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¿CÓMO VENCER LOS DESEOS DE LA CARNE?

Gálatas 5:16-23

Los deseos pecaminosos o los deseos de la carne muchas veces nos separan de Dios, pero hay
personas que, aunque tengan estos deseos no se dejan vencer por ellos, y su espíritu gana la lucha
que hay entre la carne y el espíritu, pero otras veces simplemente el creyente pierde esta lucha contra
la carne, y al final termina en realizar estos deseos que ya no son deseos, sino que ya son obras de la
carne.

Aquí en este pasaje bíblico, la carne quiere decir, nuestros propios deseos o nuestra propia voluntad o
nuestra antigua forma de vivir.

La única manera de vencer los deseos pecaminosos y las obras de la carne es cuando vivimos en el
Espíritu, no hay otra manera, pues la biblia lo dice: anden en el Espíritu y no satisfagan los deseos de
la carne.

Debemos tener claro que somos un espíritu que tiene un cuerpo y un alma, el espíritu es lo más
importante por lo tanto debemos de alimentarlo igual o más que nuestro cuerpo físico, es un poco difícil,
y nos cansamos o no nos sentimos con la voluntad de alimentar nuestro espíritu, precisamente por eso,
porque nuestra carne siempre estará en contra de los deseos que tiene nuestro espíritu. Es una lucha
constante que hay en nosotros, pero podemos vencerlo si andamos en el espíritu.

No nos sirve de nada venir a la iglesia, diezmar, ofrendar o ministrar en el altar cuando en nuestras
vidas nos dejamos vencer por los deseos de la carne. Debemos concentrarnos en nuestro espíritu y no
satisfacer esos deseos.

Dice la biblia en Mateo 26:41 – “Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”

La tentación no es el pecado, la tentación es el punto donde debemos decidir si pecar o no, Jesús fue
tentado, sin embargo, el decidió no pecar, así mismo nosotros podemos decidir si pecar o no. Pero aquí
en Mateo dice que velemos y oremos para no caer en la tentación porque el espíritu siempre está
dispuesto a no pecar, pero nuestra carne es muy débil. Por eso debemos de alimentar más nuestro
espíritu con la oración, así no caemos en tentación.

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