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Hacer justicia o pedirla - dice Angel Ossorio -- 1 constituye la obra más [ntima,
más espiritual, más inefable del hombre. En otros oficios humanos actúan el alma
y la flsica, el alma y la economía, el alma y la fisiologia; es decir, un elemento psi-
cológico del profe$oional y otro elemento material y externo. En la abogada actúa
el alma sola, porque cuanto se hace es obra de conciencia y nada más que de ella.
No se diga que operan el alma y el Derecho; porque el Derecho es cosa que se ve, se
interpreta y se aplica con el alma. _ .
prOJlmos, por sus codicias, por su pasión de dorninio, por sus veleida-
des; y así y para mitigar tales desasosiegos y peligros crea el Derecho
positivo, como instrumento de seguridad al servicio de la justicia. Pero
la ciencia no contiene la total verdad absoluta, pues es tan sólo una
obra humana que trata de conseguir la relativa verdad que cabe en la
mente del hombre. Ni la técnica le permite dominar por entero la na-
turaleza, lo cual sólo corresponde a la omnipotencia divina, sino que
meramente le proporciona alguna holgura y medios relativos de domi-
nio sobre aquélla. Ni el Derecho es plenamente una cierta y segura
realización total de la justicia en la sociedad; sino es tan sólo un utensi-
lio fabricado por el hombre para acercarse a aquellos ideales de segu-
ridad y justicia.
Ciertamente se ha producido una objeción contra el Detf,..--l"lO positi-
vo, a saber: que la justicia podría realizarse mejor entre J, nombres,
sin la existencia de un ordenamiento declarado o formulauu, por el
procedimiento de aplicar directamente las exigencias idea~;s a cada
uno de los problemas que fuesen surgiendo. Pero esto l'S ur~a vana ilu-
sión, que implica varios errores mayúsculos.
Uno de esos errores consiste en olvidar que si bien la '.uprelna meta
final es la justicia, el Derecho posid"o se gesta primogcniamente por
virtud de una urgencia de certeza y de seguridad. Certeza, es decir la 1
necesidad de saber a qué atenerse; seguridad, esto es, que aquello que
se considera como necesariamente obligatorio - por ser de todo punto
indispensable para la vida social-- habrá de realizarse en cualquier
caso, de modo ineludiblemente forzoso. Para lo primero, para la cer-
teza, precisa crear un orden. Para lo segundo, es esencialmente nece-
sario que ese orden esté constituido por normas con impositividad
inexorable. En eso radica la esencia formal de la juridicidad.
Por otra parte, la única manera de realizar en lo posible la justicia
entre los hombres, de orientar hacia ésta las condiciones indispen-
sables para la convivencia y la solidaridad, es la v\a del Derecho positi-
vo. Para que pueda haber una sociedad organizada según los princi-
pios de justicia, es necesario que sea una sociedad ordenada; y precisa-
mente mediante un orden cierto y seguro. Desde luego que no basta
con tener certeza y seguridad, pues éstas podrían también constituir el
instrumento de la justicia. La certeza y la seguridad son meramente
los instrumentos que deben ser puestos al servicio tan sólo de la justi-
cia. Indudablemente que la certeza y la seguridad no bastan; ITlaS
para que pueda haber justicia, la mayor cantidad posible de justicia,
es necesario que exista una situación de certeza y seguridad, la cual
~ólo pueda ser conseguida por medio del Derecho positivo.
En efecto, la justicia entre los hombres sólo puede ser lograda prác·
tica y efectivamente por medio de la legalidad que el Derecho positivo
crea. Cierto que la legalidad no basta; por el contrario, todos los es·
fuerzos deben encaminarse a que la legalidad traduzca de la mejor
manera posible las exigencias de la justicia, Pero en la legalidad, en
tanto que tal, encarna un medio indispensable para que pueda haber
justicia en términos generales, En la legalidad radica la condición
para que los hombres puedan realizar pacífica y tranquilamente
muchas otras tareas de rango superior. Y muchas veces la pequeña in-
justicia singular, a que pueda dar lugar la imperfección de una ley,
representa un mal menor comparado con el estrago general que pro-
ducirla el quebranto de la legalidad, Esto fue intuido certeramente
por Shakespeare en su obra El Mercader de Venecia en las palabras
que pone en boca del juez Porcia. en respuesta al requerimiento de
Bassanio, para que en aquel caso quebrantara la ley con el fin de que
triunfara mejor la justicia:
Bassanio: "Y os suplico que torzais por una vez el Derecho y lo hagais ceder ante
vuestra autoridad; para hacer plenamente justicia, cometed un pequeño entuerto
. . . Porcia: No debe de ser así, No hay poder en Venecia que pueda alterar una
norma juridica vigente. Esto podría constituir un precedente y de ello seguirse
funestos errores en la vida futura del Estado. INo puede serl").
ii Con mayor eXH'nsion sobre estr ml~mo tema. Rr.CA~F.""<; SICHr:~ (Luis). VIda Humarla . .'io·
ciedad y Derecho 2a. ed . pp. lll·! :lb. 256·274; Y especialmente Lecciones de Sncwlogia, Editu·
rial Porrúa, México, 1948. pp. 302·326
14 Véase: RECASF,NSS1CHF.5(Luis), Vida Humana, Sociedad y Derecho: 2a. ed., pp. 403-467.
16 Véase RECASENS SlCHES, VIda Humana, Sociedad y Derecho, 2a. ed., pp. 162·175. 196-198.
atrapadas las moscas pequeñas, pero de las que de nuevo escapan las
grandes/).2 E igual pensamiento, casi con iguales palabras, aparece en
jonathan Swift (1667·1745): "Laws are like cobwebs, whieh may eateh
smal! jIies, but let wasps and hornets break through" (Las leyes son
corno telarañas o añagazas, que atrapan las moscas pequeñas, pero a
través de las que pasan las avispas y los avispones) . .'I
De sentido y alcance similares a las expresiones recordadas en el
párrafo anterior es e! refrán castellano "Quien hizo la ley hizo la tram-
pa", que tiene sus correspondencias más o meDOS análogas en otras
lenguas. Así, en italiano se dice "Fatta la legge, trovata la maliz'ia"
(Hecha la ley, encontrada ya la malicia). Y en inglés hay dos prover-
bios semejantes en cuanto a su sentido: "Every law has a loophole"
(Toda ley tiene una escapatoria); y "One may drive a coach and four
through an Act of Parliament" (Se puede hacer pasar un coche de
cuatro caballos a través de una ley dictada por e! Parlamento). Y muy
parecida es la máxima alemana ''Es giebt ket'n Gesetz was hat nicht ein
Loch, wer's finden kann" (No hay ley que no tenga un agujero,
siempre y cuando se sepa hallarlo).
y una significación paralela tiene e! refrán castellano "Allá van le-
yes, do quieran leyes", con e! que se quiere dar a entender que los
poderosos tienen medios para que las normas jurídicas sean interpre~
tadas acomodándolas a su gusto o interés.
Por otra parte abundan los dichos que censuran los vicios de los
abogados y jueces infieles a su misión. Así leemos en Cervantes: "Pro-
büseme todo, faltú favor, no tuve dineros. , ,",4y vienen también al
recuerdo los refranes castellanos: "Bueno abogado, mal vecino"; 'Juez
pesquisidor, langosta de! labrador"; y el francés: "Les maisons des
avocats sont faites de tetes des fous" (Las casas de los abogados están
hechas de cabezas de locos).
Todas esas expresiones agrias y satíricas se refieren a las corruptelas
que se dan en la elaboración y sobre todo en la aplicación del De-
recho; ponen en solfa a los jueces venales y a quienes se dejan influir
por los poderosos; y propinan censuras a los abogados enredones y a
quienes miran a su propio beneficio, En el fondo, todos esos dichos no
tienen especial significación ni mayor importancia, porque en las pro-
fesiones jurídicas al igual que en las demás, así como en todas las acti-
vidades humanas. no siempre prevalece la perfecta virtud ni la plena
~ En Care'.l Cure
~ Letten To Mrs. johnson (Stellaj, Feb. 26, /711
4 En boca de uno de los galeotes (El ingenioso hidalgo Don QUijote de la Mancha Priml:."r,1
Parte, cap. XXII).
9 Con mayor extensión sobre este punto: RECASENS SICHES (Luis), Vida Humana, Sociedad y
Derecho: Fundamentación de la H"losoffa del Derecho, 2a. ed., Fondo de Cultura Económica,
México, 1945, pp. 33-35, 151. Muy certeras son las consideraciones de DEL VECCHIQ (Giorgio), El
concepto del Derecho. De gran valor son los esclarecimientos aportados por Carlos Cauto en
muchos de sus trabajos, especialmente en La plenitud del orden jurfdico y la interpretación judi-
cial de la Ley, 19J9; El substrato filosófico y los métodos interpretativos, 1940; La valoraciónjuri-
dica y la Ciencia del Derecho, 1942: La Teor{a egológica del Derecho y el concepto de libertad,
1944.
iD Véase RECASENSSICHES. Vúia Humana, Sociedad y Derecho, 2a. ed., pp. 209-216 Y533-535.
jurídico. que no es una norma positiva, sino que es una norma hipoté-
tica -según ha mostrado Kelsen~-, descansa sobre un hecho de poder
social, sobre el hecho del poder constituyente, su cimiento ya no perte-
nece al sistema jurídico-positivo, sino que está formado por la resul-
tante de las fuerzas sociales_ Sin que se haya producido una realidad
social predominante que apoye un determinado sistema jurídico y que
efectivamente corresponda a él, no podemos considerar ese sistema
como Derecho vigente. Si una ordenación jurídica no consigue efica-
cia ninguna en la realidad, si su base no está producida y mantenida
por el máximo poder social y si no logra un normal cumplimiento
ordinario en la mayor parte de las conductas, entonces aquel conjunto
de normas no puede ser supuesto como vigente. Por lo tanto, todo el
sistema jurídico-positivo está condicionado por una realidad social.
Y, as1, la vigencia de un sistema jurtdico no es una expresión directa,
pura y simple de la justicia intrínseca que él pueda encarnar, sino que
es resultado de su facticidad. Para que podamos atribuir validez for-
mal al conjunto de un sistema jurídico, es preciso que su base se haya
producido efectivamente como resultado predominante de la realidad
social y que además siga contando con el apoyo real de ésta. De tal
suerte, el sistema del Derecho vigente, en cuanto a conjunto total, está
basado. mantenido y condicionado por un complejo de fenómenos so-
ciales. Lo que constituye y actúa como fundamento real, sociológico,
del orden jurídico-positivo vigente es una realidad del poder colectivo.
Adviértase que cuando se habla de poder social no se piensa sólo ni
siquiera principalmente en hechos de fuerza bruta. Por el contrario, el
poder social constituye un fenómeno netamente humano, cuyos com-
ponentes más importantes son de índole psíquica: convicciones y
creencias sociales, hábitos, costumbres, intereses, ideales, en suma, en
su mayoría, ingredientes de carácter espiritual. Generalmente no se
tiene el poder social en virtud de la posesión de los instrumentos de
violencia física; sino que por el contrario, lo normal es que se disponga
de los medios de coerción porque y en tanto que se tiene el poder so-
cial, esto la influencia sobre el ánimo de las gentes. La mera brutali-
dad de la fuerza material podrá determinar una agresión contra un
pueblo -y aun .ostenerla durante algún tiempo-, pero propiamente
no ejercerá un mando social, que pueda servir de base al mando jurí-
dico. Quien manda jurídicamente, dispone de toda la fuerza para im-
poner sus normas a los rebeldes; pero el hecho global de su mando, o,
lo que es lo mismo, la base real del sistema jurídico, del régimen como
totalidad, no puede ser la fuerza, sino que constituye un hecho social
IH Véase RECASF_:-;S SleHES Vida Humana. Sociedad y Derecho. 2a. ed .• pp. 300-302, 354·
361,369.
aquella frase de la Biblia que dice: que e! hombre no fue hecho por
causa de! sábado, sino que por e! contrario el sábado (es decir, todas
las instituciones) por causa de! hombre fue hecho. Y este principio
constituye la característica principal de toda civilización cristiana: la
de reconocer la superioridad de la persona individual (de los valores
en ella realizados) sobre el grupo, según acertadamente exponen Ma-
ritain y el P. Ducatillon.
Pues bien, uno de los capítulos fundamentales, e! principal de la Es-
timativa jurídica, es aquél en el que se tiene que optar por una de esas
dos posturas radical e inzanjablemente antitéticas. Por una serie de
decisivas razones ~ en cuya detallada exposición no puedo entrar
aquí - considero que la única tesis verdadera y perfectamente justifi-
cable desde el punto de vista filosófico y también desde e! punto de vis-
ta práctico es la humanista o personalista, que sostiene que el Estado
-lo mismo que todos los demás bienes de la cultura - debe constituir
un instrumento, un medio, un servidor para los hombres vivos de
carne y hueso; y jamás al revés. Es así, desde luego, si partimos de los
principios cristianos. Pero lo es también ateniéndonos solamente a
una irrebatible argumentación filosófica_ Por ejemplo, es asl según
la concepción patrístico-escolástica, que parte de un plan divino del
cosmos, expresado en la llamada ley eterna. Es también así, en la tra-
dición idealista moderna - excepto la desviación hegeliana - según la
cual la conciencia racional es el centro nato en la interpretación del
mundo y es la norma suprema del obrar. Pero esta tesis todavia se afir-
ma más sólidamente y obtiene más completa demostración a la luz de!
humanismo trascendental de nuestro tiempo; ya que según éste, la
vida humana, entendida como presencia e inescindible correlación
entre e! yo y su mundo, constituye la realidad primaria y funda-
mental; pues los objetos de! mundo y mi mismo yo se dan en la reali-
dad de vida, que es la realidad indubitable y la que sustenta a todas las
demás realidades; por lo cual resulta patente que a mi vida corres-
ponde el primado en una concepción del universo; y de ello se sigue
que la realización de los valores tan sólo tiene sentido en la vida, que es
siempre vida de una persona individual. Pero además cabe añadir que
la cultura (a la que pertenecen e! Derecho, el Estado y las demás insti-
tuciones sociales) no tendría sentido pensada para Dios (ecuación
absoluta entre Ser y Valor), ni tampoco para los animales, que si son
deficientes ignoran que lo son y no sienten el apetito de colmar sus
penurias; pero, en cambio, la cultura aparece henchida de sentido y
plenamente justificada como obra de! hombre para el hombre. Por-
que el hombre es deficiente y menesteroso y sabe de sus insuficiencias y