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El proceso de amparo nace, con mayores rasgos de organicidad, en México, sobre las bases de
la Constitución de Yucatán del 31 de marzo de 1841, Carta que sucede a su vez a la Constitución
de 1836 y sus 7 leyes. Era necesario, para el constituyente mexicano, atisbar a efectuar un
adecuado control constitucional y ello resultaba mejor afianzado desde la inclusión de la
herramienta del amparo en la propia Carta Fundamental. En propiedad, sin embargo, es la
Constitución de 1857 el cuerpo de leyes que otorga al amparo la calidad de garantías individuales
y un procedimiento para su protección.
El amparo resulta pues una herramienta de legitimación democrática, a través del Estado
Constitucional, así como un instrumento de acción a materializar ante los jueces constitucionales.
Sobre ambos caracteres se consolida e identifica una herramienta que se hace sólida sobre la
base de la concesión de tutela de urgencia para las demandas constitucionales que persiguen la
defensa de un derecho fundamental y que en específico, en el amparo persigue una restitución
efectiva del derecho conculcado.
El proceso de amparo está consagrado en los tratados como un derecho humano. Recibe este
reconocimiento en los siguientes instrumentos internacionales:
"Artículo XVIII: Toda persona puede ocurrir ante los Tribunales para hacer valer sus derechos.
Asimismo, debe disponer de un procedimiento sencillo y breve por el cual la justicia lo ampare
contra actos de autoridad que violen en perjuicio suyo, a alguno de los derechos fundamentales
consagrados constitucionalmente"
"Artículo 8°: Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales
competentes, que los ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos
por la Constitución y la Ley".
a) Toda persona cuyos derechos o libertades reconocidos en el presente Pacto hayan sido
violados podrá interponer un recurso efectivo aun cuando tal violación hubiera sido cometida
por personas que actuaban en ejercicio de sus funciones oficiales.
c) Las autoridades competentes cumplirán toda decisión en que se haya estimado procedente
el recurso".
La Convención Americana sobre Derechos Humanos:
"Artículo 25°. Protección Judicial: "1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido
o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare
contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la
presente. Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúan en
ejercicio de sus funciones oficiales.
El Proceso Constitucional de Amparo tiene como finalidad esencial la protección efectiva de los
derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de
violación de un derecho constitucional, o disponiendo el cumplimiento de un mandato legal o de
un acto administrativo.
Si luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por decisión voluntaria del
agresor, o si ella deviene en irreparable, el Juez, atendiendo al agravio producido, declarará
fundada la demanda precisando los alcances de su decisión, disponiendo que el emplazado no
vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motivaron la interposición de la demanda, y
que si procediere de modo contrario se le aplicarán las medidas coercitivas previstas en el
artículo 22 del Código Procesal Constitucional, sin perjuicio de la responsabilidad penal que
corresponda.
El artículo 37 del CPC consigna los derechos que son protegidos por el Amparo, los mismos
que son:
1) De igualdad y de no ser discriminado por razón de origen, sexo, raza, orientación sexual,
religión, opinión, condición económica, social, idioma, o de cualquier otra índole;
4) A la libre contratación;
7) De reunión;
9) De asociación;
10) Al trabajo;
15) A la nacionalidad;
17) A la educación, así como el derecho de los padres de escoger el centro de educación y
participar en el proceso educativo de sus hijos;
22) De acceso a los medios de comunicación social en los términos del artículo 35 de la
Constitución;
24) A la salud; y
De igual manera, es importante hacer referencia que el artículo 38 del mismo CPC señala que
no procede el amparo en defensa de un derecho que carece de sustento constitucional directo
o que no está referido a los aspectos constitucionalmente protegidos del mismo.
Derechos que han sido excluidos del ámbito de protección del amparo por el
Código Procesal Constitucional
- Libertad de trabajo.
- Libertad de prensa.
LA PROTECCIÓN DE TODOS LOS DERECHOS FUNDAMENTALES POR EL PROCESO DE
AMPARO
Una primera línea de argumentación que emplea el Tribunal Constitucional para sustentar su
posición «amplia» respecto al ámbito de los derechos fundamentales susceptibles de ser
tutelados mediante el amparo contra resoluciones judiciales, es la de considerar que conforme
al diseño constitucional de la acción de amparo no resulta posible diferenciar entre derechos
fundamentales procesales y sustantivos o materiales. Al respecto, afirma, en la sentencia antes
mencionada, lo siguiente:
“es inadmisible desde un punto de vista constitucional que se pueda sostener que una
resolución judicial devenga de un proceso «irregular» solo cuando afecte el derecho a la tutela
procesal y que tal «irregularidad» no acontezca cuando esta afecta otros derechos
fundamentales. A juicio del Tribunal la irregularidad de una resolución judicial, con relevancia
constitucional, se produce cada vez que esta se expida con violación de cualquier derecho
fundamental, y no solo en relación con los contemplados en el artículo 4 del Código Procesal
Constitucional (FJ.14, b)”.
En esta misma tesitura, el TC considera que el conjunto de los derechos fundamentales,
y no solo los relativos a la tutela procesal, vinculan a los jueces, por lo que estos, al decidir en
los procesos judiciales a su cargo deben respetarlos, sin diferenciar entre unos y otros. Expone
este argumento en los siguientes términos:
La tesis según la cual el amparo contra resoluciones judiciales procede únicamente por
violación del derecho al debido proceso o a la tutela jurisdiccional, confirma la vinculatoriedad
de dichos derechos en relación con los órganos que forman parte del Poder Judicial. Pero
constituye una negación inaceptable en el marco de un Estado constitucional de derecho,
sobre la vincular edad de los «otros» derechos fundamentales que no tengan la naturaleza de
derechos fundamentales procesales, así como la exigencia de respeto, tutela y promoción
ínsitos en cada uno de ellos (FJ.18).
La posición asumida por el TC es objeto de crítica por algún sector de la doctrina nacional. Así,
Abad Yupanqui, respecto al primer argumento considera que la norma contenida en el artículo
4 del CPCO, que limita la procedencia del amparo contra resoluciones judiciales únicamente en
el supuesto de manifiesto agravio a la tutela procesal efectiva y no al conjunto de los derechos
fundamentales es una opción interpretativa legítima que, en modo alguno, puede ser calificada
como «inadmisible», como lo sostiene el TC. Y, respecto del segundo argumento, considera
que el hecho de que los derechos fundamentales en su conjunto vinculen al Poder Judicial no
excluye que la ley restrinja la impugnación de las resoluciones judiciales mediante el amparo a
la defensa de la tutela procesal, pues las lesiones a los derechos materiales pueden ser objeto
de protección mediante los recursos impugnatorios previstos en cada proceso.
En 1916 el Congreso aprobó la ley N° 2223 en cuyo artículo 7° se amplió el ámbito protector
del hábeas corpus hacia los derechos comprendidos en el Título IV de la Constitución de 1860,
vigente en ese entonces. Literalmente, el artículo 7° de esta Ley establecía:
"Todas las garantías contenidas en el artículo IV de la Constitución del Estado, darán lugar a
recursos destinados a amparar a los habitantes de la República que fueren amenazados en el
goce de sus libertades o a hacer cesar las restricciones indebidas impuestas por cualquier
autoridad.
Son aplicables a estos recursos las disposiciones de la ley de Hábeas Corpus en cuanto a las
autoridades que deben conocer de ellos, a las personas que puedan presentarlos y a las reglas
de su tramitación".
A diferencia del Estado Legislativo, en el cual la ley era la norma suprema del ordenamiento
jurídico y en el cual, la defensa de los derechos encontraba su punto de partida y llegada en la
propia norma jurídica, y los derechos fundamentales, en realidad simplemente derechos, eran
más bien controversias de orden civil, hoy en el Estado constitucional el afianzamiento de los
derechos fundamentales encuentra su expresión tutelar en la premisa de que los derechos
fundamentales constituyen garantías primeras, las cuales no pueden ser soslayadas por las
normas jurídicas ni pueden consentir que actos de terceros hacia terceros, puedan involucrar
vulneraciones sustantivas a los derechos de primera raigambre, como corresponde
denominemos a los derechos fundamentales.
La ley N° 28237, que aprobó el Código Procesal Constitucional, regula Actualmente el amparo.
Las líneas maestras de su concepción procesal se detallan a continuación.
Una atingencia es propia sin embargo: las reglas, las leyes, los reglamentos, siguen siendo los
instrumentos que deben definir los conflictos jurídicos, en un rango de orden aplicativo, es decir,
habrá de ser razonable que la regla pueda resolver el conflicto, de primera intención, con lo cual
el rol de los principios adquiere un orden de subsidiariedad. Sin embargo, advertida
la insuficiencia de las reglas, los principios, en desarrollo de su rol tutelar, han de imponerse a
las reglas cuya manifiesta insuficiencia impide el esclarecimiento de la controversia.
Como derecho humano y a su vez como acción y proceso (garantía constitucional), el amparo
se caracteriza por ser:
Universal: todo ser humano tiene derecho de amparo, sin importar su nacionalidad, sexo,
edad, raza, ideología, orientación sexual, capacidad civil, ni cualquier otra circunstancia.
Inviolable: no se suspende ni se restringe por ningún motivo, ni siquiera bajo los estados de
excepción.
Eficaz: es un recurso idóneo, en el sentido que debe ser capaz de proteger los derechos
constitucionales de modo efectivo. No basta un proceso con el nombre de amparo para cumplir
con la obligación de su reconocimiento como derecho humano fundamental, sino que tiene que
ser un recurso que cumpla con su finalidad en todos los casos de violación o amenaza de los
derechos que forman parte de su ámbito de protección.
Jurisdiccional: es un proceso que se tramita y se decide por órganos jurisdiccionales.
Los procesos de control normativo son de conocimiento exclusivo del Tribunal Constitucional y
son resueltos en instancia única, en razón de que compete, en estos casos, un control
constitucional de la normatividad que afectaría el principio de supremacía normativa de la
Constitución, contemplado por el artículo II del Título preliminar del Código Procesal
Constitucional relativo a los fines de los procesos constitucionales, en este caso, los referidos a
control normativo.
Los artículos 1 a 24 del Código Procesal Constitucional fijan las disposiciones generales de los
procesos de hábeas corpus, amparo, habeas data y cumplimiento, destacando, entre otros items,
la finalidad de los procesos constitucionales, en cuanto a la pretensión de que las cosas sean
repuestas al estado anterior a la violación del derecho.
A continuación, hemos de recoger algunas de las cuestiones más relevantes propias de los
procesos constitucionales así como del propio proceso de amparo. Importa hacer esta distinción
por cuanto la normativa infraconstitucional ha considerado normas comunes para los procesos
constitucionales de la libertad así como respecto al proceso de amparo propiamente dicho, según
las normas previstas en los artículos 37 a 60 del Código Procesal Constitucional.
Según quien sea el autor del acto lesivo, por comisión u omisión, en el Perú
encontramos las siguientes clases de Amparo: