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FRENTE A FRENTE
¿Es conveniente introducir el concepto de
“huelga pacífica” en la reforma laboral?
Evelyn Matthei
Ex ministra del Trabajo
Una cláusula que
resulta necesaria
A E
L PRESENTAR la re-
forma laboral, el go-
bierno señaló que
“las relaciones labo-
rales modernas se ba-
san en el respeto mu-
tuo, el reconocimien-
to de la contraparte como un
interlocutor legítimo que debe ser res-
petado en su dignidad y derechos. El
diálogo permanente, la colaboración,
la buena fe, más allá de las legítimas
diferencias, …es una lógica constructi-
va y de mutuo beneficio, que es la que
esperamos logre permear nuestra ins-
titucionalidad….”.
En esta preocupación por la buena fe,
el gobierno incluyó en el proyecto de
ley sanciones a conductas y despidos
antisindicales por parte de los emplea-
dores. También incluyó sanciones a
prácticas desleales de los trabajadores
y de las organizaciones sindicales, tales
como ejercicio de fuerza física en las
cosas, o física o moral en las personas,
u obstaculizar el ingreso de trabajado-
res no involucrados en la huelga. Ante
una infracción grave, propuso como
sanción la pérdida del fuero sindical.
La CUT, sin embargo, alegó que el
concepto de huelga pacífica significaba
“criminalizar el movimiento sindical”.
El gobierno presentó de inmediato una
indicación para eliminar las sanciones
a la violencia sindical.
¿Qué sucede en otras legislaciones?
En el Reino Unido es una ofensa crimi-
nal que los piquetes de huelga se com-
porten en forma amenazante o abusi-
va, que utilicen lenguaje o material
amenazante o abusivo, que bloqueen el
paso de personas o vehículos, o que
causen daño a la propiedad.
La OIT, por su parte, considera que el
deterioro o destrucción de bienes y lo-
cales de la empresa y la violencia física
contra personas es una extralimitación
del ejercicio del derecho de huelga. El
Comité de Libertad Sindical ha señala-
do que “la prohibición de piquetes de
huelga se justificaría si la huelga per-
diera su carácter pacífico”.
Esto nos lleva a preguntarnos si con
esta reforma el gobierno busca real-
mente mejorar las condiciones de los
trabajadores y lograr relaciones labo-
rales de respeto y colaboración, o si la
reforma es básicamente política, o un
traje a la medida para la dirigencia
sindical.
Los salarios reales han crecido en
Chile aproximadamente 150% en los
últimos 25 años, más que en cualquier
otro país de Latinoamérica. Es impro-
bable que una reforma laboral pueda
lograr mejores resultados en mejora-
miento de salarios.
En su Congreso del 2011, el Partido
Comunista señaló: “De ahí que tam-
bién será objetivo partidario el creci-
miento del mundo sindicalizado vin-
culado a la CUT, con organizaciones
reales, sólidas, responsables y tan poli-
tizadas como el tiempo histórico lo re-
clame….. dicho fortalecimiento lleva
implícito el objetivo de fortalecer a su
vez el carácter clasista de la Central y
librar, también allí, la batalla ideológi-
ca”. Esto apunta claramente al objetivo
político de la reforma, y al por qué la
CUT se opone a que la violencia sea
sancionada.
Si se aprueba la reforma sin cláusulas
de huelga pacífica, se podría llegar al
absurdo de que un dirigente sea conde-
nado por lesiones a otros trabajadores
o por daños graves a la propiedad, pero
mantenga el fuero sindical. Más aún, si
Si se aprueba la reforma sin
cláusulas de huelga pacífica,
se podría llegar al absurdo
de que un dirigente sea
condenado por lesiones a
otros trabajadores o por
daños a la propiedad, pero
mantenga el fuero sindical.
una empresa presenta acciones judi-
ciales por violencia durante la huelga,
el juez podrá señalar que el legislador
permitió la huelga violenta, al eliminar
las cláusulas de huelga pacífica.
El empleador que incurre en prácti-
cas antisindicales se arriesga a penas
muy severas. Lo mismo debiera ocurrir
con los dirigentes sindicales si la in-
fracción es grave. No se debe permitir
la violencia porque no contribuye al
respeto mutuo. Tampoco puede san-
cionarse la violencia con meras multas,
tanto por la gravedad que reviste,
como porque la Dirección del Trabajo
jamás impone multas a una organiza-
ción sindical.
LATERCERA Sábado 12 de septiembre de 2015
Bárbara Figueroa
Presidenta Central Unitaria de Trabajadores
Este no es el
problema central
STAMOS A sólo dos
días de que el Ejecutivo
presente indicaciones
al proyecto de ley de
reforma laboral y la ca-
ricatura instalada so-
bre uno de sus puntos
principales (“huelga sin reemplazo
interno ni descuelgue”), sigue siendo
el tema de discordia para algunos ac-
tores. Que si es pacífica o no, que si
nos vamos a llenar de ellas, que si se
puede o no hacer huelga en ciertos
espacios laborales, y si es con o sin
reemplazo.
Sus principales detractores han bus-
cado uno que otro subterfugio para ha-
cer de esta transformación tan esencial
para los trabajadores un debate menor,
y no uno sobre la necesidad de equipa-
rar la cancha, de devolverle la dignidad
a la clase trabajadora, incluso acusán-
donos de no ser pacifistas y de que pro-
movemos la mal llamada “huelga vio-
lenta”. Bueno, a ellos les decimos que
no estamos por la violencia y que desa-
probamos su preocupación por el ape-
llido de la huelga y no por las normati-
vas de esta ni sus implicancias.
Como las huelgas no son un elemento
aislado sino un componente de un sis-
tema mayor, es evidente que el debate
no debería estar puesto en catalogar a
la fuerza las huelgas, sino más bien en
ver su capacidad de dar curso a las re-
laciones laborales aun cuando no hay
acuerdo en las negociaciones. Dicho en
números, en Chile sólo el 11% de los
trabajadores del sector privado está
sindicalizado. Ellos negocian por pe-
riodos máximos de cuatro años (tres
años en la nueva ley), y de las cerca de
2.900 negociaciones colectivas de 2014,
813 votaron la huelga legal (28%), ter-
minando sólo 201 en huelga efectiva
(casi 7%).
Pero también existen en Chile “huel-
gas ilegales” (174), las que se producen
principalmente donde la ley no le da
legitimidad a las relaciones laborales,
sindicatos supraempresa y microem-
presas con menos de ocho trabajado-
res. Entre estos dos tipos de huelgas,
las “pacíficas” son 73% del total, con-
centrándose fuertemente en las huel-
gas legales, y 27% tienen estrategias
disruptivas, centrándose fuertemente
en las no regladas.
Estos puntos se deben aclarar, pues-
to que la proliferación de “expertos
laborales” -con el anuncio de la refor-
ma- han confundido a la opinión pú-
blica, citando modelos extranjeros de
relaciones laborales, al mismo tiempo
que levantan imaginarios colectivos
sobre las organizaciones sindicales y
los gremios, y el abuso de los trabaja-
dores; y se les trata de flojos, y se di-
buja que la Central está preocupada
del tema porque pasaríamos en huel-
ga, cortando caminos y tirando pie-
dras. Eso no es lo que buscamos. Lo
que pretendemos es mejorar las con-
diciones de diálogo y evitar precisa-
mente llegar a una huelga.
Esto es de suma importancia despe-
jarlo cuando -a dos días del debate en
el Senado- hay candidatos presiden-
ciales que tildan a los trabajadores de
violentistas, además de un “experto
laboral” que redacta un informe con
35 ejemplos donde, según él, de no ha-
ber reemplazo en una huelga se vería
afectada hasta la ciudadanía.
Podemos ver que el problema de la
huelga no es si es pacífica o no; el pro-
blema es si nuestro país y su democra-
cia le reconocen el derecho fundamen-
El problema central de la
huelga no es si es pacífica o
no; el tema es si nuestro
país le reconoce a los
trabajadores el derecho
fundamental a organizarse
y a ejercer el derecho a
huelga.
tal a los trabajadores a organizarse y a
ejercer derechos fundamentales como
la huelga. Lamentablemente esto es
algo que estamos aún lejos de resolver
hasta que no existan libertades plenas
de organización -más allá de la empre-
sa- para definir los mínimos social-
mente aceptados. Pues la violencia res-
ponde principalmente a la necesidad
de tener herramientas de presión ahí
donde el plan laboral de la dictadura
no reconoce el derecho a ser contra-
parte a los trabajadores. Mientras no
resolvamos esto, seguiremos escon-
diendo el problema bajo la alfombra y
criminalizando un debate que es esen-
cialmente político.