudillo para vencer y robar lo que desea; porque as;
manifiestos [326]. como un capitán y caudillo del campo, asentando su real y
mirando las fuerzas o disposición de un castillo, le com-
COMENTARIO. - Nuestro enemigo no conoce la no-
bate por la parte más flaca; de la misma manera el enemi-
go de natura humana, rodeando mira en torno todas nues-
bleza ni sabe ser franco, pues toda su táctica consiste tras virtudes theologales, cardinales y morales; y por donde
en seducir ocultando sus malas intenciones y amparán- nos halla más flacos y más necescitados para nuestra salud
dose en la obscuridad ; p or eso busca rincones donde es- eterna. por allí nos bate y procura tomarnos [327].
conderse y no sufre que se le denuncie a quien conozca
COMENTARIO. - Este nuestro enemigo tiene la astu-
1ª Petr., 5, 8. cia del ladrón. y como él, sabe escoger la hora propicia
y el lugar más oportuno para atacarnos. Conoce a la
perfección los puntos flacos de nuestra vida sobrena-
tural y nos acomete por donde más d e scuidados nos
halla. Conviene** v igilar mucho. Si sup i e ra el * padre
familia por dónde ha de entrar el ladrón, vigilaría para
que no le saquearan su casa . Velemos también nosotros
y demos un buen repaso a todas las- entradas de nues- Documento trece
tra alma para que no nos coja desprevenidos.
SEGUNDAS REGLAS DE DISCRECIÓN
DE ESPÍRITUS
REGLA 5.ª
REGLA 4"
Taro.— La quinta: debernos mucho advertir el discurso
TEXTO. — La quarta: proprio es del ángel malo, que se de los pensamientos; y s i el principio, medio y fin es todo
forma sub angelo lucís, entrar con la ánima devota y salir bueno, inclinado a todo bien señal es de buen ángel; mas
consigo; es a saber, traer pensamientos buenos y sanctos si en el discurso de los pensamientos que trae, acaba en al-
conforme a la tal ánima justa, y después poco a poco pro- guna cosa mala o distractiva, o menos buena que la que el
cura de salirse trayendo a la ánima a sus engaños cubiertos ánima antes tenía propuesta de hacer, o la enflaquece o in-
y perversas intenciones [332]. quieta o conturba a la ánima, quitándola su paz, tranquili-
dad y quietud que antes tenía, clara señal es proceder de mal
Comentario. — De nuevo nos hallamos aquí con spíritu, enemigo de nuestro provecho y salud eterna [333].
aquel enemigo astuto y malintencionado que con tan
vivos colores nos pintó San Ignacio en la última regla COMENTARIO. — La regla anterior sugiere natural-
de la primera semana [327]; pero con la diferencia de mente la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos conocer
yque
roba» allí se presentaba «como un caudillo, para vencer que el ángel malo se ha transfigurado en ángel de luz
y aquí se disfraza de ángel de luz para y que trata de engañarnos con la falsa consolación? San
engañarnos fraudulentamente, guiado de las más perversas Ignacio nos da aquí la respuesta resumida en las tres
intenciones. Que el demonio es maestro muy hábil en primeras palabras «debemos mucho advertir», que vie-
esto de disfraces, nos los dice claramente San Pablo1, nen a ser una simple variante de su habitual método de
de quien San Ignacio ha tomado esa expresión; la examen. El único medio seguro para descubrir los en-
presente regla nos explica la manera cómo lo hace. «Entra gaños del enemigo es un examen queatindsolíc
con la ánima devota» ; es decir, trae «pensamientos a todos los movimientos de nuestro espíritu, que sea
buenos y sanctos conforme a la tal ánima justa, y después, iluminado por la gracia sobrenatural y vaya guiado y
a poco procura de salirse, trayendo a la ánima a dirigido por una acertada dirección.
sus engaños cubiertos y perversas intenciones». Los dos La forma especial que debe revestir en este caso el
**¿¿os son, por un lado la devoción y por el otro examen, nos la explica San Ignacio con toda precisión.
las más perversas intenciones. El paso del uno al otro Puesto que el enemigo es cauteloso, va poco a poco y
se hace _poco a poco. paso a paso, nuestro examen debe tener esas mismas
A él no le duele esperar; sabe dar muchos y largos condiciones ; «Mucho advertir», no sólo a cada tina de
May 19 , 21.
tros actos internos para saber a punto fijo los que he-
mos de admitir y los que debemos rechazar.
Estas dos significaciones encierran las citadas pala-
bras «sentir y entender», ya que San Ignacio no quiere
hombres inconscientes ni engañados. Modestamente nos
Documento quince dice él que no pretende darnos un asentir y entender»
del todo precisos y acabados, sino sólo unas notas que
nos «a y udan». dejando abierta la puerta a otras luces
NOTAS SOBRE ESCRÚPULOS Y SUASIONES
y doctrinas que pueden llegarnos por otras vías*.
TEXTO. — Para sentir v entender escrúpulos y suasiones * Nota del editor.— Pasa conservar con la mayor fidelidad
de nuestro enemigo ayudan las notas siguientes [345]. el comentario íntegro del P. Casanovas, trasladamos a esta nota
algunos párrafos del texto de la primera edición, los cuales,
COMENTARIO. — La explicación de las palabras del dado el orden en ésta adoptado, según lo dicho en la Nota edi-
torial que va al principio del torno primero, no tienen en
título es la siguiente. «Sentir» es lo mismo que notar, ella
razón de ser. He aquí lo suprimido en el texto:
advertir v caer en la cuenta. «Entender» es compren- <Parece que estas notas tienen un carácter simplemente
der las cosas corno ellas son y no de diferente manera. complementario y esto nos ofrece la oportunidad de declarar el
«Escrúpulo» : San Ignacio mismo nos dará pronto su por qué las colocamos en la primera semana, cuando en el libro
verdadera significación y también lo que falsamente se de los Ejercicios están puestas después de las reglas de discre-
ción de la se gunda, y aun después también de las otras para
toma por tal. «Suasión» es un acto provocado desde fue- distribuir limosnas, pertenecientes a la misma.
ra de nosotros y parece referirse más al pensamiento que »Según se ve, San Ignacio dejó para el final de su libro todos
al sentimiento: al contrario de la «moción», que, corno aquellos documentos que no tienen lugar determinado en los
ya dejamos dicho, parece referirse al sentimiento. «Nota» Ejercicios. Esto se advierte en las mismas reglas de discreción
señala una doctrina no tan completa, precisa y orde- de espíritus, pues aunque las divide en las que son más propias
de la primera semana y las más propias de la segunda.
nada corno la «regia» ; es más bien una «observación». la mis-
ma expresión de más prop ias indica que tal vez convenga expli-
El significado, pues, del titulo es éste; las notas u carlas en otro tiempo, atendidas las actuales disposiciones del
observaciones que vienen a continuación. sin constituir ejercit ante, como ya lo advirtió claramente en las anotaciones
octava, novena y décima
un conjunto de reglas completas, precisas y ordenadas >Siendo, pues, lícito escoger el lugar más op ortuno para expli-
acerca de los escrúpulos y suasiones del demonio, ayu- car las notas sobre escrúpulos y suasiones, hemos resuelto jun-
dan para darse cuenta de que se dan en nosotros y a tarlas con las reglas de discreción más propias de la primera
tenerlas por tales. semana, por las siguientes razones:
»La primera es porque dice el Santo en la tercera de estas
En la apreciación de los actos de nuestra vida inte- notas que el escrúpulo «en gran manera purga y alimpia la
rior, dos cosas hay que son esenciales. La primera es nacqáuesbdpiortmljcs»[348],y
que no sean inconscientes, es decir, de aquellos que en- que ese ,purgar y limpiar es muy propio de la primera semana.
tran y se van sin que el alma advierta su presencia; »La segunda, porque dice en la quinta nota que «la ánima pro-
cure solidarse en el medio»; es decir, que su conciencia en ma-
porque esto se parecería a una casa sin puertas y a dis- teria de pecados no sea ni ancha ni estrecha, y también parece
posición por lo tanto de cuantos quieran entrar en ella que pertenece a la misma primera semana adquirir ese conoci-
para meterse en nuestras cosas. La segunda es conocer miento exacto y justo del nevado.
perfectamente la naturaleza y valor espiritual de nues**¬ »La tercera. porque en las cartas de Sor Teresa Rajadell pa-
clan pie a ninguna clase de juicios de esta naturaleza,
ni van tras semejantes hombres, que padecen cierto es-
NOTA
trabismo intelectual; pues vemos claramente que la ra-
TEXTO. —La primera: llaman vulgarmente escrúpulo, el zón y la revelación son su fundamento firme y que sólo
nos dan verdades ciertas y normas morales muy segu-
'qu e P- de nuestro proprio juicio y libertad, es a saber,
pquando
ec* yo libremente formoseerpcadolsqun ras y enérgicas.
cado; así como acaece que alguno después que ha pisado Por el contrario, hay que decir que los individuos en
unacruzdepaj incdent r,formaconsupropriojuico los que se vea muy acentuado tal temperamento enfer-
que ha vacado; y éste es propriamente juicio erróneo y no mizo, no son sujetos aptos para hacer los Ejercicios
propio escrúpulo [346]. de San Ignacio, y que será camino más acertado remi-
tirlos a un médico antes que a un Director espiritual.
COMENTARIO.— Aquí tenernos bien definido y per-
A los que han de dar Ejercicios a muchedumbre de
fectamente descrito el escrúpulo vulgar, corno lo llama gentes, tal vez les sea útil observar que estas multitu-
San Ignacio; que propiamente no es el escrúpulo ascé- des tienen cierta tendencia al estrabismo colectivo , aun-
tico que constituye una prueba o tentación en la vida que individualmente no estén contaminados de esa en-
espiritual, sino un juicio erróneo nacido de nuestro fermedad aborrecible. Las turbas, al menos en momen-
propio juicio y libertad, sin causa alguna o sugestión tos pasionales, más fácilmente creen en el absurdo que
exterior. Ya se ve que es una cosa detestable, puesto en la verdad, y emiten los juicios más monstruosos con-
que es un juzgar sin razón suficiente para ello. tra las verdades más evidentes y aun en contra de las
El análisis se ha de llevar en este punto, antes que mismas verdades de experiencia y de sentido común.
al juicio erróneo en sí mismo, a las causas que lo pro- Si esas turbas, en un estado psicológico como éste, se
ducen. Dice San Ignacio que «procede de nuestro pro- ponen a tratar de asuntos religiosos, espirituales y so-
prio juicio y libertad». Parece absurdo que un hom- brenaturales, profieren y proclaman monstruosidades
bre, deliberadamente, por su propio parecer y libertad verdaderamente increíbles. La historia de las herejías
y sin razón alguna que lo abone, juzgue erróneamente y supersticiones está llena de esto. Entienda, pues, el
que es pecado lo que no lo es. Y sin embargo existe Director de los Ejercicios, mayormente cuando tenga
esa ciase de hombres, verdaderos casos patológicos, que hablar a mucha gente, que' ha de poner un cuidado
inteligencias y libertades enfermas o enfermizas, pro - especial en evitar a todo trance todo aquello que pueda
**pensas a formar juicios extravagantes, y por lo mismo contribuir de alguna manera a crear estos estados pasio-
a dejarse llevar de una espiritualidad errónea. Éstos nales tan propensos a toda clase de errores y supers-
son los mejor dispuestos para creer en toda suerte de ticiones.
supersticiones. Los Ejercicios de San Ignacio jamás No es raro encontrarse con personas predispuestas
psicológicamente al estrabismo espiritual y llenas de
rece que se hace referencia a los escrúpulos cuando se habla de errores intelectuales profundamente arraigados, errores
las reglas de discreción de la primera semana.
»Con todo, al colocar en este punto dichas notas (en algún que traen su origen de doctrinas irracionales, sacadas
sitio había que ponerlas), no queremos disminuir en lo más mí- de oír algún predicador que no supo exponer la verdad
nimo la discreción que incumbe al Director. de escoger el mo- con la debida claridad; o lo que es más probable, que
mento mas oportuno para explicárselas al Ejercitante, siguiendo no fué bien comprendido. Estos tales, oirán declarar
el espíritu y la letra de San Ignacio.>
después mil veces esos mismos puntos con la mayor
claridad y precisión y refutar el absurdo contrario, pero un pensamiento venido de fuera q ue lo turba y que en
ellos no salen de su primera aberración por nada del contra de lo que el pensaría y sentirla discurriendo na-
inundo. turalmente. le hace dudar de si ha pecado o no. Ya
Lo mismo cabe decir de las prácticas supersticiosas, tenemos pues dos pensamientos que van el uno contra
de las devociones estrafalarias y de los fantasmas de el otro: el del hombre totalmente racional y bien orien-
ultratumba, hijos del curanderismo, del sectarismo de tado, y la sugestión diabólica que San Ignacio califica
mil maneras disfrazado, o de los seudovidentes que con los apelativos de astucias, engaños, malicias, razo-
nunca faltan, sobre todo en circunstancias y aconteci- n es aparen tes , sutilezas y constantes falacias [326, 329].
mientos extraordinarios. Con todas estas cosas tiene es- El final de la lucha entablada dependerá natural-
trecho parentesco lo que San Ignacio denomina escrú- mente de la relación en que estén el ataque y la resis-
pulo _vulgar. tencia.
Dada la explicación del escrúpulo vulgar, sepamos Si el pensamiento del hombre tiene sólidos funda-
el juicio que le merece a San Ignacio. Dice de él seve- mento y este posee un temperamento espiritual firme
ramente, que «es mucho de aborrescer, porque es todo y sereno; si tiene bien conocida la estrategia de su ene-
error» El error de juicio cuando es libre y voluntario migo y está a punto para responder a ella con la suya
es cosa aborrecible, aunque se presente revestido de propia, la sugestión diabólica no será más que una
apariencias de conciencia delicada, como la del que «ha molestia más o menos duradera, pero sin ulterior tras-
pisado una cruz de paja incidenter»; porque es hacer cendencia. Entonces, y en el caso peor de carecer de
de la mentira camino para ir a Dios, es apoyar en fal- la gracia de la consolación venida del buen ángel, nos
sos fundamentos toda la santidad, es destruir al hom- hallamos en una forma de desolación de aquellas que
bre y volver del revés la obra de Dios. Siempre y en describe San Ignacio cuando nos dice que el Señor
todas las cosas es digno de odio el error, y mucho más para probarlo le ha dejado a solas con sus potencias
en materia espiritual pero lo que es «todo error», es naturales, para que resista a las varias agitaciones y
más aborrecible todavía. tentaciones del enemigo, con el auxilio divino que siem-
pre le queda, aunque claramente no lo sienta, como le
queda la gracia suficiente para la salud eterna [320]
NOTA 2ª Por el contrario, si el pensamiento propio no está
sólidamente fundado, si nuestro
Tupa— La segunda: después que yo he pisado aquella ydteémbiplsranco utebglias
cruz, o después que he pensado o dicho o hecho alguna otra del enemigo y la que debemos oponerle, entonces se
cosa, me viene un pensamiento de fuera que he peccado; y produce en nosotros el estado propiamente llamado
por otra parte me parece que no he pecado, tamen siento
en esto turbación, es a saber, en cuanto dudo y en cuanto escrupuloso.
no dudo: éste tal es proprio escrúpulo y tentación que el Características de semejante estado. La primera es
enemigo pone [347]. la duda. El pensamiento del hombre le dice a éste que
no ha pecado; el del demonio le acusa de culpa. Aun-
COMENTARIO. — Esta nota nos da la definición y que el pensamiento propio se apoye en razones morales
descripción del escrúpulo ascético, que es una clase de y en cambio el del demonio se valga sólo de astucias,
tentación en la vida espiritual. El hombre obra v pro- engaños, malicias, razones aparentes, sutilezas y cons-
cede con toda normalidad, pero el demonio le sugiere tantes falacias, para un espiritu que se halla en la día-
posición descrita más arriba, esto basta y sobra para dos palabras que puso San Ignacio en el título de estas
Umnad*u meterlo en un mar de dudas. notas ; «para sentir y entender escrúpulos y suasiones
serena, que dejara abierta la puerta al de nuestro enemigo» : es decir, que lo primero que ha de
examen*** de unas yotras razones, no sería mal tan gran- hacer el escrupuloso es darse cuenta y convencerse
de; pero es el caso que la duda del escrupuloso es toda** de que lo es; que no está en estado de pecado como se
turbación. Ésta es la segunda característica. lo quiere persuadir el enemigo, s i no de tentación o
Cuando esto sucede, el demonio no se contenta con desolación, y que en consecuencia debe atenerse a las
atacar el pensamiento, sino queinvadeltro regias dadas por San Ignacio para este caso. Muy útil
sentimiento con todos los caracteres principales de les será repasarlas una por una [318-327]. Tal vez las
sodl«Lamceión.surdalánim, que más le convengan son la I2 a, que le aconseja «po-
turbación en ella... inquietud de varias agitaciones y ner mucho rostro contra las tentaciones del enemigo
tentaciones. movimiento a infidencia, sin esperanza, et- haciendo el opposito per diametrum» [ 325], y la 13ª
céteras [317]. La raíz de esta clase de turbación es de «descubrirse a su buen confessor o a otra persona
hallarse el alma (alma débil como suponemos) atraída spiritual, que conozca sus engaños y malicias» [326],
y medio arrastrada por dos acciones o fuerzas contra- obedeciéndoles a ojos cerrados.
rias. que son los dos pensamientos. El uno afirma, el
otro niega. Mira al uno, y no duda; vuelve*** la vista al
otro, y duda. Así oscila no tanto entre dos razones o 3ª
Nova
entre dos dudas, cuanto entre dudar y no dudar. No
sólo carece de seguridad respecto del objeto de su duda, TEXTO. — La tercera: el primer escrúpulo de la 1ª nota
que es el pecado, pero ni siquiera está seguro de su es mucho de aborrescer, porque es todo error; mas el 2 .° de
duda ni de si mismo ; «siento en esto turbación, es a la 2ª nota, por algún espacio de tiempo no poco aprovecha
al ánima que se da a espirituales ejercicios; antes en gran
saber, en cuanto dudo y en quanto no dudo». Estado manera purga y alimpia a la tal ánima, separándola mucho
es éste verdaderamente miserable, muy parecido al de de toda aparencia de peccado, jujta illud Gregorii: bona
un enfermo que no puede ni estarse quieto, ni moverse rum mentium est ibi culpam cognoscere, ubi culpa nulla
y sólo es capaz de estar temblando. est [348].
Dice San Ignacio que «éste es proprio escrúpulo y
tentación que el enemigo pone» ; luego el verdadero es- COMENTARIO. — San Ignacio en esta nota nos da a
crúpulo es una especie de tentación del enemigo. Verdad conocer el juicio o dictamen que le merecen los dos es-
importantísima quepermit crúpulos, el vulgar y el ascético. El del primero, ya lo
efinrlacodutq
debe adoptar el e scrupuloso. Viene del enemigo; por- liemos comentado en la primera de estas notas ; del se-
que según el principio general que rige en materia de gundo dice que «por algún espacio de tiempo no poco
desolación. y tratándose aquí de almas buenas, «pro- aprovecha al ánima que se da a espirituales
pio es del mal espíritu morder. tristar y poner impedi- ejrcios».Sabmquelntodprsca,que
men tos ,
inquietando con falsas razones» [3131; y es a quien haga los Ejercicios como es debido de ven-
propio del enemigo militar contra la verdadera «alegría drán algunas mociones spirituales en su ánima, así
y consolación espiritual, trayendo razones aparentes, como consolaciones o desolaciones, y sera agitado de
sutilezas y asiduas falacias» [329]. varios spíritus» [6]. Por otra parte, según las reglas
En este punto adquieren su máxima importancia las de discreción de espíritus. en la desolación debemos
prepararnos para la consolación 1321] y en la conso- so, para convertirse en fuente de numerosos males es-
lación para la desolación [323]. Siguese de esto que pirituales.
la desolación oi
tentacón nos es provechosa. Añade Habla aquí San Ignacio, como lo hace generalmen-
ahora que una de las formas de tentación que apro- te en todo, por propia experiencia. La mayor de las
vecha, y no poco, al alma que se da a ejercicios espiri- tribulaciones que pasó en Manresa, fué por causa de
tuales, es el escrúpulo ascético. Y da la razón de esto, los escrúpulos. Aquello era morirse de veras. Le aco-
diciendo que «en gran manera purga y alimpia a la metían tentaciones de dejar la vida comenzada y hasta
tal ánima, separándola mucho de toda aparencia de de acabar con una muerte violenta. Pero él era dili**
pecado». Primeramente la purga, pues viene a ser una gentísimo en «buscar hombres espirituales, que le reme-
pena que le quita las faltas y reliquias de los pecados diasen de los escrúpulos», fidelísimo en la obediencia
y un cauterio contra la soberbia. De las tres causas a su confesor, y heroico en darse a penitencias extra-
principales de donde nace nuestra desolación, la pri- ordinarias. Su recurso principal era la oración; «Socó-
mera es «por nuestras faltas» y la tercera «porque en rreme, Señor, decía, que no hallo ningún remedio en
cosa ajena no pongamos nido, alzando nuestro los hombres, ni en ninguna criatura; que sí yo pensase
entendimiento en alguna soberbia- o gloria vana, attribuyen- de poderlo hallar, ningún trabajo me sería grande.
do a nosotros la devoción o las otras partes de la Muéstrame tú, Señor, dónde lo halle; que aunque sea
espiritual consolación» [322]. El escrúpulo es una de las menester ir en pos de*** un perrillo para que me dé el
desolaciones más terribles, es un verdadero martirio remedio, yo lo haré». No le faltó el Señor y pasado
espiritual y por lo mismo lleva encerrada en sí una «algún espacio de tiempo» puso Dios término a la ten-
gran virtud purgativa de los pecados y de la soberbia. tación.
En segundo término, la limpia, apartándola no tan sólo Es muy digno de notarse, que el remedio le viniera
del pecado mortal y venial, sino aun de todo desorden precisamente por las reglas de discreción de espíritus.
y apariencia de pecado. Y dice San Ignacio que esto «Mas en la fin destos pensamientos (de los escrúpulos)
lo hace mucho; es decir muy intensamente. le vinieron unos desgustos de lvidaquehcí,on
Advirtamos con todo qué los escrúpulos, como dice algunos ímpetus de dejarla; y con esto quiso el Señor
el Santo, aprovechan «por algún espacio de tiempo». que despertó como de sueño. Y como ya tenía alguna
Dios con los escrúpulos lleva la misma cuenta que con experiencia de la diversidad de spíritus con las liciones
las tentaciones, que no permite que seamos tentados que Dios le había dado, empezó a mirar por los me-
más de lo que pueden nuestras fuerzas; y para que nos dios con que aquel espíritu era venido, y así se deter-
animemos a soportarlos, nos hace sacar provecho de minó con grande claridad de no confesar más ninguna
ellos; a condición, se entiende, de que el hombre ponga cosa de las passadas; y así de aquel día adelante que-
de su parte lo que debe y puede. dó libre de aquellos escrúpulos, teniendo por cierto que
Con frecuencia los escrupulosos son enfermos cró- nuestro Señor le había querido librar por su miseri-
nicos que han hecho ya de ese su estado como una se- cordia» 1.
gunda naturaleza. Cuando esto acontece, es muy de El remedio consistió, pues, en examinar los efectos
temer que por su parte haya falta en no valerse de los que en él producían los escrúpulos, en deducir de ese
medios convenientes de una buena dirección y una obe- examen con gran claridad y como quien despierta de
diencia perfecta; en este caso, si el escrúpulo dura más
que talgún espacio de tiempo», deja de ser provecho- Monumenta Ignatiana, Ser. IV, I, pág. 393.
un sueño, que todo aquello era tentación del mal espí- aparentes, haciendo • imaginar delectaciones y placeres
ritu y finalmente en arrojado todo muy lejos de sí y sensuales, por más los conservar y aumentar -en sus vi-
para siempre. cios y pecados» [314]. Las almas delgadas son un su-
A pesar de haber puesto de su parte tan grande es- jeto a propósito para la tentación de escrúpulos; pero
fuerzo, no dudó un punto de que era nuestro Señor el advierte San Ignacio, que el enemigo antes de meter-
que por su gran misericordia le había querido librar las en ellos, hace sus pruebas para ver de convertirlas
de aquel tormento, permaneciendo él firme y constante en almas gruesas y para ello intenta obligarlas a acep-
en su doctrina de que nosotros no hacemos más que tar el desorden, o «hacerlas caer en cosa que parezca
preparar y disponer nuestra alma, pero que Dios es el pecado». Si lo consiguiera, ya las tendría bien prepara-
que lleva a cabo la transformación y mudanza. das para que dejaran pasar también el pecado venial
y entonces fácilmente se convertirían ya en almas
gruesas.
NOTA 4a De nuevo vemos en esto la gran importancia y la
eficacia que tiene el simple desorden en el sistema as-
TEXTO. — La parta; el enemigo mucho mira si una cético de San Ignacio. Si el alma resiste a esta tenta-
mpysánireoadculg, ; ción, en apariencia leve, el enemigo esgrime entonces el
a adelgazar en ejtremo, para más la turbar y desbaratar: arma terrible de los escrúpulos.
verbi gracia, si ve que una ánima no consiente en sí pec- El alma que no quiere admitir ni apariencia siquiera
ado mortal ni venial ni aparencia alguna de peccado de pecado, trata el enemigo de adelgazada más aún y
delibeiado, entonces el enemigo, cuando no puede hacerla caer «procura de hacerla formar peccado adonde no es
:n cosa que parezca peccado, procura de hacerla formar pecado, assí como en una palabra o pensamiento mí-
ceceado adonde no es peccado assi como en una palabra
nimo» .
o*pensamití;lánaesgru,mio Cualquiera palabra, el más ligero pensamiento, se
procura de engrosarla más, verbi gracia, si antes no hacía
lo representa el enemigo como si en realidad fuera un
caso de los peccados veniales, procurará cue de los
mortaleshgpc,yialúnsohcíte,qum
pecado, aunque el alma, discurriendo por su cuenta, pen-
cenas o ninguno haga agora [349]. saría que aquello no era nada. Y como esto se repite
a cada momento y en todas las cosas, lo mismo en el
COMENTARIO. — San Ignacio nos describe aquí sí como en el no, la pobre alma se ve metida en una
admirablemente las trazas del enemigo en la tentación de clase de martirio, que duda absolutamente de todo:
os escrúpulos. Hay almas gruesas que no se preocupan duda de sí misma y duda de la misma duda.
o más mínimo de los pecados veniales, y almas del- Consecuencias de la presente nota. — Primera; fijé-
radas que no dejan pasar, no ya el pecado mortal o monos en que las almas que escoge el demonio para
venial, pero ni siquiera apariencia alguna de falta de- atormentadas con los escrúpulos, son por lo general
iberada o desorden. almas selectas y muy aptas para ser santas ; cibus eius
Las almas gruesas no suelen ser tentadas de escrú* electas. Esto puede ser un consuelo y al mismo tiempo
pulos;antercilmgopruaen- un estimulo para los que son tentados. — Segunda:
sarlcdvezmáyarlsquhgnpoc Cuando el demonio intente engrosar de antemano el
caso de los mismos pecados mortales. « Acos* alma haciéndole admitir el desorden, que ésta no ceda
tumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres jamás por el temor de que será después tentada de es-
**crúpulos. Dichosa el alma que por se r fi el a Di os se importantes que si hubiéramos triunfado de él en su
ve metida en este martirio; si es constante en esta su propio terreno
fidelidad, saldrá de él, sin ningún género de duda, pur- ¿Intenta el enemigo engrosar el alma? Pues como
gada v limpia y apartada hasta de la menor apariencia ese engrosar quiere decir que la lucha gira en torno del
de pecado. pecado mortal, procediendo el alma contrario modo v
tratando de adelgazarse, traslada con eso el campo a
la simple apariencia de pecado deliberado. En cuyo caso,
NOTA 5ª
si el alma desgraciadamente sale vencida, habrá caido
en un desorden que no es pecado ni mortal ni venial;
TEXTo.— La quinta: La ánima que desea aprovecharse al paso que sin esta estrategia, la lucha se hubiera libra-
en la vida espiritual, siempre debe proceder contrario modo do en terrenos del pecado mortal, donde el vencido que-
que el enemigo procede, es a saber, si el enemigo quiere da perdido.
engrossar la ánima, procure de adelgazarse; asimismo si el ¿Trata por el contrario el enemigo de «adelgazar
enemigo procura de artenuarla para traerla en extremo, tanto al alma, que la attenúe para traerla en extremo»
quie* la ánima procure solidarse en el medio para en todo En este caso, de ninguna manera puede irse al extremo
tarse*** [350]. contrario, que sería el pecado mortal. Como el alma es
va «delgada» ; es decir, tal que evita todo pecado y
Comentario. — La ley contenida en esta nota, la h asta la apariencia de pecado deliberado, le basta con
inculca repetidamente San Ignacio cuando trata de en- «solidarse en el medio para en todo quietarse». Este
señarnos la estrategia que hemos de adoptar en la lucha «solidarse» en todo, en el medio, con una paz y quietud
con nuestro enemigo: «proceder contrario modo», es que no se alteren con lo que viene por la derecha o
lo mismo que «hacer el oppósito per diametrum» y su por la izquierda, es formarse una conciencia práctica,
fin es que «no sólo se avece a resistir al adversario, mas sólida, ilustrada y la más apta para poder llegar a la
aun a derrocalle» [13]. virtud perfecta.
Ya nos ha enseñado el Santo que «el enemigo de
natura humana, rodeando mira en torno todas nuestras
virtudes teologales, cardinales y morales; y por donde NOTA 6ª
nos halla más flacos y más necescitados para la salud
eterna, por allí nos bate y procura tomarnos» [327]. TEXTO. — La sexta: cuando la tal ánima buena quiere
Por consiguiente, seguir la iniciativa de nuestro enemi- hablar o obrar alguna cosa dentro de la Iglesia, dentro de la
go, pero con el intento y dirección contrarios a la suya, intelligencia de los nuestros mayores, que sea en gloria de
es muy buen sistema, lo mismo para contrarrestar su Dios nuestro Señor, y le viene un pensamiento o tentación
acción como para saber colocar nuestras defensas allí de fuera, para que ni hable ni obre aquella cosa, trayéndole
razones aparentes de vana gloria o de otra cosa, etc.; en-
donde se ve que son más débiles.
tonces debe de alzar el entendimiento a su Criador y Señor;
De este modo, aunque parezca a primera vista que y si vee que es su debido servicio o a lo menos no contra,
el enemigo es el que lleva la dirección estratégica, en debe hacer per diametrum contra la tal tentación, juxta
realidad somos nosotros los que llevamos el combate a Bernardum videm respondentem: nec*** propter te*** incepi,
un campo que nos es menos peligroso, y si la victoria propter te finiam [351].
queda por nosotros, producirá resultados, mucho más
COMENTARIO. — Hasta el presente ha tratado San tituciones, comendaciones y costumbres de nuestros
Ignacio del escrúpulo del pecado y aquí nos habla del mayores» como lo explica en una de las reglas cita-
escrúpulo con ocasión de las mismas obras buenas. Pa- das [362].
recen estas dos cosas objetivamente inconexas, pero lo Tercera: «que sea en gloria de Dios nuestro Señor,
cierto es que suelen ir juntas en los servidores de Dios o a lo menos no en contra».
«que van intensamente purgando sus pecados y en el Cumplidas estas condiciones y puesto el entendimien-
servicio de Dios nuestro Señor de bien en mejor su- to en su Criador y Señor, debe oponerse diametral-
biendo» [315]. El autor de esta unión es la malicia mente a la tentación de vanagloria y a cualquiera otra
del enemigo. Cuando ve el demonio que no puede arras- que con aparentes razones le presente el enemigo, y
trar al alma al pecado o a la apariencia de pecado y se ha de lanzar a hablar u obrar lo que le dicta la santa
ni siquiera a que vea pecado donde no lo hay, intenta 'inspiración, oponiendo la conocida respuesta de San
al menos apartarlo de hacer obras buenas, explotando Bernardo: ni por ti lo he comenzado, ni por ti lo dejaré.
una falsa humildad, e impedir que adquiera una con- Ya se entiende. advierte San Ignacio en una carta
ciencia moral perfecta. a Teresa Rajadell que luego copiaremos, que «este ha-
La nota que estamos comentando la sacó también blar debe ser con mucha mesura, y movido por el ma-
San Ignacio de su propia experiencia. Ya en los her- yor provecho de sí mismo y de los otros, si halla tal
mosos comienzos de su conversión sintió vivas ansias aparejo, y creyendo serán crédulos».
de ayudar a las almas valiéndose de las gracias espi- Cerremos el comentario de esta y de las anteriores
rituales que le comunicaba Nuestro Señor. Contra este notas, admirando la gran claridad y solidez con que
su espíritu apostólico se levantaron pronto las dificul- nos forma San Ignacio la conciencia moral, tanto por
tades que le oponían el mundo y muchas personas bien lo que toca a huir del mal, como en el obrar el bien,
ntencionadas y las tentaciones internas provocadas por «solidándonos en el medio, para en todo quietarnos».
el enemigo. Es éste un punto ciertamente delicado, por-
que el proselitismo ejaltado de los neófitos está lleno
de peligros; pero sería, a su vez, un absurdo flagrante
condenar todas las inspiraciones de los Santos encami-
nadas al bien de las almas. San Ignacio sintió en si, Apéndice
y vivamente, semejante inspiración, y aleccionado por
las contradicciones y las tentaciones formuló las normas COMENTARIO AUTÉNTICO DÉ LAS REGLAS DE DISCRECIÓN
prudentísimas que nos da en la presente nota. DE ESPÍRITUS Y DE LOS escrúpulos
Las condiciones que señala para que sepamos dis-
cernir si es buena y prudente la inspiración que se siente Poseemos una aplicación práctica de estas reglas ,
**de hablar o practicar alguna cosa buena, son las salida de la pluma del mismo San Ignacio; v en ella
siguent;Prma,qlouesirhbapct de tal manera razona el Santo que su carta constituye
sea dentro de la Iglesia militante y conforme con el «sen- un comentario auténtico de este punto de los Ejerci-
tido verdadero que en ella debernos tener», a cuyo fin cios. Es el caso de Teresa Rajadell, monja del monas-
escribió el Santo unas reglas muy notables [352-370]. terio de Santa Clara, de Barcelona. Era San Ignacio
Segunda : que sea asimismo «dentro de la inteligen- muy conocido en aquel convento desde los años que
cia de los nuestros mayores» ; es decir, según las «cons** vivió en nuestra ciudad entregado a los estudios y a
las obras de celo. A principios del año t536, hallán- «sin otra causa venidera»: como Dios N. S. tiene puesto
orden, peso, y mesura ca todas las cosas, posible es que
dose él en Venecia con sus compañeros, recibió carta de
Señor viese que, aunque aquélla fuese en gracia por enton-
Jaime Cazador, en la que le hablaba de las penas espi- ces, cue de los dones y gracias recibidas no se avía de
rituales por que pasaban la s religiosas de aquel monas- apr ovechar , y no perseverando, venía a mayores pecados,
terio, una sobre todo, a causa de la dirección terrorífica á la fin á perderse; y el Señor nuestro benignísimo, por
de cierto confesor falto de discreción. El futuro Obispo pagarle este poco de servicio, premitiese que así viniese en
de Barcelona pedía al Santo algún remedio espiritual temores y en continuas tentaciones, siempre guardándola que
para aquella pobre alma. no perezca. Porque siempre debemos presumir que el Señor
El Santo contesta así ; del mundo todo lo que obra en las ánimas rracionales es, 6
por darnos mayor gloria. 6 porque no seamos tan malos;
«Cierto no tengo por cristiano aquel á quien no atra- pues para más no alla en nosotros subiecto. Tandem, como
viesa toda su ánima, en considerar tanta quiebra en servicio nosotros ignoremos los cimientos y las cabsas della, no po-
de Dios N. S. Y no tengo en tanto en faltar juyzio á vna demos determinar los efectos. Así a nosotros es siempre
sola persona, quanto el daño que resulta en muchas otras, mucho bueno, no sólo vivir en amor, mas avn es muy sano
y en otros, que al seruicio divino se podrían aplicar. Por- en temor ; porque sus divinos juicios son En todo inescruta-
que por nuestra miseria, corno aliemos tanta dificultad en bles, in cuius voluntate non est querenda ratio. Sólo nos
vencer á nosotros mismos, donde se alta el mayor proue- **rresta llorar, y rrogar á la salud mayor de su conciencia y
cho, poca ocasión nos vasta para en todo nos desbaratar. de todas las otras. Su divina bondad lo quiera ordenar, y
Cierto, mucho quisiera aliarme entre esas rreligiosas, si en no permita que el enemigo de natura humana tanta visoria
alguna manera pudiera calar el cimiento de sus ejrcios reciba contra aquéllas, cue con la su preciosísima sangre
y modo de proceder, mayormente de acuella que se ve en las ha tan caramente comprado, y en todo rescatado» 1.
tanta angustia y peligro. Porque yo mi fácilmente puedo
creer que una persona, andando en placeres mundanos, ó La fervorosa monja, consolada y alentada con la
menos dado á Dios N. S., y en su seso y juicio, que por
carta que anónima e indirectamente le había dirigido
más servir y allegarse al Señor nuestro, se permita que
aquella venga en tanto caso de desesperación. Yo, que soy San Ignacio, se atrevió a escribirle ella abiertamente
humano y flaco, si alguno viniese para me ser** y por «rogándole con mucho interés que le comunicara lo que
amarme más, si en mí fuese y fuerces subiese, no le podría le dijera el Señor y le expusiese claro su parecer» res-
dejar venir á tanto desastre; cuánto más Dios N. S., que, pecto del caso de conciencia en que se encontraba. San
seyendo divino. se quiso hacer humano, y morir, sólo por Ignacio, por el mes de junio del mismo año, le contesta
la salvación de todos nosotros. Así no me puedo facilitar, como sigue:
que por aplicarse á las cosas diuinas, sin otra cabsa interna
ó venidera, ella veniese á tanto suplicio y á tanto mal. Por- «Diré de mucha buena voluntad; y si en alguna cosa pare-
que de Dios N. S. es propio dar entendimiento. y no quitar; ciere ser agr[i]o, más seré contra aquel que procura
asimismo esperanza y no desconfianza. Digo «sin otra cabsa oturbas,qecnvtproa.Edscelmíio
internas, porque posible es que su ánima, en el tiempo de hace turbar, mas no de manera que os haga caer en culpa de
los exercicios estuviese llagada de peccado; y peccados ay pecado, que os aparte de vuestro Dios, y señor, mas os haze
de tantas maneras, que parece que no ay número alguno; turbar y apartar de su mayor seruizio y vuestro mayor
asimismo, que subiese modo llagado de proceder en los hreposo.
umil* La primera es que pone y suade á una falta
exercicios: que no todo lo que [lo] parece es bueno; y así,
romo en la tal persona el bien no habitase con el mal, ni la
gracia con el pecado, podía el enemigo mucho obrar. Dixe Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, I, págs. 97-99.
deseosa. Si bien miráys, bien entendéys que aquellos deseos
dad. La segunda pone extremo temor de Dios adonde dema- de seruir a Xpo. N. S. no son de vos, mas dados por el Se-
siado os detenéis y ocupáis. ñor; y así hablando, el Señor me da crecidos deseos de ser-
Y cuanto a la primera parte, el curso general, que el ene- uirle al mismo Señor. Le alabáys, porque su don publicáis.
migo tiene con los que quieren y comienzan seruir á Dios y en él mismo os gloriáis, no en vos, pues á vos misma
N. S., es poner impedimentos y obstáculos, que es la primera aquella gratia no atribuís. Assí deuemos mirar mucho, y si
arma con que procura herir, es á saber: cómo as de vivir el enemigo nos alza, baxarnos, contando nuestros peccados
toda tu vida en tanta penitencia, sin gozar de parientes, y miserias; si nos abaja y deprime, alzarnos en verdadera
amigos, possesiones, y en vida tan solitaria sin vn poco de fe y esperance en el Señor, y numerando los beneficios re-
reposo? como de otra manera te puedas saluar sin tantos cibidos, y con quánto amor y voluntad nos espera para sal-
peligros; dándonos á entender, que hemos de viuir en vna uar, y el enemigo no cura si habla verdad ó mentira, mas
vida más larga por los trauaxos que antepone, que nunca sólo que nos venza. Mirad cómo los mártires, puestos delante
hombre vivió, no nos dando á entender los solaces y conso- de los jueces idólatras, decían que eran sieruos de Christo;
laciones tantas, que el Señor acostumbra dar á los tales, pues vos, puesta delante del enemigo de toda natura humana,
si el nueuo seruidor del Señor rompe todos estos y por él assí tentada, guando os quiere quitar las fuerzas,
inconvenientes, eligiendo querer padecer con su criador y señor. que el Señor os da, y os quiere hazer tan flaca y tan teme-
Luego procura el enemigo con la segunda arma, es á saber, rosa con insidias y con engaños, no osaréis decir, que soys
con la jactancia ó gloria vana, dándole á entender, que en deseosa de servir á nuestro Señor. antes hauéis de dezir y
él ay mucha bondad ó santidad, poniéndote en más alto confessar sin temor, que sois su seruidora, y que antes mo-
lugar de lo que merece. Si el siento del Señor resiste á estas riréis, que de su seruizio os apartéis: si él me representa
flechas, resiste con humillarse y baxarse, no consintiendo justicia, yo luego misericordia; si es él misericordia, yio al
ser tal qual el enemigo suade, trae la tercera arma, que es contrario dico la justicia. Así es menester que caminemos
de falsa humildad, es a saber; como ve al siervo del Señor para que no seamos turbados, quel burlador quede burlado,
tan bueno y tan humilde, que haziendo lo que el Señor man- alegando nos aquella authoridad de la sagrada scriptura,
da, piensa que aun todo es inútil, y mira sus flaquezas, y que dice: Guarde no seas así humilde, que así humillado te
no gloria alguna, pónele en el pensamiento, que, si alguna coniectas en estultizia
cosa halla de lo que Dios N. S. le ha dado, así en obras, Viniendo a la segunda, como el enemigo a puesto en nos-
corno en propósitos y deseos, cue pecca por otra specie de otros vn temor con vna sombra de humildad, la qual es fal-
gloria vana, porque habla en su fauor propio. Así procura sa, y que no hablemos, ni aun de cosas buenas, santas y
que no hable de cosas buenas reciuidas de su Señor, porque prouechosas. trae después otro temor mucho peor, es á sauer,
no haga ningún fruto en otros, ni en sí mismo, tanto por- si estamos apartados, segregados y fuera del Señor nues-
que acordándose de lo cue ha recluido, siempre se ayuda tro; y esto se sigue en mucha parte die lo pasado; porque
para mayores cosas, aunque este hablar deue ser con mucha así como en el primer temor alcancó victoria el enemigo,
mensura, y mouido por el mayor probecho de ellos, digo de sí halla facilidad para tentarnos en este otro: para lo qual en
mismo, y de los otros si alla tal aperejo, y creyendo serán alguna manera declarar, diré otro discurso que el enemigo
crédulos y aprovechados : assí en hacernos humildes, pro- tiene: si alla á una persona [que] tiene la concienzia ancha
cura de traernos en falsa humildad, e á saber, á una extrema y pasa los peccados sin ponderarlos. hace quanto puede que
y viciada humildad; desto dan vuestras palabras apto tes- el peccado venial no sea nada, y el mortal venial, y el muy
timonio. Porque después que narráys algunas flaquezas y gran mortal poca cosa; de manera que se ayuda con la fal-
temores, que hazen al propósito, decís soys vna pobre reli- consie* ta, que en nosotros siente; es á saber, por tener la
giosa, paréceme deseosa de seruir a Christo N. S., que aun
no osáys decir soy deseosa de seruir a Cristo N. S., ó el
Eccli., 13, 10.
Señor me da deseos de seruirle; mas decís, paréceme ser
**cia demasiadamente ancha. Sí á otra persona halla de con- Por donde es menester mirar quién combate: si es consola-
siencia delgada, cue por ser delgada no ay falta, y como vee ción, vajarnos y humillarnos, y pensar que luego viene la
cue no sólo echa de sí los peccados mortales, y los veniales prueba de la tentación; si viene la tentación, oscuridad
posibles, que todos no están en nosotros, y que aun procu- tristeza, hir contra ella sin tomar resabio alguno, y espe-
ra echar de sí toda semejanza de pecado menudo en per- rar con paciencia la consolación del Señor, la qual secará
fectión y defecto, entonces procura embalumar aquella todas turbaciones, tinieblas de fuera» 1.
conciencia tan buena haziendo pecado donde no es pecado,
y poniendo defecto donde ay perfección, á fin que nos pueda
Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, I, págs. 101-105.
desbaratar y afligir; y donde no puede muchas veces hacer
pecear ni espera poderlo acabar, á lo menos procura de ator-
mentar.
Para más en alguna manera declarar el temor cómo se
causa, diré, aunque breve, de dos lectiones, quel Señor acos**
tumbra dar ó permitir. La una da, la otra permite; la que
da es consolación interior, que echa toda turbazión, y trae
á todo amor del Señor ; y á quiénes illumina en tal
consolación, a quiénes descubre muchos secretos, y más adelan-
te. Finalmente con esta divina consolación todos trabaxos
son placer, y todas fatigas descanso. El que camina con este
feruor, calor y consolazión interior, no ay tan grande carga,
que no le parezca ligera; ni penitentia, ni otro trauaxo tan
grande, ene no sea muy dulce. Ésta nos muestra y abre el
camino de lo que debemos seguir, y huir de lo contrario:
ésta no está siempre en nosotros, mas camina siempre sus
tiempos ciertos según la ordinación; v todo esto para nues-
tro prouecho; pues, quedado sin esta tal consolación, luego
viene la otra lectión, es á sauer: nuestro antiguo enemigo
poniéndonos todos inconvenientes possibles por desviarnos
de lo comenzado, tanto nos vena, y todo contra la primera
lectión, poniéndonos muchas veces tristeza sin sauer nos-
otros por qué estamos tristes, ni podemos orar con alguna
deuozión, contemplar, ni aun hablar, ni oír de cosas de
Dios N. S. con savor o gusto interior alguno; que no sólo
esto, mas, si nos halla ser flacos, y mucho humillados á
estos pensamientos dañados, nos trae pensamientos, como
si del todo fuéssemos de Dios N. S. olvidados; y venimos en
parecer que en todo estarnos apartados del Señor nuestro;
y cuanto hemos hecho, y cuanto queríamos hacer, que nin-
guna cosa vale; así procura traernos en desconfianza de
todo, v así veremos que se causa nuestro tanto temor y fla-
queza. mirando en aquel tiempo demasiadamente nuestras
miserias, y humillándonos tanto á sus falaces pensamientos.
XVI. REGLAS PARA SENTIR CON LA IgLESIA 597
espíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras con Dios. Así lo dice su mismo título de «Ejercicios
ánimas, porque por el mismo Espíritu y Señor nuestro que espi r i tu ale s para vencer a si mismo y ordenar su vida.
dió los diez mandamientos, es regida y gobernada nuestra sin determinarse por affección alguna que desordenada
sancta madre Iglesia [365]. sea» [21], y la primera anotación por estas palabras
14ª regla. — Dado que sea mucha verdad que ninguno se «todo modo de preparar y disponer el ánima, para Qui-
puede salvar sin ser predestinado y sin tener fe y gracia. tar de sí todas las affecciones des ordenadas, y despué
es mucho de advertir en el modo de hablar y comunicar de
quitadas para buscar y hallar la voluntad divina en
todas ellas [3663.
la disposición de su vida para la salud del ánima, se
15ª regla. — No debemos hablar mucho de la predestina-
llaman exercicios espirituales» [1].
ción por vía de costumbre; mas si en alguna manera y al-
gunas veces se hablare, así se hable que el pueblo menudo Al final del libro nos encontrarnos con las llamadas
«Reglas para sentir con la Iglesia», con las que trata
no ven ga en error alguno, como algunas veces suele, dicien- el Santo de ordenar nuestra vida mirando a las rela-
do: Si tengo de ser salvo o condenado, ya está determinado,
y por mi bien hacer o mal, no puede ser ya otra cosa; y ciones que nos unen con la santa Iglesia o con los miem-
con esto entorpeciendo se descuidan en las obras que con- bros de ella con los que socialmente convivimos dentro
ducen a la salud y provecho espiritual de sus ánimas [367]. de la misma.
16. 0 regla. —De la misma forma es de advertir que por Esta característica esencial, la materia de que tra-
mucho hablar de la fe y con mucha intensión, sin alguna tan, los conocimientos positivos que demuestra poseer
distincción y declaración, no se dé ocasión al pueblo para el escritor y el mismo estilo, son clara prueba de que
que en el obrar sea torpe y perezoso, quier antes de la fe estas reglas no fueron escritas en Manresa, sino mu-
17ª formada en oberidad o quier después [3683.
cho más tarde, cuando se encontró San Ignacio en me-
regla. — Assimismo no debemos hablar tan largo ins-
tando tanto en la gracia, que se engendre veneno para qui- dio de un ambiente de lucha contra el verdadero y
tar la libertad. De manera que de la fe y gracia se puede sano sentir de la Iglesia. Y esto no aconteció en Es-
hablar cuanto sea posible mediante el auxilio divino, para paña, donde el cuerpo social no era combatido entonces
maior alabanza de la su divina majestad, mas no por tal por el mal espíritu, sino en Francia, que se hallaba en
suerte ni por tales modos, mayormente en nuestros tiempos plena lucha contra el protestantismo, y singularmente
tan peligrosos, que las obras y libero arbitrio reciban de- en la Universidad de París, donde se leían los libros
trimento alguno o por nihilo se tengan [369]. de los protestantes o de sus fautores encubiertos, mas
18. 0 regla. — Dado que sobre todo se ha de estimar el mu- peligrosos aún que los enemigos declarados.
cho servir a Dios nuestro Señor por puro amor, debemos Allí sintió el Santo la necesidad de añadir a su libro
mucho alabar el temor de la su diuina majestad; porque no de los Ejercicios unas reglas que orientaran y ordena-
solamente el temor filial es cosa pía y santísima, mas aun ran a su ejercitante, para luchar contra enemigos de
el temor servil, donde otra cosa mejor o más útil el hom- fuera que sin negar a veces explícitamente ningún dog-
bre no alcance, ayuda mucho para salir del peccado mor- ma formal de fe, trataban siempre de corromper la vida
tal; y, salido, fácilmente viene al temor filial, que es todo
acepto y grato a Dios nuestro Sellor, por estar en uno con social de la Iglesia y por lo tanto venian de la región
el amor divino [37o]. de Babilonia, enviados por Lucifer, y bien instruidos
en las artes infernales de «echar redes y cadenas» para
COMENTARIO. — Los Ejercicios de San Ignacio van arrastrar a los hombres a militar «debato de su ban-
todos dirigidos a ordenar nuestra vida atendiendo a las dera» [137-142].
relaciones directas y personales que ligan al hombre No se propuso Ignacio escribir una obra doctrinal,
sino simplemente unas reglas prácticas para que en ellas mente a lo hablado y practicado por los protestantes y
tuviera el ejercitante una norma breve y a la vez segura sus fautores.
para hablar y obrar con acierto en todos aquellos pun- Creemos que es innecesaria una más amplia declara-
tos donde solía infiltrarse el espíritu protestante. El ción de unas reglas que son clarísimas, así en la materia
Santo estaba íntimamente persuadido de que haciendo sobre que versan, como en el fin que se proponen. Sólo
el oppositum per diametrum se acomodaba al verdadero con leerlas y meditadas detenidamente puede sacarse
espíritu de la Santa Iglesia, a la que «depuesto todo todo el fruto que pretendía con ellas San Ignacio.
juicio, debemos tener espíritu aparejado y pronto para Tal vez fuera un comentario más acomodado al es-
obedecer en todo como a vera esposa de Christo nuestro píritu de San Ignacio, aunque no lo fuera a la letra del
Señor» [3531. presente documento, reducir a una síntesis parecida a
El conjunto de notas catalogadas por San Ignacio la hecha aquí por el Santo, todas las notas peculiares
referentes a la clase de hombres arriba mencionada, y distintivas del laicismo o paganismo que se infiltra
componen un retrato acabado de los hombres ilustra- en nuestra sociedad, ya abiertamente, ya tapándose con
dos, como Erasmo, que en aquella época habían puesto las diferentes contraseñas intelectualismo, libertad,
de moda el ataque, la ironía o la duda contra las prác- modernismo, moda, deporte, comodidad y otras nuevas
ticas religiosas externas del catolicismo, preparando así que a diario se inventan y que por su misma inconstan-
el camino a serios tropiezos en materia de fe. cia y confusión manifiestamente declaran que proceden
de la religión de Babilonia y del caudillo asentado en
Por el contrario la suma de notas recomendadas por
aquella «gran cátedra de fuego y humo» [14.0].
el Santo, nos pinta de cuerpo entero al hombre de fe
Contamos para ello con los preciosos documentos
y de prácticas tradicionales ; que para no resbalar si-
papales sobre Americanismo, Modernismo, Sillonismo,
quiera en las cosas de la fe, quiere estar firme y seguro
Acción Francesa y otros varios, en los que no sólo se
en todo lo que es manifestación de una vida práctica- condenan errores manifiestos, sino también tendencias
mente católica.
opuestas al espíritu y prácticas católicas.
Estas reglas son eminentemente prácticas y no de- Acertadamente obrará el Director que recomiende
jan de tener su trascendencia doctrinal; pero más que semejantes documentos al ejercitante que los necesite
a definir la doctrina, se encaminan a dar normas de y sea capaz de comprenderlos, sin perjuicio de hacerle
prudencia y medida conveniente en exponerlas al pue- él mismo un resumen práctico al estilo de San Ignacio.
blo. De esta clase son las reglas que tratan de la teo-
logía positiva y escolástica [363], de la predestina- A lo dicho en general sobre las reglas de San Igna-
ción [367], de la fe [368], de la gracia [369] y del cio, queremos añadir ahora dos observaciones más en
amor y temor de Dios [370], que constituyen la se- particular sobre las mismas. Sea la primera la referente
gunda parte de las dedicadas a la doctrina. a la franca y abierta recomendación que se hace en ellas
La primera parte, que es la que les da su verdadero de la comunión frecuente, generalmente poco usada en
carác t er. se refiere a las prácticas sacramentales y litúr- aquellos tiempos y en muchas regiones criticada. Esta
gicas de la santa Iglesia o a las típicas costumbres de regla es la expresión de la práctica seguida por el Santo,
un pueblo tradicionalmente católico. En este punto la comenzada ya en Manresa y continuada después por
norma del Santo es alabar y practicar cuanto los buenos él y sus compañeros.
católicos alaban y practican, por oponerse diametral- El uso de la comunión frecuente fué uno de los me-
602 DOCUMENTOS
dios empleados por la Compañía de Jesús para la re- El error de nuestros días e stá principalmente en dos
generación cristiana. Tenemos cartas preciosas de San cosas: primero en alabar la liturgia rebajando el valor
Ignacio en las que se elogia sobremanera la comunión de las prácticas individuales de oración, mortificación
diaria; y antes de su muerte, hizo escribir el Santo un y apostolado; segundo, en el campo mismo de la litur-
libro publicado primero por el F. Salmerón y perfec- gia, alabando en demasía lo que es en ella accidental,
cionado y reimpreso después por el P. Madrid, en el como lo hacen ahora con la historia, los vestidos, can-
que se da con la mayor claridad la teoría de la comu- to, etc., sin dar lo que es debido a lo principal, como
nión cotidiana, que por la gran misericordia de Dios la ilustración del entendimiento, el afecto de la voluntad,
la vemos hoy prácticamente aceptada por toda la Igle- la dignidad, atención y devoción que la santa Iglesia
sia. La comunión diaria debe ser un fruto práctico que nos hace pedir a Dios por la oración que pone en los
debe sacar de los Ejercicios todo el que los haga. labios del sacerdote antes de comenzar a rezar el oficio
Fijémonos en segundo lugar en la minuciosidad divino.
amorosa del Santo en alabar todo lo concerniente a la Lo que acabamos de decir no entraña repulsa alguna
liturgia y a las demás prácticas de nuestra santa madre ni el menor enfriamiento en el verdadero espíritu litúr-
la Iglesia. La confesión sacramental, la santa comunión, gico de la santa Iglesia, ni en lo substancial ni en lo
la misa, cánticos, salmos, largas oraciones en la Igle- meramente accidental. Lo uno y lo otro lo hemos de
sia y fuera de ella, horas dispuestas según los tiempos alabar y fomentar dando a cada cosa la importancia que
destinados para todo oficio divino y para toda clase se le debe.
de oración, y horas canónicas, reliquias de santos, esta- San Ignacio dispone los actos de los Ejercicios se-
ciones, peregrinaciones, indulgencias, perdones, cruza- gún las horas litúrgicas [72], y quiere que al ejerci-
das, velas encendidas en las iglesias, ayunos y absti- tante se le dé libertad para poder asistir a los actos
nencias, cuaresmas, témporas, vigilias, penitencias in- más importantes de la misma [20]. Él así lo hacia en
ternas y externas, ornamentos, edificios de iglesias e Manresa, y toda su vida sintió gran devoción oyendo
imágenes. el canto sagrado de la Iglesia; y si dejó de prescribirlo
Rezuma aquí el gozo espiritual que siente su alma en su Compañía, fué sólo por haber entendido que Dios
alabando todas y cada una de las cosas que tocan al quería servirse de sus hijos en otros ministerios de su
culto divino y a las prácticas tradicionales del pueblo mayor gloria. Por lo que a la santa misa se refiere, no
cristiano, y quiere que su ejercitante participe del mis- parece que pueda decirse con mayor devoción interior
mo gozo y que deseche toda preocupación o respeto y exterior que la que el Santo ponía en ella ordinaria-
humano en la práctica de semejantes cosas. mente.
Si el ejercitante es sacerdote, o persona adscrita o Por lo tanto cuantas advertencias se hagan en este
aficionada a las prácticas del culto, convendrá preve- punto, si se quiere seguir el espíritu de San Ignacio,
nirlo en este punto contra las desviaciones del litur- que es el de la santa Iglesia, han de tener por fin la ala-
gismo, por medio de los documentos eclesiásticos en banza y mayor perfección del legítimo espíritu litúrgico;
los que el Papa ha hablado sobre tema tan delicado. nunca el más leve detrimento del mismo.
La norma práctica enseñada por San Ignacio es la de
alabar y fomentar todo lo que la santa Iglesia practica
y alaba, para ir contra el espíritu protestante, que lo
rehusaba o criticaba.
APÉNDICE PRIMERO
SAN IGNACIO,
MODELO DE LAS ELECCIONES
Aunque las Elecciones, consideradas como el punto
céntrico de los Ejercicios, son un act o ex tr aordinario
en la vida del hombre — ya se entiende que nos refe-
rimos a los Ejercicios en su sentido típico —; pero está
fuera de duda que la mente y propósito de San Ignacio
es que, fuera de los Ejercicios, dirijan también muchos
actos de la vida, hasta que lleguen a convertirse en una
costumbre ordinaria de la misma. Explicar cómo se pue-
de adquirir semejante costumbre, es un buen comple-
mento del comentario de las Elecciones.
Puestos, pues, a redactar este complemento, nos ha
parecido más conveniente seguir un sistema progmático,
más bien que teórico, y que para ello no podíamos hallar
mejor ejemplo que el del mismo San Ignacio. De tal
modo llegó el Santo a espiritualizar su vida, que eran
poquísimos los actos que se le escapaban sin el debido
registro, y los más de ellos pasaban por un alambique
tan fino que, al decir de sus contemporáneos, no parecía
sino que leía todas las cosas en la voluntad santa de
Dios. Estudiemos, pues, su vida en este sentido y ello
nos proporcionará más luz que las largas explicaciones.
En ella tropezaremos con actos, ordinarios unos y extra-
ordinarios otros,. y por lo mismo con actos que exigen
formas diversas de elección. Procuraremos presentar
aquí los documentos más auténticos, para que sean ellos,
y no nuestras palabras, los que nos dirijan e Instruyan.
todavía en las penitencias que emprendía a hacer no se
acordaba mucho dellos. Y así, cuando se acordaba de hacer
alguna penitencia que hicieron los Santos, proponía de ha-
cer la misma y aun más. Y en estos pensamientos tenía
toda su consolación, no mirando a cosa ninguna interior ! ni
sabiendo qué cosa era humildad, ni caridad. ni paciencia,
1 ni discreción para reglar ni medir estas virtudes, sino toda
su intención era hacer de estas obras grandes ejteriores,
SAN IGNACIO VIVÍA SIEMPRE DISPUESTO A BUSCAR porque así las habían hecho los Santos para gloria de Dios,
Y HALLAR LA VOLUNTAD DIVINA sin mirar otra ninguna más particular circunstancia I.
en el modo de mirar los peligros humanos que le ha- para la salud del ánima» [ 1]. Comparemos ahora este
bían de salir al paso al llevar adelante su vocación y fin con las elecciones. Toda elección sana, buena , pura,
realizar las obras de apostolado; su norma sería no tener limpia, divina (estos calificativos y otros más le da San
para nada en cuenta esas cosas ni hacer o dejar de hacer Ignacio) «es siempre sin mixtión de carne ni de otra
cosa alguna por miedo al dolor o a la muerte. Recorde- affección alguna desordenada» [1 72] y «elige conforme
mos a este propósito cómo en Barcelona su celo por la a su sanctísima y beneplácita voluntad» [180].
reforma de tinas religiosas le costó heridas tan graves, Por este cotejo del fin de los Ejercicios con el de
que los que lo vieron, lo dejaron por muerto. Pasó me- las Elecciones, se ve que ambos a dos tienen una parte
ses enteros en la cama con verdadero peligro de perder negativa y otra positiva. La parte negativa es «vencer
la vida, y diciéndole un día que jamás volviera a aquel a si mismo», o sea «quitar de sí todas las affecciones
convento, «¿qué podría haber más dulce para mí, con- desordenadas» ; la positiva es «buscar y hallar la volun-
testó Ignacio, que morir por amor de Jesucristo y del tad de Dios aprobatoria y santísima». Las Elecciones
prójimo, cuando es esto precisamente lo que yo quisie- practicadas en los Ejercicios tratan principalmente de
ra?». Y apenas pudo andar volvió al punto a continuar buscar y hallar la voluntad de Dios en la «disposición
su obra. Cuando en Alcalá lo metieron en la cárcel y sus de la vida», o sea en los problemas fundamentales de
amigos se ofrecieron para sacarle de ella, Ignacio les la misma. Fuera del tiempo de los Ejercicios. de ordi-
contestó: «Aquel por cuyo amor aquí entré, me sacará nario las Elecciones buscan y hallan la voluntad de Dios
si fuere servido de ello.» Y en Salamanca en caso pare- en lo que San Ignacio denomina «todas cosas particu-
cido, dijo; «No hay tantos grillos ni cadenas en Sala- lares». Claro es que quien ha quitado de sí todas las
manca que yo no desee más por amor de Dios.» afecciones desordenadas y ha buscado y hallado la vo-
Ahora querríamos demostrar cómo Ignacio poseía no luntad de Dios en la disposición de su vida, está en
sólo de un modo habitual, sino también actualmente, ejcelentes condiciones para hallarla también en todas co-
todas las disposiciones que exigen los Ejercicios para sas particulares. Por esto, para hacer bien las Elecciones
hacer una buena y sana elección v cómo su vida toda fuera del tiempo de los Ejercicios, le basta conservar
se gobernaba por elecciones perfectísimas. Su espíritu las dos disposiciones que tuvo en las Elecciones de Ejer-
estaba siempre preparado para moverse únicamente por cicios, a saber; purificación de todas las afecciones des-
razones, mociones e impulsos sobrenaturales que le ma- ordenadas y sensibilidad espiritual para conocer la vo-
nifestasen la voluntad de Dios. luntad divina. Queremos decir con esto, que San Ignacio
Comencemos, pues, por entrar en el alma de Ignacio, durante toda su vida no sólo conservó estas dos dispo-
y para ello volcamos al fin de los Ejercicios, muy bien siciones, sino que las fué perfeccionando hasta un grado
verdaderamente extraordinario.
Autobiografía , n. 90. El P. Luis González de Cámara, que hacia de secre-
**tario en la redacción de la Autobiografía. y era además llegar a la continua unión con la voluntad de Dios.
un observador minucioso de todos los actos del Santo Razón tienen los seudomisticos al decir que la doctrina
cara poder tomar después notas individuales de ellos, y método de San Ignacio son íntegramente ascéticos;
escribe estas palabras; «Cuántas veces he notado cómo pero yerran cuando se contentan con lo dicho, y niegan
el Padre en todo su modo de proceder observa todas o no ven que también son íntegramente místicos. La as-
reglas de los Ejercicios exactamente, de modo que pa- cética es el medio y la mística el fin. Con todo, la ascética
rece primero los haber plantado en su ánima, y de los es el medio necesario y por carecer de este medio, son
actos quetenía en ella sacadas aquellas reglas» I . Y así falsas muchas místicas aparentes.
era realmente. Llama poderosamente la atención, el que Dice el P. Cámara que le oyó decir muchas veces
habiendo comenzado su conversión con la lectura de las que de cien personas muy dadas a la oración, las no-
vidas de los Santos y no disponiendo por entonces de venta son ilusas. Y en cambio, decía que al hombre ver-
otra norma para obrar que la imitación de las cosas que daderamente mortificado, un cuarto de hora le bastaba
leía y anotaba, dejase resueltamente este camino para para unirse con Dios en la oración 1.
seguir el suyo propio una vez hizo los Ejercicios en Examinemos ahora la clase de unión con Dios que
Manresa. Oigamos al P. Ribadeneira: San Ignacio buscaba. Comenzaba por no detenerse él
nunca ni querer que los suyos se encantaran admirando
Los dos primeros años de su conversión, cuando oía ha-
y alabando las gracias externas extraordinarias que a
**blar de alguno que tuviese excelente fama de santidad, lo
buscaba, más para ver si su espíritu se conformaba con el las veces concede el Señor; por el contrario, «estimaba,
propio, cue no porque pensase poder adelantar mucho con dice el P. Cámara, extraordinariamente los dones inte-
su conversación. Pasados aquellos dos años, ya no hizo más riores» y daba de ello una razón expuesta ya en los
visitas de esa clase. y me decía el Padre que en aquel bienio Ejercicios : «Nuestro Señor, decía, puede y acostumbra
sólo había encontrado una o dos personas enteramente con- hacer sus gracias y mercedes dentro en el interior ; el
formes con su espíritu y modo de vivir 2. demonio no puede hacer nada sino en lo de fuera» 2.
Citemos dos pasajes de los Ejercicios donde declara que
Al P. Laínez, después de leer las vidas de muchos gracias internas son ésas, tan dignas de aprecio. «Sólo
Santos, le dijo que «si no había otras cosas mayores es de Dios nuestro Señor dar consolación a la ánima
que las que allí se leían, que él no trocada lo que sin causa precedente; porque es propio del Criador en-
Dios N. S. le había comunicado, ni lo que él había sen- trar, salir, hacer moción en ella, trayéndola toda en
tido en su ánima, con la que allí había leído dellos, amor de la su divina majestad. Digo sin causa, sin nin-
aunque él no se comparaba con los santos, ni se tenía gún previo sentimiento o conoscimiento de algún obiec-
por santo, sino por pecador y miserable» 3.
to, por el cual venga la tal consolación mediante sus
La vida y la doctrina espiritual de San Ignacio pue- actos de entendimiento y voluntad» [330] 330]. Entre todas
den muy bien condensarse en esta fórmula que encierra las admirables operaciones de Dios en estas sus entra-
los dos elementos contenidos en el fin de los Ejercicios das, salidas y mociones, la de mayor aprecio y estima
y en el de las Elecciones: continua mortificación para para San Ignacio es la manifestación clara e indudable
de su voluntad santísima y aprobatoria que atrae y une
Monumenta Ignatiana, Ser. 4º, I, pág. 659.
• Ibid., 341. • Monumenta Ignatiana, Ser. 4º I, pág. 251
' [bid., pág. 349. • Ibíd., pág. 252.
la voluntad humana con la divina. Éste es primer
**momento las complacencias divinas. Sobre lo primero,
tiempo de elección, guando Dios nuestro Señor así mue- o sea acerca de la mortificación de sí mismo en todas
ve y atrae la voluntad, que sin dubitar ni poder dubitar, las cosas, dice muy hermosamente el p. Frusio, que «la
la tal ánima devota sigue a lo que es mostrado; assí gracia le parecía connatural, y que las pasiones las tenía
como San Pablo y San Matheo lo hicieron en seguir a tan habituadas a la virtud, que ellas mismas de suyo
Christo nuestro Señor» [175].
no le servían para otra cosa, según parecía, sino para
El ideal de San Ignacio era tener siempre prepara- cosas buenas» 1 . Sobre su actual unión con Dios, tene-
da su alma para recibir las visitas de Dios y saber mos tantos testimonios y tan admirables, que sería pro-
hallar estas visitas internas, en una u otra forma, pero lijo referirlos todos. Escojamos los principales.
dejando siempre la iniciativa al Señor, cuantas veces Ribadeneira había recogido de labios del P. Laínez,
necesitaba conocer la voluntad divina acerca de algún que lo había oído del mismo San Ignacio, lo que sigue;
punto determinado. Él es muy racional y consecuente
en apreciar y buscar las razones que dicta la prudencia De tal modo rebosaba su alma de divina consolación, en-
natural, hasta el punto de que esa su gran prudencia na- contraba siempre tan a punto y como esperándole la gra-
tural haya eclipsado a la sobrenatural a los ojos de mu- cia de la divina visitación. que solía decir que si diez veces
chos que lo conocen poco; pero jamás se contenta con o más al día quisiese hallar sobrenaturalmente a Dios, con
razones naturales y hace de su parte cuanto humana- el favor de Él fácilmente lo conseguiría, pero que solía abs-
mente puede para llegar a conocer y sentir la voluntad tenerse de esas consolaciones tan continuas y se contentaba
divina por el medio de las gracias internas sobrenatu- con aplicar los labios a esa fuente inejhausta una vez al
rales. Por esta causa tiene en mayor estima el primero día; porque de ese modo, el cuerpo no se debilitaba dema-
y segundo tiempos de elección que el tercero; y aun siado, y el espíritu se rehacía, si no tanto como hubiese de-
seado, al menos en la proporción que convenía a un hombre
cuando emplea este último, que es de razón, se esfuerza ocupado y enfermo como él.
cuanto puede para ver de introducir en él, por uno u
otro lado, la luz sobrenatural. Oigamos de nuevo al Pa- sigue diciendo Ribadeneira
dre Cámara: «El año 1555, el 21 de febrero, dijo el
Padre que en las cosas más importantes nunca solía
resolver nada, por más que viese todas las razones fa-
vorables, sin comunicarlo antes con Dios» 1 . Por eso al
sobrevenir alguna situación imprevista o presentarse al-
guna dificultad, solía decir con gracia «dormiremos so-
bre ello» : quería decir que lo consultaría en la ora-
ción.
Hemos llegado ya al punto final a que nos dirigía-
mos, o sea a saber que San Ignacio, del mismo modo
que había conseguido un dominio perfecto o mortifica-
ción de sí laísmo en todas las cosas, tenía igualmente
una unión admirable con Dios para sentir en cualquier
si hubiera decaído de aquella imitación perfectísima que 4ª. Podrán vacar más ordenada y quietamente a los ofi-
al principio se habían propuesto él v sus compañeros. cios y orationes concertadas.
Si se hubiesen conservado y dispusiéramos de las deli- 5ª. El tiempo de demandar o buscar se podría predicar,
beraciones tenidas en el año 1541, con los nombres de confesar y darse a otras obras pías.
6ª. Parece que la iglesia se conservará más polida, or-
los autores de las enmiendas puestas en la materia de la
nada, y para más mover a devoción, y así para hacerla de
pobreza y las razones en que éstas se apo yaban, nos en- nuevo.
contraríamos probablemente con que no salió de Ignacio Asimismo pueden mejor vacar al estudio, y con él
7ª.
la mitigación acordada, sino que más bien opuso resis- ayudar más a los prójimos en espíritu y gobernando mejor
tencia. Carecemos de todos estos pormenores, pero con a sus cuerpos.
alguna probabilidad si no del todo, en parte, podemos $. Después que dos de la Compañía vieron la materia.
suplirlos con la elección formal que el Santo escribió el aprobaron todos les otros.
año 1544.
Ponemos aquí entera esta elección hecha por el Ter- Los INCÓMODOS AL TENER SON LOS COMODOS AL ANO TENER
cer Tiempo y la trasladamos, en su texto original caste- COSA
1ª. ALGUNA, ES A SABER:
llano para no quitarle nada de su gracia y fuerza propia. Teniendo. no serian tanto diligentes para ayudar a
Este documento parece ser anterior al Diario de que los prójimos, ni tanto dispuestos para peregrinar y pasar
hablaremos en el párrafo siguiente, porque cuando en adversidades, y no se puede tan bien persuadir a los
éste se mencionan las elecciones, no se dice que las prójimosalvebzyngaciópro,etdsgún
haga o escriba entonces, sino «pasando por las eleccio- que se sigue en los cómodos al no tener cosa alguna.
nes» (días 8 y 9 de febrero), o bien «andando por las
elecciones» (día 10), y más claramente aún el día : CÓMODOS y RAZONES PARA NO TENER COSA ALGUNA
«después para discurrir y entrar por las elecciones y RENTA:
determinando y sacadas las razones que tenía escritas,
1ª. La Compañía toma mayores fuerzas espirituales y
para discurrir por ellas» ; palabras todas que al parecer mayor devoción, asimilando y viendo al Hijo de la Virgen
suponen que el documento estaba va escrito con anterio- nuestro Criador y Señor, tanto pobre y en tantas adversi-
ridad. Si las cosas sucedieron así, puesto que el Diario dades.
comienza el día 2 de febrero, hemos de decir que Ignacio 2ª. En no querer cosa cierta se confunde más toda ava-
ya habla escrito sus elecciones antes de dicha fecha. ricia mundana.
2ª [sic]. Parece que con mayor afecto se une con la
Iglesia, seyendo uniformes en no tener cosa alguna, consi-
Los INCÓMODOS PARA EL NO TENER COSA ALGUNA DE RENTA derando en el sacramento a Cristo pobre.
SON LOS CÓMoDOS AL TENER EN PARTE O EN TODO. 3ª. Se facilita más a esperarlo todo en Dios nuestro Se-
ñor, separándose de todas cosas del século.
1ª. Parece que*** la Compañía con el tener en parte o en 4ª. Ayuda más a humillar y a más unir con quien se hu-
todo, se conservarla Mejor, mille sobre todos.
2ª Teniendo, no serán así molestos ni desedificativos a 4ª. [sic]. Vive más olvidada de toda consolación secular.
otros por pedir, mayormente seyendo clérigos los que avían 5ª. Vive más en continua esperanza divina y con mayor
de pedir. diligencia en su servicio.
3ª. No teman tantas mociones y turbaciones a la desor- 6ª. Hay mayor edificación en general, viendo que no se
denada solicitud en buscado, teniendo. busca cosa deste século.
7ª. Con mayor libertad de espíritu y con mayor eficacia comento, se dice: «Después que dos de la Compañia
se habla de todas cosas spirituales para el mayor provecho vieron la materia, aprobaron todos los otros.» Estas
de las ánimas. palabras parecen indicar que dos de los compañeros
Sª Se ayuda y se despierta más a ayudar spiritualmen- examinaron por encargo las razones aducidas en favor
9ªte
. a las ánimas, corno cotidianamente reciba limosnas. de la pobreza mitigada, y que las expusieron después
Se persuade mejor a los otros a la vera pobreza,
a los demás, como ponentes de una tesis que fué apro-
guardando aquélla según que Christo nuestro Señor mueve,
bada por todos. La misma impresión produce la segun-
diciendo: Si quis dimisserit patrem, etc.
so. Parece que serán más diligentes para ayudar a los da parte.
prójimos, y más dispuestos para peregrinar y pasar adver- En cambio, de la tercera parte, que contiene las ra-
sidades. zones en favor de la pobreza absoluta, no se dice que
ir. La pobreza, no teniendo cosa alguna de renta, es más fuera estudiada o propuesta por ninguna comisión, y
perfecta que teniendo en parte o en todo. revela el carácter personal de San Ignacio, así por la
12. Esta tomando nuestro común Señor para sí, mostró clase de razones aducidas, todas puramente espirituales
la misma a sus apóstoles y discípulos queridos enviándolos «por imitar y parecer más actualmente a Christo nues-
a predicar. tro Señor» [167], como por el estilo y las palabras
13. Ésta eligiendo todos diez, nemine discrepante, toma- que usa. Si las cosas, como lo parece, son así, diríamos
mos por cabeza al mismo Jesús nuestro Criador y Señor
que la elección de San Ignacio fué una especie de juicio
para ir debajo de su bandera para predicar y exhortar, que
contradictorio, hecho delante de Dios, en el que quiso
es nuestra profesión.
comparar o cotejar las razones alegadas por los otros
14. Desta manera nosotros pidiendo, nos fué concedida
compañeros en favor de la pobreza mitigada, con las
la bula, y después esperando la ejpedición por un año, y
perseverando en el mismo asenso, nos fué confirmada por que él veía militar de parte de la pobreza absoluta. El
su santidad. número r6, último de esta tercera parte, parece ser una
15. Propio es de Dios nuestro Señor ser inmutable, y respuesta dada al número t de la primera, que propone
del enemigo mudable y variable. la mitigación como cosa necesaria o muy conveniente
16. Para conservarse la Compañía hay tres modos: para la conservación de la Compañía, pues afirma que
u", que sean todos letrados o pocos menos; 2º. para los en la pobreza absoluta se pueden hallar tres caminos
escolares para vestir. dormir y viático parece que se podría por donde lograr que todos los individuos obtengan las
dar medio; 3°, para ajuar v otras algunas cosas necesarias cosas necesarias para la vida 1 . Más adelante nos hare-
para la Compañía, aun algunos que probablemente entrarán, mos cargo de otra prueba, intrínseca al documento, que
podrán ayudar 1. (Este número 16 está borrado, parece que
por el mismo San Ignacio.) deja entrever que las razones en favor o en contra de
la pobreza absoluta, no salieron de la misma pluma.
Este documento nos ofrece proporción para descu- Tenemos, pues, aquí una elección del tercer tiempo
brir el pensamiento de Ignacio en las razones que defien-
den la pobreza absoluta, y el de sus compañeros, o el 1 Éste es el parecer del editor de la Serie 3. 2 de Monumenta
de algunos de ellos, en las que se alegan en favor de gnu t orla, quien dice que este número sé, después de escrito, lo
la mitigada. Efectivamente : en el número 8, último de borró el mismo San Ignacio. Tal borradura no qu iere decir que
la primera de las tres partes en que está dividido el do- el Santo no tuviera por buenos los tres caminos expuestos, sino
que no eran razones directas en favor de la pobreza absoluta,
sino únicamente solución de dificultades dada a las razones de
Monumenta Ignatiana,, Ser. 3º I, págs. 78 -81. los otros. El texto está publicado en el vol. I, págs. 7844
hecha por San Ignacio con toda serenidad y tranquili- sin duda alguna espirituales y sobrenaturales, pues su
dad, «guando el ánima no es agitada de varios espíritus fin es siempre algún motivo espiritual y sobrenatural:
y usa de sus potencias naturales liberar tranquilamen- pero su objeto inmediato es algo del orden natural ; la
te» [177]. Esta tranquilidad no sgnifica insensibilidad conservación del cuerpo de la Compañía (1ª), no oca-
espiritual ni carencia de consolaciones divinas, sino sola- sionar molestia alguna al prójimo (2ª ) , no andar pre-
mente ausencia de la interna lucha que ocasiona la deso- ocupados (3ª), ordenar mejor la distribución de ca-
lación vehemente. Casi no se concibe que San Ignacio sa (4ª ) , disponer de más tiempo para l o s minis t e-
dejase de sentir consolación con estas razones que tanto rios (y), tener la Iglesia más limpia y bien provista (61,
le asemejaban a Nuestro Señor Jesucristo. y poder dar más tiempo al estudio (7ª). En cambio,
La materia de la elección es espiritualísima : no tan las razones en favor de la pobreza absoluta no sólo son
sólo «indiferente o buena en sí, y que milita dentro de espirituales y sobrenaturales por su fin, sino también
la sancta madre Iglesia hierárquica» 11707, sino ade- consideradas en sí mismas; ma y or fuerza espiritual de
más, de perfección evangélica, y que milita bajo la ban- la Compañía, más devoción y más semejanza con Jesu-
dera de Nuestro Señor Jesucristo. Es materia sujeta a cristo (1ª), destrucción de toda humana ambición (2ª),
elección mudable; y si las cosas sucedieron como deja- conformidad mayor con Jesucristo sacramentado (2ª bis),
mos indicado guiados por conjeturas probables, la pri- más esperanza en Dios (38), más humildad con Jesu-
mera resolución o elección no había sido lo cristo humillado (4, 8 ), carencia de toda consolación hu-
suficentm«rayoden»juicSaIgo;y mana (4ª bis), mayor esperanza y diligencia (5ª), ma
por esta causa la somete el, como es justo, a una nueva -yoredifcaón(61,máslbrtdepíiuymásfca-
elección, porque «tiene deseo que de él (y de su Com- cia en los ministerios (7ª ) , mayor estímulo del celo (8ª),
pañía) salgan fructos notables y muy apacibles a Dios mayor fuerza para persuadir a otros la pobreza (9ª),
nuestro Señor» [1747. mejor disposición para peregrinaciones y trabajos (r1),
Luego veremos que Ignacio lleva una y otra vez esta aceptación más pura de la doctrina de Jesucristo ense-
elección del tercer tiempo, al primero o al se gundo, no ñada a los apóstoles y discípulos (12), tener por cabeza
porque pueda haber oposición entre las verdaderas ra- a Jesucristo, y por bandera la suya (r 3 ), conservar la
zones espirituales y las mociones divinas, sino para que pobreza establecida en la Dula del Papa (14), no mu-
el alma se confirme más y más, y porque la luz que vie- darse, imitando a Dios que es inmutable y contra el
ne de la ilustración divina, es siempre más alta, más demonio que es mudable (15).
pura y más penetrante que la que emana de la pura Puestas unas y otras razones en los platillos de una
razón. Las razones del entendimiento son muy reducidas balanza tan fina como la de los Ejercicios, y mejor aún
y se acaban pronto, pero las iluminaciones sobrenatu- en la del tercer grado de humildad, se ve claramente
rales no tienen termino ni fin. que han de pesar más las razones aducidas en favor de
Vengamos ahora a cosas más particulares, pero de la pobreza absoluta. Nosotros lo vemos así, ¡pero con
mucha importancia, y fijémonos en primer lugar en la cuánta mayor evidencia lo tenía que ver San Ignacio,
diferencia que ejiste entre !as razones traídas en favor que parecía guiarse inmediatamente y siempre por la
de la pobreza restringida y las que militan de parte de luz de la sabiduría infinita! había concretado todos
la pobreza absoluta, aun siendo unas y otras espirituales sus ideales de santidad en sola una cosa; «que el Señor
y sobrenaturales. nuestro le quisiera elegir en esta tercera mayor y mejor
Las razones en favor de la pobreza restringida son humildad, para más le imitar y servir, si igual o mayor
servicio y alabanza fuere a la de su divina majestad» exista una prueba o un indicio de que no son de la
[168] jamás había imaginado él a su Compañía sino misma pluma unas y otras razones; y de que las se-
como la Compañia de Jesús, teniendo a Éste por cabeza gundas, que sin duda son las de Ignacio, han sido cata-
a su verdadera doctrina por bandera, a semejanza de logadas y estudiadas para que sirvieran de contrapeso
lo que fue el apostolado. Pues bien, ahora no sabe ver a las primeras, que serían probablemente las que la
otra cosa que eso ; «Ésta (la pobreza absoluta) tomando comisión de 154t propuso a les diez compañeros para
nuestro común Señor Jesús para sí, mostró la misma a su aprobación. Si esto sucedió as:, la solución directa
sus apóstoles y discípulos queridos enviándolos a predi** que debe darse a la dificultad, es mucho más natural.
car (12); ésta elegiendo todos diez, nemine discrepante, Bien miradas las cosas, no es oposición lo que hay
tomamos por cabeza al mismo Jesús nuestro Criador entre las dos proposiciones, sino una mera equivocación,
y Señor para ir debajo de su bandera para predicar y puesto que no se trata de una misma disposición, sino
exhortar, que es nuestra profesión» (53). Es evidente de dos diferentes entre sí. El defensor de la pobreza
que Ignacio no puede dudar en una elección como ésta, absoluta habla de una disposición sobrenatural y quizá
antes «según la mayor moción racional, y no moción también de otra natural que trae su origen de la ante-
alguna sensual» [[821, debe determinarse por abrazar rior ; los defensores de la pobreza restringida hablan
la pobreza absoluta para sí y para la Compañía, y va de una disposición natural. Dice el primero ; Un hom-
no le queda otra cosa que hacer, sino «ir con mucha bre del todo pobre está en mejor disposición para tra-
diligencia a la oración delante de Dios nuestro Señor, bajar apostólicamente con sus semejantes porque su
y offrescerle la tal elección para que su divina majestad alma se halla completamente libre de las criaturas y en-
la quiera recibir y confirmar, siendo su mayor servicio teramente puesta en su Criador; los otros responden:
y alabanza» [183]. Un hombre del todo pobre no está en tan buena dispo-
Fijémonos en una cosa muy particular, en que se sición para trabajar apostólicamente con sus semejantes,
aduce una misma razón en favor de una y otra clase porque ha de emplear el tiempo en procurarse el sus-
de pobreza. Efectivamente, la razón so, en favor de la tento. Como se ve, uno y otros, es decir, San Ignacio
pobreza absoluta, dice así ; «Parece que serán más dili- y los de la Comisión, no se refieren a lo mismo, no par-
gentes para ayudar a los próximos, y más dispuestos ten del mismo punto.
para peregrinar y pasar adversidades.» La 5ª, que esté Oposición no la hay, porque las razones de ambas
por la pobreza restringida, dice; «El tiempo de deman- partes son verdaderas; pero la de Ignacio es de un or-
dar o buscar se podría predicar, confesar y darse a otras den superior, por ser sobrenatural, y por lo mismo su-
obras pías,» Las palabras de uno y otro número no sor pera a la razón de la Comisión, dejándola en lugar muy
idénticas para poder formar proposiciones lógicas co- inferior, sin quitarle la verdad que encierra dentro de
rrelativas, es cierto; pero la cosa ejpresada, sí que lo es. su posición natural. Diría Ignacio; aquí tratamos de
Dice la primera razón, que la pobreza absoluta deja al una elecci ón puramente espiritual y sobrenatura l , y co-
hombre más dispuesto para poder trabajar con sus se- locados en este terreno, la razón que yo alego me sa-
mejantes; .- la segunda dice o supone, que la pobreza tisface plenamente, y para mí, las vuestras no dicen
absoluta deja al hombre menos dispuesto para ese mis- nada. Visto y reconocido que la pobreza absoluta triun-
mo fin. ¿Cómo se explica esto en una misma elección: fa por las razones espirituales y sobrenaturales en que
Antes de responder directamente a la dificultad pro- se apoya, si después queremos entablar otra deliberación
puesta, no está de más advertir que tal vez en todo esto acerca de las dificultades naturales que lleva consigo y
sobre el modo de resolverlas, lo tengo por bueno; lo que
de ninguna manera apruebo es que se confundan unas
razones con otras.
Tal vez esta solución sea la clave para explicar el IV
número 16, última razón en favor de la pobreza abso-
luta. Los números anteriores al 16, así en su fin como UNA ELECCIÓN EXTRAORDINARIA DEL SEGUNDO TIEMPO
por la razón que en ellos se da, tienen la mira puesta
en lo sobrenatural; éste, en cambio, aun cuando se di-
Al parecer San Ignacio tuvo toda su vida la costum-
rige también a un fin sobrenatural, sólo habla de razo-
bre de anotar las gracias que recibía de Dios nuestro
nes naturales. Según la impresión del editor, este nú- Señor. Consta positivamente, que cuando escribía las
mero, como ya lo advertimos anteriormente, lo borró en Constituciones, llevaba un Diario espiritual donde apun-
su original el mismo San Ignacio. ¿Se daría cuenta el
taba cuanto pasaba por su alma. La Autobiografía ha-
Santo, de que estaba fuera de su sitio y de que no con- bla así ;
cordaba con los demás? Parece efectivamente, que allí
se quiere contestar a la primera razón de la Comisión Cuando hacía las Constituciones tenía muy a menudo vi-
en contra de la pobreza absoluta, que reza así; «Parece siones; y ahora lo puede afirmar más fácilmente—va di-
que la Compañía con el tener en parte o en todo se ciendo el P. Cámara— porque cada día escribía lo cue pa-
conservaría mejor» ; es decir, que tendría mejor asegu- saba por su alma, y lo encontraba ahora escrito. Y así me
rada su vida temporal. San Ignacio por su parte con- mostró un fajo muy grande de escritos de los cuales me leyó
testa; «Para conservarse la Compañia ha y tres modos; buena parte. Lo más eran visiones, que él veía en confir-
que sean todos letrados o pocos menos; 2°, para mación de alguna de las Constituciones, y viendo a veces
los escolares para vestir, dormir y viático parece que a Dios Padre, a veces a todas las tres Personas de la Trí
se podría dar medio; 3º, para ajuar y otras algunas nidad, a veces a nuestra Señora que intercedía, a veces con-
cosas necesarias para la Compañía, aun algunos que firmaba. En particular me dijo en las determinaciones, de
probablemente entrarán, podrán ayudar.» O en otros adlíscuienotv40m,yadí
con muchas lágrimas, y la cosa era si la iglesia tendría al-
términos: la vida temporal de la Compañía, aparte de guna renta, y si la Compañía se podría ayudar de ella. El
la esperanza sobrenatural que es lo primero y lo prin- modo que observaba cuando hacía las Constituciones era de-
cipal, la podemos asegurar por otros medies tempora- cir cada día misa y representar el punto que trataba a Dios,
les, y ahora mismo se me ocurren estos tres; primero, y hacer oración sobre ello; y siempre hacía la oración y la
procurar que entre gente ya formada que ocasione me- misa con lágrimas. Yo deseaba ver aquellos papeles de las
nos gastos; segundo, conseguir por otras vías lo que Constituciones todas, y le rogué me los dejase un poco; él
necesiten los escolares que todavía se han de formar ; no quiso I.
y tercero, destinar a las necesidades de la casa los mue-
bles y las otras cosas materiales que traigan consigo Con estas palabras acaba la Autobiografía.
los que entran. De todo este rico tesoro de apuntes espirituales, de
Pero como todo esto es cosa tan diferente de la elec- los que se podría sacar la vida espiritual de Ignacio,
ción espiritual y sobrenatural que estoy escribiendo en pri*
sólo han llegado hasta nosotros dos fragmentos. Al
este papel, lo mejor es borrar lo escrito y dejar el asun-
to para ocasión más oportuna. 1 Autobiografía, núms. 100 y 101.
mero lo llamaremos Diario, porque eso es, aunque sólo El asunto que nos ocupa es, si la Compañía de Jesús
abarco el corto tiempo que media entre el 2 de febrero Labia de vivir en absoluta pobreza evangélica, o si ésta
del ano 1544 y el 2 7 del mismo mes de 1545; poco más -podía mitigarse en favor de las sacristías de nuestros
de un año, o sea, 39 2 días. El segundo, que lo apellida- templos para asegurar en ellos el culto divino. La his-
remos Compendio, es un resumen de una sola parte del toria de esta cuestión la hemos tratado ya brevemente
anterior v en él San Ignacio ensayó un sistema taqui- en el capítulo anterior y además nos es conocida la elec-
gráfico para reducir a fórmulas brevísimas las notas del ción que de este punto hizo San Ignacio por las reglas
primero. Descubierto este sistema, todo el Diario está y método del Tercer Tiempo.
redactarlo con esta concisión. El Santo, sin embargo, vuelve a emplear en lo mismo
El tiempo que empleó San Ignacio en escribir las cuarenta días más, y lleva de nuevo a la presencia de
Constituciones no baja de seis años, o sea desde el 1544 Dios el mismo problema. ¿Es que no lo vió del todo
hasta el 1550: prueba manifiesta de que el Diario que resuelto en la elección del tercer tiempo? Lo vió cierta
hoy poseemos, no es más que una parte mínima de lo y totalmente resuelto por el camino de la razón, o sea
escrito por el Santo mientras redactó las Constitucio- por el tercer tiempo; pero Ignacio era hombre acostum-
nes. De otros apuntes tomados por él desde su con- brado a conocer y sentir en todas las cosas lo que era
versión hasta el fin de su vida, no hablamos. voluntad de Dios, por las ilustraciones y mociones pro-
Conviene advertir que San Ignacio no escribía las pias del primero o segundo tiempo, y por eso quería
notas de su Diario hasta el fin del día, y a veces lo de- contar con esa misma confirmación divina en cosa corno
jaba para el día siguiente o para más tarde aún. Así ésta, para él tan querida y a su parecer esencial para la
se deduce claramente de algunos pasajes del mismo Compañia de Jesús. Cuarenta días gastados en la ora-
Diario. En otro lugar del mismo dice él que vuelve a ción eran para Ignacio la cosa más llana y natural, eran
leer lo que ha escrito y que le parece bien. Todo esto el gran placer de su espíritu, que no sabía ni podía vivir
son garantías de exactitud. falto de la comunicación directa con Dios. Para nos-
Contra lo que ordinariamente suponen los autores, otros son cosa extraordinaria cuarenta días dedicados a
hay que decir que el Diario no se escribió exclusiva- la oración, porque medimos las cosas con el raquitismo
mente para defender la pobreza que había de abrazar que usamos con Dios nuestro Señor, cuando se trata de
la Compañía, sino que se refiere y abarca todo el tiem- buscar y hallar su santísima voluntad.
po que duró la redacción de las Constituciones. Dió pie El segundo tiempo para hacer la elección se funda
a este error el que el punto de la pobreza sea el primero en el conocimiento adquirido por experiencias de con-
que se examina en el fragmento que nos ha quedado solaciones divinas acerca de un punto determinado que
del Diario, y que de éste no se hubiera publicado más se quiere elegir. Si exigimos para la oración de cada
que la parte va conocida, hasta que ahora nos lo ha día una preparación remota, o sea el -fervor habitual, y
dado íntegro la edición crítica de las Constituciones que otra próxima, el fervor actual, con cuánta mayor razón
los redactores de Monumento han comenzado a pu hemos de reclamar esas preparaciones para una oración
blicar en 1934. Para el fin que nosotros buscamos en tan extraordinaria como la del segundo tiempo de elec-
este apéndice, el asunto de la pobreza es también el que ción! Y la llamamos extraordinaria, no porque vaya a
más nos interesa, aunque todo el Diario sea una con- ser ella una manifestación sobrenatural visible, sino en
firmación de las principales ideas de las Elecciones. el sentido de encontrar nosotros en ella una unión tan
Concretemos, pues, lo que queremos estudiar. íntima con Dios, que ponga de manifiesto ante nuestras
almas las complacencias divinas. Ya hemos procurado dad divina su elección y su alma ent era, para que el
explicar la disposición remota que para esta clase de Señor se digne manifestarle sil c omplacencia. Las demás
oración tenía San Ignacio, confirmándola con los testi- horas del día pasan también por el examen cuantas ve-
monios más intimes de su vida espiritual, y hemos po- ces se insinúa Dios en el alma de Ignacio , y diríamos
dido llegar a la conclusión de que el Santo estaba de que éste entonces cede el lugar a Dios para las ilumi-
continuo como pendiente de la voluntad divina, leyen- naciones y visitas más propias del primer tiempo, pero
do, al parecer, en ella v notando, con una sensibilidad sin fijar por ello ni la hora ni el momen t o que Dios se
sobrenatural verdaderamente exquisita, hasta las meno- reserva en su poder. Pero llega la visita divina , sea en
res señales del beneplácito divino. Ahora nos toca ha- uno o en otro de los momentos dichos, y al punto se
blar de la disposición próxima que procuró tener para entrega totalmente Ignacio a la acción sobrenatural, sin
el caso que estamos estudiando. prisas ni inquietudes por aclarar una cosa u otra. Alguna
Como primera medida se llenaba de fervorosos deseos vez que le parece no haber atendido a la divina Majes-
de conocer la voluntad divina respecto del punto espi- tad con la debida finura, o que ha sentido ansia de acor-
ritualísimo de la pobreza que a la Compañía le conve- tar el tiempo destinado a su retiro espiritual, se acusa
nía tener, para llegar a ser lo que a él Dios le había mucho de ello y hace penitencia.
inspirado; o sea, un Apostolado. teniendo a Jesucristo unas veces, poquísimas, el camino que toma para
por cabeza y por guía su pura doctrina evangélica. Estas llegar a Dios es la mediación de los Santos (74 de fe-
cosas las amaba el Santo con toda su alma, desechando brero); otras, muy frecuentes, por los que él antonomás-
cualquier pensamiento o sentimiento que le hiciera caer ticamente llama dos mediadores», que son la Virgen
un punto de semejante altura; y se las presentaba a su Santísima y Jesucristo; siguiendo por la escala que nos
alma, no para ella sola, como si solamente él las hubiera enseña en el libro de los Ejercicios cuando nos manda
de elegir, o porque la elección hecha ya anteriormente hacer tres coloquios. Otras va directamente a Dios, a
hubiera de ser la razón última, sino con el intento de la Santísima Trinidad y de modo especial al Espíritu
que todo estuviera patente a las miradas de Dios, pre- Santo. La dirección de este movimiento o camino espi-
sentándolo todo humildemente a la voluntad santísima ritual viene dada ordinariamente por la misa que cele-
del Señor, ofreciéndoselo y pidiéndole señales íntimas bra. De los cuarenta días. dieciséis de ellos dice misa
y manifiestas de su aceptación y complacencia. Este es- de la Madre de Dios, cuatro del Nombre de Jesús, dos
tado espiritual lo renovaba el Santo con mayor inten- del Espíritu Santo, siete de la Santísima Trinidad, y
sidad cada día, principalmente cuando más íntima era los domingos y algún otro día muy señalado dice la misa
su comunicación con Dios en la oración y en la celebra- de Tempore.
ción de los divinos misterios. Desde el principio de estos cuarenta días, Ignacio
Pero concretemos todavía un poco más. San Ignacio siente en sí una decidida inclinación tanto intelectual
tiene ya elegidos diferentes tiempos de observación es- como de sentimiento hacia la pobreza absoluta, o como
piritual tenidos por él como los más preciosos. Los fijos él la llama, a no nada». es decir, a no tener nada.
y constantes son estos cuatro; la hora diaria de ora- Y esto que experimenta no es cuestión de uno o mu-
ción, la preparación para la santa misa, la misma misa chos momentos del día, sino cosa perpetua. La fórmula
y la acción de gracias después de ella. Podemos decir usada por él en estos primeros días dice así «a no nada,
con razón que éstas son las horas propias del segundo entonces 1 todo el día». Asi io hace constar los días 2,
tiempo, porque en ellas Ignacio pone delante de la Bon- 6
3, 4 y 5 d e fe bre r o, que fueron los primeros. El día
va no le satisface la fórmula anterior y la amplifica y serie de misas a la Santísima Trinidad para darle gra-
le da mayor fuerza, de esta manera : «antes de la misa cias por las mercedes recibidas aquellos días, tiene un
en ella, con devoción y no sin lágrimas, y más a no gran parecido con la célebre ilustración del Cardoner,
nada; después parecerme, en asaz claridad y mutación
de lo sólito, seer confusión el tener en parte, el tener En la misa — dice -- con muchas lágrimas y mucho repo-
todo, un escándalo, y un ayudar para deprimir la po- sadas, con muy muchas inteligencias de la Santísima Trini-
dad, ilustrándose el entendimiento con ellas, a tanto que me
breza que Dios nuestro Señor tanto alaba». Semejante
parecía cue con buen estudiar no supiera tanto... aunque
inclinación persevera en él invariable todos los cuarenta toda mi vida estudiara... Este día, aun andando por la ciu-
dias sin una sola excepción. dad con mucha alegría interior, un representárseme la San-
Esta inclinación espiritual del Santo no para en sen- tísima Trinidad.
timiento tan sólo, antes va acompañada de grandes con-
solaciones. Dicen así las primeras palabras del Diario: Veamos esta otra del día 2r
«Sábado; abundancia de devoción en la misa, con lágri-
mas, con crecida fiducia en nuestra Señora». El 4 de En la misa,
febrero: «un allegarme mucho in afecto a nuestra Se- lágrimas en mayor abundancia que el día pasado, a la lar-
ga y con cerrárseme la palabra, alguna o algunas veces así
ñora con mucha confianza». El día 5; «Dolor de ojos mismo sintiendo inteligencias spirituales, a tanto que me pa-
por tantas lagrimas». Dia 7; «mucha abundancia de recía así entender que casi no había más que saber en esta
devoción y lágrimas, y todo el día con un calor y devo- materia de la Sanctíssima Trinidad.
ción notable». Y así todos los días. No pudiendo copiar
aquí tantas páginas como hay repletas todas de divinas En esta divina unión pasó San Ignacio siete días
consolaciones, nos contentaremos con transcribir algu- dominado completamente por el sentimiento de que la
nos de los efectos de devoción y consolación más extra- voluntad de Dios era, que la Compañía abrazase una
ordinarios que consigna el Santo; son éstos: «no pu- pobreza íntegramente evangélica; podía, pues, dar ya
diendo muchas veces tener la habla sin perderla» (14 de por terminada la elección que quiso hacer por el segun-
febrero); «muchas inteligencias sentiendo notables, sa- do tiempo enseñado en el libro de los Ejercicios. Pero le
brosas y mucho espirituales» (16 de febrero); «devoción vinieron entonces ganas de volver a probar el tercer
calorosa Y como rúbea y muchos anélitos de asaz devo- tiempo, sometiendo de nuevo a examen la deliberación
ción» (18 de febrero). que tenía ya hecha y escrita, para ver cómo las razones
Pero más altas que las consolaciones sensibles, son que anteriormente satisficieron plenamente a su espíritu,
las visiones intelectuales frecuentes y copiosas durante conservaban toda su fuerza en presencia y contacto con
estos cuarenta días; visiones de la Virgen Santísima, las consolaciones e ilustraciones de que al presente es-
de Jesucristo («los mediadores»), del Espíritu Santo, de taba llena su alma y también para presentarle al Señor
la Santísima Trinidad, de Dios (en este inundo') y de esas mismas razones, como lo ordena el último punto
la Esencia divina. Éstas, dice él, son cosas que no se de la elección hecha por el tercer tiempo. En el Diario
pueden explicar; «en tal manera viendo, que escribir no leemos cómo lo hizo el viernes, día 8 de febrero, des-
se puedo. como ni las otras cosas ejplicar» ( 14 de fe- pués de decir misa dei Nombre de Jesús.
brero). Visiones hay de la Santísima Trinidad que re-
Después de notable devoción, en oración; y lágrimas desde
cuerdan mucho a las de Manresa. Por ejemplo la del el preparar de la misa; y en ella mucha abundancia de de-
día 19 de febrero, día en que empieza a celebrar una voción y lágrimas asimismo, y con retener la palabra, quan-
che.
do podía, estando con intención de no nada [de no poseer pasando por las elecciones, de todo, de parte. de nad
nada ]; luego d es pués de la misa con devoción
y no sin lá- haciendo la oblación de no nada, con mucha devo ci ó n, pa
grimas, pasando por las elecciones por hora y media o más, interior y tr anquilidad de ánima, c
on una cierta segunda
Y presentando lo que más me parecía por razones. y por asenso de ser buena elección**
mayor moción de voluntad, es a saber; no tener renta al-
guna, queriendo esto presentar al Padre por medio y rue- Día 11 de febrero:
g os de la Madre y del Hijo, y primero haciendo oración a
ella por que me ayudase con su Hijo y Padre, y después Del Espíritu Santo [la misa]. Lunes** En medio de la ora
e,s*rincoólgatumbdfe
orando al Hijo me ayudase con el Padre en compañía de la
Dios nuestro Señor, la oblación pasada fuese por la su divina
Madre, sentí en mi un ir o llevarme delante del Padre; y en
majestad aceptada, con asaz devoción y l á grimas, y después
este andar. un levantárseme los cabellos, y moción como ar- un dato adelante coloquendo con el Espirito Santo para de.
dor notabilísimo en todo el cuerpo,*** y consecuente a esto, lá- Sir su misa, con la misma devoción o lágrimas me
grimas y devoción intensísima . Esto después leyendo, y juz- parecía
veerle o sentirle en claridad espesa o en color de llama
gando estar bien escrito, venirme una nueva devoción no
ígnea modo insólito, con todo esto, se me asentaba la elec-
sin agua a los ojos; después, acordándome destas gracias ción echa.
recibidas, una nueva devoción. Después para discurrir y entrar por las elecciones , y de-
A la tarde, por hora y media o más, andando por las elec-
terminado, y sacadas las razones que tenía escritas, para
ciones asimismo, y haciendo elección de no tener nada, ha-
llándome con devoción, me hallaba con una cierta elevación discurrir por ellas, haziendo oración a nuestra Señora . des-
y muy tranquilamente sin contradicción alguna a tener al- pués al Hijo y al Padre para que me diese su Espíritu para
guna cosa, y quitándoseme la gana de ir en las elecciones discurrir y para discernir, aunque hablaba ya como cosa
tanto adelante como algunos días antes pensaba. echa** sintiendo asaz devoción y ciertas inteligencias con al-
guna claridad de vista, me senté mirando casi in genere el
Los días siguientes 9, lo y 11 de febrero, vuelve a
tener todo, en parte y no nada, y se me iba la gana de veer
ningunas razones, en esto viniéndome otras inteligencias, es
pasar por las elecciones. Día q de febrero:
a saber, cómo el Hijo primero envió en pobreza a predicar
Pasando por las elecciones con mucha trancuilidad y de- a los apóstoles, y después el Espíritu Santo. dando su Es-
voción, en todo me parecía no tener parte, ni todo [cuiere píritu y lenguas, los confirmó, y así el Padre y el Hijo
decir, no tener pobreza restringida o sin pobreza], ni ser enviando el Espíritu Santo, todas tres personas confirmaron la
cosa asaz digna para mirar en ello, teniendo por acabado, tal misión. A esto, entrando en mi mayor devoción y qui-
y con mucha tranquilidad de mente, y así siempre me tarme toda gana de mirar más en ello, con un lacrimar
restava con no tener nada. y sollozos, hice la oblación de no nada al Padre, de rodillas,
y con tantas lágrimas por la cara abajo y sollozos
al hacer
Día ro de febrero: la oblación y después, quasi no me pudiendo levantar de
sollozos y lágrimas de la devoción y gracia que recibía, y
Andando por las elecciones, y haciendo la oblación de nc así tandem me levanté. y levantado aún seguirme la devo-
tener nada, con mucha devoción y no sin lágrimas, y así ción con los sollozos. ellos viniendo habiendo hecha la obla-
antes en la oración sólita [se refiere a la hora de oración ción de no tener nada, dando por rata, válida, etc.
acostumbrada en la Compañía], antes de la misa, en ella, y Después, de ay a un rato, andando y acordándome de lo
después de ella, con asaz devoción y lágrimas, y siempre pasado, una nueva moción interior a devoción y lacrimar.
con no tener nada, quietándome en la oblación hecha, De ay a un rato. para sallir a la misa, llegándome a corta
habiendo sentido mucha claridad discurriendo, y después cer- oración, una devoción intensa y lágrimas, a sentir o ver cier-
ca los mediadores ciertos sentidos y no sin vista. A la no- to modo el Spíritu Sancto, como cosa acabada cerca la clec-
cien. y no poder así ver ni sentir a ninguna de las otras dos la Santísima Trinidad, aunque «sentía una íntegra segu-
ridad que el Padre eterno me restituiría a lo pasado».
personas divinas.
Después en capilla, antes de la misa, y en ella, con abun- A vueltas con estos sentimientos pasa los días 12, 13,
dancia de devoción y de lágrimas. Después con grande tran- 14 y r5 de febrero.
quilidad y seguridad de ánima, como de cansado quien des- El 16 de febrero, celebrada la misa del Nombre de
cansa en mucho reposo, y para no buscar ni querer buscar Jesús, vuelve a las elecciones, probando los dos modos
cosa alguna, teniendo la cosa por acabada, si no fuere por del tercer tiempo, corno se desprende de las siguientes
dar g arias, y por devoción del Padre y de misa de la Tri- palabras
nidad, según que antes tenía pensado de decirla el martes
de mañana. El Padre me atraía a sus misericordias... y este sentir o
veer creciendo, con mucha abundancia de lágrimas por el
Estando así las cosas, acaeció un hecho que perturbó rostro, con una grandísima fiducia en el Padre, como qui-
un poco la serenidad de estos días de cielo, y puso de tándose el destierro pasado. Después. yendo a misa, prepa-
manifiesto el grado extraordinario de pureza de con- rando el altar, vestiéndome*** y entrando en la misa, en todas
ciencia a que había llegado San Ignacio y su gran sen- estas partes con muchas intensas lágrimas, tirándome al Pa-
sibilidad para apreciar la menor variación por parte de dre, al qual ordenando las cosas del Hijo muchas inteligen-
la pre s encia divina. cias sintiendo notables, sabrosas y mucho spirituales.
Hay que advertir que las habitaciones y la capilla Después de la misa, pasando por las unas elecciones por
una hora, mirando el punto y mirando la renta dada, pare-
que usaba el Santo en tiempo de esta elección (las mis- ciéndome ser nudos y impidimentos del enemigo, con mu-
osas que con tanta devoción visitan ahora sus devotos cha tranquilidad y paz elegiendo y ofreciendo al Padre el
en la Iglesia del Jesús de Roma), a un lado tenían una no tener ni para la Iglesia; y tornando por las otras eleccio-
escalera y por el otro daban a un patio; lo que hacía nes lo mismo, no sin moción interior y a lágrimas.
que algunas veces se oyera el ruido de los que bajaban A la noche, sacando las cartas [quiere decir los papeles:
o subian o la voz de los que hablaban ; cosas ambas muy de la palabra italiana «carte»] para veer y hacer razones
molestas para él porque eran un verdadero estorbo para de las electiones... Después... pidiendo gracia para discurrir
la íntima urden que su alma tenía con Dios. Y dice en con su espíritu y moverme con el mismo, antes que me le-
un punto de su Diario, que pensó en trasladarse a otro vantase, me parecía no seer para qué veer más electrones;
piso de la casa, o irse de ella para huir de aquella difi- y con esto cubriéndome tanto de lágrimas, y con tanta in-
cultad. tensa devoción, sollozos y regalos spirituales por un rato me
muevo a hacer mi oblación de no nada para la yglesia, ni
Sucedió, pues, que el día 12 de febrero, uno de aque-
más querer mirar en ello, si no es los dos días por venir, para
llos ruidos importunos le vino a molestar, precisamente
rengraciar y rehacer la misma oblación, o más en forma, y
en el tiempo que tenía muy presentes a sus intercesores así hago con eccesivas lágrimas, calor y devoción interior;
María y Jesús, y se levantó de su sitio con el propósito y después, durándome lo mismo, me parecía que no me po-
de hacer desaparecer semejante estorbo. Acto continuo día levantar, mas querer estar allí con aquella visitación
le pareció que con lo hecho había faltado a la reverencia interna. De ahí a un poco viene un pensamiento, que los otros
debida a las celestiales personas, y que por lo mismo le ;los días puedo veer las elecciones, y que el contrario desto
parecía también que le eran ya menos visibles. Deja en- no pareciendo haber determinado, me toca y a y me sacava
tonces el Santo los sentimientos ordinarios de aquellos de la tanto intensa devoción, queriendo yo repuñar al tal
días para dedicarse totalmente a pedir perdón, y en pe- pensamiento, tandem levantándome y asentado, puesta la
nitencia piensa privarse de llegarse tan íntimamente a cosa en alguna electrón, y miradas algunas razones spiritua-
les, y comenzando un poco a lacrimar, juzgando seer ten- gando y suplicando con largos raz onamientos para que
tación. me pongo de rodillas , ofreciendo de no mirar más la mi confirmación ultimada y dar gracias subiesen
elecciones en esta materia, mas tomando los dos días, es a adelante del trono de la Santissima Tri nidad... Hice la
saber, hasta el lunes decir misa para dar gracias y reite-
rar las oblaciones. En este ofrecimiento y oblación de nuevo confirmación ultimada a la Sanctissima Trinidad delante
*tantas lágrimas y en tanta abundancia, Y con tantos sollo- de toda su corte celestial, dando gracias con mucho in-
tenso afecto, primero a las personas divinas , después a
zos regalos spirit uales, que después de hecha al Padre
delante de nuestra Señora, de los ángeles, etc., continuando nuestra Señora y a su Hijo, después por los ángeles.
las mismas lágrimas, etc., sentía en mí no querer levantar, sanctos padres,*** apóstolos, discípulos, a todos sanctos y
mas estar allí en lo que tanto eccesivarnente sentía; y así santas y a todas personas que para esto me habían a y u-
a la fin con muy mucha satifacción, y continuando la mis- dado».
ma devoción y lágrimas, me levanté con firme propósito de Esto de la devoción tan copiosa le acaeció antes de
Disert ar la oblación hecha, y todo lo ofrecido. la misa y mientras se preparaba para celebrarla. La
misa, sin embargo, careció de toda devoción. se halló
Observemos con detención la gran finura de los sen- seco, y el Santo no podía resignarse a que siendo ésta
timientos ignacianos. Ve con toda claridad que no debe la última misa que decía de la Santísima Trinidad pa-
volver más a las elecciones, porque la cosa está ya defi- sase sin devoción. Acabada la misa, se serenó «medien-
nitivamente resuelta y Dios así lo quiere, y hace su obla- do mi mesura con la sapiencia y grandeza divina». Le
ción ante la divina majestad proponiendo dedicar dos acometió entonces una tentación descarada de enojo
días más a repetir dicha oblación y a dar gracias. Pero queriéndole persuadir de que no dijera más misas de
entonces se le ocurre, que en esos dos días puede tam- la Trinidad. Sin determinar lo que en este caso había
bién volver a las elecciones, puesto que respecto de esto de hacer, pasó el día entre devoto y tentado, y se fué
no ha hecho elección definitiva, y de nuevo se encuentra a dormir dejando la resolución para el siguiente día.
turbado. Reflexiona entonces un momento siguiendo las Día 19 de febrero. Despertó lleno totalmente de amor
reglas de discreción de espíritus (332 y 333), rechaza y devoción hacia la Santísima Trinidad. En este día
el tal pensamiento, y se resuelve a dedicar los dos días tuvo sobre este misterio aquella iluminación mara v illo-
únicamente a repetir la oblación y a dar gracias. El Se- sa comparable con la eximia del Cardoner, como va
,
Santodándole , dándole abun*
ñor confirma este propósito del Santo, - lo dejamos anotado. Determina, pues, decir la misa de
abun**dantes consolaciones. la Trinidad, y creciendo más y más su devoción, resuel-
Día 17 de febrero; Lo pasa todo él repitiendo su ve decirla unos días seguidos, tal vez seis, o más, pero
oblación y dando gradas al Señor. Se va a dormir pen- sin fijar el número.
sando, lleno de devoción, en que al día siguiente aca- Día 20 de febrero. Vuelve a decir misa de la Trini-
baría. dad y ve claramente que aquella del dí 18 era tenta-
Día 18 de febrero. Al despertar se halla completa- ción. Ya no sentía la necesidad de continuar esas misas
mente desolado, «desierto de toda cosa spiritual» y des- para alcanzar la entrada con la Santísima Trinidad que
confiado de encontrar gracia con la Santísima Trinidad, echaba de menos, ni para confirmar las elecciones pasa-
cuya misa iba a celebrar. Se le ocurre pasar tres días das, sino solamente para dar grao**ias.
sin comer con el fin de obtener lo que mucho desea Día 21 de febrero. Misa de la Trinidad con ilustra-
es decir, entrada con la Santísima Trinidad. En este ciones intelectuales tan sublimes que le obligan a ex**
momento invade su alma un torrente de devoción: «ro- clamar con San Pablo; Dominas Kit.
Día 22 de febrero, Misa de la Trinidad con la mis- veces que el día me acordaba o me venia en memoria de
Día ma devoción. Jesús, un cierto sentir o veer con el entendimiento en con-
23 de febrero. Misa de la Trinidad. Hoy se tinua devoqión e confirmación.
écporensltíuaJyú iónde
calima de la Compañía; «Viniendo en memoria guando Día 24 de febrero. Es domingo y dice misa de domi-
el Padre me puso con el Hijo... Con esta intensión de nica. Siente que la Santísima Trinidad por medio de
imprimirseme tanto el nombre de Jesús.» Rogaba muy Jesús sigue otorgándole la misma confirmación ya ex-
particularmente por los compañeros que habían firmado perimentada y esto le dura todo el día. «Era en mí
la proposición de la pobreza restringida. Copiemos un tanto amor, sentir o ver a Jesús, que me parecía que
magnífico párrafo del Diario: adelante no podía venir cosa que me pudiese apartar
dél ni hacerme dudar cerca las gracias o confirmación
En la oración sólita, al principio no hallando de la
mitad adelante con asaz devoción y satisfacción de ánima, con recibida.»
alguna muestra de claridad lúcida. Al preparar del altar, ve- Día 25 de febrero. Misa de San Matías, por ser su
niendo en pensamiento Jesús, un moverme a seguirle, pare- fiesta. También hoy es Jesús el que se le presenta «con
ciéndome internamente, seyendo él la cabeza de la Compa- un sentir n veer que no se puede así explicar». Echa
ñia, seer mayor argumento para ir en toda pobreza, que to- de menos a la Santísima Trinidad y quiere decir misa de
das las otras razones humanas, aunque me parecía que todas ella «para reconciliarme».
las otras razones pasadas en elección militaban a lo mismo, Día 26 de febrero. Misa de la Trinidad. Quien se le
y este pensamiento cue movía a devoción y a lágrimas, y representa durante todo el día de hoy, es Jesús, y él se
a una firmeza, que, aunque no hallase lágrimas en misa halla muy conformado con la voluntad divina respecto
o misas, etc., me parecía que este sentimiento era bastan- de hallar o no a la Trinidad Santísima.
te, en tiempo de tentaciones o tribulaciones, para estar fir-
me. Con estos pensamientos andando y vestiendo, creciendo Día 27 de febrero. Misa del miércoles de ceniza, fies-
incremento, y pareciendo una confirmación, aunque no re- ta del dia. «Ver, fuera de las fuerzas naturales, a la
cibiese consolaciones sobre esto, y pareciéndome en alguna Sanctíssima Trinidad y a Jesús.» Jesús lo pone en co-
manera seer de la Sanctíssima Trinidad el mostrarse o el municación con la Trinidad, pero él no ve a Jesús corno
sentirse de Jesús, viniendo en memoria guando el Padre otras veces en sola su Humanidad, «más seer todo mi
me puso con el Hijo. Al fin ir del vestir, con esta intensión Dios».
de imprimireme tanto el nombre de Jesús, y tanto esfor- Día 28 de febrero. Misa de las llagas de Jesús. La
zado o parecer seer confirmado para adelante, venía en nue- misma visión de ayer.
va fuerza de lágrimas y sollozos, comenzando la misa asis- Día i de marzo. Misa del sábado de cuaresma. Gra-
tente mucha gracia y devoción y con lágrimas quietas y a
la larga, y aun acabada durándome una devoción grande cia y devoción abundantes.
y mociones a lágrimas hasta el desnudar. En el tiempo Día 2 de marzo. Misa de dominica. «Todo en amor
delta sintiendo diversos sentimientos a confirmación de lo de Jesús, hablando v deseando más morir con él que
dicho; y el tener el Sanctissimo Sacramento en las manos, vivir con otro, no sentiendo temores, r tomando cierta
veniéndome un hablar y un mover intenso de dentro, de confianza y amor en la Sanctíssima Trinidad,» Acabada
nunca le dejar por todo el cielo o mundo o etc., sentiendo la misa, le vino el pensamiento de que con la primera
nuevas mociones. devoción y gozo espiritual. Añadía de mi visita que tuviera de la Santísima Trinidad, daría ya
parte, haciendo quanto era en mi, y esto último se termi- por terminado el número de misas que le había ofrecido
naba para los compañeros que habían firmado. Después, las (siete había dicho después del ofrecimiento), y todo el
negocio de la pobreza. Pero pensándolo más despacio, visitas de la Santísima Trinidad, del Padre, del Hijo
le pareció que no le tocaba a él, sino a Dios señalar el de la Virgen Santísima y de los Santos. Ignacio va n
tiempo y la manera de acabar. piensa ahora en las elecciones ni en pedir perdón d
Dia 3 de marzo** Misa de la Trinidad, que le visita ninguna falta; se ocupa solamente de la visita divin
«no viendo así como los días pasados las personas dis- que lo absorbe por completo**
tintas, mas sentiendo como en una claridad lúcida una En todo esto aparece patente y clara una verdad
essencia». jesús lo acerca aún más a la Trinidad, «ha- contenida ya implícitamente en los tres tiempos de ha
llándome a su sombra como seyendo guía». Se sentía **cer buenaeprloqucahibón,lzr*
plenamente satisfecho, aunque no se le acababa la de- sima, nacida de la conducta observada por San . Ignacio
voción de seguir diciendo misas a la Santísima Tri- y de las palabras que aquí nos ha dejado escritas. U:
nidad. verdad es ésta: las consolaciones divinas que en una
Día 4 de marzo** Misa de la Trinidad, la cual le elección del segundo tiempo nos manifiestan la voluntad
visita de un modo tan extraordinario «que me parecía de Dios, son de mucho más valor y se han de tener
eccessivamente juntarme a su amor tanto bagado y dul- en mayor aprecio y estima que la elección misma ; por-
ce, que me parecía aquella intensa visitación y amor que la elección es cosa nuestra, y la consolación o es
fuese señalada o eccelente entre otras visitaciones»** Si Dios mismo o es obra de Dios. O dicho de otra manera
continúa diciendo misa de la Trinidad, teme perder un quien lleva la dirección en el segundo tiempo de elección.
ojo de tanto llorar. La misma consolación le confirma no somos nosotros, sino Díos** Por esta causa hemos
cn su propósito de seguir diciéndolas** de dejar en sus manos, no sólo la gracia de la conso-
Día 5 de marzo. Misa de la Trinidad acompañada lación que buscamos como comprobante de un acto
de «las mayores visitaciones a la Sanctíssima Trinidad» nuestro, sino también el alargarla más de lo que piden
que borraron de su memoria los días de nostalgia pa- las reglas de elección, para otros fines dignísimos que
sada, «con una tranquilidad y descanso del ánima... puede tener en ello la bondad divina. Si en cosas. nues-
como de cansado quien reposa con ánimo tranquilo, de- tras nos dice San Ignacio que «en el punto en el cual
voto y visitado»** hallare lo que quiero, ahi me reposaré, sin tener ansia
Dia 6 de marzo. Misa de la Trinidad. Visión de la de pasar adelante hasta que me satisfaga» [76] ; cuando
Esencia divina, sin ver ni distinguir personas, excepto de lo que se trata es de seguir el gusto del Señor, ¿no
d Padre. «Me parecía ver más claro más allá de los le dejaremos a Dios la iniciativa, la dirección y el con-
cielos que lo que acá quería considerar con el entendi- tinuar sus consolaciones hasta que Él se satisfaga, sin
miento; illustrándose allá.» Después de esto, visión de tener nosotros ansias de pasar adelante?
la divina Esencia, y en ella también de las Personas. Y este sentimiento no se presenta por vez primera
Sin poderlas definir bien, sentía en sí las atenciones precisamente el 7 de marzo, pues lo había tenido ya el
que quería tener con él la Santísima Trinidad, «es a sa- día 2 del mismo mes, como lo declaran las siguientes
ber, por qué vía llevarme, y yo razonando cómo o por palabras;
dónde quería que fuese, tratando conmigo coniectaba y
pensaba que por ventura sin visitaciones de lágrimas Pareciéndome que yo no deb í a definir el tiempo para aca-
me quería hacer contento, sin seer ávido o desordenado bar, hallando la visitación en el cabo, mas entonces o guan-
en ellas»** do a la su divina majestad le pareciese seer mejor comu-
Día 7 de marzo. Misa de la Trinidad con muchas nicándome la tal visitación.
Lo que ha sucedido es que hoy se ha hecho más in Me parecía que no tenía licencia para mirar arriba, y
tenso (**ojo a la página**), y por eso vuelve a escribir ; acuel no mirar arriba, mas en medio, me crecía la devo-
ción intensa con intensas lágrimas, teniendo y creciendo
Nosabiendoenquéraer solverporbuenespaciode acatamiento y reverencia a las visiones de arriba, y con ve-
tiempo, si daría fin a las misas, o cuando: después venia nirme cierta confianza que se me daría licencia, o se me
me in mente que mañana digiese misa de la Sanc ís ima manifestaría a su tiempo (día 7)** Nuevas mociones, y, du-
*Trinidad, a determinar lo cue havía de hacer o finir del rándome al cabo con mayores, y con asaz de lágrimas, mos-
o; me * en muchas mociones y lágrimas, y de rato en trándoseme una humildad mucho grande, para no mirar
o, por mucho espacio de tiempo, grandes mociones , so** aun el cielo, y cuanto menos quería arriba y humillarme
**ros y grandes efusiones de lágrimas, tirándome todo al y basarme, tanto más gusto y visitación espiritua l sentía****.
or de la Sanctissima Trinidad, con muchos coloquios ba- En estos intervalos de tiempos, dado que iba para no alzar
ndo y viendo disposición para más y más gozar destas los ojos del entendimiento arriba, y para procurar de seer
*¿inspracoemuyt,siqraepy contento de todo, imo rogando que a igual gloria divina no
*humilanoyprecédunbopertémian me visitase con lágrimas, algunas veces que el entendimien-
finir, mas donde se me descubriere y fuere visitado, to se me iba arriba inconsiderate, me parecía. veer
ha si poniéndome todo para terminar y gozar donde le cosa del seer divino, que otras veces, queriendo, no es en mi
facultad.
Y para que veamos qué actos de amor tau perfectos Día 9 de marzo. Misa de la dominica 2ª de cuares-
asan en Ignacio las divinas visitaciones, a continua- ma. Siguen las visitaciones de la Santísima Trinidad
in de las palabras copiadas, escribe; y de Jesús, «juntos o casi juntos, en tal modo, que la
terminación a Jesús no disminuía devoción de la
Viniéndome en** pensamiento, y si Dios me pusiese en el Sanctissima Trinidad, ni e contra».
**erno, se me representaban dos partes: la una** la pena Día ro de marzo. Misa del Nombre de Jesús. Efectos
e padecería alli; la otra. cómo su nombre se blasfema allí;
parecidos**
**ca la primera no podía sentir ni veer pena, y así me Día ir de marzo, Misa de la Santísima Virgen. Efec-
r**ecia y se me representaba serme más molesto en oír
tos parecidos.
,**sfeniar su sanctíssimo nombre** Después, asentándome a
ater**. y cesando las lágrimas, me duró todo el día en peso Día 12 de marzo. Misa del Espíritu Santo** Comienza
a mucha interna y calurosa devoción. el día con alguna devoción, pero, después de media misa,
'inquietud.
Día E de marzo. Misa de la Trinidad. Las divinas
nsoiaciones** continúan en gran abundancia y aparece Con batalla qué haría en el finir... sin ninguna señal de
ellas algo nuevo que se inició en el día anterior y visiones ni intelligencias... hallándome todo desierto de so-
y se manifi es t a mucho más. Es una especie de pugna corro alguno, sin poder tener gusto alguno de los mediado-
res ni de las personas divinas, mas tanto remoto y tanto
tre Dios e Ignacio. Ignacio. por humildad y reveren-
separado, como si nunca hubiese sentido cosa suya, o nunca
t, no se atreve a levantar sus ojos a lo alto, hacia la hubiese de sentir adelante, antes veniéndome pensamientos
i**ntisima Trinidad, y los baja muy devotamente; y guando contra Jesús guando contro otro hallándome así con-
os cuanto más él los baja, lo visita con mayores fuso con varios pensamientos, guando de irme de casa y to-
consolaciones. Oigamos sus palabras; mar una cámara locanda por evitar rumores [de la escalera
y del pati], cuando querer estar sin comer, cuando comen**
zar de nuevo misas, cuando hacer el altar arriba, y en nin** cosa en sí ni ofrece duda, plantea así el problema;
gura parte hallando requiem con un deseo de dar fin en ¿Será de ma y or gusto de Dios el que acabe ya, sin es-
tiempo de ánimo consolado y satisfecho en todo** perar a más pruebas ni decir más misas? En este punto
le embargan dos sentimientos diferentes; uno el mayor
En este pasaje se nos describe el estado de desola- placer del Señor de que a ca be sin más pruebas; el otro
ción tan bien como en el libro de los Ejercicios [317]. su propia inclinación a que se avenga Dios con su deseo
¿Oué hará Ignacio en este caso? Nos acaba de decir, de acabar en tiempo de consolación divina** Somete a
que su d e seo era acabar estos cuarenta días teniendo elección estos sentimientos y dice;
su espíritu consolado y plenamente satisfecho. Hoy ter-
mina el plazo, y el estado de su espíritu es todo lo con- Comencé luego a advertir y quererme llegar al placer de
trario de lo que él deseaba. Sin duda alguna, el Santo Dios nuestro Señor, y con esto cornenzaron a yr de mi gra-
trataría de hallar en sí alguna de las «tres causas prin- datim* las tinieblas, yvenirmlágas,étyendo
cipales por que nos hallamos desolados» [322], y vería aumento, se me quitó toda voluntad de más misas para este
que tal vez obedeciera a «la segunda, por probarnos efecto, y viniendo en pensamiento tres misas de las Trini-
para cuánto somos, y en cuánto nos alargamos en su dad para dar gracias, me parecía seer de mal spíritu; y
servicio y alabanza, sin tanto estipendio de consolacio- determinando que ninguna, crecía mucho en amor divino, y
tantas lágrimas u con tantos sollozos y fuerzas y de ro-
nes y crescidas gracias» ; o bien a «la tercera, por dar-
dillas por mucho tiempo y paseando, y otra vez de rodillas
nos vera noticia y conoscimiento para que internamente con muchos, varios y diversos razonamientos v con tanta
sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción
satisfacción interior, y aunque esta visitación tanto grande
crescida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna o**onso- (que sentía notable dolor de ojos) durase por espacio de una
lación espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios hora, poco más o menos, tándem cesando lágrimas y dubi-
nuestro Señor»** Se acordaría también de las reglas que tando si concluiría a la noche con semejante afl uencia, si
nos dicen lo que conviene hacer en el tiempo de la hallase, o agora; habiéndose cesada la afluencia, aun me
desolación ; «nunca hacer mudanza, mas estar firme y parecía que Mejor agora; que el buscar o tardar para la
constante en los propósitos y determinación en que es- tarde era aún querer buscar, no seyendo por qué, y así pro-
taba» [318] ; «intenso mudarse contra la misma desola- puse delante de Dios nuestro Señor y toda su corte, etc.,
ción» [319] «prueba en sus potencias naturales.**. con dando fin en acuel puncto, no proceder adelante en aquella
materia; y aun a este último proponer, viniendo mociones
el auxilio divino; el qual siempre le queda» [320] ;-«tra-
internas, sollozos y lágrimas, ataque en el tiempo de las
baje de estar en paciencia..** y piense que será presto
muchas efusiones dellas tenía todo por concluido, y de no
consolado» [321]. buscar ni misas, ni visitación alguna, mas concluir en este
- Comienza, pues, Ignacio a trabajar valiéndose de sus día** Finido.
potencias naturales y del auxilio de la gracia ordinaria.
Cae en la cuenta de que anda buscando demasiadas se- Por la tarde volvió otra vez el tentador con más
ñales divinas y mucho su propia satisfacción. La cosa dudas, pero Ignacio le contesta «súbito respondiendo sin
no podía estar más clara; no es propiamente la segu* turbación alguna. antes como a una cosa vencida: ¡la
ridad en el acertar lo que le atrae, sino el prurito de tu posta!». La tentación queda vencida y vuelve la vi-
hallarlo todo a medida de su gusto espiritual. Por otro sión de la Trinidad. De este modo termina esta elección
lado, se le ocurre que si acaba tan desterrado de Dios, magnífica que Dios ha querido que llegase hasta nos-
después le vendrán inquietudes. Supuesto, pues, que la otros autógrafa y en un lenguaje donde se vuelca toda
n*uesatrdoSbñí,mc.yDir
alma y no empleado por San Ignacio en ningún otro lágrimas. mas este acatamiento y reverenc i a, a tanto que
los escritos que habían de leer ojos humanos** frecuentandome en este acatamiento, antes de la misa, en
Una cosa queremos advertir antes de terminar; a cámara, en capilla y en la misa. y veniéndome lágrimas,
sa, cómo Dios con este final un poco duro e las refutava de presto, por advertir al acatamiento, y no
pareciendo que era yo o mío, se me representava el acata-
sdinecpuarot,íésnlacioe
miento, el cual siempre me aumentava en devoción y en lá-
visitas sobrenaturales, quiso purificar el amor de Igna- grimas: a tanto que me persuadía que ésta era la via que
o de todo residuo de egoísmo o complacencia excesiva al Señor me quería mostrar, corno los días pasados creía
su propio gusto espiritual, confirmándolo al mismo cue me quería mostrar alguna cosa, y a tanto que, dezien-
tiempo en la unión y correspondencia que han de do la misa, me persuadía que en más tenía esta gracia y
argentusílodimpecón*Lali conoscimiento para el provecho espiritual de mi ánima, que
si último día ya hemos visto que realmente versó entre todas las otras pasadas.
deseo por parte de Ignacio de acabar consolado, y el
gusto de Dios de que terminase apoyado en la luz y Dos días después, o sea el 16 de marzo, vuelve a
razón natural; cosa muy conforme con la ascética escribir :
eignascp,isremp*rtionaldesugr Haciendo oración en cámara, antes de la misa, se me die-
**sabdad. se acatamiento. reverencia*** y humildad; y en guardo visi-
Al hablar de la relación que existe entre los tres taciones o lágrimas. no se me diesen, si igual servicio fuese
tiempos de elección, vimos que los consuelos divinos, la su divina magestad, o gozarme de sus gracias y
amparados con las luces de la pura razón, son de un visitasiones limpiamente, sin intereses; y así después todas
rden superior, pero que la total perfección está en unir las visitaciones espirituales venían en representárseme aca-
**unos otras evitando toda confusión** Este orden guar- tamiento, no solamente a las personas divinas en nombrarlas
o en acordarme dellas, mas aun en reverenciar el altar y
o Dios, al parecer. durante los cuarenta días: Él tomó las otras cosas pertinentes al sacrificio, refutando [apartan-
asucrgolpteina;Icouslyhat do] las lágrimas n visitaciones. guando me venía el adver-
donde alcanzaron sus fuerzas; y el final fué recibir el tir a ellas o desearlas, y así advertiéndome primero al aca-
Sanno la visita divina como fruto y premio de haberse tamiento, las visitaciones venían conseqüentes, el contrario,
resuelto a seguir en la tentación el camino de la razón. id est, advertir primero a las visitaciones que al acatamien-
Después del día 12 de marzo hay escritas unas pala to, juzgando seer malo, y pareciéndome y confirmando lo
bras de Ignacio, que dicen: «estos 4 días tomé para no que sentía el viernes pasado (o sea, el 1 4 de marzo, según
mirar cosa alguna de Constitucionese». Y de hecho los antes hemos copiado).
pasó descansando él en Dios y visitándolo Dios a él.
Agradable y a la vez provechoso nos parece recoger en-
tre los apuntes de estos cuatro días, aunque ellos no
pertenezcan va al objeto de este estudio, algunas pala-
bras del Santo que nos manifiestan lo purificado que
quedó su amor con las visitas de Dios. Escribe el 14 de
marzo:
Era en mí un pensamiento que me penetraua dentro del
ánima, con cuánta reverencia y acatamiento yendo a la mi-