PENSAMIENTO POLÍTICO

Luis Narváez Ricaurte

Luis Narváez Rivadeneira
 CORPORACIÓN DE ESTUDIOS Y PUBLICACIONES (CEP)
INTRODUCCIÓN

Una de las discusiones epistemológicas más viejas en el estudio

de las ciencias inherentes a lo social y por ende a lo político -este
PENSAMIENTO POLÍTICO último como expresión y manifestación del pensamiento huma-
Luís Narváez Ricaurte no- es justamente la de ubicar a éstas áreas del conocimiento
Luis Narváez Rivadeneira
dentro de esa clasificación rígida y estructurada de la Ciencia
Exacta, entendiéndose por "exacto" un conjunto de prácticas
lógicas, sistemáticas, ordenadas, metodológicas y capaces de re-
Revisión producir el fenómeno que se estudia, tantas veces como sea ne-
Departamento Jurídico Editorial - CEP
cesario, con el fin de escudriñar en él y averiguar su naturaleza y
esencia, y según los rrjás ortodoxos científicos, todo ello abste-
niéndose de valoraciones morales o éticas, en definitiva, ubicán-
dose, según afirman, en el plano superior de la amoralidad que
Diagramación
Departamento de Diagramación - CEP
tiene, según éstos, la objetividad ante el fenómeno estudiado.

Esta objetividad, a la que se hace alusión y que se usa como cre-

dencia] metodológica para otorgar un valor de "verdad" al análi-
Impresión
Talleres - CEP sis y legitimar el resultado, no resulta más, en realidad, que una
respuesta de carácter temporal por un lado, y profundamente
moral y ética, en virtud de la naturaleza misma de todo ser
humano, al ser —sin que sobre esto exista duda alguna- todos y
Derecho de Autor No. 031654: ó-ago-2009 cada uno de nosotros un homo-politikon, en la acepción más
ISBN No. 978-9978-86-873-7: 17-ago-2009 aristotélica del término, por ende toda acción del hombre, por
más pequeña que ésta sea, está inmersa y se desarrolla en un mar-
co moral y ético, que proyectado constituye la expresión política
Quito - Ecuador
personal de cada individuo, todo esto imbuido en un bagaje que
responde al momento histórico en el que vive y al grupo social al
cual se pertenece —otra conducta, simplemente, lo ubicaría como
contestatario e incluso podría provocar la exclusión social de esa
Todos los derechas sabré el contenido de esia obra pertenecen a la Corporación de Estullios y persona. Sobre esto, la historia está llena de casos que lo corrobo-
Publicaciones. Prohibida su reproducción total o parcial asi como su incorporación a sistemas
informáticos, su traducción, comunicación pública, adaptación, arreglo u otra transformación, ran-.
sin autorización expresa y por escrito de la Corporación.

Hoy, hablando de finales del siglo XX y principios del XXI, la

humanidad y sus civilizaciones se orientan a un modelo político
único, uno al cual se lo ha elevado a valor universal, y por tanto, no
sólo algo que alcanzar en términos ontológicos, sino como forma
política única y legítima con la cual los Estados quedan habilita-
dos para "ser" en el marco de la normativa jurídica internacional
y aún más, en la política internacional, su legítima existencia.
La segunda mitad del siglo XX se desarrolló en un escenario polí-
tico de confrontación de dos modos de producción; confronta-
ción que se expresó, en los términos más puros del realismo polí-
tico, como "Guerra Fría". El fin de esa etapa de la historia, que
simbólicamente se plasma con la Caída del Muro de Berlín, lejos
de ubicar la dialéctica política en esa visión unidireccional y poco
dinámica que dibujó Francis Fukuyama, ha permitido que otros
elementos del quehacer político —tan importantes como el de la
superposición de un modo de producción sobre otro-, emerjan
del viejo conflicto este-oeste, y consiga la dinámica política reque-
rida de visiones y concepciones que puedan explicar el fenóme-
no, que para el caso específico de América Latina —como escena-
rios más prominentes del cambio- se evidenció en un giro hacia
visiones humanistas del quehacer del Estado, e incluso, según el
caso, a intentar implementar el modo de producción socialista, en
los términos redefinidos por Heinz Dieterich Steffa, y denomi-
nado Socialismo del Siglo XXI, modelo del cual incluso, según su
autor, está aún en construcción.
Los fantasmas que la Guerra Fría nos heredó, y que pululan en
aquella generación que tuvo que vivir la confrontación, hace que
todo cambio etiquetado con aquel viejo mote, sea considerado
peligroso, atentatorio a los derechos individuales, y los más ex-
tremistas, nos recuerdan con iracundia la posibilidad de que revi-
virá aquel monstruo filantrópico que monopolizó el mercado: el
Estado. Así como esos mismos anacrónicos luchadores cuya
capacidad de ponerse de acuerdo fue tan limitada que redujeron
los diálogos a balas y muertos, intentan satanizar al mercado,
desdibujando e incluso desconociendo las bondades que éste
tiene. Como se sostiene en la obra: ni tanto que queme al Santo,
ni poco que no lo alumbre.
Son estas consideraciones capitales y otras de nivel personal, que
nos ha llevado a trabajar: dos generaciones distintas, en una obra
que intenta dar todos los elementos de juicio, de modo que quien
consulte su contenido, pueda hacerse un juicio de valor propio, al
confrontar las doctrinas que sobre los variados temas políticos se
abordan en la misma, y sea el lector y sólo éste, quien tras sopesar
debidamente la información, adopte una posición y pueda,
además, sostenerla no con dogmas ni creencias, sino con elemen-
tos de juicio, racionalidad y lógica.
El libro es el reflejo de que dos generaciones pueden ponerse de
acuerdo y consensuar temas que antes sólo se resolvían en el
plano de la violencia. Esperamos que para las generaciones de
jóvenes que se están formándose, y aquellas que están ya forma-
das, el libro les permita concientizar el valor universal que debe
tener la "tolerancia" y la obligación individual y colectiva de al-
canzar consensos y acuerdos, sobre aquellos puntos que en for-
ma individual y/o colectiva, creemos tener la razón en forma
dogmática y que por ende intentamos sea la dominante.
La idea es que el libro les permita "ser"; definirse a favor de las
estructuras políticas existentes, o bien "ser" creadores de sus
propias tendencias, no por creencia, no por dogma, sino susten-
tado en el conocimiento del proceso evolutivo de la política y sus
diferentes expresiones a nivel local, subregional, regional o mun-
dial.
Marzo, 2009
 ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I
GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER

1. INDIVIDUO Y SOCIEDAD 1
1.1. El Mecanicismo
1.2. El Organicismo o Bio-organicismo
1.3. Evolución de la estructura social 5
1.3.1. La Horda 6
1.3.2. El Clan 8
1.3.3. La Tribu 9
1.3.4. La Nación U
1.3.5. El Estado 14
Nacimiento y clasificación de los
Estados
1.4. La Estructura Dual de la Sociedad y las
Clases Sociales

2. ORIGEN Y FORMAS DEL ESTADO 20

2.1. Evolución histórica del Estado
2.1.1. El Estado Greco — Romano
2.1.2. El Estado en la Edad Media 26
2.1.3. El Estado de la Revolución Francesa
2.2. Formas de Estado y de Gobierno
a) Estados Unitarios
b) Estados Federales 31
Formas de Gobierno 36

3. POLÍTICA Y DERECHO 38
3.1. Ciencias Políticas, Derecho Político y
Teoría General del Estado
3.2. Legalidad y Legitimidad 41
 3.3. Cultura Política y Legal 42 CAPÍTULO II
3.3.1. Conceptos Generales 42 UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS
3.3.2. La División del Derecho 43
3.3.3. La Constitución 44 1. LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL
ESTADO: SU EVOLUCIÓN
4. ESTADO Y DERECHO 45 Y NATURALEZA
4.1. Estado de Derecho 46 1.1. Aspectos desde los cuales debe estudiarse
Generalidades 49 el Estado 91
4.2. Derecho, Política e Historia 54 1.2. Otros aspectos convergentes 93
Esfera de acción del Derecho 56 1.3. Pueblo, Población, Pueblo Estatal 95
58
4.3. Estado de Hecho 1.3.1. Pueblo 96
4.4. El Estado frente a la Democracia 60 1.3.2. Población 100
4.4.1. Evolución de la Democracia 61 1.3.3. Pueblo estatal 101
4.4.2. Democracia y Mercado 64 1.4. Territorio 103
4.4.3. Participación Democrática 69 Algunas definiciones 109
4.4.4. Formas de expresión democrática 69 1.5. El gobierno 112
4.4.4.1. Iniciativa Popular 70 1.6. La soberanía 113
4.4.4.2. Referéndum 71
4.4.4.3. Plebiscito 72 2. EL CONSTITUCIONALISMO: ORIGEN,
4.4.4.4. Elecciones 73 115
EVOLUCIÓN Y NATURALEZA
4.4.5. Los Partidos Políticos 74 2.1. El constitucionalismo: nociones esenciales 115
4.4.6. Nuevos actores Políticos 75 2.2. El constitucionalismo y su importancia lió
4.5. El Estado y el Derecho Internacional 2.3. Evolución histórica 118
4.5.1. Naturaleza y personalidad jurídica 2.4. Nuevas tendencias del constitucionalismo 123
estatal 2.5. Ideas claves del constitucionalismo 127
4.5.2. Reconocimiento y extinción de los
Estados 3. FUNCIONAMIENTO ESTATAL: ÓRGANOS Y
4.5.3. Continuidad de la personalidad 128
COMPETENCIAS
internacional 3.1. Nociones básicas 128
4.5.4. Reconocimiento de Gobiernos $3 3.2. Normas jurídicas del orden estatal 130
4.5.5. Reconocimiento de Gobiernos de facto &$ 3.3. Funciones del Estado 132
4.6. El Estado y la Iglesia 3.3.1. Función Ejecutiva 134
3.3.2. Función Legislativa 135
3.3.3. Función Jurisdiccional 136
3.4. Nuevas tendencias 137
 3.4.1.Función de transparencia y 6.3.3.1. El Socialismo 189
Control Social 138 6.3.3.2. El Comunismo 190
3.4.2. Función Electoral 139 6.3.3.3. El Marxismo - Leninismo 191
3.5. De los órganos y competencias 139 6.3.3.4. El Maoísmo 192
6.3.3.5. El Castrismo 193
4. MODOS GUBERNATIVOS: 6.4. La Socialdemocracia 195
PRESIDENCIALISMO, PARLAMENTARISMO Y 6.5. El Neoliberalismo 196
MONARQUÍA CONSTITUCIONAL 6.6. El Socialismo del Siglo XXI 198
141
4.1. Apuntes introductorios 141
4.1.1. Presidencialismo 143
CAPÍTULO III
4.1.2. Parlamentarismo 145
UNA IGLESIA EN LA QUE TODOS SOMOS HEREJES
4.1.3. Monarquía Constitucional 147
1. LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL
FUNDAMENTALES DEL INDIVIDUO 201
5. EXPRESIONES DE CAMBIO: REVOLUCIÓN,
1.1. Alcance y Naturaleza conceptual 201
REBELIÓN Y GOLPES DE ESTADO 148
1.1.1. Primera Generación 202
5.1. Definiciones y alcances conceptuales 149
1.1.2. Segunda Generación 206
5.1.1. Rebelión 149
1.1.3. Tercera Generación 207
5.1.2. Revolución 150
1.1.4. Cuarta Generación 210
Golpe de Estado 154
1.2. Derechos y Obligaciones Civiles 213
Características 157
1.3. Derechos y Obligaciones Políticas 217

6. FILOSOFÍA E IDEOLOGÍAS POLÍTICAS 163

1.4. Garantías de los Derechos Fundamentales
219
6.1. Filosofía Política 163 y sus restricciones
6.1.1. Evolución de la Filosofía Política 169
6.2. Las Ciencias Políticas 172
2. EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER
223
6.3. Ideologías Políticas 175 CONSTITUIDO
Conceptualiz ación 177 2.1. Principios y mecanismos del poder
225
6.3.1. Derecha e Izquierda 181 constituyente
6.3.2. Conservadurismo 182 2.2. Principios y mecanismos del poder
227
6.3.2.1. El Corporativismo 183 constituido
6.3.2.2. El Fascismo 184
2.3. Democracia Directa: principios y
228
6.3.2.3 El Nazismo 182 aplicación
2.4. Democracia Representativa 243
6.3.2.4 El Falangismo 187
6.3.3. Liberalismo 188
 2.2.2. El Garcianismo 331
3.INST1TUCIONES LEGALES ARTICULADORAS
247 2.2.3. El Progresismo 332
DE LA DEMOCRACIA
2.2.4. El Alfarismo 334
3.1. Institucionalidad del Derecho Político 248
2.2.5. El Julianismo 335
3.2. La clásica división de los poderes: teoría
250 2.2.6. El Velasquismo 337
de pesos y contrapesos
3.3. Los mecanismos de control de los órganos
del Estado 253 3. EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURA POLÍTICA
339
3.4. Procedimientos y mecanismos electorales 257 EN EL ECUADOR
3.5. La jurisdicción constitucional 264 3.1. La reestructuración jurídico-política a partir
339
de 1976
3.2. Persistencia en la elasticidad constitucional 344
4. LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LA
265 3.3. Teoría y praxis durante el caos político 349
DEMOCRACIA
4.1. La ciudadanía y la función política 269
4.2. Partidos Políticos y Clases Sociales 272 4. LA CONSTITUCIÓN DEL 2008: GÉNESIS Y
354
4.3. Caudillismo y Caciquismo 275 PROYECCIÓN
4.4. Asociaciones, Sindicalismo y los Partidos
373
Políticos 279 Bibliografía
389
Fuentes Web
5. DEMOCRACIA Y SOCIEDAD 283
5.1. El rol de los Poderes 285
5.2. Opinión pública y voluntad social 291
5.3. El Derecho Constitucional 296
5.4. La democracia: un proceso 299

CAPÍTULO IV
LA CONJURA DEL TIEMPO

1. EL CONSTITUCIONALISMO EN EL
ECUADOR: BREVE VISIÓN HISTÓRICA 303

2. COMENTARIOS CRÍTICOS A LAS CARTAS

POLÍTICAS (1830-1998) 312
2.1. La proclamación republicana 316
2.2. La elasticidad constitucional: el caudillismo 328
2.2.1. El Floreanismo 329
 CAPITULO I
GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER

-I-

/. Individuo y Sodedad

Los estudios serios de arqueología han demostrado, a través de

numerosos hallazgos de restos humanos fósiles, que por lo me-
nos desde finales del Mioceno1 han existido formas de primates
homínidos caracterizados por su posición bípeda y la posibilidad
de fabricar y utilizar instrumentos de piedra, lo cual implica un
grado de inteligencia superior respecto de las restantes familias y
géneros del mismo orden.

A esto, hay que sumar los factores del medio cultural y físicos,
que relacionados con el sujeto, no sólo produjeron el homo sa-
piens*^ sino que su continua interacción contribuyó a que tuvieran
lugar todas las variaciones biológicas como culturales. Es preci-
samente esta interacción, que permitió al humano desarrollar la
capacidad de realizar operaciones conceptuales y simbólicas
complejas, que le permitieron articular un sistema lingüístico, un
pensamiento abstracto y una capacidad de introspección y espe-
culación, viabilizando la construcción progresiva de estructuras
asociativas que partieron desde la familia -conceptualizada desde
una visión ortodoxa- como núcleo primario de la estructura so-

BUECHE, Frederick, Ciencias física!, Editorial Reverte, Universidad de Dayton, Estados

Unidos, 1979, p.207. Se conoce así a la IV Época de la Era Cenozoica, que está conformada
por tres períodos: 1. Cuaternario, con sus épocas Holoceno y Pleistoceno; 2. Neógeno, con el
Plioceno y Miocenoj y, 3. Paleógeno, con el Oligoceno, Eoceno y Paleoceno. El Mioceno se
inicia hace 23,03 millones de años y terminó hace 5,332 millones de años.
LINNEO, Carlos, Animalitwi fyecierum in classes, ordines, genera, ¡peñes wethodica iUsporiiio, Uni-
versidad de Gante, Flandes, Bélgica, Digitalizacto el 25-oct-2Q07. Homo Sapiens, nombre
científico dado en 1759 por Carlos IJnneo, que hace alusión a la condición biológica (Howd)
que la fusiona al concepto sabiduría o capacidad de conocer (Sapiens) para definir al hombre,
finalmente, como '"'animal racionar.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
cial, hasta la conformación y articulación de la sociedad en térmi-
nos modernos que la ubica como cimiente del Estado.
Este fenómeno que nace de atender tres necesidades básicas:
reproductivas, defensivas y conservación, que en el transcurso del
tiempo seguirán subsistiendo aunque su manifestación será cada
vez más estilizada, se vuelven hechos sociales que se articularán a
través de factores de sociabilidad que van desde el lenguaje y la
comunicación, como ya se dejó sentado supra, hasta las manifes-
taciones religiosas; factores de sociabilidad que transformarán las
estructuras más básicas de los Modos de Producción, hasta llegar,
a través de la globalización, a concebir al mundo como una "al-
dea global"3 e incluso, en términos políticos, visualizar procesos
que llevarían al establecimiento de un Gobierno Mundial único.
Pero antes de entrar a entender el fenómeno como tal, es impor-
tante analizarlo partiendo, corno lo definió Aristóteles, de la pre-
misa por la cual todos somos, finalmente, un_^?o politikon, y que el
sistema social está compuesto de elementos históricos, comuni-
cacionaíes, culturales, legales, físicos -geográficos-, ecológicos,
étnicos, entre otros muchos, que hacen que el fenómeno social
sea más complejo de estudiar y más difícil de vaticinar resultados
en forma lineal,
1.1. &! Mecanicismo
Esteban Tollinchr1 define al mecanicismo señalando que: "(.,.) su
origen -yace- en la misma concepción del universo Copérnico (al
-' ARACIL, Rafael; OLIVERJosn Oliver; OLIVER I PUIGDOiMÉNECH, Joan; SEGURA,
Antoni, hl mando actual: De la segunda guerra mundial a nueslros días. Ediciones Univetsitat Bar-
celona, Barcelona, España, 1998, p.403. Término acuñado por el sociólogo canadiense
Marshall McLuhan que hace referencia a la idea de que, debido a la velocidad y el impacto de
las comunicaciones, coda la sociedad humana comenzaría a transformarse y su estilo de vida
se volvería similar al de uria aldea. Debido al progreso tecnológico, todos los habitantes del
planeta empezarían a conocerse unos a otros y ¡i comunicarse de manera instantánea y dire-
cta.
'TOLLINCHI, Esteban, Red Biogrófifo de Puerto Rice,
(http://\vww.ajigeinrc.com/ny/conexión/e stehan_toUinchi.htm#datos), 14-oct-200S,
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
descentralizarse el universo y perderse la noción de partes u
órganos diferentes se aproxima a la uniformidad de la materia
posterior), en el hecho que Keplero sustituya los movimientos
naturales de Aristóteles por la inercia o bien el concepto del ánima
de la filosofía renacentista por el de vis, en la matematización del
universo a que aspira Galileo (.. .)"s (el entre guiones es nuestro).
Desmenucemos esta concepción. ToJlinchi intenta decirnos, co-
mo lo recoge magts oralmente el doctor Rodrigo Borja, que el
mecanicismo es una visión que extraída de las ciencias exactas, y
aplicada en lo social sostiene que: "(-•-) la sociedad es la mera
agregación de individuos sobre un espacio físico, de modo que la
descripción de ellos explica la vida del todo social. Para el meca-
nicismo la sociedad no es algo diferente de las unidades humanas
que la integran"6.
Esta explicación nos permite entender a la sociedad como una
estructura que funciona en virtud de la agregación mecánica de
partes -individuos- y su existencia en general más allá de las parti-
cularidades de la cual está conformada. En definitiva, las personas
en forma individual carecen de la importancia per sé en lo que
atañe a la sociedad como un todo, y la existencia de las individua-
lidades es requerida en tanto y en cuanto constituyan la masa
crítica para "ser" una estructura social.
21h55. "(•••) nació en Puerto Rico en 1912. Estudió primeramente en la universidad de su
país natal, luego en la Universitá degli Studi de Roma, y más tarde en Hcideibcrg y Munich,
para finalmente obtener una licenciatura y un doctorado en filosofía en Madrid. Desde 1959
ejerció la profesión doceme en la Universidad de Puerto Rico, enseñando cursos de lenguas
clásicas, de literatura y de filosofía en el Recinto de Río Piedras de dicha institución. Ha
publicado numerosos ensayos, particularmente sobre temas literarios, una novela y varios
cuentos. Entre publicaciones figuran: I.M concienciaproustiana, Las visiones de Tbomas Mann y La
ontologia de Unamuno".
TOLLINCHI, Esteban, Romanticismo y modernidad: Ideas fundamentales de la cultura dei
siglo XIX, Editorial UPR, Puerto Rico, 1989, p. 415.
6
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Cultura y Derecho, Editorial Planeta, Quito, Ecuador,
2007, p. 16.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
El mecanicismo se nutre, corno lo menciona Tollinchi, de cien-
cias como la física y la matemática, cuyos aportes nos permiten
entender el proceso de formación de la estructura social y su
complejidad relaciona! a través de una interpretación social de las
tres Leyes de Newton7, donde la inercia explica el movimiento
social; la fuerza, explica la complejidad de las vinculaciones de la
estructura social y su permanente confrontación dialéctica; y,
finalmente, la acción y reacción, que permiten entender las con-
secuencias de los fenómenos dentro de una sociedad y las pro-
yecciones que éstos pueden llegar a gestar.
1.2. El Organicismo o Bio-organicismo
Antonio Lucas Marín8 revela esta arista interpretativa del fenó-
meno social como aquella doctrina que afirma que no se puede
explicar la vida y sus funciones a partir de postulados solamente
mecanicistas: los seres vivos somos organismos complejos carac-
terizados por una funcionalidad inmanente, y en el caso de
Aristóteles, teleológico y no puramente mecánico.
Borja Cevallos, sin entrar a definir esta doctrina, nos indica que el
organicismo mira al fenómeno social como "(...) un producto
distinto de sus componentes, que se rige por leyes especiales y
diferentes de las que gobiernan la vida humana individual, y cuyas
partes obedecen a una ordenación en función de la vida del to-
do"'.
VIVES, Teodoro, Espado y tiempo: \^a evolución del conocimiento iiel Universo, Editorial Sirus,
Madrid, España, 2006, p. 148. Isaac Newton plantea tres leyes básicas que son el Funda-
mento de la denominada física newtoniana, que revolucionó el pensamiento y el saber sobre
la física y la forma de ver el mundo. Las tres leyes son: a) Inercia; b) Fuerza; y, c) Acción y
Reacción.
MARÍN, Antonio Lucas, fundamentos de Teoría Soñológica, Editorial Tecnos, Madrid, España,
1986, p, 51.
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Culturay Derecho, op. cit., p. 16.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
En definitiva, el organicismo, que se nutre de las teorías biologi-
cistas10 -a pesar de que el biologicismo ha sido, como tendencia,
fuertemente discutida luego del uso y abuso de la teoría darwi-
niana de la evolución, que se extiende todavía en nuestros días en
disciplinas como la socíobiología, según sostiene Pablo Esteban
Rodríguez, del Instituto Gino Germani-UBA en su trabajo titula-
do Evolucionismo e informaáonalismo. Transformaciones de las metáforas
biológicas en las ciencias socialesy humanas"-, permite entender la psico-
logía social a través de una traspolacíón de lo individual a lo co-
lectivo, partiendo de la idea de que las normas que rigen al todo,
con respecto de lo particular, distan en su mecánica articuladora,
a pesar de que su funcionamiento estructural tiende a ser similar.
1.3. Evolución de la estructura social
Para entender este fenómeno hay que comprender la importancia
que tienen los principios evolucionistas de Charles Darwin que, a
pesar de haber sufrido abusos interpretativos, no dejan de tener
una verosimilitud que permite entender cómo se formó la actual
estructura social, desde la existencia de la persona en términos
individuales, hasta su cohesión como grupo para dar lugar a lo
que conocemos como sociedad.
Estos principios darwinistas" que dieron lugar a la teoría de la
Selección Natural, permiten entender cómo este proceso ha afec-
tado no sólo al hombre como persona individual, sino también al
grupo como estructura social, dando paso a complejas articula-
ciones que permitieron evolucionar el todo -sociedad- hasta
alcanzar complexas formas jurídico-políticas.
BIRCH, Juan Auping, Una revisión de la teoría psicoanalitica a la Ix^dc ¡a denda moderna, Edtorial
Plaza y Valdés, México DF, México, 2000, p. 36.
CORDÓN, Faustino, l^a evolución conjunta de los animales y su medio, Editorial Anthropos,
Barcelona, España, 1982, p. 118.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
1.3.1. La Horda
Según la doctora María Elena Moreira, la horda es
"...considerada como la primera forma de agrupación humana,
la encontramos en grupos vagabundos, errantes o nómadas, cu-
yas funciones esencialmente vegetativas no trascienden de la esfe-
ra de la conservación y procreación de la especie. El número de
sus asociados no excede a un centenar, fuertemente unidos entre
sí, pero totalmente aislados de los demás grupos análogos a los
suyos. La vida sexual es de absoluta indeterminación, tanto en lo
que se refiere al hombre (poligamia) como a la mujer (poliandria),
conviviendo en un estado social de indiscutible promiscuidad.
(...) Su organización interna se efectúa alrededor de un jefe. Las
relaciones del grupo son de absoluta solidaridad"12.
Vale señalar que esta estructura se desarrolla en el Paleolítico
como respuesta a las necesidades básicas de protección, repro-
ducción y conservación. Ubica a las hordas en la prehistoria, tan-
to en la edad de la piedra como en la edad de los metales. Esta
estructura carecía de sistema idiomático o lingüístico, de concien-
cia teológica, en los términos actuales, ni sistema gubernativo que
no fuera aquel que se sostiene en la Ley del Más Fuerte «Selec-
ción Natural».
En este sentido, el liderazgo estaba determinado por una condi-
ción única: la fuerza. El líder carecía de dos aspectos fundamenta-
les que van a constituir luego elementos esenciales de la estructu-
ra del liderazgo en términos más complejos: solidaridad y respon-
sabilidad.
Las hordas se caracterizaron por ser nómadas, y bajo el criterio
darwinista, en estas estructuras sobrevivía simplemente el más
11
MOREIRA, María Elena, ¿Qué es Sociedad?,
(http://www.humanrightsmoreira.com/cnsayos2.htm), l7-oct-20Ü8, 17H01.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
fuerte; de ahí la ausencia del criterio de solidaridad con aquellos
miembros que no podían mantener el paso del líder; y es esa
misma mecánica, la que permite entender la carencia de respon-
sabilidad sobre los individuos de menor fuerza o débiles.
No hay que olvidar que la responsabilidad y la solidaridad son
características inherentes a estadios superiores, no sólo de la es-
tructura social, sino incluso de la conducta individual, que se arin-
can en criterios morales y éticos profundos. En este estadio pri-
mario, este nivel de conciencia no estaba desarrollado.
La naturaleza primitiva de la horda hacía que las interrelaciones
entre sus miembros sean de naturaleza promiscua, no en térmi-
nos ni calificaciones aristotélicas, sino simplemente como un
comportamiento tendiente a proteger la estructura básica evitan-
do que "terceros" -fuera de la horda- participen o formen parte
de la misma.
La actividad económica de la horda, en virtud de su condición de
nómada, se circunscribía a la caza, pesca y recolección de frutos y
raíces, generándose en este estadio la primera división del trabajo
en virtud del género.
Huelga señalar que la horda tenía una mecánica de cohesión so-
cial que se manifestaba a través del matriarcado, entendiéndose
éste como una forma de organización social -por el alto nivel de
promiscuidad existente- por la cual sólo la madre estaba en capa-
cidad de identificar a los sujetos que pertenecían a la misma; en
definitiva, establecer la "matrilinealidad" del parentesco. Esta
concepción, se desarrolla bajo prismas funcionalistas que buscan
explicar la estructura social nuclear y la relación de pertenencia al
mismo, en vista del nivel de promiscuidad; la misma que dista de
aquellas aseveraciones formuladas por antropólogos durante el
siglo XIX, quienes sostenían que el matriarcado -al derivar de la
voz latina xvd&rque significa madre, y del griego arkheim que quie-
 PENSAMIENTO POLÍTICO
re decir ejercer poder- es el Gobierno de las Mujeres; confun-
diendo, de esa manera, este fenómeno que es netamente de co-
hesión social, con el gubernativo que es la ginecocracia.
1.3.2. J3/G5»
Considerado un grado evolutivo superior, el clan, que se deno-
mina gens en latín, pero que proviene etimológicamente del gaéli-
co clamad que significa familia; es, al igual que la horda, producto
del instinto gregario de los hombres, cuya unidad estructural está
profundamente vinculada a la sangre, lo que hace que sus miem-
bros se consideren entre sí parientes.
En este estadio se desarrolla por primera vez el imaginario colec-
tivo alrededor de su origen, mismo que podía ser real o mitológi-
co, humano o no; y para el caso en el que el imaginario no era
antropológico, se desarrolló el denominado tótem, que fue para
estas sociedades primigenias, el animal, árbol o planta a los cuales
sus miembros tenían como antepasado común y a los que rendía
culto.
El tótem que es una palabra que "(...) proviene del inglés tótem y
ésta de dodaim en la lengua de una tribu de América del Norte,
que designaba a sus dioses primitivos (...)"13 adquiere especial
importancia no sólo para la construcción del "origen común",
que es un elemento significativo en la edificación de la nación y
de la identidad nacional, sino que tiene una connotación aún más
importante como instrumento legitimador del poder, y por ende,
con poder en sí mismo, al otorgar a los *'sacerdotes", que eran los
articuladores de la relación hombre/dios, una fuerza moral supe-
rior, la misma que terminó traduciéndose en un poder fáctico que
legitimaba las acciones, gestiones y decisiones del líder del clan,
BORJA C1SVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, editado por Fondo de Culnn
Económica, México DF, México, 1998, p. 951.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
que en la mayoría de este estadio los tenían confundidos en una
misma persona, la del caudillo14.
Durante esta etapa, el desarrollo lingüístico permite consolidar el
proceso de identidad del grupo, al desarrollar un conjunto de
expresiones orales comunes entre todos los miembros del clan.
Así mismo, el clan es una estructura que replica el sistema pro-
miscuo de la horda, y mantiene en pie al matriarcado como ele-
mento de cohesión social. El líder sigue siendo elegido a través de
una mecánica de selección natural, aunque a diferencia de la hor-
da, el liderazgo contempla ya elementos como la solidaridad y la
responsabilidad hacia el grupo.
En lo económico, al seguir siendo nómadas, a más de la caza,
pesca y recolección, se agrega el pastoreo, y en virtud de la natu-
raleza de la división del trabajo que se arrastra del estadio ante-
rior, se comienza a conformar una clase, dentro de los cazadores,
guerrera. Sin embargo, a diferencia de la horda, el deambular del
clan conllevaba un retorno a los territorios, en relación con las
estaciones del año -invierno, primavera, verano y otoño-.
1.3.3. La Tribu
Se formó por la unión voluntaria u obligada de varios clanes, Es
una estructura que comienza a adquirir características definida-
mente políticas, tanto por la naturaleza de su gobierno como por
las relaciones territoriales que se establecen como parte de su vida
y organización.
El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremia-
ron varios clanes o conjunto de personas emparentadas diferen-
tes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comuni-
dad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre
14
ALTAMIRA, Rafael, Misiona de la Propiedad Comunal, (publicado por LÓPEZ CAMACHO,
J.,1890, procedente de la Universidad de California), digitalizado l-oct-2007, p. 42.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
las gentes que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las
diferencias entre ellas y•> entre las tribus. Estas estructuras surgen
o
en el Neolítico y tras la asociación de las primeras tribus en las
ciudades surgen las civilizaciones.
La tribu es una agrupación, que a diferencia de sus predecesoras,
es sedentaria, lo cual afecta sustantivamente el subsistema de
conservación, al incluir en sus actividades económicas tradiciona-
les -casa, pesca y recolección- la agricultura y la ganadería.
Estas nuevas actividades, al llevarse a cabo en territorios específi-
cos, dio lugar al nacimiento del sentido de pertenencia territorial,
debilitándose progresivamente el vínculo sanguíneo y por ende la
naturaleza cohesionadora del matriarcado, para dar paso al víncu-
lo territorial, que se volverá más adelante el principal factor de
cohesión social".
En este punto, vale señalar que el vínculo sanguíneo es la base
primigenia de la cual se nutre el lus Sanguinis -forma de determi-
nar la nacionalidad de una persona, en el derecho moderno-,
como el vínculo territorial, lo es del lus Sotis.
El vínculo territorial de la tribu estaba funcionalmente definido;
el "(...) patrimonio territorial se dividió en una zona central rela-
tivamente pequeña en la que estableció la vivienda y los terrenos
de sembradíos, una zona contigua destinada a la caza y a la pesca
y una zona periférica que separó sus dominios de los de las tribus
vecinas"1*.
En lo gubernativo, la tribu registra un cambio cualitativo, al des-
arrollar un sistema colegiado de gobierno, conocido como "con-
15
PAN AMERICAN 1NSTITUTE OF GEOGRAPHY AND HISTORY, Roktíit biblioeñfuo
o J
de Antropología Americana, editado por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia,
California, listados Unidos, 1978, digitalizacio 10-ago-2007, p. 106.
16
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Endcioptdia de la Política, op. eit, p. 963.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER II
sejo". Éste estaba generalmente integrado por los jefes de los
clanes, y presidido por uno de ellos; sesionaban en forma pública,
y las opiniones de sus miembros tenían igual valor. La costumbre
desempeñó el papel normativo17.
Como ya quedó mencionado supra, el elemento de cohesión
social fue el territorio, pero a más de ello, otros elementos eran
considerados como esenciales para "formar parte" de la tribu,
entre ellos encontramos: raza, creencia y costumbre.
1.3.4. LaNadón
El término, aunque su existencia es anterior a la Revolución fran-
cesa, fue en ese período cuando más se implemento su uso, y
abuso que tendió a confundir nación con Estado, como lo hizo
Giuseppe Manzini hacia la mitad del siglo XIX. En el marco del
romanticismo alemán, el término adquiere una connotación lin-
güístico-cultural, con la que se identificaron la nación germánica,
eslava, árabe, anglosajona, andina, entre otras18.
La nación, en "estricto sensum", puede ser analizada desde dos
vertientes: la primera, como la nación política, en el ámbito jurí-
dico-político, por el cual se transforma en el sujeto político, en el
cual reside la soberanía constituyente de un Estado; y, en segun-
do, la nación cultural, concepto socio-ideológico más subjetivo y
ambiguo que el anterior, que se puede definir a grandes rasgos
como una comunidad humana con ciertas características cultura-
les comunes, que tiene un sentido ético-político.
17
SANTIBÁÑEZ, Enrique, Historia de ¡a América Latina: Compendiada desde ¿os tiempos más
remotas hasta nuestros días, publicado por D. Appleton y compañía, Universidad de Virginia,
Estados Unidos, 1918, digitalizado 6-mar-2008, p. 138.
18
SPIELVOGEL, Jackson, Civilizaciones de Occidente, Cengage Lcarníng Editores, México DF,
México, 2004, vol. B, p. 523.
 12
PENSAMIENTO POLÍTICO
Sostiene Aurelio García, que "(,..) en cuanto al concepto de na-
ción, se puede decir que no es posible dar uno de manera que
responda a la esencia misma de ella; de ahí que los autores varían
en la apreciación de la nación, adoptando puntos de vista diver-
sos e incluyendo en sus concepciones elementos distintos. Siendo
como es la nación, según la clasificación científica de las socieda-
des totales, la cuarta en graduación, su ritmo formativo ha ido
ampliándose y complicándose a la vez merced a la concurrencia
de diferentes factores subjetivos y objetivos, esto es, espirituales y
materiales. Por consiguiente, esta misma complicación no permi-
te desentrañar su propia naturaleza, de una manera clara y defini-
da, ofreciendo únicamente posibilidades de interpretación en
conformidad con puntos de vista unilaterales o pluralistas, como
en el caso, por ejemplo, de una concepción de la nación a través
de un miraje exclusivamente racial o puramente conciencia!"1*.
De esta aproximación teórica -de visión tradicional- podemos
determinar algunos factores que sí forman parte de la nación,
como son lo: étnico, histórico, político, sociológico, cultural, reli-
gioso, destino manifiesto, entre otros. Se entiende entonces que
la nación es la afirmación del pueblo como entidad cultural e
histórica; constituyendo cada nación una personalidad distinta y,
por ende, estructurando una "unidad social" en los términos que
desarrolló Ferdinand Tónnies10.
Desde el Derecho Político, la Nación viene a ser el titular de la
soberanía cuyo ejercicio afecta a la implantación de las normas
fundamentales que regirán el funcionamiento del Estado; es de-
19
GARCÍA, Aurelio, Ciencia del Estad», editado por Universidad Central del Ecuador, Quito,
Ecuador, 1954,1.1, p. 280.
18
TONNIES, Fcrdinand, Biografías j Vidas,
(http://www.biografiasyvidas.eom/biografia/t/ton rúes, htm), 19-oct-2008, 22h50. "(--.)
nace cerca de Oldenswort, Schleswig, 1855-Kiel, 1936. Sociólogo alemán. Destacó por sus
teorías sobre la definición de sociedad y comunidad. Distingue la vida social basada en la
afectividad y la tradición, y la basada en el individualismo y la competencia. Comunidad y
sociedad \Ü
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 13
cir, aquellas que están en la cúspide de la pirámide de Hans Kel-
sen2
Esta visión de carácter legalista, transforma a la nación en un
sujeto de derecho y por ende recibe la potestad misma de hacer
las leyes, en definitiva, le otorga soberanía, y a partir de ahí, se
desarrolla un conjunto de estudios que la vinculan con el Dere-
cho Constitucional y la legitimidad de esa rama del Derecho en
virtud del origen de la voluntad: la nación.
Desde la visión cultura, el concepto de nación es uno de los que
mayores problemas ha planteado a las Ciencias Sociales, pues no
hay unanimidad a la hora de definirlo. Un punto básico de acuer-
do sería que los miembros de la nación cultural tienen conciencia
de constituir un cuerpo ético-político diferenciado debido a que
comparten unas determinadas características culturales; ks mis-
mas que pueden ser etnia, lengua, religión, tradición o historia
común, todo lo cual puede estar asumido como una cultura dis-
tintiva. A
11
KELSEN, Hans, Biografías j Vidas,
(http://www.biografiasyvidas.eom/biografia/c/kelsen.htm), 19-oct-2008, 22h50. "(•--) pen-
sador jurídico y político austríaco (Praga, 1881 - Berkeley, California, 1973). Este profesor de
Filosofía del Derecho de la Universidad de Viena (desde 1917) fue uno de los principales
autores de la Constitución republicana y democrática que se dio Austria en 1920, tras su
derrota en la Primera Guerra Mundial (1914-18) y la consiguiente disgregación del Imperio
Austro-Húngaro, En 1929 pasó a la Universidad de Colonia, pero la ascensión de Hidcr al
poder le llevó a dejar Alemania (1933). Tras unos años enseñando en la Universidad de Gi-
nebra, pasó a la de Praga (1936). Finalmente, el estallido de la Segunda Guerra Mundial
(1939-45) le decidió a abandonar Europa, refugiándose en los Estados Unidos (1940). Allí
ejerció la docencia en la Universidad de Harvard, de donde pasó a enseñar Ciencia Política
en la de Berkeley (1942). Kelscn defendió una visión positivista que él llamó «teoría pura del
Derecho»: un análisis formalista del Derecho como un fenómeno autónomo de considera-
ciones ideológicas o morales, del cual excluyó cualquier idea de «derecho natural». Analizan-
do la estructura de los sistemas jurídicos llegó a la conclusión de que toda norma emana de
una legalidad anterior, remitiendo su origen último a una «norma hipotética fundamental»
que situó en el Derecho internacional; de ahí que defendiera la primacía del Derecho inter-
nacional sobre los ordenamientos nacionales. Su concepción del Derecho como técnica para
resolver los conflictos sociales le convierte en uno de los principales teóricos de la democra-
cia de) siglo XX. Entre sus obras destacan: Dt la esencia y valor ele ¡a democracia (1920), Teoría
General del Estado (1925) y Teoría pura del'Derecho (1935)"'.
 14 PENSAMIENTO POLÍTICO
De la nación cultural nace también la identidad nacional, que se
refiere especialmente a la distinción de características específicas
de un grupo; aunque sobre esta aseveración existen diferentes
criterios. Desde esta visión, pequeñas diferencias en la pronun-
ciación o diferentes dialectos pueden ser suficientes para catego-
rizar a alguien como miembro de una nación diferente a la pro-
pia. Así mismo, diferentes personas pueden contar con persona-
lidades y creencia distintas o también vivir en lugares geográfica-
mente diferentes y hablar idiomas distintos y aún así verse como
miembros de una misma nación.
También se encuentran casos en los que un grupo de personas se
define como una nación más que por las características que com-
parten por aquellas de las que carecen o que conjuntamente no
desean, convirtiéndose el senado de nación en una defensa en
contra de grupos externos, aunque éstos pudieran parecer más
cercanos ideológica y étnicamente, así como en cuestiones de
origen, verbo y gracia sería el de "Nación por Deseo" -
Willensnation-, que se encuentra en Suiza y que parte de senti-
mientos de identidad y una historia común.
Existe sin embargo una corriente más moderna, que sostiene que
la nación es ese conjunto de personas que comparten el deseo de
"ser" -destino manifiesto-, que consideran ciertas bases históricas
como antecedente común, pero que el resto de temas como el
étnico, religioso, cultural, etc., resultan no ser determinantes, for-
taleciéndose la teoría mencionada supra del "Willensnation".
Es el grado superior de organización social. Es una estructura
jurídico política que resume en sí misma la cúspide del proceso
evolutivo del fenómeno social hasta donde se ha logrado divisar y
estudiar. El Estado, desde el punto de vista histórico, es el resul-
tado de una muy larga evolución de la coexistencia humana, tra-
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
duciéndose en la forma política más importante y más altamente
estructurada de las producidas hasta el momento; aunque esta
estructura esté aún en un proceso de evolución continuo.
En este punto, hay que reconocer en Platón al creador, en sus
Diálogos, de la estructura del Estado; sin embargo, resulta, en
términos realistas, la conceptualización de Nicolás Maquiavelo la
más acertada al definir al objeto político y su administración, se-
ñalando que: "(...) Los Estados y soberanías que han tenido y
tienen autoridad sobre los hombres, fueron y son, o repúblicas o
principados"".
Esta confusión entre objeto político «Estado» y administración
política «Gobierno» es lo que ha llevado a un equívoco común,
como es el de confundir nación y Estado. Huelga advertir, como
se dejó sentado en el acápite anterior, que la nación es "(...) emi-
nentemente un concepto étnico y antropológico que hace refe-
rencia a un grupo humano unido por vínculos naturales estable-
cidos desde muy remotos tiempos (...)", mientras que el Estado
es "(.,.) una estructura jurídica y política montada sobre la base
natural de la nación"".
Éste es "(...) el último eslabón de la larga cadena de las formas
organizativas de la sociedad creadas por su instinto gregario y
representa la primera forma propiamente política de asociación,
puesto que tiene un poder institucionalizado que tiende a volver-
se impersonal (...) Por supuesto que varios pensadores tienen del
Estado una idea mucho más amplia. Para algunos de ellos la pa-
labra Estado comprende la enorme variedad de formas de aso-
ciación humana prepolítica y política que se dieron en el tiempo.
Asignan a la palabra Estado latamente la significación de sociedad
política"".
DE LA CUEVA, Mario, La tiiea del RslaJo, editado por la Universidad Nacional Autónoma
de México, México DF, México, 1975, p. 62.
13
Í3ORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Culturay Derecho, op. cit, p. 40.
34
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit., p. 383.
 16
PENSAMIENTO POLÍTICO
Frente a estas definiciones, dos antropólogos políticos, el inglés
Henry Main y el norteamericano Lewis H. Morgan, sostienen la
existencia de una clara distinción entre las antiguas sociedades
basadas en el parentesco y las actuales sociedades basadas en la
territorialidad, distinción que bien puede entenderse en la afirma-
ción de que la primera es una "sociedad sin Estado" y la segunda
una "sociedad estatal", como lo definieron M. Fortes y E. E.
Evans-Pritchard.
No deja, sin embargo de tener grados de verosimiliaid afirmacio-
nes como que "(...) hpofo griega, la ávitas romana, el regnum me-
dieval -así como- otras formas más o menos elementales de aso-
ciación humana fueron Estado"" (el entre guiones es nuestro).
El Estado como fenómeno histórico aparece conjuntamente con
el concepto de soberanía y otra serie de elementos que surgieron
durante el Renacimiento, que definieron los elementos constituti-
vos de éste, así como sus formas o manifestaciones, e incluso la
conjunción conceptual de Estado-Nación.
En el desarrollo del terna II del trabajo se hará una aproximación
más puntual sobre el Estado, su origen, evolución, formas y ele-
mentos constitutivos, que permitirán estudiar y analizar a éste su
objeto político con mayor determinación y entender su proyec-
ción como parte del fenómeno social.
Nacimientoy clasificación de los instados
"El nacimiento de un Estado es un hecho; no está sujeto a nin-
guna regla jurídica, es un fenómeno ajeno al Derecho, que escapa
al Derecho"1". Vasco nos remite al hecho histórico, a la manera
Ibídem, p. 384.
> Ediciones Peruanas, Lima,
CAPITULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 17
de cómo nace un Estado e identifica: a la emancipación; la sepa-
ración o sucesión; y a la fusión.
Tales hechos, desde el punto de vista pedagógico, a efecto de la
clasificación de los Estados, se los suele ubicar en base al "grado
de independencia", por un lado, y de acuerdo con la "estructura"
que adoptan, por otro. En el primer supuesto, pese a la existencia
de diversos criterios valorativos, se los reconoce como Estados
soberanos o independientes, o como Estados dependientes o
semisoberanos. En la otra condición, o sea en atención a su es-
tructura, se los divide en Estados simples o unitarios y en Esta-
dos compuestos o complejos.
Son lisiados unitarios o simples aquellos que poseen unidad interna y
externa (v.g. Ecuador), es decir, tienen un régimen político inter-
ior (en ejercicio a sus atribuciones de autonomía) y una soberanía
exterior (en ejercicio de sus potestades de independencia).
Son Estados compuestos o complejos aquellos cuyos integrantes -
obviamente, más de uno- en forma individual poseen un régi-
men político interior separado, pero que operan bajo un poder
central y una sola soberanía exterior (v.g. Estados Unidos de
América). Dentro de esta clasificación se distinguen las Uniones de
Astados, con sus dos históricas modalidades clásicas: la Unión Per-
sonal y la Unión Real;y las Federaciones de Estados, que a la vez admi-
ten dos formas: la Confederación de Estadosj el Estado Federal.
Es interesante recoger la figura de Estados deformación suigéneris,
que según el Derecho Internacional Público integran también la
clasificación que agrupa a los Estados compuestos o complejos,
tal el caso emblemático del Commonwealth Británico; así como
aquellos Estados con "especial condición jurídica" que están
sujetos a Vasallaje, Protectorado, Administración Fiduciaria, Cliente, o en
Neutralidad Perpetua.
 18 PENSAMIENTO POLÍTICO
1.4. La estructura dual de la sodedady las clases sodales
La sociología explica la naturaleza constitutiva de la sociedad
desde el "dualismo"; escuela que, define a la sociedad, como una
estructura bipolar en la que conviven áreas socioeconómicas
avanzadas y atrasadas. Las sociedades dualistas se caracterizan
por la existencia de un centro económico desarrollado, compues-
to de actividades productivas modernas e internacionalizadas y,
una amplia periferia rezagada con actividades económicas prima-
rias, desintegrada del sistema central
Este análisis resulta desde toda óptica de importancia, porque
responde a una visión verosímil de corte aristotélico -y un poco
determinista- de la sociedad; entendiéndose ésta, como el objeto
y sujetos de la actividad del Estado y la materia viva de toda ges-
tión política.
El dualismo, en definitiva, confirma en hechos las hipótesis de
Aristóteles sobre la división de clases, que sumada a una teoría
usada en el marco de las relaciones internacionales para explicar
el fenómeno de la ubicación de los países en el desarrollo, cono-
cida como "Centro-Periferia", nos permite verificar in-facto esta
naturaleza dual de la estructura social, que es uno de los escena-
rios sociales más extendidos a nivel mundial.
La condición periférica de la mayor parte de la estructura social
permite confrontar una realidad palpable: la coexistencia de todos
los modos de producción, desde el colectivismo primitivo hasta
el capitalismo actual -y sus diferentes modelos imperantes-. Bajo
esta lógica, se evidencia que los modos de producción, lejos de
ser el uno del otro un paso evolutivo, conviven y coexisten entre
sí; en especial en las sociedades a las cuales solemos denominar
Tercer Mundo, y que suelen ser esquizofrénicas -por la forma en
que se articulan sus relaciones-, llenas de contradicciones y dispa-
ridades, sobre todo entre los habitantes de los centros urbanos y
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
aquellos que viven en las áreas rurales; dentro de las áreas urba-
nas, entre los trabajadores formales y los informales; discrimina-
ciones por razones étnicas, culturales, religiosas; y, la falta de
igualdad ante la ley, los derechos y las obligaciones, en la vida
política del Estado.
Aunque ciertamente la fuente primaria en la cual se asienta el
dualismo es de carácter fisiocrática", no deja de ser parte impor-
tante en la dialéctica sistémica de la sociedad la incidencia que
tiene el "ethos colonial" en ese proceso de interrelación de las
partes entre sí en búsqueda de un ascenso en esta estructura pi-
ramidal.
Desde la visión económica de Francisco Quesnay, la política de
James Madison, o bien los postulados de Carlos Marx, respecto
de la lucha de clases, queda en evidencia un hecho: la sociedad, tal
y como se ha conformado y en la actualidad está estructurada,
funciona bajo la lógica del dualismo social, generando clases que
están en permanente lucha y dándose de ese modo un continuo
movimiento dentro de una figura que parte de una base amplia
para culminar con una punta en la cual se encuentran pocos.
Cuando la estructura busca cambiar o requiere de cambio, se
presentan revoluciones o rebeliones, las primeras, que apuntan a
un cambio fundamental, las segundas, que hacen modificaciones
en los actores. En cualquiera de dichos casos, el producto final
sigue siendo una nueva estructura social piramidal.
ZORRILLA AR1ÍNA, Santiago, Coma Aprender Economía: conceptos básicos, Ljmusa Noriega
Editores, México DH, México, 1998, p. 63. "(•--) Francisco Quesnay fundador de la escuela
de la fisiocracia, sostuvo dos teorías fundara en tales en esta doctrina: una teoría de la agricul-
tura, y una del orden natural y de la libertad. Rechazó la creencia mercantilista de que los
metales preciosos constituyen la riqueza. Tampoco aceptó la riqueza en la producción de
obras de la industria (...) El Tableau écottonñqm (cuadro económico) se basa en la existencia
de una estructura social determinada, la cual reduce a tres clases a los ciudadanos: la produc-
tiva, la de los propietarios y la estéril (...)".
 20
PENSAMIENTO POLÍTICO
-II-
2. Oñgeny Formas del Estado
Estudiar el objeto mismo de la actividad política, requiere pro-
fundizar su origen, no en cuanto fenómeno social como tal, que
en cualquier caso fue abordado en el tema I de este trabajo, sino
corno estructura política que adquiere, con el tiempo, un anda-
miaje jurídico, el mismo que registra cambios en su base forman'-
va, pasando del ius-naturalismo al ius-positivismo como funda-
mento de origen y naturaleza de esta entelequia que es el Estado.
En ese andarivel, resulta importante hacer una aproximación y
revisión histórica del proceso, considerando como punto de par-
tida las primigenias estructuras greco-romanas, que fueron conso-
lidándose desde las polis griegas, pasando por las civitas romanas,
hasta enfrentar al Estado como estructura jurídico política, que
permite ser el objeto, como hemos mencionado, de la actividad
política por un lado, además de implicar la determinación de su
condición de sujeto en el plano internacional, por otro.
/ El origen del Estado tendrá lugar cuando dos o más sociedades
políticas primarias28 que han evolucionado con relativa indepen-
dencia en torno a sus centros propios llegan a encontrarse, como
consecuencia de su expansión, en fluctuantes líneas fronterizas (el
border} y «reaccionan» de suerte tal que en lugar de constituir un
tertium envolvente de ambas (por coordinación o subordinación
de unas a otras), les lleva a desarrollar a cada una de ellas, a fin de
mantener su «enfrentamiento», una «membrana» o capa cortical
llamada a segregarse del cuerpo de las sociedades primarias (un
cuerpo con dos capas ya bien diferenciadas como capa basaly capa
conjuntiva}™.
GARCÍA SIERRA, Pelayo, Diccionario Filosófico, editado por Fundación Gustavo Bueno,
Oviedo, España, 2000, p. 571.
29
Ibídem, p. 574.
21
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
Hay que suponer que cada sociedad política ha tenido que ir des-
arrollando un conjunto de contenidos peculiares -una lengua,
costumbres, ceremonias, estudio de producción, religión, etc.-
que constituyen su propia cultura, que se diferenciará de las de-
más. Ahora puede aparecer algo similar al concepto de «sobe-
ranía», medida en una perspectiva temporal-histórica y cuyo con-
tenido es el propio patrimonio cultural. Porque los movimientos
de los otros Estados, o reinos,, o «esferas políticas» podrán co-
menzar a «medirse» en una escala objetivada y porque la inicial
«limitación» espacial que las demás esferas políticas imponen a
cada Estado, es una limitación exterior que equivale para cada
«reino» a una usurpación o apropiación privada de territorios que
inicialmente podrían considerarse comunes va asociada sin em-
bargo con una «dilatación» temporal histórica (indefinida) de cada
cual.
De las sociedades primitivas a la formación del Estado: Tomando
como base las teorías anteriores, es posible afirmar que más allá
de las diversas clasificaciones o combinaciones que se puedan
hacer, las sociedades humanas de cualquier parte del planeta han
pasado, o están pasando, por un proceso que va de la horda en
los albores de la humanidad, hasta el Estado-Nación como forma
predominante de organización de la sociedad actual iniciado en
1648 con la paz de Westfalia30. Mediante este tratado se acaba
con el antiguo orden feudal y se da paso a organizaciones territo-
riales y poblacionales definidas en torno a un gobierno que reco-
noce sus límites espaciales, y por lo tanto, de poder.
Una visión generalmente aceptada de la evolución de las socieda-
des estatales es la que ha surgido desde el Estado Primitivo, el
Estado Teocrático y/o Imperial o Estado-Ciudad en la época
PEARSON, Frederic y ROCHESTER, Martin, dilaciones Irtternacionaies: Situación Global en el
siglo XXI, Editorial McGrawhill, México DF, México, 2007, p. 38.

22 PENSAMIENTO POLÍTICO
Antigua; luego el Estado Feudal, hasta lo que hoy se conoce co-
mo el Estado-Nación".
,2.1. Evoluáón histórica del Estado
Uno de los análisis sociopolíticos que ha superado cualquier críti-
ca o discrepancia ideológica, por su sólida construcción académi-
ca y científica, es el materialismo-histórico y el materialismo-
dialéctico. Esta mecánica de entendimiento -legítima contradicto-
ra del pensamiento ius-naturalista-, permite introducir como
premisa verosímil los modos de producción que, a pesar de res-
ponder a una visión de carácter económica, permite comprender
la evolución política como causa y efecto que ha permitido la
construcción, en sus diferentes momentos históricos, de lo que
(fue, es) podría ser el Estado.
La palabra Estado en términos jurídico-político se la debe a Ma-
quiavelo, cuando introdujo esta palabra en su obra "El Príncipe"
al decir: "Los Estados y soberanías que han tenido y tienen auto-
ridad sobre los hombres, fueron y son, o repúblicas o principa-
dos."
Según Maquiavelo, la sociedad no se desarrolla por la voluntad
divina, sino en virtud de causas naturales. Propugnaba la forma-
ción de un fuerte Estado nacional, libre de luchas intestinas feu-
dales, capaz de aplastar los alzamientos del pueblo. Estimaba
admisible aplicar cualquier medio en la lucha política, justificaba
la crueldad y la perfidia de los gobernantes en la lucha por el po-
der31.
31
KRADER, L., Enciclopedia Universal ilustrada Europeo-americana: La formación del Estado, Edito-
rial Espasa Calpc, digitalizado 2-jul-2007, Universidad de Virginia, Estados Unidos, 1973, p.
85.
" DE LA CUEVA, Mario, La idea del Estado, op. cit., p. 62.
31
ROSENTAL, M.M. y LUDIN, P.F., Diccionario Filosófico, Editorial Cometí, Madrid, España,
2002, p. 291.
CAPITULO 1: GÉNESIS V PROSOPOPEYA DEL PODER
Otro pensador que comenta sobre el Estado en sus textos es
Platón, que estima que la estructura del Estado y del individuo
son iguales, y con ello, analiza las partes y funciones del Estado y
posteriormente, las del ser humano, con lo cual establece el prin-
cipio de Estado anterior al hombre, porque, además, la estructura
de aquél, aun siendo igual a la de éste, es más objetiva o evidente.
Aristóteles, por su parte, es más enfático y declara que el Estado
existe por naturaleza, y por tanto, es anterior al hombre, no por
ser éste auto suficiente y sólo podrá serlo respecto al todo, en
cuanto a su relación con las demás partes, complementando su
expresión al decir, en base a su Zoon Politikón, que quien no
convive con los demás en una comunidad, "o es una bestia, o es
un dios".
La organización ideal de la sociedad y del Estado según Platón,
debe servir para la encarnación más completa de las ideas en el
mundo "visible", el acercamiento entre el reino de éstas y la reali-
dad, y el acuerdo entre el mundo ideal y el material.
Platón considera la esclavitud como premisa necesaria de un Es-
tado ideal. Hace el papel de defensor del régimen aristocrático y,
al tratar de presentar la democracia como Estado en el que go-
bierna la gente no preparada para ello, proclama que la dirección
del Estado debe estar en manos de hombres competentes, que
hayan concebido las ideas, que hayan dominado la cima del co-
nocimiento científico".
En su teoría de la sociedad, esbozó la imagen de un Estado aris-
tocrático ideal del que era premisa básica el trabajo de los escla-
vos "las leyes"; gobiernan el Estado los "filósofos"; velan por su
seguridad los "guardianes" o "guerreros"; por debajo de estas dos
categorías de ciudadanos libres, se encuentran los "artesanos"".
POKROVSKJ, V.S. y otros, Historia de las Ideas Políticas, Editorial Grijalbo, México DF,
México, 1966, p. 6-1.
ROSENTAL, M.M. y LUD1N, P.F., Diccionario Filosófico, op. cit., p. 364.
 24
PENSAMIENTO POLÍTICO
2.1.1. E/ listado Greco — Romano
"(...) La civilización antigua era mediterránea y como tal abarca-
ba Oriente y Occidente (...) el nacimiento de Europa, en tanto
sea una realidad política, se realiza en dos momentos que reviste
el carácter de destrucción creadora"36.
El pensamiento político en la antigua Grecia aparece en los siglos
VII y VI A.C., cuando surgen las clases antagónicas, la desinte-
gración del régimen del comunismo primitivo, el nacimiento y
desarrollo del Estado esclavista. Y alcanza su nivel más alto de
desarrollo, más tarde, en los siglos V y IV A.C., sobre todo en las
democracias esclavistas de la antigua Grecia".
El Estado esclavista en Grecia tenía la forma original de la Polis,
Estado-ciudad, es decir, Estados integrados por una ciudad y
varios pobladores a su alrededor. Las polis griegas se extendían
por toda la cuenca del Mediterráneo. Las reducidas proporciones
de los Estados de la antigua Grecia se explican por el hecho de
haber nacido como resultado directo de la desintegración de las
comunidades gentilicias que comprendían poblaciones relativa-
mente pequeñas.
El régimen estatal de Grecia era muy variado. En muchos Esta-
dos el poder estaba concentrado en manos de una sola persona;
en otros, se convocaban asambleas públicas y gobernaban fun-
cionarios elegidos; en otros más, detentaban el poder unos cuan-
tos representantes de ]a nobleza (aristocracia), o representantes de
los ciudadanos pudientes (oligarquía)38.
3Í
GÓMEZ SÁNCHEZ, Yolanda y ALVARADO PLANAS, Javier, Ettíñar la Idea de Exropa,
Editorial Universitaria Ramón Arcces, Madrid, España, 2004, p. 21.
"
38
POKROVSKI, V.S. y otros, Historia de las Ideas Políticas, op. cit., p. 43.
Ibídem, p. 44.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
La estructura social en Roma era diferente, pues tras la expul-
sión del último rey, Roma se constituyó en una República gober-
nada por una serie de magistrados escogidos anualmente por los
ciudadanos romanos de entre los notables que forman el Senado
(que era quien detentaba el poder defacto).
El pueblo estaba al margen de la política, hasta que los plebeyos
ricos consiguieron que se creara el cargo del tribuno de la plebe,
que comenzaron siendo dos y llegaron a ser diez. El tribuno de la
plebe tenía la capacidad de vetar cualquier decreto. Los tribunos
eran elegidos en los comicios tributos —asambleas donde el poptt-
Itts se dividía por tribus: 4 urbanas y 17 rurales-, el pueblo reunido
por tribus, en losp/ebis safa. La expansión territorial hizo necesa-
ria la creación de un Estado centralizado y fuerte para mantener
las conquistas. La república estaba inmersa en una serie de gue-
rras civiles que la debilitaban, y las tensiones sociales compromet-
ían la estabilidad de las instituciones.
La primera estructura social y política de los romanos fue la fami-
lia: el padre (pater familias), la esposa, los hijos, las esposas de los
hijos, los hijos de los hijos, y las hijas no casadas. De la agrupa-
ción de algunas familias del mismo tronco, surgieron las gens, y
de un conjunto de gens las tribus. La familia está formada por los
más próximos (agnados), pero a medida que la familia se extendía
se formaban las gens o raza de un tronco común, integrada por la
familia propiamente dicha (adnati) y por los gentiles, todos aque-
llos procedentes del mismo antepasado.
La fundación de Roma se atribuye a tres tribus: los Ramnes, los
Ticios y los Luceras. Estos tres grupos fundaron la llamada Roma
Quadrata en el Monte Palatino. Otra ciudad fundada por otro u
otros grupos en el Quirinal, se unió a la Roma Quadrata, surgien-
do así la civitas llamada Roma.
 26 PENSAMIENTO POLÍTICO
A los patricios corresponde el derecho pleno de ciudadanía: for-
man el pueblo y son de entre los habitantes los de clase social
más elevada. Sus derechos eran: el sufragio, el desempeño de los
cargos públicos políticos o religiosos, el derecho a asignación de
tierras públicas, los derechos civiles propios de las gens (tutela,
sucesión, potestad), el derecho de contraer matrimonio con otros
miembros de las gens, el derecho de patronato, el derecho de
contratación (el único que se extendía también a los no patricios
libres) y el derecho a hacer testamento (el conjunto de estos dere-
chos constituía el itts quiñtium o ius ávitatis). Como deberes esta-
ban: el servicio militar, y el deber de contribuir con ciertos im-
puestos al sostenimiento del Estado.
La división de la población se hacía desde las gens: 10 gens cons-
tituían una Curia, 10 curias constituían la Civitas.
2.1.2. ElEsiado en la EdadMedia
Aún no conocemos con exactitud el origen de la palabra Estado,
desde el punto de vista jurídico-político, pero sí hemos mencio-
nado que equivale a la Polis o ciudad-Estado de los griegos. No
es sino hasta la Edad Media, cuando por primera vez surge el
nombre statí, estado, término tomado y sostenido por Maquiave-
lo, anteriormente citado.
En la Edad Media se había sintetizado la idea del Estado, como la
existencia de un orden natural proporcionado por Dios a los
hombres. Dicho orden era en principio incuestionable y se creía
que sólo se podía acceder a su conocimiento alcanzando niveles
de contemplación.
CAPITULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 27
La historia de la humanidad puede interpretarse como la búsque-
da de una óptima unidad política con el péndulo oscilando entre
dos extremos: uno constituido por un orden único y universal
(por ejemplo, los imperios de Roma y Alejandro el Grande) y el
otro por un conjunto de entes políticos más pequeños y altamen-
te fragmentados (por ejemplo la serie de ciudades amuralladas y
otras entidades políticas que tipificaron la Edad Media)3'.
El escenario político de Europa consistía en formas gubernamen-
tales de ducados, ciudades independientes, Estados Feudales,
reinos, territorios eclesiásticos y otras muchas y diversas unidades
que se entrelazaban en una jerarquía bastante compleja. Mientras
reyes y reinas se sentaban en los tronos de Inglaterra y Francia, su
autoridad era puesta en duda por los príncipes locales y por los
poderes papales de Roma. Sin embargo a medida que se acerca-
ba el año 1648, el panorama político fue cambiando, el poder de
la pólvora y de las armas hacía cada vez menos viables y, por el
contrario, más vulnerables las ciudades amuralladas como unida-
des de organización política capaz de proteger a sus moradores"0.
i
2.1.3. El Estado de la Revolución Francesa
Las primeras ideas acerca del origen contractual del Estado sur-
gieron ya en la antigüedad (sofistas, Sócrates, Epicuro). Pero ide-
as como la del contrato social alcanzó su apogeo en los siglos
XVII-XVIII con pensadores como Hobbes, Spinoza, Locke,
Rousseau, entre otros, a causa de la lucha de la burguesía contra
el feudalismo y la monarquía absoluta. Era la fundamentación
ideología de las aspiraciones de la burguesía al dominio político".
39
PEARSON, Frcderic y ROCHUSTER, Martin, Relaciones Internacionales: Situación Global
en el siglo XXI, op. ck., p. 39.
40
¡bidón, p- 39.
" ROSENTAL, M.M. y LUDIN, P.F.. Diccionario l'iiosófico, op. cit., p. 458.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
Desde el atropello del "El Estado soy yo" aplicable a los monar-
cas de la época y derivada del derecho divino de los reyes o de
razonamientos de similar naturaleza. En esta pretensión mani-
festada como el más nocivo absolutismo en Europa, específica-
mente en Francia , el pueblo sintió la negación total de sus dere-
chos y rotos todos sus principios e ideales; es ahí donde empieza
a crecer el resentimiento y surge poco a poco la semilla de la re-
belión, y ésta había de manifestarse con toda su violencia y hacer
explosión, para culminar el 14 de julio de 17894!.
La revolución dio paso a nuevas formas, con todas sus naturales
e impropias acciones excesivas cometidas. La mayor aportación
que este levantamiento dio, fue la Declaración de los Derechos
del Hombre y el Ciudadano, que se fundamentó en la teoría de
Jean Jacob Rousseau, escrita en su obra "El Contrato Social."
El año de 1789 es de primordial importancia en sus manifesta-
ciones, porque los rumbos señalados cambiarían el mando en sus
procedimientos y formas gubernamentales, y también en la nueva
concepción del hombre, que se convirtió en ciudadano para ayu-
dar a los fines del Estado. La Revolución Francesa no solamente
constituyó el presagio de la caída de la monarquía francesa sino
que también puso en movimiento ciertas fuerzas que vinieron a
establecer posteriormente una nueva era en la política internacio-
nal y por ende el nacimiento de un nuevo upo de Estado: el Es-
tado Moderno de Derecho43.
2.2. Formas de Estadosy de Gobierno
En este punto es importante hacer diferenciaciones sustantivas
entre las formas de Estado, entendidas éstas como una organiza-
ción territorial o modelo de Estado basado en tres de los cuatro
42
PEARSON, Frederic y ROCHESTER, Martín, Re/aciones Internacionales: Situaáín Global tn el
siglo XXI, op. cit,, p. 45.
43
Ibídcm, p. 45.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
elementos constitutivos del Estado: territorio, población y poder;
de la forma de gobierno, que hace alusión a un régimen político o
modelo de gobierno, que tiene que ver con el elemento adminis-
trativo del Estado, en términos políticos.
Borja nos recuerda, sobre este tema que el "(---) Estado es la
totalidad del cuerpo político y el gobierno es sólo uno de sus
elementos. Entre Estado y gobierno hay la relación del todo a la
parte. Esto marca la diferencia entre formas de Estado y formas
de gobierno. Las primeras se refieren a la totalidad de la sociedad
políticamente organizada, en tanto que las segundas se relacionan
con la ordenación de los órganos conductores del Estado que, en
conjunto, forman el gobierno.
(...) En ese sentido, formas de Estado se refiere a la 'manera de
ser* del cuerpo social jurídicamente organizado, en tanto que las
formas de gobierno señalan la especial modalidad adoptada por
los órganos directivos que formulan, expresan y realizan la volun-
tad estatal"44.
Doctrinalmente esta diferencia entre la "manera de ser" y la
"manera de administrar", hace que el Estado, en lo referente a
sus formas, se estructure, en términos unitarios, confederados o
federados, en ese sentido, conviene revisar cada uno de éstos:
a) Estados Unitarios,
Esta forma de Estado se caracteriza fundamentalmente por tener
una base poblacional compatible con los respectivos aparatos
políticos; es decir, el pueblo ha creado intrínseca y gradualmente
su propio Estado, sin importar que el pueblo esté constituido por
diversos núcleos ubicados en distintos lugares o que esta base
44
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Culteray Derecho, op. cit., p. 156.
 30 PENSAMIENTO POLÍTICO
humana goce de cierta autonomía o, como se conoce en inglés,
selfgovernmené.
El unitarismo -que es la teoría y práctica del Estado unitario- se
fundamenta en el principio de centralización, aunque puede estar
combinada con diversos grados de descentralización administra-
tiva. Para el caso de los Estados unitarios, el territorio forma una
unidad, dividida tan solo con fines administrativos. En su estruc-
tura administrativa, o gobierno, tiene a través del parlamento, el
monopolio de la creación de normas jurídicas que tienen inciden-
cia en todo el territorio, al tiempo que las funciones de la admi-
nistración y de la jurisdicción se realizan por órganos de dicho
gobierno.
En los Estados unitarios existe una estructura de poder «parla-
mento, ejecutivo y judicial» con competencia en todo el territorio
nacional, en consecuencia todas las personas -nacionales y/o
extranjeras- en el territorio de ese Estado están vinculadas con las
mismas leyes, las mismas decisiones gubernativas y la misma ju-
risprudencia de los Tribunales.
Los Estados unitarios se rigen por una sola Constitución, de la
cual nace todo el ordenamiento jurídico, sólo admite descentrali-
zación administrativa o por servicios, con el objeto de desconges-
tionar las tareas de los órganos centrales a través de la "(...) dele-
gación de funciones en las entidades periféricas, pero sin que
éstas queden desligadas de sus vínculos disciplinarios con dichos
órganos "4S
Anotemos que tanto el federalismo como el unitarismo son dos
formas distintas de organización estatal; el primero se funda en el
principio de descentralización política, y el segundo en la centrali-
zación, con diversos grados de descentralización administrativa.
"ibídcm, p. 158.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 31
Con esa premisa "En el Estado unitario el territorio forma una
unidad, dividida tan sólo con fines administrativos. Su gobierno
central tiene, por medio del parlamento único, el monopolio de la
creación de normas jurídicas que valen para todo su territorio
(...) No hay subsistemas regionales políticamente autónomos.
Todas las facultades de decisión se concentran en los órganos
centrales de gobierno y las autoridades inferiores encargadas de
ejecutarlas poseen poco radio de acción"".
Apelando a la Escuela Realista de Kelsen, Portocarrero recuerda
que entre Estado federal y Estado unitario "no hay una diferen-
cia de naturaleza sino de grado, pues ambos realizan el mismo
fenómeno de descentralización, siendo éste más acusado en el
Estado federal que en el unitario"47. Por nuestra parte disentimos
de ese criterio, y preferimos señalar que el elemento central de
diferenciación radica en la génesis de uno y otro; en efecto, el
Estado federal se origina, no en un pacto entre sus miembros,
sino mediante un acto de derecho público interno. Traemos co-
mo referencia el contenido del artículo 1 de la Constitución ecua-
toriana de 2008, a cuyo tenor "El Ecuador es un estado constitu-
cional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, inde-
pendiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza
en forma de república y se gobierna de manera descentralizada".
b) Estados Federales
Para analizar esta forma de Estado, es preciso entender que éste
es un concepto y forma de organización politica que aparece
históricamente desde 1789 en los Estados Unidos de América,
sin que esta especificidad esté contenida en su Constitución Polí-
tica.
"' BORJ A CBVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Politica, op. ck., p. 393.
"PORTOCARRERO OLA VE, Felipe, Dtnd» Intemaáonal Público, op.cit., p- 97.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
En este sentido es preciso "(...) recordar que 'El Federalista'
manifiesta que 'la Constitución propuesta no es estrictamente una
constitución nacional ni federal, sino una combinación, un aco-
modamiento de ambas. Desde el punto de vista de su fundamen-
to, es federal, no nacional; por el origen de donde proceden los
poderes ordinarios del Gobierno, es en parte federal y en parte
nacional; por la actuación de estos poderes, es nacional, no fede-
ral, y, finalmente, por el modo que autoriza para introducir en-
miendas, no es ni totalmente federal ni totalmente nacional
(...)"-.
En definitiva, el Estado federal es un sistema de Estados unidos
o asociados de un modo completo desde el doble punto de vista:
jurídico y político; de modo que se constituye en un nuevo Esta-
do con características propias y determinadas, entre las cuales se
destacan la soberanía, que le faculta la imposición sobre los Esta-
dos miembros cuanto sobre las poblaciones de cada uno de ellos.
En el plano internacional, el Estado federal se presenta como un
solo sujeto de derecho y los compromisos que asume en tal cali-
dad tienen incidencia en los Estados que conforman la estructura
federal.
La teoría política suele denominar a esta forma de Estado con el
calificativo de perfecta, al punto que teleclógicamente sostienen
que el fin mismo de un Estado moderno es alcanzar una asocia-
ción federal con una unidad política definida, al basar su asocia-
ción en el libre convenio y al servicio de un fin común de auto-
conservación, según explica Cari Schmitt en su obra Teoría de la
Constitución49.
En definitiva, el principio que rige en una estructura federal es el
de la 'descentralización política*. El territorio está dividido en
48
GARCÍA, Aurelio, Ciencia del Estado, op. cit., p. 307.
49
SCHMITT, Cari, Teoría de la Constitución, Alianza Editorial, Madrid, España, 1996, p. 421.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 33
unidades autónomas que se gobiernan por su propia Constitu-
ción, leyes y autoridades, y que en determinadas materias están
sometidas al ordenamiento jurídico central del Estado y al Go-
bierno de la Federación.
La distribución del poder la hace la Constitución bajo lincamien-
tos de horizontalidad que comprende a los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial; de modo que cada unidad diferenciada5" tiene
su propio congreso, su poder ejecutivo y sus cortes de justicia,
que funcionan en el marco de las competencias señaladas por la
Constitución Federal.
En esta forma de Estado coexisten un sistema jurídico central,
válido para todo el territorio nacional, y un subsistema jurídico
que rigen en las unidades diferenciadas autónomas. El doctor
Rodrigo Borja, en su obra Sociedad, Culturay Derecho identifica seis
"(...) características fundamentales del federalismo (...):
1. Un alto grado de descentralización jurídica, política y
económica que permite a cada unidad territorial dictar su
propia Constitución y leyes, siempre que no contradigan
los principios establecidos por la Constitución federal ni
versen sobre materias reservadas por ella a la Función
Legislativa central; impartir justicia por sus tribunales y
judicaturas dentro de los lindes de su jurisdicción; ejercer
actos de gobierno y administración local; recaudar y ma-
nejar sus propios recursos económicos y elegir a sus fun-
cionarios de naturaleza representativa.
2. Coexistencia de normas jurídicas de validez nacional, dic-
tadas por el órgano legislativo federal compuesto de dos
cámaras: la de senadores y la de diputados, y normas jurí-
50
NARVÁEZ RTVADENEIRA, Luis, "La Diplomacia y las Negociaciones Internacionales",
en Reiúia AFESE, N° 30, Quito, Ecuador, 1997, p. 43.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
dicas de validez local, expedidas por los órganos legislati-
vos distritales o provinciales.
3. Prevalencia del derecho constitucional federal sobre el de
los distritos seccionales e inamovilidad de la forma de Es-
tado y la forma de gobierno establecida por la Constitu-
ción federal.
4. Distribución del poder político, con sentido territorial,
entre los órganos de gobierno federales -legislativo,
ejecutivo y judicial- y los órganos de gobierno seccionales
-legislativo, ejecutivo y judicial- de acuerdo con el esque-
ma de división de competencias establecidas en la Consti-
tución federal.
5. Distribución de los centros estatales de decisión política
en función territorial, de modo que cada uno de ellos tie-
ne autonomía pero no soberanía. Esto significa que, dentro
de las materias cuya competencia les ha sido asignada,
ellos pueden decidir inapelablemente mas no en las mate-
rias reservadas a los órganos federales. Para que no se
produzca ninguna contradicción o incoherencia la Corte
cíe Justicia federal asume el control de la constitucionali-
dad de la leyes y demás actos provenientes de los proce-
sos seccionales.
ó. Una sola personalidad jurídica en el campo internacional
que permite al Estado federal presentarse como unidad
política soberana frente a los demás Estados y a la co-
munidad internacional. La Convendón sobre Derechos y Debe-
res de los Estados, aprobada en 1933 por la Conferencia In-
teramericana celebrada en Montevideo, dice en su artícu-
lo segundo que W &stado federal constituye una sola persona an-
te el Derecho Internacional"^.
En definitiva, el Estado federal es "(...) el que se forma bajo los
principios del federalismo, o sea de la descentralización política.
" BOR| A CEVALLOS, Rodrigo, SaáeAut, Culluray Derecho, op. cit., p. 161,
CAPITULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
Su territorio está dividido en unidades autónomas que, sobre
determinadas materias, se gobiernan por su propia Constitución,
leyes y autoridades, y sobre otras, están sometidos al ordenamien-
to jurídico central del Estado y al gobierno de la Federación"".
Esta definición, por cierto, es lo suficientemente explícita.
Con apego a la naturaleza del presente Manual, interesa tenerla
en consideración para una clara concepción de los efectos deri-
vados del ejercicio de sus potestades estatales internas y externas,
más aún en situaciones en las que se producen consecuencias con
respecto a terceros Estados y demás actores de la comunidad
internacional, frente a las cuales deben aplicarse los principios y
las normas internacionales acerca de la responsabilidad internacional
de los lisiados.
La doctrina clásica del Derecho Internacional Público enseñaba
que el Estado federal era la antítesis del concepto de Confedera-
ción de Estados, entendido éste como una agrupación de dos o
más Estados que tenían por finalidad la defensa común. Los es-
tados integrantes de la Confederación conservaban, en esas con-
diciones, su autonomía e independencia; por tanto se asociaban
convencionalmente, por acuerdo entre las partes, cuyo instru-
mento vinculante instituía los órganos centrales para alcanzar los
objetivos de interés recíproco y distribuían sus competencias.
El Estado federal se origina, no en un pacto entre sus miembros,
sino mediante un acto de derecho público interno: la constitución
federal, que crea una unidad estatal perfectamente diferenciada y
por encima de todos los Estados federados. Doctrinariamente es
un criterio formalista que establece la diferencia y características
peculiares entre una Confederación de Estados y un Estado fede-
ral.
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit., p. 391,
 PENSAMIENTO POLÍTICO
Formas de gobierno
Lo que es y significa el Gobierno, como elemento constitutivo
del Estado. Bien podemos insistir en que conceptual y orgánica-
mente, el Gobierno es esencialmente distinto del Estado, ya se
considere a aquél como función, ya se lo defina como el conjunto
de órganos estatales. "El Gobierno, que desde el punto de vista
constitucional es una estructura, desde el punto de vista dinámico
y jurídico es un sistema de servicios, exigidos en derecho por las
necesidades de la solidaridad social"".
Una mirada al pensamiento aristotélico nos permite reconocer el
uso de la palabra politeia, que algunos la traducen por democracia,
otros por república, aunque no se trata de la forma representativa
de Gobierno, desconocida en ese entonces. "Hay tres especies de
constituciones puras: reinado, aristocracia y república (...) Las
desviaciones de estos gobiernos son: la tiranía, que lo es del rei-
nado; la oligarquía, que lo es de la aristocracia; la demagogia, que
lo es de la república. La tiranía es una monarquía que sólo tiene
por fin el interés personal del monarca; la oligarquía tiene en
cuenta, tan sólo, el interés particular de los ricos; la demagogia, el
de los pobres. Ninguno de estos gobiernos piensa en el interés
general"54. De allí en adelante, en el largo camino de la historia, el
constitucionalismo ha evolucionado significativamente.
Hay un elemento que comparten sustancial mente el Estado y el
Gobierno, se trata del poder. Borja nos pone en la ruta correcta
para la reflexión al asegurar que el poderpolítico es una "antiquísima
prerrogativa del mando, imponer los designios de la propia vo-
luntad, dar órdenes y exigir su cumplimiento, en el seno de la
51
PRADA, Adolfo, Tratado de Derecho Político, Editorial Librería General de Victoriano Suárez,
Madrid, España, 1916, t. I, p. 508.
M
SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos, Manual de Derecho Político: los problemas de la democracia,
Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, Argentina, 1959, p. 215, «citas hechas por
Carlos Sánchez Viamonte».
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
sociedad políticamente organizada"55. Diversas explicaciones se
han dado a través del tiempo para el fenómeno del poder, el cual
encuentra límites en el derecho y en la ética.
El Estado, como organización política de la sociedad, es el titular
de todo el poder social o poder público, que nace de la soberanía.
Lo ejerce -este es un punto relevante- por medio del Gobierno,
que es su órgano ordinario, y cuya actividad -ya hemos indicado-
se halla distribuida entre los poderes funcionales que lo forman.
El Gobierno -no el Estado- se divide en los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial. Nuestra Constitución 2008 incorpora al elec-
toral y al de transparencia y control social. A todos esos poderes
impersonales, diferenciados, corresponden atribuciones, y a los
funcionarios las facultades; a través de unas y otras se manifiesta
la autoridad. Toda función pública ejercida por individuos es un
complejo de facultades y deberes u obligaciones. Las funciones
no son renunciables, porque los deberes no se renuncian. Se
puede renunciar al cargo, pero no a la función inherente a su
desempeño.
El Gobierno está constituido por el conjunto de individuos o,
más exactamente, por el conjunto de instituciones, o de los órga-
nos que rigen al Estado. "El Gobierno es necesariamente autori-
tario, en el sentido (amplísimo) que su voluntad -aunque se haya
formado democráticamente- vincula y dirige coercitivamente las
múltiples voluntades sometidas", destaca Biscaretti".
55
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit, p. 760.
56
BISCARETTI DI RUFFIA, Paolo, Derecho Constitucional, Editorial Tecnos, Madrid, España,
1973, p. 101.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
-III-
3. Política y Derecho
La política y el derecho se encuentran entretejidos desde los ini-
cios de grandes civilizaciones occidentales como Grecia y Roma;
la política explicada como la ciencia que se encarga del manejo de
los intereses públicos y el derecho57 como el marco regulatorío
que delimita y limita los poderes que ejercen las instituciones
estatales sobre los asuntos de la vida pública. Debe tenerse en
claro que las normas jurídicas son distintas de las morales y reli-
giosas, estas últimas en excepción en algunos Estados teocráticos,
donde se difumina la diferencia entre ks normas jurídicas y reli-
giosas.
Pero para que se diera esta relación, rué necesaria la maduración
de un proceso histórico y es así como durante la Edad Media que
la consolidación de las monarquías absolutistas trajo como con-
secuencia el surgimiento de las teorías contractualistas como la de
Thomas Hobbes, John Locke y Jean Jacques Rousseau58, este
ultimo estableciendo que el Estado (y por ende todo el andamiaje
institucional y jurídico que le acompaña) surge como un pacto
social para evitar las desigualdades económicas y sociales; pero
mucho más importante aún fue que legitimaron la necesidad del
Estado como interventor, en menor o mayor manera, en los
asuntos sociales.
!7
KELSEN, Hans, Teoría Pitra del Derecho, editado por la Universidad Autónoma de México,
México DF, México, 1982, p. 84. Describe las normas jurídicas producidas por actos de
conducta humana, así como las normas que mediante estos actos son aplicadas y acatadas.
58
ROUSSEAU, Jcan Jacques, El Controlo Social, imprenta de M, Carey & Sons, Dublin,
Irlanda, 1820, dígitalizado 12-scp-2006 - Biblioteca Pública de Nueva York, p. 34. "Yo con-
cluiré este capítulo y este libro por una nota que debe servir de base a todo sistema social, y
es que en lugar de destruirse la igualdad natural, e! pacto fundamental sustituye ai contrario
una igualdad moral y legitima a toda cuanta desigualdad física había pudido poner la natura-
leza entre los bombees, y <jue pudiendo ser desiguales en fuerza o en genio, vienen a ser
todos iguales por convención y por derecho".
CAPITULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 39
El movimiento de la Ilustración y la Revolución Francesa de
1789 dejaron legados como las Constituciones escritas y el Prin-
cipio de Legalidad, que veremos a profundidad más adelante;
pasemos primero a clarificar y establecer conceptos básicos para
entender la simbiosis entre la política y el derecho.
3.1. Cieñan Políticas, Derecho Político y Teoría General ¿el Estado
La precisión del concepto de Derecho Político ha sido fuente de
polémica. Uno de los primeros autores que esbozó una defini-
ción fue Santo Domingo de Soto en su obra "De iustitia et ture"
en la cual utilizó la expresión ¿us politidum para referirse, de acuer-
do con el concepto Aristotélico, al derecho total de la comunidad
política, comprensivo de los derechos natural, civil y de gentes.
Más adelante el pensador político francés Montesquieu, en su
famosa obra "El espíritu de las leyes" daría su definición "(...) se
les considera como seres que viven en una sociedad que debe
mantenerse, tienen leyes que rigen las relaciones entre los gober-
nantes y los gobernados: es el derecho político (...)"".
Luego en el siglo XX, la definición de Derecho Político fue evo-
lucionando y nos encontramos con la que diera el jurista argenti-
no Carlos Santiago Fayt: "(...) el estudio de la estructura dinámica
de la organización política y sus relaciones con la sociedad, el
orden y la actividad política, incorporando el método sociológico
y político, sin abandonar el jurídico, inherente a la disciplina, por
la relación funcional del derecho con los demás elementos de la
estructura de la organización política (...)"6°. Sin embargo existen
autores que amplían esta definición y la comparan incluso con las
DE SECONDAT, Charles Louis "Barón de Montcscjuieu", E¡ Espíritu de las Leyes, publicado
por Casa de Rosa, Madrid, España, 1821, p. 34.
60
DE GREIFF, Pablo y MAYER-RIECKH, Akxander, juslice as Prwnüon: Vetting Public
Empiayees in TransitionalSodeties, publicado por Social Science Research Councü, Nueva York,
Estados Unidos, 2007, p. 42.
 40
PENSAMIENTO POLÍTICO
Ciencias Políticas, lo que nos lleva al segundo punto de este apar-
tado.
La Ciencia Política, definida por Isidro Cisneros, "(•-•) es aquella
parte de las ciencias sociales que estudia con una metodología
empírica los fenómenos políticos"61, pero como el mismo autor
lo reconoce, el reconocimiento empírico de los fenómenos no
constituye una ciencia per se y establece cinco requisitos meto-
dológicos para convertirse en una ciencia: "a) Evidenciar regula-
ridades; b) Someterse a la verificación; c) Elaborar técnicas de
observación y registro de datos; d) Sistematizar los conocimien-
tos adquiridos cuantificando y creando tipología; y, e) En cuanto
ciencia, la política debe distinguir los valores de los hechos". Ve-
mos que el autor asocia a la ciencia política con la sociología.
La Teoría General del Estado busca darle respuesta a la pregunta
de: ¿Qué es el Estado? Pero esta definición obedece muchas ve-
ces al punto de vista del que la enuncia y de su bagaje ideológico.
Para Frederich Engels", el Estado es: "un producto de la socie-
dad cuando llega a un grado de desarrollo determinado", dando
una definición histórica sociológica, pero para el caso de Karí
Marx y su base materialista histórica, considera que el Estado es
una maquinaria para la dominación de una clase sobre otra. Pero
enmarcados en la influencia del Derecho en la política, llegamos a
la definición de Kelsen donde establece que el Estado es eminen-
temente jurídico y que lo que lo caracteriza como tal es el orden
jurídico nacional, en contraposición al internacional".
OLAMENDI, Laura, Usfieo de lapoülica, editado por Fondo de Cultura Económica, México
DF, México, 2000, p. 41.
"ibídem.p. 41.
63
ENGELS, Frederick, The origin oflhefamily, prívateprnperíy and the State, publicado por Inter-
national Publishers, Nueva York, Estados Unidos, 1942, p. 155.
M
KELSEN, Hans, Teoría General del Derecho j del Estado, editado por la Universidad Autónoma
de México, México DF, México, 1995, p. 215.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 41
3.2. Ijtgaüdady legitimidad
La legalidad o principio de legalidad, es considerado un principio
jurídico fundamental y la violación de éste genera responsabilidad
jurídica. Kelsen considera que la legalidad encuentra su significa-
do en relación directa con la justicia y es que para este autor, la
valoración sobre la legalidad o ilegalidad de un acto se encuentra
luego de un juicio de valor jurídico objetivo65. Entonces ahí es
cuando hace la diferenciación entre legalidad y justicia, puesto
que la legalidad es objetiva, dicho en otros términos se cumple o
no se cumple la ley, la justicia o el resultado que produce el cum-
plimiento de la ley es subjetivo66.
Pero para una definición precisa avocamos a Norberto Bobbio,
que nos dice que la legalidad es: "un atributo y un requisito del
poder, mediante el cual se dice que un poder es legal o actúa le-
galmente o tiene carácter de legalidad, siempre que es ejercido en
el ámbito o en conformidad con las leyes establecidas o de cual-
quier manera aceptadas"67.
Encontramos en la afirmación de Bobbio el principio del Estado
de Derecho, donde las normas jurídicas establecidas se cumplen y
donde las acciones tanto de la sociedad civil como de los gober-
nantes se encuentran así mismo reguladas bajo ese mismo marco.
Por esto se puede afirmar que el principio de legalidad está ínti-
mamente relacionado con el Estado moderno, pero como Pedro
Salazar Ugarte tiene por bien señalar, el respeto del marco jurídi-
co no se da siempre y el principio de legalidad forma parte del
derecho que "debe ser"".
"ibídem.p. 17.
"ibídem.p. 56.
" BOBBIO, Norberto, Diqonaño di política, publicado por TEA-UTET, Torino, Italia, 1970, p.
554.
ÍB
SALAZAR, Pedro, Léxico de ¿a política, editado por Fondo de Cultura Económica, México
DF, México, 2000, p. 389.
 42 PENSAMIENTO POLÍTICO
Bajo esta perspectiva el concepto de legalidad se encuentra estre-
chamente relacionado con el de legitimidad, donde este último
explica la titularidad del poder o la justificación interna del obe-
decimiento del poder. Para ponerlo en términos más sencillos y
explicados por Bobbio (quien a su vez los retoma de Weber) es la
razón por la cual un poder eg y debe ser obedecido69.
El principio de legalidad y el incumplimiento de la responsabili-
dad jurídica darían como resultado impunidad, el uso arbitrario
del poder y una falta de credibilidad progresiva, tanto nacional
como internacional, de las instituciones públicas y privadas.
3.3. Cultura Políticay Legal
Toda acción política es una acción social y cuasi la totalidad de
vida social está normada, ya sea de manera restrictiva o de pro-
tección de libertades. En estas dos afirmaciones encontramos el
principio de cultura política y el de cultura legal, o sea el nivel de
involucramiento de la sociedad en los procesos políticos y la cul-
tura de respeto de la normativa legal establecida, pero, aclaremos
algunos conceptos generales.
/ actividades de una sociedad y de un Estado, pero en Occidente
3.3.1. Conceptos Generales
De manera específica se necesita saber una definición de cultura
política, nos encontramos con Velia Bobes que nos la define así:
"(...) se refiere a la existencia de un conjunto de actitudes, nor-
mas, valores, conocimientos y creencias generalizadas en una
sociedad que operan como el marco simbólico que otorga senti-
do al proceso y a los comportamientos políticos"™. Podemos
elucubrar de tal afirmación que la cultura política funciona como
** BOBBIO, Norberto, Teoría genera/líe la Política, Editorial Trotta, España, 2005, pp.80 y 98.
BOBES, Velia, léxico de ¡a pelilica, editado por Fondo de Cuituta Económica, México DF,
México, 2000, p. 125.
CAPITULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 43
una suerte de stage donde está el marco regulatorio de las relacio-
nes de poder de una sociedad y que varían de una sociedad a otra.
Para complementar el esfuerzo de definición de Bobes, nos refe-
riremos a los autores más destacados en k conceptualización de
la cultura política: Gabriel Almond y Sydney Verba. Ellos consi-
deran que la cultura política puede ser clasificada de la siguiente
manera: la parroquial, la de subordinación y la de participación.
Los más destacables son los últimos dos, porque de acuerdo a los
autores el tipo de cultura política está directamente relacionado
con el tipo de régimen autoritario para el caso de la subordina-
ción y democrático para el de la participación, afirmación que
mantiene lógica pero sin embargo, para escapar de una visión
mecanicista el autor añade que "la relación entre estructura políti-
ca y culturas es interactiva; no pueden explicarse las propensiones
culturales sin hacer referencia a la experiencia histórica y las limi-
taciones y oportunidades estructurales contemporáneas"71.
3.3.2. La División del Derecho
Ya hemos dicho que el derecho nace para regular y armonizar las
prevalece la percepción de dividir el derecho en dos: el derecho
público y el derecho privado, aunque debe mencionarse que exis-
ten ciertos autores que hablan de derecho mixto o de un derecho
indivisible, pero para los términos del presente Manual utilizare-
mos la división antes mencionada. Antes de explicar las divisio-
nes del derecho, es propicio analizar la definición de persona
jurídica, distinta del de persona natural. La persona jurídica es una
entidad colectiva producto de la asociación de personas naturales.
ALMOND, Gabriel, Communism and Política! Culture Thcory, publicado en Comparativa
Polines, Estados Unidos, 1983, p. 127.
 44
PENSAMIENTO POLÍTICO
La división del derecho en público y privado responde a los suje-
tos del derecho, el Estado y la persona jurídica. Pero encontra-
mos otra teoría, que basa el fundamento de la división del dere-
cho entre la naturaleza de las relaciones jurídicas entre el Estado y
los particulares. Esta establece que cuando las relaciones sean
entre personas privadas y el Estado, estaremos hablando de dere-
cho privado y las que sean entre Estados (aquí podríamos bien
hablar de Derecho Internacional Público) son del ámbito públi-
co. Eduardo García Máynez, apoya esta última teoría y explica
que la división es para efectos puramente prácticos72.
3.3.3. La Constitución
La característica principal de las Constituciones liberales es el
establecimiento de una serie de Derechos del hombre y del ciu-
dadano, los cuales son considerados inviolables73. Pero las Consti-
tuciones, como símbolo máximo de la influencia del derecho en
la política, también presentan una evolución y a diferencia de las
Constituciones del siglo XVIII, incluyen éstas como derechos
fundamentales los derechos sociales y económicos74.
Kelsen a través de su famosa pirámide, pone a la Constitución
sobre las leyes secundarias, las implicaciones inmediatas de la
tipificación de Kelsen es que si en algún momento hubiera dis-
cordancia entre las leyes secundarias y la Constitución esta última
prevalece sobre aquéllas, granjeándose el adjetivo de inconstitu-
cionales.
72
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo, Introducción al estudio del derecho, Editorial Porrúa, México,
1991, p. 134.
73
BOBBIO, Norberto, Teoría general de la política^ op. cit., p. 478.
74
Ibídem, p. 290.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 45
-IV-
4. Estado y Derecho
Es indudable que existe una estrecha vinculación entre el Estado
y el Derecho, más aún cuando bajo el genérico concepto de "Es-
tado de Derecho" se atribuye al Estado la misión de hacer respe-
tar y cumplir el conjunto de normas jurídicas existentes en la
sociedad en general; en este sentido "(...) se ha justificado el Es-
tado en la necesidad de que exista el derecho y quien lo haga
cumplir y respetar"75.
Esta relación, para que sea nítida, los tratadistas como Jellinek76 o
Legaz Lacambra77, entre otros, nos inducen a comprender la
dinámica propia de las relaciones y convivencias sociales dentro
del marco estatal a través de una visión jurídica, donde "(...) el
derecho puede ser estudiado e investigado de dos modos genera-
les: a) El metafísico o abstracto; o, b) El subjetivo o representati-
vo"78. El desarrollo y profundización de esta clasificación recae en
la Filosofía del Derecho e Introducción al Derecho, respectiva-
mente.
Entendido en este punto la dimensión del Estado, y la del Dere-
cho como el "(..-) conjunto de reglas sociales obligatorias que
7S
DE VEDIA y MITRE, Mariano, Cursos de Derecho Político, Casa Editorial, Buenos Aires,
76
Argentina, 1938, p. 65.
JELLINEK, Georg, Biografías y Vidas,
(http://www.biografiasyvidas.eom/biografia/j/jellinek.htm), 2-nov-2008, 10h02. "(-•-)
Leipzig, 1851-Heidelberg, 1911. Jurisconsulto alemán. Profesor en las universidades de Basi-
lea y de Heidelberg, publicó varias obras sobre filosofía del derecho y ciencia jurídica, entre
las que destaca Teoría Genera! del F-stado, donde sosdene que la soberanía recae en el Estado y
no en la nación, que es un simple órgano de aquél".
LEGAZ LACAMBRA, Luis, Proyecto Filosofa en Español,
(http://www.filosofia.org/ave/001/al82.htmj, 2-nov-2008, 10h09. "(.,.) fue filósofo del
derecho, poh'tico, académico, ideólogo y traductor español, nacido en Zaragoza el 17 de abril
de 1906, ciudad en la que estudió el bachillerato y se licenció en la Facultad de Derecho en
1928, con Premio Extraordinario. Pensionado por la Universidad de Zaragoza pudo viajar a
Grenoble, ¡unto al filósofo católico Jacques Chevalier".
78
GARCÍA, Aurelio, Ciencia del Estado, op.cit., p. 151.
 46 PENSAMIENTO POLÍTICO
rigen la vida de un grupo humano y delimitan la esfera de acción
dentro de la cual cada individuo puede ejercer sus facultades sin
ser obstado por los demás"7', conviene profundizar en esta rela-
ción que está envuelta en la legalidad y la legitimidad que mutua-
mente se profesan en una entente que permite a la sociedad, co-
mo sujeto del Estado, romper el criterio darwinista de la "super-
vivencia del más fuerte", por el del "imperio de la ley".
4.1. Estado de Derecho
Considerando como válido el criterio de Mariano de Vedia y
Mitre, por el cual la fusión entre Estado y Derecho tiene una
naturaleza funcional, conviene entrar a profundizar esta relación
y determinar características y aspectos que hacen de este "modelo
gubernativo", lo que los politólogos, políticos y científicos socia-
les han dado por llamar el sistema ideal.
Según apunta el doctor Burbano Portilla, el Estado de Derecho
"(...) es la forma más perfecta de organización social, asentada en
un territorio determinado, con poder político o autoridad propia,
donde se ejerce su soberanía, con total sometimiento a la consti-
tucionalidad y la ley"88 (la cursiva es nuestra).
Como se puede observar en la definición del doctor Burbano se
adjetiva de modo de endosar al concepto una valoración moral
superior, dentro de la misma lógica desarrollada por Sir Winston
Leonard Spencer ChurchiU, al decir de la democracia que era el
menos malo de los sistemas políticos".
Alejémonos de las valoraciones. Partamos de un concepto que ya
hemos dejado probado su verosimilitud, en tanto y en cuanto no
79
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op.cit, p. 221.
80
BURBANO PORTILLA, Edison, El Estado de Derecho: tínico camino a ¡a gobemabilidad, editado
por CIESPAL, Quito, Ecuador, 2005, p. 101.
81
DOUGLAS LUMMIS, Charles, Democracia radical. Editorial Siglo XXI, Buenos Aires,
Argentina, 2002, p. 11.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS V PROSOPOPEYA DEL PODER 47
se han formulado explicaciones alternas que respondan con tanta
certeza a la realidad que se intenta entender; nos referimos a la
definición marxista de ley, entendida ésta como la articuladora del
Derecho, en tal sentido, la ley no es más que la expresión de la
voluntad de las clases dominantes. Este concepto, por su natura-
leza, es posible trasplantarlo a esta relación Estado/Derecho, y
comprender su dinámica, y en base a esto mirar su evolución
histórica como un proceso, más que como un producto termina-
do.
Huelga hacer un ejercicio histórico en este punto. En ese sentido,
la Carta Magna, proclamada en Inglaterra en 1215, constituye la
primera manifestación de obligaciones, libertades y limitaciones,
en definitiva de Derechos y Obligaciones, que debía observar el
soberano. La imposición de este "entente" entre los mismos
miembros de la clase feudal dominante, se debió a los abusos de
los cuales fueron objeto por parte de su propio regente.
Este hecho obligó a que el Estado se administre por estamentos,
en el cual el ejercicio del poder se lo hacía en forma compartida
entre la asamblea estamental y el rey. Sin embargo el antecedente
histórico más cierto, es aquel acaecido hace más de 200 años,
cuando los constitucionalistas norteamericanos desarrollaron el
concepto de government of law and not ofmetP o como lo definieron
los enciclopedistas revolucionarios en Francia en palabras de
Hayek: "U n'y apoint in trance d'autorité supérieure a celk de la loi'**.
El Estado de Derecho nació en contraposición al Estado absolu-
tista que no reconocía fronteras para la voluntad del soberano ni
para los derechos de los subditos, debiéndose a Francia la inspi-
LOCKE, John, TIVO Treatises Of Government, Kessinger Publishing, Montana, Estados Unidos,
2004, p. 45. "El Gobierno de la Ley y no de los Hombres" -traducción de los autores-,
83
INSTITUTO DE OPINIÓN PÚBLICA, Revista española Je ¡a Opinión Pública, publicado por
Instituto de Opinión Pública, «digitalizado 28-abr-2006, Universidad de Michigan», Madrid,
España, 1965, p. 285. "No hay un solo lugar en Francia que la autoridad superior esté por
encima de la Ley" -traducción de los autores-.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
ración doctrinal y filosófica que permitió conceptualizarlo, con
base a las experiencias inglesas de principios del siglo XI y nor-
teamericanas de finales del siglo XVIII.
Los hechos mencionados supra permitieron alcanzar una estruc-
turación piramidal del poder público, determinando competen-
cias -tanto verticales como horizontales-, consintiendo el naci-
miento de una organización jurídica racional, planificada y centra-
lizada. En lo político se hizo la distinción entre el derecho públi-
co y el privado, "(...) necesitando del primero -derecho público-
para una regulación planificada de las relaciones de la sociedad
con el Estado y la codificación que reclamaba el derecho privado
para manejar las relaciones entre los particulares"" (el entre guio-
nes es nuestro).
La característica esencial de este tipo de Estado es la entera sumi-
sión a las normas jurídicas, es decir a la total racionalización de su
hacer político con arreglo a un esquema lógico jurídico que regula
imperativa y minuciosamente la actividad del Estado, las compe-
tencias de sus órganos gubernativos y los derechos de las perso-
nas de modo que la autoridad no pueda requerir ni prohibir nada
a los ciudadanos más que en virtud de un precepto legal previa-
mente establecido85.
Desde finales de la II Guerra Mundial, la discusión sobre el Esta-
do de Derecho se ha centrado alrededor de la eficiencia de este
modelo; intercambio de opiniones que van desde asegurar que el
Estado de Derecho no es más que un conjunto de condiciones
necesarias para respetar los derechos de propiedad y garantizar
las transacciones industriales, comerciales y económicas en gene-
ral -que resulta ser un criterio profundamente conservador y fun-
BURBANO PORTILLA, Edison, Ei Estado de Derecho: único camino a la gobernabiiidad,
op. cit., p. 104.
BORJ A CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de ¡a Política, op. cit., p. 387.
CAPITULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODKR
cionalista-86, hasta mirar al modelo como una estructura, como
principio, como una nueva forma de Estado, capaz de solucionar
la crisis de gobernabiiidad y estabilidad, que garantice el principio
de legalidad, división e independencia de los poderes del Estado,
y una nueva concepción de autoridad, entre otros -formulación
de corte liberal y sistémica-.
Generalidades
La palabra derecho expresa la idea de rectitud, de dirección o de
disciplina; significa, además, un conjunto de reglas que rigen las
relaciones entre los hombres en una comunidad política determi-
nada. "El derecho es una ciencia que tiende a descubrir las mejo-
res soluciones normativas con el debido conocimiento de los
fenómenos jurídicos. Es ciencia humana y social (...)"B7. No está
por demás reconocer que desde la época romana -y a partir de
ella- se definía al derecho como "el arte de lo bueno y de lo jus-
to" (Celso). En la actualidad, como lo destaca Salvador Jorge
Blanco, "el derecho debe ser entendido como el arte de gobernar
a los hombres"88.
Cuando aludimos a ese conjunto de reglas de aplicación obligato-
ria en la sociedad, estamos frente al derecho positivo; en tanto es
distinto cuando empleamos la palabra derecho para reconocer
una facultad a una persona, de manera que pueda realizar un acto
jurídico o exigir determinada prestación, en cuyo caso tal facultad
es un derecho subjetivo en consideración al sujeto del derecho.
Ligada a estas nociones está la denominada situación jurídica, que
así mismo suele ser subjetiva u objetiva. La primera, en verdad, se
BOBB1O, Norteño, Liberalismo y Democracia, editado por Fondo de Cultura Económica,
México DF, México, 1996, p. 17.
BLANCO, Salvador Jorge, Introducción al Derecho, Ediciones Corpeldom, Santo Domingo,
República Dominicana, 1997, p. 22.
CARNELUTTI, Francisco, Arte del Derecho, 1948, obra citada por Salvador Jorge Blanco.
 51) PENSAMIENTO POLÍTICO
refiere a los derechos subjetivos, es decir, tiende a crear derechos
más que deberes; y la segunda es creada y determinada por el
derecho objetivo, sin referencias directas a los particulares, po-
niendo a cargo de éstos deberes más que atribuirles derechos.
Otra noción de carácter general emana del concepto de instituríón.
"La institución nace como teoría preconizada por Maurice Hau~
riou, quien consideraba que 'una institución es una idea de una
obra o empresa que se realiza y perdura en un medio social'. La
idea de institución es que está por encima de los hombres"1". En
ese sentido cabe reconocer que el Estado es la manifestación más
trascendente del fenómeno institucional. "Su omnipotencia -
anota Salvador Jorge Blanco- está en relación con la organización
y funcionamiento entre dos polos: totalitario o democrático.
Existen instituciones que gozan de autonomía de acuerdo a esas
características en el medio donde está establecido un Estado que
personifica a una nación organizada con un estatuto constitucio-
nal".
Hechos estos breves y necesarios apuntes, ellos nos permiten
aproximamos hacia algunas reflexiones acerca del derecho y po-
der; del derecho y anarquía; del derecho y despotismo; del dere-
cho y justicia.
Derecho y poder.- Para abordar esta situación, como elemento cen-
tral de la gobernabilidad, resulta ilustrativo traer a nuestra memo-
ria la relación de Robinson Crusoe con su esclavo Viernes, como
una imagen fraguada en el poder y, por esa vía, el surgimiento de
vínculos normativos: el derecho. Es por demás sugestiva la repre-
sentación que, al analizar el libro de David Defoe, hace el trata-
dista Hattenhauser al referirse a las bases del derecho natural.
Nos recuerda a Robinson, quien, tras el naufragio, y luego duran-
te su aislamiento, escudriñó en el conocimiento de Dios a quien
BORJA CILVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia di la Política, op. cit, p. 928.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 51
le reconoce por la alegría de su salvación, alegría que la expresa a
su divino salvador con una plegaria de agradecimiento. No había
necesitado de la ayuda humana. Toma posesión de la tierra y se
convierte en señor de su nuevo mundo, que le ofrece alimentos y
seguridad. Sin embargo, al encontrarse con otro hombre, al cual
le bautizaría con el apelativo de Viernes, llega al "descubrimien-
to" del derecho en cuanto este ser entra en su vida, a partir de lo
cual se establece una suerte de contrato, lo que da origen a la paz
y al derecho entre ambos hombres. A través de esas relaciones
Robinson Crusoe se convierte en propietario y monarca de la isla.
Nace con la inspiración de la divinidad una vinculación jurídica o
de derecho fundada en el compromiso individual, para este caso.
Esta imagen extraída de la obra de Defoe, por el contrario, difiere
por cierto del poder político emanado desde el Estado y que des-
cansa en normas desde él generadas para la sujeción de los indi-
viduos de una colectividad. Para esta tesis el elemento fundamen-
tal es el poder político encarnado en el Estado, del cual institu-
cionalmente se derivan las potestades legales, el derecho.
En ambos casos queda dicho que el elemento central es el poder
político. Los tratadistas, al hurgar acerca de las vertientes del po-
der, coinciden en señalar que éste proviene del derecho, más allá
de las tesis naturalista y positivista. Anotan que el poder suele
encaramarse también como fuerza revolucionaria dirigida a trans-
formar un orden social existente. Y, apuntan, con razón, las quie-
bras que se dan entre el derecho y el poder, que se traduce en
situaciones de facto o de hecho. Señala Salvador Jorge Blanco, a
manera de contrapunto que en cambio "(...) el derecho es con-
servador y trata de mantener el equilibrio de las fuerzas sociales
existentes que se manifiestan en el orden institucional al cual el
Estado es el resumen supremo"90.
' BLANCO, Salvador Jorgc. \nlndncaon alDmcho, op. cit., p, 22.
 52 PENSAMIENTO POLÍTICO
Derecho y anarquía.- La anarquía es esa falta de todo gobierno en
un Estado, es ese desorden y confusión por ausencia o flaqueza
de la autoridad pública. "Significa -sostiene el mismo autor- una
situación social en la que se otorga a todos los miembros de la
colectividad (de hecho, por cierto, es nuestro apunte) un poder
ilimitado. Donde impera la anarquía desaparece el derecho, por-
que el caos y el desorden absorben la vida en general". Los regis-
tros históricos son innumerables, con frecuencia recurrentes fren-
te a la ingobernabilidad. Preocupado de esta situación le ha co-
rrespondido al derecho internacional público abordar el tema y
adoptar normas para restablecer el orden, las mismas que han
surgido como reglas para preservar la vida de los habitantes en
aquellos lugares donde el imperio de la anarquía estuviese presen-
te. Nace, así, la idea de la injerencia de la comunidad internacional
en aquellos "estados fallidos", acaso sin viabilidad.
Derecho y despotismo.- Definimos al despotismo como la forma de
gobierno en el que un hombre asume de hecho poderes ilimita-
dos sobre todos los habitantes de un país determinado. Los casos
en las páginas de la historia son múltiples y con rasgos de cruel-
dad ilimitada, y desde luego desconciertan en especial a los den-
tistas sociales, a los constitucionalistas, a los juristas y aun a los
sociólogos. El despotismo, con matices diversos, a lo largo de
todas las etapas históricas, ha puesto sus huellas perversas en
Europa, América, Asia, África (...) con una extensa nómina de
personajes que, en sus ansias de poder personal o familiar, se han
despojado del derecho; otros, "inspirados" en invocaciones cíe
redención nacional han actuado al cobijo de una conducta despó-
tica, con motivaciones étnicas, religiosas y hasta de lucha de cla-
ses. Ese detentador de la autoridad suprema no reconoce ningu-
na norma que limite su poder. Actúa en el ejercicio de un poder
omnímodo (en el marco de la patología social) movido por im-
pulsos irracionales y con despecho y repulsa a las consideraciones
apegadas al derecho.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 53
Derecho y justicia.- En el campo semántico y de la mano con el
diccionario, la relación entre las dos palabras nos indica: derecho
equivalente a justo; justo quien obra según justicia y razón. Resul-
ta, figuradamente, lo que el propio diccionario define respecto a
los siameses, o sea, "Siamés.- Dicho de un hermano: gemelo que
nace unido por alguna parte de su cuerpo". Y respecto del geme-
lo: "Dícese de cada uno de los hermanos nacidos de un mismo
parto". En efecto, el derecho ("debe ser entendido como el arte
de gobernar a los hombres") y la justicia ("Virtud que inclina a
dar a cada uno lo que le pertenece") nacen de un mismo tronco;
hay una fraternidad, con identidades propias: el uno apunta al ser
a través de la norma; el otro se inscribe en el deber ser de las
aspiraciones individuales y colectivas. "Bienaventurados los que
tienen sed de justicia", señala el Evangelio. "La norma la dictan
quienes detentan el poder", es una de las tantas glosas ideológi-
cas.
En la vía jurídica-que nos toca destacar, véanse párrafos anterio-
res- el equivalente al derecho es la ley, que definida en los códigos
civiles, entre ellos el ecuatoriano, "Es la declaración de la volun-
tad soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Cons-
titución, manda, prohibe o permite" (Art.l). He aquí dos referen-
cias de carácter constitucional acerca de la justicia: "2. Todas las
personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes
y oportunidades" (Art. 11); y, "La potestad de administrar justicia
emana del pueblo y se ejerce por los órganos de la Función Judi-
cial y por los demás órganos y funciones establecidos en la Cons-
titución" (Art. 167).
De Salvador Jorge Blanco reproducimos esta aseveración: "Mien-
tras el Derecho es un producto de la vida en sociedad, la justicia
es un sentimiento que se vive instintivamente, aun por el hombre
aislado de todo contacto con sus semejantes"". En este sentido,
Ibidem, p. 28.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
en el ámbito de aplicación suele afirmarse que el derecho y \a.justiáa
tienen campos diferentes, y se reconoce como potestad del juez
pronunciarse con equidad, especialmente en los casos de insufi-
ciencia u oscuridad de la ley, porque la equidad es la realización
de la justicia. "La equidad es concreta y la justicia es abstracta",
apunta el mismo autor.
La ruptura de esa delicada ecuación ha dado margen, en muchos
casos, al predominio de la injusticia y la opresión. Esa situación,
elevada a reflexiones filosóficas y acciones políticas, ha conducido
a la desobediencia o resistencia pacífica, en unos casos, como
aquella liderada por Mahatma Gandhi, o a la resistencia revolu-
cionaria, en otros, registradas históricamente en la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos de América el 4 de julio de
1776 y en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciu-
dadano en Francia, el 27 de agosto de 1789. En sustancia, argu-
mentan los juristas, "el derecho a la resistencia es una forma de
hacerse justicia por sí mismo tal como ocurre con la legítima de-
fensa o con la cláusula non adimpknti contractos del derecho civil".
En tanto que desde el plano de las ciencias políticas "la resisten-
cia es en lo político un movimiento de oposición militante contra
un régimen autoritario, que vulnera los derechos humanos, o
contra fuerzas de ocupación extranjera"*3.
4.2. Derecho, política e historia
En un sesudo y extraordinario resumen, Carlos Sánchez Viamon-
te pasa revista a las múltiples manifestaciones del pensamiento de
teólogos, filósofos y juristas que dedicaron especial atención al
problema político, aun sin proponerse crear una disciplina cientí-
fica. Cita a Tomás de Aquino (1227-1274), Francisco de Vitoria,
Domingo Soto y Francisco Suárez, entre otros, como pensadores
políticos y exponentes del derecho natural, quienes en verdad se
BORJA CUVALLO5, Rodrigo, Enciclopedia <k la Política, op. cit., p. 840.
CAPITULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 55
constituyeron en iniciadores de lo que se llamó derecho político.
Tomás Hobbes (1588-1679), acompañado casi simultáneamente
por Juan Locke y Benito Espinosa, se preocuparía por explicar el
problema jurídico-político, a examinarlo a la luz de los principios
jurídicos con que el derecho privado había enriquecido y mode-
lado el incipiente derecho público. Recuerda a los enciclopedistas
del siglo XV111 que contribuyeron enormemente a dar relevancia
al derecho político, al convertirse en pilares de ese pensamiento:
Montesquieu, Rousseau y Sieyés con sus obras "El espíritu de las
leyes", "El Contrato Social" y "¿Qué es el Tercer Estado?", res-
pectivamente.
"Todo este saber acumulado fue el contenido del Derecho Políti-
co como rama científica del Derecho y su sistematización de
Derecho Político o de Ciencia Política. Antes de comenzar el
constitucionalismo no existía ningún problema lógico ni metódi-
co que enfrentase el Derecho Constitucional con la Ciencia Polí-
tica o el Derecho Político, pero todo el contenido de esas disci-
plinas se transvasó al Derecho Constitucional"93, advierte Sánchez
Viamonte.
Al adentramos en el tema relativo al "Estado de Derecho" no
podemos soslayar el reconocimiento actual del alcance y signifi-
cado de una Constitución. Es pensamiento generalizado y com-
partido asegurar que la Constituáón no es un instrumento de go-
bierno, no es una bitácora de normas sino un instrumento de la
soberanía popular, cuyo contenido no se agota en lo político; su
ámbito penetra en lo social, cultural, económico, etc.; excede a lo
puramente gubernativo y sus normas son aplicables al ordena-
miento de la vida privada de los individuos, a la interrelación
entre las personas, y de éstas con el Estado.
93
SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos, Manual de Derecho PoHíico: los problemas de la democracia,
op. cit, pp. 12-13.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
Esfera de acáón del derecho
El tratadista Coviello sienta un axioma cosmológico irrecusable:
"El orden constituye la esencia misma del universo entero; de
aquí que todos los seres están sometidos a una norma inquebran-
table que preside su existencia y su vida (ley física, química, bio-
lógica, etc.) (...) (el hombre) además de estar sometido a las leyes
comunes a todos los seres vivientes, lo está a leyes particulares
que responden a su esencial naturaleza, que gobiernan su volun-
tad y acciones (...)"**. A esa subordinación ordenadora corres-
ponden lo comportamientos éticos y morales; en tanto que la
sujeción de su conducta a las actividades en las que participa con
sus semejantes, es decir, a las manifestaciones externas de rela-
ción, son las llamadas jurídicas, que constituyen el derecho.
Definido el derecho (4.2 supra), nos corresponde atender a su
esfera de acción y eficacia, las cuales están determinadas por el
límite en el tiempo y el límite de ¡a ley en el espado.
La ley, como todo hecho humano, tiene su principio y su fin;
nace con la entrada en vigor, y fenece con la cesación de su vi-
gencia. A la terminación de su aplicación suelen acudir en la
técnica jurídica una de las siguientes causas: la abolición, jurídi-
camente denominada abmgaáón si es total, y derogación si es parcial.
Institucional y jurídicamente corresponde al Legislativo, órgano
generador de la ley, declarar la abolición o derogatoria de la ley
mediante un acto posterior con fuerza de ley. Un acto del Poder
Ejecutivo no tiene efecto abolicionista, como tampoco puede
apelarse para esos efectos a la costumbre contraria ni al desuso de
la ley para esgrimir la terminación de la misma. "Es principio
general que los actos del poder ejecutivo no pueden lesionar
COVIELLO, Niculás, Dochina General del Derecho Civil, Unión Tipográfica Editorial Hispano-
Americana UTHEA, México DF, México, 1949, pp. 1-2.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 57
jamás los derechos de los particulares"". La técnica jurídica y la
doctrina reconocen que la abolición puede verificarse de manera
directa o expresa, y de modo indirecto o tácito. Reglas expresas
sobre la derogación de las leyes están contenidas en los artículos
37, 38 y 39 del Título Preliminar del Código Civil ecuatoriano, y
se sustentan en el clásico principio de lex posterior derogat prioñ, con
ciertas limitaciones opuestas por el principio leges posteriores ad
priores pertinent. En consecuencia, doctrinaria y jurídicamente "Si
en el momento mismo en que entra en vigor una nueva ley cesa
la anterior derogada por aquélla, no cesan igualmente en la vida
las relaciones jurídicas nacidas bajo el imperio de la ley preceden-
te, no sólo en cuanto son hechos realizados, y que han producido
ya sus efectos, sino también en cuanto tienen la capacidad de
producir otros, que vienen a realizar por la necesidad misma de
las cosas cuando impera ya la nueva ley"'6. Estamos, pues, en el
ámbito general de la irretroactiiñdad de la ley, sin desconocer que
doctrinariamente también se reconocen excepciones a este prin-
cipio.
Vinculadas a la eficacia de la ley y a sus límites en el tiempo, exis-
ten anexadas al tema especialmente las teorías del derecho adqui-
rido, del hecho cumplido, del tus cogens, cuyos principios, traduci-
dos en normas jurídicas, son instituciones de excepción al princi-
pio de validez y aplicación de la ley a partir de su puesta en vigen-
cia, o sea para lo venidero. El otro ámbito de acción y eficacia del
derecho, como ya anotamos, se refiere al límite de la ley en el
espacio. En la práctica el tema se inscribe en las normas aplicadas
por el derecho internacional privado. Hemos señalado ya la géne-
sis y la naturaleza de la tesis de la interdependencia existente entre
los miembros de la comunidad internacional.
95
Ibídem,p. 104.
96
Ibídem, p. 109.
 58 PENSAMIENTO POLÍTICO
A partir de ese concepto, la vida de cada uno de los Estados no
se desenvuelve aisladamente de la de los demás. Sin embargo,
cada uno de ellos tiene una legislación propia (autonomía) que
responde a las necesidades particulares y a la idiosincrasia de sus
pueblos. No es raro -al contrario, es frecuente- que esa diversidad
de ordenamientos jurídicos presenten unos respecto de los otros
afinidades, desavenencias, contradicciones conceptuales, oposi-
ciones, etc., frente a una situación jurídica específica y planteen
severos conflictos de leyes al pretender en su aplicación la preemi-
nencia de unas respecto a las otras.
¿Por cuál de las diversas legislaciones que rigen al mismo tiempo
en varios Estados debe gobernarse una determinada relación
jurídica?
El problema en sí y la búsqueda de solución son complejos y
sensibles. Los estudiosos y tratadistas han ensayado muchas pro-
puestas con el sano propósito de elevarlas, con el consenso entre
los Estados, a principios y normas de aplicación general, como
ocurrió en el campo interamericano con el Código Sánchez de
Bustamante, instrumento internacional adoptado en la VI Confe-
rencia Internacional Americana de La Habana (1928), vigente
para el Ecuador. La antigua doctrina proclamaba el principio de
la territorialidad de la ley, con lo cual la ley extranjera debía aplicár-
sela en determinados casos vía excepción. La doctrina moderna,
por su parte, optó por un principio diametralmente opuesto,
consistente en que la aplicabilidad de la ley extranjera debe consi-
derarse como regla, y la exclusividad de la ley territorial debe
tenérsela como excepción y valedera sólo cuando se trate de dis-
posiciones concernientes al derecho público.
4.3. Estado de Hecho
En contraposición al Estado de Derecho, existe el Estado de
Hecho, que originalmente estaba asentado en el Estado absolutis-
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
ta del L'ancien régmF. En ese sentido, este Estado no es más que
el rompimiento del Estado de Derecho, y la inobservancia de los
elementos constitutivos y fundamentales del mismo.
El Estado de Hecho tendrá dos grandes vertientes, aquella que
conlleva el rompimiento de la estructura constitucional, conocida
como dictadura; y aquella que nazca de la misma constitución, en
ese caso estaríamos frente a un Estado de Excepción.
"La dictadura fue originalmente una institución jurídico-política
de la antigua Roma destinada a hacer frente a situaciones de
emergencia política. De allí viene la palabra, aunque su acepción
actual tiene muy poco que ver con la antigua"98.
En el período romano vemos que el dictador era un título fun-
cional otorgado por el Senado, en dos causas: a) Dictadura reí ge-
rendae causa; o, b) Dictadura sediúonis sedandae et rei garendae causa. El
poder del dictador era amplio, asumía el mando militar, sus actos
no estaban sometidos a la intercessio^ de los tribunales, gozaba de
ius edicend£m y los decretos tenían fuerza de Ley. Esta institución
romana, sin embargo, por su connotación es análoga al Estado de
Excepción que al hecho del quebrantamiento del Estado de De-
recho; hoy se entiende por dictadura el gobierno de facto, autori-
tario en el que una sola persona o un grupo minúsculo toma to-
das o las más importantes decisiones políticas del Estado. El suje-
to, el dictador, concentra en sí mismo todos los poderes del go-
bierno y los ejerce autoritariamente y sin limitaciones jurídicas ni
temporales.
LUIS, Jean Philippe, L.'ntopie réacliomiaire: épuraliort el modentisalion fie Fetal dans ¡"Esfagne de
la fin de i'anden régime 1823-1834, Editorial Casa de Vclá7.quez, España, 2002, *digitaliza-
do 1 l-jul-2008, Universidad de Michigan', p. 1.
18
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit, p. 288.
" GUTIÉRREZ ALVLZ, Faustino, Diccionario de Derecho Romano, Editorial Rcus, Madrid,
España, 1976, p. 302.
100
ARANDA MENDÍAZ, Manuel y CALVAN RODRÍGUEZ, Eduardo, Historia del
derecho y de ¡as instituciones: Cernaos de autoevaluacióti y solucionaría, Editorial Universitaria
Ramón Areces, Madrid, España, 1999, p. 27.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
Cabe, sin embargo, hacer una disquisición en este punto. Aquí,
en la aparición de esta mecánica de conducción del Estado, el
papel de la legitimidad suele tener un peso preponderante para el
ejercicio del poder, aunque éste rompa con k legalidad que de-
bería ser el elemento consustancial al de legitimidad que permita
la conducción del Estado.
4.4. "ELI Estado frente a la Democracia
Entendido el Estado como esa entelequia jurídico-política, su
estrecha atadura con el mundo del derecho a través de la pirámi-
de de ICelsen, y la necesidad de administrar esa estructura: la vin-
culación con las formas de Gobierno se vuelve imprescindible
abordar.
En ese contexto, no cabe duda que el modelo hasta la fecha in-
cuestionable, a pesar de las palabras de W. Churchill, es la democra-
cia, aún más cuando a partir de la segunda mitad el siglo XX y lo
que va del siglo XXI, esta forma de Gobierno ha adquirido un
valor moral universal, se ha consolidado y es por antonomasia la
forma política universal legítima que no acepta detractores, ni
revisionismos101.
Entender el proceso evolutivo de esta forma de Gobierno, per-
mitirá aplicar un FODA101 sobre el mismo y de ese modo, con
conocimiento de causa, apoyar esta forma o bien simplemente
replantearse la democracia en los términos en que actualmente
está siendo implementada.
Nota de los autores.- Sobre esta apreciación respecto de la democracia, habría que
preguntarse si no estamos cayendo, umversalmente, en un dogmatismo que al romper la
lógica de la dialéctica, provocará en el futuro sismos inimaginables en la arena política
de todas las unidades diferenciadas que hacen el concierto internacional.
FODA, término que significa: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas;
proviene de SWOT en inglés que significa: Strenghts, Weaknesses, Oportunities, Thre-
ats
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 61
4.4.1. Evolución de la Democracia
Analicemos etimológicamente la palabra democracia. Proviene del
latín tardío democratia que, a su vez, procede de la composición de
dos voces griegas que significan pueblo y gobierno. El concepto,
como lo menciona R. Borja Cevallos en su Enciclopedia de la
Política, se formó de la superposición histórica de varias nocio-
nes'
En este punto conviene mirar al padre de este concepto: Aristó-
teles; quien sostuvo que el ser humano es un «animal político»;
afirmando que la familia y el pueblo cubren necesidades vitales
inferiores, tales como la comida y calor, matrimonio y educación
de los hijos; pero sólo el Estado puede cubrir la mejor organiza-
ción de comunidad humana. Esta afirmación nos obliga a esta-
blecer la forma en que debe administrarse el Estado, y en este pun-
to Aristóteles desarrolla las denominadas formas puras o buenas
y las impuras o malas -sobre lo bueno y malo, conviene no olvi-
dar que Aristóteles es, por esencia, un moralista-. En virtud de
ello tenemos: a) Formas puras: monarquía, aristocracia y democra-
cia; y, b) Formas impuras: tiranía, oligarquía y demagogia. Correla-
cionándose las formas puras con las impuras, de modo que de la
monarquía su antagónica es la tiranía; de la aristocracia, la oligar-
quía; y, de la democracia, la demagogia.1"
El concepto aristotélico fue tomando forma, y considerando su
base etimológica, la democracia resultaba ser el Gobierno del
Pueblo, en definitiva, el Gobierno de muchos. Sobre esta premi-
sa, el pensamiento revolucionario francés del siglo XVIII recono-
ce en ti pueblo la decisión última de los destinos sociales, creándo-
se de esta manera el concepto de soberanía nacional sustituyendo
L'anáen régime que había prevalecido en los sistemas absolutistas.
103
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op, cit., p. 208.
104
GAARDER, Jostein, EL Mundo de Sofía, Editorial Símela/Norma, Bogotá, Colombia,
1997, p. 141.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
62
El reconocimiento de que la soberanía radica en el pueblo fue
tomando fuerza a partir de su concepción, pero no fue sino hasta
principios del siglo XX, que el fenómeno conocido como rebelión
de las masa?** sirvió para extender los derechos políticos, y más
adelante, los económicos, hacia sectores cada vez más amplios de
la población.
La palabra democracia ha sufrido los vaivenes de la historia polí-
tica y ha sido sometida a veces a cambios drásticos. Así mismo, al
estar directamente vinculada con aspectos ideológicos y concep-
ciones, las mutaciones sobre su alcance y real naturaleza han pro-
vocado redefiniciones, en unos casos, incluso, acomodaticios.
Esto ha hecho ambiguo a este vocablo, que ha sufrido erosiones
semánticas por el uso indiscriminado que han hecho teóricos y
políticos de las más diversas tendencias. Este vaivén conceptual
hace que las observaciones de R. Labrousse tengan gran certeza,
al señalar que: "(...) nada indigna más a los partidarios de la de-
mocracia que encontrar que la palabra pertenece también al vo-
cabulario de sus adversarios"10*.
La democracia, sin embargo, más allá de su concepción originaria
o aquella que se le da hoy en día, es más que un adjetivo, un obje-
tivo o una meta, tiene un valor axiológico y ideológico. Es en ese
sentido, las palabras de Abraham Lincoln, en su discurso de Get-
tysburg, al definir democracia, fundamentó la visión moderna del
término, al señalar que es: el gobierno del pueblo, por el pueblo y
1 elecciones de 1902, que dice: "(...) la mesa electoral es el templo
para el pueblo,1(17
105
PEÑA, Lorcnso, Hallados filosóficos, publicado por la Universidad Pontifica de Salaman-
ca, Salamanca, España, 1992, p. 332.
106
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la PoHtiea, op. cit, p. 208.
18
REBAGLIATI, Perrero, Teoría del Estado: D«recito Constitucional, Ediciones Librería
Studium, 1971, 'digitalizado 17-oct-2007, Universidad de Texas», Estados Unidos, p.
108.
CAPÍTULO I: GÉNESIS V PROSOPOPEYA DEL PODER 63
La diferencia entre la democracia concebida en sus primeras eta-
pas y la moderna es un tema que está en la palestra, no sólo de
los políticos sino también de los politólogos, e incluso, por la
naturaleza del tema, de todos y cada uno de nosotros, tanto sobre
el uso descriptivo como valorativo de la palabra. En cualquier
caso, la discusión sobre la democracia tiene dos aristas visibles: la
analítica por un lado, y la axiológica por otro"8.
En términos descriptivos, por "(•••) democracia los antiguos
entendían la democracia directa; los modernos, la representativa.
Cuando nosotros hablamos de democracia, la primera imagen
que se nos viene a la cabeza es el día de las elecciones, largas filas
de ciudadanos que aguardan su turno para depositar su voto en
las urnas (...) -esta visión de N. Bobbio nos hace reflexionar y
concluir que el- (...) tipo de sufragio con el que se suele hacer
coincidir el hecho más relevante de una democracia de hoy es el
voto, no para decidir, sino para elegir a quien deberá decidir"10' (el
entre guiones es nuestro).
Asimismo, Hans Kelsen, uno de los mayores teóricos de la de-
mocracia, "(...) considera que el elemento esencial de la demo-
cracia real -no de la ideal, que no existe en ningún lugar-, es el
método de selección de los dirigentes, o sea, las elecciones"110.
Esta afirmación y la de Bobbio se ven aun ratificadas en términos
prácticos en la afirmación de un Juez de la Corte Suprema de
Justicia de los Estados Unidos que fue emitida en el marco de las
de las instituciones norteamericanas, donde cada uno de nosotros
es un sacerdote, a quien se le confía el cuidado del arca de la
alianza (...), es algo que sucede en todas las iglesias"1".
SARTORl, Giovanni, Tbe Theory of Democracy Revisiicd, editado por Chatam House
Publishers, Nueva )ersey, lisiados Unidos, 1987, p, 278.
1119
BOBBIO, Norbcrto, Teoría general de la política, op. cit., p. 401.
KELSEN, Hans, Esencia y valor de la democracia, Editorial Labor, Barcelona, España,
1977, p. 115.
BOBBIO, Norberto, Teoría general de ¡apolítica, op. cit., p. 402.

PENSAMIENTO POLÍTICO
Pero la democracia en su proceso de consolidación, específica-
mente desde mediados del siglo XX, hasta nuestros días ha cons-
tituido la forma privilegiada de administrar los Estados, que se ha
relacionado con modelos económicos de distinta tendencia. Co-
mo deja entrever el doctor R. Borja en su Enciclopedia sobre la
Política, el término democracia ha sido copulativamente asociada
a los diferentes modos de producción: capitalista, socialista e,
incluso, comunista; ha sido utilizada por fascistas como por na-
zistas, por occidentales -que hemos transformado a esta forma de
Gobierno en valor moral universal- como por orientales, corno
legitimadora de un proceso que da la ganancia a unos y como
parte del discurso de quienes pierden y quieren que sus voces
sean escuchadas desde el criterio de la "minoría", etc.
La democracia, sin importar desde dónde se la observe, tiene un
valor moral intrínseco, tanto así que se vuelven interesantes las
observaciones de I. Kant en materia de derecho internacional"1,
que están relacionadas estrechamente con la democracia, cuando
plantea la cuestión de la posible convergencia entre la política y la
moral, en definitiva, la democracia se vuelve el escenario privile-
giado para ello.
A continuación se intentará explicar la vinculación más fuerte que
se registró en la esfera de lo político desde finales de la segunda
Guerra Mundial, cuando como parte del discurso en las relacio-
nes internacionales, se matrimonió el término democracia al mo-
do de producción capitalista.
4.4.2. Detnocraáay Mercado
El mercado en su sentido lato es el punto de encuentro entre los
oferentes y los demandantes de bienes y servicios en una eco-
1 Perpetua, Editorial Longseller, Buenos Aiies, Argentina,
KANT, Iminanuel, La
2001, p. 85.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER (.5
nomía de libre concurrencia. En un ejercicio relacional, se puede
sostener que "(...) la política se ha conducido en los mercados de
ciudades por lo menos desde los griegos clásicos (...) En una
analogía de mercado, los votantes se comparan a los consumido-
res -demandantes- y los políticos a los proveedores -oferentes-
""3 (los entre guiones son nuestros).
Aproximémonos a lo que se entiende económica y políticamente
como mercado. Desde los tiempos del economista inglés Adam
Smith1"1 el mercado libre estimula el afán de lucro de las personas
y les mueve a actuar en beneficio de la sociedad, aunque no sea
ésta su intención; esto ocurriría, según A. Smith, porque está
conducida por la mano invisible que promueve un fin, aunque no
forme parte de los designios personales, se alcanza la "distribu-
ción de la riqueza" inintencionalmente por la suma de los esfuer-
zos individuales.
A este postulado se lo conoce como liberalismo y constituye la
escuela clásica. Se sostiene que cualquier intromisión del Estado
en el mercado dañaría el juego de sus leyes económicas -que son,
según sus teóricos, leyes naturales-, y corrompería la eficiente
operación de ellas. Según esta posición, no existe mecanismo más
13
Mclean, lain, Oxford Concite Dictionary of Potitics, editado por Oxford University Press,
Nueva York, Estados Unidos, 1996, p. 309, «traducido por los autores».
1M
SMITH, Adam, Biografías y Vidas,
(hnp://www.biograriasyvidas.com/bÍografia/s/smith_adam.htm), 3-nov-2008, llhSS.
"Kirkcaldy, Gran Bretaña, 1723 - Edimburgo, id., 1790. Economista escocés. Hijo de
un interventor de aduanas, a la edad de catorce años ingresó en la Universidad de Glas-
gow, donde fue discípulo de Francis Hutcheson, profesor de filosofía moral. Graduado
en 1740, ganó una beca en el Balliol College de Oxford, en el que adquirió formación
en filosofía. Ejerció la docencia en Edimburgo, y a partir de 1751, en Glasgow, como
profesor de lógica y filosofía moral. En 1759 publicó 'Teoría de los sentimientos morales,
obra profundamente influida por el utilitarismo de Bentham y Mili en la que describía la
formación de los juicios morales en el marco de un «orden natural» de ámbito social, y
sobre cuyos principios basaría su posterior liberalismo económico. En Francia inició la
redacción de su obra más importante, la Investigación solire la naturaleza y ¡as causas de la rí-
que^a de las naciones (An Inquiry into the Nature and Causes oí the WeaJth of Nations),
dividida en cinco libros, que terminó de escribir durante seis años en su pueblo natal de
Kirkcaldy, cerca de Edimburgo, y publicó después de una estancia de tres años en Lon-
dres, en 1776".
 PENSAMIENTO POLÍTICO
eficiente que el mercado; tesis que ha sido fundamentada por el
doctor Milton Friedman11*, quien a partir de la segunda mitad del
siglo veinte, y en especial a partir de la década de los sesenta es
considerado padre del neoliberalismo116.
Recordando la historia. La Revolución Bolchevique (octubre,
1917), que transformó al Gran Imperio Ruso -que se articulaba
dentro del modo de producción feudal- en un Estado autopro-
clamado socialista y posteriormente comunista, introdujo en la
historia de las relaciones internacionales, tras adquirir preponde-
rancia y peso en el concierto planetario tras la segunda Guerra
Mundial, una estructura bipolar de confrontación, en la cual se
enfrentaron en diferentes lugares del globo terráqueo, en diferen-
tes formas y connotaciones, por un lado la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) y sus satélites y los Estados Unidos
de América (EUA) y sus aliados, en una lucha por demostrar cuál
era el mejor modo de producción (capitalista vs. socialis-
mo/comunismo) con las connotaciones políticas y económicas
propias de este duelo.
Finalizada la II Guerra Mundial, un hecho quedó consolidado: la
confrontación Este — Oeste, que se articuló a través de la deno-
minada "Guerra Fría", la misma que se libró en los territorios
115
FR1EDMAN, Milton, Kiografias y Vidas,
(http://www.biografiasyvidas.eom/biografia/f/friedman.htm), 3-nov-2008, 12hlO.
"Nueva York, 1912 - San Francisco, 2006. Economista estadounidense. Junto a Henry
Simons y F. A, Von Hayek, es el principal representante de la llamada Escuela de Chi-
cago, grupo de economistas que considera que los mercados competitivos libres de la
intervención del Estado contribuyen a que e! funcionamiento de la economía sea más
eficiente. Considerado uno de los más grandes economistas de su época, recibió multi-
tud de honores, incluido el Premio Nobel de Economía (1976). Sus postulados fueron
la base de las políticas neoliberales que se establecieron en algunos países en la década
de 1980: fueron adoptados por el Gobierno chileno del general Pinochet y, aunque sin
llegar a abandonar del todo la asistencia social, por el Gobierno Reagan en EE.UU. y
por el de Margare! Thatcher en el Reino Unido. De hecho, en las ¡deas de Friedman y,
en general, de la Escuela de Chicago, se haila el fundamento teórico del denominado
Hfoüheraíismo actual".
16
WEBBER, Max, La ÉtUa Protestante y el Exftíri¿u del Capitalismo, Ediciones Península,
Barcelona. España, 199°, p. 4.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 67
ajenos a los EUA y la URSS, transformando la dialéctica acadé-
mica de ideas, en terrenos llenos de trincheras y transformando
los argumentos de ambos bandos en balas y muertos.
En ese contexto mundial, la discusión sobre cuál era el modo de
producción que debía subsistir -pues los actores de este orden
internacional de post-guerra no daban espacio a la "convivencia
ideológica"-, creó conceptos socio-políticos y económicos que
han sobrevivido hasta la fecha -incluso a pesar de que en 1989,
con la caída del Muro de Berlín, salió vencedor de esta lucha de
más de 70 años, el capitalismo en su manifestación más pura, el
neoliberalismo-, como son los denominados países del Primer
Mundo, del Tercer Mundo, los No Alineados; en términos milita-
res, la desaparición del Pacto de Varsovia, la redefinición del Tra-
tado del Atlántico Norte (OTAN); en lo político la necesidad
práctica de redefinir la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), entre otros temas de importancia para la humanidad1".
La arena internacional fue el escenario para la promoción e im-
posición de la democracia, que con habilidad los Estados Unidos
supo entrelazar esta forma de Gobierno con el modo de produc-
ción capitalista, hasta cuando en Chile, el Presidente Allende, de
orientación política de izquierda, demuestra que los mecanismos
democráticos también constituyen vías legítimas para el ascenso
al poder de las tendencias socialistas; hecho que provocó que los
Estados Unidos irrumpiera violentamente en el escenario político
latinoamericano y promoviera un resquebrajamiento sistemático
de las jóvenes democracias que venían instaurándose en la región.
Un período de dictaduras y Estados de Hecho se instauró.
Los países occidentales adoptaron en su estructura, a finales de la
década de los 70, democracias como forma de Gobierno, o al
BRJEMER, Juan José, B7 Fin de ia Gtieira bría y el Salvaje Mundo N"tfo, Editorial Taurus,
México DF, México, 2006, p. 236.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
menos así lo hicieron la gran mayoría"8. 1989 constituye un hito
en ese proceso de confrontación: la caída de la URSS causó un
sismo enorme en el tablero político internacional y los EUA apa-
reció como "vencedor" en este duelo que se sostuvo desde fines
de la segunda Guerra Mundial. Francis Fukuyama, en su obra "El
Fin de la Historia y el Último Hombre" llega a afirmar la validez
inequívoca de la relación de la democracia y el capitalismo, sinte-
tizándola en la denominada "democracia liberal"; caüstenias
académicas similares, pero sin la profundidad del primero, fueron
realizadas por otros autores, tal como se puede ver en el libro "El
Idiota Latinoamericano... y Español", que más que sustentar las
tesis que apuntalen las inexistentes premisas que ahí se esbozan,
tratan de ridiculizar la obra "Las Venas Abiertas de América La-
tina" que fue escrita en un momento histórico determinando y
por ende, responde a esa realidad tempore-espacial119.
Esta democracia liberal, sin embargo, hoy en día está sufriendo
reveses importantes. Las sucesivas crisis financieras y económicas
desde 1997 -Crisis Asiática- o bien la que el mundo experimentó
a partir de agosto de 2008, son reacciones que, aparentemente,
responden a un error en el modelo neoliberal, y más bien están
demostrando la necesidad de reimpkntar las políticas keynesia-
nas110 que fueron formuladas, en su momento, por los propios
Estados Unidos, cuando a finales de los años veinte, una crisis
financiera destrozó la economía norteamericana.
La lección parece simple: ni tanto que queme al santo, ni poco
que no le alumbre.
118
REVEL, Jean-Francois, Cómo terminan las democradaí, Editorial Planeta, Barcelona,
España, 1984, p. 326.
119
DELPECH, Thérese, El retorno a la barbarie en el siglo XXI, Editorial El Ateneo, Buenos
Aires, Argentina, 2005, p. 251-
120
MORIEGA UREÑA, Fernando Antonio, M.acroeconomía para el desarrollo: Teoría de la
itiexjitenda del mercado de trabajo, editado por la Universidad Nacional Autónoma de
México, México DF, México, 2001, p. 281.
CAPITULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
4.4.3. Participaron Democrática
Según R. Borja, participación adquiere "(...) interés en la vida
política en la medida en que es el ingrediente más importante de
la democracia (...) -ya que la democracia es una forma- (...) par-
ticipativa de Gobierno y dependiendo del punto de vista ideoló-
gico, esa participación puede comprender solamente el aspecto
político de la actividad humana o puede extenderse también a lo
económico y social"121 (el entre guiones es nuestro).
No cabe duda que la participación es un elemento esencial en el
desarrollo humano, ya que permite la realización de las capacida-
des, vocaciones y aptitudes de cada persona; en ese entendido, la
participación conviene al universo de la sociedad y a la estructura
política, al ampliar el involucramiento en la política de actores no
tradicionales. Existen niveles de participación y formas de parti-
cipación, de modo que ésta puede darse en lo económico, en lo
empresarial, en lo profesional, etc.; en el mercado, la participación
puede ser como productor o como consumidor; en el quehacer
político como militante de un partido político, como funcionario
público; como grupo de presión, como periodista.
Conceptos como pluriculturalidad o multi-etnicidad, son expre-
siones incluyentes de participación. La participación es, en defini-
tiva un verbo que lleva intrínsecamente el reconocimiento al de-
recho a tomar parte en la vida política del Estado. En palabras de
R. Borja, "(...) La participación es la esencia misma de la demo-
cracia
4.4.4. Formas de expresión democrática
En un Estado democrático de derecho hay muchos mecanismos
de participación ciudadana y éstos le sirven al Estado para cana-
111
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit, p. 731.
'"ibídem, p. 731.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
lizar las inquietudes de su sociedad y escuchar e interpretar sus
reclamos y opiniones. Ello, a su vez, dará sustento a los procesos
decisionales y legitimidad al gobierno1".
El referéndum y el plebiscito son, entre otros, mecanismos de
participación, y se les puede definir como aquellas actividades
legales emprendidas por ciudadanos que están directamente en-
caminadas a influir en la selección de los gobernantes y/o en las
acciones tomadas por ellos1".
Los métodos de participación popular son directos e indirectos.
Los métodos directos más usuales, llamados así porque a través
de ellos el pueblo toma decisiones concretas que habrán de cum-
plirse son la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito, las
elecciones y la revocación del mandato. Los métodos indirectos
por medio de los cuales la comunidad influye o condiciona la
conducta de quienes ejercen el poder son principalmente: la opi-
nión pública, los partidos políticos, los grupos de presión, los
grupos de tensión, los nuevos movimientos sociales y las llama-
das organizaciones no gubernamentales (ONG)1IS.
4.4.4.1. Iniciativa Popular
En la forma democrática de Estado la elaboración de la ley supo-
ne cuatro etapas fundamentales: la iniciativa, la aprobación par-
lamentaria, luego la sanción y promulgación por el Presidente de
la República. La iniciativa es el derecho de presentar al Congreso
un proyecto de ley para que comience su trámite legislativo. De
ordinario, este derecho corresponde a los legisladores, al Presi-
'" BOBB1O, Norberto, Diccionario ale Po!i¡icat Editorial Siglo Veintiuno, tomo 2, México
DF, México, 1988, p. 1347.
'" VELAZCO GAMBOA, Emilio, Teoría del Referéndum j> Modelos de Democracia Participaitva,
(www.democraciaparticipativa.net), 6-nov-2008, 15hlO.
115
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Culturay Derecho, op. cit., p. 166.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 71
dente de la República y a la Función Judicial. Hay Constitucio-
nes que extienden a entidades consultivas técnicas del gobierno11'.
La iniciativa popular es, desde esta perspectiva, una de las formas
de participación popular. Es el derecho de una fracción del cuer-
po electoral a proponer proyectos de leyes, de reformas legales o
de abrogación de las leyes existentes, a fin de que el Parlamento
lo apruebe, enmiende o desapruebe. Lo pueden ejercer los ciu-
dadanos con capacidad de voto.
La iniciativa popular tiene su origen en Suiza y ha sido acogida
por algunas Constituciones europeas y latinoamericanas, con
mayores o menores restricciones en cuanto a las materias sobre
las que puede versar y al número de ciudadanos que deben res-
paldarla. Cumpliendo con la normativa prefijada (recogida de un
número determinado de firmas y otros trámites), el pueblo pro-
pone directamente las medidas políticas que desea, que según su
importancia deberán ser resueltas con los medios adecuados.
Recalquemos que es únicamente la iniciativa., y su propuesta no
conlleva ni mucho menos su aplicación.
4.4.4.2. Referéndum
La palabra procede del latín referéndum y designa en el Derecho
Público contemporáneo la consulta popular referente a una
constitución, una ley, una reforma constitucional o una reforma
legal. En todo caso, una consulta sobre un asunto de naturaleza
j urídica.
Consiste en el acto mediante el cual los ciudadanos con derecho a
voto aprueban o desaprueban un precepto o un conjunto de
preceptos constitucionales o legales. Hay dos clases de referén-
dum: obligatorio, si es impuesto constitucionalmente como condi-
Ibídem, p. 166.

PENSAMIENTO POLÍTICO
72
ción de validez para determinadas normas jurídicas, de modo que
ellas carecen de eficacia jurídica si antes no han sido sometidas a
la aprobación popular; y facultativo, si la atribución de instrumen-
tarlo depende de la voluntad discrecional del Presidente de la
República o del Parlamento, de modo que aquél no es un requisi-
to para la validez de las normas jurídicas1".
4.4.4.3. Plebisdto
El plebiscito tiene su origen en la antigua Roma y constituye, de
hecho, el antecesor del referéndum, según afirman diversos auto-
res, entre ellos Ignacio Burgoa Orihuela y Gladio Gemma (1991,
p. 1183), quien dice que en la antigua Roma este término desig-
naba una deliberación del pueblo, con más exactitud, de la plebe,
convocada por el tribuno118.
Por su parte, el maestro Burgoa (1992, p. 377) dice que, históri-
camente, el plebiscito era toda resolución adoptada y votada por
la clase plebeya durante la República romana, previa proposición
que en las asambleas por tribus formulaban sus tribunos. Dichas
resoluciones podían tener, incluso, el carácter de leyes. También
se le llamaba conáliumplebmmm'.
Corno se ve, los plebiscitos originalmente fueron actos resoluti-
vos de la plebs para la preservación y mejoramiento de sus mis-
mos intereses colectivos trente a la clase patricia y a los órganos
del Estado Romano (Burgoa Orihuela, 1992, p. 378).
'«VEÍAZCO^AMBOA, Emilio, Teoría del Referéndum y Modelos de Democracia
Parocipativa, op. cit.
119
Ibidem.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
4.4.4.4. Elecáoms
En una sociedad políticamente organizada alguien tiene que
mandar. La pregunta es ¿quién debe hacerlo legítimamente? No
puede una sociedad pasarse sin mando, pero al mismo tiempo no
debe ejercerlo sino quien tenga derecho para ello. Tal derecho,
en las sociedades democráticas, emana de la voluntad mayoritaria
de sus miembros130.
Como consecuencia de esto surge la necesidad de crear un méto-
do adecuado para identificar y recoger esa voluntad, que se mani-
fiesta respecto a quién debe desempeñar las funciones de mando
social. Tal método es el electoral, que consiste en la designación
de los gobernantes por los gobernados, mediante la consignación
de votos que expresan sus preferencias volitivas111.
Quien pretende mandar al margen de ese procedimiento obrará
como usurpador, por más que esté en posesión de los medios
para poder hacerlo con eficacia. La función electoral es la forma
más generalizada del sufragio. Se resuelve en la designación por
los ciudadanos de las personas que deben asumir el manejo de los
órganos electivos del Estado. Designación que se realiza periódi-
camente, mediante la emisión de votos, y en la que participan los
miembros del cuerpo electoral, que es el conjunto de ciudadanos
con derechos políticos.
Existen diversas modalidades electorales: elecciones directas e
indirectas, elecciones universales y restringidas, elecciones obliga-
torias y facultativas, elecciones individuales y corporativas1".
118
BORJ A CBVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Cttlturay Derecho, op. cit., p. 173.
131
Ibídem, p. 173.
I31
lbídem,p. 174.
 74 PENSAMIENTO POLÍTICO
4.4.5. Los Partidos Políticos
La organización y perfeccionamiento de los partidos como ins-
trumentos de intervención de la comunidad en los quehaceres del
Estado fue. una de las más importantes innovaciones políticas del
siglo XX. Con ellos se desplazó en buena medida el centro de
gravedad político de los individuos a los grupos organizados, que
pasaron a ser los sujetos principales de la acción política de la
sociedad"3.
Los partidos políticos han reducido el peso específico de los indi-
viduos en la vida política. Los centenares de miles de miembros
de base de un partido dependen de las deliberaciones de sus diri-
gentes y si bien pueden hacer valer sus opiniones ante ellos, a
través de las asambleas y demás actos partidistas, su participación
política no es de primera línea.
Al hablar de los partidos políticos no se debe obviar sus elemen-
tos fundamentales: ideología política, plan de gobierno y organi-
zación permanente establecida a escala nacional. A diferencia de
otros organismos sociales, lo que caracteriza a los partidos políti-
cos es su organización estable que les capacita para intervenir en
todos los momentos de la vida del Estado y el conjunto de prin-
cipios doctrinales a los que ajustan su acción política y de los que
deriva su plan de gobierno"4.
Los partidos han asumido la función de organizar políticamente a
las masas, especialmente en el caso de los llamados partidos de
masas y de promover la intervención metodizada de ellas en la
vida pública del Estado. Con eso la actividad política, en gran
medida, ha dejado de ser función de las personas aisladas y se ha
convertido en responsabilidad de los grupos organizados, que
133
lbídem,p. 182.
134
Ibídem, p. 182.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 75
asumen a través de sus órganos de dirección la adopción de las
decisiones más importantes de la vida pública, a las que los ciu-
dadanos prestan su acatamiento y con las que se mediatiza la
acción política de éstos. Los partidos políticos se interponen
entre los designios de los ciudadanos y el ejercicio del poder"5.
4.4.6. Nuevos Actores Políticos
Durante la era de transición se desarrolló en forma significativa
otro fenómeno estrechamente relacionado con la interdependen-
cia y que llegó a constituirse en una característica aún más impor-
tante del sistema internacional después de la segunda guerra
mundial. Este fenómeno hace referencia al crecimiento de las
organizaciones Internacionales como actores no Estados dentro
del marco de la política mundial136.
En los últimos tiempos han emergido, como actores de la vida
pública, diversos grupos y asociaciones que si bien formalmente
están comprometidos con diferentes áreas especificas del que-
hacer público, como la defensa de los Derechos Humanos, el
amparo de las minorías, la protección de los pueblos indígenas, la
lucha contra la discrirninación femenina, la defensa del medio
ambiente, la promoción de la paz y el desarme, el combate contra
la corrupción, la protección de los consumidores y muchas otras
causas, su motivación de fondo es eminentemente política aun-
que no lo reconozcan así sus promotores y dirigentes1".
Estos nuevos operadores políticos son los denominados nuevos
movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales.
135
Ibídem, p. 182.
136
PEARSON, Fiederic y ROCHESTER, Martin, delaciones Iniemaaonahs; Situación Global
en el siglo XXI, op. cit-, p, 55.
137
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Culturay Dencho, op. cit., p. 192.

PENSAMIENTO POLÍTICO
76
Los nuevos movimientos sociales, hacen su ingreso a la vida
política invocando generalmente ideas movilizadoras de la gente,
cuestionando el establiskmeni y lanzándose incluso contra los vie-
jos movimientos obreros, las prácticas socialistas y los iconos
sindicalistas de corte tradicional. Y por supuesto contra los par-
tidos políticos, a los que culpan de los desastres sociales, y res-
pecto de los cuales abrigan deseos de sustituirlos138.
Suelen hacer hincapié en la autonomía de la sociedad civil respec-
to del Estado. Son movimientos de diversificación y fragmenta-
ción de las sociedades. Proclaman la obsolescencia del sindicalis-
mo tradicional e inclusive hay algunos sectores obreros que ya no
cierran filas en los sindicatos sino que han optado por estos nue-
vos movimientos sociales.
En cuanto a las organizaciones no gubernamentales, los círculos
diplomáticos y periodísticos de las Naciones Unidas ligados a las
tareas de cooperación para el desarrollo, acuñaron la expresión
non-gobermental organisations para designar a cierto género de orga-
nismos o entidades privadas de naturaleza voluntaria y sin fines
de lucro formados legalmente como asociaciones civiles para
alcanzar determinado orden de objetivos sociales, especialmente
en los países subdesarrollados139.
Posteriormente las Naciones Unidas definieron a las organizacio-
nes no gubernamentales como grupos no lucrativos de ciudada-
nos voluntarios, que están organizados a nivel local, nacional o
internacional, con tareas orientadas y dirigidas por personas con
un interés común. Estos organismos son instituciones de derecho
privado con finalidad social o pública porque la iniciativa de su
constitución pertenece al sector particular lo mismo que la con-
ducción de sus operaciones, funcionan en forma independiente
138
Tbídcm, p. 194.
"*Ibídem,p.l95.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 77
de los gobiernos y su financiamiento no proviene de los benefi-
ciarios, como contraprestación por los servicios que de ellos reci-
ben, sino de fuentes privadas o públicas de los países desarrolla-
dos.
Las organizaciones no gubernamentales con frecuencia se adelan-
tan con sus planteamientos a las iniciativas estatales y recogen
ciertas preocupaciones sociales. Constituyen un canal de partici-
pación de los grupos ciudadanos en la vida democrática de los
Estados140.
4.5. ElEsíadoy el Derecho Internacional
Las relaciones internacionales, que según sostienen algunos teóri-
cos, funcionan bajo las premisas del realismo político -es decir a
través del despliegue de las tesis maquiavélicas-, responden a su
naturaleza político-funcional; a pesar de que, como sostiene H. A.
Kissinger, los justificativos de las acciones que se llevan a cabo en
el concierto mundial, suelen estar enmarcados en los más loables
objetivos del idealismo político141.
Así mismo, estas relaciones entre las distintas unidades diferen-
ciadas, relaciones que son asimétricas, ha constituido la razón
primaria para normar la interrelación entre los actores internacio-
nales; y, es en ese contexto que apegados a los preceptos idealis-
tas, nace el Derecho Internacional para regular y normar las rela-
ciones de aquellos sujetos de derecho en el plano internacional:
los Estados.
Hay, definitivamente otros sujetos, pero para el efecto del presen-
te trabajo, abordaremos exclusivamente a este actor privilegiado
del Derecho Internacional, que en razón de la proyección de su
"f0 Ibídem, p. 196.
KISSINGER, Henry, La Diplomacia, editado por Fondo de Cultura Económica, México
DF, México, 1995, p. 8.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
78
soberanía, adquiere la calidad de sujeto y por ende de objeto del
derecho, con obligaciones y deberes.
No deja de ser menos cierto que una de las falencias más visibles
del Derecho Internacional resulta la ausencia de fuerza coercitiva,
que permita, ante la violación de las normas, aplicar sanciones
que apuntalen el andamiaje jurídico internacional y con ello el
apego al Derecho Internacional no sea meramente un acto voliti-
vo/moral, sino que, como la legislación interna, se torne obliga-
toria1".
4.5.1. Naíurale^aj personalidad jurídica estatal
El Estado moderno posee personería jurídica "en el sentido de que
se presenta como un ordenamiento que, en cuando se anima,
afirmando poderes y derechos como suyos propios, asume, en su
unidad, el aspecto de sujeto de derecho"; tal concepción norma-
tiva convierte al Estado en persona jurídica al asumir responsabi-
lidades civiles, aunque sea en vía subsidiaria, por los actos de sus
funcionarios o dependientes, e incluso respecto a numerosos
delitos contra la personalidad del Estado, en concordancia con la
argumentación doctrinaria de los publicistas alemanes Gerber,
Gierkeyjellinek.
En la actualidad todos los ordenamientos positivos, junto a las
personas físicas, reconocen como titulares de específicas situa-
ciones jurídicas-subjetivas143 a determinadas agrupaciones huma-
R1QUELME, Antonio, Elementos de derecho público internacional, publicado por
Imprenta de Santiago Saunacjue, idigitalizado ll-abr-2008, Universidad Complutense
de Madrid), Madrid, España 1849, p. 311.
143
BISCARETn DI RUFFIA, Paolo, Dencbo Consiiiuáona!, op. cit, p. 186. "Se denomina
estado jurídico-subjetivo (o más brevemente status) la pertenencia (voluntaria o necesa-
ria) de un sujeto a una determinada categoría, caracterizada por una singular esfera de
capacidad: de modo que todos sus componentes (miembros de un Estado, de un muni-
cipio, de una familia, de una profesión, etc.) vienen a go/ar de una posición jurídica uni-
forme y homogénea, frente de particulares derechos y deberes".
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 79
ñas (corporaciones y fundaciones, véase Código Gvil ecuatoria-
no), y desde luego al Estado.
4.5.2. Reconodmientoy extinción de los Astados
Queda claro que el nacimiento de un Estado no está sujeto a
normas positivas del Derecho Internacional, como no lo está la
calificación acerca de la naturaleza y personalidad estatal.
El reconocimiento de un nuevo Estado es la libre y pública mani-
festación que en ese sentido formulan otros Estados, "expresan-
do su voluntad de considerado como miembro de la comunidad
internacional y su disposición de establecer con él relaciones jurí-
dicas normales. Se ha debatido extensamente sobre si dicho re-
conocimiento concede al nuevo Estado personalidad internacional4*®
si aquél reviste carácter puramente declarativo. Nos inclinamos -
sostiene- por la segunda corriente de opinión, que se confirma,
además, en el artículo 9 de la Carta de la OEA: 'La existencia
política del Estado es independiente de su reconocimiento por
los demás Estados'"1" (el entre guiones es nuestro).
Fenwick, con mirada retrospectiva, pone atención en la práctica
observada en el siglo XVII por "el pequeño grupo exclusivo de
potencias europeas que mantenían relaciones diplomáticas entre
sí", a los que podría considerárselos como miembros de la co-
munidad internacional, los cuales se arrogaban la potestad de
admitir nuevos Estados, en la medida en que a éstos les convenía
ampliar el círculo. El tratadista se plantea una serie de preguntas
alrededor de tales decisiones frente al procedimiento para el re-
conocimiento de un nuevo Estado, y señala finalmente que: "El
procedimiento por el cual se ingresa a la comunidad internacional
lw
La escritura en cursiva es nuestra, pues creemos que se trata de un sesgo del autor
quien, en esta cita, no utiliza la expresión "personalidad jurídica estala!".
VASCO, Miguel Antonio, Dicáonaño di Dencbo Internacional Públuo, Editorial del Ministe-
rio de Educación, Quito, Ecuador, 1903. p. 252.

PENSAMIENTO POLÍTICO
es conocido como 'reconocimiento', y puede definírselo como la
aceptación formal hecha por un miembro existente, o por varios
miembros existentes de la comunidad internacional, de que un
Estado, o grupo político, que hasta ese momento no había deten-
tado el título de miembro de la comunidad, estaba ya capacitado
para ello, y que, en consecuencia podía disfrutar de todos sus
derechos y privilegios de los miembros de la comunidad""6.
Tras la separación del Ecuador de la Gran Colombia y su consti-
tución como república, en septiembre de 1830, el gobierno presi-
dido por el general Juan José Flores privilegió como línea de polí-
tica exterior la búsqueda del reconocimiento del Ecuador como
miembro de la comunidad internacional.
De paso registramos que el reconocimiento de un nuevo Estado,
desde el punto de vista doctrinario, según la generalidad de trata-
distas, se efectúa de varias formas; expreso o tácito; individual o
colectivo; de jure o de facto.
Apoyado en el tratadista Daniel Antokoletz, Vasco manifiesta
que un Estado puede extinguirse parcial o totalmente, y a la vez
reconoce que la extinción acarrea efectos jurídicos de diverso
orden. Este es un tema, por cierto, de evidente interés político y
de consecuencias jurídicas, que por su propia naturaleza se inscri-
be en el campo del Derecho Internacional Público.
4.5.3. Continuidad de la personalidad internacional
Una vez que se ha determinado la identidad y efectuada la admi-
sión de un nuevo Estado como persona internacional, esa enti-
dad o sujeto del Derecho Internacional Público continuará con
ese carácter siendo la misma persona, no obstante cualesquiera
"" FENWICK, Charles, Derecho Internacional, Bibliográfica Omeba-Editores Libreros,
Buenos Aires, Argentina, 1963, p. 156.
CAPÍTULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER SI
que fuesen los cambios futuros que se produzcan en su gobierno
y en su organización interna. La continuidad de la personalidad
legal del Estado puede soportar transformaciones radicales en su
organización, sin que éstas alteren la continuidad de la personali-
dad jurídica estatal ni la responsabilidad del Estado.
La Teoría de la ResponsabilidadAparte del supuesto de que existe una
norma internacional de justicia en lo que respecta al tratamiento
que debe ser observado por el gobierno del Estado acerca de los
extranjeros residentes, domiciliados o transeúntes en él, así como
en relación con otros Estados y demás sujetos y actores interna-
cionales. Se plantea, al mismo tiempo, la pregunta de si tal res-
ponsabilidad es absoluta o relativa, si es directa o indirecta.
Portocarrero147 al establecer las características de la responsabili-
dad recuerda a la doctrina y a la práctica, generalmente admitidas
como fuentes del derecho. En ese sentido señala que: "La res-
ponsabilidad internacional es siempre una relación jurídica entre
Estados, entre un Estado responsable que comete un acto ilícito
y otro Estado que reclama una reparación por el daño que le ha
sido causado". Añade que, para ser tal, la responsabilidad jurídica
debe "constituir una infracción o violación de una norma de De-
recho Internacional, ya sea imperativa, convencional o consuetu-
dinaria, que se halla en vigencia entre las partes interesadas" (nti-
lempoena sine lese), de donde se deduce además que la infracción a
principios éticos o el incumplimiento de los deberes de solidari-
dad y asistencia que se basan en la cortesía entre las naciones, no
acarrean responsabilidad internacional, precisamente porque éstas
no son jurídicamente exigibles.
Un agravio directo, como el ultraje u ofensa a los representantes
de un Estado o a sus símbolos; una infracción al Derecho Inter-
nacional, como lo sería el incumplimiento a una obligación deri-
PORTOCARRERO OLA VE, Felipe, Derecho Internacional Público, op. cit., p. 86.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
vada de un tratado; o un daño o perjuicio causado a la persona o
bienes de un extranjero, ya sea residente o transeúnte, en el terri-
torio del Estado responsable148, son modos que originan la res-
ponsabilidad internacional del Estado. Ahora bien, tal responsa-
bilidad, como apuntáramos anteriormente, puede ser directa o
indirecta. En el primer caso es el propio Estado el que ha incurri-
do en violación de las obligaciones internacionalmente contraí-
das, ya por acto propio ilícito o por el de sus representantes o
funcionarios, y aun por sus nacionales cuando el Estado los ha
inducido, tolerado o aprobado. En el otro caso, de responsabili-
dad indirecta, se ocasiona cuando el Estado asume la responsabi-
lidad del acto o hecho ilícito cometido por otro Estado con el
que tiene un vínculo jurídico especial, tal ocurre con respecto a
sus nexos con Estados en condición de vasallaje, protectorado,
administración fiduciaria o cliente, a los cuales representa.
Los tratadistas en materia internacional coinciden en destacar
que, ordinariamente, la responsabilidad internacional del Estado
es consecuencia de actos u omisiones cometidos por sus órganos
estatales: ejecutivo, legislativo y judicial. Hay, de conformidad con
el Derecho Internacional Público, circunstancias excluyentes de
responsabilidad, entre las que cabe anotar a la legítima defensa,
las represalias y la renuncia diplomática.
En el ámbito del Derecho Internacional Público el estudio de las
formas de gobierno es marginal, no así en el campo de la ciencia
del Derecho Constitucional, la que estudia esas diferentes formas,
o sea, analiza los distintos modos según los cuales el gobierno se
origina en base a sus tareas directrices. "El problema de la clasifi-
cación de las formas de gobierno se conecta con la determinación
previa de las principales formas de Estado (y en particular: con la
1-18
Nota de los autores: El Estado está obligado a mantener ei orden público en su territo-
rio y a garantizar la seguridad de los extranjeros. En ese sentido, debe prevenir la comi-
sión de actos ilícitos susceptibles de dañar la propiedad o personas de los extranjeros, y
r«rá nlilitrado a rcorimir tales hechos, sancionando a los culpables.
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 83
configuración del Estado de democracia clásica o política)"14'.
Con esta introducción, situado en la época contemporánea, el
autor italiano traza, dentro del Astado de democracia clásica, un clasi-
ficador conformado por dos principios discriminatorios. El pri-
mero, ubicado en un andarivel fundado en los más antiguos orí-
genes constitucionales aristotélicos, reconoce a gobiernos
monárquicos, aristocráticos y democráticos. El otro, situado en la
época contemporánea, distingue a las siguientes formas de go-
bierno: a) Constitucional pura, bien como monarquía, bien
como republicana, de ordinario llamada for?na de gobierno presiden-
cial; b) Constitucional parlamentaria, igualmente monárquica y
republicana, "en la cual -dice- la competencia mencionada no
corresponde, efectivamente, al Jefe del Estado, sino a los minis-
tros, que son responsables políticamente ante el Parlamento,
mientras que su nombramiento por parte del Jefe del Estado
asume más que nada valor de pura fonnalidad"150; y, c) Constitu-
cional directoría!, necesariamente republicana, reflejada en una
fórmula intermedia entre las dos anteriores, según destaca Disca-
retti al poner como modelos de ésta al Directorio francés preña-
poleónico, y por analogía a la forma de gobierno del Presidium
soviético de la extinta URSS.
4.5.4. Reconocimiento de gobiernos
De ordinario, no es necesario el reconocimiento de un nuevo
gobierno cuando se trata de la asunción o toma de posesión
constitucional por parte del gobernante elegido. La práctica in-
ternacional establece que el hecho se comunica simplemente a los
Jefes de Estado con cuyos países se mantienen relaciones. Una
práctica adicional de cortesía, cada vez más generalizada particu-
larmente en los países latinoamericanos, es acoger la invitación de
las autoridades elegidas para que los países amigos envíen delega-
' BISCARETTl DI RUFF1A, Paulo, Derecho Constitucional, op. cit,, p. 224.
1
BORJA CEVAIXOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit., p. 239.
 84 PENSAMIENTO POLÍTICO
dones, con carácter de misiones especiales, a participar en las
ceremonias de transmisión del mando presidencial. Estamos
frente al establecimiento de gobiernos de jure.
De otro costado, una vez constituido un nuevo gobierno y co-
municado el hecho a los demás, los gobiernos extranjeros, te-
niendo en cuenta el cambio operado, la legitimidad del título, la
efectividad de la autoridad, las posibilidades de estabilidad futura
y la capacidad del naciente gobierno para cumplir las obligaciones
internacionales, deciden -individual o colectivamente- otorgar o
no el reconocimiento. Estamos frente al hecho de surgimiento de
un gobierno de facto.
Del reconocimiento de nuevos gobiernos se ha ocupado, en re-
petidas ocasiones, la Organización de los Estados Americanos
(OEA), antes y después de la adopción de su Carta Constitutiva
en Bogotá en 1948. En efecto, la entidad regional, por ejemplo,
en el propio año de 1948, durante la IX Conferencia Internacio-
nal Americana, adoptó la Resolución XXXV en la cual señaló
que es deseable la continuidad de las relaciones entre los Estados
americanos, y con ese espíritu (que soslayaba el origen de los
gobiernos) resolvió: "(...) que el derecho de mantener, suspender
o reanudar relaciones diplomáticas con otro gobierno no podrá
ejercerse como instrumento para obtener individualmente venta-
jas injustificadas conforme al Derecho Internacional, y que el
establecimiento o mantenimiento de relaciones no significa juicio
acerca de la política internacional del mismo". En la década de los
años ochenta del siglo pasado, la misma OEA, así como la Co-
munidad Andina de Naciones, en el afán de poner coto al vértigo
de insurrecciones que daban paso al derrocamiento de gobiernos
de jure, emprendieron en la inacabada labor de consagrar me-
diante pactos, declaraciones y otros instrumentos jurídicos vincu-
lantes entre los Estados miembros el fortalecimiento del sistema
democrático y el repudio a los regímenes gubernamentales de
facto.
CAPITULO I: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER
Concluimos: "Desde ya hace mucho tiempo se acepta, como
principio fundamental del Derecho Internacional, el que todos
los pueblos tienen el derecho de elegir su propia forma de go-
bierno. En ningún otro aspecto la independencia interna del Es-
tado es tan clara y manifiesta como en la expresión de su derecho
a determinar su organización constitucional, y a elegir a las auto-
ridades públicas que aplicarán, prácticamente, la Constitución, Un
gobierno que llega al poder por vías constitucionales normales, es
considerado, generalmente, como una expresión de la voluntad
popular (...) cuando en el gobierno de un Estado se producen
cambios determinados por los procedimientos constitucionales,
los otros Estados no se plantan el problema del reconocimiento
de las nuevas autoridades gubernamentales"151.
4.5.5 Reconocimiento de gobiernos defacto
Gobierno de facto es aquel que coercitivamente, al margen del
Estado de Derecho, sustituye al gobierno constituido e impone
su autoridad en todo o en parte del territorio del Estado.
Con el propósito de someter a determinadas reglas el reconoci-
miento a los gobiernos de facto, que son consecuencia de la ins-
tabilidad política, originada en causas de diverso orden, América
ha propuesto y aplicado una serie de medidas emanadas de diver-
sas doctrinas que han pretendido, de algún modo, paliar tales
hechos y frenar los mismos mediante la ins ti nacionalización de
procedimientos que pongan límites al reconocimiento de gobier-
nos de facto.
Doctrina Tobar: En 1907, el ecuatoriano Carlos Tobar sostuvo
que las repúblicas americanas debían abstenerse de reconocer a
los gobiernos que hubiesen ocupado el poder por la fuerza, por
lo menos -decía- hasta que hubieren sido "legitimados constitu-
FENWICK, Charles, Derecho Internacional, op. cit., p. 181.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
86
cionalmente" mediante el asentimiento de una asamblea nacional.
De allí que tal propuesta pasase a denominarse "Doctrina de la
legitimidad constitucional". Cayó en desuso al atribuírsela que
por esa vía se imponía una sanción y se inmiscuía en asuntos de
interés privativo del Estado.
Doctrina Wilson: El Presidente norteamericano, en 1913, dis-
tinguió entre el reconocimiento de facto a favor de un gobierno
de hecho, y el reconocimiento de jure respecto de un gobierno de
derecho. Coincidiendo con la Doctrina Tobar, declaró que los
Estados Unidos de América no reconocería a los gobiernos sur-
gidos por usurpación del poder.
Doctrina Estrada: En 1930, el mexicano Genaro Estrada, me-
diante un comunicado oficial de su gobierno, anunció que el re-
conocimiento de un gobierno es un acto de ingerencia en la polí-
tica interna, y por esta razón México no se pronunciaría sino que
se limitaría a mantener o retirar, cuando lo creyere pertinente, a
sus agentes diplomáticos y continuar aceptando a los que estuvie-
ren acreditados en ese país, "sin calificar precipitadamente, ni a
posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para
aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades". En
el fondo se aprecia una propuesta de reconocimiento tácito al
gobierno de facto.
Gobiernos en exilio: A raíz de las dos guerras mundiales y du-
rante las mismas, como resultado de la anexión u ocupación total
o parcial del territorio de un Estado, y bien por el sometimiento
de sus autoridades a un Estado extranjero o bien por el derroca-
miento del gobierno legítimo por las fuerzas de ocupación, arrojó
como consecuencia que las autoridades del Estado invadido se
trasladasen físicamente al territorio de un país extranjero, por
cierto con la autorización de éste, dando lugar a los llamados
gobiernos en exilio. Tales gobiernos, constituidos en una ficción
legal, respondían a motivaciones esencialmente políticas; sin em-
CAPÍTULO 1: GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER 87
bargo, desde el punto de vista jurídico, su existencia pasó a de-
pender del Estado receptor y éste al otorgarles esa suerte de "re-
fugio" ejerció el reconocimiento de aquel gobierno en exilio con
personalidad internacional.
4.6. E/Estadoy la Iglesia
La Iglesia es una institución con fundamentos particulares y ca-
racterísticas específicas; a través del tiempo ha guardado determi-
nadas relaciones con el Estado, ubicándose a veces sobre el Esta-
do, otras veces por debajo de éste e incluso, en ocasiones, en
paridad y coordinación con el Estado.
La diferencia entre Estado e Iglesia es obvia a pesar de que en
muchos momentos históricos se haya producido una especie de
confusión o de interferencia entre sus respectivas esferas de
competencia; se ha propendido siempre a delimitar dichas dife-
rencias y a poner en claro los verdaderos objetivos y funciones de
cada uno respecto del otro.
En esa lógica, al Estado le corresponde perseguir finalidades
temporales y terrenales, y a la Iglesia le toca perseguir fines espiri-
tuales y supra-terrenales, usando cada uno de ellos los medios y
procedimientos que se ajusten a la especificidad de tales fines,
como anota H. R. Heller al señalar que: "(...) el poder estatal que
organiza y pone en ejecución las actividades sociales de los hom-
bres que viven en un determinado territorio es, por su función,
un poder secular. En cambio, la Iglesia ordena la conducta del
hombre respecto a poderes supra-terrenales. Precisamente por
eso falta en ella la función territorial que es necesaria al Estado; es
esencialmente una agrupación personal y no una organización
territorial (...) La Iglesia, por tanto, constituye un poder espiritual
 PENSAMIENTO POLÍTICO
CAPITULO 1; GÉNESIS Y PROSOPOPEYA DEL PODER

se observa en las monarquías, especialmente en las mo-

y no más, aun cuando desenvuelva funciones de índole social en
narquías absolutistas.
la vida terrena"151.
c) Estado en que existe la soberanía eclesiástica (jus área sa-
Determinadas las competencias, nos obliga a observar ciertos
cra).
sistemas y fundamentos que rigen las relaciones entre el Estado y
la Iglesia. Partiendo de la idea del Estado, con sus cuatro carac-
En este caso la Iglesia constituye una entidad de Derecho
terísticas esenciales -territorio, soberanía, poder político y pobla-
público, aunque su organización y autorización reposen
ción-, se puede afirmar que éste se formó en un proceso de lucha
en la voluntad del poder secular. Por tanto la o las Igle-
frecuente con el poder de la Iglesia, a más de otros poderes -
sias se encuentran sometidas a una amplia tutela del Es-
fácticos- que han intervenido en su formación. La posición te-
tado.
ocrática medieval subordinó al Estado y otras instituciones a la
autoridad absoluta de la Iglesia; que en el fondo evidenció un
d) Estados en que existe un régimen de Concordatos.
hecho: la lucha constante entre los poderes eclesiásticos y los
seculares. En este caso el Estado y la Iglesia constituyen dos entidades in-
dependientes, que guardan relación entre sí a manera de dos po-
En el transcurso del tiempo, la esfera secular tomó la posta y el
tencias de Derecho internacional. Pues la soberanía eclesiástica se
Estado, en su gran mayoría, inicia su vida separada, pero siempre
limita mediante un convenio que se llama propiamente "Concor-
vinculada, de la Iglesia. Esta vinculación a la que se hace relación,
dato".
se plasmó en un sistema de Concordatos, forma de unión que im-
plica fundamentalmente una situación de coordinación o paridad
Santo Tomás de Aquino, a quien se lo conocía como el "Doctor
entre estas dos instituciones: el Estado y la Iglesia.
Angélico" analiza la relación Estado /Iglesia y desarrolla la teoría
de la naturaleza específica del Estado, con base a la cual concluye que
Aurelio García identifica tres siaiaciones relaciónales153:
debe haber separación entre el poder eclesiástico y el secular;
teoría fundamentada en los principios de la "naturaleza social
a) Estado en que la Iglesia forma parte del Poder público.
humana" proclamadas por Aristóteles, donde se establece como
objetivo teleológico el "bien común" en unidad de mando.
b) En este caso el Estado y la Iglesia se hallan confundidos;
de manera que el Poder público ejerce al mismo tiempo
El "Doctor Angélico" llegó a desarrollar sus tesis al punto de
la potestad eclesiástica, siendo el gobernante (Rey) a la
reconocer que no existe el principio de derecho divino de ningu-
vez summus opiscopus. Las funciones eclesiásticas son, por
na autoridad, es decir de ningún rey o dinastía en particular, sos-
ende, funciones públicas. Existe una religión oficial que
teniendo que ningún soberano deriva su autoridad directamente
es lícita; las demás son, a lo sumo, toleradas. Este sistema
de Dios y que ninguno tiene derecho de llamarse gobernante
151
absoluto de sus subditos, y reconoce Santo Tomás, incluso, el
HELLER, Roben, Teoría det Estado, editado por Fondo de Cultura Económica, México
derecho de los pueblos a deponer al gobernante injusto y tirano.
DF, México, 1992, p. 234.
151
GARCÍA, Aurelio, Ciencia del Estado, op. cit., p. 338.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
Lutero desarrolla su tesis de separación del Estado y la Iglesia a
través de la delimitación de lo que denominó derecho -
propiamente del Estado- y valores religiosos -consustanciales a la
Iglesia-1"; por su lado Calvino, no obstante reconocer las distintas
tareas que atañen al Estado y a la Iglesia, establece que: "(•••)
ambos tienen que llevar a los hombres a la fe verdadera y preser-
varlos en ella, así como mantener la obediencia a las Leyes de
Dios"iss.
Con todos estos elementos podemos concluir que no obstante la
idea de una separación formal y estatutaria, existe propiamente
una vinculación efectiva en el fondo, entre el Estado y la Iglesia.
El principio de armonía y equilibrio del orden social exige que
haya siempre, en una forma o en otra, una situación de acuerdo
entre ambas entidades. La tendencia moderna se manifiesta en el
sentido de situar al Estado y a la Iglesia en un plano de coordina-
ción y especial entendimiento.
ÍM
LUTF,RO, Martín, Ange¡vaeblte Werke, editado por H. H. Borcherdiy Georg Merz, tomo
V, Munich, Alemania, 1962, (http://bibliotecaignoria.blogspot.com/20Q7/05/martn-
lutero-de-la-auloridad-sccular-y.huril), 4-nov-2008, 15h42.
CALVINO, Juan, Instituciones de la religión cristiana, Fundación Editorial de Literatura
Reformada, Barcelona, España, 1967, p. 158.
CAPÍTULO II
UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS
-I-
1. Elementos constitutivos del Estado: su evoluciónj naturaleza
1.1. Aspectos desde los cuales debe estudiarse el Estado
En el marco del análisis relativo al Estado y Derecho (Capítulo 1.4)
conviene tener presentes los conceptos que hemos expuesto
sobre el Estado. A ellos sumemos uno de naturaleza objetiva,
acaso sencilla, sin restar la profundidad del mismo. Aristóteles
precisó que "un conjunto de familias forma un pueblo, y un con-
junto de pueblos un Estado". Esta referencia nos permite aseve-
rar, insistimos, en que no puede deducirse la existencia de un
concepto unívoco, ni único. Los diversos autores y tratadistas
aplican las definiciones según sus diferentes puntos de vista y las
insertan, desde luego, con apego al momento histórico al que se
refieren, como lo hicieron los constituyentes norteamericanos y
franceses al cierre del siglo XVIII en sendas declaraciones al pro-
clamar "que los hombres tienen derechos anteriores a los Esta-
dos", lo que dio origen al reconocimiento de varias doctrinas.
Bernaschina'", tratadista contemporáneo, por ejemplo, nos re-
cuerda el criterio sociológico, la teoría clásica, el pensamiento
político y el razonamiento jurídico. La preferencia de él -que nos
inclinamos a adoptarla- se inscribe en lo jurídico, en cuanto "el
Estado es valor, corno se ha llamado, porque el derecho es una
ciencia de valores(...) sin pretender buscar el Estado ideal, ni ave-
riguar cómo los hombres llegaron en su trayectoria a esta forma
de organización", lo cual no implica a priori descartar el recono-
cimiento complementario de los factores sociológicos y políticos
'"UERNASCHINA GONZÁLEZ, Mario, Manual de Derecho Constitucional, Santiago, Chile,
1958, p. 113.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
advertidos en el proceso de evolución y en la naturaleza misma
del Estado.
En efecto, para determinar lo que es el Estado, sin limitarnos a
las definiciones que de él se hacen, es necesario precisar y analizar
sus elementos constitutivos. Es menester, desde luego, ubicarlos
en el contexto de la denominada Teoría del Estado, con sustantivi-
dad científica que toma en cuenta los resultados alcanzados por la
investigación historicista y sociológica, no como mero concepto
jurídico abstracto, universal y generalizados Y aquí una afirma-
ción inconcusa. En cuanto a entidad, el Estado es el producto de
una realidad histórico-social, en un ámbito en el cual "lo político
desborda actual e históricamente el ámbito del Estado", advierte
Borjaiss, quien ilustra tal admonición al recordar que "Muchas
sociedades no conocieron la forma de organización estatal pero
tuvieron carácter político"; cíe allí justamente nacen las distincio-
nes entre las ''sociedades sin Estado" y las "sociedades estatales" acorde
con las reconvenciones de los antropólogos políticos M. Fortes y
E. E. Evans, citados por el tratadista ecuatoriano.
Es oportuno, además, precisar las fronteras conceptuales entre la
Teoría del Estado y la Ciencia Política, en el entendido de que ésta es
más que aquélla. Vale decir, hay fenómenos políticos que no son
estrictamente estatales. Para Borja la Teoría del Estado "es el con-
junto de conocimientos relativos al Estado en su estructura, fun-
ciones y realidades actuales", mientras que la Ciencia Política -dice-
"es una de las ciencias sociales, o sea de las disciplinas científicas
que se ocupan de los fenómenos de la sociedad, de la cultura y
del hombre en función social"159. Cabe destacar que el objeto
central de la Ciencia Política es el Estado, pero su enunciado no
se agota allí, sino que "penetra en las doctrinas y prácticas políti-
cas", lo cual condujo a Heller a manifestar de ella que es una
' BORJA CEVALLOS, Rodrigo, HnaclüpeAia de la Política, op.cit., p. 928.
B
Ibídem,pp.nO-lll.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 93
"ciencia enciclopédica". Debemos admitir, por tanto, que para
estudiar al Estado es imperioso hacerlo desde diversos ángulos y
aspectos; en tal sentido, "es preciso diferenciar el Derecho Poh'ti-
co, que se ocupa de las reglas que rigen la vida de una comunidad
política, de la Ciencia Política, que es el estudio de las realidades y
naturaleza de los fenómenos políticos". Se deberá tener en cuenta
la perspectiva de la Teoría del Estado que es esencialmente nor-
mativa, es el deber ser; en tanto la Ciencia Política, por su parte,
afronta los fenómenos en sí mismos, en su naturaleza, en su rea-
lidad específica, vale decir, es el ser.
1.2. Oíros aspectos convergentes
La variedad de teorías políticas, jurídicas, sociológicas e incluso
antropológicas, al abordar la evolución y la naturaleza del Estado,
imprimen su impronta ideológica que da sentido a la argumenta-
ción a la cual apelan. Por esa vía, cuyo tránsito nos permite tener
un conocimiento más amplio en función de las percepciones
temporales, unas, y espaciales, otras, llegamos a la conclusión de
que, como vasos comunicantes, aquellas corrientes del pensa-
miento no dejan de reconocer y coincidir en el hecho de que el
Estado es el "cuerpo político de una nación"140. Por nuestra parte
proponemos, para fines didácticos y pedagógicos, asumir una
posición ecléctica que, al respecto, nos permita apadrinar una
definición lo suficientemente amplia, al decir que el Estado es la
nación jurídica y políticamente organizada. Se advertirá, en con-
secuencia, que el elemento matriz del Estado es la nación.
Admitida esa premisa, interesa precisar el concepto de nación,
asunto más complejo que el primero, singularizado por un abiga-
rrado debate aún inconcluso al ocuparse del tema de las nacionali-
dades, que se analiza en el Capítulo II, 1.3.1., de este Manual.
160
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua Española, 191 edición, Edito-
rial Espasa Calpe, Madrid, España, 1970.
 94 PENSAMIENTO POLÍTICO
AI bucear en las diversas concepciones de nación, nuestra prefe-
rencia nos conduce a encontrar el mayor caudal de convergen-
cias, y éstas se manifiestan en los elementos constitutivos de ella:
población, territorio, autoridad constituida, e identidad colectiva
que reproduce la idiosincrasia de sus integrantes. Mario Bernas-
china161 nos recuerda que el análisis de este problema a través de
la teoría clásica pareciera dar a entender que se considera al Esta-
do como una realidad corpórea, que tiene elementos constituti-
vos reales, como son el pueblo y el territorio; y de los analistas
políticos extrae otro elemento que sería -dice- el fin del Estado y
su justificación. Discurre el citado tratadista acerca de las severas
percepciones que, a su vez, exponen Kelsen, Heller y Burdeau,
quienes "en el fondo (coinciden) con los elementos constitutivos
del Estado, con la aclaración de que el conjunto de ellos, en sínte-
sis, no alcanza a dar un concepto jurídico del Estado". Deja en claro,
en definitiva, que "esos llamados elementos del Estado son tres:
1. Un pueblo; 2. Un territorio; y, 3. Un poder o soberanía", al
cual añade, como un cuarto elemento, el fin o fines del Estado.
Por su parte, Biscaretti afirma que "para percatarse exactamente
de la noción jurídica del Estado moderno no hay medio mejor que
examinar, con más atención, los tres elementos fundamentales
que -según los esquemas tradicionales pero que parecen todavía
eficaces, de los juristas- colaboran para constituir el mismo Esta-
do; a saber: 1. El gobierno; 2. El pueblo; y, 3. El territorio"161.
Repárese que en la enumeración del autor chileno, los elementos
aparecen precedidos del articulo indeterminado "un", en tanto
que el italiano los incorpora con el artículo determinado "el", lo
cual tiene una connotación disímil.
Desde la perspectiva del Derecho Internacional Público (DIP),
entre otros autores, Portocarrero1" y Saltos1** al referirse a los
61
BERNASCHINA GONZÁLEZ, Mario, Manual de Derecho Constitucional, op. cit., p. 120.
162
BISCARETTI DI RUFFIA, Paolo, Derecho Constitucional, op. cit,, p. 101.
183
PORTOCARRERO OLAVE, Felipe, Derecho Internacional Público, op. cii., p. 36.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 95
sujetos del DIP y entre éstos al mencionar al Estado, el primero
se remite a lo establecido en la VII Conferencia Internacional
Americana (Montevideo, 1933), reunión que caracterizó la perso-
nalidad jurídica del Estado a través del reconocimiento de cuatro
"requisitos" que "constituyen condiciones para su admisión en la
comunidad internacional: población permanente; territorio; go-
bierno independiente; y aptitud o capacidad para entrar en rela-
ciones con los demás estados, observando las normas del dere-
cho internacional". El mismo autor, al citar a Duguit entre los
tratadistas franceses, agrega como otro elemento el de "los servi-
cios públicos administrados por él mismo". La segunda, la ca-
tedrática Saltos, reconoce "la coexistencia de tres elementos bási-
cos: un territorio determinado; una población asentada en ese
territorio y una autoridad común o gobierno que rige dentro de él
de modo exclusivo", y añade un elemento más: la soberanía,
"porque sólo en función de la autonomía e independencia, puede
este sujeto contraer obligaciones y ejercitar derechos".
1.3. Pueblo, población, pueblo estatal
La percepción empírica, individual y colectiva, en cuanto se
aproxima a los vocablos pueblo, población y pueblo estatal, tiene una
concepción generalizada, en cuanto entender al primero como un
"Conjunto de personas de un lugar, región o país", tal como lo
define el Diccionario de la Lengua Española, y de ese modo nos
referirnos, en el caso del Ecuador, por ejemplo al pueblo lojano
(lugar), al pueblo costeño (región) y al pueblo ecuatoriano (país).
Con cierta sutileza la percepción también empírica, individual y
colectiva, que tenemos respecto al término población (que no se
aleja de la concepción anterior), al cual suele entendérselo como
el "número de personas que componen un pueblo, provincia,
nación, etc.". Colegiríamos, por tanto, que/w&& alude al conjun-
164
SALTOS SALTOS, Gioconda, Manual de Derecho Internacional, Corporación de Estudios
y Publicaciones, Quito, Ecuador, 2008, p. 93.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
96
to de individuos, en tanto opa población elucida una noción cuanti-
tativa de personas en una jurisdicción territorial determinada. Y,
cuando hablamos de pueblo estatal, en el marco de los .apuntes que
preceden, interpretamos empíricamente como tal al conjunto de
personas que forman parte del cuerpo político de una nación o
sea del Estado.
Este exordio, de suyo aparentemente sencillo, es necesario que
todo estudioso lo tenga presente en la antesala de los razona-
mientos y conocimientos académicos y científicos de las discipli-
nas sociales, en especial cuando se trata de establecer el alcance
interpretativo de las palabras y expresiones propias de la Ciencia
Política. Recuérdese, a este respecto, que el Código Civil ecuato-
riano impone al juez atender a las reglas de interpretación de la
ley, a fin de no suspender ni denegar la administración de la justi-
cia por oscuridad o falta de ley; mutatis mutandi, con la obvia
especificidad de nuestro estudio, los dentistas sociales en el ámbi-
to de sus especializad o nes deberán tener presente que "las pala-
bras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que
les den los que profesan la misma ciencia o arte, a menos que
aparezca claramente que se han tomado en sentido diverso" (Art.
18.3). A ello volveremos más adelante.
\3.\. Pueblo
De manera inconcusa, más allá de los conceptos y matices de
éstos, los tratadistas y especialistas en la Ciencia Política, en la
Teoría del Estado, e incluso en el Derecho Constitucional o en el
Derecho Internacional Público, reconocen e incorporan al pueblo
como elemento constitutivo esendal del Estado.
Biscaretti1", con sobrada razón, nos advierte que "para percatarse
exactamente de la noción jurídica del Estado moderno no hay
BISCARETTl DI RUFFLA, Paolo, Derecho Constitucional, op. cit, pp. 101-107.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS
medio mejor que examinar, con más atención, los tres elemento
esenciales que -según los esquemas tradicionales, pero que pare-
cen todavía eficaces, de los juristas- colaboran para constituir el
mismo Estado; a saber 1. El gobierno: 2. El pueblo; y, 3. El terri-
torio". Este autor discurre con gran propiedad sobre el tema, y lo
hace desde tres vertientes analíticas: la noción jurídica de pueblo;
el status particular de sus componentes, determinados por la ciu-
dadanía; y complementa su tarea con la presentación de las con-
cepciones individualista y orgánica.
Frente a la variedad y disparidad conceptual que registran los
diversos análisis y estudios acerca de la noción de pueblo, el trata-
dista chileno Mario Bernaschina166 apunta que: "Todas las dificul-
tades que presenta el estudio del pueblo del Estado radican, ex-
dusivamente, en que los autores no se han puesto de acuerdo en
su concepto". En una suerte de aporte esclarecedor dicho estu-
dioso se remite al criterio básico que al respecto sostuvieran los
liberales del siglo XVIII, opinión que se distancia -en efecto- de
la que mantuvieran en su momento los pensadores cristianos de
la Edad Media, entre ellos San Isidro de Sevilla o Santo Tomás de
Aquino; aún más, se aleja conceptualmente del pensamiento ex-
hibido por los ideólogos de la Constitución soviética. En esas
vertientes descubre que tales diferencias conceptuales sobre pue-
blo nacen o tienen su origen en aspectos sociológicos, en unos
casos, y en puntos de vista políticos, en otros. "Dentro del primer
criterio (el sociológico) aparece t\ pueblo nadón, el pueblo comunidad;
en el segundo (el político), se estudia el pueblo clase, el pueblo como
colectividad unificada por la práctica de la libertad (concepto inglés),
o bien por el pueblo identificado con la ciudadanía, con las personas
capaces de ejercer derechos políticos", es decir la noción jurídica de
pueblo1". Este desbroce nos permite demostrar la ubicación con-
BERNASCHINA GONZÁLEZ, Mario, Manual de Dtrecbo Constitucional, op. cit., p. 123.
La leira cursiva es de responsabilidad de los autores de este Manual.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
ceptual de pueblo, sin abandonar la "formación natural" del que
procede el grupo humano.
Aunque luce a perogrullada, insistimos en que el elemento
humano es la esencia del pueblo, el cual a lo largo del tiempo ha
forjado raíces de identidad colectiva a través del fortalecimiento
de la convivencia social, la creación de una cultura, la afirmación
de costumbres y la generación de enlaces idiomáticos y religiosos;
en definitiva se cohesiona el grupo y éste adquiere su propia y
peculiar fisonomía.
Una mirada hacia el pasado nos lleva a reconocer en un territorio
determinado la presencia de "un grupo humano consciente de su
destino histórico vinculado por lazos espirituales""8. De allí nace
la noción jurídica de pueblo que para los griegos se manifestaba me-
diante la identificación de las ciudades con los nombres de sus
ciudadanos (atenienses, espartanos, etc.); entre los romanos se
empleaba la expresión populas; en el uso moderno del francés se
recoge la expresión nation; y en general, contemporáneamente,
utilizamos indistintamente, casi como sinónimos, los vocablos
nadan, país, Estado, implícita en ellos la noción jurídica de pueblo,
en un lenguaje ciertamente alejado del científico, al margen de un
verdadero ente jurídico. Simplemente al mencionarlos recogemos
un concepto étnico-histórico-psicológico, con una preeminencia
aparente más sólida y real que el propio concepto jurídico de
pueblo, acaso como una mera aproximación a los principios jurí-
dicos de\jtís soü y del jus sanguinis, inherente a la nacionalidad de los
sujetos de un grupo humano.
En la actualidad "Todos aquellos que constituyen el pueblo de un
Estado son calificados como ciudadanos suyos y normas legisla-
tivas concretas suelen regular las diversas modalidades relativas a
la adquisición, pérdida y eventual recuperación de la ciuda-
BORJ A CEVAULOS, Rodrigo, Enciclopedia de la PoKtüa, op. cit., pp. 801 -802.
CAPÍTULO U: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 99
danía"169. En el caso ecuatoriano, la Constitución aprobada en el
referéndum del 28 de septiembre de 2008, reconoce que: "Todas
las ecuatorianas y los ecuatorianos son ciudadanos (...)" y "La
nacionalidad ecuatoriana es el vínculo jurídico político de las per-
sonas con el Estado, sin perjuicio de su pertenencia a alguna de
las nacionalidades indígenas que coexisten en el Ecuador plurina-
cional- La nacionalidad ecuatoriana se obtendrá por nacimiento
o por naturalización (...)" (Art 6). El artículo 56, además, dispo-
ne: "Las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas, el
pueblo afroecuatoriano, el pueblo montubio y las comunas for-
man parte del Estado ecuatoriano, único e indivisible". Interesa
añadir, en lo que corresponde al status particular de los compo-
nentes del pueblo, para el efecto los extranjeros, que el artículo 9
garantiza: "Las personas extranjeras que se encuentran en el terri-
torio ecuatoriano tendrán los mismos derechos y deberes que las
ecuatorianas, de acuerdo con la Constitución". En definitiva la
doctrina ha encontrado en la flamante Carta Magna ecuatoriana
el cauce legal y conceptual que traduce el sometimiento de las
personas que conforman el pueblo (nacionales y extranjeros) a la
autoridad estatal, en el ejercicio de una potestad territorial in-
herente al propio Estado.
Más adelante trataremos de las situaáones jurídicas subjetivas. En
todo caso cabe anticipar que éstas pueden corresponder no sólo
al Estado y a otros entes públicos, sino también a los individuos
(integrantes del pueblo) frente al mismo, a otros entes públicos y
con otros individuos. Es lo que en doctrina constituye el uti singu-
lis, según la llamada concepción individualista de pueblo, relaciones
que, por otra parte, en esos mismos ordenamientos incluyen si-
tuaciones jurídicas subjetivas de alcance colectivo, es decir para el
conjunto de ciudadanos, divididos en grupos sociales y que -
como anota el propio Biscaretti- "se basan en motivos de orden
político, económico, moral, etc., reagrupándolos, así, uti univerñ,
' BISCARETTl DI RUFFIA, Paolo, Derecho Constitucional, op. cit., p. 103.
 CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 101
100 PENSAMIENTO POLÍTICO

Con la matriz inherente al Derecho Internacional Público y en el

según la llamada concepción orgánica del pueblo". La nueva Cons-
marco de ésta. Portocarrero define a la población (uno de los
titución ecuatoriana, en ese sentido, recoge tales concepciones
requisitos que caracteriza a la personalidad jurídica de los Estado)
doctrinarias del ttti singóles (Art. 11) y del un umversi en los "Dere-
como "el conjunto de individuos que se encuentran unidos a un
chos de las personas y grupos de atención prioritaria" (Art. 35 y
Estado por un vínculo jurídico-político que ordinariamente se
ss.). conoce con el nombre de nacionalidad.- Tanto los nacionales
como los extranjeros integran sociológicamente la población de
En consecuencia, el pueblo constituye una unidad social orgánica,
un Estado. Sobre unos y otros la organización estatal ejercita un
dotada de espíritu e ideales comunes, al cual se le atribuyen dere-
conjunto de poderes de hecho. Se trata de un presupuesto nece-
chos y deberes políticos, económicos y sociales para la vida co-
sario para el Estado, pues sin el elemento poblacional sería inútil
munitaria. Borja -ya citado- "infiere que el pueblo no es una sim-
sostener su existencia"171. Nos advierte, con propiedad, que no
ple agregación de individuos ni la mera yuxtaposición de elemen-
hay un criterio definido acerca del volumen que debe tener una
tos integrados en unidad de vida, sino un grupo humano cons-
población para poder constituir un Estado. Lo que sí es funda-
ciente de su destino histórico y vinculado por lazos espirituales",
mental, para el DIP, nos dice, es que "La población, el núcleo de
como destacáramos en líneas anteriores de este acápite.
la población, debe tener un carácter de permanencia o inamovili-
dad sobre el territorio".
1.3.2. Pobladón
Estas precisiones conceptuales, aplicables para el Derecho Inter-
Surge una pregunta: ¿Son sinónimas las palabras pueblo y pobla-
nacional Público, como se pueden colegir derivan de una visión
ción? El tratadista ecuatoriano categóricamente responde "no".
diferente de aquellas emanadas desde la Teoría del Estado y de la
Desarrolla su argumentación sólidamente al señalar que: "(...)
Ciencia Política general, de allí que para una adecuada apreciación
pueblo es un concepto eminentemente político: designa al grupo
de la palabra poblarían sea menester acudir, en éste y demás casos
humano orgánicamente estructurado, consciente de su destino
concretos, a las reglas de interpretación cuya lectura se ajuste al
histórico, cuyos componentes están ligados entre sí por ideales
entendido que dan los que "profesan la misma ciencia o arte",
comunes más o menos bien definidos". El propio autor, al refe-
conforme a nuestra advertencia anotada en líneas anteriores.
rirse al concepto de población concluye en el sentido de que "es
un concepto primordialmente demográfico y estadístico, que
1.3.3. Pueblo estatal
señala la simple agregación mecánica de unidades humanas y que
sólo indirectamente puede llegar a tener significación política".
Se advertirá, tras lo expuesto en los acápites anteriores, que per-
Un amplio y extenso razonamiento, atravesado por concepciones
sisten visiones diversas de población j de pueblo. Sin embargo para
doctrinarias y teorías de la población, formuladas a lo largo del
los efectos de la validez de las normas jurídicas no importa que el
tiempo, cuya dilucidación controversia! aún persiste, es desarro-
pueblo sea reducido o numeroso. Tampoco importa el sexo, la
llado ilustrativamente por Rodrigo Borja170.
edad, las etnias o la actividad que desarrollan, o su nacionalidad.

1
PORTOCARRERO OLA VE, Felipe, Derecho Internacional Público, op. cit., pp. 36-37
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enddopeetia eie la política, op. cit., pp. 752-754.
 102 PENSAMIENTO POLÍTICO
Desde luego, sin cambiar la naturaleza del pueblo, esas caracterís-
ticas tienen interés para los análisis sociológicos, políticos, estadís-
ticos y de otra índole. Bernaschina al referirse en general a este
tema anota que de todo ello "se deduce que el hombre forma
parte del pueblo del Estado solamente en tanto que está someti-
do al poder estatal o a una voluntad política relativamente unitaria
(...y-".
Aceptada esta hipótesis, los ordenamientos jurídicos internos de
los Estados y los internacionales generados por la comunidad
mundial o regional, establecen una serie de excepciones que nos
demuestran que no toda la población forma parte del pueblo,
como igualmente forman parte de éste algunas personas que
habitan fuera de su territorio. Esto explica que el DIP haya esta-
blecido excepciones, por ejemplo, tratándose de los agentes di-
plomáticos y consulares, así como de los jefes de Estado y de
gobierno173, de los funcionarios internacionales, en materias tales
como inmunidades, inviolabilidad y jurisdicción. En definitiva, el
sometimiento a un orden jurídico distinto de aquel que rige para
los demás miembros de la población del Estado receptor.
Digamos, además, que de haber salido de su territorio un inte-
grante del pueblo -reconocida la diferencia sobre quienes con-
forman una población- aquel sujeto sigue sometido aun en el
exterior al orden jurídico estatal de su territorio, al menos para
ciertos derechos como lo son en general los de carácter político,
de familia, de nacionalidad o tributarios.
En varios artículos de la nueva Constitución de la República del
Ecuador se garantizan los derechos aplicables a lapoblación estatal -
expresión utilizada por muchos tratadistas para zanjar las dos
visiones a las que nos hemos referido- que involucra a nacionales
172
BISCARETTl DI RUFF1A, Paolo, Derecho Constitucional, op. cit., p. 125
' Véanse las Convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (18-abr-l%l) y
sobre Relaciones Consulares (24-abr-1963).
CAPÍTULO U: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 103
y extranjeros. Citaremos algunos: "La nacionalidad ecuatoriana se
obtendrá por nacimiento o naturalización y no se la perderá por
el matrimonio o su disolución, ni por la adquisición de otra na-
cionalidad" (Art. ó Inc. 3 ConsE). En enunciados más amplios, el
Estado "Propugna el principio de ciudadanía universal, la libre
movilidad de todos los habitantes del planeta y el progresivo fin
de la condición de extranjeros" (Art. 416 Num. 6 ConsE); "Exige
el respeto de los derechos humanos, en particular de los derechos
de las personas migrantes, y propicia su pleno ejercicio medíante
el cumplimiento de las obligaciones asumidas con la suscripción
de instrumentos internacionales de derechos humanos" (Art. 416
Num. 7 ConsE). "Las ecuatorianas y ecuatorianos, incluidos
aquellos domiciliados en el exterior, en forma individual o colec-
tiva, podrán presentar sus propuestas y proyectos a todos los
niveles de gobierno (...)" (Art. 102 ConsE). Las ecuatorianas y
ecuatorianos en el exterior tienen derecho a elegir (...) y podrán
ser elegidos para cualquier cargo.- Las personas extranjeras resi-
dentes en el Ecuador tienen derecho a voto siempre que hayan
residido legalmente en el país al menos cinco años" (Art. 63 Con-
sE).
Bernaschina aconseja que "Es preferible (...) reservar la expresión
pueblo para definir una agrupación humana unificada por un sis-
tema de normas jurídicas (...)"I7J.
1.4. Territorio
"No se concibe un Estado que no posea una base física sobre la
cual se asiente y se desenvuelva su actividad". Esta aseveración de
Borja175 es un axioma en la concepción moderna del "cuerpo
político de una nación", analizado a través de la Teoría del Esta-
do y reconocida en las doctrinas y prácticas políticas. Ciertamente
I7<1
BISCARETTl DI RUFFIA, Paolo, Derecho Constitucional, op. cit, p. 126.
175
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia ¿e la Política, op. cit., p. 933.
 104 PENSAMIENTO POLÍTICO
traduce un elemento objetivo: el entornofuco; y un elemento subje-
tivo: la relación jurídica entre territorio y Estado. Esta ecuación da
origen a la aplicación y validez del orden jurídico estatal en una
circunscripción espacial delimitada, caracterizada para el ejercicio
de las potestades jurisdiccionales.
Cabe destacar, cuando nos referimos al territorio, que estamos
frente a un cuerpo tridimensional (Borja y Biscaretti), conforma-
do por longitud, latitud y profundidad (nosotros agregaremos
una cuarta dimensión: la altitud). En ese sentido aludimos a la
superficie terrestre, al área marítima, al zócalo continental y marí-
timo, y al espacio aéreo que lo cubre.
Refresquemos el pasado, anterior desde luego a las nociones ex-
puestas. El comportamiento del hombre antes cíe la prehistoria,
marcada ésta por ese "conjunto de hechos ocurridos desde los
orígenes de la especie humana hasta la invención de la escritu-
ra"1", se inscribe en aquel andar vagando sin domicilio fijo, en
aquella conducta grupa! primitiva consistente en cambiar de lugar
con frecuencia, o nomadismo. La caza, la pesca, la recolección de
frutos para satisfacer las más elementales necesidades de subsis-
tencia, son manifestaciones rutinarias que casi espontáneamente
se darían a lo largo de un trajinar sin fronteras. Poco a poco, con
el pasar del tiempo, esas criaturas -formando parte de clanes y
tribus- se dedicarían luego a la agricultura, asentándose en un
lugar determinado, transformándose en seres sedentarios en oposi-
ción a la larga etapa del nomadismo. Sólo a partir de la revoluáón
neolítica, acaecida hace unos diez millones de años -aseguran los
antropólogos- y cuyo máximo exponente sería la primera domes-
ticación de los animales y plantas, el hombre comenzó a des-
prenderse de las condiciones ambientales. La aparición de los
primeros utensilios hace dos millones de años -signo distintivo de
una cultura que nos anticipamos en llamarla humana- señala el
17Í
Ibídem, p. 775.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 105
comienzo de ese largo período sedentario, en el cual se regis-
trarán los primeros vestigios de dominio del fuego y la demostra-
ción de habilidades para construir sus refugios. A partir de tales
hazañas el hombre toma posesión de las tierras, en campamentos
cerca de los cursos de agua permanentes o regulares. Surgen así
los asentamientos estables. Testimonios irrecusables de la vincu-
lación telúrica del hombre con el territorio en posesión pasarían a
ser las sepulturas, que se hallan bajo el suelo de las viviendas.
Esta estrechísima relación apunta exclusivamente a establecer el
origen y la naturaleza del territorio como elemento constitutivo
del Estado. "El territorio -destaca Portocarrero"7- constituye la
determinación del imperium, pues la validez del orden jurídico, su
marco legal, debe ser referida a un espacio definido". Anota,
además, que el territorio como la población "presentan dos carac-
terísticas: estabilidad y limitación. La estabilidad significa que una
población radica de modo permanente en un territorio, que es
una población sedentaria. Por limitación se entiende que el terri-
torio está determinado, circunscrito, por límites o fronteras, de-
ntro de los cuales el estado ejerce sus actividades".
Existen varias teorías que tratan de explicar cuál es la naturaleza
jurídica de la relación entre Estado y territorio, es decir qué dere-
cho tiene el Estado respecto del territorio. Como hemos visto,
una de esas teorías sostiene que el territorio es parte integrante
del Estado; otra asegura que "el Estado ejerce un derecho de
propiedad sobre el territorio y que, a la vez, ejerce sobre él un
derecho de soberanía", según destaca el autor peruano. En rela-
ción con la primera, sostenida por Kelsen, esta teoría define el
territorio como aquella porción de la superficie del globo sobre el
cual un Estado aplica con plena efectividad un conjunto de nor-
mas jurídicas; en definitiva "El territorio no es más que la esfera
de competencia especial del Estado, el marco dentro del cual
'PORTOCARRERO OLA VE, Felipe, Derecho Internacional'Público, op, cit.,pp. 45-46.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
106
tiene validez el orden estatal". Por su parte, la teoría del espacio
vital o <fl^ebensratim" sostiene que el territorio es la porción de la
superficie terrestre que corresponde, que debe ser accesible, que
debe entregarse a un pueblo para asegurar su conservación, su
existencia". Portocarrero al referirse a esta teoría nos recuerda
que: "Es la teoría con la que el nazismo y el fascismo -Pacto Íta-
lo-Germano de 1939- pretendieron justificar su expansión terri-
torial. Derivaciones lacerantes alrededor de las pugnas de poder,
sustentadas en el elemento territorial, son referidas por Narv-
áez178. Resulta de utilidad para la formación académica adentrarse
en el pensamiento de geopolitólogos como Ratzel y Haushofer y
de juristas como Hariou e Ihering, en cuanto en esencia argu-
mentan que "el territorio -elemento subjetivo del Estado personi-
ficado- forma parte esencial de su naturaleza".
Como consecuencia de diversos factores en pugna e intereses en
juego, la historia registra una constante alteración en el dominio
territorial de los diferentes Estado. El DIP destaca como obvia
"la necesidad de que un Estado ocupe un territorio fijo, para
poder determinar, así, la superficie sobre la que el mismo ejerce
jurisdicción"179; pero ese mismo derecho no toma en cuenta esas
fluctuaciones y retaceos territoriales, mas si considera, preponde-
rantemente, la estabilidad política interna del Estado, así como su
capacidad -como ya señalamos- "para cumplir con las obligacio-
nes internacionales dentro de sus límites nacionales", a efectos
del reconocimiento internacional de un Estado. Los cambios del
territorio ocupado por un Estado, a consecuencia de las varias
formas que originan el nacimiento de éste, no afectan su persona-
lidad internacional. Fenwick se plantea la pregunta: "¿es necesario
disponer de algún territorio para constituir una persona jurídica
internacional?", y nos responde con estas reflexiones: "Teórica-
178
NARVAEZ RIVADENEIRA, Luis, Evangelio ¿e un peregrino: Retablo di Política Exterior,
Editorial Quipus/CI ESP AL, Quito, Ecuador, 2007.
179
FENWICK, Charles, Derecho Internacional, Bibliográfica Orneba-Editores Libreros,
Buenos Aires, Argentina, 1963, p. 120.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 107
mente no existen razones para que una comunidad de personas,
vinculadas por intereses comunes de carácter permanente, cuya
afinidad va más allá de los limites estatales, no puedan ser reco-
nocidas por el Derecho Internacional, de la misma manera que
los grupos similares lo son para el derecho local. Pero de acuerdo
con las normas actuales del Derecho, los conceptos de Estado y
territorio, están unidos casi tan íntimamente como lo estaban en
la época feudal la posición personal del individuo y la tenencia de
la tierra".
Anotemos otra cuestión importante. Una mirada al mapa geográ-
fico-politico mundial nos pone de cara ante una visión calidoscó-
pica donde se reproduce una multiplicidad de Estados de peque-
ña, mediana y grandes dimensiones. Otra mirada, esta vez al ma-
pa geográfico-humano universal, nos pone al frente de un amplí-
simo reguero poblacional sobre la corteza terrestre, población
asentada asimétricamente, desbordada en unas zonas y en países
agrupados en ellas, y difusa en otras áreas y países. No obstante,
desde la perspectiva del Derecho Internacional Público, estas
constataciones no afectan la personalidad internacional de los
Estados, ya que el DIP sustenta el reconocimiento de un Estado
en principios sillares, como son la igualdad jurídica, la libre de-
terminación, la soberanía y la identidad de éstos en la comunidad
universal, sin que para tal militancia interesen ni la extensión terri-
torial, ni la densidad de la población.
Se trata, eso sí, de analizar los efectos en los cambios registrados
en una población y las transformaciones en la extensión territo-
rial. Los internacionalistas, en general, sostienen que: "(...) los
aumentos o pérdidas de territorio, con sus correspondientes au-
mentos o disminución de población, siempre que los cambios no
sean tan radicales como para afectar la organización central del
Estado, o como para privarlo de los núcleos de territorio en los
cuales se asienta su gobierno" no afectan a la personalidad del
Estado. No es materia de este Manual, pero recomendamos a los
 108 PENSAMIENTO POLÍTICO
estudiosos revisar las páginas de la historia universal y del DIP
para constatar patéticamente el retaceo territorial y los desplaza-
mientos inicuos de los bordes fronterizos, con millares y millares
de cadáveres (...). Estados que nacen (y desaparecen) por múlti-
ples causas: la posesión territorial histórica, o la ocupación de un
territorio por una masa de población; la emancipación o separa-
ción; la desmembración o dispersión de un Estado en dos o más;
la fusión o reunión de varios en uno. Véanse asimismo las teorías
de la sustitución y extinción de Estados tratadas por el Derecho
Internacional Público.
Podemos afirmar que el territorio es a la población, lo que k
sombra es al cuerpo. En ambos el Estado ejerce su actividad
soberana (Kelsen). Así, los dos elementos constitutivos no sólo
son condiciones necesarias (externas) para su existencia, son
también elementos que intervienen intrínsecamente para consti-
tuirlo. Dice Biscaretti: "(...) si el territorio se extiende, el Estado
también se engrandece; si disminuye, el Estado se achica; y si, por
último, desaparece el territorio, con éste se extingue el Estado"180.
Es ilustrativo el caso de Israel, que sólo en 1948 se constituyó en
Estado, tras la decisión de las Naciones Unidas que garantizó al
pueblo hebreo, carente de un territorio estable, el reconocimiento
de un espacio territorial para su población.
La expresión territorio del Estado se adopta, a veces, en un sentido
más amplio, incluyendo también las posesiones territoriales que
no constituyen "parte integrante del Estado", como ocurriera
durante los plebiscitos en el proceso de formación del reino de
Italia, en el siglo XIX. No son, en estricto sentido jurídico, autén-
ticos elementos constitutivos, sino pertenencias exteriores y separadas,
como ocurre con los territorios de ultramar (casos de Inglaterra,
Francia, Portugal respecto a sus diversas colonias). Hay tratadis-
tas que plantean teorías muy discutidas a través de la llamada
B1SCARETTI DI RUFFIA, Paolo , Dtnebo Constitucional, op. cit., pp. 108-115.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 109
potestad territorial. En sentido análogo se solía discurrir acerca del
mar territorial o costero, en contraposición con alta mar o mar
abierto. La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho
del Mar, firmada en Montego Bay (Jamaica), el 10 de diciembre
de 1982, creó un nuevo estatuto de alcance internacional que
ordenó el régimen marítimo y superó anacrónicas tesis y doctri-
nas del mar abierto y el uso arbitrario y discrecional.
Otro tema de interés acerca de la personalidad jurídica del Estado
se inscribe en la tenaz y recalcitrante posición de dos teorías
opuestas, con afirmaciones absolutas de pretendida aplicación
universal: el Estado siempre es una persona jurídica versus el Esta-
do nunca es persona jurídica. De la mano con los razonamientos
de Biscaretti, podemos asegurar que ambas son inexactas, "sobre
todo, la tesis primera porque resulta claramente contraria al dere-
cho objetivo (...) sería igualmente infundada la afirmación antité-
tica que el Estado nunca es persona jurídica (...) porque los dife-
rentes razonamientos que se alegan para mantener tal tesis nada
pueden contra el derecho positivo". Nos inclinamos a postular
que la personalidad jurídica del Estado es aquella que emana y
subsiste en el mismo ordenamiento jurídico estatal.
Algunas definiciones
Es procedente, en el marco de los acápites precedentes, trasladar
a la atención de los estudiosos la noción sobre la determinación
del imperium} de la validez del orden jurídico, de la aplicación del
marco legal referido a ese espacio determinado: el territorio. La
Constitución ecuatoriana del año 2008 establece: "El territorio
del Ecuador constituye una unidad geográfica e histórica de di-
mensiones naturales, sociales y culturales, legado de nuestros
antepasados y pueblos ancestrales. Este territorio comprende el
espacio continental y marítimo, las islas adyacentes, el mar territo-
rial, el Archipiélago de Galápagos, el suelo, la plataforma subma-
 110 PENSAMIENTO POLÍTICO
riña y el espacio suprayacente continental, insular y marítimo"
(Ait 4 ConsE).
Se puede colegir, con lógica doctrinal, que los asambleístas asu-
mieron para la adopción de la definición transcrita, en particular
en cuanto se refiere al enunciado de los componentes territoria-
les, el carácter tetra dimensional del espacio: longitud, latitud,
profundidad y altitud. Dicho esto, recomendamos revisar el va-
lioso análisis que realiza Borja181, del cual tomamos la esencia de
las definiciones que siguen.
Territorio aéreo: Los juristas anotan dos sistemas normativos que
regulan el espacio aéreo (altitud) sometido a la soberanía estatal:
el Derecho Aéreo y el Derecho Espacial, ambos como ramas
especializadas del Derecho Internacional Público. El territorio
aéreo, corno concepto indivisible, constituye "la altura a la que
llega el territorio de los Estados en su dimensión vertical (...)" y
que cubre toda la superficie de la base horizontal (latitud y longi-
tud) de ellos.
Territorio superfidaly subsuelo: Comprende la base territorial demar-
cada horizontalmente en la superficie terrestre, atravesada por las
coordenada de longitud y latitud. El subsuelo es toda la superficie
inferior adyacente al espacio terrestre.
Territorio marítimo: Está compuesto por la masa de aguas adyacen-
tes a las costas del Estado y por el lecho del mar y el subsuelo que
yace bajo esas aguas. Es de singular importancia en esta materia la
Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar,
apreciada como la Constitución internacional del mar, la misma
que contiene 15 partes, que las podemos agrupar en tres bloques
sustantivos: 1. El derecho del mar en sentido estricto; 2. Las acti-
vidades en la zona de fondos marinos y oceánicos y su subsuelo;
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia ¿e ¡a Política, op. ck., pp. 934 y ss.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 111
y, 3. La solución de controversias. El derecho del mar abarca el
mar territorial y la zona contigua (Parte II); los estrechos usados
para la navegación internacional (Parte III); los estados archi-
pielágicos (Parte IV); la zona económica exclusiva (Parte V); la
plataforma continental (Parte VI); la alta mar (Parte VII); el régi-
men de islas (Parte VIH); los mares cerrados y semicerrados (Par-
te IX); el derecho de acceso al mar y desde el mar de los Estados
sin litoral y libertad de tránsito (Parte X); la zona de los fondos
marinos y oceánicos (Parte XII). Las actividades de investigación,
exploración y explotación en la zona de los fondos marinos y
oceánicos y su subsuelo, así como el establecimiento de la Auto-
ridad Internacional de los Fondos Marinos constan en las Partes
XIII y XTV, y la solución de controversias en la Parte XV.
La indicada Convención de 1982 describe siete categorías jurídi-
cas de aguas: aguas interiores, mar territorial, aguas archipielági-
cas, mares cerrados y semicerrados, aguas sobre la zona continua,
alta mar, y aguas suprayacentes al área. Los términos empleados y
el alcance de los mismos están catalogados en la Parte I.
***
Es necesario al cierre de estos acápites señalar que esta materia es
propia del Derecho Territorial, que "regula todo lo referente a la
apropiación del espacio aéreo, terrestre y marítimo" por parte de
los Estados. La demarcación y delimitación entre los Estados se
sujeta al Derecho Internacional Público y se concretan mediante
la celebración de tratados bilaterales y multilaterales, que son leyes
entre las partes y de aplicación obligatoria y permanente181. "Sus
límites son los determinados por los tratados vigentes", declara el
Estado ecuatoriano en el párrafo final del artículo 4 de la Consti-
tución.
182
Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho de los Tratados, firmada en
Víena el 23 de mayo de 1969. Vigente para el Ecuador desde el 25 de abril de 2005 (RO
6: 28-abr-2005).
 PENSAMIENTO POLÍTICO
112
1.5, El gobierno
El punto de partida para la dilucidación de este tema es buscar los
orígenes y la naturaleza de la entidad gobierno que posee potesta-
des de acción para gobernar y gobernarse. En nuestra opinión el
referente insoslayable es la autoridad, vale decir, la persona revesti-
da de algún poder, mando o magistratura, aquel personaje con-
vertido en líder, jefe o conductor de un grupo social o de una
colectividad. Estamos en presencia de una relación compleja, de
la cual se derivan las calidades de gobernante y gobernados. La
autoridad es un elemento común en todas las sociedades e inclu-
so en las relaciones interpersonales, "mientras que el poder es un
atributo exclusivo de las sociedades políticas". Ya los romanos
utilizaron la palabra ancianías, que "En su sentido más amplio, es
el derecho a mandar, dirigir, tomar decisiones, dar órdenes o
dirimir conflictos, que ostenta una persona respecto de otras en el
ámbito del sistema de relaciones humanas en que se desenvuel-
ve "183
Pregúntemenos ¿de dónde emana esa autoridad? Desde el punto
de vista jurídico la autoridad emerge de la ley, sin desestimar que
nace adherida a la estimación que se tenga acerca de quien la ejer-
ce y el carisma que éste exhiba. Esa relación, desde hilo tempore^ es
el ascendiente para la vinculación entre autoridad y poder, en una
especie de alianza enmarcada en factores sociológicos, religiosos,
éticos y normativos. Allí están las bases de la democracia; está la
delegación de la representación desde las teorías divinas hasta las
de la voluntad popular. El uso de tal delegación, a despecho de
las normativas de convivencia, registra la transformación (defor-
mación) de la autoridad pública en diversos grados de exacerba-
ción: autoritarismo, absolutismo, totalitarismo, despotismo, dic-
tadura. Por lo demás, un gobierno, más allá de la forma cómo se
constituyere, jamás puede faltar en la estructura estatal.
183
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Entickptdia de la Política, op. cit., p. 57.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 113
"La democracia es un concepto compuesto de realidades e idea-
les (...) conceptualmente, algo inconcluso". La palabra democracia
proviene de dos voces griegas -nos recuerda Borja- con un signi-
ficado vinculante entre pueblo y gobierno. El primero "titular de
la soberanía"; el segundo "es por antonomasia, la compleja fun-
ción de conducir a las personas y administrar las cosas del Estado
o el conjunto de órganos que la cumplen"184. Duguit considera
que el elemento fundamental del Estado es el gobierno, más allá
de que sea arbitrario o legal; directo, semidirecto o representativo;
monárquico, autoritario o republicano.
En materia constitucional los tratadistas, como Fischbach, sostie-
nen que "se llama gobierno a la administración cuando actúa
libremente (iniciativas legales, política interior e internacional,
mando supremo militar); y administración en sentido estricto, a la
que tiene por función exclusiva ejecutar las leyes". Para Antoko-
letz el gobierno "es el conjunto de funcionarios que ejercen la
autoridad pública". Posada, por su parte, señala que el gobierno
"es el conjunto de magistraturas públicas, es decir, la suma orga-
nizada de los representantes del Estado". En síntesis, el gobierno
está constituido por un conjunto de individuos o, más exacta-
mente, por el conjunto de instituciones, o de los órganos, que
rigen el Estado. Estos postulados adquieren significación tangible
cuando se trata de definir y precisar las responsabilidades de
quienes, directa o indirectamente, ejercen el gobierno.
1.6. LM soberanía
Debemos entenderla como la potestad suprema del Estado185. La
soberanía, como elemento constitutivo del Estado, se la trata con
mayor profundidad en el Derecho Internacional Público. Autores
184
Ibídem, p. 57.
"La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad, y se
ejerce a través de los órganos del poder publico y de las formas de participación directa
previstas en la Constitución" (Art. 1 Inc. 2 ConsE).
 114 PENSAMIENTO POLÍTICO
como Bodín y Vattel definen a la soberanía como el poder su-
premo, la summa potestas que ejerce el Estado sobre sus ciudada-
nos y subditos dentro de la jurisdicción estatal.
Es importante precisar que, doctrinariamente, hay dos elementos
que son inherentes a la soberanía: el gobierno propio o autonomía
estatal, referida a los aspectos internos orgánico funcionales, ad-
ministrativos y legales; y el otro, atinente al ámbito externo, a
través del cual se manifiesta y reconoce la representación del Es-
tado o sea su independencia.
Si bien el Estado no está sujeto a un poder supra-nacional, si está
sometido a un ordenamiento jurídico, al Derecho Internacional y
a la moral. En aplicación de la tesis de la autolimitación, desarro-
llada doctrinariamente por Jellineck, el Estado restringe su sobe-
ranía para mantener relaciones interestatales. En resumen, desde
el punto de vista interno, el rasgo dominante del Estado -
conforme hemos destacado- es la autoridad o poder público. Es
la facultad que tiene para organizarse en el orden interno, que la
ejerce únicamente en su territorio y con respecto a su población;
es, al mismo tiempo, la facultad de representación, acción y ges-
tión fuera de su delimitación territorial, restringida por la tesis de
la interdependencia existente entre todos los miembros de la
comunidad internacional, por ello se afirma que la soberanía en lo
externo o internacional es simplemente el ejercicio de las atribu-
ciones estatales que, de acuerdo con los principios y normas uni-
versalmente aceptados, traducen la independencia de ese sujeto
del D1P.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 115
-II-
2. El constitucionalismo: naturaleza, origen y evolución
2.\. El constitucionalismo: nociones esencia/es
Para orientar el análisis de este tema es de singular importancia
intentar, ab initio, la formulación de una noción, no así definición,
de este fenómeno social, político y jurídico inserto en el convivir
del cuerpo social y de sus integrantes. Téngase presente que la
arquitectura del constitucionalismo emerge de las relaciones entre
poder, autoridad y normatividad, y ésta conformada por el dere-
cho y los valores éticos de carácter individual y colectivo.
Los tratadistas especializados en la materia, si bien difieren en los
matices expositivos, mantienen unidad de criterio al reconocer
que el constitucionalismo es el producto de un extenso y complejo
proceso, aún inacabado. Borja logra una visión certera al decir:
"Fruto del movimiento constitucionalista que, a través de un
largo proceso histórico, implantó el imperio del derecho en las
relaciones del poder, la Constitución representa un esfuerzo por
enmarcar la totalidad del quehacer de una sociedad política a
normas jurídicas, es decir, por someter todas las manifestaciones
a la acción comprensiva de la ley"186.
Conviene, aunque de modo muy somero, incursionar en el pen-
samiento filosófico, es decir, en la Filosofía, ciencia que trata de la
esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales. De
las diversas doctrinas que conforman el universo de dicha ciencia,
el relativismo nos ubica frente a una tendencia que afirma la relati-
vidad de toda verdad, actitud y conocimiento.
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de ¿a Política, op. cit, p. 154.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
116
Desde el punto de vista del relativismo epistemológico (doctrina de los
fundamentos y métodos del conocimiento científico), éste recha-
za toda verdad absoluta, declarando todo conocimiento como
relativo a la mente cognoscente, o sea de lo que se es capaz de
conocer, y condiciones o circunstancias externas. Este tipo de
relativismo ha adoptado dos formas principales: la subjetiva, que
tiene su expresión en la filosofía de Kant, quien afirma la imposi-
bilidad de conocer las cosas "tales como son en sí"; y la objetiva,
expuesta por la epistemología moderna, la cual según Husserl
quedaría definida por la fórmula de Protágoras: "El hombre es la
medida de todas las cosas".
En forma paralela se nos presenta el relativismo ético, doctrina que
afirma la relatividad de las verdades éticas, puesto que las ideas
del bien y del mal -asegura- varían según los tiempos, las socieda-
des y las situaciones.
Sin agotar, de ninguna manera, el caudal doctrinario del relativis-
mo, es menester recoger el pensamiento doctrinario del llamado
relativismo psicológico, el cual considera el contenido actual de la
conciencia como relativo e influido por las experiencias anterio-
res, incluso anteriores del organismo. Wundt es uno de los expo-
sitores más sobresalientes.
En consecuencia, cuando nos referirnos al extenso y complejo
proceso del constitucionalismo no podemos dejar de tamizarlo,
en su extensión, profundidad y temporalidad a través de las di-
versas visiones doctrinarias del relativismo, lo cual nos permitirá
penetrar en la naturaleza, en la esencia misma de este fenómeno
social, político y jurídico.
2.2. ^constitucionalismoy su importancia
En razonamiento de Sánchez Viamonte en este punto le conduce
a dicho autor a la conclusión: "sin el constitucionalismo como
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 117
sistema de ordenamiento jurídico, no puede existir la república,
que es una estructura, y mucho menos la democracia, que es un
contenido ético"187. En efecto bien cabe insistir en que el consti-
tucionalismo es un hecho nuevo y fundamental que se arraiga en
la época contemporánea, no la democracia que asoma constan-
temente a lo largo de la historia, ni la república que se presenta
asimismo bajo diversos aspectos.
El constitucionalismo es la garantía, el aval que asegura la digni-
dad y la libertad humana, así como el sostén para las posibilidades
de una justicia progresiva y equitativa. "Es el proceso, cada vez
más completo y complejo, de sometimiento del Estado al dere-
cho, que se inició históricamente cuando a la simplicidad de la
organización absolutista siguió el complicado sistema de separa-
ción de poderes, distribución de competencias, limitación de
atribuciones y respeto a los derechos humanos que caracterizó al
Estado nacido de las acciones revolucionarias francesa y nortea-
mericana de fines del siglo XVIII, que guillotinaron al antiguo
régimen de autoritarismo y privilegios"188. Efectivamente, la mo-
narquía absoluta había hecho crisis en sus bases y se buscó un
fundamento doctrinario para justificar los cambios. La difusión
de las nuevas ideas que surgieron como consecuencia de los tras-
tornos económicos y sociales, anunció el surgimiento de pro-
puestas para, el desarrollo político e institucional de los Estados.
Ya siglos atrás el pensamiento de Aristóteles nos permite recono-
cer que a esa época se conocía el gobierno representativo, electi-
vo y responsable. Inspirados en las obras del filósofo griego, Ci-
cerón y Polibio desde Roma dejaron la impronta de su sabiduría
sobre las prácticas políticas que observaban sus pueblos. Por
cierto, mucho más tarde, en el siglo XIII registraremos la presen-
cia de una monarquía inglesa enfrentando su poder absoluto con
187
SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos, Manual de Derecho Político: los problemas de 1a
democracia, op. CÍE., p. 34.
188
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit,, p. 157.
 118 PENSAMIENTO POLÍTICO
la aristocracia y la clerecía, estructuras sociales que impusieron al
rey, en el marco de la vigente organización política, las primeras
leyes y pactos escritos que sentaron las bases de la evolución
constitucional; tal fue el significado de la célebre Carta Magna
aceptada por Juan sin Tierra en el año 1215. Por esa vía subsistir-
ían los derechos y privilegios del clero y la nobleza, al privarle al
monarca la facultad de imponer tributos sin el consentimiento del
Consejo General del Reino; se consagrarían las libertades de
tránsito y movilización, las del libre comercio; se restringieron y
moderaron las atribuciones reales en la aplicación de las penas de
multas. Así, la Carta de 1215 y la Ratificación de las Cartas de
1297, hecha por Eduardo I, confirmaron las restricciones a las
atribuciones reales y abrieron la puerta al constitucionalismo.
2.3. Evolución histórica
Para la formación académica integral es de suma importancia
acudir al estudio de la historia de las instituciones políticas"". En
el ámbito de tales instituciones, ciertamente, se encuentra el cons-
titucionalismo, cuya naturaleza y alcance hemos expuesto en el
acápite anterior. En todo caso, pongamos especial atención en la
génesis y en el desarrollo de esta ciencia, que estudia el ordena-
miento constitucional del Estado, y de modo particular en la
ciencia del Derecho Constitucional concebida ésta en su reciente
y moderna fisonomía doctrinal.
Cuanto conocemos sobre el constitucionalismo emerge de consi-
deraciones que se encuentran en la antigua literatura griega, des-
arrolladas desde un punto de vista esencialmente abstracto y fi-
losófico. Para la época romana, en cambio, aparecerían los prin-
cipios jurídicos relativos al ordenamiento del Estado. Luego hubo
una caudalosa vertiente originada en la época medieval, reflejada
189
B1SCARETTI DI RUFFIA, Paolo, Derecho Constitucional, op. cit. Véanse Historia Uni-
versal Espasa Caipe, i. I-X1, Madnd, 1976, y de MORANG1U, Valore Della Storia Dc-
lie Insütuzioni Politiche, 1953.
CAPITULO II; UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 119
en la búsqueda de soluciones para los graves problemas suscita-
dos por la permanencia del Imperio junto al Papado, por un lado,
y frente a las nacientes autonomías locales y nacionales, por otro.
De estos acontecimientos, precisamente, se nutriría la jurispru-
dencia medieval, enriquecida más tarde con las numerosas apor-
taciones registradas durante el Renacimiento y la Reforma.
Con Grocio y Huber comenzaron a redactarse los primeros tex-
tos del ius pubticum univenale. "Hacia fines del siglo XVIII, al afir-
marse progresivamente la igualdad jurídica de todos los Estados
en el ámbito internacional, especialmente bajo el influjo del mo-
vimiento protestante, se fue difundiendo, cada vez más, la direc-
ción iusnaturalista"190.
Sólo en el siglo XVIII, cuando se adoptaron los principios doc-
trinarios del iusnaturalismo, sobre todo mediante el estudio de la
Constitución inglesa, poco a poco, se sembró con carácter más
histórico y realista lo que pasaría a denominarse el Derecho
Público General. Así, la contextura jurídica más sólida de esta
ciencia se sitúa a partir de los primeros decenios de 1800.
Las nuevas instituciones políticas, instauradas por las revolucio-
nes victoriosas (inglesa, norteamericana y francesa), se consolida-
ron y exhibieron sus líneas doctrinarias más sobresalientes al con-
sagrarlas a través de normas jurídicas, que pasaron a formar parte
del naciente Derecho Constitucional, el cual como ciencia "al-
canzó plena autonomía, liberándose de la contaminación de la
filosofía, de la política, de la historia y hasta de la moral que du-
rante tantos años habían entorpecido su libre curso, sólo en k
segunda mitad del siglo XIX", destaca Biscaretti, quien nos sugie-
re revisar "El Constitucionalismo a mediados del siglo XIX", otra
editada por la Universidad de México, en dos volúmenes, en
1957.
B1SCARETT1 DI RUFFIA, Paolo, Dereebo Constitucional, op. cit., p. 76.
 120 PENSAMIENTO POLÍTICO
A fin de ilustrar este esquemático marco referencia!, acudiremos a
una somera versión de hechos, personajes y circunstancias que,
en el pasado, dejaron una profunda huella en la génesis y el pos-
terior desarrollo del constitucionalismo.
Cronológicamente merecen una cita especial los denominados
fueros españoles de los siglos XI y XII (León, 1020; Jaca, 1064; Burgos,
1073; Toledo, 1085; Zaragoza, 1115) y el Ordenamiento de León,
1188, acervo jurídico en el que se recogieron y enunciaron liber-
tades que más adelante en el tiempo fueron desarrolladas e incor-
poradas al constitucionalismo hispano, con futuras repercusiones
en América Latina desde y durante el proceso de colonización
ibérico.
No obstante, podemos afirmar que la evolución sostenida de la
consütucionalidad empieza en Inglaterra, en 1215, con la acepta-
ción de la Carta Magna por Juan sin Tierra. Los nobles, que sin
duda conformaban un poderoso estamento de la sociedad ingle-
sa, tuvieron éxito al imponer al rey sus demandas, en ejercicio de
su inequívoco poder. La propia Carta reconoce esa situación en
cuanto subsistirían los derechos y privilegios del clero y de la
nobleza ejercidos antes de su promulgación. Además, mediante la
Carta, el Consejo General del Reino, como se dijo más arriba,
asumió la atribución de consentir o no la facultad real de crear
tributos; la potestad de establecer la prohibición para que los
subditos no sean arrestados discrecionalmente; para que aquellos
no sean desposeídos de sus bienes, costumbres y libertades, sino
en virtud del juicio de sus pares. Después entrarán en vigencia la
Carta de 1225, y la ratificación de ambas Cartas, en 1297, por
parte de Eduardo I191. Aquí una interesante referencia: "El Dere-
cho Constitucional inglés -de características muy tradicionales y
cuyas normas no han sido codificadas- está contenido principal-
DRUON, Maurice, La Loba de Frauda, Editorial Círculo de Lectores, Bogotá, Colom-
bia, 1983, "ilustrativo para el lector, en cuanto a este período histórico se refiere».
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 121
mente en la Carta Magna del monarca Juan sin Tierra (1215), la
Magna Carta de Enrique III (1225), la Petition of Right (1628), el
Rabeas Corpus Amendment Act (1679), el Bill of Rights (1689),
el Act of Settlement (1701), The Parliament Act (1911), el Repre-
sentation of the People Act (1918), el Estatuto de Westminster
(1931) y otros documentos sociales", describe Rodrigo Borja1".
De la Petition of Right, aprobada por el Rey Carlos I, en 1628, es
interesante rescatar el reconocimiento de la existencia del Parla-
mento, como órgano legislativo. Con el advenimiento de Gui-
llermo de Orange, en 1689, se promulgó el Bill of Rights o De-
claración de Derechos, un verdadero compendio de la constitu-
cionalidad. En palabras de Bernaschina: "Con la Declaración de
Derechos podemos considerar que Inglaterra tiene ya una verda-
dera Constitución; las ideas de Locke, como más tarde las de
Montesquieu, estaban basadas en las costumbres inglesas. Con en
el transcurso de los años, el Magno Consejo se había transforma-
do en un Parlamento dual, una cámara de grandes dignatarios
eclesiásticos y nobles, y otra rama popular, en la cual estaban
representados la burguesía, el pueblo, la Cámara de los Comu-
nes"193. El proceso de afirmación y de reconocimiento del Dere-
cho Constitucional seguiría generando cambios significativos,
como los registrados en la propia Inglaterra durante el siglo XIX,
en especial mediante las leyes electorales de 1832, 1867 y 1884.
Inequívocamente, la Constitución consuetudinaria inglesa tenía
ya un sentido definido, así como la forma de gobierno, preceden-
tes que servirían de modelos para otros países.
El fenómeno migratorio de los siglos XVII y XVIII, manifestado
a través del desplazamiento poblacional desde Europa, en gene-
ral, y desde Inglaterra, en particular, hacia los territorios nortea-
mericanos, sin duda trasladó el espíritu del pueblo inglés e influyó
191
BORJ A CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia dt la Política, op. cit., p. 155.
"3 B1SCARETTI DI RUFFIA, Paolo , Derecho Constitucional, op. cit, pp. 46-47.
 122 PENSAMIENTO POLÍTICO
en la evolución constitucional de los Estados Unidos de América.
El rastreo histórico nos permite advertir que los colonos habían
recibido de la Corona británica o de los propietarios de las com-
pañías colonizadoras, las llamadas Cartas de Franquicias, en las
cuales se indican en líneas generales la organización de las respec-
tivas agrupaciones. Elementos importantes de esas normativas
fueron la libertad para el comercio y la aplicación de un régimen
tributario. La alteración unilateral de esa relación, marcada de
inequidades para los colonos respecto a los metropolitanos, gene-
raron fricciones e incluso luchas armadas, las que desembocaron
en la proclamación de la independencia el 4 de julio de 1776. En
el Acta de Declaración se descubre la influencia doctrinaria de
Locke y de los filósofos del siglo XVIII, reflejada en los siguien-
tes términos (reproducción parcial):
"Sostenemos como verdades evidentes de que todos los hombres nacen iguales;
que a iodos les confiere su Creador ciertos derechos inalienables, entre los
cuales están la vida, la libertad y la, busca de felicidad; que para garantizar
esos derechos los hombres instituyen gobiernos que derivan sm justos poderes
del consentimiento de los gobernados".
En el proceso de independencia, los diversos Estados de la futura
Unión norteamericana expidieron sendas Cartas que contienen
declaraciones de derechos que amplían la declaración inglesa de
1689 (Bill of Rigtht) con las teorías de Locke -como ya señala-
mos- y las de Montesquieu y Ruosseau. El más importante de
todos esos documentos será la Declaración de Derechos de Vir-
ginia, de 12 de junio de 1776. Destaquemos que la Constitución
que fuera adoptada por los Estados Unidos de América, en 1787,
es la más antigua Constitución escrita que consagra rigurosamen-
te los conceptos de Montesquieu sobre independencia y coordi-
nación de los tres poderes esenciales del Estado: ejecutivo, legis-
lativo y judicial. Adicionalmente, reproduce la idea del pacto so-
cial expuesta por Locke.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 123
Los franceses tomarán de modelo esas declaraciones al hacer
suyos los textos de las mismas, los cuales serán vertidos en la
célebre Declaración del Hombre y del Ciudadano de 1789, que
difundida por todos los países europeos serviría para la incorpo-
ración en sus respectivas legislaciones constitucionales, incluso
para las de las nacientes repúblicas latinoamericanas.
2.4. Nuevas tendencias del constitucionalismo
Los pensadores políticos del siglo XIX influyeron notablemente
al proponer algunas importantes reformas al constitucionalismo
clásico, estructurado en principios y normas jurídicas.
El desarrollo de las ciencias sociales y la decidida influencia de la
economía en el convivir de las sociedades, fueron dos fenómenos
sociales de trascendencia, que condujeron a importantes cambios
en el Derecho Constitucional.
Es notoria la diferencia del pensamiento inglés del siglo XIX en
relación con las ideas que pululaban en el continente europeo. El
corte liberal y el individualismo como esencia del mismo, habían
originado situaciones marcadamente inequitativas al no lograr
una adecuada coherencia en las relaciones sociales y económicas
al socaire de los postulados del dejar hacer y dejar pasar. Tal
orientación, que forma parte del constitucionalismo clásico, tenía
como eje central la primacía de la voluntad individual sobre la
sociedad (expresión de la libertad en el más amplio sentido de un
derecho personal), lo cual tuvo efectos negativos en lo social al
no dar paso a la "igualdad y fraternidad" en una sociedad estruc-
turada en la desigualdad; sin embargo, cabe rescatar, desde el
punto de vista político, el gran aliento que significó para el proce-
so de democratización y, consecuentemente, el impulso de trans-
formación al sistema político, a pesar de ser -insistimos- una doc-
trina esencialmente individualista. Se impuso, por esa vía, la ges-
tación de gobiernos representativos, al aplicar las bases del sufra-
 124 PENSAMIENTO POLÍTICO
gio de carácter universal, aunque con una serie de restricciones
como las de género y la condición misma del individuo al que se
lo marginó aduciendo razones de edad, económicas, religiosas y
educación, como lo registran, a manera de ejemplo concreto, las
Constituciones Políticas ecuatorianas desde 1830 hasta 1906.
En lo conceptual aparecería la Escuela Utilitaria de Bentham, la
cual si bien inscrita en la tendencia que no niega el individualis-
mo, refleja conclusiones opuestas al sustentar la conveniencia y la
felicidad de las personas -independientemente consideradas- en el
marco de garantías constitucionales de interés colectivo. La ex-
presión más patética de esta doctrina proclama la "aritmética
moral".
La búsqueda de condiciones mínimas de justicia social -tránsito
hacia la concepción socialista- sentaron las bases para enfrentar el
conflicto patronal-laboral, que en Inglaterra adquirió característi-
cas alarmantes de confrontación durante el inicio y afirmación de
la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX.
A la sazón, el pensamiento de Hegel, quien negó la validez de la
teoría utilitaria liberal y a la iniciativa privada como el exclusivo
sustento del progreso, llevó a considerar al Estado como el eje
del bienestar colectivo: "los hombres deben actuar en relación
con el bienestar de la colectividad, a la cual deben quedar subor-
dinados los intereses particulares", fue su gran enunciado. Recor-
demos la relevancia que alcanza con dicho filósofo la considera-
ción del método dialéctico: la idea predominante tiene siempre
una contraria; del choque de ambas surge la síntesis, que consti-
tuye otra nueva idea.
En ese escenario, en 1842, Marx haría público el famoso mani-
fiesto comunista, que lo elaboró conjuntamente con Engels. Ne-
gación del pensamiento y acción política desarrollada hasta en-
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 125
tonces, en circunstancias en las que los pueblos europeos1*4 pre-
tendían encontrar fórmulas democráticas de gobierno y limitar el
poder de los grupos hegemónicos, creados por las diferencias
económicas y sociales que se acentuaron con el liberalismo al
privilegiar el capital sobre el trabajo. Fue en ese escenario que el
marxismo encontró terreno fértil para sus planteamientos. La
Primera Internacional Socialista (1864) logró sacudir a los políti-
cos, legisladores y juristas, los que se vieron forzados a proponer
e introducir normas que permitieran mantener el Estado de-
mocrático, sin perjuicio de concesiones básicas y ciertas franqui-
cias para el ejercicio de los derechos de los trabajadores.
Los movimientos sociales, en todo caso, encontraron terreno
apto, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, para acoger las
nuevas tendencias del constitucionalismo. Los hechos habían
rebasado los códigos y las normas jurídicas. La ley que se cons-
tató, no siempre concordaba con la justicia. A esa situación de
crisis se añadió la revolución ideológica que trajo consigo a la
primera guerra mundial (1914-1919), y repercutió notablemente
en el campo del Derecho Político y en la Constitucionalidad. En
efecto, los cambios registrados en los diversos Estados demostró
la acogida brindada de esas nuevas tendencias sociales, que a lo
largo del siglo XX adquirieran carta de naturalización en el consti-
tucionalismo, tanto para los planteamientos de orden dogmático
como para el campo orgánico institucional, lo cual se reprodujo
en la configuración del moderno Derecho Constitucional a nivel
"universal" y en las demás ciencias políticas que abrieron espacio
a la economía y a su marcada incidencia en la convivencia colec-
tiva, de cara a la preservación condicionada del individualismo
subordinado a la función social del Estado. La comunidad inter-
nacional, configurada a través del Tratado de Versalles de 1919,
en el seno de la Sociedad de las Naciones, creó la Organización
Nota de los autores: De acuerdo con el análisis euro-centrista, esa visión se trasladaría e
instalaría en el pensamiento y conducta de académicos y líderes de los más tarde deno-
minados países periféricos.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
126
Internacional del Trabajo, cuyo instrumento constitutivo incor-
poró varios principios para las relaciones productivas con garant-
ías específicas para el sector laboral, que luego serían incluidos en
sucesivos convenios de la OIT, adoptados por las Asambleas
Generales conformadas por la representación tripartita de go-
biernos, empleadores y trabajadores. Por esa vía los efectos serían
duales: el remozamiento de los principios y de la normativa del
moderno Derecho Internacional Público y de la Teoría de las
Relaciones Internacionales, por un lado, y la universalización del
constitucionalismo, del Derecho en el que éste se sustenta y la
consagración de los derechos humanos como inalienables para la
sociedad y sus integrantes, reconocidos en las Cartas Políticas de
la gran mayoría de Estados, por otro. En el caso ecuatoriano esas
nuevas tendencias pasarían a formar parte, gradual y progresiva-
mente, a partir de la Constitución de 1929 hasta la del año 2008,
aprobada esta última en el referéndum del 30 de septiembre, con
una mayoritaría aceptación ciudadana.
Al referirse a los efectos de esa situación, Bernaschina destaca
que el origen inmediato de las constituciones que se dictaron
después de la primera guerra mundial se tradujo en que "casi
todas ellas contenían principios semejantes, porque obedecían a
necesidades y anhelos comunes; los preceptos comunes de esas
leyes son, en gran parte, los que se han llamado nuevas tenden-
cias constitucionales (...)"'".
Una nueva hecatombe se produjo al estallar y producirse la se-
gunda guerra mundial (1939-1945), causando trastornos que con-
llevaron en ésta y otras materias reformas importantes. La estruc-
tura de otra organización política y económica posbélica reflejó la
subsistencia de la interdependencia de los Estados y que, de
hecho, estábamos frente a un contrapeso en la influencia de algu-
nos de ellos sobre las demás naciones, como lo comprueba la
"s B1SCARETTI DI RUFFIA, Paolo, Derecho Constitucional, op. cit., p. 60.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 127
Carta de San Francisco, que creó la Organización de las Naciones
Unidas. La comunidad internacional vio instalarse en el escenario
universal un nuevo orden mundial bipolar, expresado en dos
grandes grupos dirigidos por dos potencias con ideologías y sis-
temas económicos díametralmente opuestos: el capitalismo lide-
rado por el gobierno de Washington, y el comunismo comanda-
do por el gobierno de Moscú.
Tratadistas especializados en el tema del constitucionalismo dis-
tinguen entre las tendencias de la primera posguerra (19919-1939)
y las de la segunda posguerra (1945 en adelante). En la primera
reconocen: 1. Tendencias que consagran en forma rectificada d
constitucionalismo clásico; 2. Tendencias de los "ismos" (fascis-
mo, nazismo, nacionalismo y comunismo) que niegan el consti-
tucionalismo clásico e imponen regímenes de desconstitucionali-
zación; y, 3. Tendencias que tratan de establecer una democracia
económica y social. En la segunda posguerra reconocen una ten-
dencia que indica la evolución del parlamentarismo y un ejecutivo
vigorizado; la incorporación de legislaciones de emergencia; la
ampliación del sufragio; la incorporación de un régimen semi-
directo (consulta popular, referéndum); y la afirmación del repu-
blicanismo.
En palabras de Linares Quintana "el constitucionalismo actual es
social, al rescatar los principios jurídicos que tratan de buscar
solución a los múltiples problemas de la sociedad contemporá-
nea, para acercar la realidad social al derecho o, mejor dicho, para
que el derecho comprenda integralmente la compleja realidad
social".
2.5. Ideas claves del constitucionalismo
Acogemos y acompañamos el razonamiento de Rodrigo Borja1*6,
en cuanto, tras el análisis y referencias de carácter histórico acerca
BORJA CBVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit., p. 159.
 128 PENSAMIENTO POLÍTICO
del movimiento constitucionalista, apunta como ideas claves las
siguientes: 1. El sometimiento del Estado al derecho; 2. La con-
sagración del principio de la soberanía popular; 3. El sometimien-
to del pueblo a normas de derecho convertidas, por propia vo-
luntad del pueblo, en imperativos éticos condicionantes de la
convivencia social; 4. La imposición de un sistema de limitacio-
nes al poder público para salvaguardar una esfera de libre acción
de las personas y reconocerlas una suma de derechos frente los
cuales el Estado es incompetente; y, 5. La promoción de un
régimen de seguridad jurídica, en el que los individuos tienen la
certidumbre de la recta y efectiva aplicación de la ley en todos los
casos, vale decir, el ejercicio y acatamiento del debido proceso.
-III-
3. Funcionamiento estatal: órganos y competencias
3.1. Nodones básicas
En todos los ordenamientos jurídicos suelen distinguirse y con-
traponerse dos esferas delimitadas: la del Derecho Público, la
una; y del Derecho Privado, la otra. La primera, aceptada y patro-
cinada por un buen número de autores, sostiene que el Derecho
Público mira por la defensa y cumplimiento de los intereses gene-
rales, mientras que la segunda, la del Derecho Privado se remite a
los intereses meramente especiales o individuales.
Este es un criterio de carácter material que pretende establecer los
lindes de una y otra rama del Derecho, aunque persistirá la difi-
cultad de llegar a distinguir, en muchos casos, los intereses gene-
rales de los especiales y viceversa.
Otro criterio sobre el tema, denominado subjetivo, se basa en la
calidad de los sujetos, y afirma que el Derecho Público se refiere
a los sujetos dotados de imperio, es decir, de un poder de supre-
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 129
macía, por ejemplo las emanadas de las leyes orgánicas respecto a
las leyes generales y aun las específicas que no tienen tal recono-
cimiento. Sin embargo, estos poderes de supremacía podemos
encontrarlos también en el sector privado, por ejemplo la existen-
te de padres a hijos, según el Código Civil, o del empleador y
trabajador, de acuerdo con la legislación laboral.
Un tercer criterio, llamado formal, apunta a la forma externa de las
relaciones jurídicas, las cuales en el ámbito del Derecho Público
se caracterizan siempre por procedimientos coercitivos, que se
traducen en actos unilaterales de imperio. No obstante, esta ar-
gumentación tampoco es absoluta, en cuanto no cubre situacio-
nes contractuales de Derecho Público generadas por el acuerdo
de voluntades de las propias partes, que son vinculantes entre
ellas.
Biscardetti1*7, al abordar el tema de estas dos importantes ramas
del Derecho, apela al carácter tutelar de los distintos ordenamien-
tos jurídicos estatales, y por esa vía dar respuesta a los diversos
intereses en juego. En ese sentido acude a los siguientes proce-
dimientos: 1. Algunos intereses de índole general son tutelados
por el Estado; 2. El tutelaje en otros intereses de naturaleza gene-
ral, está confiado a entes menores que son parte del Estado, o sea
a los entes públicos; y, 3. Hay algunos otros intereses, en cambio,
cuyo rutelaje se traslada a entes o individuos que poseen auto-
nomía plenamente libre, jurídicamente lícita. Los dos primeros
casos están en la órbita del Derecho Público; entretanto el tercer
caso se inscribe en el ámbito del derecho privado. Para alcan2ar
mayor precisión reproducimos esta definición: "El Derecho
Público es la esfera del ordenamiento del Estado que se refiere al
mismo Estado considerado en su unidad o en sus elementos que
tienen autonomía sólo funcional (es decir a aquellos que son auxi-
liares de él); mientras que el Derecho Privado es la esfera del or-
BISCARETTI DI RUFFIA, PaoJo , Dmcho Constitucional, op. cit, p. 146.
 130 PENSAMIENTO POLÍTICO
denamiento que el mismo Derecho Público reserva, limitándola,
a las autoridades meramente lícitas".
Con estas nociones básicas se reconoce, en esencia, que el ámbito
del Derecho Público, en su aspecto normativo más limitado,
abarca la regulación de la organización interna del Estado y de los
otros entes públicos menores o auxiliares, así como las relaciones
de esos entes públicos con los individuos, cuando tales entes
aparecen en una posición de supremacía frente a los individuos,
verbi gracia las vinculaciones que se establecen normativamente
con los entes regionales, seccionales o locales.
3.2. Normas jurídicas del ordenamiento estatal
En los Estados de la época moderna adquiere relieve preponde-
rante el aspecto normativo derivado de los ordenamientos jurídi-
cos correspondientes. Para examinar las diferentes y diversas
normas jurídicas es pertinente que, en cada ocasión, se pase revis-
ta a su contenido, a susjuenfes de producción, y a su aplicación. Aquí
cabe esta valiosa admonición del autor italiano arriba indicado,
dice: "Nótese, en particular, que mientras la importancia funda-
mental mencionada en los actos (y hechos) de producción jurídi-
ca (o actos legislativos en sentido lato) ha inducido generalmente a
los escritores a confiar su estudio a la ciencia del Derecho Consti-
tucional, las consideraciones, en cambio, relacionadas a los actos
ejecutivos (o administrativos) y jurisdiccionales han sido atribuidos
respectivamente a las disciplinas del derecho administrativo y
procesal""8.
Cabe recordar que el Derecho Constitucional, desde el punto de vista
conceptual, abraza toda aquella esfera del ordenamiento jurídico
estatal, que fija los presupuestos para la función del Estado y
determina los elementos constitutivos del mismo, y que además
B1SCA.RI7.TT1 DI RUFFIA, Paolo , Dmcho Constitucional, op. cit., pp. 156-157.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 131
"estableciendo las modalidades de composición de sus órganos
fundamentales (y especialmente de los legislativos), especifica sus
atribuciones y dirige concretamente la actividad también en sus
relaciones recíprocas y regula, finalmente, las relaciones que sur-
gen entre los órganos del Estado y sus ciudadanos"19*. Conviene,
en ese sentido, tener presente que el Derecho Constitucional,
como ciencia, es la matriz alrededor de la cual deben coordinarse
todas las demás partes del ordenamiento jurídico estatal. En ese
marco las regulaciones enmarcadas en el Derecho Administrati-
vo, que por cierto concierne a la organización y actividades de los
órganos estatales dependientes y de los entes públicos menores,
tutelan el ámbito de competencia y jurisdicción de los entes terri-
toriales locales centralizados y descentralizados, según les corres-
ponda.
Con apego y observancia a los presupuestos doctrinales, se defi-
nen como jurídicas a las normas que están expresamente incluidas
como elementos constitutivos dentro de una institución, pues en
ésta radica el carácter coercitivo esencial de la norma. No obstan-
te, esas normas no se traducen solamente en prescripciones es-
trictamente obligatorias, sino que frecuentemente, como sucede
incluso en diversas disposiciones constitucionales, implican la
necesidad de tenerlas en cuenta para la aplicación de futuras acti-
vidades eventuales. En esa dirección es pertinente analizar su
alcance o contenido normativo con referencia a otras disposicio-
nes o prescripciones que constituyen únicamente directivas pro-
gramáticas; o las que emanan de otras normas de grado subordina-
do, como cuando un órgano ejecutivo actúa en el ejercicio de su
poder discrecional, denominado doctrinariamente como normas
tnstituyentes u organizadoras; o aquellas otras normas de carácter
explicativo o interpretativo, indispensables para superar dudas o am-
bigüedades; u otras disposiciones permisivas que facultan acciones
u omisiones que de por sí quedarían fuera del campo del derecho;
Ibídem,pp. 156-157.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
132
o prescripciones enmarcadas enfinalidades,las cuales deben ob-
servarse cuando se quiere alcanzar ciertos fines. Por lo tanto, nos
adelantamos a señalar que para la cabal aplicación de la Constitu-
ción aprobada el 30 de septiembre de 2008, con el 63,93% de los
votos afirmativos, de novel vigencia en el país, habrá de acudirse
a su contenido a través del tamiz de estas doctrinas expuestas en
líneas anteriores, o sea las fuentes de producción; hay necesidad de
distinguir los hechos y actos del ordenamiento jurídico estatal y
cómo éste vincula sus normas o sus principios sobre la producción
jurídica.
Biscaretti reconoce que: "En la época moderna la casi totalidad
de las normas jurídicas estatales puede, de otro lado, reconducirse
a la voluntad expresada por algunos órganos específicos del Es-
tado o por varios sujetos auxiliares suyos I0° haciendo uso de formas
escritas o bien precisas: determinando, por esto, una segunda
antítesis, superpuesta esencialmente sobre aquella ya indicada,
entre ius nos scripíumy ius scripturtf™.
3.3. fundones del Estado
Según la teoría nos corresponde analizar cuáles son los órganos
de creación y de aplicación de las normas jurídicas y las funciones
que se les asigna, es decir, quién crea las normas jurídicas y quién
las aplica.
Hemos reconocido en Kelsen el gran aporte a la teoría de las
funciones o poderes del Estado; sin embargo, su contribución es
limitada al no precisar el problema de los órganos del Estado, de
los que trataremos más adelante.
IH Se reconocen como sujetos auxiliares a aquellos que suelen presentarse bajo varías
figuras jurídicas, entre las que cabe citar: 1. A los representantes del Esrado; 2. A las
personas jurídicas públicas; y, 3. A los particulares que ejerzan una función pública o un
servicio público, por ejemplo los partidos políticos, los sindicatos y otras entidades cor-
porativas.
1
B1SCARETT1 DI RUFFIA, Paolo , Dtreeha Constitucional, op. cit., p. 157.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 133
En todo caso, las diversas funciones del Estado suelen clasificarse
desde distintos puntos de vista; en consecuencia no hay un crite-
rio unívoco sobre el particular. El alcance mismo de este Manual
nos impone, al menos, precisar tales funciones en base a un crite-
rio clasificador generalizado, que atiende doctrinariamente a tres
situaciones específicas: a) La material u objetiva; b) La orgánica o subje-
tiva; y, c) La formal.
Clasificación material u objetiva: Se refiere, en concreto, al
contenido de la actividad realizada por las distintas funciones o pode-
res estatales: legislativa, ejecutiva y jurisdiccional, división recogi-
da por la conocida teoría formulada, por primera vez, con cierta
precisión conceptual, por Mon tesqui eu.
Clasificación orgánica o subjetiva: Se origina en la dificultad
derivada de la distribución de las mencionadas funciones o poderes
estatales, entendidos en sentido material. Tal distribución, materia
del problema, se genera en el reparto de competencias entre los
diversos órganos del Estado o bien entre los diversos sujetos que
están en el vértice constitucional. Dada la complejidad de las fun-
ciones, en cierto sentido, ese problema se planea en particular en
un Estado de gobierno absoluto, concentrador de funciones y
poderes en el vértice de un solo órgano, aunque por necesidad de
orden práctico aquél deba canalizarlas mediante numerosos órga-
nos dependientes, dentro de los límites de la obediencia jerárqui-
ca.
Clasificación formal: Ésta atiende a las diferentes formas adop-
tadas para los actos realizados por los poderes estatales, y en
buena parte se identifica con la clasificación orgánica, ya que
normalmente todo poder emana de los propios actos que le son
inherentes: la ley formal para el legislativo, la ley constitucional
para el constituyente; el decreto y reglamentos para el ejecutivo; y
las sentencias para el judicial. Cabe añadir que tales actos, al mis-
mo tiempo, adquieren la eficacia propia de los actos formales
 134 PENSAMIENTO POLÍTICO
emanados de cada poder estatal, salvo disposición expresa en
contrario.
En base a lo expuesto, la separación o división de los poderes del
Estado es consubstancial a la forma republicana democrática de
gobierno. "Es esencialmente un mecanismo de limitación de las
atribuciones de los órganos estatales mediante un sistema de 'pe-
sos y contrapesos1 en el cual 'el poder detiene al poder* e impide
los abusos de la autoridad", nos advierte Rodrigo Borja.
Con estos presupuestos, desde el punto de vista doctrinario y en
base a los procesos constitucionales aplicados en muchos países -
entre ellos por el Ecuador- revisaremos, brevemente, las compe-
tencias de los tres poderes y sus correspondientes facultades
jurídicas y normativas que les son asignadas o reconocidas.
3.3.1. Fundón ejecutiva
Se extienden sus facultades más allá de lo que da a entender su
denominación. En efecto, no sólo se ciñe a las diversas activida-
des para ejecutar las leyes, sino también, y más específicamente,
indica toda la compleja y múltiple acción desarrollada por el Es-
tado para alcanzar los propios fines inmediatos y concretos. Bis-
caretti, por ejemplo, marca los lindes de la función ejecutiva en
dos continentes: a) La fundón administrativa, en base a la cual el
Estado dirige y anima los innumerables y pequeños mecanismos
de su organización; y, b) La fundón política o de gobierno, la que se
explica a través de la variedad y multiplicidad de actos políticos
con los cuales los órganos estatales ejecutan las medidas de im-
portancia más trascendentes para la administración interna y ex-
terna del mismo Estado.
Desde luego, tales atribuciones están subordinadas al ordena-
miento jurídico expedido por el parlamento, y el ejercicio de las
mismas le faculta al Ejecutivo a impartir órdenes e imponer su
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 135
cumplimiento incluso con el respaldo de la fuerza pública, cuyo
manejo le compete. En ese ámbito, dentro del régimen presidendalis-
ta, al Presidente de la República, que es el jefe de gobierno, le
compete administrar el Estado; en tanto que en el régimen parla-
mentario esas potestades ejecutivas están a cargo y bajo la respon-
sabilidad del Primer Ministro, a la sazón Jefe de gobierno.
3,3.2. Fundón legislativa
Es aquella para la cual el Estado establece normas derivadas, por
cierto, del propio ordenamiento jurídico estatal, o sea la dación de
leyeSf tomando esta expresión en su sentido puramente material.
Tales normas suelen encontrarse en prescripciones abstractas,
innovadoras del Derecho Positivo vigente, que atribuyen a uno o
más hechos un carácter jurídico determinado. Se plantea, además,
la fundón constituyente^ de ejercicio semí-directo o indirecto, median-
te la cual a través del órgano legislativo del Estado se crea o mo-
difica el propio ordenamiento constitucional. En opinión de los
tratadistas la legislatura asume la función de revisión constitucio-
nal, expresamente reconocida por las propias Constituciones. Es
una forma de participación de la sociedad por conducto de sus
representantes elegidos al parlamento. No obstante, los avances
del nuevo Derecho Constitucional advierten que la democracia
no puede restringirse a esa única forma de participación semidi-
recta, ya que a la postre se traduce en el debilitamiento de esa
misma democracia. Los analistas políticos, en especial, anotan
como causas que alimentan mutuamente ese debilitamiento101: en
primer lugar, por la distancia que se establece entre los represen-
tantes y los representados; en segundo lugar, por la escasa visibi-
lidad que tienen los ciudadanos bacía las actividades que desarro-
llan sus representantes; en tercer lugar, por el carácter esporádico
de las elecciones, que relega la participación de la ciudadanía a
CORPORACIÓN liCUADOR, Demacrada Dimta: pnncipias básicos y su apücaáén en el
\zcuador, EtÜLorial Participación Ciudadana, Quito, Ecuador, 2008, p. 7.
 136 PENSAMIENTO POLÍTICO
determinados momentos específicos; y, en cuarto lugar, en gran
medida como producto de la confluencia de los tres factores
anteriores, por el escaso control de los representados por los
representantes.
Una propuesta de mayor participación encontró cabida en la
Constitución de 2008, puesta en vigencia el 21 de octubre de
2008, al incorporar el ejercicio de la "democracia directa" (véase
Capítulo I, 4.4.4.), mecanismo reconocido entre los derechos
políticos básicos. Por cierto, la Constitución de 1978, aprobada
precisamente por medio de una consulta, estableció el derecho a
consulta popular, que ya constaba en la Constitución de 1967 (Art.
72) e introdujo, por primera ocasión en la historia republicana del
Ecuador, la iniáativa legislativa, en tanto que la revocatoria del mandato
(aunque parcial) se incorporó en la Constitución de 1998.
Recalquemos que la Función Legislativa es una parcela de la divi-
sión tripartita de la autoridad pública estatal, "es la característica
propia y diferencial del sistema republicano de gobierno, opera de
manera que ninguno de los poderes pueda prevalecer sobre los
demás y convertirse en instrumento de despotismo (...). Al poder
legislativo le corresponde principalmente (aunque no únicamen-
te) formular el orden jurídico general del Estado y vigilar la ges-
tión de ciertos funcionarios de la administración pública, a quie-
nes puede pedirles cuenta de sus actos"*".
3.3.3. Fundónjiirisfiicáonal
Indica la actividad del Estado encaminada a comprobar y hacer
valer, en casos específicos, el ordenamiento jurídico estatal. En
otras palabras, el Estado, a través de su solicitada intervención
objetiva, vale decir, con observancia al debido proceso, tutela los
intereses que protegidos por las normas del Derecho han queda-
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enáciope&a de ¡a Po/ííica, op. cit., p. 443.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 137
do insatisfechas, sea porque hay incertidumbre sobre los mismos
términos de la norma que debería tutelar, sea porque la norma,
aún siendo desconocida por todos en su valor exacto, ha sido
incumplida.
3.4. Nuevas tendencias
La crisis del sistema es un hecho acentuado persistentemente en
los diversos Estados de la comunidad internacional. Enfrentar y
superar esa situación es un tema que, a más de figurar en las
agendas universal y regional, implica asumir medidas y decisiones
de carácter particular en cada uno de los países.
Es que la democracia, esa simbiosis de pueblo-gobierno, más allá
de una forma de organización estatal, supone el más alto grado
cié participación popular. Es, a quién cabe dudas, "un proceso de
continua e inacabable construcción". La erosión de la misma,
entre otras causas, está en la ruptura de la fórmula de "pesos y
contrapesos", distribuida en los tres poderes o funciones clásicas
del Estado.
El tema del fortalecimiento de la democracia, como dejamos
dicho, no es inherente sólo a los Estados en concreto. Está en-
garzado con la convivencia e interdependencia entre los Estados;
de allí que figure inscrito en la agenda de la comunidad interna-
cional, cuyos esfuerzos al menos por preservarla se traducen en la
adopción de un innumerable conjunto de instrumentos interna-
cionales y en sendas declaraciones de solidaridad, cooperación y
asistencia recíproca11". En esencia es una importante parcela de las
ciencias sociales, con derivaciones hacia el Derecho Político e
incluso constitucional. Está, por sobretodo, ligada a las ideologías
y a las propias percepciones del mundo.
ÍM
NARVÁEZ RTVADENEIRA, Luis, Evangelio de un peregrino: Retablo de Política
Exterior, op. cit., p. 504.
 CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 139
138 PENSAMIENTO POLÍTICO

Los acontecimientos y vaivenes registrados en coto ajeno y en el 3.4.2. Función electoral

propio, imponen la búsqueda de respuestas que sostengan insti-
tucional mente al sistema democrático, con rescate de la voluntad
popular participativa, en lo posible directa, al unísono de una
forma de gobierno a través de la cual se establezcan garantías ys el
O <D
Aunque herramienta de viejo cuño, convertida frecuentemente
en fragua para los vaivenes políticos y de los intereses grupales de
variada índole, que han desnaturalizado la esencia de la democra-

ejercicio directo de realidades e ideales trazados para el bien cia, el denominado sistema electoral encuentra una propuesta
institucional con rango y jerarquía de función u órgano estatal, en
común.
el caso de la nueva Constitución.
De todo ello reconocemos como imperativo, consagrado en la
doctrina y en las normas jurídicas, el robustecimiento de la estruc- Elevarla y reconocerla como función electoral con el propósito de
garantizar el ejercicio de los derechos políticos de los mandantes,
tura y del eficaz y cabal funcionamiento de sus órganos, así como
de sus competencias, sobre las cuales hemos adelantado criterios cuyos puntales son el sufragio, así como la organización política
de la ciudadanía206, es otra propuesta que se inscribe en los con-
en los acápites precedentes.
ceptos de autonomía, independencia, publicidad, transparencia,
equidad, interculturalidad, paridad de género, celeridad y probi-
3.4.1. Fundón de transparencia y controlsoda/
dad, que caracterizarán a esta quinta función o poder estatal ecua-
toriano, la que estará confonnada por un Consejo Nacional Elec-
Con la premisa: "El pueblo es el mandante y primer fiscalizador
toral y un Tribunal Contencioso Electoral, ambos con jurisdic-
del poder público, en ejercicio de su derecho a la participación"10*,
ción nacional. El primero responsable in totum de los procesos
se crea en el ordenamiento jurídico superior del Estado ecuato-
electorales; el otro convertido en órgano jurisdiccional de última
riano la denominada Función de Transparencia y Control Social, la cual
instancia, con potestades para emitir fallos y resoluciones de
"promoverá e impulsará el control de las entidades y organismos
cumplimiento obligatorio inmediato y con valor jurisprudencial.
del sector público, y de las personas naturales y jurídicas del sec-
tor privado que prestan sus servicios o desarrollan actividades de
3.5. Los órganos y competencias
interés público, para que las realicen con responsabilidad, trans-
parencia y equidad; fomentará e incentivará la participación ciu-
Tras las precisiones anotadas, en particular las referidas a la asig-
dadana; protegerá el ejercicio y cumplimiento de los derechos; y
nación de funciones y atribuciones de los órganos estatales, cabe
promoverá y combatirá la corrupción", es la competencia de este
señalar que, de ordinario, se mezcla y confunde en el problema
flamante mecanismo institucional del Estado, cuyas atribuciones
de la soberanía el tema político y el tema jurídico, incluso se lle-
y deberes enunciados en el artículo 206, constituyen un novísimo
gan a consecuencias de inadecuadas confusiones en el plano doc-
ensayo que amplía las funciones o poderes clásicos estatales, en el
trinario, y acaso también en el filosófico, extrañas a la realidad
irresistible e inacabado proceso democrático.
que interesa conocer y a la cual se deben aplicar los principios
que nos proporciona la doctrina.

'Ibídem, art. 217,

Constitución de k República cid Ecuador (RO 449: 20-oct-2Q08), art. 204.
 140 PENSAMIENTO POLÍTICO
Conviene advertir, por lo tanto, que el concepto de soberanía popu-
lar corresponde a la república democrática, a los titulares de la
misma. "Para la república democrática no hay ni puede haber
más soberanía interna o externa que la popular, de ral manera
que, desde el punto de vista político, soberanía es la voluntad de
la mayoría. Pero como la república democrática es el Estado de
derecho, es decir, sometido al Derecho en la totalidad de su exis-
tencia y manifestación, la validez de la expresión de voluntad
mayoritaria depende de su conformidad con el ordenamiento
jurídico"207.
Derivada de tal concepción, que la asumimos válida, se produce
la subordinación de la soberanía política a la soberanía jurídica,
traducida en el principio de la legalidad, esto es, en un Estado de
derecho. En consecuencia, una autoridad, cualquiera que sea, no
puede jamás tomar una decisión individual, sino dentro de los
límites fijados por la disposición de carácter general, es decir por
una ley. Esto es verdad para todos los órganos del Estado, cua-
lesquiera sean, del mismo modo que para los parlamentos, o para
los jefes de Estado o de gobierno, o para los magistrados de justi-
cia, principio que habrá de aplicárselo también a las novísimas
funciones o poderes reconocidos como tales en la Constitución
ecuatoriana de 2008. Es claro, entonces, que la soberanía se re-
suelve siempre a través de la supremacía constitucional en un
Estado de derecho.
Podemos categóricamente, con apego a la filosofía jurídica, reco-
nocer la presencia de la soberanía popular a través de órganos o
funciones estatales, con sus específicas competencias. La esencia
más pura y original de esta filosofía proviene de tres grandes pen-
sadores: Locke, Montesquieu y Rousseau, como reacción contra
el absolutismo, al proclamar la existencia de principios provenien-
107
SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos, Manual de Derecho Político: los problemas de la
democracia, op. cit., p.127
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 141
tes de la soberanía popular y del individuo, que están por encima
de los gobernantes.
Sobre esas bases, la separación o división de los poderes del Es-
tado es una característica esencial e intrínseca a la forma republi-
cana democrática de gobierno. Es, lo repetimos, un mecanismo
de limitación de las atribuciones reconocidas para cada uno de los
órganos estatales; es un sistema de "pesos y contrapesos". No
obstante, cuando se habla de separación o división de los poderes
estatales y de las funciones y competencias asignadas a éstos, el
sistema democrático no aisla a tales poderes, ni suprime la nece-
saria y útil conexión y cooperación que debe existir entre ellos;
por el contrario, busca la complementación de esas atribuciones
para preservar el bienestar colectivo y garantizar la voluntad so-
berana de los mandantes. En el tema VI. 4 injra, retomaremos
estos conceptos para vincularlos, en lo pertinente, con los modos
gubernativos.
-IV-
4. Modos gubernativos: presidencialismo, parlamentarismo y monarquía
constituáonal
4.1. Apuntes introductorios
De cuanto hemos analizado, bien podemos colegir que, tras el
largo proceso llevado a cabo a lo largo del tiempo, nos encon-
tramos en una fase en la cual el sistema de organización político-
social se reproduce en el constitucionalismo. Frente a las agita-
ciones domésticas y externas que observamos en la actualidad, sin
el constitucionalismo como sistema de ordenamiento jurídico no
puede existir la república, que es una estructura, y mucho menos
la democracia, que es un contenido ético. Ambas, la república y la
democracia, se presentaron constantemente, bajo diversos aspec-
tos, en el transcurso de la historia. Hoy, el aval de ellas es el cons-
titucionalismo. Pertinente resulta reproducir la explicación de
 142 PENSAMIENTO POLÍTICO
Esteban Echeverría, recogida en su obra "Dogma socialista": "La
democracia no es una forma de gobierno, sino la esencia misma
de todos los gobiernos republicanos o instituidos por todos para
el bien de la comunidad o de la asociación"10".
Otro aspecto de importancia, vinculado a lo ya expuesto, es la
noción de representación en el gobierno. Para Lincoln -recordemos-
el gobierno "es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo". Ro-
drigo Borja al analizar esa notable expresión, con agudeza y pro-
fundidad crítica, afirma que el célebre discurso del Presidente
norteamericano "es definitivamente una ficción, carente por lo
mismo de todo contenido real y de toda posibilidad práctica (...).
De alguna manera es factible el 'gobierno para el pueblo', es de-
cir, el gobierno en que se persigue prioritariamente el bienestar
popular. Pero el gobierno 'por el pueblo', entendido como el
gobierno del pueblo por sí mismo, se presenta cada vez más co-
mo un imposible físico"109. Contrapone con la siguiente defini-
ción de representación, al señalar que "es una de las característi-
cas sustanciales de la forma de gobierno republicana. Consiste en
que los gobernantes, elegidos por el pueblo, obran en su nombre
desde el poder y, por tanto, le ligan con sus actos como si éste
mismo los hubiera realizado".
En los temas anteriores, respectivamente, tratamos acerca de las
formas de gobierno. Recordemos, sencillamente, que a lo largo
del tiempo "se han propuesto las más variadas tipologías" de las
formas de gobierno. Ubiquémonos en los siglos XVII y XVIII,
punto referencia! importante dentro del proceso de constitucio-
nalidad. Montesquieu, uno de los grandes del pensamiento políti-
co universal, estableció las diferencias y distinciones entre re-
pública, monarquía y despotismo. Combinó dos juicios de valor
sobre lo que él denominara naturaleza y prinápio de gobierno. Así,
'M ECHEVERRÍA, listeban, Dogma Saa'a&fa, Rdhorial Universidad Nacional de La Plata,
Buenos Aires, Argentina, p. 127.
109
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enáeiepg£a de la Política, op. cit., p. 833.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 143
"La naturaleza del gobierno depende del número de titulares y de
la forma cómo ejercen el poder. Afirmó -el autor de 'El Espíritu
de las Leyes'- que en la república todo el pueblo o parte de él
ejerce el poder con entero sometimiento a la ley; que en la mo-
narquía una sola persona -el soberano- gobierna sobre la base de
leyes fijas y estables; y que en el despotismo un solo individuo
gobierna sin leyes"210,
Con esas consideraciones pasaremos al análisis de esos tres mo-
dos gubernamentales.
4.1.1. Presidencialismo
Por lo general, al régimen presidencial se lo identifica como la
forma o un modo de gobierno. Acogemos la primera acepción.
Interesa recordar que el régimen presidencial proviene del modelo
norteamericano, contenido en la Constitución de Filadelfia de
1787, influenciada por los filósofos Locke, Rousseau y Monte-
quieu. Esa forma de gobierno fue, posteriormente, adoptada por
las nacientes repúblicas sudamericanas, entre ellas el Ecuador
(Riobamba, 11 de septiembre de 1830). "La base más importante
de este sistema es el equilibrio de poderes, que se pretende con-
seguir mediante la observancia absoluta de la separación de los
poderes públicos"1". Biscaretti, por su parte, señala que: "El go-
bierno presidencialista es aquel que más rígidamente realiza el
principio de la división de poderes"212. Entretanto, Borja prefiere
referirse a la república presidencial, y la identifica como "aquella
en la cual el jefe del Estado es, al mismo tiempo, jefe del Gobier-
no y reúne, por tanto, los poderes representativos inherentes a la
jefatura del Estado y los poderes políticos y administrativos pro-
110
Ihídcm, p. 437.
111
BISCARÜTTl DI RUFFIA, Paolo, Denebo Constitucional, op. cit., p. 335.
I12
lbídem f p. 240.
 144 PENSAMIENTO POLÍTICO
píos de la jefatura del gobierno. Asume el poder por la vía electo-
ral. Ostenta el título de presidente"113.
Tres precisiones conceptuales, con implícitas coincidencias. Estos
destacados tratadistas, indirectamente Bernaschina y Biscaretti,
directamente Borja, inscriben sus definiciones, en estricto sentido
doctrinario, en lo que entendemos como sistema republicano, es
decir, en una forma de gobierno caracterizada por la división de
poderes del Estado, "en el marco de un régimen político electivo,
representativo, alternativo y responsable". El titular de este modo
gubernamental es Presidente, de donde se deriva el concepto de
régimen presidencíaüsta.
En ese contexto, la nueva Constitución de la República del
Ecuador, como fuera bautizada por los constituyentes, proclama
como uno de sus principios fundamentales: "El Ecuador es un
Estado constitucional (...) democrático (...) Se organiza en forma
de república (...) (Art. 1). Al referirse a la "Participación y Organi-
zación del Poder" (Título IV) reconoce a la Función Legislativa
(Capítulo ü); a la Función Ejecutiva (Capítulo III), respecto de
ésta dice: "La Presidente o Presidente de la República ejerce la
Función Ejecutiva, es el Jefe del Estado y de Gobierno (...) (Art.
141); a la Función Judicial y justicia indígena (Capítulo IV); a la
Función de Transparencia y Control Social (Capítulo V); y a la
Función Electoral (Capítulo VI).
Con matices de diverso calibre, el régimen presidencialista es
consubstancial al desarrollo histórico de la etapa republicana del
Ecuador y al proceso constitucionalista del país, como se com-
prueba a través de las 19 cartas políticas que han sido aprobadas
desde el año 1830 hasta el año 2008.
1
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit, p. 839.
CAPÍTULO II; UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 145
4.1.2. Parlamentarismo
El sistema parlamentario tiene su origen en Inglaterra y es una
consecuencia de la evolución constitucional de ese país. La Carta
Magna de 1215 es el punto de partida histórico que diera paso a
la fijación de prácticas, ratificadas por la costumbre a través de
leyes dictadas posteriormente. El parlamento inglés tomó carácter
de órgano representativo y legislativo en el reinado de Eduardo 1,
en el año de 1295. Los monarcas empezaron a comprender que
no podían gobernar sin el acuerdo de la representación y nom-
braban a sus ministros de entre las personas que tenían acepta-
ción en la cámara. Después de la Revolución de 1688 esa práctica
convertiría a los ministros en delegados del parlamento. Nace, a
la vez, el bicameralismo: la de los Lores era hereditaria y aristocrá-
tica, la de los Comunes era electiva por el voto popular.
De la mano con los autores citados supra> recojamos algunos
conceptos y características del régimen parlamentario. Para Ber-
naschina "es una forma democrática representativa que no exclu-
ye las nuevas modalidades, como la iniciativa popular y el re-
feréndum (...). Las condiciones esenciales del gobierno parlamen-
tario son la existencia de partidos disciplinados y cohesionados, y
de un gabinete (-..)"í14, cuya fuerza mantiene de la mayoría parla-
mentaria, que es la que designa a los miembros del gabinete. Se
produce, en consecuencia, una suerte de fusión parlamento-
ejecutivo.
Biscaretti, por su parte, nos ilustra acerca de la forma de gobierno
parlamentaria, como él la denomina. Destaca que es el modo
gubernamental hasta hoy más extendido en Europa Occidental,
con sus versiones monárquica y republicana, en uno y otro caso -
dice- "el ejecutivo aparece igualmente diferenciado en dos sec-
ciones bien separadas, a saber: un jede de Estado políticamente
1
BISCARETTI DI RUFF1A, Paolo, Demho Constitucional, op. cit., p. 320.
 146 PENSAMIENTO POLÍTICO
irresponsable (funciones formales) y un gabinete (constituido por
ministros) que traza la orientación política, es responsable frente
al Parlamento y debe dimitir cuando ha percudo confianza"115.
Distingue, asimismo, entre: a) Gobierno parlamentario clásico (se
tiende a mantener una constante colaboración entre el legislativo
y el ejecutivo), con sus versiones inglesa, la una, y la europea oc-
cidental, la otra; y, b) Gobierno parlamentario racionalizado, que
aparece en las constituciones adoptadas en la primera posguerra
mundial, sustentada en criterios técnicamente jurídicos. Respecto
a esta versión la reagrupa en dos sectores diferentes: i) De ten-
dencia directorial, con reforzamiento de la posición parlamenta-
ria, como expresión directa del pueblo; y, ü) De tendencia presi-
dendalista, que surge "de la antitética de que se puede obtener
mayor garantía democrática reforzando la posición del presidente
de la república"116.
"La República es parlamentaria -define Borja-: a) Si el jefe del
Estado, que también ostenta el titulo de presidente, está desvin-
culado de la administración pública y participa en ella sólo indi-
rectamente a través del nombramiento del primer ministro y del
gabinete; b) Si son éstos los órganos superiores de la administra-
ción; c) Si el gabinete es un órgano previsto constitucionalmente
y posee atribuciones específicas; d) Si el Parlamento, a más de las
funciones propiamente legislativas, tiene atribuciones políticas,
judiciales y administrativas; yj e) Si la permanencia de los minis-
tros de Estado depende de la confianza de la mayoría parlamen-
taria"7.
En síntesis, sobre la base de las concepciones expuestas, este
modo gubernamental parlamentario se distingue en cuanto los
poderes inherentes a la función ejecutiva que están repartidos
entre el presidente de la República, el primer ministro y el gabine-
" s lbfdcm,p. 245.
ll6
Ibidem,p. 251.
117
BORJ A CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia dt la Política, op. cit., p. 838.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 147
te. El centro de gravedad política está en el Parlamento. El presi-
dente de la República es el jefe del Estado pero no del Gobierno,
que es una función confiada al primer ministro.
4.1.3. Monarquía constitucional
La extensa y compleja historia de la humanidad registra, en el
transcurso del tiempo, cambios no exentos de dramatismo y
horror frente al impulso de ideas transformadoras y, para nuestro
estudio, el avance del constitucionalismo tras del cual se ubican la
democracia y el republicanismo.
Hacia atrás, es harto conocido que la monarquía, como forma de
gobierno, es el régimen político más antiguo, y que semántica-
mente es el gobierno de uno. De ese modo la monarquía absoluta
se la ejercía a título hereditario y vitalicio, con facultades incluso
derivadas del Derecho Divino; mando político que le daba poder
sobre los hombres (subditos) y los bienes (patrimoniales).
De allí hasta el presente, las monarquías han debido ajustar su
concepción y formas a las nuevas realidades del sistema político
general. Hoy hablamos de las monarquías constitucionales como
una de las formas o modos gubernamentales. Borja la define
como "aquella en la que el monarca, como jefe de Estado, tiene
poderes limitados y reglamentados por la ley constitucional (...) el
monarca es el símbolo del Estado y encarna las rancias tradicio-
nes de su pueblo, sus atribuciones no sólo están sometidas a la
ley sino que se reducen a lo meramente formal y cerernoniaT*18.
Añade que la monarquía constitucional "se inspira en un sistema
de gobierno en el que se conjugan las viejas tradiciones monár-
quicas con la soberanía popular".
Ibídcm, p. 654.

148 PENSAMIENTO POLÍTICO
En ese sentido encontramos que hay una clarísima coincidencia
conceptual con los estudios y análisis que, al respecto, desarrolla
Bernaschina2", en cuyo núcleo de su pensamiento reitera que "el
poder del rey está restringido por una Constitución, por normas
jurídicas".
Cabe destacar que, ordinariamente, este modo gubernamental
monárquico constitucional, está organizado sobre la base parla-
mentaria, lo cual ha dado lugar para que se admita la existencia de
las llamadas monarquías parlamentarias, así como también las
denominadas monarquías presidenciales que, en síntesis, combi-
nan la estructura monárquica formal con el ejercicio del poder
político emanado de la voluntad popular para la nominación del
jefe de gobierno y, a través de éste, la designación de los miem-
bros del gabinete ministerial.
-V-
5. Expresiones de cambio: revolución, rebelión y golpes de Estado
La naturaleza social, como ha quedado definido, tiene un elemen-
to dialéctico consustancial a su propio ser, lo que hace que ésta
esté en permanente cambio. Los cambios, que no son más que
proyecciones mecánicas de los individuos, van generando, con el
tiempo, situaciones que el imaginario colectivo transforma en
hecho, y que pueden traducirse en cambios institucionales, cuan-
do se utiliza las instituciones previstas en el Estado de Derecho
para que el andamiaje jurídico y político se adapte a esta nueva
realidad; o, de hecho, que tiene varias expresiones, entre ellas: la
revolución, la rebelión y los golpes de Estado.
' BISCARETTI DI RUFF1A, Paolo, Derecho Constitucional, op. CÍL, pp. 282 y ss.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 149
5.1. Definiciones y alcances conceptuales
En el entendido que estos tres fenómenos de cambio constituyen
una articulación de la dinamia individual y social frente a la reali-
dad que tienen que enfrentar, existen diferencias sustantivas entre
los mismos, aunque los resultados de éstos nos vuelva a ubicar en
la situación que, desde un inicio, provocó el cambio. En este
punto, conviene recordar las palabras de «Eugenio Espejo»,
cuando usando el arte del grafiti señaló: "último día del despo-
tismo, y primero de lo mismo".
5.1.1 Rebelión
En términos generales, la rebelión es una manifestación de recha-
zo a la autoridad, que puede ir desde la mera desobediencia civil
hasta un intento organizado y armado para destituir a dicha auto-
ridad establecida. En este ejercicio de conceptualizar, la rebelión
suele asimilarse al de sedición, que debe entenderse como un
grado menor de rebelión; así como con el motín, que se utiliza
frecuentemente en el ámbito castrense y en especial el marino,
como una rebelión localizada o una unidad o barco, pero tam-
bién como otro un término más genérico"0.
Los conceptos que tienen analogía semántica son la revuelta y el
levantamiento. Al respecto, se sostiene también que "(...) es un
movimiento insurgente de espectro limitado, que no persigue -
como la revolución- la transformación de la organización social
desde sus cimientos sino solamente la sustitución de los gober-
nantes.""1
Borja añade los criterios de Ortega y Gasset, quien al hablar de
esto señala que la "(...) revolución es la insurgencia de los hom-
I20
JARY, David & JARY, Julia, Collins Dútionary Soao/<%y, Harper-Collíns Publisbers,
Londres, Inglaterra, 1995, p. 548.
"' BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia lie la Política, op. cit., p. 817.
 ISO PENSAMIENTO POLÍTICO
bres contra los usos, mientras que la rebellón es su alzamiento
contra los abusos"1". Esta diferencia, que no es meramente
semántica, determinan el alcance real de cada uno de estos fenó-
menos sociales, implicando la revolución un objetivo ideológico
de modificar el andamiaje jurídico, la estructura institucional, el
régimen vigente y las bases fundamentales del Estado; mientras
que la rebelión, sólo pretende buscar el cambio epidérmico y/o
visible de la situación que provocó el descontento, en definitiva,
busca cambiar los actores gubernativos, sin tocar la realidad insti-
tucional y jurídica del Estado.
5.1.2 Revolución
Partiendo del concepto literal de la palabra revolución, que hace
alusión a la vuelta completa de una pieza móvil alrededor de un
eje o del movimiento supuesto de un plano alrededor de uno de
sus lados para engendrar un sólido1" y, haciendo de este una tras-
polación sociológica, se infiere que la "(...) revolución es, por
tanto, un movimiento axial que entraña un cambio institucional y
no simplemente personal en la organización del Estado. Esto
significa que la transformación revolucionaría no se satisface con
la mera sustitución de unas personas por otras en el ejercicio del
poder -como ocurre con la rebelión- sino que busca la modifica-
ción estructural de la organización social. Por eso la revolución,
en la medida en que se propone una profunda reorganización de
la estructura organizativa del Estado, implica un cambio de natu-
raleza institucional, mientras que la rebelión, que solamente per-
sigue la sustitución de los titulares del gobierno, supone un cam-
bio de carácter personal en el Estado"2".
Establecido que la revolución es el cambio o transformación
radical y profunda respecto al pasado inmediato; éstos se pueden
m
lbídem,p. 8! 7.
113
GARCÍA-PELAYO y GROSS, Ramón, Pequeño LAROUSSE Ilustrado, Editorial La-
rousse, Buenos Aires, Argentina, 1964, p. 903.
"4 BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit-, p. 847.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 151
producir en varios ámbitos al mismo tiempo, tales como econó-
micos, culturales, religiosos, políticos, sociales, militares, etc. Los
cambios revolucionarios han de percibirse como súbitos y violen-
tos, como una ruptura del orden establecido o una discontinui-
dad evidente con el estado anterior de las cosas, que afecte de
forma decisiva a las estructuras. Si esto no ocurriese, debería
hablarse de evolución, una transición o de una crisis. Si lo que
falta es su carácter trascendental, debería hablarse mejor de una
revuelta.
Las revoluciones son consecuencia de procesos historíeos y de
articulaciones sociales, de modo que para que una revolución
exista es necesaria la construcción de intereses nuevos, básica-
mente antagónicos a los existentes, que intenten sobreponerse a
las estructuras existentes. En este sentido, la revolución política
dista de la revolución social, ya que la primera busca, como se ha
anotado, alterar la forma de gobierno y el sistema político en sí,
mientras que la otra, no modifican las estructuras de la propie-
dad2".
Entre 1763 y 1848 en Europa y en América se registran revolu-
ciones, como resultado de un proceso dialéctico de cambio en los
modos de producción, pasando del feudalismo al nuevo modo de
acuerdo a la época, el capitalismo. Durante este periodo se senta-
ron las bases para la expansión de formas de propiedad, de la
misma manera se superaba el estado Absolutista para asentar
nuevos Estados Nacionales en términos de ciudadanía y merca-
do2".
Pero este período mencionado no es exclusivo, el primer ciclo de
revoluciones que comenzó en los Países Bajos del Norte (Holan-
da) data del siglo XVI, para luego seguir con la revolución inglesa
115
PERRGAU-SAUSSINE, Emile, Les tibémuxface aux ñvolutiom: 1688, 1789, 1917, 1933,
Editorial Picare!, París, Francia, 2005, p. 181.
"* MOLNAR, Thomas, La fontrarrevoiuáón, Unión Editorial, Madrid, España, 1975.
 152 PENSAMIENTO POLÍTICO CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 153

en el siglo XVII, razón por lo que, la mención al año de 1848 i Instauración de la República de ¡
solo representa una de las fases de la revolución. Alemana 1918 Weimar por una revolución obrera
:

contra el Kaiser.
Desde una visión política, dos son los conceptos centrales que
permiten comprender un cambio de tipo revolucionario: a) El Respuesta al golpe de estado del 18
crecimiento; y, b) El desarrollo. Conceptos que fueron histórica- de julio de 1936 contra la Segunda
mente considerados como análogos, pero que en lo sustantivo Española 1936 República Española. Su compo-
tienen diferencias en razón de lo cuantitativo y cualitativo, respec- nente social tuvo elementos
tivamente. marxistas y anarquistas.

Derrocamiento de la dictadura de
Por razones pedagógicas y sin dejar de advertir aquello señalado Guatemalteca 1944 Jorge Ubico. Abre un período de i
supra respecto de que las revoluciones ya existieron previas a los reforma agraria y social.
períodos mencionados, vale revisar el listado cronológico de re- •ArtX^frs^s^^^^ws^^ .---^^^

voluciones que se han registrado en el siglo XX, siendo las más 1954- Guerra revolucionaria de indepen-
Argelina
significativas: 62
•~^>™-~°-™°>*^~-°'
dencia colonial contra Francia.
Período intermedio entre la dicta- \
| País Año Observación Dominicana 1965 dura de Trujillo y la presidencia de j
Balaguer.
Rusia 1905 Fallida revolución burguesa-liberal i
con socialistas contra el Zar Ni- \ Revueltas estudiantiles y de traba- •
colas u. Mayo francés | 1968 ¡adores contra el gobierno de Char-
i-J*~~~~nitJtiMñM«™a"M"™a^M"

les de Gaulle.
Mexicana 1910 Derrocamiento del dictador Porfi- j
rio Díaz, llegada al poder de Fran- ; Derrocamiento de la dictadura
cisco I. Madero. conservadora portuguesa por parte i
De los Clave-
Xinhai 1911 1974 del ejército y distintos partidos ;
Desbaramiento del gobierno de la ¡ les
políticos, con presencia mayoritaria
dinastía Qing y creación de la Re-
de la izquierda.
pública de China.
* Indonesa ! 1998 : ;! Caída del dictador Suharto.
Derrocamiento del Zar y sustitu- •-. (fr,*!^?!*!*/*^??,*?^*!^^
ción por un gobierno con elemen- Bolivariana 1999 Venezuela.
feb-
tos liberales y del movimiento < -W.-.V» aHiamaiafU. <¡n
De febrero oct- Proclama realizada por el econo-
obrero (Kerenski), que mantiene a
1917 Ecuatoriana 2006 : mista Rafael Correa, al ganar las i
Rusia en el bando aliado de la Pri-
mera Guerra Mundial. : elecciones y ofrecer cambios es- i
•-IH-I--T----I---I-H- •---'— irir-rn
 154 PENSAMIENTO POLÍTICO
tructurales en el Estado ecuatoria-
no. Su peculiaridad es la ausencia
de violencia en términos de con-
frontación bélica.
Fuente: cuadro preparado con base al libro de Arendt, Hannah -
Revista de Occidente: Sobre la revolución (Alianza Editorial)
Madrid, España 1999
Golpe de Astado
"Esta expresión es k traducción castellana de coup d'Etat, tan en
boga en la literatura política francesa a partir del libro de Gabriel
Naudé Comidérations potinques sur le Coup d'Etat, publicado en 1639.
La amplia significación que el escritor francés dio a esta expresión
fue la de un acto realizado por el gobernante para reforzar su
propio poder'1"7.
Así, podemos decir que un golpe de Estado es la toma del poder
político de un modo repentino y violento, por parte de un grupo,
vulnerando la legitimidad institucional establecida en un Estado,
es decir, las normas legales de sucesión en el poder vigente. Se
diferencia de los conceptos revisados en los acápites anteriores
como los de revuelta, motín, rebelión, revolución o guerra civil.
Los golpes de Estado suelen articularse de dos formas: a) Golpe
de palacio o golpe palaciego, cuando la toma del poder es ejecu-
tada por elementos internos del propio gobierno, incluso de la
misma cúspide gubernamental; y, b) Golpe militar o castrense
(pronunciamiento militar), cuando la toma del poder es realizada
por miembros de las fuerzas armadas.
UORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia ¿e ¡a Política, op. cit., p. 468.
CAPÍTULO 11: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 155
Recientemente se escucha entre los científicos sociales el término
golpe de mercado que hace referencia a los cambios instituciona-
les producidos por presiones de grupos económicos, utilizando
mecanismos de desestabilización y caos en la economía128.
Históricamente, como ío señala el doctor Rodrigo Borja en su
"Enciclopedia de la Política", el concepto Coup d'Etat comenzó a
ser utilizado en Francia en el siglo XVIII, para referirse a una
serie de medidas violentas y repentinas tomadas por el Rey, sin
respetar la legislación ni las normas morales, con el fin de des-
hacerse de sus enemigos, bajo el criterio real de mantenimiento
de la seguridad del Estado o el bien común. En este sentido ori-
ginal, el concepto era muy similar a lo que se denomina en la
actualidad "autogolpe", es decir el desplazamiento de ciertas au-
toridades del Estado, por parte de la autoridad suprema.
El término acuñado en el siglo XVIII, fue tomando característi-
cas diferenciadas en el siglo XIX, ampliando su significado e in-
cluyendo como elemento de este fenómeno, una acción violenta
de un componente del Estado, por ejemplo las fuerzas armadas,
con el fin de desplazar a la cabeza del Estado. Este concepto se
yuxtapone al tiempo de diferenciarse al de revolución; para el
siglo XX, a partir de la década de los treinta, tras la publicación
del libro denominado "Técnicas del Colpo di Stato" de Curzio
Malaparte y Gómez de la Serna, el uso generalizado del término
golpe de Estado en su acepción moderna circunscribía las accio-
nes llevadas a cabo por el fascismo y el nazismo219.
El concepto de Malaparte y Gómez de la Serna, no sólo se apli-
caba a una operación ejecutada por integrantes del Estado, sino
"' SLATOPOLSKY CANTIS, Mario, La caída de los tres gobiernos rameales. Editorial Centro
de Estudios Unidos para la Mayoría, Buenos Aires, Argentina, 1995, p. 102.
"* MALAPARTE, Curzio y GÓMEZ DE LA SERNA, Julio, Técnica del golpe de Esta-
do: Bonapane, Leiiin, Truisky, Mussuliru, Hitler, Kapp, Pilsudski, primo de Rivera,
Ediciones Ulises, Madrid, España, 1931.
 156 PENSAMIENTO POLÍTICO
también por poderes civiles, que mediante la desestabilización del
gobierno a través de acciones orientadas a generar caos social,
provocan su caída y acceden al poder. Estos autores establecen
una diferencia sustancial entre golpe de Estado, guerra civil y
revolución, donde esencialmente el uso de la sorpresa y la escasa
duración de las operaciones, reducen "al mínimo el tamaño y la
intensidad de la confrontación armada"230.
Samuel Finer, en 1962, en su obra "The Man on Horseback: the
role of the military in politics" aporta elementos importantes en
la evolución del concepto de Golpe de Estado, donde conside-
rando a los miembros castrenses, llega a distinguir cuatro niveles
de presión sobre el Estado:
1. Presión sobre el gobierno o los parlamentarios, para in-
fluir a favor de sus intereses;
2. Reclamos al gobierno o el parlamento bajo aviso de que,
en caso de no ser aceptados, procederán a realizar accio-
nes dañinas;
a. Finner considera este nivel como extorsión ilegítima.
b. Finner sostiene, aún sin que el gobierno cambie, que
esta situación podría dar lugar a un "golpe de Estado
tácito", en la que el gobernante toma las decisiones
que le impone el grupo de presión.
3. Uso de la violencia o amenaza de violencia para reempla-
zar al gobierno civil, por otro gobierno civil; y,
4. Uso de la violencia o amenaza de violencia para reempla-
zar al gobierno civil, por un gobierno militar.
De éstos, Finer considera "legítimo" sólo al primero. La disquisi-
ción que hace Finner de la legitimidad está ligada a su naturaleza
Ibídem.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 157
"idealista" y el fin deontológico de la "recta intención" que pro-
voca el rompimiento del Estado de derecho.
En el curso del siglo XX, el golpe de Estado se articuló a través
de la intervención militar, desplazando por la fuerza al gobierno
establecido; sin embargo, y sobre todo a partir del fin de las dic-
taduras latinoamericanas -década de los ochenta-, los golpes de
Estado han ido adoptando formas más complejas y menos evi-
dentes, mediante técnicas de desestabilización económica -véase
supra: golpe de mercado- y generación de climas de caos social,
que pueden ser agudizados mediante el uso de los medios de
comunicación social.
Características
El golpe de Estado lo puede provocar un grupo armado, fuerzas
armadas sublevadas o fuerzas civiles y militares sublevadas; por
definición, se produce contra cualquier gobierno, autoritario o
no, y puede buscar instaurar cualquier otro diferente, también
autoritario o no. Sin embargo, el sentido peyorativo que se aplica
al término golpe de Estado hace que se utilice en la mayor parte
de las ocasiones para referirse a intentos de instauración de dicta-
duras.
Este ataque a la legalidad y soberanía -la discusión más compleja
es sobre la legitimidad de dicho acto- implica la retención y viola-
ción de los organismos que funcionalmente administran tanto la
legalidad -función judicial- como la soberanía -función legislati-
va-. Este proceso, ya que el golpe de Estado es un medio, habi-
tualmente suele ir aparejado con acciones tendientes al control de
los medios de comunicación, la prohibición de cualquier tipo de
oposición y la suspensión del Estado de derecho, al menos tem-
poralmente.
 158 PENSAMIENTO POLÍTICO
También resulta sustantivo destacar la existencia de golpes de
Estado técnicos, «que suelen aparecer cuando subsisten las autori-
dades, el parlamento, el poder judicial y el sistema legal en gene-
ral, pero por una acción de desacato de tipo extorsiva de un gru-
po poderoso -poderes fácticos- la autoridad legal se ve menosca-
bada, y ese grupo poderoso logra que las autoridades adopten
ciertas decisiones que los favorecen.
Conviene, al igual que en el caso de las revoluciones, mirar un
listado de este fenómeno en el siglo XX, así tenemos:
Alemania 1923 Golpe de Estado fallido de
AdolfHitler. ;
Argentina 1930 Golpe de Estado. Derrocamien-
to del gobierno de Hipólito
¡ 1925
Yrigoyen.
1943 Golpe Militar encabezado por i
Arturo Rawson. Derrocamiento
del gobierno fraudulento de
Ramón Castillo.
1955 Golpe de Estado. Derrocamien-
to del gobierno de Juan Domin-
go Perón.
1962 Golpe Militar. Derrocamiento
del gobierno de Arturo Frondizi
1966 Golpe Militar. Derrocamiento
del gobierno de Arturo Umber-
to Illia.
1976 Golpe Militar. Derrocamiento
del gobierno de María Estela
Martínez de Perón.
Birmania 1962 Golpe Militar.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 159
Brasil 1964 Golpe Militar. Derrocamiento •
del gobierno de Joao Goulart. ;
Se inicia una dictadura que du-
rará hasta 1985.
Bolivia 1970 Golpe de Estado, seguido rápi-
damente por un contragolpe de
los izquierdistas.
| 1980 j Golpe de Estado.
Bulgaria 1944 Golpe de Estado con el apoyo
del régimen soviético.
Chile 1924 Golpe de Estado. Se instala una
¡unta de gobierno, presidida por
Luis Altamirano, que disuelve el ;
Congreso Nacional.
Golpe de Estado que derroca a
la junta de gobierno presidida
por Luis Altamirano, a la espera
del regreso del presidente cons-
titucional Arturo Alessandri
Palma, se instala una junta de
gobierno.
1932 Golpe Militar.
1973 Golpe de Estado. Derrocamien-
to del gobierno de Salvador
Allende e inicio del régimen
militar.
; Cuba 1952 Golpe de Estado. Asume Ful-
gencio Batista.
Golpe de Estado contra la dic-
1959
tadura de Fulgencio Batista por
tropas guerrilleras dirigidas por
Fidel Castro, Eloy Gutiérrez
Menoyo y otros.
 160 PENSAMIENTO POLÍTICO CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 161

Colombia i
1953 Golpe Militar. Asume el general i j ! un segundo Golpe de Estado.
• Gustavo Rojas Pinilla quien fue ; 1968 Golpe de Estado. Establece el \
derrocado en 1957. control del Partido Ba'ath.
Corea del Sur 1961 Golpe Militar. Chung Hee asu- Libia 1969 Golpe de Estado. Muammar al- ;
me como Presidente. Gadafí derroca el régimen
1979 Golpe Militar. Chun Doo-hwan ¡ monárquico.
asume la Presidencia. México 1913 Golpe de Estado de Victoriano \
El Salvador 1944 Golpe de Estado. Derrocando Huerta.
al dictador militar Maximiliano Nicaragua 1947 Golpe de Estado. El general
Hernández Martínez con la Anastasio Somoza García de-
famosa huelga de brazos caídos. rroca al Presidente Leonardo
1979 j Golpe de Estado. Arguello Barrero el 26 de mayo.
Ecuador 1963 Golpe Militar. Panamá 1931 Golpe de Estado en contra el
1972 Golpe Militar. presidente Florencio Harmodio
Arosemena, por parte de Ac-
Egipto 1952 Golpe Militar.
ción Comunal quien logran
España 1923 Golpe de Estado de Primo de derrocar e imponer a Ricardo J.
Rivera. Alfaro.
1936 Golpe de Estado en contra del 1968 Golpe Militar. El alto mando de
1
Gobierno de k II República, la Guardia Nacional derroca a
que dio inicio a la Guerra Civil Arnulfo Arias.
Española. El ejército sublevado,
Paraguay 1954 Golpe militar. Asume el dicta-
conducido por el general Fran-
dor Alfredo Stroessner quien se
co, sume al país en una dictadu-
mantendrá en el poder hasta
ra tras vencer en el conflicto en
1989.
1939.
1989 Golpe de Estado. Derrocamien-
Fiji 2000 Golpe Militar.
to del gobierno de Alfredo Stro-
Ghana 1966 Golpe Militar. essner por Andrés Rodríguez
Grecia 1935 Golpe de Estado. Pedotti.
1967 Golpe Militar. 1 Pakistán 1999 | Golpe Militar.
Imperio Otomano 1913 Golpe de Estado de los Jóvenes i Perú 1914 Golpe Militar, Osear R. Benavi-
Turcos. des derroca a Guillermo Billing-
Iraq [1903 | Golpe de Estado seguido por i hurst.
 162 PENSAMIENTO POLÍTICO CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 163

1919 Golpe de Estado, Augusto Le- ; Siria 1 1963 ! Golpe Militar . ¡

guía derroca a José Pardo y Ba- Tailandia | 1947 i Golpe de Estado.
rreda. Turquía 1960 1 Golpe Militar.
1929 Golpe Militar, Luis Miguel 1
1971 | Golpe Militar.
Sánchez Cerro derroca a Augus- 1980 ! Golpe Militar. ;
to Leguía.
Uruguay 1933 Golpe de Estado de Gabriel
1948 Golpe Militar. Manuel A. Odría i
Terra.
derroca a José Luis Bustamante
1973 Golpe de Estado. Juan María
y Rivero.
Bordaberry disuelve la Asam-
1962 Golpe Militar. Rjcardo Pérez blea General con el apoyo de las
Godoy derroca a Manuel Prado Fuerzas Armadas. Se inicia una
Ugarteche. dictadura que durará hasta el 1
1963 Golpe Militar. Nicolás Undley : de marzo de 1985.
López derroca a Ricardo Pérez Venezuela 1945 Golpe de Estado en contra Isa-
Godoy. ías Medina Angarita por parte
1968 Golpe Militar. Juan Velasco de Acción Democrática y el
Alvarado derroca a Fernando ' ejército.
Belaúnde Terrv. Vietnam del Sur 1963 Golpe Militar. Derrocamiento
1975 Golpe Militar. Francisco Mora- i del gobierno de Ngo Dinh
les Bermúdez derroca a Juan ; Diem.
Velasco Alvarado. 1964 Golpe Militar. Derrocamiento
1992 Auto-golpe en Perú. Alberto del gobierno de Duong Van
Fujimori disuelve el Congreso Minh.
de la República. Ftientes: ver Bibliografía
Portugal 1974 Golpe Militar. Se conoció como
la Revolución de los Claveles. -VI-
Polonia 1926 Golpe de Estado de Józef
Pitsudski. 6. Filosofa e ideología política
;
República Domi- 1963 Golpe Militar. Derrocamiento
nicana del presidente Juan Bosch. 6.1. Filosofa política
República De- 1965 Golpe Militar liderado por Mo-
mocrática de Con- butu Sese Seko. El estudio de las cuestiones fundamentales del Estado, el gobier-
go (Zaire) no, la política, la libertad, el derecho, la propiedad, entre otros, lo
 164 PENSAMIENTO POLÍTICO
aborda la denominada filosofía política, respondiendo a pregun-
tas tales como: ¿qué son?, ¿por qué son necesarios?, ¿qué hace a
un gobierno legítimo?, ¿qué derechos y libertades debieran prote-
gerse y por qué?, ¿qué forrrias debieran adoptarse y por qué?,
¿qué es el derecho, y qué obligaciones tienen los ciudadanos para
con un gobierno legítimo, cualquiera sea éste?, y ¿cuándo puede
derrocarse como parte de la expresión de la voluntad mayoritaria
y acto legítimo?
Asimismo, la filosofía política hace referencia, en el argot y cono-
cimiento popular, a una ética, creencia o actitud específica; sin
embargo, los fundamentos de la filosofía política han variado a
través de la historia. Así, para los griegos la ciudad era el centro y
fin de toda actividad política; en el Medioevo, toda actividad polí-
tica se centra en las relaciones que debe mantener el ser humano
con el orden dado por Dios; a partir del Renacimiento, la política
adopta un enfoque básicamente antropocéntrico; y, en la actuali-
dad la dimensión se ha ampliado a esferas superiores, más allá del
análisis ontológico y aproximándose más bien hacia una visión
ideológica de esta actividad.
Contrariamente a lo que indica el saber convencional, la recupe-
ración de la filosofía política depende en gran medida de su capa-
cidad para absorber y asimilar ciertos planteamientos teóricos
fundamentales que sólo se encuentran presentes en el corpus de la
teoría marxista"1.
La filosofía política se articula no sólo a través del estudio por-
menorizado de los diferentes pensadores de esta área del saber,
como son Auguste Comte, Emile Durkheim, Alexis Tocqueville,
William Edward Burgardt Du Bois, Karl Marx (Escuela de
Francfort) e incluso Michel Foucault; entre otros de gran enver-
"' INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS, en Rmüía de Estudios Políiicos, Editorial
Instituto de Estudios Políticos, Madrid, España, 1979, pp. 170; 236.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 165
gadura tanto contemporánea como antigua, sino que responde a
un ejercicio dialéctico más complejo que busca explicar fenóme-
nos políticos e instituciones gubernativas dentro del gran obje-
to/sujeto que constituye el Estado y su elemento subjetivo, la
sociedad.
Esta visión tiene como propósito no sólo conocer sino también
transformar la realidad en función de algún ideal que sirva para
guiar la nave del Estado al puerto seguro de la "buena sociedad".
Los debates en torno a este último han sido interminables, y lo
seguirán siendo en todo el futuro previsible: desde \^.polis perfec-
ta diseñada por Platón en La República hasta la prefiguración de la
sociedad comunista, esbozada en grandes trazos por Marx y En-
gels en la segunda mitad del siglo XIX, pasando por la Ciudad de
Dios de San Agustín, la supremacía del Papado consagrada por
Santo Tomás de Aquino, los contradictorios perfiles de la Utopía
de Tomás Moro, el monstruoso Leviatán de Hobbes, y así sucesi-
vamente.
Lo que parecería haber estado fuera de debate en la fecunda tra-
dición de la filosofía política es que su propio quehacer no puede
ser indiferente ante el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo verda-
dero y lo falso, cualesquiera que fuesen las concepciones existen-
tes acerca de estos asuntos"2.
Lo anterior es pertinente en la medida en que en los últimos
tiempos ha venido tomando cuerpo una moda intelectual por k
cual la filosofía política es concebida como creencia metafísica -
de modo que lo único de lo que podemos estar seguros es de k
existencia de nuestra propia mente-, de una realidad que aparen-
temente es incognoscible y puede no ser más que parte de los
estados mentales del propio yo, orientada a fabricar o imaginar
231
BORÓN, Alilio, Teoría y filosofía potinca: La tradición clásica y las HUÍVOS fronteras, Editorial
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina, 1999, p. 23.
 166 PENSAMIENTO POLÍTICO
infinitos "juegos de lenguaje", "redescripciones pragmáticas" o
ingeniosas estratagemas hermenéuticas encaminadas a proponer
un inagotable espectro de claves interpretativas de la historia y la
sociedad.
Si miramos desde este punto de vista, la filosofía política deviene
en la actitud contemplativa de un sujeto epistémico cuyos racio-
cinios pueden o no tener alguna relación con la vida real de las
sociedades de su tiempo. En este sentido, se afirma que "...Nadie
debería exigirle a un filósofo político que sea un consumado eco-
nomista, pero una mínima familiaridad con las circunstancias de
la vida real es un imperativo categórico para evitar que la laborio-
sa empresa de la filosofía política se convierta en un ejercicio
meramente onanístico""3.
Esta manera de entender a la filosofía política concluye con un
divorcio fatal entre la reflexión política y la vida político-práctica,
al dejar entrever la indiferencia ante la naturaleza existente de la
organización política y social, en la medida en que ésta es cons-
truida como un texto sujeto a infinitas interpretaciones -todas
relativas- y de las cuales ningún principio puede extraerse para ser
utilizado como guía para la construcción de una sociedad mejor.
La filosofía política deja de ser una actividad "teórico-práctica"
para devenir en un quehacer meramente contemplativo, una des-
apasionada y displicente digresión en torno a ideas que le permite
al supuesto filósofo abstenerse de tomar partido frente a los agó-
nicos conflictos de su tiempo y refugiarse en la estéril tranquilidad
de su prescindencia axiológkra"4.
BOSOEiR, Fabián y NAISHTAT, Francisco, Filosofía y Política a fin de Siglo, (Suplemento
Dominical de El Clarín), Buenos Aires, Argentina 1998, pp. 8-9.
1
MARX, Karl y ENGELS, Friedrich, La Sagrada Familia, Editora Política, La Habana,
Cuba, 1965. "La expresión abstracta y trascendente del estado de cosas existente".
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 167
En este punto, hay que dejar en claro que el problema de la filo-
sofía política es que no puede, sin traicionar su propia identidad,
prescindir de enjuiciar a la realidad mientras eleva sus ojos al cielo
para meditar sobre vaporosas entelequias. Los principales autores
de la historia de la teoría política elaboraron modelos de la buena
sociedad a partir de los cuales valoraron positiva o negativamente
a la sociedad y las instituciones políticas de su tiempo. Algunos de
ellos también se las ingeniaron para proponer un camino para
acercarse a tales ideales.
En este sentido "(..,) las metamorfosis de la crítica en aprobación
no dejan inmune ní siquiera el contenido teórico, cuya verdad se
volatiliza"235. La complaciente función que desempeña la filosofía
política convencional es el seguro pasaporte hacia su obsolescen-
cia, y pocas concepciones teóricas aparecen tan dotadas como el
marxismo para impedir este lamentable desenlace.
Ahora bien: lo que queremos señalar aquí es que las diversas
teorías que se construyen a partir de las premisas del posmoder-
nismo comparten ciertos supuestos básicos situados en las antí-
podas de los que animan la tradición de la filosofía política, co-
menzando por un visceral rechazo a nociones tales como "ver-
dad", "razón" y "ciencia""6. Estos conceptos fueron y aún son,
en su formulación tradicional, objeto merecido de una crítica
radical por parte del pensamiento marxista al desenmascarar sus
límites y sus articulaciones con la ideología dominante. En el
racionalismo que prevaleciera desde los albores del Iluminismo, y
que luego habría de ser mortalmente atacado por la obra de
Marx, Freud y en menor medida Nietzche, los tres conceptos
aludían a realidades eternas e inconmovibles, situadas más allá de
HORKHEIMER, Max y ADORNO, Theodor, Dialéctica delIfaminismo, Editorial SUR,
Buenos Aires, Argentina, 1969, p. 8.
MORROW, Raymond y TORRES, Carlos, Social Theory añil Educarían. A atácjHe oftbeories
of social and cultural reproducción, editado por SUNY Press, Albany, Estados Unidos,
1995,p. 413.
 168 PENSAMIENTO POLÍTICO
las luchas sociales y de los intereses de las clases en conflicto. En
la apoteosis positivista de la Ilustración, "Verdad", "Razón" y
"Ciencia" se escribían así, con mayúsculas, denotando de este
modo la supuesta supratemporalidad de fenómenos a los cuales
se les atribuía rasgos metasociales. Fue precisamente Marx el
primero en socavar irremediablemente los cimientos del credo
iluminista al instalar la sospecha en contra del optimismo de la
Ilustración, desnudando la naturaleza histórico-social de la men-
cionada trilogía y proponiendo una novedosa epistemología que
rechazaba el absolutismo racionalista sin por eso caer en las
trampas del relativismo. Si un sentido tiene la obra de la Escuela
de Frankfurt, es precisamente el de haber transitado y profundi-
zado por el camino abierto por la critica marxiana, desmi tincando
la "Razón" del Iluminismo y poniendo al desnudo las contradic-
ciones que se desatarían apocalípticamente en nuestro siglo du-
rante el nazismo. Es por eso que nos parece oportuno aclarar que
el sentido asignado en este trabajo a las voces "verdad", "razón"
y "ciencia" para nada remite al consenso establecido por la domi-
nante filosofía anglosajona en relación a estos temas, y sobre
cuyas insanables limitaciones no habremos de ocupamos aquí.
Esto le permite a Christopher Morris señalar con cierto grado de
acierto que, el posmodernismo termina instaurando "una indife-
rencia terminal con respecto a los asuntos de verdad y false-
dad"2". En este punto recordar que "(...) por eso, cuando hablo
de filosofía política (...) siempre insisto en que lo que estoy tra-
tando de hacer es una filosofía pos metafísica. También podría
llamarla una filosofía política fdebok\ para retomar la expresión de
Vattimo. Es justamente pensar qué queda del proyecto de la filo-
sofía política una vez que se acepta realmente la contingencia,
cuando se acepta situarse en un campo posmetafísico (...). Una
filosofía política posmetafísica (...) consiste en formular argumen-
NORRIS, Christopher, Wbat's wrong ivith fwstmoelernisrx. Critica! Theorj and ihe Ends of
Philosopby, editado por The Johns Hopkins University Press, Baltimore, Estados Unidos,
1990,p.29.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 169
tos, formular vocabularios que van a permitir argumentar en tor-
no a la libertad, en torno a la igualdad, en torno a la justicia (...).
Lo que debe ser abandonado completamente es la problemática
de Leo Strauss acerca de la definición del buen régimen; eso es el
tipo de pregunta que una filosofía posmetafísica rechaza""8.
6.1.1. Evolución de la filosofa política
Conviene anotar en este punto que los principales filósofos polí-
ticos a lo largo de la historia es altamente aleccionadora, y permite
extraer una conclusión: que el oficio del filósofo político fue,
tradicionalmente, una actividad peligrosa.
Esta afirmación la hacemos ante la realidad vivida. Este tipo de
aproximación intelectual floreció siempre en tiempos de crisis, en
los que tanto la reflexión profunda y apasionada sobre el presente
como la búsqueda de nuevos horizontes históricos se convierten
en prácticas sospechosas, cuando no abiertamente subversivas,
para los poderes establecidos.
Hegel al respecto, en su obra "El buho de Minerva" que lo reco-
ge Barón en su obra con similar título, sostenía que éste "(-..) sólo
despliega sus alas al anochecer"139, que constituye una metáfora
que resume la realidad de la teoría política: "(...) ésta sólo avanza
dificultosamente por detrás del sendero abierto por la azarosa
marcha de la historia (...)""". Con esto en mente, veamos los prin-
cipales exponentes de la filosofía política:
23a JYTTILI, Antonella, "Pluralismo agonista: la teoría ante la política", en Revista internado-
nal lie Filosofía Política, N° 8, Madrid, España, 1996, pp. 146-147.
BORÓN, Atilo, Tras el buho df Minerva: Mercado contra demacrada en el capitalismo de fin de
siglo, editado por Fondo de Cultura Económica, México DF, México, 2000, p. 8.
BORÓN, Atilio, Teoría y filosofía política: La tradición clásica y las nuevas fronteras,
op. cit., p. 18.
 170 PENSAMIENTO POLÍTICO
— 399 aC: Sócrates es condenado a beber la cicuta por la "jus-
ticia" de la democracia ateniense.
387 aC: Platón: la marcada inestabilidad política de Atenas lo
obliga a buscar refugio en Siracusa. Disgustado con las ideas
de Platón, el tirano Dionisio lo apresa y lo vende como es-
clavo.
— 323 aC: Aristóteles fue durante siete años tutor de Alejandro
de Macedonia. En 325 AC el sobrino del filósofo es asesina-
do en Atenas. A la muerte de Alejandro surge un fuerte mo-
vimiento anti-macedónico, y amenazado de muerte, Aristó-
teles tuvo que huir. Un año después, la que muchos conside-
ran la cabeza más luminosa del mundo antiguo moría en el
exilio a los 62 años.
- 430: San Agustín muere en Hipona, en ese momento sitiado
por los vándalos.
— 1274: Tomás de Aquino, introductor del pensamiento de
Aristóteles en la Universidad de París (hasta entonces expre-
samente prohibido), muere en extrañas circunstancias mien-
tras se dirigía de Ñapóles a Lyon para asistir a un Concilio.
— 1512: Maquiavelo es encarcelado y sometido a tormentos a
manos de la reacción oligárquico-clerical de los Médici. Re-
cluido en su modesta vivienda en las afueras de Florencia,
sobrevive en medio de fuertes penurias económicas hasta su
deceso, en 1527.
1535: Tomás Moro muere decapitado en la Totre de Lon-
dres por orden de Enrique VIII al oponerse a la anulación
del matrimonio del rey con Catalina de Aragón.
1666: Exiliado en París durante once años, Tomás Hobbes
debió huir de esta ciudad a su Inglaterra natal a causa de
nuevas persecuciones políticas. En 1666 algunos obispos an-
glicanos solicitaron se le quemara en la hoguera por hereje y
por sus críticas al escolasticismo. Pese a que la iniciativa no
prosperó, a su muerte sus libros fueron quemados pública-
mente en el atrio de la Universidad de Oxford.
CAPÍTULO II: LINA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 171
— 1632-1677: Baruch Spinoza, perseguido por su defensa del
racionalismo. Expulsado de la sinagoga de Amsterdam.
Amenazado, injuriado y humillado, terminó sus días en me-
dio de la indigencia más absoluta.
Asimismo, sobresalen Jean-Jacques Rousseau, Tom Paine, Karl
Marx, Friedrich Nietzche y, en nuestro siglo, Antonio Grarnsci y
Walter Benjamín. En términos contemporáneos tenemos ajean
Baudrillard, Ronald Dworkin, Jurgen Habermas, Ernesto Laclau,
Chanta! Mouffe, Charles Taylor, Robert Nozick, John Rawls,
Richard Roríy, Francis Fukuyama.
No se puede dejar a un lado a Milton Friedman, quien con el
apogeo del neoliberalisrno, y habida cuenta de la extraordinaria
utilidad de sus teorías para legitimar la reestructuración regresiva
del capitalismo puesta en marcha a comienzos de los años ochen-
ta.
Con estos pensadores, en nuestro tiempo, la filosofía política se
transforma en un fecundo terreno para la atracción de espíritus
otrora inquietos, que poco a poco pasan de la discusión sobre
temas sustantivos -tránsito del feudalismo al capitalismo, la revo-
lución burguesa y el socialismo, entre otros- a concentrar su
atención en la sociedad ahora concebida como un texto interpre-
table a voluntad, en donde temas tales como la injusticia, la ex-
plotación y la opresión desaparecen por completo de la agenda
intelectual.
Sin embargo, no deja de ser menos cierto que según la lectura de
A. Barón "(...) la filosofía política en este momento de su deca-
dencia: por un lado, generar discursos tendientes a reafirmar la
hegemonía de las clases dominantes consagrando a la sociedad
capitalista y a la democracia liberal como la culminación del pro-
ceso histórico, al neoliberalisrno como la 'única alternativa", y al
'pensamiento único' como el único pensamiento posible; y, por el
 172 PENSAMIENTO POLÍTICO
otro, cooptar e integrar a la hegemonía del capital a intelectuales
originariamente vinculados, en grados variables por cierto, a los
partidos y organizaciones de las clases y capas subalternas, lo-
grando de este modo una estratégica victoria en el campo ideólo-
gico (...)"»'.
En este punto vale señalar que la filosofía política se encuentra en
un capiíis diminutium ante la formidable hegemonía ideológico-
política del neoliberalismo y el afianzamiento de la "sensibilidad
posmoderna", los cuales se combinaron para dar ímpetus a un
talante "antiteórico" fuertemente instalado en las postrimerías del
siglo XX.
Todo esto tuvo el efecto de potenciar extraordinariamente la
masiva capitulación ideológica de la gran mayoría de los intelec-
tuales, un fenómeno que adquirió singular intensidad en América
Latina. "En el clima ideológico actual dominado por el nihilismo
posmoderno y tecnocratismo neoliberal, ha estallado una abierta
rebelión en contra de la teoría social y política, y muy especial-
mente de aquellas vertientes sospechosas de ser herederas de la
gran tradición de la Ilustración""1.
Obviamente, "(...) la filosofía política, al menos en su formato
clásico, se convirtió en una de las víctimas predilectas de este
nuevo ethos dominante: cualquier visión totalizadora es desprecia-
da como un obsoleto "gran relato" o una ingenua búsqueda de la
utopía de la "buena sociedad"; metas éstas que desafinan con
estridencia en el coro dominado por el individualismo, el afán de
lucro y el egoísmo más desenfrenado""3
"' Ibídem, p. 20.
24í
lbídem,p. 21.
"3 S/N, "Paradigma", en Revista Política, Universidad Centroamericana "José Simeón
Cañas", Biblioteca Florentino Idoate, S.J-, San Salvador, El Salvador, 22-jul-2008, p. 73.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 173
6.2. Las Ciencias Políticas
Las Ciencias Políticas o Politología es una ciencia social que desa-
rrolla su campo de estudio tanto en la teoría como en la práctica
de políticas y la descripción y análisis de sistemas y comporta-
mientos políticos"*. Es un ejercicio racional, orgánico y esquemá-
tico que intenta apoyarse en los hechos de una realidad política,
alejándose de las valoraciones subjetivas del mismo; es decir,
estudiar sistemáticamente los fenómenos en el terreno de la polí-
tica; por lo que el estudio de la política se afinca en el método de
la observación. Las Ciencias Políticas no están referidas a lo que
debería ser la política como "tipo ideal"; esa área del pensamiento
político está reservada, como hemos visto, a la filosofía política.
Tampoco es el estudio de los elementos formales de la política,
como son sus normas, leyes, reglamentos, ordenanzas, etc., ya
que aquello le compete a la jurisprudencia.
La Ciencia Política tiene en cuenta el comportamiento político
efectivo y observable de las personas y las sociedades, así como
de sus estructuras y procesos. Sus niveles de teorización son el
descriptivo, el explicativo y el interpretativo"5.
En este punto vale recordar que durante la Revolución Industrial
y las revoluciones liberales del siglo XIX, nació la necesidad de
hacer crítica social a fin de evaluar y sopesar los cambios sociales
y políticos que sucedían. La preocupación por el cambio social, y
las olas provocadas por los avances en las ciencias naturales -
cuyas leyes comenzaban a ser traspasadas al campo social- logra-
ron imprimir el impulsó necesario para crear las Ciencias Sociales.
Como resultado, surgen la sociología, y más adelante las políticas
BADIA, Juan Ferrando, Rstudios de ciencia política, Editorial Tecnos, Madrid, España,
1982,p. 22.
MELLADO, Francisco de Paula, Enciclopedia moderna: Diccionario Universal de
I Jteratura, Ciencias, Artes, Agricultura, Industria j Comercio, publicado por Establecimiento
Tipográfico de Mellado, t. XVIIi, Madrid, España, 1832, p. 958.
 174 PENSAMIENTO POLÍTICO
que conjugaban el estudio de la sociedad como un organismo al
de la estructura jurídica y posteriormente, se provocó la unión
con la filosofía política.
Así pues, la Ciencia Política es una disciplina relativamente re-
ciente, cuyo nacimiento lo sitúan en el siglo XVI -cuando Nicolás
Maquiavelo separa la moral de la ética-. Empero, existían ya, des-
de la antigüedad, formas de organización política, como se ha
dejado señalado en el Capítulo Primero de esta obra, donde nació
la palabra 'política', denominada por los Griegos: polis; o bien el
aporte Romano con la Res Publica (cosa pública) que instauró la
igualdad en cuanto a los derechos políticos. En el Pensamiento
chino, el arte político databa de las 'escuelas confucianas'; donde la
administración pública es la más antigua, y que se conoció como
el 'mandarinato*"*.
Pero más de esta realidad, cabe señalar que el término Ciencias
Políticas fue acuñado en 1880, por Herbert Baxter Adams147,
aunque el verdadero desarrollo como disciplina científica se pro-
duce tras la segunda Guerra Mundial, cuando la filosofía política
y la jurisprudencia fueron amalgamadas para el análisis de la polí-
tica; vale recordar, sin embargo a Paul Janet"', que fue, según
246
Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana, Editorial Espasa Calpe, España,
1987, p. 592.
247
ADAMS, Herbert Baxter, Wifápedia,
(http://en.wikipedia.org/wiki/Herbea_Bax[cr_Adams), 10-nov-2008, 19h03. "(...)
(apr-16-1850; 30-ju-1901) was an American cducator and historian. Adarns was born in
Shutesbury, Massachusetts. He received his early training in the Amherst, Massachu-
setts public schools and Phillips Exeter Academy. He graduated from Amherst CoJlegc
in 1872, and rcceived the degrec of Ph.D. at Heidelberg, Germany, in 1870. He was a
feliow in history ac Johns Hopkins University from 1876 to 1878, associatc from 1878
to 1883, and was appointed associate ptofessor in 1883. He is credilcd with bringing
ihe study of poiiücs into the realm of the social scienccs (...)"
"' JANET, Paul, Wikipedia, (http://en.wikipedia.org/wiki/PauJJanet), 10-nov-2008,
10h07. "(...) (apr-30-1823; 4-oct-1899) was a French philosopher and wrilcr. Born in
París, he became profcssorof moral philosophy at Bourgcs (1845-1848) and Strasbourg
(1848-1857), and of logic at the fycée Louis-k-Grand, París (1857-1864). In 1864 he was
appointed to the chair of phibsophy at the Sorbonne, and elected a mcmber of the
academy of moral and poliiical scicnces".
CAPITULO U: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 175
otros autores, quien propuso el término Ciencias Políticas, al
utilizarlo por primera vez en su obra "Historia de la Ciencia Polí-
tica y sus relaciones con la Moral".
No deja de ser cierto, por otro lado, que las Ciencias Políticas es
una disciplina que en los últimos treinta años ha estado crecien-
temente expuesta a la influencia de la economía neoclásica, y en
fechas más recientes del posmodernismo en sus distintas varian-
tes, la crisis teórica asumió la forma de una "huida hacia adelante"
en pos de una nueva piedra filosofal: los micro fundamentos de
la acción social, que tendrían la virtud de revelar en su primigenia
amalgama de egoísmo y racionalidad las claves profundas de la
conducta humana1".
La consecuencia de este lamentable extravío teórico ha sido la
fenomenal incapacidad, tanto de la Ciencia Política de inspiración
behaviorahsta como de la filosofía política convencional, para pre-
decir acontecimientos tan extraordinarios como la caída de las
"democracias populares" de Europa del Este"0. A esto, hay que
anotar que por las condiciones actuales, la Ciencia Política con-
tinúa unidireccionalmente caminando, asentada en el metodoló-
gico de la economía neoclásica, escenario en el cual también está
sumergida la tradición filosófico-política que, a diferencia de las
corrientes de moda, siempre se caracterizó por su atención a los
problemas fundamentales del orden social.
6.3. Ideologías políticas
Con esto en mente, conviene advertir que la palabra "ideología"
probablemente sea la que registra una mayor frecuencia de em-
BORON, Atilio, Teoría y filosofía política: La tradición clásica y las nuevas fronteras,
op. cit., p. 21.
'so PRZEWORSK1, Adam, Dcmocracy and the Market. Política] and Economic Reforms
in Eastern Ettrope and Latín America, editado por Cambridge University Press, Nueva
York, Estados Unidos, 1991, p. 162.
 176 PENSAMIENTO POLÍTICO
pleo y diversidad de significados, tanto en la conversación co-
rriente sobre política como en Ciencia y en Filosofía Política. Una
definición habitual de ideología nos dice que es el conjunto de
ideas, sentimientos y tradiciones que imprimen carácter a una
determinada sociedad o bien un "(...) sistemas de ideas, creencias
y valores filosóficos-políricos sobre el fenómeno humano y el
fenómeno social. El filósofo francés Antoine-Louis Destutt de
Tracy (1754-1836) que tan definidamente encarnó el espíritu de la
Ilustración, fue quien en 1795 acuñó la palabra idéologe, como
denda general de las ideas, que fue divulgada por los pensadores y
protagonistas de la Revolución Francesa""'.
De esta aproximación conceptual podemos tener en claro que la
Ideología consta de dos características: a) De representación de la
sociedad; y, b) De un programa político. La primera, se enfoca en
cómo actúa la sociedad en su conjunto; y, a partir del análisis del
comportamiento de dicha sociedad, la segunda, elabora un plan
de acción, el cual tiene el objetivo de acercar a la sociedad real en
cuanto lo posible a la sociedad ideal151.
Un criterio más sociológico parte de la constatación de que los
hombres no pueden vivir en sociedad sin disponer de un sistema
de representaciones que los vincule entre sí, con la sociedad en su
conjunto y con su mundo. Ese sistema es la ideología, que permi-
te a los miembros de un grupo, pese a ocasionales o parciales
diferencias, reconocerse mutuamente como integrantes de k
misma comunidad"3. Los primeros estudios sociológicos de la
ideología fueron elaborados por Karl Marx (1818-1883), quien
planteó dos teorías sobre ideología, de las cuales la primera es
mucho más conocida que la segunda.
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Cultura y Derecho, op. cit., p. 233.
' MCLEAN, lain, Oxford Concise Dictionary of Politics, op. cit., p. 233.
'JARY, David &JARY, Julia, Collins Dictionary Soáology, op. cit., p. 306.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 177
La primera teoría considera a la ideología como un sistema de
representaciones y pautas de acción propia de las sociedades alie-
nadas; como un efecto de la sociedad dividida en clases. La ideo-
logía es allí el conjunto de ideas que se imponen a la sociedad
para defender los intereses de las clases dominantes. Restringe,
pues, el status de la ideología al de una 2falsa conciencia" desti-
nada a encubrir las relaciones fácticas de poder. Su contenido está
siempre históricamente determinado y apunta a justificar las rela-
ciones de dominación existentes.1"
La segunda teoría es más general y se refiere a la ideología como
aquellas formas de conciencia social que dan a la sociedad y al
individuo una identidad, una explicación del mundo en que viven
y de las relaciones sociales, contribuyendo a organizar de algún
modo su existencia. La ideología aparece aquí -en textos de Marx
llamados "de la madurez"- como un nivel constitutivo de toda
sociedad2".
Quizás como un eco de estos planteamientos, Norberto Bobbio
propone diferenciar entre un "significado fuerte" y un "significa-
do débil" de la ideología. Según el primero, es una falsa concien-
cia de las relaciones de dominación; en síntesis, es una creencia
falsa. Según el segundo, es el "género" de las diversas especies de
sistemas de creencias políticas: conjuntos de ideas y valores sobre
el orden político, aptos para guiar comportamientos colectivos; es
una creencia neutra2".
Conceptuah^adón
Es uno de los conceptos más debatidos, complejos y relativos a
las ciencias sociales. Por eso se trata de una voz de difícil aplica-
MARX, Karl, l_a Ideología alemana, Editorial Grijalbo, México DF, México, 1969, pp. 78-
80.
' MARX, Karl, Elementos fundamentales para ¡a Crítica de la Economía Política, Editorial Siglo
XXI, Madrid, España 1972, p. 346.
' BOBBIO, Norberto , Sqggfsulla Setenta Política in liaba, traducción al español, Bari, Italia,
1969, p. 233.
 178 PENSAMIENTO POLÍTICO
ción teórico-analítica. Si bien es utilizada en la mayoría de las
disciplinas que conforman el grupo de las ciencias sociales, han
sido la sociología y la Ciencia Política sus mayores usuarias. La
polisemia del término ha sido determinante en la construcción de
diversas aproximaciones científicas. No obstante, ellas han sido
susceptibles de una agregación dicotómica básica entre una no-
ción neutra y una visión negativa del término.
Así tenemos la diferenciación establecida por Norberto Bobbio" ,
entre un significado que él llama débil: la ideología como un con-
junto de ideas y valores concernientes al orden político cuya fun-
ción es guiar los comportamientos políticos colectivos. Esta es la
acepción más consensuada del término.
Por otro lado, en su significado fuerte, este autor italiano se apoya
en la noción marxista según la cual la ideología remite a la falsa
conciencia determinada por las relaciones de dominación existen-
tes entre las clases sociales. Según los sociólogos Abercrombie,
Hill y Turner, el concepto de ideología ha sido utilizado en tres
sentidos importan tes"": primero, como tipos específicos de cre-
encias, segundo, como una creencia falsa o distorsionada (visión
marxista) y, tercero, como un conjunto de creencias que abarcan
el conocimiento científico, la religión y las creencias cotidianas
sobre las conductas apropiadas, sin importar si son verdaderas o
falsas.
En este marco conceptual vale profundizar, y señalar que el pri-
mer significado tiene un primer sentido diferenciador -como lo
dejan ver los autores mencionados en las citas-, la noción de
ideología es coincidente con el significado débil que Bobbio le
asigna al término. En esta visión prima una dimensión de carácter
sistémico en donde la ideología es "un conjunto de ideas y valo-
; "° Ibidem, p. 237.
" Ibidem, p. 237.
"8 MARX Karl, Elementos fundamentales para la Crítica de la Economía Política, op. cit,
p. 350.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 179
res concernientes al orden político""9 o "un cuerpo apretado de
creencias organizadas alrededor de unos pocos valores centra-
les"MD. Este ha sido el sentido más acogido por la Ciencia Política
y la sociología occidentales contemporáneas y con él se ha abor-
dado el estudio de las determinantes de las corrientes ideológicas
principales.
Los estudios comparados sobre el desarrollo del comportamiento
7 ideológico de los actores individuales y colectivos y las interpreta-
ciones de los sistemas políticos y de las creencias, han abundado
desde que Destutt de Tracy definió el concepto de ideología co-
mo un conjunto de ideas y creencias en el siglo XIX. Bajo esta
aproximación se ha teorizado y analizado la fuerza y la vigencia
de sistemas ideológicos tales como el comunismo, el facismo y
los nacionalismos, principalmente.
El abultado ejercicio de conceptualización, el alcance y el impacto
de las ideologías ha generado un interminable debate sobre la
validez del conocimiento científico. Fueron precisamente la mul-
tiplicidad de usos particulares dados al concepto y la proclividad
al dogmatismo y al doctrinarismo las razones principales para la
derivación del tema de la "declinación de las ideologías"161. Cientí-
ficos políticos como Daniel Bell, Raymond Aron y Seymour M.
Lipset, participaron en esta discusión, advirtiendo el peligro de
esta heterogeneidad para la preservación de la libertad a la que
finalmente se llegó después de tantas luchas y sacrificios.
A finales de la década de los años ochenta a raíz de la crisis del
socialismo, volvió a tomar fuerza la argumentación de que con el
fin de la historia las ideologías también entraban en una crisis
159
BOBBIO, Norbeito, Sa^isulla Scien^a Política in Italia, op. cit., p. 237.
'*' FUKUYAMA, Francis, El fin de la historia y el ultimo hombre. Editorial Planeta, Buenos
Aires, Argentina, 191)2, p. 234.
 180 PENSAMIENTO POLÍTICO
severa261. Las críticas a los argumento de Francis Fukuyama, re-
tomando los cuestionamientos previos a las ideas de Bell y de
Lipset, señalaron críticamente con razón que estos planteamien-
tos reflejaban una nueva ideología, plagada de retos e interrogan-
tes concomitantes con el surgimiento de un nuevo sistema mun-
dial caracterizado por la globalización y la interdependencia de los
principales procesos estructurales de la postmodernidad, articula-
da a través de la tecnificación, la secularización, el auge del mer-
cado, la supra-nacionalización; esto en un ámbito de desradicali-
zación y despolarización ideológica.
El segundo alcance conceptual se fundamenta en la postura
marxista clásica en virtud de la cual, "(...) las ideas y las teorías
socialmente determinadas por las relaciones de dominación entre
las clases sociales generan la existencia de una falsa conciencia
que lleva a visiones erróneas sobre el modo de producción capi-
talista"2", infiriéndose de ese modo que la ideología está determi-
nada por los arreglos económicos de la sociedad; implicando los
componentes subjetivos de la superestructura -la religión, los
valores, las ideas, las doctrinas, etc.-, así como la pertenencia a
una clase social, como las principales determinantes de la "falsa
conciencia"1".
Esta confusión respecto de la interpretación de la visión marxista
y hegeliana de la ideología provoca una visión errónea de que la
versión capitalista de la realidad es inevitable y verdadera; el pro-
blema de la mediación empírica de este enfoque es muy difícil de
abordar con datos poco objetivos. La demostración tangible de la
existencia de las distorsiones se dificulta sobremanera cuando es
162
WOLFE, Alan y GARBO PÉREZ, Teresita Eugenia, Los limites de la legitimidad: Las
contradicciones políticas del capitalismo contemporáneo, Editorial Sigio XXI, Madrid, España,
1987, p. 434,
263
MARX, Karl, Lu Ideología alemana, op. cu., p. 80.
244
Ibídem, P. 80.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 181
evidente que la base económica de los intereses de clase altera el
conocimiento.
Una última, pero no por ello menos importante visión concep-
tual es aquella que rompe con la visión de la escuela sociológica
inglesa, y mira a la ideología como un conjunto de elementos sin
importar si son falsas o verdaderas. Su base determinante está en
la sociología del conocimiento, que enfatiza el determinismo so-
cial de todas las creencias sin priorizar lo económico o lo político,
lo cual se ha prestado para criticar este enfoque, también por
subjetivo, en la medida en que resulta difícil establecer la falsedad
o veracidad de las creencias.
Los debates contemporáneos fusionan este enfoque con la visión
marxista ya contemplada supra. Desde esta óptica ya no se aco-
gen tanto las explicaciones basadas en el determinismo económi-
co y en la aceptación de que la ideología es independiente de la
clase social y de la estructura económica. Se sostiene que las ideo-
logías no son las meras ideas de las personas, sino que son un
producto intelectual que incorpora sus ideas; se argumenta tam-
bién, que las ideologías no son ideas sino prácticas irreflexivas
cotidianas. Por último, se plantea que el discurso de las personas,
entendido como el dominio estructurado del lenguaje limitado
por el pensamiento, es lo que constituye la ideología.
En las postrimerías del siglo XX e inicios de este nuevo milenio,
en virtud del fenómeno de Ja globalización, donde las comunica-
ciones y la tecnología se han revolucionado sustancialmente y de
la economía de mercado, parecería ser indicativos de que la ideo-
logía no sólo no desaparecerá como concepto fundamental para
la reflexión filosófica en las ciencias sociales, sino que seguirá
retando la capacidad reflexiva y científica del hombre en el siglo
que discurre.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
182
6.3.1. Derecha e izquierda
Esta noción aparece en el marco de la revolución francesa, du-
rante la Convención de 1792, cuando los representantes jacobi-
nos -cuya posición fue siempre contraria a la monarquía y la igle-
sia, proclamando como base ideológica la igualdad, la supresión
de títulos honoríficos, entre otros-, tomaron asiento a la izquier-
da; mientras que, al"(...) lado derecho de la sala estaba la bancada
de los girondinos, quienes representaban las ideas moderadas y
conciliadoras de la Convención. Eran hombres más reposados,
sostenían la posibilidad de una transigencia entre los postulados
de la revolución y algunas de las instituciones del viejo régimen -
incluida la monarquía, pero no en su forma absoluta sino consti-
tucional- para encauzar la vida de Francia por la senda de la re-
conciliación""5.
6.3.2. Conservadurismo
En su sentido lato, se entiende por la doctrina política de los par-
tidos conservadores."6 "Se denominó así la concepción ideológica
surgida en Europa a fines del Siglo XVIII, tendiente a salvaguar-
dar la estructura político-social tradicional de los cambios intro-
ducidos por la Revolución Francesa. Sus principios fueron ex-
puestos por el pensador inglés Edmundo Burke en la obra Consi-
deraciones sobre la revolución en Franda (1790), donde concibe a cier-
tas instituciones-Iglesia, Monarquía- y a la propiedad privada
como pertenecientes a un orden divino, por lo tanto no suscepti-
bles de ser alteradas"7.
Estas ideas son anteriores a Burke, pero es él quien las expuso de
manera sistemática, si bien no utiliza el término conservüdourisme -
I6S
BORJ A CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Callara y Derecho, op. cit, p. 241.
™* REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Dúrítmario de la Lengta Española, op. cir.
* D1DES CASTILLO, Claudia, Voas en Emergencia: ei discurso conservador y la pildora del día
después, Editorial UNFPA/FLACSO, Chile, Santiago, Chile, 2006, p. 61.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 183
éste fue tomado de la revista Le Conservateur, fundada por Cha-
teubriand en Francia"8.
En realidad no es una ideología que contenga conceptos daros y
absolutos, sino que define por la negativa al cambio en lo
económico y social, con criterios eminentemente pragmáticos.
Por extensión, se utiliza el término para definir todo sistema polí-
tico o forma de pensamiento tendiente a mantener el orden esta-
blecido. Por ello el conservadurismo es vinculado a los sectores
dominantes o privilegiados, aunque no es patrimonio exclusivo
de éstos, ya que las clases medias y bajas, en ciertas situaciones de
temor a la pérdida del orden o la estabilidad, suelen adherir a
tendencias conservadoras26*.
6.3.2.1. E/ corporativismo
El diccionario define al corporativismo como doctrina política y
social que propugna la intervención del Estado en la solución de
los conflictos de orden laboral, mediante la creación de corpora-
ciones profesionales que agrupen a trabajadores y empresarios270.
Vale sin embargo ampliar el concepto. Esta manifestación dentro
del conservadurismo está asociada a los regímenes fascistas euro-
peos de la primera década del siglo XX, especialmente al que
presidió Antonio de Oliveira Salazar (1889-1970) en Portugal,
que adoptó el nombre de corporativismo. Esta mecánica ideoló-
gica permite eludir el reconocimiento de los derechos políticos de
los ciudadanos y su representación en el gobierno, a través de la
representación corporativa, que entraña una teoría del Estado
diferente de la democrática"1.
DI TELLA, Torcuato, Diccionario de deudas Sodaksy Políticas, Editorial Ariel, Madrid,
España, 2004, p. 111.
"'ibídem, p. 154.
170
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua Española, op. cit.
"' BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. dt. p. 175.
 184 PENSAMIENTO POLÍTICO
Para esta tendencia, el Estado no está compuesto de personas
sino de corporaciones; donde la representación política de los
ciudadanos es suplantada por la de los grupos de interés y son
éstos, no los individuos, los titulares de derechos para participar
en la política del Estado.
Sobre esto, R. Borja moraliza señalando que "(...) nadie duda de
que en un Estado existen grupos de interés, pero el ejercicio de la
soberanía no corresponde a ellos sino a la sociedad en su conjun-
to, y ella está compuesta por personas humanas, cuya suma de
decisiones forma la decisión general. El Estado no es solamente
un conjunto de intereses corporativos sino de personas, con sus
anhelos, sus vivencias, sus sensibilidades y sus peculiares concep-
ciones del mundo (...)"í72.
6.3.2.2. E/fasásmo
Viene del latín fasces, que fue en la antigüedad la insignia de auto-
ridad de los magistrados romanos y consistía en un hacha dentro
de un haz de varas. En la edad moderna estas fasces se convierten
en uno de los símbolos de unidad y libertad en el marco de la
Revolución francesa.
Para 1890 las agrupaciones campesinas en Sicilia adoptaron el
nombre de fasd ñvolu^onari de donde Benito Mussolini toma el
nombre para su Jasa di combattimento con el cual formó el movi-
miento político de corte nacionalista de extrema derecha en 1919.
El fascismo, en esta nueva dimensión a inicios del siglo XX, se
vuelve una "(...) dictadura terrorista abierta -conformada por- los
elementos más reaccionarios, chovinistas e imperialistas del capi-
tal financiero. El establecimiento del fascismo es un reflejo de la
incapacidad de la burguesía dominante para mantener su poder
Ibídem, p. 175.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 185
recurriendo a los habituales medios 'democráticos'. El fascismo
actúa al frente de las fuerzas anticomunistas, su golpe principal va
dirigido, contra los partidos comunistas y obreros, contra las de-
más organizaciones progresistas. El régimen fascista se implantó
por primera vez en Italia (1922), luego en Alemania (1933) y en
otros varios países. En Alemania, el fascismo se presentó bajo la
máscara del nacional-socialismo. El fascismo ha constituido la
fuerza de choque de la reacción internacional; los estados fascis-
tas, en primer lugar la Alemania hitleriana, desencadenaron la
segunda guerra mundial. Es un mérito histórico del pueblo sovié-
tico ante toda la humanidad progresista, el haber desempeñado el
papel decisivo en el aplastamiento del fascismo germano. A pesar
de la derrota total sufrida por los estados fascistas en la segunda
guerra mundial, los elementos reaccionarios de algunos países
imperialistas procuran resucitarlo en nuestros días. En el aspecto
ideológico, el fascismo significa irradonalhmú, chovinismo y racis-
mo extremos, oscurantismo y anti-humanismo"J.
6.3.2.3. El nanismo
Se llama así a las doctrinas que defienden o propugnan el desa-
rrollo pleno de una colectividad nacional, y en sentido genérico a
las actitudes de compromiso o identificación con la misma. Los
contenidos, propuestas y significados que pueden englobar el
concepto son tan variados como las distintas situaciones históri-
cas en que puede plantearse la cuestión nacional, y por cierto se
trata de un terreno minado por los equívocos y la lucha ideológi-
ca.
Siguiendo la visión de Eric Hobsbawm, es posible observar críti-
camente e incluso cuestionar el proceso de "invención" de las
naciones y nacionalismos, aunque no se puede desconocer la
1
ROSENTAL, M.M. y LUDIN, P.F., Diccionario de Filosofía, Editorial Akal, Madrid,
España, 1975, p. 170.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
186
importancia que han tenido y siguen teniendo en la historia con-
temporánea. En el caso de los movimientos o partidos cuyo prin-
cipal objetivo es la autodeterminación nacional, enfrentando el
colonialismo e incluso otras modalidades más sutiles de domina-
ción, el nacionalismo es su rasgo deñnitorio, por sobre otros
signos ideológicos que pueden caracterizarlos (liberal, islámico,
socialista, etc.). En cambio, el nacionalismo de las grandes poten-
cias, o de países que no padecen una situación de dependencia,
reviste un significado diferente, que se asocia con el imperialismo,
el centralismo o el chauvinismo"4.
La ideología nazista surge en la Alemania de la década de los
veinte, aunque no adquiere importancia sino a partir de los años
treinta, cuando las condiciones previstas en el tratado de Versalles
y la Crisis Financiera del 29, permitió que los fundamentos doc-
trinales de esta tendencia calen profundamente en el espíritu del
pueblo alemán. Los nacionalsocialistas creen principalmente en la
determinación biológica como factor decisivo en la definición de
las labores que ha de ejecutar un individuo. Identifican al hombre
Ario con el concepto de hombre creador, viril y guerrero.
Esta nueva tendencia personificó en la comunidad judía la antíte-
sis del hombre Ario; y en el marco de la lucha que implicó, se
desarrollaron teorías relativas a la conspiración judía. Advierten
que muchos de los principales líderes comunistas son también
judíos y asimilan ambos conceptos, bolchevismo y judaismo, en
una misma cosa. Los nacionalsocialistas o nazis encontrarán en
este colectivo el blanco perfecto de su ira para que el pueblo
alemán descargue toda la frustración ante la pésima marcha de la
economía"5.
174
HOBSAWN, Etic, Historia del Siglo XX: 1914-1991, Editorial Crídca, Madrid, España,
1996, p. 214.
275
Ibídem, p. 232.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 187
Hl racismo ario incluido en la ideología nazi, funcionaba clara-
mente como falsa conciencia u ortograma orientado a exaltar
sistemáticamente todo logro o propiedad atribuible a los grupos
o individuos de raza blanca y a devaluar todo logro o propiedad
atribuible a grupos o individuos de otras razas27*.
6.3.2.4.
Visión española del fascismo, construida bajo la influencia de
Italia y Alemania a comienzos de la década de los treinta del siglo
XX. Es durante la dictadura del General Franco, tras k Guerra
Civil librada en España (1936-1939) que el falangismo se hizo del
poder y se mantiene hasta el fin del gobierno del generalísimo.
Vale señalar que el falangismo fue un movimiento político y so-
cial fundado por José Antonio Primo de Rivera en 1933, cuyas
líneas ideológicas fundamentales son: concepto de España como
unidad de destino; desaparición de los partidos políticos; y pro-
tección oficial de la tradición religiosa española"1.
"El falangismo se integró por etapas. La denominación fue to-
mada del latín pbalanx, que significa 'garrote', 'rodillo', 'línea de
batalla', batallón', 'tropa'. La organización política que lo sustentó
originalmente -la Falange Española- se fundó el 29 de octubre de
1933 por José Antonio Primo de Rivera y un año después se
fusionó con las llamadas J untas de Ofensiva Nacional-sindicalista
(JONS), lideradas por Ramiro Ledesma Ramos, que operaron en
España desde 1 931 """.
Al respecto el escritor ecuatoriano Raúl Andrade -como lo re-
cuerda R. Borja en su obra sobre Sociedad, Cultura y Derecho-,
decía del falangismo -que buscaba en su momento una identidad
1
GARCÍA SIERRA, Pelayo, Dicáonaño Filosófico, op. cit.
' REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Dicáonaño de ¡a Lengua Española, op. cit.
:
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Culturay Derecho, op. cit., p. 269.
 PENSAMIENTO POLÍTICO
188
ideológica política- que "con doctrina supuesta, alquila párrocos y
gratifica sacristanes""9.
6.3.3. liberalismo
Es una doctrina política que defiende las libertades y la iniciativa
individual, y limita la intervención del Estado y de los poderes
públicos en la vida social, económica y cultural. El liberalismo es
un fenómeno histórico que se manifiesta en la edad moderna y
que tiene su centro de gravedad Europa, a más de haber influido
en los países que experimentaron con más fuerza esta hegemonía
cultural (Australia, América Latina, y en parte, India y Japón)180.
El término liberal resulta ambiguo frecuentemente debido al
hecho de que se usa en ámbitos disciplinarios muy diversos entre
sí. Tenemos, por ejemplo, un liberal jurídico, que mira sobre todo
a la particular organización constitucional del Estado capaz de
garantizar los derechos del individuo, un liberal que a menudo se
ve llevado a transformar sus propias soluciones particulares en
fines absolutos. Tenemos además un político, en el que es más
fuerte el sentido de la lucha política parlamentaria; éste se com-
pendia en el principio de justo medio como auténtica expresión
de un arte de gobierno capaz de aceptar y promover las innova-
ciones, mas no la revolución. A esta política se le debe el paso de
la monarquía constitucional a la parlamentaria, a pesar de que el
liberal no era por principio republicano, o el encuentro entre
liberalismo y democracia, aunque las resistencias fueron conside-
rables por el recuerdo de la experiencia jacobina o por el miedo
de los clericales y de los socialistas181.
Los pensadores liberales han defendido históricamente dos liber-
tades naturales contra el estado. En la era del capitalismo naciente
279
Ibídem, p. 269.
180
BOBBIO, Norberto, Diccionario de Política, op. cit.
281
Ibídem.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 189
lucharon por la libertad económica; el Estado no debía entrome-
terse en el libre juego del mercado, que en ciertos aspectos se
presentaba como un Estado natural. Solo se aceptaba el estado
como gendarme, dejando una libertad completa (ícasse^Jaire, laisser
passer), en el arreglo de los conflictos. Los liberales han sido siem-
pre opuestos a la afirmación de que el estado, cuanto a universa-
lidad concreta, es depositario y realizador del valor ético en que
se debe sustanciar la vida del individuo, porque el Estado es con-
siderado una organización política y jurídica de la fuerza.
6.3.3.1. El socialismo
Sistema de organización social y económico basado en la propie-
dad y administración colectiva o estatal de los medios de produc-
ción y en la regulación por el Estado de las actividades económi-
cas y sociales, y la distribución de los bienes"1.
También se la considera una teoría filosófica y política formulada
por el alemán Karl Marx, quien desarrolla y radicaliza los princi-
pios socialistas, considerándolo un régimen netamente social que
surge como resultado de la supresión del modo burgués de pro-
ducción y de la instauración de la dictadura del proletariado.
Esta basado en la propiedad social sobre los medios de produc-
ción, propiedad que presenta dos formas: estatal (de todo el pue-
blo) y cooperativo-Koljosiana. La propiedad social determina la
inexistencia de clases explotadoras, de la explotación del hombre
por el hombre, que las relaciones entre los trabajadores sean de
colaboración amistosa y de ayuda mutua183.
Con la implementación del socialismo se acaba -según sus pro-
motores- con toda opresión social y toda desigualdad nacional; se
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua Española, op. cit.
' ROSENTAL, M.M. y LUDIN, P.F., Diccionario de Filosofía, op. cit, p. 429.
 190 PENSAMIENTO POLÍTICO
elimina la oposición entre la ciudad y el campo; entre el trabajo
intelectual y e] trabajo físico. La sociedad socialista, tendría tres
clases sociales: la obrera, la campesina (koljosianos), y la intelec-
tualidad.
La vida de la sociedad socialista se asienta sobre una amplia de-
mocracia, y la incorporación de todos los trabajadores a la parti-
cipación activa en la dirección de los asuntos estatales. El socia-
lismo se diferencia de la fase superior que es el comunismo por el
grado de madurez de todos los aspectos de la vida social.
6.3.3.2. El comunismo
Doctrina que propugna una organización social en que los bienes
son propiedad común; formulada por Karl Marx y Friedrich En-
gels, teóricos socialistas alemanes del siglo XIX, y desarrollada y
articulada por Vladimir Lenin -revolucionario ruso de principio
del siglo XX-, interpreta la historia como una lucha de clases
regida por el materialismo histórico y dialéctico, que conduciría,
tras la dictadura del proletariado, a una sociedad sin clases ni pro-
piedad privada de los medios de producción, de la que haya des-
aparecido el Estado184.
Comunismo científico: Teoría sobre el comunismo basado a
diferencia del socialismo utópico en la ciencia, en el conocimien-
to de las leyes de la evolución histórica. Sus fundadores son
Marx y Engels. El comunismo científico es una de las partes
componentes del marxismo, como lo son, también, la filosofía
del Marxismo y su teoría económica que se hallan entre si en
indisoluble conexión. Este comunismo tiene por objeto el análi-
sis de las leyes concernientes al origen y desarrollo de la forma-
ción económico-social comunista, las cuales cobran vigencia
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Dkctonana de la Ungua Española, op. cit.
CAPITULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 191
práctica en la lucha del proletariado, portador de las relaciones
comunistas185.
Comunismo filosófico: Término con que Engels designo una
tendencia surgida para fundamentar el comunismo, entre los
representantes de la intelectualidad burguesa revolucionaria de
Alemania, en 1842-1843. Su sentido racional consistía en subrayar
el lazo del comunismo con la filosofía clásica alemana. A esta
tendencia imprecisamente formada y en alto grado indefinida
pertenecían Herwegh, Hess, Luning, Bernays, Grun y otros186.
6,3.3.3. El Marxismo -Leninismo
El Marxismo es una doctrina derivada de las teorías de los filóso-
fos alemanes Friedrich Engels y Karl Marx, consistente en inter-
pretar el idealismo dialéctico de Hegel como materialismo dialéc-
tico, y que aspira a conseguir una sociedad sin clases.
El nacimiento del Marxismo representó un gran viraje revolucio-
nario en la ciencia de la naturaleza y de la sociedad. Los fundado-
res del Marxismo llevaron a cabo una hazaña científica sin par en
la filosofía, la economía política, la teoría del socialismo y otras
esferas del saber humano, crearon una auténtica ciencia revolu-
cionaria, cuyo objetivo no se circunscribía a explicar acertada-
mente el mundo, sino que se incluía, además, el propósito de
modificarlo187.
Lo principal, en el Marxismo, estriba en la fundamentación del
papel histórico mundial de. la clase obrera como creadora de la
sociedad comunista, sin clases.
:
ROSENTAL, M.M. y LUDIN, P.F., Diccionario de Filosofía, op. cit., p. 73.
' Ibídcm, p. 74.
Ibídcm, p. 295.
 CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 193
192 PENSAMIENTO POLÍTICO

El leninismo, que proviene del pensamiento aplicado del Vladi-
mir Ilich Lenin, quien basándose en el marxismo, promovió y
condujo la Revolución soviética.
La conjunción doctrinal del marxismo-leninismo es una doctrina
revolucionaria fundamentada en Marx, Engels y Lenin; constituye
un sistema integro y armónico de concepciones filosóficas,
económicas y político-sociales. El marxismo surgió en la década
de 1840, tuvo por cuna la lucha liberadora de la clase obrera y se
convirtió en expresión teórica de los intereses fundamentales de
dicha clase, en programa de lucha por el socialismo y el comu-
nismo.188
La base filosófica del Marxismo -Leninismo- está constituida por
el materialismo dialéctico e histórico. Se desarrolla como una
doctrina viva y creadora, incompatible con todo dogmatismo.
Extrae de la vida, de la práctica revolucionaria, su fuerza creado-
ra.
6.3.3.4. ElMaoísmo
Esta tendencia, al igual que el leninismo, permitió la articulación
de la revolución comunista china por parte de Mao Tze Tung,
político y revolucionario del siglo XX189.
Fue un movimiento político cuya fuente de inspiración fue Mao
Tze Tung (1893-1976). El maoísmo como expresión política y
social reflejó uno de los atributos centrales de la tradición y cultu-
ra política china: la omnipotencia de la autoridad central en el
ejercicio del poder, una de cuyas expresiones más evidentes fue el
culto a la personalidad de Mao como líder carismático1*0.
Puede interpretarse el maoísmo como un conjunto de creencias
respecto de formas de interpretar el mundo, la autoridad, Ja polí-
tica, la revolución, la economía -por medio de la colectivización o
la 'comunización' de las relaciones de producción-, la función de
la dirigencia política y el rol del Partido Comunista, y como clave
para la interpretación de la dinámica histórica derivada de las
contradicciones emanadas de la lucha de clases.
Como doctrina dentro de China el maoísmo legitimó el monopo-
lio de la definición ideológica y su interpretación asumiendo la
creación, gestión y orientación del proceso histórico del país co-
mo producto de la indiscutible primacía que Mao ejercía como
líder.
El maoísmo constituyó la exacerbación de un estilo de conduc-
ción tipificado como "populismo de masas", en tanto intentó
evitar "la intermediación política" existente entre los dirigentes
partidarios, líderes políticos e instituciones del Estado y del Parti-
do con el pueblo, de manera tal de salvar la desconfianza de Mao
en el compromiso respecto de un proceso revolucionario conti-
nuo y permanente por parte de aquellos dirigentes a quienes con-
sideraba no adeptos a su ortodoxa línea ideológica y política (en
particular Peng Dehuai y Deng Xiaoping)"1.
Como instrumento ideológico tendiente a garantizar la perma-
nente movilización social, el maoísmo también es un producto de
la "sacralización" de la autoridad como rasgo de la tradición polí-
tica china, proceso que sobre la base del prestigio y mérito que
legitima el ejercicio del poder fundado en un tipo de liderazgo
carismático, autogenera la necesidad de contar con un "centro de
sabiduría" que estructure el mensaje hacia el resto de los líderes y
la sociedad.

™ Ibídem, p. 295.
Is
" REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua Española, op. cit. Ibídem, p. 268.
190
BOBB1O, Norbeno, Diccionario de Política, op. cit., p. 256.
 194 PENSAMIENTO POLÍTICO
6.3.3.5. HlCastñsmo
Movimiento político de ideología comunista, iniciado con k re-
volución cubana triunfante en 1959"2. Ideología y praxis políticas
de carácter revolucionario, que tiene su origen en la experiencia
de la Revolución Cubana iniciada en 1959 y en las posiciones
doctrinales de sus líderes, en particular Fidel Castro y Ernesto
"Che" Guevara. "Se basa fundamentalmente en el rechazo de la
democracia parlamentaria como método para satisfacer las rei-
vindicaciones de las masas campesinas y obreras y en el recurso a
la toma de poder por medio de la revolución armada, a partir de
la lucha de guerrillas, como única forma concreta de dar respues-
ta eficaz a dichas reivindicaciones populare s"193.
La inspiración y la fuente de autoridad de la tendencia casuista es
Fidel Castro y no los dirigentes soviéticos, Mao o cualquier otra
persona. Castro posee sus propios cuadros directivos y sus pro-
pios partidarios independientes en Cuba y en menor grado en
otros países, y esto le da una libertad de acción cada vez mayor
frente a los comunistas de la vieja escuela cubana y frente a los
demás Estados y partidos comunistas.
El término deriva del conductor de la revolución cubana, Fidel
Castro Ruz. Es la vía cubana del socialismo, y en el término se
sintetizan ciertos aspectos peculiares del proceso revolucionario
cubano. Se tiende a pensar que el castrismo es una interpretación
particular de la realidad social, divergente, aunque sea parcialmen-
te, de la estructura clásica que elaboraron los fundadores del
marxismo194.
Otro aspecto que hace del castrismo algo especial, fuera de los
esquemas tradicionales del comunismo, es el idioma. Según sen-
Í9i
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Dieáonaño de la Lengua Española, op. cil.
9
S/N, Cuba en el contexto latinoamericano, p. 8.
194
BOBB1O, Norberto, Diccionario de Política, op. cit., p. 276.
CAPÍTULO II: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 195
tencio Blas Roca: "La Revolución Cubana estableció el primer
país socialista en América y ha hecho la primera revolución
marxista-leninista en lengua española. Y esto es para siempre".
Este factor nos muestra como el lenguaje aumenta la esfera de
influencia que tiene el castrismo. Como último aspecto importan-
te, tenemos que, la visión ortodoxa del comunismo ha considera-
do que la fuerza o la violencia revolucionaria es la última y no la
primera etapa de la lucha revolucionaria. Eran las condiciones
objetivas las que creaban las bases para una lucha armada y no
que ésta fuera la que creara las condiciones1".
6.4. La soáaldemocraaa
La palabra socialdemocracia surgió en Europa en los albores de
los movimientos obreros. Hacia 1840 se empezó a hablar en
Francia de democratie sodale y durante la revolución de 1848 los
demócratas del sudeste de Alemania, agrupados alrededor de
Gustav von Struve y Friedrich Hecker, adoptaron la denomina-
ción de soáaldemócratas (...). En Alemania Johann Baptist von
Schwitzar dio al periódico que fundó en 1874 el nombre de Der
Social-Demokrat e impulsó la creación de un partido con este
nombre para combatir tanto a los "absolutistas monárquicos"
como a los "liberales burgueses""6.
Es una ideología política que surgió a finales del siglo XIX a par-
tir del movimiento socialista. La socialdemocracia moderna es
diferente del socialismo en el significado tradicional del predomi-
nio del sistema capitalista, o en el marxismo de procurar reempla-
zarlo en su totalidad; los socialdemócratas buscan reformar el
capitalismo democráticamente mediante la regulación estatal y la
S/N, Cuba en el contexto latinoamericano, op. cit., p. 10.
BORJA CEVALLOS, Rodrigo, Sociedad, Culturaj Dmcho, op. cit., p. 273.
 196 PENSAMIENTO POLÍTICO
creación de programas y organizaciones patrocinados por el Es-
tado para atender la inequidades del sistema de mercado2".
El término socialdemocracia es también utilizado para referirse a
la forma particular de sociedades, que según Rodrigo Borja, es:
"(...) propiamente un fenómeno del norte de Europa -Finlandia,
Suecia, Noruega, Alemania, Austria, Dinamarca- y obedece al
avance del movimiento obrero de los países nórdicos""8; mien-
tras otros consideran a la socialdemocracia como una forma re-
novada del socialismo, o bien, apegándose a un criterio más or-
todoxo del socialismo, rechazan esta designación.
La socialdemocracia también aborda los temas deontológicos
desde un prisma progresista. Los socialdemócratas se caracterizan
por sus políticas reformistas ligadas a la participación ciudadana, a
la protección del medio ambiente y a la integración de minorías
sociales en las democracias modernas. Está considerado por Ro-
drigo Borja como el sector de la izquierda política más importan-
te del mundo contemporáneo.
6.5. E/ neoliberalismo
Proviene de la abreviación de liberalismo neoclásico, en definitiva
es un neologismo que hace referencia a una política económica
con énfasis tecnocrático y macroeconómico que considera con-
traproducente el excesivo intervencionismo estatal en materia
social o en la economía y defiende el libre mercado capitalista
como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento
económico de un país, salvo ante la presencia de las denominadas
fallas del mercado"*.
PERÓN A, Ángeles, Entre el liberalismo y la Socialdemocraaa: Popperj ¡a Sociedad Abierta,
Editorial Amhropos, Barcelona, España, 1993, p. 190.
m
BORJA CEVAIXOS, Rodrigo, Enciclopedia de la Política, op. cit., p. 887.
TRUJILLO.J.P., Las cambios de la racionalidad económica, (Cuadernos de Desarrollo Rural,
Pontifica Universidad Javeriana, enero-junio, N° 58) Bogotá, Colombia, 2007, p. 1.
CAPITULO 11: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 197
Según Murray Rothbard, el término neoliberalismo es usado
también con el fin de agrupar a un conjunto de ideologías y
teorías económicas que promueven el fortalecimiento de la eco-
nomía nacional (macroeconomía) y su entrada en el proceso glo-
balizador a través de incentivos empresariales, que según sus
críticos es susceptible de ser conducido en beneficio de intereses
políticos más que a la economía de mercado propiamente dicha.
En el terreno político, considerando que el neoliberalismo sus-
tenta sus bases en el liberalismo, vale decir que está a favor del
gobierno que más libertades le garantice a cada individuo, y que
menos restricciones le imponga a sus actividades. Los liberales
desconfían del gobierno y quieren restringir su poder sobre los
ciudadanos. En definitiva, sostienen a través de una visión meca-
nicista de la historia de la humanidad que el Estado ha ejercido
un poder aplastante sobre el individuo, empezando con las mo-
narquías asirías y los faraones egipcios hasta las monarquías abso-
lutas que dominaron todo el mundo -con excepción de Inglate-
rra- hasta la Revolución Francesa.
Las ideas esenciales del liberalismo fueron elaboradas por John
Locke (1632-1704), Montesquieu (1689-1755), David Hume
(1711-1776), Adam Smith (1723-1790) y John Stuart Mili (1806-
1873), entre otros; las mismas que lenta y trabajosamente fueron
imponiéndose en todo el mundo occidental. La palabra "liberal"
se utilizó por primera vez en España, a principios del siglo XIX,
para denotar simpatía por una monarquía constitucional, con una
Constitución parecida a la inglesa.
En el terreno económico, la libertad es la ausencia de coerción
gubernamental para la producción, distribución y consumo de
bienes y servicios más allá de lo indispensable para mantener la
libertad misma. Como se dejó sentado, desde una visión mecani-
cista de la historia, se sostiene que el gobierno ha impuesto infini-
tas restricciones y regulaciones sobre la actividad económica de
 PENSAMIENTO POLÍTICO CAPÍTULO U: UNA GEOGRAFÍA CARGADA DE PARADOJAS 199
198

los individuos, y así lo ratifica Carlos Rangel en su obra "La En este punto, vale señalar que Dieterich no enmarca al socialis-
herencia del mercantilismo español""0, sentando como premisa mo del siglo XXI en un modelo único y absoluto que tenga co-
válida para la actividad moderna del hombre lo nuevo es la- elimina- mo meta teleológica una sociedad democrática, participativa,
ción de esas restricciones. socialista y sin clases sociales.

Vale recordar que a fines del siglo XIX, las ideas del liberalismo
dominaban en todo el mundo occidental; sin embargo, el libera-
lismo, se vio limitado durante Ja mayor parte del siglo XX. Eso se
debió, en gran medida, a la desilusión con el capitalismo provo-
cada por la I Guerra Mundial y luego por la Gran Depresión de
los años 30; hechos históricos que estableció el paradigma uni-
versalmente aceptado de que el capitalismo estaba en sus últimos
estertores y que la economía planificada y la propiedad estatal
eran el camino a seguir301.
6.6. El socialismo del siglo XXI
Más bien establece una metodológica para elaborar lo que él de-
nomina El Nuevo Proyecto Histórico (H. Dieterich, p.198) cuyos
pilares estratégicos son la creación de Bloques Regionales de Po-
der (BRP) que sería la integración económica y política de los
Estados que él considera progresistas de la región y la conforma-
ción de un Bloque Regional de Poder Popular (BRPP) que co-
rrespondería a la coordinación continental de los movimientos
sociales que apoyen a la implementación del Socialismo del siglo
XXI. A eso, se suma la colaboración igualitaria y solidaria entre
los Estados y el movimiento social, es decir entre el BRP y el
BRPP".

Actualizando la visión de Karl Marx respecto de la dinámica so- En lo económico, Dieterich propone un modelo económico que
cial y la lucha de clases, Heinz Dieterich en su obra titulada "Socia- no esté basado en el precio de mercado, fundamento de la Eco-
lismo del Siglo XXI" profundiza la teoría mantista y la actualiza, nomía de mercado y del Capitalismo, fuente de las asimetrías
incorporando los avances del conocimiento, las experiencias de sociales y de la sobre explotación de recursos naturales, según su
los intentos socialistas, develando sus limitaciones, entregando punto de vista. Propone lo que él denomina una Economía de Va-
propuestas concretas tanto en la economía política como en la lores, fundada en el valor del trabajo que implica un producto o
participación democrática de la ciudadanía para construir una servicio y no en las leyes de la oferta y la demanda30*.
sociedad libre de explotación30*.
Para Dieterich, el modelo de mercado ha puesto su atención
El modelo del socialismo del siglo XXI se sustenta en tres ejes: el principalmente en los alcances de la ganancia y la propiedad, des-
desarrollismo democrático regional, la economía de las equiva- virtuando completamente el sentido de la economía. En este
lencias y la democracia participativa3". sentido, el modelo responde a lo que denomina "crematística",
una perversión de la economía donde el acento está puesto en la
100
RANGEL, Carlos, La herencia del mcrcanüiismo español, ganancia. Según él, la economía política no debe operar como la
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 200 PENSAMIENTO POLÍTICO

vo y cibernético de la economía, determina dónde invertir, por

cuánto trabajar, cuánto y qué comprar, cuánto y cuándo ahorrar,
y es, por lo tanto, la hebra ordenadora del sistema.

TJega entonces a concluir que para que el mercado funcione efi-

cientemente, debería existir el suficiente poder adquisitivo para
comprar, una formación libre del precio, un mercado que no sea
monopolice y un Estado de derecho eficiente y no corrupto.
Ante la eficiencia ordenadora del sistema de libre mercado, la
planificación de un modelo socialista resulta insuficiente y de-
formadora de la interconexión en un mundo globalizado. Así, los
incesantes intentos históricos para remediar las injusticias de la
economía de mercado han fracasado sistemáticamente. Las co-
rrecciones del sistema a través de la educación, la redistribución
estatal, la expropiación y la democracia obrera, no han resuelto
satisfactoriamente la impecable eficiencia cibernética que el mo-
delo de libre mercado impone en las redes globales.

El modelo del socialismo del siglo XXI está formulado en térmi-

nos aristotélicos del bien común, basado en una ecuación donde
el valor/precio del producto, se vinculará a la equivalencia sobre
los tiempos de producción y a la democracia participativa. De
esta manera, la redistribución y los cambios a nivel de educación
deberían recoger los intereses reales de las personas que estructu-
ran y definen los sistemas político-económicos. Para Dieterich, el
socialismo del siglo XXI es la ampliación y profundización de la
democracia participativa, donde las dimensiones de lo cotidiano,
lo estético y lo racional-crítico deben estar incorporadas al cam-
bio social30*.
***

MÍ
Ibídem.p. 98.