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LA DIGNIDAD
DE CREER
ESTUDIOS Y ENSAYOS
BAC
PA S T O R A L
Págs.
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
PRIMERA PARTE
LA BÚSQUEDA DE LA DIGNIDAD EN UN MUNDO TRÁGICO
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Págs.
SEGUNDA PARTE
LA DIGNIDAD DE LA FE CRISTIANA
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Págs.
TERCERA PARTE
LA DIGNIDAD DE LA EXISTENCIA ECLESIAL
183
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
CAPÍTULO VIII. La Iglesia, parábola de la Pascua . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
190
1. La paradoja pascual de la novedad cristiana . . . . . . . . . . . . . . . .
193
2. La celebración de la Pascua en la memoria de la Iglesia . . . . . . . .
3. La Pascua de la alianza judía como hecho revelador y salvador . . . 194
195
a) El paso histórico de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
196
b) La teofanía de una interpelación personal . . . . . . . . . . . . . .
198
c) El espacio de la alianza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
d) El pueblo de la alianza en el destino de la historia (envío y misión) . . 200
205
4. La alianza de la Pascua de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. La parábola del acontecimiento fundador . . . . . . . . . . . . . . . . . .
209
CAPÍTULO IX. La Iglesia, realidad personal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
212
1. La insuficiencia de concepciones estrechas . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. La memoria del Antiguo Testamento: alianza y mediación . . . . . .
X ÍNDICE GENERAL
Págs.
como función más que confirmar o ratificar lo que otros han dicho aca-
baría siendo superfluo. Reivindicar algo propio y exclusivo no es acto de
exclusión o de marginación sino voluntad de diálogo creador y construc-
tivo con quienes piensan de otro modo. Y ello basándose en la dignidad
de creer.
José Antonio Marina1 admite que la religión haya podido servir para
sacar al hombre de su trivialidad y de su irrelevancia, pues no es lo mismo
pertenecer a la naturaleza sin más, que pertenecer a una naturaleza con-
cebida como obra de Dios: las cosas se hacen entonces significativas y
resulta posible desear e inventar un proyecto de dignidad. Ahí se encuen-
tra efectivamente la provocación de la fe a toda civilización, con lo que
establece una encrucijada, una alternativa.
El proyecto de dignidad que surge de la revelación del Dios Trinidad
no se refiere tan sólo a las preguntas del individuo singular. Es cuestión
que afecta a toda una civilización que debe pensarse y repensarse desde
sus fundamentos. ¿Cómo es explicable racionalmente que sus inmensos
logros y adquisiciones puedan conducir al hombre a la trivialidad y a la
irrelevancia? ¿Ha de ser el dinamismo de las transformaciones el que rein-
terprete continuamente la dignidad humana, o ha de ser ésta la que ha de
oponerse a la dictadura del progreso imparable e incontrolable? G. An-
ders, discípulo de Heidegger, observaba con acierto que no basta cambiar
el mundo, pues es lo que estamos haciendo y lo que en gran medida suce-
de aún sin nuestra intervención, debemos por el contrario interpretar ese
cambio para que el mundo no continúe cambiando sin nosotros y para que
no cambie al final sin nosotros2. En esa alternativa está en juego el valor
que se da al hombre y, por ello, el tipo de hombre que se quiere convertir
en centro (o en juguete) de una civilización. Señalaremos cuatro aspectos
que consideramos fundamentales desde este punto de vista.
1. Uno de los debates más vivos del presente ha sido protagonizado
por dos conocidos pensadores alemanes. P. Sloterdijk ha publica-
do Notas para el parque humano. Una respuesta a la Carta sobre el
humanismo de Heidegger 3. Propone dejar atrás la cándida ilusión
1 Cf. «Dictamen sobre Dios. Carta a J. I. González Faus»: Iglesia Viva 211 (2002) 120. Más
Zeitalter der dritten industriellen Revolution (Beck, Múnich 1980) 5, invirtiendo de este modo el
debate en torno a la tesis 11 sobre Feuerbach por parte de Marx.
3 Publicado por Siruela, Madrid 2000. Sigue idéntica lógica En el mismo barco. Ensayo sobre
4 Die Zukunft der menchlichen Natur. Auf dem Weg zu einer liberalen Eugenik? (Suhrkamp,
Fráncfort 2001). Sobre la evolución de Habermas de cara al tema religioso, que tanto tiene que
ver con este punto, cf. A. TRAUTSCH, «Glauben und Wissen. Jürgen Habermas zum Verhältnis
von Philosophie und Religion»: Philosophisches Jahrbuch 111 (2004) 180-197.
5 Editado por Taurus, Madrid 2004. No entramos –ya que no es de nuestra incumbencia en
este libro– en las aplicaciones concretas acerca de las relaciones entre Europa y Estados Unidos.
6 E. G. BORRADORI, La filosofía en una época de terror. Conversación con J. Habermas y
J. Derrida (Taurus, Madrid 2004). Derrida llega a relacionar de modo directo la generalización
del terror político actualmente en curso con la misma modernidad –la escisión entre países gana-
dores y perdedores, el desarraigo respecto a las raíces tradicionales–. El tema del terror se hace
cada vez más recurrente en la reflexión actual. Cf. también P. SLOTERDIJK, Temblores de aire (Pre-
textos, Valencia 2003) que se presenta como un diagnóstico epocal de nuestra civilización pos-
metafísica o «metafísicamente diferente».
PRÓLOGO XV
7 El primero fue publicado en la revista Foreing Affaires, y el libro en Nueva York, con rápi-
das traducciones en las principales lenguas, también en español, como causa y efecto del debate
que suscitó a escala internacional.
8 No basta simplemente denunciar defectos en el funcionamiento de la vida eclesial o en la
El coraje de ser católico. Crisis, reforma y futuro de la Iglesia (Planeta, Barcelona 2003). En la misma
lógica M. RANCHETTI, Non c´è più religione. Istituzione e verità del cattolicesimo italiano del
Novecento (Garzanti, Milán 2003). Aunque esto sea cierto, el centro de la cuestión es descubrir
lo que la revelación aporta de inteligibilidad y de sentido a la vida del hombre individual y de la
colectividad humana.
9 J. DE KESEL, «Annoncer l’Évangile aujourd’hui»: Nouvelle revue théologique 126 (2004) 3-15,
a propósito de Envoyés pour annoncer publicado en 2003 con motivo del Año de la Evan-
gelización. El sentido de la idea de alianza a nivel de organización política ha sido señalado por
A. CORTINA, Alianza y contrato. Política, ética y religión (Trotta, Madrid 2001): privilegiar sólo el
pacto o el contrato, según el modelo de las democracias, esconde la trampa del poder o de la debi-
lidad social y personal, mientras que la idea de alianza introduce el criterio del reconocimiento
recíproco entre las personas, de las obligaciones respecto a los otros, de la misericordia y el perdón.
10 C. DAGENS, «Proposer la foi dans la société actuelle. Un projet pour l’Église au seuil du
el cardenal Ratzinger. Como repetía en una entrevista reciente: «La Iglesia presta a la sociedad
[…] un servicio; ella no permite quedarse en las filosofías del consenso o en las técnicas sociales,
sino que nos insta una y otra vez a preguntar por la verdad misma, pues sólo así se salvaguarda
la grandeza del hombre»: «La fe en el contexto de la filosofía actual»: Communio 24 (2002) 380;
por el contrario «cuando se mide la religión por sus objetivos y por su utilidad político-mundial
se la destruye desde su interior. Un cristianismo que rime con todo y que sea compatible con
todo, resulta superfluo» (ibíd., 376).
PRÓLOGO XVII
12 A. TORNOS - R. APARICIO, ¿Quién es creyente en España? (PPC, Madrid 1995) señala cua-
1990) se centra en los románticos (Hölderlin, Keats, Leopardi), si bien situándolos entre el pre-
cedente de la tragedia iniciada en el Renacimiento y la tragedia-absurdo del período posterior. La
tragedia romántica por el contrario es la del héroe que se rebela o se afirma contra la impotencia
que le envuelve.
XVIII PRÓLOGO
sofía: una «sabiduría trágica» caracterizada por una ética bajo el horizon-
te de la muerte «con la voluntad de dar el mayor valor posible a esta vida
que va a perecer»15. Precisamente porque va a perecer. También el hombre
trágico intenta afirmar su dignidad. Ahora bien, esa dignidad no des-
borda el horizonte de la muerte. Porque no existe Alguien que, desde más
allá de los límites del mundo material y caduco, espere o acompañe al ser
humano, tan frágil y tan pretencioso a la vez, con tantas nostalgias y
tantos egoísmos narcisistas.
Esta actitud trágica es adoptada de modos diversos. Tanto la increen-
cia (capítulo I) como el paganismo (capítulo II) son experiencias trágicas,
si bien buscan la dignidad del ser humano. Una y otro intentan dar el
mayor valor posible a la vida. Pero una vida que va a perecer en el abismo
de la muerte16. Es interesante observar que, aunque pueda parecer pa-
radójico, existe un estrecho parentesco entre la increencia que procede de
la secularización y el paganismo unido al retorno de lo religioso, según
veremos. Como componente de este panorama trágico mencionaremos
también la seducción de un cristianismo poscristiano (capítulo III): un uso
del cristianismo con el fin de restañar –en la medida de lo posible– las
heridas de una razón sin esperanza. Esta utilización de un cristianismo sin
revelación no conseguirá más que disimular el problema de fondo trai-
cionando como contrapartida al cristianismo, al privarlo de revelación.
En este proceso se hundió el edificio anterior (de impostación cristia-
na), considerado como tiránico aunque fuera también consolador. En su
proceso de emancipación el hombre moderno va descubriendo la verda-
dera dimensión de su soledad y de su impotencia: el choque entre la gran-
deza de su potencia y las limitaciones de su impotencia. El hombre
moderno/posmoderno se maravillará ante su poder y se estremecerá ante
su fragilidad. En este contexto es donde hay que proclamar y testimoniar
la dignidad cristiana.
La parte segunda lleva como título «La dignidad de la fe cristiana» pre-
cisamente porque introduce una alegría y una conciencia de misión que
rasgan los estrechamientos de la tragedia y superan la tristeza del hombre
trágico. Ello no será posible si previamente no nos preguntamos: ¿Qué ha
sido de Dios? (capítulo IV) para descubrir quién es el Dios digno de ser
creído. El hablar sobre Dios no puede ser abstracto o genérico. No es sufi-
ciente demostrar que existe Dios. Hay que mostrar la credibilidad de un
15 M. CONCHE, Confession d’un philosophe. Réponses à André Comte Sponville (Albin, París
2003) 100. Cf. una exposición más detenida en ÍD., Le fondement de la morale (PUF, París 1999)
104ss. El artículo es de 1971, pero volverá varias veces sobre el tema.
16 El individuo que nace con el final del período medieval, ya en el Renacimiento se afirma
contra el «horror de la verdad de la vida»: L. TRILLING, The Opposing Self: Nine Essays of Criticism
(The Viking Press, Nueva York 1950) 48.
PRÓLOGO XIX