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Relación que existe entre la coordinación psicomotriz fina

(óculo-manual), la maduración neurológica y la producción de


textos.
DEL OJO A LA MANO Y DE
LA MANO AL PENSAMIENTO
Dra. Grisel Broissin Alvarez*
Memorias XI Congreso Académico del Consejo Mexicano de Optometría Funcional

Los ojos son la entrada más directa a nuestro cerebro, a través de ellos nos percatamos del medio que nos
rodea y nos permiten la relación con los otros. Al principio los niños, por una conducta primitiva de atención
visual, miran y siguen los objetos que ven; por otra parte tienen la conducta de tomar los objetos que tocan con
las manos; al inicio ambas conductas no guardan relación entre sí, es hasta que el niño logra mirar sus manos
un punto de partida de la coordinación ojo-mano, en nuestra evolución la liberación de las manos ha constituido
una piedra angular de nuestro desarrollo.
En el momento que la mano adquiere un creciente refinamiento de sus posibilidades funcionales (oposición del
pulgar, singularización de los dedos) hace que se aumenten las posibilidades exploratorias y la capacidad
discriminativa, la evolución y mejora de la motricidad de la mano manifiesta un control más refinado y favorece
la capacidad de procesar información visual para relacionarla con acciones precisas y eficaces.
La mano es un instrumento fundamental para el desarrollo perceptivo, el desarrollo cognoscitivo, el desarrollo
afectivo, es como un intérprete entre nosotros y el mundo de los objetos.
Desde el punto de vista psico social, la mano nos acerca y posibilita nuestra autonomía, el dominio, el
descubrimiento corporal, la exploración espacial y la relación con los otros. Las manos no sólo se especializan
dentro del cuerpo sino que también se especializan entre sí. Esto sucede cuando tienen una función
dominante, una de las manos adquiere una competencia distinta o más precisa que la otra. Se inicia de esta
manera la educación de la motricidad fina a través de la prensión. De esta manera es cuando se abre el camino
hacia la coordinación viso manual y hacia la grafo motricidad.
Tanto a nivel filogenético como ontogenético, antes del lenguaje hablado, el gesto prepara la palabra, la
emoción precede a la comunicación y la comunicación no verbal da origen a la comunicación verbal y ésta da
origen a la comunicación escrita que es el reflejo más puro de nuestro pensamiento.
Como afirma García Núñez (1987), el lenguaje escrito constituye la estructura básica sobre la que se van a
edificar los procesos de abstracción y generalización, que caracterizan al pensamiento y los lenguajes
superiores. El hecho de realizar una huella gráfica representa un determinado grado de desarrollo psicomotriz y
afectivo del niño. La evolución del trazo es la del desarrollo psicomotriz, afectivo y social del sujeto que lo
realiza.
El trazo de la escrita ha de pasar de la interiorización a la automatización, con lo que las palabras, al ser
vaciadas de la carga de conciencia que necesitaban para su realización gráfica, pueden ser llenadas con una
carga de significado para la expresión y comprensión de las mismas.
Tres funciones son sumamente importantes en el desarrollo y estructuración de la grafo motricidad, dos
corresponden a la función visual: una es la coordinación visual, la otra la inspección visual; la tercera función es
la que corresponde al movimiento y manejo de la mano.
Existen mecanismos reguladores que están dados por el trabajo del sistema nervioso central, el sistema
nervioso periférico y el sistema visual.
Los movimientos visuales consecutivos deben ser lo suficientemente precisos para que analicen primero por
medio de un movimiento rápido que permita tener el conjunto de las palabras y así formular una hipótesis de su
significado y de manera secundaria por medio de los movimientos lentos se verá la figura, es decir, se
discriminará y diferenciará el conjunto gráfico, tarea que requiere de un fino grado de evolución en la inspección
visual. Estos dos sistemas y su precisa interrelación son de suma importancia para lograr el acto grafomotor y
la simbolización a través de la lecto-escritura.
Fundamentos neurofisiológicos de la coordinación óculo-manual
Para comprender como el niño desarrolla el acto de la escritura debemos entender los mecanismos centrales y
las informaciones periféricas que se involucran en la ejecución óculo-manual; también es necesario identificar
como se recaban las informaciones visuales como son calcular la dirección, la distancia que actúan regulando
la inspección visual tan necesaria para una lectura y escritura eficaces.
Para tal objetivo se requiere de acordarse puntualmente de ciertos rasgos anatómicos y funcionales de la retina
para luego hacer un estudio detallado de la función de la coordinación ojo-mano.
La retina es una parte muy importante que presenta anatómicamente dos regiones bien definidas: el campo
retiniano periférico y la zona foveal.
El primero se encarga de detectar contrastes luminosos, a través de las redes neuronales y sus mecanismos
de funcionamiento potencian estos contrastes. Este campo retiniano periférico se encarga de la visión global
(sincretismo) de las formas y los movimientos, que se logran por medio del desplazamiento de las zonas entre
luz y oscuridad. La segunda, es la zona foveal, quien es la responsable de lograr un análisis óptico, que nos es
de gran utilidad para ver las características del objeto, siendo la zona de la agudeza visual, ahí mismo se
realiza la discriminación de los colores y corresponde a una mancha pequeña circular que se encuentra en la
zona central de la retina , se ha observado un paralelismo entre la maduración del nervio óptico y la fóvea
retiniana.
El campo retiniano periférico forma un extenso campo que ocupa la gran mayoría de la superficie interna del
globo ocular exceptuando la parte anterior del ojo que es ocupada por medios transparentes como son la
córnea y el cristalino.
Tanto la parte foveal como la del campo periférico visual son dos zonas muy importantes en la explicación de
los mecanismos de coordinación óculo manual.
Ésta consiste en que al ser captada la imagen de un objeto por el campo retiniano periférico se produce un
movimiento ocular de manera refleja que hace que el eje óptico se oriente de tal forma que la imagen del objeto
caiga en la zona foveal de la retina y allí sea analizada.
Hay dos fases sucesivas y complementarias en la coordinación óculo manual: la de detección del objeto, y la
de trayectoria. En la detección se localiza el objeto (llevándose la imagen a la zona foveal) se analiza y se
extrae la información necesaria para poder realizar de manera correcta la trayectoria que ha de guiar el brazo
exactamente hacia el objeto. En la segunda se desarrollan los programas de ejecución motriz que en parte son
automáticos y en otra son voluntarios.
La función de detección es la primera en desarrollarse y resulta imprescindible para más tarde poder realizar
una correcta presión manual. El sistema retiniano periférico es el que recibe en el primer momento la impresión
del objeto. Esta señal es una “señal de referencia” en el mapa retiniano y su importancia es la de variar su
posición respecto a la zona foveal (Paillard y Beanbaton, 1975).
Esa señal de referencia en el mapa retiniano periférico hace que se produzca una sacudida ocular de captura
que conduce a la fijación de la mirada en dirección del objeto, al caer la imagen en la zona foveal, por las
sacudidas visuales se desencadenan las “señales de referencia” y todo esto es gracias a la existencia de las
estructuras cerebrales centrales a las que se conoce como tubérculos cudrigéminos superiores, que son
estructuras cerebrales específicas que actúan ante el estímulo poniendo en marcha una respuesta motriz que
va a desplazar el ojo en el sentido de referencia y de esa manera vaya a caer en la zona foveal (Berthoz,
1975).
El mantener la fijación condiciona la estabilidad de la dirección de la mirada, utiliza la información visual como
“señal estabilizadora”, esto es como detector de los cambios de posición del ojo en relación al objeto.
Toda desviación determina una reacción automática de atrapamiento y anclaje, controlada por las estructuras a
las que nos referimos, si se desplaza el estímulo, la fóvea lo seguirá produciéndose una “reacción de
seguimiento”, aún si la cabeza se moviera los ojos seguirían mirando al objeto. El análisis del objeto por la
fóvea.
Suministra un conjunto de informaciones respecto a la forma, tamaño, dureza (conocidos por las experiencias
anteriores) que conocemos como “señales de identificación” (Paillard y Beanbaton, 1975).
Por medio de ver las características de tamaño y forma del objeto y sus propiedades de consistencia y peso se
determina la puesta en posición de manera anticipada al desplazamiento del miembro superior hacia el objeto
de la muñeca y dedos de la mano. En las señales de identificación intervienen principalmente, la fóvea y los
impulsos nerviosos que proceden de ella y a través del sistema genículo estriado llegan a la corteza, donde, al
terminar estos impulsos nerviosos en la zona de la memoria y clasificación de las áreas asociativas occipitales
y apriétales, surgen a la conciencia todas las características del objeto a la vista y según las propiedades de
éste se originan programas específicos de actividad que determinan la salida de los patrones motores, que
colocan la mano y los dedos en posición adecuada. El patrón general de la puesta en posición anticipada de la
mano en dosiflexión de la muñeca, flexión de las metacarpofalángicas y de las interfalángicas. El grado de
flexión dependerá de las informaciones recibidas de las regiones parieto occipitales respecto a forma, tamaño,
peso.
Así la memoria motora del lóbulo frontal mantendrá patrones que cumplirán los siguientes requisitos (Gómez
Tolón, Aguirregomezcorta, García 1980), donde suceden así dos procesos importantes.
A) Según aumenta el tamaño del objeto, disminuye la flexión de los metacarpofalángicas y aumenta la flexión
de las intefalángicas.
B) Según aumente el peso del objeto sobre el brazo, eso tiene dos finalidades, disminuir el brazo de palanca y
emplear la fuerza del músculo supinador largo en la flexión. La pronación del brazo también aumenta conforme
aumente el peso.
Estas adaptaciones motrices son anteriores, al lanzamiento del miembro superior sobre el objetivo.
En el acercamiento de la mano al objeto controlado por la vista se produce una trayectoria determinada en la
que se diferenciarán dos fases: la fase de balística, denominada así por su carácter programado en función de
la información recibida sobre la dirección, distancia del objeto y tamaño del mismo, y la segunda es la fase de
ajuste terminal en ésta es primordial la adaptación voluntaria a las características de tamaño y forma del objeto.
Para una adecuada proyección balística del miembro portador de la mano en dirección al objetivo, debe existir
un cálculo correcto de la dirección, distancia y una velocidad adecuada al grosor del objeto.
A) Dirección: la reacción captura foveal, seguida de anclaje posicional, nos va a indicar la posición del eje
óptico con relación a la cabeza. Esta información proviene de los impulsos nerviosos que se dirigen desde el
S.N.C. a los músculos extrínsecos del ojo (Berhoz, 1975).
Los músculos oculares no intervienen en esa información, sino que, es la copia eferente, es decir, una copia del
impulso nervioso que desde el S.N.C. se dirige a los músculos oculares. El movimiento de recentraje de la
cabeza sobre la dirección de la mirada suministra gracias a la información propioreceptiva de los músculos
cervicales, un calibrado de la posición de la cabeza sobre el tronco, lo que viene a constituir el soporte de la
información sobre la dirección de la mirada. La movilidad de la cabeza sobre el tronco mejora la calibración del
movimiento.
B) La distancia se calcula por los mecanismos de regulación de la nitidez de la imagen por el juego de los
reflejos de acomodación del cristalino, a través de la maduración del S.N., se va mejorando la capacidad de
convergencia del cristalino (mejoría en la variaciones de convexidad de dicha lente), en el niño de edad escolar
el poder de acomodación del cristalino debe permitir que las imágenes de los símbolos gráficos sean
proyectados exactamente sobre la retina y que el distinto grado de convexidad nos informe adecuadamente de
la distancia real a que el símbolo gráfico se encuentra.
1. Los mecanismos de la visión binocular por el juego coordinado de los movimiento de convergencia de los
ejes ópticos de los ojos sobre el objeto. La información neuromuscular procedente de la adopción de la postura
será fuente informativa de la distancia a que se encuentra un objeto.
2. Los movimientos de paralaje al desplazamiento de la cabeza. El movimiento de la cabeza determina un
desplazamiento mayor, en nuestro campo visual de los objetos situados cerca y que están lejos. La relación
entre la amplitud y velocidad del movimiento cervical y la amplitud y velocidad de desplazamiento en el campo
visual de los objetos situados a diferentes distancias, va a ser una fuente informativa respecto a la distancia a
que se encuentra el objeto. El movimiento de la columna cervical es un factor importante en la información
necesaria para una correcta coordinación óculo-manual.
3. El tamaño de la imagen retiniana. Las dimensiones de la imagen retiniana varían al cambiar la distancia. Por
tanto, el tamaño de la imagen de un objeto, conocido previamente, nos servirá de información respecto a la
distancia que se encuentre (Wallach y Frey, 1972).
Obtenida toda esta información de manera inconsciente se realiza la elaboración de un programa de actuación
para llegar al objeto deseado, o para que nuestro Miembro Superior se coloque y desplace la pinza de manera
exacta formada por el dedo índice y pulgar del niño en el acto de la escritura. Para la elaboración de este
programa se requiere la información propioceptiva exacta de la posición de partida del Miembro Superior.
El programa motriz requiere del trabajo del S.N.C., a través del cerebelo, ya que como conocemos requerimos
de dos fases importantes una la estructuración de esta ejecución motriz, por una parte esta la fase de balística
que es totalmente automática y la fase de frenado que se realiza cuando los receptores musculares se ven
distendidos a una determinada velocidad. Esta velocidad máxima dependerá de las previsiones que tenga el
S.N.C. Para determinar las necesidades de precisión del movimiento, mismo que dependerá del tamaño de la
tarea a realizar o del diámetro del objeto lo que condicionará la velocidad de la fase de balística, el momento en
que realice el frenado y el tiempo de duración de la fase de ajuste terminal, esta última es controlada
voluntariamente. En esta misma fase tienen significativa participación las informaciones visuales conscientes.
La información propioreceptiva de origen muscular y articular tiene importancia no sólo para precisar el punto
de partida del miembro superior, ya que, también va a intervenir informando de la posición articular y del estado
del tono y contracciones musculares a lo largo del desarrollo del movimiento.
Las posiciones de los distintos segmentos corporales requieren del calibrado de la posición del ojo en la cabeza
que viene determinado por las eferencias nerviosas. (Paillard, 1975).
El calibrado de la posición de la cabeza sobre el tronco, importante en la fase de transporte balístico, por la
información propioceptiva procedente de C1, C2, C3.
El calibrado de la posición de los brazos sobre el tronco y el calibrado de las articulaciones distales (mano)
requieren de una adaptación de la muñeca, esta se puede hacer de manera independiente sin la necesidad de
adaptar codo y hombro; pero una adaptación del codo afecta a la muñeca y no al hombro; la adaptación de la
posición de la cabeza sobre el tronco se generaliza e implica adaptaciones simultáneas de los dos miembros
superiores. (Hay y Brouchon, 1972).

Relación entre la coordinación óculo-manual y el sistema tallo encefálico


Cuando se habla del sistema tallo cerebro encefálico y médula espinal nos recordamos de los patrones tanto
homolaterales como heterolacterales que son propios de estas estructuras, éstos envían información que
facilita la reactividad de los colículos superiores, lo que provoca una más fácil y rápida realización de las
capturas foveales.
Las zonas tronco encéfalicas (tallo encefálicas) tienen a su cargo la actividad tanto visual como auditiva de tal
manera que al estimular la propiocepción se favorecen las funciones viso-auditivas y somatosensoriales, ya
que estas últimas tienen también información somática de los husos neuromusulares y receptores articulares.
La participación de estructuras corticales también es significativa, debido a que tienen una definida actuación
sobre el sistema de captura foveal, control y activación de esta se hallan en la región parietal posterior.
En estas regiones apriétales posteriores existen dos zonas específicas, las superiores se relacionan con las
actividades que permiten conductas intencionales de señalamiento y de alcanzar un objeto. Las zonas
inferiores posibilitan la relación entre los objetos situados en el espacio (Vallard y cols., 1986).
Existen zonas cerebrales muy importantes que intervienen en la captura y manipulación del objeto
(Schumckler, 1993), (Tabary, 1996) una de estas zonas corresponde al área premotora en la que podemos
observar dos grupos neuronales, las primeras son las motrices que tienen un porcentaje del 80% del total están
relacionadas con la apertura de los dedos o cierre de los mismos al tomar un objeto, en la manipulación del
objeto, en la captura o en su mantenimiento y otra determinante es con respecto a la forma y tamaño de los
objetos (pequeño, grande, cilíndrico, esférico).
Las otras neuronas que corresponderían al 20% son las visuales, éstas se excitan ante la visión del objeto a
alcanzar por el propio individuo y otras neuronas espejo que son excitadas por la visión de un objeto alcanzable
por otro sujeto.
Otra zona de importancia es la que corresponde a la parietal en donde encontraremos también dos tipos de
neuronas (Hyvarinen y Poranen, 1974), unas corresponden a las neuronas de proyección que son estimuladas
por el lanzamiento del brazo hacia un objeto alcanzable y las neuronas de manipulación, llamadas así por que
se estimulan por la manipulación del objeto en donde interviene información propioceptiva distal de acuerdo a
la forma del objeto y no de su localización.
Estas dos funciones tanto premotora como parietal tienen una relación muy estrecha, debido a que el área
premotora trabajará todo lo analítico y el área parietal lo sintético para el logro de la destreza manipulativa.
Para (Jeannirod, 1996) existen dos sistemas funcionales útiles en el estudio de la información:
1. La propiocepción de la mano y su visión.
2. El miembro superior completo y su propiocepción.
Estos dos sistemas se unen en el trabajo para lograr una unidad funcional y de esa manera lograr la captura
del objeto.
Cuando se integran los sistemas apriétales, premotores y se relacionan con los niveles tallo encefálicos se
logrará un adecuado desarrollo de la coordinación óculo-manual.
Otro sistema importante que trabaja en conjunto al de coordinación óculo-manual es el de la inspección visual;
ambos darán paso a la integración de la lecto-escritura.
La inspección visual se logra a partir del análisis de la imagen de la zona de fijación, se realiza mediante la
fijación de la mirada a través de una serie de puntos específicos de dicha imagen (Kessen, 1967; Salapatek,
1968; citados por Gómez Tolón, 1997), este recorrido se realiza de un punto a otro mediante movimientos
oculares rápidos y precisos.
En el desplazamiento de la mirada deberemos distinguir dos aspectos significativos: uno es cuando los
estímulos físicos del objeto guían de manera meramente sensorial (contrastes y cambios de dirección) sobre
todo en niños pequeños, y el otro en cuanto se tiene mayor edad, se empieza a tener una actividad voluntaria
de esos desplazamientos debido a la significatividad que tienen los mismos. Estas relaciones entre lo
fisicosensorial y la actividad superior programada y por lo tanto voluntaria se logran en el desarrollo a los 6
años de edad (Gómez Tolón, 1997), y en niños de 3 a 4 años esta actividad está dirigida al aspecto sensorial.
La participación de la zona frontal en esta actividad voluntaria es significativamente importante (Área 8 de
Brodman) especializada en la dirección y control superior de los movimientos oculares y supedita a las áreas
occipitales y regiones subcoticales, talámicas y mesencefálica que tienen una actividad más elemental.
La importancia de la inspección visual estriba en que determinan el desarrollo madurativo de las áreas
asociativas occipitales “creando unidades constructoras de percepción”, lográndose mediante la sucesión de
fijaciones visuales, capturas foveales con la consiguiente repetición de desplazamientos idénticos o incitación
de movimientos reflejos del campo retiniano periférico con los consecutivos desplazamientos de los puntos de
atención respecto a la figura que produce el estímulo. Es de esta manera que al desarrollarse los mecanismos
de inspección ocular se establecerán redes neuronales que favorecen el autoaprendizaje para la adquisición de
sistemas de detección de patrones perceptivos como son la iluminación, color y agrupamiento.
La percepción no sólo incluye la actividad funcional de las áreas occipitales.
En el proceso de desarrollo del niño se va a dar una mejoría en el rendimiento, ya que entran en acción áreas
corticales extraoccipitales, de esa manera se mediatiza y facilitan las ejecuciones perceptivas.
Otras zonas de participación neurofisiológicas en la función integradora y sintetizadora perceptiva es la zona
parietal, por medio de ella se permite la consideración “simultánea” del agrupamiento y de las relaciones entre
unidades elementales que van teniendo cada vez más complejidad como sería el comparar dos figuras de
diferente forma.
Sistema importante también es el que corresponde al desarrollo del control frontal, que por medio del lenguaje
interno permite mediatizar y perfeccionar la memoria perceptiva, debido a la inclusión de diversos conceptos
(tangencial, paralelismo, inclusión) lo que permitirá establecer interpretaciones de una determinada imagen
perceptiva, el comienzo de toda programación frontal se encuentra en hacer uso del lenguaje no sólo para
establecer la comunicación con los otros, sino también como procedimiento del control de la conducta personal.
Por lo tanto el lenguaje es y se convierte en un mediador de la conducta como un segundo sistema de señales
(Vigostki, 1979).
De la acción secuenciada nace el lenguaje y para ello se requiere el trabajo integral de todas las zonas
cerebrales mencionadas.
Al lograrse estructurar las praxias finas, se van a desencadenar los movimientos intencionales programados y
planificados; todo ello gracias al desarrollo de una habilidad tan especializada en el manejo de las manos.
De esta manera se puede realizar la simbolización de ese lenguaje interno a través del pensamiento,
lográndose así la expresión de los sentimientos por medio del arte y la escritura, esto es lo que hace la
diferencia entre el animal y el ser humano, y nos permite relacionarnos intencionales y holísticamente con
nuestro entorno social, dejando nuestra huella histórica en el mundo en que nos desarrollamos.

Bibliografía
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Vigotsky, (1979). El desarrollo de los procesos psicobiológicos superiores Crítica. Barcelona.
*Dra. Grisel Broissin Alvarez. Médico Cirujano de profesión, con un vasto cúmulo de preparación en diferentes
áreas. Ha tomado varios diplomados, entre los que se encuentran: Electromedicina y Electroemoción en la
Universidad Autónoma de Chapingo, México. Terapia Cognitivo Conductual en el Instituto Mexicano de Terapia
Cognitivo Conductual. Certificado Internacional en Ciencias y Técnicas del Cuerpo Psicomotricista,
Organización Internacional de Psicomotricidad (O.I.P.R. I.R.A.P.S.I.R.) Francia, México.
Tiene la especialidad en: Grafomotricidad OIPR IRAPSIR y Diagnóstico Sensitivo Táctil y Aplicación Correcta
de la Medicina Tradicional China, además de Homeopatía.
Maestría en Rehabilitación Neurológica. Egresada de UAM-X (Universidad Autónoma Metropolitana, Plantel
Xochimilco). Profesora de Educación Especial en el área de Problemas de Aprendizaje. Egresada de la
Escuela Normal de Especialización. Ha participado en la elaboración de libros como autora y coautora, algunos
de ellos relacionados con la Pscicomotricidad

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