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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia

Cragnolini, Mónica Beatriz


LA CIENCIA JOVIAL: UN EJERCICIO DEL DERROCHE FRENTE A LA "GUERRA SANTA" CONTRA
EL ANIMAL
Nómadas (Col), núm. 37, octubre, 2012, pp. 147-155
Universidad Central
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105124630011

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30/05/2012}
LA CIENCIA JOVIAL: UN EJERCICIO DEL
DERROCHE FRENTE A LA “GUERRA SANTA”

aceptado:
CONTRA EL ANIMAL*

23/01/2012 ·
A CIÊNCIA JOVIAL: UM EXERCÍCIO DO ESBANJAMENTO
FRENTE À “GUERRA SANTA” CONTRA O ANIMAL

recibido:
THE GAY SCIENCE: AN EXERCISE OF WASTEFACING
THE “HOLY WAR” AGAINST THE ANIMAL

{original
Mónica Beatriz Cragnolini **

Para el artículo, la noción de ciencia jovial permite pensar otros modos de vinculación con el viviente animal, en la
línea de una deconstrucción de los mecanismos apropiadores de la vida. Si la “guerra santa” contra el animal es,
como muestra el texto, una “guerra contra el derroche”, una “ciencia generosa”, como la gaya ciencia, supone
otro modo de encarar la relación con el viviente animal y con el animal que somos. En este sentido, se afirma que
la “gaya ciencia” podría ser pensada, en un sentido político, como otra perspectiva para considerar las formas
de ubicarnos en comunidad con todo lo viviente.

Palabras clave: ideal ascético, animalidad, sacrificio, crueldad, comunidad.

Para o artigo, a noção de ciência jovial permite pensar outros modos de vinculação com o vivente animal, na
linha de uma desconstrução dos mecanismos apropriadores da vida. Se a “guerra santa” contra o animal é,
como mostra o texto, uma “guerra contra o esbanjamento”, uma “ciência generosa”, como a gaia ciência, supõe
outro modo de encarar a relação com o vivente animal e com o animal que somos. Neste sentido, afirma-se que a
“gaia ciência” poderia ser pensada, em um sentido político, como outra perspectiva para considerar as formas
de localizar-nos em comunidade com todo o vivente.

Palavras-chave: ideal ascético, animalidade, sacrifício, crueldade, comunidade.

In this article, the concept of gay science allows to think about different ways to connect with the living animal,
aiming the deconstruction of taking-life mechanisms. If the “holy war” against the animal is, as showed in the
paper, a “war against waste”, a “generous science” like the gay science, supposes a different form of facing the
relationship with the living animal and with the animal we are. In this sense, it is stated that, in a political sense,
“the gay science” could be considered as another perspective to think about ways of placing us in community with
nomadas@ucentral.edu.co · Págs. 147~155

all the living.

Key words: ascetic ideal, animality, sacrifice, cruelty, community.

* Este trabajo representa una versión de mi conferencia en el congreso internacional El Pensamiento de Nietzsche y su Trasfondo
Científico, Universidad Autónoma de México, abril de 2011, cuyas actas no han sido publicadas, y da cuenta de los resultados de dos
proyectos de investigación que dirijo: “Las nociones nietzscheanas de vida y de animalidad: su incidencia en los debates biopolíticos
contemporáneos”, y “La impronta nietzscheana en los debates contemporáneos en torno a la biopolítica”, ambos desarrollados en la
Universidad de Buenos Aires.
** Doctora en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma Universi-
dad, e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Buenos Aires (Argentina). E-mail:
mcragnolini@gmail.com

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Nómadas 37 | octubre de 2012 | universidad central | colombia

E
l título de este trabajo puede sonar extraño: Sajar la vida:
en él se conjugan expresiones de dos pensa- la ciencia y el ideal ascético
dores diferentes, pero muy cercanos: Nietzs-
che y Derrida. La “guerra santa” contra el animal es un Una imagen potente para comprender la crítica
modo en que se puede entender la expresión utilizada nietzscheana a los vínculos sacrificiales que la ciencia
por Derrida para referirse a la manera en que las tres establece con la vida es la que se encuentra en la “IV
grandes religiones monoteístas se han vinculado con la Parte” de Así habló Zarathustra (1980a: T. IV), en la
cuestión animal: en una actitud de exterminio que tran- figura del supuesto “hombre superior” científico. Este
sita por diferentes matices que van desde la necesidad científico tiene como su reino el pantano en el que
sacrificial del animal hasta otros modos aparentemen- estudia el cerebro de la sanguijuela, con su brazo ex-
te más “correctos” (pero, sin embargo, no exentos de tendido para que la vida que quiere estudiar al mismo
crueldad) para relacionarse con éste. Refiriéndose a la tiempo “viva” de su vida. Este hombre superior, que
aparente indiferencia cartesiana por la cuestión animal, para Zarathustra es un “sangrante” (der Blutende), se
señala Derrida en un largo paréntesis aclaratorio en El denomina a sí mismo como el concienzudo del espíritu
animal que luego estoy si(gui)endo: (Ich bin der Gewissenhafte des Geistes). Es interesan-
te ese círculo “sanguíneo” que marca el doble vínculo:
(No me creo nada de esto, creo que el cartesianismo la ciencia que vive de la vida (de la sangre) debe “dar
pertenece, bajo esa indiferencia mecanicista, a la tra- su vida” (su sangre). La ciencia es un sacrificio sacri-
dición judeo-cristiano-islámica de una guerra contra
ficial: para poder existir necesita no solamente “intro-
el animal, de una guerra sacrificial tan vieja como el
ducirse” en la vida y sacrificarla sino también sacrificar
Génesis. Y esa guerra no es una forma de aplicar la
tecnociencia al animal cuando sería posible y factible “la vida” del que se dedica a ésta. La ciencia es una
hacerlo de otra manera, no, esa violencia o esa guerra vampirización de la vida que se alimenta de la sangre
han sido, hasta ahora, constitutivas del proyecto o la del objeto de estudio, pero también de la de aquel que
posibilidad misma de un saber tecnocientífico dentro objetiva la vida para estudiarla. Un círculo de inter-
del proceso de humanización o de apropiación del cambio económico que restringe la vida, acotándola
hombre por el hombre, inclusive en sus formas éti-
al paradigma del objeto (evitando el “desborde vital”
cas o religiosas más elevadas. Ninguna nobleza ética
o sentimental ha de disimularnos esa violencia que las
desde el recorte y la focalización que implica la noción
formas conocidas de ecologismo o del vegetarianismo de objeto).
no bastan para interrumpir, aunque éstas sean mejores
que aquello a lo que se oponen) (Derrida, 2008: 122). Cuando el estudioso del cerebro de la sanguijuela
indica, repitiendo enseñanzas de Zarathustra, que “el
Considero que esta idea de una guerra sacrificial con- espíritu es la vida que se saja a sí misma” (Nietzsche
tra el animal es algo que está implícito en el modo en 1980a: T. IV, 312), da cuenta de aquello que Nietzs-
que Nietzsche desarrolla la noción de ideal ascético exa- che había desarrollado en la Genealogía de la moral
cerbado, y creo, asimismo, que la idea de una ciencia (1980b)en relación con el ideal ascético. El espíritu no
jovial (aquello que La gaya scienza supone) permite es “lo otro” de la vida, sino la vida misma hiriéndose,
pensar otros modos de vinculación con el viviente ani- mutilándose, limitándose a sí misma.
mal, en la línea de una deconstrucción de los mecanis-
mos apropiadores de la vida. Si la “guerra santa” contra Esto significa que los límites claros que se inten-
el animal es, como intentaré mostrar, una “guerra con- tan establecer entre el hombre y el animal, a partir
tra el derroche”, una “ciencia generosa”, como la gaya de la espiritualidad, se desdibujan y difuminan en la
ciencia, supone otro modo de encarar la relación con medida en que el espíritu es vida autoflagelante. La
el viviente animal y con el animal que somos. En este espiritualidad es, entonces, un “retorcimiento de la
sentido, la “gaya ciencia” podría ser pensada, en un vida”, una estratagema para conservarse, un movi-
sentido político, como otra perspectiva y otra manera miento “distorsionado” de las fuerzas que no pudien-
de considerar las prácticas que hacen a nuestro modo do “expandirse”, se recluyen en el ámbito interior de
de ubicarnos en la comunidad con todo lo viviente. la “mala conciencia”.

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mónica beatriz cragnolini | la ciencia jovial: un ejercicio del derroche frente a la “guerra santa” contra el animal

Eso es lo que desarrolla el “Tratado tercero” de la Ge- torna más claro por qué la ciencia “nietzscheana” ha ser
nealogía de la moral (1980b), cuando plantea la “necesi- una ciencia alegre, una ciencia jovial.
dad”, aparentemente autocontradictoria para la vida, de
que la vida “se vuelva” contra sí misma. El ideal ascéti-
co es eso: una torsión de la vida que se daña a sí misma. Qué es una “ciencia jovial” o cómo
Por ello, supone el crecimiento de una especie hostil a la infundir alegría en la genealogía gris
vida, pero necesaria. El instinto de dominio presente en
la voluntad de poder implica el uso de las fuerzas para Tal vez el quinto libro de La ciencia jovial. La gaya
intentar “cegar las fuentes de la fuerza”. La paradoja de scienza (1985), sea una de las mejores caracterizaciones
este proceso es que la vida se hace más segura y triunfan- de aquello que habría de ser una ciencia que no sirva a
te en la medida en que disminuye la vitalidad fisiológica: la conservación que propugna un ideal ascético exacer-
la negación, el autosacrificio, el goce en el sufrimiento bado. Porque, como señalé anteriormente, no se trata
marcan la mirada resentida del seguidor del ideal as- de negar el ideal ascético (es una necesidad de la vida
cético, pero a la vez constituyen su fuerza (Nietzsche, misma, como hemos visto), sino de plantear la posibili-
1980a: T. V, 363; 1980b: 137). Nunca me cansaré de se- dad de otros modos de religión, de filosofía y de ciencia.
ñalar la relevancia de este análisis nietzscheano: desde “La ciencia jovial” es esa “otra ciencia”.
allí es posible pensar políticas de relación con lo viviente
(y en nuestro caso, con lo viviente animal) a partir del Nietzsche caracteriza esta ciencia como “no-conserva-
reconocimiento de esa necesidad, si bien autocontradic- tiva” y no teleológica: “No conservamos nada, tampoco
toria, de la vida misma. Lo que está presente en el ideal queremos regresar a ningún pasado, no somos de nin-
ascético, en esta “vida contra la vida” (Leben gegen Le- guna manera ‘liberales’, no trabajamos por el ‘progre-
ben) (Nietzsche, 1980a: T. V, 365; 1980b: 139), es la rele- so’” (Nietzsche, 1980a: T. III, 629; 1985: 247). Es difícil
vancia del principio de conservación y la estrategia vital imaginar el concepto de ciencia por fuera del ideal mo-
que supone el ideal. Es por este instinto de conservación derno de progreso: es por esto que ésta es una ciencia
que se genera la necesidad de instituciones que manten- diferente (y opuesta) a toda actualidad (una ciencia in-
gan la vida “enferma”. Y ciertos hombres se especializan tempestiva). Por ello, hacia el final del quinto libro, se
en eso: en dominar a los sanos, ejerciendo un arte de en- hace la pregunta clave: “¿Cómo podríamos dejarnos sa-
venenamiento de la vida que nunca busca la salud, sino, tisfacer aún por el hombre actual?” (Nietzsche, 1980a:
contrariamente, el mantenimiento de la enfermedad. El T. III, 636; 1985: 253).
ideal ascético no sólo es sostenido por la actividad del
sacerdote, también la ciencia y la filosofía son parte de Si entendemos que el hombre actual (como la ciencia
esa maquinaria sacrificial1: al generar una teleología que actual) es el que se encuentra aún dentro del paradigma
justifique el sufrimiento, mantienen la vida en su gra- moderno que definió, desde la idea de humanismo, el
do más ínfimo. Es interesante tener en cuenta que para modo de ser hombre, y si la época más humana es la más
Nietzsche, lo que evidencia este ideal es un “odio contra mezquina2, es necesario entonces una “ciencia genero-
lo animal” (1980a: T. V, 412; 1980b: 185). Ese odio se sa” contra el ideal del humanismo. Por eso, los hombres
expresa en una suerte de guerra contra la corporalidad, de la ciencia alegre se llaman a sí mismos “nosotros, los
la sensibilidad, es decir, contra todo aquello que tradi- generosos” (Nietzsche, 1980a: T. III, 631; 1985: 249). Si
cionalmente se ha considerado “animal” en oposición al el hombre se define por su oposición al animal, y asume
espíritu que define lo humano. su “propiedad” de sí en términos no sólo de negación de
esa animalidad, sino también, de justificación de la ne-
El envenenador de las fuentes de la vida opera des- cesidad de sumisión y utilización de ésta, la “mezquin-
de lo que Spinoza denominaba pasiones tristes: pasio- dad” de lo humano se evidencia como usufructo de lo
nes que impiden toda celebración de la vida en favor de vital (también en el hombre mismo). La ciencia moder-
un sometimiento sacrificial de ésta, que permite, en el na, desde el modelo de dominio de la tierra, es el mejor
arrebañamiento y la gregarización, dominar a los hom- ejemplo de esto: la sistemática destrucción de lo vivien-
bres. Si la ciencia forma parte de esos mecanismos, se te en sus distintas formas implica también la destruc-

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ción de “lo animal” en el hombre. Por ello, una ciencia Mientras que la ciencia concienzuda del espíritu niega
generosa como la ciencia jovial está siempre rozando la la vida, la ciencia jovial se vincula con ésta de manera
incomprensión: esa “generosidad” que no puede impe- afirmativa. Uno de los objetivos de este “Libro V” de
dir que todos disfruten de sus riquezas, no puede evitar La ciencia jovial parece ser el de desmitificar la ciencia,
que los demás arrojen en ésta sus miserias y “enturbien” mostrando su vínculo con la metafísica y, por ende, con
sus aguas (Nietzsche, 1980a: T. III, 631; 1985: 249). Por la moral. Si en Aurora o en Humano, demasiado huma-
eso, el científico jovial está siempre desacreditado, y ca- no, Nietzsche había asumido la máscara del científico,
rece de patria; es aquel que pertenece a la comunidad en La ciencia jovial no sólo hará más evidente ese ca-
que se presenta como “nosotros, los sin patria”3. rácter de máscara de la ciencia, ya presente en las dos
obras mencionadas, sino que postulará esta nueva más-
Esta carencia de patria no hace a los científicos joviales cara, la de la ciencia alegre, vinculando la creencia en la
“apolíticos”, sino que los aleja de la “pequeña política” ciencia a la creencia en Dios:
que necesita fundarse en grandes ideales para satisfa-
cer mezquindades humanas, demasiado humanas. Para De esta manera, la pregunta: ¿por qué la ciencia?, re-
nuestro análisis de la guerra santa contra el animal, este trotrae al problema moral: ¿para qué, en general, la
vínculo entre los grandes ideales y lo pequeñamente moral, si la vida, la naturaleza, la historia, son “inmora-
humano permite entender la relevancia que tiene, en les”? [...] ya se habrá comprendido hacia dónde quiero
ir, es decir, que continúa siendo una creencia metafí-
el forjamiento de las identidades nacionales, el sacrifi-
sica aquella sobre la que reposa nuestra creencia en
cio de lo viviente animal (y de lo animal en lo humano).
la ciencia —que también nosotros los que conocemos,
Cuando en este “Libro V” de La ciencia jovial, se anun- hoy en día, nosotros ateos y antimetafísicos, aún toma-
cia el modo de ser de los “sin patria”, la referencia al mos nuestro fuego de aquel incendio encendido por
nacionalismo alemán es crucial: una creencia de milenios, aquella fe de Cristo que era
también la creencia de Platón, de que Dios es la ver-
No, no amamos a la humanidad, por otra parte, tam- dad, de que la verdad es divina—. ¿Pero que sucedería
poco somos ni de cerca bastante “alemanes”, tal como si precisamente esto se volviese cada vez más increíble,
se entiende hoy la palabra alemán, como para apoyar si ya nada más se mostrase como divino, a menos que
el nacionalismo y el odio de las razas, como para poder lo sea el error, la ceguera, la mentira —si Dios mis-
alegrarse de la nacionalista sarna del corazón y del en- mo se mostrase como nuestra más larga mentira—?
venenamiento de la sangre, por cuya causa se delimita (Nietzsche, 1980a: T. III, 577; 1985: 206).
y se bloquea hoy en Europa a un pueblo contra el otro,
como si estuviesen en cuarentena (Nietzsche, 1980a: Creer en el valor de verdad de la ciencia es lo mismo
T. III, 628; 1985: 248).
que creer en Dios, es decir, es necesitar de una verdad
que se instaure con valor de verdad última. Por eso la
¿Por qué asocio este odio de pueblos contra pueblos
ciencia alegre no puede ser sino perspectivista, forjado-
con la cuestión de la guerra santa contra el animal?
ra de errores útiles, amante de las ficciones. Porque la
Como lo ha indicado René Girard, la diferencia entre
ciencia, que dice no aceptar presupuestos ni creencias, se
hombre y animal se establece en distintos ámbitos, pero
funda en una creencia que acepta como incondicionada:
uno central es el que tiene que ver con el tema del con-
trol de la violencia4. Para Girard, en la sociedad humana el valor de la verdad6. Recordemos que en Así habló Za-
existen dos prácticas que están ausentes en los grupos rathustra esta voluntad de verdad es caracterizada como
animales: la violencia colectiva y el sacrificio. El sacrifi- la “voluntad de volver pensable todo lo que existe”, y, en
cio es un mecanismo para direccionar la violencia hacia este sentido, tal como señala La ciencia jovial, “La volun-
algo o alguien no violento y que, por lo tanto, no pue- tad de verdad —eso podría ser una oculta voluntad de
de ejercer venganza. El animal cumple esa función de muerte—” (Nietzsche, 1980a: T. III, 576; 1985: 206). La
manera paradigmática, y su sacrificio cotidiano, al que tendencia a volver todo pensable puede devenir voluntad
nos hemos acostumbrado, forma parte del modo de ser decadente de muerte, en la medida en que predomine
humano, que se instaura sobre esa necesidad sacrificial en el forjamiento de aquello que deberían ser ficciones,
de la vida animal5. la tendencia a la conservación. En el fondo, seguimos ha-

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mónica beatriz cragnolini | la ciencia jovial: un ejercicio del derroche frente a la “guerra santa” contra el animal

blando del problema del ideal ascético, con su voluntad


conservativa que termina por sojuzgar o anular la vida. Es
por eso que una ciencia perspectivista se vincula con po-
sibilidades: es en el ámbito de lo posible que se encuen-
tra su trabajo. Al criticar el fanatismo “como una especie
de hipnotismo de todo el sistema sensitivo-intelectual a
favor de una sobreabundante nutrición (hipertrofia) de
un único punto de vista y una única perspectiva del sen-
timiento” (Nietzsche, 1980a: T. III, 583; 1985: 211), La
ciencia jovial apuesta por una ciencia de las posibilida-
des: “[…] sería pensable un placer y una fuerza de au-
todeterminación, una libertad de la voluntad, en la que
un espíritu dice adiós a toda creencia, a todo deseo por
la certeza, ejercitado, como está, para poder sostenerse
sobre cuerdas flojas y débiles posibilidades, y a bailar in-
cluso al borde de los abismos” (Nietzsche, 1980a: T. III,
583; 1985: 211).

Este vínculo de la ciencia jovial con las posibilidades


y los abismos, este alejamiento de la certeza con su vo-
luntad de dominio expresable en la pensabilidad de
todo, no significa el desprecio de la razón. Por el con-
trario, creo que claramente en La gaya scienza se deli-
nea algo que en otro lugar he caracterizado como una
“razón imaginativa”7: no se rechaza aquí el “pensar”, la Ave negra, monotipo (24 cm x 33 cm), 2011 | martha bohórquez

esquematización, sino la unilateralidad en la búsqueda


de la certeza. La noción de razón imaginativa apunta noza y Darwin pensaron entonces en términos de lucha
a considerar la tarea del pensamiento en términos de por la existencia y la autoconservación? Por un proble-
una tensión entre la esquematización (el forjamiento de ma de salud: eran hombres pensando en situaciones de
unidades, el principio conservativo de unidad expresa- penuria, de carencia. De allí la unilateralidad de su pen-
ble en la tarea de la razón, que universaliza) y la plurifi- sar: fueron “doctos” que no pudieron pensar sino como
cación de sentidos, propia de la imaginación. La ciencia doctos, porque sus “fisiologías” (sus voluntades de po-
jovial operaría con esta idea de razón imaginativa, en la der) les impidieron pensar en otros términos: arriesgar-
medida en que el perspectivismo exige una constante se, abismarse, danzar. Ya el prólogo a la segunda edición
multiplicidad de sentidos, que deben romper continua- de este libro señala de qué manera el enfermo busca
mente con las figuras demasiado cerradas y totalizantes. “rincones” y seguridad (Nietzsche, 1980a: T. III, 348-
Volvemos al ideal ascético: lo que se critica es el predo- 349, 1985: 3). Para arriesgarse a una ciencia jovial, es
minio de la voluntad de autoconservación que termina necesaria una “gran salud”, lo que supone la posibilidad
por anular el derroche vital. La vida es derroche, el po- de pensar de manera perspectivística y no unilateral.
der implica para Nietzsche derroche y no dominio, por-
que el dominio es justamente voluntad de propiedad La gran salud se vincula con el ámbito de las posibili-
desde la mezquindad. El dominio se apropia, el poder dades, por eso, para ser un científico jovial, es necesario
se expande, por eso, “el investigador de la naturaleza, se haber sido (y ser) “muchos otros”: “[…] un conquista-
debería salir de su rincón humano: y en la naturaleza no dor, un descubridor del ideal, así como igualmente un
dominan las situaciones de emergencia, sino la abun- artista, un santo, un legislador, un sabio, un docto, un
dancia y el derroche llevado incluso hasta la insensatez” hombre piadoso, un adivino, un anacoreta del viejo esti-
(Nietzsche, 1980a: T. III, 585; 1985: 213). ¿Por qué Spi- lo” como señala, precisamente, el parágrafo 382, titula-

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Nómadas 37 | octubre de 2012 | universidad central | colombia

apropiador, y que constituye la salud de lo viviente. En-


tonces, desde esta caracterización, ¿qué decir con res-
pecto al animal?

En el parágrafo 7 del “Libro I” de La ciencia jovial, ti-


tulado “Algo para laboriosos”, Nietzsche despliega una
suerte de “programa de trabajo” para esta nueva ciencia
(proyecto que, sin lugar a dudas, ha inspirado la labor
de Foucault). Allí se señala que es necesario rastrear y
repensar las pasiones individual, social e históricamen-
te; se indica que falta hacer una historia del amor, de
la envidia, de la crueldad, del derecho y el castigo; se
plantea también la posibilidad de “una filosofía de la nu-
El grito, monotipo, 2010 (detalle) | martha bohórquez
trición” (Nietzsche, 1980a: T. III, 378-379; 1985: 32) y
la necesidad de recopilar las experiencias de conven-
do “La gran salud” (Nietzsche, 1980a: T. III, 636; 1985: tos, la dialéctica del matrimonio y de la amistad, las cos-
252). Y esta gran salud no se posee nunca (no puede ser tumbres de eruditos, artistas, comerciantes... en fin, las
una propiedad), sino que se adquiere continuamente y “condiciones de existencia”. En la obra, se alude más de
se tiene que perder. Esta es la peligrosidad del pensar una vez a una “historia natural del animal”, y, en este
de una ciencia que abandona el principio de la certeza y sentido, creo que una de las tareas para nuestro presen-
del aseguramiento de la verdad: en la exposición al abis- te —como genealogistas nietzscheanos— es la de reali-
mo de la no propiedad (con la consiguiente no apropia- zar una historia del animal en relación con la crueldad y
ción), la ciencia jovial es una danza al borde del abismo. la condición sacrificial.
Sólo así (no conservando, no apropiándose, no domi-
nando) es posible acceder a “un mundo tan opulento de Una historia del animal es al mismo tiempo una his-
lo que es bello, extraño, cuestionable, terrible y divino” toria del hombre, en tanto éste es un animal enfermo
(Nietzsche, 1980a: T. III, 636; 1985: 253). La extrañeza que desarrolla la idea de conciencia por la penuria. El
de lo extraño sólo puede apreciarse en la no apropiación hombre, como “animal doméstico” (als zahme Thie-
(ya que toda apropiación homologa lo extraño a lo mis- re) (Nietzsche, 1980a: T. III, 588; 1985: 215), se dis-
mo, impidiendo “amar” la diferencia). fraza con la moral, ya que “se ha convertido en una
animal enfermo, enfermizo, lisiado, que tiene buenas
razones para ser ‘doméstico’” (Nietzsche, 1980a: T. III,
La tarea de una historia del animal
588; 1985: 216), ya que es “animal de rebaño” (Heer-
denthier). Por eso, “la fisiología y la historia de los ani-
He intentado mostrar que el “Libro V” de La ciencia
males” (Physiologie und Thiergeschichte) (Nietzsche,
jovial supone una caracterización de una ciencia alegre,
1980a: T. III, 590; 1985: 217) se tornan necesarias, y, en
y ésta constituye, paradójicamente, la “gran seriedad”
este punto, dos referencias a la labor de Leibniz en este
(der grosse Ernst) (Nietzsche, 1980a: T. III, 637; 1985:
sentido pueden ser esclarecedoras. En los parágrafos
253). Frente a la seriedad solemne del docto (que es
354 y 357 de La ciencia jovial, Leibniz es mencionado
la del aseguramiento en la certeza de aquello que se
como un antecedente en esta problemática. ¿Por qué?
sabe, y, por lo tanto, se domina), la seriedad del cien-
Preguntándose acerca de si diversos autores (como He-
tífico jovial es “más que humana”: “sobrehumana” e,
gel, Kant y Schopenhauer) pueden ser considerados “fi-
incluso, aparecerá, dice Nietzsche, como “inhumana”
lósofos alemanes”, Nietzsche destaca:
(Nietzsche, 1980a: T. III, 637; 1985: 253). Porque fren-
te a lo humano, que se define en términos de propie-
En primer término, la incomparable visión de Leibniz,
dad, la ciencia jovial es ciencia del derroche. Por eso, por la que tuvo razón no sólo frente a Descartes, sino
es una ciencia de la vida: porque sabe considerar en la frente a todo lo que se había filosofado antes que él
vida aquel desborde que excede siempre el esquema —que la claridad sobre sí mismo es sólo un accidens

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mónica beatriz cragnolini | la ciencia jovial: un ejercicio del derroche frente a la “guerra santa” contra el animal

(accidente) de la representación, no su atributo nece- En esa apropiación, se hace evidente por qué la his-
sario y esencial, que, por consiguiente, lo que llama- toria de la relación del hombre, “en tanto”10 hombre
mos conciencia sólo constituye un estado de nuestro con el animal, es una relación sacrificial11. Ya en un
mundo espiritual y anímico (tal vez un estado enfermi-
largo parágrafo de Humano, demasiado humano II. El
zo y ni con mucho es este mundo mismo)— (Nietzsche,
1980a: T. III, 598; 1985: 223). caminante y su sombra, Nietzsche (1980a: T. II; 1996)
destacaba este aspecto sacrificial en términos del ani-
Considero que este reconocimiento al pensamien- quilamiento y la explotación. Estos últimos también se
to leibniziano es fundamental para comprender dos dan en las relaciones de los hombres con otros hom-
puntos de la “historia natural del animal”. En primer bres, y el parágrafo antes indicado del nacionalismo
lugar, la caracterización leibniziana de la conciencia alemán da cuenta de ese odio que debe reducir al otro
como “accidente” (y no como elemento “propio” de (otro hombre, otra raza, otro pueblo) a algo apropiable
lo humano) pone en una zona de indiscernibilidad a y, por ende, sacrificable. En el parágrafo 21 de La cien-
la tradicional distinción hombre/animal. Mientras que cia jovial, la expresión animal sacrificial (Opferthier)
buena parte del pensamiento occidental funda el va- (Nietzsche, 1980a: T. III; 1985) aparece justamente
lor de lo humano en esa separación entre el hombre en relación con el hombre: refiriéndose a la cuestión
(como racional, espiritual, etcétera) y el animal en ese de la importancia del desinterés en muchas formas de
límite indicado por la “posesión” de la conciencia, aquí moral, Nietzsche muestra de qué manera el elogio de
se difumina y se torna menos cierta (y, por tanto, me- virtudes como la laboriosidad (se honra, dice, al joven
nos asegurada) esa frontera. La genealogía de la moral que “trabaja hasta reventar”) supone un sacrificio del
(1980b) desarrollará ese estado de conciencia como individuo en favor de la sociedad y sus intereses. La
“pequeña cámara” o “pequeño rincón” de lo así lla- valoración de la necesidad de una víctima y un animal
mado humano, con lo cual, lo “propiamente humano” sacrificial “conserva” a la sociedad, que de esta manera
se transforma en una “apropiación” de un espacio de se funda sobre la victimización de un otro. En el caso
seguridad a los efectos de la necesidad de diferencia- del animal, esta victimización ni siquiera es cuestiona-
ción de aquello que asusta por excedencia y desborde da, y se considera “natural” que para el funcionamien-
de fuerzas: la vida, así llamada, animal. Reconocerle a to de la sociedad humana, el sacrificio animal (el uso
Leibniz esto significa separarlo en parte de una tradi- de animales para el trabajo, la alimentación, la vesti-
ción de pensamiento que ha categorizado lo humano menta, etcétera) sea absolutamente necesario.
en oposición a lo animal.

La guerra santa contra el animal


La referencia a Leibniz, en virtud de lo antes desa-
rrollado, sugiere algo más, desde mi punto de vista.
Volviendo ahora a la expresión de guerra sacrificial uti-
Leibniz es el pensador de lo posible, y la ciencia jo-
lizada por Derrida, se podría decir que, en la medida en
vial, como hemos visto, es la ciencia de las posibilida-
que el esquema árkhico de la metafísica y de la moral
des. Más allá de las diferencias en torno al concepto
se desarrolla en solidaridad con la idea monoteísta de
de perspectiva, el pensamiento leibniziano plantea ese
Dios, las religiones monoteístas y el monótono-teísmo
mundo desbordante de la vida8 con el que se vincula
se hallan empeñados en una “guerra santa” contra el
el científico jovial: todo lo viviente “pulula” de vita-
animal. Esta “guerra santa” significa la guerra a lo ani-
lidad. Y ese mundo de la vitalidad es un universo de
mal en y fuera del hombre.
continuos posibles, una trama que se hace y deshace
continuamente, como el mundo de la voluntad de po-
Guerra que supone considerar como “enemigo” de
der9. En esa trama, el animal y el hombre son plura-
la espiritualidad la corporalidad, como lo animal fren-
lidades de fuerzas, y aquello que “hace al hombre”,
te a lo humano, y utilizar este aspecto como demarca-
según la filosofía criticada por Nietzsche, es precisa-
ción entre lo humano y lo animal. Guerra que implica,
mente la posibilidad de apropiarse de una diferencia
también, considerar “natural” que lo humano se funde
específica y propia en esa trama: ese pequeño rincón
y sostenga sobre el sacrificio de lo animal (en sí mismo
de la conciencia.

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Nómadas 37 | octubre de 2012 | universidad central | colombia

y fuera de sí mismo). Esa historia de la crueldad que miento hacia las demás criaturas, todos los hombres
Nietzsche marcaba como tarea para los genealogistas es eran nazis. La complacencia con que el hombre elimi-
la historia de este sacrificio de lo animal. Por eso, es ne- naba a las demás especies era exponente del racismo
más exacerbado: el principio de la ley del más fuerte
cesaria esa “historia del animal” en la que reconoce mé-
(Singer, 1979: 237).
ritos a Leibniz, y, además, los científicos joviales tienen
una “tarea política” en relación con esa historia.
La ciencia jovial es un intento de “desapropiar” al
hombre de sus supuestas verdades, también en refe-
Hemos visto que el científico jovial se asume como un
rencia a los límites con lo no humano. Al desenmas-
“sin patria”, precisamente en el rechazo de los naciona-
carar el aspecto de dominio presente en la voluntad
lismos que se fundan en un similar esquema sacrificial
de poder del científico, permite pensar en qué me-
en relación con aquel que define la relación hombre-
dida el “tener razón” ha sido casi siempre la defensa
animal. El nacionalismo alemán, de alguna manera, re-
de “la razón del más fuerte”. La “historia natural”
produce el esquema sacrificial en relación con ese otro
del animal que debemos reescribir, mostrará, como
(llámese judío, extranjero, extraño) que puede conver-
historia de la crueldad, la necesidad sacrificial que
tirse en víctima sin capacidad de defensa. La concen-
funda a la sociedad humana como sociedad de la vio-
tración de la violencia en el diferente “sostiene” a la
lencia sobre el que no puede ejercer venganza. Por
sociedad en la defensa de su identidad12.
ello, es necesario el ultrahombre, el que está más
Por ello, la ciencia jovial, como ciencia del derroche, allá de lo humano y sus mezquindades. En conse-
puede tener en cuenta la vida cuestionando los meca- cuencia, es necesario el pensamiento del eterno re-
nismos de su dominación13. Esos mecanismos de do- torno, como amor a lo que acontece.
minación se ensañan con la carne (humana y animal)
y “naturalizan” modos de organización de lo social que La ciencia jovial, como ciencia generosa, es entonces
deben ser cuestionados y denunciados a cada momento. la ciencia del eterno retorno. Porque en el “era esto
La ciencia actual no difiere demasiado de la ciencia que la vida, una vez más” (Nietzche, 1980a: T. IV, 199),
Nietzsche critica en su época: se sigue considerando que se patentiza que la vida es ese movimiento entre con-
la vida puede (y debe) ser dominada, y la alianza de la servación y expansión, y que muchas veces, cuando se
ciencia con los biopoderes en esta época, muestra de qué intenta “protegerla” con mecanismos de preservación
manera la vida sigue siendo pensada como “naturalmen- que dicen asegurarla (el ideal ascético exacerbado en
te sacrificable” para las necesidades humanas. lo inmunitario), en realidad no se hace otra cosa que
querer frenar (para dominar y llevar a la muerte) ese
En un pasaje de su Enemigos, una historia de amor, derroche que la vida es. La vida, otra vez, con el ries-
Isaac Bashevis Singer señala: go que supone: tal vez ése sea el camino para pensar
en una comunidad con lo viviente (que somos) sin ne-
Cada vez que Herman presenciaba la muerte de ani- cesidad de vivir en guerra (santa o profana) contra lo
males, tenía el mismo pensamiento: por su comporta- viviente animal.

Notas

1 Nietzsche se refiere al arte como antídoto (1980; 1980b), 4 Para un desarrollo de esta problemática, véase Gianfran-
y la ciencia jovial de alguna manera será tanto ciencia (“otra co Mormino (2010). Mormino parte de la hipótesis de que es
ciencia”) como arte. posible establecer desde las tesis de Girard, un pensamiento
antiespecista, diferente de toda argumentación utilitarista.
2 Lo es en la medida en que lo humano se define siempre a
partir de una propiedad que se piensa en términos “apropiativos”. 5 Girard (1978) funda el proceso de hominización en la intensi-
ficación de la rivalidad mimética que destruye los dominance pat-
3 Título del parágrafo 377 de “Wir Heitmatlosen” (Nietzs-
terns que rigen entre los animales. Para contrarrestar la violencia
che, 1980: T. III, 628; 1985: 246). generalizada, y evitar la autodestrucción, las sociedades humanas

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mónica beatriz cragnolini | la ciencia jovial: un ejercicio del derroche frente a la “guerra santa” contra el animal

encuentran un chivo emisario o expiatorio, que canaliza la violen- se trata de “dislocar” a Leibniz: “La idea de un universo como
cia en una víctima sacrificial, sin capacidad de ejercer venganza. red compuesta de fibras infinitas, inervada por una trama de
6 Nietzsche señala: “Se ve que también la ciencia descansa relaciones imperceptiblemente próximas la una a la otra, por
nadie tejida, universal modelo sin Creador y sin Legislador
sobre una creencia, no existe ciencia ‘sin supuestos’. La pre-
personal o Mente que lo regule, pero organismo que opera se-
gunta acerca de si la verdad es necesaria no sólo tiene que
gún un orden propio, por nadie impartido, esta idea es tal vez
ser afirmada previamente, sino afirmada hasta el punto de
‘imaginable’ a partir de Leibniz, ‘dis-locando’ a Leibniz, pero
que llegue a expresarse allí la proposición, la creencia, de que
no en él. El universo como danza de puras relaciones, movi-
‘nada es más necesario que la verdad, y en relación con ella
mientos, energías, cuyos hilos son continuamente desenreda-
todo lo demás sólo tiene un valor de segundo grado’” (1980: T.
dos y constantemente reunidos según series, ritmos, números,
III, 575; 1985: 205).
y que esto acontezca sin ningún Quien que sea su artífice, sin
7 Para este tema, véase Cragnolini (1998), donde interpreto Arquitecto cósmico [...]” es algo que, para Cacciari, va a poder
la voluntad de poder en términos de una “razón imaginativa”, pensar Klee (Cacciari, 2009: 329).
y señalo, asimismo, la posibilidad de pensar en estos términos
10 Recalco el “en tanto” en referencia al tratamiento heide-
el modo en que otros autores contemporáneos presentan una
ggeriano de la diferencia hombre/animal en Heidegger (1992).
alternativa de racionalidad frente a la razón instrumental (que
He trabajado esta problemática en Cragnolini (2008).
vinculo con el aspecto de “dominio” de la voluntad de poder).
11 Trabajo de manera detallada el modo en que Nietzsche
8 Como señala Cacciari: “Cada fragmento de materia” es
plantea la cuestión del animal en Mónica Cragnolini (2010a,
imaginable como un jardín rico en plantas, un estanque lleno
2010b).
de peces, “pero cada rama de una planta, cada miembro de un
animal, cada gota de sus humores es todavía un similar jardín, 12 Recordemos que para el nacionalsocialismo, el judío era
un similar estanque”; aún más: el aire, la tierra, el agua inter- identificable con animales (y con todo aquello que fuera pen-
puestos entre ente determinado y ente determinado son tam- sable en términos de “infección”: bacilos, vermes, etcétera).
bién ellos actualmente e infinitamente subdivisibles, y cada uno Adorno señala de qué manera el judío en un sistema fascista
de sus fragmentos contendrá plantas y peces. Los miembros de cumple la misma función que el animal en el idealismo.
cualquier viviente pululan de otros vivientes, y nada existe de 13 Babette Babich (1994) señala que para Nietzsche la ilusión
“no cultivado, estéril, muerto, en el universo” (2009: 325).
científica de verdad es una manifestación reactiva de la volun-
9 Obviamente, tengo en cuenta las enormes diferencias en- tad de poder, y que ésta se expresa como intento de dominar,
tre Nietzsche y Leibniz en este punto. Como señala Cacciari, apropiarse y explotar la tierra.

Referencias bibliográficas

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